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El objetivo general de la neuropsicología es el estudio de la organización cerebral de la ac-tividad
cognitiva-conductual, así como el análisis de sus alteraciones en caso de patología cerebral (Ardila y
Rosselli, 2007). La neuropsicología infantil se refiere a la aplicación de los principios generales de la
neuropsicología a un grupo poblacional especifíco: los niños, por tanto la neuropsicología infantil
estudia las relaciones entre el cerebro y la conducta/cognición dentro del contexto dinámico de un
cerebro en desarrollo (Anderson y cols., 2001).Si bien los fundamentos teóricos y clínicos de la
neuropsicología infantil se basan de mane-ra preferente en la neuropsicología del adulto, los modelos
explicativos no se pueden equipa-rar en las dos poblaciones ya que en el adulto los procesos
cognitivo/comportamentales son “estáticos” y el cerebro ha alcanzado ya su maduración completa, en
tanto que en los niños éstos son “dinámicos” y el cerebro se encuentra aún en desarrollo. De manera
secundaria, la neuropsicología infantil tiene sus propias raíces tanto en el concepto de disfunción
cerebral como en los estudios sobre el desarrollo de la inteligencia (Taylor, Fletcher, y Satz, 1988).Para
entender a cabalidad las relaciones cerebro-conducta, el niño debe ser visto dentro del contexto
sociocultural que enmarca su desarrollo y condiciona las técnicas potenciales utilizables en su
rehabilitación en caso de daño cerebral. Es por eso que algunos autores como Anderson y
colaboradores (2001) han propuesto tres dimensiones del conocimiento que de-ben incluirse en el
análisis de los procesos cognitivos/comportamentales y sus relaciones con el sistema nervioso,
estudiados por la neuropsicología infantil: la dimensión neurológica, la dimensión cognitiva y
finalmente, la dimensión psicosocial. La primera describe y analiza los
Esmeralda Matute y Mónica Rosselli
del niño. Dependiendo de sus objetivos, se podría establecer una distinción dentro de la neuropsi-
cología infantil entre neuropsicología infantil clínica y neuropsicología infantil experimental. La
primera (clínica), directamente influida por la neurología, la psiquiatría y la psicología clí-nica, estaría
centrada en la evaluación y rehabilitación de niños con disfunción cerebral y con problemas de
desarrollo. Dada la relevancia de los problemas de aprendizaje en esta rama de la neuropsicología
infantil, la psicología educativa se podría también considerar como una disciplina influyente en los
aspectos clínicos infantiles. La neuropsicología infantil expe-rimental se concentraría en el
entendimiento de las relaciones entre el funcionamiento cog-nitivo/comportamental y el cerebro en
desarrollo, siguiendo el método científico y estaría influenciada además, por las neurociencias
cognitivas y la neurobiología del desarrollo. Esta rama de la neuropsicología buscaría, por ejemplo,
establecer paralelos entre el desarrollo de una función cognitiva y su correspondiente criterio de
maduración cerebral como serían la mielinización o el incremento de conexiones sinápticas.Los
avances en las neurociencias cognitivas han tenido un efecto dramático en nues-tra comprensión de la
relación entre el cerebro y la conducta y de sus cambios en caso de patología cerebral. Es por eso que
las ramas clínicas y experimentales están íntimamente ligadas. Es esencial entonces que los
neuropsicólogos clínicos no solamente actualicen sus conocimientos en este campo rápidamente
cambiante, sino también incorporen, en la me-dida de lo posible, paradigmas de investigación dentro
del marco clínico. En el campo de la neuropsicología infantil se ha combinado la investigación de los
efectos del daño cerebral en diversos momentos del desarrollo y la evaluación de técnicas de las
intervenciones, in-cluyendo la influencia de otros componentes como sería el medio ambiente para
lograr una intervención exitosa.
Surgimiento de la neuropsicología
Clásicamente el origen de la neuropsicología se ha remontado al siglo XIX con la documenta-ción por
parte del médico y antropólogo francés Paul Broca, sobre cuales lesiones cerebrales frontales
izquierdas alteran la articulación del lenguaje (Broca, 1863).Después de Broca, se continúo el interés
por el análisis de la organización cerebral del len-guaje. Es así como en 1874, Karl Wernicke propone
una clasificación de los trastornos adqui-ridos del lenguaje
(afasias)
que fue posteriormente complementado por Lichtheim, dando lugar al primer modelo de clasificación
de las afasias, usualmente conocido como el esquema de Lichtheim-Wernicke (Ardila y Rosselli, 2007).
Luego de la presentación inicial de Wernicke, se hicieron populares tanto la búsqueda de correlaciones
clínico-anatómicas de las diferentes variedades de afasia, como el empleo de diagramas para explicar
las alteraciones en el len-guaje (Bastian, 1898; Charcot, 1877; Kleist, 1934; Lichtheim, 1885; Nielsen,
1936).Más tarde, Munk (1881) se refirió a la
ceguera psíquica
para explicar los defectos perceptuales consecuentes al daño cerebral en perros experimentales,
condición posteriormente estudia-da por Lissauer (1890) en humanos. En esa misma época, Freud
(1891) introdujo el término
agnosia
, que finalmente reemplazó la denominación de ceguera psíquica. Posteriormente, el término agnosia
se utilizó para referirse no sólo a alteraciones preceptúales en el sistema visual, sino también a las
alteraciones preceptúales auditivas (agnosias auditivas), y a los tras-tornos preceptúales
somatosensoriales (agnosias táctiles), a los defectos en la percepción del propio cuerpo (agnosias
somáticas o asomatognosias) y a las fallas en el reconocimiento espacial (agnosias espaciales) (Ardila y
Rosselli, 2007).A principios del siglo XX se continuó el interés por definir las alteraciones consecuentes
a diferentes tipos de patología cerebral y en 1900 Liepmann introdujo el concepto de
apraxia
, como una incapacidad para realizar determinados movimientos bajo la orden verbal, sin que exista
parálisis de la extremidad correspondiente. Kleist (1912) y posteriormente Poppelreuter (1917) se
refirieron a una
apraxia óptica
para describir las dificultades que tienen algunos pacientes para realizar actividades que requieren un
adecuado control visual de los movimien-tos, tales como dibujar, y evidentemente distinguible de la
apraxia ideomotora descrita por Liepmann. Diez años después Kleist introdujo el término
apraxia construccional
para designar las alteraciones en las actividades formativas tales como ensamblaje, construcción y
dibujo, donde la forma espacial del producto es inadecuada, sin que exista apraxia para los
movimientos simples (apraxia ideomotora). En la apraxia construccional existe además una buena
percep-ción visual de formas y adecuada capacidad para localizar los objetos en el espacio.Durante
este periodo de las correlaciones clínico-anatómicas, se desarrollaron dos puntos de vista con relación
a la organización cerebral de las funciones cognitivas: una interpreta-ción localizacionista y otra
holista. La posición localizacionista restringía las funciones cog-nitivas a áreas específicas del cerebro,
como lo hizo Broca, en tanto que la posición holista atribuía estas mismas funciones a regiones mucho
más amplias y suponía una organización cerebral de las diversas funciones cognitivas mucho más
dinámica, como lo sugirió Jackson (1864). Un representante muy importante de este punto de vista
holista fue el alemán Kurt Goldstein (1936), cuyos escritos tuvieron una importante repercusión en el
desarrollo de la neuropsicología europea y americana.En la actualidad con frecuencia se utiliza el
concepto de
sistemas funcionales
. Tal con-cepto fue sistematizado particularmente por Luria (1966) y desarrollado por otros autores
Neuropsicología infantil: historia, conceptos y objetivos
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