ANTI-AJEDREZ

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 Víctor Korchnoi

ANTI-AJEDREZ

Publicado en noviembre de 1980

By SAINTE CLAIRE EDITORA S.R.L.
Santiago del Estero 510-Buenos Aires- Argentina
Libro de Edición Argentina

Sainte Claire

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 PRÓLOGO
Por BUKOVSKY
6 de marzo de 1980, Gambri
"Abren las grises y ganan": éste fue el título dado por un
columnista de ajedrez a su informe sobre el match entre
Karpov y Korchnoi, o más bien el match entre Korchnoi y la
Unión Soviética juntamente con sus numerosos amigos. La
Casa de la Libertad en Norteamérica elaboró un mapa del
mundo sobre el que los países totalitarios y todos aquellos
con dictadura se marcaron de negro mientras los países
libres se dejaron en blanco. Desafortunadamente, esta visión
optimista blanca y negra del mundo ya no vale más. Después
de diez años de gradual capitulación, llamada "detente"*, el
color predominante sobre el mapa es el gris; las áreas grises de
influencia soviética. ¿Cómo podía haber sabido la figura
apolítica de Víctor Korchnoi que iba a aterrizar en el medio de
este conflicto cuando eligió al distante no alineado país de
las Filipinas?
El nuevo libro de Víctor Korchnoi no enfoca tanto el
match por el campeonato mundial como el estado lamentable
del mundo contemporáneo, que depende actualmente en por lo
menos tres cuartas partes de la Unión Soviética. ¿Hay algo de
sorprendente en esta situación? El concepto de fair play no
tiene sentido en la URSS, donde la política lo domina todo:
la ciencia, el arte y el deporte. Cada logro constituye una
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prueba de las ventajas del socialismo. Cada derrota es un golpe
a su prestigio. Cualquiera que trate de preservar su independencia
en la esfera que sea, en cualquier área de la actividad humana,
es declarado inevitablemente enemigo de todo el régimen.
Todo el poder del Estado se moviliza para combatir a este
desesperado temerario. Y desde el principio tiene que
enfrentar la lucha despareja de un hombre contra todo un
sistema. Cualquier medio se justifica para aplastar la oposición.
No hay lugar para fair play.
En los últimos siete a diez años muchos famosos bailarines,
científicos, escritores, músicos, artistas, escultores y
deportistas han abandonado la Unión Soviética de una u
otra forma. Algunos de ellos han declarado que las razones
determinantes no eran políticas. "Simplemente" no se les
permitía ejercer su profesión. Simplemente estaban cansados
de mentir, simular y actuar en contra de su conciencia. Esta
actitud se considera el crimen más grave en la URSS, donde la
política equivale a un vasto juego en el que las autoridades
buscan hacer de cada uno un peón del mismo.
En este sentido el campeonato mundial en las Filipinas
significó una ocasión extraordinaria y única. Así como resultaba
imposible a Korchnoi preservar su independencia sin convertirse
en el opositor político del régimen soviético, así también era
imposible a Karpov dejar de colaborar en los crímenes del
Soviet. Karpov se ha convertido en una figura central de
propaganda en la Unión Soviética, el führer de la juventud
comunista y miembro del Comité Central del Komsomol, y
también en amigo personal de los verdugos del Kremlin. El,
como los cosmonautas, fue elegido a dedo entre un cuantioso
número de candidatos antes de ser convertido en campeón.
Debe ser un ejemplo de moralidad soviética, la personificación
de la idea del comunismo y tan invencible como el mismo
régimen soviético. Sus datos biográficos han de ser
irreprochables. Ruso, naturalmente (y no un sospechoso judío),
proveniente de una familia proletaria, naturalmente con
antecedentes impecables. No puede perder; no se le permite.
Detrás de él está el sistema integro con sus billones de rublos y
espías, diplomáticos y miembros de partidos comunistas extranjeros.
Enormes ejércitos “grises” por todo el mundo. La escena
grotesca del arribo a las Filipinas de la "delegación de ajedrez"
soviética, consistente en casi veinte hombres de la KGB, magos
y especialistas en karate, comandados por el coronel
Baturinsky de la KGB, hubiera sido digna de la pluma de jurado del campeonato, el mundo está predispuesto a hacer
Bulgakov. cualquier cosa con tal de evitar problemas y de hacer
Del otro lado, Korchnoi no era solamente un "renegado, concesiones para satisfacer el apetito del bandido del mundo a
defector y traidor", cuyo nombre está prohibido mencionar en fin de mantenerlo tranquilo. Porque el mundo está integrado
la URSS, sino también un hombre que se atrevió a reclamar por gente como Keene, Campomanes, Filip y Marcos. En el
sus derechos humanos. Aun antes del comienzo de la partida mejor de los casos, gente como Euwe... Y no les importa un
se le habían confiscado varias piezas. Su familia, mantenida comino que, mientras tanto, los "grises" hagan su apertura y
como rehén en la Unión Soviética, su hijo, en la cárcel. Resulta ganen un país después de otro con fluida facilidad.
cómico hasta hablar de una paridad legal entre ambos Ahora, cuando el mundo libre se prepara nuevamente a
contendientes. Bajo presión del sector soviético, se lo privó traicionar sus principios participando en los Juegos Olímpicos
aun de la protección simbólica de la bandera suiza. Ni un solo de Moscú al precio de la libertad de mucha gente honesta de
país en el mando defiende sus intereses. "El mundo libre" la URSS, es imprescindible que lean este libro: aquellos que
agradecería a Korchnoi si éste lograra liberarlo del dominio sin meditarlo repiten las tontas y peligrosas palabras de Lord
soviético —aunque mas no fuera en ajedrez— pero no se Killanin acerca del deporte "prescindente de la política", y los
arriesgará a mover un dedo para conseguirlo. que piensan que es muy importante correr y saltar en Moscú.
La lucha de Korchnoi es la de un hombre contra un sistema ¿Quieren que los "grises" ganen también estos juegos?
de represión inmisericorde que ha tomado en su trampa al
mundo y que, por un capricho del destino, ha trasladado las
cámaras de torturas de los campos de concentración soviéticos al
tablero de ajedrez en las Filipinas. Pero poco ha cambiado a
causa de esto. Aquí, como en el lejano Moscú, los hombres de
la KGB son los soberanos sin corona, cuyas miradas
cargadas de odio se dirigen hacia Korchnoi todos los días.
Fue sorprendente cómo este partido reflejó en ese
microcosmos la impotencia del mundo libre ante el
chantaje, el soborno y la violencia soviéticos. Son evidentes la
impotencia y el desorden que priman en cada conflicto con la
URRS. A menudo nos devanarnos los sesos preguntándonos
porqué la UN no ha condenado jamás la violación de los
derechos humanos en la URSS, por qué el Consejo Mundial de
las Iglesias no ha denunciado nunca la persecución de los
creyentes. No podemos comprender por qué todo el mundo
se muestra tan ansioso por proveer a la Unión Soviética de
tecnología, créditos, máquinas y herramientas, y aun de pan y
manteca. Queda uno atónito al ver que la URSS está haciendo
exactamente lo mismo en Angola, Etiopia, Yemen del Sur y
Afganistán. Y por qué corre el mundo diligentemente a
ayudarlos a encubrir sus yerros en cuanto los Soviets se
extralimitan y se encuentran en un aprieto, como si el mundo
libre no tuviera otras preocupaciones.
El libro de Víctor Korchnoi da una respuesta
sorprendentemente sencilla a estas preguntas. Como el infame
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1. PREHISTORIA DEL MATCH
¿Cuándo comenzaron las preparaciones para este match?
Alguien familiarizado con los hechos respondería de este
modo:
"El Campeón Mundial comenzó su preparación poco
tiempo después de finalizar el torneo en Tilburg (Holanda),
en noviembre de 1977. Luego transcurrió un período de
inactividad debido al match entre Spassky y Korchnoi, el
viaje a Belgrado de su entrenador Furman y la
subsiguiente grave enfermedad de este último. Como
entrenamiento jugó en un torneo en Bugojno y poco
después viajó al Cáucaso con sus entrenadores Tal y
Basyukov, donde continuó su preparación aclimatándose
también a las grandes alturas. Aquí se puso en contacto con
algunos Grandes Maestros soviéticos que podían
suministrarle la información teórica y psicológica necesaria,
incorporó a V., Ulman, de Alemania Oriental, especialista en
Defensa Francesa, estudió un informe detallado del
anterior entrenador V. Osnos y retomó su trabajo con
Zoukhar, elaborando con el psicólogo los aspectos más
finos de las posibles etapas del match...
En cuanto a Korchnoi, comentó tardíamente su
preparación para el match. Sólo a principios de mayo
inició el trabajo en Inglaterra con sus asistentes Keene y
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Stean".
Esta es la verdad... ¡pero no toda la verdad!
Lo correcto sería decir que la preparación psicológica,
profesional y política comenzó poco después de finalizar mi
anterior match con Karpov. Recuerdo que se jugó en Moscú
en setiembre-noviembre de 1974 cuyo resultado fue de 3:2 y
19 empates a favor de Karpov.
Los líderes del deporte soviético difícilmente podrían
haber adivinado en ese momento que cuatro años después me
convertiría nuevamente en el más peligroso enemigo de su
"talento natural" de los Urales. Aun ese primer match demostró
que yo era un jugador suficientemente fuerte, aunque en la
cumbre de la élite privilegiada de ajedrecistas había quedado
demostrada, frecuentemente antes y durante ese match, mi
falta de adhesión a las "normas soviéticas de comportamiento".
La cúpula decidió aprovechar mi fracaso para castigarme.
Castigarme como ejemplo para los demás. Castigarme de tal
modo que me privaba de la asistencia técnica en ajedrez y
simultáneamente me excluían del grupo de "privilegiados" de
una vez por todas.
Eso es lo que hicieron. Fui privado de la posibilidad de
jugar en los torneos internacionales de 1975 y mi salario, que
todos los Grandes Maestros perciben de las organizaciones
deportivas, fue reducido. Pero lo principal fue que se instigó a
la llamada opinión pública en mi contra, con todas las
consecuencias que esto acarrea en la Unión Soviética...
No repetiré todo lo que describí en mi primer libro
"Chess is my Life". Comprendí tanto como nuestros líderes
deportivos que todas estas acciones estaban amenazando mi
futura existencia como ajedrecista y en diciembre de 1974
tomé la decisión de abandonar la Unión Soviética de
cualquier manera. En julio de 1976 pude realizarlo. Después del
torneo de IBM permanecí en Holanda y solicité asilo político al
gobierno holandés.
¿Se imaginó Karpov que lo enfrentaría en un encuentro a
corto plazo?
En febrero-marzo de 1975 se llevó a cabo una intensa
preparación para el match entre Karpov y Fischer, Los grandes
maestros debían presentar por escrito su evaluación del estilo
y la capacidad de Fischer y Karpov. Yo no sentía la más
mínima inclinación a hacerlo,
Karpov inició negociaciones unilaterales conmigo. Me
requirió un informe personal para él, si es que temía hacerlo a
través de los canales oficiales, ¡pues en la Unión Soviética
estaba prohibida toda crítica dirigida en su contra! Me
prometió, a cambio, frenar la presión ejercida sobre mí por las
organizaciones oficiales y públicas —acoto que en la Unión
Soviética ambos términos son intercambiables. No consiguió lo
que deseaba.
En otoño de 1975 se realizó un match en Leningrado de
"Aficionados contra Grandes Maestros". Los Grandes Maestros
(incluyendo a Karpov, Smyslov, Polugayevsky y yo) jugamos
simultáneas con los aficionados. Me llamó la atención que
Karpov comenzara la mayor parte de sus partidas con la
jugada 1. c2-c4 y que también prefiriera iniciar con las negras
apertura que no repitió ni entonces ni posteriormente en los
torneos en que participó. ¡Qué sorpresa! La competencia se
llevaba a cabo en la sede de mi organización —el Palacio de los
Aficionados de Leningrado— y todas estas partidas quedarían
registradas en mi fichero.
En febrero de 1977 la Agencia Periodística Novosti
(URSS) entrevistó a varios grandes maestros en oportunidad del
comienzo del torneo entre candidatos para el Campeonato
Mundial. Me quedó grabada una entrevista con Karpov. En
ella declaró que tiempo atrás hubiera considerado óptimas mis
posibilidades en la lucha por el campeonato mundial, pero
que, al hacer abandono de la URSS, había perdido prestigio ante
sus ojos como ciudadano, como persona y como ajedrecista.
Cuando arribó a la República Federal de Alemania, dos
semanas después, expresó una opinión aun más tajante.
¡Anunció al mundo occidental que Korchnoi ganaría el torneo
de los candidatos!
Ignoremos los galimatías oficiales que recita el campeón
mundial soviético y reconozcámosle a Karpov su
merecimiento: ¡no podemos negarle objetividad y aun
clarividencia!
Retrocedamos al momento en que abandoné la URSS.
Por más que recalqué en mis declaraciones los motivos
puramente profesionales que habían determinado mi decisión,
era previsible que las autoridades soviéticas evaluarían —y así
lo hicieron- su naturaleza política. En la Unión Soviética todo,
absolutamente todo, se evalúa desde el punto de vista político:
si es de utilidad para el país, para el Partido, para el régimen.
¿Pero debilitar el poder del ajedrez soviético? Porque la
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supremacía de la escuela soviética de ajedrez es motivo de
orgullo para todo el país. Constituye una de las palancas de la
penetración soviética en cada rincón del globo. Cuántas veces
ha ocurrido grandes maestros soviéticos han preparado el
camino para sus diplomáticos (entonces "asesores" y
armamentos) en uno u otro país. Sí, desde el punto de vista de
ellos mi partida causó una seria conmoción y las autoridades
soviéticas hicieron todo lo posible para minimizar sus efectos.
Comenzó la campaña con una declaración de Tass. Fui
denunciado como traidor al pueblo soviético, se destacaron mi
vanidad anormal y afán de lucro. Un mes después, a comienzos
de 1976, treinta y un grandes maestros soviéticos firmaron una
declamación publicada por la Federación de Ajedrez de la
URSS. Decía lo mismo, pero de manera más mordaz, y expresó
el deseo de la Federación de expulsarme de las competencias
oficiales de FIDE (esto es, de los torneos de Candidatos). El
Congreso de FIDE recibió una carta con esta propuesta.
Tanto en Fide como en la Organización de las Naciones
Unidas los Soviets controlan una gran cantidad de votos. Pero
acá tuve suerte. El Congreso de FIDE, así como la Olimpiada
Mundial de ajedrez tenían lugar en Haifa, Israel. Uno de los
puntales de la política extranjera soviética es el boicot a Israel.
Aun la expulsión de los especialistas soviéticos de Egipto, aun
las medidas adoptadas contra los partidos comunistas en los
países árabes que rodean Israel, no pudieron hacer variar la
actitud hostil de los soviéticos hacia Israel. Considerando que
desde el punto de vista económico podría resultarle provechoso
a la URSS desarrollar relaciones con Israel, es evidente que el
cogollo de esta política debe buscarse en los programas
domésticos de la Unión Soviética.
Por lo tanto, la Unión Soviética y los países del bloque
europeo socialista no participaron en la Olimpíada ni en el
congreso de FIDE. Se leyó la protesta de la Federación
Soviética de Ajedrez en ausencia de sus representantes, pero
resultó tan ridícula que no fue siquiera discutida.
Allí comenzó oficialmente la contienda política alrededor
del match con Karpov.
Debe destacarse que la carta de setiembre de la Federación
Soviética anunciaba oficial y prácticamente su boicot a mí. Los
soviéticos tuvieron que allanarse a la decisión de FIDE, que
prohíbe el boicot en las competencias oficiales, pero me que el final ya estaba claro. Pero luego, al cometer un burdo
boicotean en todo otro torneo anunciando a los organizadores error tras otro, perdí cuatro partidas seguidas. Durante la
que no participan en ningún torneo donde juegue yo. Mientras segunda mitad de mi desempeño, mis segundos y yo advertimos
estuve ocupado jugando los matches del Campeonato Mundial una intensificada actividad por parte de los soviéticos. Primero
sólo una vez se cruzó en mi camino con el de los soviéticos: uno, y luego otro Gran Maestro aparecieron en Belgrado.
cuando descubrieron que yo participaba en el torneo de Wijk- La figura cumbre del ajedrez soviético, el vicepresidente
aan-Zee, simularon no haber recibido la invitación para del Comité de Deportes de la URSS, Ivonin, supervisó el
Romanishin y Kupreichuk, Ahora, en 1979, este rígido boicot match; miembros de la embajada soviética y varios individuos
resulta sumamente delicado. Al hacer gala de su poderío, la con portafolios cuyo origen soviético era indudable
Federación Soviética de Ajedrez no sólo amenaza mi existencia serpenteaban en los alrededores. No pedía precisar qué arma
como gran maestro profesional, sino la misma permanencia de usaban en mi contra, pero todo a mi alrededor, incluyendo la
FIDE, cuyo estatuto rechaza toda forma de discriminación conducta de Spassky, resultaba misterioso y lóbrego. Durante
política, religiosa, racial u otras.... la segunda mitad del match Spassky no se sentó frente al
Así gané la primera vuelta política preliminar en la batalla tablero en el escenario. Cada vez que se acercaba al tablero para
contra Karpov. Pero antes de confrontarlo debía satisfacer varias
condiciones "ajedrecísticas", por ejemplo, ganar tres matches de hacer una movida se balanceaba con los ojos entornados,
Candidatos contra ajedrecistas soviéticos. como un médium.
La primera prueba: el match contra Petrosian se desarrolló Al percibir que se gestaba algún tipo de brujería, requerí
en un clima de franca hostilidad. El nivel ajedrecístico era ayuda a un grupo de parapsicólogos que, a la vez, eran
absolutamente parejo, pero mis nervios mostraron más ajedrecistas aficionados, los que me prometieron ayudarme,
templados. Gané con un score de 2:1 y 9 tablas. aunque sin abandonar Suiza, donde residían, y protegerme de
El match con Polugayevsky fue más sereno. Demostré ser influencias dañinas durante el juego. No sé si fue sugestión o
considerablemente más fuerte y con mejores nervios que mi apoyo real, pero, para sorpresa de muchos, logré zafarme de
adversario. También resultó más eficaz la ayuda de mis mí fatal situación, consiguiendo tablas en dos partidas. Luego
asistentes que el apoyo de sus asesores. El resultado de ese gané otras dos partidas en esta batalla de extrema tensión: así
match fue 5:1, con siete tablas a mi favor. terminó este match extraño. El resultado fue 7:4 y siete tablas.
Jugué el tercer y decisivo match con Spassky, Habíamos
sido amigos durante varios años. Aun el match que disputamos,
en 1968, cuando Spassky prácticamente me demolió, no había
alterado esta relación. En tiempos recientes parecía compartir
conmigo muchos puntos de vista políticos. Spassky ha
conseguido lo imposible en los últimos años: ¡sólo él, entre
millones de emigrados, cuenta con una doble nacionalidad y
vive en París con pasaporte soviético!
Comenzamos el match amigablemente y lo finalizamos
como enemigos. Aclaro que no le guardo rencor ninguno.
Pero no hay que olvidar que Spassky luchó por su indepen-
dencia política durante largos años, pero casualmente recibió
permiso para abandonar la URSS exactamente un mes
después de mi partida. Quién sabe qué precio tuvo que pagar
por esa visa...
Gané cómodamente la primera mitad del match y parecía
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 2. EN LA VÍSPERA DEL MATCH

Ahora tenía que analizar los detalles específicos del duelo

que tenía por delante. Sin embargo, no me apresuré. Jugué en
un importante torneo en Holanda, donde me ubiqué en el
segundo puesto detrás de Portisch; jugué luego en Beersheva,
Israel, y obtuve el primer puesto con el muy respetable
resultado de 12 puntos sobre 13.
Desafortunadamente, antes de comenzar el match hube de
cumplir las obligaciones emergentes de un contrato en
Alemania y dar algunas conferencias a miembros del Club de
Ajedrez de Colonia Porz. Había empezado a trabajar en
Alemania el año siguiente al de mi pedido de asilo en
Holanda, pero mi estrecho contacto con ajedrecistas se
estableció en Suiza, donde consolidé un verdadero apoyo de
la Federación de Ajedrez. Contaba precisamente con el apoyo
de los suizos para el match que se avecinaba.
En la sede de FIDE se anunciaron públicamente el 15 de
febrero las ofertas- de los países que solicitaban organizar el
match para el Campeonato Mundial. Las más ventajosas
desde el punto de vista financiero —que promediaban el
millón de francos suizos— fueron las de Holanda, Austria,
Filipinas y República Federal de Alemania. De todas ellas, la
más tentadora resultó ser la de Alemania. Mi intención inicial
había sido optar por Hamburgo.
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 Las consideraciones financieras jugaron, empero, un papel
considerable en la elección de la sede. A fin de proveer de
trabajo a mis asistentes durante el match, hube de enfrentar
enormes gastos, sólo comparables a las inversiones del Estado
Soviético en el mismo. Con mayor precisión, puedo decir
que gasté más de cien mil francos suizos, es decir, la cuota
íntegra ofrecida por las federaciones de Francia, Suiza o
Italia.
No obstante, la principal preocupación consistió en elegir un
país que garantizara parejas condiciones a los contendores y
que los organizadores del match fueran neutrales. Recordé cuán
cálidamente había sido recibido Karpov en Alemania, cómo
había jugado una partida con los espectadores televisivos
alemanes, y que por esto había ganado ni más ni menos que un
Mercedes Benz. Descubrí que uno de los posibles organizadores
del match custodiaba sus dólares ganados en Europa
Occidental y Norteamérica. El día precedente a que se
anunciaran las ofertas en la sede de FIDE, el señor Jungwirz,
representante de una compañía de televisión en Europa, me
contó una extraña historia. Su equipo había estado filmando
en Belgrado durante una de las partidas del match final de
Candidatos, donde el comportamiento inusual de Spassky
durante el juego quedó vívidamente registrado. Esta película,
según la versión de Jungwirz, se vendió a varias compañías de
televisión extranjeras, y los alemanes la dieron a una planta de
procesamiento para que suministrara la cantidad de copias
requeridas, Pero estalló un incendio en la planta —o se lo
produjo deliberadamente— y el film se perdió.
De todas maneras, yo tenía conocimiento de que Alemania
estaba inundada por agentes soviéticos que no podían ser
distinguidos de los ciudadanos alemanes ni siquiera por su
acento. Lo que importa es que el país más rico de] mundo se
encuentra hoy en una posición subordinada a la Unión
Soviética. Conozco a un ruso que hace treinta y cuatro años que
vive en Alemania y no ha obtenido aún la ciudadanía
alemana. El Ministerio del Interior le dice: "Primero escriba a
Moscú a fin de que reconozcan que usted no es ciudadano ruso".
No se sabe si reír o llorar.
Después de reflexionar sobre esto, decidí que no jugaría
en Alemania bajo ninguna circunstancia. Señalé como primera
opción a Austria. En segundo lugar puse a las Filipinas y en
tercer término a Holanda. ¿Por qué las Filipinas? Mi
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información de que no existía embajada soviética en Filipinas
estaba desactualizada: se había establecido en 1975.
Razonando como un político local, pensé que cuanto más
alejado de la Unión Soviética, cuanto más alejado de la esfera
de sus intereses políticos, mejor resultaría el lugar. ¡Qué
tonto! Para entonces debí haber sabido que la esfera de los
intereses soviéticos abarca todo el globo y que los
tentáculos de este gigantesco pulpo llegan a todos lados.
¿Cómo podía saber que la prensa filipina estaba librando una
vehemente campaña para la remoción de las bases militares
norteamericanas y que en reemplazo de esa fuente de ayuda
política, financiera y económica el gobierno filipino no
estaba orientándose de allí en más hacia sus vecinos más
cercanos?
En cuanto a Campomanes, representante de la
organización filipina, se mostró conmigo muy ingrato
entonces… ¿Cómo podía yo sospechar que estaba en estrecho
contacto con los soviéticos? ¿Podía haber imaginado entonces
que durante el curso del match se transformaría en un
grosero y que, después del match en Graz en 1979, en un
perfecto rufián? Al recibir una nota de Moscú en la que se
pronunciaba en primer lugar por Alemania, el segundo
lugar se había dejado en blanco y las Filipinas se indicaban
como tercer lugar, el presidente de FIDE designó a Baguío
como sede de la contienda. Aparentemente esta decisión
sorprendió a Karpov. Ese día perdió frente a Timman en
Bugojno. Sin la intención de desmerecer al gran maestro
holandés, que jugó soberbiamente, Karpov pareció
realmente perturbado cuando se enteró ese día del asunto.
El problema era de tal magnitud que ni siquiera Karpov
estaba enterado de los contactos secretos de los soviéticos
con Campomanes. En enero, Baturinsky visitó las Filipinas y
todo había sido tramado: los soviéticos tenían la garantía de
que los organizadores actuarían como sus asistentes.
Asimismo, el apoyo de Campomanes a los soviéticos fue
planeado hasta en sus más mínimos detalles a fin de que no se
presentara ningún obstáculo y el equipo soviético tuviera
una ventaja abrumadora durante todo el match.
Europa recibió con disgusto la decisión de que el match se
realizara en Asia. Representantes de los países que figuraban
en primer lugar en nuestras listas impugnar la decisión. Nos
visitaron a Karpov y a mí; sugirieron que el match realizara en
dos lugares: la primera mitad en Graz y la segunda en
Hamburgo. Propusieron, combinar la cuota de ambos países
doblando así el premio para ambos contendientes. Como ya
estaba todo decidido, y juzgando por pasadas experiencias sólo
un sector podía provocar un escándalo que revocara el acuerdo
y la decisión adoptada por el presidente de FIDE: la Federación
Soviética. Pero por razones comprensibles no deseaba hacer esto.
Bajo presión de las federaciones austriaca y alemana, Karpov
escribió una carta en la cual expresaba que si yo insistía él no
objetaría en jugar en ambos lugares: jugaba al rol de
conciliador y planeando echar sobre mí la culpa en caso de que
surgiera un conflicto. Tampoco era mi intención crear un
escándalo, especialmente porque sabía que la decisión del
Presidente era inamovible (aunque todavía no tengo en claro
por qué M. Euwe e I. Bakker se mostraron tan insistentes
sobre este punco y tan faltos de carácter sobre todo lo demás...)
Debido al insuficiente apoyo de los participantes del match las
protestas austríacas y alemanas fueron relegadas al olvido...
Mis primeras dudas sobre si había elegido el lugar acertado
existían ya a fines de marzo. Campomanes me convocó a
Amsterdam y me persuadió a que firmara un contrato en el
que me prometía pagarme varios asistentes adicionales a los
estipulados en el reglamento de FIDE, así como una cuota
anticipada de cien mil dólares; a cambio yo debía evitar
cualquier cuestión alrededor de banderas y nacionalidades a mi
respecto. Estúpidamente lo firmé, pero pronto advertí que
esta condición era inaceptable y se lo informé a Campomanes.
Por su parte, éste no cumplió con su compromiso contractual:
no subsidió a los miembros extras de mi grupo ni siquiera
remuneró a sus miembros oficiales Leeuwerik y Stean, a
quienes no se les financió su pasaje de regreso a Europa como
estipula FIDE...
Me pregunto qué condiciones impuso Campomanes a los
soviéticos cuando consiguió pagar a más de la mitad de su
numeroso séquito.
De paso hablemos sobre el reglamento de FIDE a este
match. Fue adoptado en una sesión de FÍDE en Caracas a
principios de octubre de 1977. Ya se conocían los participantes
del match final de candidatos para el campeonato mundial,
pero aunque éstos tenían interés en una acertada decisión
sobre la materia, no fueron invitados a la reunión. Por otra
parte, el sector soviético estaba representado en pleno,
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incluyendo al campeón mundial. Los soviéticos, según se
afirma bajo presión, convinieron que el match para el
campeonato mundial se jugara hasta obtener seis victorias
descontando las tablas. Pero para resarcirse se garantizaron
todos los otros privilegios.
Se decidió que si el campeón perdía tendría el derecho a
un match de desquite al año siguiente. ¡Una carga increíble para
el desafiante! Hace quince años se había reconocido la
injusticia de esta norma, pero ahora, cuando finalmente el
verdadero campeón —sin haberse acreditado un solo match
para el campeonato mundial— había accedido al trono se
defendía con dos competencias separadas.
Las reglas especifican que si el match entre el campeón y
el desafiante no tuviera lugar, entonces el campeón deberá jugar
contra el segundo desafiante (eso es fácil). ¿Qué tal? Pero si
fuera posible probar que el match no pudo realizarse por culpa
del campeón, ¿qué derecho le asiste para jugar un match del
campeonato mundial? Precisando, debería mencionar que este
punto del reglamento permitió a los soviéticos chantajear al
jurado el día precedente a la iniciación del match.
Los reglamentos atienden al pago de todos los gastos,
incluyendo los honorarios de dos asistentes para cada uno de
los contrincantes, ¿Qué pasa con el jefe de la Delegación?
Los soviéticos cuentan con una figura con esa función en todo
torneo importante. Sus funciones son varias; incluyen su
intervención en cuestiones legales que surgen a menudo,
pero recibe su paga del Estado soviético. ¿Qué pasa con
Korchnoi? Él puede prescindir de un jefe. Si quiere tener una
contraparte de Baturinsky se la tiene que pagar él. Los
reglamentos dicen que si una de las partes tiene un médico a
mano durante el match, entonces el organizador debe pagar
su alojamiento y viático.
Y entonces, ¡en el Oeste un médico pertenece a una de las
profesiones más respetadas y mejor remuneradas! ¿Honorarios
de un médico? Sabrán que en la Unión Soviética los médicos
son prácticamente los más pobres. La medicina en la URSS es
gratuita; pertenece "al pueblo". Los médicos reciben un salario
miserable del Estado. Bien, ¿qué pasa con Korchnoi entonces?
¡Al diablo con Korchnoi!
Los soviéticos tampoco olvidaron fijar con anticipación, en
una sesión en la oficina de FIDE, la hora de comienzo del juego.
Es habitual que los jugadores acuerden este punto entre ellos la
víspera de cada partida. Los requerimientos de la prensa y los
problemas específicos de organizar un match en una localidad
dada se toman en cuenta.
¡Pero qué típicamente soviético es decidir todo desde la
cúpula! Que la prensa se disgusta, que Korchnoi —
acostumbrado al estilo occidental de jugar a la tarde— se
duerma al final de la partida y, finalmente, que el sonido de la
lluvia tropical irrumpa en la mitad de la partida —en esta época
del año siempre hay tormentas en Baguío hacia el anochecer—,
cuyo ruido también molesta a Karpov, quien se queja a los
árbitros sobre interferencia atmosférica. ¡Paciencia!, FIDE
decide comenzar el juego no antes de las cinco de la tarde. La
razón es muy simple: Karpov se acuesta muy tarde, alrededor de
la madrugada. Básicamente cuanto más tarde comienza la
partida es mejor para él.
Cuando leí estas reglas en marzo levanté mis manos,
espantado. Intenté sugerir algunos cambios, pero fue imposible;
intenté introducir dos puntos adicionales. El primero —cito de
memoria—; "ningún contendiente tiene el derecho de ponerse
de pie al lado del tablero mientras su oponente está
considerando su próxima movida". "¿Qué quiere decir? -me
dijeron en FIDE—. "Hay un punto especial del reglamento que
toma esto en cuenta: uno debe comportarse como un caballero y
no obstaculizar a su opositor". "¡Pero Karpov siempre hace esto!
y cuando se dé cuenta de que me obstaculiza lo hará a
propósito", dije. "Bueno, no hay nada que hacer, no puede
remediarse", me contestó el doctor Euwe. "Tendrá que apelar al
árbitro en cada ocasión".
Segundo punto: "Antes del comienzo de una partida los
contendientes deben ponerse de pie y estrecharse las manos.
Si uno de los contendientes no tiene la intención de hacerlo debe
informar al árbitro de antemano". Lamentablemente el Dr. Euwe
no quiso aceptar este punto tampoco, pero prometió hacerlo
conocer al sector soviético.
¿Saben qué experimenté después de mi conversación con el
Presidente? Que él no se oponía a que yo descartara mi yugo
soviético sobre FIDE, pero que no levantaría un solo dedo para
ayudarme.
El lector habrá comprendido, así lo espero, en qué medida
me sentía yo privado de mis derechos, mucho antes de que
14
comenzara el match.
Debía aún ocuparme de algunos detalles de organización en
mi sector. Esta tarea parecía ser más sencilla. Al comenzar mi
match con Polugayevsky había reunido un grupo de ayudantes
ajedrecistas que no me habían dado motivo para estar
insatisfecho: en el curso de dos matches su apoyo resultó
invalorable. Admito que durante mi match con Spassky pensé
que se habían fatigado más rápidamente que yo al tomar parte
activa en todas las intrigas en torno a las partidas. ¿Qué podía
hacer? ¿Aumentar el número del grupo u organizar un equipo
suplente? La segunda idea me pareció divertida pero digna de
especial reflexión. Tuve esto en cuenta cuando invité a
conversar al gran maestro V. Lombardi. En cuanto al
norteamericano se percató de que sólo estaría en el equipo
suplente y en un rol secundario, se rehusó. Posteriormente
descubrí que, además de motivos de orgullo, pesaron razones no
menos decisivas: un ofrecimiento de empleo bien rentado que
coincidía con el período del match.
No abandoné mi plan. Luego, durante el transcurso del
match, invité al argentino Panno. Arribó a Baguío a mediados
de agosto y participó en el trabajo con gusto y beneficio para la
causa común.
Pero en el grupo que había reunido, Keene, Stean y Murei,
no todo resultó perfecto. Dos meses después de finalizar mi
match con Spassky, descubrí que Keene había escrito un libro
sobre el match. No me había pedido permiso para hacerlo,
aunque publicó nuestros análisis hechos en común. Más
ofensivo aún resultaba el hecho de que trabajó en colaboración
con D. Levy, el mismo Levy que ya había publicado un libro
sobre partidas selectas mías sin mi permiso, el mismo Le v y
que se había dispuesto a publicar, en el momento
a n t e r i o r a l c o m i e n z o del match Karpov-Korchnoi, un libro
escrito por Karpov con el escandaloso título: "Chess is My
Life"*. Escandaloso, ya habrá adivinado el lector por qué,
pues el año anterior había salido un libro con exactamente el
mismo título, ¡pero era mío! Repentinamente comprendí el
motivo del cansancio de Keene pocas semanas después de
finalizado el match con Spassky: había estado trabajando en su
libro.
Ahora que tipeo estas páginas advierto mi error con
claridad: podía haber cercenado la parte infectada del
 organismo aprovechando la gangrena. No hice esto; intenté
salvar la energía nerviosa para formar un nuevo equipo
procurando salvar lo incurable. Intenté restringir el espíritu
independiente del Gran Maestro inglés. El 22 de mayo Keene y
yo firmamos un contrato en Londres, cuyo texto es el
siguiente:
“1º — El Segundo dedicará todos sus esfuerzos
únicamente a favorecer los intereses del Principal en este match
del Campeonato Mundial de Ajedrez en la ciudad de Baguío, en
las Filipinas.
2° — El Segundo no escribirá ni compilará, o ayudará a
escribir ni compilar libro alguno durante el curso de este
match.
3° —Todo trabajo periodístico que emprenda el Segundo
durante este match estará sujeto a la aprobación del jefe de la
delegación (lo que quiere decir que deberá ser revisado por
el jefe).
4° — Se conviene también mutuamente que al dar
cumplimiento a todas las condiciones precedentes, el Principal
abonará al Segundo la suma de cuatro mil francos suizos y una
suma adicional de nueve mil francos suizos, en el caso de que el
Principal gane el Campeonato Mundial,
5º — Si fuera menester contratar asistencia adicional para
trabajar con el Segundo, conviénese que éste tome nueve
mil francos suizos de su remuneración oficial de las
organizadores del match y destine cualquier excedente con el
expreso propósito de financiar la citada asistencia.
6º — El Principal se compromete a financiar también el
viaje de regreso, por avión, clase turista, de Londres a
Baguío, para la esposa del ya nombrado Segundo, circunstancia
que será verificada por si Principal en cuanto a la fecha de
arribo de la esposa a Baguío.
7º — En el caso de que el Segundo viole los términos de las
cláusulas 1°, 2° y 3° de este contrato, el presente quedará
rescindido y el Principal queda absuelto de cualquier obligación
antes especificada, perdiendo el Segundo su situación y
privilegios como Segundo oficial.”
Adiviné que el match resultaría prolongado, que surgirían
numerosos problemas legales, políticos y psicológicos en su
curso, y que los soviéticos estarían totalmente pertrechados.
Me quedaba la tarea de encontrar a alguien de defender
altruísticamente mis intereses en esta batalla. Tengo una
15
amiga, una mujer de cincuenta años, que vive en Suiza. Ella
había nacido en Viena (aparentemente éste fue el motivo
por el cual Karpov no quiso jugar en Austria). Por lo menos fue
la razón que adujo cuando lo interrogaron periodistas
yugoslavos en Bugojno. A los diecinueve años la Inteligencia
Soviética la secuestró en Viena y pasó casi diez años en un
campo de concentración en Vorkuta. Ella, que no conocía
entonces una sola palabra en ruso, firmó obligada mediante
torturas y largos períodos en el calabozo un falso testimonio de
que era agente de la CÍA. De hecho, el llamado "Congreso
Especial" —en la práctica un comité de tres personas que
reemplazaba a la Corte en la época stalinista— la sentenció a
veinte años de prisión.
Le sugiero, que no compare la prisión de la señora
Leeuwerik con una cárcel en Londres o un campo para
desplazados en Roma. Su campo Vorkota se encontraba entre
los descriptos por A. Solzhenitsyn en "Archipiélago Gulak".
El trabajo excesivo en condiciones inhumanas minó para siem-
pre la salud de esta joven mujer. De tal manera, pudo sondear la
profundidad de la desgracia y descubrir lo que significa el
poder soviético, del lado no visible al exterior. De modo que
ella podía evaluar quién era realmente este coronel de Justicia
Baturinsky: un lacayo fiel que, al modo del trío que integraba el
Congreso Especial -de esto puede usted estar seguro- , firmó la
sentencia de muerte instantánea o gradual de cientos de víctimas
inocentes. Sí, la única persona capaz de protegerme
adecuadamente delios soviéticos era esta mujer y decidimos
designarla cabeza de grupo, a pesar del resentimiento de Keene,
cuya vanidad parecía no poder soportar aun entonces, dos
meses antes del match, insulto tal, provocando en él un deseo de
desquite...
Mucho antes de este match existía otro problema que me
perturbaba y atormentaba: ¡mi familia en Leningrado! Mi
mujer y mi hijo se encuentran en una situación intolerable.
Viven como parias en la Unión Soviética, carentes de medios
de subsistencia, de derechos civiles y contactos humanos. Mi
hijo recibió amenazas de incorporación obligatoria al ejército;
abandonó el hogar y se ocultó de la policía en la clandestinidad.
No renegaron de mí; aunque les sugirieron que se cambiaran
de nombre no lo hicieron. En varias oportunidades los invité a
emigrar a Israel a través de parientes y amigos. Tres veces
solicitaron emigrar y en cada caso se les denegó el permiso. L.
Brezhnev podría publicar un libro con las cartas recibidas de
gente influyente de todas partes del mundo solicitando la
liberación de mi familia. Mientras yo viajo por todo el mundo,
¿han de estar ellos condenados a una muerte lenta? ¿De qué
son culpables? En abril dirigí una carta al presidente de FIDE:
"Querido profesor: Le ruego volvamos al tema de nuestra
conversación del 22 de marzo en Ámsterdam. Solicito que FIDE
me garantice similares condiciones en mi match con Karpov.
Abandoné la URSS hace veinte meses por motivos
profesionales. Mi familia —mi mujer Isabella y mi hijo Igor—
está aún en la Unión Soviética. Su mayor deseo sería unirse a mí
y el mío es el mismo. En julio del año pasado solicitaron la visa
para Israel, pero en noviembre las autoridades les negaron tal
permiso. Le recuerdo que la emigración a Israel constituye el
único medio más o menos legal para dejar la URSS.
Al tratar con los soviets la cuestión de mi familia aparece un
flanco débil: soy un apátrida y no puedo exigir directamente que
mi familia se me reúna. Fue idea suya instituir una ciudadanía
FIDE. Justamente mi problema personal está más estrechamente
vinculado a la lucha de FIDE por los derechos humanos —
comenzada por los soviéticos en el asunto contra Sudáfrica—
que con cualquier otra. (En julio de 1977, en un congreso
extraordinario de FIDE, se expulsó a Sudáfrica como miembro
de FIDE a instancias de los soviéticos.)
Si los soviéticos se muestran tan sensibles a esta cuestión de
los derechos humanos insinúeles que lo demuestren en su propio
ámbito. Si no en setiembre de este año las Federaciones Suiza o
Filipina de Ajedrez —o ambas— elevarán una moción sobre este
tema en la Asamblea General de FIDE.
Con los mejores deseos, V. Korchnoi."
No hubiera sentido tan terrible responsabilidad sobre mis
hombros de haberse logrado la liberación de mi familia y la
tensión política durante el match se hubiera reducido
notablemente. Al poco tiempo recibí una carta del doctor Euwe.
Aparentemente tomó mi carta como una broma y como tal la
contestó. Ha de haber sucedido que la carta hubiera sido
redactada por la señorita I. Bakker, miembro del Partido
Comunista Holandés, y firmada por el doctor Euwe sin haberla
leído. Sin embargo, estas personas fueron las que sugirieron que
realizaran en Holanda el torneo IBM: ¡Oh, cuán poco perspicaz
soy políticamente!
16
Dicen que pertenecer al Partido Comunista no se considera
en Holanda un crimen, ni siquiera una circunstancia
comprometedora. Pero en los países clásicamente libres, como
Estados Unidos y Alemania, los miembros de ese partido son
considerados con sospecha y no pueden trabajar en las
reparticiones estatales. Consideremos quién tiene razón. ¿En qué
estriba la diferencia entre el Partido Comunista y otros partidos?
¿Hay realmente una diferencia entre los partidos de Europa
Oriental y los partidos del eurocomunismo?
Hace muchos años, cuando todavía era comunista soviético,
conocí a una mujer que era miembro del Partido Comunista
español, clandestino en esa época. Simpatizamos entre nosotros
y comenzamos una tierna y casi amorosa conversación,
"Cuéntame algo sobre la Unión Soviética", me dijo. "Nuestro
país es un gigante con piernas de arcilla", comencé. "El gobierno
soviético declara hipócritamente su preocupación por la
población, pero de hecho no está interesado en lo más mínimo
en los problemas de la gente. El país produce una cantidad
increíble de armamentos, pero los negocios están vacíos. No
hay libertad. Tú, una mujer española común, has estado en
Francia, Alemania y África, pero si yo empezara a fallar como
ajedrecista no se me permitiría viajar a ningún lado…" La cara
de la mujer, que hasta hacia un momento se encontraba tan bien
dispuesta, cambió abruptamente. En su agitación pasó del inglés
al castellano: "Pero ¿por qué mandar gente al exterior, gente
que habla mal de su propio país?"
El rasgo principal que distingue a los partidos comunistas de
los demás y los liga entre ellos es una disciplina de hierro.
Este es el principio del centralismo democrático: la minoría
se somete a la mayoría. Esto significa que la decisión de la
mayoría obliga a cada miembro del Partido, aunque tenga
una opinión distinta, aun cuando por la naturaleza de su
trabajo no pueda ponerla en práctica. En primer lugar y antes
que nada es miembro del Partido, y sólo después una persona,
un ciudadano, un empleado, un ajedrecista o cualquier otra
actividad que a usted se le ocurra.
Ese es el motivo por el cual, el 28 de julio de 1976, la
calvinista señorita Bakker me llevó, a pedido mío, a casa
de sus parientes en un lugar bien alejado en al campo,
asegurándome que era el lugar menos expuesto de Europa
occidental; inmediatamente a su regreso a Ámsterdam, la
señorita Ineka Bakker informó a sus amigos comunistas sobre
mi paradero. Si la policía holandesa no hubiera actuado con representas hoy al ajedrez y creemos en el triunfo del ajedrez
iniciativa en ese momento y no hubieran tomado las sobre la política. Te deseamos lucidez en tus decisiones y
medidas para protegerme, seguramente hubiera compartido el compostura. Te deseamos éxito. Sinceramente, los ex
destino del entrenador de piraguas, que, ante la mirada atónita prisioneros políticos Glezer, Mesheer, Kornblit. Beersheva,
de Europa, fue secuestrado en la República Federal Alemana Israel",
por agentes de la KGB. Lamentablemente, pocos comprendieron en Occidente
Llegué a Inglaterra a principios de mayo y pasé dos el real significado del match. ¡Ay!, es más fácil enseñar a
semanas trabajando con Keene y Stean. Después de esto un ciego a orientarse en el mundo tangible que enseñar al
estuve dos semanas en un sanatorio en Alemania; luego, en la hombre políticamente inexperto a orientarse en la realidad
segunda quincena de junio, organicé un curso de contemporánea.
entrenamiento en Elme, Suiza (que también tiene clima de * “EL AJEDREZ ES MI VIDA”
grandes alturas), con Stean y Murei. Había logrado un 70 por
ciento en mi preparación ajedrecística, pero por otra parte mi
salud y mis nervios estaban en buena forma, condiciones
necesarias para la intensa lucha que iba a afrontar.
Un par de días antes de viajar a Filipinas, leímos en el
periódico “Soviet Sport” una nota curiosa intitulada "Antes de
un largo viaje”. Comenzaba así: “Cuando un hombre parte
en largo viaje para llevar a cabo una importante y vital
misión para su patria, sus amigos lo despiden con bondadosas
palabras. Hoy tales palabras fueron dirigidas a Anatoly
Karpov…” ("Soviet Sport", 23.6.78).
¡Ya lo creo que era vital! Después de mi alejamiento
de la URSS, intentaron eliminar de circulación toda
literatura ajedrecística donde figurara mi nombre: ¡25
años de literatura! En la Unión Soviética existe avidez por
este tema, pero los libreros de segunda mano rechazan revistas,
diarios y libros donde figure mi nombre, Y ahora, ¡mi
nombre habría de aparecer nuevamente en los diarios!
¡Que este match sea, por lo tanto, tan triunfal como los tres
años del reinado de Karpov, que le traiga aun mayor gloria
al Campeón Soviético Mundial! No, este match no aportó
mayor gloria a Karpov, ni siquiera notoriedad. . .
A mí también me despidieron cálidamente y me enviaron
cartas desde muchos países. Me deseaban éxito sinceramente,
fervientemente. Me permitiré citar unas de ellas: "Querido.
Víctor: Sin desestimar en modo alguno la capacidad de tu
rival, sabemos que, ante todo, Karpov representa al ajedrez
partidista e ideológico, donde prevalecen directivas del Partido
por sobre los principios deportivos. . . En este sentido, Karpov
no es ya un rival sino un opositor, desde el momento en que él
eligió para sí esta posición en la vida. Tú, en cambio,
17
 3. LAS PRIMERAS CONFRONTACIONES DIRECTAS

Antes de que comenzara efectivamente el match, intenté

nuevamente ayudar a mi familia usufructuando el gran
interés demostrado por la prensa hacía la competencia que
habría de tener lugar. Mantuve una conferencia de prensa en
el aeropuerto de Zúrich, antes de despegar hacia Manila,
oportunidad en que divulgué una carta abierta al líder
soviético L.I. Brezhnev. Cuando llegamos a Manila, mi
amigo M. Stean entregó la nota a la embajada soviética.
Luego, en otra conferencia de prensa hice público,
nuevamente, el texto de la carta:
"Querido señor Brezhnev:
"Apela a usted un Gran Maestro, jugador profesional de
ajedrez, hasta hace poco ciudadano soviético, ahora residente
en Suiza.
"Hace dos años, al no poder soportar más la actitud hostil
de dirigentes estatales de mentalidad partidista y de los
dirigentes deportivos, y al verme privado de la posibilidad de
continuar mi labor creativa dentro de la URSS, emigré a
Occidente.
"Mi familia —esposa e hijo— quedó en la Unión
Soviética. Ciudadanos soviéticos leales, en julio de 1977,
solicitaron permiso para abandonar la URSS movidos
únicamente por el sentimiento de amor conyugal y filial. En
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noviembre de 1977 se les denegó la visa de salida.
"Jefes de la policía soviética de Leningrado no ocultaron,
en conversación abierta, que los miembros de mi familia son
retenidos como rehenes, son personas que deben pagar por
mi defección.
"Ya ha pasado casi un año desde que solicitaron emigrar.
Su situación es desesperante. No encuentran cómo subsistir,
oportunidades de trabajar o estudiar. Las autoridades los
tratan como sospechosos y con rencor, los vecinos evitan
relacionarse con ellos.
"Los derechos que confiere la constitución no rigen para
los miembros de mi familia, ¡pero sí las obligaciones! Mi
hijo, que se había despedido hace un año de su país, se ve
convocado urgentemente para realizar la conscripción en el
ejército.
"Usted, mariscal de la Unión Soviética, ensalza el coraje
de Muhammed Alí al negarse a servir en Vietnam. Pero mi
hijo tampoco quiere pelear. Se niega a ser soldado del
ejército de un país que trató a su padre inescrupulosamente.
"Es extraño, señor Presidente de la URSS, que por la
interrupción en el trabajo, por la inculcación de actitudes
malsanas, por la quiebra del liderazgo soviético en el deporte,
se castigue a inocentes en lugar de los culpables. El castigo a
rehenes políticos se ha generalizado, lamentablemente, en
todo el mundo, pero ¿favorece esta actitud a la Unión
Soviética, que dicta el estilo político en el mundo?
"En cualquier momento, en las Filipinas, comenzará el
match por el campeonato mundial entre el gran maestro
soviético A. Karpov y yo. Los líderes soviéticos han
declarado repetidamente que deben mantenerse separados el
deporte y la política. Es evidente que los países participantes
en las Olimpíadas que tendrán lugar en 1980 insistirán sobre
este principio.
"Apelo a su sentido común, señor Secretario General. Le
estoy pidiendo que permita a mi familia salir de la URSS
para que el match por el campeonato mundial de ajedrez
pueda realizarse en una normal atmósfera deportiva, sin
implicancias políticas.
"Solicito que demuestre su buena voluntad para que se
cumpla el Acuerdo de Helsinki, que prescribe el encuentro de
las familias.
"Apelo a su caridad, señor Presidente. Le pido compasión
19
hacia dos ciudadanos de la URSS cuyas vidas, por decreto
del destino, ya no están vinculadas a la vida de la sociedad
soviética, y que les permita abandonar la Unión Soviética.
"Gran Maestro Víctor Korchnoi".
La carta me fue devuelta al hotel por la embajada
soviética durante mi conferencia de prensa, el sobre rasgado
sin una palabra de respuesta. Los diplomáticos de cada país
interpretan su deber de modos distintos. Estoy seguro de que
esto no hubiera sucedido con una carta dirigida al señor J.
Cárter…
No seamos ingenuos: personal de la embajada, algunos
miembros de la delegación soviética y, sin duda, varios
miembros del gobierno soviético leyeron, por supuesto, su
contenido. La recepción de la carta en la embajada provocó
confusión. Se envió urgentemente un automóvil en busca de
Baturinsky, el experto para evaluar este tipo de asuntos, y se
lo condujo a la embajada para consultarlo. Pero no se elaboró
una respuesta directa a la carta. Un mes después, Baturinsky
hizo mención en su declaración de las insinuaciones políticas
y provocaciones de Korchnoi en vísperas del match,
referencia segura a mi carta a Brezhnev.
El error lógico común de confundir causa con efecto se
admite sin cuestionamiento por los soviéticos en las
argumentaciones políticas. ¿Dónde está la provocación? ¿En
el hecho de que mi familia sea mantenida cautiva por los
soviéticos o en la mención de esa situación?
De este modo, el 5 de julio, mi grupo, compuesto por
cinco personas, llegó a Manila. Al día siguiente, llegó el
grupo soviético integrado por catorce personas. Por mis
expresiones anteriores, el lector podrá advertir que me
encontraba psicológicamente preparado para esta cruel
batalla. No obstante, el arribo de un séquito tan cuantioso me
afectó depresivamente.
El 4 de julio la delegación soviética realizó su conferencia
de prensa. Fue bastante aburrida. No la presencié, pues no
había sido invitado.
En sus declaraciones, Baturinsky señaló que había venido
pura y exclusivamente a jugar al ajedrez. Por alguna razón,
ninguno de los periodistas preguntó por qué eran tantos si
habían venido con esa única finalidad. Incidentalmente,
los soviéticos intentaron mantener en secreto, lo más posible,
el número y la naturaleza de su delegación. Uno de los
periodistas preguntó por mi familia. Pero los soviéticos dieron
la misma loca respuesta: "Hemos venido a jugar al ajedrez. No
sabemos de nada más".
Dediqué mi conferencia de prensa del día subsiguiente a
publicitar el dilema de mi familia y la naturaleza de la
delegación soviética.
Leí mi carta a Brezhnev. Señalé que la Federación
Soviética de Ajedrez era responsable de la pobreza de mi
familia. Expresé que si Karpov quería, dada la posición
excepcional que ocupa en la URSS, podía obtener la
liberación de los míos. Nuevamente —¡por undécima vez!—
hice hincapié en que un hombre como Baturinsky, un mero
criminal si se lo evalúa desde las normas éticas corrientes,
no tenía derecho a encabezar una delegación que había
venido a jugar al ajedrez. Aprovechando su presencia en la
conferencia, lo abofeteé con un reproche. "Un Gran Maestro
no tiene el derecho —expresé— de escribir basura, mentiras
deliberadas, sobre otro Gran Maestro". Lo confronté con un
diario en el que afirmaba que yo había superado en mi match
con Spassky las bajas artimañas de R. Fischer en desempeños
similares.
Pero ¿hay derecho, querido lector? Imagine que usted
es un Gran Maestro del más alto nivel y durante tres años
se le prohíbe participar en los torneos internacionales en
el extranjero. . . ¡Aun así usted no se avendría a escribir
tamaña barbaridad!
En un primer momento, no advertí claramente la
naturaleza de la delegación soviética y contesté una
pregunta al respecto de manera algo confusa.
Otra pregunta merecía especial consideración: "¿No
temía por mi vida?", se me inquirió. Contesté que en este
match Karpov me necesitaba como contrincante y, siempre
que me ganara, todo saldría O.K. Pero si no lograba vencer,
entonces sí debía temer por mi vida como nunca.
Pocos días después, ante nuestro pedido, Campomanes nos
dejó ver los pasaportes de los soviéticos que habían venido, no
nos permitió anotar nada. No pudimos discriminar en el acto
quién era quién, pero finalmente puedo aclararlo. La lista es
ésta:
1. Karpov.
2. Baturinsky, jefe de la delegación, experto en materia
legal.
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3. Kalashnikov, subjefe de la delegación, agente de la
KGB, educación técnica superior.
4. Balashov, Gran Maestro, contendor en los próximos
torneos Interzonales, primer entrenador.
5. Zaitsev, Gran Maestro, segundo entrenador.
6. Tal, ex-campeón mundial, corresponsal del diario
"64", tercer entrenador. En realidad, resultaba evidente para
todos que asistía a Karpov activamente, pero su
colaboración sólo fue hecha pública después del match.
7. Roshal, corresponsal de Tass, agente de la KGB
(mentiroso profesional - VK).
8. Gershamkov, médico personal de Karpov,
especialista de alto nivel y terapeuta.
9. Zoukhar, siquiatra y psicólogo personal de Karpov,
especialista famoso en la URSS por mantener comunicación
parapsicológica con los cosmonautas cuando están lejos de la
Tierra.
10. Krylov, especialista en entrenamiento físico, agente
de la KGB.
11. Pisenko, guardaespaldas personal de Karpov, agente
de la KGB, alto especialista en karate.
12. Cocinero y dietólogo. No puedo recordar su nombre,
ya que se me impidió anotarlo. Durante el match se filtró que
era especialista en preparar drogas en forma comestible.
13, 14. Interpretes de inglés y castellano, también
funcionarios soviéticos.
A éstos se agregó, a solicitud de Karpov a poco de
comenzar el match, un masajista soviético, aunque esta clase de
profesionales abundan en Filipinas. No obstante, se le envió uno
ya de la embajada o desde la Unión Soviética. Además,
funcionarios de la .embajada soviética merodeaban el match, a
veces uno, a veces otro, a veces varios al mismo tiempo, y
siempre se sentaban en las primeras filas del salón. Por
añadidura, durante el curso del match llegaron a Baguío:
Vasyukov, Gran Maestro, cuarto entrenador; Sevastyanov,
cosmonauta, jefe de la Federación de Ajedrez de la URSS:
Ivonin, responsable de todo cuanto concierne al ajedrez en la
URSS en su carácter de vicepresidente del Comité de Deportes
de la URSS.
¡Éste, lector, era el aquelarre que me rodeaba!
Llegamos a Baguío. El tiempo, horrible; aburrido.
Pero había trabajo por delante.
 Revisamos la "dacha" que los organizadores nos
proporcionaron mientras durara el match y le dimos el visto
bueno. De paso —también ésta fue idea de Karpov—, una casa
en el campo. Idea presuntuosa que pone de manifiesto el estilo
del joven campeón: ¡no todo organizador puede gastar una suma
tan grande! En buena hora el gobierno filipino destinó un millón
de dólares para la realización de este match, costosa decisión
que estimó adecuada para fortalecer los lazos entre Filipinas y
la Unión Soviética…
El 9 de julio, el jefe de árbitros del match, el Gran Maestro
alemán Lothar Schmid, llegó a Baguío. Propusimos iniciar
conversaciones a fin de poder discutir todo con tranquilidad.
Pero los soviéticos insistieron en iniciar las conversaciones dos
días antes del match, ¡y salieron con la suya! Cuando los
soviéticos insisten, siempre obtienen lo que quieren, ¿por qué?
Quizás tengan siempre razón. Me pregunto qué pensarán en
China sobre esto.
El comienzo del match fue original: tuvo lugar en dos
escenarios. La víspera de la ceremonia oficial, el embajador
soviético en las Filipinas ofreció una recepción en Baguío,
Naturalmente, no nos invitaron. El presidente Marcos estuvo
presente. Se festejó al campeón. El presidente se mantuvo firme
y, diplomáticamente, rehusó brindar por la victoria de Karpov.
El organizador también realizó una reunión para nuestro grupo
la misma noche. Pero no concurrieron ni el organizador ni el
presidente de la República…
El mismo día Baturinsky publicó una declaración en
nombre del campeón —en el futuro escucharíamos
frecuentemente esta fórmula—. Merecen mencionarse cuatro
puntos en este memorando. A fin de mantener una atmósfera
deportiva normal, Karpov accedió a ponerse de pie para estrechar
manos antes de la partida, excepto si uno de los jugadores
llegaba tarde. Objetó que yo utilizara un contador Geiger
durante el juego. En su opinión, yo podía dejar a los
organizadores el control de la sala, y si todavía tenía recelo,
¡estaba dispuesto a que los miembros de la delegación que
ingresaran al salón fueran examinados como en los
aeropuertos! Karpov no objetó el que yo usara un sillón
especialmente diseñado, pero pidió que fuera
inspeccionado, es decir, desmantelado antes del match.
El último punto del convenio era, indiscutiblemente,
ocurrencia de Baturinsky. Pedía informes en tono entre
21
inquisidor y amenazante sobre si se habían adoptado
medidas para proteger de insultos a los contrincantes y
otros VIP. Tenaz y vengativo como el sistema soviético, ¡me
hacía saber que se desquitaría por mi exposición en la
conferencia de prensa!
Al día siguiente, el llamado Jurado de Apelación se
reunió para discutir problemas claves del match. El jurado
había sido designado por el doctor Euwe con la característica
objetividad de un ciudadano del mundo occidental. Estaba
compuesto así: Baturinsky, Leeuwerick, Malchev (Bulgaria),
Edmonson (USA), Schmid (R.F. Alemana), Campomanes, Lim
Kok An, presidente (Singapur). Su composición aparentaba
bastante normalidad, con Baturinsky y Leeuwerick
representando los polos opuestos; Malchev debía de estar en el
lado soviético, pero por otra parte Edmonson, representante de
un país que está luchando por los derechos humanos en todo el
mundo, debía inclinarse a mi favor. El jefe de los árbitros y el
organizador del match son evidentemente neutrales. ¿Y el
presidente? Bien, generalmente hablando, el presidente también
debería ser un modelo de objetividad.
Discúlpeme, lector, si le endilgo una pequeña conferencia.
¿Sabe que en la URSS no existe objetividad en materia política?
El gran hacedor de la construcción comunista vició este
concepto antes de que naciera el Estado Soviético, No soy
Kremlinólogo, pero creo recordar sus palabras con bastante
precisión: "la objetividad es el mayor pecado. Quien adopta una
postura de objetividad, inevitablemente cae en el fango del
oportunismo burgués. La objetividad (u objetivismo) es el mayor
peligro para el Partido Comunista!"
Los funcionarios soviéticos han absorbido en su sangre esta
directiva del líder. No hay lógica, honestidad ni objetividad en
una confrontación política (¿y qué confrontación no tiene
carácter político?) ¡Todo lo que necesitan los soviéticos es
lógico, honesto y objetivo! Y un estadista de Occidente que esté
negociando con los soviéticos y no conozca esta postura, se
encuentra en un callejón sin salida. ¡Se rinde sólo cuando se
enfrenta con gente que está convencida de que tiene razón, que
es insolente, intransigente y dispuesta a sacrificarse en aras de su
ideal!
Por eso el comunismo, con su estrategia de violencia, su
política de la zanahoria colgando del palo, se pasea
victoriosamente por todo el mundo, ocupando continuamente
nuevas posiciones en África, Asia y América. Y seguirá siendo
así mientras Occidente no cambie su concepto sobre la
objetividad; mientras no produzca estadistas de nuevo cuño —
tan insolentes e intransigentes e igualmente dispuestos al
sacrificio— ¡nadie detendrá al comunismo!
Podría citar docenas de ejemplos tomados de la vida política.
Pero nos hemos desviado de nuestro antiguo y noble juego.
¡Y así resultó! El jurado se mostró intranquilo en una
primera etapa, y luego se pasó al bando soviético, votando en mi
contra, contra sus propias decisiones, ¡y contra su conciencia! Se
rindió ante la presión furiosa e irrestricta de los soviéticos, con
tal que estuvieran contentos, con tal que a la larga hubiera paz y
tranquilidad.
¡Cómo puede olvidarse! ¡La Unión Soviética es la principal
propulsora de la campaña demagógica por la paz en el mundo!
Pero dentro del país la gente dice: "Sí, no habrá guerra. ¡Pero la
lucha por la paz será tan tremenda que no quedará piedra sin
remover! "
Así que volvamos a la primera sesión del jurado. Debían
discutirse importantes cuestiones. No estaba aún en claro qué
presión ejercerían los soviéticos, los miembros del jurado
estaban inseguros de cuál era la posición de los demás
miembros. Malchev, por ejemplo, representa a. un país
dominado por la Unión Soviética. ¡Pero no involucra a todo el
pueblo búlgaro! Hay gente allí que trata de ser objetiva
(¡nuevamente esa ridícula palabra!). Quizá Malchev no será un
simple apéndice de Baturinsky, quizá no repita como un loro las
palabras de su "hermano mayor". Por supuesto que sí, ¡es
justamente lo que hará, sin vergüenza ni conciencia! (Recuerde,
lector, que de acuerdo con Lenin, la "conciencia" es un concepto
clasista.) ¿Y Campomanes? Aunque, según rumores, se había
puesto de acuerdo con los soviéticos antes del match, ¿no
correspondía que guardara decoro? ¿Ser neutral?... ¿Y Lim Kok
An? Evidentemente es un protegé de Campomanes; hace lo que
se le dicta. Pero en Singapur no existe una actitud muy cordial
hacía los comunistas. Por cierto, corrió un rumor en el sentido de
que Lim Kok An pasó sus años mozos en Escocia y que en 1939
fue miembro allí del Partido Comunista. Pero qué importancia
tiene —los pecados juveniles no son graves…
Ay, todo es importante, y pronto tendremos motivo para
convencernos.
Y llegamos así a la primera sesión del jurado. El Dr. Euwe
22
está presente, neutralizando en cierta medida con su autoridad la
intensidad de las pasiones.
La cuestión principal gira alrededor de si yo puedo jugar
bajo una bandera: la bandera de suiza. Si me lo permiten,
significa que gozo de la protección del estado suizo, la
Confederación Suiza de Ajedrez. Documentos nos respaldan. La
Federación Suiza me apoya, el estado está dispuesto —quiere
tomarme bajo su patrocinio—, Baturinsky declara que de
acuerdo con el reglamento de PIDE debo vivir durante un año en
un país para gozar del derecho a la protección de su bandera.
Euwe contesta que no existe tal punto en el reglamento de FIDE.
Antes de salir de Alemania, el jefe de los árbitros, L.
Schmid, consultó a una respetable organización legal su opinión
sobre este punto. Se lee el tratado de diez páginas donde esta
organización expone su criterio. El quid del razonamiento de los
expertos se basa en que," como garantía de una paridad legal en
el match, necesito permiso para jugar bajo la bandera de un
estado. Baturinsky no sabe cómo reaccionar. Considera que sólo
puedo jugar bajo una bandera con la leyenda "sin patria". El
jurado no lo tolera. Está claro: la organización legal y los aún
objetivos (!) miembros del jurado buscan paridad para los
contendientes; los soviéticos, lo contrario. Baturinsky está
furioso. Perdido el dominio de sí mismo salta de su asiento y con
espuma en la boca grita: "Represento al gobierno soviético. ¡Si
Korchnoi tiene bandera, mi gobierno no aceptará la realización
de este match!"
¡Ya veo! ¿Esa era su carta de triunfo? ¿El match no tendrá
lugar? Pero entonces, ¿qué pasa con los organizadores que han
invertido tanta energía y tanto dinero? Comprendo a
Compomanes —al día siguiente votó a favor de Baturinsky—.
Lógicamente yo puedo rehusar a jugar sin bandera y el match no
se hará. ¡Pero entonces entra Spassky! Larga vida a FIDE y al
reglamento del match por ella pergeñado. Desde entonces el
jurado se sometió al chantaje de los soviéticos. No tuve bandera
por voto de una mayoría de cuatro contra dos y una abstención
(Schmid, Leeuwerik, Lim Kok An). Posteriormente, debido a mi
disgusto, se aceptó una propuesta de transición de Edmonson:
sobre el escenario, al lado de las banderas de FIDE y de las
Filipinas estaría la bandera soviética, pero en la mesa de juego
no se colocarían banderas.
Con todo, el viejo Lenin tenía razón: ¡la objetividad, el justo
medio, no existe! El objetivo L. Schmid se pertrechó de la
opinión legal de los expertos y se puso a mi favor. Pero el
neutral E. Edmonson, tristemente gran amante de la
componenda, sólo ayudó a los soviéticos en su aún no
demasiado cómoda situación. Desde ese momento quedé privado
no sólo de una bandera, sino, lo que es peor, ¡de una paridad
legal!
Al día siguiente se efectuó la ceremonia de apertura del
match. Karpov, yo y los jefes de nuestras delegaciones
estábamos presentes en el escenario, así como también el
embajador soviético Mikhailov. El presidente Marcos, de las
Filipinas, estaba en el centro del Presidium. En la ceremonia
debía ejecutarse el himno soviético, además de los himnos de
FIDE y de las Filipinas. No quedaba claro si se esperaba que yo
honrara el himno del país que me había insultado y que
continuaba insultándome, que violando la Declaración de
Libertad perseguía a mi familia. Sorpresivamente, comenzaron
a ejecutar la Internacional: ¡himno del Partido Comunista
Mundial! "¿Dónde estoy: Quizá sea éste el Congreso del
Partido Comunista soviético?", pasó por mi mente. El
auditorio se puso de pie, el presidente Marcos también. La
señora de Leeuwerik y yo permanecimos sentados. A fin, sólo
los comunistas están obligados a honrar esta música. ¿Qué era
esto, un error? ¿Intencional o accidental? ¿O todo obedecía a un
plan preestablecido, a fin de poner en evidencia el vuelco total
de las Filipinas en su política de relaciones exteriores?
Posteriormente, la misma noche, tuvo lugar una cena de
honor. El presidente Marcos estaba sentado a la mesa de honor,
Karpov a su derecha y yo a su izquierda, Antes de comenzar ¡a
comida, le entregué discretamente una carta persona] en la que le
pedía que ayudara a mi familia. La leyó en la mesa en el curso
de la cena y me prometió que lo pensaría. Nunca obtuve
respuesta a esta carta.
Durante la reunión, el presidente se dirigía
alternativamente a Karpov y a mí. Hablamos sobre la
situación del ajedrez en las Filipinas y sobre ciertos problemas
económicos y políticos. Hablé de mí mismo, de cómo y por qué
había dejado la URSS. Después le relaté un episodio: cómo,
caminando una noche por Baguío, dimos con un jardín
chino donde colgaba una bandera " ¡Viva la amistad chino-
filipina!" "¡En eso ponemos nuestra esperanza!" —dijo alguien
de nuestro grupo. A partir de ese momento el presidente
interrumpió su conversación conmigo.
23
En relación con el dictamen del jurado, adverso a mí, recibí
varias cartas interesantes. Transcribo una del Estado de Texas:
"Nos enteramos hace poco de que usted está jugando sin el
amparo de la bandera ni de himno. Es lamentable, ya que usted
parece ser una persona cabal que no teme sufrir las
consecuencias de sus creencias. Hombres tales son
excepcionales en el mundo. Aquí, en Texas, admiramos
enormemente a hombres tan consecuentes. Le ofrecemos
nuestra más preciada posesión, la bandera de Texas. La
"Estrella Solitaria" simboliza el espíritu de Texas.
Que la mano de Dios le confiera fortaleza.
Wyn Harris, James Mansur
P.D. "Que el pellejo de su rival sea curtido y clavado en su
granero",
¡Quisiera aprovechar esta oportunidad para agradecer a
los ciudadanos del Estado de Texas esta preciosa ofrenda!
A continuación transcribo otra curiosa carta de una
organización en Manila:
"En el sudeste de Asia existe un pequeño país que
representamos en ciertas instancias, dada la ausencia de
relaciones diplomáticas. Este país no es miembro de la UN y
nunca apeló a ella. Designó un embajador en las Filipinas,
pero el presidente Marcos no ha reconocido aún al
funcionario. Se nos ha encomendado que le informemos
que, sí usted lo solicita, le será permitido jugar bajo su
bandera y se traerá la bandera. Si así lo desea, puede optar por su
ciudadanía antes de comenzar el match. Si esto resultara
insuficiente para su lucha, podría ser designado presidente
de la Federación Nacional de Ajedrez, con todas sus
atribuciones. En el caso de que aún esto no bastara, podría
convertirse usted en embajador ante las Filipinas y en
circunstancia tal el presidente Marcos se vería obligado a
reconocer su autoridad".
Me resultó muy gratificante recibir esa carta. Pero como
temía una colisión frontal política con el presidente Marcos —
no ya sobre el tablero de ajedrez sino sobre una isla en el Mar
del Sur de China— no di curso a la "sinecura" ofrecida.
24
4. COMIENZOS DEL MATCH. PRIMERAS SOPRESAS
La primera partida tuvo lugar el 17 de julio, un martes. Un
detalle que nadie advirtió. Se había determinado con varios
meses de antelación el calendario que fijaba los días de juego y
especificaba que se jugaría los lunes, miércoles y viernes.
Después, Campomanes alteró en un día el programa. Dado lo
incoherente de su explicación, me di cuenta de que los soviéticos
habían influido en su decisión,
Karpov, exaltado mundialmente por su claridad y
versatilidad mental, es el individuo más supersticioso que haya
conocido. No le gusta jugar los lunes (en la Unión Soviética se
considera al lunes, y no el viernes, como día difícil y de mala
suerte). No es tarea sencilla obligarlo a cambiar de camisa, de
corbata o de traje. Primero tiene que ganar una partida, ¡luego se
preocupará por su higiene personal!
Pero estoy recargando las tintas. Me sorprendió ver sus uñas
cuidadosamente manicuradas. Este hábito no está bien visto en
la Unión Soviética y yo no he podido adquirirlo aún. ¡Es
evidente que los cosmetólogos del Kremlin tienen que ganarse la
vida!
La primera partida no resultó demasiado emocionante. Tuve
que dilucidar qué estrategia había preparado Karpov para nuestro
match. Residió a prueba de fallas. Ya en mis encuentros con
Petrosian y Spassky había tenido que encontrar un antídoto
25
para este perfecto sistema "TMB" (Tartakower-Makagonov-
Bondarevsky). Prácticamente Karpov no lo usaba nunca. La
partida terminó en tablas en la decimonovena movida.
Karpov enfrentó exactamente la misma dificultad en la
segunda partida. E1 día anterior, trabajé intensamente con
Stean. A él se le ocurrió que introdujera en mi repertorio de
aperturas un esquema que contrarió a Karpov: con las blancas
había forzado tablas en dos ocasiones y perdido en otra. Stean
trabajó denodadamente para enriquecer este esquema con
nuevas ideas; las aprobé e incorporé a mi juego. Esta partida
también terminó en tablas en la vigésimo séptima movida sin
que se hubieran producido complicaciones.
En el transcurso del juego surgió un nuevo problema en
nuestras relaciones con los soviéticos. Karpov recibió comida
del grupo soviético en pleno juego. Los soviéticos lo llamaron
"yogurt". ¿Quién podría objetar el suministro, durante el juego,
de producto tan inocente?
No era cuestión de nombre o aun de contenido, sino de
principio. El punto quinto del reglamento de FÍDE prohíbe a
los jugadores tener relación alguna con el auditorio. Una vez en
Belgrado, la señora de Leeuwerik intentó hacerme llegar un
poco de chocolate que accidentalmente yo había olvidado de
llevar conmigo, pero Kazic, el jefe de árbitros, con razón, se lo
impidió. El mismo Kazic estaba ahora en el escenario, pero no
opuso objeción alguna.
Generalmente cuando juego siempre llevo conmigo té o
jugo, además de un poco de chocolate o algún otro bocado.
Karpov podría haber hecho exactamente lo mismo, pero se
rehusó categóricamente. El jurado perdió todo un día
discutiendo este problema. Keene había redactado, medio en
serio, medio en broma, la protesta que leyó públicamente la
señora de Leeuwerik: dio a entender que la entrega de yogurt
podía interpretarse como mensaje a Karpov, pues el color del
producto podía indicarle la táctica a seguir durante el juego.
También se leyó la contestación del coronel; siguió con gusto
el chiste y lo llevó más lejos aún, pero en el fondo no respondía
a la cuestión.
¿Qué misterio había detrás de esto? ¿Por qué no llevaba
Karpov su comida al escenario? El producto podía deteriorarse
aun si se conservaba en heladera, Tenía que prepararse y
entregarse en el acto. El jurado contravino los reglamentos de
la FÍDE al consentir esta licencia.
 Era interesante observar cómo los soviéticos transportaban
subrepticiamente el "yogurt" un par de horas y luego se lo
daban a Karpov, quien instantáneamente saltaba de su silla y lo
engullía. También noté que a menudo, después de su "yogurt",
¡Karpov jugaba con la rapidez de una ametralladora!
¿Necesitan, lectores, más datos? Los soviéticos no confían en
nadie en el mundo y hubiera sido para ellos sumamente
desagradable si se les hubiese sacado el "yogurt" para
analizarlo químicamente: aunque FIDE no ha dado su opinión
sobre doping, todo el mundo reacciona en contra del uso de
drogas durante las competencias deportivas.
La tercera partida estuvo más cargada de acción que las dos
precedentes. Karpov carece de dominio y conocimiento de las
aperturas. Más que interpretarlas, aprende sus combinaciones
de memoria. Esto se puso en repetida evidencia durante el
match. En la tercera partida empleó una apertura distinta,
desperdició muchas jugadas para colocar las negras en flanco
Dama, pero entretanto resultó que las blancas habían ganado
gran ventaja en el centro y flanco Rey. Las negras sufrieron un
fuerte asedio. Lamentablemente, la situación planteada en la
segunda mitad del juego, que requería atacar enérgicamente o
enfrentar una posible derrota, no se avino totalmente a mi estilo
de ajedrez. En el momento decisivo fracasé en la búsqueda del
desarrollo más fuerte y Karpov se defendió.
En la cuarta partida utilicé otra idea de Stean. Hice tablas
sin dificultad. Karpov ofreció tablas al repetir sus movidas.
Podría haber continuado la lucha, ya que me encontraba en una
posición levemente favorable. Pero decidí que no era lo
suficientemente buena como para forzar una victoria y acepté
tablas.
En víspera de la cuarta vuelta, el doctor Euwe anunció que
se iba y designó a Campomanes como representante de FIDE.
Extraña decisión, pues aunque fuera un ángel, una persona con
interés financiero en el match no puede ser neutral en todo lo
que a éste concierne.
Para la cuarta partida, Euwe se había ido. Y por extraña
coincidencia ¡Apareció en el juego una criatura asombrosa! Se
sentó en una de las filas delanteras y me miraba con gran
intensidad, intentando —no sin éxito— llamar mi atención. Su
relación con Karpov era indiscutible. Generalmente se sentaba
inmóvil las cinco horas íntegras. ¡Hasta un robot hubiera
envidiado su capacidad de concentración!, pero cada vez que le
26
tocaba jugar a. Karpov, se petrificaba. ¡Se podía sentir la
colosal máquina" de pensar funcionando dentro de este
hombre!
Esta criatura me desagradó. Pedí a la señora Leeuwerik,
que lo vigilase y tratara de que no quedara solo en el auditorio.
Pedí que se interrogara al jurado a su respecto y que lo alejaran
del escenario.
El primer intento de formular una pregunta al jurado sobre
Zoukhar terminó en un fracaso total. A la petición de informes
de la señora Leeuwerik, Baturinsky contestó pomposamente:
"Cuando llegue el momento le diremos quién es, ¡por ahora
es un turista!" Días después planteamos una queja al jurado
pidiendo que los soviéticos se sentaran en los lugares
especialmente asignados a los miembros de las delegaciones. A
esto Baturinsky replicó que ¡en las delegaciones había
miembros oficiales y otros no oficiales! ¡Que las ubicaciones
especiales se destinaban únicamente a los miembros oficiales!
Yo hubiera agregado esta declaración de Baturinsky en el
reglamento FIDE como la "enmienda Baturinsky". Desde el
punto de vista legal es completamente absurdo. No existiendo
clasificación de "oficial" y “no oficial” en el reglamento
FIDE o en la carta del campeón con anterioridad al match, se
supone que tal división no existe. En la práctica resulta
decepcionante; los entrenadores y el médico no intervienen en
el juego y se sientan distanciados, ¡mientras que un psicólogo
y los agentes armados de la KGB se sientan al lado del
escenario! Pero siendo Ivonin jefe oficial de ajedrez en la
URSS, ¿cómo puede aparecer como miembro "no oficial"? Fue
él mismo quien sentado en su oficina me reprochó mi
insubordinación y me anunció el tipo de castigo que me
esperaba. "Si continúa comportándose incorrectamente
—agregó—, no tenga dudas; habrá una .bifurcación de
caminos…" Bien, hubo bifurcación de caminos, ¡pero no
como pensaba él! ¡El solo mirarlo me enferma! Aún así, por la
"enmienda Baturinsky" se le daba el derecho de sentarse en la
primera fila.
Debemos admitir la superioridad soviética en cuanto a
interpretación de leyes —no sólo las de ajedrez, sino en
general— ¡no tienen parangón!
¿Y el jurado? Aceptó esta enmienda sin titubear.
Mientras tanto, transcurría la quinta partida. A poco de
iniciarse empleé una nueva jugada que descubrí sobre el
tablero. Inmediatamente sentí la reacción de Karpov; la jugada
no era mala, pero lo más importante era su carácter
imprevisible. La situación se presentaba aproximadamente
pareja, pero no del agrado de Karpov. Percibiendo esto me
permití jugar con mayor audacia que la habitual. Karpov no
pudo bloquear mi estrategia. La partida fue postergada en
situación difícil para él.
Ahora me cuesta comprender cómo ocurrió: ni mis
segundos, ni los grandes maestros que me asesoraban ni yo
anticipamos la jugada secreta con que respondió Karpov. La
estrategia fue ciertamente audaz y debí pasar cuarenta minutos
frente al tablero planeando el desarrollo del juego. A poco de
reiniciarse éste, me encontré con un serio problema de tiempo.
Mientras se me planteaba este problema, Karpov comenzó
a jugar rápidamente. Pensó que podía ver más rápido y con más
perspectiva que yo e intentó forzarme a cometer un error que
decidiera la partida de allí en más, aprovechando el problema
con el tiempo. Mirando hacia atrás, cometí ciertamente varios
deslices en cuanto á control de tiempo en el curso del match,
pero Karpov también se permitió ciertos errores triviales, de
modo que resultó 50:50. Pero en esta partida, mientras yo me
afanaba en mi carrera contra el tiempo, ¡él se expuso a jaque
mate en varias movidas y yo dejé escapar la oportunidad!
A medida que progresaba el juego, mi ventaja resultaba
insuficiente para una victoria. Me permití el gusto de poner al
campeón mundial en situación de ahogado. En primer lugar, en
esta instancia no necesitaba ofrecerle tablas. Pero en segundo
lugar, por más normal que sea en un juego de ajedrez la
situación de ahogado, el que se lo ponga a uno en ella se lo
considera ligeramente humillante. Es gracioso, ¡pero cierto! De
modo que; después de esta partida, Karpov se sintió
groseramente insultado.
Algo más relacionado con esta quinta partida. Cuando
después de jugar largamente terminó en tablas, el coronel
soviético de justicia intercambió besos con el policía millonario
Campomanes, a plena vista de los honestos ciudadanos.
Karpov comenzó la sexta partida con la jugada 1.c4. Esto
demostró que no había podido encontrar ninguna estrategia en
su arsenal que pudiera oponerse a la idea de Stean y que estaba
muy cansado después de la partida anterior. La jugada tenía
otra intención: la de sonsacarme mediante una compulsa de
fuerza cuál era para mí la defensa al 1.c4, para después usarla
27
en mi contra. Todo esto me resultaba claro. Era evidente que
mi mayor experiencia con las blancas me proporcionaba la
posibilidad de engañar a Karpov utilizando otros sistemas,
además de los considerados más seguros. No tenía intención de
revelar lo que pensaba. Llevé con facilidad el juego a un nivel
parejo, y al poco tiempo Karpov me ofreció tablas. Aquí
demostré mi poca voluntad. Naturalmente a Karpov tampoco le
satisfacía la situación; también había empleado más tiempo que
yo. ¡Ay, no estoy hecho de acero! Consideré que continuar el
juego representaría demasiada tensión también para mí, y
acepté el empate ofrecido.
El comienzo de la séptima partida fue caracterizado por un
incidente que, en vista de su insignificancia, no tuvo
repercusión periodística. Ni siquiera mereció el comentario de
Keene, quien se permitió publicar un extenso material que
incluía asuntos privados de nuestro grupo, actitud perniciosa
para nosotros.
Recordaré al lector que el día anterior al match, por mi
insistencia, se adoptó la ceremonia de ponerse de pie y
estrechar manos antes de comentar el juego. Hice especial
hincapié en mi propuesta ya que en Moscú, en 1974, Karpov,
que a la sazón tenía 23 años, se había mostrado bastante mal
educado con su contrincante de 43 años.
Cuando me aproximé al escenario vi a Karpov sentado. No
se incorporó cuando me acerqué a la mesa. Me senté, pero
entonces Karpov se levantó a medias y extendió su mano. Me
tomó desprevenido. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su
rostro. Me llevó un momento recobrarme y. . . Nada de esto fue
advertido por la prensa, por Keene y ni siquiera por el jefe de
árbitros, L. Schmid.
Ahora veo claramente que esta actitud constituyó una
anticipación sutilmente planeada para la que habría de adoptar
antes de la partida subsiguiente.
Comenzó la séptima —la primera de una serie de partidas
extraordinarias de este match—. A cambio de su inesperada
actitud previa a la partida, ¡tomé a Karpov desprevenido en la
apertura! Empleé una interesante idea de Murei y obtuve una
ventaja posicional abrumadora. Karpov estaba sentado, pálido,
con lágrimas en los ojos. No me sentía con ganas de
compadecerlo. Por temor al psicólogo soviético, decidí jugar
aislado, no ya sentado en el tablero sino en el cuarto de reposo
con el monitor. Sólo cuando Karpov había efectuado una
movida, me sentaba frente al tablero con pocas ganas, ya que
no deseaba repetir el comportamiento de mí match con
Spassky.
Al transgredir mi hábito de permanecer sentado frente al
tablero durante casi las cinco horas íntegras, jugué en forma
poco convincente. Me apresuré a ganar mediante un cambio de
piezas, pero con esto ofrecí a mi adversario una fuerte
compensación posicional. Gravitando sobre la situación
problemas de tiempo y sin poder vislumbrar una alternativa
para ganar, efectué una movida tipo haraquiri y permití a
Karpov una formación amenazante de peones pasados, que sólo
un milagro podía detener en su irrestricto avance hacia la
coronación.
Este "milagro" (iban a ocurrir muchos más en el juego)
sucedió cuando ambos enfrentábamos problemas de tiempo:
después de entregar una pieza penetré con mi dama en el
campo adversario.
Aquí la partida fue postergada. A pesar de mi éxito parcial,
todos estimaron que mi posición era desesperada. Mis
segundos y yo echamos un vistazo a nuestra posición y
llegamos a la conclusión de que no había forma de salvar el
problema. Los segundos se fueron a descansar y Keene a enviar
su habitual télex a-"The Spectator", por el que informaba al
mundo que había llegado la hora de mi retiro...
Debo reconocer su mérito a la señora Leeuwerik. Su
intuición le dictaba que todavía había posibilidades de salvar
el juego y que era temprano para que los segundos se retiraran
a dormir. Me trajo a Murei, que vino con desgano (he aquí un
ejemplo de disciplina en el mundo libre). ¡No hay forma de
rivalizar con las brigadas militarizadas soviéticas! Juntos
encontramos un camino para continuar la lucha. ¡No un seguro
camino hacia un empate, sino una clara posibilidad de salvar la
partida!
Imaginen la sorpresa universal cuando, después de evaluar
mi movida secreta, ¡Karpov me ofreció tablas!
¿Qué significaba todo esto? Al analizar la víspera la quinta
partida, nuestro grupo había demostrado su completa
incapacidad. Pero ahora Karpov evidenciaba una confianza
absoluta en el trabajo de nuestro equipo.
Recurramos a los aficionados. He aquí una carta:
"Me parece bastante posible que la delegación de Karpov
haya instalado micrófonos o quizás cámaras filmadoras o
28
agujeros delatores en las habitaciones donde ustedes analizan
las posiciones postergadas. Prueba de esto es que cuando el
jugador israelí encontró la variante salvadora en una posición
que parecía perdida para usted, inmediatamente Karpov, al
día siguiente, ofreció tablas. Ni siquiera esperó dilucidar si
ustedes habían dado con esa variante. Aun cuando concedamos
que descubrió la variante salvadora por sí mismo, sin recurrir
al espionaje, hubiera esperado antes de ofrecer tablas a que
ustedes hicieran un par de movidas para convencerse de que la
hubieran pensado. . . Morton Delman, Texas, USA." En
principio estoy de acuerdo. No encontramos otra explicación
para esta paradoja. Queda un detalle que requiere aclaración.
Nuestro hotel contaba con un poderoso sistema de seguridad.
Sin mi permiso o el de Campomanes ni una mosca hubiera
podido inmiscuirse en nuestras habitaciones. Ahora el lector
adivinará quién carga con la responsabilidad de la instalación de
equipos supersensibles en nuestras habitaciones.
Imposible callar las actividades de Keene durante el
match. Los télex diarios que enviaba a Londres sin mi
conocimiento o el de la señora Leeuwerik constituyeron otra
fuente desde la cual los soviéticos obtuvieron información
sobre el trabajo de nuestro cerebro central: cada línea era
estudiada por Campomanes, quien estaba relacionado con los
soviéticos, y los organizadores, si se eligen un favorito son
soviético, Y Keene lo sabía... ¡Tengan cuidado,
competidores futuros! Las oportunidades de los
organizadores si se eligen un favorito, son ciertamente
provechosas.
 5. LA SITUACIÓN SE PONE TENSA

No pasó inadvertido mi comportamiento durante la séptima

partida. Nuestra delegación formuló una protesta contra
Zoukhar para que fuera alejado de las primeras hileras hacia el
interior del salón. La respuesta de Baturinsky fue la siguiente:
". . . El profesor Vladimir Zoukhar, doctor en medicina, ha
venido. . . como miembro de la delegación soviética (¡por fin lo
admitió!) pero…no es miembro oficial según el reglamento del
match, (Pero es un miembro oficial de la delegación soviética.).
. . El profesor Zoukhar es especialista en problemas de
psicología y neurología con muchos años de práctica, y posee
una reputación profesional intachable (¡hasta ese momento!
VK). Durante los últimos años ha sido consultado por el
campeón mundial en el campo de su especialidad. Actualmente
no es poca la importancia que se les asigna a los problemas
psicológicos en el deporte, tanto durante la preparación como
en las competencias. Justamente en su libro publicado en
Holanda en 1977. . . Korchnoi apunta que en el match final de
candidatos de 1974 recurrió a los servicios de ciertos psicólogo
en Leningrado (¿y qué, acaso hubo quejas?).
"…La presencia de Zoukhar en Baguío responde a la
necesidad de que estudie cuidadosamente el estado psicológico
29
general del campeón mundial, incluso durante las partidas,
tanto como las de su contrincante. El reglamento no lo
prohíbe,"
La intención de Baturinsky es probar que Zoukhar no está
contraviniendo ningún reglamento. Aprovechando los giros
humorísticos del texto de la carta de Keene, consigna que no
hay nada criminal en que Zoukhar no haya ido al baño durante
todo el match.
"... En su carta, Keene menciona que la presencia de
Zoukhar en la sala, con la mirada fija en Korchnoi, molesta a
éste. Keene también hace alusión a las facultades hipnóticas de
Zoukhar. Estas acusaciones son totalmente inadecuadas tanto
desde el punto de vista científico cuanto desde el aspecto
práctico. De paso, debe recordarse que Korchnoi expresó
similares sospechas y acusaciones sin fundamento en matches
anteriores como los de Tal (1968), Karpov (1974) y Spassky
(1978)."
El último párrafo merece un comentario especial.
Baturinsky no está mal informado (¡todavía mejor que yo!).
Incluyó en su lista el match con Karpov de 1974; no solamente
nunca lo había mencionado, sino que ni siquiera sospeché nada
parecido. Al mencionar esto evidencia que entonces habría
habido un intento de coacción psicológica: ¡allí dejó escapar el
secreto!
En cuanto al match con Tal, ni siquiera en esto el coronel
contaba con los datos correctos. Me había percatado de que
existía un vínculo hipnótico entre Tal y su médico. Ante mi
insistencia, el médico fue alejado al medio del salón, a la
séptima fila. Ante la falta de normas al respecto, éste es un
precedente que los juristas valorizan particularmente.
Pero sigamos leyendo para descubrir cuántas sorpresas más
había reservadas para el mundo:
"Las quejas de Korchnoi sobre la influencia de factores
sobrenaturales en la competencia ajedrecística pueden
explicarse ya sea por su mórbida inclinación hacia la
exageración o por su deseo de exacerbar la atmósfera que
rodea…al match. A propósito debernos rememorar…que
muchos matches en los que Korchnoi participó estuvieron
rodeados de situaciones escandalosas. Por ejemplo, con
Reshevsky en 1968 (¡mentira! VK), con Tal en 1968
(¡mentira! VK), con Mecking (¡mentira! VK), con Petrosian
en 1974 (ver mi libro "Chess is My Life" VK), con Karpov en
30
1974(cruda mentira, ¡si sólo lo hubiera intentado! VK), con
Spassky en 1978 (el mundo de ajedrez no vio con buenos ojos
el comportamiento extraño de Spassky; ¡sólo se lo toleraba en
mérito a la Federación Soviética de Ajedrez! VK).
En un grupo normal, se discrimina a una persona que
miente y calumnia por estafador y canalla, en cuanto quede al
descubierto. Pero para el jurado un mentiroso y pseudojurista,
con una larga foja de servicios, se convierte en un heraldo de la
justicia. He aquí:
"Basando nuestra presentación en lo precedente,
consideramos las acusaciones y sospechas dirigidas contra
Zoukhar, como asimismo la exigencia de determinar su
ubicación en el salón, diferenciándolo de los demás
espectadores —y no hablemos de la pretensión de su
expulsión—, como infundadas y obscenas."
¡Ejemplo típico de la jerga legal soviética! La declaración
no responde a la cuestión principal, sino que amontona
inmundicia sobre su opositor, transfiriéndole su propia
culpabilidad!
¿Quién es este Zoukhar? Si es miembro oficial de la
delegación, que se siente con ellos; si no, ¿por qué lo defiende
Baturinsky? — ¡no es el embajador soviético en las Filipinas!
¿Por qué había de sentarse Zoukhar cerca del escenario?
¿Quién le impide presenciar el juego desde lejos por medio de
binóculos? Todo lo que pido es que lo alejen de mi vista. Si se
sienta a la vista de Karpov y mantiene su relación visual con él
durante el juego —el contacto con el auditorio está prohibido
por las normas de la FIDE— ¡debe ubicarle más lejos!
Dejemos este problema por ahora. ¡Los soviéticos tienen
un equipo numeroso y recursos insospechados…!
La octava partida. Llegué a la mesa; Karpov no se levantó.
Me senté y le extendí la mano. Karpov replicó que a punir de
ese momento no tenía la intención de darme la mano.
Apelé al jefe de los árbitros ya que, atento a lo acordado
oportunamente, Karpov debió haberlo impuesto de esta
circunstancia con anticipación a fin de que él pudiera
prevenirme. Schmid no se daba cuenta qué ocurría ya que no
había sido advertido. Miró su reloj para verificar si yo había
llegado tarde. No, ¡todo estaba en orden!
Yo estaba fuera de mí. ¡Esta constituía una infracción
flagrante y pérfida del acuerdo!
Después Lothar Schmid aclaró que si yo hubiera solicitado
una postergación de la partida, no habría objetado tal pedido.
Pero no se me ocurrió, ya que tamaña grosería me intimida.
Para que el lector pueda comprobar lo aquí expuesto, lo invito a
consultar las dos fotografías captadas en esa oportunidad.
Debo confesar que antes del match había ensayado este
momento: el de la posible violación del acuerdo por parte de
Karpov.
Pero lo terrible fue cómo ocurrió, ¡la actitud bestial con que
se rehusó Karpov! ¡Traten de imaginar el comportamiento de
los agredidos en la URSS en 1941; en Praga, en agosto de
1968; en Teherán, en noviembre de 1979! Los bárbaros no
reconocen la ley.
El disparo hizo centro. Jugué como una criatura. Karpov
condujo su ataque con eficacia. En un torneo de ajedrecistas de
primera, se hubiera clasificado esta partida sólo en estimable
nivel.
Durante el desarrollo de la partida, A. Roshal ofreció una
tardía conferencia de prensa en la que leyó una declaración "en
nombre de Karpov:
"Desde hace muchos años Korchnoi se permite insultar a
Karpov y a otros grandes maestros y a bien conocidas
personalidades del ajedrez (Baturinsky. ¡Es terrible imaginar lo
que hubiera ocurrido en el mundo del ajedrez si hace un par de
décadas una conferencia especial hubiera liquidado a esta
figura!) Motivado por el deseo de allanar el camino a los
bondadosos organizadores de este match, a fin de que el mismo
tuviera lugar en condiciones deportivas normales, Karpov
accedió a estrechar manos y ciertamente lo hizo, aunque
después de esto (el subrayado es mío V.K) Korchnoi se tomó
nuevamente la libertad de insultar al campeón y a su delegación
en una conferencia de prensa en Manila."
En primer lugar, la conferencia de prensa no había sido
antes sino después de haber adoptado el acuerdo, y en segundo
lugar, si uno no quiere que los miembros de su delegación sean
insultados elíjalos entre gente de real valía y no a coroneles de
la KGB. Pero si Karpov consideró un insulto el que lo haya
responsabilizado de la pobreza de mi familia en la URSS, eso
significa que es verdad. Es verdad de puño que, usando una
expresión rusa, resulta "intragable".
Y finalmente: "Los últimos acontecimientos han
demostrado que el desafiante no ha abandonado su actitud de
exacerbar tensiones. En vista de esto, Karpov rehúsa estrechar
31
manos con Korchnoi".
¿A qué actitud se refería? ¿A que le presentara tablas por
ahogado o el intento de alejar a Zoukhar? Recuerdo las fechas:
mi conferencia de prensa se realizó el 4 de julio; la carta de
Karpov aceptando estrechar manos, el 12 de julio; la
declaración Roshal-Karpov, el 3 de agosto. No se necesita ser
psicólogo perspicaz para darse cuenta de que la aceptación de
mi propuesta sobre el saludo estrechando manos sólo fue una
maniobra para aprovechar el momento propicio para
rechazarla. ¿Cómo interpretó la prensa esta situación? La
mayor parte la evaluó correctamente en su verdadero
significado, aunque, en su libro, J. Donner expresó una opinión
distinta. "Es extraño que Karpov, habitualmente tan correcto,
cometiera una acción deleznable, pero el comportamiento de
Korchnoi lo obligó a ello." Bien, naturalmente, señor Donner,
el comportamiento de Finlandia en 1939 obligó a la Unión
Soviética a invadirla y Holanda también se comportó tan mal
¡que los alemanes se vieron forzados a ocuparla!
Famoso por su imparcialidad, el periodismo soviético no
informó en absoluto sobre el incidente: el lector soviético no
debe enterarse de que en algún momento Karpov había
estrechado voluntariamente la mano a Korchnoi.
Evidentemente, este tema nada tiene que ver con
consideraciones tácticas. ¡Pero trate de explicárselo al lector…!
Pasaron algunos días antes de que yo intentara responder al
truco de Karpov en la octava partida y a la declaración de
Roshal. Lamentablemente, en mi grupo no había especialistas
con tiempo como para involucrarse en litigios cotidianos y en
la publicación de declaraciones. No tenía fuerzas para detener
la avalancha de mentiras que hacía circular la dotación
soviética, pero el silencio hubiera significado un
reconocimiento de culpabilidad. Tenía que hacerlo todo yo,
pero esto me divierte. Un amigo mío redactó la declaración
formal para la prensa; yo lo traduje al ruso y la señora de
Leeuwerik, del ruso al alemán. Luego, fue traducido del alemán
al inglés por expertos nuestros. La señora de Leeuwerik lo
divulgó en inglés. Como se ve, este discurso atacando a los
soviéticos fue el fruto de la labor colectiva de gente de muchos
países: buen ejemplo para estadistas y políticos de todo el
mundo.
Los puntos principales de este manifiesto eran:
"Korchnoi expresa su pesar de haber propuesto estrechar
manos antes del comienzo del match. Lo hizo por respeto al
público filipino y a fin de mantener el decoro en este extraño
match, por lo menos en el escenario…
"El numeroso séquito seleccionado a dedo por Karpov
procura convencer al mundo de que Karpov está jugando
'ajedrez puro', mientras Korchnoi, hablando con crudeza, se
dedica a hacer política.
"¿Acaso Karpov considera poco natural que intente librar a
mi familia de su cautividad en la Unión Soviética? ¿Piensa
Karpov que, por el hecho de haber renunciado a la bandera
soviética, Korchnoi ha perdido el derecho a toda otra bandera?
Korchnoi sabe que a Karpov se le enseñó en el colegio que su
país es el más grande del mundo. Con todo, Korchnoi tiene la
esperanza de que el nivel intelectual de Karpov le permita
discernir que existen otros países en el mundo.
"¿Estima Karpov que es ético su intento de llegar a
campeón de ajedrez (sin esfuerzo) en este tipo de mundo
soviético utilizando una vez más los servicios del misterioso
Zoukhar?
"En cuanto al acto de estrechar manos, Korchnoi declara
que una de las razones por las que emigró de la Unión
Soviética fue precisamente la de evitar estrechar manos con
alguien como Karpov. Korchnoi tomó la decisión de suspender
toda comunicación con Karpov al principio de la novena
partida. De allí en adelante, el ofrecimiento de tablas se
formularía únicamente a través del jefe de árbitros.
"Korchnoi me ha pedido que aclare que desde ahora hasta
el final del match su juego se verá inspirado por un sentimiento
especial: oirá resonar en los bolsillos de su adversario el ruido
de las cadenas que amarran a su familia al campamento de
prisioneros en la Unión Soviética. Quizá la llave de estas
cadenas se encuentre en los bolsillos de los inocentes,
honorables e instruidos caballeros Zoukhar o Baturinsky, quien
era, y sin duda sigue siéndolo, un carcelero profesional.
"Mucho agradaría a Korchnoi que los periodistas
representantes de aquellos países donde existe la libre
expresión informen a sus lectores sobre esta decisión."
La novena partida. Ya en una situación calma, supero
gradualmente el juego de Karpov. A mitad de la partida,
experimenta dificultades. Interesantes acontecimientos se
producen en el auditorio durante el juego. Debo admitir que,
cumplida la séptima partida, al esconderme de Zoukhar,
32
maltraté despiadadamente a mis segundos y a la señora de
Leeuwerik por no apoyarme mientras jugaba, por no haber
insistido en el alejamiento del psicólogo. Durante la novena
partida, la señora de Leeuwerik, sin advertirme previamente,
pidió al jefe de árbitros que alejara al psicólogo o que
transfiriera el juego a un cuarto cerrado. Las conversaciones
sobre el tema Zoukhar habían sido más que suficientes, pero
L. Schmid quería convencerse a sí mismo sobre la necesidad
de tomar medidas. Vino a verme al cuarto de reposo y me
preguntó si había algo que me perturbara. Alejado como
estaba en ese momento del mundo real, y sin sospechar el
motivo de la pregunta, contesté: "No, no absolutamente nada".
Como consecuencia, esta cuestión nunca consiguió
resolverse definitivamente. No obstante, el jefe de árbitros
decidió alejarlo del escenario. La persecución del "eminente
científico" continúa a lo largo de todo el torneo. Se lo alejó,
luego volvió; se lo cambió de lugar nuevamente: es complicado
aplicar medidas estrictas a un grosero que; se hace pasar por
científico…
En cuanto a la partida, Karpov jugó pobremente sin el
apoyo de su psicólogo; en una posición relativamente sencilla,
lo superé con creces. Justo antes de quedarme sin tiempo,
Karpov hizo un desesperado esfuerzo por activar sus piezas,
sacrificando un peón. Perdí la oportunidad de forzar una
victoria, ya que no me quedaba tiempo para entrar en
complicaciones. La partida terminó en tablas.
Al día siguiente, Karpov personalmente echó leña al
fuego. Hasta entonces no había escrito ninguna declaración; su
delegación disponía todo "en nombre del campeón". ¡Pero
esta vez no pudo refrenarse! ¡Se lo había tocado en su punto
más vulnerable! Protestó por la persecución a Zoukhar y acusó
al jefe de árbitros, L. Schmid, de falta de objetividad. El jurado
discutió la cuestión. En una sesión posterior a la séptima
partida, el jurado había delegado en los árbitros el derecho de
decidir cuestiones de orden en el auditorio y la urgencia de
cambiar a ciertos espectadores de lugar. Pero en esta ocasión, el
jurado dictaminó que la acción de Schmid en la novena partida
había sido incorrecta y de este modo revocó su propia decisión.
De ahí en más, se le prohibió a Schmid encargarse del asunto.
Decenas de países mostraron vivo interés y simpatía hacia
mi lucha contra el psicólogo soviético. Recibí una enorme
cantidad de cartas exponiendo puntos de vista científicos y
ofreciendo su ayuda. Esta provino de Inglaterra:
"...Soy parapsicólogo de Cambridge... Pensé que
posiblemente el grupo de Korchnoi recibiría con interés cierta
información sobre Zoukhar y sus actividades... Los obser-
vadores norteamericanos del campo psicológico ruso no
conocen el nombre de Zoukhar, aunque esto no signifique
gran cosa, ya que los rusos mantienen la esfera parapsicológica
en la mayor reserva, juzgando por lo que he leído, parecería
que estuviera en condiciones de hipnotizar de lejos o algo
parecido. Aparentemente ha logrado algún éxito, aunque por
corto lapso; hace tiempo que los rusos están estudiando el
fenómeno de la hipnosis a distancia. No interesa realmente
cómo lo consigue, pero es evidente que le exige una poderosa
concentración. Juzgando por los informes de la prensa y lo que
he escuchado, se sienta mirando fijamente a Víctor,
concentrándose probablemente en su cabeza o en su cara.
Un modo sutil de contrarrestar esto... sería ubicar a alguien
detrás de este hombre que mira con fijeza. Simultáneamente,
otros deberían fijar su mirada en Karpov. Esto tendría como
efecto el hacer de Karpov el objetivo en lugar de Víctor, y por
lo menos molestaría a Zoukhar. Otra posibilidad que
aparentemente ya se ha intentado, sería molestar su
concentración, distrayéndolo. Leí que algunos habían tratado
de irritar a Zoukhar levantando libros de Solzhenitsyn. Este es
el comportamiento adecuado...
Carl L. Sargent. Laboratorio Psicológico, Universidad de
Cambridge."
La que sigue es de Suiza:
"He seguido con interés los detalles de su conflicto con
Karpov y, en particular, con Zoukhar... Quisiera señalar que
resulta un juego de chicos colocar en el auditorio a gente que
posee la habilidad de sugestionar a corta distancia. En realidad,
en una situación como ésta no permitiría a nadie, entrenado en
la aplicación de esta facultad, sentarse en el mismo edificio.
Realizamos constantes experimentos en que ni siquiera las
paredes de una habitación constituyen una barrera que pueda
proteger el cerebro de influencia externa."
El doctor Robert F. Klein van Venin-Pabur es Presidente de
la Sociedad Internacional de Psicoterapia y Psicosíntesis No
Verbal.
Hice llegar estas cartas al jurado como opiniones de
33
especialistas sobre la actividad de Zoukhar. Pero todo lo que se
logró fue que Zoukhar prometiera, motu proprio, como acuerdo
de caballeros, sentarse en la séptima fila...
Décima partida. Simultáneamente con nuevos aspectos de
guerra psicológica, los rusos incorporaron nuevas tácticas en el
tablero. Evidentemente, de acuerdo con un plan preestablecido,
estos debían marchar hombro a hombro... La partida me
planteó dificultades. Karpov me atrapó en una variante
preparada por él. Dicen que la habían analizado mucho antes
del match, pero que no habían podido aplicarla al comienzo.
Hay que reconocer su merecimiento a los entrenadores: un
fino logro, ¡una innovación en la teoría de las aperturas! Entre
su numeroso grupo de entrenadores excepcionalmente fuertes
en la práctica, pero desprovistos de una importante dosis de
imaginación ¡sólo el modesto y trabajador Zaitsev, un
intelectual y visionario puro, puede haber descubierto algo así!
Este hombre me persigue a todos lados; es el tercer match
donde me lo encuentro. Una lástima, ¡me gustaría contarlo
entre mi grupo! ¡Conmigo podría desarrollar su talento y
obtener un reconocimiento mundial!
Debí resolver arduos problemas en el tablero. Utilicé
mucho tiempo, pero sólo pude solucionar la mitad de las tareas
que tenía por delante. De uno u otro modo logré pasar al final;
la posición era aún difícil pero, como dicen los grandes
maestros, "la progresión fue cuestión de técnica". Con el activo
apoyo de Karpov logré equiparar el nivel. Tablas en la movida
cuarenta y uno.
Undécima partida. Zoukhar — ¡no se puede negar!— es un
verdadero caballero. Está sentado tranquilo en la séptima fila
con uno o dos espectadores ocasionales delante de él. ¡Ningún
privilegio para el eminente científico!
Jugué una apertura inusual. Al encontrarse Karpov en una
situación poco familiar en el tablero comenzó a titubear,
cometió algunos errores y yo conseguí una superioridad. Uno
hubiera pensado que Karpov se defendería tenaz y
perseverantemente al encontrarse en posición cerrada, pero al
poco tiempo cometió un grueso error, perdió por un cambio y
la batalla concluyó... No seguiré el ejemplo de los rusos
proclamando mi victoria hasta los cielos. Sí, Karpov jugó
pobremente, no fue una buena partida...
Cuando terminó el match, Karpov expresó en la prensa
soviética una extraña opinión sobre esta partida:
 "No puedo explicar qué pasó. Me sentí bien, pero jugué
mal." Bien, desde un punto de vista ajedrecístico ya lo he
explicado. Todo anda sobre ruedas para Karpov cuando tiene
medio juego anotado en su libreta, pero otro es el cuento
cuando tiene que desarrollarlo él solo desde la primera jugada.
Excepto que Karpov no insinuaba esto a sus lectores. Insinuaba
que su pobre, viejo psicólogo estaba sentado en la séptima fila,
imposibilitado de ayudar al campeón. O quizá alguna otra cosa
de este tenor.
El hecho es que mi psicólogo, V. Berginer, de Israel, llegó
a tiempo para la undécima partida. Sin ser reconocido, tomó
asiento tranquilamente en la quinta fila,
Permítanme ahora exponer mis opiniones —las opiniones
de aficionado y, en algunos aspectos, el destinatario de expe-
riencias psicológicas y parapsicológicas—: No hay duda de que
la hipnosis existe y es en sí una fuerza poderosa. Hace algunos
años informaron en la prensa sobre experimentos realizados en
la Unión Soviética: se sugería a algunas personas que eran
artistas famosos y, aunque nunca hubieran manejado un pincel
¡creaban pinturas bastante buenas! Hace un par de años, Tal
participó en un experimento similar. Se le sugirió a su
contrincante, un jugador de ajedrez de mediana capacidad,
que era Morphy. ¡Cuando comenzó el encuentro la pareja
de Tal exigió honorarios! Luego se inició la partida y Tal se
vio desmedidamente exigido para superar en el juego a este
genio recién revelado.
Precisamente éste es el vínculo que existía entre Zoukhar y
Karpov, vínculo prohibido por el reglamento de FIDE (punto
5to.).
Tal relación exige total consentimiento, confianza mutua y
comprensión entre el médico y su paciente. Cuánto más cerca
está al médico de su médium más fuerte es el vínculo. Es muy
importante reforzarlo a veces durante el juego —por ejemplo,
mirándose el uno al otro—.
¿Es posible lograr apoyo desde una distancia fuera del
campo de visión, aunque el vínculo sea unilateral? Esta
facultad, llamada telepatía, entra en el campo de la
parapsicología. Hasta ahora constituye un secreto científico o,
más bien, militar. Las superpotencias — la URSS y USA—
toman muy en serio este asunto, pero los resultados se publican
con renuencia. Por otra parte, un juzgado soviético sentenció a
A. Sharansky a trece años de prisión por haber pasado
34
supuestamente información secreta a los servicios de
inteligencia norteamericanos sobre los avanzados logros
científicos alcanzados por el Soviet en el campo de la
electrónica y la parapsicología...
Pero si este poder existe, ¡el reglamento de FIDE carece
de fuerza!
Es posible que Karpov hubiera mantenido este vínculo en
fecha anterior – por ejemplo, durante su actuación en el torneo
de Alemania en marzo de 1977—. Es posible que debajo de
la espléndida cabellera del campeón —incidentemente, una
reciente adquisición— se encuentren electrodos conectados con
su cerebro para reforzar el vínculo. Sea como fuere, una
conexión parapsicología siempre es más eficaz que un
vínculo psicológico directo entre el médico y su paciente. En el
segundo caso, a menor distancia, exiguos son los obstáculos
que lo rodean y los que pueden inmiscuirse, y mayor su
eficacia.
Someramente, ésta es la situación cuando se crea una
influencia negativa. Algunos ingleses me dijeron después del
match que una carga de odio puede transferirse a distancia
con mucha facilidad. No obstante, el individuo contra quien
está dirigida esta carga hostil de energía, apenas siente su
influencia depresiva.
¡Otra cosa es cuando actualmente ve la fuente de esta
energía! Nuevamente estamos entrando en el campo de la
psicología pura. No es mera coincidencia el que Zoukhar
aprovechara toda oportunidad para encontrarse conmigo
personalmente; me esperaba cada vez que entraba o salía del
edificio, concurría a todas las recepciones oficiales o no a las
que yo asistía invitado, hasta frecuentaba mi hotel...
Debo señalar que, como parapsicólogo Zoukhar no tuvo
mucho éxito en el match, pero, por otra parte, ¡sus activi-
dades psicológicas produjeron excelentes resultados!
Continuando, citaré datos estadísticos: cuando Zoukhar estuvo
presente cerca del escenario, Karpov ganó cinco partidas y
perdió una; cuando estuvo ausente, el score fue 4:1 a mi
favor.
Quisiera destacar una vez más que el motivo principal por
el que yo quería desplazar a Zoukhar no radicaba tanto en
sus intentos de influirme cuanto al patente vínculo existente
entre él y Karpov. Baturinsky se refiere en su carta al empleo
de psicólogos en muchos aspectos del deporte. Pero los de-
portistas no están ligados al psicólogo ni en gimnasia, ni en
basquetbol, ni en fútbol, durante el juego; en cambio aquí,
en contra de todas las reglas, se mantuvo el vínculo.
Con todo, ¿qué pasó durante la undécima partida, tan
mal jugada por Karpov? ¿De qué se quejaba el silencioso lector
soviético?
Pido disculpas por mi hipótesis a los ajedrecistas que no
creen en este galimatías (cuando le dije a Portisch que en el
final de su match con Spassky había caído víctima de la
hipnosis, me contestó: "No, ésas son tonterías"), y también a
los especialistas que se ocupan de desarrollar la ciencia de la
parapsicología. Pero, por favor, no olviden que ahora estoy
expresando mi opinión en beneficio de ambos lados —de los
soviéticos también—; sólo que ellos discuten este asunto en el
mayor secreto.
No pienso, sin embargo, pedir disculpas al honorable
jurado. Después de escuchar numerosas quejas y evidencias
¡declaró que no existen obstáculos intelectuales para los
jugadores de ajedrez!
Zoukhar estaba, pues, en la séptima fila mientras mi asesor,
Berginer, desconocido aún, estaba en la quinta. Y ocurrió que
Zoukhar ese día se paralizó, su contacto con Karpov fue
puramente externo. Karpov jugó con rapidez, con mayor
rapidez que la habitual, pero no demostró la menor profundidad
táctica, ni la habitual visión estratégica en su juego. Como
comentó uno de los espectadores, jugaba rápidamente de modo
de tener tiempo para pensar en sus errores.
Bien, sí hablamos de que cierta sustancia puede ser
transferida desde una distancia, entonces no resulta difícil
elaborar esta línea de pensamiento e imaginar que el proceso de
pensar pueda impedir que esta sustancia llegue a su objetivo.
Los soviéticos no repitieron su error. Rompiendo su pacto
de caballeros, desde la siguiente partida Zoukhar se sentó
nuevamente en la cuarta fila. Mi psicólogo fue prontamente
identificado y sofocado por "atenciones y cuidados", ya que la
oposición contaba con una vasta mayoría en el salón del torneo.
No tuvo más tranquilidad para trabajar. Me di cuenta de que en
esas condiciones era inútil su presencia y después de la partida
decimocuarta se fue.
A partir de ese momento los soviéticos, ayudados por
Campomanes, impusieron un sistema de vigilancia policial en
el salón. Todo espectador debía mostrar su documento de
35
identidad al comprar una entrada. Las policías soviética y
filipina concentraron su atención en toda persona "sospechosa”
ingresada al salón. Zoukhar estaba siempre rodeado por sus
hombres a fin de no ser distraído. Una carta de un individuo de
Hong Kong figura entre los juicios de un tribunal de
Amsterdam: durante la partida decimoséptima él y su esposa
estaban sentados cerca del hechicero soviético. Los hombres de
la KGB los sometieron a empellones. Tres horas después de la
iniciación de la partida, temiendo que se los lastimara
seriamente, se los obligó a abandonar el salón.
Duodécima partida. Hace ya un mes que Karpov y sus
asistentes están sumergidos en la Enciclopedia de Aperturas de
Ajedrez, de la cual escribí el capítulo sobre Variantes Abiertas
de la Apertura Española, No lo hice a la ligera. Cada variante,
cada línea de juego está sometida a prueba. Están buscando los
puntos débiles para mejorar las variantes. No es fácil. Dicen
que chequearon igualmente el manual técnico "Hutte". Pero
este test resulta más comprometido frente al tablero durante el
match.
En la duodécima partida escogieron una de las variantes
inferiores. Karpov logró una leve ventaja en el final. Subestimé
la fuerza de mi adversario y me arriesgué demasiado.
Karpov ganó un peón. La posición de las negras colgaba de
un hilo. Nuevamente le falló a Karpov la técnica de la que hace
tanto alarde. Logré activar mis piezas y salvé la partida.
Las partidas se suceden ininterrumpidamente y las sesiones
del jurado también. Los soviéticos están muy activos; surge
un problema detrás de otro. No les basta haberme privado de
una bandera; quieren desposeerme de cualquier forma de
defensa. Intentan probar que mi grupo no puede llamarse
delegación suiza porque la persona que la encabeza no está
autorizada por la Federación Suiza de Ajedrez. Están
indignados con la carta de la señora Leeuwerik del 8 de agosto
y la acusan de hacer propaganda antisoviética. Fíjense que la
carta la escribí yo y la acusan a ella, no a mí. Pero ¿qué me
pueden hacer, especialmente durante el match?
Ella actúa como vocero mío, lo que quiere decir que todo se
tranquilizará si logran alejarla. Lamentablemente así
sucedió...
Oh, la acusación de hacer propaganda antisoviética es
grave en boca de soviéticos. Se preguntarán ustedes, ¿dónde
está la propaganda antisoviética? ¿Se refieren a los trucos
publicitarios sobre mi familia, la bandera, Zoukhar y las el reglamento de la FIDE!)
innumerables "enmiendas" al reglamento de FIDE o al haber El jurado acepta obediente la propuesta soviética.
publicado estos trucos en la prensa? ¡Compórtense como Ya existía un precedente. En 1977, en Il-Ciocco, Petrosian y
caballeros, caballeros camaradas, entonces no conseguirán yo no cambiamos una sola palabra ni un gesto: el acuerdo de
fabricar propaganda antisoviética! tablas se concretó a través del jefe de árbitros, Kazic.
Envían un telegrama urgente a Suiza para clarificar la Después del match, en un reportaje para lectores soviéticos,
posición de la señora Leeuwerik. Vuelve la respuesta: sí, todo Karpov declaró que lo único que sentía hacia Korchnoi era un
está correcto, que la Federación Suiza ha autorizado a la odio profundo. ¡Cuánto más directos, más honestos en expresar
persona jefe del grupo Korchnoi. Es cierto que Suiza es un país sus sentimientos demuestran ser otros ajedrecistas, aun
neutral y no admite la responsabilidad por declaraciones Petrosian!
políticas. En cuanto a lo demás, la Federación Suiza respalda
los actos de la señora Leeuwerik.
Lamentablemente no fue éste el último pedido de informes
enviado a Suiza. El Presidente del jurado, Lim Kok An, que a
esta altura de las circunstancias se había convenido en un mudo
títere, continuó mohíno sobre este asunto.
¿Cómo debería llamarse mi grupo: "delegación suiza" u
otra cosa? Esta cuestión también se discutió en el jurado re-
petidas veces. ¿Merece esta pregunta tanta consideración? ¡Sí,
la merece! Los soviéticos insistieron que se llame a su grupo
"delegación soviética" y al nuestro, cualquier otra cosa menos
delegación suiza. Por un lado, está claro que es una delegación,
pero por el otro, no es más que gentuza. ¡La gentuza no tiene
derechos!
El día anterior a la llegada al match de un grupo de turistas
rusos, aparecieron carteles diligentemente preparados por
Campomanes indicando la ubicación de la "delegación
soviética" y del "grupo de Korchnoi".
Se discutió también el tema del ofrecimiento de tablas.
Parecería lógico que si los contendientes se dan la mano antes
de iniciar el juego, pueden comunicarse durante la partida. Si
no, no puede aceptarse comunicación alguna.
Pero ofrecer tablas a través del árbitro no es sencillo, sobre
todo si uno de los adversarios tiene problemas de tiempo. Pero
aunque Karpov cortó la comunicación con su conducta, no
quiso perder ninguna ventaja práctica. Los soviéticos,
basándose una vez más en las reglas de FIDE, intentan
demostrar que no consta ninguna otra norma para ofrecer
tablas. Conclusión: Korchnoi puede adoptar la actitud que Las numerosas publicaciones que circularon durante el match
mejor le parezca, pero Karpov se reserva el ofrecer tablas
directamente a su adversario. (Al mismo tiempo, puede
tomarle un poco el pelo a su contendiente ¡utilizando también
36
6. ESTOY DESHECHO. EL MATCH SE ACERCA A SU FIN.
INTERVALO
Salvo en las aperturas donde se lucieron la profundidad y
diversidad de las ideas colectivas, debo decir que tengo una
pobre opinión sobre el juego desarrollado en este match. En el
medio juego Karpov tuvo un desempeño resuelto pero
superficial, mientras yo cometí gruesos errores tácticos. En los
finales, Karpov incurrió en errores imperdonables para un
ajedrecista de más alto nivel.
La primera mitad de la decimotercera partida fue, antes de
su postergación, una de las mejores. Preparé una apertura
interesante, relativamente nueva, pero Karpov consiguió captar
sus sutilezas y logró una buena posición. Comenzó la pugna
por la iniciativa. La balanza comenzó a inclinarse a mi favor.
Varias veces pensé que ganaba y en cada caso Karpov encontró
una buena respuesta.
La partida se suspendió en esa situación engañosa: parecía
que las blancas debían ganar, pero resultaba imposible probarlo
a través de variantes específicas. Dediqué media noche con mis
asistentes buscando una ruptura, me cansé y al día siguiente
decidí usar una jugada de tiempo. Hasta ese momento había
sido el único en utilizarla con esta finalidad, pero me había
procurado resultados positivos. Esta vez me equivoqué.
Sencillamente no tuve suerte...
Ya en la partida decimocuarta los soviéticos habían
resuelto el acertijo que le proponíamos cuando jugábamos con
37
las negras. Después de un mes de ininterrumpido análisis
encontraron el camino para refutar las variantes que yo
empleaba. Desde la apertura, Karpov llevó el juego
directamente hacia el final, pasando por el medio juego con una
ventaja posicional leve pero extremadamente segura. El tipo de
posiciones planteadas en este juego, con alfiles de colores
opuestos y mucha actividad en las otras piezas, era de la
especialidad de Karpov. A pesar de mi tenaz resistencia, no
pude aguantar. El juego se postergó en una posición
desesperada.
Imagínense mí estado al tener que finalizar ambas partidas
al día siguiente. ¡Era tan grande mi deseo de forzar una victoria
en la partida de mejor posición a fin de compensar la otra! Mas
al reiniciar fue evidente, ya en la tercera movida, la
incorrección de nuestro análisis: Karpov había logrado
reagrupar sus piezas en forma óptima y yo no veía cómo
vulnerar su defensa. Me encontré con problemas de tiempo y
comencé a repetir las movidas. Hubiera sido más sencillo
ofrecer tablas, ¿pero cómo? ¡Había decidido no dirigir más la
palabra a ese canalla!
En la prensa occidental hubo necios que proclamaron al
mundo que había echado mano a toda treta imaginable para
ganar este match. Me pregunto si la gente sin principios
comprende que en el mundo hay gente que efectivamente los
tiene.
De modo que salté con mis piezas de un lado al otro del
tablero, renuente a la posibilidad de ofrecer tablas o
provocarlas por repetición de jugadas. “Y bien, qué puedo
hacer, no hay salida” —pensé demasiado tarde—. Evité la
repetición de una jugada, cometí dos torpes errores, uno
después del otro, y poco después abandoné.
Pero la otra partida terminó rápidamente, sin ceremonia. La
perdí también, ¡3:1!
¿Qué más puedo agregar a esta tragedia? Ah, sí, algo
gracioso, Al finalizar la decimotercera partida mi adversario y
yo intercambiamos lugares: tomé mis cosas del cuarto de
descanso y las mudé al del lado opuesto. Nuestras ubicaciones
frente al tablero también cambiaron. Zoukhar, hasta ese
momento sentado en el sector de la derecha del salón, copió
nuestros movimientos simétricamente y pasó a sentarse a la
izquierda, con Karpov...
La cuestión del psicólogo soviético no había sido tachada
de la agenda del jurado. Aun así, no logramos progresar en este
planteo. Zoukhar y Karpov seguían inseparables, situación
evidente para todos. Pero ¿cómo probar ese vínculo? No
acertaba a poner el dedo en la llaga. Alegué que me estorbaba.
Más aquí Baturinsky lució sus brillantes recursos legales. Probó
al jurado (¿para qué, con un jurado predispuesto a someterse a
Baturinsky sin necesidad de pruebas?) que en el reglamento de
FÍDE no se hablaba de obstáculos intelectuales. Sí, FIDE
estipula que cualquier persona que molesta, deliberadamente o
no, puede ser alejada de los jugadores. Pero contempla
obstáculos físicos, por ejemplo, ruidos o movimiento en el
salón. Ahora, perdónenme, el ajedrez es un juego intelectual.
En el ajedrez el público se ubica a cierta distancia de los
jugadores y éstos trabajan con sus cerebros; cualquier obstáculo
—no ya un disparo directo— influye sobre el cerebro y el
sistema nervioso.
Me resulta imposible solazar al lector brindándole alguna
variedad: el jurado aceptó obediente la enmienda al reglamento
FÍDE propuesta por Baturinsky.
Detalle curioso: en el curso de la discusión Baturinsky se
mostró indignado: ¿Cómo había podido yo exigir que fuera
apercibido un grosero que se había extralimitado?,
refiriéndome a un eminente científico a quien yo además había
alabado (sin querer) en mi libro: "Chess is My Life", ¡Llamar
grosero a Zoukhar!
Hum... durante una de las partidas, cuando Zoukhar vio a la
señora Leeuwerik cerca de él, dijo en voz deliberadamente alta
a uno de los agentes soviéticos: "Volodya, ¿te acuerdas que leí
en nuestro fichero que Korchnoi padece de gonorrea crónica?"
Imaginemos por un momento que fuera un representante
del mundo occidental, ¿Cuál sería su status como médico y
científico después de esto?
Inspirado por .su éxito, Karpov decidió que era hora de
terminar el match. Claro, la partida siguiente jugaba con
negras. Por otra parte, había resuelto incorporar un nuevo tipo
de táctica a la lucha. En la partida decimoquinta tuve que
concentrarme después de la apertura. Y, entonces, Karpov
comenzó a hamacar su silla...
¡Como habían peleado él y Baturinsky a causa de esta silla!
Desde el comienzo, saben, tuve mi silla especial —una de las
mejores del mundo—, manufacturada por la firma "Cyroflex",
que me la obsequió. Al principio, Campomanes hizo cuanto
38
estuvo a su alcance para que no usara esta silla en Baguío.
Luego, cuando la señora Leeuwerik la transportó desde Manila,
los soviéticos se enteraron de sus ventajas y pidieron un sillón
igual para Karpov, Dos meses antes del match, la señora
Leeuwerik se había ofrecido para disponer el transporte
también del sillón para Karpov, pero los soviéticos rehusaron.
La fórmula burocrática soviética es inolvidable: "No se aceptan
donaciones de individuos privados".
No sé cómo, pero Campomanes hizo aparecer un sillón
como de la nada. No tan lujoso, de menor tamaño, pero sillón
al fin. Ahora, insistencia de Karpov, los árbitros colocaban
diariamente los sillones antes del juego, y al mismo nivel:
bajaban el mío y subían el "pedestal" del otro. ¡Mí pobre,
pequeño adversario! ¡Tiene complejo de inferioridad física! No
quiere ser más grande que él. Poco después de su llegada a
Baguío, insistió en que se le hiciera una nueva cama más chica.
Se siente perdido en una cama de tamaño normal. ¡No se
parece en nada a Charles De Gaulle! A pesar de la suerte que
tienen los soviéticos de contar con este genio estilo computador
recién salido del cascarón, ¡la felicidad nunca es completa!
Pero resultó que el rey necesitaba su trono para algo más
que para soportar su persona. Una silla conveniente: mientras
el compañero piensa la jugada, ¡uno puede sentarse y
hamacarse! L. Schmid se acercó y preguntó qué pasaba. Se lo
expliqué. Se acercó a hablar al "rey". Karpov no detuvo ni un
segundo el movimiento. "Esto le molesta a él pero a mí me
molestan sus anteojos" —replicó, dejando en claro que lo
estaba haciendo adrede—. Pasaron quince minutos antes de que
Karpov fuera persuadido, como a un colegial poco razonable,
de comportarse correctamente. Evidentemente, no fue la
elocuencia de jefe de árbitros; momentos después, la posición
evolucionó hacia tablas y Karpov se dio cuenta de que ni
siquiera su innovación técnica lo ayudaría a ganar la partida.
Durante esta partida los espectadores observaron un
asombroso vínculo entre Zoukhar y Karpov. Al iniciarse el
juego, Zoukhar estaba sentado normalmente, pero cuando yo
empecé a pensar cerró los ojos y se inclinó hacia un lado. Casi
inmediatamente Karpov comenzó a manipular su silla, aunque
no veía al psicólogo en ese momento. ¿Qué les parece? ¡La
última palabra en el arte del ajedrez! Debemos reconocer una
vez más la superioridad del pensamiento científico soviético:
El jurado discutió el tema del comportamiento de Karpov.
Propusimos que se fijaran al suelo las sillas para evitar su
desplazamiento durante el juego. Pero Baturinsky manifestó
que, de acuerdo con el reglamente FIDE, cada contendiente
tenía derecho al tipo de silla que más le gustara. Y —ya me
asusta aburrir a los lectores con la misma frase—: el jurado
obedientemente aceptó la enmienda Baturinsky.
No tuvimos éxito en que Karpov se sintiera avergonzado o
se moderara; de vez en cuando, usaba esta treta, aunque lo
hacía generalmente cuando los árbitros estaban cansados de
seguir el juego y la conducta de los contrincantes. Recuerdo
que en una ocasión me retiré del tablero durante una movida
mía, ya que resultaba imposible quedarme, y Schmid se le
acercó y lo miró en tono de reproche. Karpov se detuvo un
momento. Entonces Schmid se me acercó y me dijo: "¿Qué
garantía hay de que no comenzará nuevamente?". Pero yo
podía comprender al jefe de árbitros. ¿Qué podía hacer,
desposeído de FIDE, de los organizadores locales, del jurado,
de toda prerrogativa?
El tema de mis anteojos. Desde la primera vuelta usé
anteojos espejados mientras jugaba. No sé a quién se le ocurrió
que lo hacía para protegerme de la influencia dañina del
psicólogo soviético —quizá los anteojos molestaban a Zoukhar
y los soviéticos pergeñaron esa versión—, Pero, lo repito, los
estuve usando desde las primeras partidas cuando Euwe estaba
presente en el salón, mientras se lo mantenía a Zoukhar en
reserva en el alto comando, como una secreta y actualizada
Katyusha. El propósito de los anteojos residía en privar a
Karpov de su ocupación favorita: pararse al lado del tablero y
mirar fijamente a su adversario. Mientras usara estos anteojos
sólo podía practicar el narcisismo.
Decimosexta partida. Según la opinión de la mayoría de los
espectadores y en particular de las especialistas soviéticos, ya
habían transcurrido las dos terceras partes del match y yo no
había jugado aún mi apertura favorita: la Defensa Francesa.
Karpov, naturalmente, guardaba en su manga algo importante,
alguna novedad planeada para las primeras 15-20 jugadas.
Tarde o temprano llegaría a saberlo. En la decimosexta partida
jugué Francesa, pero nuevamente, al pensarla sobre el tablero,
me desvié del ancho camino de la teoría. No experimentaba
curiosidad. Ya llegaría el momento de familiarizarme con la
estrategia doméstica de Karpov...
39
Es notable la pobreza del juego de Karpov cuando no ha
trabajado en detalle su esquema de apertura. No obtuvo ventaja
y luego de errores por ambas partes, causados porque cada uno
se tomó la libertad de sobrestimar sus posibilidades, la partida
terminó en equilibrada tablas.
Mientras transcurría el match, en todo nuestro alrededor se
libraba una batalla: una batalla en la prensa, una batalla en el
jurado, aunque en mi opinión los soviéticos tenían una
indiscutible ventaja en ambos lados con un score aproximado
de 9:1. Mi asistente principal —R. Keene— tuvo su
responsabilidad en esto. Participó en sesiones del jurado como
asistente de la señora Leeuwerik y, a veces, como consejero,
pero principalmente oficiaba de colaborador en escribir
declaraciones al jurado o a la prensa. Además trabajaba para la
prensa extranjera y, simultáneamente, escribía un libro para la
firma Batsford. Sus informes y télex a Inglaterra, que
sirvieron de material básico para el libro, estaban redactados en
tono y estilo tales que no se lo podía reconocer como
representante de nuestro grupo. Sin mi consentimiento publicó
datos sobre entretelones de nuestro equipo, partes de análisis y
sus opiniones sobre las actividades de la señora Leeuwerik que,
trascendió, ¡estaban en completo desacuerdo con sus propios
puntos de vista!
Me pregunto si Roshal, corresponsal de "Tass", hubiera
podido tomarse la libertad de escribir algunas líneas de su
propia cosecha como: "En la sesión del jurado, Baturinsky no
apoyó en la forma en que debería hacerlo un ciudadano
soviético" o "Karpov jugó una undécima partida poco
inspirada"; y de hacerlo, ¿qué le hubiera pasado? Pero Keene
se tomó la libertad de dirigirme a mí y a mi grupo cuanta
crítica se le ocurría... ¿Qué sentido tiene que Occidente mida
sus fuerzas con una organización soviética militarizada?
Roshal desplegó mucha actividad en Baguío. Durante el
match tuve ocasión de echar un vistazo al diario "Soviet
Sport". Con desvergonzado cinismo, mezclando datos
distorsionados y mentiras deliberadas, Roshal informó a los
soviéticos de cómo yo había rehusado tener comunicación con
Karpov (¡no él conmigo!), cómo había iniciado la persecución
de uno de los miembros oficiales de la delegación soviética,
¡que Karpov se conducía de modo irreprochable, causando la
admiración de todos los presentes! La verdad es que el padre
de Roshal fue eliminado junto con millones de gente pensante
en una cámara de torturas estalinista... El hijo declina repetir tropas de asalto soviéticas, en agosto de 1968. Aunque se negó
los errores de su padre. ¡No será obligado a convertirse en a ambos jugadores el derecho de ostentar su bandera en la mesa
persona! Esta es la ley de supervivencia de Darwin... del tablero, esto no infringe de ningún modo nuestro derecho
El poder de la prensa soviética es enorme. Otros países del legitimo a la protección de la Federación Suiza de Ajedrez —
bloque soviético gustosamente reproducen extractos de una asociación que ha pagado el derecho de admisión para que
prensa de su "hermano mayor". Pero los comentarios del diario Korchnoi participe en el Campeonato Mundial de Ajedrez, y
"Neues Deutschland!" fueron descuidadamente repetidos en el que se enorgullece de tenerlo como primer representante en el
"Die Welt" de la R.F. de Alemania; luego estos comentarios equipo mundial—. Espero no estar hablando diez años antes de
pasaron a Holanda y Austria... ¿Fue sólo negligencia? ¿Qué la invasión soviética a Suiza.
hubiera pasado de haberse jugado el match en Alemania? "2. Propaganda antisoviética.
A mi representante no le quedaba nada que hacer en el "El señor Baturinsky y el señor Roshal me acusan además
jurado. Todo estaba claro: no se había satisfecho una sola de divulgar propaganda desfavorable al ‘buen nombre del
propuesta, un solo reclamo mío. Los soviéticos no necesitaban estado soviético’, en sus artículos para la prensa soviética,
jurado, ya que cualquier propuesta de ellos era aceptada Quisiera recordar a la prensa y al público del mundo libre que
incondicionalmente por los organizadores. ¿Los binoculares de sólo un estado que de hecho se deleita en infringir
la señora Leeuwerik molestan a los soviéticos? Sin públicamente el Acuerdo de Helsinki sobre los derechos
previa advertencia aparece un cartel. "Se prohíben los humanos puede considerar propaganda antisoviética el pedido
binóculos en el auditorio". ¿Necesitaban los soviéticos de liberación de la familia de Korchnoi de su cautiverio en la
controlar a los espectadores en el salón? ¡Muy sencillo! URSS, ¿Cuántos países hay en el mundo que niegan a sus
Desde ese momento todo espectador tenía que mostrar su ciudadanos el derecho de abandonar el país sí éste los
pasaporte cuando compraba la entrada. ¿Hoy no puede jugar desilusiona y traiciona sus esperanzas e ideales? Perdono a
Karpov? ¡Por favor! ¡Detendremos el transformador! ¡No es Baturinsky y a Roshal por sus comentarios. Proviniendo del
culpa de nadie. Los elementos... más grande campo de concentración en el mundo, no les queda
El día anterior a la decimoséptima partida, el 26 de otra elección”.
agosto, la señora Leeuwerik hizo el último intento para llamar
la atención de la prensa mundial sobre la situación del Match, y
el comportamiento de Karpov y para presionar sobre el jurado
vendido. Esta es la versión abreviada del texto:
“ 1. La cuestión de la delegación suiza.
"He sido acusada por el señor Baturinsky de haberme
autodesjgnado cabeza de la delegación suiza. Tengo una carta
oficial de la Federación Suiza de Ajedrez que me designa
cabeza de la delegación con plenos poderes para negociar a
favor de Víctor Korchnoi. El mismo señor Korchnoi
representará a Suiza en las próximas olimpíadas en Buenos
Aires. El señor Baturinsky insiste en considerar a nuestra
delegación como una banda de forajidos internacionales o
piratas, pero es típico de la mentalidad soviética, mentalidad de
borceguíes y grillos, ignorar todo derecho o ley que no se
encuadre en su propio y estrecho concepto de la realidad.
Quisiera recordarles, señores periodistas, que recientemente se
ha cumplido el décimo aniversario de la invasión de Praga por
40
41
 7. UNA COMBATIENTE DE LA GUERRA FRÍA EN
POLLERAS

Me han acusado de llevar a cabo una guerra fría contra los

Soviets, pero el señor Baturinsky sabe muy bien que he
acompañado a Korchnoi en sus matches anteriores contra
Petrosian, Polugayevsky y Spassky. En esas ocasiones, ¿dije
algo acaso alguna vez contra la Unión Soviética? Yo sostengo
que en realidad fue la delegación soviética que en forma ilícita
y deliberada inició una guerra fría sobre el derecho de Víctor
Korchnoi a una bandera. Fue Baturinsky, no yo, quien en un
acceso de cólera, casi con espuma en la boca, amenazó con no
aparecer en la ceremonia inaugural si se otorgaba al señor
Korchnoi su derecho a la bandera suiza.
El señor Baturinsky afirma que yo odio a la Unión
Soviética por cierto, los años que pasé en un campo de
concentración soviético no me han ayudado a convertir a la
Unión Soviética en mi país favorito. Confieso que no canto el
himno nacional soviético en el cuarto de baño. Sin embargo, no
he permitido que mis sentimientos personales oscurecieran mis
intenciones para el mejor desarrollo del match. Intenté
personalmente obtener el mejor sillón del mundo para Víctor
Korchnoi y en las negociaciones anteriores al match ofrecí un
sillón idéntico, sin cargo, a Karpov. Desde el comienzo sólo
deseé condiciones normales e iguales para ambos jugadores, de
tal modo que el match se pudiera decidir en el tablero y no en
un plano de acritud personal o mediante maniobras tortuosas en
el hall.

42
8. PARÁSITO PARAPSICOLÓGICO
Las consideraciones anteriores me llevan al problema del
Dr. Zoukhar. Establecer si este hombre es un verdadero
parapsicólogo, o simplemente un pobre charlatán o un
hechicero, carece de importancia. Su presencia en el hall,
acercándose cada vez más al escenario, representa una señal
segura de que la delegación soviética lo considera como una
persona importante, que debe ser protegida y que, en
consecuencia, ejerce una influencia en el juego favorable a
Karpov o bien hostil hacia Korchnoi. Por consiguiente, los
mismos soviéticos confiesan que intentan influir en el resultado
del match desde una esfera ajena al tablero. . . Nos proponemos
replantear la cuestión de Zoukhar en el seno del jurado y en la
propia FIDE, con miras a obtener condiciones justas e iguales
para ambos lados en esta importante competición.
El señor Roshal también ha escrito en "Soviet Sport", el 11
de agosto, que Zoukhar es miembro oficial de la delegación
soviética. Es presumible que la prensa soviética no miente a sus
propios ciudadanos. Esta será la base legal de nuestra protesta.
..
No está mal escrito, ¿no es cierto? ¡Interesante material! ¡El
único problema consiste en que fue una voz clareando en el
desierto! Incluso Keene, que elaboró esta declaración, se sintió
avergonzado y asustado de admitir que la había redactado. ¿De
43
qué hay que avergonzarse? Desde el punto de vista literario, se
trata de un hermoso documento. Otro asunto es que dos
semanas antes los soviéticos habían comenzado a atemorizar a
Keene, amenazando con boicotearlo en todas las competencias.
Yo simpatizo con Keene. Este boicot le resulta más difícil
de tolerar a él que a la Sra. Leeuwerik o a Korchnoi. Pero uno
debe ser honesto en sus acciones. En muchos países,
incluyendo Inglaterra, una figura pública o política renuncia sí
se siente incapaz de cumplir con las obligaciones de su cargo…
Desde luego, yo no estaba al tanto de las perturbaciones
que se desarrollaban alrededor del match, pero ejercieron su
efecto sobre mis nervios. Sentí que era particularmente absurdo
que yo no pudiera solucionar el problema de Zoukhar.
Comprendí que Karpov no podía jugar sin él, y por tal motivo
decidí actuar en forma independiente. No informé a nadie por
adelantado, salvo a la Sra. Leeuwerik, y a ésta última sólo en
los términos más vagos.
Cuando me presenté para la partida N° 27, convoqué a
Campomanes y exigí que Zoukhar fuera desplazado a la
séptima fila. Campomanes vaciló. "Pero el jurado decidió. . ."
—comenzó— "¡Desplácelo en diez minutos o yo me ocuparé
personalmente de él!" — dije, agitando los puños de una
manera carente de toda ambigüedad. Campomanes comenzó a
preocuparse y reunió a los soviéticos a su alrededor. Llegó
Karpov. Dijo que se estaba usando mi tiempo y que yo no
movía mis piezas, ¡gesticuló como si todo eso nada tuviera que
ver con él! ¿Y quién, entonces? ¡Como si no hubiera sido él
quien pidió la calma cuando el árbitro Schmid trató de
expulsar a Zoukhar del hall durante la novena partida! ¡Como
si no hubiera sido él quien insultó a Schmid, insinuando que no
era objetivo, de tal modo que este último abandonó Baguío y
sólo volvió una vez que recibió una carta de disculpas de
Karpov!
Pero el tiempo pasaba. Los soviéticos no se apresuraban.
Finalmente se despejaron las seis primeras hileras de
espectadores y se dio a Zoukhar un asiento en la primera hilera
disponible. Campomanes vino hacia mí y me "comunicó" que
mi pedido había sido satisfecho.
Esta modesta victoria no me resultó fácil. ¡Derroché una
gran dosis de energía nerviosa y diez minutos de precioso
tiempo! ¿Era ésta la trampa a la que se referían los periodistas
holandeses al tratar de probar que en este match yo usé todas
las trampas que tenía escondidas en la manga y que nada tenían
que ver con el ajedrez? ¿Fue ésta la trampa que tuvo presente el
Buró de la FIDE al censurarme severamente después del match
por mi conducta? (¿sin ninguna indicación para aclarar a qué se
referían?). Saltando hacia adelante, debo señalar que
Campomanes ¡se sintió increíblemente ofendido por el hecho
de que yo lo obligué a ceder ante mis pedidos! Después de la
partida publicó un memorando en el cual afirmaba que de ahí
en más no me permitiría comportarme de esa manera.
Pero ¿qué concesiones había ganado yo antes de ese
momento? Recordemos la historia de otra declaración. Después
de la décima partida descubrí que los registros del contador
Geiger que yo usaba mientras jugaba se habían elevado en 30
unidades! Se hizo un pedido —el primero— de revisar el hall;
el segundo fue el de inspeccionar desde ese momento a todos
los miembros de las delegaciones —oficiales y no oficiales—
con dispositivos especiales como los que se utilizan en los
aeropuertos. Recuerdo que esa medida había sido propuesta por
Baturinsky y Karpov en una carta anterior al match ¿Qué
replicó Campomanes a mi pedido? Que había revisado el hall
pero que no había descubierto nada. ¿Qué esperaba encontrar
en un hall vacío? Dicho sea de paso, nadie vio a Campomanes
revisando el hall. . . En cuanto a la revisación de las
delegaciones con dispositivos especiales, Campomanes
contestó que sólo era posible en principio, pero que se
necesitaría mucho tiempo para que se le proveyera de un
instrumento de ese tipo. Como que lector habrá percibido que
Campomanes no levantó un dedo en ningún momento para
cumplir lo prometido.
No, Campomanes, ¡no sé a qué partido pertenece usted,
pero los comunistas yugoslavos fueron cien veces más
honestos que usted! Cuando pedí que el hall fuera revisado en
Belgrado, porque había surgido una sospecha, instalaron
detectores durante varias partidas, hasta que se desvaneció
toda duda…
¿Es posible jugar una partida seria e intensa después de
desgastar tanta energía nerviosa? Demostró ser difícil. En la
decimoséptima partida Karpov fue superado en el juego, lisa y
llanamente. Perdió un peón sin compensación y sus intentos de
crear complicaciones fracasaron igualmente. Pero después de
eso yo cometí algunos errores groseros, de tal modo que en
primer lugar dejé pasar una clara posibilidad de ganar y luego,
44
con apuros de tiempo, ¡recibí un estúpido mate en una posición
que era tablas!
El puntaje era de 4 a 1 en favor de Karpov. Pero, lo más
importante —después de todas estas intrigas—, ahora que yo
no tenía ninguna clase de derechos, ¿podía prolongar el match
en semejante estado de ánimo? Tomé los últimos dos días de
reposo de los cuales disponía y me dirigí a Manila a descansar,
a relajarme. Decidí celebrar allí una conferencia de prensa para
denunciar el comportamiento de los soviéticos y de
Campomanes. Pero ¿jugaré de nuevo? Quién sabe, hay que ver
lo que pasa. . .
Cuando me fui dejé a Keene un poder escrito para
representarme en el jurado en mi ausencia y en la de la Sra.
Leeuwerik. Aunque eso era todo, al recibir mi nota Keene
extrajo conclusiones de vasto alcance. Celebró una conferencia
de prensa con Baturinsky en la cual se autodesignó como jefe
del grupo. Al mismo tiempo se envió un telegrama a Austria al
jefe de la segunda europea, Dorazil, con el siguiente contenido:
"Como presidente de la zona 2, le requerimos urgentemente se
ponga en contacto con la Federación Suiza con el fin de
destituir a Petra Leeuwerik del cargo de jefe de la delegación
de Korchnoi. El Campeonato Mundial está en peligro a causa
de sus acciones poco claras y de sus declaraciones políticas
provocativas. Si ella mantiene su cargo, el match podría llegar
a un final escandaloso. Golombek."
¡No hay que confundirse con la firma "Golombek"!
Golombek no vio nunca el telegrama, ¿Qué podía replicar
Dorazil a este líder novato, que se había autodesignado?
Replicó que estimaba que no tenía el derecho de eliminar del
grupo de Korchnoi a otra persona más, teniendo en cuenta
que ese grupo ya era tan pequeño. ¿Tal vez usted pueda
encontrar una palabra para describir esta acción de
Keene?
Como lo señaló el propio Keene en sus télex enviados
regularmente a Inglaterra durante el match, uno de sus
primeros pasos como represéntate en el jurado consistió en un
ramo de flores a la esposa de Campomanes como una disculpa
para las tensas relaciones entre Campomanes y la Sra.
Leeuwerik, para no mencionar a Korchnoi. El Sr. Campomanes
luchó como un tigre para defender los intereses de los
soviéticos en Baguío, a pesar de lo cual el Sr, Keene expresó su
solidaridad con un ramo de flores. Nos adelantamos a señalar
que con este ramo inició una amistad, que inició durante el
match como después de éste se convirtió en una activa y
fructífera cooperación.
Mientras tanto, yo pasaba mis días tranquilamente en
Manila, descansando de la tensión nerviosa, de mi situación
angustiosa y semiesclavizada. Mientras preparaba mi
conferencia de prensa con toda calma, mis ayudantes no
perdieron el tiempo. Informaron al presidente del jurado y a los
soviéticos que, a menos que se lograra un compromiso, el
match había terminado. El día antes de mi conferencia de
prensa me telefonearon para decirme que se había llegado a un
acuerdo con los soviéticos y me pidieron que en ningún caso
organizara una reunión con periodistas. ¡Qué gente divertida!
¿Creían que los soviéticos cederían? (¡Lamentablemente, hay
muchas personas por el estilo en todo el mundo!)
Al mismo tiempo, la sesión del jurado en la cual se debía
discutir la posibilidad de un compromiso se postergó hasta
después de la cena, momento en el cual yo debía haber
terminado mi conferencia de prensa en Manila. Al parecer, los
jurados estaban interesados en saber hasta qué punto llegaría
yo con mis quejas y, sin duda alguna, con mis exigencias.
No mucho antes que yo visitara Manila, Campomanes fue a
ver a un famoso especialista en psicología de las Islas Filipinas,
un santo jesuita llamado el Padre Bulatao, para conocer su
opinión científica sobre Zoukhar. A pesar de no estar
familiarizado con la situación y los hechos, el Padre Bulatao
señaló que era posible ejercer una influencia psicológica desde
el auditorio, y que era difícil detenerla También yo le hice una
visita, un día antes de mi conferencia de prensa. Me expresó
más o menos la misma opinión, y agregó que la única forma de
contrarrestar esa acción consistía en instalar un panel de vidrio
en el escenario, que impidiera a los competidores ver el
auditorio.
¡No era una mala idea! ¡El pobre viejo Zoukhar tendría que
haber regresado a su casa a ver a sus cosmonautas dos meses
antes!
En la conferencia de prensa hablé acerca de la situación que
se había desarrollado, de la completa inmunidad de los
soviéticos en Baguío y de su pacto con Campomanes. Enfoqué
en particular el problema de Zoukhar. Señalé que los soviéticos
habían preparado esta innovación ajedrecística para el match
45
contra Fischer, y que el tándem Zoukhar-Karpov era
invencible. Era un centauro con la cabeza de Zoukhar y el
cuerpo de Karpov, y a menos que se lo dividiera en dos el
match sería imposible. Hablé de la sugerencia del Padre
Bulatao, y pedí que se instalara en el escenario un panel de
vidrio tal como lo había indicado. La conferencia de prensa
despertó gran interés y recibió publicidad en todos los
periódicos. Se puso de manifiesto que Campomanes había
estado controlando todos los informes de prensa en Baguío. El
material acerca de la reprochable conducta de Karpov y los
soviéticos había sido quitado de la circulación de
Campomanes. Por primera vez, la gente en las Islas Filipinas
comenzó a hablar del escandaloso match de ajedrez. El público
filipino se levantó decididamente en mi defensa.
Mis ayudantes, Stean y Murei, llegaron esa tarde y me
persuadieron de que continuara el match. Afirmaron que se
había logrado un acuerdo "de caballeros", en adelante, hasta el
fin del match, Zoukhar se sentaría entre los miembros oficiales
de la delegación soviética. En compensación, debía quitarme
mis lentes con efecto de espejo.
De qué se trataba, por qué los soviéticos firmaron este
acuerdo y cómo y a quiénes molestaban mis anteojos: no tengo
la menor idea. Es evidente que molestaban a alguien: ¡los
soviéticos están lejos de ser altruistas! También la situación en
el match desempeñó un papel en la firma del acuerdo: ¡después
de todo, el puntaje era abrumador! Mi conferencia de prensa
fue otro factor. ¡Por último, se debía probar al mundo que
Karpov podía jugar al ajedrez por sí mismo!
Pero las cosas no se desarrollaron exactamente de ese
modo.
46
 9. EL MÁS EXTRAÑO DE LOS MILAGROS
Volvimos a Baguío. La Sra. Leeuwerik podría haber
retomado su lugar en el jurado y las riendas del gobierno en
nuestro grupo, pero no deseaba crear agitación ni forzar su
admisión en el grupo. Empezó una nueva fase: la de la
dirección de Keene, un hombre sin ningún principio moral. La
fase de la rendición gradual y completa de todas nuestras
posiciones, la fase de la hegemonía absoluta de los soviéticos
en el match.
Pero entraron en juego otras fuerzas. Después de mi
discurso en Manila recibí una gran cantidad de cartas. Las
personas expresaron su indignación y ofrecieron ayuda.
Comprendí que estaban menos preocupadas por el aspecto
político que por el financiero. Estaban en favor de la justicia y
se manifestaban dispuestas a ayudarme para restablecer el
equilibrio de las fuerzas. No lo ocultaré; empleé algunas de
esas personas, durante un cierto tiempo, para contrarrestar la
influencia de Zoukhar. También hubo voluntarios. Al crear en
el poder de la mente a cierta distancia, se sentaron en el hall y
meditaron. Para protegerme, para quebrar el vínculo entre
Zoukhar y Karpov.
No sé de qué manera operó esta actitud o si operó de algún
modo. Es posible que los soviéticos sintieran una influencia
47
hostil en el hall y que no les gustara. . .
De todos modos, el match se decidía sobre el tablero y en
ningún otro lado. El factor decisivo para ganar el match debía
ser la enorme superioridad de Karpov en ese momento y mi
evidente desamparo. Del lado de Karpov estaba la tremenda
diferencia en el puntaje; todo lo que yo podía hacer, según
parecía, era prolongar el match sin esperanzas. También tenia
de su lado una enorme ventaja psicológica. En esta situación,
con una completa superioridad soviética y el rechazo de todos
mis pedidos y propuestas, yo era simplemente un cordero
preparado para la matanza.
También físicamente Karpov me llevaba ventaja en ese
momento, ¡pues tiene veinte años menos! Había sido
excelentemente entrenado para realizar 24 partidas. Por más
que yo me jactara de mi preparación, sólo podía competir con
Karpov en la distancia de una maratón. Pero en este estadio,
todo lo que yo podía hacer era esperar lograr un "segundo
aliento"… Por último, y desde un punto de vista puramente
profesional, Karpov me había aplastado lisa y llanamente. Yo
había sido demolido. Mi defensa española había sido refutada y
ahora me veía obligado a buscar otras aperturas, en tanto que
Karpov, naturalmente, había preparado poderosas
innovaciones, cuyo pleno impacto yo aún no había
experimentado. También mi apertura con blancas revelaba
debilidades. Yo había usado las mejores que había preparado
en la defensa Nimzovitch sin obtener ningún resultado práctico
real.
A jugar por esta situación, el match se estaba acercando a
su fin.
¡Pero ocurrió algo extraño! Por más que Karpov se
esforzaba, por más posiciones ganadoras que obtuvo, no pudo
hacer nada. ¡Todo un mes sin Zoukhar y no pudo ganar la
partida! Hacía mucho tiempo se había establecido el orden en
el hall, todo el público estaba bajo el control de la policía
filipina y soviética, mi representante en el jurado y yo nos
manteníamos tranquilos, el jurado se había desbandado como si
ya no fuera necesario, y ahora los soviéticos controlaban
completamente la situación. Lim Kok An regresó a Singapur,
con su misión cumplida — ¡y sin embargo Karpov estaba
impotente!
Decimoctava partida. Juego de defensa que no me gusta
mucho: Pirc-Ufimtsev. Un juego medio complejo, un final
difícil, una continuación extenuante. Sesenta jugadas en
defensa sin un sólo atisbo de contrajuego, pero finalmente,
¡tablas!
Decimonovena partida. Juego con blancas, pero Karpov
iguala fácilmente el juego. Maniobras posicionales sutiles
terminan en un final parejo. Karpov está ligeramente mejor,
pero no puede capitalizar su posición; pierde casi todo el
tiempo del cual dispone y acordamos tablas por repetición de
jugadas.
Mis nuevos ayudantes aparecieron en el hall para las
partidas 19 y 20. Dos yoguis, un hombre y una mujer, que
habían leído un informe acerca de mi conferencia de prensa,
decidieron prestarme asistencia voluntaria y sin recompensa.
No bien aparecieron en el hall y se sentaron en la posición del
loto, algo le pasó a Zoukhar. Cubrió su cara con un pañuelo y
después de poco tiempo abandonó el hall por completo hasta el
fin de la partida. El resto de los soviéticos lo siguió ¡Didi y
Dada —dos yoquis indios— habían expulsado a toda la
delegación soviética del hall! Se sentaban pacíficamente: Didi,
una suave mujer, estaba sentada con los ojos cerrados, y Dada,
un joven modesto, lanzaba miradas ocasionales a Zoukhar. Sus
rostros revelaban dulzura y humildad, sin rastros de pecado,
¡pero los soviéticos, encabezados por Zoukhar, huyeron de
ellos! ¡Créame, lector, yo no creo en la brujería, pero algo
pasó! Desde el comienzo mismo los soviéticos identificaron a
los yoguis como oponentes altamente peligrosos. En el curso
de la partida trataron de expulsarlos del hall, no sé con qué
pretexto, pero la Sra. Leeuwerik insistió en su presencia…
El hombre soviético no acostumbra tolerar a sus enemigos.
La campaña elaborada por el gobierno soviético para la "paz y
la coexistencia pacífica con el capitalismo" tiene como su
objetivo a idiotas. En un consejo militar de los soviéticos, en
el cual también tomó parte Campomanes, se decidió
inicialmente que los yoquis podían permanecer en el hall, pero
debían sentarse normalmente y usar ropa europea, no sus
vestimentas habituales de color anaranjado. Además, los
soviéticos decidieron que los yoguis debían sentarse a cierta
distancia del grupo soviético. . .
Vigésima partida. Una de las más difíciles del match para
mí. Jugué una apertura que nunca había jugado antes en mi
vida. Logré igualar el juego, pero me distrajo una idea errónea,
reevalué la posición, y surgieron dificultades. Con problemas
48
de tiempo, cometí otro par de errores y se suspendió el juego en
una posición que estaba completamente perdida para mí.
Karpov pensó media hora antes de sellar su jugada, lo cual es
inusitado para él y, como es típico en él, dejó sellada una
jugada rudimentaria que, en su opinión, evitaba peligrosas
complicaciones. Si hubiera sellado una jugada activa, habría
habido una cantidad suficiente de "complicaciones" para durar
tres o cuatro movimientos más pero luego las negras podrían
haber abandonado.
Cuando llegué para reanudar el juego, vi a Zoukhar y otros
lacayos de Karpov esperándome a la entrada. Comprendí
entonces que la reanudación iba a ser seria. Sí, ¡Karpov no
había sellado una jugada ganadora! Pero las negras, no
obstante, se encontraban en una posición difícil. Después del
cambio de damas, el juego llegó al final, en el cual las negras
casi no tenían movidas, salvo jugadas con peones. Aun eso
atemorizó a Karpov. Nuevamente eligió la continuación más
sólida y segura y — ¡oh milagro! — escapé con tablas.
¡Después de esto, Golombek declaró que de ahí en más creería
en la vida después de la muerte!
El día antes de la partida N° 21 se reunió el jurado.
Campomanes reveló que los dos yoguis eran miembros de la
organización Ananda Marga, que habían sido acusados del
asesinato de un diplomático indio y que esperaban ser
juzgados. Habían estado en libertad bajo fianza desde febrero
de 1978. En la medida en que eran criminales en potencia, no
debían estar presentes en el hall. ¡Tal era el punto de vista
soviético! En todo el mundo se acepta en jurisprudencia la así
llamada "presunción de inocencia"; hasta que no haya pruebas
de que alguien ha cometido un crimen, no se puede tratarlo
como un criminal. ¡Pero para los soviéticos es exactamente al
revés! Y —discúlpeme, lector, por ponerle los nervios de
punta— el jurado aceptó sumisamente el punto de vista
soviético.
Antes de la partida N° 21 me ocurrió un extraño incidente.
El día anterior los yoguis me habían enseñado una fórmula que,
según decían, me podía ayudar en un momento difícil y alejar a
mis enemigos. Si yo veía a Zoukhar, le podía decir esa fórmula,
un par de palabras en sánscrito. Era útil saberlo.
Y así, antes de la partida N° 21, me encuentro en la
entrada del hall. De pronto un automóvil se acerca y Zoukhar
sale de él. Creyendo al parecer que en el par de días que los
yoguis habían estado en el hall el contacto con él se había
debilitado, camina hacia mí con la evidente intención de
apretarme la mano. Mirándolo fijamente, pronuncio ese par de
palabras en sánscrito. ¡Se detiene, se cubre el rostro y la
cabeza con los brazos y se aleja! ¡Algo extraño, lector! No
tengo capacidad para explicarlo. Pues, como se dice en los
cuentos de hadas, aún no soy un mago: tan sólo estoy
aprendiendo. . .
Vigésima primera partida. Karpov había preparado una
pasmosa innovación. Sacrifica una pieza y ataca al rey blanco
encerrado en el centro. No acepto el sacrificio, termino el
desarrollo de las piezas y pronto se pone en evidencia que el
negro está nuevamente como empezó. El ataque no ha
producido nada, las blancas han ganado un peón. Aun con un
peón de más, el final no es simple. Pero durante la
continuación logro quebrar la resistencia de mi oponente.
Considero que ésta fue mi mejor partida del match.
Vigésima segunda partida. Por más aterrador que sea para
mí, ahora me veo obligado a verificar lo que Karpov ha
preparado para combatir mi favorita Defensa Francesa, que a
duras penas he practicado durante el match.
En realidad, el grupo de Karpov había preparado un
contrajuego bastante serio. Las blancas realizan un enroque largo
y planifican un ataque sobre el rey negro. Si las negras tratan de
encontrar una escapatoria mediante el cambio de piezas, tienen
un final difícil a causa de la debilidad de los peones en el centro.
Me veo obligado a cambiar damas, pero en ese momento Karpov
inicia un avance de peones en el lado del rey, amenazando ganar
por medio de una ruptura a través del débil peón central de las
negras. En el momento fundamental sacrifica un peón: de todos
modos, no habría logrado defenderlo durante mucho tiempo.
Obtengo cierta compensación posicional. Karpov devuelve el
peón, pero activa sus propias piezas. El juego se acerca a una po-
sición de tablas, pero con problemas de tiempo cometo un
grosero error. Karpov gana un peón. Después del control de
tiempo el negro se encuentra en una posición completamente
perdida. Pero evidentemente el "yogurt" estaba demasiado
apetitoso ese día. Karpov continúa jugando como un mecanismo
de relojería (aunque podía haber suspendido la partida). Realiza
cuatro jugadas débiles, una tras otra, y en la posición suspendida
no se puede descartar que haya tablas.
Es extraño que los periodistas ajedrecísticos del mundo
49
elogien tanto la técnica de los finales de Karpov. En mi opinión,
no admite comparación con los cohetes intercontinentales con los
cuales los Karpov de trajes grises están amenazando al mundo.
Con su juego superficial, desprovisto de sutileza, Anatoly
Karpov es capaz de echar a perder cualquier final, aun el más
ventajoso; hubo muchos ejemplos de lo que digo en este match.
En el N° 140 del Boletín Holandés de Ajedrez leo en un
artículo de G. Sosonko una frase: "la impecable técnica de finales
del agradable Campeón Mundial". Para mis oídos eso suena
como un montón de mentiras, que se proponen lograr objetivos
políticos bien definidos. Dicho sea de paso, ¿no es también un
homenaje al poder de la tecnología militar soviética?. . .
Al sellar mi jugada en la suspensión de la vigésima segunda
partida, pensé durante alrededor de cuarenta minutos, lo cual
desagradó a Keene. ¿Qué se podía pensar en una posición en que
sólo era posible una jugada, bastante obvia? Eso es,
aproximadamente, lo que escribió en el télex que envió
inmediatamente después de la partida. Pero en el télex siguiente
informó a los lectores que su jugada, la que yo no sellé, conducía
a tablas seguras. En realidad, no sellé la jugada con la cual podría
haber entregado una pieza y construido una fuerte posición de
tablas. Pero aun así, gracias al preciso análisis de Stean, obtuve
tablas después de ciertas complicaciones. En cuanto a Keene, hay
algunos grandes maestros que son superficiales: saben mucho,
pero en el tablero y en sus análisis ven menos de lo que deberían
ver como grandes maestros.
A medida que pasaba una partida tras otra, los yoguis no
perdían el tiempo. Me enseñaron a mí y a. mis amigos su arte.
Hacíamos ejercicios en grupo todos los días. Aun Keene se paró
sobre la cabeza lo cual, según dicen los espectadores, les
recordaba el lamentable estado de la torre de Pisa. Los yoguis
organizan una recepción y se invita a todos mis simpatizantes.
Todos los conocen y se ven cautivados por sus modales, su
erudición y su hospitalidad. Los yoquis celebran una cena
vegetariana. Estamos todos satisfechos, aunque en lo más
hondo de su corazón cada uno sabe que no tiene la intención de
modificar sus hábitos carnívoros. ¿Pero por qué resulta
sorprendente que los yoguis que me asistían despertaban
simpatía? En momentos diferentes, ambos se graduaron en la
Universidad de Harvard. Didi habla diez idiomas. También
Dada tiene una manera filosófica de ver las cosas, pero a pesar
de todo se encuentra en buen estado físico (a menudo corre
largas distancias como ejercicio).
Con su ejemplo, Didi y Dada ayudan a otros a perfeccionarse
en el yoga. En cuanto a su pasado o su presente
criminal, nos explicaron que la organización Ananda Marga
surgió de la India durante la administración de Nehru e
lndira Gandhi, cuando los comunistas eran muy fuertes.
El programa de Ananda Marga es más simple- y más accesible
para la gente, así como más humano. Centenares de millones de
personas se incorporaron a las filas de Ananda Marga. La nueva
enseñanza fue infundida por sus partidarios de todo el mundo.
Los comunistas captaron e peligro y trataron de arruinar la
reputación de la organización. Lograron hacer encarcelar a su
líder, quien pasó siete años en la cárcel sin proceso. Organizaron
actos de provocación y asesinatos, supuestamente cometidos por
miembros de Ananda Marga, Didi y Dada cayeron en una de
estas trampas. Pero fueron liberados por falta de pruebas. Es
decir, puestos en libertad bajo fianza, pero es evidente que los
criminales peligrosos, los terroristas empedernidos, no son
liberados por ninguna suma de dinero.
Sólo personas de este tipo, fuertes y valientes, podían
ayudarme en mi batalla con los soviéticos, que hacía mucho
había rebasado los límites del tablero.
Pero, mientras tanto, los soviéticos estaban aplicando
presión. Por decisión del jurado se prohibió a los yoguis que
vivieran en mi hotel. Dicho sea de paso, también ellos estaban
atemorizados por el lugar, pues habían tenido premoniciones
acerca de posibles actos de provocación. ¡Si Campomanes ponía
un cuchillo bajo su almohada, podían terminar en la cárcel sin
ninguna razón!
Pocos días después, por decisión de Campomanes,
confirmada por el jurado, no se les permitió a los yoguis que
utilizaran los vehículos oficiales cedidos a mi delegación, ¡y se
les prohibió por completo que vinieran a mi hotel!
¡A1 demonio con eso! ¿A quién le interesa lo que hago en
mi tiempo libre? Me pregunto por qué ellos disfrutan de libertad
completa de movimientos en Manila y pueden ir donde les
plazca, ¡mientras que en Baguío, que está llena de guardias
armados de extracción filipina y soviética, se les imponen
restricciones!
Me enojé mucho cuando descubrí que se había obligado a los
50
yoguis a firmar un compromiso escrito de que no dejarían la casa
de campo donde estaban viviendo. También me encolericé con
Keene quien, a escondidas, sin informarme a mí ni a la Sra.
Leeuwerik había traicionado mis intereses. Escribí una carta a
Lim Kok An:
"Estoy sinceramente estupefacto por el alboroto que han
hecho los organizadores acerca de la presencia de miembros de
Ananda Marga en el hall del torneo. De acuerdo con los rumores,
los organizadores están preocupados por el hecho de que estas
personas han sido declaradas culpables de un crimen, a pesar de
lo cual se consideran en libertad en el auditorio. Recuerdo a todos
que han sido puestos en libertad por el Ministerio de Justicia por
pruebas insuficientes de un crimen pretendidamente cometido por
ellos. Es extraño que no se le haya ocurrido a Campomanes la
idea de eliminar a la Sra. Leeuwerik. Después de todo, hace
muchos años fue condenada a veinte años de prisión por
terrorista. Logró salir antes, pero nunca fue rehabilitada.
Exactamente de la misma manera, al haber escapado de la Unión
Soviética hace dos años, yo violé en forma clara la ley soviética.
Sin duda alguna, en la Unión Soviética se me considera un
criminal, ¡¿También querría Campomanes desembarazarse; de
mí?!
Que yo sepa, hay realmente crimínales en el hall, pero son
miembros del grupo soviético. Para un fugitivo de la Unión
Soviética, la presencia en el hall de agentes armados de la KGB
representa un peligro real. No obstante, hasta ahora los
organizadores no han intentado palpar a Pishchenko y a sus
amigos en busca de armas.
Volvamos a la esencia del problema; hace un par semanas,
Campomanes renunció a su derecho de eliminar del hall a
cualquiera que molestara a los jugadores, ¡Ahora manifiesta
deseos de expulsar a personas que no molesten a nadie! ¿De qué
manera puede explicarlo?
Las reglas de la F1DE prohíben la comunicación entre los
jugadores y las personas presentes en el auditorio. Pero aunque
un enlace visual y mental entre Karpov y Zoukhar ha sido
probado por testigos, hasta ahora los organizadores no han hecho
nada para restaurar el orden. Ese es el motivo por el cual invité a
miembros de Ananda Marga, Es mi defensa y mi contramedida.
Los necesito. Me apoyan y me hago plenamente responsable
de ello. Garantizo su comportamiento impecable en el hall.
Acepto que sean palpados de armas, e incluso acepto que se
sienten con mi delegación en hall. No puedo aceptar ningún
compromiso con Campomanes, que durante el match ha revelado
que no asume una posición neutral. . .
Destaco que sólo se puede eliminar a miembros de la
organización de Ananda Marga en el caso de que Zoukhar y
Pishchenko sean expulsados del hall de una vez por todas.
V. Korchnoi, 12.9.78"
Incluyo aquí esta carta para exponer nuevamente mis puntos
de vista, para explicar una vez más el núcleo del asunto al lector.
La carta no tuvo ningún efecto. Lim Kok An se enteró de la carta
a través de M. Stean y…se negó a aceptarla.
La persecución de Didi y Dada causó asombro en una cierta
cantidad de personas responsables de la celebración de este
match. Mi casa de campo fue visitada a su vez por Schmid y M.
Euwe. Conversaron con los yoguis y, según yo lo entendí,
llegaron finalmente a la conclusión de que no constituían un
peligro físico.
Vigésima tercera partida. Karpov ya ha perdido su ventaja
ajedrecística en medida significadora. Ha disparado sus
"proyectiles teóricos" sin resultado. Ha perdido confianza en sí
mismo. También está perdiendo el resto de su fuerza física.
Supero a Karpov con blancas en una posición relativamente
simple. Karpov experimenta dificultades evidentes en encontrar
una estrategia de defensa para llevar el juego a una posición de
tablas.
Vigésima cuarta partida. Juego con negras y por primera vez
en varios días obtengo pronta ventaja. En el medio juego pierdo
mi oportunidad de ejercer presión sobre mi oponente, y de nuevo
logra escapar con tablas.
Pánico en el campo soviético. Al parecer, el campeón
expresa a todo el mundo hasta qué punto está disgustado,
acusando a todos de jugar mal. (Eso se reveló mucho más tarde:
¡después del match, el campeón despidió a su equipo!) Tal
concede una entrevista a uno de los periódicos europeos. ¡Es tan
raro leer palabras honestas en la boca de funcionarios soviéticos!
Hay un resquicio de desesperación en lo que dice Tal. El
51
campeón, según informa Tal, estaba preparado para jugar 24
partidas. ¡Estaba tan cerca de la victoria! Pero lo que ocurrirá
ahora no resulta claro. . .
Vigésima quinta partida. Aplico presión y juego para ganar
en forma terminante, pero me paso de la raya. En realidad, tenía
una sólida ventaja al comienzo, pero dejé que mi oponente
consolidara su posición. Debería haber buscado tablas, pero por
inercia hago algunas jugadas seudoactivas. Karpov desarrolla su
posición, sus dos alfiles salen de su cautiverio y se pasean por
todo el tablero. Tengo problemas de tiempo, y ya he perdido un
peón. Pero ahora es Karpov el que comete un error. Especulando
con mi falta de tiempo, pasa por alto un sistema oculto y sacrifica
una torre. Ahora soy yo quien tiene ventaja, pero un peón de más
resulta ser insuficiente para ganar.
Vigésima sexta partida. Karpov busca un respiro: 1. c2-c4.
Juego la apertura con un deliberado menosprecio por las reglas:
quiero una posición no clásica, con probabilidades de ganar por
ambos lados. El experimento de la apertura no fue totalmente
fructífero. Las blancas — Karpov— mantienen su ventaja y la
posibilidad de llevar la partida, según le gustara, por un camino
complicado o más fácil. Smyslov o Petrosian, para no mencionar
a Fischer, habrían llevado esta partida a la victoria. Pero ahora
Karpov teme realizar complejas maniobras conmigo. En forma
inesperada para los espectadores, y también para mí, cambia sus
piezas centrales y lleva la partida a un punto muerto. . .
Como ustedes podrán ver, mis tácticas en el match habían
cambiado de una manera evidente. No trato de que el match se
arrastre con tablas carentes de sentido. No muestro respeto por
mi oponente, que me lleva ventaja en el puntaje. ¡Por el
contrario! En cada juego hay batalla sin compromisos. Karpov
está psicológicamente aplastado. Experimenta un extremo
cansancio al tener que defenderse todo el tiempo.
Pero no todo es tan simple. Una forma desesperada de jugar
para ganar, con completa despreocupación por el propio
oponente, un oponente herido, pero aún no quebrado y todavía
diabólicamente astuto, se puede convertir en fracaso en cualquier
momento, y eso es lo que ocurrió finalmente. De nuevo, en la
vigésima séptima partida, yo estaba en mejor posición en la
apertura. Una vez más mi oponente, después de dificultades
transitorias, logró consolidar su posición. Tuve que jugar en
forma precisa para mantener un equilibrio en las posiciones, pero
resultaba psicológicamente difícil reagruparme para la defensa,
pronto las negras estuvieron en ventaja. Lo percibí. Insatisfecho
con mí posición, termino por tener problemas de tiempo. En el
momento mismo en que la posición se había tornado más simple,
dejé escapar un peón. La partida fue suspendida, pero no me
presenté para reanudarla. Considero la vigésima séptima partida
como una de las más débiles del match.
Por lo general, cuando dos jugadores que se respetan se
encuentran en una competencia, si uno de ellos decide abandonar
una partida suspendida, las reglas de cortesía suponen que
avisará a su oponente por adelantado, para evitarle el trastorno de
tener que aparecer en el hall del torneo.
Pero aquí, en este match, en que los soviéticos habían usado
todos los métodos, aun los más repulsivos, para perturbar la paz
mental del oponente, no había lugar para una cortesía. Al
comienzo de la reanudación, mi segundo ingresó en el hall y
anunció que yo abandonaba la partida. Un detalle curioso: ¡los
árbitros no aceptaron esta capitulación! La pidieron por escrito.
Les fue entregada 45 minutos después.
De este modo el puntaje se puso 5:2. Era evidente que el
match se acercaba a su fin. Karpov está ganando por un gran
margen, Todo lo que debe hacer es ganar una partida más,
¡apenas una! Y yo no tengo la intención de prolongar el match,
de extenderlo, haciendo tablas una después de otra, simplemente
par atormentarlo antes del fin o fijar un record para la duración de
un match. No, seguiré jugando como lo he hecho hasta ahora. Un
poco más de autodisciplina, un poco más de indiferencia. Me
pregunto ¿por qué desprecio tanto a este hombre, más que a
cualquier otro gran maestro contemporáneo? Debo encontrar una
respuesta. Evidentemente es una combinación de hostilidad hacia
su aspecto exterior, su forma de encarar las cuestiones políticas y
su actitud hacia el ajedrez. Los rasgos de este hombre —su
aspecto físico, su conducta, sus declaraciones a la prensa, sus
"actividades políticas y ajedrecísticas" — están impregnados de
hipocresía y falsedad. Aquellos que- saben basta qué punto es
poderoso y de qué intimidad goza con los altos círculos del
gobierno están convencidos — sin la menor duda— que tuvo
algo que ver con el confinamiento de mi familia y la detención de
mi hijo. Participó en forma indiscutible en el arresto del gran
muestro Gulko. Desde que Gulko solicitó una visa de salida pura
Israel par él mismo y su esposa en mayo de 1979, no logró
respuesta del Ministerio de Asuntos Internos, No puede hacer
absolutamente nada._ La mano de Karpov en esto es indiscutible.
52
Una barrera idiomática es un obstáculo serio. Es difícil
descifrar a un hombre, el cual, aunque tenga el poder de decir
algo, prefiere mantener un silencio "circunspecto". Resulta difícil
determinar la esencia de un hombre que, cuando toma parte en
torneos en Occidente, se coloca una máscara de superioridad
condescendiente. Quedan sus declaraciones a la prensa. Si el
lector las reúne en orden cronológico, quedará sorprendido por la
astucia y la sagacidad de Karpov. "¡El campeón tiene un carácter
soviético!" fue el título del artículo en el periódico "Soviet Sport"
al fin del match en Baguío. Yo agrego: "¡En el peor sentido
posible de la palabra!" Para mí el nombre de Karpov está
identificado con los crímenes del régimen soviético en el interior
del país y con la expansión de la junta militar soviética por el
mundo.
Es interesante que en Alemania Occidental y en Holanda
Karpov sea el huésped más popular en los torneos internacio-
nales. Los organizadores de esos Torneos ¿no se han preguntado
nunca quién es él realmente? ¿No comprenden que Karpov lleva
el rostro del gobierno soviético, y que al invitar a este ángel de la
muerte expresan su silenciosa aprobación de las políticas del
gobierno soviético, con sus fines agresivos?. . . No, no tengo la
intención de jugar para tablas. Trataré de encontrar algo más en
mi arsenal ajedrecístico, para obligar al campeón soviético a
trabajar con su propia cabeza. Intentaré aislar para estas últimas
pocas partidas la sabia hidra de muchas cabezas que sirve a
Karpov.
Aunque Karpov tiene una clara ventaja en el match, lo
encuentra difícil. Su sistema nervioso se está comenzando a
desgastar. Es durante esta parte del match cuando comenzó a
quejarse de dormir mal. Intentó dormir primero en su hotel,
luego en su casa de campo y luego en el Country Club. . . El
periódico comunista italiano "Unitá" publicó un informe en el
sentido de que algunos muchachones celebraban orgías bajo las
ventanas del campeón en Baguío. El periódico 64 reprodujo esta
noticia sin comentarios. Discúlpeme, ¿pero qué hacía la policía
filipina, qué hacían sus guardaespaldas personales —Pishchenko
y Krylov? ¿Dónde estaban durante todo ese tiempo? ¿No
pueden proteger el descanso del brillante hijo del pueblo
soviético?
Como usted ve, en el momento en que el poderoso hijo se
acuesta, los gallos cantan y los primeros aviones despegan. Peor
como el embajador del pueblo soviético y su horda acompañante
deben ser alimentados, no se puede cambiar ni cancelar nada.
¡Los gallos son especialmente intratables! ¡Pues aun Su Alteza no
repugna servirse de vez en cuando un huevo!
En días así, según dice, para calmar su sistema nervioso,
durante sus ratos libres Karpov practica a un juego de mesa
llamado "Otelo", que Ed Edmonson le enseñó a él y a sus
camaradas. De acuerdo con los soviéticos, el Campeón debe ser
un ejemplo en todo: ¡un excelente estudiante, un maravilloso
hombre de su hogar, un éxito en toda la línea! Naturalmente, se
difundió un rumor de que también en el "Otelo" Karpov batía a
todo el mundo. Un día Edmonson estaba jugando con Balashov.
Este último jugaba mal. Ambos conversaban y Edmonson
preguntó si había jugado contra Karpov. "Sí". "Bien, ¿Y quién
ganó?" Balashov miró a su alrededor con cuidado, para ver si
alguien podía sorprender el momento en que delataba un secreto
de estado, y replicó sencillamente: "Yo gané".
Vigésima octava partida. El día antes de que comenzara, el
árbitro principal Lothar Schmid se fue. Es indudable que ya había
avisado por adelantado que debía atender algunos problemas
urgentes en octubre. Comprendí que si hubiera desempeñado un
papel importante, con poderes de autoridad y la posibilidad real
de resolver problemas, que este match presentó en abundancia, se
habría quedado. Pero si incluso la conducta de los jugadores no
se encontraba bajo su jurisdicción, y todo lo que debía hacer era
poner el reloj y fijar el límite de tiempo, si los organizadores del
match y el jurado habían asumido todas las funciones que
deberían corresponder al árbitro principal, ¿qué le quedaba por
hacer?
Todo había sido acordado por adelantado. Se había
decidido que si Schmid partía, Kazic (Yugoslavia) y Filip
(Checoslovaquia) se harían cargo de la función a condición de
que Filip no fuera el árbitro principal. Pero ¡no fue así! ¡Filip se
convirtió en árbitro principal! Un hombre que, como se reveló
luego, escribió una cierta cantidad de artículos repugnantes para
el periódico de Praga "Rude Pravo", tanto durante el match
como después del mismo. Aunque —lo repito— eso no pudo
influir seriamente en el curso del match no obstante, ¡los
soviéticos pusieron a su hombre sobre el escenario! Y ¿quién
sabe de qué manera se habría comportado un árbitro objetivo y
normal durante la partida final, cuando fueron cancelados todos
los acuerdos previamente logrados, en lugar de este cobarde
lacayo Filip?...
53
En la vigésima octava partida decidí jugar una variante que
Stean y yo habíamos analizado prolongadamente, pero que
considerábamos riesgosa. Era evidente que Karpov, quien solo
necesitaba ganar una partida, no buscaría complicaciones sino
que esperaría su oportunidad. Poco después de la apertura, jugada
por Karpov sin la menor idea de lo que estaba sucediendo, logré
tornar la iniciativa. Las negras obtuvieron una ventaja en el final.
La partida fue suspendida en medio de un complicado final de
cuatro variantes.
En un match de análisis y la continuación son, sin duda
alguna, el momento más tenso del duelo ajedrecístico. Es
imposible describirlo —usted debe observarlo "desde adentro"—.
Los entrenadores trabajan durante toda la noche. El contendiente
pretende que está durmiendo, aunque su cerebro sigue trabajando
aun en el sueño. Por la mañana comienza el trabajo conjunto. Se
evalúan y reevalúan las posiciones, se reemplazan las esperanzas
por decepciones. El análisis continúa ininterrumpidamente, sin
tiempo ni para detenerse a almorzar…
En mi camino a la reanudación, yo estaba seguro de que
jugando en forma precisa Karpov podía entablar la partida, pero
nuestros análisis habían orientado en sentidos diferentes.
Evidentemente, Karpov había llegado a la conclusión de que su
posición estaba perdida y, por lo tanto, había elegido como
último recurso, una continuación activa que me tomó totalmente
desprevenido. Mi respuesta no tuvo éxito. La partida estaba casi
emparejada...
Pero llegó en mi socorro... ¡mi problema de tiempo! Karpov
jugó sin detenerse, como una ametralladora. Dos veces pasó por
alto una posición de tablas seguras. Pero cuando el humo de mis
problemas de tiempos se disipó, también habían desaparecido las
esperanzas de Karpov de salvar la partida. ¡5:3!
Vigésimo novena partida. De nuevo logré encontrar una
apertura de la cual el campeón mundial no tenía la menor idea.
Tardó más de una hora en las primeras nueve movidas, pero no
encontró una forma de igualar el juego. La posición que surgió en
la mitad de la partida aseguró a Karpov una defensa difícil y
prolongada. La suspensión no le llegó a tiempo. Después de la
reanudación pareció temporariamente una posición de tablas,
pero de nuevo, mientras me encuentro con problemas de tiempo,
adopta un procedimiento erróneo y pierde. ¡5:4!
¡Oh, el jaleo que se armó en el campo soviético en ese
momento! Todos los funcionarios —Ivonin, el jefe ajedrecístico
soviético, Sevastyanov, presidente de la Federación Soviética de
Ajedrez— habían llegado a Baguío hace mucho tiempo,
evidentemente para asistir a este final. ¡Pero todavía no había
banquete! el campeón tomó muy a mal sus derrotas. Depresión,
en el campo soviético. ¡El momento recordaba a Moscú en 1962
durante la crisis de los misiles cubanos!
Dicho sea de paso, para la vigésima novena partida llegó un
cuarto entrenador de ajedrez soviético, el gran maestro
Vasyukov. Básicamente no me preocupa en absoluto si Vasyukov
está en Vasyuki, en Moscú o en Baguío. Como jugador,
Vasyukov carece de una cosa: talento, y como entrenador, de
sentido común, ¿¡Pero existe la palabra "decencia" en el
vocabulario soviético!? ¡La persona que trabajó conmigo en los
prolegómenos de Curazao en 1962, durante un torneo Interzonal
en Susa en 1967, durante el match con Karpov en 1974, ahora
aparece entre los entrenadores de Karpov!...
En el curso del match descubrí otro detalle curioso. Cien
copias de mi libro — una autobiografía en inglés— habían sido
enviadas a las Filipinas a nuestro pedido por Batsford y llegaron
el 8 de julio. Desde entonces, habían sido retenidas por la aduana.
Se me informa que existe una instrucción secreta que prohíbe la
distribución de literatura antisoviética en las Filipinas, por lo cual
no se permite el ingreso del libro.
No puedo asegurar la autenticidad de este último informe. Lo
escuché de Keene y éste, muy probablemente, de Campomanes.
Pero la mercadería debía ser recuperada. Por medio de relaciones,
sobornando a funcionarios aduaneros y a través de un
intermediario —Keene—, logré "rescatar" el libro. Pero no puede
haber posibilidad de venderlo en el edificio donde estamos
jugando; Campomanes no lo permitirá. Con ciertas dificultades
logramos encontrar un vendedor, un comerciante de segunda
mano, y distribuirá el libro en forma sigilosa entre la población…
Trigésima partida. Karpov está confundido por mis
innovaciones en la apertura; no sabe qué jugar. En lugar de
buscar la ventaja en la apertura, trata simplemente de "ganar
tiempo". La batalla táctica concede una pequeña venida a
Karpov, pero termina en una posición pareja. La partida se
suspende, pero poco después el campo soviético ofrece tablas. La
tentación de poner a prueba una vez más el análisis de los muy
alabados analistas soviéticos es grande, pero yo cedo. Tablas.
Trigésima primera partida. Para evitar cualquier sorpresa,
Karpov juega una apertura directa y modesta, como Capablanca.
54
Gambito de dama, ¡el primero en el match!
Pero para poder jugar semejante apertura es necesario que
uno pueda elevar su nivel de juego, especialmente en el final,
como Capablanca. ¡El héroe de nuestro libro, el enano de los
Urales, no se puede jactar de igual habilidad!
Dicho .sea de paso, el lector debe saber que en la Unión
Soviética todo es de la más alta calidad: ¡la parálisis es la más
progresiva, la presión sanguínea es la más alta, y los enanos son
los más grandes del mundo!
El comienzo de la trigésima primera partida no me otorgó la
más mínima ventaja. Pero después del cambio de damas logré
explotar el juego defensivo de mi contrincante para crear cierta
iniciativa. Con problemas de tiempo me extendí demasiado, y
cuando realicé la ruptura en el centro no era el momento más
favorable. Pero aun así, todo parecía estar O.K.: en el tablero
había surgido un final directo, que una abrumadora mayoría de
especialistas consideran como ganado por las blancas.
Nuestra decepción fue grande cuando al llegar a casa
¡descubrimos que en la variante principal Karpov lograba tablas
con movidas únicas! Pero ¿qué pueden brindar las otras
variantes? ¡Nada en absoluto! En cualquier caso las negras tienen
suficiente contrajuego.
Se trató de un análisis difícil. Yo debía adivinar la
continuación que Karpov y su grupo no lograran analizar.
Obligar a Karpov a trabajar con su propia cabeza en esta
posición bastante simple no era la más fácil de las tareas. La
continuación de esta partida resultaba un acertijo aun para
grandes maestros con mucha experiencia. Uno debía conocer los
análisis y ser capaz de penetrar en el estado psicológico de
Karpov para comprender lo que pasaba. Sacrifico un peón y le
ofrezco a Karpov la oportunidad de ganar en un agudo final,
¡pero no lo acepta! Evitando todas las complicaciones, juega
cuidadosamente para lograr tablas. No selecciona la mejor forma
de hacerlo. Para obtener tablas debe hacer algunas pocas jugadas
precisas, ¡pero da un traspié! Pasando por alto mi movida
intermedia, pierde un peón importante y poco después
abandona. ¡5:5!
En los tres meses de duración del match recibí más de 300
cartas de 28 países. Incluían cartas de simpatizantes de Bulgaria,
Polonia, la Unión Soviética, países de Asia, de Sudamérica y
Norteamérica, Europa Occidental, Australia y Sudáfrica. Mi
correo creció especialmente después de la decimoséptima
partida, después de mi conferencia de prensa en Manila.
Personas de todo el mundo aun (¡especialmente!) las que no
juegan al ajedrez, comprendieron que se estaba desarrollando un
sucio juego político; me expresaron su solidaridad y me
hicieron saber que me alentaban, que sufrían y oraban por
mí. Mis opiniones civiles y, aun más, religiosas, no estaban claras
para todos los que me escribieron, pero lo que estaba en claro es
que se trataba de una lucha contra un bandido internacional,
contra un país que pisotea todos los derechos humanos. ¡Recibí
cartas de abierta fe religiosa con expresiones de simpatía de
protestantes, católicos, ortodoxos, judíos, hindúes, musulmanes y
jesuitas! ¡Sentí el apoyo de todo el mundo tras de mí! Este
minúsculo ensayo general de una gran guerra le costó caro a la
Unión Soviética en materia de propaganda... El flujo de cartas
crecía aún más hacia el fin del match. Descubrí que incluso en las
Filipinas había personas que me apoyaban que la pequeña banda
de intrigantes que habían organizado este match ¡no reflejaba de
ningún modo el estado de ánimo de ese país!
Me permitiré citar algunos de los telegramas. "Con usted con
todos nuestros corazones" — Jean-Paul Sartre, Samuel Becket,
Eugene lonesco, Fernando Arrabal. "Mi hija y yo pasaremos el
día de hoy orando para que usted gane la vigésima novena
partida" — Mag Pulong, Filipinas. "Nosotros los españoles
oramos para usted reúna coraje para luchar y ganar. No debería
haber interferencia política y burocrática en los campeonatos
mundiales. Simpatía y los mejores deseos de éxito" — Mauro
Loza, Madrid. "Congratulaciones por sus recientes victorias.
Usted ha creado una verdadera agitación en los medios
norteamericanos y ganado muchos nuevos simpatizantes por su
esfuerzo. Ha encontrado la clave para batir a Karpov. Hágalo una
vez más" — Clint Vose, Chicago. "¡Congratulaciones! Yo y
millones de otros filipinos estamos siguiendo pacientemente su
camino para convertirse en campeón mundial" — Omoivar,
Manila.
Pero ¿qué ocurrió en la segunda mitad del match? Karpov,
que tenía una colosal ventaja psicológica, física, profesional y,
finalmente, política, no sólo fue incapaz de capitalizar sino que la
perdió por completo por el camino. La única concesión que
aceptaron los soviéticos, desplazar al psicólogo soviético del
campo de visión, le costó caro al campeón. Karpov perdió sus
mejores cualidades y, lo cual es sumamente importante, la
sutileza de su apreciación psicológica de la posición. Me temo
55
que muchas personas, incluso grandes maestros, no estén
familiarizadas con esta expresión. Los grandes maestros están
lejos de poseer todos esta cualidad. No .se trata de la evaluación
real de una posición, sino de un reflejo del concepto de la
posición del oponente. La capacidad de comprender el curso del
pensamiento del oponente significa mucho. Significa dividir
aproximadamente por dos el análisis de las posibilidades del
oponente, examinando lo que el oponente considera más
desagradable para uno o para él ¡Significa prever lo que hará el
oponente!
Karpov posee esta cualidad más que otros grandes maestros,
a pesar de lo cual aun él la perdió. Tan fuerte parecía en este
sentido en la decimotercera partida y en la primera mitad de la
decimoséptima partida, ¡y tan digno de lástima en la
vigesimonovena y en la trigésima primera! Su rostro revelaba una
pérdida completa de confianza en sí mismo, ¡una cualidad que,
en forma totalmente infundada, había sido inherente en el
carácter de Karpov desde la infancia!
Debo decir unas pocas y cálidas palabras acerca de los dos
yoguis que llegaron a mi campo en la segunda mitad del match y
trabajaron en forma altruista, tratando de mejorar mi estado físico
y levantar mi espíritu de lucha. Juntos hicimos ejercicios físicos y
nos empeñamos en la meditación. En todos los casos en que yo
me sentía cansado después de una partida intensa, me daban un
masaje estimulante. Cuando contraje un resfrío un día y me
acosté, me cuidaron mejor que cualquier enfermera.
¡Reemplazaron para mí por lo menos la mitad del personal de
Karpov! Y si existe la transferencia del pensamiento a distancia
(especialmente el odio, de acuerdo con los psicólogos ingleses,
en este caso fueron simplemente irreemplazables. Eligieron a
Zoukhar como su blanco. Desde el momento en que los vio, "per-
dió la cara". Dicen que era penoso mirarlo. ¡Se podía verlo
realmente desvanecerse!
Desde ese momento mis yoguis fueron sometidos a un
ataque. Comenzaron a hostigarlos, a restringir aún más su
libertad de movimiento. ¡Un asunto extraño! Los yoguis ya no
abandonaban la casa, pero los soviéticos aún no podían descansar
tranquilos. Rodeados por policías secretos irregulares, filipinos y
soviéticos, armados hasta los dientes, Karpov y Zoukhar
afirmaron que sus vidas estaban amenazadas. El día antes de la
última partida Karpov emitió un ultimátum. Declaró que no se
podía sentir cómodo mientras en Baguío hubiera "criminales", tal
como lo expresó, y se negó a jugar la última partida.
Hablando de criminales, el papá del Campeón fue
sorprendido robando en 1975 mientras se desempeñaba como
ingeniero en una fábrica de Tula. Se lo amenazó con el
encarcelamiento y un proceso. Su hijo, que en ese momento se
estaba preparando para el Campeonato Mundial, de la misma
manera que su padre (se roban los títulos del mismo modo que el
dinero), logró detener el caso y transferir a su travieso padre a un
empleo en Leningrado.
Para mi gran pesar, yo no supe nada del ultimátum de
Karpov. El lector puede imaginar cuál habría sido mi respuesta.
Pero, en la medida en que toda la autoridad y la información se
encontraban en manos de Keene en ese momento (les recuerdo;
al haberse apropiado de esta autoridad por su propia cuenta), mis
intereses fueron traicionados por él en favor de los suyos propios
y de los intereses soviéticos. Conociendo los hechos que se
revelaron después, no es difícil convencerse de que en ese
momento era muy desventajoso para Keene que yo ganara el
match. Mire de nuevo, lector, las páginas anteriores para refrescar
los recuerdos del contrato entre Keene y yo, firmado el día
anterior al match. Se pone en evidencia que Keene estaba
escribiendo un libro y enviado télex a Londres. No podía
esperar honorarios de mí, por grandes que fueran éstos en caso
de una victoria. Además, si yo me convertía en campeón
mundial, es muy probable que habría sido capaz, con el ilimitado
poder del cual dispondrá, de lograr que Keene no recibiera ni sus
honorarios como entrenador principal de los organizadores:
¡después de todo, la traicionera violación del contrato no podía
quedar sin castigo! Y una última cosa: el libro de Keene, en el
cual, tal como se podía esperarlo, me criticaba a mí, a la Sra.
Leeuwerik y a otros, fue escrito con la suposición, incluso la
convicción de que yo perdería el match. ¡El, Keene, tendría que
volver a escribir el libro! Y en ese caso no podría aparecer, tal
como lo hizo dos días después que el match terminó, en todas las
librerías de Londres. ¡Tendría que haberse demorado su
aparición una semana o algo así, amenazando de este modo su
éxito financiero!
No, el Sr. Keene lo pensó todo de la manera más minuciosa
antes de elegir su línea de conducta.
Después de la trigésima primera partida Karpov tomó su
último día libre. Debía poner en orden su quebrantado sistema
nervioso, detener las deficiencias en sus aperturas, mejorar su
56
preparación y preparar un nuevo ataque legal sobre mis
asistentes. Con tal fin debió esperar la partida del Dr. Euwe. El
Presidente, la única figura que los soviéticos respetaban
ligeramente, partió de Baguío durante el período más agitado del
match, de acuerdo con un plan elaborado por la Señorita Bakker,
para establecer el orden en la Federación ajedrecística de
Venezuela. El y la señorita Bakker encontraron que estas
cuestiones eran de mayor importancia que la de saber quién sería
el próximo Campeón Mundial. Es verdad que antes de partir
Euwe convocó a Keene y a la Sra. Leeuwerik, y declaró que si
los soviéticos tocaban de nuevo a mis asistentes yoguis, yo tenía
su autorización para interrumpir el match.
Karpov fue a Manila a relajarse un par de días. A juzgar por
su comportamiento en Manila, conocía — ¡hasta el último
detalle!— todo lo que ocurriría durante el último día del match.
No disfrutó mucho en Manila; asistió al partido final del
Campeonato Mundial de Basquetbol y vio cómo el equipo
soviético era destrozado por segunda vez en una tensa batalla con
los yugoslavos. Conociendo su carácter supersticioso, puedo
decir con seguridad que dejó Manila con el corazón cargado de
presentimientos, si se me permite mencionar de algún modo este
órgano sensible en relación con un joven de este tipo, parecido a
una computadora.
Mientras tanto, tuve tiempo de pensar en lo que había
ocurrido en el match, y acerca de la próxima partida. Ahora, con
el puntaje en 5:5, con varios meses de intensa preparación y
lucha tras de mí, me hice un cuadro algo diferente del regateo que
precedió a la entrega por Fischer de su corona ajedrecística y su
pasaje a Karpov. Evalué desde un nuevo ángulo las condiciones
del match actual, que me fueron dictadas por los soviéticos. Es
difícil imaginar un puntaje igual en un match que se había
desarrollado durante varios meses. ¡Pero tal era el puntaje en ese
mismo momento! ¿Había tenido razón acaso Fischer en exigir
que los derechos de Campeón Mundial fueran defendidos por dos
puntos en su favor, y que el desafiante, si era capaz, debía ganar
el match por un puntaje de 6:4, pero con" un puntaje de 5:5 el
Campeón debía retener su título? Sí, era natural. ¡Sí, el
Campeón lo merece, para no mencionar el hecho de que una vez
que el puntaje es de 5:5, cualquiera que la ganara ya no resultaría
convincente!
Además, imaginé que yo estaba ganando el match. En un
plazo de 12 a 15 meses se tendría que realizar un nuevo match. E
imaginé que perdería ese nuevo match en un sentido puramente
físico, a la causa del momento en que se realizaría: los matches
del torneo siguiente de candidatos comenzarían inmediatamente,
y yo no dispondría de la fuerza necesaria para otra ronda… Dije
todo eso en una entrevista el día antes de la última partida.
Sí, no se permitió al brillante Fischer jugar el match por el
Campeonato Mundial porque se negaron categóricamente a darle
una ventaja de dos puntos. Pero ¿qué paso luego? Luego los
soviéticos adoptaron su idea de descontar los empates en el
match del Campeonato Mundial, pero en lugar de la idea de
Fischer de dar al Campeón 2 puntos en su favor, defendieron a
Karpov de una manera mucho más cruda, mucho más despiadada
para el desafiante: ¡con un match de revancha! La idea ya había
sido enterrada por la FIDE una vez —en 1962— pero fue
resucitada en favor de Karpov en 1977.
Adelantándome en el tiempo, en 1979 propuse cambiar las
reglas del match del Campeonato Mundial, cancelando el match
revancha y reemplazándolo por dos puntos en favor del
Campeón. Los soviéticos se negaron a aceptar esta propuesta. La
FIDE dejó la situación sin cambios…
¿En que se ocupó el personal de Karpov mientras él se dirigía
a Manila a descansar? Escribieron de prisa nuevas cartas con
instrucciones para el jurado. Elaboraron en acto todos los detalles
del partido final, que nada tenían que ver con el ajedrez. . . La
brigada soviética disponía de una máquina télex en sus
aposentos, instalada para garantizarle un enlace secreto con
Moscú. Los miembros de nuestro grupo utilizaban un télex que
podía ser inspeccionado por cualquiera, y en especial por
Campomanes, En ese mismo momento los soviéticos
preguntaban desesperadamente a Moscú, por la línea secreta ¿qué
hacer sí ahora Korchnoi llegara a continuar el match y exigía la
liberación inmediata de su familia de la Unión Soviética? ¡Una
idea excelente! Por desgracia, en ese momento no había gente
con la mente serena en mi campo. Se encontraban agitados por la
situación del match. La idea no se le ocurrió a nadie. Todos
nosotros hasta el último hombre, lo confieso, estábamos
reevaluando mis posibilidades en la batalla inminente.
Se debe reconocer a los soviéticos su mérito por la
versatilidad de su pensamiento estratégico y táctico. Lo han
probado una y otra vez en el escenario político, estableciendo su
influencia en todos los rincones del globo, llevando a la hez del
mundo occidental a cooperar con ellos, desorganizado la vida
57
económica de la sociedad occidental. Pero aquí en las Filipinas se
desarrollaba una pequeña guerra: se trajo a los principales
especialistas soviéticos y fueron ayudado por Campomanes, que
en el pasado había sido procesado por corrupción. . .
En la mañana de la partida N° 32 se realizó una sesión
regular del jurado, que resultó la última. El amigo de
Campomanes, Lin Kok An, había regresado a Singapur. Pero
para asegurar a los soviéticos una mayoría se lo convocó en
forma secreta y urgente un par de días antes de la partida. El
árbitro principal, L. Schmid, fue reemplazado en el jurado por el
obediente Filip.
De este modo no quedaron dudas, en absoluto, acerca de la
unanimidad del jurado. Se leyó la carta de "Balashov-Karpov". El
Campeón se negaba a jugar si estaban presentes en Baguío
representantes de la organización Ananda Marga, es decir, mis
leales asistentes yoguis. Todo estaba claro. Tan solo fue un poco
torpe que el jurado tuviera que derogar sus propias decisiones,
cuando parecía que todos estaban satisfechos con la situación, es
decir, con el arresto domiciliario de los yoguis. Pero lo que
desean los soviéticos es ley, y después de hocicar un poco para
salvar las apariencias, tal como lo exigía el guión, Keene redactó
una declaración afirmando que, con el objeto de evitar que el
campeón perdiera por no asistir, estaba de acuerdo con el
alejamiento de los yoguis de Baguío. Asumió la responsabilidad
de esta acción y autenticó con su firma su garantía de que
cumplirá las exigencias de los soviéticos. A las dos de la tarde
llegó a la casa e informó a los yoguis y a la Sra. Leeuwerik que
debían partir, Y ante mis propios ojos abandonaron Baguío.
Ahora me pregunto: ¿qué habría ocurrido si se hubieran
negado? ¡En un estado libre no existe la facultad de deportar a
personas libres! Pues los filipinos aún no se habían adherido a !a
"indisoluble unión de Repúblicas libres". Discúlpenme, se trata
de la primera línea del himno nacional soviético. Se debería
escribir cada palabra entre comillas. . .
No se me informó directamente, pero por conversaciones
telefónicas escuchadas de dos maneras —por nuestros guardias,
así como por cada uno de nosotros, a elección— comprendí que
mis asistentes habían sido expulsados de la ciudad. Y antes de la
partida Keene hizo una aparición inesperada en la casa, la
primera vez que eso ocurría, evidentemente para ver si los yoguis
habían vuelto. ¡No, Sr. Keene, aun yoguis todopoderosos no
tenían la fuerza necesaria para postergar la publicación de su
libro!
Llegué al hall para la partida. Los testigos recuerdan ese día
que el hall parecía más el escenario de maniobras policiales, que
el de una pacífica competencia ajedrecística. El edificio estatal
estaba lleno hasta el tope con policías de uniforme y de civil. Eras
imposible ir del hall al buffet…
Lo que me impresionó el día antes de la partida –intercambié
miradas un par de veces con los soviéticos–fue la oculta
sensación de triunfo, el malicioso regocijo en sus caras. Estos
degenerados morales —Tal, Balashov, Vasyukov y otros-
están dispuestos a acudir a cualquier trampa para ganar. Oh no,
no sienten el menor remordimiento de conciencia por el hecho de
que sus amigos y hermanos en la Unión Soviética se burlan de mí
familia. ¡Eso sería impensable! ¡Sus rostros revelan una
malicia bestial!
¿Nunca ha experimentado ese sentimiento, lector? ¡Ese
sentimiento inolvidable! Caminar a través de hileras de ojos que
lo odian, ¡y cada una de esas personas en esas hileras lo está
quemando vivos! Bien, el que no lo ha experimentado no ha
vivido realmente. Pero yo, queridos amigos, tendré algo que
recordar cuando envejezca. . .
Me sigo preguntado: si la FIDE declara que no tiene nada
que ver con las políticas, ¿por qué ese match se realiza bajo la
égida de la FIDE?
La partida comenzó. Los líderes oficiales del ajedrez
soviético estaban sentados en la primera fila, y en la cuarta fila,
estaba nuestro viejo amigo: ¡Zoukhar!
Keene, urgido por Stean y Murei, pidió una explicación a
Baturinsky, quien replicó simplemente: "Fue un acuerdo de
caballeros, válido sólo para caballeros". Más adelante, de regreso
en la Unión Soviética, disfrutaba volviendo a contar este
episodio, riéndose de su ingenio.
No, caballeros, miembros del Congreso de los Estados
Unidos, ¡no es mi intención de comparar la importancia del
acuerdo Keene-Baturinsky con la importancia del tratado SALT
2 entre Cárter y Brezhnev! ¡Las pérdidas producidas por la
violación de este tratado por "no caballeros" demostraran ser
mucho más tangibles! ¡Pero la forma de la negativa será
aproximadamente la misma!
A pesar de que Stean pidió a Keene que interrumpiera la
partida, Keene se negó, con el pretexto de que eso ejercería un
poderoso efecto sobre mis nervios. Los árbitros también podrían
58
haber interrumpido la partida. ¡Conocían el acuerdo firmado!
¿Pero pueden realmente los checos y los yugoslavos ir contra los
soviéticos?
Poco después de las siete de la tarde llegó la Sra. Leeuwerik,
Pidió inmediatamente que se enviara un telegrama de protesta al
Dr. Euwe. Keene, a quien le hizo el pedido, declinó llevar a cabo
esta obligación. Aproximadamente a las ocho Stean envió un
télex.
¿Y el juego? Todo siguió su curso. No jugué para hacer
tablas. Yo había preparado una variante, o más bien una nueva
movida en una variante familiar, aunque bastante difícil. La había
analizado durante varios días contando con el efecto psicológico
de la nueva movida. ¡Cuál fue mi sorpresa, cuando en el
momento crítico, Karpov contestó sin pensar siquiera! Conocía
esta movida, aún más: ¡sentí que sabía que yo me había
propuesto jugarla ese día! En mi posición, tendría que haber
estado preparado psicológicamente para eso. Ya después de la
séptima partida yo había pensado que se habían colocado
micrófonos ocultos en mis aposentos. Pero si en esa ocasión uno
de mis segundos había informado a Karpov la movida que yo
planeaba, ¡entonces yo no podía sentirme indiferente! De
cualquier manera, me dejó un mal gusto en la boca.
Lo que me sorprendió igualmente durante la partida fue que
Karpov jugó con extraordinaria confianza, en comparación con
los juegos anteriores. No, yo no podía ver a Zoukhar durante el
juego, pero podía sentir su presencia a través de Karpov: ¡el
trasero del centauro había encontrado de nuevo su cabeza!
Karpov no estaba jugando de ningún modo mal. En la
apertura no exploté mis posibilidades. Las dificultades de jugar
con las negras demostraron ser duraderas, Luego me encontré en
dificultades de tiempo, experimenté pérdidas materiales y la
partida fue suspendida.
Después de la partida mis amigos me contaron con todo
detalle las cosas que habían ocurrido ese día, ¡Una situación
escandalosa! Debía presentarse una queja ante la FIDE y los
tribunales. Yo no tenía intención de continuar la partida sino que
me sentía propenso a apelar contra la partida no terminada, sobre
la base de que había sido ilegal. La única persona que no pensaba
hacer alboroto era Keene. Más aún, a las nueve de la mañana
telefoneó a Filip y le informó que yo abandonaba la partida. No
había documentación escrita. Como ustedes recordarán, mi
abandono en la partida Nº 27 no había sido aceptado por los
árbitros. Ahora, por el contrario, se apresuraron a aceptar mi
abandono. Envié a Filip una carta que decía lo siguiente:
"No reanudaré la 32° partida. Pero no firmaré la planilla
porque la partida fue jugada en condiciones absolutamente
ilegales. No considero válida esta partida. El match no ha
terminado. Me reservo el derecho de quejarme a la FIDE por la
intolerable conducta de los soviéticos, la hostilidad de los
organizadores y la falta de actividad de los árbitros. V. Korchnoi
18.10.78."
Luego dirigí una queja a la FIDE, apoyada por la Federación
Suiza de Ajedrez. Protesté contra la ruptura del .acuerdo con los
soviéticos durante el último juego, me quejé de la conducta de los
organizadores, que habían ayudado a los soviéticos en todas las
formas posibles.
Me negué a aparecer en la ceremonia de clausura de la
Competencia, Esa fue mi protesta contra la conducta de los
soviéticos y contra Campomanes. Considero que tengo el ciento
por ciento de razón. Un match que los soviéticos y los
organizadores habían convertido en una batalla sanguinaria, en la
cual se arrojó toda ética por la ventana con la complicidad del
jurado, en la cual se quebrantaron las reglas y los acuerdos, en
esa competencia aún la ceremonia de clausura se convierte en un
lugar de ejecución para una persona que ha sido totalmente
privada de sus derechos.
Recientemente se han establecido nuevas reglas para el
campeonato mundial. Señalan que los contrincantes están
obligados a asistir a la ceremonia de clausura o a perder el
veinticinco por ciento de su bolsa. Los caballeros que elaboraron
esta regla probablemente no están familiarizados con personas
que consideran que los principios son más importantes que el
dinero. Puedo recordarles que en 1971 R. Hübner dejó el campo
de batalla en Sevilla sin haber terminado el match contra
Petrosian en señal de protesta contra las acciones de su
contrincante así como del árbitro Golombek. Por tal motivo
nunca recibió su bolsa por el match. Lo que es más insultante, la
FIDE nunca debatió quién tenía razón y quién se había
equivocado en este match. ¿No era acaso porque estaba
implicado un competidor soviético?
El día después de la ceremonia de clausura, Keene me
entregó cheque de Campomanes en Manila. Keene no quiso
encontrarme personalmente: no me podía mirar en la cara. Había
una inscripción significativa en el cheque: sujeto a pago sólo si
59
Korchnoi reconoce que el match ha terminado. ¿No es ésta una
táctica para atarle a uno las manos? ¡Campomanes estaba
dictando a un ciudadano libre la forma de comportarse!
Pero si usted lo piensa mejor, lector.., ¡con esta inscripción
está reconociendo su culpa! ¿Por qué debía tener una audiencia
de un tribunal? Si él, si los soviéticos tienen razón, ese proceso
legal sólo le puede acarrear nuevas desilusiones financieras y
morales. . .
La atmósfera el día antes de que yo partiera de Manila era
incómoda. Campomanes hizo todo lo posible para oscurecer los
últimos días de nuestra estadía en las Filipinas. Nosotros, Stean,
la Sra. Leeuwerik y yo teníamos pasajes en la aerolínea filipina
hacia Europa, pero no se habían reservado lugares. Nos
informaron que la primera fecha en que podíamos volar era el 2
de noviembre. Teníamos prisa en llegar a la Olimpíada de ajedrez
en Buenos Aires, que comenzaba el 24 de octubre. No sólo
Campomanes se negó categóricamente a ayudarnos a partir, sino
que envió una carta, señalando que desde el lunes 22 de octubre
debíamos pagar nuestra cuenta de hotel. Pero además de ese
único cheque, sólo "condicional", nos encontrábamos en una
posición financiera difícil. Un pequeño milagro vino a
socorrernos. Mis amigos y yo fuimos invitados a una sesión en
Hong Kong. El lunes volamos hacia el continente. Después de
pagar 1.000 dólares más, la Sra. Leeuwerik y yo logramos un
vuelo directo a Zurich. Stean hizo lo mismo: pagando una
sustancial suma adicional, logró volar de Hong Kong a Los
Ángeles y de allí a Buenos Aires.
Fue grande mi sorpresa cuando descubrí que en la sesión del
Buró de la FIDE en Graz en febrero de 1979, en el cual se debía
discutir la queja de Stean contra Campomanes, el Sr. Keene
prestó testimonio de que Campomanes había dirigido la
competencia en Baguío en forma intachable desempeñado sus
funciones como huésped del match y organizador financiero con
hospitalidad y cordialidad. ¡Califico este testimonio como falso a
sabiendas! Aún si lo hubiera deseado realmente, Keene no podría
haber conocido todas nuestras desventuras: ¡abandonó Manila un
día después que nosotros, en un vuelo directo a Europa!
Hablando en términos figurados, el Sr. Keene puso su mano en el
bolsillo de M. Stean, sacó dinero de éste y noblemente se lo
confió a Campomanes!
Mi queja fue discutida en una sesión de la Asamblea General
de la FIDE. Mi abogado, A. Brodbek, habló en alemán. Casi
nadie escuchó. Campomanes, sentado en el Presidium sobre el
escenario, se comportó con provocativa insolencia. Aunque no
sabía una palabra de alemán, no tocó una sola vez los audífonos e
hizo muecas durante todo el tiempo. Más adelante, en Graz, en
febrero, ¡atacó a mi abogado con una botella! ¡A qué ha llegado
el mundo! En un foro de ajedrez, en una asamblea de figuras
mundiales altamente respetadas, los Campomanes se sientan y
arrojan su peso por los alrededores y nadie tiene la facultad de
ponerlos en su lugar!
La réplica de Campomanes al discurso de Brodbek en
Buenos Aires fue curiosa. Vociferó, agitó los brazos, aulló
amenazas contra la Sra. Leeuwerik, describió cómo mis yoguis
habían matado a su amigo diplomático hindú, cómo había fluido
la sangre de su infortunada víctima. Nada dijo acerca de la
esencia del asunto, acerca de la ruptura del acuerdo con los
soviéticos. En cambio, como carta de triunfo leyó una carta. La
carta de Keene estaba presuntamente dirigida a Mr. Ilusorio. El
texto es el siguiente: "Para aclarar las cosas, lo informo por este
medio que Víctor Korchnoi perdió la 32a. partida en completa
ignorancia del procedimiento seudojudicial de esa mañana y de la
tarde, realizado por el jurado (¡la expulsión de los yoguis! VK).
Tampoco supo nunca que Zoukhar estaba sentado en la cuarta fila
durante la partida. R. Keene. 23.10.78."
Según dicen, cuando se leyó esta carta en la espaciosa sala en
que sesionaba la FIDE, el robusto y coloradote inglés, con su
aspecto amable —me refiero al autor de esa carta— tuvo casi un
ataque de apoplejía. Quién sabe; ¿tal vez el superambicioso Mr.
Keene se estaba atragantando con su propia importancia? En
verdad, cuando luego pedí a Keene una explicación sobre quién
lo había autorizado a escribir esa carta (¡nosotros sabemos quién
lo hizo!), comenzó a mascullar que se trataba de una
correspondencia privada y que Campomanes no tenía el derecho
de darla a publicidad.
Entre tanto, el estilo de la carta indicaba que fue redactada
por Campomanes. Mr. Ilusorio no la había recibido nunca. ¿Por
qué debía ser él el único patrocinante del match en recibirla? El
contenido de la carta nada tenía que ver con él, en absoluto...
Prometí a Keene que le condonaría sus deudas conmigo
(¡sólo las financieras!) si hablaba públicamente, o por lo menos
por escrito, contra Campomanes en la sesión siguiente. Lo
prometió, pero no lo cumplió. ¡Cómo podía hablar Keene contra
su mejor amigo!
60
No, la FIDE no deseaba resolver la cuestión del match ni
restaurar la justicia. Lo único que decidió es que yo podía cobrar
su cheque. Pero de todos modos, no se puede hacer una cartera de
cerdo con la oreja de un chancho.
Fue interesante observar el siguiente procedimiento.
Habiendo percibido que el grupo de delegados tendía a estar en
mi favor, que se podría producir discursos no planificados, que
llevarían a una penosa encuesta de los hechos con docenas de
testigos, Averbach (Unión Soviética) propuso que se transfiriera
la discusión del problema a una sesión del Buró de la FIDE en
Graz. De este modo la gran cantidad de personas que deseaba
expresar una opinión en el congreso sobre este tema quedaría
restringida a un mínimo. Esta propuesta fue sometida
inmediatamente a votación. Los representantes africanos y
asiáticos que estaban en el hall, la mayor parte de los cuales no
entendía una palabra de lo que estaba ocurriendo y que ni siquiera
habían seguido el tema en discusión, ¡levantaron en ese momento
sus manos en apoyo del delegado soviético!
Nunca he estado presente en las sesiones de las Naciones
Unidas, pero me temo que allí los problemas mundiales se
deciden de la misma manera...
Pero ¿qué decidió el Buró de la FIDE? Según resultó, el
Buró, compuesto por diez personas, ¡discutió no mi protesta
sino la protesta de los organizadores del los organizadores del
match contra mi conducta en Baguío! "El Buró aprobó en forma
unánime la declaración (F. Olafson y K. Jungwirz estaban
ausentes cuando se aceptó la declaración, pero esta circunstancia
no evitó que Campomanes y Bakker utilizaran la palabra
"unánime"): "El match por el campeonato mundial entre
Karpov y Korchnoi en Baguío, en 1978 fue preparado y
organizado en forma ejemplar por la Federación Filipina de
Ajedrez.
"Después de un estudio detallado el Buró de la FIDE con-
firma que también el jurado cumplió con sus obligaciones de mu
manera objetiva y efectiva. (Probablemente éste es el motivo por
el cual las nuevas reglas del match para el campeonato mundial
excluyen por completo un cuerpo como un jurado. VK).
"En relación con esto (¿en relación con qué? VK), queremos
censurar la premeditadas (!VK) acciones y los errores cometidos
por el desafiante durante su lucha por el Campeonato Mundial
(preste atención lector: se me acusa de mala conducta no sólo
contra el match con Karpov! VK) que no están en armonía con la
ética deportiva en el ajedrez o con reglas comúnmente aceptadas 10. CONCLUSIÓN
de conducta, y que además hacen daño al mérito y al prestigio de
la FIDE.
"El Buró de la FIDE lamenta la conducta del desafiante y
advierte estrictamente a Korchnoi que se debe comportar
correctamente en todos los matches futuros."
¿Comprende Ud., lector? El Buró de la FIDE no desea
discutir la negligencia y las acciones premeditadas de otros lados.
No desea enumerar la forma en que Korchnoi violó la ética, etc.
Su memorando es una advertencia definitiva final antes de que
Korchnoi sea expulsado de las competencias de la FIDE de una
vez por todas. Alguna razón u otra se encontrará...
Dos veces pedí a la Sta. Bakker que me remitiera el protocolo
de la sesión en Graz. ¡Yo debía saber por qué se me censuraba!
¡Debía saber por qué Campomanes trató de dar una paliza a mi
abogado! ¡Evidentemente, a la luz de la declaración citada, mi
abogado y yo somos culpables, mientras que Campomanes tiene
siempre razón! Pero se comprobó que era imposible obtener los
protocolos: ¡las minutas de esta sesión son mantenidas en un
estricto secreto!
En diciembre de 1979, mi hijo fue sentenciado a dos años y
medio de prisión por decisión del Tribunal criminal de
Leningrado. Solicitó por primera vez permiso de dejar la Unión
Soviética en julio de 1977; en mayo de 1978 fue notificado que
debía incorporarse al ejército soviético. Después de doce meses
en la clandestinidad, decidió entregarse a las autoridades. TASS
anunció: "Se efectuó el juicio del hijo del gran maestro Korchnoi
famoso por su escandalosa conducta". Dieron a entender que se
estaba juzgando al hijo por los pecados del padre. ¡Dieron a
entender que los procesos de Graz y Leningrado estaban
íntimamente ligados! "Campomanes" por el estilo, sólo que
hablando ruso, declararon que el proceso era de excepcional
importancia, que mi hijo era un criminal peligroso, un parásito,
que no se ocupaba de un trabajo socialmente útil, y que evadía las
sagradas obligaciones de un ciudadano soviético. Se registró
todo: referencias al mal estado de su salud, al hecho de que I.
Korchnoi había decidido hacía mucho tiempo emigrar y no podía
prestar el juramento de fidelidad a la Unión Soviética. Después
de una sesión de nueve horas, el tribunal lo sentencia casi a la
medida más alta de castigo, de acuerdo con el artículo sobre
evasión del servicio militar (el tope, según este artículo, era de
tres años).
61
 Después que la FIDE reconoció la legalidad del match en
Baguío, apelé a los tribunales de Amsterdam. Protesté por hecho
que la FIDE no había creado condiciones iguales para los
competidores o, para ser más precisos como lo revelan las
últimas decisiones de la FIDE, no había deseado crear iguales
condiciones para ambos lados del match. También acusé a
Karpov de conducta carente de ética y de violar los contratos.
Exigí como mínimo —aunque en este caso, en los límites de la
ley, se trata del máximo— que la partida final fuera declarada no
válida. La tarea del tribunal no era simple. Por primera vez en la
historia de la existencia de la FIDE, un jugador de ajedrez había
apelado a un tribunal contra sus acciones. Un cierto número de
federaciones, la de fútbol, por ejemplo, ya había sido obligado a
someterse a las decisiones de un tribunal. ¡Pero la FIDE se
considera exenta de toda jurisdicción legal! Desde luego, si se
considera la FIDE como una organización soviética, eso es
correcto. ¡Las organizaciones soviéticas y los ciudadanos
soviéticos no se encuentran bajo una jurisdicción legal; no tienen
a su disposición una justicia objetiva, "independiente de toda
fuerza política"!
Aún el nuevo presidente, Olafson, se opuso pertinazmente a
un proceso legal, aunque al parecer no tuvo nada que ver con éste
personalmente y no tiene responsabilidad por lo que ocurrió en
Baguío. El tribunal toma en consideración todos los factores del
match en Baguío: la falta de derecho de mi familia, la insolente
conducta del organizador del match, la imperdonable ruptura del
acuerdo por los soviéticos, mi boicot por los soviéticos en las
competencias actuales, ¡todo es puesto en la balanza! ¡Y el
presidente Olafson contra todo eso con su ancha espalda!
Temo que el futuro de la organización del Campeonato
Mundial dependa de este proceso. ¿Será, como antes, un juguete
en las manos de la Unión Soviética, una organización sin utilidad
para el ajedrez y los ajedrecistas, o estará en condiciones de
liberarse de la política que la ha atrapado en una trampa, que sólo
la utiliza para efectuar propaganda en interés de sus propios
gobiernos?
Como conclusión, me permitiré citar mi carta a F. Olafson.
La escribí después de una conversación privada con el presidente
en su casa de Reykjavik, Recibió la carta y hay testigos de que la
leyó. Nunca recibí una respuesta, pública o privadamente.
"Querido Sr. Olafson,
62
La carta siguiente no es privada. Lo exhorto a hacerla pública
en una sesión de la FIDE.
Le pido que ponga la cuestión de mi familia en la agenda de
la Asamblea General de la FIDE. Esta medida ya ha sido
propuesta por varios países europeos.
Le recuerdo que en noviembre de 1978 se envió una petición
a delegados de la FIDE, que fue firmada por representantes de38
países, todos miembros de la FIDE, solicitando que en el
congreso se discutiera la posición de mi familia. No se me
permitió familiarizar a los delegados de la FÍDE con su
contenido. Le recuerdo que en ciertos países democráticos la
voluntad de una tercera parte de los miembros del Parlamento se
convierte automáticamente en un tema de discusión.
La cuestión de mi familia, que ya ha recibido publicidad en la
prensa mundial, le guste a Ud. o no, se ha convertido ahora,
desde un punto de vista moral, en el problema más importante de
la FIDE. Mientras discute nuevos asuntos, la admisión de nuevos
miembros a la FIDE, la introducción de nuevas reglas para el
campeonato mundial o el otorgamiento de nuevos títulos
internacionales, cada delegado tendrá presente mi caso,
recordando la crueldad de la FIDE, su renuencia a ayudar a
resolver un problema personal vital a uno de los principales
grandes maestros del mundo.
Durante los últimos años la FIDE ha intentado (con éxito)
mantenerse independiente de las voces de la prensa mundial. La
FIDE ha ignorado la opinión pública mundial, La FIDE ha
tratado de no orientar su atención hacia la lucha por los derechos
civiles que ha abarcado el mundo y de no reaccionar de ningún
modo ante esta lucha.
Se trata de una tendencia peligrosa, Sr. Presidente, Cada año
que pasa, la FIDE pierde cada vez más su independencia,
convirtiéndose en la organización más inútil, dependiente en gran
medida de unas pocas figuras influyentes. El engaño, la injusticia,
la ausencia de democracia, el falso espíritu de colaboración
reinan entre los muros de la FIDE, cerrada a la opinión exterior.
Sólo desde este punto de vista se puede juzgar la declaración
absolutamente injusta acerca de mi conducta que fue aceptada
por el Buró de la FIDE en Graz en febrero de 1979, cuando fui
acusado de mal comportamiento deportivo, sin que se enumerara
ningún ejemplo concreto e ignorando la opinión de la prensa
mundial.
Yo sé que Ud. no estaba presente personalmente en la
reunión cuando se elaboró y se votó esa declaración. Insisto
absolutamente en que se revise la declaración de la Asamblea
General.
Puede ocurrir que tarde o temprano mi familia, que ahora
padece la mayor presión de las autoridades soviéticas, que se
proponen encarcelar a mi hijo, gracias a los esfuerzos de los
parlamentarios de todos los países democráticos, sea liberada...
Pero la historia y los entusiastas del ajedrez de todo el mundo
no lo olvidarán nunca por su conducta inhumana. ¡Esta será una
mancha sobre su reputación y sobre la reputación de la FIDE, y
ninguna buena intención logrará erradicarla!
19.8.19"

Esta edición consta de 5.000 ejemplares

Y se terminó de imprimir en ESTABLECIMIENTO GRAFICO
SAN JAVIER, Chile 987, Avellaneda, Bs. As., República Argentina,
En el mes de noviembre de 1980.

63
En diciembre de 1979, mi hijo fue
sentenciado a dos años y medio de
prisión por decisión del Tribunal
Criminal de Leningrado. Solicitó por
primera vez permiso de dejar la Unión
Soviética en julio de 1977; en mayo de
1978 fue noticiado que debía
incorporarse al ejército soviético.
Después de doce meses en la
clandestinidad decidió entregarse a las
autoridades. TASS anunció: “Se efectuó
el juicio del hijo del gran maestro
Korchnoi famoso por su escandalosa
conducta”.

Dieron a entender que se estaba

juzgando al hijo por los pecados del
padre.

V. Korchnoi

SAINTE CLAIRE EDITORA S.R.L.

Sgo del Estero 510 –Cap. Fed.

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