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y aunque las horas son tan largas, una Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
oscura maravilla nos acecha, lámparas y la línea de Durero,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha las nueve cifras y el cambiante cero,
que nos libra del sol y de la luna debo fingir que existen esas cosas.
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada; Debo fingir que en el pasado fueron
lo que era todo tiene que ser nada. Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
Sólo que me queda el goce de estar triste, que los siglos de hierro deshicieron.
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
El amenazado
que roen de la tierra los pilares.
Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño Debo fingir que hay otros. Es mentira.
atroz. Sólo tú eres. Tú, mi desventura
La hermosa máscara ha cambiado, pero como y mi ventura, inagotable y pura.
siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las
letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que
usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus
espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las
Lo perdido ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa Soy el que pese a tan ilustres modos
o la de triste horror, esa otra cosa de errar, no ha descifrado el laberinto
que pudo ser la espada o el escudo singular y plural, arduo y distinto,
Ausencia
SOY