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TEXTO BASE: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas
cooperan para bien, esto es, para los que son llamados CONFORME A SU
PROPÓSITO” Romanos 8.28
INTRODUCCIÓN
Con frecuencia este texto lo usamos para afirmar que el propósito de Dios es que todo
nos irá bien al final o ser librados de nuestros sufrimientos y problemas. Pero, si
revisamos el contexto de este pasaje tal como el apóstol lo plantea, veremos
concretamente qué significa “conforme a su propósito”
“Porque a los que de antemano conoció, también los predestinó a ser hechos
CONFORME A LA IMAGEN DE SU HIJO, para que Él sea el primogénito entre
muchos hermanos” Romanos 8.29
Nosotros, como los creyentes romanos a los que Pablo escribió, estamos situados
entre ese puente entre el llamamiento por el Evangelio y la glorificación. Es decir, en
el tiempo presente estamos siendo santificados y moldeados por Dios a la imagen y
semejanza de Jesucristo. Dios usa los sufrimientos, tribulaciones, persecuciones y
momentos difíciles para pulir nuestro carácter y que sea cada día más como el de Su
Hijo, según la medida de gracia que Él nos concede y obra en nosotros. Es un
propósito que opera en nosotros a raíz de haber sido llamados por el Evangelio de la
gracia.
Ahora bien, las Escrituras nos enseñan que sea en tiempos de paz o tribulación, hemos
de ser como Jesús en toda nuestra manera de vivir. ¿Cómo pondremos en práctica
la semejanza a Jesús a lo largo de nuestra vida diaria?
(1) Así como el Señor Jesucristo dio Su vida por sus amigos; en Su gracia, hemos
de poner nuestras vidas en servicio por los nuestros (Juan 15:13-14).
(2) Así como el Señor Jesucristo nos amó; en Su gracia, hemos de amar a
nuestros hermanos de la misma manera que Él nos ha amado (Juan 13:34-
35; Efesios 5:2).
(3) Así como el Señor Jesucristo se dio a Sí mismo por nosotros como ofrenda
fragante y sacrificio a Dios; en Su gracia, hemos de dar nuestras vidas como
ofrendas de nosotros mismos a Dios y a nuestros hermanos (Efesios
5:2; Romanos 12:1-2).
(5) Así como el Señor Jesucristo fue manso y humilde de corazón para llevar
nuestras cargas; en Su gracia, hemos de ser mansos y humildes tal como Él
(Mateo 11:29).
(6) Así como el Señor Jesucristo por el gozo puesto delante de Él soportó la cruz
y menospreció la vergüenza, y está sentado a la diestra de Dios; en Su gracia, así
nosotros debemos despojarnos de todo pecado que nos asedia y con gozo
proseguir la carrera cristiana; mientras le miramos a Él como el Autor y
Consumador de la fe (Hebreos 12:1-2).
(7) Así como el Señor Jesucristo guardó los mandamientos de Su Padre por amor
a Él; si permanecemos en Cristo y en Su gracia; guardaremos Sus mandamientos
por amor a Él (Juan 15:10).
(8) Así como el Señor Jesucristo, quien fue despreciado en la cruz pero Él no
despreció a nadie; cuando padecía no amenazaba, y solo encomendaba su causa
a la justicia de Dios; en Su gracia, hemos de imitar la conducta de nuestro Señor
y ser pacientes si somos afligidos (1 Pedro 2:21-23).
Hay más textos, no son los únicos. Esto demuestra que toda nuestra conducta como
creyentes deriva del poder del Evangelio por el cual fuimos salvos por gracia
(Romanos 1:16; Efesios 2:5). Para este propósito hemos sido llamados, pues Cristo
también sufrió por nosotros, dejándonos ejemplo para seguir sus pisadas; por tanto,
hemos de caminar como Él anduvo (1 Pedro 2:21; 1 Juan 2:6). El discípulo no es más
que su maestro, ni el siervo más que su Señor; basta a los que son discípulos ser como
su maestro, y los siervos como su Señor (Mateo 10:24-25). Estas son las
implicaciones y consecuencias del Evangelio que predicamos a todo hombre para que
crean y se arrepientan a fin de que sean salvos (Marcos 1:13-15).