Está en la página 1de 21

La psicosis en la familia: modelo para armar.

Jorge
García Badaracco

y la versión de algunos conceptos psicoanalíticos


(1960-1979).1

Florencia A. Macchioli

Programa de estudios históricos de la psicología en la Argentina, Cátedra I


Historia de la Psicología, Facultad de Psicología, UBA – CONICET.

Introducción.

La familia se constituyó tardíamente como objeto psicológico


susceptible de intervención terapéutica. Recién cuando las diversos
interrogantes alredor de la psicosis tropezaron con ella, se la ubicó
como factor primero y último de este padecer y un campo que hasta
ese momento era difuso, cobró cada vez mayor contorno y realidad.2

El problema de la psicosis, y en particular la esquizofrenia, planteó


importantes interrogantes a la psiquiatría respecto a su etiología,
nosografía y tratamiento, posicionándose como una de las
enfermedades prácticamente incurables.3 Sin embargo, a partir del
cruce entre psicoanálisis y ciencias sociales, algunas de las
investigaciones sobre esquizofrenia desembocaron en la familia,
ubicándola como protagonista en su etiología y tratamiento.4

En esta línea, una de las tantas que incursionó en el uso de


herramientas psicoanalíticas para tratar la esquizofrenia fue Frieda
Fromm-Reichmann5. Mayormente citada por su concepción de “madre
esquizofrenógena” (1948), este concepto fue primero señalado como
de los más originales para explicar el vínculo del hijo esquizofrénico
con su madre, para más tarde ser de los más denostados por los
terapeutas familiares, como si el abordaje familiar de la esquizofrenia
consistiera en buscar madres equizofrenógenas responsables de la
enfermedad de su hijo. Sin embargo, más allá de los juicios de valor
atribuidos al término, la bibliografía sobre terapia familiar la ubicó

1
como uno de los orígenes del tratamiento familiar, a pesar de que ella
era una analista que se basaba en los relatos de los pacientes y que
sólo establecía breves encuentros con los familiares para conocerlos
(Bertrando & Toffanetti, 2004: 51).

El caso de Fromm-Reichmann, plantea entre otros tantos, las


relaciones complicadas y controvertidas entre terapia familiar y
psicoanálisis. Desde un inicio, los terapeutas familiares no
acostumbraban con orgullo a llamarse psicoanalistas y sin embargo, el
psicoanálisis fue para la terapia familiar condición necesaria para su
existencia aunque no suficiente, produciendo ideas y teorías más que
intervenciones para la clínica.

A nivel internacional, pueden localizarse dos líneas para la terapia


familiar que se van entrelazando: por una parte los desarrollos
norteamericanos centrados en la familia nuclear desde principios del
siglo XX; por otra, una Europa que resurge de la Segunda Guerra que
destaca lo social. Esta situación, permite plantear una incipiente
especialidad con múltiples puntos de origen, numerosos desarrollos (a
veces inconexos o sumamente autónomos unos de otros), que además
de nacer en distintos lugares en el mismo período, parten de bases
muy dispares como el psicoanálisis, la psiquiatría social, la antropología
estructural, la cibernética o la teoría de la comunicación, entre algunas
de ellas (Bertrando & Toffanetti, 2004). Estas dos líneas, con sus
propios tiempos y estilos de recepción, se establecieron en la Argentina
dando lugar a una incipiente especialización.

Sucintamente, la terapia familiar en la Argentina tomó contorno a partir


de los sesenta, se diversificó en los setenta, y se institucionalizó y
profesionalizó en los ochenta. En sus inicios, se conformó desde la
confluencia de diversas teorías, fundamentalmente el psicoanálisis
local freudokleiniano, la teoría de la comunicación norteamericana y los
desarrollos internacionales sobre psicoterapia grupal. El paradigma de
la salud mental constituido en la segunda posguerra, dio lugar entre
otras cuestiones, al desarrollo de temáticas grupales, sociales y

2
preventivas, donde la familia cobró un rol protagónico como punto de
anclaje en Europa, Estados Unidos y, poco después, en la Argentina.

Entre los 1960 y 1970 se circunscribieron y sistematizaron en una


investigación doctoral en curso6 cuatro modelos en el ámbito local: la
“familia-grupo” a partir de las concepciones y prácticas de Enrique
Pichon-Rivière en el cruce de la familia como grupo interno y dinámica
grupal; la “familia-sistema” representada por Carlos Sluzki en su rol de
difusor de la teoría de la comunicación humana norteamericana; la
“familia-estructura” concebida por Isidoro Berenstein a partir del
confluencia de Freud, Klein y Lévi-Strauss; y la “familia-múltiple”
ideada por Jorge García Badaracco, a partir de un nuevo dispositivo
clínico para la psicosis fundado en el tratamiento familiar. Estos
modelos, sin embargo se daban en un escenario donde la cultura “psi”
del período debía lidiar con las importantes transformaciones familiares
y sociales que a partir de mediados del siglo XX se extendieron en la
sociedad modificando las pautas de relación entre las generaciones, los
sexos, la procreación y la crianza de los hijos, entre algunos de los
aspectos más relevantes, innovaciones que alteraron profundamente
los modos de subjetivación hasta la actualidad.

Frente a este extenso escenario, se planteará específicamente en esta


presentación de qué modo los profesionales que se interesaron por el
tema debieron reformular varios conceptos psicoanalíticos para poder
intervenir terapéuticamente sobre la familia. En este caso, se trabajará
sobre la obra de Jorge García Badaracco y su reformulación de la
reacción terapéutica negativa, el complejo de Edipo, y lo que denominó
“narcisismo familiar” e “interdependencia patológica y patógena”,
como modos en que distintas conjugaciones conceptuales intentaron
aprhender a la familia. La operación intelectual de García Badaracco,
ejemplifica lo que varios autores desde el psicoanálisis debieron hacer
al ocuparse de la familia: extender la representación de la familia por
fuera del ámbito psíquico, sin perder dicha conexión (como Enrique
Pichon-Rivière o Isidoro Berenstein, que trazaron diversos modelos que
vinculaban la dinámica grupal familiar con la representación psíquica

3
de la familia en el individuo).

Se abordará a continuación el modo en que lo realizó Jorge García


Badaracco. El presente análisis se inspira en la historia de los
conceptos de Georges Canguilhem, entre otros aportes historiográficos.
El objetivo principal aquí es poner en relación cierta trama conceptual,
que da cuenta de la familia y la psicosis como problema que no se
agota simplemente en los planteos del psicoanalista argentino.
Problematizar y poner en discusión esta reformulación conceptual, así
como la relación entre los conceptos y la clínica y las herramientas
historiográficas para abordar estas cuestiones, permite situar la
cuestión en un marco que desborda el tópico aquí tratado.

La familia entre lo normal y lo patológico.

En la investigación de doctorado en curso, devido a la complejidad del


objeto estudiado, se realiza un abordaje histórico múltiple, que permite
visibilizar distintas facetas de la familia como objeto de intervención
psicoterapéutica. Se inspira en la historia crítica de la psicología (en
contraposición a la historia tradicional) recapitulada y reelaborada por
Hugo Vezzetti (2007). Desde esta concepción se entiende por historia
intelectual la exploración de tramas de eventos y procesos
heterogéneos, múltiples y parciales que no reestablecen universos de
ideas absolutas sino que plantean e instalan problemas. Para ello es
indispensable sobrepasar las fronteras de la propia disciplina
recorriendo diversas genealogías que la exceden y reposicionan en el
campo institucional, social, político y cultural. Partiendo de una historia
intelectual así concebida, pueden articularse en ella diversos abordajes
(historia de la profesionalización, disciplinar, de los usos y prácticas,
historia social y cultural, historia de los saberes, conceptos y estudios
de recepción), como las múltiples facetas, muchas veces superpuestas
y permeables, que permiten modelar a la familia como objeto
específico de intervención terapéutica. En este caso, se pondrá el
acento en la historia de los saberes y conceptos, teniendo en cuenta

4
que éstos se entrelazan en las otras múltiples perspectivas
mencionadas.

Para ello, los aportes de Georges Canguilhem (1904-1995) se tornan


sumamente útiles. Dicho autor, parte de una epistemología de los
conceptos para comprender una filosofía de la vida, donde “procura
hallar en la dinámica de los conceptos las condiciones de emergencia
de los problemas científicos”, recuperando los aspectos prácticos,
técnicos e ideológicos de esa historia (Le Blanc, 2004: 9). El eje de la
reflexión se basa en la construcción del problema, caracterizado ante
todo por su insistencia a lo largo de la historia. A partir de Lo normal y
lo patológico7 construye una filosofía de la vida alrededor del concepto
de “norma”. La relación entre vida y norma le permite elucidar los
distintos funcionamientos del estado normal y patológico. Desde esta
perspectiva lo patológico no implica ausencia de norma, sino que se
transforma en una configuración novedosa del organismo, una
adaptación posible a las perturbaciones del medio externo e interno
donde se establecen otras normas. Esto le permite plantear
interrogantes acerca de qué significa estar enfermo y, a la vez, pensar
vía la enfermedad qué relación existe entre lo vivido por el enfermo y
el “arte médico” -como aquello que se asocia más a la existencia que
al saber (Le Blanc, 2004: 9)-. Así, la historia de las ciencias se sitúa en
el presente de la enunciación epistemológica donde se plantea el
problema del valor de lo patológico. Es una historia de las ciencias
normativa que no se basa en los objetos de la ciencia (que más bien se
liberan de su historia) sino en los discursos científicos que tienen su
propia historicidad. Esta epistemología gira en torno a los conceptos,
más que a las teorías, ya que los primeros pueden ser anteriores y
externos a las segundas. Entendida como historia de los conceptos, la
historia de las ciencias para a ser una historia de las opciones
normativas internas de los discursos científicos.

Teniendo en cuenta estas ideas se analizarán a continuación algunos


de los conceptos psicoanalíticos utilizados por García Badaracco para
tratar familias con pacientes psicóticos dentro del dispositivo clínico de

5
“Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de Estructura Multifamiliar”.
Esto plantea cierta concepción sobre la familia normal y patológica
donde, a diferencia de la bibliografía sobre el tema partió de una
“familia enferma como totalidad”, el psicoanalista argentino planteará
a la familia “como contexto real del crecimiento psicológico de los
individuos” para abordar la dinámica normal y patológica familiar
(García Badaracco, 1978a: 541).

“Prêt-à-porter”. Cuatro conceptos psicoanalíticos rediseñados


para la familia.

Jorge García Badaracco recibido de médico en Buenos Aires en 1947,


viajó a París entre 1950 y 1956 para formarse como psiquiatra y
psicoanalista.8 En 1957 participó como consejero del recién fundado
Instituto Nacional de Salud Mental, en 1958 ganó la Jefatura de un
Servicio del Hospital Neuropsiquiátrico de Buenos Aires (actual hospital
“José T. Borda”) y ese mismo año creó la primera residencia médica en
psiquiatría. En 1962 fundó la primera Comunidad Terapéutica de
orientación Psicoanalítica dentro del hospital, en 1964 organizó el
primer Hospital de Día de Buenos Aires y denominó a su modelo en
1965 como “Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de Estructura
Familiar” (García Badaracco, 1989: 39). En 1968 dejó el hospital para
fundar una clínica privada junto a otros colegas, con quienes trabajaba
en el neuropsiquiátrico. En 1978 fue uno de los miembros fundadores
de la Sociedad Argentina de Terapia Familiar, primera institución sobre
la especialidad en el país, y presidió la Asociación Psicoanalítica
Argentina de 1980 a 1984.

Ahora bien, ¿cuáles son los interrogantes que intenta responder García
Badaracco? Entre algunos de ellos, cómo trabajar psicoanalíticamente
con la psicosis, que plantea la necesidad de incorporar a la familia del
paciente, que a su vez le exige articular la terapia individual con la
terapia familiar. Este movimiento conlleva, entre otras cuestiones, la
necesidad de reformular conceptos aplicados a la neurosis y al análisis

6
individual.

El dispositivo adecuado para el tratamiento de la psicosis será para


García Badaracco la Comunidad Terapéutica Psicoanalítica de
Estructura Multifamiliar. Dicho dispositivo supone un contexto global en
el que estarán integradas distintas modalidades terapéuticas para que
se elaboren diferentes aspectos psicóticos de la personalidad. Es así
como la comunidad se compone hacia 1970 de cuatro estructuras
terapéuticas básicas: terapia individual psicoanalítica, terapia grupal
comunitaria, terapia del grupo familiar nuclear y grupo familiar
múltiple. Sin embargo, este dispositivo se asienta en una comprensión
particular del sujeto que parte del psicoanálisis.9

García Badaracco sostiene que fue el psicoanálisis el modelo que


aportó la comprensión de los procesos de crecimiento y desarrollo
psicoemocional normal del individuo dentro de su contexto familiar. De
modo que la psicoterapia de la familia pone de manifiesto la inmadurez
intrínseca de la personalidad del paciente pero también de sus
familiares, donde se hace necesario un proceso terapéutico familiar
para un “redesarrollo” de cada uno de los miembros incluido el
paciente. Realiza una crítica al psicoanálisis ortodoxo que
desaconsejaba el contacto entre el terapeuta y la familia del paciente
suponiendo que perturbaba la relación transferencial. Sin embargo,
para García Badaracco esta concepción fue modificada en el campo de
la psicosis, donde la inclusión de la familia en el contexto terapéutico
permite confrontar los conflictos internalizados por el paciente con los
objetos reales de su historia familiar (sus padres y hermanos) para
realizar experiencias emocionales correctoras de las primitivas
relaciones de objeto distorsionantes (García Badaracco. 1989: 198).

Desde estas directrices se abordarán las diversas operaciones


intelectuales que García Badaracco realizó sobre algunos conceptos,
mixturando distintas teorías, principalmente las de S. Freud, M. Klein y
E. Pichon-Rivière. Estos conceptos se encuentran íntimamente
vinculados, por lo que generalmente remitir a uno lleva a tirar de una

7
red compleja en la que emergen todos. Para el objetivo del presente
trabajo no se profundizará en las acepciones de cada concepto, sino
más bien se trabajará en las diversas tramas en los que ellos se
entretejen para poner de manifiesto lo pensable, los valores y el
problema que la operación intelectual de este autor permite trazar.

A. Reacción terapéutica negativa. Uno de los primeros conceptos


psicoanalíticos que necesita esclarecer para el tratamiento de la
psicosis es la reacción terapéutica negativa. Siendo una de las mayores
dificultades de un tratamiento psicoanalítico, observó que a través de
la terapia del grupo familiar con el paciente incluido esta reacción
puede resolverse. Fiel al Freud de El Yo y el Ello (1923), García
Badaracco retoma sin importantes modificaciones el concepto
freudiano donde la reacción terapéutica negativa consiste en que el
paciente empeora en el curso del tratamiento en vez de mejorar,
donde algo percibido como peligroso se opone a la curación y
prevalece la necesidad de estar enfermo, presentando como
obstáculos la inaccesibilidad narcisista, la actitud negativa frente al
médico y la adherencia a la enfermedad; además de un importante
sentimiento inconsciente de culpa semejante a la melancolía. García
Badaracco retoma de la teoría kleiniana el concepto de “objeto
interno”, su relación con el yo y algunos de sus mecanismos de
defensa (fundamentalmente la proyección). Profundiza la concepción
de Klein con los aportes de J. Rivière (1936) que estudia más en
profundidad el mundo interno de estos pacientes y sostiene que
curarse sería un acto egoísta por el que se dejarían abandonados los
objetos internos, a los que en realidad se desea reparar. Estos
pacientes solo pueden avanzar en el análisis si suponen que curándose
ellos curan a sus objetos internos, de los que ellos a su vez dependen.
Pero la tarea de reparar a sus objetos internos los exponen a dar todo
de sí por ellos, poniendo en peligro su propio yo. Para el psicoanalista
argentino, en la práctica clínica con pacientes psicóticos y sus
familiares se observa mucho más claramente la génesis y

8
estructuración de los procesos internos del paciente al manifestarse el
funcionamiento de los objetos internos “encarnados” afuera, en la
familia. La curación o mejoría de los pacientes psicóticos se torna muy
difícil sin la participación de sus familiares directos en el proceso
terapéutico.

En 1978, cuando García Badaracco trabaja la integración del


psicoanálisis familiar y la terapia familiar en el paciente psicótico,
incorpora los aportes de Pichon-Rivière, quien al analizar situaciones
grupales encontró sistemáticamente un conjunto de fenómenos
comunes a todo grupo, incluida la familia: los miedos básicos (a la
pérdida de lo logrado y al ataque de la nueva situación), la reacción
terapéutica negativa por el miedo y la resistencia al cambio y el
sentimiento básico de inseguridad frente al cambio (Badaracco, 1978a:
540). Por otra parte, frente a las dificultades propias del enfermo para
salir de su enfermedad, se suman las importantes dificultades de su
familia que inconscientemente trata de mantenerlo enfermo. Se
observaría en el tratamiento individual del paciente psicótico la
reacción terapéutica negativa “producida por la influencia de su grupo
familiar” (García Badaracco, 1978a: 550).

En síntesis, para este autor la reacción terapéutica negativa de un


paciente no es resultado solamente de una dinámica intrapsíquica
particular, sino la consecuencia directa de una acción patógena
familiar, a partir de un vínculo previo de “interdependencia patológica”
que se estructura en etapas tempranas del desarrollo. Plantea que el
trabajo terapéutico sobre la influencia patógena de las figuras
parentales permite la neutralización de la influencia familiar
convirtiéndose en un aspecto decisivo para resolver la reacción
terapéutica negativa.

Recapitulando, García Badaracco parte del concepto freudiano, lo cruza


con los aportes de M. Klein y J. Rivière para complejizar las relaciones
objetales del mundo interno (aquí es fundamental recordar que los
principales desarrollos sobre psicoanálisis de niños y tratamiento de la

9
psicosis fue generado por la escuela kleiniana) y lo ensambla
finalmente con los aportes argentinos, fundamentalmente de Pichon-
Rivière, para tratar ya no a la familia intrapsíquica, sino al grupo
familiar (la “familia real” como sostiene García Badaracco), desde la
terapia individual, familiar y multifamiliar.

B. Narcisismo familiar. La alusión a este concepto, se encuentra


referida en principio al narcisismo individual, puntualmente de los
pacientes psicóticos, donde se interesa por el vínculo transferencial (y
la transferencia psicótica en particular) poniendo el acento en la figura
del analista como objeto real externo para tratar a estas neurosis
narcisistas (García Badaracco & Zemborain, 1975). Para García
Badaracco el concepto de “narcisismo” es muy impreciso en la
literatura psicoanalítica, y lo utilizará básicamente para referirse a los
aspectos narcisistas que se juegan en un paciente dentro del proceso
psicoanalítico (resistencia al cambio, defensas difíciles de modificar,
reacción terapéutica negativa, etc.). Trabajará con las neurosis
narcisistas, tal como lo utilizaba en sus primeros escritos Freud,
equivalente a las psicosis y contrapuesto a las “neurosis de
transferencia”.10

En 1978, introduce las ideas de narcisismo familiar fuertemente


asociados a los planteos sobre simbiosis. Interesado en la familia como
“contexto real” del proceso terapéutico, plantea que:

el enfermo psicótico sería, en ese sentido, el miembro de una familia de


estructura narcisística que intenta transformarse en individuo y que,
encontrando intolerable el cambio e imposible la elaboración de la separación
de la simbiosis, fracasa y se psicotiza. Cuando el enfermo se vuelve el `loco´
sus propias dificultades de salir de la enfermedad se incrementan con las
dificultades del grupo familiar que inconscientemente fuerza la psicosis del
paciente (García Badaracco, 1978b: 14).

El hijo pondrá a prueba el modo en que la madre atravesó sus propias


etapas infantiles. Si esa madre no tuvo un desarrollo adecuado (que

10
para García Badaracco supone una resolución verdadera del complejo
de Edipo), se reactivarán en ella estos aspectos no resueltos,
estableciendo sin darse cuenta una “relación narcisística patológica”
con su hijo a partir de una relación libidinal de tipo pregenital, que
llevará a la detención del crecimiento del hijo, momento en el que se
estructurará la patología psicótica. Llevando esta situación al contexto
de la terapia familiar, cuando el paciente encuentre modos de
individuación frente al vínculo simbiótico que lo atrapa, comenzarán a
presentarse en el tratamiento fenómenos patológicos de los padres,
donde al no ocupar el paciente el rol de enfermo, “aparecerá con toda
intensidad la patología familiar”, patología que estaba concentrada en
el paciente y que se distribuirá a en el conjunto de la familia,
visibilizándose fundamentalmente la patología de la pareja, que remite
a los primeros momentos de su constitución y la elección de pareja por
motivaciones patológicas. Allí se observará

un vínculo narcisístico dentro de la pareja misma, de dependencia o


interdependencia recíproca, donde se van a jugar aspectos de la conflictiva
de cada uno de los miembros de la pareja entre sí y donde el hijo, cuando
nace, va a empezar a jugar el papel de un depositario de esa patología de la
pareja no resuelta en la misma (García Badaracco, 1979: 20).

En 1989, plantea que a través de la terapia familiar con pacientes


psicóticos se observó que en muchas familias los padres tienen
expectativas muy rígidas en relación a sus hijos. Generalmente, desde
antes de nacer, representan objetos muy idealizados dentro del mundo
interno de los padres. De modo tal que el niño debe cumplir con un
papel prefijado que no le permite desarrollar su “Yo verdadero”
espontáneamente. En las familias donde hay pacientes psicóticos
muchas veces se encontrarán miembros con aspectos de personalidad
descriptos por la escuela kleiniana como “relación narcisista de objeto”
reflejado en las relaciones interpersonales como “relaciones objetales
primitivas” donde predomina la omnipotencia. Esto lleva a que los
miembros se traten entre sí como objetos parciales e intenten
manejarse unos a otros omnipotentemente como partes de sí mismos.

11
Casi todos los miembros de la familia participan de esta dinámica que
presenta una tendencia a idealizar ciertos aspectos familiares (como el
culto al apellido, a tradiciones familiares rígidas o a convicciones
religiosas), donde se depositan los aspectos más enfermos del grupo
familiar. Los miembros de estas familias, como en toda relación
narcisista, se niegan a aceptar la separación entre self y objeto y no
suelen tolerar la individuación manteniendo la aglutinación y simbiosis
como el ideal de estructura familiar (aquí el autor se refiere
explícitamente a Bleger). Cuando las expectativas idealizadas puestas
en el hijo fracasan, éste se convierte en un objeto frustrante y odiado
que se carga de peligrosidad por los aspectos vengativos retaliativos
proyectados en él. El “loco” se transformó en el perseguidor de la
familia porque es el representante del fracaso de todo el grupo. Si el
paciente está en análisis individual, aquí se ubicaría la “reacción
terapéutica negativa” tal como se desarrolló.

Recapitulando, García Badaracco se interesa primero por el narcisismo


individual para fundamentalmente trabajar la relación transferencial en
el vínculo paciente-analista. Es un interés que claramente parte de las
dificultades de la clínica, al igual que la reacción terapéutica negativa.
Sin embargo, en un segundo momento ubica este concepto en la
estructura misma, ya no solo del paciente, sino de su familia, una
“familia de estructura narcisística”. Aquí la psicosis revela aspectos no
resueltos de por lo menos dos generaciones (padres e hijos). Hacia
1989 queda evidenciada la operación intelectual del cruce del primer
Freud, la escuela kleiniana, Pichon-Riviére y Bleger, donde al
narcisismo freudiano se le ensamblan las relaciones narcisistas de
objeto, donde la idealización, la omnipotencia y los objetos parciales
deslizan el sentido hacia la simbiosis y aglutinación familiar.

C. Interdependencia patológica y patógena. Esta concepción en


particular, hace confluir una infinidad de términos semejantes a una
única convergencia, una especie de delta que desemboca en la

12
“interdependencia patológica y patógena”, de gran protagonismo
desde 1978 en sus escritos. Incluye ideas de larga data rotuladas de
distinto modo según las tradiciones psicoterapéuticas en las que se
inscriben: aglutinación, dependencia patológica, ligadura simbiótica,
pseudomutualidad, patología vincular, relación simbiótica, simbiosis o
vínculo simbiótico. Vale de ejemplo sus palabras:

las múltiples carencias del paciente psicótico están relacionadas con la


dependencia patológica con que vivió siempre sus relaciones dentro del
núcleo familiar. El crecimiento, que es un proceso de individuación, incluye
desimbiotización, y es atacado por los familiares que temen también los
cambios y sienten la separación también como vacío, pérdida y muerte.
Atacando los intentos de individuación y desimbiotización, tratan de volver las
cosas hacia atrás en un mecanismo de homeostasis patológica. Se puede
entonces observar que el llamado doble vínculo se ejerce para mantener la
dependencia y la simbiosis (García Badaracco, 1978a: 564).

Aquí individuación y desimbiotización vs dependencia patológica,


homeostasis patológica, doble vínculo, dependencia y simbiosis
funcionan como equivalencias. Sin embargo estos términos poseen
diversos usos y se inscriben en distintas tradiciones:
fundamentalmente los desarrollos sobre dependencia y simbiosis
pueden encontrarse primero en el psicoanálisis europeo que se
desplaza en la segunda posguerra a Estados Unidos; por otra parte la
homeostasis y el doble vínculo en la tradición norteamericana de la
teoría de la comunicación.

Tal como sucede con los conceptos anteriores, este conglomerado


conceptual entendido por “interdependencia patológica y patógena” se
cruza con las ideas de corte pichoneano sobre patología vincular. Los
aportes de Pichon-Rivière desde el psicoanálisis ubican, asociados a la
patología vincular, conceptos como simbiosis, depositario y depositante
(García Badaracco, 1979: 14). Por otra parte, sigue las concepciones de
Bleger sobre autismo y simbiosis respecto a la esquizofrenia. El autor
de Simbiosis y Ambigüedad, sostiene que el autismo o esquizofrenia
parte de la estructura sincrética, previa a la discriminación. Para Bleger

13
(1966, 1967) el sincretismo pasa a ser una posición más del desarrollo
psíquico normal (ubicándola previamente a la posición
esquizoparanoide y depresiva kleiniana) y se constituye a su vez en
una etapa que atraviesa la familia y el bebé. Si esta etapa se
estereotipa surge la patología tanto individual como familiar.11
Asimismo, retoma de Liberman (1971) cierta concepción de los
vínculos simbióticos, donde se genera una coalición defensiva entre los
miembros de la pareja para potenciar el sistema que evita enfrentarse
a ciertos conflictos a costa de restricciones más o menos rigurosas, que
a su vez refuerza los sistemas narcisistas de cada uno de ellos.12

Podría decirse, sintéticamente, que en este concepto García Badaracco


reúne diversos conceptos de tradiciones heterogéneas: la teoría
vincular pichoneana de inspiración psicoanalítica y sus derivaciones
(como las de Bleger y Liberman), los aportes sobre psicosis de la
escuela kleiniana, los desarrollos sobre comunicación y esquizofrenia
del grupo de Bateson, y sobre esquizofrenia y familia de autores
inspirados en el psicoanálisis dinámico norteamericano como Wynne o
Bowen.

D. Complejo de Edipo. Desde la formulación freudiana, García


Badaracco plantea que la psicosis se relaciona con las etapas
anteriores a la resolución del complejo de Edipo. Para afrontar el
complejo se necesita previamente haber desarrollado una relación
objetal con la madre que permita esa preparación. Si la madre no
alcanzó una resolución verdadera de su complejo de Edipo, reactivará
sus propios aspectos no resueltos, estableciendo implícitamente una
relación narcisística patológica con su hijo a modo de relación libidinal
pregenital que detendrá el crecimiento del niño, donde comenzaría a
estructurarse la patología psicótica. Así, la relación pregenital del niño
estará no solo determinada por la etapa del desarrollo que él mismo
atraviesa, sino también por las dificultades propias de la madre para
acompañarlo adecuadamente. Quedará atrapado en un vínculo

14
simbiótico, donde la situación triangular madre-padre-hijo plantea casi
desde el inicio un vínculo de simbiosis patológica madre-hijo, a la par
de un padre ausente por estar excluido e imposibilitado para
desarticular dicho vínculo.

Cuando en 1979, García Badaracco redefine el complejo de Edipo, hace


confluir el planteo freudiano con los aportes pichoneanos,
diferenciándolos a su vez, de los aportes estructuralistas de Lévi-
Strauss y Lacan. La unión de Freud y Pichon-Rivière le permite
básicamente leer el complejo de Edipo freudiano en clave vincular, al
que García Badaracco agrega la lectura intergeneracional: la no
resolución del complejo de Edipo en una generación se repetirá en la
siguiente.

A diferencia de los conceptos anteriores, aquí se encarga de


diferenciarse del estructuralismo. Hace una crítica al modo en que el
psicoanálisis interpretó la prohibición del incesto. Para “algunos
analistas” el papel del padre es instaurar la separación del hijo
respecto a la madre como objeto incestuoso por la prohibición paterna,
como Lacan, quien pone el acento en que la resolución del complejo de
Edipo es eficaz en tanto instancia prohibitiva que pone un tope a la
satisfacción y une inseparablemente deseo y ley. García Badaracco
entiende que esta formulación da cuenta de la forma prehistórica en
que comenzó la cultura, en coincidencia con Lévi-Strauss, pero no sería
el modo en que se produce la elaboración del complejo de Edipo en
cada individuo. Sería una premisa falsa suponer que la relación del hijo
con la madre es incestuosa porque incluye componentes libidinales
propios a toda relación amorosa. La relación primitiva del hijo con la
madre es necesariamente simbiótica, narcisista y fusional. Devendrá
incestuosa cuando el hijo, luego de la sexualización de la pubertad,
siga buscando en su madre el objeto sexual sin haber podido canalizar
los impulsos eróticos a un objeto exogámico. Cuando la autoridad de
los padres es incorporada de un modo protector e introyectada en el
yo, contribuye a una fortaleza yoica que permite la elaboración del
complejo de Edipo, donde la prohibición se transforma en un

15
renunciamiento al incesto.

Para García Badaracco “padres neuróticos o psicóticos crearán a su vez


hijos neuróticos o psicóticos y por lo tanto el complejo de Edipo de los
niños refleja con toda transparencia el complejo de Edipo no resuelto
de los propios padres” (García Badaracco & Zemborain; 1979: 85). De
algún modo, aquí se dibuja el escenario opuesto al freudiano. Si antes
la determinación provenía del mundo pulsional y el modo en que
elaboraba las fases libidinales el niño, ahora la determinación proviene
de los padres hacia el niño y el modo en que ellos la elaboraron en sus
infancias.

Consideraciones finales.

Jorge García Badaracco, junto a otros autores (como Alfredo Canevaro,


Oscar Czertok y Norberto Proverbio, entre otros), desarrolló un original
esquema conceptual desde la década de 1960 partiendo de las
necesidades que planteaba la clínica con pacientes graves,
principalmente la psicosis, que llevó a la reformulación de conceptos
psicoanalíticos claves que se aplicaban principalmente a otros fines: la
neurosis y el individuo.

El problema que la psicosis deja planteado a la psicoterapia se resuelve


parcialmente con la incorporación de la familia. Da respuesta en tanto
amplia el foco del individuo al grupo y establece una enfermedad que
más que orgánica e intrapsíquica se desplaza al eje comunicacional,
interaccional y social. De hecho las operaciones establecidas en los
cuatro conceptos trabajados deslizan la acepción individual a la
vincular para dar cuenta de una patología familiar, que no niega la del
enfermo pero la reubica en un segundo plano. Sin embargo, introducir
a la familia ubica un antiguo problema como novedad. En la historia de
la psiquiatría, la familia fue más un estorbo en el tratamiento que un
elemento de auxilio, lo que llevó a que la mirada se enfocara en el
individuo, dejando “desenfocado” al grupo que lo acompañaba. Poner
el foco en la familia, obliga a enfrentarse con un problema que fue

16
invisibilizado hasta el siglo XX, cuando comenzaron algunos tibios
acercamientos desde la higiene mental y se constituyó en relevante
con la salud mental. Darle entidad y recortarlo como objeto de análisis
e intervención, llevó a toda una reconceptualización que atendiera a
sus propiedades y la hiciera compatible con la clínica, primer ámbito en
el que se visibilizó el valor del problema.

Al atender a la dinámica de los conceptos que debe utilizar García


Badaracco para dar cuenta de la clínica en la psicosis y de la
articulación entre psicoanálisis individual y terapia familiar se
desprenden distintas cuestiones. Primero, que los conceptos diseñados
para el individuo había que rediseñarlos para la familia. Es así que el
narcisismo familiar pone de manifiesto las dificultades narcisistas de
todos los miembros, que revela un juego de interdependencia
patógena y patológica en la familia, donde el complejo de Edipo no
podrá resolverse adecuadamente por la relación narcisista patológica
entre los miembros. Esta configuración llevará a que la reacción
terapéutica negativa del tratamiento del paciente psicótico solo pueda
resolverse con la incorporación de la familia, porque fue en gran
medida la responsable de la enfermedad y por tanto será responsable
de la curación del enfermo y de sí misma.

Segundo, la cuestión sobre la familia normal y patológica. En esta


línea, Canguilhem plantea en Lo normal y lo patológico que la relación
entre vida y norma permite elucidar los distintos funcionamientos del
estado normal y patológico, donde lo patológico no implica ausencia de
norma, sino que se transforma en una configuración novedosa del
organismo, que permite a su vez plantear interrogantes acerca de qué
significa estar enfermo. Si esta idea se permite relacionarla con la
patología familiar, García Badaracco entiende a la familia normal como
una estructura transicional que posibilitará biológica y
psicológicamente que sus individuos se independicen, ofreciendo un
contexto de crecimiento y maduración del individuo, a modo de objeto
transicional, que estructura la personalidad. El crecimiento individual, a
su vez, produce cambios en los otros miembros que constituyen la

17
dinámica familiar normal. De tal modo que:

los fenómenos que tienen lugar en la dinámica de la familia normal deben


constituir el marco de referencia para poder comprender lo que pasa en la
familia enferma. (…) Es decir creemos necesario revertir la perspectiva y
entender la patología en referencia a la salud y no la salud en referencia a la
patología (García Badaracco, 1978a: 541-542).

Sin embargo, esto no deja de poner en cuestión, que partiendo de la


salud o de la enfermedad, siguen siendo una la contratara de la otra.
Desde la perspectiva de García Badaracco habría que “normalizar” al
enfermo y su familia tomando como patrón de referencia a la “familia
normal”, familia que en realidad está regulada por normas, valores,
tecnologías que la modelan en espacios y tiempos históricos concretos.
Definir desde aquí qué es normal y patológico requiere problematizar
algo más que la psicosis. En todo caso, siguiendo a Canguilhem, habría
que repensar cuál es la nueva configuración que lo patológico inaugura
a través de otra adaptación posible al medio externo e interno a partir
de otras normas distintas a lo “normal”, por qué el enfermo y su familia
debieron reconfigurar su adaptación al medio. Según las propiedades
descriptas por García Badaracco, más que atender a la experiencia
construida por el enfermo y su grupo, aplica a priori soluciones teóricas
y técnicas donde el modelo de “familia normal”, atravesada por los
valores del actor y de la época, rige la cura y determina qué es un
obstáculo y que no para el tratamiento terapéutico.

Historiar un problema, desde esta perspectiva, es historiar las opciones


normativas que lo condicionan, donde se traza un repertorio de los
conceptos que el problema implica. En este caso, los cuatro conceptos
descriptos tensan una red de nociones en las que se asienta una
concepción de familia patológica que toma por referente una
concepción de familia normal. El valor del problema reside
fundamentalmente en que hasta la actualidad no han sido puestas en
cuestión estas concepciones, pero siguen teniendo importantes efectos
prácticos desde la década del sesenta hasta nuestros días en las
intervenciones terapéuticas familiares que lo presuponen y justifican

18
desde un discurso científico.

Bibliografía.

Bertrando, P. y Toffanetti, D. (2004). Historia de la terapia familiar.


Los personajes y las ideas. Barcelona: Paidós Ibérica.
Bleger, J. (1966). Psicohigiene y psicología institucional. Buenos
Aires: Paidós.
Canguilhem, G. (1986). Lo normal y lo patológico. México DF: Siglo
Veintiuno.
Delahanty, G. (2006). Frieda Fromm-Reichmann y la psicoterapia
intensiva en la esquizofrenia. Revista Neurología, Neurocirugía y
Psiquiatría. 39 (1), 12-23.
Freud, S. (1993 [1924]). Neurosis y psicosis. En Obras Completas,
Tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu.
García Badaracco, J. & Canevaro, A. (1970). La reacción terapéutica
negativa y la influencia familiar. En Sluzki, C., Berenstein, I.,
Bleichmar, H. & Maldonado Allende, I. (Eds.), Patología y terapéutica
del grupo familiar. Actas del Primer Congreso Argentino de
Psicopatología del Grupo Familiar. Buenos Aires: Acta.
García Badaracco, J. & Zemborain, E. (1975). El narcisismo en
pacientes psicóticos. Analizabilidad de las neurosis narcisísticas en
función del comportamiento del analista como objeto externo.
Revista de Psicoanálisis, 32 (3), 503-521.
García Badaracco, J. & Zemborain, E. (1979). Introducción de la
problemática familiar en el proceso terapéutico del paciente
psicótico. Terapia Familiar, Año 1 (3), 10-24.
Garcia Badaracco, J. (1978a). Integración del psicoanálisis individual
y la terapia familiar en el proceso terapéutico del paciente psicótico.
Revista de Psicoanálisis, 35 (3), 529-578.
García Badaracco, J. (1978b). La familia como contexto real de todo
proceso terapéutico. Terapia Familiar, Año 1 (1), 9-16.
Garcia Badaracco, J. (1979). El complejo de Edipo a la luz de la
experiencia clínica con pacientes psicóticos. Revista Uruguaya de
Psicoanálisis, 59, 59-90.
García Badaracco, J. (1989). Comunidad Terapéutica Psicoanalítica
de Estructura Multifamiliar. Madrid: Tecnipublicaciones.
Grinberg, L.; Langer, M.; Rodrigué, E. (1959). El Grupo Psicológico:
en la terapéutica, enseñanza e investigación. Buenos Aires: Nova.
Le Blanc, G. (2004). Canguilhem y las normas. Buenos Aires: Nueva
Visión.
Liberman, D. (1971). La comunicación en terapéutica psicoanalítica.
Buenos Aires: Eudeba.
Ristich de Groote, M. (1970). La locura a través de los siglos.
Barcelona: Bruguera.
Sluzki, C. (1967). Conferencia sobre transmisión de la esquizofrenia.

19
Acta Psiquiátrica y Psicológica de América Latina, 13, 187-205.
Talak, A.; Scholten, H.; Macchioli, F.; Del Cueto, J.; Chayo, Y. (2005).
Novedad y relevancia en la historia del conocimiento psicológico. XII
Anuario de Investigaciones, Facultad de Psicología, UBA, 305-313.
Vezzetti, H. (2007). Historias de la psicología: problemas, funciones,
objetivos.

20
1 Comunicación libre presentada en las “I Jornadas de Historia, Psicoanálisis y Filosofía”, Buenos
Aires, 22 y 23 de octubre de 2009.
2 Para profundizar en la configuración de la familia como objeto de intervención terapéutica, puede
consultarse el análisis que parte de los aportes de Lorraine Daston sobre la construcción de los
objetos científicos: Talak et al (2005).
3 Tanto la esquizofrenia como la psicosis maníaco-depresiva fueron señaladas como incurables
hasta mediados del siglo XX, donde sólo el electroshock (creado en 1938 con fines terapéuticos) o
las primeras incursiones en los psicofarmacología ofrecerían alguna respuesta (Ristich de Groote,
1970: 278).
4 Carlos Sluzki traza un estado general de la investigación sobre esquizofrenia hacia 1967, donde la
explicación sobre la etiología de la esquizofrenia se ubicaba básicamente en dos vertientes:
genética e interaccional (Sluzki, 1967: 187).
5 Frieda Fromm-Reichmann (1889-1957) se formó en medicina, neurología, psiquiatría y
psicoanálisis, formada por Kraepelin, Goldstein y Sullivan, entre otros. Elaboró una técnica con
fundamentos psicoanalíticos para el tratamiento de los enfermos mentales que denominó
psicoterapia intensiva. En 1935 emigró a Estados Unidos, donde comenzó a trabajar en el sanatorio
Chesnut Lodge (Delahanty, 2006).
6 Tesis de Doctorado de Florencia A. Macchioli: “Los inicios de la Terapia Familiar en la Argentina.
Implantación, configuración y desarrollo de un nuevo campo disciplinar (1960-1979)”. Facultad de
Medicina UBA – CONICET.
7 Esta obra se compone de dos partes. La primera escrita en 1943, en forma de ensayo, donde pone
de manifiesto dos regímenes de vida, el normal y el patológico, en oposición al positivismo que
intenta disolver lo patológico en lo normal. La segunda, escrita entre 1963 y 1966 en forma de
reflexiones, intenta desentrañar el sentido social y vital de la norma (Le Blanc, 2004).
8 Allí trabajó con Ey, Ajuriaguerra, y Levobici, entre otros.
9 No se trabajará aquí la recepción y modelo de comunidad terapéutica de García Badaracco,
inspirado fundamentalmente en los aportes de Maxwell Jones.
10 Recién en “Neurosis y psicosis” (1924) Freud distingue las neurosis narcisístas referidas a
afecciones de tipo melancólico, las neurosis de transferencia y la psicosis (Freud, 1993: 158).
11 Para Bleger el individuo nace inmerso en una “organización sincrética”, donde tanto a nivel
grupal o individual operan las estructuras familiares evolucionando de un modo normal o patológico.
Los objetivos terapéuticos para el grupo familiar básicamente plantean transformar la participación
en interacción, que equivale a introducir la división esquizoide en lugar de la ambigüedad, y
trasformar las confusiones en conflictos. Estoas aportes pueden encontrarse en: Bleger (1959,
1966).
12 No toma en cuenta aquí los desarrollos anteriores de Liberman de 1956 y 1958 acerca del
conflicto matrimonial inferido en un análisis individual desde la identificación proyectiva.

También podría gustarte