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La trinidad en San Agustín

la doctrina de Agustín se centrará en su obra “De Trinitate” "San Agustín es el que mejor enfocó en
Occidente el tema trinitario" San Agustín parte, pues, de la fe de la Iglesia, e intenta demostrar
que esta fe coincide con lo que dice la Escritura. Cuando San Agustín entra a tomar parte del
debate teológico, la fe en la divinidad de Jesucristo y del Espíritu Santo se había ya consolidado. El
Concilio de Nicea (325) y el de Constantinopla (381) habían conseguido implantarse. La afirmación
de la consustancialidad del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo estaba admitida.

Busca demostrar que el Uno es Trino; que lo que judíos y paganos tenían por Dios Uno, Bueno,
Poderoso, necesariamente era La Trinidad. Esto es lo que, enseñan los intérpretes católicos. Para
San Agustín sólo hay un Dios que es la Trinidad. Su punto de partida es la reflexión de la unidad de
la esencia divina y la igualdad esencial de las personas. La diferencia entre el Padre, el Hijo y el
Espíritu Santo, prácticamente, no hay que demostrarla: salta a la vista. Para mostrar, esta unidad y
esta igualdad interpreta la Escritura. En la Escritura se dan expresiones que parecen afirmar que
Dios es sólo uno:

Cuando San Juan habla de la creación, la dice del Hijo (Jn 1, 14); cuando San Pablo habla de la
inmortalidad, de la invisibilidad (1 Tim 6, 16), o de la sabiduría (1 Cor 1, 24); cuando se dic.e que
Dios obra prodigios (Salmo 71, 8), hay que entenderlas también del Hijo. Si el Hijo no es creatura.
sino que por él todo fue creado, y si el Espíritu Santo no es creatura, entonces ambos son Dios. Y,
por consiguiente, todas estas cualidades o acciones han de ser entendidas del Padre, del Hijo y del
Espíritu Santo, único y verdadero Dios. Por eso todo lo que se dice de Dios se dice del Padre, del
Hijo y del Espíritu. Por eso afirma San Agustín:

No podemos decir Que el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob sea el Hijo de Dios
y no lo sea, el Padre. Nadie tampoco se atreverá a decir que el Espíritu Santo O la Trinidad único
Dios verdadero no es el Dios de Abrahán, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob. Únicamente el que
no es Dios no puede ser Dios de, estos patriarcas (43)

Hay expresiones que muestran la superioridad del Padre sobre el Hijo (Jn 14, 28; 1 Cor 15, 28; Mc
13, 32), pero la recta comprensión indica que hay que tener en cuenta la doble naturaleza del Hijo:
en su naturaleza humana, ¡el Hijo es inferior al Padre; pero en su naturaleza divina, es igual. De
aquí surge una regla para interpretar católicamente las Escrituras:

Al referirse a este tema y viéndolo desde el At encontramos heregias como la de Marción. Para
Marcion, el Dios del Antiguo Testamento, Yahvé, no es el verdadero Dios. No había inconveniente
en que se manifestara. El verdadero Dios es el Padre de Jesucristo y se manifiesta por medio de su
Hijo. ¿Se manifestó el Padre en el Antiguo Testamento? Marción lo negaba; los judíos lo
afirmaban, ¿Se manifestó el Hijo? Evidentemente, porque el Padre es invisible, opinaban los
neoplatónicos, e incluso los arrianos.

San Agustín frente a este problema dirá que: 1> No se puede concr¡etar, sin temeridad, cuál de
las tres personas se apareció a los padres y profetas. No se puede determinar, a no ser que el
texto lo indique, si fue el Padre, el Hijo o el Espiritu Santo; o si unas veces
se apareció el Padre, otras el Hijo y algunas el Espiritu Santo; o, finalmente, si se manifestó el
Dios único, sin distinción de personas, es decir, la Trinidad.

En toda manifestación se revela la Trinidad. Es el único Dios existente. No hay otro Dios. Luego si
Dios se manifiesta, aunque lo haga el Padre, el Hijo o el Espiritu Santo, se manifiesta la Trinidad.

Todas las personas son igualmente invisibles en su naturaleza divina.

Las personas divinas o la Trinidad se manifiestan siempre bajo formas externas. En su misma
naturaleza son invisibles. En el Antiguo Testamento las manifestaciones divinas se han hecho
por medio de los ángeles y de las criaturas.

Todas las teofanías del Antiguo Testamento están orientadas a la Encarnación del Verbo y
tienden a la visión beatifica.

San Agustín estaca que las epifanías del Nuevo Testamento son diferentes. Especialmente destaca
la del Verbo:

... el mismo Verbo de Dios se hizo carne, es decir, se hizo hombre, sin que se haya transformado
o convertido en aquello que se hizo; y de tal suerte se encarnó, que en él se encuentra el Verbo
de Dios, la carne del hombre y alma racional del hombre; y esta totalidad se llama Dios por [ser]
Dios y hombre por [ser] hombre

Las epifanías del Nuevo Testamento muestran tres verdades fundamentales:

1 que "la Trinidad, inseparable en su esencia, puede manifestarse separadamente en la criatura


sensible".

2 que en estas manifestaciones la acción de la Trinidad se da indivisamente.

3 Cada una de las personas según San Agustín se puede manifestar personalmente.

Para San Agustín es clara la diferencia entre el Padre, Hijo y Espíritu en el seno de la Trinidad. No
solamente es clara la distinción entre el Padre y el Hijo en cuanto que el Hijo procede del Padre y
no, el Padre del Hijo; sino que el Padre en la donación del Espíritu Santo permanece siendo y por
ello, el que procede del Padre y del Hijo hace ciertamente referencia a aquel de quien nació el
Hijo.

La doctrina de la Trinidad no sólo tiene dificultades al contrastar su formulación con la Escritura,


del Antiguo y de Nuevo Testamento, sino al analizarla racionalmente. Parece estar en contra de la
misma razón. Que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo sean Dios y que sean un solo Dios parece
contradecir la razón. Es necesario, pues, aplicar la inteligencia al misterio, para comprenderlo. Es
lo que trata de hacer San Agustín.

San Agustín nos regala entonces la explicación de tres términos:

LA SUSTANCIA O ESENCIA DIVINA: Para él no hay ninguna duda de que Dios sea una sustancia.
Esencia o sustancia están indicando la existencia.

[Dios] es, sin duda, sustancia, o si el nombre es más propio esencia, que los griegos llaman
"ousia". Así, pues, como de saber se dice sabiduría, y de conocer (scire) ciencia, así también
esencia viene de ser. Y ¿a quién corresponde más el ser, si no a aquel que dijo a su siervo Moisés:
¿Yo soy el que soy ...?

Sustancia o esencia es para San Agustín sinónimo. Todo lo Que existe es naturaleza o sustancia. El
mal, la corrupción no es, aunque se dé en el ser. Ahora bien, sólo hay dos posibilidades de ser o
existir: como creador o como creatura. Lo que diferencia a una de otra es la inmutabilidad, la
espiritualidad, la infinitud, el ser simple. Con la idea de sustancia se quiere, primeramente,
expresar la existencia: Dios es el que es, el que existe; pero también ciertas características
sustanciales.

LO RELATIVO EN DIOS: En Dios, sin embargo, nada se dice ciertamente según accidente, porque
en él nada hay mutable; pero tampoco todo lo que se dice se dice según la sustancia. Se dice
relativo como el Padre al Hijo, y el Hijo al Padre, y esto no es accidente. Agustín le a un nuevo
sentido a la terminología Aristotélica. la abarca desde el sentido bíblico

EL TERMINO "PERSONA" EN LA TRINIDAD: Persona tiene en San Agustín cinco sentidos diferentes:
1) Ministerio, rol: hablar por propia persona o hablar en persona de otro; así en las teofanías: los
ángeles obran ex persona Dei. 2) Sujeto que asume una función, título, dignidad, oficio. 3)
Individuo concreto, hombre o mujer. 4) El Verbo encarnado tiene una sola persona. 5) El Padre,
Hijo y Espíritu Santo son persona.

El término "persona" aplicado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo no puede determinar ni el género
ni la especie, que no existen en Dios. Persona sería, en el caso de aplicársela a Dios, algo que
coincide con el mismo ser de Padre, Hijo y Espíritu. Pero, entonces, ¿cómo se puede expresar lo
propio del Padre, Hijo y Espíritu Santo con una misma palabra? "Persona" es una palabra muy
genérica, que incluso se aplica al hombre y a Dios, luego no puede expresar lo propio. Aunque San
Agustín no logro dar una explicación clara aquí, si dio sus opiniones.

San Agustín dirá que para entender es necesario Creer.

Busquemos como sí hubiéramos de. encontrar, y encontremos con el afán de buscar. Cuando el
hombre cree acabar, entonces principia

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