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1. LAS REGRESIONES
En el acto lector, existe el hábito de volver atrás con la finalidad de releer lo
ya leído. Estas marchas atrás o retrocesos son las que se denominan
REGRESIONES. Los efectos de este vicio o mal hábito de algunos lectores
son altamente negativos, especialmente en la comprensión del texto y
mayormente en la velocidad de la lectura.
Estos retrocesos se convierten en un mal hábito o en un vicio cuando el lector
tiende a releer lo leído casi en cada reglón o línea y cuando en la práctica
habitúa a sus ojos a retroceder para volver a recorrer lo ya percibido. En
cambio, cuando un lector vuelve a leer un texto luego de haberlo concluido.
O sea, procede a releer (todo un capítulo, toda una página o todo un párrafo)
no es un mal hábito ni se considera como una regresión.
Las causas que provocan este mal hábito son muchas. Veamos algunas de
ellos:
ERRADICACIÓN
Para erradicar el mal hábito de percibir sílaba por sílaba o palabra por palabra
debido al poco desarrollo de la percepción visual es necesario realizar
ejercicios para mejorar la capacidad de percepción visual de modo que en
cada fijación se perciba no sólo una, sino dos o tres palabras. En los
educandos, se podrá lograr ampliar el campo de visión de la percepción
visual cuando se comprenda que no se leen palabras sino ideas.
3. LA VOCALIZACIÓN
Consiste en ir pronunciando cada una de las palabras de un texto mientras
se lee. La vocalización es un mal hábito que no se debe confundir con la
lectura en voz alta, pues ésta responde a objetivos muy concretos como se
verá más adelante.
El origen de la vocalización es, casi siempre, la práctica escolar; vale decir,
se debe a que todos hemos aprendido a leer primero dando forma oral a los
símbolos gráficos, esto es, pronunciando a viva voz cada una de las sílabas
de las palabras de los textos escolares de lectura. Esta práctica, en muchos
de los lectores, se ha convertido en un mal hábito si no se ha sabido erradicar
cuando ya no era necesaria.
Leer pronunciando cada una de las palabras de un texto nunca constituye un
medio expeditivo para optimizar el proceso lector en cuanto a comprensión y
velocidad, aun cuando el sujeto se precie de pronunciar las palabras de
manera fluida y velozmente; pues, está comprobado que la mayor velocidad
que se puede alcanzar en la lectura oral es de 150 p.p.m., mientras que en
la lectura mental o silenciosa se pueden alcanzar velocidades que duplican,
cuadruplican y hasta sextuplican este promedio.
Existen dos tipos de vocalización: vocalización consciente y vocalización
inconsciente. El primer tipo consiste en ir pronunciando las palabras a viva
voz mientras se lee. El segundo, se refiere al hecho de no hacer audible la
voz, pero que siempre se articulan las palabras debido a que vibran las
cuerdas vocales, lo cual se puede comprobar colocando los dedos alrededor
del cartílago tiroides.
ERRADICACIÓN
La vocalización, consciente o inconsciente, se puede erradicar de la siguiente
manera:
a. Colocando el dedo índice sobre los labios de modo de evitar la
pronunciación mientras se lee.
b. Mordiendo un objeto duro, de modo de evitar toda forma de pronunciación
de las palabras que se van leyendo.
c. Aumentar la velocidad de la lectura de modo que no se dé tiempo a los
órganos articulatorios a ir pronunciando las palabras. En definitiva, ésta
es la manera más eficaz para poder lograr erradicar la vocalización, pues
la mayor velocidad que se imprima al acto lector ya no dará tiempo a ir
pronunciando las palabras.
4. LA SUBVOCALIZACIÓN
La subvocalización es uno de los malos hábitos más extendidos y uno de los
más difíciles de erradicar. Consiste en ir pronunciando las palabras
mentalmente mientras se lee sin emitir ningún sonido, sin mover los labios y
sin hacer vibrar las cuerdas vocales. Por este carácter mental de la
subvocalización es que muchos lectores no son conscientes de que poseen
este vicio.
La manera poder identificar que se posee este mal hábito es distinguir una
especie de vocecilla interna que va repitiendo cada una de las palabras
durante todo el proceso de la lectura. Esto es, que el lector se oye a sí mismo,
pero sin pronunciar sonido alguno. Este vicio está ligado a la subvocalización,
pero tiene la particularidad ya anotada de que no se emite ningún sonido y ni
siquiera se mueve los labios.
Según los expertos, existen dos tipos de subvocalización: la subvocalización
de repetición y la subvocalización elaborativa. La primera es la pura
pronunciación mental de las palabras que se lee. Es totalmente nociva y sin
sentido alguno. La segunda, en cambio, viene a ser una especie de ayuda
para la comprensión del texto, puesto que el lector mientras lee se va
formulando preguntas, va relacionando y comparando lo que lee con otros
aprendizajes; lo cual, cuando el lector está muy bien preparado, no se
constituye en freno para la comprensión ni para la velocidad del acto lector.
ERRADICACIÓN
Las técnicas para erradicar la subvocalización generalmente recomendadas
son:
a. Silbar o tatarear suavemente mientras se lee. Esta técnica se fundamenta
en que al silbar o tatarear una notada cualquiera mientras se ejecuta el
acto lector, esta actividad no distrae ni confunde al sujeto que lee;
solamente le impide que se dedique a pronunciar mentalmente las
palabras del texto.
b. Formular autopreguntas o realiza la subvocalización elaborativa. Esta
técnica, llamada también “conversación interna”, permite evitar la
pronunciación mental de las palabras y más bien permite ejecutar
actividades mentales provechosas.
c. Aumentar la velocidad del acto lector, pues a mayor velocidad los órganos
articulatorios ya no tienen tiempo para pronunciar las palabras del texto.
d. Escuchar música. Algunos autores recomiendan esta técnica basados en
el principio de que se puede cubrir un ruido con otro más fuerte; vale decir
que el “ruido” de la vocecilla interna que va repitiendo las palabras que se
lee quedaría anulado con el “ruido” que produce una música suave.