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Las ciencias hoy existentes pueden en primera instancia ser clasificadas en formales y fácticas. Las
primeras son sólo la lógica y la matemática, que no remiten a ningún objeto directo de la realidad,
sino a los mecanismos formales conque las comprendemos. Todas las demás son "fácticas", es decir,
relativas a hechos; por tanto, las teorías que en ellas existen tienen como referencia aspectos de la
realidad, que ellas buscan interpretar y explicar.
Dentro de las ciencias fácticas, se distinguen por una parte las físiconaturales (p.ej., física,
biología, química, astronomía, geología, etc.), y las sociales (historia, sociología, economía,
antropología, etc.). Estas últimas, en otra época eran denominadas "ciencias humanas", y
aún "ciencias del espíritu", lo que marca la mentalidad de los períodos respectivos
(comienzos de este siglo y fines del XIX).
El surgimiento de las ciencias con las características que hoy le conocemos (de aplicación
del cálculo matemático y la medición a la observación, el experimento y el tratamiento de los
datos), se dio desde hace ya tres siglos, con la denominada revolución copernicana. A partir
de Galileo, la astronomía y la física se independizan de la filosofía, en la medida en que la
presunción teórica de que la Tierra no es el centro del Universo resultaba confirmada por
observaciones telescópicas. Esto colaboró para que la razón humana fuera de allí en más el
criterio orientativo básico para la ciencia, e incluso también para la ética, la filosofía y la
legitimación de los gobiernos, abriendo paso a lo que se ha llamado "modernidad".
Consiguientemente, la Iglesia perdía hegemonía en el manejo directo del poder político e
ideológico, lo cual le hizo rechazar muchos de los iniciales hallazgos de la ciencia.
Las ciencias primeras fueron del orden físico-natural: química (por mucho tiempo no
distinguida de la alquimia), biología (ligada a medicina), física. Esta última se convirtió con el
tiempo en la ciencia/tipo o ejemplar, a través de la teoría de Newton, que estableció y
explicó la gravitación universal (es decir, la atracción de los cuerpos según su masa). Esta
disciplina ofreció el modelo de explicación causal-determinístico, ligado a la existencia de
leyes sobre hechos repetibles: siempre que se dan las mismas condiciones, se producirán
los mismos resultados. De tal modo - al menos en las artificiales condiciones de un
experimento, donde todo está controlado - se puede prever el comportamiento de los
fenómenos a partir de conocer estrictamente su previa situación.
Estas ciencias se fueron consolidando, de modo que cuando surgieron las sociales, a fines
del siglo XIX y comienzos del XX, ya tenían una fuerte aceptación y tradición conformada.
Ello implicaba mucha presión para que las ciencias sociales siguieran el modelo de las
físico-naturales (explicación causal-determinística), y es esta una de las razones de la
supuesta superioridad que a estas últimas se ha solido atribuir, y de la pretensión - muchas
veces presente, aún hoy - de que las ciencias sociales copien a las físiconaturales como
"modelo" a seguir.
Uno de los supuestos difundidos es que las ciencias fisico-naturales serían "exactas". En
rigor de verdad, ninguna medición puede ser absolutamente exacta, porque siempre podrían
aparecer instrumentos más precisos que los actuales: lo único que se conoce con exactitud
es la magnitud del error que la medición podría incluir. Otra idea es la de que las ciencias
físico-naturales serían totalmente "objetivas". porque en ellas los distintos científicos suelen
estar de acuerdo en las interpretaciones: T.Kuhn -un historiador de la ciencia riguroso-
demostró que en ciencias fisico-naturales se usan supuestos disímiles, y que hay puntos de
vista teóricos definidos, sólo que no se advierten porque suelen ser sucesivos y no
simultáneos ( él los llamó "paradigmas"): es decir. existen interpretaciones alternativas de
los mismos hechos. También hay quien cree que las ciencias fisico-naturales son totalmente
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FOLLARI R . (2000) “Epistemología y sociedad” , Rosario, HomoSapiens.
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Sergio Alejandro Vergne, Metodología de Investigación en Ciencias Sociales
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Decimos todo lo anterior para que se advierta que si las ciencias sociales no son exactas, si
hay en ellas puntos de vista teóricos diversos, o si no están taxativamente comprobadas,
todo esto afecta también a las ciencias físico-naturales. En todo caso, la diferencia es sólo
cuestión de grado, en tanto estas últimas refieren mayoritariamente a hechos repetibles, y
tienen un más largo desarrollo histórico. Pero no existe la supuesta clara oposición entre
ciencias "objetivas" y otras que no lo fueran.
Por cierto, lo antedicho no impide advertir la dificultad atinente a las ciencias sociales, en
cuanto el objeto de análisis es el mismo que el sujeto que analiza: ello hace que los
obstáculos para lograr una distancia objetivante sean mayores. Pero no deja de haber un
margen de este problema en las ciencias fisico-naturales: casos recientes como la clonación
o el virus del SIDA tienen tantas consecuencias éticas, que allí también los temas
valorativos humanos pueden influir en las decisiones teóricas del investigador. En todo caso.
hay que advertir que si a nivel de objeto unas ciencias son "naturales"y otras "sociales", a
nivel de construcción todas las ciencias son sociales. Es decir: todas las ciencias son una
construcción social, un producto de la acción social. Este último aspecto suele ser poco
advertido por quienes hacen ciencias físico-naturales, que creen "ver" directamente la
realidad sin advertir los parámetros de interpretación (y aún de percepción) socialmente
adquiridos que los condicionan. Los temas de investigación, los mecanismos de
financiamiento, la posibilidad de utilizar los resultados de las indagaciones, todo ello muestra
cómo la ciencia es un hacer social, fuertemente ligado a las condiciones del poder político,
su atención a la ciencia, la posibilidad de libertad de opinión existente, etc. y sólo por vía de
las ciencias sociales es dable estudiar las condiciones en las cuales se producen, difunden y
aplican las ciencias (todas, incluso ellas mismas).
Existe otra característica importante de las ciencias sociales: su capacidad de influir en los
comportamientos de los actores sociales. No es sólo que "se apliquen" luego de terminadas
las investigaciones, lo cual sucede igualmente en las físico-naturales; sino que el hecho
mismo de entrevistar a alguien o de hacerle una encuesta puede modificar su situación y
acción frente al fenómeno estudiado. La ciencia social causa por sí misma determinados
comportamientos, y puede precipitar actitudes o valoraciones.
La tradición filosófica
A comienzos del siglo XIX vivió en Alemania uno de los filósofos más influyentes de la
modernidad, George Hegel. Su dialéctica idealista proponía que el mundo era primariamente
racionalidad, que luego se "extemaba" como realidad material. El propuso una "filosofía de
la historia", anterior a la ciencia social: interpretaba la historia de la Humanidad como una
serie de pasos racionales que habían sucedido necesariamente, que se habían dado de
acuerdo a un cierto ordenamiento lógico que llevaba a que cada vez -a medida del decurso
de la Historia- se lograra grados mayores de autoconciencia y de síntesis ordenada de la
sociedad.
De allí surgió luego la teoría de Marx, quien decidió "invertir" a Hegel, y proponer que era lo
materiaI/social lo que estaba primero, y la conciencia social su consecuencia. Marx también
concibió a la historia como pasos graduales hacia estadios mayores de libertad y
racionalidad: pero incluyó en su análisis instrumentos de economía y construyó categorías
de orden científico-social. Por esto, algunos lo asumen como el padre de la Sociología, que
fue la primera ciencia social aceptada como tal. Sin embargo, tal paternidad no le fue
universalmente reconocida, dado que su teoría buscaba ser "ciencia crítica", no neutral, y
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Más tarde, hacia 1880, aparecería - también en Alemania, fecunda siempre para la filosofía-
W. Dilthey. Este pensador buscó salvar la especificidad de las "ciencias del espíritu"
respecto de aquellas que estudian la naturaleza. Advirtió que los comportamientos humanos
no serían causalmente determinados, ya que aun mismo estímulo, podemos responder cada
uno de manera diferente, y aún la misma persona diferencialmente según cada momento.
No habría determinismo a partir de las causas; ello, porque lo propio de lo humano sería la
conciencia, y la libertad que esta posibilita. El hombre puede elegir, y por ello lo que mueve
sus actos sería los motivos conscientes que cada uno tiene en mente para realizarlos. Así
es que Dilthey planteó la idea de "comprensión" como alternativa a la "explicación" propia de
las ciencias físico-naturales (tal "comprensión" o metodología hermenéutica mantiene fuerte
influencia hasta nuestros días). Se trataría -entonces- no ya de especificar con proceso de
observación externa cuáles son las leyes causales que dan razón de un hecho, sino de
interpretar qué pasó por la mente del que lo realizó, y obró como motivo consciente que lo
llevó a realizarlo. Es decir: había que "ponerse en el lugar "de quien realizó una acción para
buscar el sentido" de esta, el cual por supuesto es propio sólo de ese sujeto y no de todos, y
no resulta perceptible para un observador externo.
Por eso la llegada de Emilio Durkheim, alrededor de 1900 en Francia, significa de manera
más indiscutida la aceptación de lo social como objeto de ciencia. No es por ello "mejor" su
obra que la de Dilthey o la de Marx, probablemente sea menos extensa y detallada que la de
este último; pero sí es la que convenció mayoritariamente a las comunidades científicas de
la época que la Sociología podía ser ciencia (y -a partir de allí- podrían serIo luego las
demás disciplinas sociales, como Ciencia Política, Antropología, etc.)
En "Las reglas del método sociológico" determinó Durkheim su programa: "hay que tratar a
los hechos sociales como cosas". Es decir, objetivarlos, abandonar ideas como la de libertad
del individuo para ver las leyes empíricas de funcionamiento, a partir de una rigurosa
referencia a los datos. Así fue que advirtió "regularidades" cuando, en vez de tomar la
conducta individual como objeto, asumió los datos estadísticos relativos a conjuntos sociales
(clases, grupos, instituciones). Allí se advierte la diferencia en acceso a la escuela según
clase social, o cómo el suicidio era una posibilidad diferente según el sector social a que se
perteneciera. Durkheim - un conservador -, escandalizó a los convencionalismos de su
época diciendo que los hombres sufrían "coacción"; es decir, que lo que ellos creían un acto
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libre, era el fruto del condicionamiento social. Pensamos y hacemos según corresponde al
estamento social a que pertenecemos. Esta idea resultó central para que la ciencia social
fuera factible, y establece la posibilidad de estudiar causas que resulten ajenas a la
percepción del sujeto que actúa. El investigador puede así advertir la existencia de
influencias que son desconocidas por quienes las padecen.
Durkheim demostraba que tras "el actor social" (quien actúa), hay una estructura objetiva
(clase, estamento. Estado. institución, etc.) que explica cómo y por qué actúa. El pone el
énfasis en 1a estructura, y no tanto en la acción individua1. Hasta nuestros días, los
estudios sociales se dividen entre 10s que enfatizan la estructura (y por ello los factores
causales no conocidos por el individuo), y los que privilegian la acción (y por ello los motivos
conscientes que mueven al acto del sujeto). los primeros sue1en ocuparse más de las
cuestiones globales de la sociedad. los segundos explican básicamente 1as acciones de
cada uno de ]os sujetos (y no la sociedad como un todo ).
La ideología en la ciencia
La ciencia social se produjo en ruptura con el sentido común y la filosofía: por ello, también
en diferenciación/separación de la ideología, y esto sin duda resultó útil en su momento: la
ciencia no está en simple continuidad con las ideas de quienes la hacen, y hay enorme
distancia entre un trabajo de investigación y un manifiesto ideológico.
Pero asumido lo anterior, es también una ilusión creer que se puede desterrar la ideología
de las ciencias sociales en términos totales. Inevitablemente, las teorías científicas, que
deben asumir condiciones de rigurosidad, coherencia interna, contenido empírico, etc., a la
vez resultan una interpretación de lo social, y la interpretación no puede dejar de tener algún
viso de valoración; aún la aparente no-valoración, la supuesta neutralidad, es valorativa,
dado que valora a la neutralidad por sobre la toma de partido (a la vez que suele favorecer
objetivamente a lo que está ya establecido, contra los partidarios del cambio).
Como no hay ideología que penetre más que aquella que no se presenta como tal (aquella
en cuyo nombre se afirma que "las cosas son así", y nos convence de que "habla
objetivamente'), es útil que los presupuestos ideológicos que incluyen las teorías en ciencias
sociales estén explicitados. Esto rara vez se da (sólo las teorías críticas suelen hacerlo,
caso marxismo), pero en todo caso quienes practican ciencias sociales deben saber
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decodificar tales presupuestos en los desarrollos teóricos o empíricos que les sean
presentados.
Otro caso sintomático es la Historia: siendo parte decisiva de los relatos de constitución de
las identidades nacionales (a través de la presentación de "héroes" y situaciones
fundacionales de la Nación) aparecía como indiscutida e indiscutible. La apreciación - dada
con el tiempo - de los presupuestos ideológicos que conlleva (caben interpretaciones
alternativas de los mismos hechos documentados), ha ido mostrando la enormidad de
dificultades que hacen a la disciplina: la imposibilidad de "objetividad" pura, los disímiles
criterios para establecer los períodos, la imposibilidad de reconstruir desde el hoy el clima
cultural de la época que se pretende explicar, etc. La Historia muestra palmariamente cómo
la ciencia no es una simple "copia" de la realidad, sino un recorte selectivo de esta: sería
imposible hablar de todos los hechos que acaecen cada día en el mundo, de modo que lo
que la disciplina recopila es una selección mínima, que da por sentado qué es lo que vale la
pena rescatar de la vasta multiplicidad de los acontecimientos.
Con la ciencia política ocurre algo similar: si se la piensa al margen de las condiciones
socioeconómicas, puede llegar a creerse que el poder en su totalidad pasa por las
instituciones del Estado, o del régimen parlamentario hoy casi universalizado a nivel
mundial. Pero es por demás sabido que gran parte del poder (como Marx enfatizaba) circula
por los grandes dueños de la economía, al margen del manejo formal de las estructuras del
aparato político. Si no se aprecia a la sociedad en su conjunto, la política podría plantear un
recorte artificioso -por incompleto- de su objeto.
Tal como podemos advertir, nada menos "natural" que la determinación de los objetos de la
ciencia. Estos obedecen a recortes que pudieron haber sido planteados de otra manera, y
que continúan cada vez teniendo nuevas aperturas, mientras aún se siguen discutiendo las
anteriores.
Y esto, aun en el supuestamente natural mundo de las ciencias naturales, también ellas
siempre socialmente construidas.