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Universidad de Buenos Aires

Facultad de Psicología

TESIS DE LICENCIATURA

“Demencias: una aproximación a sus


imaginarios sociales en el cine”

Tesista: Bosso, Axel


L.U.: 398316920
Tutora: Mastandrea, Paula Belén
DNI: 37417404
Año: 2021
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Índice

Índice 2

Introducción 3
Planteo del problema de investigación 4

Marco teórico 5
Neuropsicología como punto de partida 5
Definiendo el objeto de estudio: las demencias 6
Los diferentes tipos las demencias y sus especificidades 6
Enfermedad de Alzheimer, el pilar más usual y estudiado 7
Sin cura, pero con herramientas y recursos 8
Imaginarios sociales y mundos posibles 9
Construyendo realidades en la pantalla grande 10
El cine y su potencial educativo 11

Estado del Arte 13


La enfermedad de Alzheimer y las demencias hoy 13
Investigaciones sobre el cine como recurso para el aprendizaje 14
Antecedentes sobre Still Alice 16
Antecedentes sobre The Father 17
Antecedentes sobre Nebraska 18

Metodología 19
Enfoque 19
Método 19
Muestra 20
Objetivos 20

Desarrollo 22
Los imaginarios sociales desde la temporalidad y el escenario 22
Una lingüista destacada y un caso excepcional 23
Sin diagnóstico, pero con semejanzas 25
La familia cercana y la familia exhausta 26
Identificando representantes instituidos e instituyentes 29
De la pantalla grande al aula 31

Conclusiones 33

Referencias 35
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Introducción

El presente escrito corresponde a la Tesis de Licenciatura en Psicología en la


carrera de la Universidad de Buenos Aires. Esta Tesis se origina como una
extensión y profundización del trabajo realizado en la Práctica de Investigación
“Cine y Subjetividad: el método clínico analítico de la lectura de películas y series
televisivas”, con el fin de erigirse como proyecto integrador y resultado del recorrido
realizado en dicha carrera.

El propósito general del trabajo de investigación es explorar cómo se representa a


los cuadros neurológicos conocidos como demencias en el mundo de las
producciones cinematográficas. Para ello, se utiliza el método clínico-analítico de
lectura de películas y series televisivas desarrollado por Michel Fariña en su tesis de
doctorado (2014). La utilización del mismo parte de la concepción del cine como un
medio con la capacidad de interpelar al espectador y favorecer una involucración
afectiva e intelectual del mismo a partir de los personajes en pantalla.

Los materiales filmográficos seleccionados son los siguientes: Nebraska (2013), de


Alexander Payne, Still Alice (2014), de los directores Wash Westmoreland y Richard
Glatzer, y The Father (2020), del director Zorian Zeller. Dichos materiales consisten
en dos films (The Father, Still Alice) en los cuales sus respectivos protagonistas
están diagnosticados con un cuadro de enfermedad de Alzheimer, mientras que un
tercero (Nebraska) presenta a un sujeto con síntomas característicos de demencia,
pero no diagnosticado oficialmente con dicho cuadro.

En primera instancia, se realiza un breve desarrollo acerca de las demencias desde


la disciplina denominada como neuropsicología. En segundo lugar, se aborda el
concepto de imaginario social, acuñado por Cornelius Castoriadis. En tercer lugar, y
con el objetivo de articular el concepto anteriormente nombrado con el material
cinematográfico y lo desarrollado desde la neuropsicología, se utilizan los aportes
de diferentes autores y autoras acerca del cine como reproductor y productor de
imaginarios. En cuarto lugar, se aborda el uso del cine en el aula, como herramienta
docente que permite al estudiante generar otro posible acercamiento al estudio
escolar y/o académico.
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Posteriormente, se aborda el material cinematográfico prestando especial atención,


por un lado, a diferentes técnicas y recursos propios del cine gracias a los cuales los
films mencionados utilizan al medio de manera particular para representar el
conjunto de enfermedades seleccionadas. Por otro lado, se analizan diferentes
aspectos de los personajes con el cuadro clínico mencionado, haciendo especial
énfasis en las diversas vinculaciones existentes entre ellos y sus familiares. En un
siguiente apartado, se analiza el posible valor pedagógico presente en los films para
estudiantes de la carrera de Licenciatura en Psicología.

Finalmente, se articula cada película con los desarrollos teóricos para esgrimir una
posible conclusión a la pregunta inicialmente planteada.

Planteo del problema de investigación

La pregunta principal que guía a esta investigación es la siguiente: ¿Cuál es el


imaginario social de las demencias construido en tres películas contemporáneas y
galardonadas relacionadas con la temática? Por otro lado, y en simultáneo, se
intentan responder a dos subpreguntas a lo largo del escrito: ¿Existe un valor
pedagógico que estos films en específico puedan brindar a estudiantes de la
Psicología interesados en los cuadros presentados? ¿Pueden ser utilizados como
materiales que promuevan la empatía y el entendimiento al tratar con sujetos que
padecen dichos cuadros?
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Marco teórico

Neuropsicología como punto de partida

Uno de los principales pilares teóricos que sostienen a este trabajo de investigación
es la disciplina conocida como neuropsicología. Se define a la misma, siguiendo a la
autora Marina Drake, como “una especialidad clínica que se ocupa del diagnóstico y
tratamiento de los problemas cognitivos, conductuales y emocionales que pueden
ser el resultado de una disfunción cerebral conocida o sospechada” (2007, p. 27).
Es decir, la neuropsicología es una disciplina de la psicología que estudia a los
cuadros patológicos partiendo del estudio del cerebro humano. Lo hace analizando
las relaciones existentes entre el funcionamiento y las estructuras del sistema
nervioso central con los procesos cognitivos-comportamentales. En este sentido, la
neuropsicología no es una disciplina que solo se encuentre en lo clínico o lo
experimental en un sentido pragmático, sino que también implica diversos
desarrollos de su corpus teórico. Dichos desarrollos se nutren de otras disciplinas,
como por ejemplo la psicología general y sus estudios sobre problemas clásicos, la
psicología experimental y su metodología de investigación, la psicometría y la
construcción de tests y los avances de las neurociencias en general. Lo que
distingue a la neuropsicología del resto de las disciplinas anteriormente nombradas,
a excepción de las neurociencias, es el utilizar la función cerebral como punto de
partida para sus construcciones teóricas (Drake, 2007).

Una forma práctica en la que se ven implementados los diversos descubrimientos


de la neuropsicología es en la evaluación neuropsicológica. Rescatando a Goldstein
y McNeil, Drake afirma que el objetivo esencial de la evaluación neuropsicológica
actual es “la caracterización de las fortalezas y debilidades en las funciones
cognitivas y la explicación de la conducta que presenta un paciente” (2007, p.28).
Se utilizan estos tipos de evaluaciones para poder realizar inferencias y plantear
hipótesis acerca de las funciones y las estructuras neurocognitivas de los sujetos
examinados, analizando la presencia de alteraciones a nivel conductual y cognitivo.
La importancia de las evaluaciones radica en el hecho de que las enfermedades
neurológicas suelen producir cambios en la conducta, síntomas neuropsiquiátricos y
trastornos cognitivos. La posibilidad de contar con una evaluación y un posterior
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diagnóstico permite evaluar estos cambios y hacer un tratamiento o una rutina de


cuidado que sea acorde a lo que el sujeto de turno necesite.

Definiendo el objeto de estudio: las demencias

Los cuadros que se abordan en este trabajo de investigación son los de las
demencias. Se puede hablar de “demencias” en plural porque, como explica
Osvaldo Genovese, “no designa una enfermedad determinada sino que corresponde
a un síndrome de distintas causas, siendo de curso irreversible en la mayoría de los
casos” (2005, p. 271). En cuanto a la descripción del cuadro en sí, se entiende por
demencias a “un síndrome cerebral adquirido que se caracteriza por una
disminución de un nivel previo de funcionamiento cognitivo” (Organización Mundial
de la Salud, 2019, s.d.). Se trata de un cuadro clínico caracterizado principalmente
por el deterioro de la memoria, aunque el deterioro cognitivo no se limita a esta, ya
que puede abarcar otras funciones intelectuales como la atención, el juicio, la
capacidad de razonamiento, la presencia de afasias, apraxias, agnosias y síndrome
disejecutivo (dificultades en la planificación, secuenciación, ausencia de flexibilidad
cognitiva, tendencia a la perseveración, etc.), entre otras alteraciones. Lo relevante
para el cuadro es que dichas alteraciones sean lo suficientemente significativas
como para impactar en la producción de actividades diarias por parte del sujeto.
Asimismo, es necesario para el diagnóstico que los déficits presentes no se
expliquen por existencia de un delirio y es fundamental el previo descarte de
alteraciones mórbidas preexistentes o perturbaciones del estado de conciencia.

Los diferentes tipos las demencias y sus especificidades

Aunque existen diferentes clasificaciones posibles para diferenciar a los distintos


tipos de demencias (Ballesteros Jiménez, 2013), aquí se sigue a la clasificación más
clásica y frecuentemente utilizada debido a su facilidad conceptual y evidencia que
la respalda. Lo anterior hace referencia, siguiendo a los autores Ríos Lago et al.
(2008), a las demencias corticales y las demencias subcorticales. Las primeras son
aquellas en las cuales se encuentran funciones psicológicas como la memoria y la
atención selectiva altamente alteradas. Un sujeto que padece demencia cortical es
propenso a sufrir amnesias, afasias y apraxias. Dentro de este tipo de demencia, la
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enfermedad de Alzheimer es uno de los padecimientos más frecuentes, junto a la


demencia vascular (Arizaga, 2005).

Por otro lado, las demencias de tipo subcortical son aquellas asociadas a otras
enfermedades, como la enfermedad de Parkinson, la enfermedad de Huntington, la
parálisis supranuclear progresiva y la degeneración gangliónica corticobasal (Ríos
Lago et. al., 2008). Se le llama subcortical porque las zonas afectadas del cerebro
son la frontal y la frontosubcortical. Sujetos que la padecen suelen tener como
características depresiones frecuentes, disartria inicial, motricidad enlentecida,
rigidez postural, marcha anormal y alteraciones en las funciones ejecutivas a nivel
general. El sostenimiento de la atención es problemático (los sujetos tienden a
cambiar el foco de atención de manera veloz en cuanto a la media).

Enfermedad de Alzheimer, el pilar más usual y estudiado

Como ya se ha mencionado, cuando se habla de demencias es más probable


estadísticamente estar hablando de la enfermedad de Alzheimer. Esta enfermedad
se caracteriza por una diversidad de síntomas cognitivos, psicológicos y
conductuales. Pelegrín Valero y Olivera Pueyo proponen que sus síntomas iniciales
suelen ser “los déficits de memoria episódica anterógrada de inicio insidioso y curso
progresivo” (2008, p. 379). Es decir, el sujeto cuenta con serias dificultades para
poder almacenar y codificar hechos o situaciones recientes, además de que padece
una amnesia progresiva que altera cada vez más el almacenamiento de hechos
pasados, hasta dejar preservado solo situaciones remotas. No obstante, “el perfil de
memoria de la demencia de tipo Alzheimer cambia mucho durante la evolución de la
enfermedad… no es posible en la actualidad describir un solo cuadro de
alteraciones” (Allegri et al., 2005, p. 84). Esto hace referencia a la heterogeneidad
existente de un paciente a otro. Otras alteraciones fuera de la función memoria
tienen que ver con reducciones de la capacidad intelectual y déficits en las
funciones lingüísticas. Carlos Mangone (2005) profundiza en estas últimas,
mencionando la reducción en la fluencia verbal, dificultades para hallar palabras,
discurso vacío, alteraciones en la decodificación escrita y verbal. En estadios
avanzados, el lenguaje puede encontrarse reducido a monosílabos o directamente
mutismo. Al mismo tiempo, una persona que padece Alzheimer también puede
manifestar apatía, agitación, delirios, alucinaciones, ideación paranoide, trastornos
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afectivos, alteraciones del sueño, depresión y deterioro en el procesamiento


visuoespacial (se confunden y se desorientan en el espacio con facilidad).

Dentro de los factores de riesgo de la enfermedad de Alzheimer (Arizaga, 2005), el


principal está asociado a la edad avanzada. Sin embargo, la estimulación ambiental
(participar en actividades con otros sujetos) está relacionada con la privación y el
deterioro que presenta el cuadro. Con respecto al alcoholismo, Arizaga menciona
que la utilización de este como un factor de riesgo es compleja: “El alcoholismo es
una causa per se de demencia, principalmente a través de los déficit nutricionales
asociados y, raramente, por toxicidad directa aguda” (2005, p. 45). Por otro lado, el
antecedente familiar es un factor de gran importancia, ya que existe un riesgo un
cuatro veces más alto de padecer la enfermedad si existe una historia familiar con la
enfermedad en parientes directos.

Sin cura, pero con herramientas y recursos

Para cerrar este breve desarrollo sobre las demencias desde la neuropsicología, es
importante explicitar que, por más que estas no cuenten con una cura por su
deterioro progresivo y lo irreversible de sus cursos (Genovese, 2005), es posible
realizar intervenciones que pueden mejorar significativamente los déficits cognitivos.
Lo anterior hace alusión a la rehabilitación cognitiva, definida por la autora Sara
Fernández-Guinea como un “proceso mediante el cual se pretende mejorar los
déficits producidos en las capacidades cognitivas como la atención, memoria,
lenguaje, etc.” (2001, p. 374). Es decir, la rehabilitación cognitiva es una serie de
procedimientos y medidas que intenta ayudar al sujeto que tenga sus funciones
alteradas a producir cambios “pequeños” pero significativos en su cotidianidad y
calidad de vida.

Dentro de la rehabilitación cognitiva, Fernández-Guinea (2001) destaca con gran


énfasis el rol de la familia en estos casos. Por un lado, la autora explica que resulta
sumamente beneficioso que los miembros familiares del paciente se integren en su
proceso de recuperación, volviéndose “coterapeutas” (mediante psicoeducación)
capaces de ayudar al sujeto en diversas situaciones sin la necesidad de un
profesional presente. Esto no solo puede generar pequeñas mejoras en el paciente,
sino también que otorga beneficios a los propios familiares: “Disminuyen sus
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sentimientos de culpa e indefensión y, por otra, comprenden mejor lo que le ocurre


al afectado” (2001, p. 375). Por otro lado, los pacientes con déficit cognitivos, con
sus dificultades para el control emocional y sus alteraciones de personalidad y
comportamiento, suelen generar mucho estrés y sentimiento de carga en familiares.
A su vez, los sentimientos de estos últimos inciden en el estado de ánimo del sujeto
en tratamiento, por lo que siempre es fundamental la identificación de alteraciones
emocionales y conductuales en los sujetos con déficit cognitivos y un trabajo
cooperativo con los familiares.

El cuidado que realizan los familiares de personas que padecen enfermedad de


Alzheimer puede producir determinadas problemáticas y problemas de salud
específicos para estas personas, conocidos como “sobrecarga del cuidador” o
“síndrome del cuidador principal” (Medina González y Martín Pontejo, 2018). Se
definen a dichos cuadros como al conjunto de síntomas presentados por estas
personas cuidadoras, sean profesionales de la salud o familiares, los cuales se
generan debido al estrés emocional crónico y a las tensiones mantenidas en el
tiempo debido a sus tareas. Dichos síntomas son principalmente el agotamiento
físico y/o psicológico, los cuales generan tanto malestar como problemáticas en la
propia salud y en el vínculo con quien es cuidado. A partir de la investigación de
Chiao et al. (2015) también se registran padecimientos de cuadros más conocidos,
como aumentos de sintomatología depresiva y ansiosa. Todo ello se debe a que el
sujeto cuidador debe sobrepasar importantes cambios en su vida personal,
potenciales provocadores de gastos físicos, emocionales, financieros, los cuales se
pueden ver envueltos además en sentimientos de culpa, falta de apoyo social,
problemas económicos y cese de actividades que generen placer (Chiao et al.,
2015).

Imaginarios sociales y mundos posibles

Otro de los pilares teóricos que sostiene a este trabajo corresponde a la


conceptualización de imaginario social, acuñada por el autor Cornelius Castoriadis
(1975). Desde su perspectiva, el pensamiento es esencialmente social, ya que
siempre que un pensamiento se manifiesta lo hace inevitablemente a partir de un
momento del medio social. Es decir, cualquier pensamiento actúa y expresa un
medio social determinado (Castoriadis, 1997). Siguiendo esta línea de
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razonamiento, a un imaginario social se lo podría definir como una construcción


socio-histórica que “contiene” en sí misma a las instituciones, normas y símbolos
compartidos por cierto grupo social. Lo sumamente interesante de este concepto es
que, a pesar de ser imaginario, opera en la realidad produciendo restricciones y
oportunidades para el accionar de los sujetos (Castoriadis, 1975). En palabras del
propio autor: “Las significaciones imaginarias sociales crean un mundo propio para
la sociedad considerada, son en realidad ese mundo: conforman la psique de los
individuos. Crean así una “representación” del mundo, incluida la sociedad misma y
su lugar en ese mundo” (Castoriadis, 1997, p. 9).

Profundizando en el concepto, el autor define dos tipos de imaginario social: el


instituido, conformado por el conjunto de significaciones que forman lo establecido, y
lo instituyente, el del hecho histórico y la conformación de universos de significación
(Castoriadis, 1975). Es decir, el imaginario instituido corresponde a lo que se da por
establecido (por ejemplo, costumbres, tradiciones, lo permitido y lo prohibido en
determinada sociedad) y el instituyente a aquello que con el potencial de ser nuevo
y posible, de obturar el orden establecido y permitir la transformación social (de
cierto conjunto social en un hecho específico).

Construyendo realidades en la pantalla grande

El siguiente aporte teórico a utilizar está íntimamente ligado al recién desarrollado.


Es menester explorar la potencial articulación entre imaginarios sociales de
determinado momento socio-histórico y el cine. En otras palabras, cómo el cine es
capaz de producir y reproducir dichos imaginarios. Según el autor Gómez Tarín
(2002), en la realización de una película existe un proceso de mediación mecánico a
partir del cual se explica que lo que se muestra en dicha película es un punto de
vista y supone una elección. Es decir, el sujeto cinematógrafo crea una
representación sobre su propia representación. Al mismo tiempo, el punto de vista y
el recorte escogido generan una mirada del mundo en particular dentro de una
infinidad de mundos posibles, los cuales pueden estar relacionados o no a los
establecidos. Lo que muestra un film es una fracción de una dimensión infinita de
posibilidades. En cuanto a cómo esto tiene el potencial de afectar al espectador,
Gómez Tarín relata:
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No importa que el cine tenga o no como referente una realidad..., lo cierto es


que construye un mundo ficcional que va a entrar en relación con el real a
través de la incorporación experiencial del espectador, modelando o
reforzando su imaginario social. (2002, p.4)

Por otro lado, el cine también puede ser considerado como parte de los aparatos
ideológicos del Estado y como reproductor ideológico gracias a que construye y
consolida ciertos imaginarios. Goméz Tarín, rescatando a Althusser, afirma que “el
discurso cinematográfico puede ser un vehículo eficaz para rechazar la actual
situación” (2002, p.12).

Siguiendo con esta línea de pensamiento, la autora Mar Binimelis afirma que “el cine
refleja el funcionamiento y los discursos de la sociedad en la que surge pero, al
mismo tiempo, tiene la capacidad de proyectar e influir en los comportamientos
sociales, ya sea reproduciendo lógicas preexistentes o transformándolas” (2016,
p.10). Es decir, diversas temáticas y visiones sobre dichas temáticas son
mediatizadas por aquello que transmiten los films, especialmente cuando estos
reproducen y cimientan desigualdades ya presentes en la sociedad. Sin embargo,
es justamente en el cine donde pueden surgir discursos diferentes y que permitan
transformaciones sociales. Es por ello que se puede considerar al cine como una
“poderosa herramienta” para cuestionar el tratamiento de esta temática y otras
(Binimelis, 2016).

El cine y su potencial educativo

El último pilar teórico de este apartado está relacionado con el cine y su potencial
pedagógico para los espectadores. Esta asociación se fundamenta desde diversos
análisis sobre las características propias del formato del cine y los potenciales
efectos generados por las películas en quien las observa. La principal vía de dichos
efectos se produce a través de las emociones provocadas en los espectadores.

La autora de Sousa (2016) afirma que el cine agudiza la observación, la percepción


y la alerta por los detalles, lo cual no solo facilita la comprensión de estos, sino
también estimula el aprendizaje y el deseo por aprender de los estudiantes. Ella
sugiere que no existe el desarrollo del pensamiento sin emoción, representaciones y
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percepciones, lo cual colocaría al cine en una posición privilegiada debido a su


formato de imágenes en movimiento, su capacidad de crear representaciones y
también de producir reacciones emocionales en el espectador.

Los autores Russell y Waters (2014) establecen que las películas promueven el
pensamiento crítico y la toma de decisiones, permitiendo las discusiones de dilemas
morales y el cuestionamiento de valores y creencias. Por su parte, el autor Henry
Giroux (2003) define a los films como un método de enseñanza y un nuevo texto
pedagógico, el cual requiere sus propios enfoques y acercamientos. En este
sentido, el autor hace referencia a la necesidad de que tanto estudiante como
profesor tomen una postura activa frente al uso de un film como recurso
pedagógico. Por eso la autora Inés Dussel (2015) afirma que “no es tanto la imagen
en sí lo que causa cierto efecto, sino la imagen en el contexto de culturas o
regímenes visuales, de tecnologías, de formas de relación con esas imágenes”
(p.11). Es fundamental trabajar con films de una forma que exceda su simple
reproducción en un aula con estudiantes, promoviendo actividades específicas que
exijan una postura activa de todos los agentes responsables en la construcción de
conocimiento.
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Estado del Arte

La enfermedad de Alzheimer y las demencias hoy

La lectura de investigaciones recientes permite recabar datos precisos sobre la


actualidad epidemiológica de estos casos y los estimativos que se esperan a futuro.
Siguiendo el trabajo de Garre-Olmo (2018), ha habido un incremento de la
prevalencia de enfermedades crónicas en edades avanzadas debido al aumento de
la longevidad y supervivencia de la población a nivel mundial. El autor destaca la
cifra de 47 millones de personas con síndrome de demencia registradas en 2015 a
nivel global, y prevé un aumento a 130 millones para el año 2050. En cuanto a la
prevalencia de las demencias, Garre-Olmo, a partir de un metaanálisis de 157
estudios globales entre 1980 y 2009, la ubica entre un 5% y 8% en mayores de 60
años, con un predominio del género femenino y un porcentaje que se duplica cada
cinco años.

Por otro lado, rescatando el estudio de Wimo et al. (2017), el coste global de la
enfermedad fue de 604.000 millones de dólares en el año 2010, mientras que el
mismo aumentó a 818.000 millones en solo cinco años. Este dato económico resulta
fundamental para poder pensar en los recursos que implican estos cuadros a nivel
nacional en cada país, a nivel macro, pero también en el constante gasto que
generan a las familias afectadas por uno o más miembros con demencias, a nivel
micro.

El rol de los cuidadores, normalmente familiares, suele ser uno con importantes
padecimientos físicos y psicológicos. En su revisión bibliográfica, Espín Falcón
(2020) afirma que la repartición de cuidados dentro del núcleo familiar suele ser
desigual, con la predominancia de la mujer como cuidadora principal. Destaca el
predominio de la angustia, el temor, la ansiedad, la ira y la desesperanza como los
principales trastornos afectivos de las personas que cuidan. Además, el autor afirma
que “el riesgo de malestar emocional es mayor para cuidadores de personas con
demencia que para cuidadores de personas con problemas físicos de salud y
muestras mixtas” (Espín Falcón, 2020, p.12). Esto lo asocia a estudios cuyos
resultados demuestran que quienes cuidan a sujetos con demencia tienen un riesgo
de mortalidad 63% mayor que de quienes no lo hacen.
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Investigaciones sobre el cine como recurso para el aprendizaje

Resulta fundamental al presente trabajo recopilar investigaciones acerca de si las


producciones cinematográficas son capaces de generar acercamientos,
entendimientos y mayor comprensión en estudiantes y profesionales de la salud
para con sus futuros pacientes.

En primera instancia, la investigación de Moreto et al. (2017) rescata el uso del cine
como una herramienta posible para desarrollar la empatía. Esta cualidad resulta
fundamental para el cuidado y la relación entre el profesional de la salud y sus
pacientes. Los autores exploran el deterioro de la empatía en estudiantes de la
carrera de Medicina en una facultad de São Paulo, Brasil. En los años de
graduación de la misma, la dimensión afectiva y la empatía de dichos estudiantes se
ven alteradas con respecto al inicio de la carrera. Debido a ello, y para intentar
buscar una solución a la problemática, los investigadores establecen la importancia
del trabajo de las emociones y el reconocimiento de estas por parte tanto del
educando como del educador. Se toma el uso de películas como recurso para dicha
tarea debido a que han demostrado “resultados promisorios” (Moreto et al., 2017,
p.175) a la hora de educar las emociones y promover la empatía. Siguiendo a esto,
los autores destacan que “[el cine] provoca emociones y, sobre todo, ofrece la
posibilidad de contemplarlas, compartirlas, ampararlas en discusión franca y
honesta, abriendo caminos para una verdadera reconstrucción afectiva” (Moreto et
al., 2017, p.175). En definitiva, se destaca el potencial del cine para impactar en la
ética de los espectadores y provocar la reflexión.

En otra investigación sobre el uso del cine en ciencias de la salud, en “El cine como
herramienta en la docencia” (2013), Hernández Figaredo y Peña García realizan
una investigación cualitativa sobre el uso de cine como apoyo en la asignatura de
Psiquiatría en la carrera de Medicina de la Universidad de Ciencias Médicas “Carlos
J. Finlay” de Camagüey. En dicha investigación, todos los estudiantes reconocen
como positivo la utilización de películas para acompañar la cursada académica. Se
destaca la facilidad para comprender y asimilar temas estudiados, su uso de
referencia para rememorar elementos, e incluso la identificación semiológica de
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síntomas de los sujetos en las obras. Lo anterior resulta esencial para poder
justificar y encontrar un valor en la utilización de films para reforzar aprendizajes
sobre la salud. No obstante, los autores remarcan que una minoría de los
entrevistados tuvieron dificultades para identificar síntomas y elementos importantes
de patologías, lo cual los lleva a considerar que cada película representa una visión
artística y un libre recorte de quienes la producen.

Con respecto a la disciplina de la psicología, Cambra Badii et al. (2018) investigan


acerca del uso de películas y series para la enseñanza en la carrera de Psicología
en la Universidad de Buenos Aires. En dicha investigación, los autores plantean un
momento de “quiebre” en la enseñanza de Psicología, con la necesidad de que
exista una investigación empírica rigurosa junto a un énfasis en el campo de la
subjetividad de la esfera pública. Luego de entrevistas a diferentes docentes de la
universidad, se llega a conclusiones acerca del uso films y series como recursos
didácticos: brindan una transmisión oral enriquecida entre docentes y estudiantes,
además de un compromiso emocional y una interpelación conceptual cuando los
estudiantes ya conocen el material previo a su visado. Esto “permite un singular
acercamiento a los conceptos que además implique la interpretación crítica de la
información” (Cambra Badii et al, 2018, p. 40). Sin embargo, los autores también
resaltan la falta de sistematización a la hora de utilizar estos recursos e incluso la
ausencia de los mismos en numerosas asignaturas.

Finalmente, Benasayag (2017) revisa bibliografía acerca del uso de películas en la


educación media de Argentina y rescata que el 73% de los docentes encuestados
utilizan películas en sus clases como recursos didácticos. Este dato permite
reflexionar sobre una posible legitimación del cine como herramienta en las aulas,
aunque el autor también rescata la postura de docentes que asocian el proyectar
una película como una “pérdida de tiempo”. Esto puede deberse a dos razones: la
falta de sistematización en la utilización del recurso, como también la poca
formación sobre él. Benasayag rescata que más de la mitad de sus entrevistados
niega haber realizado algún tipo de estudio sobre el uso pedagógico de las
imágenes.
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Antecedentes sobre Still Alice

La autora Wicaksono (2017) realiza una investigación cualitativa acerca de los


trastornos del lenguaje y de los comportamientos presentados en el personaje de
Alice. En dicha investigación, su objetivo es comparar estas características con
aquellas esperadas en sujetos que padecen Alzheimer. Wicaksono encuentra en la
protagonista ocho de nueve trastornos de lenguaje relacionados al Alzheimer. Estos
son: discurso espontáneo, errores parafásicos, repetición, dificultades al nombrar,
lectura, escritura, comprensión de palabras, conocimiento semántico de palabras y
objetos. La única característica no encontrada en Alice, según la autora, es la
dificultad en la comprensión sintáctica. Por otro lado, Wicaksono también ubica ocho
de diez trastornos del comportamiento en la protagonista del film: agitación,
ansiedad, apatía, depresión, disrupción nocturna, comportamientos vocalmente
disruptivos y comportamientos desinhibidos. Los únicos dos tipos de trastornos que
la autora no encuentra en Alice son síntomas psicóticos y comportamientos
errantes.

Otra investigación pertinente corresponde a la realizada por Halpin y Caston (2019).


Estos autores realizan una investigación cualitativa aplicando un análisis
fenomenológico interpretativo dentro del marco de la teoría de adaptación
socioemocional. Primero recopilaron investigaciones anteriores en las cuales otros
autores remarcan una “tendencia negativa” en cómo diversos films representan
personajes con Alzheimer: seres sin identidad, creados con distancia con respecto
al espectador, con el foco puesto en el resto de los personajes, sean secundarios o
no. En contraposición a esta tendencia, Halpin y Caston afirman que Still Alice es un
film atípico que construye a su protagonista de maneras menos estigmatizantes y
más empáticas. Dicha construcción se da en diversos apartados, como en la
identidad, la preservación del yo, los roles y dinámicas familiares, el contexto de la
enfermedad y el padecimiento de esta. Sin embargo, los autores también destacan
algunas características particulares del film que la colocan como una obra con
ciertos límites en cuanto a su potencial representacional. Por ejemplo, el tipo de
Alzheimer que padece la protagonista es de lo menos común dentro de este cuadro
de síndromes, o la posición socioeconómica tanto de Alice como de su familia es de
clase alta, con la capacidad de cubrir gastos esenciales y todos los relacionados a
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sus cuidados. Por último, se resalta la poca presencia de personal clínico dentro del
film, fundamental para el cuidado y tratamiento de los sujetos con enfermedad de
Alzheimer.

Antecedentes sobre The Father

En la más reciente publicación de The Gerontologist (octubre de 2021), una revista


académica digital que presenta artículos desde enfoques multidisciplinarios acerca
de la vejez, cuatro autores analizan el film The Father desde perspectivas
diferentes. Rose Capp destaca la capacidad de la película para poder presentar una
“potente, experiencial representación de la demencia que es desorientadora y
frecuentemente distintivamente desconcertante” (2021, p. 1171). Al mismo tiempo,
destaca el trato que recibe el protagonista de parte de sus cuidadores. Un trato
infantilizador y empobrecedor que deteriora el bienestar de este personaje. En
contraposición, el autor VandenBosch (2021) remarca que el film tiene una mirada
negativa y estigmatizante sobre las personas con demencias. Esto es debido a que
presenta una mirada exclusivamente trágica sobre las vivencias del protagonista,
haciendo énfasis en las habilidades que este perdió, sin mostrar como relevantes
aquellas que aún mantiene.

Por otra parte, Luzinski (2021) realiza su análisis tomando un método especial para
el tratamiento y el cuidado de los sujetos con demencia a partir de una analogía con
un álbum de fotos. A partir de dicha analogía, se conceptualiza que los sistemas de
memoria de los sujetos sin demencia se asemejan a un ordenado álbum de fotos.
En él, cada foto representa un recuerdo. Cada recuerdo tiene asociado un hecho y
un sentimiento. Sin embargo, las personas con demencia almacenan recuerdos solo
con los sentimientos, sin episodios. A partir de este método, la autora teoriza que
gran parte del sufrimiento del protagonista y su red de contención se debe a una
ausencia en buscar modos alternativos de comunicación, ya que “Anthony no perdió
su capacidad de razonar o su deseo a razonar. Él simplemente perdió hechos
recientes con los cuales razonar” (Luzinski, 2021, p. 1175). El protagonista es aún
capaz de disfrutar momentos.

Cómo último aporte, Paulan Gondon (2021) escribe sobre la convivencia con su
padre (sujeto con demencia), su propia experiencia (presenta síntomas de leves a
18

moderados de demencia) y cómo los articula con el film en cuestión. Gondon


destaca el trabajo de la película en representar la importancia del cuidado y la
educación en los cuidadores y familiares cercanos a una persona con estos
padecimientos, además de criticar los acercamientos con violencia. Sin embargo,
menciona como fundamental el no olvidar la capacidad de amar que tienen los
sujetos con demencia, incluso en cuadros sumamente deteriorados, y cómo el
trabajo de cuidadores debe tener siempre esto presente.

Antecedentes sobre Nebraska

Del film restante se registran antecedentes que trabajan temáticas no vinculadas


con la presente tesis. Bolaño Quintero (2019) escribe acerca de la relación del film
con la posmodernidad y la ausencia de “grandes” estructuras narrativas. Por su
parte, Sánchez-Escalonilla y Echart (2016) analizan la filmografía del director y del
lugar que ocupa el film seleccionado en cuanto al concepto de “el sueño americano”.
19

Metodología

Enfoque

El presente trabajo se enmarca en el enfoque de la investigación de tipo cualitativa.


Se entiende a la misma como “el estudio interpretativo de un tema o problema
específico en que el investigador es central para la obtención de sentido” (Banister
et. al., 2004, pp. 14). Es decir, es un enfoque donde la subjetividad y la capacidad
de interpretación de quien investiga resultan fundamentales para el trabajo a
realizar. Contiene un enfoque en la comprensión de significados y en el estudio de
contextos (Banister et. al., 2004).

Una investigación primariamente cualitativa se diferencia de un enfoque


exclusivamente cuantitativo, ya que en este último priman la utilización de datos
objetivos y se espera el mayor distanciamiento posible entre la subjetividad del
investigador y su objeto de estudio. Se considera la importancia del enfoque
cualitativo en Psicología por la correspondencia entre el sujeto y el objeto de
estudio. Al decir de Banister et. al. (2004): “la psicología es una de las disciplinas en
la que el sujeto (el investigador) y el objeto (el investigado) coinciden”. Sin embargo,
los autores citados rescatan la importancia de realizar investigaciones mixtas para
recuperar las fortalezas de ambos enfoques.

Método

La herramienta metodológica utilizada a lo largo de este escrito corresponde al


método clínico-analítico de lectura de películas y series televisivas, desarrollado por
Michel Fariña en su tesis de doctorado (2014). El autor parte de los desarrollos de
Carlo Ginzburg (2008) para arribar a la conformación de su propio método,
entendiendo por desarrollos al paradigma indiciario, aquel modelo epistemológico
utilizado en las ciencias humanas y fundamentado en la interpretación de detalles y
signos mínimos, los cuales pueden ser interpretados como reveladores de
intenciones o mensajes. Al mismo tiempo, el método clínico-analítico se fundamenta
en el razonamiento abductivo de Peirce (2012), el cual se basa en una forma de
razonamiento que llega a una hipótesis a partir de la descripción de un hecho o
fenómeno. La hipótesis arribada es explicada por las premisas obtenidas.
20

Al paradigma indiciario y al método abductivo se los utiliza en este método del cine y
las series debido a una característica clave de este último: el impacto directo e
inmediato de la imagen (Laso y Michel Fariña, 2014), el cual permite una
identificación con personajes y situaciones y un distanciamiento al mismo tiempo.
Los autores Laso y Michel Fariña (2014), por otro lado, destacan la posibilidad del
cine y de las series de plantear dilemas éticos gracias al recurso de estas
producciones. Según ellos, un buen film es capaz de introducir al espectador en un
problema y hacerlo pensar al respecto de este.

Muestra

El material seleccionado para esta tesina consiste en tres películas que retratan la
vivencia y los padecimientos de tres personajes principales con sintomatologías de
patologías de demencias. Los films son Nebraska (Payne, 2013), Still Alice
(Westmoreland y Glatzer, 2014), y The Father (Zeller, 2020). La razón de esta
elección está fundada en elegir obras que hayan obtenido algún mínimo
reconocimiento, ya sea con premios o nominaciones, indicando la relevancia que
estos films han podido tener tanto para el público como para la prensa especializada
en sus respectivos años de estreno. Al mismo tiempo, se escogen los films por
retratar historias con protagonistas con un diagnóstico otorgado (en el caso de Still
Alice y The Father) y por tener un tercero con el cual se infiere el cuadro pero nunca
se confirma (Nebraska).

Utilizando la metodología anteriormente definida, se buscan las singularidades


presentes en cada film para poder arribar a una respuesta al objetivo de este
trabajo.

Objetivos

Objetivo general:

● Analizar los imaginarios sociales de las demencias construidos en los films


seleccionados, presentes en los personajes principales y en sus cuidadores.
21

● Indagar el potencial valor pedagógico que los materiales audiovisuales


seleccionados pueden tener para estudiantes de la Licenciatura en
Psicología.

Objetivos específicos:

● Evaluar el padecimiento subjetivo de cada protagonista y contrastarlo con la


teoría desarrollada en los apartados teóricos.
● Analizar cómo cada característica de cada protagonista puede asociarse a
imaginarios sociales sobre las demencias.
● Identificar y analizar los vínculos que cada protagonista tiene con sus
cuidadores.
● Presentar una propuesta de elementos audiovisuales que podrían utilizarse
en el ámbito universitario bajo determinado marco y acompañamiento
docente.
22

Desarrollo

Los imaginarios sociales desde la temporalidad y el escenario

Prosiguiendo a la cinematografía, uno de los materiales seleccionados es el film The


Father (Zeller, 2020). En dicho film, el protagonista, Anthony (interpretado por
Anthony Hopkins), es un adulto mayor que padece de la enfermedad de Alzheimer.
Él vive en un departamento del cual piensa y actúa como si fuera el dueño, con
diversas escenas hablando de “sus” decoraciones y del establecimiento en sí como
su “propiedad”. Sin embargo, el departamento pertenece a su hija Anne (Olivia
Colman) y al esposo de esta, Paul (Rufus Sewell). La problemática es que el
protagonista “recuerda” y olvida hechos como este constantemente. Como se
explicó con Ríos Lagos et. al. (2008), la pérdida de memoria es una de las
características claves de la enfermedad de Alzheimer. Anthony puede recordar
hechos más alejados en el tiempo, como la infancia con sus dos hijas, virtudes y
características diferenciadas de cada una, incluso a las parejas de Anne. No
obstante, olvida constantemente que Laura (Imogen Poots), su hija más joven,
falleció, y a partir de ciertas escenas se descubre que incluso “confunde” los rostros
de esta última con quien intenta ser su cuidadora, o los rostros de Anne y Paul con
los de su enfermera y doctores a cargo (esto se revela en los últimos momentos del
film).

The Father (Zeller, 2020) utiliza un factor fundamental del medio cinematográfico, la
creación de medidas del tiempo artificiales, para reflejar lo que padece su personaje
con su memoria. Aunque la cronología de los hechos parece ser lineal en un primer
momento, la misma se revela con lagunas (escenas que no se conectan de manera
coherente entre sí, que denotan la falta de una o más situaciones en el medio),
repeticiones (el protagonista experimenta hechos puntuales una y otra vez, aunque
confundiendo a los sujetos involucrados) y un presente que no es presente (se
puede suponer que todo lo observado ya ocurrió hace años; Anthony está internado
en el hospital desde hace tiempo, y las escenas que parecían relatar dos días de su
vida de manera cronológica solo esconden momentos lejanos que él recuerda).
Todas estas características ayudan a plasmar las diversas características de la
enfermedad de Alzheimer ya explicitadas (Mangone, 2005; Valero y Pueyo, 2008).
23

Por otra parte, Anthony no parece presentar los deterioros intelectuales y de


lenguaje que menciona Mangone (2005). Se expresa con una prosa rica en
vocabulario en todas sus escenas, de manera fluida, y en muchas escenas no
parece tener serias dificultades para mantener actividades diarias (a pesar de un
episodio en particular en el cual no logra ponerse un suéter sin asistencia). No
obstante, sí manifiesta reacciones emocionales más típicas del cuadro, como apatía
e ideación paranoide, especialmente en escenas en las cuales olvida dónde dejó
determinado objeto y siempre acusa a la persona que lo cuida de estar robándole.

Otro punto a tener en consideración en este apartado es el recurso de la puesta en


escena. El departamento que funciona de casi único escenario en la totalidad del
film va sufriendo modificaciones a lo largo del mismo. Utilizando este recurso, tanto
Anthony como el espectador sienten desconcierto acerca de la ubicación y/o la
existencia de objetos presentados en escenas anteriores. Es un recurso que
funciona como un apropiado completo al de la estructura temporal no cronológica
antes mencionada, para mostrar los olvidos característicos de la enfermedad de
Alzheimer desde otra perspectiva (Ríos Lago et. al, 2008).

Una lingüista destacada y un caso excepcional

El segundo film que se analiza en este escrito es Still Alice (Glatzer y


Westmoreland, 2014). El mismo relata la historia sobre Alice Howland (Juliane
Moore), una reconocida lingüista por haber hecho importantes descubrimientos
acerca del desarrollo del habla en niños y niñas. La vida de la protagonista se ve
alterada significativamente cuando ella es diagnosticada con un inusual caso de
Alzheimer temprano. En este sentido, el film resulta muy provechoso en cuanto a
ilustrar el deterioro progresivo característica de una demencia (Ríos Lagos et. al.,
2008). En las escenas iniciales se observa a Alice tener su primer lapsus lingüístico
en plena conferencia, con la aparición de los primeros olvidos de nombres de calles,
planes con su esposo John Howland (Alec Baldwin) y determinados objetos de uso
cotidiano. Como ya se explicitó con Wicaksono (2017), el personaje de Moore
presenta diversos trastornos del lenguaje a lo largo de la cinta. En las escenas
finales, la protagonista apenas pueda realizar acciones cotidianas como atarse los
cordones, mantener la conciencia por períodos prolongados, con problemas
atencionales cuando conversa con su familia, pérdida del vocabulario con mutismo
24

en cualquier situación y una memoria a corto plazo sumamente deteriorada que no


le permite acordarse sucesos de minutos atrás. Todas claras características, como
ya se ha mencionado (Mangone, 2005; Arizaga, 2005), paradigmáticas de la
enfermedad de Alzheimer. Incluso Alice es diagnosticada a partir de evaluaciones
psiconeurológicas (Drake, 2007), las cuales determinaron su diagnóstico, le
permitieron revisar sus fortalezas, debilidades, medir el deterioro de estas entre
evaluaciones, poder armar un plan de tratamiento con su esposo y familia y hasta
descubrir que la naturaleza de su caso específico de Alzheimer implica un factor de
riesgo (Arizaga, 2005) para sus hijas, de las cuales una es confirmada como pronta
a padecer el cuadro.

En varias de las características de la enfermedad de Alzheimer se aprovecha el


lenguaje cinematográfico para transmitir síntomas, como por ejemplo, planos
borrosos cuando se desorienta en sus corridas, o seguimientos de cámara alrededor
de la protagonista cuando esta se olvida donde está el baño de su propia casa y se
siente perdida. A medida que el curso de su enfermedad empeora, se utilizan
breves escenas editadas con colores saturados para realizar la impresión de
recuerdos, en los cuales logra conservar su infancia. Esto corresponde a su vez con
lo expresado por Valero y Pueyo (2008), ya que Alice conserva esos recuerdos de la
infancia, aparentemente sin recortes, pero tiene imposibilidad de almacenar y
recordar nuevos recuerdos desde ese entonces. Por otro lado, su evaluación
neuropsicológica es registrada en un primer plano sin cortes para enfocar al
neurólogo, privilegiando la importancia de enmarcar a la protagonista en este
suceso que será un antes y un después en su vida. Sin embargo, es posible
argumentar que la técnica utilizada más relevante es la que ocurre en escenas con
su cuadro bastante avanzado, en las cuales la protagonista se encuentra en la
misma habitación que sus familiares, pero alejada y fuera de foco mientras que el
resto de los sujetos conservan su definición de imagen. Su importancia podría no
solo corresponder a un intento de representar visualmente las diferencias de
estados entre la protagonista y su familia, sino también realzar el soporte de estos.
Se profundizará sobre este aspecto en otro apartado.
25

Sin diagnóstico, pero con semejanzas

El tercer film escogido corresponde a una obra similar a las anteriores en ciertos
aspectos, pero con diferencias significativas en otros que se abordarán a
continuación. Nebraska (Payne, 2013) relata el deseo de Woody Grant (Bruce Dern)
de ir hasta el Estado de Nebraska, Estados Unidos, para poder reclamar un premio
de un millón de dólares que al parecer ha ganado. La dificultad radica en que el
premio no es tal, ya que el mismo forma parte de una publicación que contiene un
mensaje ambiguo para que las personas que la compran piensen que han ganado.
A partir de este hecho falaz, se desarrollarán todas las situaciones e interacciones
con el resto de los personajes. Mientras que su hijo Ross (Bob Odenkirk) y su mujer
Kate (June Squibb) intentan disuadirlo de su travesía, clasificándolo de “imbécil” e
“inútil”, su otro hijo llamado David (Will Forte) decide seguirle el juego al padre y
comenzar un viaje en carretera que lleve a ambos hasta el destino deseado.

En primera instancia, es necesario explicitar una aclaración. Woody no es


diagnosticado con ningún tipo de demencia, ni previo a la temporalidad del film ni
durante la duración de este. Los hijos y su mujer dicen que “no sabe nada de lo que
pasa a su alrededor la mitad del tiempo”, pero nunca consideran que pueda tener
algún problema psicológico o neurológico. De hecho, en una escena se le pregunta
a su hijo David si su padre padece una enfermedad de algún tipo y David responde
que simplemente “cree todo lo que le dicen”.

No obstante, es posible ubicar diferentes síntomas y conductas del personaje


relacionadas a los cuadros de demencias corticales y subcorticales (Ríos Lagos et.
al., 2008). Con respecto a las primeras y a la enfermedad de Alzheimer, Woody se
muestra sumamente apático frente a todos quienes lo rodean, con diversas escenas
en las que se observa desconectado de su familia, de los cuidados que estos
quieren proveerle y no permite acatar ninguna crítica sobre su comportamiento.
Además, el personaje también cuenta momentos en los que demuestra claras
pérdidas de memoria a corto plazo, como en la escena que transcurre en una
estación de tren y busca, acompañado por David, su dentadura postiza en las vías.
También es posible interpretar su fijación por su supuesto premio como un delirio,
presente en casos raros de Alzheimer (Genovese, 2005). Con respecto a las
subcorticales, Woody presenta motricidad enlentecida, rigidez postural, marcha
26

anormal y alteraciones en sus funciones ejecutivas en prácticamente todas las


escenas que cuentan con su presencia. Aunque se podrían asociar simplemente a
su edad avanzada, al adicionarlas a las observaciones anteriormente descritas
toman otro interés. Al mismo tiempo, su sostenimiento de la atención es fugaz, y
este es uno de los hechos que mejor se representan con recursos cinematográficos,
con primeros planos del personaje mirando “al vacío” o con miradas que pocas
veces se cruzan con las de los otros personajes. Por otro lado, y sobre las
demencias en general, diferentes hechos y conversaciones escuchadas a lo largo
del film denotan que el personaje tiene o tenía un consumo problemático de alcohol
(su hijo David lo acusa varias veces de “haber sido un alcohólico” mientras él y su
hermano eran jóvenes). El consumo exacerbado de alcohol durante un período
prolongado de tiempo está relacionado con las demencias (Arizaga, 2005).

Debido a las argumentaciones presentadas, es posible asociar al personaje de


Nebraska (Payne, 2013) con los padecimientos de los protagonistas de los otros
films desarrollados. Woody presenta problemas de memoria, trastornos del
comportamiento característicos de las demencias, además de aquellas
características únicas de su personaje, como el consumo problemático de
sustancias alcohólicas. Asimismo, su posición de “no diagnóstico” permite resaltar la
importancia de que exista la posibilidad de ser evaluado para poder tener un
tratamiento de ser necesario (Drake, 2007), identificando las fortalezas y debilidades
de Woody como sujeto, qué es lo que puede hacer de manera autónoma y con qué
necesitaría asistencia. Estas respuestas apuntan a promover el bienestar del
personaje.

La familia cercana y la familia exhausta

Los vínculos familiares, como se ha mencionado (Fernández-Guinea, 2001), son


fundamentales para los sujetos con un cuadro de demencia. Los tres films
presentan características similares en este aspecto.

Partiendo de The Father (Zeller, 2020), los vínculos que Anthony mantiene con su
hija, la pareja de ella, y sus cuidadoras (tanto la que aparece en escena como las
que son relatadas) son complejos. En múltiples escenas se observa una intención
conciliadora y de cuidado del personaje de Anne para su padre: ayudas para
27

encontrar su reloj, acompañamientos a la cama, el preparado de las comidas, entre


otras. Sin embargo, en el momento cronológico del film se ven también claros
síntomas del síndrome del cuidador principal (Chiao et al., 2015; Medina González y
Martín Pontejo, 2018; Espín Falcón, 2020). Anne se expresa abatida por la situación
de su padre, con escenas diciéndole a su pareja que “ya no sabe qué hacer con su
padre”. Se denota un malestar emocional en situaciones de llanto y enojo ante
respuestas sarcásticas o equivocaciones de Anthony, como también con sus
acusaciones sobre el supuesto deseo de su hija de apropiarse de “su” departamento
o los elogios para su hija fallecida. En una escena, Anne no es reconocida por su
padre (debido a que este ve el rostro de quien es en verdad su enfermera) y se
siente lastimada por las escenas siguientes. El malestar crece incluso hasta
implosionar en una escena en la cual Anne ahorca a su padre mientras este
duerme. No obstante, el film vuelve a “repetir” la escena más adelante, con la única
salvedad de que no se muestra el hecho violento.

La violencia también está presente en episodios del protagonista con sus otros
cuidadores. En una de las primeras escenas, Anne relata como la cuidadora anterior
decidió no ir más luego de las amenazas de Anthony y de sus “reacciones
inesperadas”. La actual cuidadora, Laura, lo intenta tratar de manera amable y con
buenas intenciones, pero infantilizándolo en el proceso (Capp, 2021). Esto genera
que el protagonista reaccione disgustado y le pregunte “si le parece que es un
idiota”. Sin embargo, quizás el mayor acto violento se observa en una escena con
Paul, en el cual este lo humilla y abofetea como demostración de su cansancio
como cuidador, aprovechando que Anthony no va a recordar lo sucedido. Las
reacciones del protagonista, como también el funcionamiento en su vida cotidiana
(es capaz de realizar por sí mismo tareas sencillas como hacerse un té, acostarse y
otras acciones que en otros casos podrían requerir asistencia externa) pueden estar
alteradas y conservadas, respectivamente, debido a las escenas violentas que este
vivencia y también al constante cuidado y afecto de quienes lo quieren ayudar
(Gondon, 2021).

Por su parte, en Still Alice (Westmoreland y Glatzer, 2014) no se observan escenas


de violencia explícita entre la protagonista y su núcleo familiar. Esto no quiere decir
que las interacciones entre los personajes no se hayan complejizado ni hayan
28

cambiado los roles entre ellos, en especial cuando Alice era la persona que llevaba
adelante el cuidado y mantenimiento de su hogar y de los vínculos entre los
miembros de la familia. Su esposo comienza a hacerse cargo tanto de la casa como
de ella, aunque ocurren conflictos cuando este intenta priorizar su carrera y trabajo
antes que a su mujer. Con su hija mayor, Anna, quien fue diagnosticada con el
cuadro de Alzheimer de su madre, la relación cambia radicalmente y Anna empieza
a ser más distante y a dejar de aparecer en las reuniones familiares. Es con Lydia,
su hija menor y con quien tenía un vínculo no tan amistoso previo a su diagnóstico,
que Alice encuentra a una cuidadora que la respeta, cuida y trata de manera más
cordial y empática.

A diferencia del film de Zeller, en la obra de Westmoreland y Glatzer es posible


delimitar escenas en las cuales la protagonista pasa momentos emotivos y no solo
angustiosos. Esto se observa gracias al continuo acompañamiento de su esposo e
hijas, en diferentes medidas según en qué personaje se haga el foco. Existen
escenas muy relevantes, como aquella en la cual da una conferencia sobre su
enfermedad frente a personas, en un estado ya avanzado de esta y con múltiples
dificultades discursivas. El discurso que ella logra realizar posiblemente haya sido
ayudado, al menos en cierta parte, por el apoyo de Lydia al acompañarle en todo el
proceso y al ensayarlo continuamente. En escenas más generales, sus familiares le
permiten intentar tener una vida cotidiana dentro de las posibilidades que Alice tiene
en su estado.

En Nebraska (Payne, 2013), los vínculos de Woody con sus familiares rara vez son
de cuidado y/o respeto. Aunque este personaje no tenga ningún cuadro
diagnosticado, es incorrecto afirmar que es un sujeto que no necesite de asistencia
de los otros en determinados momentos, como en la escena en la que aparece
lastimado luego de un supuesto episodio alcohólico, con las pérdidas de sus
pertenencias, o con su fijación con un premio que es una estafa. Teniendo en cuenta
esto, tanto su hijo Ross como su mujer Kate lo tratan con desprecio. Constantes
degradaciones, insultos, y poco interés sobre lo que a Woody le pasa o siente. Es
quizás Kate quien demuestra mayormente síntomas del síndrome del cuidador
principal (Chiao et al., 2015; Medina González y Martín Pontejo, 2018), cuando
comenta en más de una escena que “ya no lo puede soportar”, que ella “hace todo
29

el trabajo”. Ross y Kate menosprecian a Woody, pero no existe ningún tipo de


autocrítica en ellos que intente plantear otro modo de relacionarse. Como se ha
mencionado en otro apartado, si ellos considerasen que Woody pudiera tener algún
problema psicológico o neurológico, quizás se abriría la puerta a otros tipos de
vínculos.

El único que intenta emprender un lugar más empático, de escucha y


acompañamiento a lo largo del film es su hijo David. El intenta que el resto de
sujetos (sean familiares o extraños) no maltraten a su padre y es el personaje que
se muestra más compasivo, incluso cuando es una de las personas que más sufren
su continua apatía y situaciones que generan incomodidad. Si su padre tuviera un
diagnóstico, las atribuciones que David y el resto de los personajes acarrean
continuamente (por ejemplo, “lo hace a propósito”) tendrían el potencial de ser
modificadas y en consecuencia las emociones y sentimientos de estos personajes
serían diferentes. Al mismo tiempo, es posible hipotetizar si los comportamientos
“erráticos” según su familia no están en algún grado relacionados con el propio trato
de esta hacia él (Fernández-Guinea, 2001).

Identificando representantes instituidos e instituyentes

Retomando a Castoriadis (1975), Gómez Tarín (2002) y Binimelis (2016), los dos
primeros films con los que se dio inicio al desarrollo de este trabajo responden en
mayor o menor medida a los imaginarios instituidos acerca de las demencias en
general, y de la enfermedad de Alzheimer en particular. Tanto The Father (Zeller,
2020) como Still Alice (Glatzer y Westmoreland, 2014), ambos films galardonados
por diferentes premiaciones como los Oscars y Golden Globe, entre otras,
construyen y reproducen ideas que podrían interpretarse como las “esperadas” en
cuanto a la concepción occidental de estos cuadros. Sus protagonistas padecen
enfermedades irremediables y de mucho sufrimiento, con la puesta en escena tanto
de sus dolores como de todos quienes los rodean. Padecer la enfermedad de
Alzheimer parece resultar un hecho terrible y sumamente entristecedor, imposible de
representar en la pantalla grande en un género que no sea dramático y con escenas
que, más allá de presentar algún momento de felicidad o catarsis (el discurso de
Alice sobre cómo ella no es su enfermedad, o Anne recordando por qué quiere tanto
a su padre), no enfaticen el dolor y la tragedia como materia primaria de estas
30

historias de vida (VandenBosch, 2021). Las constantes escenas de violencia física y


verbal en The Father, o el intento de suicidio de la protagonista de Still Alice son
prueba de ello. Aunque Halpin y Caston (2019) hayan rescatado una mirada menos
estigmatizante en este último film, lo cierto es que los elementos descritos en las
líneas anteriores lo presentan como un caso más tendiente a miradas negativas o al
menos ambiguas.

Si el presente escrito terminase en el abordaje de estas dos películas, la pregunta


de investigación planteada al principio tendría una respuesta sin matices, la cual se
limitaría a construcciones sobre sujetos que tienen al sufrimiento como condición
predestinada y predominante, sin otras posibilidades por fuera de ello. Sin embargo,
el film restante, también galardonado (premios Satellite y numerosas nominaciones
a los Oscars), representa un contra-argumento a la idea de reproducción del
imaginario social antes descrito con respecto a las demencias en general.

Nebraska (Payne, 2013), a pesar de contener ciertas escenas emotivas y


dramáticas (como el regreso de Woody a la casa donde pasó su infancia), es un film
del género cómico. La gran mayoría de las situaciones por las que atraviesan tanto
este personaje como el resto de los protagonistas son absurdas, con el objetivo de
generar humor y establecer un vínculo con Woody más cercano a la picardía y
gracia, alejado de la pena o lástima. Incluso con los malos tratos que sufre el
personaje, discutiblemente peores de los que recibe Alice, el modo en que la cinta
plasma cómo repercute todo en Woody y qué le despierta al espectador sus
respuestas irónicas y el querer hacer lo que tenga ganas no produce una
representación de estigmatización.

Es debido a esta razón que Nebraska, en tanto producción cultural y reproductora


de imaginarios sociales y mundos posibles (Gómez Tarín, 2002; Binimelis, 2016),
puede considerarse como un imaginario social instituyente en oposición a los
instituidos de los otros dos films analizados (Castoriadis, 1975). Sus intenciones
meta-textuales o su visión de otro mundo posible pueden interpretarse como una
respuesta tanto al cine más comercial, el cual regularmente retrata a esta temática y
a otras de salud mental con tonalidades solemnes y producciones que buscan la
enfatización del padecimiento en primer plano, como a la propia construcción
socio-histórica (Castoriadis, 1975) construida en determinadas sociedades con
31

determinados conjuntos de imaginarios sociales. Aunque, en líneas generales,


resulte falaz intentar establecer afirmaciones acerca del posible impacto de este film
en las producciones cinematográficas y las formas de representar imaginarios
posteriores a él (las otras dos películas analizadas han sido publicadas después), sí
es posible afirmar que Nebraska es un ejemplar que demuestra la capacidad de
pensar otros imaginarios sociales posibles fuera de los instituidos.

De la pantalla grande al aula

Según las investigaciones recogidas sobre el uso del cine como una herramienta
posible en la enseñanza en el aula (Hernández Figaredo y Peña García, 2013;
Benasayag, 2017; Cambra Badii et al., 2018), y considerando todas las
características y elementos que se han podido desentrañar en los análisis de los
personajes a lo largo de este trabajo, es posible teorizar acerca del valor
pedagógico que estos films podrían tener para estudiantes de la carrera de
Licenciatura en Psicología.

Por un lado, se podrían utilizar como recursos audiovisuales para poder entrenar la
percepción y el reconocimiento de síntomas en personas con cuadros,
diagnosticados o no, de demencias (de Sousa, 2016). Los personajes de Anthony,
Alice y Woody presentan en pantalla una serie de características identificables y
asociables a los síndromes mencionados. Gracias a su naturaleza de obras
audiovisuales que buscan generar emociones, identificaciones y/o reflexiones en el
espectador, tienen el potencial de generar un acercamiento alternativo y rico en los
estudiantes (Giroux, 2003; Russell y Waters, 2014). Quizás incluso a un nivel de
poder ayudar a promover empatía en futuros profesionales, como en la investigación
de Moreto et al. (2017). Aquellos profesionales que se enfoquen en el tratamiento
y/o acompañamiento de personas con demencias podrían desarrollar un nivel de
empatía en específico para con estas luego de ver a los protagonistas de los films
(siempre considerando el nivel de estigma que estos films, en mayor o menor
medida, presentan).

Sin embargo, por otro lado, es prudente proponer límites y aclaraciones sobre este
posible uso de los films escogidos. Para empezar, y retomando a Dussel (2015) y
Benasayag (2017), resulta fundamental que el docente que decida utilizar estos
32

recursos como herramientas en el aula tenga una formación en el análisis de


películas y un conocimiento sobre cómo utilizarlas de la manera más efectiva para
los estudiantes. Una sistematización del empleo de estos y otros recursos fílmicos
son un paso previo necesario al intentar ayudar a construir conocimientos a partir de
ellos. En este caso en particular, la utilización de la analogía del álbum de fotos
(Luzinski, 2021) podría ser una buena herramienta del docente para utilizar
cualquiera de las tres películas e indagar acerca de, por ejemplo, qué diálogos
alternativos se podrían plantear en determinadas escenas, ya sean de conflicto o
no, y cómo se podrían replantear los vínculos con los cuidadores. Asimismo, la
necesidad de plantear roles activos, tanto en el docente como en el alumno, será
determinante para que Nebraska, The Father o Still Alice puedan tener un valor o
repercusión más allá de mero entretenimiento.
33

Conclusiones

A raíz del desarrollo presentado es posible arribar a diversas conclusiones sobre las
demencias y sus representaciones cinematográficas. En primer lugar, no es posible
responder al interrogante central sobre cuál es el imaginario social de las demencias
construido en los tres films seleccionados de manera determinante o al menos
homogénea. Esto es así debido a que The Father (Zeller, 2020) y Still Alice (Glatzer
y Westmoreland, 2014) construyen un imaginario en concreto: una persona
padeciente de demencia padecerá, irremediablemente, una vida fundamentalmente
angustiosa y con pocos motivos de felicidad, afectando inevitablemente de manera
dolorosa a los sujetos de su alrededor. A esto se lo podría denominar imaginario
social instituido (Castoriadis, 1975), ya que se podría asociar lo representado a
ideas ya establecidas socialmente. Sin embargo, Nebraska (Payne, 2013) construye
otro imaginario posible, potencialmente instituyente (Castoriadis, 1975) en cuanto a
opositor a lo planteado anteriormente: un anciano con un posible diagnóstico de
demencia puede estar rodeado de situaciones humorísticas, con más carcajadas y
absurdos que tristezas y padecimientos. Es importante no confundir lo anterior con
una ridiculización de los padecimientos que puede sufrir alguien con un diagnóstico
de demencia o enfermedad de Alzheimer. Al contrario, no se busca la negación de
dichos padecimientos, sino el posibilitar otra mirada, “otro mundo posible”, fuera de
la solemnidad y la tragedia.

Lejos de intentar mensurar cómo operan en la realidad los imaginarios sociales


rescatados de estos films, sí se podría hipotetizar sobre posibles visiones de mundo
y modos de vinculación más empáticos que dichos films puedan despertar en
profesionales de la salud. Esto, sumado al valor pedagógico que las películas
escogidas pueden tener en un aula con agentes activos y un método de uso
sistematizado, se consideran como dos de las enseñanzas fundamentales acerca
de qué pueden proveer el cine a profesionales de la Psicología. Sin embargo, se
considera al mismo tiempo necesario el realizar experimentaciones específicas
sobre los films seleccionados para poder brindar resultados más específicos y
concretos acerca de su utilidad en el aula.

Por otro lado, el uso de los films citados permite prestar especial atención a cómo
podrían estar conformados los lazos sociales de sujetos con cuadros de demencias
34

y las familias que están con ellos. El bienestar o malestar de uno o de otro afecta a
la otra parte de manera ineludible, ya que la cuestión vincular es fundamental y
puede tener importantes implicancias en ayudar a sostener o en deteriorar el estado
de los personajes recortados.

En definitiva, y utilizando los desarrollos de Gómez Tarín (2002) y Binimelis (2016),


si el discurso del cine tiene el potencial de ser un vehículo eficaz que rechace la
situación actual de alguna área o vertiente problemática, es fundamental el poder
dar a conocer y examinar dichos vehículos. Con la expectativa y el horizonte de
realmente lograr otros mundos posibles.
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