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En cuanto a la reflexión que se plantea sobre el aprender jugando, a lo largo de mi vida
me he encontrado con algunos profesores que preconizaban el “se puede aprender
divirtiéndose”, creo que en momentos concretos esto sí que puede ser así, pero sin
embargo, y tal y como señala Savater, hay cosas que no se pueden aprender jugando,
por lo que no podemos basarnos en el juego siempre a la hora de enseñar. Cada niño
tiene sus gustos personales, y por mucho que intente enseñar las matemáticas, por
ejemplo, jugando, si no le gustan al niño, no se divertirá. Por ello, considero al juego como
una herramienta educativa con un potencial grande, pero de la cual no se puede abusar, y
la cual no sirve para todo tipo de enseñanzas.
Como Savater dice, el maestro ha de ser capaz de seducir sin hipnotizar, ya que no se
trata de inculcar ideas a los alumnos, sino de seducirlos para despertar el fuego interior
que hay dentro de ellos.
¿Hacia una humanidad sin humanidades?
En este capítulo queda reflejada perfectamente la visión que tiene Savater sobre la
educación, y esta como ya ha defendido a lo largo del libro es la humanista. Comienza el
capítulo reflexionando sobre si las humanidades se hayan en crisis actualmente.
Cada vez se pide más una especialización enfocada al trabajo laboral. Esto provoca que
desde muchos puntos se piense que las ciencias son más importantes que las
humanidades. En mi punto de vista es tan importante una rama de conocimientos como la
otra. Como dice Savater, las ciencias no son inhumanas, toda enseñanza sea del tipo que
sea, tiene un componente humanizado, que se da en todo proceso educativo.
También se defiende la importancia del cómo enseñar, sobre los contenidos, creo
importante la parte en la que Savater habla sobre la razón. En definitiva la capacidad de
razonar es una de las características humanas que nos diferencian del resto de animales.
Por ello, la educación debe de seguir los principios racionales. Una educación humanista
debe de perseguir el fomento del uso de la razón, potenciar la capacidad observadora, de
abstraer, deducir, argumentar y una de las formas idóneas para fomentar esta
racionalidad es la confrontación de conflictos e ideas, siendo uno de los pilares de la
educación humanística.
Como defiende Savater, no se trata de crear ideas únicas que no puedan ser debatidas.
Se trata de compartir las opiniones para entre todos crear una serie de conocimiento que
pertenezca a todos. Así es como entre todos se puede seguir avanzando y a la vez crecer
por dentro, desarrollándonos como personas.
Educar es universalizar
Sin embargo, no se trata de que con el pasos de los años se repita una y otra vez la
enseñanza de los mismos conocimientos, valores, ideales, sino de que debe de
transmitirse a los educandos tanto aquellos ideales que la sociedad no ha alcanzado,
como los temores, creando una insatisfacción que no los haga conformarse en repetir lo
que se les ha enseñado.
La neutralidad relativa que debe tener la educación, tal y como señala Savater. Cuando
los alumnos soliciten a los profesores una respuesta ante las distintas problemáticas que
se den, este ha de proporcionarles las distintas opciones de forma razonada, pero sin
imponer su visión. De tal forma que sean los alumnos quienes escojan en última instancia
su postura. Pero tal y como dice Savater, hay momentos en los cuales la escuela sí que
debe de posicionarse, y estos momentos son toda aquellas posturas que atenten contra la
libertad y ante la figura del ser humano.
el significado de la libertad no
sólo en la
sociedad sino principalmente
en el ámbito educativo. La
mayoría de las
personas tienen un concepto
errado de lo que libertad
significa, por ende
se explicará que ésta no
consiste en la ausencia de
condiciones o de reglas
y pautas. Fernando Savater
plantea que “Ser libre es
liberarse: de la
ignorancia prístina, del
exclusivo determinismo
genético moldeado según
nuestro entorno natural y/o
social, de apetitos e impulsos
instintivos que la
convivencia enseña a
controlar.” Esto quiere decir
que la acepción real de
libertad es desprenderse de
esa ignorancia original con la
que nace el ser
humano y sólo se logra esto a
través de la enseñanza de sus
semejantes, por
ello Savater nos dice que
somos una sociedad
humanógena que entrena a
los jóvenes conforme a la
imposición (obstaculización
de la libertad) de los
mayores para que ésta siga en
funcionamiento