Está en la página 1de 10

XV CONGRESO NACIONAL DE PSICODIAGNÓSTICO

XXII JORNADAS NACIONALES DE ADEIP

SIMPOSIO: ETICA Y PSICODIAGNÓSTICO

PERSPECTIVA ÉTICA DE LA PRÁCTICA PSICODIAGNÓSTICA

Lic. Silvia V. Pugliese

TUCUMAN, 29, 30 DE SETIEMBRE Y 1 DE OCTUBRE DE 2011

Tucumán 11 Sur- (5400) San Juan- Argentina


Teléfono-Fax: 54-264-4251960
E-mail: silvia.pugliese@interredes.net.ar
“Trabajar por el bien pensar, ése es el principio de la moral”
Pascal

El juramento Hipocrático, que fue parte del ritual de iniciación que guió a los
profesionales médicos alrededor de 2.500 años, es un ejemplo de Código de
Ética y de hecho sirvió de modelo para otros. Sus dos principios centrales
fueron “no dañar” (en los códigos de ética de los psicólogos sería equivalente a
“propender al bienestar psíquico”) y la confidencialidad. Los códigos de Ética
de las demás profesiones fueron apareciendo en los últimos 60 años.
La Ética fue cobrando relevancia como disciplina filosófica tanto teórica como
aplicada, con el surgimiento de una nueva visión del ser humano, ligada a los
principios de justicia, deberes y derechos en tanto personas libres e iguales; los
que se plasmaron en "La Declaración universal de los derechos
humanos"(1948).
Al mismo tiempo fue surgiendo los Códigos de Ética en tanto guía de lo que se
considera una conducta ética para orientar a quienes ejercen una determinada
actividad o disciplina.
El cuestionamiento ético se inscribe naturalmente en la experiencia cotidiana
estrechamente ligada al terreno de la acción y la reflexión.
La esencia del quehacer del psicólogo es disponer de un saber específico
puesto al servicio del bienestar humano. Por ello, la mayoría de los Códigos de
Ética de los psicólogos están centrado en:
 Salvaguardar los derechos humanos y civiles, al brindar los servicios
psicológicos.
 Promover y proteger el bienestar humano
 Incrementar su nivel de competencia
 Jerarquizar sus acciones en función del "interés mayor"

Si la Ciencia Psicológica parte del concepto que el ser humano es un ser


sensible y pensante, que va forjando su destino acorde a sus circunstancias de
vida y a principios e ideales; la práctica psicológica deberá estar sostenida por
el respeto a la autonomía y a la identidad de los destinatarios de sus servicios.
Esto implica el reconocimiento de que cada uno tiene libertad para elegir sus
ideales y que posee una identidad única. Entendiendo que “la identidad
comprende toda la vida del sujeto como entidad física y mental, con su
capacidad reflexiva y su relación con otras personas, desde el interior de una
tradición cultural..."(Salmerón, 1996); que sintetiza de un modo irrepetible de
vivir la propia vida.
El hecho que el psicólogo posea una herramienta que le permite acceder al
psiquismo de las personas que evalúa, más allá del conocimiento que ellos
poseen de sí mismos, tiene la posibilidad de elegir utilizarla para ayudar a los
otros o para imponerse, para construir o para destruir y esto lo obliga a una
constante revisión de su ética profesional.
En un trabajo anterior destaqué que la práctica psicológica está "al servicio
de las personas" pero desde un lugar de poder.
Analizando las diversas fuentes de poder, el psicólogo en su ejercicio
profesional posee:
1. Información: sobre los demás, por el acceso a la intimidad y más allá de lo
que el sujeto conoce de sí mismo.
2. Competencia: que le da el conocimiento especializado.
3. Legitimidad: que le da la posición que le confiere la sociedad
4. Referencia: derivada del fenómeno de la transferencia positiva

El origen del poder del psicólogo es variado y es inevitable que lo ponga en


práctica en el desempeño de su tarea. Podemos entonces preguntarnos: ¿con
qué derecho?, ¿desde dónde legitima su intervención para indagar, observar,
aplicar técnicas?.
En primer lugar, debe haber alguien que demanda. Esa demanda podrá
provenir del propio sujeto o de sus representantes; o bien, como exigencia
laboral o judicial. En cualquiera de los casos, debiera quedar explicitada en el
consentimiento. El consentimiento informado consiste en la explicitación del
¿para qué del servicio?; ¿qué se hará con la información? y ¿hasta donde se
guardará confidencialidad?. Vale decir, lo opuesto a coerción o presión
indebida para someterse a una práctica psicológica. Aunque no asegura la
absoluta legitimidad previene la intrusión masiva y ayuda al psicólogo a
cuidarse de prolongaciones indebidas o interesadas de su intervención. En
síntesis, para comenzar es condición necesaria y suficiente contar con la
voluntad del sujeto (o sus representantes), independiente de la del Psicólogo.
Podemos preguntarnos, cuál es el valor que sustenta el accionar del psicólogo.
Este valor es el respeto, que consiste en preservar el pedido libre para acceder
a su intimidad.
Por su parte, se requiere del psicólogo interés por ayudar a quien demanda,
pero la solidaridad es insuficiente, se requiere competencia. Y competencia
implica formación, capacitación y adhesión responsable al pensamiento
científico vigente, difiriendo de una posición teórico-práctica dogmática. Así
interés y competencia son condiciones indispensables para prestar el
servicio. Esta prestación de servicio se acuerda mediante un contrato laboral,
donde se estima el valor equivalente en este intercambio: saber por dinero.
Este valor puede ser regulado por el profesional, en uso de su legítima
prerrogativa o estar fijado desde otra instancia (Mutual, Pre-paga, Instituciones,
etc.).
El valor se estima en función de la formación específica, acciones, materiales y
tiempo requeridos para aplicación, evaluación y elaboración de informe; en el
marco de un complejo sistema de realidad que determina valores según las
reglas de la economía vigente, juego de oferta y demanda, vicisitudes de la
economía del país, etc. que se imponen desde la realidad extra-profesional.
Este conjunto de variables demanda un delicado equilibrio, que lo hace
susceptible de abuso de poder.
Cuando el sujeto (o su representante) presta su consentimiento está cediendo
su derecho a intervenir simbólicamente sobre la economía de sus
comportamientos, sentimientos y pensamientos. Se lo transfiere al psicólogo y
esto le da el poder legítimo para introducirse en su psiquismo, desde una
posición teórica avalada por la comunidad de especialistas, que le otorga el
sello de científica; pero no por ello con inmunidad refractaria a los abusos. Más
aún, cuando el demandante desconoce qué está revelando y cuyo
desconocimiento da mayor consistencia a sus resultados.
Ese derecho que le cede el sujeto al psicodiagnosticador lo compromete aún
más a respetar su libertad y singularidad, observando:

1. Respeto por el objetivo establecido


2. Confidencialidad en cuanto a la transmisión y comunicación de los
resultados.
3. Registro ( manual o informatizado) de los datos
4. Devoluciòn

1. Respeto del objetivo establecido

La primera pregunta que deberá responderse el psicólogo será si la


aplicación de técnicas le aportará información precisa y/o le servirá para
contrastar las hipótesis generadas a lo largo del proceso. La segunda
pregunta que deberá hacerse será qué aspectos requieren una evaluación a
través de instrumentos, en función de los objetivos diagnósticos.

2. Confidencialidad

El secreto profesional es un pre-requisito de la práctica psicológica. El


derecho a la intimidad es el bien jurídico que se protege con el deber de
confidencialidad.
Esto significa que los resultados no pueden ser revelados o expuestos en
circunstancias en que puedan ser identificados u obtener datos, sin el
permiso del paciente. En caso de menores, el consentimiento debe ser
dado por sus padres o representantes legales.

La conducta del Psicólogo debe ser constante, nada puede ser revelado sin
autorización para ello. No puede tener "deslices" y ser ético. La constancia
no es lo mismo que la ética, pero es un elemento esencial.

3. Registro ( manual o informatizado) de los datos

Las normas éticas de muchos países, coinciden en sostener que los


protocolos los mantiene el psicólogo, a excepción que sea requerido por la
autoridad judicial. No obstante ello, el psicólogo también debe cuidar que el
material no sea mal usado o malinterpretado de modo tal que perjudique al
evaluado por ello el acceso al material “en crudo” debe quedar restringido a
otros profesionales de la salud mental quienes pueden interpretarlo y
asegurar así la validez y confiabilidad de la información.

Debe cuidarse de archivar información de los pacientes en la misma


computadora con la que se accede a Internet. Por la posibilidad que
hackers puedan llegar a dicha información y no quede lo suficientemente
resguardada.
En cuanto a los informes computarizados, en tanto están basados en
estadísticas, carecen de la capacidad de implementar el juicio clínico, único
capaz de vincular la información obtenida a la singularidad del sujeto. Sin
embargo, pueden ser muy útiles si se lo integra con otras fuentes de
información.

4. Devolución.

Es responsabilidad del psicólogo restituir al interesado, la información en


términos comprensibles.
Junto a la entrega (oral o escrita) de la información obtenida acerca de la
organización y funcionamiento de su psiquismo, en función del objetivo
consentido en el acuerdo contractual, se le restituye simbólicamente ese
poder que le fuera transferido al comienzo de la tarea y que legitimó su
buceo por la intimidad del sujeto.

Dada la posición de vulnerabilidad del paciente frente al poder del psicólogo,


puede inferirse que a mayor poder, mayor responsabilidad para proteger los
derechos, respetar su dignidad y salvaguardar su bienestar, de quienes toman
contacto en su rol profesional. Por esta razón, la obligación de garantizar la
protección y promoción de los derechos de las personas involucradas está en
relación al grado de dependencia y de obligatoriedad para someterse a la
tarea.

Siguiendo a Morin el imperativo de la Ética nace de una triple fuente: a) interior


(siente la conminación de un deber); b) exterior (normas, códigos) y anterior
(organización viviente). Esto hace que la exigencia sea vivida subjetivamente
como una conminación sagrada, al tiempo que moviliza a la inteligencia hacia
el “bien pensar”. Sin embargo, en los tiempos que corren, con la desarticulación
objetivo-subjetivo y el predominio del individualismo, se ha producido una
disociación: conocimiento por un lado y ética por otro; al punto que el progreso
científico, en el marco del superdesarrollo racional, tiende a diluir la
responsabilidad y la solidaridad y hasta puede ponerse al servicio de fines
inmorales. Pero, aún cuando se pretenda sostener que la ciencia está libre de
valores, los científicos no y los valores personales pueden afectar su trabajo:
qué pregunta, qué teoría y técnica elige, qué observa, cómo interpreta los
datos, etc.

En función de esta realidad, Francis (1999), como otros autores, insiste en la


importancia que reviste el desarrollo de la conciencia moral del psicólogo, pues
de ella depende esa conminación del deber que alude Morin.

Sin conciencia moral, no hay respeto al Principio de Integridad, vital para


mantener la confianza de la sociedad en general; y donde quedan incluídos los
valores que implican: honestidad, franqueza, sinceridad, máximo de objetividad
y minimización de la parcialidad, así como evitar los conflictos de intereses. El
psicólogo debe saber que su conciencia moral y sus valores influirán en sus
actividades, por tanto y para ser lo más imparcial posible, deberá estar atento a
ellos.
El Principio de Integridad generalmente está incluído en tercer o cuarto lugar,
en los Códigos de Ética; sin embargo, atraviesa a los demás Principios:
Respeto por la dignidad de las personas, Responsabilidad en el cuidado de las
personas y Responsabilidad para con la sociedad.

Asimismo la Integridad implica responsabilidad de mantener la solvencia y


actualización en la especialidad en que se declara competente.

Una especial consideración merece el engaño o en el uso de una técnica que


podría ser interpretada como engañosa. No debe perderse de vista que
siempre debe primar la autodeterminación de las personas y la confianza
individual y pública de la sociedad.

El psicólogo no podrá evitar conflictos de intereses, pero siempre deberá estar


atento a que sus intereses personales, profesionales y financieros no primen
sobre el interés público.

Por lo arriba expresado, sería esperable que en la formación de los futuros


psicólogos no sólo se centrara en la transmisión de la Ciencia Psicológica y la
práctica supervisada; sino también la formación teórico- práctica de la ética del
psicólogo, que le permita adquirir experiencia en la resolución de situaciones
dilemáticas, derivadas de la complejidad humana. Y monitorear su integridad,
pues ésta garantiza Competencia y Ética a la hora de proveer servicios de
calidad. Weiner sostenía que una conducta ética supone competencia
profesional. Nosotros podemos agregar, el desempeño ético de un psicólogo
supone un desarrollo de la conciencia moral, la que es garantía del respeto por
el “interés mayor” Y
BIBLIOGRAFIA

1. ADEIP, Código de Ética del Psicodiagnosticador


2. ADEIP-ITC; Pautas Internacionales para el uso de los test- versión
argentina
3. Association des Psychopathologues et des Psychologues cliniciens de Lille
III (1984), "Ethique et pratiques psychologiques" .
4. American Psychological Association, (2002), Ethical Code
5. American Psychological Association, ( 1991) "Specialty Guidelines for
Forensic Psychologist". 1991
6. American Psychological Association (1999), "Test Security: Protecting the
integrity of Tests" en "American Psychologist", Vol. 54, Nº 12
7. Bleichmar, Silvia (2011) , La construcción del sujeto ético, Paidós, Buenos
Aires
8. Canadian Psychological Association (2000), Companion Manual to the
Canadian Code of Ethics for Psychologists , Ontario
9. CARPMAN, J. (1988), "El dinero, los honorarios, el tiempo" en Revista de
Psicoanálisis t. XLV, nº 2.
10. FRANCIS, R. (1999), Ethics for Psychologists, BPS Books, Gran Bretaña
11. GUARIGLIA, O. (2002), "Una ética para el siglo XXI"
12. IUPsyS (2005), Declaración Universal de los principios Éticos para
Psicólogos .
13. MORIN, E. (2006), “El método 6. Etica”, Cátedra, Madrid.
14. SALMERON, F. (1996), "Etica y diversidad cultural" en Enciclopedia
iberoamericana de Filosofía.
15. TROTIGNON, P.,(1985) "Ethique personnelle, ethique profesionnelle"en
"Les feuillets psychiatriques de Liège 18/1, 9.
American Psychological Association. (2002). Ethical principles of
psychologists and code of conduct. Retrieved from
www.apa.org/ethics/code2002.html
ii. Barnett, J. E., & Johnson, W. B. (2008). Ethics Desk Reference for
Psychologists. Washington, DC: American Psychological Association.
Available from http://www.apa.org/pubs/books/4312011.aspx
iii. Behnke S. (2009, January). Ethics from a developmental perspective.
Monitor on Psychology, 40(1), 68. Retrieved from
http://www.apa.org/monitor/2009/01/ethics.aspx
iv. Behnke, S. (2008, July). Ethics in the age of the Internet. Monitor onPsychology,
39(7), 74. Retrieved from
http://www.apa.org/monitor/2008/07-08/ethics.aspx
v. Knapp, S. J., & VandeCreek, L. (2005). Practical ethics for
5
psychologists: A positive approach. Washington, DC: American
Psychological Association. Available from
http://www.apa.org/pubs/books/4312004.aspx
vi. Childress-Beatty, L. (2008, October). A vibrant and collaborative ethics
program in Boston. Monitor on Psychology, 39(9), 82. Retrieved from
www.apa.org/monitor/2008/10/ethics.html
vii. Pope, K. S., & Vasquez, M. J. T. (2007). Ethics in psychotherapy and
counseling: A practical guide (3rd ed.). New York: Jossey-Bass.
viii. Pope, K. S., Tabachnick, B. G., & Keith-Spiegel, P. (1987). Ethics of
practice: The beliefs and behaviors of psychologists as therapists.
American Psychologist, 42(11), 993-1006. doi: 10.1037/0003-
066X.42.11.993
ix. Pope, K. S. (n.d.) Ethics and Malpractice. Retrieved from Kenneth
Pope’s website: http://www.kspope.com/ethics/index.php
x. Zur, O. (2007). Boundaries in psychotherapy: Ethical and clinical
explorations. Washington, DC: American Psychological Association.
Available from http://www.zurinstitute.com/boundariesbook.html
xi. Schoenfeld, L. (2003). Dealing with a complaint: self-care strategies.
Contact APA's ACCA committee regarding this article.
xii. Elman, N. S., Illfelder-Kaye, J., & Robiner, W. N. (2005). Professional
development: Training for professionalism as a foundation for
competent practice in psychology. Professional Psychology: Research
and Practice, 36(4), 367-375. doi: 10.1037/0735-7028.36.4.367
xiii. Campbell, L., Vasquez, M., Behnke, S., & Kinscherff, R. (2009). APA
ethics code commentary and case illustrations. Washington, DC:
American Psychological Association. Available from
http://www.apa.org/pubs/books/4312015.aspx
xiv. Werth, J. L., Jr., Welfel, E. R., & Benjamin, G. A. H. (Eds.). (2008). The
duty to protect: Ethical, legal, and professional considerations for
mental health professionals. Washington, DC: American Psychological
Association. Available from
http://www.apa.org/pubs/books/4312013.aspx
4. Self-Care as a Center-Piece Strategy for Effective Colleague Assistance
Programs:
a. Implementing healthy self-care strategies is a primary way to honor principle
A of our ethics code as referred to above in Section 2.
b. Several key articles that inform the self-care strategy:
i. Munsey, C. (2006a). Helping colleagues to help themselves. Monitor on
Psychology, 37(7), 35. Retrieved from
http://www.apa.org/monitor/julaug06/colleagues.aspx
ii. ACCA Practice Research and Policy Staff. (2007, Spring). Are you taking
good care
The Importance of Wellness/Prevention in Colleague Assistance Programs:
a. Board of Professional Affairs’ ACCA. (2000). Professional health and wellbeing
for psychologists. Retrieved from
http://www.apa.org/practice/resources/assistance/Professional_Health_and_W
ell-Being.pdf
b. Barnett, J. E., Baker, E. K., Elman, N. S., & Schoener, G. R. (2007). In pursuit
of wellness: The self-care imperative. Professional Psychology: Research and
Practice, 38(6), 603-612.
c. Bridgman, D. (2006, March/April). Embracing wellness/prevention for
psychologists: Bold or boring? The California Psychologist, 39(2), 31-32.
Available from the California Psychological Association’s Colleague
Assistance and Support Program (CLASP) website under articles:
www.cpaclasp.org
d. Stevanovic, P., & Rupert, P. A. (2004). Career-sustaining behaviors,
satisfaction, and stresses of professional psychologists. Psychotherapy:
Theory, Research, Practice, Training, 41(3), 301-309.
7
e. Schwebel, M., & Coster, J. S. (1997). Well-functioning in professional
psychologists. Professional Psychology: Research and Practice, 28(1), 5-13.
f. Grafanaki, S., Pearson, D., Cini, F., Godula, D., McKenzie, B., Nason, S.,
Anderegg, M. (2005). Sources of renewal: A qualitative study on the
experience and role of leisure in the life of counselors and psychologists.
Counseling Psychology Quarterly, 18(1), 31-40.
g. Skovholt, T. M. (2001). The resilient practitioner: Burnout prevention and
self-care strategies for counselors, therapists, teachers, and health
professionals. Boston: Allyn & Bacon.
h. ACCA. (2009, August). Who cares? Barriers, benefits and resources in
colleague assistance and self-care. PowerPoint presentation presented at the
117th Annual Convention of the American Psychological Association,
Toronto, Canada.
i. Bridgeman, D. & Galper, D. (2010). Listening to our colleagues---2009
APA practice survey results: Worries, wellness, and wisdom. Presentation at
the 118th Annual Convention of the American Psychological Association, San
Diego, CA.
6. Development and Continuum Approach to Colleague Assistance Concerns:
a. Stevanovic, P., & Rupert, P. A. (2009). Work-family spillover and life
satisfaction among professional psychologists. Professional Psychology:
Research and Practice, 40(1), 62-68.
b. Guy, J. D. (1987). The personal life of the psychotherapist. New York: Wiley-
Interscience.
c. Zur, O. (1994). Psychotherapists and their families: The effect of clinical
practice on individual and family dynamics. Psychotherapy in Private
Practice, 13(1), 69-75.
d. Pingitore, D., & Scheffler, R. M. (2005). Practice patterns across the clinical
life span: Results from the California survey of psychological practice.
Professional Psychology: Research and Practice, 36(4), 434-440.
e. ACCA. (2008). Psychologists’ pursuit of wellness across the life span:
Benefits and
American Psychological Association, ACCA. (2009). Minimizing the risk
of patient violence in the workplace: A clinical primer (Section VII).
Contact APA’s ACCA committee for an electronic copy of brochure.
ii. Kleespies, P. M. (Ed.). (2009). Behavioral emergencies: An evidenced
based resource for evaluating and managing risk of suicide, violence, and
victimization. Washington, DC: American Psychological Association.
Available from http://www.apa.org/pubs/books/4317168.aspx
iii. Pope, K. (n.d.) Stalking, threats, and attacks on therapists. Retrieved from
Kenneth Pope’s website: http://kspope.com/stalking.php

También podría gustarte