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LAS YEGUAS DE LA NOCHE

por

NICOLÁS SUESCÚN
Si al aire puro y blando pido aliento,
viendo entre humana gente
morir al inocente,
sólo para suspiros hallo aliento.
—Francisco de Quevedo

2
LAS YEGUAS DE LA NOCHE

Proyectos perfectamente expuestos


con lujo de detalles
se agolpan en su cerebro,
descabellados planes
vistos con la más absoluta claridad.

Entonces un comienzo soñado:


el albur que anuncian los gallos,
la luz que consume los ojos del poeta.

Y un final: llegan las yeguas


de la noche y sólo se oye
su galope y sólo se ven,
en ese otro mundo
que suplanta al nuestro,
sus sombras, cubriéndolo todo,
hasta la misma noche.

3
NOCTURNO EN SÍ MENOR

A veces, en ciertas noches


me parece que la oscuridad
se llena de mis muertos
y que el viento trae sus voces.
Pero no siempre
muestran sus índices acusadores.
La muerte los ha hecho sabios:
ellos sí saben cómo es la vida,
conocen cada una de mis flaquezas,
han visto, desnuda, mi cobardía,
han visto también mi falsedad
y no me quieren mal, me imagino
—los veo, creo, a mi medida—,
porque sigo viviendo de milagro
y de falsas ilusiones y esperanzas,
y pretendo lavarme revolcándome
en el espeso fango de mis culpas.
Pero ellos son mis muertos,
cuyas voces me traen ciertas noches,
y me inducen al sueño, y me bañan
con el dulce bálsamo del olvido.

4
NOCTURNO HIPERBÓLICO

Sentimientos profundos
—noche—, surge lo inesperado,
los sueños, el amor y el miedo,
el fracaso adquiere un cuerpo,
el espíritu se desnuda
y nada en el lago del olvido
en torno al loto del recuerdo,
bajo la luna llena
—flor, expansión, papel en blanco,
imagen que se pierde en el instante,
árbol sin raíces,
neblina metafísica.
Imposible ver la disolución del paisaje.
Densa iluminación reina,
estamos en el dominio
de lo inexplicable,
se deshacen los nudos de la tela.

5
CLARO DE LUNA

Cortan los cables


en la noche
y la luz se va,
todo entonces
se ilumina,
duermen los hombres
y algunos se desvelan,
el mundo es un tablado
surrealista,
la esfera da un vuelco,
las antípodas están aquí
y allá, al otro lado,
estamos los últimos hombres,
habitantes también de la caverna,
y le aullamos a luna.

6
NOCTIVACIONES

Pájaros, serpientes,
la mirada leonina
de un corredor de bolsa,
casos comunes y dantescos,
un asesino de nobles rasgos
se desliza entre formas neurálgicas,
la sonrisa ladina
de un plutócrata viejo,
personajes demenciados,
parábolas,
miedo a la oscuridad,
al bosque, a la ceguera, al miedo.
El peso del silencio es excesivo,
tal vez soy sólo un cántaro vacío
a la intemperie:
ominosos presagios
urdidos por la Maga de los sueños
cubren el mundo amordazado,
y en la noche reina
el dulce aroma de la ansiedad.

7
NOCTURNALIA

Oh noche, no pienses,
mira con tus múltiples ojos
las valientes variantes,
la geografía requebrada,
la línea recta hecha pedazos,
las letras desparramadas,
los desplazamientos dudosos,
los insólitos retruécanos,
las batidoras para huevos de cóndor,
los espirituales retratos de la época,
los ingentes trípticos, los maretrastos,
la inadmisible naturaleza de las cosas,
el cariz enigmático de los acontecimientos,
la sonrisa del Buda,
los luctuosos, climáticos fenómenos,
los sentimientos desbordados,
el lúcido estupor,
la crónica cierta de todas las mentiras,
los brindis de champaña,
las dietas de sangre,
los atentados contra personas prestantes,
el surrealismo imperante,
en fin, ¡ay día!, ¡oh, noche!

8
EL HOMBRE DE LA CALLE

Pienso en el hombre
que pasó hace un rato
por la calle oscura y solitaria,
pegado a las paredes.
Podría ser yo, me dije,
quisiera ser como él,
sin rumbo, sin techo
y con frío, en la penumbra
aullando como un animal
que añora la manada.
Convertido en novelista
le improvisé una vida:
me dije, soy él,
y me busqué a mí mismo
en la calle oscura y solitaria.
No me encontré, ni lo encontré.
Seguramente, pensé,
después de todo
no era yo el hombre
que pasó hace un rato
por la calle oscura y solitaria,
pegado a las paredes,
y me sentí contento,
satisfecho de mí mismo,
mirando la calle por la ventana.

9
EL CAMINANTE

Los ojos de los locos


le preocupan,
están perdidos en ninguna parte,
recorren las calles,
extraviados guías
de países sin mapa
y lo llevan, extraños,
a otra dimensión,
tal vez un trozo del pasado
cuando erraba como ellos
bajo signos confusos,
otro transeúnte de la noche,
perdido a veces
bajo la luz difusa de los días,
peatón sin brújula y sin norte,
extraviado en las calles
de una ciudad irreal
envuelta en la niebla
de lo que pudo ser.

10
AL ACECHO

Recuerda, dice iluso,


lo que no debiste olvidar,
conserva en la memoria
el secreto y el pasado remoto,
lo que quieres que nunca se diga,
el balance de lo que has sido,
la suma real de tus días y tus noches
buscándote en la sombra que proyecta
un espectro que se busca a sí mismo
y no puede encontrarse, porque la vida
le niega el derecho que a todos concede,
el hecho de ser hombre
y cerciorarse de ello, frustrado cazador
en pos de una pieza inalcanzable.

11
¿SER O NO SER?

Mirar por el ojo


de una cerradura
y encontrarse uno mismo
espiándose.
Mirarse en un espejo
y descubrir un ser nuevo
que nos observa.
Ser uno y otro, y otro más
al pasar los años
y las horas
de ciertos días interminables
y los segundos de esas horas:
el tiempo,
mar de olvido
en el que nos ahogamos
como en la propia leche
de nuestros sueños.

12
LOS VIVOS Y LOS MUERTOS

No aguantan el silencio
en la tierra de los muertos
por temor a su presencia
en el ruido del mundo,
viven bajo el influjo
de sus nombres repetidos
en fórmulas denigrantes
o ardientes panegíricos,
y sus sueños transcurren
como películas mudas
de las que son los héroes,
vencedores o vencidos
por absurdas circunstancias,
muy raras en sus vigilias
invadidas por los muertos
bajo la piel de los vivos,
porque no hay quien los aleje
de sus mentes absorbidas
por horror a la dama
de la triple cabeza.

13
EL PÉNDULO

Entre oscuridad y oscuridad


el dulce discurrir de los días,
las albas sonrosadas,
los atardeceres apagados.

Entre oscuridad y oscuridad


el horrible paso de los días,
los amaneceres amargos,
las noches luminosas.

14
REFLEXIÓN

El misterioso enigma de los enajenados


a tientas en un presente eterno,
para nosotros,
los que vivimos para el futuro
odiando el presente
y añorando el pasado
no con la roja insignia del coraje
sino con el rostro amarillo del cobarde,
el que sólo se interesa por sí mismo,
el que lleva su alma en el bolsillo
y vive tocándola
como si fuera una moneda de oro,
el que cuida sus uñas
no como un samurai
sino como un perfumado playboy
o un retirado hombre de industria
que mantiene juntas las ruinas de su cuerpo
para vivir lo más posible
como si el tiempo
fuera también acumulable.

15
AGONÍA

No estás donde quisieras


ni estuviste nunca.
Fuiste condenado a errar
a cambiar de casa muchas veces,
a perder la mujer y los amigos,
a la vejez solitaria y medrosa.
Viviste para ti mismo
y no viviste,
cargaste tu sombra
con el sudor de tu frente,
y los fantasmas del pasado
llenan de terror tus últimos días.
El juez se te aparece,
justo y omnisciente,
y ese terrible frío en tus huesos
te hace añorar el fuego eterno.

16
DILEMA

Cuando en el camino
de tus sueños
te encuentres con algo real,
elúdelo,
míralo como a un monumento
y no te detengas,
sigue caminando
sin pensar en nada,
te conviene más ese paisaje
sublunar, hecho a tu medida,
no el espejo
que te dice tus días
y que vas por la senda equivocada,
que te has comprometido
con la nada.

17
ZOZOBRA

No comprendo,
me agobia esta diaria zozobra,
esta angustia,
este miedo a la muerte,
esta ansia constante de morir,
este querer cantar siempre
y no poder cantar nunca,
este silencio indeseado
como si un río me arrastrara
y no pudiera remontarlo
y dejara que sus aguas me llevaran
y no viera las orillas sino el cielo,
cerrado y gris, y el viento soplara,
un aullido sin fin y lacerante.

18
DRAMA INTERNO

Intriga y pasión,
desolación,
impregnan esta trama
o monólogo dramático
—miradas de soslayo,
pasos que siguen a los personajes,
sombras que los espían
o los ojos de los novios
que se ahogan unos en otros
como ríos que van a dar al mar,
o el brillo helado del odio,
la muerte inesperada,
el hambre insatisfecha
o esta sed metafísica
que me seca la boca
hasta que ya no puedo decir palabra,
hasta que me lleno
hasta hartarme
de silencio,
pero se oyen susurros en la oscuridad
y hay una sórdida música de fondo.

19
PRÍNCIPES DEL MAÑANA

Tal vez con el silencio,


acaso por el azar,
reinará la paz,
perdurará el amor,
todo dulce y armónico
como la flauta del pastor
o el canto de las sirenas
cuando regresábamos a casa
con todos nuestros sueños
y acariciados por el viento,
o el sol, o bañados
por la lluvia, felices,
creyéndonos libres,
príncipes del mañana

20
TAM-TAM

Un sol en el tambor
como una luna
llena de fragor,
roja como la rosa
de los sueños más hondos,
cuando volamos alto
entre las sábanas,
como en aguas profundas
o sobre las nubes
donde nunca llegamos
en nuestras vigilias,
pobres lisiados
de la imaginación,
habitantes del día
y esclavos de los sueños:
la propiedad común,
que no es de nadie
y es de todos.

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VISIÓN FUGAZ

Amargo viento iracundo


despetala dulces flores
que sobre tallos delgados
languidecen esperando
que el amante las recoja
o que el viento se las lleve,
y la mujer que las mira
como las flores espera.

22
NATURALIA

Toda clase de animales


de sentidos prodigiosos
masacrados por crueles cazadores
y la tierra calcinada
por incendios forestales,
los ríos agotados
por el sol sediento,
pero la nueva vida,
la descomposición y el cambio
transforman el paisaje, llueve,
brotes verdes se abren paso
entre la tierra.
Y caído de un árbol, el hombre,
con los sentidos romos,
se revuelca en la hierba
para sentir de nuevo,
queriendo ser una planta que nace,
un pájaro que rompe el huevo
y alza vuelo, libre, sin pensar en nada,
llevado por un viento caprichoso
muy lejos de la tierra,
cerca de las estrellas
donde el mundo es pequeño
y enorme el universo.

23
LAS VENTANAS

¿Son ojos las ventanas,


sin pupila, vacíos,
que parecen ver las nubes
y hombres, mujeres, niños,
sin huella como ellas
en el gris firmamento de la vida,
y pájaros raudos en el cielo
o piedras que caen en el vacío
o una luna pálida y decadente,
un par de estrellas fosforescentes,
una despelucada gata en celo,
Salomé sin sus siete velos,
sinuosa, sensual, libidinosa
danzarina del vientre,
y que nada ven, revés de un espejo
por donde, hacia otra dimensión,
escapan prisioneros inconformes
que se asoman en busca de aire,
testigos de dos mundos,
de otros tiempos y lugares?
¿Son ojos las ventanas
que miran hacia adentro
y hacia afuera?

24
LA PUERTA

Tengo sueño. Siempre sueño


que despierto, que veo mejor.
Me hallaba en el terminal marítimo
cuando un terremoto destruyó
la ciudad y toda la república.
A eso debo mi vida,
a mi pasión por el agua,
por su música,
por la sinfonía del mar.
Años llevo desde entonces
recorriendo el mundo
y aquí estoy, ante la puerta.
Toda puerta, pienso,
para que sea de verdad una puerta
debe estar cerrada,
de lo contrario es un agujero
necesario para pasar al otro lado.
Esto no lo dice la ciencia
sino el Tao,
que es el camino
entre el vacío y la plenitud,
sabiduría milenaria
que dice que el cuarto
no sirve para nada
ni es cuarto
si no tiene puerta,

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es decir,
que el vacío del cuarto
es útil y es un cuarto
por el vacío que le es propio
—y el de la puerta.

26
¡OH, ÁRBOL!

¡Oh árbol de mis sueños!


Dame sombra,
protégeme del sol,
déjame ver la luz,
limpia mi aire
con tu verde bandera,
deja que me aferre a tu tronco,
déjame hundirme con tu raíz
enterrada en la tierra,
estensión de sus entrañas,
del fuego de su vientre,
de los ríos candentes de su cuerpo.
¡Oh, árbol! Bríndame sombra.
¡Oh, árbol de mis sueños,
frente a mi ventana,
cántame en la noche,
déjame bailar con tus hojas!
¡Oh, árbol, no te mueras,
tú eres la enseña de mi vida!

27
PAISAJE CHINO

Formas pequeñas, imprecisas,


la poesía de lo incompleto,
nubes ocultan la mayor parte del paisaje
pero el paisaje está ahí.
Pintar las nubes, la niebla,
y lo que sabemos que está ahí
pero que no se ve,
así queda la imagen profunda
de la tierra de la paz profunda.
Arboles oscuros de troncos retorcidos,
elevadas montañas una tras otra
de las que no se ve sino el perfil
difuminado por un mar de niebla.
Un hombre de larga barba blanca
sube por un escarpado camino,
un hombre joven lo acompaña a pie:
se ven y no se ven, están y no están.
Son Lao Tse y el muchacho
que conducía el buey en el que iba.

28
SI LA POESÍA

Si la poesía sólo fuera un turbio espejo


para mirarse uno mismo,
si fuera una ingeniosa celada,
y no una iluminación,
si fuera un soso ejercicio de palabras sonoras
y malabares verbales,
ruidos ridículos sobre hondísimos vacíos
que no dejan oir el silencio,
no valdría la pena
y no le diría nada a nadie.
La poesía es la verdad y está ahí,
en todas partes,
en todo tiempo, escondida,
y el oficio y placer del poeta
es despojarla de sus mil disfraces
y encerrarla entre unas palabras
de las que escapa casi siempre,
elusiva, escogiendo el momento
de sus fugaces apariciones
en los momentos menos pensados.

29
EL JOVEN BANQUERO

Aquel banquero mesurado


de gastados pantalones,
labios finamente delineados
y prematura calvicie,
a quien su médico en la guerra
le prohibió escribir prosa
por seis meses, no fuera a morirse
de un ataque de melancolía
—¡Oh, Dios, qué delicado
para sólo tener veintiséis años!—,
descubrió entonces el infierno
y que los condenados llevaban
sombrero hongo, paraguas
y chaleco, como él, y vio
las ninfas en el Támesis
donde oyó Blake los gritos
de putas quinceañeras.
Pesadillas, temores, obsesiones
hicieron adusta su cara,
lo paralizaban imaginarios males
y preocupaciones del todo literarias.
Era muy ducho en parodias
y en textos publicitarios
y se preciaba de su gran humor
aquel joven conservador,
aristócrata del Nuevo Mundo

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a la conquista del Viejo,
que se hizo monarquista,
miembro de la iglesia de Inglaterra
—papista y antisemita vergonzante—,
gran lector de sus versos,
teatrero metafísico
y consumado bebedor de té,
y que tenía una esposa bastante ida
que le tiraba las mangas
para llamarle la atención
cuando estaban con gente,
y le cerraba la puerta en las narices
a sus frustrados admiradores,
preguntándose furiosa entre dientes:
¿Por qué vienen a ver a mi marido
y nadie quiere hablar conmigo,
su musa, su bien y su castigo?

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CABALLERO DE LA PALABRA

Ha muerto un amigo que no llegué a conocer,


un maestro que vi una vez en un cuarto de hotel,
melancólico, sereno, imperturbable
ante las burdas amenazas de un poeta fascista
que blandía ante sus ojos un bastón
y enfático cantaba alabanzas de un tirano.
Era la pasión ciega contra la sabiduría
la pugna del fanatismo contra la tolerancia.
Había él recorrido secretos vericuetos
del laberinto de la historia y el tiempo
llevado por el hilo de luz de la poesía.
En medio de las brumas exteriores
lo iluminaban las voces del pasado;
curioso buscador de vasta memoria
era feliz habitante de épocas lejanas,
y estaba allí en ese cuarto de hotel,
doblado sobre su bastón, sobre sí mismo
—recordé el Bartleby de Melville, que tradujo—,
absorto en el ámbito de su mundo interior,
vidente bardo, insomne poeta del futuro.
Ha muerto y no ha muerto el memorioso
que me ha acompañado tantas horas
y que me ha enseñado tantas cosas.
Su vida real empieza ahora, caballero
de la palabra, cronista de la imaginación
que poblaba sus noches fantásticas de ciego.

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Héroe de nuestro tiempo, nos muestra senderos
para salir del laberinto del tiempo y el espacio,
y la forma de ver lo real en la caverna de Platón:
maestro, sabio y bondadoso guía, ¡Borges!

33
FÓSIL
Los locos viejos son más locos que los jóvenes locos.
—La Rochefoucauld

Se siente observado y esto lo paraliza,


hace lo que no quiere hacer,
es un actor ante un público ciego
en una creación individual
—la obra de su vida,
un teatro de cámara
para multitudes invisibles,
no música,
ni siquiera gritos,
sino los ruidos
de un atado de defectos
que hizo pasar por virtudes.
Pero un hombre de abrigo negro lo acechaba,
había gorilas enormes en la sombra
y un pájaro siniestro volaba por los aires
persiguiendo a un cupido rosado.
Casi siempre las virtudes
son sólo disfraces de los vicios:
he aquí a un pensador del Siglo de las Luces
abriéndose paso, difícil, en el nuestro.

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MONÓLOGO EN LA ORILLA

Mi manera de mirar el mundo


tiene mucho de particular
y bastante de general,
la manera como me mira el mundo
es menos descriptible con palabras,
sin embargo, héme aquí en él
a pesar de la turbia bola de cristal,
de las cartas adversas
y de las líneas truncas de mi mano,
resguardado del viento y la marea
por ahora, porque, ¿cómo me mido
yo con este aburrido mar lleno de peces?
Me quejo, sí, me quejo, pero no por mí solo
sino por lo que tengo de todos en mí mismo,
por el hambre que no he sufrido,
por la plaga que no me ha visitado
y por esta manía de hablar a solas
como si estuviera acompañado.
Bastante ridículo este asunto
de andar explorándome a mí mismo
como si fuera terra incógnita
y ese toparse con frecuencia
con monstruos prehistóricos
donde todo es historia a corta data.

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SOLILOQUIO

Nadie ve por la ventana


las galaxias de blando plumaje.
Ahora bien, ¿depende esto
de las ventanas o de la gente
que mira por ellas,
ese asomarse a una ventana
por la nunca se ve
ni una sola galaxia,
ni siquiera una de ralo plumaje?
Si todo dependiera de mí
tomaría medidas ipso facto,
pero, ¿qué tuerto voy a remendar,
aquí sobre las rocas
mirando el mar donde mi barco
naufraga, tragado por las olas?
Una constante histórica:
mirar en la costa naufragar
el barco en que uno viaja
y ya no quedarle nada a uno por decir,
pero seguir diciendo cosas
como si nada fuera, y presentir
que siempre habrá con quién sentarse,
aún cuando sea con un anciano
que se tambalea en un cuarto oscuro
lleno de trapos y recuerdos,
murmurando cosas que nadie entiende

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ante una puerta que no se abre,
una puerta al futuro, clausurada.

37
DUDA

El hueco en la puerta
no fue obra del portero ni del tiempo,
lo hizo tal vez el árbol
para que pudiéramos ver sus últimas hojas,
y es que la producción
ha bajado lamentablemente
en los últimos días.
Los pájaros y los animales del campo
gimen como si fueran bebés
porque nos hemos perdido
en el salón de las escaleras mecánicas,
y hemos buscado durante muchas horas
el arroyo de donde sacábamos renacuajos
para meterlos en frascos de vidrio,
hemos extrañado los ejes de las carrozas
y no reconocemos nada,
nuestra salud flaquea,
el anacronismo nos asedia,
de ahí que hayamos podido confundirnos,
pensar que no estábamos aquí,
sino allá, en otra parte, en otro tiempo.

38
LA ESPERANZA

Te dijeron, me dijeron, nos dijeron a todos


que la esperanza es buena y el futuro mejor
pero el futuro ya ha tenido lugar,
lo hemos visto pasar
como un automóvil a gran velocidad
desde un banco donde estamos sentados
ni dormidos del todo ni despiertos,
y que en la medida
en que hemos podido advertirlo
apenas nos pareció más rápido
que el modelo anterior, pero menos silencioso,
aunque de todos modos no estando en él
ni con la más remota posibilidad de ensayarlo,
nos ha dejado tal y cual,
entre dormidos, entre despiertos,
digiriendo distancias imaginarias
más allá de la esquina hacia la que miramos
con la hermosa esperanza en los ojos.

39
BREVE NARRACIÓN
RECORRIENDO
ALGÚN PASADO

Habíamos perdido la brújula,


de ahí que camináramos más o menos sin rumbo
por campos nada idílicos,
baldíos cubiertos de basura
y unos paupérrimos árboles raquíticos
que no vale la pena ni nombrar.
Y yo no veía con buenos ojos
—siempre he sufrido de la vista—
los juegos sangrientos que nos esperaban
y el atardecer negro que se nos venía encima.
Además, no llevábamos provisiones
y andábamos en círculo,
o el camino parecía interminable,
y la falta de plumas no nos hacía más atractivos
ni nuestra blanca desnudez, ni nuestro silencio
o el recuerdo de las camas luctuosas
en las que se fueron quedando dormidos
nuestros primeros años,
cuando se desmayaban de hambre
nuestras afinidades electivas
entre sábanas manchadas
y mantas y grises almohadas.

40
LA NATURALEZA DEL INDAGAR

Hagan sus preguntas ordenadamente,


recuerden que todas las respuestas pueden ser falsas:
si hubiera desorden en esto se podría pensar
que alguna tiene fundamento,
dijo, enigmático, el profesor de estrategia teológica.
Y prosiguió: Ahora díganme,
¿qué tiene la lógica que ver con todo esto?
Yo lo he sido —lógico— durante muchos años
y llevo por ello numerosas marcas en el alma
y señales identificables y netas en el cuerpo,
inconfundibles, por eso es que tal vez no pueda
responder a sus preguntas con otras preguntas,
porque el que contesta con seguridad
no sabe nada sobre la naturaleza del indagar,
y puede que estas cosas no sean,
después de todo, las mismas que pensé,
sino otras, otras nuevas que se les parecen,
porque es difícil con mucha frecuencia
determinar con exactitud la esencia de los fenómenos,
el hecho es que nos repetimos y que nos repiten,
que la investigación policíaca todavía está en pañales
y que a esta ciencia
que debería ser la ciencia de las ciencias
como antes lo fuera la teología,
habría que darle la importancia que se merece:
todo el mundo debería tomar cursos intensivos,

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aportar nuevas ideas,
todos a investigar a los investigadores,
todos perfectamente transparentes,
y del todo opacos.

42
DÈJA VU

Después de todo, queda algo,


o más: una sombra que no se esfuma,
una huella que no se borra,
la imagen en el vacío
que sigue a la ilusoria plenitud
a horrores imaginados o vividos;
la inexistencia en medio de la vida.
Es que en el futuro
está el pasado y en el pasado
se pudre el porvenir.
Basura nada más que basura.
Hablas en la oficina
y es como si no dijeras las palabras,
las palabras también están sucias,
te dices, y te revelan, te parece,
relaciones no naturales.
Y ves, sólo tú ves la imagen de tu momento,
y borras la información, te tiembla el foco.
Luego buscas y no encuentras,
y después de la búsqueda
viene la expedición al ocaso
para acabar en la pira funeraria universal
apagada por el sucio oleaje de la historia,
un viento nada más, que te congela.

43
UNA AVENTURA

Acordamos que la prisión


no estaba a la altura
de nuestras expectativas masoquistas.
Los barrotes, pintados de rojo y azul,
parecían más bien las barras
de una cuna o jaula,
la alimentación era cotidiana
y no era mala, pero sin sal.
Los guardianes conocían
todos nuestros secretos
porque nos entregaban el correo
después de leerlo cuidadosamente,
y nos ponían temas de conversación
muy constructivos
o nos hacían preguntas del catecismo:
todo tenía un cariz de finca de recreo
para niños huérfanos o ancianos desvalidos.
Pero sufríamos de insomnio
y se usaba un elixir para el aliento
distribuido por las autoridades carcelarias
de olfato delicado y excelentes modales.
Y cuando de alguna manera quedamos libres
nos hallamos de repente
ante un nutrido grupo de mayas
dedicado a la construcción
de una gran pirámide escalonada,

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pero no pudimos ayudarlos en su labor
ni tuvimos manera de comunicarnos con ellos
—no sabíamos maya y ellos no hablaban español—
hasta que una bella mujer oscura
de ojos profundos y largos cabellos negros
nos mostró su cuerpo sudoroso
y se nos fue entregando, uno por uno.

45
EL MISMO DRAMA

A los criminales sólo les faltaban las alas,


los asesinos eran pobres víctimas
de la justicia divina, que repartía
los bienes y los males de acuerdo
a una ley inescrutable, indiscutible.
No había en su magín sino un mandamiento
y una luz cierta iluminaba sus pasos firmes
en el fragoroso sendero de la vida.
Era un juez que hacía justicia con prudencia,
sabía que hay luz y sombra en todo ser
nacido del macho y de la hembra,
que el bien y el mal se disputan al hombre,
que hasta las bestias más feroces
tienen momentos de ternura
y que no todo es como en el bolero de Ravel,
aunque parezca que todo se repite casi igual
y se confundan los muchos hombres y mujeres
al hacer los mismos papeles en el mismo drama.

46
PRUEBA ALQUÍMICA

Varios son los pasos para ser brasa


que nunca se extingue,
antorcha que jamás se apaga,
faro que perdura en la tormenta.
Calcinación primero a fuego altísimo
—el duro aprendizaje del oficio—
sublimación después —difícil paso—
disolución entonces, y algo más:
todo es materia y todo se disuelve
y todo lo líquido y volátil
vuelve a ser sólido. Es la doble espiral,
las dos serpientes y los dos dragones,
así que el remanente se coagula y se tintura,
azufre en el mercurio, lluvia en la tierra,
espíritu en el barro primigenio.
Resuelto está el enigma, he aquí la piedra filosofal,
la droga del olvido, la fuente de la eterna juventud:
olvidar entonces el proceso,
vivir en el futuro de la aleación perfecta.

47
LO QUE CONTÓ SOBRE EL PASADO
CIERTO HOMBRE DEL FUTURO

Y Lilith, la bestia uraña


que habitaba en el desierto
se apoderó del mundo,
hizo de todos los hombres
sus hijos,
los hizo esconderse en sus casas,
los hizo taparse las caras
y llevar una máscara sonriente,
los obligó a hacer cuentas
y a calcular su vida,
a computar su muerte,
a venderse y comprarse.
Vivirán sin su pasado, dijo,
y no volvió a pasar un solo automóvil
por las autopistas bien iluminadas
que quedaron de pronto en tinieblas
y fueron invadidas por perros
que aullaban como lobos,
mientras en sus pantallas
veían las últimas imágenes
—imágenes ellos—
los últimos hombres del pasado,
que destruyeron el mundo,
por olvidarlo.

48
LA UNIDAD

Cada uno es Adán


y es el último hombre,
cada uno vivió en el paraíso
y vive su propio apocalipsis,
muere bajo los cascos
de los cuatro caballos,
oye los quejidos
y los lamentos,
pero no resucita:
el fin está en su cuerpo
como estuvo el principio.

49
DANZA CÓSMICA

El sol, la luna, la tierra, los astros y el cielo,


las cosas que siempre se ven,
los únicos dioses de los antepasados;
pocos dirían sabihondos los filósofos
sin pensar que en la tierra está todo,
las montañas, el mar, los árboles, la amada,
y todos los hombres que en el mundo han sido
los fantasmas intrusos de los que fueron
y el anuncio invisible de los que serán.
¿Y los astros? Los incontables astros,
los que se ven y los que vemos millones
de años después de muertos. ¿Y el vacío?
Al vasto espacio en el que están los astros
no lo vemos, pero sin él, ¿qué habría?
La separación del otro y de lo otro
es necesaria para la vida y para ser,
pero todo se mueve al unísono,
en una danza silenciosa, cósmica,
de los dioses en que creían los antepasados
que ya en la tierra, torpes y brutos
como nosotros, se mataban los unos a los otros.

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EL OTRO

El otro, sin embargo,


ha crecido en el cerco
de nuestros propios días,
ha presenciado la diaria
sucesión de nuestras muertes
y atendido a otros tantos sepelios
de tercera. ¿Cómo hacerlo
a un lado? ¿En quién otro
comprobar que mañana
seguiremos siendo el mismo?

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NO, NO ES UNA FLOR

No, no es una flor,


ni un jardín imaginario
lo que yo he cultivado.
De hecho, no he cultivado nada,
ni siquiera a mí mismo,
apenas he arrancado
unas hojas de hierba amarillenta,
nada bello, ni sabio,
apenas unas hojas marchitas,
nada puro, ni cierto,
apenas unas hojas
que se lleva el viento…

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EL FILÓSOFO

¿Está el filósofo en la foto


en blanco y negro
contra un fondo de árboles
con grandes flores blancas,
o bajo un cielo poblado
de enormes estrellas?
¿Y está él iluminado,
muy blanca su camisa
y su mata de pelo,
por el sol, o bajo la luz,
muy blanca, de la luna?
¿Y qué esta explicando
con esa mano fuerte, levantada?
¿Acaso que la realidad
tiene dos explicaciones
pero es una misma realidad?
Pues solo la foto, y él la explica
sin darse cuenta
—su trabajo es explicar
incansablemente
el ser y el mundo—
nos demuestra
que la luz de la luna
es la misma —reflejada—
luz del sol, que la ilumina.

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IMPRESIÓN

Me parece a veces que no estoy, ni soy,


y desde que se me olvida casi todo
el mundo es como nuevo cada día
y las cosas se me hacen de lo más extrañas.
El asiento donde me siento siempre
parece despedirme despectivo,
y las montañas mueven caprichosas
los pliegues de sus faldas
y ensayan sombreros nebulosos,
pero esto, lo sé, es cosa de la ilusión,
aquí nada cambia, es lo terrible:
la monotonía espantosa de mis días
que uno tras otro son la muerte
—que no la vida que siempre se renueva—
sin que pueda hacer o decir algo,
testigo mudo del naufragio inevitable de los días
y del paseo de triunfo de la muerte
en la arena ensangrentada de este circo.

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EL HOMBRE SIN CABEZA

Cuando perdió el ojo izquierdo


miró con el derecho,
cuando perdió el uso de su mano derecha
aprendió a usar la izquierda,
cuando tuvo un accidente
y sus piernas quedaron trituradas
caminó con muletas,
cuando perdió el brazo izquierdo
siguió caminando en muletas
apoyándolas en lo que le quedaba
de miembros superiores,
y cuando le cortaron la cabeza
siguió muy majo con el resto de cuerpo:
era el famoso hombre sin cabeza.

55
EL TESTIGO

Alternan las risas y las lágrimas


y los personajes son de carne y hueso,
no sé si más de hueso que de carne,
solo sé que aquí termina la novela,
la larga historia intrincada y
demasiado larga, pero efímera,
como ondas en un lago tranquilo,
como nubes haciéndose y deshaciéndose,
sobre ídolos de barro
que se deslíen espesos bajo la lluvia,
y en la fría penumbra donde me escondo
me encuentran los esbirros del régimen,
y me acuesto a dormir,
nadie me persigue, me doy cuenta,
y no canto, callo,
silencioso testigo.

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EL HOMBRE QUE
NO VEÍA FUTURO

No veía futuro.
El mundo estaba cada vez peor,
se desmembraba.
No quedaban sino las religiones,
estúpidas y simplistas,
y los negociantes,
y los militares.
Todo dependía de ellos.
Reinaba el odio.
Las causas buenas
se basaban en la podredumbre.
La gente rezaba demasiado
para estar en contacto con el cosmos
y olvidar a la demás gente.
Para salvarse, ¡como si pudieran
evitar la muerte!
Este es el momento
en que solo importa la idea.
La idea que hay que imponer:
un dios particular de cada cual.
Además, Dios y Satanás
están en el cielo
hablando de sus cosas,
del bien y del mal
y todo lo demás,

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todo el maldito tiempo,
y les importa un bledo
lo que hagamos
o dejemos de hacer.

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UN HOMBRE DESESPERADO

“Hay algo, se dice, que me espera


en la noche:
una incógnita,
una pregunta sin respuesta,
un laberinto sin salida,
y hay tantas preguntas
sin respuestas
y tantos laberintos
sin salida;
hay tantas cabezas rotas
como piedras en el camino
que he tomado…
y todo lo demás
es solo una esperanza”.

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LO NUEVO

Un grito
que no provenga del sufrimiento,
una mano
que no se apodere de las cosas,
que las acaricie como un amante
que siente que al palpar lo peor de su amada
palpa lo más bello,
lo incomparable,
lo único,
una mano que no acuse,
una mano que no mate,
una mano que comprenda
más que la cabeza,
ese cráneo ridículo,
tan frágil,
que esconde unos sesos deliciosos:
el máximo placer del antropófago.

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ORACIÓN

Dame unos minutos,


aunque necesitaría unos cuantos siglos
para deshacer todo lo hecho,
no dejes que piense los negros pensamientos
de todo nuevo día, haz que mi sueño
sea de verdad una pequeña muerte,
haz que mi sombra se adelante a mi cuerpo
y lo envuelva en una deliciosa oscuridad,
permíteme salir de este encierro
al que me he condenado yo mismo,
atácame con 5,000 flechas envenenadas,
deja que el bufón se ponga la máscara
de la tragedia, baja el telón,
la función se ha acabado,
y sólo queda una espectador
aterido de frío y con la mente en blanco.
No deja, sin embargo, que me roben la luz,
y no me quites, después de todo,
la tristeza de cada despertar.

61
LECTURA
para Jorge Bustamante

Caen las palabras del poeta de la estepa


como gotas de lluvia,
como semillas,
y brota la poesía
que va por las calles
en los ojos de anónimas personas
que no volveremos a ver,
y entonces el árbol es un bosque
y en sus ramas
cantan los pájaros sin cesar,
y bajo ellas
un violinista toca
canciones melancólicas
llenas de alegría.

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CHINERÍA

Formas pequeñas, imprecisas,


la poesía de lo incompleto,
nubes ocultan la mayor parte del paisaje
pero el paisaje esta ahí.
Pintar las nubes, la niebla,
lo que sabemos que está ahí pero no se ve,
así queda la imagen profunda
de la tierra de la paz profunda,
Árboles oscuros de troncos retorcidos,
elevadas montañas una tras otra
de las que no se ve sino el perfil
difuminado por un mar de niebla.
Un hombre de larga barba blanca
sube por un escarpado camino.
Un hombre joven lo acompaña a pie:
se ven y no se ven, están y no están,
es el vacío en el que cabe todo.

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LA VIDA DE LOS OTROS

La vida de los otros


es olvido de la nuestra,
las mismas cosas,
trabajo, ansia, sueños
por las que hemos pasado
indiferentes,
como ellos, los vivos
los muertos y los que van a ser.
Vivieron, vivimos, vivirán
la misma secuencia
por la que pasamos
al nacer, crecer y morir.
Sin embargo, la vida de un hombre
es su vida de él
no de la humanidad,
y yo me agacho,
pongo el oído en la tierra
y escucho largamente
el eco de un estruendo enorme
que se acerca cada vez más,
que viene hacia mí,
temblando aquí, con miedo,
como las ratas que presienten
los terremotos en la China.

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