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Lineamientos Éticos En La Evaluación Psicológica

Andrea Romero, Amanda Vera

Lady Ibargüen, Janneth Acosta

Corporación Universitaria Iberoamericana

Docente: Luis Arias

Facultad Educación Ciencias Sociales y Humanas

Evaluación psicológica 1

Bogotá 2020
LINEAMIENTOS ÉTICOS EN LA EVALUACIÓN PSICLÓGICA

La Psicología es una ciencia sustentada en la investigación y una profesión que estudia los
procesos de desarrollo cognoscitivo, emocional y social del ser humano, desde la perspectiva del
paradigma de la complejidad, con la finalidad de propiciar el desarrollo del talento y las
competencias humanas en los diferentes dominios y contextos sociales tales como: La educación,
la salud, el trabajo, la justicia, la protección ambiental, el bienestar y la calidad de la vida. Con
base en la investigación científica fundamenta sus conocimientos y los aplica en forma válida,
ética y responsable a favor de los individuos, los grupos y las organizaciones, en los distintos
ámbitos de la vida individual y social, al aporte de conocimientos, técnicas y procedimientos para
crear condiciones que contribuyan al bienestar de los individuos y al desarrollo de la comunidad,
de los grupos y las organizaciones para una mejor calidad de vida.

Teniendo en cuenta lo anterior, la definición de salud por parte de OMS; En la que se subraya la
naturaleza biopsicosocial del individuo, que el bienestar y la prevención son parte esencial del
sistema de valores que conduce a la sanidad física y mental, que la Psicología estudia el
comportamiento en general de la persona sana o enferma. Se concluye que, independientemente
del área en que se desempeña en el ejercicio tanto público como privado, pertenece
privilegiadamente al ámbito de la salud, motivo por el cual se considera al psicólogo también
como un profesional de la salud y se rige, ante todo, por el código ético y deontológico del
psicólogo y los principios de convivencia y de legalidad.

La evaluación psicológica se basa en el método científico y la aplicación de instrumentos


psicológicos, representa una parte significativa y contiene varios matices importantes. Noronha
(1999) relata la evaluación psicológica como un proceso que puede o no, incluir test
estandarizados como uno de los recursos para alcanzar sus objetivos. En ella se encuentran
involucrados la obtención de información, los instrumentos utilizados y las varias formas de
medidas para que se llegue a una conclusión. Dicho de otra forma, el proceso de evaluación
psicológica puede incluir diferentes procedimientos de medida, identificar dimensiones
específicas del sujeto, de su ambiente y de la relación entre ellos. Por lo tanto, cada
procedimiento de medida, como explica Pasquali (2001), o de investigación, requiere un
resultado síntesis, que puede confundirse con el resultado final, puesto que está relacionado con
el análisis de todos los datos recogidos durante el proceso. Los tests psicológicos, como nos
señalan Anastasi y Urbina (2000), pueden considerarse esencialmente como una medida objetiva
y estándar de una muestra de comportamiento. Ellos no miden directamente las capacidades y
funciones, sino que son muestras que deben representar bien el fenómeno estudiado. Son, en
realidad, similares a cualquier otro test científico, una vez que por medio de una pequeña
muestra, cuidadosamente elegida, se realizan las observaciones del comportamiento de la
persona. Así, en cuanto instrumentos de medida, deben presentar ciertas características que
puedan justificar como confiables los datos que mediante ellos han sido producidos.

La evaluación psicológica debe cumplir con las garantías científicas, tanto de procedimientos
(aspectos psicométricos) como del proceso de evaluación psicológica y, además, con las garantías
éticas, deontológicas y legales (Fernández-Ballesteros y Calero, 2011).

Las garantías éticas se refieren a una serie de aspectos fundamentales que guían el
comportamiento de los profesionales. La ética o los principios éticos son el conjunto de
principios que definen lo que es bueno y lo que es malo en la vida humana. Así una persona o un
comportamiento es calificado como “ético” cuando es consecuente con esos principios en el
marco de lo que una sociedad concreta estipula como bueno o malo. La deontología es el
conjunto de principios y reglas éticas que regulan y guían la actividad profesional. Por tanto, toda
profesión además de saber realizar un trabajo en base al conocimiento científico-técnico
adquirido, debe actuar rigiéndose por los denominados principios éticos y deontológicos
profesionales con el fin de que sus actuaciones sean “éticas” desde el punto de vista profesional y
“deontológicas” desde el punto de vista del cumplimiento de las normas vinculantes para el
colectivo profesional.

La cantidad y variedad de cuestiones éticas o dilemas éticos en evaluación psicológica es muy


amplia. Algunas de estas son específicas a contextos de evaluación concretos, tales como son el
forense, el clínico o el educativo. Así no es lo mismo un contexto jurídico-forense donde la
relación está marcada por un objetivo que fija el juez y donde no hay devolución de información
ni tiene por qué haber colaboración por parte del evaluado, que una evaluación clínica de un
menor con problemas de ánimo, donde se requiere el consentimiento de los padres y la
colaboración de todos los agentes y donde siempre se devolverá la información para ayudar al
menor.

Los principios éticos en el desarrollo profesional del psicólogo/a se refieren a que la práctica
profesional es una actividad que coloca a éstos en situaciones en las que se ven comprometidos a
tomar decisiones sin tener toda la información necesaria, de modo que se debe plantear si actúa
de manera correcta y cuáles podrían ser las consecuencias de su actuación sobre las personas.

Una forma de entender estos principios éticos es pensar que son un instrumento que garantiza
la protección para quienes recurren a los servicios psicológicos, el cual ofrece un apoyo al
psicólogo/a tanto en la toma de decisiones como en los casos en los que se enfrenta a dilemas
éticos.
Según el Código deontológico (CGCOP, 2010), algunos principios básicos generales que rigen el
comportamiento ético del psicólogo/a son:
1. Sentido de Responsabilidad. Al ofrecer sus servicios los psicólogos mantendrán los más altos
estándares de su profesión. Aceptarán la responsabilidad de las consecuencias de sus actos y
pondrán todo el empeño para asegurar que sus servicios sean usados de manera correcta. y
muestra preocupación por el bienestar y por evitar malestar a cualquier evaluado)
2. Competencia profesional. El mantenimiento de altos estándares de competencia será una
responsabilidad compartida por todos los psicólogos interesados en el bienestar social y en la
profesión como un todo. Los psicólogos reconocerán los límites de su competencia y las
limitaciones de sus técnicas. Solamente prestarán sus servicios y utilizarán técnicas para los
cuales se encuentran cualificados. En aquellas áreas en las que todavía no existan estándares
reconocidos, los psicólogos tomarán las precauciones que sean para proteger el bienestar de sus
usuarios. Se mantendrán actualizados en los avances científicos y profesionales relacionados con
los servicios que prestan.
3. Estándares morales y legales. Los estándares de conducta moral y ética de los psicólogos son
similares a los de los demás ciudadanos, a excepción de aquello que puede comprometer el
desempeño de sus responsabilidades profesionales o reducir la confianza pública en la Psicología
y en los psicólogos. Con relación a su propia conducta, los psicólogos estarán atentos para regirse
por los estándares de la comunidad y en el posible impacto que la conformidad o desviación de
esos estándares puede tener sobre la calidad de su desempeño como psicólogos.
4. Anuncios públicos. Los anuncios públicos, los avisos de servicios, las propagandas y las
actividades de promoción de los psicólogos servirán para facilitar un juicio y una elección bien
informados. Los psicólogos publicarán cuidadosa y objetivamente sus competencias
profesionales, sus afiliaciones y funciones, lo mismo que las instituciones u organizaciones con
las cuales ellos o los anuncios pueden estar asociados.
5. Confidencialidad. Los psicólogos tienen una obligación básica respecto a la confidencialidad
de la información obtenida de las personas en el desarrollo de su trabajo como psicólogos.
Revelarán tal información a los demás sólo con el consentimiento de la persona o del
representante legal de la persona, excepto en aquellas circunstancias particulares en que no
hacerlo llevaría a un evidente daño a la persona u a otros. Los psicólogos informarán a sus
usuarios de las limitaciones legales de la confidencialidad.
6. Bienestar del usuario. Los psicólogos respetarán la integridad y protegerán el bienestar de las
personas y de los grupos con los cuales trabajan. Cuando se generan conflictos de intereses entre
los usuarios y las instituciones que emplean psicólogos, los mismos psicólogos deben aclarar la
naturaleza y la direccionalidad de su lealtad y responsabilidad y deben mantener a todas las partes
informadas de sus compromisos. Los psicólogos mantendrán suficientemente informados a los
usuarios tanto del propósito como de la naturaleza de las valoraciones, de las intervenciones
educativas o de los procedimientos de entrenamiento y reconocerán la libertad de participación
que tienen los usuarios, estudiantes o participantes de una investigación.
7. Relaciones profesionales. Los psicólogos actuarán con la debida consideración respecto de las
necesidades, competencias especiales y obligaciones de sus colegas en la Psicología y en otras
profesiones. Respetarán las prerrogativas y las obligaciones de las instituciones u organizaciones
con las cuales otros colegas están asociados.
8. Evaluación de técnicas. En el desarrollo, publicación y utilización de los instrumentos de
evaluación, los psicólogos se esforzarán por promover el bienestar y los mejores intereses del
cliente. Evitarán el uso indebido de los resultados de la evaluación. Respetarán el derecho de los
usuarios de conocer los resultados, las interpretaciones hechas y las bases de sus conclusiones y
recomendaciones. Se esforzarán por mantener la seguridad de las pruebas y de otras técnicas de
evaluación dentro de los límites de los mandatos legales. Harán lo posible para garantizar por
parte de otros el uso debido de las técnicas de evaluación.
9. Investigación con participantes humanos. La decisión de acometer una investigación
descansa sobre el juicio que hace cada psicólogo sobre cómo contribuir mejor al desarrollo de
guía y al bienestar humano. Tomada la decisión, para desarrollar la investigación el psicólogo
considera las diferentes alternativas hacia las cuales puede dirigir los esfuerzos y los recursos.
Sobre la base de esta consideración, el psicólogo aborda la investigación respetando la dignidad y
el bienestar de las personas que participan y con pleno conocimiento de las normas legales y de
los estándares profesionales que regulan la conducta de la investigación con participantes
humanos.
10. Cuidado y uso de animales. Un investigador de la conducta animal hace lo posible para
desarrollar el conocimiento de los principios básicos de la conducta y contribuye para mejorar la
salud y el bienestar del hombre. En consideración a estos fines, el investigador asegura el
bienestar de los animales. Al analizar y decidir sobre los casos de violación a la ética profesional
del psicólogo, si no existen leyes y regulaciones, la protección de los animales depende de la
propia conciencia del científico, entre otros:

 el respeto a la dignidad de la persona


 la protección de los derechos humanos
 la honestidad y la sinceridad para con los clientes
 la prudencia en la aplicación de instrumentos y técnicas
 la solidez de la fundamentación objetiva y científica de sus intervenciones
profesionales.

La pauta deontológico-jurídica del Consentimiento Informado constituye uno de los principales


capítulos de la ética contemporánea, fundado en el principio de autonomía y en el resguardo del
derecho de las personas de someterse a un tratamiento o cualquier otra forma de intervención
psicológica sólo bajo su aceptación libre y voluntaria. Sus orígenes se remontan al final de la
segunda guerra mundial, con el enjuiciamiento a los médicos nazis por cargos referidos a la
experimentación con los detenidos en los campos de concentración. Los juicios dieron por
resultado la reflexión y el consecuente establecimiento en 1947 de un código de normas éticas,
conocido como el Código de Nüremberg –en razón de la ciudad alemana donde se celebraron los
juicios–, para la realización de investigaciones biomédicas con seres humanos.
Entre estas primeras regulaciones destaca la cuestión del consentimiento voluntario: “el código
pedía que la persona tuviera capacidad legal, así como información y comprensión sobre la
naturaleza, duración, propósitos, método, riesgos e inconvenientes derivados de la participación
en el experimento. También exigía que el sujeto estuviera situado en posición de poder decidir
libremente sin ningún tipo de coerción, coacción, engaño o fraude sobre su voluntad” (Tealdi,
2008, p. 213).1
Con la promulgación de ese Código, la American Psychological Association se abocó en 1953,
por primera vez en su historia, a la redacción de normativas éticas para la investigación con seres
humanos en Psicología, siendo el Consentimiento Informado –eje de los debates en Nüremberg–
el motor del primer código de ética para los psicólogos (Ferrero, 2000). Posteriormente, el deber
de solicitar el consentimiento, como resguardo de la elección libre y voluntaria del sujeto de
someterse a algún tipo de intervención psicológica, fue incursionando en las diversas actividades
de la práctica del psicólogo, no solo la investigación sino también la psicoterapia, el
psicodiagnóstico y otras prácticas de evaluación (Rovaletti, 1995; Calo & Hermosilla, 2000;
Leibovich de Duarte, 2000; Michel Fariña, Benyakar, Salomone, 2003, Hermosilla et. al., 2010).
Al mismo tiempo, la formulación pionera fue modificándose y la versión del código de la APA
del año 2002 plantea el tema del consentimiento en los siguientes términos: “Al obtener el
consentimiento informado para la terapia (…) los psicólogos informan a los clientes/pacientes lo
antes posible en la relación terapéutica acerca de la naturaleza y el curso previsto de la terapia,
los honorarios, el grado de participación de terceras partes y los límites de la confidencialidad, a
la vez que les brindan la oportunidad de formular preguntas y recibir respuestas.” (APA, 2002:
Punto 10.01, a).
El consentimiento informado es una cultura y una culminación en el desarrollo de la relación
clínica, de la misma manera que los derechos humanos lo son de las relaciones humanas en
general. Toda persona, aunque esté enferma, debe continuar siendo considerada en principio libre
y competente para decidir sobre su integridad y sobre su futuro y, por lo tanto, debe poder
intervenir en las decisiones clínicas que le implican; esto determina el poder aceptar o denegar lo
que se le propone después de que se le ha brindado la información suficiente para ello.
Consentimiento informado se define como la aceptación libre por parte de una paciente de un
acto diagnóstico o terapéutico después de haberle comunicado adecuadamente su situación
clínica. Los requerimientos básicos necesarios para que sea válido son: libertad de decisión,
competencia para decidir e información suficiente. Es una autorización dada por el paciente
sin ninguna coacción o fraude, basada en el entendimiento razonable de lo que sucederá,
incluyendo la necesidad del tratamiento, los riesgos y beneficios del mismo, cualquier alternativa
disponible. Quedando constancia de la anuencia mediante la firma de un documento.
Elementos del Consentimiento Informado
Voluntariedad: acto mediante el cual un individuo libre ejerce su autodeterminación al autorizar
cualquier intervención médica para sí mismo, en forma de medidas preventivas, de tratamiento,
de rehabilitación o de participación en una investigación.
Información en cantidad suficiente: solo la reflexión basada en la relación que se ha
establecido con un paciente en particular nos permitirá establecer cuáles son las necesidades
reales de conocimiento del paciente respecto a su patología. La comunicación de la verdad en
medicina constituye un imperativo ético, pero la determinación de la oportunidad de su
comunicación sigue siendo un juicio clínico. La información que debe darse a un apaciente
determinado ha de entenderse como un proceso evolutivo, no como un acto clínico aislado
dándole al enfermo la opción de escoger. Esto deberá adaptarse a la situación particular de cada
paciente.
Información con calidad suficiente: se considera que existen dos aspectos que pueden alterar la
calidad de la información. La primera de carácter objetivo y se origina en el médico, la segunda
es de carácter subjetivo y se origina en el paciente como receptor de la información. La
información debe ser provista usando un lenguaje inteligible para el paciente, esto es de acuerdo
a su nivel cultural y sus posibilidades de comprensión.
Competencia: según la teoría del consentimiento informado solo los pacientes competentes
tienen el derecho ético y legal de aceptar o rechazar un procedimiento propuesto o sea de otorgar
o no el consentimiento. La competencia se define como “la capacidad del paciente para
comprender la situación a la que se enfrenta, los valores que están en juego y los cursos de acción
posibles con las consecuencias previsibles de cada uno de ellos, para a continuación tomar,
expresar y defender una decisión que sea coherente con su propia escala de valores” En la
práctica médica institucional pública y privada tanto de médicos, dentistas, y otros profesionales
de la salud, debe figurar la información completa en el consentimiento informado, enunciados de
forma breve y en lenguaje comprensible, de manera que los conceptos médicos puedan
entenderse por la generalidad de los pacientes.

Se han podido identificar las acciones inseguras más frecuentes relacionadas con la no
funcionalidad de los procedimientos de consentimiento informado Profesional asistencial que usa
un lenguaje inapropiado para dar la información al paciente. Profesionales poco comprometidos
con la cultura del consentimiento informado Ausencia de registro en la historia clínica Paciente
mal informado por parte del profesional quien da información incompleta o imprecisa.
Diligenciamiento incorrecto del consentimiento informado Paciente informado inadecuadamente
por otro profesional diferente a quien va a realizar el procedimiento asistencial, por ejemplo
enfermera de turno dando información acerca de un procedimiento quirúrgico. Ausencia de
firma del profesional en los formatos de consentimiento informado. No verificación de los
procedimientos del consentimiento informado
La pauta del consentimiento Informado se fundamenta en el derecho de autonomía de las
personas que, contrariamente a-las concepciones tutelares, garantiza el derecho a ejercer los-
derechos propios. Además del campo deontológico, este aspecto está centralmente refrendado en
la Ley Nacional de Salud Mental Nº 26.657, de reciente promulgación y reglamentación5, a
través del planteamiento de la nueva condición jurídica del sujeto con padecimiento mental como
sujeto de derecho.

Podemos concluir que los principios éticos de la psicología se encuentran implicados en todo el
proceso de la evaluación psicológica. Teniendo en cuenta que el código ético tiene como
finalidad proporcionar principios generales que ayuden a tomar decisiones informadas en la
mayor parte de las situaciones con las cuales se enfrentan los psicólogos. Su objetivo es la
protección y el bienestar del individuo y de los grupos con los cuales trabaja el psicólogo y guiar
y proteger a éste en el ejercicio de su profesión.
Otra forma de comprender el tema sobre cuestiones éticas en evaluación psicológica es plantearlo
como qué aspectos o garantías éticas hay que cuidar al realizar un proceso de evaluación para
optimizar la calidad de ese proceso para minimizar efectos y consecuencias negativos sobre la
persona evaluada, algo así como un control de calidad ético.
En cuanto al conocimiento informado, podemos decir que se trata de un procedimiento mediante
el cual se garantiza que el individuo ha expresado voluntariamente su intención de participar en
una investigación, después de haber comprendido la información que se le ha dado acerca de los
objetivos de la misma, los beneficios, las molestias, los posibles riesgos y las alternativas, sus
derechos y responsabilidades.
BIBLIOGRAFIA

La Psicología en el ámbito jurídico. Reflexiones ético-clínicas a través de un estudio cualitativo de casos.


Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires. Principios éticos de los psicólogos y códigos de
conducta American Psychological Association (APA) enmiendas 2020.

Recuperado de http://www.psicologia.unam.mx/documentos/pdf/comite_etica/Codigo_APA.pdf

González, F. y Salomone, G. (2016). El Consentimiento Informado en el Campo de la Salud Mental. De la


Pauta Deontológico-Jurídica a la Dimensión Clínica. Anuario de Investigaciones. Volumen XXIII.
Universidad de Buenos Aires. Buenos Aires. 

Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=369152696063

American Psychological Association (2002). Código de Ética (2002, 2010).

http://www.psicologia.unam.mx/documentos/pdf/comite_etica/Codigo_APA.pdf

Ministerio de la Protección Social (2009). Guía técnica: Buenas prácticas para la seguridad del paciente en
atención en salud. 

Recuperado de https://www.minsalud.gov.co/sites/rid/1/Garantizar%20la%20funcionalidad%20de%20los
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