Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
145
idea abstracta impuesta, si nuestros hábitos, suposiciones
e ideas culturales, políticas y sociales fuesen sólo el resul-
tado de una manipulación específica (...) entonces la so-
ciedad sería mucho más fácil de mover o cambiar de lo que
lo ha sido o es en realidad (Williams, 1976, págs. 204-205).
147
ta. Sólo entonces las condiciones descubrirán los intereses
incorporados en esta conducta (...) Pero con esto no quie-
ro decir que estos intereses se pueden descubrir automáti-
camente. La persona entrevistada puede no poder explicar
por qué tuvo tal conducta, o la interpretación puede ser
distorsionada. En estos casos, los intereses subyacentes
pueden encontrarse en las condiciones históricas que im-
pulsaron la conducta, los valores colectivos de un grupo, o
las prácticas que tienen lugar en otros espacios sociales,
tales como la familia, el lugar de trabajo o la iglesia (Gi-
roux, 1983,págs. 109-110).
149
profesorado de ejercer un rol de «opresor» a convertirse
en un intelectual transformativo. Si bien se subraya el
proceso (aunque tampoco se desarrolla metodológica-
mente), no se resuelve el origen del cambio de ideología
o de prácticas.12
En definitiva, la teoría de las resistencias, al dotar de
una verdadera autonomía relativa al nivel cultural, cons-
tituye una aproximación más dialéctica al estudio de la
realidad escolar y a las contradicciones incorporadas en
los procesos de reproducción de clase, género y etnia. En
este sentido, no sólo se trata de un planteamiento teóri-
co menos cerrado y pesimista que el de las teorías de la
reproducción, sino que constituye un marco de referen-
cia válido para el estudio de los procesos de cambio edu-
cativo. Sin embargo, como señala acertadamente Har-
greaves (1982), las teorías de las resistencias no han
desarrollado el nivel de investigación empírica necesario
para verificar sus hipótesis, ni han entrado en el debate
con las investigaciones etnográficas de la escuela. Har-
greaves añade que el compromiso político con la teoría
marxista cuestiona la validez empírica de los resultados
de los trabajos sobre las resistencias educativas y acaba
proponiendo el retorno a un tipo de investigación social
libre de valores. Whitty (1985, pág. 88), por su parte, ve
en las aportaciones de autores norteamericanos a la teo-
ría de las resistencias un planteamiento teórico y empí-
rico serio que va más allá del reduccionismo de la teoría
de la correspondencia. Aunque se trata de un tipo de tra-
bajo políticamente comprometido, no por ello deja de
ser' científicamente riguroso. Los problemas de la vali-
dez epistemológica están presentes tanto en la investiga-
ción políticamente comprometida como en la que infor-
ma el desarrollo de la política educativa.
Finalmente, el aspecto central de la teoría, sobre los
efectos de adaptación o de transformación de determi-
nadas prácticas, es esencialmente una cuestión política.
150
Depende de cómo esas prácticas son trabajadas pedagó-
gica y políticamente y de cómo se articulan con otras
iniciativas e intervenciones externas a la escuela. Los
mismos autores de las resistencias reconocen las limita-
ciones del cambio educativo para el cambio social, y
apuntan hacia el desarrollo de estrategias colectivas a ni-
vel de comunidad. De todos modos, también en este as-
pecto faltan elementos de análisis de las luchas y con-
flictos que se producen en espacios distintos de la
escuela. Fundamentalmente, no hay un análisis de los
conflictos en los procesos de decisión y aplicación de la
política educativa.