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ISSN: 0329-5885
anuario@psi.uba.ar
Universidad de Buenos Aires
Argentina
Zaldúa, Graciela; Bottinelli, María Marcela; Pawlowicz, María Pía; Nabergoi, Mariela;
Longo, Roxana; Lenta, María Malena; Pequeño, David; Moschella, Romina; Bavio, Belén;
Sopransi, María Belén
NARRATIVAS ADOLESCENTES EN CONTEXTOS CRÍTICOS
Anuario de Investigaciones, vol. XVI, 2009, pp. 305-315
Universidad de Buenos Aires
Buenos Aires, Argentina
NARRATIVAS ADOLESCENTES
EN CONTEXTOS CRÍTICOS
ADOLESCENTS NARRATIVES IN CRITICAL CONTEXTS
Zaldúa, Graciela1; Bottinelli, María Marcela2; Pawlowicz, María Pía3; Nabergoi, Mariela4; Longo, Roxana5;
Lenta, María Malena6; Pequeño, David7; Moschella, Romina8; Bavio, Belén9; Sopransi, María Belén10
RESUMEN ABSTRACT
Este proyecto explora representaciones y prácticas sub- This project explores representations and subjectifying
jetivantes de adolescentes en contextos de vulnerabili- practices of adolescents in contexts of vulnerability, at-
dad, asistentes a escuelas de la Zona de Acción Priori- tending schools in Priority Action Area (Education) and
taria (de Educación) y en situación de calle en el Sur de in street situation in the south of Buenos Aires City. From
la CABA. Desde la perspectiva de la Psicología Social the perspective of Community Social Psychology we
Comunitaria pretendemos promover espacios de subje- aim to promote opportunities for subjectivation, social
tivación, lazo social y ciudadanía, en territorios de vul- bonds and citizenship in territories of social vulnerability,
nerabilidad social, precariedad y fragilidad de las exis- precariousness and fragility of existences.
tencias. Through group devices, interviews and participant ob-
Mediante dispositivos grupales, entrevistas y observa- servations with adolescents, teachers, authorities and
ciones participantes con adolescentes, docentes, direc- programme operators we reconstruct the narrative con-
tivos y operadores de programas reconstruimos el con- text in which they articulate conceptions of self, others
texto narrativo en que articulan concepciones de sí, de and future projections. Through content analysis, we
otros y proyecciones futuras. Mediante el análisis de categorize individual and collective emergents, interde-
contenido, categorizamos emergentes individuales y pendent with re‡ective and non-conscious processes
colectivos, en interdependencia de procesos re‡exivos that constitute the symbolic and social networks in which
y no concientes, constitutivos de la red simbólica y el they live. Naturalization of structural violence and teen-
entramado social en que viven. La naturalización de la age pregnancy emerged as analyzers of constructions
violencia estructural, intragrupal y el embarazo adoles- that need to be questioned, based on the enforceability
cente surgieron como analizadores de construcciones of rights and gender equity. We put forward the ques-
que requieren ser interpeladas, a partir de la exigibilidad tioning of the viability of public policies, intergenerational
de derechos y la equidad de género. Instalamos el inte- sustainability and support and care environments with
rrogante sobre la viabilidad de las políticas públicas y stakeholders, based on discourses and practices that
sociales, la sustentabilidad intergeneracional y los en- resist destructive ways that destabilize psychic organi-
tornos de sostén y cuidado con los actores sociales in- zation and ensure social expulsion.
volucrados, desde discursos y prácticas que resistan los
modos desubjetivantes que desestabilizan la organiza- Key words:
ción psíquica y favorecen la expulsión social. Narratives of adolescence - Social vulnerability - Social
policies - Community Social Psychology
Palabras clave:
Narrativas adolescentes - Vulnerabilidad social- Políti-
cas sociales - Psicología Social Comunitaria
1
Zaldúa, Graciela; Psicóloga. Profesora Titular de Psicología Preventiva y de Epidemiología, Facultad de Psicologia, UBA. Directora de Pro-
yecto UBACyT. E-mail: gzaldua@psi.uba.ar
2
Bottinelli, María Marcela; Lic. en Psicología. Especialista en Metodología de la Investigación. Codirectora de Proyecto UBACyT
3
Pawlowicz, María Pía; Lic. en Psicología. Magíster en Ciencias Sociales con mención en Salud. Investigadora UBACyT.
4
Nabergoi, Mariela; Lic. en Terapia Ocupacional. Investigadora UBACyT
5
Longo, Roxana; Lic. en Psicología. Investigadora UBACyT.
6
Lenta, María Malena; Lic. en Psicología. Becaria UBACyT.
7
Pequeño, David; Prof. de Filosofía. Investigador UBACyT.
8
Moschella, Romina; idem 5
9
Bavio, Belén; idem 5
10
Sopransi, María Belén: idem 6
bre sí y de los otros, se tensan ante las representaciones, tuales del individuo en la perspectiva de la conflguración
certezas e interrogantes que los adultos y la sociedad del campo de las situaciones vitales bajo el prisma críti-
ofertan, y que requieren su urgente deconstrucción. co-re‡exivo-creativo de su acción en las diferentes esfe-
Por su parte, la producción de subjetividad incluye todos ras de la vida social (Hernández, 2006).
aquellos aspectos que hacen a la construcción social Pero, si nos referimos al proyecto de vida, no debemos
del sujeto, en términos de producción y reproducción dejar de lado un problema esencial que se relaciona con
ideológica y de articulación con las variables sociales la necesidad de articular el reconocimiento de la dife-
que lo inscriben en un tiempo y espacio particulares rencia de los sexos, con el de la igualdad de hombres y
desde el punto de vista de la historia política (Bleichmar, mujeres en tanto miembros del género humano. Diver-
1999). Es por ello, que nos parece pertinente pensar la sos estudios etnográflcos demuestran que en todas las
in‡uencia y las formas de subjetivación específlcas en sociedades conocidas el principio masculino es el que
los jóvenes que comparten no sólo contextos de vulne- se generaliza, valora e identiflca con lo humano, que-
rabilidad y exclusión, sino también ritos y prácticas coti- dando el femenino en un lugar subordinado. Mientras es
dianas. Si pensamos en las condiciones de vida ya ex- el hombre quien aparece como sujeto, la mujer queda
plicitadas, es importante analizar la cotidianidad de relegada al papel de lo otro de la masculinidad, de la
estos jóvenes como modos desubjetivantes (Duschatzky humanidad. A partir de la capacidad biológica de las
& Corea, 2002) de habitar los vínculos. En este escena- mujeres, de la reproducción, se instaura un deber ser,
rio, “cualquier sistema de referencias que se arme con- una norma, una signiflcación particular diferente a la
lleva la oportunidad de un proceso subjetivante” (op. posibilidad de situar la maternidad en relación a la di-
cit.:74). El proyecto de vida en tanto imagen desaflante mensión singular del deseo. Aunque el deseo de hijo se
a la realidad cotidiana puede ser también un terreno presente con frecuencia como una elección consciente,
subjetivante; sobre todo si pensamos que estos jóvenes relativa a los ideales sociales y familiares de cada suje-
han crecido construyendo lazos más basados en “el to, este proyecto de vida se encuentra dotado de signifl-
aguante” y la fraternidad entre pares que hacia las insti- caciones inconscientes que tendrán efectos en el niño
tuciones tradicionales (familia, escuela, etc.). por nacer (Tubert, s/f).
El afrontamiento de situaciones que exigen altas cuotas Las representaciones sociales ligadas al proyecto, nos
de implicación puede ser ocasión de decisión y de res- plantean un horizonte y concepciones de sí y del mundo.
ponsabilidad, y oportunidad de subjetivación. Los aspectos ideológicos ligados a las representaciones
Si bien pueden ser signiflcadas como “situaciones lími- son aflrmados por Jodelet (1993), al señalar que la elabo-
te”, no dejan de ser rasgos singulares que se muestran ración de las representaciones sociales moviliza compo-
en escenarios que devienen de un orden social des- nentes del posicionamiento ante el mundo, vinculado a
igual. El fenómeno de las adolescentes madres y ado- las circunstancias sociales en que son elaboradas.
lescentes embarazadas, se presenta como un desvío La imposición de un marco de vulnerabilidad y precarie-
del modelo hegemónico de adolescente socialmente dad imprime en los sujetos un modo de ver las cosas
construido, esperado en las instituciones escolares que no pueden evadirse. Se desconoce el origen y la
(Fainsod, 2006: 50). función social de las propias creencias, aunque éstas
Contraria a la anterior transmisión generacional de valo- determinen el comportamiento respecto a los fenóme-
res y límites, se produce cada vez más una transmisión nos sociales. La fuerza de las representaciones socia-
entre pares intrageneracional, constituyendo subjetivi- les se encuentra en lo implícito y en el desconocimiento
dades en ese territorio simbólico determinado: el de los del sujeto de su existencia. Cuando menos conciente
pares. En el escenario actual, se tiende a romper con la sea el sujeto, más poderosas son las representaciones
temporalidad lineal. Las prácticas cotidianas y sus co- sociales (Moscovici, 1984). Siguiendo a Marková (1996)
rrelatos simbólicos son frágiles e intransferibles a otras los sujetos pueden encontrase divididos entre dos pro-
situaciones, es decir, se desarrollan bajo el paradigma cesos. Por un lado, los procesos de educación y de
de la inmediatez. Al mismo tiempo, otras lecturas redu- exploración científlca que alientan el pensamiento cien-
cen los procesos y cambios de la adolescencia a los tíflco y la expresión de los conceptos. Por otro, la estruc-
aspectos intrapsíquicos descuidando la complejidad del tura del conocimiento socialmente compartido y tácito
tránsito por ese momento de la vida que no sólo es sub- acerca de los tabúes, que desalienta el pensamiento in-
jetivo, sino que es intersubjetivo, socio-cultural, histórico dependiente y alienta la circulación de ideas relativa-
y político. Los adolescentes viven en condiciones mate- mente estabilizadas y explícitas. La misma autora des-
riales concretas y sus subjetividades se constituyen en alienta la división rígida entre conocimientos científlcos,
el entramado de posibilidades y límites socioeconómi- educación y representaciones sociales. Sin embargo,
cos reales. incorpora las diversas dicotomías que considera empe-
El desarrollo integral de los proyectos de vida supone, ños complementarios desde el punto de vista epistemo-
efectivamente, la interrelación de los aspectos físicos, lógico de las teorías socioculturales del conocimiento y
emocionales, intelectuales, sociales, subjetivos y espiri- de las representaciones sociales: individual-social; ex-
nía del Conurbano Bonaerense (Naddeo, 2007; Informe las voces de sus protagonistas: los chicos y los maes-
DGNyA, 2008) y ya había tenido algún tipo de encuen- tros y operadores.
tro con programas de atención en calle e instituciones
de alojamiento transitorio o encierro. PROGRAMA DE ZONAS DE ACCIÓN PRIORITARIA
Sin embargo, lejos de alcanzar una perspectiva de sali- (ZAP)
da de la calle, en la mayoría de los casos, las historias Las estrategias para frenar el desgranamiento escolar y
refleren una tendencia hacia la croniflcación y naturali- la estigmatización fueron diversas y en este trabajo to-
zación de la deprivación. Las actividades de subsisten- maremos una: el programa ZAP. Actualmente algunas
cia como el cartoneo, el mendigueo y el robo se combi- escuelas de la CABA están enmarcadas dentro de los
nan y orientan progresivamente hacia una lógica de que se denomina (ZAP) Zonas de Acción Prioritaria. El
consumo de sustancias psicoactivas -fundamentalmen- Programa ZAP2 de la Secretaría de Educación surgió en
te tolueno, marihuana y pasta base de cocaína-. 1996 con el objetivo de atender las consecuencias en el
plano educativo de las desigualdades sociales, econó-
POLÍTICAS PÚBLICAS DE NIÑEZ Y ADOLESCENCIA micas y culturales que afectan a un amplio sector de la
La exigencia de políticas públicas para dar respuesta a población de la Ciudad de Buenos Aires. Desde sus
las desigualdades sociales planteó la necesidad de in- inicios, se propuso disminuir la problemática del fracaso
tervenciones que posibilitarán la inclusión social y la escolar, considerando que no era sólo un problema ex-
recuperación de la dignidad de los sectores afectados clusivo de la escuela, sino el síntoma de una dinámica
por la crisis. Se reformularon políticas sociales con im- social compleja en la que también intervienen la vida
perativos ético-políticos de generar condiciones para la social y cultural, la salud, la participación ciudadana, el
realización de la vida digna, la justicia social y la sus- trabajo y la vivienda. El punto de partida, según la letra
tentabilidad intergeneracional. La Ley Nacional de programa, es el reconocimiento del Derecho a la
26.061 de Protección Integral de los Derechos de las Educación inherente a todos los niños.
Niñas, Niños y Adolescentes plantea un cambio de abor- Ante la alta repitencia de alumnos de primer ciclo y las
daje en las intervenciones del Estado. La coacción fren- diflcultades en la enseñanza de la lectura y escritura,
te al peligro moral y/o material y la negligencia habilita- una de las estrategias planteadas fue la capacitación en
ban intervenciones coactivas sobre los niñas/niños y servicio. Para evitar la desatención de los docentes en
adolescentes1. Las políticas públicas y sociales que se las aulas frente a los alumnos, se contrató un segundo
aplican en la GCBA y que suponen una corresponden- maestro que complementa la tarea y el seguimiento del
cia con la Ley Nacional que apunta a la integralidad y la grupo, que tienen la flgura de tutor. El programa conjuga
corresponsabilidad se despliegan en diversas áreas. diversas modalidades educativas, promueve a través
Algunas veces con discontinuidades y fragmentación, de diversos proyectos la formación en artes, música,
otras con desflnanciamientos. Los programas de educa- plástica, comunicación, deporte.
ción y desarrollo social que analizamos tienen como
objetivo moderar los efectos de exclusión. Si bien en los PROGRAMAS DE LA DIRECCIÓN DE NIÑEZ
últimos años han incorporado una perspectiva de pro- Y ADOLESCENCIA DEL GCBA
tección integral de derechos de infancia y la adolescen- En la Ciudad de Buenos Aires existen programas dirigi-
cia, acorde a las normativas internacionales y locales, la dos a abordar a la población de infancia en situación de
segmentación y la discontinuidad en la implementación vulnerabilidad, dependientes de la Dirección de Niñez y
de las mismas han redundado en prácticas que no han Adolescencia del Ministerio de Desarrollo Social3. En los
alcanzado las metas propuestas de acceso universal a
derechos y capacidad de acción efectiva ante la amena-
2
za o vulneración de los mismos. Por lo tanto, es priorita- En el año 2000, participaron del Programa ZAP cinco distritos
escolares: los números 4°, 5°, 19°, 20° y 21° (La Boca, Barracas,
rio monitorear el cumplimiento de políticas activas y
Pompeya, Villa Soldati, Villa Lugano y Mataderos), dos regiones
programas que respondan al paradigma de la protec- de Educación Media, 174 instituciones educativas, 936 superviso-
ción integral. Nuestro aporte es el de indagar las parti- res, directores y docentes y 47 mil seiscientos setenta y dos alum-
cularidades de las intervenciones en la zona sur, desde nos. En el año 2001, se incorporaron otros ámbitos que comparten
las mismas necesidades: Retiro, Villa 31, Barrio Rivadavia 1 y 2,
1
El Sistema de Protección Integral de Derechos de niñas, niños y Barrio Mitre, Abasto y Once, entre otros.
3
adolescentes es un mecanismo que reúne a todos los organismos, En lo que respecta a la atención directa a la población de chicos
entidades y servicios que diseñan, planiflcan, coordinan, orientan, en situación de calle en la zona céntrica de la Ciudad, se cuentan
ejecutan y supervisan políticas públicas de gestión estatal o pri- al CAINA -centro de día-, al Equipo Móvil -equipo de operadores
vadas en el ámbito nacional, provincial, municipal destinados a de calle- y el sector ONGs que se ocupa del control de hogares de
la prevención, promoción, asistencia, protección, resguardo y res- tránsito y paradores conveniados. A nivel territorial, en los barrios
tablecimiento de los derechos. Asimismo, establece los medios a de la zona sur de la Ciudad funciona el área de Fortalecimiento
través de los cuales se asegura el efectivo goce de los principios, de vínculos familiares-territoriales e institucionales-familiares-terri-
derechos y garantías reconocidos por la Constitución Nacional, la toriales, tendientes a promover la desintitucionalización de niños,
CIDN y demás tratados de derechos humanos ratiflcados por el niñas y adolescentes y a fomentar la protección integral de los
Estado Argentino. derechos.
últimos años, a pesar de recoger la letra de la Ley 1144 lo social, lo ocupacional y la salud. Asimismo, se trabajó
local y del Sistema de Protección Integral de la Infancia en forma grupal con adolescentes en situación de calle,
en el orden nacional, el desmantelamiento de dispositi- de entre 12 y 17 años pertenecientes a dos “ranchadas”
vos junto con la tendencia a la focalización de la pobla- de la Zona Sur. Los participantes fueron 8 varones y 2
ción a la que se dirigen los programas así como su ter- mujeres. En dicho dispositivo se trabajó en la resignifl-
cerización incluso en la contratación de los profesionales, cación del territorio, los problemas cotidianos y los pro-
conflguran un escenario debilitado para las políticas de yectos sobre el futuro.
protección de la infancia. Las entrevistas a los adultos vinculados con los niños,
niñas y adolescentes se realizaron a docentes, tutores
METODOLOGÍA profesores y directivos de algunas escuelas de la ZAP y
Se trata de una investigación acción participativa (IAP), a operadores sociales de la Dirección General de Niñez
exploratoria-descriptiva. La IAP, como práctica alternati- y Adolescencia del GCBA.
va a las formas tradicionales de investigación, concibe a Los datos recolectados a través de las diferentes instan-
la investigación y la participación como momentos den- cias y herramientas se analizaron cualitativamente iden-
tro de un mismo proceso de producción de conocimien- tiflcando emergentes y categorías, tanto en sus concep-
tos. La investigación participativa debe analizarse como ciones presentes como futuras. Se respetaron en todos
un proceso de producción de conocimiento colectivo a los casos los principios éticos de confldencialidad, vo-
través del cual la comunidad identiflca y problematiza sus luntariedad y anonimato.
necesidades, problemas y demandas (Sirvent, 2003). La
complejidad de la realidad abordada requiere metodolo- RESULTADOS Y DISCUSIÓN
gías que permitan identiflcar y describir los diferentes El análisis de los grupos escolarizados de la ZAP mues-
niveles y perspectivas implícitas en su entramado a tra- tran una mayor presencia femenina, la misma puede
vés de formas más dinámicas de producir y desarrollar asociarse a un ingreso más temprano al mercado labo-
conocimientos y cambios, promoviendo espacios que ral o a otras estrategias de sobrevivencia que adoptan
faciliten el debate, la formación de consensos y la expli- los varones o a la presencia de guarderías que facilitan
citación de disensos y perspectivas (Minayo 2004). Es el cuidado de los niños en el espacio escolar. En este
así que trabajamos con integración de estrategias cuali sentido, se conflrma el sesgo de género de la retención/
y cuantitativas coparticipativas (en gestión asociada con abandono escolar a nivel nacional.
los participantes), co-construidas en cada caso y en Por el contrario los grupos de chicos en situación de
cada espacio (ética relacional local contextuada). Di- calle, que conviven en las ranchadas, están compues-
chas metodologías se oponen a las concepciones tradi- tos mayormente por varones. También es signiflcativa-
cionales jerárquicas de la producción de conocimiento y mente mayor en los varones el tiempo de permanencia
se presentan como metodologías desaflantes en más en calle5 (CDNNyA; 2006, DGNNyA, 2008). En esta
de un sentido. Por un lado, desafían las posiciones he- población de chicos/as en situación de calle, la reten-
gemónicas respecto de la producción de conocimiento, ción de las mujeres en el ámbito familiar, tiende a mos-
y por otro, se presentan como un desafío para los inves- trase también por el mayor nivel educativo alcanzado
tigadores que deben en cada caso trabajar conjunta- (mientras que entre los chicos de 12 a 15 años de edad
mente en dicha construcción respetando criterios de ri- el 68 % de los varones no alcanzó a terminar la educa-
gor metodológico en el trabajo realizado que respeten la ción básica, la cifra desciende al 58% en las mujeres
ética relacional. (Pojomovsky, 2008) en estudio sobre la población con-
Desde esta perspectiva, se trabajó triangulando: fuen- currente al CAINA).
tes de datos (adolescentes escolarizados y en situación
de calle; adultos vinculados a esos adolescentes - do- LAS MIRADAS SOBRE SÍ MISMO Y SOBRE ELLAS/
centes, directivos y operadores de programas), instru- ELLOS
mentos (observaciones, entrevistas semiestructuradas Las miradas sobre sí, permiten indagar sobre los proce-
y talleres grupales) y actores (jóvenes de ambos sexos, sos de permanencia y cambio identiflcatorio y sobre las
docentes, directivos y operadores sociales). oportunidades que les ofrecen desde el medio como
Para facilitar los procesos re‡exivos críticos se propu- matrices culturales, de valores e ideales históricamente
sieron instancias participativas como Talleres grupales instituidos. Al proponer elaborar proyectos presentes y
con adolescentes cuyas edades rondaban entre los 14 futuros, se posibilita re‡exionar sobre el registro de la
y 19 años. En dichos dispositivos se resigniflcaron las propia historia. El acceso simbólico al territorio del afue-
concepciones individuales y colectivas que aparecían
en el grupo alrededor de tres ejes del proyecto de vida: 5
Cerca del 70% de los jóvenes que habitaban en la calle era va-
rones de entre 13 y 17 años. Mientras que ellos salían del hogar
4
Ley 114 de Protección Integral de los Derechos de los niños, ni- entre los 10 y los 12 años (32.5%), las mujeres comenzaban a
ñas y adolescentes de la Ciudad de Buenos Aires, sancionada el hacer entre los 13 y los 15 años (37.5%) (CDNNyA; 2006, DGN-
03/12/1998. NyA, 2008).
ra requiere que lo extrafamiliar sea investido. saca de las tentaciones, y estamos casi convencidos
Aulagnier (1981) nos aporta la conceptualización de que realmente en una cadena de eslabones, de mu-
contrato narcisista para señalar que cada sujeto viene al chos sinsabores que tienen los chicos, el último lugar
mundo como portador y asegurador de una continuidad conflable es la escuela” (director de escuela media -
generacional y del conjunto social a que pertenece. El ZAP).
primer contrato emerge de los vínculos primarios e in- “En general, creo que es una preocupación discursiva
viste al sujeto antes de nacer, pero con los vínculos se- la de los chicos en calle. No molestan afuera de la villa.
cundarios se generan contratos que establecen relacio- Están acá. Decimos que más allá de la entrevista, hay
nes de cooperación, continuidad, complementariedad, que seguir el proceso, hablamos… el hospital para
producción, oposición. Esta instancia posibilitará el en- que los atienda…cuando quieren salir de calle… cuan-
cuentro con otros soportes identiflcatorios, que facilitan do se da el quiebre” (operadora social - DGNyA).
investir la grupalidad, el estudio, el cuidado, y también el
espacio de la intersubjetividad del nosotros/as. Nuestra TERRITORIOS DE LAS VIOLENCIAS
interrogación sobre la mirada de sí y de los anclajes La escuela como escenario situacional, aloja en su inte-
sociales nos encontró con ciertas estereotipias impues- rior evidencias de una violencia instituyente de la socia-
tas de los espacios familiar-social que muestran proyec- bilidad. Su depreciación como institución referente y los
ciones de familia o dependiendo de ellos, como padre o con‡ictos para deflnir límites aparecen como problemas
madre real o imaginado, re‡ejando una temprana pérdi- centrales para sus docentes.
da de ser hija/hijo. “Les cuesta respetar las normas de la escuela, pero
“Con mi marido y mi hijo, aparte me gustaría conser- como adultos nos cuesta poner reglas. Nos cuesta
var a mis amigas (…). A mi familia me gustaría cortar pensar cómo se consensúan las reglas. (…) Cuando
un pequeño cordón, que todavía no pude cortar” yo empecé a trabajar me llamó la atención esto, yo
(Adolescente mujer - 19 años - Estudiante ZAP). no podía entender que si los tratabas bien, ellos te
“Yo quisiera ser independiente, vivir solo o con al- trataban mal. Yo veía esta violencia hacia el adulto,
guien pero no alejarme de mi familia. Quisiera conse- me parecía que se daba porque si, verduguear al
guir buenos amigos y ser muy sincero” (Adolescente adulto porque si” (psicóloga - ZAP).
varón - 20 años - Estudiante ZAP). “La violencia de la familia dirigida hacia el alumno,
En los chicos en situación de calle la mirada sobre sí y violencia dentro de la escuela entre alumnos, entre
el tiempo se vuelven por momentos mortíferos. El vagar, varones y mujeres, mujeres y varones, mujeres y
como movimiento, se impone como forma de desalojar mujeres” (preceptora -ZAP).
el pensamiento desiderativo. Los actos adictivos, los Entretanto los chicos y chicas en situación de calle, lla-
accidentes o las múltiples violencias son expresados mado “flsuras”, ubican sus ranchadas justamente en la
como descarga o como forma de reencontrarse con el puerta de escuelas y centros de salud. La mirada indife-
cuerpo y con sí mismo. rente de quienes ya no los alojan refuerza la ruptura.
“Me gustaría estudiar, pero en la calle no se puede… “Es que hay un exposición y naturalización de las
es como que los días pasan, las horas pasan y no te ranchadas, madres con bebés… el consumo a cual-
das cuenta pero se pierde el tiempo sin hacer nada… quier hora, al lado de la escuela. Consumo más allá
Bah... joder, fumar base o jalar pero siempre es lo de la pasta base” (operadora social - DGNyA).
mismo… a mí me gustaría ir a la escuela pero no “Pibe chorro, fracaso escolar… el estigma aparece
puedo en la calle” (Adolescente varón en situación de como una fuerza o fortaleza para los pibes que rom-
calle, 17 años). pen con la familia y las instituciones del barrio” (ope-
En las miradas de los trabajadores de los programas de rador social - DGNyA).
educación y desarrollo social sobre los adolescentes, Cuando resigniflcamos estas narrativas a la luz de las
aparecen las narrativas que insisten en la necesidad de conceptualizaciones de violencia nos impone la posi-
continuidad de las intervenciones y apoyo psicosocial ción de un tercero como semejante; sin embargo cuan-
para convertirse en un soporte libidinal compensatorio do no están dadas las condiciones de límite y posibili-
de las pérdidas y abandonos. dad (como en los contextos de vulnerabilidad y expulsión
“Ellos piensan que están jugados, total los van a ma- social) dicho semejante no se conflgura como tal, con lo
tar a la vuelta de la esquina, para qué preocuparse, cual “si la ley no opera como principio de interpelación,
para qué si total. Está actitud al principio, hasta que tampoco opera la percepción de su transgresión” (Dus-
no hacen el enganche con la escuela permanece. chatzky y Corea, op. cit.:25). Desde esta perspectiva, la
Esta actitud se presenta muy claramente, una actitud violencia no es percibida como tal, en tanto no hay re-
de que no me importa nada, que todo me patina, has- gistro de un límite violado. Se trata, en cambio, de una
ta que se logran enganchar con la institución” (psicó- búsqueda brutal y desorientada del otro en condiciones
loga - ZAP). en que el otro no es percibido como un límite. En este
“Y bueno creo que la escuela los saca de la calle, los marco, y siguiendo a estas autoras, la palabra no sirve
como mediador, sino que es sustituida por la violencia adolescencia no es unívoca entre los adolescentes par-
materializada en los propios cuerpos y en cuatro formas ticipantes. Desde la perspectiva de las adolescentes
que forman parte de las condiciones bajo las cuales se escolarizadas, la posibilidad de proyectar un camino di-
han subjetivado los jóvenes: como estallido (en la es- verso a la maternidad se visibiliza en algunas de ellas en
cuela), como forma instituida (en los ritos), como com- relación a la proyección de sus deseos. Otras sostienen
ponente de acontecimiento (en las flestas) o como ma- el ideal tradicional de ser “madre-ama de casa-esposa”,
triz cotidiana (en la calle). De estas formas, la que para o posiciones intermedias que combinan e integran opcio-
efectos de este estudio nos parece más relevante es la nes y “destinos”. Se puede observar la diversidad de
última, esa que se forja en el día a día. En este sentido respuestas cuando responden ante la pregunta “¿cómo
estamos hablando de violencia como una relación, como te imaginás en cinco años?”:
algo que subyace, en palabras de las autoras violencia “No tener más hijos con el que tengo ya me alcanza.
como sustrato, diferenciándose de la violencia como Estar linda y no tener enfermedades” (mujer, 19
accidente o excepcionalidad. La violencia no sería con- años).
siderada tampoco un estado, sino una forma de sociali- “..yo me imagino siguiendo jodiendo con amigas,
dad, de relacionarse con otros. Este tipo de violencia, pero por ahí me cae un hijo” (mujer, 14 años).
surge en condiciones particulares de impotencia institu- “…no me imagino embarazada pero si viene el bebé
yente. Aquellas en las que como veníamos diciendo las antes, bienvenido sea” (mujer, 16 años).
instituciones principales han perdido su capacidad de “...me imagino que voy a estar juntada con mi marido
ser referencia y límite. y mis hijos” (mujer, 18 años).
Contribuye también a generar el descrédito en las insti- “… me imagino más grande. En la facultad quizás
tuciones la disolución o debilitamiento del paradigma con un trabajo, con una pareja pero no casada con
Estado-nación y el consiguiente declive de las institucio- hijos” (mujer, 16 años).
nes burguesas. Siguiendo a Lewkowicz (2004), coincidi- Cuando se indaga la causa percibida de la deserción
mos en que la etapa actual es de destitución a partir de escolar adolescente, la maternidad/paternidad adoles-
lo cual se forjan identidades ya no basadas en los anti- cente son percibidas como uno de los obstáculos pre-
guos procesos de alfabetización, extensión de derechos sentes, aunque las escuelas no siempre lo registran de
sociales y económicos y generalización de derechos ese modo por la situación misma de ocultamiento, o
políticos. Estos procesos anteriores generaban sujetos porque no retoman el ciclo directamente al comenzar el
anclados en el lazo social, basados en la flliación; muy año:
diferente es el actual vínculo basado en la impotencia “Muchos compañeros dejan los estudios porque tie-
instituyente y la violencia que subyace en el entramado nen hijos y otros porque no les gusta venir” (mu-
social generada a partir de estas condiciones. jer, 15 años).
Basándonos en las corrientes críticas (Freire, Baró, “Ya no vienen porque no tienen tiempo, algunas tie-
Rebellato, Fals Borda) que plantean procesos de edu- nen hijos, algunas tienen sus problemas y hay otras
cación problematizadores, en los que se parte de la que les aburre y no se dan cuenta de que les sirve
construcción de conocimientos desde las vivencias y mucho” (mujer, 15 años).
experiencias cotidianas, para transitar por procesos de Desde la perspectiva de los docentes, directivos y edu-
aprendizaje re‡exivos. En estos procesos se rescata la cadores entrevistados aparecen señalamientos en los
dimensión del autoconocimiento y la autore‡exión, faci- discursos que condicen con la necesidad de repensar
litando la producción de aprendizajes críticos, enten- las prácticas y representaciones sociales respecto a las
diendo a estos como procesos colectivos y singulares. funciones de género asignadas.
Se apunta a instancias de re‡exividad motivadoras; en “Los chicos suelen tener muchas tareas, sobre todo
donde lo que es aprendido no sucede por la imposición las chicas, las mujeres. La cuestión de género, está
o memorización, sino por el nivel crítico de conocimien- en toda la sociedad, pero acá aparece más cristaliza-
to, promoviendo que los sujetos re‡exionen en forma da. Están a cargo de los hermanos más chiquitos
activa y crítica y tomen posición sobre sus presentes, más todas las tareas que tienen” (psicóloga- ZAP).
responsabilidades y actos. “Yo pienso que esta todo relacionado dentro de las
posibilidades de sus proyectos de vida. Entonces lo
PATERNIDAD Y MATERNIDAD EN LAS socioeconómico determina a un grupo. (…) Trabaja-
ADOLESCENCIAS: PROBLEMATIZACIÓN mos el tema de retención con las mamás, y por otro
Y RESPUESTAS INSTITUCIONALES lado hacíamos talleres porque queríamos saber cuá-
El embarazo y la maternidad/paternidad en la adoles- les eran sus proyectos. (..:) Y el proyecto lo principal
cencia son problemáticas que se presentan en forma era formar una familia y tener un hijo. Entonces por
recurrente en la población con la que hicimos esta inter- ahí algunos planteaban esto y… ¿Qué pasa si queda
vención. embarazada tu novia? Está situación para muy chi-
La signiflcación de la paternidad y la maternidad en la cos era una diflcultad. En general te decían: ´No…
bueno se sigue adelante´” (preceptora -ZAP). en situación de calle. El énfasis en el presente o las si-
“Es muy común que los chicos, las chicas principal- tuaciones de explotación sexual, tanto de varones como
mente, suelen ingresar más tarde a la escuela por- de mujeres jóvenes, derivan en la falta de protección
que tienen que esperar a que venga el hermanito de contra el VIH/SIDA y otras ITS y la no planiflcación de
la escuela o quedarse a cuidar al hermanito. Porque los embarazos.
los padres trabajan, están afuera, e general la familia De estas realidades se desprende que son necesarios
es numerosa. Acá tenemos chicos/as con hermanos programas de prevención y promoción en dónde se pro-
de cuatro o cinco pibes, seis, siete y más también. Es blematicen las representaciones y prácticas sociales en
decir, es común que se cuidan unos a otros, el mayor tono al derecho a decidir, al cuidado del cuerpo desde
al menor” (director - ZAP). una perspectiva de género, que faciliten la accesibilidad
Entre las respuestas político-institucionales, el progra- a los servicios de salud, y se adecuen a los diversos es-
ma ZAP se propone que las alumnas embarazadas, y cenarios y modos en que se transitan las adolescencias.
las y los que tienen hijos no abandonen sus estudios,
con énfasis en la eliminación de formas de discrimina- A MODO DE CONCLUSIONES PRELIMINARES
ción y exclusión por la historia que tiene el tratamiento El objetivo de esta presentación es el de transmitir, a
social que ha tenido este tema. La sensibilidad social través de las narrativas de los protagonistas de dos pro-
que existe actualmente en diversos sectores cuestiona gramas de las áreas de educación y desarrollo social,
lo que durante muchísimos años se presentó; ya que el los efectos de subjetivación y posibilidad de exigibilidad
embarazo adolescente era una realidad que la institu- de derechos. Por un lado, estas narrativas nos advier-
ción escolar frecuentemente prefería negar. En algunas ten sobre sus límites, impases, fragmentación. Pero por
escuelas las chicas eran dejadas “libres” por faltas o, en otro, indican el compromiso y la responsabilidad ética
el peor de los casos, expulsadas por “el mal ejemplo” política de muchos de los docentes y operadores, que
que suponía la panza debajo del guardapolvo o el uni- no con poca frecuencia son el sostén de aquellos jóve-
forme. Un caso paradigmático ocurrió en el año 1990, nes olvidados y silenciados por nuestra sociedad.
cuando el país estuvo pendiente del derrotero escolar La modalidad de investigación acción participativa pro-
de una adolescente que había sido reincorporada en picia una modalidad re‡exiva crítica e instala algunas
una escuela de una provincia porque había sido expul- interrogaciones propiciatorias de otros posicionamentos
sada por tener un hijo. Diez años más tarde, en Formo- subjetivos, institucionales y organizacionales. Las re-
sa, otra alumna fue rechazada por estar embarazada y presentaciones y discursos que naturalizan la expulsión
tuvo que intervenir la Justicia para revertir la decisión. social y la pobreza e indigencia como el estigma irre-
La notoriedad de estos casos es sólo una muestra del nunciable de “los otros”, son revisados en los espacios
problema que signiflca para la institución escolar hacer- grupales e individuales. Los relatos dan cuenta de las
se cargo de una realidad que la invade y pone en tela de experiencias subjetivas, de las imágenes y las proyec-
juicio su estereotipo de alumno. A pesar de las diflculta- ciones de sí y de los otros; y del atravesamiento de dos
des, en la última década, las leyes empezaron a darle acontecimientos que marcan la cotidianidad: las violen-
amparo a la “maternidad escolar” y en algunas jurisdic- cias y las parentalidades en la adolescencia. Es en este
ciones están en marcha programas para garantizar, sentido el valorar los sostenes que facilitan los procesos
ante todo, el derecho a la educación y a la igualdad de subjetividad y alteridad de las/los adolescentes -que
(IIPE, 2005). pueden ser pares, maestros, operadores-, propicia el
Desde la perspectiva específlca de los adolescentes en lazo y el proceso identiflcatorio. La palabra, el otro como
situación de calle, la llegada de un hijo, tanto para las semejante, el diálogo, permiten transitar los bordes de
mujeres como para los varones, opera como la posibili- situaciones, de la insigniflcancia: doble dimensión de
dad de pensar en un proyecto propio ubicando al bebé una subjetividad y existencia poco signiflcativa y del
como un bien en el plano reparatorio afectivo, también vacío sin sentido (Castoriadis, 1998).
asociado a la supervivencia material. No sólo por el ma- Develar y examinar la presencia de las problemáticas
yor acceso a la caridad, sino también por la posibilidad presentes en los jóvenes en situación de vulnerabilidad,
de alcanzar más fácilmente el ingreso a instituciones de implica también visualizar y analizar los programas so-
salud, servicio social u hogares que pueden abrir el ca- ciales vigentes destinados a dicha población. Es nece-
mino para el paulatino alejamiento de la calle. Para sario considerar sus impactos, su continuidad y los mo-
muchos chicos y chicas, la llegada de un niño los anima nitoreos realizados por parte de la gestión responsable.
a intentar “rescatarse”: En este sentido, entendemos a los procesos de evalua-
“Mi deseo en cinco años es tener un hijo. Me quiero ción participativa como una actividad programada de
rescatar. Lo quiero llevar a pasear. Lo cuidaría mucho” re‡exión sobre la acción, basada en procedimientos
(adolescente varón en situación de calle - 14 años). sistemáticos de recolección, análisis e interpretación de
Cabe señalar que no hay políticas en salud sexual y información, con la flnalidad de emitir juicios fundamen-
reproductiva dirigidas específlcamente a las y los chicos tados y comunicables sobre las actividades, resultados