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Fide! Herráez
1. PUNTO DE PARTIDA
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no- con nosotros mismos como tales personas; al proceso y forma zOllte equivalente de significado: la autoconstruccÍón de la perSOO<l a
concreta de asumirnos y actuarnos global y establemente; a la auto partir de una decisión que recae sobre sí misma; la elección de una
consciente y libre -apropiada o actitud humana que, implicando al individuo en una alternativa que
con el soporte original de nuestro ser y la afecta al centro de su ser, le compromete existencialmente y le confiere
trayectoria de nuestro actuar; a acoger, de modo consecuente una orientación básica de vida.
o inconsecuente, la propia vida, en un dinamismo que de hccho es La expresión «opción fundamental" ha ido adquiriendo una pro
constructivo o destructivo; al «sí" o al «no» de la persona dado a sí gresiva presencia y expansión durante la segunda mitad de este siglo
misma y, constitutivamcnte en ella, a los demás, al mundo y -para el en diversos ámbitos fuera y dentro de la reflexión teológica. Se vislum
creyente- a Dios. bra en dicha expresión un valioso contenido. De ahí que la variedad
Picnso que estos SOI1 los presupuestos que han de guiar tanto el estu de posturas ante ella y la complejidad de su uso vayan desde las adhe
dio sistemático como la vivencia de esta realidad humana entusiastas hasta los e incluso rechazos, pasando
Ll<lJlllaU, confusi<' .
11. EL TERMINO Y EL TEMA DE LA OPCION FUNDAMENTAL el magisterio eclestal contemporáneo se ha relendo a este
en dos ocasiones 4 • En aparece una llamada de precau-
centrar preferentemente la atención en la dimensión teológico ClOn sobre su posible uso inadecuado. Estas advertencias han de asu
moral de la opción fundamcntal. Esto comporta una adecuada refe mirse como indicaciones para proseguir el esfuerzo de su explicitaci6n
rencia a otros ámbitos de la realidad y reflexión humana. Sin con seriedad y cautela, pues pienso que precisamente en su verdadera
a mencionarlos muy someramente, aludiendo a ;¡spectos profundización y esclarecimiento estriba la convergencia sobre su ade
El sentido inmediato que semánticamente, tanto en nuestro idioma condiciones generales existencia, le ha sido posible siempre tener
como en los del entorno cultural, tiene la expresiólI formada por los una cierta percepción las realidades circundantes y de sí mismo; se
dos vocablos, «opción fundamental", considerada dinámicamente y ha ido experimentando con un hondo deseo de vivir y de ser feliz, con
aplicada a la persona, es el de la situación humana y línea de conducta la Dosibilifbcl de buscar dentro o de él cuanto favoreciese el
que aquella configura en sí misma, cuando ejerce su facultad de con la necesidad de integrar determinados
sobre una realidad que le pertenece estrictamente y que, por estar acceso a eso que
rida a los fundamentos y ser predominante, resulta básica para todo lo o le ha
i.dermls. \
su actuación a partir ello. Esta toma de
Además del término de «opción fundamental" -el más usado-, tante, ha ido configurando sus
se emplean también otros similares: «actitud fundamental", "decisión insatisfacción han dependido del acierto o equivocación en
de la persona", «opción finalizante», «opción nuc!ean), «opción mdi 4. S"grada Congregación para la Doctrina de la Fe, Declaración Persolta ¡",mana: AAS 68
ca"', trascendental", «orientación profunda de la volunt;¡d", (l976) n. J o: es el primer documento oficial de! Magisterio donde se ha hecho mención explicita de
"proyecto existencial», .. 2. Utilizados desde perspectivas diferentes y a la opción fundHlncntal; Ju:", Pablo 11, Exhortación Apostólica Reconciliación y penitencia: ¡\A5 77
(1984) n. 17; con b;1stante antelación a estos documentos se encuentra una alusión implícita y
veces con connotaciones desiguales. su conjunto apunta hacia un hori valiosa de esta realid"ct en Pio XII, cuando afirmaba que la gr"ndezá del acto humano consiste preci.
samente en ir más allá del momento mismo en el que se efectúa, teniendo capacidad para comprome
ter toda la orientación de una vida llevarla a tornar posición ante el absoluto: Alocución de
1. F. Herníez, La opción ft",Jamental, Salamanca, 1978, 18-117, donde están expuestos con 19 de mayo de 195'6: AA5 48 (1
amplitud estos aspectos. 5. G. Baum, El hombre como posibilidad, Madrid. 1974. 28-31; K. Rahner, Cu'·so funda
2. Referencias bibliográficas de los diversos términos en i/>ld., 21. mental sobre la fe, Barcelona, 1979, 32.34.
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psicoanalítica renovada,
raciones y más
relacionadas directamente con él. Pedro de Capua, Guillermo en la moralidad se subraye de modo prderente no el
objeto
que actúa la voluntad, sino la libre dinámica personal;
de Auxerre, san Alberto Magno y san Buenaventura, para que exista puesto
verdadera vida moral en la persona ha de estar presente y operativa en que la vida humana se caracteriza por ser una
ella una elección fundamental que la implique en un compromiso pro ha servido para comprender mejor que la adquisi
fundo de unión o apartamiento de y la realizaCión de aunténticas decisiones no
En este marco histórico sobresale Sa/tto Tornás. Presenta la per de una edad determinada cuanto del equilibrio de los
sona como una totalidad capaz de asumirse y sociales; ha seii::llado el progresivo desarrollo de
mediante una orientación dinámica bacia su fin del ejercicio de su libertad, mostrando cómo las eleccio
de su existencia, Dios, o hacia van siendo preparilClas por un proceso evolutivo y cómo,
ASÍ, su primer acto libre y una vez realizadas, sustentan el origen y significado de las elecciones
por el tiempo- está compromet1do en esa eleCCIDn protunda, a tra parciales y actos particulares; ha subrayado la importancia de un pro
vés de alguna realidad determinada, que afecta a la globalidad de sí yecto general de vida en la integración personal y psico-social; ha evi
mismo en relación con Dios y con la vida desde él. Esta elección denciado la función decisiva de esas elecciones más nucleares en orden
positiva o negativamente el conjunto de su ser y a la evolución dinámica de la personalidad; ha ayudado a delimitar las
actuar 8 • causas de diversos desajustes y deformaciones individuales y relaciona
Acercándonos más a nuestra época, la existencialista, con les; ha influido para que se percibiesen con mayor claridad los condi
sus diversas concreciones, ha dado una importancia muy especial a la cionamientos a los que el ser humano está sometido.
elección en orden a la vida humana: la realización de la persona es el Entre los autores representativos cabe citar a E. H.
¡ resultado de las disposiciones elegidas por ella en las distintas situacio
con sus estudios sobre la identidad humana como proceso de
nes. La mayoría de los autores de esta corriente retoman la "elección ción del "yo» individual-social, hasta bacer de la persona un
existencial" resaltada por S. Kierkegaard, el primero que en los tiem coherente capaz de concretarse en la elección de una forma de
pos modernos subrayó la originalídad de la existencia humana asu estable, nos ha ofrecido importantes
mida y determinada mecliante la decisión del individuo. Según él, ante dinámica inherente a la opción
profundización en la
la alternativa que conllevan los diversos estadios del hacerse humano,
interior del individllo que
está implicado el "yo mismo» de la persona, que en esa elección se
recibe y reviste de sí misma desde los estratos más hondos de su volun
tad, se despoja de lo que espontáneamente era y se apropia de lo que 9. S. Kierkegaard. AfiE-Aut, Roma. I Q 75; Id., El COllcepto de la angustia, /971, 134-1.19;
San!"e, El existenr:ialismo un humanismo, Buenos Aires, 1985. 16-18,25.28•.10,34-38;
Herpin, Los exístel1c1a/¡smos. en La Ililh"o, 1974. 191-217; F. Herráez, o. e .• 38-45,
49-50; J. r.. !tuiz de la Peña, Santander. 198.1, 19-33.
6. Bihliografía pspecífica en F. Hem\c7, o. c., 28-29. lO. r. Hern\ez, o. c.• (,.1·84, especialmente a (Uya enumeración de las obras de E. H.
S. Diaokh. L'op:;.ione /ondm-neutate ne/ t}en...rero di S. Torn'!1JC1so) 7-8; Vélel., El mrnpro Eríkson hay que a<Jadír: Ufe History atu/ the Historic,]/ Moment, Nueva York, 1975, Adultbood,
miso de (dada» la persona (de «todo» el hombre) los criterios de H1oralt'd.. EsrEcI ,R (1983) Nueva York, 1978. Y Soóedad y , 1979; R. Haring, Libertad y fidelidad en
277-305. Cm/o 1, Barcelona, /981, 181-190, con "h""""",,. hil.li''''''"f,f,
8. lbíd., 33-291; F. Herráez, o. e .• n-J8. con bibliografía. 11. G. W. AHpart, La pe"sonalidad: y desarrollo, Barcelona, 1977; Id.,
Comentario sobre los capítulos a1ttet,ores~ en existencial, Buenos Aires, 21972, 110.
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ger, que subraya la fuerte influencia de! entorno cultural en e! persona-en-relación como núcleo de referencia principal, se ongma
hacerse de las elecciones fudamentales 12; A. Maslow, con su inves sen de ahí las estructuras expresivas de su comportamiento; fue
tigación sobre la «experiencia vértice»: vivencia de totalidad que, haciendo que dicho comportamiento se considerase como su auto
alcanzando la profundidad de la persona, puede encauzarla para manifestación coherente. A partir de esta perspectiva, que se aleja
comprender y orientar su auténtica realización J3 ; K. Rogers, cuyo por igual de cualquier objetivismo o subjetivismo, comenzó a estar
método de ayuda en la búsqueda de! sí mismo de cada uno, puede presente un nuevo contexto donde el ser bumano se ha ido perci
servir de plataforma para ir rescatando e integrando su experiencia, biendo con la ineludible tarea de participar de forma determinante
en un proceso que le vaya posibilitando «convertirse en persona» 14; en la realización adecuada de su existencia, en e! desarrollo positivo
V. Frankl, que ha prestado gran atención a la «búsqueda de signifi de los demás y en la configuración verdadera de su sociedad; donde
cación última» de la existencia humana, como fuerza integradora y se ha visto emplazado ante unas decisiones radicales que no debe
dinamizadora de la persona, coordinada con e! despliegue gradual eludir; donde ha adquirido progresiva importancia la acogida y
en ésta de su opción básica 15; H. Thomae, por su contribución reflexión sobre la opción fundamental y las correspondientes actitu
sobre la función insustituible de las auténticas decisiones humanas, des morales, como expresiones básicas de la persona y de su respon
centradas en el núcleo de la persona -con densidad inigualable si sabilidad moral!7,
en ellas está implicada la conciencia en vivencia religiosa-, a través
de las que aquélla va incorporando a sí las diversas posibilidades
vinculadas a su ser!6. III. LA PERSONA VIVIDA EN OpelON FUNDAMENTAL
Pero el factor más inmediato de la temática de la opción funda
mental en el horizonte cristiano ha sido la renovación teológica en 1. Núcleo esencial
general y de la teología moral en particular. Ha influido de modo
especial en este cambio la progresiva integración de las raíces bíblicas; a) Soporte radical
de la animación cristocéntrica y eclesial; del esfuerzo pastoral por
hacer más inteligible el mensaje específicamente evangélico e iluminar El ser humano que inici;:¡lmente se nos da es -reseñado de manera
a partir de él la existencia concreta; de las infraestructuras antropoló sucinta- una estructura biopsíquica (plataforma del conjunto de fac
gicas del actuar humano; de la consiguiente escucha y diálogo con las tores individuales: biológicos, cognoscitivos, volitivos, afectivos, deli
ciencias del comportamiento, con las corrientes de pensamiento huma berativos y ejecutivos), relacionada cQnstitutivamente con los demás
nistas, con la filosofía analítica y con la trascendental, con las ciencias (interpersonalidad), situada en un tiempo y espacio concretos (asiento
sociales ... Todo esto fue suscitando la necesidad de una fundamenta de la historicidad) y con una connatural aspiración a la felicidad. Este
ción más personal, existencial y dinámica de la actuación moral; fue substrato básico de nuestro ser, vivido en integración complementaria
promoviendo una orientación que, al superar la concepción objetivis y armónica desde la fundamentación y motivación trascendente
ta-casuista del obrar humano, diese lugar a otra en la que, situada la cristiana, se experimenta como creado por Dios, resquebrajado por el
pecado, re-creado en y por Cristo, con relación de eclesialidad y orien
tado terminalmente a un ser y existir en plenitud.
12. E. Spranger, Formas de vida. PSIcología y étIca de la personalidad, Madrid, 71972, Si buscamos la consistencia originaria de toda esta realidad huma
129-275. na, debemos excluir tanto la fundamentación esencialista, que desvalo
13. A. Maslow, The Far/her Reaches of H",nm¡ Nature, Nueva York, 1973; Id., Qué "OS riza el ser al interpretar el existir como un acto físico de la esencia IR,
ofrece la psicología existenci(J/, en Psicología existencial, 60; Id., M otll!(lció/t )' personalidad, Barce
lona, '1975; Id., La persollalidad creadora, Barcelona, '1987; W. B. Frick, Psicología humamsta. como la existencialista en su tendencia más extrema, que lleva a una
El1trevistas COII Maslow, Murphy y Rogers. !luenos Aires, 1973.
14. K. Rogers, El proceso de co""ertirse en {JerSOlZa, Barcelona, 1989 (6~ reimpresión).
15. V. Frankl, El hombre el/ busca de sentido, Barcelona, '1987; Id., La presel1cia igll0/"ada 17. El mejor exponente y concreción de esta renovación es el concilio Vaticano 11 en el con
de 0105, Barcelona, 31981 j Id., Psicoterapia y humanismo: ¿ T,ene un sentido la uida?, Méjico, junto de sus Constituciones, Decrews y Declaraciones, con especial relieve en la consciwción Gau
1984. diUl11 et spes; también K. Rahner, Escritos de teologia 1, Madrid, 1963,325-347,11,225-274, IV,
16. H. Thomae, Dil1amica del/a decísio/1e "mana, Zurich, 1964; F. l-lerráez, o. e., 88-LI5. 215-243; Id., Curso fUl1damental sobre la fe, 468-472; J. Fuchs, Theologia moralis ¡¡e/leralis JI,
En cuanto a la psicología social, que influyó para que las acciones y decisiones humanas se conside Roma, 1966-67, 1-58; S. J. Kilian, Fundamental Option: An Esse/1tial Da/um of the Human Person:
rasen enmarcadas en un contexto socio-cultural concreto que las modela, Ph. Lersch, Psicología AmBenedRev 21 (1970) 193-199; F. Herroez, o. c., 46-56; M. Vidal, Moral fundamental 1, Madrid,
social, Barcelona, 1967; H. Proshansky - B. Seidenberg. Basic Siud,es iT1 Social Psychology, Londres 61990,120-151; R11-R31; Id., La étICa cristialZa, Estella, 1990; 42-43; K. Demzner, 1. c., 861.
Nueva York, 1969; L. de Santis, Psicología social, en 17. Demarchi - A. Ellena, Diccionario de socio 18. Síntesis crítica de este enfoque en D. Capone, lntrodu::::;ione a/la te%gia mora/e, Bolonia,
logia, Madrid, 1986, 1401-1411. 1972, 39-50.
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antropología casi exclusivamente miento humano, sino que, mediante esas acciones, aquellas capacida
que el ser humano recibe su cimentación en su dimensión de (undamentalidad, posibilitan el disponer de
existir concretos 19. Entiendo, en cambio, esa consistencia desde una nosotros mismos como personas e irnos determinando en el ser y ac
antropología personalista creyente: r;:¡dicada en participación de tuar básicos con a la totalidad de nuestra
entrega amorosa del Ser Fontal al ser humano; basada en la comunión En consonancia con esta comprensión de la
personal que, originando una semejanza dinámica por la inmanencia me parece que la «auto-asunción
del Creador en el creado, fundamenta la esencia y existencia de éste, llano la rmÍs para formular su «Asumir» com
le vincula en família humana con sus semejantes y le especifica en rela porta una implícacíón personal más vinculante «optar»; conlleva
con las demás criaturas no humanas. Esta participación, alejada el integrar ele algún modo en el propio ser la asumida. La raíz
"" In";",,. ""nt-"jclTln " nn,ibilitando la alteridad personal, est:<Í «auto» indica esa realidad: el sí mismo con cuanto lo compone. "Pri
ser», actualizado en un «modo de exis mordial» se refiere a aquello que es la base más original y necesaria
• "~constituye la esencia del para cualquier otra cosa. Aunque ambas expresiones apuntan hacia el
humano, al recibir éste del Ser en esa comunión de vida todo su valor mismo horizonte de significación, la que propongo parece incluir una
radical; y un modo de existir, puesto que la persona es también mani connotación de radicalidad.
festación concreta, limitada, progresiva y peculiar en cada caso de ese 110S encontramos, por tanto, con:
Ser 20. r"~,,m~~OMC;/'" de toda la persona orientada hacía su suce
En estrecha dependencia del desarrollo de sus capacidades e impul slva
sado por la dinámica inherente de crecimiento y realización de sí -la
el ser humano es capaz de ir percibiendo est,] plataforma suya -la «re-creaClon" y modelación de la propia consistencia huma
a horizontes concretos de valoración, incorpo na, haciendo factible en las capacidades más de ésta el paso
conSClente y responsablemente a o rechazándola. De este de la posibilidad a la realidad;
esa de nuestro ser que se nos da, podemos -- la entrega de nuestro ser a nosotros mismos como tales per
acogerla por nosotros mismos y personalmente nuestra, com sonas;
pletando así aquella imprescindible heterogeneración inicial con esta -la mayor respuesta que podemos efectuar ante la estructura
necesaria autogeneración y humana que inicialmente se nos da y somos, para hacerla propiamente
nuestra;
b) La opción fudamental, asunción -la concreción y proyección más que realiza la persona
de la persona humana de sí
- su «sí" o su «no"
Considero, por tanto, que la opción más fundarnental del ser humano - la aceptación, rechazo o orientación lo esencial
consiste en: la asunción primordial y global del propio ser y existir de nuestro fundamento personal;
en un dinamismo paulatino de concreción constructiva o -la situación bi.1siGl de integr;:¡ción O desintegración que el ser
la autodeterminación radical por la que la persona se hace humano va confígurando en sí a partir del compromiso con cuanto es
y progresivamente de sí misma, a partir de e implica su realidad específica;
la constituven y según una -la decisión principal de entrega o de aislamiento por la que el
orientación y individuo humano se determina a sí mismo radicalmente, disponiendo
La densidad personal entraña tal de su mopia total;
se sustenta en la conciencia, libertad y fundamentales. recollocimiento efectivo su base humana
La actuación de éstas hace referencia no a la para Ir la posible concre
compromiso o abstención del sujeto en áreas parciales comporta
21. Concilío Valícallo n, /. c. nOta 17; K. R"hne[, T~ologia de la libertad, en Escritos de teo
1'1. Desde un existencialisll10 ontológico, M. El ser y el tiempo, Méíico, 2J977
logía VI, Madrid, 1969, 210-232; Id., Curso j¡mdamel1fal sobre la fe, 37-39; J. Fuchs, Liberti! fo/!
(5~ Id., Carta so[¡re el humanismo, Buenos 1985.99-100; desde lIn existencia·
damentaJe e morale, en Ej,t'ste Ut1r1 morale cristiana?, Roma, 1970, 112~139; B. Lonergan, A1étodo
J.-P. Sartre, El ser y la nada, Buenos Aires, 41976; Id., El exi;tencialismo es
un hU't11anisn1Q)
en teología. Salamanca, 1988, 54-55; R. A. McCormick, The Critical Calli"g. Reflectiol1s 011 Moral
Dilemma.< sinee Vatiean lf, W"shington, 1989, 171-175; A. Regan, Grapplilrg with the Fundamental
20. .J. Naber, Eléments une éthiqlle, París, 1962; D. Capone, o. e.• 83-88; Id., L'uomo
e persona in Cristo, Bolonia, Optiolt: 5tMor 27 (1987) 117-1l8.
88-92.
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- el proceso en el que el sujeto va implicando todo su ser en una auténticamente el ser humano de su consistencia personal, por formar
orientación o reorientación, hasta alcanzar una concordancia con lo parte constitutiva de ésta la dimensión relacional, esa opción es el mejor
que considera tanto el proyecto general de si mismo, como su realidad antídoto contra cualquier egoísmo o el consiguiente individualismo.
característica. Asumir toda esta realidad la experiencia vital cristiana -el
De acuerdo con esto, en su opción fundamental y de forma gra encuentro o rechazo personal, eclesial y social con el
la persona: de Dios en Jesucristo- hace que el individuo creyente
nuclearmente la totalizante de su ser y dina mentas básicos ya expuestos desde esa motivación
dejar ninguno de ellos, les incorpore cuanto conlleva esa
, su realidad ini peculiar.
cíal y el Conforme a esta vivencia cristiana, dicha opción implica, en su
- se define a si misma, como concreción positiva, el percibir y aceptar a Dios en la raíz de la natura
persone}; leza v de la existencia humanas como su origen primero y su plenitud
-lleva a cabo, sobre la de lo que previamente porque a través de la obra de creación y de sal
corno individuo humano, un proceso de orgemización del
vación llevada a cabo por Dios en Cristo, el sujeto humano capa
su ser y hacer que la va introduciendo en el realismo o
citado para reconocer ese vínculo fundamental que está inserto en
la propia vida;
todo su ser y que le une con Dios (Sab 13,3-5; Hech 14, Rom 1,
se abre y compron1ete, consecuente o incollsecuentemente, con 19-20). Y aceptarlo, porque esa actuación de Dios sitúa a la
la totalidad de sí misma y en ella, por tanto, con cada uno de los ante la más importante y comprometedora de sus
con lo otro y con el Otro -para el creyente-, porque, en alte de asumir su propia vida de modo absoluto e
personal se descubre en ellos los percibe en sí; tarla segLtn el dinamismo que clquél puso en
concreta el proyecto de su plataforma humana de «Yo soy" (Ex 3, 14; Jn 8,24) con un "Tú eres" y «Tú haces ser,,; la
manera consciente, libre y de adherirse en totalidad a Sil Creador y Señor viviendo en conformi
Así pues, se interpreta de modo incorrecto y parcial el contenido dad con el ser que de él ha recibido; la de decir «sí» a Dios en Cristo,
de esta opción cuando se la radica únicamente en la voluntad y no en poniendo en esta respuestn toda su persona -su «corazón» en sentido
la persona entera, o se la principalmente a una pura cate bíhlico- en fe viva, esperanza activa, amor concreto y, por consi
goría formal referida al comportamiento humano. En la médula de en la humanidad resucitada de Cristo todas las rea
dicha opción no hay sólo una actividad por la que e1egilllos ya sea conforman su existencia (Rom 6, 8; 8, 11; 2 Cor 5, 17;
algo externo a nosotros, o incluso determinadas ; Ef 4, 3, 1-3).
les o formas restringidas de enfocar la vida; ni tampoco se nos ofrece De esta en su opción fundamental el cristiano está lla
a través de ella un mero concepto. Lo que tenemos delante es nuestra mado a responder don «ofrecido» con el
fundamentación personal y el plan general que vamos haciendo parte activa en el proceso que le va llevando de «ser llJlLldUV
1 nosotros mismos. Por eso, arraiga en el núcleo de la vida y entraña un e imprescindible acción de Dios y de la Iglesia- a «iniciarse» -cola
proceso específico de estructuración o reestructuración que, mediante boración personal en ese recorrido-j a incorporar a su vida los rasgos
formas concretas de hacer, va afectando a todo nuestro ser y se va peculiares de! discípulo de Jesucristo; a estructurar su propia identidad
proyectando con la coherencia correspondiente al conjunto de nuestro cristiana, que ha de incluir tal1l bién tanto la dimensión eclesial de la fe
actuar. como e! compromiso coherente de ésta en la transformación positiva
Conviene de la sociedad.
miento de la Esta opción fundamental cristiana conlleva, por consiguiente:
tación de la --vivirse «nacido de Dios» (Jn 1,13; 3,1-8; 1 Jn 2, 29; 3, 2.9;
Esta 1.4.1
mos llamar «opclOn _ la Pala
fundamento de la propia vida, lo encerramos exclusivamente en él
mismo, o cuando lo descentramos o pilrcializamos erróneamente, o
cuando lo rechazamos como tal fundamento sustituyéndolo -o no
por otro u otros incompatibles con él. Pero nada más lejos de estas
posturas que la «opción fundamental positiva,,; pues al hacerse cargo 22.. F. Herráez, La utopia cristimw como oferta de !'aloms: TCat 1 (1982) 229·232.
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insertarse a través del propio ser en la acción creadora y libera su relación con la realidad creada como valores supremos. Por este
dora de Dios, para ir haciendo presente la humanidad nueva (2 Cor motivo, dicha opción le plantea un aut-aut decisivo que excluye toda
17; Col 1, 13-20.24; Gál 6, 15); neutralidad: o con Dios en Cristo, o sin / cOntra Dios en nosotros mis
responder a su alianza, configur;¡ndo radicalmente toda nuestra mos. y como resultado condiciona nuclearmente la comprensión y
vida de acuerdo con su designio inicial de amor (Gén 1,27; 2, 7.15; realización del conjunto de nuestra vida (Mt 6, 24; 7, 17-18; 8,
Dt 6, 4-5; Lev 19,18; Mt 22, 37-40; 25,31-46; Lc 10, 25-28; Jn 13, 18-22; 9, 9; 10,37-39; 12, 30.33-35; 15, 10-11.18-19; 19, 16-22;
34-35; 1 Jn 4, 7-13); 25-28; Mc 8, 34-38; Lc 17, 33).
- radicar, como Jesús, el conjunto de la existencia en esa expe
riencia amorosa y totalizante de Dios, y en el servicio incondicional al 2. Expresi611 de la opci6n fUl1damental
prójimo (Mt 18, 15-35; Le 10, 29-37; 11, 2-4; 23, 46; Jn 3, 35; 6,
57; 8, 27-29; 10, 30; 12,49-50; 13, 3-17; 14, 11); a) Crecimiento progresivo
- fundamentar firmemente el desarrollo de nuestro caminar
humano desde la vivencia de las bienaventuranzas y del sermón del La vida en opción fundamental y sus consiguientes expresiones
monte (Mt 5-7); externas no son un acontecimiento improvisado. Esta opción está
«vender» en radicalidad cuanto somos y hacemos, para compro vinculada en su hacerse a la evolución paulatina de la persona. Va
meternos de tal modo en la búsqueda y realización del Reino que todo tomando consistencia a lo largo de un desarrollo en el que, median
lo demás sea añadidura (Mt 6, 33; 13, 44-46); te el crecimiento gradual y convergente de los diversos factores que
- «perder» la vida en dinámica pascual, para reencontrarla autén la constituyen, poco a poco tiene lugar una estructuración concreta
ticamente (Mt 16, 25; Jn 12, 24-25); de nosotros mismos. En este recorrido vamos generalmente descu
revestirse de Cristo, enraizarse y edificarse en él (Rom 13, 14; briendo los elementos y dinamismos que nos sustentan, constatando
Col 2, 6-7; Gál 2, 20); nuestras aspiraciones, asimilando selectivamente los valores positi
- tener acceso a esa profundidad más genuina y real de nuestro vos o negativos que nos circundan y, como resultado, asumiendo o
ser, que es el ámbito adecuado de los verdaderos adoradores de Dios rechazando la propia realidad personal. De este modo, el estado de
(Jn 4, 24); opción fundamental se hace presente pausadamente en el conjunto
abrirse en la propia estructura humana al horizonte de posibili de la existencia.
dades infinitas en las que, concluido nuestro recorrido histórico, sere Es comprensible que un proceso tan decisivo como éste, en el que
mos plenificados en definitividad (Rom 8, 17-24; 2 Cor 5, 1-4; 2 Tes están implicados los fundamentos mismos del ser humano, requiera un
10; 1 Jn 3, 2). nivel determinado de madurez personal. Sin embargo, no debemos
Pero cabe también la posibilidad -en este planteamiento religio situar el comienzo de la vivencia efectiva de esta opción en una edad
so- de que esa respuesta de la persona sea negativa. Esto sucede, o y momento precisos. Sus implicaciones son más existenciales que cro
bien cuando se rehílsa el fundamento de la propia existencia, o bien nológicas. Por eso, hemos de enmarcarla en una unidad progresiva de
i cuando se dirige ésta de manera exclusiva y egoísta hacia sí misma o realización que, con matices concretos en cada individuo y en conso
hacia alguna otra rcaliclad creada, tomada como bien, valor y espe nancia COIl las aportaciones de las ciencias del comportamiento, su ini
ranza absolutos. Mediante esta actitud, opuesta o descentrada de! cio, en situaciones de normalidad hum;ma, puede tener quizá la pri
amismo de creación y resurrección, tiene lugar en el sujeto humano mera referencia temporal en torno a la etapa final de la segunda ado
una contradicción básica: se adhiere radical y completamente a un lescencia (17-20 años).
bien parcial que satisface sólo sus exigencias superficiales, y Es preciso aíiadir que, incluso alcanzada esta concreción, no puede
el bien total que le proporcionaría su plenitud personal. En consecuen darse ya por concluida la asunción la realidad personal. Esa asun
al individuo se le oscurece la realidad de su propio ser, se intro ción, por ser procesual, se extiende él toda la trayectoria existencial del
duce en una dispersión y desorden vital, se pierde al buscarse desvia sujeto humano. Este, a medida que va aceptándose, se da cuenta que
damente a sí mismo: se sitúa en e! ámbito del pecado (5ab 13, 1-2. está en un continuo «proceso de llegar a ser» 23.
7-9; Mt 10, 39; Rom 1, 21-32; 2 Cor 6, 19-21).
En la opción fundamental el cristiano se encuentra, por tanto, ante
la decisión principal de su existencia: interpretarse y aceptarse en su
23. K. Rogerg, o. c., 104-146; J. Medina, E/fea crfstiol1a y opdón fu"dame1lt1l1: EphMex I
orientación constitutiva hacia Dios reconociendo en él el sentido (1984)12; R. A. i\lcCormíck. o. C., 176; E. Lópcz Ihpitarte, Fundamentaáó" d_la ética cristIana,
último y la lJcrfección de su vida, o encerrarse dentro de sí mismo y en Madrid, 1991,353-355.
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opelON FUNDAMENTAL
IDEl HERRAEZ
Actitudes y actos concretos En este contexto, aunque es verdad que por su propia condición
no toda actuación libre es expresión plena del individuo e, igualmente,
El hecho de que la totalidad de la persona esté implicada en su opción que lasactítudes y los actos tienen su consistencia en tanto están infor
fundamental y el que la dimensión histórica le sea característica, con mados por la opción fundamental, nos podemos preguntar sí puede
lleva necesariamente que esa opción se vaya explicitando a través de una sola actitud o un solo acto comprometer enteramente esta opción.
las actitudes y actos concretos. La unidad activa que es el sujeto hu Dependiendo de la esencialidad, profundidad e incisividad de dicha
mano lleva consigo que esas tres realidades -opción actitud o acto en el conjunto de la vida de la persona, en esa misma
actitudes, actos- deban ser vividas en una integración y dependencia medida es factible un mayor o menor compromiso en ellos de la
recíprocas, ya que normalmente son expresiones del comportamiento fundamental. Por eso, pueden existir actos concretos realizados
correlacionadas entre sí de forma intrínseca, aunque de diversa ampli con tal hondura de conciencia, libertad y responsabilidad -prepara
tud e intensidad en cuanto al compromiso autodeterminativo de la dos, ciertamente, por una larga trayectoria anterior- que incluyan la
afirmación radical y el cambio consiguiente de la propia orientación de
persona. la persona en la centralidad y totalidad de su ser 24. Matizaré esta
La opción fundmnental en relación con las actitudes y los actos es:
-la infraestructura de donde proceden y que les da densidad, con posibilidad al exponer la permanencia en el estado de opción funda
mental.
sistencia y coherencia;
el fundamento y matriz que les proporciona habitualmente su Esta necesaria relación con las respectivas actitudes y actos evita
dos posibles peligros que entrañan concepciones engañosas de la
valor o contravalor específico;
-la fuerza conductora subyacente mediante la que se insertan en opción fundamental: entenderla sin referencia a la objetividad concreta
la profundidad y dinamismo de la persona; del comportamiento humano, propiciando de este modo un falso
el principio unifican te de su pluralidad; .'¡ntencionalismo» o un vacío «subjetivismo»; hacer de ella una reali
_ el centro referencial que les orienta basicamente hacia un pro dad autónoma, no vinculada a esas actitudes y actos reales, afirmando
equivocadamente que unas y otros no tienen fuerza suficiente para
yecto existencial determinado;
el vínculo y garantía que confiere identidad y continuidad a su transformar la orientación general del sujeto humano 2s •
No obstante, es preciso evit,lr también la equivocación de identifi
sucederse; car la opción fundamental con cada una de sus manifestaciones con
_ el factor de coordinación en ellos entre el instante y la duración.
Las actitudes, como disposiciones adquiridas y habituales que posi cretas. Aquélla está cohesionada con éstas y se exterioriza normal
bilitan formas peculiares y coherentes de respuesta personal ante las mente en ellas. Pero la asunción libre y consciente de nosbtros mismos
diversas situaciones de la existencia humana, ejercen su función de es más que un conjunto de acciones: las subyace, penetra, unifica y
nexo entre la opción fundamental y los actos como: dinamiza trascendiéndolas y no equivaliendo a su suma total. Sólo en
mediaciones correlativas entre aquélla y éstos; cierto modo y como ejemplo, cabe comparar la correlación actos
especificaciones extensivas de esa decisión globalizante a areas actitudes-opcíón fundamental como la existente entre las palabras, las
, determinadas del comportamiento (fidelidad, gratuidad, justicia, servi frases dentro de las que éstas tienen su sentido específico, y el con
cio, sinceridad, solidaridad ... ); texto, que es donde únicamente una frase puede ser comprendida
_ plasmaciones y configuraciones estables y operantes de los crite correctamente 26.
rios, aspiraciones tendenciales, motivaciones, decisiones y niveles eje Conviene aquí hacer mención particular del acto que algunos auto
res han llamado «opción fina),'; éstos, con matices diversos, reservan
cutivos. sólo para la última resolución de la vida, previa e inmediata a la
En cuanto a los actos, generalmente son:
-la concreción -en autonomía relacional- del dinamismo muerte, la posibilidad de una autodeterminación de la persona tal que,
intrínseco de la opción fundamental y de las correspondientes actitu relacionada de manera no decisiva con el conjunto de actuaciones
anteriores, exclusivamente entonces alcanza la calidad de auténtica
des en su enraizamiento
_ su expresión vital y su prolongación
24. Ya S~U1to TOlllás afirmaba que es bastante difícil perder el estado de amistad con DIOS por
- el factor mas habitual de su un solo acto o fácilmente, allnque sí es posible que esto suceda: De Verilate, q. 2'1, a. 1 ad 9; B.
o modificación; Haring, o. c. 227-229.
criterio normal para evaluar su consistencia e intensidad; 25. A estas formas de interpretar la opción fundamental se refieren las advertencias del magis
_ el medio ordinario por el que la explicitación progresiva de terio citadas en la nota '1; M. VidaL Di"ioll<1r1O de ética teo/6gica, 431-432.
26. L. Gonr.ález-Carvajal, Esta es nuestra le, Santander, 1984, 212.
aquéllas va haciéndose historia personal en cada sujeto humano.
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FIDEl HERRAEl opelON FUNDAMENTAL
fundamental 27. Es cierto que esa situaclOn -cuando y en la estar comprometida toda la persona, ésta alcanza una claridad sin
medida que se actúe consciente y Iibremente- entraña el momento objeto mediato, pero no sin contenido; una aprehensión de sí como
más concluyente e irrevocable de nuestro itinerario histórico sellándolo sujeto; un conocimiento inmediato cuya consistencia no proviene de
con la definitividad. Pero no suprime la capacidad de esa asunción ser «percibido» sino {<hecho,,; una evidencia interior que no puede
radical de nosotros mismos -si bien susceptible de alteración, como diferenciarse ohjetivamente de sí misma y que, por eso, no es observa
veremos- en el transcurso de la existencia. Cada acto, incluido el de hle de forma refleja ni formulable en un saber separado; una compren
la muerte, ha de ser integrado e interpretado en la trayectoria com sión intuitiva que no es irracional, sino que supera la propia reflexión
pleta del ser humano y, como acabo de indicar, normalmente racional; una autoconciencia en la que se identifican el ser y el ser
haciendo referencia al dinamismo esencial originado por su opción consciente; una certeza directamente vivida e inseparable de todo su
ser y existencia libre y responsablemente asumidos. Aquí la subjetivi
dad nada tiene que ver con el subjetivism0 2H ,
3. Percepción de la Conviene añadir que la interrelación personal suele ser de los fac
tores que más colabora en esta toma de conciencia del estado de
medida la persona se percibe a sí misma en opción opción fundamental. Y, en la vivencia cristiana positiva, el creyente
puede darse cuenta con especial profundidad de ese estado que en su
Puesto que la autocomprensión del ser humano normalmente tiene propio ser le une vitalmente a Dios. Pues, mediante la comunión con
de modo mediato y relacional, podría pensarse que el tomar con él en e! Espíritu Cristo, la persona es capaz de percibir radicalmente
ciencia de su opción fundamental se efectúa gracias a la presencia la imagen nítida y total de sí misma.
ésta en las actitudes y actos concretos, Pero, mientras la vivencia de
unas y otros nos permite una comprensión conceptual objetiva de su 4. La opción fundamental, origen de la personalidad moral
realización -sea de manera refleja o intuitiva-, no nos es posible
lograr en toda su amplitud un conocimiento equivalente de nuestra El ser humano, al disponer de sí mismo en opClOn fundamental,
actuación en opción fundamental. La causa de esta imposibilidad cimenta individual, social y -para el creyente- religiosamente su
radica en que la persona no es capaz de percíbirse conceptualmente a propia identidad y personalidad morales. Esa opción, por implicarle
sí misma de forma directa y completa como un objeto. En nosotros el en un compromiso que afecta a todo su ser, cualifíca nuclearmente
sujeto en cuanto tal permanece con un cierto margen de sí fuera de! su dinamismo ético y, caracterizando su intencionalidad más pro
objeto de su reflexión. Además, ~¡J estar implicada en dicha opción funda, «define, sin duda, la condición moral de la persona» J",
también, entre otras, la propia cap<lcidad de conocer, no es factible La opción fundamental sllstent<l, por tanto, la estructura básica de
actualizar aquélla adecuadamente en las dimensiones cognoscitiva y la moralidad humana y es su factor decisivo. Es decir, confíe re al con
valorativa. Con la opción fundament<1l estamos, por tanto, ante una de la persona una orientación predominante de su ser, que se
realid<1d que, en cuanto a su densidad personal, corresponde sobre to traduce en una prefiguración constante y disúntiva de su actual'; sirve
do al ámbito ontológico y no necesariamente al psicológico explícito. de soporte al sentido radical que hl persona va dando a su vida -sen
junto a esto, es necesario mantener que la autoactnación de tido que es más importante que la vida misma-, influyendo decisiva
la persona en opción fundamental ha de ser de algún modo consciente, mente en la respuesta vital -y ojalá que acertada por ser verdadera
puesto que debe ser también libre y responsable. a las preguntas clave de la existencia; establece en e! ser humano una
Decir que e! estado de opción fundamental cuando es real en la consistencia esencial que influye de modo determinante en su sistema
vivencia humana ha de ser consciente, DO equivale a afirmar que sea
explícitamente conocido. Pues es preciso distinguir entre la experiencia 28, K. Rahner, Escrilns de teologl" 11. Madrid. 1963,238-239, donde se refiere a la percep
de! hecho de la opción fundamental y su percepción y conceptua ción de «anticipac;6n. acategorial y trascendental que tiene de sI mi""a la persona; J. 1l. Metz, Deci
lización expresa. En esa autoactuación que lleva consigo tal opción, al e1l Conceptos fundamentalps de la leologla 1, Madrid. 1%6,378-380; J. Fuehs, . 131· U2;
Decisi6n, en Sacran/en/um mllltdi 11, Barcc!ona, 1972, 138; J. Alfaro, Cristología autro
1\hldrid, 1973,358; B. 0_ c., 16-17, 107-108, 262: indica ese nivd de la con.
ciencia en el que el sujeto hU111ano presente a si mismo; R_ A. McC.ormick, o. c., 175: habla
27. L. Boros, El h0111lJre SI-' últim,f opci6n. MysteriulJ1 mortis. lv1adrld! 41977; Q. Schoo- de una f{)nn~] de autoconciencia que no se concreta en formulaciones. ohjettvas; 1\, Regan, o. c.)
El hombre eH pecado, en A:Jysteriun1 5a[utis 1111, Madrid, 1970~ 9S6-957~ una sinte:sis cla 119.113-124: aludiendn ;¡ M. Heidegger, ,e,,,da la peculiar del ser humano,
sobre las posiciones en e:str p'lmQ puedf' V(~rs(' ('n 1Y1. Vi(bl~. El «11/ÓS aró» moral de la entendida como fe1.1óón directamente VIvida del conocímlento su objeto apropiado, M. Vida).
muerte, en La eu/mlas/(} )' el dereclm a morir dignidad, Madrid, 1984,234·241; Id., Moral fun Diccionol"io dr.! étjt:a f()ológica, 433,
damental, 749·750. 29. Sagrada c.ongr~gación para la Dortrina de la fe, l. c.
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opeloN FUNDAMENTAL
FIDEI HERRAEI
Precisamente porque no está concluida, a lo largo de las diversas - es la opción más genuina según la y condición
etapas de la vida, y en cualquiera de los procesos positivos nas, haciendo factible que las demás elecciones la persona
~que el creyente sabe que realiza también con la necesaria ayuda de alcanzar la dimensión de fundarnentalidad;
Díos- es indispensable reafirmar constantemente esa opción con el posee intrínsecamente estructura interpersonal, estando influida
personal y compartido, que vaya incorporando los factores en su, hacerse por el contexto humano y sociocultural, e insertando a
consoliden y excluyendo cuantos la deterioren, de modo que las la persona de modo efectivo en la evolución histórica consiguiente;
fases anteriores afiancen favorablemente las posteriores. - penetra las diversas etapas de la evolución humana -con sus mati
Conviene igualmente tener en cuenta la posibilidad de que, inver ces específicos en cada una-, siendo su hilo conductor y llevando consigo
tida cualquiera de estas situaciones, continúen existiendo determinadas que la trayectoria personal venga a equivaler a su explicitación progresiva;
más bien periféricas, no transformadas aún por esa posibilita el presente de la persona, integrando su pasado, y la
opción y parezca, por eso, que la línea de conducta sigue siendo la proyecta hacia el futuro;
misma. Esto tiene su normal explicación en el ritmo propio de toda - incluye en su evolución no sólo los factores abiertamente
evolución o involución humana. Durante un cierto tiempo algún vos, sino también las crisis y conflictos constructivos;
de la situación precedente suele persistir, ocasionando actuacio - expresa 1<1 dirección y dinamismos básicos del ser tlumano que,
respecto a la nueva realidad implantada. Habitual- cualificándose éticamente en ella, se da una totalidad de significado y
a poco como esa autodisposición globalizante va modi un impulso operativo que determinan tanto su propia comprensión
de actitudes y actos, hasta aparecer finalmente la como su 1- •
,
l'
coherencia entre tal decisión y todo el estilo de - viene a ser, en consecuencia, el factor decisivo de la moralidad
No debemos pensar, sin embargo, que estos cambios son vividos estableciendo con su presencia no sólo la bondad de los ac
por la persona con facilidad y frecuencia. Ni las aportaciones de las tos sino de la persona misma;
ciencias del comportamiento ni la reflexión teológica permiten tal - sitúa el imperativo moral primordialmente en el sujeto
suposición. Tanto la aceptación verdadera de nuestra propia realidad impidiendo por igual cualquier subjetivismo o extrinsecismo.
como su II orientación egoísta, al implicar de manera La realización negativa de la opción fundamental participa de estos
los fundamentos de nuestro ser y existir, impiden una colltinua mismos factores citados en lo que conllevan de enraizamiento y expre
transición. Y, si ésta lIega a efectuarse, habrá que afirmar que es más sión personal-social, pero desde una orientación y vivencia
aparente que real, o que ha tenido lugar algún desajuste importante en originando, como resultado, una dispersión desintegradora-egoísta y
nuestra personalidad. un desajuste existencial del ser e historia humanos.
Hemos visto que la opción fundamental adquiere dimensiones
específicas-y únicas para quienes así 10 vivimos- de significación y
IV. CONSIDERACIONES CONCLUSIVAS consistencia cuando está animada por la experiencia religiosa -cristia
na para nosotros-, reconociendo y abriéndonos a Dios como el
1 Pienso que las conclusiones principales de este estudio sobre la opción damel1to original del ser y la plenitud definitiva del existir, encau
están ya presentes a lo largo de todo lo expuesto. Como por eso, radicalmente toda la vida según el dinamismo perso
síntesis complementaria, se puede poner de relieve que dicha ODción en nal con el que él nos creó y re-creó en Cristo, e implicándonos COI11
su concreción positiva: prometidamente en su historia salvación.
- arraiga en el mkleo del ser humano: el yo·-con cuanto inclu Considero, sin embargo, que, exceptuando esta perspectiva propia
ye- como realidad inici,]1 y al mismo tiempo como proyecto, consti de la motivación cristiana, el contenido que he atribuido a la opción
tuye el objeto apropiado de esa fundamental puede ser referido a cualquier ser hummlO, pues los fac
- posibilita que el sujeto humano, consciente de su realidad y dis tores comunes integrantes de dicha opción, al incluir los elementos
poniendo íntegramente de sí mismo, se reciba desde el nivel más constitutivos de la persona como tal, afectan básicamente a todos. Por
hondo de su libertad y tome en y desde sí el propio desarrollo existen esta razón, me parece que esos pueden ser
cial en orden a su autorrealización efectiva; taciones a la fundamentación y realización de la ética civiL No obs
contribuye, de este modo, a que la persona, conformando su tante y sólo a modo representativo, añadiré algunas consideraciones,
vida a lo que constitutivamente es, alcance su existencia más auténtica; orientadas a nuestra vida y comportamiento cristianos.
- colabora, por eso, a que el ser humano viva conforme a la pro Por su propia densidéld y por hl fecundidad de sus consecuencias,
verdad, siendo a la vez el soporte dinámico de tal vivencia; la opción fundamental sigue estando llamada a contribuir de manera
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F1DEl HERRAEl OPCION FUNDAMFNTAl
muy en la necesaria continua tarea de clarificación, profun Evidencia los ¡;alores morales como pautas del obrar: al ser acogi
dización y renovación wnto las estructuras de la reflexiótl dos con la objetividad que tienen en sí, colaboran de manera decisiva
moral en general, como del En ella en la realización de la persona que, al hacerlos suyos, los recrea.
podemos encontrar: Enmarca la lJocación personal y/o profesional en su contexto
- e! punto de apoyo necesario para que las personas de no identificándola COIl esa misma opción, sino como su
Dios- a través de nuestra actuación vayamos llegando a concreción más necesaria, inmediata y patente, en una forma precisa
podemos a partir de lo que inicialmente somos; de vida.
-la realidad determinante de! ser y existir cristianos, sustentada Lleva a la situación no meramente como e! lugar de
e imprescíndíblemente en la presencia y acción de! Espíritu de posible acción para el individuo humano en el y ahora, sino ante
todo como indispensable oportunidad para que vaya autoconstru
estructura básica y raíz constitutiva que confiere consistencia yéndose.
y unidad a la vida Aporta especial luz a la realidad del pecado. Nos lleva a sustentar
- e! cauce más exnresívo de la valoración de éste más en el sujeto y en su intencionalidad profunda
- una contnOuCIOn decisiva para seguir la auténtica en e! obieto a través del que se afirma, sin disminuir por eso la
fisonomía del actuar cristiano en cada tal objeto. Nos muestra cómo la auténtica situación de
- uno de los factores más clarificadores y eficaces en la presenta entraña de ordinario no sólo una actuación del sujeto humano,
ción sistemática del hecho moral; un proceso ontológico de autodisposición negativa de
-la plataforma a partir de la cual, arraigados en e! pasado y vi éste, en el que el acto concreto es la consiguiente ratificación; destruye
viendo de manera comprometida e! presente, vayamos preparando y bloquea dimensiones constitutivas
creativamente un futuro más en consonancia con el proyecto de Dios una trayectoria disgregadora de éstas,
para la humanidad. . tivo, instalándola fuera de su propia verdad y
Conforme a esto teniendo en cuenta que la realidad de la opción desorden y la descomposición consiguientes de toda la humanldad.
es más vital y de mayor alcance que su análisis Igualmente y sin atenuar la gravedad de este estado de pecado, contri
conceptual, su eficaz y bene buye a diferenciar la diversa intensidad y profundidad dentro de tal
ficiosamente en situación, dependiendo del nivel de disposición -en conciencia y
comportamiento consiguiente. Veamos, sin libertad fundamentales- que la persona hace de sí misma en el núcleo
exhaustividad, algunos ejemplos. de su ser.
Orienta hacia un planteamiellto de la ¡;ida moral realizada como Favorece la percepción de la bien como e! esfuerzo
un proceso dinámico de crecimiento, en expansión integradora de continuo hacia la integración del ser consigo mismo -nunca
nuestro ser y existir, que, evitando objetivismos o subjetivismos, tenga concluida del todo durante nuestro recorrido históríco, con los
su punto de partida en la llamada de Dios en Cristo, su centro unifica y con Dios-; o bien, como la recuperación verdadera de la
dor en la persona inserta en la historia humana, y su horizonte conclu fundamental, precedentemente debilitada e incluso sustituida por una
sivo en la olenitud del amor. situación de pecado.
Beneficia integrar la dinámica de la opción fundamental en la
vivencia de los sacramentos, refiriendo cada uno de éstos -en dimen
mente somos y sión eclesial acogedora y celebrativa de la presencia salvadora de!
mimos en dicha opCión, e de Cristo- a las etapas de comienzo, crecimiento, superación
personal, social e histórico viene a formar nuestra y conclusión tem
global. Es especialmente oportuno vincular la
Lleva consigo radicar las actitudes morales en la disposición pri a la configuración progresiva de una personalidad que va compren
mordial que las determina y vivirlas como expresiones de! clinmnismo diendo adultamente e! significado y va asumiendo efectivamente el
esencial del ser personal y mediaciones de su estado de opción funda contenido de la propia vida desde el proyecto amoroso de Dios.
mental. En consecuencia y por último, un quehacer ineludible que ha de
enfoque cosificado o aislado de los acompañar siempre a la moral cristiana es la educación en dicha
a un sujeto humano que normalmente se opción preparando a los otros -los más posibles y sin discriminacio
nes- para descubrir y valorar lo que son y hacen; asumir consciente,
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