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81bliokea de PSICOLOGIA PROFU;\DA María Cristina Rother Hornstein


(compiladora)
Eisa S. Cartolano • Uugo Lerner
Norma Najt • Liliana Palazzini
Marisa Punta Rodulfo • Ricardo R.odulfo
218. J. E. Miltnaniene, Extro· 236. N. Chodorow, El podude Susana Sternbach • Alcim Trilnik de Mcrea
11a8 parejas los sentimientos
219. P. Verhacgbe, ¿Exisl• la 236. P. Verhaegbc, El amor en Virginia Ungar
muj.r? los tiempos de la 11<1/edad
220. R. Rodulfo, Dibujo. fue· 237. N. Bleicbmar y C. Lci-
ro thl papel berman de Blcichmar,
221. G. Lancclle (comp .). El
aelf en lo teoría y •n la
los pt!TSfX'CtlL'CU dr/ pai• ADOLESCENCIAS
coanálisis
prdctica 238. D. Waisbrot, La altella·
222. M. Casas De Pereda, Err ci6n del analista
Trayectorias turbulentas
el camino de la simbo· 239. C. G. Jung. Conflictos di!l
liwcwn alma infantil
223. P Guyomard, El deseo dr 240. M. Scbneidcr, Oe11colagfo
ltu:tJ de lo masculino
224 B. Burgoyne y M. Sulli· 24 l. L. Peskin, Lo1 onge11e1
van (comps.). lAs duilo· thl sajelo y su lugar e11
g<NI .oo,.. Kleu..I.acon la clínica psu:oanolfl1co
225. L. Homstein, Narei.sumo 242. B. Winograd, /kpresi611:
226. M. Burin e l. Meler, Va·
¿enfermedad o cmur
rones
227 F. Dollo, Lo femen1110 243. M. Safouan. Laconio110
244. L. Horostein, lntersa;bje-
229. J. Moizeszowicz y M.
tividad y clínica
Moizcswwicz, Psicofor·
macologia y territorio 245. D. Waisbrot y otros
freudiano (comps.), psico·
230. E. Braier (comp.), Geme· onolítú:.c1 onu la1 roJtía·
1,,. t rofes socioka
231. l. Bcrenstein (comp.), 246. L. Hornstein (comp.),
CUnica familiar p•i· Proyecta teroP'utico
coanolít1co 247. A. D. Levin de Said, El-·
232. l. Vegb, El prójimo: tn· tén del ser
laces y deswlaces del 248. l. Bercnstein, Devenir
goce otro con otro(s)
233. J..o. Nasio, Los mds fa 249. M. Rodulfo, Lo cllmca tlel
"'"'°' casos de psicosiw
234. L. Berenstcin, El sujeto
niño y su interior
253. M. C. Rothcr Homslein
y el otro: de la ausencia (comp.), Adolesuncia8: Paidós
o la presencia troyectori.tu wrbulentoa Bueno> Aire> • Barctl<>na •
aquel no se incomoda por su no-estar vivo, ipso facto se 5. ENTRE DESENCANTOS, APREMIOS
siente cómodo o mucho más cómodo y anota en su re- E ILUSIONES
gistro que no está con un "viejo" como tos de siempre, Barajar y dar de nuevo
pendiente de sus boletines y de ese tipo de cosas, lo
cual favorece cierto respeto y cierta apertura (al menos, Maria Crist111a &t her llornstein
da una oportunidad). A veces esto lleva hasta al uso
ocasional del diván ... para dormitar un rato, antes,
mucho antes, de utilizarlo ªcomo es debido". Querido y remoto muchacho: / .•. ) odemlú del
ta/mio o del genio 11eceaiJarás de otrin alributos
Por est.e camino se desemboca en el sentimiento de espirituales: el coraje para ckc1r tu uerdad, la
tenacidad para seguir adelcmlc, u11a curiosa
existencia del adolescente, en el estado que aquel esté. m.ezc:la de fe en lo que 1er1l1 q1,. decir y de
rederado descnimien.to en. tuR fuena1, una
combmaci6n de modestia a nle lo. if'lfa11les y
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dós. de leche" lleva las marcas de la cultura. Una boca se
-(1994): Los procesos de maduracwn en el ni110 y el ambll!n· encuentra con un pecho que da alimento y scxualiza,
te facilitador, Buenos Aíres, Paidós. que contiene una historia, ideales, proyectos y com·
Woolf, V 0981): Dl(lrio de una escritora, Barcelona, Lumen, plejas relaciones con lo corporal, lo social y lo histó·
pág. 127. rico. Yo, idea les, superyó devienen como resultado de

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identificaciones con los otros en un proceso que sólo separación, desilusión y fin de la omnipotencia infan-
acaba con el último suspiro. La adolescencia par- til, duelos que, bien tramitados permiten crear nue-
te de trayecto; en ella predominan las dudas, los vas relaciones de objet.o.
interrogantes, los temores, las incertidumbres, los La adolescencia entrama el cuerpo, lo psíquico y lo
sufrimientos. pero, sobre todo, la capacidad de trans· social. Es un complejo que resignifica la historia, la
formación. Una encrucijada de fragilidades y de po- sexualidad, el narcisismo, las pulsiones, las relacio-
tencialidades que cuestiona la identidad y el devenir, nes, el armado identificatorio y autoorganiza la sub-
pone en juego la organización psíquica al renovarse jetividad. El protagonismo corporal de la pubertad
los conílictos, en primer lugar entre el yo y el ideal impone un trabajo de simbolización inédito en busca
del yo. El "cua11do sea grande seré... • va siendo, y el de opciones para relacionarse con los otros, con el
superyó acompaila y apuntala (o condena desde su entorno y con lo que el imaginario social propone,
severidad).' Todas las instancias renuevan sus con· preludio do la inscripción del joven en ol espacio social
tratoR, se reorganizan o se resisten al cambio. En ampliado.
este caso la amenaza es un abanico de patologías Hay una "exigencia de trabajo" psíquica que implica
posibles o puede provocar que la ilusión de ser "gran- esfuerzo, energía y creación de algo nuevo. Si el adoles-
de• caiga en el abismo de la desilusión porque esos cente puede reapropiarse de su historia infantil esta-
no existen•, descubrimiento tan bleciendo nuevas alianzas con su cuerpo, con la realidad,
ble como pingado de consecuencias: fobia a ser gran- con su mundo relacional y con las distintas instancias
de, no realización de los duelos de la infancia, psíquicas, habrá lransformación y creación subjetiva.
actuaciones repetitivas con riesgos de vida, compor· Es un proceso histórico singular y no una etapa pre-
tamientos evasivos, rechazo del desear, descalifica- determinada. Los inevitables cambios corporales, los
ción arrogante de cualquier pasión, intereses, dueloR y las exigencias socioculturales pueden producir
responsabilidades o compromisos. Todo esto no es sin efectos estructurnntes o desestructurantcs en el pro-
consecuencias, ya que cuestiona la continuidad de las yecto identificatorio. Sucesivas rctranscripcioncs de
funciones del yo. La relativa inestabilidad del yo ado· vivenciM exigen otros nexos y la resignificación de lo
lescente está en relación con el desasimiento de las previo: de los enunciados maternos, do lus marcas que
relaciones primarias y la tramitación del conílicto de dejaron sus cuidados y atenciones. Un replanteo global
de la economía objetal e identificatoria
A la familia le cuesta desprenderse del individuo, y
cuanto más cohe:;ionados sean sus miembros, tanto más
l. ºEl ouperyó oo para D060tro8 la subrogación de todu 1.. limi-
taciones moral•, el abogado del afán de perfett1ón; en suma. lo que se inclinarán a segregarse de otros individuos, y más
ee nos ha Y\lelto p<1icológicameote palpable de lo que ee llama lo dificil se les hará ingresar en el clrcu lo más de la
1uperior en la vida humana. Como él mamo ee wmon1a al inOajo vida. El modo de convivencia más antiguo predominan-
de loa padres, educadores y simil&n!& 1.•.1 A.í, el lup<!ryó del nifto te en la infancia se resiste a ser relevado por modo:; de
no ae edifica en vcrdnd según el modelo de IUI pro¡¡cnitoreo. aíno convivencia cultural de adquisición más tardla.
según el eupcryó de ellos; se llena oon el mamo contenido, deviene
portlldor do 111 tradición, de todaB las valoraciones perdurables que
Desasirse de la familia deviene para cada joven una
se hon reproducido por este camino a lo largo de las gcneracione8• tarea que la sociedad suele ayudarlo a resolver median-
<Frcud, 1933). te ritos de pubertad e iniciación. El primer avance

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que es asumido por la fase edlpica, conduce nuamente, consciente e inconscientemente, a través
a la inserción en la estructura familiar e.¡tablo, conserva- de nuestras percepciones, nuestros sentimientos,
dora; el segundo, que se inicia en la pubertad, en la inser- nuestros pensamientos, nuestras acciones, nuestros
ción en la cultura. Ambos procesos son diferentes entre sí. discursos y los de los otros. Ésta, nuestra historia,
En el primero se trata de la apropiación de modelos que remodela en el tiempo las múltipleis identifica-
identificatorios que los objetos primarios proponen al niño. ciones que nos constituyen, es lo que nos hace sentir
En el segundo proceso, innovador para el proyecto únicos sin impedir que nos vinculemos a diversos lazos
identificatorio, el joven debe procurarse sus objetos amo- colectivos.
rosos, desarrollar las capacidades que le permitirán, al El encuentro entre madre e hijo confronta al niño
superar el antagonismo entre familia y cultura, respon- con un discurso que se le impone, el cual, aunque lo
der al principal impulso de la cultura do "reunir a los rechace, será parte de su historia. Cuando el niño
humanos en grandes unjdades" (Erdbeim, 1992). escucha a su madre se impregna de sentidos de lo
Recordaba en otro texto (Rother Hornstein, 2003) el que oye. Eso ocurre antes de comprender la significa-
papel creador de Jo imaginario, su injerencia transfor- ción. El niño es pensado, hablado y dei;eado por sus
madora en los códigos simbólicos. Lo simbólico y lo progenitores que lo incluyen en sus historias, marca-
imaginario son trreductibles pero cualquier transfor- das por i;u cultura. En los comienzos de la vida, se
mación de las representaciones simbólicas conllevan Ja nutre de un "baño sonoro• de afectos y entiende que
reorganización de la subjetividad. lo que recibe de la madre es también una respuesta
Según lo antedicho, la adolescencia es también un a lo que él le da. Cuando finalmente deviene el yo, el
momento crucial para la eclosión de cuadros psicopa- niño puede pensar sus propios pensamientos, guar-
tológicos i;everos: esquizofrenia, patologias bord4?rlüui, dar sus secretos, mostrar sus diferencias, y garanti-
neo-sexualidades, depresiones, trastornos bipolares.1 Los zarle a la madre que ha cumplido con su función
factores de riesgo y de protección, así como las respues- como madre.
tas del entorno, tanto las de orden terapéutico como las En el devenir sujeto, el carácter do inacabamiento
otras, tienen un lugar fundamental en la organización del recién nacido es lo que promueve el pasaje de la
predominante y en el carácter duradero o transitorio de naturalem a la cultura. La intersubjetividad tiene un
cada modo de CuncionllJlllento. Esto es particularmente lugar central en la conatitución del psiquismo al posi-
cierto en la adolescencia.
bilitar la singularidad de cada historia. Las historias
con los que nos encontramos en los consultorios no son
crónicas de hechos que se suceden linealmente, son
HISTORIA, ACONTECIMIENTQ Y TEMPORALIDAD
rustorias pobladas de idas y venidas, a veces deshl-
Tenemos una biografia y distintas versiones de lachadas, desentramadas, en las que los acontcctm;en-
nuestra historia, que se construye y reconstruye conti- tos que se entretejen en un juego de interpretación
sucesiva y simultánea conforman una trama que obli-
gan al yo a un trabajo de elaboración, interpretación y
reconstrucción permanente. El trabajo de historización
2. Me oxlenderé sobre las organizaciones frontcrizae en "Jdenti·
dnde1 borrotn.s•, cnpítulo 11 de est.e lfüro. que éste realiza posibilita el acceso a la temporalidad y

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a pensar su proyecto identificatorio. De eso se trata, de elecciones de objeto, consolidación de mecanismos de
acce<ler al futuro.ª defensa, y la puesta en juego de potencialidades. Nue-
Freud (1896) pensó al psiquismo constituido por vamente viene en nuestra ayuda la noción de series
estratificaciones. Se establecen nexos entre las hue- complementarias• y la posibilidad de emergencia de lo
llas mnómicas y las impresiones inscriptas en distin- nuevo, de lo imprevisto, en medio de turbulencias, "en-
tos tiempos que favorecen reordenamientos y cierros y errancias",• de una subjetividad atravesada
retranscripciones. El concepto de a posteriori pone en por conflictos, instituida e instituyente, en la cual se
juego el tiempo y la historia en las producciones psí- entrecruzan la realidad material, el discurso hístórico-
quicas. El pasado deja de ser un tiempo congelado si social y la amalgama de afectos que resultan de los
en la repetición y en el recuerdo actualizado se logra encuentros significativos.
un trabajo transformador. Hist,orizar es no quedar nunca cerrado ni encerrado
La adolescencia es una trama signada por una serie en los miedos y en la incertidumbre del cambio. Poder
de experiencias que se materializan en su inicio con anclar en un punto de partida certero, aquel que el
los cambios corporales de Ja pubertad, con la serie de v(nculo amoroso con los padres instituye (narcisismo
duelos, traumas y con las vicisitudes azarosas de la primario), es condición necesaria para transitar por la
vida. Si hay retransc:ripciones y se establecen wnuevos vida, dei;cubrir el sentido de la trayectoria, y t;aber de
nexos" y resignificaciones de lo vivido, de lo fantaseado, dónde viene cada uno, dónde se está detenido y hacia
de lo interpretado, lo traumático deja lugar a un tra- dónde va.
bajo de elaboración que posibilita el crecimiento. La Dinamos que nuestra existencia trani<curre de duelo
adolescencia
. reorganiza el proceso identificatorio el
yo tHme como tarea religar ciertas emociones presen-
. en duelo, momentos, sensaciones y rostros que se borran
apenas entrevistos. Algunas pérdidas reales pueden con-
tes con aquellas experiencias vividas en un lejano pa- densar duelos encubridores y otras desapariciones
sado, a las cuales no tiene acceso directo. La conciencia repetitivas del vivir.
es la única antorcha en Ja oscuridad para acceder a
esas representaciones y afectos que condensan las vi-
vencias de los primeros encuentros de placer o sufrí·
miento entre dos cuerpos, dos psiquis y dos sujetos. 4 , 'Pocoe paicoanaliatas serían tan osada. como pnro d!'('lararsc en
contra de la aobredetenninacióo y de las eerie. complementarias. Si
(Rother Hornstein, 1989)
burgamoe un poco, si discutimos qué estatuto U'órico y qué eficacia
En algún sentido lo infantil debe concluir para acce- terapo!ul1ca le atribuimos a cada uno do loe elemcntoe de la eerie,
der a un proyecto adolescente. Tiene que haber nuevas ¡edióe acuerdo bálico! (...) La retroacci6n • central en la con..,pción
freud1ana de la l.emporalidad y de la cauaalidad poiquica, ya que
expenenciu intcritaa como huellas mnémiau IOD modificadas por lo
actual. Ea a partir de lo actual que adquieren un ..ntido nut'YO y
S. "El problema del tiempo no puede quedar ..parado del proble- eficacia polquica. Ello supone superpoaiciones 1 deahndoa eou;o his-
ma del yo, en cuanto agente y efecto del llijeto como ..,r hi•tórico, toria recienl.e e historia infantil. ¿Quó efectoe do ree1lrucluraci6n,
por lo tanto wmporal, ni del problema del ello como ínat.ancia que reaignificnclón, recuperación, produce lo actual: loe duelos, loe ncon-
ee halla bn,ío la de la atemporalidad de un deaeo indeatructi· t.ccimicnto1 oigni6cativos, las crisis, 108 logro1?". llom!Jt(oin, L., Pai-
ble, dirigida a repetir y a preservar la lijeze de aua puost.M en dós, 1993).
escena• (Aulagnier, 1971). 6. Véose ul trabajo de L. Palnzzioi, capitulo 6 de esle libro.

122 123
11

CUERPO-PUBEHTAD-AOOLESCENCIA coherencia, sus acciones, sus estados internos y el re-


cuerdo de todo esto llevan al aprendizaje de la relación
El cuerpo goza, el cuerpo habla, el cuerpo duele, el entre las diversas experiencias sensoriales, relación que
cuerpo grita. Ese cuerpo que habla y es hablado por la contribuye a la emergencia de un sí mismo.
madre, se muestra y reaparece con toda su fuerza en el Las zonas erógenas -cuerpo psíquiccr condensan un
púber que también lo goza, lo sufre, lo piensa y lo en- mundo de afectos, de discursos, de mandatos identifi-
tiende desde su historia y desde el imaginario social. catorios que la madre transmite en sus anhelos cons-
Es«: cuerpo marca a los jóvenes (y a todas las etapas cientes, sus deseos inconscientes, sus represiones, sus
etarias) sus pautas, sus legalidades, sus desafios. defensas, sus rasgos de carácter. Todo esto se entreteje
La vida corporal y las repretientaciones psíquicas mál; para configurar la historia de un devenir niño, púber,
arcrucas son anteriores a la existencia del yo. Este una adolescente, adulto, anciano.
vez que adviene, es el encargado-de interpretar 10'vivi- ¿Y si consideráramOti In pubertad como otro punto
do .Y conformar una relacional. La textura ps1- nodal, punto que puedo ser surgimiento de novedad
qu1ca enhebra el coI!Junto de fantasías producto de lo (tanto estructurante como desestructurante), en tanto
experimentado como impresiones de "lo visto y lo oído" la pubertad es un "sistema alejado del equilibrio"?
reintcrpretadas permanentemente. ' (Prigogine y Steogers, 1979). Sistema abiorio que inte-
En la clínica actual nos encontramos con cierta ractúa con sus vivencias, su mundo pulsional, sus due-
! ODreTnvesbdura deT cuerpo y una creciente sus pla.ceres y sufrimientos, sus relaciones objetales
desinvestidura de la represenüieiOñ: rn-cuerpos toman y con los múltiples de investimiento. La pu-
raaelantera, '!Quieren esfuerzo y dedicación en lo que bertad irrumpe desde el cuerpo, instala el en un
al _peñecc101fomleñto dClii 'iinagen rorppral aparente equilibrio anterior, la latencia, que procesa en
1denl,,..,y produc•m su frim jcotn ante.. ll!s discordancias sordina la sexualidad infantil. Y la pubertad reabre el
!:_ntre el (:Uerpo antici,padQ ..Y propuesto d;sde el imagf- protagonismo pulsional. El púber, desde su propia his·
social y el cuerpo real, a veces rebelde frente a la tona, desde sus anhelos, ilusiones y deseos, desde los
violencia secundaria de la que es objeto. Sufrimiento sostenes identificatorios de los otros, de la cultura y
que a veces desencadena ataques al propio cuerpo. sobre todo de sus pares, escucha a ese cuerpo, lo des-
(Stembach, 2002). culire, 1o ignora, lo contiene, lo odia, lomaltrata, lo usa,
iOenferma <ROther Homstein,1992). Yeñeada una de
Freud decía que yq,is ante todo una ªesencia-cuer-
e i;as posibilidades se condensañ Jos suetaos, los
P1era Aülignier (1975) agrega que los scn-
padeceros, los placeres y l<>t; desvelos de una vida. Como
SO.,!!ales so_n receptores y puente entre el !l!>ma_yJa_p¡iquis. en el contenido manifiesto del sueño, podemos ir en
La sexualidad no sólo se apuntala en el cuerpo, sino que
busca de fragmentos de historia, porque cada una de
es una necesidad para la vida psíquica. De igual estas expresiones son eslaj:>ones gue revelan diferentes
manera que lo autoconservativo se apuntala en la scxua- formas de_simbolizar los avatares gue suscitan.
..sin esa de la ma9re que sostiene al niño el 1 Si ayudamos a nuestros pacientes a poner en pala-
narcisismo primano no constitu1e. El cuerpo es la lC! bras esos afectos, PQ<lcmos establecer nuevos nexos,
enm.era organización gue sirve de punto de referencia La adoleRCCncia deviene proceso, rehis-
para que el niño tenga sentido de sí mismo. Su torización, recomposición narcisista, identificatoria y

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libidinal. Identidades que se remodelan desde encuen- la historia y que intervienen en la con:;01idación del
tros multiples. narcisismo y del espacio identificatorio. El adolescente
En un psiquismo abierto siempre es posible recibir asume determinado tipo de defensas, pero necesita tener
elementos de lo real exterior -elemento:i •traumáticos•, la certc7.a de ciertas posiciones identificatorias que le
capaces de producir aflujos energético:; que deben ser (laranticen un sentimiento de continuidad de sf para luego
"domeilados" o expulsados para mantC'ner !lU constañ- encarar nuevas relaciones objetales que Cal igual que los
cia=Ya su vez que las representaciones ya existentes, objetos primordiales) le reaseguren ser de deseos,
aun cuapdo permanezcan como t.al()S CriSu _sing:ularT- placeres y proyect.os.
dad, sLlntrelaccn de manera diferente organizando La historia es un juego dinámico entre pasado, pre-
nuevas texturas (Bleichmar, 1993). - Rcnte y futuro. Depende de los éxitos o fracasos del tra-
Durante el tiempo de la infancia se constituye el bajo de la represión y de la capacidad de In psiquis de
capital fantasmático, defensivo e identilicalorio. Las elaborar, a partir de las representaciones a las que tuvo
constelaciones fantasmáticas son efecto de la unión entre que renunciar, otras representaciones a las cuales ligar
lo vivido afectivo y una huella específica de objeto y de el afecto. Sólo si el trabajo de repl'Cllión es exitoso habrá
In situación que desencadenó ese afecto en los distintas un "tiempo de conclu:;;ón" para cadu fuse libidinal y un
fases relacionales por las que atravesó el nillo. El yo tránsito logrado entre una fase y otra: lactante-níño-
posibilita el pasaje de afecto a sentimiento cuando apa- plibcr-adolescente-adu!to. Con el advenimiento del yo y
n..-<:e la palabra y lo nombra. la adqui•ición del lenguaje, cl trabajo de
Lo infantil en parte concluye cerrando las cuentas con adquiere mayor complejidad para resignificar los hechos,
el tiempo de la infancia invistiendo lo:i recuerdos de ese las C!<Cenas fantasmáticas y las interpretaciones de las
tiempo antes de sepultarlo de otra manera en el olvido. fases anteriores, de las particularidades que tuvieron las
La pubertad, con los cambios corporales y el embate relaciones objetales y las posiciones identificatorias pro-
pulsional como momento "caótico disipativo", es un "punto pias del ser niño. Por el contrario, si la represión fraca-
de bifurcación" que abre una serie de posibilidades. La sa, dificulto el establecimiento de nuevas relaciones, de
pulsión encuentra su fin pero está todavía lejos de en- nuc\IOs intereses. Porque lo que no pudo ser reprimido
contrar sus objetos sexuales, trabajo propio de la adoles- de las representaciones de las primeras relaciones de
CCJ'lcia. La adolescencia no implica un acabamiento de objeto insiste como el trauma, intentando retomar a un
los procesos iniciados en la pubertad pero sí una trami- tiempo anterior que no se quiere modificar y que altera
tación en el pasaje de los objetos prohibidos hacia obje- el trabajo de historización. En ese caso, lo que el niño,
tos exogámicos. Desde el punto de vista biológico es la adolegcente o adulto viven encuentra un sentido para
adquisición de nuevas reacciones fisiológicas, y desde el ello.; el otro con el que se relacionan ocupa un lugar
punto de vista psíquico, la adquisición de nuevas repre- equivalente al de los personajes de la infancia. Si por el
sentaciones y afectos que le permiten otras posibilida- contrario hay un exceso de represión, es l>O"ible que se
des. Cada estadio aporta un lenguaje nuevo, diferentes incremente la amnesia y el desinvcstimicnto de recuer-
modos de elaboración, una nueva "batcrfa de signifi- dos reprimidos y que el evocarlos se transforme en una
cantes" (!.aplanche, 198la). Estos trabajos simbólicos son amenazo para el yo porque pueden disparar otros re-
propios de la adolescencia, reorganizaciones que coronan cuerdos insoportables, excesivamente traumáticos en caso
la constitución de lo reprimido q11e llevan las marcas de de que remitan a indiferencia libidinal o sentimientos de

126 127
odio por parte de las figuras primordiales (Aulagnier, Que funciona como un hilo conductor, un nexo entre las
1984a). diversru; posiciones identificat:Qrias asumidas y las elec-
de objetos sucesivamente investidos.
Las experiencias significativas que posibilitan el
LOS PADRES, LOS EDUCADORES Y LO H1$TÓRICO.S0CIAL' de una forma de relación a otra enfrentan al
adolescente con lo que hasta ese momento ignoraba
La consolidación identificatoria requiere la transmi- respecto a si mismo, porque el reconocimiento de que se
sión de lo reprimido en los padres. El discurso de éstos ha cambiado es siempre posterior ni cambio y a veces
lleva la marca de la represión, la repetición, el discurso pone en evidencia el ser lo que nunca hO quiso ser, o la
social y el retorno de lo reprimido, y promueve el tra- distancia entre el propio sueño y la diferen-
bajo de resignificación. La alianza con un núcleo simbó- cia con la realidad actual. Momento crucinl porque si
lico que permanezca como referencia insoslayable de esta diferencia es insostenible para el yo, éste corre
un si-mismo es condición necesaria para soportar Jos riesgos de conflictos identificat:Qrios con resultadoi; im-
cambios que euge el devenir, si bien nadie está exento predecibles pero que pueden poner en evidencia palolo-
de enfrontarse con experiencias que demanden posicio- giaR narcifiislas diversas: (1) esquiwfrenia, paranoia,
nes identificatorias que pongan en riesgo estabilidades cuadros bordcr/i11e, si lo que está en juv¡to es la identi-
alcanzadas <duelos, enfermedades, catástrofes). La ado- dad, el :;entimiento de sí, la consistencia del yo: (2)
lescencia es particularmente un tiempo de ruptura que depresiones, si predomina el déficit en In <'slima de sí;
requiere de una serie de trabajos simbólicos para reor- (3) indiscriminación con el otro cuando se tiende a con-
ganizaciones compatibles con una "matriz" relacional fundir al objeto fantaseado con el objeto real y final-
pennanentc y con un acceso a elecciones de objetos mente (4) la así llamada "clínica de>I vacío" que refiere
posibles. Hay un límite para estas operaciones, cuya a la no constitución de ciertas funciones yoicas o su
mayor riqueza es la libertad para resolver los conflictos pérdida cuando hubo exceso de sufrimic>nto.7
identilicatorios, afectivos y vinculares. Elementos úti- La adolescencia es un momento propicio por los cam-
les como herramienta diagnóstica para evaluar Ja posi- bios u los que obliga, para la eclosión de cuadros psicó-
bilidad del púber-adolescente de beneliciarse con un ticos, dcprcMiones o trastornos fronterizos, pero debemos
proceso anaHtico. ser cuidadosos cuando estamos frcnle a cil•rlus desor-
La movilidad identificatoria y la movilidad de las ganizaciones yoicas: hay que comprenderlas de manera
relaciones son inseparables del movimiento temporal diferente de las de la infancia y de las de Ja vida adul-
ta. Es la particularidad de la pubertad, de la metamor-
fosis corporal, de Ja nueva fuerza pulsionnl, del trabajo
6 , ºEn el pc»tnrior cirwíto del deoarrollo, maoatrne > aut.oridadea de duelo por los objetos primarios, del cuc:;Lionamiento
fueron retomando el papel del padre; su mandato11 prohibiciones del narcisismo infantil y las consecuentes elaboraciones
han permanecido VJgenl.,, en el ideal del yo > ahora <úerttn, como
conc1enda moral, la censura moral. La ten.alón entre lu exigencias
de la conciencia moral y Ju operaciones del yo llll B<'nLida como
aenlimicnto do culpa. Loa sen!;imientos socinlcs deecanoan en iden· 7. •t.oa cuatro modelos tienen que ver con fll yo: con1istencia.
liRcacionea con otroe sobre el fundamento d• un idéntico ideal del volor, 1ndiacrilninnci6n ccn el objeto, pérdida o no conallluclón de
yoº (Freud, 1923). funciones y remilcn n coníliclos distintos• (llorn•win, 2000 y 2003).

128 129
.,

psíquicas, tanto desde el punto de vista del erotismo Durante Ja niñez se puede posponer un conjunto de
como de la<i identificaciones, lo que le da una dinámi- decisiones, de actos, de encuentros, que «i>xijan una
ca tan peculiar a la psicopatología de ésu.> periodo en modificación esencial de la relación del niño con la tem-
que el cuerpo recobra un sólo compara- poralidad, con la sexualidad, con la realidad. La adoles-
ble al que tuvo en Jos comienzos de la vida. Se requie- cencia obliga a hacerse cargo, a dejar de diferir, a barajar
re no confundir crisis de identidad, momentos y dar de nuevo. Deben fluir las negociaciones con él
depresivos, trastornos de conducta (social, intelectual mismo, con la realidad y con las respuestas a los deseos
o somática), con patologías que etiqueten y cierren un de los otros. La adolescencia también pone a prueba la
proceso de reorganización que lleva a tramitaciones capacidad de transformación de los padres. Las res-
simbolizantes. puestas que los jóvenes, los padres, los educadores
La ruptura del "la estabilidad prcpuooral" obliga a encuentren en este despertar dependen de las posibili-
una rcdistribucíón libidinal y narcisista. La fantasía dades de procesamiento de cada psiquismo, si éste puede
refuerza movimientos de atracción o de huida cuando o no admitir y utilizar ese "desorden" para establecer
Jo actual las reactiva. Ese reencuentro puede organizar ligaduras múltiples y multiformes, p:ira fnvorccer el
cuadros psicopatológicos que hasta el momento no proceso de autoorganízación del
mostraban evidencias. Estos cuadros dependerán del El adolescente es un sujeto histórico que produce su
abanico de respuestas y de defensas con los que cuente textura idcntitaria a partir de una red de acontecimien-
el yo ante lo, conflictos que generan ciertas demandas tos en que toda suerte de conexiones se entrecruzan, se
de otros y/o de la realidad. Si hay exceso de fijación a alternan, i;e superponen o se combinan para dar cuenta
posiciones libidinales y/ o narcisistas arcaicas, el movi- de un entramado complejo, fecundo si favorece a su
miento identificatorio se detiene. El yo tiene que poder construcción ídentificatoria. Es un tiempo de elabora-
anclar en una historia libidinal que no ponga en duda ción, de resignificación, de revisión de lo hibtórico-
la certeza de su origen y que genere nuevas potencia- vivencial y de cambio en relación con un futuro.
lidades. Nadie puede obligar al otro a que nada cambie Los modelos educativos se transforman, pero muy
o que todo cambie en relación con su construcción iden- lenl[lmente. La familia y sobre todo las madres crían a
tificatoria. Y algunas veces la madre o el padre ejercen sus hijos de manera parecida a como ellas mismas fue-
una violencia sobre el yo que lo induce a recurrir a ron criadas. De ese modo, generan, en la siguiente
defensas psicóticas o a autoalienar su propio pensa- generación, características culturales específicas que se
miento para evitar que se produzca un estallido. La transmiten mediante hábitos, sistema11 vigentes de
violencia desea negar. ºQue nada cambie" en ese cuer- valores y de múltiples formas de comportamiento. Como
po del bebé para que no sea un cuerpo sexuado. "Que si, una vez adquiridas, las culturalmen-
nada cambie" en el objeto soporte de e"e Un
deseo dal'líno e infructuoso, porque ningún llujeto puede
sustraerse a las modificaciones de su cuerpo, de su 8. La out<Jorganimcion da cuent.a de la mull1plic1dad de cambios
relación con el mundo según la decodificación que haga en un dado a partir de los ruidoe que p<'rturban rl oquili-
brio del sistema; ruidos que eerán proccaadoo como oníormación
de la realidad que vive. Infructuoso porque, en vez de hociendo posible la apaneióo de íenómenoa nuevo• no predecibles,
no-cambio puede producirse una manifestación psicótica loe que t.an 1610 podrán ser comprendido& por rt1trc>acc1lln (Atlan,
CAulagnier, 1984a). 1979).

130 131

l
le especificas se sometieran n una especie de compul· BlBLIOGRAf'IA
sión repetitiva que nctún más allá de los generaciones.
Sin embargo, no dejan de actuar sobre la madre y las Atlan, H. <19791: Entre el crist.al y el lw11w, Madrid, Debate,
familias los relaciones de producción y de poder macro 1990.
estructural, de acuerdo con el valor psicológico, las ne- Aulagnier, P. 09711: "Tiempo de pal11brn y tiempo de escu·
cesidade:> y frustraciones que de ellas se derivan. La cha: observaciones clinictu", en U11 "" busca ck
adolescencia está en medio de los ámbitos progresistas sentido. México, Siglo XXI, 199-1.
de In sociedad, tendientes a In trnnsfonnación, y de los - (1975>: Lo v1olenc10 de lo 111terprrtacíón, Buenos Aires,
conservadores, reproductores de la familia. El devenir Amorrortu Editores, 1977.
mostrará si el adolescente logró el distanciamiento
- Los dest111os del placer: al111roc1ón, amor, pasión,
Buenos Aires, Peidós, 1994.
necesario para acreder a nuevos impulsos subjclivantes
- 09821: "Condenado a investir", en Un ínttrprett' en busro
y qué consecuencias adecuadas entrevé para el desa- ck México, Siglo XXI, 1994.
rrollo cultural.9 - (1984a ): "Les deux príncipes du fonctionnement
Nos pr<'OCupa cuando estamos ante un adolescente idenlificatoire Cp1>rmanence el changement)", en Un in ter·
cuyo discurso reitera In escena del conflicto familiar y prcte en qut't•• de llt'llS, París, Ramsay. (Trad. esp.: "Los
los reproches o )05 padre!! que no pueden dejar de ser dos principios del funcionamiento identificatorio: p1>rma·
sus personajes primordialmente investidos. Transitan oencia y cambio", en L. Homstcin y otros, Cuupo, histo-
un presente desvitalizndo ni ser rumiadores de aconte- rio, interprctoció11, Bucnoe Aires, Paidós, 1991.J
cimientos, de historias vividas que llevan la marca de - (1984b): "Telle w1c 'ume Adole11Ce11ce, t. 2, nº 1,
un magro proceso de elobornción. primavera, págs. 9·21. lTrad esp.: "Como una zona
situacioncH tienen como sustrato padres que siniestrada", R1•uista d•• la EHruela de Psicote·
no e11l.end1eron el sufrimiento de los hijos sino que, por rapra para Graduados, nº 15, 1988.I
el contrario, no pueden dejar de ser los actores princi· -{1984c): El apre11di.z de lustoriador y el maestro brujo,
pales, mostrando 8US conflictos, en lugar de sostener y Buenos Aires, Amorrorlu, 1986.
Bleichmar, S. (1993): La fu11dac1ó11 de lo inco11scwnte, Bue-
escuchar los de sus hijos. Los retienen obligándolos a
nos Aires, Amorrortu.
ser espectadores pasivo8 de sus conflictos de pareja y
Castoriadis, C. (1975): La i11Mit11ci611 1magi.11ori.a de la sociR·
familiares aún no resuellos. Situación que incrementa dad, vol. 2, Buenos Aires, Tusquets, 1993.
en el joven el temor al afuera, a largarse a encontrar Cereijido, M. (1978): Orden, eq111l1brio y dl'St'quilibrio, Méxi·
nuevas rutas, a investir sus proyectos, a tropezar, a co, Nueva lmagen.
coo "la duro realidad". En suma: el temor Erdheim, M. (1992): La prod11cció11 social de inconsc1enc1a.
a crecer. U/l.O 111troducc1ó11 al proceso etnopsícoa11alltíco, México,
Siglo XXI, 2003.
Freud, S. !1896): "Carta 52", en Obras Completas, AE, vol l.
9. •t.a humanidad nunca vive por rompleto en rl presente; en las - (1900); La mterpNtocu)n d< los AE, vol. V.
ídeolo¡¡11U1 del superyó perviven el poondo, lo tradición de la raza 1 - (1905): "Una teoría sexual y otro.; ensayos", AE, vol. VII.
del pueblo, que aolo poco a poco a la. 1nflujc»1 del pre6ente, a
- 0908>: "La novele familiar del neurótico", AE, vol. IX.
loe nuevos cambí.,.; y en tanto...., paaodo opera a Lravée del superyó,
dl!liempel)a en la vida humana un pnp..t pcderoeo, independiente de
- (19231: El yo y el ello, AE, vol. XJX.
lru; relacionee ec:onómic.,.· ffreud, 19331. - 0930>: El TTIQlestor en la culturo, AE, vol. XXI.

132 133
11. IDENTIDADES BORROSAS

Ma.ria Cristina Rotlwr Horrustcin

El mid1<0 (a d1fuencui del natura/U.la) •• ocupa


( ... / dt un solo organismo, ti SllJ<'IO htm1<1no, que
lucho por mantener su úkntidad en fm"ttn•tancias
adt>trsas.
lvv McKt:NztE.

ADOl.F.SCEl\ClA Y ORGANIZACIONES FRONTERIZAS

Toda vez que la patología evidencia una ruptura o


desgarradura, es posible que normalmente preexistiera
una articulación <Frcud, 1932). Las organi7.acioncs fron-
terizas ilustran la complejidad del yo, sus limites bo-
rrosos con los otros y con la realidad intcmn y externa.
Los o.dolesce11tes nos e11fre11tan con s1tuo.cione.s lími·
tes. Alg1mos autores consideran a la adolescencia. como
estado límite cuando el embate pulsional y las exigen-
cias de la realidad dificultan la salida hacia la cxognmia,
manifestando -a veces- ªfragilidades del yo", "potencia-
lidades psicóticas", y estados depresivos cuando so pier-
den espacios u objetos que eran importantes s<>stcncs
narcisistas, ya sea como "posesión narcisista" o como
"objeto de la actividad narcisista" (Bleichmar, 1997). Si
estas manifestaciones son transitorias, como el duelo
normal, posibilitan reorganizaciones de la
estructura psíquica.
En la adolescencia y la primera juventud, no fácil
diferenciar entre organizaciones fronteriza¡¡, el comien-
zo de la esquizofrenia o de una enfermedad bipolar.
Prudencia y precisión en el diagnóstico se imponen ya
quo se requieren diferentes abordajes terapéuticos: in-
dividuales, familiares y psicofarmacológicos, y la dcci-

231
sión o no de una internación transitoria que, a mi jui- nes afectivas violentas, a un intenso tabicamiento
cio, sólo drbe estar al servicio de evitar un inl.l:nto de defensivo.'
suicidio, de regular el nivel de psicofármacos. o encau- Con un fragmento del relaw de una paciente ilustro
zar la rcinscrción del paciente en su ambiente familiar un aspecto de lo antedicho.
y social evitando etiquetas nosográficas que para el pro-
pio paciente y/o para su entorno pueden actuar como L: tCon dolor y rabia disimulados.) Nunca una 1111rada de
mandatos idcntificatorios, lo cual contribu1ria a incre- aprobaáón, de valoruación, tk can{illnza. Lo que mM me
mentar modalidades sintomáticas, de carácter, a11gust1a que lo sigo esperando. M1 padre me llamó paro
actitudes defensivas que, como profecías autocumplidas, decirme que 110 r¡ucrla vwir mós. No soporta la hunullac·w11
se lrunsformcn en enfermedad. qui' por 110 estar allí, en el pedestal. Lo 1111rf llorando,
llorando (l loro cuando lo cu1mta); ni aun as( S(• co11movi.ó. Lo
Lu frecuencia de las organizaciones fronterizas en la
rí11rco que mi• dijo es "cuidámela a ell.a" a 1111
con su Ita actual constituye una proporción cada vez más madre- "no la de,¡!!8 sola". Y luego agregó •ocuµole dP mÜJ tosas
important.c en relación con los "buenos y leales neuró- que purort1 srr 11110. mi= de oro·. Se miraban l'nlre ellos ;,Y
ticos" de antl's. En estos casos, las disfunciones del yo ...abe lo que me di cuenta? De que siempre fue asl. T"'la la uuia
ponen en evidencia las falencias, carenciaR o violencias solo se miratvn sólo entre ellos. Sólo se quieren e/108 dOI.
del objeto primario (madre, padre, cuidadores), no sin Terapeuta: ; Y 1w es una manera de mirarla .v valorarla
las razones para seguir lijado a él. cuestio- cuando le pide que rea U!fted lo que re ocupe de su• CO$a.9 (1us
ne" QUI' se reproducen en la transferencia. amoreaJl
El trauma cambió de sentido. Ahora, sexual, P.: No !con un geoto de desencanto y Nunca,
afecta al psiquismo de una manera más global, y se Jamtü me f<l1c1tó por nada. Y /uzy. que supuesta111e11te ae des-
caracteri7.a u menudo más por la ausencia de r!'spues- /)"lÍra no me pudo decir te quiera.
ta que por el efecto directo de ésta, resultando de ello
a feccionos más o menos serias, generado ros d!' 11 ngus- Solemos ver que a lo largo de la vida cstoR pacientes
tias int<'nsas, de repeticiones mortíferas, que ponen a repiten formas de relacionarse que tienen finales
prueba la contratransferencia del analista, quien se traumáticos y que {a diferencia de lo que ocurro en
[
ve obligado a variaciones técnicas y a utilizar diferen- sujetos neuróticos) son con frecuencia predecibles, pero
tes estrategias a veces en el transcurso de una misma casi siempre inevitables. Estas repeticiones les confir-
sesión. Porque son pacientes que muegtron una sus- man que, en cada nuevo encuentro, serán rechazados,
ceptibilidad extrema al rechazo, a la herido narcisista denigrados, abandonados, traicionados. Entran enton-
y o las y no toleran el alejamiento del otro.
Ese otro que nunca los satisface. Que hago lo que 1. •f.n ialee pacientes hay unos principioa or¡aniudoreoi, in·
hiciere nunca alcanza a cubrir lo que se e:;pern de él conaciontea e invanant.ee. a través de los cuaJe.1 ae ora:aniz.e toda
como respuesta deseable. Hay una imposibilidad de la experiencia. o.o.de muy pronto, en su historia, ha m•talizado la
reconocer lo alteridad, no sólo en el ámbito de la re- convicción de que nada bueno puede suceder en relación con otra
lación terapéutica sino en casi todai; las relaciones: persono, c¡uo no exiete runguna posibilidad de c¡ue nlguion cuide de
t.'llot, y que, en e.stM condenados a vivir y o morir "Oh>R,
pareja, amigo:;, familiares, laborales. Son pacienles que y cunlqu itr de llevar una vida con sentido bnMndn en ttua
sufrieron severas privaciones en su desarrollo, las propioe dr1tignioe internos e.s sólo una ilusión y unt\ lnvit.oci6o aJ
cuales los predisponen a la desconfianza, a las reaccio- desaatro" ($tolorow y Atwood, 1992).

232 233
ces en un círculo que comienza con la idealización del real (de ahí la aparente normalidad) y un sector que
objeto que aportaría supuestamente Ja satisfacción to- implementa defensas arcrucas de tipo psicótico.
tal, seguida de furia y fantasmas asesinos cuando so- Winnicott es para muchos "el analista de lo fronteri-
breviene el desfallecimiento del otro. Obstinados por zo". Acentúa la importancia del "ambiente facilitador",
establecer una relación indisoluble y eterna, crean un "la preocupación materna primaria" y el "holding", así
lazo fusional, imaginario, que inevitablemente se reve- como el lugar de un buen "objet.o transicional" y el área
lará inadecuado e imposible (McDougall, 1982). de lo intermediario, interesándose por el juego recípro-
Es frecuente la reacción terapéutica negativa o esa co entre lo interno y lo externo. Proporcionó un modelo
compulsión a repetir que aparece como la subversión conjunto de encuadre clínico y de funcionamiento psí-
dél principio de placer cuando fracasaron las condicio- quico en donde, ante el sentimiento de vacío del pacien-
nes de instauración que implica la participación del te, para quien el analista no representa Ja madre sino
objeto. Fracaso que puede atribuirse a un conflicto cuya "es la madre", la contratransferencia es el instrumento
solución no pudo ser hallada entre el funcionamiento privilegiado. Tanto que a veces es desde ahí que hace-
pulsional por un lado y la relación con el objeto por el mos el diagnóstico.
otro, al fracaso de esa madre que no pudo sostener Green (1972) dice que, como en Francia entre 1953 y
libidinalmente al niño -no lo miró, no lo escuchó, no Jo 1970 estaba prohibido inLeresarse en el yo, sólo tenerlo
y ofrecerle su psiquismo para ayudarlo a en cuenta era ser tildado de "ego-psycologist", puesto
constituir el propio dejando de ser único objeto de amor que Lacan dictaminó que el yo sólo era producto de las
y placer, y proporcionar übre acceso a otros para que el identificaciones especulares del sujeto.
niño pueda instaurar así la relación con la realidad. El yo es mucho más que lo que propone Lacan. De ahí
Las organizaciones fronterizas siguen siendo un in- la importancia de revisitar la segunda tópica y autores
terrogante para los psicoanalistas. Diversos autores posfreudianos como Aulagnier, Green, Castoriadis,
agruparon bajo la categoría de fronterizos o borderlin.e Pontalis, McDougall y otros, que retomaron el estudio
a pacientes que presentan cierta clínica, considerando del yo y su conformación compleja, 1>ulsional,
lo afectivo, lo cognitivo, lo relacional y el predominio identificatoria y sede del pensamiento. Y que invitan a
defensivo más próximo a las psicosis que a las neurosis. pensar no sólo en el trauma desestructurante que tiene
Sólo menciono algunos: Kernberg (1967, 1975) y Kohut su origen en el "abuso sexual" de los comienzos del psi·
(1971), en los Estados Unidos; en otras latitudes, Balint coanálisis sino tan1bién en lo traumático de la falla y la
(1968) y Bouvet (1966) plantearon como característico carencia libidinal, narcisista; la falta de respuesta del
de los estados ümite un modo de relación dual que no objeto primario; la madre en duelo, deprimida y sin ac-
es la relación fusional ni la indiferenciación yo-otro de titud amorosa hacia su niño, lo cual puede dejar secue-
las psicosis. Aquí, el sujeto y el objeto permanecen di- las desastrosas, heridas no fáciles de cicatrizar o nunca
ferenciados, pero se da una dependencia fundamental cicatrizables siendo su consecuencia en la esfera sexual
del primero con respecto del segundo, de forma que el menos importante que los desgarros a nivel del yo y las
sujeto no puede conservar su integridad si pierde a1 diferentes formas sintomáticas que producen.
otro. Esta dependencia en la relación culmina en una Vemos que, ni bien profundizamos en las propuestas
especie de escisión de la personalidad en dos sectores, metapsicológicas, encontramos grandes divergencias que
típica de los estados límite: un sector adaptativo con lo se acentúan en las técnicas de abordaje. Para evitar

234 235
teorizacioncs o pragmatismos no conviene desarticular vez por ello pudo hacer operativos lo,; y los
la metapsicología de la práctica clínica y viceversa. fracru;os. Sometió su propia disciplina al principio que
Las diversas organizaciones psicopatológica,; pueden la hizo nacer; no negar lo irracional, lo íocohercntc, lo
ser abordadas por el psicoanálisis, con más o menos inquietante, lo negativo. Por el contrario, interrogar y
éxito. Los éxitos o fracasos de cada tratamiento depen· pensar lo que se presenta como obstáculo. Hoy los "ro·
derán de la propuesta de cada analista, de su solidez y sos-limite" no pueden ya ser considerados la excepción.
amplitud t.córica y práctica, y de un proyecto eopccífico
para cada persona en el que intervienen la ética en el
manejo de la transferencia y la contratransfercncia, que Estar al dla
apunta a investir un proyecto de autonomía.
Suele 1dirmnr·se que los pacientes ya no son lo que
eran; que 111 población analítica está mcno11 compuesta
Repasemos lo conocido de neurosis "clásicas", precisamente aquellas que Freud
llamabn neurosis de transferencia. Se ven cada vez más
En los comienzos del psicoanálisis, Frcud 1>cparó las "formas en las cuales, lras la fachada neurótica,
psiconeurosis de las neurosis actuales. Luego, una vez se revela la intensa actividad proyecti\'a e><quizo-para-
el campo de las psiconeurosis, •eparó los noidc o una fragilidad narcisista que lleva a la
díverSOl:l tipos de organización -nl!urosis ob>'Clliva, his- disociación entre la psiquis y el soma o a lo que
térica, fóbica-, no tanto por los síntoma., vii;ibles sino identificaba como "alteraciones del yo",1 que marcan el
más bien por el descubrimiento de los mecanismos comportamiento de una suerte de locura sin delirio. El
psíquicos en acción. Diferenció el modo de funciona- hecho es que a partir de las personalidnde11 "as ir
mienw nrurótico, de la perversión y la psicosis. Definió descriptos por Heleo Deulsch en 1942, las organizacio-
101> cuadros clínicos, no por prurito nosográfico, sino nes "falso sel/" dcscubiert.as por Winnicott ( 1972), y la
como respuesta a la clínica y a los nuevos desarrollos falto básica propuesta por Balint, los cuadros clínicos
de lo teoría. No se trata de hacer entrar por la fuerza etiquetados como neurosis puras son cada vez más raros.
a los fenómenos en las estrecheces de un cu11dro, sino, ro;n la clínica habitual ya no predominan tanto los
a la inversa, se trata de "crear un cuadro" para que se síntomas neuróticos, la inhibición, la represión, los con-
constituyn como objeto psicoanalítico (Pontalis, 1977). flictos internos apuntalados en conflictos sexuales o en
Sostener una posición crítica acerca de los efectos lns dependencias familiares e ideológicas, sino que asis-
que produce la manera como pensamos y abordamos el
trabajo con pacientes, mantener una e..-cucha abierta
a las nuevas formas que toma el padecimiento humano, 2. •AJ que •n el interior del yo tiene el dl'f'ender podcmo•
reconocer las nue\'as manifestacione:> sintomáticas, nos d...ignarlo 'nlt.eradón del yo', siempre que por lal compr<:ndamos la
lleva a crear diversas formas de abordaje clínico y a di\·ert_eencia te11iJ>C('to de un yo normal ficticio que aR¡tUrnría al tra·
revisar la manera en que quedan conmovidos los concep- bojo pt1icoa0Aht.ico una alianza de fidelidad inconmoviblt'. Ahora es
fácil cn'<'r lo <1ue ta C'Xpcricncia cotidiana enB<'ñn: traU.odoRO del
tos teóricos fundamentales (Vecslir, 2003). de.;enlnce dé una curo analitica, éste dependo en lo <'•Onciol de la
Frcud, que se topó su pesar" con In transferencia, 1r1tcn•id11d y proíundidsd de arraigo de e•lM r<'•i•lN1cíM de la
que tropezó con la "reacción terapéutica ncgntiva", tal ulteración dol yo• (Preud, 1937).

236 237
timos cada vez más n las dificultades en las relaciones porosa deja )118 ••lt rr1111t1 a 1ft1l11 ¡11 I•• 1 1 1
con los otros y con uno mismo, a la depresión, a los también una all!•rm<um oln 111 11111110 1111 •I h 11111 11111
comportamientos autodestruclivos y a las somatizacioncs. nomo, tiene una lega lidnd mlC• nfl lll1n 1111 ti• lltlt 1 1
Podemos preguntarnos si los que han cambiado son pendencia< Siguiendo con In t11l'llll•11f1 /•1111 111111 1111
los pacientes o los nnalistas. Los analistas por estar inconsciente si no tuviera él 1111111111 \1111 ltlt 111111 1111
mál! atentos a lo -lo que explicaría por una paraexcitaci6n interna y cxtenm? 1.Y q11/\ 111 rt11 111 1 1 1
parte Ja duración de las curas- o más interesados por coanálisis sin esa membrana que lo 1><•1111lln l1111lu ¡1111
los efectos de Ja realidad, del entorno, de la historia; los fundizar sus pilares conceptuales funda1111'11tnlru1 r111110
pacientes cada vez menos estructurados, en función de la porosidad necei;aria para apropiarse d1• ml'lllhunw
una evolución sociocultural que conmueve la construc- procedentes de otras disciplinas y 1lo
ción identificatoria, como si Ja "crisis de identidad" no acuerdo con sus necesidades para la compreos1c\11 1111
estuviese sólo ligada a la fase adolescente de la vida algunos hechos? (Rother Hornslein, 2003).
sino que constituyese un estado permanente. Nos en- En las organizaciones fronterizas dijimos que el pro-
frentamos así a lo que diferentes autores llaman esta- blema se da a nivel de los límites y todo con
dos fronterizos, organizaciones frunteri1.as, trastornos a los límites del yo. En esto,¡ o hny
limite de la personalidad, pacientes borderline, tenicn< una gran porosidad y escuchamos con frecuencia
do que dilucidar si son distintas maneras de referirse cxpresiónes "soy u11a esponja; todo lo absorbo", "soy
a una misma problemática o do agrupnr pacientes di- maleable, tengo rl sf fácil", o por Pl contrario hay una
flciles de diagnosticar. gran distancia con el otro, extrema desconfianza, todo
lo cual da cuenta do In enorme sensibilidad y del miedo
a In intrusión y también la contrapartida: deseo de
¿Qllt ENTENDEMOS POR fusión y exceso de intrusión.
Cuando el papel del yo auxiliar, la madre que contie·
El límite es un concepto muy importante en psicoa- ne, la madre que mctaboliza los mídos, la madre espe-
nálisis y en otras ciencias. ¿Pulsión no es acaso un jo, no está garantizado, las pos ibilidades de elaboración
concepto límite, fronterizo? Consciente, inconsciente, del niño se ven sobrepasadas y el yo debe hacer frente
precoosciente, yo, ello, superyó y realidad. Los limites a la doble angustia: de intrusión y de Estas
son zonas de trabajo que posibilita modificacio- fallas de Jos lazos libidinales o de excesos que pertur-
nes en las diferentes instancias psiquicas. Como ocurre bnn el surgimiento del yo propician marcadas heridas
con la membrana, en biología, que es la zona más im- narcisistas que se manifiestan en In clínica como pro-
portante de Ja cólula: límite, filtro y lugar de intercam- fundo desprecio de los otros y de todo lo que ellos apor-
bio es garante de la individualidadª y de la vida de In tan. Actuación que es reflejo de una desvalorización de
célula< Si es demasiado cerrada se ahoga, demasiado sí mismo originada en la débil constitución del yo ideal,
"pobre Majestad ,tan desamparado". Si el rechazo se
despliega es habitual- en Ja transferencia, gene-
3. lndividuahdad no et independencia< Preservar la indivídualí· ra un sentimiento contratransferencinl de desaliento,
dad, la autonon1fn requiere depend<'ncia recíproca con el entorno. desesperanza y frustración que no c!I fácil de remontar
Condición de sujeto y trunbién de wdo or¡,'tlllismo vivo< y que puede llevar a contraactuaciones nefastas.

238 239
La clínica evidencia la porosidad de los limi- En pacientes severamente perturbados, algunas s1tua·
tes entre el otro y el sí mismo (sio que ambos espacios ciones regresivas y repetitivas pueden ser la únim for-
lle¡,'Uco a confundirse como en la psicosis) y la utiliza- ma de t<alvaguardar el dCrL'<:ho de existir. La
ción de lo externo para representar y representari;c Jo afectiva puede servirles como reparo contra la ¡x•rt1id11
interno, lo que hace todo aún más borroso. de identidad o la desestructuración.•
Lu intcrpenetración momentánea del adentro y el Como analistas nos enfrentamos al dificil equilibrio
afuera y la tendencia a lo instantáneo conducen n cier- entre una actitud no intrusiva y el tener que suplir
tos pacientes límite a tomarse muchas libertadt>s con verbalmente carencias sufridas en los primeros ticm
las categorías del espacio y del tiempo, as1 como con la pos de la vida <Rothcr llornstein, 2003).
causalidad, aproximándose su dbcurso y su pensamiento
al de los psicóticos. Pero el sentido no se altera para el
d<'stinatario. La relación con la realidad sigu<' relativa· POUMORFISMO V DEFENSAS
mente preservada y si bien el pensamiento parL'CC "loco",
es susceptible de corrección inmediata cuando los de- El polimorfismo sintomático es clave. Por eso debemos
más, no sólo el terapeuta, lo marcan al joven que no lo estar at.cntos, en la clínica, a lo problemática depr('siva,
entienden (pensamientos o ideas paranoides trnnsito- a h1s conductas adictivas, a las tentativas de suicidio, a
rias). Esta dificultad, que el sujeto percibe como su los pasajes al acto, a los trastornos del sentimiento de sí
dificultad para hacerse entender, a menudo es causa de y a los arranques delirantes que propician ansiedad flo-
inhibición y de desinvestidura narcisista o lleva a rc:>ac- tante y difusa, a los síntomas obsesivo-compulsivos, a
ciones y manifestaciones de odio verbales y de compor- las fobias múltiples, a las reaccione.; disociativas y a
tamientos desbordantes. Ja, preocupaciones hipocondriacas, a las mutilaciones
Con estos pacientes los analistas también trabajnn en del cuerpo (tajos y cortes de brazo y antebrazo).
los límites. Aportar un yo que no desfallezca por la pro- Con frecuencia los pacientes borderline dan cuenta
yección de la desesperanza y encuentre la manera de de una carencia de interioridad, do desinvestidura del
quo el paciente acceda a incrementar la capacidad sim- propio espacio psíquico, de dificultad para estar aolos y
bólica disminuida o invitar n un paréntesis en el trabajo de dependencia adictivo. Predominan la tonalidad de·
analítico sin que el pacienU> caiga en añgustia d(l desin- las preocupaciones somáticas, el clivaje más
tegración es un juego delicado que debe evitar generar el que la represión, el acto más que la fantasía, "el ataque
de abandono e incrementar así el profundo
i;entuniento de vacío. Al mismo tiempo es necesario pro-
poner UD limite al "ava.'lllllamiento", producto y produc- 4 La experiencia personal y d• pruf.,,ionalea que trabajan con
tor de UDa angustia ma!!íva que reedita el encuentro con esw• p11cwnt.. es que se requi•rc un 6mb1to institucional donde t•I
esu madre que no pudo dosificar y regular los estímulos pncicn le rncueotre una red de ll08t<'n y pueda ser internado por
(externos e internos) y proponer un proceso de elabora- breve• pcrlod08 si el caso lo pre<:isn, 1obrc wdo cuando hay ameno
za do auicidio. En casos menos graves, lo nsistencia 1>0r pnrte dei
ción y do simbolización que impida UD desborde traumá- unn pnrejo t<rupéutica (psiquiatra y P"icoterapeutn) posibilita que
tico, con fallas en el sentimiento de identidad y de el poc1entc diversifique su rotación tran•ferencial y tenga mMor
existencia. Entender las n!'cesidades psíquicas de un pa- vivencia desamparo. Iluatrn particularmente lo expursw el t ra·
ciente no significa quedar apresados en sus demandas. bajo clínico que dc;;arrolla Liliana Palauini en el próximo CAJntulo.

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contra el pe11.qamiento" (Aulagnier, 1975> mós que la extravagancia y la locura de los h11111hr,.•" 11"1 • 1111,
evitación del pensar, la dificultad en encontrar sentido y que son para el yo el equivalenhl rl•• I" rv1•111i11111'J1
a sus actos y pensamientos, la promiscuidad sexual, la para la sexualidad. Equivalentes qu<' d1111 c11111tn do
indiscriminación frente al otro que su esos cuadros que Freud no definió pero 1·11 los •tlln 111 •
mi!'nto. Es intensa la inestabilidad afectiva, relacional, dominan la escisión, la desmentida. la pruyc ..cl611, 111
y es mismo de.•equilibrio el que a veces desencade- actuación más que la simbolización. En l"Slt•M for 111111
na una "locura" pasajera (como las tormentas de vera- clmicas los pacientes elaboran poco, no 61• t'1111li•r
no o, ¡rrav<', corno los huracanes que dejan tendales con reprimir sino que necesitan actuar, t•\'fl
a su Entre un torbellino y otro. hay periodos de cuar, por eso se defienden mediante la ronl!g11citi11 y 111
cierta estabilidad en todos Jos niveles, con un r('intC'gro escisión. De esta manera luchan intensamenl<' por pn••
de lll c11pacidacl ele pensar sobre si miHrnos que 11 veces servar el sentimiento de sí. A veceij PI mundo pnr<'<'t•
no>1 sorprende. desaparecer, perder sentido, esfumarse. J,as fubulncio
F.n términos más teóricos diremos que en Ja neurosis nes, los delirios, las elaboraciones que hact>n los pacic•n
predomina In angustia de castración y en las organiza- te:> y nosotros mismos tendiéndoles puentes de sentido
cione>< fronterizas, la angustia ante la Sl'puración-intru- para salvar esos abismos de insensatez, el cao.. en PI
i>ión. En estos pacientes la problemática primordial es sentimiento de si, son necesarios pero seguramente
la en cuanto a su propia t>xistencin, a su nunca .;uficicntes.
i;u¡wrvivencia, a su identidad. Cuestiones que remiten Sin una referencia a las instancias, el dbcurso ana-
a Ja frah<ilidad de la organización yoica (Green, 1972; hlico no ca más que charlatanería, peor que la de un
Hornstcin, 2003), que pone al descubierto la alternan- chamón.6
cia en lu primera infancia de relaciones gratificadora;; La utiliwción de las dos tópicas es uno dr los pivotes
y frustrantC>s, <'xperiencias de abandono, de perversión, del enfoque psicoanahtico en psicopatologin. principal-
de rnformcdnd, de muerte, que contribuycron a hundir mente para diforenciar las neurosis de !ns organizacio·
al niño en duelos imposibles y a poner en peligro su nes HmiU'. En relación a la primera tópicn, los autores
vida pRíquica. coinciden en pensar que el trabajo del prcco11l!ciente,
l914, cuundo Freud introduce el narcisismo, inau- efectivo on In neurosis, es insuficiente en las organiza-
gura otrn manera de concebir el yo. El yo es "reservorio ciones límites. En la neurosis hay una clara dtforencin-
libidi1wr y es en su intrincada relación con un otro ción de los Jugares psíquicos, en comparación con
que lo piensa, lo desea, lo instituye, que transita su aquellos que muestran desbordes, invasiones entre sis-
devenir. Por eso las fallas en la com<litución del nar· temas, tc>1t1monio de la porosidad entre las fronteras
cisismo promue,•en desorganizaciones del yo, fuh;o sel[, internas y externas, y en los que predomina un trabajo
frugilidad del yo. La privación afectiva y el no recono- de figuración y de puesta en palabras que es propio del
cimiento de las diferencias que padecieron estos prcconscicnle, que es precario e inestable. Esto explica
pacintes puede dar lugar a un narcisismo en el que las dificultades para transformar la .. reprc$cntaciones
predomina el sufrimiento por no haber sido, de niños,
únicos y valiosos.
yo afectado en su "unidad", para no hundirse, 6. El aujoto freudiano, dice Pontalis 119771 "•e delint• <1'• <'n\rndn
8ufrc fisuras, grietas, cicatrices que "corresponden a la cun10 uno de lugares funcionalmente e8J.)ilciuh1.udos",

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de t'Osa en representaciones de palabra. El preeonsciente Las orgnnh:aciones fronterizas abarcan un amplio
como tiistema intermedio se revela frágil en las organi- espectro; de ahí la dificultad para acotar s us fronteras.
zaciones límites, sus funciones de contención poco E:; más fácil definir los estados fronterizos por lo que
seguras y la excitación es desbordante. La realidad no son - ni neurosis, ni psicosis- que por lo quo son.
externa suele invadir la realidad interna que aparece Repetimos: en el nivel tópico, se trata del borramit'nto
empobrecida. de los limites internos y externos que los
espacios pslquicos; en el nioel di11ámico, del fracaso dt'
La neurosis es el resultado de un conílicto entre el la represión en favor de los mecanismos do nc¡:nción y
yo y ffU ello, en tanto que Ja psicosis es el desenlace de cflcisión; en el 11iuel económico, de In debilidad del
análogo de una similar perturbación entre el yo y el trabajo de elaboración y de simbolización y del riesgo
mundo exterior. Las neurosis de transferencia se gene· de desbordamiento traumático, de hundimiento deprc·
ran porque el yo no quiere acoger ni dnr trámite motor
sivo, de la pérdida del sentimiento de identidad y, más
n una moción pulsional del ello, o le Impugna el objeto
prccisnmonle, del sentimiento de continuidad y del valor
que tiene por meta. En tales cusos, el yo se defiende de
uquclla mediante el mecanismo de la represión que de la experiencia de sí. Finalmente, en <'l 11ivel de las
intenta no saber de lo reprimido, que sólo por la via relac1011es co11 los objetos, la escisión, la proyección y la
del compromiso y el camino del sintoma amenaza y 1dcntlficación se conjugan en el campo de la identifica-
menoscaba la unicidad del yo. É•te lucha contra el ción proyectiva.
aintoma como se había defendido de la moción pulsio- El psicoanálisis como cuerpo de conocimientos posi-
nal ori¡,'Ínaria CFreud, 1924b). bilita pensar la diferencia entre neurosis y fron·
terizos, lo que no refiere sólo a una diferencin
En la psicosis el yo se rehúsa a admitir nuevas per- Kino a la pertinencia de las referencias tei>ricas. No es
cepciones y también le quita valor psíquico (investidu- lo mismo una neurosis grave que un caso fronterizo. En
ra) al mundo interior, creando neorrealidades externas el primer caso la gravedad tiene que vor con la tenaci-
e internas como si fueran mociones del olio. El delirio dad do las íijaciones, con el carácter resistente de la
oA como un parche colocado en el lugar donde origina- angustia, con la poca movilidad de los síntomas para el
riamtint.e $(! produjo una desgarradura en el vínculo del análisis y la rigidez de los mecanismos de defensa.
yo con el mundo exterior. La problemática borderline o fronteriza arrastra las
La etiología común para el estallido de la psiconeurosis huellas de su condición de nacimiento aún no resuelta que
o de una psicosis sigue siendo la frustración, y sobre nos lleva a prt'glllltarnOS si se trata de una nueva entidad
todo en relación con los objetos investidos. Hoy sabemos nosográlica o de fronteras de lo analizable; y en este caso,
de la importancia del lugar que ocupa el otro como cons· como en todo paciente en el que se pone en duda su ¡»;i·
tilutivo de subjetividad. Es en ei;l.e i;cntido que habla· bilidad de analizarse, la pregunta es si los rea1111os que nos
mo,; de un nuevo paradigma. Lo que en un paciente dio el psicoanálisis freudiano nos son suficientes.•
neurótico aparece como referente a la identificación con
tal o cual, un paciente fronterizo lo vive como confusión
a nivel de la identidad, y más que pensarse como mamá,
6. Al¡ninos colegas en nombre de un Freud y tfo un l"'iconn1ili•i•
papá o hermano, no les es fácil discriminarse de los clásico mol entendido cerraroa sus propiaA front.C'rl'ls nl oonorin11"0 ·
otros con los que se relaciona. to y o In 1ndoi;:nción tanto de la obra de l+'reuc..I t"Qn10 dl' nlro11 nulart>s

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BlílLIOOHAf'IJ\
Obligados a seguir interrogando estas probll'máticas
complejas y cada vez más frecuentes insisto en pensar
Andtt, J. rdir.) (1999): l.w; estados front.rw• 1N10•• '/"""
que entre la adaptación y la creación, entre el azar y la
d1gmll poro rl psU:oanalfais?, But-nos Airea, " \1
necesidad, entre las turbulencias que llevan a mayor 2000.
complejidad de la organización psíquica y aquellas que, Aulagnicr, P. (1971): •Le sens pcrdu fou lt• '••hlJo' ni In
por lo contrario, son disruptivas, Ja evolución del joven signification>", Topique, nº [Ed. casi .. "F.I 1rntlcl" t• t
es una aventura abierta y continua que eren sus pro- dido u t·l y la significación", Un 111Ur¡m I• '11
pios objt>livos en un proceso cuyos resultados son rela- busra de 8<•1llido, México, Siglo XXI. 199·11
tivaml'nt.o imprevisibles. -(1984): "Tell<• um• 'zone sinistrée'", Ad11lt•str11cr, l.::, 11" 1,
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Como dicen Stolorow y Atwood (1992r. "A menudo ••' ha hecho coeis", AE, vol. XIX.
tmnbién In crlt icn errónea dr que In invc•l1¡¡ución tmpútica oólo - 11924b>: "Neurosis y AE, vol. XIX
alcanza los t·lrm<"nlcw de la e-x:ptrit'ntin ....ubjt·tlva_ En - 0925 l: "La negarión", AE, vol. XIX.
cambio una pMttl 1ndi•pensable del tralN\jo an111il1<0 con1btr en
- (19321: .'Vurms con{t!rencias de í11troducc1t5n al pB1<'00116·
invrstigar como IR experiencia consciente ae organiza a parlar de laa
jl'rnrquias dr los principios inconscientes. Éstos las li.•is. AE. \'OI. XXII.
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u.Jinnzu y el paicoanálisis misn\U tincuentrnn •u objcti\•o 2002
mrui fecundo".

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