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Finalmente se llega al modelo actual, adoptado por las legislaciones europeas a
finales del S. XIX. En España, por esas mismas fechas, una ley acoge por primera
vez el tipo social de la SA, aprobándose con posterioridad diferentes normas
que van perfeccionando y completando su régimen jurídico hasta llegar a la ley
de SA de 1989 vigente hasta la aprobación del TRLSC de 2010.
Las sociedades limitadas, por su parte, surgen a finales del S. XIX para dotar a las
pequeñas empresas de una estructura social que les permita beneficiarse de la
limitación de responsabilidad pero que al mismo tiempo sea más flexible que la SA en
cuanto a la organización y el funcionamiento. En los primeros años del S. XX las
diferentes legislaciones europeas incorporan este nuevo tipo social, regulándose en
España por primera vez en la segunda mitad de ese mismo siglo, adoptándose, a
finales de este (1995) la norma que dota a las sociedades limitadas de una regulación
completa y sistemática y que permanece vigente hasta la aprobación del actual TRLSC
de 2010. Las necesidades del tráfico han llevado a impulsar estas SL hasta convertirlas
en SA intercambiables, es decir, que sirven para lo mismo salvo que se quiera cotizar
en bolsa.
El TRLSC del 2010 rompe con la tradición normativa y configura dos sociedades, la
anónima y la limitada, sin que la regulación de la primera sea subsidiaria de la segunda,
como ocurría hasta ese momento en regulaciones anteriores.
La sociedad comanditaria por acciones aparece en un primer momento como una
mera variación de la sociedad comanditaria recogida en el Ccom. No es hasta finales
del S. XX (1989) cuando se modifica el Código y se le dota de una regulación sustantiva
propia que la configura como un tipo social autónomo perteneciente a la categoría de
sociedades capitalistas. En el año 2010 la sociedad comanditaria por acciones se
incluye en el TRLSC, vigente en este momento.
3.-Concepto y caracteres.
Las sociedades de capital constituyen una categoría diferente a la de las sociedades de
personas, se trata de una categoría de creación doctrinal fundamentalmente.
El TRLSC no define qué debe entenderse por “sociedades de capital”, de hecho, el
único artículo que se refiere a las sociedades de capital como tal es el artículo 1 que las
enumera para identificar cuáles van a ser objeto de regulación por esa misma ley, pero
no las define, solo nos dice que son sociedades de capital la sociedad de
responsabilidad limitada, la sociedad anónima y la sociedad comanditaria por acciones,
pero no nos dice cuál es la característica fundamental de todas ellas.
Esencial resulta, dado el origen doctrinal de la categoría, remitirnos a la doctrina.
Según esta, el elemento fundamental de las sociedades de capital es el capital, siendo
la identidad del socio irrelevante, el elemento clave es la aportación realizada. En estas
sociedades, el vínculo entre socio y sociedad aparece muchísimo más diluido que en
las personalistas y el socio no asume ningún tipo de responsabilidad por las deudas de
la sociedad, más allá de perder el valor de su aportación. La sociedad capitalista
prototípica es la SA.
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A estas ideas responde el artículo 1, en sus apartados 2º, 3º y 4º de la LSC cuando nos
describe, que no define, los distintos tipos de sociedades de capital. Los tres apartados
pivotan en torno a dos conceptos, el de capital social, que se integrará por las
aportaciones de todos los socios, y el de responsabilidad limitada. Se manifiestan
también en estos tres apartados las diferencias fundamentales entre estos tres tipos
sociales:
Esto hace que la SA tenga un carácter esencialmente abierto, las acciones son
valores libremente transmisibles sin atender a la consideración personal de los
socios que en cada momento forman parte de la sociedad.
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resto de socios tienen una responsabilidad limitada, existirá al menos uno de ellos, que
responderá de forma ilimitada incluso con su patrimonio personal.
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Una denominación mixta: que incorpore simultáneamente menciones
subjetivas y objetivas.
Las sociedades de capital tienen, en principio y al contrario que las personalistas, que
sólo pueden tener una denominación subjetiva (aunque pueden hacer referencia
también a su objeto social) libertad a la hora de elegir la denominación. Una excepción
a esto se produce en el caso de las sociedades comanditarias por acciones y es que
para este tipo social se impone que si la denominación es subjetiva esta se refiera al
nombre de todos los socios colectivos, de algunos o de alguno de ellos. Se le veta, por
tanto, la posibilidad de que en su razón social se incluyan nombres de otras personas
que no tengan dicha condición de socios colectivos.
El elemento básico del nombre es la identificación del tipo, que se podrá expresar
literalmente (“Sociedad de responsabilidad limitada”, “sociedad anónima” o “sociedad
comanditaria por acciones”) o con un acrónimo (“S.R.L”, o “S.L”, “S.A” o “S.Com por
A”). Este acrónimo es la única sigla que puede formar parte del nombre social y estará
necesariamente al final del nombre, no a lo largo. Nada impide que el nombre de una
sociedad se constituya con el nombre de otra sociedad que es socia y el nombre de
esta segunda sociedad puede tener un acrónimo que se incluirá en el nombre de la
primera. Con esto se pretende que la denominación social no sólo cumpla una función
de identificación e individualización de la persona sino que también proporcione
información acerca del tipo social de que se trata.
Realmente la elección del nombre no es enteramente libre, el TRLSC y el RRM recogen
algunas normas referidas a la denominación:
En primer lugar, hay una prohibición general (art. 404 RRM) que dice que no
pueden incluirse términos o expresiones contrarios a la ley, el orden público y
las buenas costumbres.
Junto a esta, concurren una serie de prohibiciones específicas:
1. (RRM): como ya hemos indicado, la denominación subjetiva no podrá incluir el
nombre de una persona que no haya prestado su consentimiento para ello (en
el caso de los socios el consentimiento se entiende implícito desde el momento
en que adquieren su condición).
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4. El art. 405 RRM limita la utilización también de determinados adjetivos como
nacional, estatal, autonómico, provincial y municipal, que sólo pueden ser
usados por sociedades en las que la correspondiente administración ostente
directa o indirectamente la mayoría del capital social. Igualmente, el adjetivo
oficial y otros similares solo pueden ser usados por sociedades con mayoría de
capital social público.
5. El artículo 406 RRM prohíbe las denominaciones sociales que puedan inducir a
error sobre la identidad, clase y naturaleza de la sociedad.
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El domicilio social es, por tanto, el criterio para atribuir la nacionalidad y, con ello, la
aplicación de la LSC, resultando indiferente el lugar de constitución de la sociedad.
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Ante esta situación, el gobierno se planteó la necesidad de modificar ese artículo 285
TRLSC, alegándose razones de urgencia, se elaboró un decreto ley, el decreto ley
15/2017 de 6 de octubre de medidas urgentes en materia de movilidad de operadores
económicos dentro del territorio nacional. Este decreto ley modificó el art. 285.2
TRLSC, añadiendo que se considerará que hay disposición contraria en los estatutos
cuando estos establezcan expresamente que el órgano de administración no ostenta
esa competencia de cambiar el domicilio social dentro del territorio nacional. El
legislador se da cuenta de que la mayoría de los estatutos contienen esa prohibición
expresa e introduce una Disposición Transitoria Única en la que se indica que a los
efectos del art. 285.2 se entenderá que hay disposición contraria en los estatutos sólo
cuando estos se hubieran modificado con posterioridad a la entrada en vigor de dicho
decreto ley.
Por último el TRLSC se refiere a la posibilidad de que la sociedad pueda abrir sucursales
en cualquier lugar del territorio nacional o del extranjero previo acuerdo del órgano de
administración que tendrá competencias para su creación, supresión o traslado.
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La actividad o actividades que pretenda llevar a cabo no sean contrarias a la ley,
la moral y el orden público (art. 1255 C.C y art. 56.1 TRLSC que configura la
ilicitud el objeto como causa de nulidad).
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9.-El capital social.
Las sociedades capitalistas reciben esta denominación porque el elemento
fundamental de las mismas es su capital social que aparece dividido en acciones o
participaciones. El capital social puede definirse como “la suma de los valores
nominales de las acciones o de las participaciones sociales de una sociedad”.
En este punto, hay que aclarar una serie de cuestiones:
El valor nominal de cada acción o participación social es el valor que se asigna en los
estatutos a cada acción o participación social. Por tanto, “capital social” y “valor
nominal” son dos conceptos estatutarios, es decir, tienen que venir reflejados en los
estatutos. Son cifras formales con vocación de estabilidad que van a permanecer
invariables en tanto en cuanto no se cambien los estatutos.
En segundo lugar, ha de distinguirse el concepto de capital social del concepto de
patrimonio. El patrimonio de una sociedad se integra por el conjunto de bienes,
derechos y obligaciones de los que es titular una sociedad en un momento
determinado. Por tanto, el patrimonio es una realidad esencialmente variable, que se
forma en un principio por las aportaciones de los socios y, después, se incrementa con
los beneficios y disminuye con las pérdidas.Al concepto de patrimonio responde el de
valor real de las acciones o de las participaciones sociales, el valor real de una acción o
participación social es el valor del patrimonio dividido entre el número de acciones o
entre el número de participaciones sociales.
Cabe aclarar también en este punto que se entiende por valor de mercado: el valor de
mercado de una acción o participación social es el que tiene en el mercado. Si la
sociedad cotiza en bolsa, el valor de mercado es un cálculo muy sencillo (basta con
mirar el índice bursátil y ver a qué precio está cotizando). El valor de mercado no se
corresponde, o al menos no suele hacerlo, con el valor real, ya que depende de
muchos factores.
Volviendo con los conceptos de capital social y patrimonio, hay que decir que son
conceptos diferentes pero entre los que existe una íntima y continuainterrelación:
La función del patrimonio es dar cobertura real y efectiva a la cifra del capital
social (puramente contable y formal) que aparece en los estatutos. El
patrimonio es un contravalor del capital social.
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En el momento fundacionalde la sociedad existe entre ambos conceptos (capital y
patrimonio)una plena coincidencia, que suele desaparecer en cuanto se inicia la
actividad y comienza a variar el patrimonio.La ley, consciente de ese cambio, exige que
haya una interacción entre el capital social y el patrimonio social, porque en caso
contrario la cifra del capital social no serviría para nada. La ley establece dos cautelas:
En el art 327 se nos dice que si el patrimonio social se reduce por debajo de las
2/3 partes del capital social la sociedad viene obligada a reducir el capital social
o a adoptar cualquier medida que restablezca ese equilibrio. Si no –
responsabilidad de administradores.
Se trata con ello de evitar que las sociedades que se encuentren en esta comprometida
situación de desbalance puedan actuar con normalidad en el tráfico económico
proyectando con su cifra de capital una solvencia que no tienen.
Cuestión distinta es la correcta contabilización o correcta valoración de los activos que
tenga la sociedad. En principio las cuentas, que deben ofrecer la imagen fiel del
patrimonio de la sociedad,están sometidas a un control externo a través de la
auditoría de cuentas. Sin embargo, muchas veces en la práctica ese control externo no
funciona correctamente.
A partir de esta definición nos encontramos con que el capital social cumple un
conjunto de funciones y está sometido a un conjunto de principios.
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pero que no coincide con él. Este concepto es el de fondos propios: la función
productiva puede provenir tanto de fondos propios como de fondos ajenos (no
aportados por los socios).Los fondos propios hacen referencia a una realidad que está
formada fundamentalmente por el capital social (lo aportado por los socios) pero
técnicamente no son lo mismo, porque en fondos propios se incluyen también otras
aportaciones o préstamos que hubieran podido realizar los socios a la sociedad y que
se contabilizan como deuda subordinada o deuda junior.
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trata de una previsión muy criticable no sólo por resultar confusa sino por emplear de
forma indebida la referencia a un proceso de fundación sucesiva que nada tiene que
ver con ese supuesto de hecho, más próximo al desembolso diferido de las
participaciones.
Esto tampoco: Esta exigencia de capital social mínimo se puede ver modificada en el
caso de algunas sociedades especiales que desempeñan su actividad en sectores
económicos sometidos a regulación especial como el mercado de valores, el de crédito
o aseguramiento.
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• Principio de integridad (Arts. 78 y 79 TRLSC). Exige que el capital social esté
íntegramente suscrito en el momento de constitución de la sociedad, es decir, que
todas las acciones o participaciones sociales en que se divide el mismo han de tener un
titular en el momento de constituirse la sociedad. Se prohíbe en este momento que la
sociedad tenga acciones o participaciones sociales en auto cartera, que sean suscritas
por la misma sociedad, con posterioridad si se puede, con unos límites. Por esta vía se
garantiza el requisito de la separación entre la sociedad y sus socios.
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de control de las adquisiciones onerosas verificadas en los dos años siguientes a la
constitución o a la transformación de la sociedad a fin de evitar que por esa vía se
proceda a la restitución encubierta de aportaciones a los socios (Ej.: una sociedad con
capital social de 100.000 compra un reloj de ese precio, el capital social ahora es el
reloj). Hay que evitar esta situación. (art.72 TRLSC). Se establecen dos controles que
varían en función de que estemos ante una aportación dineraria o no y en función de
que estemos ante una S.A y una S.L.
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Por último, se condiciona la aplicación del resultado exigiendo que los
beneficios obtenidos en el ejercicio social vayan destinados en primer término
a la cobertura del capital y de las reservas legales que la sociedad ha de
constituir prohibiéndose la distribución de dividendos siempre que el
patrimonio sea inferior al capital social (art. 273 TRLSC).
Establecer un cauce para que los autónomos (las personas físicas comerciantes)
puedan, mediante la utilización de una sociedad mercantil, limitar su
responsabilidad sin recurrir a mecanismos más o menos confesables o
fraudulentos. Hasta la admisión de estas sociedades era muy habitual que en
una sociedad un socio tuviera un porcentaje muy elevado de participación y
que fueran socios también sus hijos menores de edad y su mujer.
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