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4. Santiago dirige su epístola «a las doce tribus que están en la dispersión (gr.
diasporá)», frase con que se designaba a todos los cristianos de origen judío que
residían fuera de Palestina.
(A) Una prueba, bien llevada (v. Stg_1:3), engendra paciencia (gr.
hupomoné, la constancia bajo el peso de circunstancias adversas).
Dice Salguero: «Paciencia en sentido bíblico no es la virtud que
reprime los movimientos desordenados de la ira, sino la espera
paciente del auxilio y del premio divinos prometidos a los
atribulados».
(B) Pero esta constancia (v. Stg_1:4) ha de ser perseverante hasta el fin, hasta llevar
a cabo, a feliz término, su obra. ¿Qué obra es ésta? El objetivo intentado por Dios al
enviar o permitir la prueba: Llevarnos a una perfección completa; es decir, a una
madurez cabal. Esto es lo que aquí significa el griego téleios, como en la mayoría de
los lugares en que dicho término es aplicado a personas (v. en esta misma epístola,
Stg_3:2). Nótese que, en ese mismo versículo (Stg_3:2), afirma que todos sin
excepción tropezamos de muchas maneras (NVI). Luego no habla de una perfección
absoluta, imposible en esta vida. «En nada faltos» (lit.) significa «sin carecer de
ninguna cosa que se ordene a la perfección» (T. García de Orbiso, citado por
Salguero).
(B) En el versículo Stg_1:6 comparó al que vacila como una ola del
mar, pero en el versículo Stg_1:8 dice de tal hombre que es un
indeciso (NVI). El griego dice que es dípsukhos, de doble alma:
«por una parte espera ser escuchado, y por otra teme que Dios no
le oiga» (Salguero). El Antiguo Testamento dice «de doble corazón
(hebr. leb waleb), para expresar la misma idea (v. 1Cr_12:33;
Sal_12:2. V. también el comentario a 1 R. 18:21 y comp. con
Mat_6:24). Dice también Santiago de tal hombre que es «inestable
en todos sus caminos» (lit.), es decir, inconstante en toda su
conducta. Eso es una consecuencia lógica de tener el alma dividida:
Al tirar una parte por un lado, y la otra por otro, es inestable (gr.
akatástatos); le falta la firmeza (gr. katástasis) con que un objeto
queda establemente fijo en un lugar.
(A) Para que la palabra del Evangelio se abra paso hasta el fondo
del corazón, es menester que el Espíritu Santo convenza de pecado
al oyente. También el creyente necesita de esta convicción, ya que,
sin ella, no puede proceder a la confesión del pecado que
obstaculiza su comunión con Dios (v. 1Jn_1:9). El apego al pecado
impide prestar atención a la verdad (v. 2Ti_4:3, 2Ti_4:4).
(B) No basta despojarse de la suciedad; es tambien preciso inclinar
el oído con sumisión: lo que el apóstol llama «la obediencia de la
fe» (v. Rom_1:5; Rom_16:26). El autosuficiente no puede recibir la
palabra que salva, puesto que no se considera necesitado de
salvación (v. Jua_3:17-21; Jua_9:39-41).