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Sesión Inaugural De Las Cortes De Cádiz (1810)

Discutióse prolijamente sobre cada uno de los puntos que comprendía (el proyecto presentado por Muñoz
Torrero). El primero declaraba hallarse los Diputados que componen este Congreso, y que representan la
Nación, legítimamente constituidos en Cortes generales y extraordinarias, en quienes reside la soberanía
nacional. Quedó aprobado.

Por el segundo se reconocía y proclamaba de nuevo al Sr. Rey D. Fernando VII, y se declaraba nula la cesión
de la Corona que se dice hecha en favor de Napoleón. Quedó aprobado.

Por el tercero se establecía la separación de los tres Poderes reservándose las Cortes el ejercicio del
legislativo. Quedó aprobado.

Por el cuarto se declaraba que los que ejerciesen el poder ejecutivo en ausencia del Sr. Rey D. Fernando VII
serían responsables ante la Nación. Quedó aprobado.

Por el quinto habilitaban las Cortes a los actuales individuos del Consejo de Regencia para que interinamente
ejerciesen el Poder ejecutivo, lo que era tanto más conveniente declarar, como que el Consejo de Regencia
debía ser rehabilitado, y había manifestado en su papel sus deseos de dejar el mando. Quedó aprobado.

Por el sexto se establecía que el Consejo de Regencia vendría a la sala de sesiones a reconocer la soberanía
nacional de las Cortes.

Prolongándose mucho la discusión en este punto, se propuso por algunos Srs. Diputados que fuese
permanente la sesión hasta que queda terminado este decreto fundamental, y el reconocimiento que debía
prestar el Consejo de Regencia.

Acordado así por el Congreso, siguió la discusión hasta determinarse el punto como queda en el decreto. (...)

Por el décimo se declaraba que las personas de los Diputados son inviolables. Quedó aprobado.

Diario de Sesiones de Cortes nº 1.

24 de septiembre de 1810

1. Clasificación y Localización

2. Análisis – ideas fundamentales.

3. Contexto histórico. Desarrolla el periodo en el que se contextualiza el texto.

1. Clasificación y Localización
Estamos ante un fragmento del Diario de Sesiones de la sesión inaugural de las Cortes de Cádiz. Por su origen,
este texto es una fuente primaria, clave para comprender el carácter novedoso de estas Cortes; por su forma,
se trata de un texto circunstancial; y por su contenido, es un texto político.

Sus autores son los diputados de las Cortes. Por las ideas que dominan en su planteamiento, se deduce que
tuvieron un papel destacado los diputados liberales que buscaban avanzar en el proceso revolucionario liberal.
En el texto se cita el proyecto de Muñoz Torrero, político elegido diputado para la celebración de estas Cortes,
que representa la tendencia liberal, ya que propuso los cambios que dominarían en la posterior Constitución de
1812, formando parte de la comisión encargada de su elaboración. Participó también como diputado en el
Trienio Liberal y terminó exiliado al regreso del absolutismo.

En relación con las circunstancias histórico-temporales, se elaboró durante el período de la Guerra de la


Independencia española, cuando, al mismo tiempo, se producía una revolución política que hizo avanzar el
liberalismo frente al absolutismo. Está fechado el 24 de septiembre de 1810, cuando la Junta Central, mediante
decreto, cede el poder a la Regencia Colectiva, quien es la que convoca Cortes.

En cuanto a su destinatario, es un texto público muy fiable, ya que se trata de un discurso pronunciado en las
Cortes, donde se mantiene fidelidad con lo escrito.

Su finalidad es sentar los nuevos principios del liberalismo político que sirvan de base para la labor legislativa
de esas Cortes.

2. Análisis – ideas fundamentales

La idea principal es la discusión en Cortes del proyecto presentado por Muñoz Torrero en el que se defiende el
Liberalismo y su instauración en España, sentando las bases de la revolución liberal.

En el primer párrafo se alude a la composición del Congreso. Hasta entonces, este tipo de asambleas reflejaban
la situación de un Estado basado en el poder del rey, y las Cortes eran una delegación de su autoridad. Las
Cortes, de ascendencia medieval, representaban a una sociedad dividida en estamentos, por lo que la
asamblea se componía de tres estamentos (clero, nobleza y tercer estado). Sin embargo, en la constitución de
estas Cortes de 1810 se observa el primer aspecto revolucionario, ya que se componían de diputados
representantes, no de estamentos, sino de la nación. El segundo aspecto revolucionario es que se declaran
«legítimamente constituidos en Cortes generales... ». Se trata de una asamblea unitaria y proclama que la
soberanía no reside en el monarca, sino en dicha asamblea, como representantes de la nación, con lo que se
legitima la convocatoria a Cortes. El concepto de soberanía «... que representan a la Nación» marca el dominio
de las tendencias liberales nacidas en la Revolución Francesa.

Aunque puede resultar contradictorio, se mantiene la monarquía, en la figura de Fernando VII, monarca
declaradamente absolutista, pero necesario en el proyecto para atraer a las fuerzas conservadoras. Supone una
concesión a las fuerzas moderadas y conservadoras (segundo párrafo).

En el tercer y cuarto párrafos se hace referencia a una nueva conquista liberal, la separación de poderes,
especificándose a quién corresponde cada uno.

Se acepta que sea el Consejo de Regencia quien ejerza el poder ejecutivo hasta el regreso del rey. Este
Consejo, nombrado por la Junta Central, estaba compuesto por personas que aspiraban al regreso del
absolutismo, por lo que significa un peligro en el proceso revolucionario y un freno a las medidas progresistas
(quinto punto).

En el sexto apartado se manifiesta precisamente ese conflicto entre absolutistas y liberales. La Regencia no
aceptaba asistir a un órgano revolucionario, a reconocer la soberanía, principio sin el cual el sector liberal no
pactaría ningún cambio.

Por último, se aprueba otra medida avanzada, la inviolabilidad de los diputados.

3. Contexto histórico
En mayo de 1808, ante el "vacío de poder" creado por la marcha de la familia borbónica a Bayona, donde
Fernando VII y Carlos IV abdicaron en favor de Napoleón habían surgido por todo el país JUNTAS
PROVINCIALES formadas por ciudadanos que se oponían a la presencia del ejército francés en España y se
declaran en guerra abierta contra Francia. Comenzó así un período de casi seis años de guerra generalizada y
popular denominado "guerra de la Independencia".

La otra cara de la guerra de la Independencia la constituye, sin duda, la labor de las Cortes de Cádiz. Mientras
gran parte de la sociedad española se enfrentaba con las armas a los franceses y a sus ideas, unos pocos
ilustrados pretendían implantarlas para llevar a cabo, como en Francia, una verdadera revolución burguesa. La
gran oportunidad llegó cuando las derrotas militares desacreditaron a la JUNTA CENTRAL SUPREMA que,
refugiada en Cádiz, dio paso en enero 1810 a una REGENCIA COLECTIVA, especie de gobierno provisional
compuesto por cinco miembros muy conservadores pero sometidos a la presión ambiental la ciudad, sede de
una nutrida burguesía mercantil y de importantes colonia de comerciantes extranjeros. Muchos burgueses
liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales, procedentes de otras ciudades tomadas por el ejército del rey
José, se habían concentrado en Cádiz, ciudad-refugio protegida por la marina británica.

Aunque la idea de una reunión de Cortes Generales para reorganizar la vida pública en tiempo de guerra y
llenar el vacío de poder ya había sido debatido en la Junta Central, la Regencia no se decidió a convocarlas
hasta que llegó a Cádiz la noticia del establecimiento de poderes locales en distintas ciudades americanas,
situación que podía poner en peligro el imperio español. Después de cien años en los que los Borbones habían
gobernado sin reunirlas, las Cortes inauguran sus reuniones en septiembre de 1810 con el juramento de los
diputados de defender la integridad de la nación española, y prolongan su actividad hasta la primavera de 1814.

Los INTEGRANTES de las Cortes formaban un grupo heterogéneo, en el que figuraban muchos burgueses
liberales, funcionarios ilustrados e intelectuales procedentes de ciudades tomadas por el rey José, y miembros
de las Juntas que, huyendo de la guerra, se habían concentrado en Cádiz, ciudad-refugio protegida por la
marina británica. Predominaban, pues, las clases medias con formación intelectual, los eclesiásticos, abogados,
funcionarios, militares y catedráticos, aunque no faltaban tampoco miembros de la burguesía industrial y
comercial. A causa de las dificultades de la guerra, la alta nobleza y la jerarquía de la Iglesia apenas si
estuvieron representadas en Cádiz. Tampoco pudieron asistir los delegados de las provincias ocupadas, a los
que se buscó suplentes gaditanos, lo mismo que a los representantes de los territorios españoles de América: la
mayoría de ellos eran personas partidarios de la reforma política.. No había, en cambio, representación alguna
de las masas populares: ni un solo campesino tuvo sitio en la asamblea de Cádiz. Las primeras sesiones de las
Cortes congregaron un centenar de diputados, pero su número fue aumentando hasta llegar a los trescientos.

De inmediato surgieron dos grandes TENDENCIAS en la cámara gaditana. Los liberales - por vez primera se
emplea este término como etiqueta política - eran partidarios de reformas revolucionarias, mientras que los
absolutistas, llamados despectivamente "serviles" - bloque formado por algunos eclesiásticos, nobles y
militares- , pretendían mantener el viejo orden monárquico. La prensa de Cádiz, especialmente el Semanario
Patriótico, estuvo en su mayoría del lado de los liberales, que siempre dominaron los debates de las Cortes,
manteniéndose en cambio los púlpitos de las iglesias al servicio de la ideología absolutista. A pesar del
pensamiento reaccionario de la mayor parte del clero, algunos sacerdotes participaron en la tarea legislativa,
entre ellos Diego Muñoz Torrero, miembro del equipo redactor de la Constitución y una de las personalidades
más relevantes del liberalismo español.

Desde su inicio, las Cortes demostraron que en nada se parecían a las antiguas. Al autoconstituirse en
Asamblea Constituyente y asumir la soberanía nacional, los diputados gaditanos ponían en marcha la
revolución liberal que contaba ya con el precedente de la Revolución Francesa de 1789. Asimismo, con la
concesión de iguales derechos a todos los ciudadanos, incluidos los de América, convertían España y sus
colonias en una única nación repartida a ambos lados del océano.

Un conjunto de decretos y, sobre todo, la Constitución de 1812, manifiestan su deseo de transformación del
país mediante la aplicación de importantes reformas que debían convertir a España en una monarquía liberal y
parlamentaria.
El texto presenta un gran valor documental para comprender los pasos históricos dados. El rigor de la fuente
está comprobado, ya que en los diarios de sesiones se refleja con total literalidad y fiabilidad todo el desarrollo
de éstas. Al tratarse de un discurso dirigido a los diputados, su lenguaje es técnico, pero muy conciso y claro en
los argumentos que plantea. Su significación histórica es primordial, pues es el precedente más claro de los
principios que van a emerger en la primera Constitución política propia del país.

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