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Poemas

1964 cosas comunes,


I los hábitos, el joven amor de mi madre, la sombra
militar de mis muertos, la noche intemporal, el sabor
Ya no es mágico el mundo. Te han dejado.
del sueño?
Ya no compartirás la clara luna
ni los lentos jardines. Ya no hay una Estar contigo o no estar contigo es la medida de mi
luna que no sea espejo del pasado, tiempo.
Ya el cántaro se quiebra sobre la fuente, ya el hombre
cristal de soledad, sol de agonías. se
Adiós las mutuas manos y las sienes levanta a la voz del ave, ya se han oscurecido los que
que acercaba el amor. Hoy sólo tienes miran por las ventanas, pero la sombra no ha traído la
la fiel memoria y los desiertos días.
paz.
Nadie pierde (repites vanamente) Es, ya lo sé, el amor: la ansiedad y el alivio de oír tu
sino lo que no tiene y no ha tenido voz, la espera y la memoria, el horror de vivir en lo
nunca, pero no basta ser valiente sucesivo.
Es el amor con sus mitologías, con sus pequeñas
para aprender el arte del olvido. magias inútiles.
Un símbolo, una rosa, te desgarra Hay una esquina por la que no me atrevo a pasar.
y te puede matar una guitarra.
Ya los ejércitos me cercan, las hordas.
II (Esta habitación es irreal; ella no la ha visto.)
El nombre de una mujer me delata.
Ya no seré feliz. Tal vez no importa. Me duele una mujer en todo el cuerpo.
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar. La vida es corta El enamorado

y aunque las horas son tan largas, una Lunas, marfiles, instrumentos, rosas,
oscura maravilla nos acecha, lámparas y la línea de Durero,
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha las nueve cifras y el cambiante cero,
que nos libra del sol y de la luna debo fingir que existen esas cosas.
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste debe ser borrada; Debo fingir que en el pasado fueron
lo que era todo tiene que ser nada. Persépolis y Roma y que una arena
sutil midió la suerte de la almena
Sólo que me queda el goce de estar triste, que los siglos de hierro deshicieron.
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina.
Debo fingir las armas y la pira
de la epopeya y los pesados mares
El amenazado
que roen de la tierra los pilares.
Es el amor. Tendré que cultarme o que huir.
Crecen los muros de su cárcel, como en un sueño Debo fingir que hay otros. Es mentira.
atroz. Sólo tú eres. Tú, mi desventura
La hermosa máscara ha cambiado, pero como y mi ventura, inagotable y pura.
siempre es la única.
¿De qué me servirán mis talismanes: el ejercicio de las
letras,
la vaga erudición, el aprendizaje de las palabras que
usó el áspero Norte para cantar sus mares y sus
espadas,
la serena amistad, las galerías de la biblioteca, las
Lo perdido ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.
¿Dónde estará mi vida, la que pudo
haber sido y no fue, la venturosa Soy el que pese a tan ilustres modos
o la de triste horror, esa otra cosa de errar, no ha descifrado el laberinto
que pudo ser la espada o el escudo singular y plural, arduo y distinto,

y que no fue? ¿Dónde estará el perdido


del tiempo, que es uno y es de todos.
antepasado persa o el noruego, Soy el que es nadie, el que no fue una espada
dónde el azar de no quedarme ciego, en la guerra. Soy eco, olvido, nada.
dónde el ancla y el mar, dónde el olvido
FRASES
de ser quien soy? ¿Dónde estará la pura
noche que al rudo labrador confía  Somos nuestra memoria, somos ese
quimérico museo de formas inconstantes,
el iletrado y laborioso día,
ese montón de espejos rotos.
según lo quiere la literatura?  Yo no hablo de venganzas ni perdones, el
Pienso también en esa compañera olvido es la única venganza y el único
que me esperaba, y que tal vez me espera. perdón.

Ausencia

Habré de levantar la vasta vida


que aún ahora es tu espejo:
cada mañana habré de reconstruirla.
Desde que te alejaste,
cuántos lugares se han tornado vanos
y sin sentido, iguales
a luces en el día.
Tardes que fueron nicho de tu imagen,
músicas en que siempre me aguardabas,
palabras de aquel tiempo,
yo tendré que quebrarlas con mis manos.
¿En qué hondonada esconderé mi alma
para que no vea tu ausencia
que como un sol terrible, sin ocaso,
brilla definitiva y despiadada?
Tu ausencia me rodea
como la cuerda a la garganta,
el mar al que se hunde.

SOY

Soy el que sabe que no es menos vano


que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe


que no hay otra venganza que el olvido

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