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La ética es el conjunto de normas que vienen del interior, son normas personales,
mientras que la moral reúne aquellas normas impuestas por la sociedad, las
tradiciones, religiones y costumbres.
La ciencia y la tecnología no son ajenas a la ética. Aunque si bien es cierto que
ambos campos han hecho grandes aportes en beneficio de la sociedad, lo cierto
es que muchas veces terminan siendo poco éticos.
Y no se trata de que la ciencia y la tecnología sean perjudiciales por sí mismas,
porque no es así. El mundo es consciente de que los avances de la ciencia y la
tecnología han mejorado enormemente la vida de las personas.
Entonces, ¿pueden la ciencia y la tecnología ser inmorales y poco éticas? En
principio no. Al menos según Einstein, Poincaré y Russell, quienes han sostenido
que la ciencia no formula juicios de valor desde un punto de vista moral o ético, ya
que solo se limita a informar sobre hechos. La misma concepción podría aplicarse
a la tecnología.
Una primera cuestión implica las exigencias éticas del investigador en su relación
de trabajo con otros científicos y sus colaboradores:
Límites en los fines: son los resultados que puede tener una investigación si el
científico se mete mucho en su tema, es decir nunca se debe pasar de su
horizonte de la investigación porque eso puede afectar a la sociedad.
Está claro que una investigación que tenga como objetivo destruir vidas humanas
debe quedar totalmente fuera de nuestro horizonte. Por ejemplo: lo que se hizo en
la Alemania nazi, donde se veían qué gases y qué métodos eran más adecuados
para los asesinatos de masas. Y es algo que se sigue realizando cuando se
buscan maneras más o menos refinadas para el aborto, el infanticidio, la
eliminación de ancianos o de personas enfermas, la construcción de “eficaces”
armas de exterminio.