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a. Santiago: Hay varios hombres con el nombre de Santiago mencionados en el Nuevo Testamento, pero la tradición
confiable asigna este libro a aquel llamado Santiago el Justo, el medio hermano de Jesús (Mateo 13:155), y hermano de
Judas (Judas 1), el cual dirigió la iglesia en Jerusalén (Hechos 15:13).
ii. El escritor de esta carta es el mismo Santiago que recibió una aparición especial de Jesús en la resurrección (1
Corintios 15:7). Esta fue probablemente la causa de su conversión, porque hasta ese momento los hermanos de Jesús
parecían no apoyar ni su mensaje ni su misión (Juan 7:5).
iii. Cuando siguió a Jesús, lo hizo con gran devoción. Una historia temprana de la iglesia dice que Santiago fue tal hombre
de oración que sus rodillas tenían callos grandes y gruesos, que parecían las rodillas de un camello. También dice que
Santiago fue martirizado en Jerusalén, ya que lo empujaron desde un punto alto del templo. Sin embargo, la caída no lo
mató, y en el suelo fue golpeado hasta morir, incluso mientras oraba por sus atacantes.
b. Siervo de Dios y del Señor Jesucristo: Saber que este Santiago era el medio hermano de Jesús hace que su auto-
introducción sea más significativa. Él no se proclama a sí mismo como «el hermano de Jesús», sino solo como un siervo
de Dios y del Señor Jesucristo. Jesús no era solamente el hermano de Santiago, Él era su Señor, lo que es más importante
aún.
i. La palabra siervo es importante. Se traduce de la antigua palabra griega doulos: «Un esclavo, un siervo, uno que está
en constante servidumbre hacia otro. Señor es una palabra importante. Se traduce de la antigua palabra griega kurios.
Esto significa que Santiago consideraba a Jesús Dios.
c. A las doce tribus: A lo que se refiere Santiago con la referencia de las doce tribus es difícil de entender. ¿Está Santiago
escribiendo una carta solamente a los cristianos con un trasfondo judío, o a todos los cristianos? En verdad, la carta
aplica para todos los cristianos; pero, probablemente, Santiago la escribió antes de que los gentiles fueran traídos a la
iglesia, o antes de que emergieran los cristianos gentiles en un número significativo.
vi. De muchas maneras, escuchamos al libro de Santiago debido a que repite las enseñanzas de Jesús. Hay al menos
quince alusiones al Sermón del Monte en Santiago. Santiago era un hombre que conocía las enseñanzas de Jesús y que
las tomó en serio cuando escribió esta carta.
d. Salud: El saludo «Salud» era la costumbre griega para comenzar una carta. Pablo nunca lo usó, él prefería saludar a
sus lectores con las palabras «gracia y paz». Pero aquí Santiago usa un saludo más común.
2. (2-4) Paciencia en las pruebas
a. Tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas: Santiago considera las pruebas como inevitables. Él dice
«cuando», y no «si» os halléis en diversas pruebas. Al mismo tiempo, las pruebas son ocasiones para el gozo, no para
una resignación desalentadora. Podemos tened sumo gozo en medio de las pruebas, debido a que son utilizadas para
producir paciencia.
iv. Paciencia proviene de la antigua palabra griega hupomone. Esta palabra no describe una espera pasiva, sino el «sufrir
sin rendirse». No es tanto la cualidad que te ayuda a aguardar calladamente en la sala de espera de un doctor, sino la
cualidad que te ayuda a terminar el maratón.
b. Sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia: La fe no es «producida» en las pruebas, es «probada» a
través de las pruebas. Las pruebas revelan qué tipo de fe tenemos; no debido a que Dios no sepa qué tipo de fe
tenemos, sino para hacer nuestra fe evidente a nosotros mismos y a aquellos a nuestro alrededor.
ii. ¿Si las pruebas no producen fe, entonces qué lo hace? Romanos 10:17 nos dice: «Así que la fe es por el oír, y el oír,
por la palabra de Dios». La fe es edificada en nosotros mientras oímos, entendemos y confiamos en la Palabra de Dios.
iii. Santiago no quería que nadie pensara que Dios envía las pruebas para quebrantar o destruir nuestra fe; por lo tanto,
volverá a retomar este punto en Santiago 1:13-18.
Semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento: «El hombre que no está completamente persuadido de
que si pide a Dios recibirá, se asemeja a una ola del mar; está en un estado de agitación continua, impulsado por el
viento, echado de una parte a otra: ahora la esperanza lo levanta, luego se hunde por la desesperación».
ii. La onda del mar es una descripción adecuada de quien se ve obstaculizado por la incredulidad y las dudas
innecesarias:
· La onda del mar «no tiene descanso», y lo mismo ocurre con los que dudan.
· La onda del mar «es inestable», y también lo es el que duda.
· La onda del mar «es impulsada por los vientos», y también lo es el que duda.
· La onda del mar «es capaz de una gran destrucción», y también lo es el que duda.
e. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos: Pedir a Dios, pero pedirle dudando de alguna
manera, muestra que somos de doble ánimo. Si no tuviéramos fe, entonces ni siquiera pediríamos; pero si no
tuviéramos incredulidad, entonces no dudaríamos. Estar a mitad del camino, entre la fe y la incredulidad, es ser de doble
ánimo.
Aquí Santiago declara el propósito de Dios al permitir la tentación. El propósito es «aprobarnos»; que a través de la
prueba nos revelemos como genuinos y fuertes en nuestra fe.
3. (17-18) La bondad de Dios permanece, en contraste con las tentaciones a las cuales nos enfrentamos
i. En los versos anteriores, Santiago nos dijo lo que la lujuria del hombre produce: el pecado y la muerte. Aquí nos dice lo
que la voluntad del Dios bueno trae: la salvación para nosotros, como una especie de primicias de sus criaturas.
ii. «La verdadera religión no solo da algo para el alivio de los afligidos, sino que los visita, los supervisa, los cuida; esto es
lo que significa episkeptesthai. Va a sus casas y habla a sus corazones, alivia sus necesidades, simpatiza con ellos en sus
angustias, los instruye en las cosas divinas y los encomienda a Dios; y todo esto lo hace por el Señor. Esta es la religión
de Cristo». (Clarke)
a. La fe gloriosa que tenemos, la fe en nuestro Señor Jesucristo, nunca debe estar asociada con acepción de personas
(discriminación). El mismo glorioso Señor no mostró parcialidad (Deuteronomio 10:17, Hechos 10:34), así que tampoco
deben de hacerlo los que han puesto su confianza en Él.
i. Un aspecto significativo de la obra de Jesús era el romper esas murallas que dividían a la humanidad, y traer adelante
una nueva raza humana en Él (Efesios 2:14-15). La unidad y apertura de la iglesia primitiva era un asombro para el
mundo antiguo. Pero esa unidad no llegó automáticamente. Como se muestra en este mandato de Santiago, los
apóstoles debían de enseñar a la iglesia primitiva a tener la fe en nuestro glorioso Señor Jesucristo […] sin acepción de
personas.
2. (2-4) Un ejemplo del tipo de parcialidad que no debe de tener lugar entre los cristianos
3. (5-7) La parcialidad del hombre en raras ocasiones está de acuerdo con el corazón de Dios
Cuando elegimos a las personas por su apariencia, entonces perdemos el enfoque de Dios. Recuerde que Judas
aparentaba tener mejores características de liderazgo que Pedro.
c. Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan: La falacia de la fe sin obras es
demostrada por los demonios, los cuales tienen una fe «muerta» en Dios. Los demonios creen en el sentido de que
reconocen que Dios existe. Pero esa «fe» no hace nada por los demonios, debido a que no es una fe real, y es probada
por el hecho de que no tiene obras en ella.
i. La lección de Abraham es clara: si creemos en Dios, entonces haremos lo que Él nos diga que hagamos. La lección de
Rahab también es clara: si creemos en Dios, entonces ayudaremos a su pueblo, aun cuando tengamos que pagar un
costo.
Santiago proveyó una forma de medir la madurez espiritual de los maestros y de todos los cristianos. Jesús demostró en
Mateo 12:34-37 que las palabras son la revelación del carácter interior.
No ofender en palabra muestra la verdadera madurez espiritual. Esto es especialmente relevante para los maestros, que
tienen muchas más oportunidades de pecar con su lengua.
· Ofendemos en palabra con respecto a nosotros mismos, con nuestra jactancia, con nuestra exageración y nuestros
reportes selectivos.
· Ofendemos en palabra con respecto a los demás, con nuestras críticas, chismes, calumnias, crueldad, doble cara y
enojo; o con halagos y palabras poco sinceras destinadas a ganar el favor de los otros.
iii. Si la lengua es como las riendas en la boca de un caballo o el timón de un barco, nos deja con la pregunta: ¿Quién o
qué lleva las riendas, o quién o qué dirige el timón? Algunas personas no tienen sus manos en las riendas o el timón y,
por lo tanto, dicen lo que se les ocurre. Otros usan su lengua según sus emociones o desde aspectos de su naturaleza
carnal. Santiago nos señala que el Espíritu de Dios, obrando a través del nuevo hombre, pone las manos en las riendas y
el timón que es nuestra lengua.
ii. Lo que otros nos dicen y lo que nosotros les decimos a otros puede durar toda una vida, para bien o para mal. La sátira
casual o el comentario crítico pueden infligir una herida duradera en otra persona. El ánimo que se da en el tiempo
correcto o el elogio pueden inspirar a alguien por el resto de su vida.
Nuestro hablar debe de estar consistentemente glorificando a Dios. No debiéramos de usar un tipo de vocabulario o
tono para hablar en la iglesia, y un vocabulario y tono diferente en nuestra casa o trabajo. Como una fuente de agua,
nuestra boca no debiera echar por una misma abertura agua dulce y amarga.
Después de tratar el problema de la falta de oración, ahora Santiago trató el problema de la oración egoísta. Estos,
cuando pedían, lo hacían con motivos puramente egoístas.Debemos recordar que el propósito de la oración no es
persuadir a un Dios renuente a hacer nuestra voluntad. El propósito de la oración es alinear nuestra voluntad con la suya
y, en asociación con Él, pedirle que cumpla su voluntad en esta tierra (Mateo 6:10).
2. (4-5) Una reprensión por falta de compromiso y por codicia entre los cristianos
a. ¡Oh almas adúlteras!: Esta es una reprensión en la que se emplea el vocabulario del Antiguo Testamento. Dios habló
de esta manera en el Antiguo Testamento cuando su pueblo fue atraído a ciertas formas de idolatría (Jeremías 3:8-9,
Ezequiel 6:9, Ezequiel 16:32, Ezequiel 23:37, y Oseas 3:1). Como aquí lo ve Santiago, su codicia es idolatría (Colosenses
3:5) y es amistad del mundo.
b. ¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Santiago reconoce que nosotros no podemos ser
amigos del sistema del mundo, que está en rebelión contra Dios, y ser amigos de Dios al mismo tiempo (Mateo 6:24).
Aun el deseo de ser amigo (quiera ser amigo) del mundo constituye enemistad con Dios.
3. (6-10) Las soluciones para la contienda: en humildad, ponerse bien con Dios
a. Pero él da mayor gracia: El mismo Espíritu Santo que nos convence de nuestro compromiso, también nos dará la
gracia de servir a Dios como debemos.
A la luz de la gracia ofrecida a los humildes, solo hay una cosa que hacer: someterse a Dios. Esto significa ordenarse bajo
Dios, rendirse a Él como un Rey conquistador, y comenzar a recibir los beneficios de su reinado.
ii. «Si fuera un tirano sería valiente resistirse, pero como es un Padre es ingrato rebelarse». Spurgeon (en otro sermón)
sugirió razones por las que deberíamos someternos a Dios:
iii. «Deseo susurrar una pequeña verdad en tu oído, y rezo para que te asuste: ‟Te estás sometiendo, incluso, ahora”.
Dices: ‟Yo no, yo soy el señor de mí mismo”. Sé que piensas así, pero mientras tanto te estás sometiendo al Diablo. El
versículo que tenemos ante nosotros insinúa esto: ‟Someteos a Dios. Resistid al Diablo, y él huirá de vosotros”. Si no te
sometes a Dios nunca resistirás al Diablo, y permanecerás constantemente bajo su poder tiránico. ¿Cuál será tu amo,
Dios o el Diablo? Porque uno de ellos debe ser. Ningún hombre está sin amo». (Spurgeon)
ii. Resistid viene de dos palabras griegas: «estar de pie» y «en contra». Santiago nos dice que «estemos de pie en
contra» del maligno. Satanás puede huir por la resistencia del creyente de menor rango, el cual viene con la autoridad
de lo que Jesús hizo en la cruz.
Mientras nos acercamos a Dios somos condenados por nuestro pecado. Así que afligíos, y lamentad, y llorad, pues es
apropiado en cuanto a la convicción de pecado, y somos obligados a buscar limpieza en la cruz.
4. (11-12) Las soluciones para la contienda: sea correcto con otras personas
El humillarnos y el ponernos bien con Dios debe resultar en ponernos bien con los demás. Cuando estamos bien con los
demás, se mostrará en la forma en la que hablamos acerca de ellos. Así que no murmuréis los unos de los otros y no
juzgue a su hermano.
i. La palabra «murmuréis» se traduce de la antigua palabra griega katalalia. «Katalalia es el pecado de aquellos que se
reúnen en las esquinas y se juntan en pequeños grupos y pasan información confidencial que destruye el buen nombre
de los que no están allí para defenderse». (Barclay)
ii. Este pecado está mal por dos razones: primero, rompe la ley real de que debemos amarnos los unos a los otros;
segundo, requiere un derecho de juicio que solo Dios tiene.
b. No juréis, ni por el cielo, ni por la tierra, ni por ningún otro juramento: Santiago de nuevo repite las enseñanzas de
Jesús en el Sermón del Monte (Mateo 5:34-37). La necesidad de jurar o hacer juramentos, más allá de un simple y claro
sí o no, traiciona la debilidad de tu palabra. Esto demuestra que no hay suficiente peso en tu propio carácter para
confirmar tus palabras.
c. Para que no caigáis en condenación: Esta falta de carácter será expuesta en el tribunal de Cristo. Esto nos motiva a
prepararnos más para aquel juicio por medio de hablar con integridad.