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Mateo 5:31-32
INTRODUCCIÓN. En los tres últimos sermones hemos venido considerando esta sección del Sermón
del Monte, en lo tocante a la enseñanza que Cristo hace acerca del matrimonio y el divorcio. En la que
hemos visto tres lecciones esenciales; En primer lugar, hemos considerado el diseño original de Dios, el
ideal de Dios para el matrimonio es que esa unión sea indisoluble, y que solo esta puede ser disuelta
por la muerte. En segundo lugar, hemos considerado que el adulterio es un pecado que atenta contra la
naturaleza del pacto de compañía que engloba el matrimonio, El Señor ha indicado esta trasgresión
como la causa legitima para proporcionar la disolución del vínculo matrimonial. Y, en tercer lugar,
proporcionar una nueva unión conyugal en la que el divorcio ha sido realizado por causa de adulterio.
Esto es esencialmente lo que expone el Señor en esta tercera ilustración a acerca del divorcio.
En el sermón anterior vimos especialmente en los (Vrs. 10-11) la instrucción dada por el apóstol Pablo
en la que se considera la situación de un matrimonio de creyentes que no tienen una causa legítima
para separarse. Y el apóstol Pablo les dice: “Pero a los que están unidos en matrimonio, mando, no yo, sino
el Señor: Que la mujer no se separe del marido; 11 y si se separa, quédese sin casar, (porque la causa del divorcio
no fue lícita) o reconcíliese con su marido; y que el marido no abandone a su mujer.”
Esta orden es esencialmente la misma que encontramos en los evangelios, en los textos en
que Cristo habla acerca del tema del divorcio. Como ya habíamos señalado, que el énfasis de las
Escrituras descansa en la indisolubilidad del vínculo matrimonial, el hecho de que se haya
interpuesto una cláusula de excepción cuando Cristo afirma: “a no ser por causa de fornicación”,
“salvo por causa de infidelidad” el hecho de que haya esa cláusula de excepción, no abroga la
esencia del mandamiento, “Lo que Dios ha unido no lo separe el hombre”. Por tanto, si un hombre se
separa de su esposa o viceversa, sin poseer una causa legítima, debe quedarse sin casar, ya que
Dios no admite tal separación.
Debemos notar que el apóstol Pablo no incluye en este texto el caso de separación por
adulterio, el asume que la causa de la separación no es lícita. Pablo no menciona de ningún
modo el adulterio en este pasaje, pero el hecho de que Pablo lo omita no quiere decir que su
enseñanza sea distinta a la enseñanza de Cristo en (Mt. 5:32, 19:9) pero, estos textos no se
contraponen se complementan.
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LA ENSEÑANZA DE CRISTO ACERCA DEL DIVORCIO (4 PARTE)
Y avanzando en este pasaje vemos que en el (Vrs. 12) Pablo da un cambio de sentido
diferente, ahora el aborda el caso de los matrimonios mixtos. Hermanos, ¿Que debe hacer un
hombre o una mujer que estando ya casados uno de los dos conoce al Señor, pero su cónyuge ha
endurecido su corazón contra el evangelio? ¿Debe abandonarlo a causa de su incredulidad, o debe
continuar con él, a pesar de la dureza de su corazón y de su oposición al evangelio?
Ya hemos dejado claro que el Señor no trató con esta cuestión durante su ministerio en la
tierra, es por esto que el apóstol Pablo introduce su enseñanza diciendo: “Y a los demás yo digo,
no el Señor.” Pablo no está diciendo que está hablando por su propia cuenta, fuera de la inspiración
del Espíritu Santo, lo que él está aclarando es que el Señor no mencionó esta cuestión cuando vivía
entre nosotros. Por eso pablo dice: (1Co. 7:12-15) “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún hermano
tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en vivir con él, no la abandone.13 Y si una mujer tiene marido
que no sea creyente, y él consiente en vivir con ella, no lo abandone. 14 Porque el marido incrédulo es
santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido; pues de otra manera vuestros hijos serían
inmundos, mientras que ahora son santos. 15 Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues no está el
hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.” Existen dos
situaciones distintas en este texto: Por un lado, la del inconverso que consiente en vivir con su
cónyuge creyente. Y por otro lado, la del incrédulo que no consiente vivir con el cónyuge creyente.
Veamos en primer lugar:
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LA ENSEÑANZA DE CRISTO ACERCA DEL DIVORCIO (4 PARTE)
de carácter; sino más bien el sentido de algo que es apartado para Dios, aunque el cónyuge
incrédulo no lo sepa, él es un instrumento de la mano de Dios.
2) Los incrédulos casados con cónyuges creyentes moralmente hablando no son distintos a los
demás ellos son tan incrédulos y tan duros de corazón como los otros, y a veces, hasta se
esmeran más. Precisamente por tener la luz del evangelio tan cerca eso los molesta. Pero por
causa de que su cónyuge es creyente, Dios distingue ese hogar por encima de los demás. John
Murray dice de esto: “Aunque dicha bendición no trae en sí, ni por ella misma la salvación a la parte no
creyente, la verdad es que coloca el incrédulo en el camino y en la dirección de la gracia redentora puesto
que lo sitúa una gran proximidad de la acción salvadora de Dios.”
3) Hermanos, los incrédulos se pueden burlarse de los creyentes o rechazarlos violentamente pero
eso no elimina lo que nuestro señor Jesucristo dijo en (Mt. 5:13-16) “vosotros soy la sal de la tierra
vosotros sois la luz del mundo.” Dios ha escogido a los creyentes para darle sabor a este mundo
insípido, para frenar el avance de la descomposición que lo corroe, para iluminar en medio de las
densas tinieblas espirituales y morales que nos rodea. Los creyentes son la sal y la luz del
mundo.
4) El apóstol Pablo lo que está diciendo aquí, es que los esposos inconversos recibirán esos
beneficios de los cónyugues cristianos. Por eso no procuren una separación por causa de la fe, si
ellos consienten en vivir con ustedes permanezcan allí, que por causa vuestra ellos son
beneficiados. Aunque no lo entiendan de este modo, aunque los ataquen por causa de vuestra fe,
aunque vean el evangelio como una desgracia.
5) Eso es lo que el apóstol Pedro plantea en (1 Pe. 3:1-4) “Asimismo vosotras, mujeres, estad sujetas a
vuestros maridos; para que también los que no creen a la palabra, sean ganados sin palabra por la
conducta de sus esposas,2 considerando vuestra conducta casta y respetuosa.3 Vuestro atavío no sea el
externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, 4 sino el interno, el del corazón,
en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios.” . Las
esposas cristianas no están llamadas a procurar la separación de sus cónyuges incrédulos, sino
más bien a procurar con su conducta la salvación de ellos.
c. Nada puede ser más efectivo para atraer a los hombres a la salvación que ver diariamente la
conducta casta y respetuosas de una mujer cristiana. (Tito 2: 3-5.) “Las ancianas asimismo sean
reverentes en su porte; no calumniadoras, no esclavas del vino, maestras del bien; 4 que enseñen a las
mujeres jóvenes a amar a sus maridos y a sus hijos, 5 a ser prudentes, castas, cuidadosas de su casa,
buenas, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada” Pero si vemos este texto
a la inversa significa que el comportamiento de una mujer piadosa promueve la gloria de Dios y la
aceptación de la veracidad de las Escrituras, en lugar que la Palabra de Dios se blasfemada.
1) Promovemos la gloria de Dios, promovemos el bien de su iglesia, cuando nos conducimos en EL
rol que Dios nos ha asignado como esposos y esposas. Cuando una mujer le habla a su esposo
con un tono áspero, mandón o irritante, como si su esposo fuese un niño o como si fuese su
empleado personal la palabra de Dios corre el peligro de ser blasfemaba. Imagínense hermanos
a la iglesia hablándole a Cristo de ese modo. El apóstol Pablo dijo: (Ef. 5:24) “Así que, como la
iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en todo.” Eso es la
enseñanza clara de la Palabra de Dios.
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2) Aún nuestro tono de hablar debe reflejar ese espíritu afable y apacible del que habla Pedro en su
carta para que la Palabra de Dios no sea blasfemada. Para que incluso los que no creen a la
Palabra sean ganados sin palabra por la conducta de sus esposas.
3) Lejos entonces de alentar a los creyentes a procurar la disolución de su matrimonio, Las
escrituras más bien los exhorta a continuar esa relación y a procurar dentro de ella un clima de
piedad y de santidad, aún en medio de esos ataques que sabemos qué somos objetos los
cristianos de parte de los incrédulos. Hermanos, Dios obra a través de medios; y uno de los
medios primordiales que usará para traer a algunos a la salvación es el testimonio piadoso de un
esposo o una esposa que no sólo profesaba piedad, sino que vive conforme a ella.
4) Pero no olviden por el otro lado, qué pocas cosas pueden ser tan efectivas para endurecer el
corazón de un incrédulo y alejarlo de la salvación que el testimonio incongruente de un cónyuge
que profesan la fe. Pocas cosas pueden ser tan efectivas para mandar una persona al infierno.
Hermanos reitero, Dios obra a través de medios no conocemos los decretos de Dios, pero si no
usamos los medios que Él ha provisto para obtener un fin, somos unos pretenciosos si pensamos
que alguna vez podremos obtener ese fin.
Pablo dice en (2 Ti. 2:10) “Por tanto, todo lo soporto por amor de los escogidos, para que ellos también
obtengan la salvación que es en Cristo Jesús con gloria eterna.” Esto es paradójico, son elegidos -dice
Pablo- pero aun así me esfuerzo para que sean salvos, haciendo todo lo que este a mi alcance
para que ellos obtengan la salvación.
d. Esposos amantes, esposas sumisas serán instrumentos poderosos en las manos de Dios
para traer a los cónyuges incrédulos al conocimiento de Cristo. Pero, a la inversa esposos
ásperos y descuidados que profesan ser cristianos, pero no se comportan como tales amando a
sus esposas como Cristo amó a la iglesia. Y esposas que niegan con su conducta su profesión de
fe serán instrumentos en las manos del diablo para endurecer el corazón de sus cónyuges y
mandarlos al infierno. Las dos cosas están enseñadas en las Escrituras.
1) Hermanos no desestime el poder y la eficacia de un buen testimonio. Aunque ustedes no estén
viendo actualmente ningún fruto visible en sus cónyuges incrédulos, perseveren en hermanos
manifestando la veracidad de vuestra fe a través de una conducta piadosa.
2) Pablo dice que: el marido incrédulo es santificado en la mujer, y la mujer incrédula en el marido.
Si ellos conscientemente en continuar el matrimonio a pesar de tu fe, continúa puesta tu
confianza en la obra que Dios puede hacer a través de tu testimonio.
Hasta aquí hemos visto el caso de un incrédulo que consiente en vivir con su cónyuge creyente, pero
que del caso donde:
B. EL INCONVERSO NO CONSIENTE EN VIVIR CON SU CÓNYUGE CREYENTE.
Y es precisamente lo que el apóstol Pablo trata en el (vr.15) “Pero si el incrédulo se separa, sepárese; pues
no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino que a paz nos llamó Dios.”
Observemos que, en este caso no es el creyente que toma la iniciativa de divorciarse. El único pecado
que da al cónyuge inocente la oportunidad de imponer un divorcio si así lo quiere, es el adulterio.
Pero aquí se plantea un asunto distinto cuando un cónyuge incrédulo toma él la iniciativa y se divorcia
de su cónyuge creyente precisamente por ser creyente.
1. ¿Cuál es la situación del cristiano en ese caso? ¿Debe aceptar el divorcio, o debe continuar
atado al incrédulo y considerarse casado con él ante Dios, no importa lo que esté haga? El
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apóstol Pablo dice en una forma clara y tajante: “Pero si el incrédulo se separa, sepárese;” Es como si
Pablo estuviese diciendo: -Si el incrédulo hace tal cosa, que se vaya y que no se hable más del
asunto.-
a. El termino griego que utilizó el apóstol Pablo aquí en el Nuevo Testamento es divorcio. -sí el
incrédulo se divorcia, divórciese- Hay que aceptar la separación como un hecho consumado. ¿Cuál
es en este caso el estatus del creyente divorciado? ¿Tiene esta hermana o hermano permiso para
rehacer su vida con otro hombre o con otra mujer, en caso de ser un hombre? ¿Rompe por
completo ese divorció el vínculo matrimonial?
1) La respuesta del apóstol Pablo no deja ninguna duda al respecto: (1Co 7:15) “si el incrédulo se
separa, sepárese; pues no está el hermano o la hermana sujeto a servidumbre en semejante caso, sino
que a paz nos llamó Dios.” . A la servidumbre a la que Pablo se refiere aquí es a la servidumbre del
matrimonio, indudablemente se refiere al vínculo matrimonial.
2) En los (Vrs. 27,39) de este mismo capítulo, el apóstol Pablo usa términos equivalentes para
hablar de la ligazón matrimonial. Observemos (Vr.27) “Estás ligado a mujer? No procures soltarte.
¿Estás libre de mujer? No procures casarte.” ¿Ligado con qué? ligado con el vínculo matrimonial. Y
esta frase es equivalente a la que usa Pablo cuando dice no está sujeto a servidumbre. (Vr 39)
“La mujer casada está ligada por la ley mientras su marido vive; pero si su marido muriere, libre es para
casarse con quien quiera, con tal que sea en el Señor.”
3) La idea entonces que expresa Pablo en el (Vr. 15) es sencillamente está: -Si el incrédulo se
divorcia, divórciese pues no está el hermano o la hermana sujetos al vínculo matrimonial en
semejante caso. - Es por tal razón qué Pablo no repite aquí la directriz que dio en el (Vr. 11)
cuando habló de los creyentes. Allí fue tajante dijo: “si separa quédese sin casar o reconciliarse con
su marido” Pero en este caso Pablo dice todo lo contrario: “si se divorcia, divórciese”. Se trata de
dos situaciones completamente distintas.
b. Pero ¿acaso esto no contradice la enseñanza de Cristo; cuando dice que la única causa de
divorcio es el adulterio? Dos cosas debemos decir al respecto:
1) En primer lugar, lo que dijimos ya que el caso que Pablo está planteando aquí no fue tratado por
el Señor durante su ministerio terrenal. De ahí que el apóstol Pablo diga: “A los demás yo digo, no
el Señor.” El Señor Jesucristo no legisló acerca de esta problemática, esto es algo nuevo, (Mt.
5:32, 19:9) no se aplican a esta situación
2) Y, en segundo lugar, la directriz de Pablo no contradice la enseñanza del Señor. Porque aquí no
se está dando permiso a nadie para poner un divorcio. Aquí, ms bien se está protegiendo al
creyente de los daños que pueda causarle un cónyuge inconverso al divorciarse de él. Hay
personas que cuando sus esposas se convierten le dicen: -Bueno si tú no abandonas la iglesia
me divorcio. - Eso es lo que Pablo tiene en mente, si él se quiere ir que se vaya, no está la
hermana sujeta al vínculo matrimonial en semejante caso, que no venga amenazando.
3) Hermanos y hermanas sean fieles a Dios por encima de todas las cosas. El matrimonio es
esencial, Pero la fe en Cristo es la que no va librar del infierno.
Así que repito estos textos no son antagónicos entre sí, más bien se complementan. Y el comentario de
Charles Hodge dice: “Si el incrédulo rehúsa a permanecer el creyente queda entonces libre, el creyente no fue
el que repudió al cónyuge incrédulo, pero si el incrédulo rompe el matrimonio, la parte cristiana ha sido de ese
modo liberada del contrato, esta es la interpretación que los protestantes han dado casi universalmente a este
versículo. Este pasaje es de suprema importancia porque es el fundamento de la doctrina protestante de que la
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deserción voluntaria es una causa legítima de divorcio.” Y este comentario se publicó por primera vez en el
año 1857, lo que corrobora lo que hemos venido diciendo lo largo de estos estudios. La posición de la
verdadera iglesia de Cristo desde la Reforma hasta de hace unos cien años era prácticamente un anime
con respecto a este tema. Había un consenso.
a. La enseñanza que hemos estado exponiendo en estos sermones no es nueva. Por ejemplo, la
confesión de fe de Westminster publicada a mediados del 1600 en la Inglaterra puritana. Y en esta
confesión se establece lo mismo que hemos venido diciendo en estos estudios: En el capítulo 24, de
la confesión el párrafo 5 dice: “En caso de adulterio después del matrimonio es lícito para la parte inocente
promover su divorcio, y después de éste puede casarse con otra persona como si la parte ofensora hubiera
muerto.” Y en el párrafo siguiente la confesión añade: “Nada excepto el adulterio o la deserción obstinada
que no puede ser remediada ni por la iglesia ni por el magistrado civil es causa suficiente para disolver los
lazos del matrimonio.” Sólo el adulterio y la deserción obstinada.
b. Pero como hemos repetido varias veces, nosotros no creemos estas cosas por el hecho de
que muchos grandes hombres de Dios las hayan creído y predicado en el pasado. No, la
creemos porque entendemos y pienso que lo hemos probado en estos estudios en estos domingos
que esta es la clara enseñanza de la todo suficiente e infalible Palabra de Dios. Por eso lo creemos y
por eso lo predicamos.
CONCLUCIÓN
Hermanos hemos hecho un esfuerzo enorme en estos cuatro domingos que hemos tratado este tema,
para clarificar este asunto; No debemos poner tanta atención a lo que la Escritura establece acerca del
divorcio que perdamos de vista lo que enseña acerca del matrimonio. Si algo ha quedado claramente
establecido en estos sermones es la importancia que Dios da al matrimonio en las Escrituras.
1. No olviden hermanos el matrimonio es un pacto, Un pacto de compañía.
Y si nos atrevemos a violar lo estipulado en este pacto los acarrearemos desgracia y destrucción.
Nadie, absolutamente nadie puede ser feliz descuidando su matrimonio, Dios no lo permitirá.
2. No olvides hermano lo que es un pacto; un pacto es una promesa jurada, una promesa a la
que le hemos interpuesto un juramento.
Y el significado que había en el Antiguo Testamento cuando aquellos hombres partían un becerro en
dos y pasaban por el medio del becerro partido para confirmar su pacto, su significado era que ellos
estaban llamando un juicio auto condenatorio, y estaban diciendo: - Así me parta Dios si yo rompo
los vínculos del pacto estipulado en este acuerdo. -
3. El matrimonio es un pacto no es un juego.
Y cuando nosotros tomamos a la ligera las estipulaciones de ese pacto, Dios envía sobre nosotros
sus juicios condenatorios.
Hermanos que Dios nos ayude a velar por nuestros matrimonios, a cuidarlos como una planta delicada
y de apreciable valor porqué la estabilidad de la iglesia, la estabilidad de la nación, y nuestra propia
estabilidad emocional están en juego en esto. No tomemos hermanos estas cosas a la ligera. Oremos.