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OPCION FUNDAMENTAL

Fide! Herráez

1. PUNTO DE PARTIDA

Llegar a ser auténticas personas es nuestro quehacer principal. Como


sujetos hUll1allOS somos inicialmente realidad y tarea, La progresiva
concreción, adecuada o inadecuada, de nuestras posibilidades origina­
les, o el no desarrollo de éstas, van configurando la historia de cada
persona y la del conjunto sociaL
Esta tarea de irnos haciendo efectivamente personas conlleva un
proceso en el que, a partir del nacimiento "dado» (heteronacimiento),
se vaya viviendo un nacimiento "personalizado» (autonacimientol
re-nacimiento I co-nacimiento). Proceso en el que el individuo experi­
mente su capacidad básica de percibirse y valorarse (conciencia funda­
mental), acoja su posibilidad radical e ineludible de actuarse (libertad
fundamental), asuma de forma total -coherente o incoherente- el
ser y existir que como base humana primera se le dio (opción funda­
mental constructiva o destructiva), tome postura en relación con los
modelos de identificación recibidos y configure con lucidez su propia
identidad y el proyecto de su vida (personalidad moral), se haga cargo
de su actuación (responsabilidad personal y social), y se inserte de
manera efectiva en su contexto humano (corresponsabilidad histórica).
Ir llevando a cabo tal recorrido debe ser nuestra labor más impor­
tante, porque de ella van recibiendo sentido y contenido las demás; la
más exigente, porque ha de implicar los mejores y mayores esfuerzos;
y la más extensa, porque abarca el conjunto de la existencia.
Como orientación preliminar entiendo, por tanto, que el fondo nu­
clear de la opción más fundamental que la persona es capaz de realizar
y que está llamada a vivir, no hace referencia básicamente a la elección
predominante de una conducta, ni a la decisión preferente por un pro­
yecto de vida, ni al compromiso perma.nente con una orientación
vocacional, ni a la orientación determinante hacia algún ámbito del
quehacer humano, ni a una mera categoría conceptual formulada
-con sus matices específicos- por divers2Is ciencias del comporta­
miento, Opino que su contenido nos orienta más bien a la raíz del
hacerse y del hacer de la persona misma; a la situación esencial y exis­
tencial básica que ésta puede ir configurando en sí; a su fundamenta­
ción y sentido más genuinos; al compromiso totalizante -positivo o

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no- con nosotros mismos como tales personas; al proceso y forma zOllte equivalente de significado: la autoconstruccÍón de la perSOO<l a

concreta de asumirnos y actuarnos global y establemente; a la auto­ partir de una decisión que recae sobre sí misma; la elección de una

consciente y libre -apropiada o actitud humana que, implicando al individuo en una alternativa que

con el soporte original de nuestro ser y la afecta al centro de su ser, le compromete existencialmente y le confiere

trayectoria de nuestro actuar; a acoger, de modo consecuente una orientación básica de vida.

o inconsecuente, la propia vida, en un dinamismo que de hccho es La expresión «opción fundamental" ha ido adquiriendo una pro­

constructivo o destructivo; al «sí" o al «no» de la persona dado a sí gresiva presencia y expansión durante la segunda mitad de este siglo

misma y, constitutivamcnte en ella, a los demás, al mundo y -para el en diversos ámbitos fuera y dentro de la reflexión teológica. Se vislum­

creyente- a Dios. bra en dicha expresión un valioso contenido. De ahí que la variedad

Picnso que estos SOI1 los presupuestos que han de guiar tanto el estu­ de posturas ante ella y la complejidad de su uso vayan desde las adhe­
dio sistemático como la vivencia de esta realidad humana entusiastas hasta los e incluso rechazos, pasando

sector de serenos, o de enfoques que

Ll<lJlllaU, confusi<' .

11. EL TERMINO Y EL TEMA DE LA OPCION FUNDAMENTAL el magisterio eclestal contemporáneo se ha relendo a este
en dos ocasiones 4 • En aparece una llamada de precau-

centrar preferentemente la atención en la dimensión teológico­ ClOn sobre su posible uso inadecuado. Estas advertencias han de asu­
moral de la opción fundamcntal. Esto comporta una adecuada refe­ mirse como indicaciones para proseguir el esfuerzo de su explicitaci6n

rencia a otros ámbitos de la realidad y reflexión humana. Sin con seriedad y cautela, pues pienso que precisamente en su verdadera

a mencionarlos muy someramente, aludiendo a ;¡spectos profundización y esclarecimiento estriba la convergencia sobre su ade­

interdisciplinares de esa opción, requieren cuada comprensión y proyección.


mayor en un estudio más extenso de esta '.
2. El tema
l. El ténnino
Al ser humano, dependiendo del desarroUo de sus capacidades y de sus

El sentido inmediato que semánticamente, tanto en nuestro idioma condiciones generales existencia, le ha sido posible siempre tener

como en los del entorno cultural, tiene la expresiólI formada por los una cierta percepción las realidades circundantes y de sí mismo; se

dos vocablos, «opción fundamental", considerada dinámicamente y ha ido experimentando con un hondo deseo de vivir y de ser feliz, con

aplicada a la persona, es el de la situación humana y línea de conducta la Dosibilifbcl de buscar dentro o de él cuanto favoreciese el

que aquella configura en sí misma, cuando ejerce su facultad de con la necesidad de integrar determinados
sobre una realidad que le pertenece estrictamente y que, por estar acceso a eso que
rida a los fundamentos y ser predominante, resulta básica para todo lo o le ha
i.dermls. \
su actuación a partir ello. Esta toma de
Además del término de «opción fundamental" -el más usado-, tante, ha ido configurando sus
se emplean también otros similares: «actitud fundamental", "decisión insatisfacción han dependido del acierto o equivocación en

fundamental", "intención fundamental», «motivación fundamental», siones básicas 5 •

«sentido fundamental", "elección fundamental de .Ia vida», «elección


más original?>, «elección preferencial>?, «centro de la persona», «con­
3. Corno exponentes más que han ido contribuyendo al desarrollo de eSta rea­
de vida", «estilo de vida», "plan de vida», «dirección más honda lidad en el área teológico'moral, la bibliografía al final de este trabajo.

de la persona", «opción finalizante», «opción nuc!ean), «opción mdi­ 4. S"grada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persolta ¡",mana: AAS 68
ca"', trascendental", «orientación profunda de la volunt;¡d", (l976) n. J o: es el primer documento oficial de! Magisterio donde se ha hecho mención explicita de
"proyecto existencial», .. 2. Utilizados desde perspectivas diferentes y a la opción fundHlncntal; Ju:", Pablo 11, Exhortación Apostólica Reconciliación y penitencia: ¡\A5 77
(1984) n. 17; con b;1stante antelación a estos documentos se encuentra una alusión implícita y
veces con connotaciones desiguales. su conjunto apunta hacia un hori­ valiosa de esta realid"ct en Pio XII, cuando afirmaba que la gr"ndezá del acto humano consiste preci.
samente en ir más allá del momento mismo en el que se efectúa, teniendo capacidad para comprome­
ter toda la orientación de una vida llevarla a tornar posición ante el absoluto: Alocución de
1. F. Herníez, La opción ft",Jamental, Salamanca, 1978, 18-117, donde están expuestos con 19 de mayo de 195'6: AA5 48 (1
amplitud estos aspectos. 5. G. Baum, El hombre como posibilidad, Madrid. 1974. 28-31; K. Rahner, Cu'·so funda­
2. Referencias bibliográficas de los diversos términos en i/>ld., 21. mental sobre la fe, Barcelona, 1979, 32.34.

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Desde esta perspectiva, la amplia al contenido y expe­


riencia -no al término de lo que afirmaré como opción fundamen­ verdaderamente es; por eso, dicha elección es uno de los factores más
definitivos de su integración o .
tal no es nueva. Una mirada al pasado nos brinda diversos testimo­
nios. Destaco algunos. La irwestigaciótl psicológica,

psicoanalítica renovada,

En nuestro ámbito cristiano, para san AgustÍll la auténtica vida


y social, ha contribuido de

humana se sustenta en su participación del ser de Dios. La persona, ficación de


por su libertad, puede acoger este fundamento o, por el contrario,
«encorvarse sobre sí misma" egoístamente, rehusando así su propia ampliado y profundizado el.

raciones y más

realidad. El ser humano alcanza su existencia más real cuando, en


lógica del obrar moral: ha
a través de una

actitud radical de disponibilidad activa, hace posible que su Hacedor ,


sujeto en la que su
consciente no expresa la

encarnado en Cristo, vaya consumando su obra de amor en é1 6 •


conciencia, aquellos
en los que la moralidad de una acclOn

Dentro también del recinto cristiano, en la Edad Media se insinua­


era considerada
a partIr de la intencionalidad explícita; ha cola­

ban algunos rasgos sobre nuestro en ciertas consideraciones no borado

relacionadas directamente con él. Pedro de Capua, Guillermo en la moralidad se subraye de modo prderente no el

objeto
que actúa la voluntad, sino la libre dinámica personal;

de Auxerre, san Alberto Magno y san Buenaventura, para que exista puesto
verdadera vida moral en la persona ha de estar presente y operativa en que la vida humana se caracteriza por ser una
ella una elección fundamental que la implique en un compromiso pro­ ha servido para comprender mejor que la adquisi­
fundo de unión o apartamiento de y la realizaCión de aunténticas decisiones no
En este marco histórico sobresale Sa/tto Tornás. Presenta la per­ de una edad determinada cuanto del equilibrio de los
sona como una totalidad capaz de asumirse y sociales; ha seii::llado el progresivo desarrollo de
mediante una orientación dinámica bacia su fin del ejercicio de su libertad, mostrando cómo las eleccio­
de su existencia, Dios, o hacia van siendo preparilClas por un proceso evolutivo y cómo,
ASÍ, su primer acto libre y una vez realizadas, sustentan el origen y significado de las elecciones
por el tiempo- está compromet1do en esa eleCCIDn protunda, a tra­ parciales y actos particulares; ha subrayado la importancia de un pro­
vés de alguna realidad determinada, que afecta a la globalidad de sí yecto general de vida en la integración personal y psico-social; ha evi­
mismo en relación con Dios y con la vida desde él. Esta elección denciado la función decisiva de esas elecciones más nucleares en orden
positiva o negativamente el conjunto de su ser y a la evolución dinámica de la personalidad; ha ayudado a delimitar las
actuar 8 • causas de diversos desajustes y deformaciones individuales y relaciona­
Acercándonos más a nuestra época, la existencialista, con les; ha influido para que se percibiesen con mayor claridad los condi­
sus diversas concreciones, ha dado una importancia muy especial a la cionamientos a los que el ser humano está sometido.
elección en orden a la vida humana: la realización de la persona es el Entre los autores representativos cabe citar a E. H.
¡ resultado de las disposiciones elegidas por ella en las distintas situacio­
con sus estudios sobre la identidad humana como proceso de
nes. La mayoría de los autores de esta corriente retoman la "elección ción del "yo» individual-social, hasta bacer de la persona un
existencial" resaltada por S. Kierkegaard, el primero que en los tiem­ coherente capaz de concretarse en la elección de una forma de
pos modernos subrayó la originalídad de la existencia humana asu­ estable, nos ha ofrecido importantes
mida y determinada mecliante la decisión del individuo. Según él, ante dinámica inherente a la opción
profundización en la
la alternativa que conllevan los diversos estadios del hacerse humano,
interior del individllo que
está implicado el "yo mismo» de la persona, que en esa elección se
recibe y reviste de sí misma desde los estratos más hondos de su volun­
tad, se despoja de lo que espontáneamente era y se apropia de lo que 9. S. Kierkegaard. AfiE-Aut, Roma. I Q 75; Id., El COllcepto de la angustia, /971, 134-1.19;
San!"e, El existenr:ialismo un humanismo, Buenos Aires, 1985. 16-18,25.28•.10,34-38;
Herpin, Los exístel1c1a/¡smos. en La Ililh"o, 1974. 191-217; F. Herráez, o. e .• 38-45,
49-50; J. r.. !tuiz de la Peña, Santander. 198.1, 19-33.
6. Bihliografía pspecífica en F. Hem\c7, o. c., 28-29. lO. r. Hern\ez, o. c.• (,.1·84, especialmente a (Uya enumeración de las obras de E. H.
S. Diaokh. L'op:;.ione /ondm-neutate ne/ t}en...rero di S. Torn'!1JC1so) 7-8; Vélel., El mrnpro­ Eríkson hay que a<Jadír: Ufe History atu/ the Historic,]/ Moment, Nueva York, 1975, Adultbood,
miso de (dada» la persona (de «todo» el hombre) los criterios de H1oralt'd.. EsrEcI ,R (1983) Nueva York, 1978. Y Soóedad y , 1979; R. Haring, Libertad y fidelidad en
277-305. Cm/o 1, Barcelona, /981, 181-190, con "h""""",,. hil.li''''''"f,f,
8. lbíd., 33-291; F. Herráez, o. e .• n-J8. con bibliografía. 11. G. W. AHpart, La pe"sonalidad: y desarrollo, Barcelona, 1977; Id.,
Comentario sobre los capítulos a1ttet,ores~ en existencial, Buenos Aires, 21972, 110.
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ger, que subraya la fuerte influencia de! entorno cultural en e! persona-en-relación como núcleo de referencia principal, se ongma­
hacerse de las elecciones fudamentales 12; A. Maslow, con su inves­ sen de ahí las estructuras expresivas de su comportamiento; fue
tigación sobre la «experiencia vértice»: vivencia de totalidad que, haciendo que dicho comportamiento se considerase como su auto­
alcanzando la profundidad de la persona, puede encauzarla para manifestación coherente. A partir de esta perspectiva, que se aleja
comprender y orientar su auténtica realización J3 ; K. Rogers, cuyo por igual de cualquier objetivismo o subjetivismo, comenzó a estar
método de ayuda en la búsqueda de! sí mismo de cada uno, puede presente un nuevo contexto donde el ser bumano se ha ido perci­
servir de plataforma para ir rescatando e integrando su experiencia, biendo con la ineludible tarea de participar de forma determinante
en un proceso que le vaya posibilitando «convertirse en persona» 14; en la realización adecuada de su existencia, en e! desarrollo positivo
V. Frankl, que ha prestado gran atención a la «búsqueda de signifi­ de los demás y en la configuración verdadera de su sociedad; donde
cación última» de la existencia humana, como fuerza integradora y se ha visto emplazado ante unas decisiones radicales que no debe
dinamizadora de la persona, coordinada con e! despliegue gradual eludir; donde ha adquirido progresiva importancia la acogida y
en ésta de su opción básica 15; H. Thomae, por su contribución reflexión sobre la opción fundamental y las correspondientes actitu­
sobre la función insustituible de las auténticas decisiones humanas, des morales, como expresiones básicas de la persona y de su respon­
centradas en el núcleo de la persona -con densidad inigualable si sabilidad moral!7,
en ellas está implicada la conciencia en vivencia religiosa-, a través
de las que aquélla va incorporando a sí las diversas posibilidades
vinculadas a su ser!6. III. LA PERSONA VIVIDA EN OpelON FUNDAMENTAL
Pero el factor más inmediato de la temática de la opción funda­
mental en el horizonte cristiano ha sido la renovación teológica en 1. Núcleo esencial
general y de la teología moral en particular. Ha influido de modo
especial en este cambio la progresiva integración de las raíces bíblicas; a) Soporte radical
de la animación cristocéntrica y eclesial; del esfuerzo pastoral por
hacer más inteligible el mensaje específicamente evangélico e iluminar El ser humano que inici;:¡lmente se nos da es -reseñado de manera
a partir de él la existencia concreta; de las infraestructuras antropoló­ sucinta- una estructura biopsíquica (plataforma del conjunto de fac­
gicas del actuar humano; de la consiguiente escucha y diálogo con las tores individuales: biológicos, cognoscitivos, volitivos, afectivos, deli­
ciencias del comportamiento, con las corrientes de pensamiento huma­ berativos y ejecutivos), relacionada cQnstitutivamente con los demás
nistas, con la filosofía analítica y con la trascendental, con las ciencias (interpersonalidad), situada en un tiempo y espacio concretos (asiento
sociales ... Todo esto fue suscitando la necesidad de una fundamenta­ de la historicidad) y con una connatural aspiración a la felicidad. Este
ción más personal, existencial y dinámica de la actuación moral; fue substrato básico de nuestro ser, vivido en integración complementaria
promoviendo una orientación que, al superar la concepción objetivis­ y armónica desde la fundamentación y motivación trascendente­
ta-casuista del obrar humano, diese lugar a otra en la que, situada la cristiana, se experimenta como creado por Dios, resquebrajado por el
pecado, re-creado en y por Cristo, con relación de eclesialidad y orien­
tado terminalmente a un ser y existir en plenitud.
12. E. Spranger, Formas de vida. PSIcología y étIca de la personalidad, Madrid, 71972, Si buscamos la consistencia originaria de toda esta realidad huma­
129-275. na, debemos excluir tanto la fundamentación esencialista, que desvalo­
13. A. Maslow, The Far/her Reaches of H",nm¡ Nature, Nueva York, 1973; Id., Qué "OS riza el ser al interpretar el existir como un acto físico de la esencia IR,
ofrece la psicología existenci(J/, en Psicología existencial, 60; Id., M otll!(lció/t )' personalidad, Barce­
lona, '1975; Id., La persollalidad creadora, Barcelona, '1987; W. B. Frick, Psicología humamsta. como la existencialista en su tendencia más extrema, que lleva a una
El1trevistas COII Maslow, Murphy y Rogers. !luenos Aires, 1973.
14. K. Rogers, El proceso de co""ertirse en {JerSOlZa, Barcelona, 1989 (6~ reimpresión).
15. V. Frankl, El hombre el/ busca de sentido, Barcelona, '1987; Id., La presel1cia igll0/"ada 17. El mejor exponente y concreción de esta renovación es el concilio Vaticano 11 en el con­
de 0105, Barcelona, 31981 j Id., Psicoterapia y humanismo: ¿ T,ene un sentido la uida?, Méjico, junto de sus Constituciones, Decrews y Declaraciones, con especial relieve en la consciwción Gau­
1984. diUl11 et spes; también K. Rahner, Escritos de teologia 1, Madrid, 1963,325-347,11,225-274, IV,
16. H. Thomae, Dil1amica del/a decísio/1e "mana, Zurich, 1964; F. l-lerráez, o. e., 88-LI5. 215-243; Id., Curso fUl1damental sobre la fe, 468-472; J. Fuchs, Theologia moralis ¡¡e/leralis JI,
En cuanto a la psicología social, que influyó para que las acciones y decisiones humanas se conside­ Roma, 1966-67, 1-58; S. J. Kilian, Fundamental Option: An Esse/1tial Da/um of the Human Person:
rasen enmarcadas en un contexto socio-cultural concreto que las modela, Ph. Lersch, Psicología AmBenedRev 21 (1970) 193-199; F. Herroez, o. c., 46-56; M. Vidal, Moral fundamental 1, Madrid,
social, Barcelona, 1967; H. Proshansky - B. Seidenberg. Basic Siud,es iT1 Social Psychology, Londres­ 61990,120-151; R11-R31; Id., La étICa cristialZa, Estella, 1990; 42-43; K. Demzner, 1. c., 861.
Nueva York, 1969; L. de Santis, Psicología social, en 17. Demarchi - A. Ellena, Diccionario de socio­ 18. Síntesis crítica de este enfoque en D. Capone, lntrodu::::;ione a/la te%gia mora/e, Bolonia,
logia, Madrid, 1986, 1401-1411. 1972, 39-50.

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antropología casi exclusivamente miento humano, sino que, mediante esas acciones, aquellas capacida­
que el ser humano recibe su cimentación en su dimensión de (undamentalidad, posibilitan el disponer de
existir concretos 19. Entiendo, en cambio, esa consistencia desde una nosotros mismos como personas e irnos determinando en el ser y ac­
antropología personalista creyente: r;:¡dicada en participación de tuar básicos con a la totalidad de nuestra
entrega amorosa del Ser Fontal al ser humano; basada en la comunión En consonancia con esta comprensión de la
personal que, originando una semejanza dinámica por la inmanencia me parece que la «auto-asunción
del Creador en el creado, fundamenta la esencia y existencia de éste, llano la rmÍs para formular su «Asumir» com­
le vincula en família humana con sus semejantes y le especifica en rela­ porta una implícacíón personal más vinculante «optar»; conlleva
con las demás criaturas no humanas. Esta participación, alejada el integrar ele algún modo en el propio ser la asumida. La raíz
"" In";",,. ""nt-"jclTln " nn,ibilitando la alteridad personal, est:<Í «auto» indica esa realidad: el sí mismo con cuanto lo compone. "Pri­
ser», actualizado en un «modo de exis­ mordial» se refiere a aquello que es la base más original y necesaria
• "~constituye la esencia del para cualquier otra cosa. Aunque ambas expresiones apuntan hacia el
humano, al recibir éste del Ser en esa comunión de vida todo su valor mismo horizonte de significación, la que propongo parece incluir una
radical; y un modo de existir, puesto que la persona es también mani­ connotación de radicalidad.
festación concreta, limitada, progresiva y peculiar en cada caso de ese 110S encontramos, por tanto, con:
Ser 20. r"~,,m~~OMC;/'" de toda la persona orientada hacía su suce­
En estrecha dependencia del desarrollo de sus capacidades e impul­ slva
sado por la dinámica inherente de crecimiento y realización de sí -la
el ser humano es capaz de ir percibiendo est,] plataforma suya -la «re-creaClon" y modelación de la propia consistencia huma­
a horizontes concretos de valoración, incorpo­ na, haciendo factible en las capacidades más de ésta el paso
conSClente y responsablemente a o rechazándola. De este de la posibilidad a la realidad;
esa de nuestro ser que se nos da, podemos -- la entrega de nuestro ser a nosotros mismos como tales per­
acogerla por nosotros mismos y personalmente nuestra, com­ sonas;
pletando así aquella imprescindible heterogeneración inicial con esta -la mayor respuesta que podemos efectuar ante la estructura
necesaria autogeneración y humana que inicialmente se nos da y somos, para hacerla propiamente
nuestra;
b) La opción fudamental, asunción -la concreción y proyección más que realiza la persona
de la persona humana de sí
- su «sí" o su «no"
Considero, por tanto, que la opción más fundarnental del ser humano - la aceptación, rechazo o orientación lo esencial
consiste en: la asunción primordial y global del propio ser y existir de nuestro fundamento personal;
en un dinamismo paulatino de concreción constructiva o -la situación bi.1siGl de integr;:¡ción O desintegración que el ser
la autodeterminación radical por la que la persona se hace humano va confígurando en sí a partir del compromiso con cuanto es
y progresivamente de sí misma, a partir de e implica su realidad específica;
la constituven y según una -la decisión principal de entrega o de aislamiento por la que el
orientación y individuo humano se determina a sí mismo radicalmente, disponiendo
La densidad personal entraña tal de su mopia total;
se sustenta en la conciencia, libertad y fundamentales. recollocimiento efectivo su base humana
La actuación de éstas hace referencia no a la para Ir la posible concre­
compromiso o abstención del sujeto en áreas parciales comporta­
21. Concilío Valícallo n, /. c. nOta 17; K. R"hne[, T~ologia de la libertad, en Escritos de teo­
1'1. Desde un existencialisll10 ontológico, M. El ser y el tiempo, Méíico, 2J977
logía VI, Madrid, 1969, 210-232; Id., Curso j¡mdamel1fal sobre la fe, 37-39; J. Fuchs, Liberti! fo/!­
(5~ Id., Carta so[¡re el humanismo, Buenos 1985.99-100; desde lIn existencia·
damentaJe e morale, en Ej,t'ste Ut1r1 morale cristiana?, Roma, 1970, 112~139; B. Lonergan, A1étodo
J.-P. Sartre, El ser y la nada, Buenos Aires, 41976; Id., El exi;tencialismo es
un hU't11anisn1Q)
en teología. Salamanca, 1988, 54-55; R. A. McCormick, The Critical Calli"g. Reflectiol1s 011 Moral
Dilemma.< sinee Vatiean lf, W"shington, 1989, 171-175; A. Regan, Grapplilrg with the Fundamental
20. .J. Naber, Eléments une éthiqlle, París, 1962; D. Capone, o. e.• 83-88; Id., L'uomo
e persona in Cristo, Bolonia, Optiolt: 5tMor 27 (1987) 117-1l8.
88-92.

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- el proceso en el que el sujeto va implicando todo su ser en una auténticamente el ser humano de su consistencia personal, por formar
orientación o reorientación, hasta alcanzar una concordancia con lo parte constitutiva de ésta la dimensión relacional, esa opción es el mejor
que considera tanto el proyecto general de si mismo, como su realidad antídoto contra cualquier egoísmo o el consiguiente individualismo.
característica. Asumir toda esta realidad la experiencia vital cristiana -el
De acuerdo con esto, en su opción fundamental y de forma gra­ encuentro o rechazo personal, eclesial y social con el
la persona: de Dios en Jesucristo- hace que el individuo creyente
nuclearmente la totalizante de su ser y dina­ mentas básicos ya expuestos desde esa motivación
dejar ninguno de ellos, les incorpore cuanto conlleva esa
, su realidad ini­ peculiar.
cíal y el Conforme a esta vivencia cristiana, dicha opción implica, en su
- se define a si misma, como concreción positiva, el percibir y aceptar a Dios en la raíz de la natura­
persone}; leza v de la existencia humanas como su origen primero y su plenitud
-lleva a cabo, sobre la de lo que previamente porque a través de la obra de creación y de sal­
corno individuo humano, un proceso de orgemización del
vación llevada a cabo por Dios en Cristo, el sujeto humano capa­
su ser y hacer que la va introduciendo en el realismo o
citado para reconocer ese vínculo fundamental que está inserto en
la propia vida;
todo su ser y que le une con Dios (Sab 13,3-5; Hech 14, Rom 1,
se abre y compron1ete, consecuente o incollsecuentemente, con 19-20). Y aceptarlo, porque esa actuación de Dios sitúa a la
la totalidad de sí misma y en ella, por tanto, con cada uno de los ante la más importante y comprometedora de sus
con lo otro y con el Otro -para el creyente-, porque, en alte­ de asumir su propia vida de modo absoluto e
personal se descubre en ellos los percibe en sí; tarla segLtn el dinamismo que clquél puso en
concreta el proyecto de su plataforma humana de «Yo soy" (Ex 3, 14; Jn 8,24) con un "Tú eres" y «Tú haces ser,,; la
manera consciente, libre y de adherirse en totalidad a Sil Creador y Señor viviendo en conformi­
Así pues, se interpreta de modo incorrecto y parcial el contenido dad con el ser que de él ha recibido; la de decir «sí» a Dios en Cristo,
de esta opción cuando se la radica únicamente en la voluntad y no en poniendo en esta respuestn toda su persona -su «corazón» en sentido
la persona entera, o se la principalmente a una pura cate­ bíhlico- en fe viva, esperanza activa, amor concreto y, por consi­
goría formal referida al comportamiento humano. En la médula de en la humanidad resucitada de Cristo todas las rea­
dicha opción no hay sólo una actividad por la que e1egilllos ya sea conforman su existencia (Rom 6, 8; 8, 11; 2 Cor 5, 17;
algo externo a nosotros, o incluso determinadas ; Ef 4, 3, 1-3).
les o formas restringidas de enfocar la vida; ni tampoco se nos ofrece De esta en su opción fundamental el cristiano está lla­
a través de ella un mero concepto. Lo que tenemos delante es nuestra mado a responder don «ofrecido» con el
fundamentación personal y el plan general que vamos haciendo parte activa en el proceso que le va llevando de «ser llJlLldUV
1 nosotros mismos. Por eso, arraiga en el núcleo de la vida y entraña un e imprescindible acción de Dios y de la Iglesia- a «iniciarse» -cola­
proceso específico de estructuración o reestructuración que, mediante boración personal en ese recorrido-j a incorporar a su vida los rasgos
formas concretas de hacer, va afectando a todo nuestro ser y se va peculiares de! discípulo de Jesucristo; a estructurar su propia identidad
proyectando con la coherencia correspondiente al conjunto de nuestro cristiana, que ha de incluir tal1l bién tanto la dimensión eclesial de la fe
actuar. como e! compromiso coherente de ésta en la transformación positiva
Conviene de la sociedad.
miento de la Esta opción fundamental cristiana conlleva, por consiguiente:
tación de la --vivirse «nacido de Dios» (Jn 1,13; 3,1-8; 1 Jn 2, 29; 3, 2.9;
Esta 1.4.1
mos llamar «opclOn _ la Pala­
fundamento de la propia vida, lo encerramos exclusivamente en él
mismo, o cuando lo descentramos o pilrcializamos erróneamente, o
cuando lo rechazamos como tal fundamento sustituyéndolo -o no­
por otro u otros incompatibles con él. Pero nada más lejos de estas
posturas que la «opción fundamental positiva,,; pues al hacerse cargo 22.. F. Herráez, La utopia cristimw como oferta de !'aloms: TCat 1 (1982) 229·232.

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FIDEl HERRAEZ opeloN FUNDAMENTAL

insertarse a través del propio ser en la acción creadora y libera­ su relación con la realidad creada como valores supremos. Por este
dora de Dios, para ir haciendo presente la humanidad nueva (2 Cor motivo, dicha opción le plantea un aut-aut decisivo que excluye toda
17; Col 1, 13-20.24; Gál 6, 15); neutralidad: o con Dios en Cristo, o sin / cOntra Dios en nosotros mis­
responder a su alianza, configur;¡ndo radicalmente toda nuestra mos. y como resultado condiciona nuclearmente la comprensión y
vida de acuerdo con su designio inicial de amor (Gén 1,27; 2, 7.15; realización del conjunto de nuestra vida (Mt 6, 24; 7, 17-18; 8,
Dt 6, 4-5; Lev 19,18; Mt 22, 37-40; 25,31-46; Lc 10, 25-28; Jn 13, 18-22; 9, 9; 10,37-39; 12, 30.33-35; 15, 10-11.18-19; 19, 16-22;
34-35; 1 Jn 4, 7-13); 25-28; Mc 8, 34-38; Lc 17, 33).
- radicar, como Jesús, el conjunto de la existencia en esa expe­
riencia amorosa y totalizante de Dios, y en el servicio incondicional al 2. Expresi611 de la opci6n fUl1damental
prójimo (Mt 18, 15-35; Le 10, 29-37; 11, 2-4; 23, 46; Jn 3, 35; 6,
57; 8, 27-29; 10, 30; 12,49-50; 13, 3-17; 14, 11); a) Crecimiento progresivo
- fundamentar firmemente el desarrollo de nuestro caminar
humano desde la vivencia de las bienaventuranzas y del sermón del La vida en opción fundamental y sus consiguientes expresiones
monte (Mt 5-7); externas no son un acontecimiento improvisado. Esta opción está
«vender» en radicalidad cuanto somos y hacemos, para compro­ vinculada en su hacerse a la evolución paulatina de la persona. Va
meternos de tal modo en la búsqueda y realización del Reino que todo tomando consistencia a lo largo de un desarrollo en el que, median­
lo demás sea añadidura (Mt 6, 33; 13, 44-46); te el crecimiento gradual y convergente de los diversos factores que
- «perder» la vida en dinámica pascual, para reencontrarla autén­ la constituyen, poco a poco tiene lugar una estructuración concreta
ticamente (Mt 16, 25; Jn 12, 24-25); de nosotros mismos. En este recorrido vamos generalmente descu­
revestirse de Cristo, enraizarse y edificarse en él (Rom 13, 14; briendo los elementos y dinamismos que nos sustentan, constatando
Col 2, 6-7; Gál 2, 20); nuestras aspiraciones, asimilando selectivamente los valores positi­
- tener acceso a esa profundidad más genuina y real de nuestro vos o negativos que nos circundan y, como resultado, asumiendo o
ser, que es el ámbito adecuado de los verdaderos adoradores de Dios rechazando la propia realidad personal. De este modo, el estado de
(Jn 4, 24); opción fundamental se hace presente pausadamente en el conjunto
abrirse en la propia estructura humana al horizonte de posibili­ de la existencia.
dades infinitas en las que, concluido nuestro recorrido histórico, sere­ Es comprensible que un proceso tan decisivo como éste, en el que
mos plenificados en definitividad (Rom 8, 17-24; 2 Cor 5, 1-4; 2 Tes están implicados los fundamentos mismos del ser humano, requiera un
10; 1 Jn 3, 2). nivel determinado de madurez personal. Sin embargo, no debemos
Pero cabe también la posibilidad -en este planteamiento religio­ situar el comienzo de la vivencia efectiva de esta opción en una edad
so- de que esa respuesta de la persona sea negativa. Esto sucede, o y momento precisos. Sus implicaciones son más existenciales que cro­
bien cuando se rehílsa el fundamento de la propia existencia, o bien nológicas. Por eso, hemos de enmarcarla en una unidad progresiva de
i cuando se dirige ésta de manera exclusiva y egoísta hacia sí misma o realización que, con matices concretos en cada individuo y en conso­
hacia alguna otra rcaliclad creada, tomada como bien, valor y espe­ nancia COIl las aportaciones de las ciencias del comportamiento, su ini­
ranza absolutos. Mediante esta actitud, opuesta o descentrada de! cio, en situaciones de normalidad hum;ma, puede tener quizá la pri­
amismo de creación y resurrección, tiene lugar en el sujeto humano mera referencia temporal en torno a la etapa final de la segunda ado­
una contradicción básica: se adhiere radical y completamente a un lescencia (17-20 años).
bien parcial que satisface sólo sus exigencias superficiales, y Es preciso aíiadir que, incluso alcanzada esta concreción, no puede
el bien total que le proporcionaría su plenitud personal. En consecuen­ darse ya por concluida la asunción la realidad personal. Esa asun­
al individuo se le oscurece la realidad de su propio ser, se intro­ ción, por ser procesual, se extiende él toda la trayectoria existencial del
duce en una dispersión y desorden vital, se pierde al buscarse desvia­ sujeto humano. Este, a medida que va aceptándose, se da cuenta que
damente a sí mismo: se sitúa en e! ámbito del pecado (5ab 13, 1-2. está en un continuo «proceso de llegar a ser» 23.
7-9; Mt 10, 39; Rom 1, 21-32; 2 Cor 6, 19-21).
En la opción fundamental el cristiano se encuentra, por tanto, ante
la decisión principal de su existencia: interpretarse y aceptarse en su
23. K. Rogerg, o. c., 104-146; J. Medina, E/fea crfstiol1a y opdón fu"dame1lt1l1: EphMex I
orientación constitutiva hacia Dios reconociendo en él el sentido (1984)12; R. A. i\lcCormíck. o. C., 176; E. Lópcz Ihpitarte, Fundamentaáó" d_la ética cristIana,
último y la lJcrfección de su vida, o encerrarse dentro de sí mismo y en Madrid, 1991,353-355.

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opelON FUNDAMENTAL
IDEl HERRAEZ

Actitudes y actos concretos En este contexto, aunque es verdad que por su propia condición
no toda actuación libre es expresión plena del individuo e, igualmente,
El hecho de que la totalidad de la persona esté implicada en su opción que lasactítudes y los actos tienen su consistencia en tanto están infor­
fundamental y el que la dimensión histórica le sea característica, con­ mados por la opción fundamental, nos podemos preguntar sí puede
lleva necesariamente que esa opción se vaya explicitando a través de una sola actitud o un solo acto comprometer enteramente esta opción.
las actitudes y actos concretos. La unidad activa que es el sujeto hu­ Dependiendo de la esencialidad, profundidad e incisividad de dicha
mano lleva consigo que esas tres realidades -opción actitud o acto en el conjunto de la vida de la persona, en esa misma
actitudes, actos- deban ser vividas en una integración y dependencia medida es factible un mayor o menor compromiso en ellos de la
recíprocas, ya que normalmente son expresiones del comportamiento fundamental. Por eso, pueden existir actos concretos realizados
correlacionadas entre sí de forma intrínseca, aunque de diversa ampli­ con tal hondura de conciencia, libertad y responsabilidad -prepara­
tud e intensidad en cuanto al compromiso autodeterminativo de la dos, ciertamente, por una larga trayectoria anterior- que incluyan la
afirmación radical y el cambio consiguiente de la propia orientación de
persona. la persona en la centralidad y totalidad de su ser 24. Matizaré esta
La opción fundmnental en relación con las actitudes y los actos es:
-la infraestructura de donde proceden y que les da densidad, con­ posibilidad al exponer la permanencia en el estado de opción funda­
mental.
sistencia y coherencia;
el fundamento y matriz que les proporciona habitualmente su Esta necesaria relación con las respectivas actitudes y actos evita
dos posibles peligros que entrañan concepciones engañosas de la
valor o contravalor específico;
-la fuerza conductora subyacente mediante la que se insertan en opción fundamental: entenderla sin referencia a la objetividad concreta
la profundidad y dinamismo de la persona; del comportamiento humano, propiciando de este modo un falso
el principio unifican te de su pluralidad; .'¡ntencionalismo» o un vacío «subjetivismo»; hacer de ella una reali­
_ el centro referencial que les orienta basicamente hacia un pro­ dad autónoma, no vinculada a esas actitudes y actos reales, afirmando
equivocadamente que unas y otros no tienen fuerza suficiente para
yecto existencial determinado;
el vínculo y garantía que confiere identidad y continuidad a su transformar la orientación general del sujeto humano 2s •
No obstante, es preciso evit,lr también la equivocación de identifi­
sucederse; car la opción fundamental con cada una de sus manifestaciones con­
_ el factor de coordinación en ellos entre el instante y la duración.
Las actitudes, como disposiciones adquiridas y habituales que posi­ cretas. Aquélla está cohesionada con éstas y se exterioriza normal­
bilitan formas peculiares y coherentes de respuesta personal ante las mente en ellas. Pero la asunción libre y consciente de nosbtros mismos
diversas situaciones de la existencia humana, ejercen su función de es más que un conjunto de acciones: las subyace, penetra, unifica y
nexo entre la opción fundamental y los actos como: dinamiza trascendiéndolas y no equivaliendo a su suma total. Sólo en
mediaciones correlativas entre aquélla y éstos; cierto modo y como ejemplo, cabe comparar la correlación actos­
especificaciones extensivas de esa decisión globalizante a areas actitudes-opcíón fundamental como la existente entre las palabras, las
, determinadas del comportamiento (fidelidad, gratuidad, justicia, servi­ frases dentro de las que éstas tienen su sentido específico, y el con­
cio, sinceridad, solidaridad ... ); texto, que es donde únicamente una frase puede ser comprendida
_ plasmaciones y configuraciones estables y operantes de los crite­ correctamente 26.
rios, aspiraciones tendenciales, motivaciones, decisiones y niveles eje­ Conviene aquí hacer mención particular del acto que algunos auto­
res han llamado «opción fina),'; éstos, con matices diversos, reservan
cutivos. sólo para la última resolución de la vida, previa e inmediata a la
En cuanto a los actos, generalmente son:
-la concreción -en autonomía relacional- del dinamismo muerte, la posibilidad de una autodeterminación de la persona tal que,
intrínseco de la opción fundamental y de las correspondientes actitu­ relacionada de manera no decisiva con el conjunto de actuaciones
anteriores, exclusivamente entonces alcanza la calidad de auténtica
des en su enraizamiento
_ su expresión vital y su prolongación
24. Ya S~U1to TOlllás afirmaba que es bastante difícil perder el estado de amistad con DIOS por
- el factor mas habitual de su un solo acto o fácilmente, allnque sí es posible que esto suceda: De Verilate, q. 2'1, a. 1 ad 9; B.
o modificación; Haring, o. c. 227-229.
criterio normal para evaluar su consistencia e intensidad; 25. A estas formas de interpretar la opción fundamental se refieren las advertencias del magis­
_ el medio ordinario por el que la explicitación progresiva de terio citadas en la nota '1; M. VidaL Di"ioll<1r1O de ética teo/6gica, 431-432.
26. L. Gonr.ález-Carvajal, Esta es nuestra le, Santander, 1984, 212.
aquéllas va haciéndose historia personal en cada sujeto humano.

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fundamental 27. Es cierto que esa situaclOn -cuando y en la estar comprometida toda la persona, ésta alcanza una claridad sin
medida que se actúe consciente y Iibremente- entraña el momento objeto mediato, pero no sin contenido; una aprehensión de sí como
más concluyente e irrevocable de nuestro itinerario histórico sellándolo sujeto; un conocimiento inmediato cuya consistencia no proviene de
con la definitividad. Pero no suprime la capacidad de esa asunción ser «percibido» sino {<hecho,,; una evidencia interior que no puede
radical de nosotros mismos -si bien susceptible de alteración, como diferenciarse ohjetivamente de sí misma y que, por eso, no es observa­
veremos- en el transcurso de la existencia. Cada acto, incluido el de hle de forma refleja ni formulable en un saber separado; una compren­
la muerte, ha de ser integrado e interpretado en la trayectoria com­ sión intuitiva que no es irracional, sino que supera la propia reflexión
pleta del ser humano y, como acabo de indicar, normalmente racional; una autoconciencia en la que se identifican el ser y el ser­
haciendo referencia al dinamismo esencial originado por su opción consciente; una certeza directamente vivida e inseparable de todo su
ser y existencia libre y responsablemente asumidos. Aquí la subjetivi­
dad nada tiene que ver con el subjetivism0 2H ,
3. Percepción de la Conviene añadir que la interrelación personal suele ser de los fac­
tores que más colabora en esta toma de conciencia del estado de
medida la persona se percibe a sí misma en opción opción fundamental. Y, en la vivencia cristiana positiva, el creyente
puede darse cuenta con especial profundidad de ese estado que en su
Puesto que la autocomprensión del ser humano normalmente tiene propio ser le une vitalmente a Dios. Pues, mediante la comunión con
de modo mediato y relacional, podría pensarse que el tomar con­ él en e! Espíritu Cristo, la persona es capaz de percibir radicalmente
ciencia de su opción fundamental se efectúa gracias a la presencia la imagen nítida y total de sí misma.
ésta en las actitudes y actos concretos, Pero, mientras la vivencia de
unas y otros nos permite una comprensión conceptual objetiva de su 4. La opción fundamental, origen de la personalidad moral
realización -sea de manera refleja o intuitiva-, no nos es posible
lograr en toda su amplitud un conocimiento equivalente de nuestra El ser humano, al disponer de sí mismo en opClOn fundamental,
actuación en opción fundamental. La causa de esta imposibilidad cimenta individual, social y -para el creyente- religiosamente su
radica en que la persona no es capaz de percíbirse conceptualmente a propia identidad y personalidad morales. Esa opción, por implicarle
sí misma de forma directa y completa como un objeto. En nosotros el en un compromiso que afecta a todo su ser, cualifíca nuclearmente
sujeto en cuanto tal permanece con un cierto margen de sí fuera de! su dinamismo ético y, caracterizando su intencionalidad más pro­
objeto de su reflexión. Además, ~¡J estar implicada en dicha opción funda, «define, sin duda, la condición moral de la persona» J",
también, entre otras, la propia cap<lcidad de conocer, no es factible La opción fundamental sllstent<l, por tanto, la estructura básica de
actualizar aquélla adecuadamente en las dimensiones cognoscitiva y la moralidad humana y es su factor decisivo. Es decir, confíe re al con­
valorativa. Con la opción fundament<1l estamos, por tanto, ante una de la persona una orientación predominante de su ser, que se
realid<1d que, en cuanto a su densidad personal, corresponde sobre to­ traduce en una prefiguración constante y disúntiva de su actual'; sirve
do al ámbito ontológico y no necesariamente al psicológico explícito. de soporte al sentido radical que hl persona va dando a su vida -sen­
junto a esto, es necesario mantener que la autoactnación de tido que es más importante que la vida misma-, influyendo decisiva­
la persona en opción fundamental ha de ser de algún modo consciente, mente en la respuesta vital -y ojalá que acertada por ser verdadera­
puesto que debe ser también libre y responsable. a las preguntas clave de la existencia; establece en e! ser humano una
Decir que e! estado de opción fundamental cuando es real en la consistencia esencial que influye de modo determinante en su sistema
vivencia humana ha de ser consciente, DO equivale a afirmar que sea
explícitamente conocido. Pues es preciso distinguir entre la experiencia 28, K. Rahner, Escrilns de teologl" 11. Madrid. 1963,238-239, donde se refiere a la percep­

de! hecho de la opción fundamental y su percepción y conceptua­ ción de «anticipac;6n. acategorial y trascendental que tiene de sI mi""a la persona; J. 1l. Metz, Deci­
lización expresa. En esa autoactuación que lleva consigo tal opción, al e1l Conceptos fundamentalps de la leologla 1, Madrid. 1%6,378-380; J. Fuehs, . 131· U2;

Decisi6n, en Sacran/en/um mllltdi 11, Barcc!ona, 1972, 138; J. Alfaro, Cristología autro­
1\hldrid, 1973,358; B. 0_ c., 16-17, 107-108, 262: indica ese nivd de la con.

ciencia en el que el sujeto hU111ano presente a si mismo; R_ A. McC.ormick, o. c., 175: habla

27. L. Boros, El h0111lJre SI-' últim,f opci6n. MysteriulJ1 mortis. lv1adrld! 41977; Q. Schoo- de una f{)nn~] de autoconciencia que no se concreta en formulaciones. ohjettvas; 1\, Regan, o. c.)

El hombre eH pecado, en A:Jysteriun1 5a[utis 1111, Madrid, 1970~ 9S6-957~ una sinte:sis cla­ 119.113-124: aludiendn ;¡ M. Heidegger, ,e,,,da la peculiar del ser humano,
sobre las posiciones en e:str p'lmQ puedf' V(~rs(' ('n 1Y1. Vi(bl~. El «11/ÓS aró» moral de la entendida como fe1.1óón directamente VIvida del conocímlento su objeto apropiado, M. Vida).
muerte, en La eu/mlas/(} )' el dereclm a morir dignidad, Madrid, 1984,234·241; Id., Moral fun­ Diccionol"io dr.! étjt:a f()ológica, 433,
damental, 749·750. ­ 29. Sagrada c.ongr~gación para la Dortrina de la fe, l. c.

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opeloN FUNDAMENTAL
FIDEI HERRAEI

toria de cada uno y, hasta cierto punto, de l~s posibilidades concretas


de motivación y en su capacidad de elección; da una impronta precisa que le ofrezca su contexto humano. En mi opinión, lamentablemente
a la historia de cada persona de tal manera que, expresando su singu­ -y esto debe ser un ineludible y continuo compromiso para quienes
laridad insustituible, inspira la eticidad de sus múltiples comporta­ llegan a esa opción- muchos seres humanos pasan por nuestro
mientos y configura su conducta habitual con un estilo característico
mundo ajenos a ella durante largos períodos, o en toda su vida.
de vida; le proporciona un horizonte definido de referencia en su deve­
nir, de forma que su itinerario personal pueda ser realizado con soli­ S. Permanencia en la opción fundamental
dez, cohesión, coherencia y continuidad; pasa a ser. e! filtro valorativo
de todas las expresiones de su conciencia y de su libertad; posibilita, ¿Qué consistencia y estabilidad tiene en su realización temporal la
así, la identidad dinámica de! SHjeto humano, haciendo que éste inicie vivencia de la persona en opción fundamental?
su vida propiamente moral y comience a ser adultamente responsable.
La situación de opción fundamental -positiva o negativa- tiende a
Situados en la dimensión específicamente cristiana y desde su concre­
ser firme y constante en la intencionalidad de quien se asume, ya que en
ción positiva, esa opción conlleva para el seguidor de Jesús una verda­ ella se autodetermma con relación a sí mismo y a los demás, comprome­
dera co-existencia con su vida y su mensaje (Jn 12, 26), asemejarse a tiendo la totalidad de su existencia. Y, desde la fe cristiana, afecta a
él (Rom 8, 29), «tener su misma actitud" (Flp 2,5-9), recorrer nuestra alguien que comparte realidades definitivas y que se va configurando en
trayectoria «fijos los ojos en él" (Heb 12, 2), implicarse en los frutos perspectiva de eternidad. Por eso, lleva consigo el ser vivida de modo esta­
de su Espíritu (Gál 5, 22-25; 1 Cor 13), ponernos como él al servicio ble, reaccionando normalmente la persona ante lo que pueda trastocarla.
del Reino, anunciándolo con la propia vida (Lc 9,2; 12,49; Jn 4,34; Pero debemos admitir, igualmente, que esa disposición que hacemos
6, 38; 17, 4; 19, 30). de nosotros mismos de manera fundamental puede no ser completa­
Según esto, e! conjunto de la actuación de la persona ha de ser mente irreversible en su desarrollo concreto, porque quien la realiza es un
valorado desde la realidad de su opción fundamental y en la medida sujeto histórico cuya libertad no está aún definitivamente actuada;
que se derive o no de ella. alguien que va llevando a cabo a través de su trayectoria humana su pro­
En este contexto es oportuno replantear la cuestión sobre e! pia integración o desintegración en opción fundamental; un ser al que
comienzo efectivo de la moralidad en e! sujeto humano. En e! pasado nuevas situaciones y experiencias pueden llevar a replantearse esa opción
la opinión más común fue situar el inicio de! «uso de la razón» y la básica; en consecuencia, una persona en la que su opción fundamental
correspondiente responsabilidad moral -con las respectivas conse­ es susceptible de ser modificada, incluso de modo global.
cuencias pastorales-, hacia el séptimo año de vida. De acuerdo tanto Así, tomando como ejemplo la vida en opción fundamental positiva
con los datos sobre el proceso y nivel de madurez requeridos en e! cristiana, ésta puede progresivamente crecer en intensidad personal,
individuo para comenzar a concretar de modo adecuado su propia extensión y profundidad cuando vamos integrando en ella con mayor
identidad y para realizar verdaderas decisiones 30 , como con la consta­ plenitud las dimensiones de nuestro ser y actuar en esfuerzo de conver­
tación del crecimiento progresivo de la opción fundamental)), única­ sión continua. Pero es posible también que experimente un proceso con­
mente hacia el final de la segunda adolescencia -como dije trario: que se debilite en su consistencia, teniendo lugar en ella una
¡ anteriormente- la persona va siendo capaz de actuarse consciente y
regresi6n de su dinamismo positivo y estableciendo, por tanto, en sí
responsablemente, con la profundidad e intensidad que esa opción misma una disociación que dé fácil acogida a actos incoherentes o con­
requiere y, por eso, de hacerse cargo de manera auténtica del compro­ trarios a su dirección esencial. Cabe incluso la posibilidad de que sea
miso de su existencia. Esto no implica, sin cmbargo, que con anterio­ sustituida -normalmente de modo gradual- por una forma de asu­
ridad a esa etapa no exista en el niño o adolescente responsabilidad mirse negativa y antagónica que, consiguientemente, origine un cambio
moral. Ciertamente existe. Pero su actuación ha de ir siendo enmar­ radical e instaure en algunas de esas dimensiones básicas de la persona
cada y valor;lda en refercncia a la opción fundamental que en ellos se o en su totalidad un nuevo dinamismo y orientación fundamental de
va configurando. vida, que lleve consigo la ruptura con el estado integrador precedente. Y,
Cabe preguntarse también si de hecho toda persona alcanza la aun desde tal situación, puede tener lugar una trayectoria inversa a esta
aceptación de sí misma en opci6n fundamental. En condiciones nor­ última, reorientándonos hacia una reestructuración y renovación posi­
males, a todos es accesible. Pero que se logre o no vivir de forma efec­ tiva de! conjunto de la existencia en disposición de conversión radical 32 •
tiva -a menudo más implícita que explícitamente- depende de la his­
32. E. Bariog, o. 7.22-232; M. VIda!, MOI·"I fU/ld"m""t"l, 7.34-736.746·754; F. Herráez,
30. F. Hernín, La opcíÓJI fundamental, 62-115. La conversi6n, tarea de la iglesia, Madrid, 1985, 1 (·17; K. Demrner, 1. c., 858-860.
31. Supra, p. 355.
3(}1
360
rlD,1 HERRAEZ opelON rUNDAMENTA

Precisamente porque no está concluida, a lo largo de las diversas - es la opción más genuina según la y condición
etapas de la vida, y en cualquiera de los procesos positivos nas, haciendo factible que las demás elecciones la persona
~que el creyente sabe que realiza también con la necesaria ayuda de alcanzar la dimensión de fundarnentalidad;
Díos- es indispensable reafirmar constantemente esa opción con el posee intrínsecamente estructura interpersonal, estando influida
personal y compartido, que vaya incorporando los factores en su, hacerse por el contexto humano y sociocultural, e insertando a
consoliden y excluyendo cuantos la deterioren, de modo que las la persona de modo efectivo en la evolución histórica consiguiente;
fases anteriores afiancen favorablemente las posteriores. - penetra las diversas etapas de la evolución humana -con sus mati­
Conviene igualmente tener en cuenta la posibilidad de que, inver­ ces específicos en cada una-, siendo su hilo conductor y llevando consigo
tida cualquiera de estas situaciones, continúen existiendo determinadas que la trayectoria personal venga a equivaler a su explicitación progresiva;
más bien periféricas, no transformadas aún por esa posibilita el presente de la persona, integrando su pasado, y la
opción y parezca, por eso, que la línea de conducta sigue siendo la proyecta hacia el futuro;
misma. Esto tiene su normal explicación en el ritmo propio de toda - incluye en su evolución no sólo los factores abiertamente
evolución o involución humana. Durante un cierto tiempo algún vos, sino también las crisis y conflictos constructivos;
de la situación precedente suele persistir, ocasionando actuacio­ - expresa 1<1 dirección y dinamismos básicos del ser tlumano que,
respecto a la nueva realidad implantada. Habitual- cualificándose éticamente en ella, se da una totalidad de significado y
a poco como esa autodisposición globalizante va modi­ un impulso operativo que determinan tanto su propia comprensión
de actitudes y actos, hasta aparecer finalmente la como su 1- •
,
l'

coherencia entre tal decisión y todo el estilo de - viene a ser, en consecuencia, el factor decisivo de la moralidad
No debemos pensar, sin embargo, que estos cambios son vividos estableciendo con su presencia no sólo la bondad de los ac­
por la persona con facilidad y frecuencia. Ni las aportaciones de las tos sino de la persona misma;
ciencias del comportamiento ni la reflexión teológica permiten tal - sitúa el imperativo moral primordialmente en el sujeto
suposición. Tanto la aceptación verdadera de nuestra propia realidad impidiendo por igual cualquier subjetivismo o extrinsecismo.
como su II orientación egoísta, al implicar de manera La realización negativa de la opción fundamental participa de estos
los fundamentos de nuestro ser y existir, impiden una colltinua mismos factores citados en lo que conllevan de enraizamiento y expre­
transición. Y, si ésta lIega a efectuarse, habrá que afirmar que es más sión personal-social, pero desde una orientación y vivencia
aparente que real, o que ha tenido lugar algún desajuste importante en originando, como resultado, una dispersión desintegradora-egoísta y
nuestra personalidad. un desajuste existencial del ser e historia humanos.
Hemos visto que la opción fundamental adquiere dimensiones
específicas-y únicas para quienes así 10 vivimos- de significación y
IV. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS consistencia cuando está animada por la experiencia religiosa -cristia­
na para nosotros-, reconociendo y abriéndonos a Dios como el
1 Pienso que las conclusiones principales de este estudio sobre la opción damel1to original del ser y la plenitud definitiva del existir, encau­
están ya presentes a lo largo de todo lo expuesto. Como por eso, radicalmente toda la vida según el dinamismo perso­
síntesis complementaria, se puede poner de relieve que dicha ODción en nal con el que él nos creó y re-creó en Cristo, e implicándonos COI11­
su concreción positiva: prometidamente en su historia salvación.
- arraiga en el mkleo del ser humano: el yo·-con cuanto inclu­ Considero, sin embargo, que, exceptuando esta perspectiva propia
ye- como realidad inici,]1 y al mismo tiempo como proyecto, consti­ de la motivación cristiana, el contenido que he atribuido a la opción
tuye el objeto apropiado de esa fundamental puede ser referido a cualquier ser hummlO, pues los fac­
- posibilita que el sujeto humano, consciente de su realidad y dis­ tores comunes integrantes de dicha opción, al incluir los elementos
poniendo íntegramente de sí mismo, se reciba desde el nivel más constitutivos de la persona como tal, afectan básicamente a todos. Por
hondo de su libertad y tome en y desde sí el propio desarrollo existen­ esta razón, me parece que esos pueden ser
cial en orden a su autorrealización efectiva; taciones a la fundamentación y realización de la ética civiL No obs­
contribuye, de este modo, a que la persona, conformando su tante y sólo a modo representativo, añadiré algunas consideraciones,
vida a lo que constitutivamente es, alcance su existencia más auténtica; orientadas a nuestra vida y comportamiento cristianos.
- colabora, por eso, a que el ser humano viva conforme a la pro­ Por su propia densidéld y por hl fecundidad de sus consecuencias,
verdad, siendo a la vez el soporte dinámico de tal vivencia; la opción fundamental sigue estando llamada a contribuir de manera

362 363
F1DEl HERRAEl OPCION FUNDAMFNTAl

muy en la necesaria continua tarea de clarificación, profun­ Evidencia los ¡;alores morales como pautas del obrar: al ser acogi­
dización y renovación wnto las estructuras de la reflexiótl dos con la objetividad que tienen en sí, colaboran de manera decisiva
moral en general, como del En ella en la realización de la persona que, al hacerlos suyos, los recrea.
podemos encontrar: Enmarca la lJocación personal y/o profesional en su contexto
- e! punto de apoyo necesario para que las personas de no identificándola COIl esa misma opción, sino como su
Dios- a través de nuestra actuación vayamos llegando a concreción más necesaria, inmediata y patente, en una forma precisa
podemos a partir de lo que inicialmente somos; de vida.
-la realidad determinante de! ser y existir cristianos, sustentada Lleva a la situación no meramente como e! lugar de
e imprescíndíblemente en la presencia y acción de! Espíritu de posible acción para el individuo humano en el y ahora, sino ante
todo como indispensable oportunidad para que vaya autoconstru­
estructura básica y raíz constitutiva que confiere consistencia yéndose.
y unidad a la vida Aporta especial luz a la realidad del pecado. Nos lleva a sustentar
- e! cauce más exnresívo de la valoración de éste más en el sujeto y en su intencionalidad profunda
- una contnOuCIOn decisiva para seguir la auténtica en e! obieto a través del que se afirma, sin disminuir por eso la
fisonomía del actuar cristiano en cada tal objeto. Nos muestra cómo la auténtica situación de
- uno de los factores más clarificadores y eficaces en la presenta­ entraña de ordinario no sólo una actuación del sujeto humano,
ción sistemática del hecho moral; un proceso ontológico de autodisposición negativa de
-la plataforma a partir de la cual, arraigados en e! pasado y vi­ éste, en el que el acto concreto es la consiguiente ratificación; destruye
viendo de manera comprometida e! presente, vayamos preparando y bloquea dimensiones constitutivas
creativamente un futuro más en consonancia con el proyecto de Dios una trayectoria disgregadora de éstas,
para la humanidad. . tivo, instalándola fuera de su propia verdad y
Conforme a esto teniendo en cuenta que la realidad de la opción desorden y la descomposición consiguientes de toda la humanldad.
es más vital y de mayor alcance que su análisis Igualmente y sin atenuar la gravedad de este estado de pecado, contri­
conceptual, su eficaz y bene­ buye a diferenciar la diversa intensidad y profundidad dentro de tal
ficiosamente en situación, dependiendo del nivel de disposición -en conciencia y
comportamiento consiguiente. Veamos, sin libertad fundamentales- que la persona hace de sí misma en el núcleo
exhaustividad, algunos ejemplos. de su ser.
Orienta hacia un planteamiellto de la ¡;ida moral realizada como Favorece la percepción de la bien como e! esfuerzo
un proceso dinámico de crecimiento, en expansión integradora de continuo hacia la integración del ser consigo mismo -nunca
nuestro ser y existir, que, evitando objetivismos o subjetivismos, tenga concluida del todo durante nuestro recorrido históríco, con los
su punto de partida en la llamada de Dios en Cristo, su centro unifica­ y con Dios-; o bien, como la recuperación verdadera de la
dor en la persona inserta en la historia humana, y su horizonte conclu­ fundamental, precedentemente debilitada e incluso sustituida por una
sivo en la olenitud del amor. situación de pecado.
Beneficia integrar la dinámica de la opción fundamental en la
vivencia de los sacramentos, refiriendo cada uno de éstos -en dimen­
mente somos y sión eclesial acogedora y celebrativa de la presencia salvadora de!
mimos en dicha opCión, e de Cristo- a las etapas de comienzo, crecimiento, superación
personal, social e histórico viene a formar nuestra y conclusión tem­
global. Es especialmente oportuno vincular la
Lleva consigo radicar las actitudes morales en la disposición pri­ a la configuración progresiva de una personalidad que va compren­
mordial que las determina y vivirlas como expresiones de! clinmnismo diendo adultamente e! significado y va asumiendo efectivamente el
esencial del ser personal y mediaciones de su estado de opción funda­ contenido de la propia vida desde el proyecto amoroso de Dios.
mental. En consecuencia y por último, un quehacer ineludible que ha de
enfoque cosificado o aislado de los acompañar siempre a la moral cristiana es la educación en dicha
a un sujeto humano que normalmente se opción preparando a los otros -los más posibles y sin discriminacio­
nes- para descubrir y valorar lo que son y hacen; asumir consciente,

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FIDFI. HERRAEZ

, comprometida y gozosamente su realidad personal y el sen­


de su vida; desarrollar de manen] adecuada esta estructura básica
en las diversas etapas de la existencia; propiciar un ambiente humano
en el que, con verdadero discernimiento moral, resulten posibles las CULPAillLIDAD y PECADO
decisiones responsables y efectivas; despertar
den a percibir e interiorizar los valores morales; persuadir de que un sé-Román Flecha
caminar en opción fundamental conlleva un comportamiento
un estilo de vida eclesial y una implicación social; iniciar en la autén­
tica experiencia religiosa, como uno de los factores genuinos para
penetrar en la sabiduría más real sobre el ser y existir humanos, y con­
tribuir así a que el curso de la historia personal y de todos avance en No es fácil hablar del pecado, en el seno de la cultura secular, a la sen­
evolución ascendente. sibilidad y con las palabras de la cultura secular. El sinsentido no viene
de lo expresado, sino también de las palabras que tratan de expre­
sarlo. El pecado, como realidad objetiva, sigue evidentemente ahí, con
BIIlLIOGR AFIA su irresistible hosquedad Írrítante. Es cierto que pueden haber cam­
biado los setos que demarcan su territorio, es decir, el ámbito denota­
E.]. Coopcr, Pundamental Option: IríshThQ 39 (1972) 383-392; Ph. Delhaye, tivo que abarca el concepto enunciado. Y es más cierto aún que
fondamentale en ¡Horale: 5tMor 14 (1976) 47-62; K. Demmer, Dectsio cambiado el aura connotativa que la palabra suscita, tanto en el que
Animadversiolles úd problema decisionis !litae: Periodíca 63 (1974) 231-242; Id., habla como en el que escucha. Pero, más o menos corregido el espacio
Opzione fOlldatllelltcde, en F. Compagnoni - G. PianH - S. Privitera, Nuo!lo dizionarío
de sus dominios, el pecado continúa interrogando al ser humano 1.
di teología morale, Milán, '1990,854-861 (en proceso de traducción); S. Dianich, La
corruzione del/a natum e la grada nclle opzioni fOl1damentali: ScoulCat 92 (1964)
La Escritura intuyó que hay situaciones en la peripecia individual
203-220; Id., L'opzione fOlldamelltale /le! perIsiero di S, Tommaso, Brescia, 1968; Id., y también en la historia colectiva que se presentan difícilmente asumi­
Opción fundamental. en L. Rossi A. Valsecchi, DiaiOllario enciclopédico de bles como realmente humanas y humanizadoras, a pesar que hayan
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en el pensamiento de san Alfonso, Vitoria, 1984; A. Galli, L'opzione fondamenlale: (2 Sam 11). Una acción que no es considerada más que como un pasa-
SacraDoc 1 (1983) 46-66; Id., L'Opziolle fondamenta!e esistenzialística e il peccato: en un momento de bochorno parece adquirir una vida indepen­
Sacra Do e 2 (1985) 213-239; A. di Giovanni, L'opzione fondamentale Ilella Bibbia, en
de sus protagonistas. La acción parece llevar su propio rumbo,
Fondamentí biblíci della teo/ogia morale, Brescía, 1973. 61-82; B. Haring, Libertad y
fidelidad en Cristo 1, Barcelona, 1981, 177-232; F. Herráez, La opción fundamental, imponiéndoselo a los agentes primeros y generando decisiones cada
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Una sensación semejante se experimenta al leer muchos relatos
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mier acte humain: StMontReg S (1962) H3-124, 133-184; M, Rocco, Opzione fonda­ Naguib Mahfuz, en El abogado del diablo, de Morris West. 0, quizá
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damentale nel/a vita morale del/'uomo chiamato da Dio Ílt CiJristo, en La coscienc!a espíritu humano, la dramaticidad ele sus decisiones, el nudo de sus res-
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