Está en la página 1de 139

"¿Quién no sabe que un enano

sobre los hombros de un gigante


tiene un horizonte más ,:1mplio y ve
más lejos que el propio gig<1nte?"
Así escribía Jean Daillé en 1632,
llegando ,:1 l,:1 conclusión de que,
TEOLOGIA
lógicamente, "la m<1yor p<1rte de
los conocimientos del enano se
deben ,:1I mismo gig<1nte". Er<1 una
PATRISTICA
forma origin,:11 de justificar l,:1
necesid<1d de los estudios patrís-
ticos, es decir, de <1quellos gigan-
tes sobre cuyos hombros se
desarrolló toda la reflexión teoló-
gica posterior.
Este libro de Lulgl Padovese quiere
rendir pleitesí<1 a estos gigantes,
exponiendo su gran aportación a la
fe cristiana, en el terreno de l,:1
doctrina, en el de la vida eclesial
y en el de la modalidad del anun-
cio misionero.
E.I libro presenta, además, un
precioso cuadro cronológico, pre-
par<1do por el padre Gervais
Dumeige S.J.
INTRODUCCIÓN
ALA
TEOLOGÍA
PATRÍSTICA
Luigi Padovese

INTRODUCCIÓN
ALA
TEOLOGÍA
PATRÍSTICA

EDITORIAL VERBO DIVINO


Avda. de Pamplona, 41
31200 ESTILLA (Navarra)
1996
Introducción

En el exordio a su Historia eclesiástica, T eodoreto de


Ciro declara: «Cuando los pintores pintan en las tablas o
en las paredes las historias pasadas, no solamente alegran
los ojos de quien las mira, sino que mantienen viva por
largo tiempo la memoria de aquellos acontecimientos. Por
su parte, los historiadores que utilizan los libros en lugar de
las tablas y en vez de los colores adoptan las tintas del
discurso, ofrecen un recuerdo de las pasadas gestas mucho
más estable y duradero. Porque sabemos que la obra de los
pintores se consume con los años. Por este motivo me he
decidido a poner por escrito lo que todavía queda por
escribir en la Historia Eclesiástica. En efecto, es injusto
permanecer indiferente ante el hecho de que la gloria de
sucesos tan famosos y los frutos provechosos de su narra-
ción quedan con frecuencia en el olvido» 1 •
La preocupación que Teo<lureLo transmiLe en estas pa-
Título original: lntroduzione a/la teología patrística. Traducción: Alfonso Ortiz
García. labras no es la de un esteta de la historia, interesado sólo
Cubiertas: Horixe Diseño, Pamplona.
por la admiración de los diversos aspectos de un cuadro.
© Edizioni Piemme S.p.A., 1993. © Editorial Verbo Divino, 1996. Es propie- La imagen que utiliza de un fresco o de un cuadro se
dad. Printed in Spain. Fotocomposición: Fonasa, Pamplona (Navarra). Impre- concentra más bien en el concepto de memoria: hay que
sión: Gráficas Lizarra, S. L., Estella (Navarra) .
Depósito Legal: NA. 758- 1996
ISBN: 84-7151-966-6 ' TEODORETO, Historia ecclesiastica, I, l.
INTRODUCCIÓN 7
6 INTRODUCCIÓN

en lo nuevo, en lo inédito, en lo más sofisticado, y enfren-


salvar el recuerdo, impedir que éste se vaya difuminando
tándonos al individualismo de las ciencias que aísla al hom-
hasta llegar a desaparecer la lección de la historia. Es la
bre en el presente haciéndolo «unidimensional», esto es,
misma idea que remacha también Teodoreto en el Prólogo
un instrumento inteligente despersonalizado en donde la
a La historia de los monjes de Siria: «Lo mismo que el
memoria está cada vez más al servicio de la técnica y es
tiempo produce daño a los cuerpos haciendo venir sobre
cada vez menos «memoria sui>>, solamente recurriendo a la
ellos la vejez y la muerte, también el olvido extiende una
herencia del pasado y prestándole oído es como podremos
especie de velo sobre las acciones dignas de encomio; por
salvaguardar la identidad y la libertad del hombre.
ello nadie podrá reprocharme que ponga por escrito la con-
ducta de unos hombre enamorados de Dios. Y lo mismo Los acontecimientos de estos últimos años en los países
que los que tienen la función de curar los cuerpos preparan del antiguo bloque socialista constituyen una confirmación
medicinas, combaten el mal y ayudan así a los dollientes, del hecho de que toda ideología que rompa deliberadamen-
también el esfuerzo del escritor representa una saludable te con el pasado, renegando o coartando la memoria histó-
medicina para combatir el olvido y alimentar la memoria» 2• rica del hombre y los valores culturales vinculados a la
Para Teodoreto constituye incluso una forma imperdonable misma, está más pronto o más tarde llamada a fracasar. Por
de injusticia la indiferencia por el pasado 3 • Efectivamente, eso la historia nos confirma que todo intento de sepultar la
si es la memoria la que garantiza la propia identidad, per- memoria de un grupo carece de futuro. En el código gené-
sonal y colectiva, una pérdida de memoria trae consigo una tico de un pueblo, lo mismo que en el de los individuos,
pérdida de identidad. están depositadas expresiones culturales y religiosas que
Al contrario, reapropiarse del pasado quiere decir com- sólo aparentemente, y nunca de forma definitiva, se pueden
prenderse uno mejor a sí mismo, ensanchar los ámbitos de soslayar.
su opción realizando aquella catarsis histórica que nos libe-
En esta perspectiva, la lección de la historia reciente es
ra de nuestro inconsciente sociológico, sabiendo muy bien
una invitación a no ignorar la historia pasada que, de algu-
que «el conocimiento de la causa pasada modifica el efecto
na manera, representa una profecía del futuro. Y esto se
presente» 4. En esta perspectiva, la falta de interés por dia-
debe a aquel postulado de la «única realidad» que afirma
logar con los que nos han precedido, por la falsa idea de
que «todos los acontecimientos históricos son en principio
que lo reciente y lo actual no puede esperar respuesta algu•
análogos» :._
na de lo que ya pasó, representa una regresión pelligrosa.
Somos fruto de nuestro pasado. No podemos olvidarlo so Es casual, pero significativo, el hecho de que la instruc-
pena de perjudicar al propio hombre. ción de la Congregación para la educación católica sobre el
Por consiguiente, atentos al continuo transformismo téc- estudio de los santos Padres se presentara el 10 de noviem-
nico que busca continuamente su proyección en el futuro, bre de 1989, un día después de la caída del muro de Berlín.

z TEODORETO, Histo1·ia monachorum Syriae, prólogo. ' Cf. M. HENGEL, La storiografia protocristiana, ed. Paideia, Brescia
' Cf. Ibíd. 1985, 168.
' H . MARRou, La conoscenza storica, Bolonia 1969, 279.
8 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 9

La invitación a volver a las fuentes que nos dirige la ][nstruc- actualización arbitraria, que no tenga en cuenta el progreso
ción coincide cronológicamente con la destrucción tan es- legítimo y la objetividad de la situación» 11 •
perada como repentina de aquel muro de separación que
Como observa atinadamente H. Crouzel: «Sí el teólogo
no pudo resistir, porque iba contra la historia. Así pues,
sacrifica su enraiz::imiento en la tradición, cediendo dema-
estos últimos acontecimientos rubrícan de algún modo el
siado a la mentalidad de su época, dejaría de ser teólogo;
compromiso de conocimiento histórico que nos pide tam-
más aún, ni siquiera actuaría como cristiano. Pero tampoco
bién la reciente Instrucción sobre los Padres. Este do,cumen-
es menor la amenaza del peligro contrario. Si por temor a
to puede leerse como una invitación a recuperar o a tomar
inseguridades, a malentendidos, o incluso a errores, no quie-
debidamente en cuenta el principio y el sentido de la Tra-
re asumir el riesgo de buscar nuevas formas de expresión,
dición que, a diferencia del tradicionalismo, no adora el
sino que a toda costa se atiene a las formulaciones tradicio-
pasado, pero lo venera, «no oprime, sino que aguijonea
nales, hoy ya superadas y, por tanto, ininteligibles, el teólo-
hacia adelante» 6 • Se trata de «una fuerza propulsiva, no d e
go comprometería la tarea de evangelización, que es la
un freno» 7 • Y realmente la apelación a los Padres, «testigos
primera función de la Iglesia» 12 •
privilegiados de la Tradición» 8, no tiene la finalidad --como
nos recuerda el mencionado documento de la CEC- «de Una vez superados los peligros que plantea un funda-
ligarnos materialmente a sus escritos, despreciando la tradi- mentalismo acrítico o preconceptual, el recurso a los Padres
ción viva de la Iglesia y considerando a la Iglesia pospatrís- encierra una utilidad primaria, aunque subordinada respec-
tica hasta hoy en una progresiva decadencia» 9• to al «hic et nunc» del cristiano de hoy. Los autores cristia-
nos de los primeros siglos nos ofrecen ejemplos de escucha
Teniendo en cuenta que la Tradición es fidelida1d y no y de reproposición actualizada de la palabra de Dios, verda-
añoranza de un tiempo pasado que se considera mejjor que deros modelos de traducción cultural de su experiencia de
el presente, «ser fiel a la tradición no significa repetir y fe. Y si sus respuestas a los problemas contingentes del
transmitir literalmente tesis filosóficas o teológicas que se hombre pueden aparecer distintas de las nuestras, en orden
presumen liberadas del tiempo y de las contingencias histó- a los porqués fundamentales que acompañan a toda exis-
ricas, sino imitar más bien la actitud de íntima meditación tencia, la palabra de los Padres mantiene una persistente
y el audaz esfuerzo creativo de nuestros Padres en lal fe» 10 . actualidad debida a una larga atención del ánimo humano,
En una palabra, su memoria no tiene la finalidad de trasla- «semper ídem». Baste pensar en el éxito imperecedero que
darnos al pasado, sino la de traer el pasado al presente. Ni ha alcanzado un libro como las Confesiones de san Agustín,
tampoco se debe «instrumentalizar el dato histórico en una escrito hace unos 16 siglos.
Es verdad que su función siempre habrá de ser subsidia-
' H. HOLSTEIN, La tradizione nella Chiesa, Milán 1968, 297.
ria, nunca sustitutiva. «No nos dirán lo que Dios espera
1
Ibld., 302 .
• CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Instrucción sobre el
estudio de los Padres de la Iglesia en la formación sacerdotal, IJ, 18. 11
CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, Instrucción..., fil, 55.
' lbíd., III, 55. 12
H. CROUZEL, La patrología y la renovación de los estudios patrístz'cos,
'º H. U. VON BALTHASAR citado por H. HOLSTEIN, La tradizione nella en R. VANDER GUCHT y H. VORGRlMMLER (eds.), La teología en el siglo XX,
Chiesa, 305. vol. 3, Editorial Católica, Madrid 1974, 452.
10 INTRODUCCIÓN INTRODUCCIÓN 11

ahora de nosotros, ni nos dispensarán de la decisión que se la siguiente comparación para justificar el recurso a los
nos exige ante la Revelación, ni nos liberarán de nuestra Padres: «¿Quién no sabe que un enano sobre los hombros
personalísima libertad» 13 • Por lo demás, no es ésta la ayuda de un gigante tiene un horizonte más amplio y ve más lejos
que podemos esperar de ellos. que el propio gigante? iSe cubriría de ridículo el que dedu-
Nuestra vinculación con ellos se justifica sobre la base jese de ello que las cosas que el enano descubre no son
de un concepto cristiano de historia entendida como ámbi- reales con la excusa de que el gigante no las había visto! iY
to en el que se va desenredando y desarrollando el hilo de no sería más sabio el que acusase al enano de presunción
la salvación. La revelación de Dios no tiene un carácter con el pretexto de que cuenta cosas de las que el gigante no
puntual, cerrado, sino que, a partir de la encarnación de decía ni palabra, dado que se debe al mismo gigante la
Dios o, mejor dicho, en orden a ella, va acompañando a la mayor parte del conocimiento del enano!>> Una compara-
vida de los hombres. La inmersión de Cristo en el río de la ción sencilla, pero expresiva, y al mismo tiempo una invita-
historia y del tiempo ha cambiado la calidad del agllla. La ción a subirnos a los hombros de estos gigantes, y antes aún
historia de la Iglesia es historia del obrar de Dios con, a una invitación implícita a tratar con él y a amarlo, desde el
través de, a pesar de y, a veces, en contra del hombre:, pero mismo .momento en que, como nos recuerda san Agustín,
nunca sin él. La apelación a la tradición patrística tiene, por «nemo nisi per amicitiam cognoscitur» 14 •
consiguiente, la finalidad de ofrecer verificaciones a este
dato de hecho, que se asume por la fe pero que necesita
confirmaciones históricas.
Hay, además, otro motivo de tipo eclesiológico que nos
vincula a los Padres. En el Credo, el artículo sobre «la
comunión de los santos» se establece como consecuencia y
explicitación del anterior: <<Creo en la Iglesia una, santa,
católica». Pues bien, esta Iglesia indefectible en cuanto que
constituye el nosotros de los cristianos, es solidaridad, inter-
cambio, ambiente vital en el que confluyen y circulan las
experiencias, las riquezas y hasta las limitaciones de sus
miembros. Apropiarse de ella incluso .mediante el conoci-
miento del pasado significa tomar en serio la «cornmunio
sanctorum»; más aún, es una necesidad para ser lo que
afirmamos creer: «Iglesia una, santa, católica y apostólica».
En el tratado Sur l'employ des Saincts (sic) Peres, publi-
cado en Ginebra en 1632, el autor, Jean Daille, recurría a

" A. BENótr, L 'actualité des Peres de t'Église, París-Neuchátel 1'961. " S. AGuSrtN, De diversis quaestionibus, 71,5.
PRIMERA PARTE

DISCIPLINA
I
Nacimiento y desarrollo de la patrología

Padre, Padres de la Iglesia:


origen y desarrollo de un término

La palabra «padre» (pater, derivado del sánscrito pitar)


tiene diversos ámbitos de aplicación. En la Biblia este tér-
mino aparece referido a Dios y expresa temor, amor y con-
fianza en el «Ser supremo». En sentido natural indica al
que ha engendrado un hijo y, más ampliamente, a los ante-
pasados según la carne hasta Adán (Sab 10,1: «Adán, la
primera criatura, el padre del mundo»). En el judaísmo se
les atribuye este nombre a los antiguos testigos y beneficia-
rios de las promesas y de la alianza sinaítica de Dios (el
Dios de nuestros padres), empezando por Abrahán.
La palabra «padre» conoce también una utilización en
sentido metafórico, por ejemplo en relación con el autor de
una cosa (Job 38,28), con el iniciador de una manera deter-
minada de vivir (Gn 4,20-21), con el que hace de consejero
y maestro 1 atendiendo paternalmente a otro, como en el

' El sentido de «padre» como maestro y guía dotado de autoridad subyace


ciertamente en las duras expresiones de Jesús sobre los fariseos y maestros de
la ley: «Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar 'maestro'... Ni llaméis a nadie
'padre' vuestro en la tierra; porque uno solo es vuestro Padre: el del cielo. Ni
os dejéis llamar 'preceptores'...» (Mt 23,8-10).

16 l. NACIMIBNTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA l . NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 17

caso de Pablo, que con su predicación del evangelio se mente se aplicó también a los iniciadores y legisladores de
convierte en padre de los que ha evangelizado («Aiunque la vida monástica y a los ascetas. Utilizado en plural, pasó
tuvierais diez mil maestros en la fe, padres no tenéis mu- a significar a los obispos reunidos en concilio, dotados de
chos; he sido yo el que os ha hecho nacer a la vida cristiana autoridad en la transmisión e ilustración de la fe 4. Se apli-
por medio del evangelio»: 1 Cot 4,14-15). En l Tim 5,1 se ca, por ejemplo, este nombre a los cerca <le 300 obispos
atribuye este nombre a los ancianos. presentes en el concilio de Nicea. Desde aquel momento la
autoridad de los Padres conciliares y de cada uno de los
El hecho de considerar la iniciación y la instrucción en «obispos>> dotados de autoridad teológica constituirá una
la fe como una paternidad espiritual real llevó a atribuir el referencia constante en las controversias teológicas. La or-
calificativo de «padre» a los obispos, como había ocurrido todoxia o la herejía de una doctrina se medirá por la ense-
antes con los apóstoles (1 Clem 62,2). ñanza de los mismos.
En la edad subapostólica la relación entre enseñanza y En la carta que dirigió Capr~olo de Cartago a los obis-
paternidad aparece en el Martyrium Pulycarpi 12,2, donde pos reunidos en el concilio de Efeso (431) leemos: «Para
se encuentra por primera vez el término «padre» referido a ejemplo de la posteridad es preciso que se mantenga todo
Policarpo de Esmirna («he aquí el doctor de Asia, el padre lo que los Padres ya han definido. En efecto, cuantos quie-
de los cristianos»). Por su parte, san Ireneo aclara que «el ran que lo que se ha decretado sobre el sistema católica
que ha sido enseñado por otro con la palabra se dic1e hijo dure para siempre, tienen que afianzar su opinión no en la
del que lo ha enseñado y éste se dice padre suyo» (Adv. propia autoridad, sino en el voto de los Ancianos» (Docu-
haer. IV, 41 ,2). El año 177 aparece este término en la carta mento 61: Schwartz I, 2,60). El concepto de «Padre», tan-
de los cristianos de Lyón a Eleuterio, obispo de Roma to en sentido particular como colectivo, que se impondrá
(Eusebio, Hist. eccl. V, 4,2). En su forma de «papa>> resulta en la Iglesia de los primeros siglos, se refiere por tanto a
usual en el título de algunas cartas dirigidas a Cipriano 2• El aquellos que, a nivel de fe o de disciplina, han dejado su
hecho de que se encuentre ordinariamente en la dedkato- huella en la vida de la comunidad católica. Cuando el mon-
ria expresa honor y veneración, pero se encuentra también je Vicente de Lérins (t antes del 450) se pregunta en su
en otros lugares con el mismo carácter de respeto 3 , A ¡partir Commonitorium (Memorial) (por el año 435) «si existe un
del siglo N el uso del término se extendió a todos los que, método seguro universalmente válido y, por así decirlo,
sin ser obispos, eran, sin embargo, considerados como repre- constante, que nos permita distinguir entre la verdadera fe
sentantes autorizados de la tradición eclesiástica; posterior- católica y las mentiras de la herejía» (Comm. 2), la respues-
ta será positiva y se construye sobre tres «notas» fundamen-
2
tales: « ... mantenerse firmes en lo que se ha creído en todas
En este periodo este título parece ser común a todos los obispos metro-
politas. Para Cipriano, cf. las Cartas 8, 23, 30 y 31.
' PR1JDENCIO, en el Himno XI, 128 del Peristephanon sobre el mártir
Hipólito, dirigiéndose al obispo Valeriano, lo llama «optime papa». GAUDEN- ' El uso de llamar «Padres» a los obispos reunidos en concilio se amplió
cro DE BRESCIA en el Sermón sobre la vida y tránsito del bienaventurado también retrospectivamente a los sínodos anteriores a Nicea. En efecto, Crru.
obispo Filastrio, lo llama «nuestro bienaventurado padre Filastrio». Este térmi- LO DE ALEJANDRÍA habla de «los Padres ortodoxos que hace 160 años exco-
no se reservó luego solamente para el obispo de Roma. mulgaron a Pablo de Samosata» (E. SCHWARTZ, ACO I, I, lOls),
18 1 NAClMIENTO Y DESARROLLO D E LA PATROLOGÍA l . N/I.CI1\1IENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 19

partes, siempre y por parte de todos» (Comm. 2). S1obre la presta a críticas diversas. Si se considera que el concepto de
base de este principio es fundamental el recurso a los Pa- «ortodoxia» se elaboró en una época posterior a la que
dres. Pero, en este caso, hay que precisar quiénes deben vivieron muchos Padres, resulta antihistórico y anacrónico
considerarse como «Padres», y Vicente lo hará en los si- aplicarles una norma o un «canon>> que no se impusieron
guientes términos: <<Son los que han enseñado constante- hasta más tarde. A este propósito es característico el ejem-
mente y han permanecido siempre en la fe; los que han plo de Orígenes, que no se mereció el título de «padre»,
muerto fieles a Cristo o que han tenido la fortuna de morir bien porque algunos de sus partidarios y de sus adversarios
por éh> (Comm. 28). En el Comm. 3 Vicente los define por aislaron, asumieron y absolutizaron ciertos aspectos de su
su antigüedad, la ortodoxia de su doctrina, la santidad de pensamiento, ignorando el carácter dialéctico de su «teolo-
su vida y la aprobación por parte de la Iglesia en la que gía inquisitiva», bien porque se aplicaron al pensamiento
ellos vivieron y murieron. del alejandrino unos criterios de ortodoxia que sólo se afir-
La perspectiva en la que se les coloca desde los prime- maron posteriormente.
ros siglos es sobre todo la dogmátíca y la doctrinal. Así lo
atestiguan las Actas del concilio de Éfeso (431), en las que No menos anacrónico se perfila el criterio de aprobación
se recogen extractos de los textos «de los santísimos y por parte de la Iglesia, desde el momento que impone unas
devotísimos Padres y obispos y de diversos mártires>> (<loes. estructuras posteriores, no siempre homogéneas, a un pe-
54-59: Schwartz I, 2); pero también Agustín apelatá con ríodo determinado. En efecto, fuera del mundo greco/lati-
frecuencia al testimonio doctrinal de los Padres, sobrie todo no existieron Padres siriacos, persas, coptos y armenios casi
con ocasión de la disputa con los donatistas y con los pela- ignorados por completo. Finalmente, la nota de «antigüe-
dad» resulta tan discutible como las anteriores: ¿cómo va-
gianos (cf. en este sentido el Opus imper/ectum contra Julia-
num I, 7,34.59; IV, 72, etc.). lorar y a partir de cuándo aplicar ésta que es una norma
histórica y no teológica? El carácter opinable de las notas
En esta línea de apeladón, pero también de fijaición y fijadas por Vicente de Lérins, junto con el criterio introdu-
delimitación de la categoría «padre», tendrá un papel im- cido por la Reforma protestante de considerar a los Padres
portante el decreto que surgió a comienzos del siglo VI De a partir de su atención y conformidad con la sagrada Escri-
libris recipiendis et non recipz'endis, falsamente atribuido al tura, ha llevado a revisar la definición que se da de ellos. Se
papa Gelasio I. Además de la lista de los libros canónicos y entiende entonces que haya habido diversos intentos de
de los concilios ecuménicos, el decreto presenta también la redefinir la categoría <<padres». Así por ejemplo, F. Over-
lista de los autores aceptados en la Iglesia católica, es decir, beck (Üher die Anfiinge der patristischen Literatur, Hist.
la primera lista de los que han de ser reconocidos como Zeitschr. 48 [1882] 418) partió para su consideración de
<<Padres». La influencia que ejerció este documento espu- los mismos de un punto de vista «histórico-literario» más
rio en la Edad Media tendrá una gran importancia, sobre atento a la historia de los estilos y de las formas. A. Man-
todo en lo que atañe a la transmisión de los textos. douze, en el Tercer congreso internacional de Estudios pa-
La definición de «padre» que nos ofrece Vicente de .trísticos de Oxford (1959) definió a los Padres .como «los
Lérins, que ha sido «clásica» durante varios siglos (orto- autores de los primeros siglos cristianos invoca1os univer-
doxia, santidad, aprobación de la Iglesia, antigüedad) se salmente como testigos directos o indirectos de-la doctrina
20 l. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PAT'ROLOGÍA 1. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 21

cristiana o de la vida de la Iglesia en una época determi- nes cambiantes, dando así origen a la «ciencia teológica>>
nada». (cf. Instrucción, II, 2).
El estudioso protestante A. Benoit aplica la categoría de
«Padres>> a <dos exegetas del período en el que estalba uni-
da la Iglesia, es decir, desde los orígenes hasta el cisma de Patrología
Oriente ... , testigos de la comprensión que los primeros si-
glos cristianos tuvieron de la sagrada Escritura» l. La pers- Este término, derivado del de «padre», aparece por
pectiva bíblica que aquí se insinúa puede dar la impresión primera vez en la obra póstuma del teólogo protestante
de que deja en la penumbra el papel de los Padres entendi- alemán J. Gerhard (t 1637), Patrologia seu de primitivae
dos como los «testigos privilegiados de la Tradición»• (Con- ecclesiae christianae doctorum vita ac lucubrationibus opus
gregación para la educación católica, Instrucción sobre el postumum, Jena 1653. Se trata de un término que surgió en
estudio de los Padres de la Iglesia en la formación sacerdotal, un contexto apologético para indicar «la búsqueda en los
TI, 18). Esta dificultad se superará entendiendo las dos Padres de la Iglesia de testimonios en favor de las creencias
fuentes de la revelación, la Escritura y la Tradición, no en discutidas por los reformadores y como respuesta a "la
sentido restringido y de forma dualista. En tal caso 1d con- llamada a la antigüedad'' de los mismos reformadores» 6 •
cepto de exégesis tendrá que comprender no sólo un modo Convencionalmente, el ámbito de la patrología se extien-
de leer y de interpretar la Escritura, sino también de predi- de hasta Gregario Magno ( t 604) o Isidoro de Sevilla
ca_rl~ y de formular, a partir de ella, la doctrina y la moral (t 636), para los autores latinos, y hasta Juan Damasceno
cnst1ana. Por otro lado, el sentido de Tradición no tendrá (t 749), para los griegos.
que verse en el añadido de «nuevas verdades» a las enseña-
das por la Escritura, sino en el ofrecimiento de una clave de El interés histórico/literario por los Padres propio de la
l~ctura de_ las mismas, siendo así el principio de intdigen- patrología que define la reciente Instrucción sobre el estudio
cia, el «clima eclesial» en el que hay que leer la Escritura. de los Padres como la disciplina «que tiene por objeto la
Con estas precisiones la definición de los «Padres» como vida y los escritos de los mismos>> y que «se mueve sobre
exegetas de la Iglesia todavía unida se distingue solamente todo en el nivel de la investigación histórica y de la infor-
de su definición como testigos privilegiados de la Tradición mación biográfica y literaria» (III, 5 O), nace ya en la Iglesia
tan sólo por la acentuación de los dos aspectos. En los dos antigua y responde a la necesidad conjunta de mostrar la
ca_sos queda a s~lvo el carácter central de la «palabra de antigüedad y continuidad de la fe cristiana y de conservar
Dios» que asmrueron los primeros autores cristianos para el recuerdo de los escritores cristianos más ilustres.
«~alorar» la vida cristiana, intentando al mismo tiempo Movido por esta urgencia, Eusebio de Cesarea, inaugu-
«inculturarla» y desarrollarla en su aplicación a las situado- rando un nuevo género historiográfico caracterizado por el
interés de recoger los documentos originales, nos transmite

' En Attualita dei Padri de!la Chiesa - La patrística come liberazione


dafle ipoteche det!a falsa teología, 70-71. (Original: L'actualité des Peres de ' Así F. BOLGIANI, Patrologia e storia della Chiesa antica, en Problemi di
l'Eglise, París-Neuchatel). storia della Chiesa - La Chiesa antica sec. JI-IV, Vita e Pensiero, Milán 1970, 288.
22 l. NACTM1ENTO Y D ESARROLL O DE LA PATROLOGÍA l. NACfMTENTO Y DESARFOLLO DE LA PATROLOGÍA 23

en su Historia eclesiástica numerosos testimonios s1obre la Esta triple distribución se fue difuminando con el tiem-
vida y las obras de los autores cristianos. Será sin embargo po, de manera que la patrística se convirtió, en el mundo
san Jerónimo el que, en su intento de manifestar la madu- protestante, en <<historia de los dogmas», mientras que la
rez cristiana en el ámbito literario y aludiendo a la obra de patrología pasó a ser, tanto en el mundo católico como en
Suetonio De viris illustribus, escribió su propio De viris el protestante, una historia de la literatura cristiana (Har-
illustribus (393 ), resumiendo en 135 capítulos los datos nack), o una «historia de la literatura eclesiástica» (Barden-
biográficos y la lista de las obras producidas por los escrito- hewer ), o una «historia de la literatura cristiana antigua»
res cristianos que allí recuerda. El criterio que siguió san (Lazzati, Simonettí).
Jerónimo para introducirlos en su lista es de orden literario- En el origen de la superación del concepto de patrolo-
bíblico. Es decir, se trata de «escritores de la Iglesia ...., que gía entendida en sentido estricto y de su homologizacíón
transmitieron el recuerdo de algo relacionado con las sagra- con la «historia de la literatura cristiana antigua» han actua-
das Escrituras» (Prae/atio 1). Esta precisión explica por qué do dos consideraciones:
en la obra de Jerónimo encuentran también lugar ciertos
autores considerados como herejes (por ejemplo, Tertulia- l. debido a su origen «apologético», la patrología, tan-
no, Taciano, Novaciano ... ). Después de él seguirán su pro- to en el ámbito católico como en el protestante, se quedó
grama Gennadio de Marsella (t comienzos del siglo VI), privada de su estatuto de disciplina autónoma, siendo con-
Isidoro de Sevilla (t 636), Ildefonso ele Toledo (t por el siderada sólo como subalterna a la teología, en función de
667). la misma y como disciplina subsidiaria de ella;
~videntemente, la perspectiva histórico/literaria en que 2. por la misma razón, el estudio de los Padres se limitó
se sitúa a los Padres no es la única posible, dado que en a los autores ortodoxos por excelencia, dejando de conside-
ellos hay que ver también a los primeros exegetas y predi- rar a los autores heréticos. Pero es evidente que «en este
cadores de la Escritura y a los primeros teólogos y pell1sado- estudio, si queremos que sea científicamente válido, no
res cristianos. podemos establecer una separación entre ortodoxia y here-
La diversa perspectiva en que se les puede considerar jía ... ; no comprenderíamos nada de la cultura cristiana de
explica la distinción funcional que se introdujo posterior~ los siglos II y m si no la relacionásemos con el gnosticismo,
mente entre la patrología y la patrística, en correspondencia ya que los gnósticos fueron los "maítres a penser" del cris-
con los diversos intereses con que se considera a los Padres tianismo de aquella época, tanto en el aspecto teológico
y a sus obras. Se trata de una distinción que en sus ,c onte- como en el exegético» 7 •
nídos -aunque no en la terminología de cuño relativamen- La exactitud de estas observaciones movió a destacar la
te reciente - aparece ya en la antigua Iglesia, en la que hay autonomía de la patrología como ciencia histórica, lo cual
tres obras, el De viris illustribus de Jerónimo, el De doctrina
christiana de Agustín y el Commonitorium de Vicente de
7 E. DAL CovOLO, lntervista al pro/ Simonetti: RT 2 ( 1991) 142. D e las
Lérins, que constituyen respectivamente tres acercamientos
observaciones expuestas se deduce que Simonetti opina que hemos de consi-
diversos a los mismos autores: uno histórico, otro literario derar ya superada la distinción entre patrística, patrología y literatura cristiana
y otro dogmático-doctrinal. (lhíd., 141).
>
24 I. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA l . NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 25

se reflejó en sus definiciones más recientes (por ejemplo, el trólogo también precisa, por su parte, disponer de amplios
estudio de la literatura cristiana antigua sin exclusión de conocimientos teológicos» 9 ;
autores, y extendido, por tanto, a todos los documentos del - y la otra aproximación que,. aun reconociendo el ca-
cristianismo primitivo que han llegado hasta nosotros, fir. rácter de ciencia histórica propio de la patrología, prefiere
mados, anónimos o pseudoepigráficos (Crouzel). El JProble- definirla, mediante conceptos «teológicos», como la «disci-
ma que se sigue discutiendo es el del carácter «teológico» plina que estudia a los Padres de la Iglesia», es decir, a los
de esta disciplina. escritores eclesiásticos de la antigüedad cristiana considera-
dos e invocados por la Iglesia como Padres suyos, testigos
Si se la considera como tal, ¿queda verdaderamente legítimos y transmisores autorizados de la Tradición, maes-
garantizada su autonomía científica?; foo se correrü así el tros de la encarnación del evangelio en las culturas de su
riesgo de convertirla en una «ancilla theologiae», paira ser- tiempo y «de la teología de la Iglesia no separada» 10 •
vir de apoyo a la misma? 8 •

El documento citado sobre el Estudio de los Padres ha Transmisión de los textos patrísticos
insistido en «la autonomía de la patrística-patrología, como
disciplina suijuris» (III, 50), con su propio método abierto En la Primera Carta a los Corintios 1,26 Pablo nos
a las aportaciones interdisciplínares. Por otra parte, el do- ofrece un «retrato>> social de la primitiva comunidad cristia-
cumento pone de relieve el carácter teológico de esta cien- na, en la que «no hay ... muchos sabios según los criterios
cia que nace de la fe y está al servicio de la misma. del mundo, ni muchos poderosos, ni muchos nobles>>. Esta
constatación no dejó de tener repercusiones concretas en la
Así pues, en el planteamiento de la patrología h:ay que vida de los primeros núcleos cristianos y encuentra una
tener en cuenta dos aproximaciones diversas, que todavía confirmación en la misma selección del material de escritu-
no han encontrado una sistematización: ra con que se fijaron y transmitieron las primeras expresio-
nes escritas del «nuevo» mensaje cristiano. En efecto, «los
- considerarla como «la ciencia que estudia histórica- que dieron vida a las primeras comunidades cristianas no
mente la literatura cristiana antigua. Es, desde luego, una
ciencia histórica, que no forma parte de la teología, aunque
ciertamente presta grandes servicios a esta última; y el pa- • H. CROUZEL, La patrología y la renovación de los estudios patrísticos,
en R. VANDER GucHT y H . VoRGRIMMLER, La teología ..., vol. m, 434.
'º Así es como se expresa C. CORSATO, L'inse¡_namento dei Padri della
Chiesa nell'ambito delte discipline teologiche: una memoria feconda di futuro, en
• La distinción que aparece en el Documento entre patrística, que se «Seminarium» 3 (1990) 461-462. No faltan tampoco algunas fórmulas de
ocupa del pensamiento teológico de los Padres, patrología, que estudia su vida <<compromiso», como la que ofrece J. QUASTEN, según el cual «la patrología
y sus escritos, y literatura cristiana antigua, que estudia los aspectos estilísticos es aquella parte de la historia de la literatura cristiana que trata de los autores
y filológicos de los escritores cristianos antiguos, ¿puede asumirse en un senti- de la antigüedad que escribieron sobre temas de teología. Comprende tanto a
do tan claro, aislando los diversos puntos de vista? Como observa E . DAL los escritores ortodoxos como a los heterodoxos, aun cuando se ocupe prefe-
Covoto, «cabe la pena preguntarse si, en el estudio de los escritos patrísticos, rentemente de los que representan la doctrina eclesiástica tradicional, es decir,
"los aspectos estilísticos y filológicos" pueden separarse del estudio histórico-li- de los llamados Padres y Doctores de la lglesüi. Se puede, pues, definir la
terario y de la especulación sobre los contenidos doctrinales»: Fra letteratura Patrología como la ciencia de los Padres de la Iglesia» (Patrología, Editotial
cristiana antica e teologia: Lo studio dei Padri, en RT 2 (1991) 48. Católica, Madrid 1961, 1).
26 1, NACIMlENTO Y D ESARROLLO DE LA PATROLOGÍA
L NACTM1ENTO Y DESARROLLO DI! LA PATROLOGÍi\ 27

fueron las gentes del rollo y de las bibliotecas, sino más el precio barato, la facilidad de encontrar textos 13 , la forma
bien hombres sencillos sin ningún papel político, de escasas más manejable para las celebraciones litúrgicas y quizás el
posibilidades económicas y de modesta formación intelec- antagonismo con las comunidades judías que utilizaban el
tual; entre esta plebs había una cosa muy rara, un verdadero rollo 14, pero también la mayor capacidad de contenido que
libro, el rollo; lo más corriente era el libro no-oficial, bara-
lo capacitaba para recoger obras voluminosas como la Es-
to, el códice>> 11 •
critura. El códice de pergamino, más consistente que el
La antigüedad conoció dos formas diversas de lo que rollo de papiro, se adaptaba bien a la literatura cristiana,
nosotros llamamos libro: el rollo y el códice, hechos de que desde el principio tuvo un carácter popular y funcional.
papiro o de pergamino. El pergamino, llamado en su origen A diferencia de las cartas que en la época imperial habían
«membrana» (cf. 2 Tim 4,13) era una piel curtida de oveja, tomado un carácter expeditivo, de mero ejercicio literario,
de cabra o de novillo. El papiro procedía de una planta en la comunidad cristiana las expresiones literarias y artísti-
acuática, cuya médula, cortada en tiras, se yuxtaponían has- cas asumieron un carácter funcional 1 ligado a las necesida-
ta llegar a formar un entramado. Mediante la unión de des concretas de la comunidad cristiana. <<De la fnncionali-
varios folios se formaba un rollo en forma de cilindro, con dad de las expresiones de la cultura cristiana depende di-
una longitud aproximada de 2,90 metros. En la época im- recta o indirectamente su amplia accesibilidad y, por tanto,
perial hizo su aparición el códice, un conjunto de «q1llater- en definitiva, su carácter popular» 15• Y de hecho, hasta
niones» (cuatro folios dobles) unidos por sus márgenes finales del siglo III, los códices mantuvieron su carácter de
interiores, al estilo de nuestros cuadernos 12 • libros de segunda calidad para las capas medias e inferio-
res 16 • A través de la afirmación del cristianismo y de la clase
El papiro, material relativamente raro y costoso, se re- media vinculada a él es como el códice adquirió su digni-
servaba a las clases cultas y pudientes, con sus lógicas con- dad y se emancipó en su elaboración manual. De este modo,
secuencias para la cultura, que tenía que set entonces patri-
lo que en el siglo IV había sido el humilde transmisor c.ld
monio de unos pocos. Respecto al rollo, ·el códice no era
mensaje cristiano entre las capas más humildes se convirtió
más que un papel barato de estraza, que sólo servía para
minutas y apuntes. ¿Qué es lo que determinó y qué signifi.
có el paso del rollo al códice que se llevó a cabo en el
siglo rv? " Cf. L. KoEP, Buch l: RAC 2, 683.
,. A propósito de la transmisión de los textos, M. HENGEL, tras observar
que «incluso los limites relativos a la extensión de los cuatro evangelios o de
Ya hemos aludido a la utilización del códice por parte los Hechos de los Apóstoles se explican, en definitiva, por la voluntad cons-
cristiana. En el sostenimiento de su desarrollo concurrieron ciente de no sobrepasar un rollo de papiro», añade que «las comunidades
cristianas primitivas eran pobres y no disponían de grandes bibliotecas... ; la
varios elementos: la pobreza de las primeras comunidades, poca manejabilidad del rollo en el uso litúrgico y la actitud de clara antítesis
respecto a la comunidad madre judía hicieron que muy pronto, quizás ya a
comienzos del siglo n d.C., se pasara del rollo al códice, que ... era más práctico
que el rollo tradicional de papiro» (La storiografia protocristiana, ed. Paideia,
" G. CAVALLO, Librt~ editori e pubblico ne! mondo antico - Guida storica
e critica, Laterza, Bari 1977, 84. Brescia 1985, 23.
12 " M. SIMONE rn, Cristianesimo antico e cultura g1·eca, Borla, Roma 1983,
Cf. C. GIARRATANO, Linguistica e filologia, en VARIOS, lntrod'uzione
allo studio della cultura classica, Marzorati, Milán 1984, 673-676. 11.
1
• Cf. G. CAVALLO, Libri... , 89, 108.
28 T. NACIMlENTO Y D ESARROLLO DE LA PATROLnGíA 1. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 29

en el instrumento privilegiado de comunicación de _la que y el riesgo de investigaciones y sospechas por parte de la
había dejado ya de ser una <<religión vulgar». policía imperial 20•
En relación con el tema del material empleado (i:ódice El medio normal de comunicación de los escritos cris-
de pergamino), hemos de considerar también el problema tianos siguió siendo, por tanto, la transcripción privada, evi-
de la transcripción de los textos. ¿Quién llevó a cabo esta dentemente con un nivel técnico generalmente bastante
transcripción?, ¿con qué criterios? Hasta pasada la mitad
bajo, propio de un aficionado 21 •
del siglo II el pequeño grupo cristiano dejó indiferentes o
interesó poco a la gran mayoría. Se le consideraba como El hecho de la transcripción privada, determinado por
una corriente «subcultural» y, como tal, no encontró en la intereses particulares, tuvo unas consecuencias lógicas. Era
literatura pagana de la época más que algunas escasas alu- absolutamente natural que en la reproducción de los textos
siones. En el mantenimiento de esta situación tuvo una se recurriera en muchos casos a la abreviatura, a la síntesis,
gran parte su creencia paradójica en el «Sofista crudfica- a los extractos. Este fenómeno, según M. Hengel, se obser-
do», como define a Cristo Lucíano de Samosata 17 1 pero va ya en los evangelios. «La necesidad de limitarse, por
también el lenguaje deslucido e incomprensible de sus es- razones de espacio, a un solo rollo fue probablemente la
critos, ligado a la «novedad>> del anuncio 18 , así como la causa fundamental que movió tanto a Mateo como a Lucas
escasa circulación de los mismos, relacionada con el proble- a abreviar, a veces de forma considerable, el texto de Mar-
ma de la transmisión de los textos. Si en el primer siglo de cos que les servía de modelo» 22 • La transcripción y !ª trans-
la era cristiana los talleres libreros habían alcanzado un misión de los escritos cristianos resulta entonces vinculada
pleno desarrollo, la primera comunidad cristiana no pudo a motivos de orden práctico, económico, así como a la
servirse de ellos. Lo impedía, en diversas medidas, el coste variabilidad de los intereses teológicos de la comunidad. Se
del producto, el miedo a las miradas indiscretas, la <<disci- perdieron muchos textos cristianos debido a los cortes rea-
plina del arcano» - al menos a partir de cierto tiempo 19 - lizados por los epitomadores o recopiladores de extractos;
y lo que es peor, «la mayor parte se perdió por completo,
17
Cf. Sobre la muerte del peregrino, 11. Encontramos esta misma. acusa- bien porgue el estilo y el contenido no les agradaba ya a las
ción de «sofista» en ]USTINO, 1 Apología, 14. Sobre esta y otras acusaciones generaciones sucesivas, bien por otros acontecimientos for-
contra la fe cristiana en los primeros siglos remito a mi estudio L. PADOVESE,
Lo scandalo della croce - La polemica anticristiana nei primi secolz; Dehonia- tuitos producidos en el curso de la historia demasiado larga
ne, Roma 1988. de la transmisión de los textos» 23• Las consecuencias de
•• Como señala G. LAZZATI, para los pdmeros escdtos cristianos la lengua ello son evidentes, ya que el carácter fragmentario o, por lo
gi:iega, como medio expresivo, «no representa más que un paso obligado, pero
no precisamente una coloración de Pspfritu griego.. E l cristi.ano siente la menos, incompleto de los textos de la literatura cristiana
verdad y la nobleza de ser una "nueva criatura" y todo se tiñe en él de esta
novedad, incluso la literatura. Hasta tal punto que el que pasa de la literatura
griega a la cristiana se siente sacudido, llegando a despreciarla como firuto de
gente iletrada e ignorante, incapaz de sostener la comparación con la madurez hecho que, cuando se impuso, afectó también a los libros que contenían los
de un pensamiento y de una belleza rebuscada que cuentan en su favor con «misterios» (cf. Arkandisziplzn: RAC I, 667-676).
siglos de sufrida experiencia» (Problemi e orientamenti di letteratura cristiana ,. Cf. J. DE GHELUN CK, Patristique et moyen age II, Bruselas-Patís 1947,
antica gteca, en Introduzione allo studio della cultura classica, Marzorati, 188.
Milán 1988, 592-593. 21
Cf. G. CAVALLO, Libri..., 107-108.
" Como observa O . P ERLE R, no existen hasta ahora testimonios de una 22 M. H ENGEL, La storiografia ... , 23.

«disciplina del arcano» pata los dos primeros siglos cristianos. Pero es un ,, Jbíd., 26.
30 I. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA ¡. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 31

puede inducir1 entre otras cosas, a una representación sim- norma en la Iglesia primitiva, donde el género literario
plificada del pasado 24. epistolar fue el preferido. Pensemos en l_a~ 7 cartas de
Ignacio, en la carta de Policarpo a los F1hpen~~s, en la
La literatura «apologética>> del siglo II nos ofrece un Carta de Clemente a los Corintios, pero tamb1en en la
ejemplo de ello. Si se sitúa a los llamados «Padres apologc• Carta de Bernabé (que es, de hecho, un pequefio tratado
tas» en el contexto de su época y sobre la base de lo que de teológico), en la Segunda Carta de Cl~mente .(que es una
ellos nos dice Eusebio en su Historia eclesiástica, nos damos homilía) 0 en algunas Actas de márt1res editadas . como
cuenta de que se trata de personajes en los que la apologé- cartas (Martirio de Polz'carpo, Martfrio de los mártires de
tica constituyó tan sólo uno de sus muchos intereses. Sin Lyón y Vienne).
embargo, por diversas vicisitudes, han quedado fijados en
esta imagen. De forma semejante, su período, del 130/140 En relación con el género epistolar como forma normal
al 180/190, se ha considerado como el período apologético para el anuncio y para la instrucción de la comunidad, se
de la Iglesia cristiana. Pues bien, <<esta definición estereoti- sitóa el problema de los apócrifos, compuestos muchos de
pada y de la que depende luego una manera particular d e ellos en forma de cartas (el intercambio de cartas entre
concebir el desarrollo de su doctrina y de su activid:ad es Pablo y Séneca, otras cartas de Ignacio de Antioquía, la
realmente poco adecuada» 25 • Este ejemplo de simplific:ación Epistola apostolorum ... ) 28•
histórica demuestra la importancia que tiene el estudio so- Fueron ante todo las comunidades cristianas las que
bre la transcripción y la transmisión de los textos 1de la recogieron estas cartas y las transmitieron como expresió~
antigua Iglesia para un planteamiento más correcto del pro- de comunión y de un «patrimonio común» que compart~r
blema historiográfico 26• con las demás: cartas de una Iglesia a otra, de tenor ~m1-
nentemente dogmático o eclesial, o a veces carta~ de ilus-
Teniendo en cuenta estas observaciones, podemos lan- tres personalidades cristianas. Policarpo de ~srrurna, por
zar una rápida mirada sobre las modalidades de transmisión ejemplo, recogió las cartas de Ignacio y las env1_6 a la comu-
de los primeros textos cristianos. Hay un hecho evidente: el nidad de Filipos 29• El Pastor de Hermas. nos inf_orma que
cristianismo primitivo adoptó preferentemente el género Clemente (Romano) se encargó de enviar su hbro a las
literario epistolar: de los 27 escritos del canon neotestamen- otras comunidades 30 • Eusebio de Cesarea recuerda la am-
tario, 21 son cartas, de las que corren varias con el nombre plia actividad epistolar de Dionisia, obispo de .~~jandría,
de Pablo. Fue probablemente después de la muerte del que «se hizo muy útil para todos con la compos1c1on de las
a,Póstol cuando se empezaron a recoger en Corinto o en Cartas católicas que dirigió a diversas Iglesias» 31 • El mismo
Efeso sus cartas, hasta que a finales del siglo I se concluyó Dionisia se queja, por otra parte, de que algunas ~~ s.us
el «corpus» de trece cartas 27 • El ejemplo de Pablo sirviió de cartas han sido adulteradas: «Algunos hermanos me d1¡eron

" Cf. M. HENGEL, La storiografia... , 168-169.


,, F. BOLGlANI, Patrologia e storia della Chiesa antica, en Prob/t>mi di 2• lbíd., 576-578.
storía della Chiesa • La Chiesa antica, sec. TI-IV, Vita e Pensiero,Milán 1970, 301. 29 Carta a los Filipenses 13.
2
• Ibíd., 302-303. "' 'º Cf. El Pastor - Visión II, 8.
27
Cf. J. SCHNEIDER, Brief RAC 1, 574-576. " Historia eclesiástica I V, 23,1.
p

32 L NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATIWLOGÍA ! . NAClMTENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 33

que les escribiera cartas. Y les escribí. Pero he aquí que ción suplía a la ignorancia de los que no tenían acceso a los
algunos ministros del diablo han sembrado en ellas !Cizaña, textos escritos.
mutilándolas e interpolando otras ideas» 32 • Con las cartas
La mayor parte de los Padres improvisaba en su predi-
recibidas y enviadas es comprensible que se constituyeran
cación. Sus amigos, sus admiradores o los taquígrafos reco-
colecciones de las mismas eh las diversas Iglesias. Eusebio gían sus homilías con el consentimiento del predicador (y a
declara que compuso el libro VII de su Historia eclesiástica veces sin que éste se enterara) y se encargaban de difundir-
recurriendo al epistolario que había dejado Dionisio de
las n _ Es significativo en este sentido el testimonio de Gau-
Alejandría J3 , También conocemos la colección de nnás de
dencio, obispo de Brescia por los primeros años del siglo v.
cien cartas de Orígenes 34 y la de las cartas de Cipriano 35•
Su amigo Benévolo le pidió algunos de sus sermones; Gau-
La transcripción de estos textos fue siempre obra de dencio se los envió añadiendo: «Respecto a los sermones
algunos miembros de la comunidad cristiana. Y cuanlto más que algunos -lo sé con certeza- se atrevieron a recoger
famoso era su autor, tanto más aumentaba el númiero de recurriendo eo secreto a los taquígrafos, por un interés
escritos que se les atribuía falsamente para captar mejor la superfluo y sin duda de forma fragmentaria e incompleta,
atención, para obtener mayor difusión o -en el caso de no los considero como míos, porque sé que contienen no
doctrinas heterodoxas- para alcanzar cierto crédito diver- pocas lagunas debidas a la prisa y precipitación de quienes
samente alcanzable. los recogían de mi voz. Tengo miedo, además, de que, bajo
El mismo fenómeno de falsificación afectó también en el título de que son un discurso mío, disimulen conceptos
los primeros siglos al género homilético, que constituye una contrarios a la fe recta y derivados de errores ajenos, hacién-
gran parte de la producción literaria de los Padres; al no dose así responsables de una culpa infinita debida a una
reunir éstos sus sermones, dieron pie al abuso de interpola- imprudente presunción» 38,
dores y falsarios 36 • Los primeros autores cristianos, en su Gaudencio se quejaba de no haber podido revisar sus
mayor parte obispos y presbíteros, transmitieron muchas de homilías. Es distinto el caso de Orígenes, a cuya disposición
sus reflexiones mediante la predicación. En ella tocaban había puesto su amigo y mecenas Ambrosio algunos taquí-
muchos de los temas que confluyeron más tarde en sus grafos que recogían sus homilías, improvisadas en gran par-
obras escritas. Así pues, la predicación, generalment,e bas- te 39 • Venía luego el trabajo de los escribas- que ponían la
tante breve, pero practicada con frecuencia, mantenía al taquigrafía en escritura ordinaria. Finalmente los calígrafos
pueblo al tanto de los problemas de la comunidad y de los escribían en forma elegante el texto que, en las fases inter-
debates teológicos de la época. En substancia, la pr,edica- medias, Orígenes había tenido la posibilidad de revisar y
corregir ~0 •

" Ibíd., 23,13.


" Cf. Historia eclesiástica VII, Introducción.
" Cf. Historia eclesiástica VI, 36. " Cf. !bid., 12-13.
" Cf. J. SG-lNEJDER, Brie/, 580-581. >• GAUDEN CIO DE BRESCIA, Tratados - prólogo, II.
,. Cf. A G. HAMMAN, Jacques-Paul Migne - Le retour aux Peres de >9 CE. la noticia de EUSEBIO, Histotia eclesiástica VI, 23,2.
l'Eglise, en Le point théologique, Beauchesne, París 1975, 11. J.
'° Cf. DE GHELLINCK, Patristique..., II, 214-217.
34 I. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA l . NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 35

También en el caso de predicadores ilustres como Am- nuscrito modelo y recibía la autorización para ordenar nue-
brosio, Juan Crisóstomo y Agustín, sus homilías eran reco- vas copias a petición de los interesados 4' . Éste fue el caso
gidas por taquígrafos y revisadas luego generalmente por del De civitate Dei~ donde Agustín, escribiendo a un tal
los mismos Padres 41 • Firmio, le dice: «Te ruego que des todas las facilidades a
quienes quieran copiarlo. Pero que no sea a un gran núme-
Aunque la homilía constituía el género literario privile-
ro, sino todo lo más a uno o dos, para que ellos, a su vez,
giado de la literatura cristiana de los primeros siglos, no
se las den a otros» 46•
podemos olvidar que muchos de los textos que po:seemos
fueron concebidos con vistas a su publicación. También De esta técnica editorial se valieron, además de Agustín,
para la mayor parte de ellos valió la praxis de la transcrip- Basilio, Jerónimo, Sulpicio Severo, Cesáreo de Arles ... En
ción privada. Si en el siglo IV, con el reconocimiento oficial orden a la transmisión y conservación de los textos patrísti-
del cristianismo, se les pidió a los talleres de libros que cos, hay que aludir a las traducciones que se impusieron
produjeran copias de obras cristianas y si varias ][glesias sobre todo cuando se fue haciendo cada vez más reducido
(Roma, Alejandría, Jerusalén, Cesarea ... ) poseían, para su en Occidente el conocimiento del griego. En esta situación
uso interno, ciertos scriptoria anejos a las bibliotecas episco- fue fundamental la intervención de los traductores - a ve-
pales, se comprueba, sin embargo, que el camino normal de ces, más bien «editores» que cambiaban el tenor de los
difusión de los textos era la transcripción privada 42• Esto se textos-. Las traducciones nos han conservado obras que,
debió a la costumbre anterior, más económica, pero quizás de lo contrario, estaban destinadas a desaparecer con la
también a una razón intrínseca: «el cristianismo bahía crea- pérdida del original 47• Baste pensar aquí en el Adversus
do entre el escritor y su público una relación estrechamente haereses de Ireneo de Lyón, que ha llegado entero hasta
simpatética, en la que se exhortaba, se predicaba y se ense- nosotros en su traducción latina, o en el De principiis de
ñaba, de manera que el autor forma una sola cosa con sus Orígenes, que nos ha llegado solamente en la tradición
destinatarios, uniéndose en esos escritos cristianos la acusa- expresamente infiel de Rufino que, movido por preocupa-
ción y la autoacusación, la severidad y la humildad, la supe- ciones doctrinales, suprime algunos pasajes, añadiendo, mo-
rioridad doctrinal y la hermandad; por eso la transcripción diEcando y explicitando otros.
privada, individual, conservaba y exaltaba esta relación mu- El patrimonio de la tradición patrística no se habría
cho mejor que cualquier otra forma de adquisición de li- conservado si no hubiera existido ya en aquella época un
bros» 43 • Sabemos que una gran parte de los libros que fuerte interés por lo que habían compuesto los diversos
constituían la biblioteca de Jerónimo fueron transcritos per- autores. Baste recordar aquí el consejo que da Jerónimo a
sonalmente por él 44 • Ordinariamente las obras nuevas eran Leta sobre cómo educar a su hija: «Que tenga siempre a
confiadas por el autor a un amigo, que conservaba el ma- mano -le escribe- los opúsculos de Cipríano; que sin
miedo de tropezar repase las cartas y los libros de Hilario.
" Ibíd., 219-221.
" Cf. G. CAVALLO, Libri... , 114-119.
" Ibíd., 121. '' Cf. G . CAVALLO, Libri..., 119.
" Sobre este tema de la transcripción privada, cf. J. D E GHE LLINCK , "' En PLS II, 1.374.
Patristique..., U, 191-199. " Cf. J. DE GHELLlNCK, Patristique, .., II, 232-234.
p
36 l. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROT.OGfA !. NACIMIENTO V DESARROLLO DE í J\ PATROLOGÍA 37

Que se deleite en las obras de aquellos autores que son pueden sacar libros para el estudio, que debe ocupar a
firmes en su devoción y en su fe>> 48• • todos desde la hora sexta hasta la nona 52•
La conciencia de que «los Padres» son una autoridad
Sulpicio Severo nos informa de que los monjes de Mar-
en el terreno de la fe y de la vida espiritual está muy
tín Je Tours copiaban mauuscritos 5 J_ Un itúurme semejan-
presente dentro del monaquismo, que constituirá un factor
te ~os lo ofrece Cesáreo de Arles, autor de una regla pará
decisivo en la transmisión de los textos patrísticos. Si en
muJeres, en donde hay dos horas obligatorias de lectura
sus orígenes este fenómeno cristiano de estructura eminen-
cada día 5~. En relación con ello, está la obligación de trans-
temente laical encierra una connotación anticultural 49, con
cribir manuscritos 55 •
el correr de los años no podrá prescindir de un conocimien-
to de las letras, necesarias para leer la sagrada Escritutra. En La regla de san Benito (por el 525) no hace más que
la Regla de Pacomio (por el 320-340) se establece que los recoger estas normas, dando instrucciones concretas sobre
que entran en el monasterio sin saber leer, empleen tres la lectura, que se convierte en elementos esencial de la vida
horas al día parfl aprender. «Y en el monasterio no habrá del monje ~~- En realidad, serán precisamente las grandes
nadie que no sepa leer y no recuerde algo de la Escritura: e_structuras monásticas, junto con las bibliotecas de las Igle-
al menos el Nuevo Testamento y el Salterio» 5º. El carácter s1_as catedrales, las que conserven y transmitan el patrimo-
marcadamente cultural de la vida monástica se observa so- ruo de los Padres. Es evidente que se han perdido muchas
bre todo en Occidente, donde la «lectio divina» es un
obras; pero lo que ha permitido la conservación y la trans-
elemento constitutivo de la institución monástica y donde,
misión de los textos que poseemos han sido los siguientes
por consiguiente, se impondrá la presencia de bibliotecas.
factores: las guias de lecturas recomendadas o la lista de los
Baste aludir aquí al monasterio de la isla de Lérins, cerca
escritores cristianos más significativos, como la que encon-
de Cannes, importante centro de estudio a partir de los
tram?~• p~~ ejemplo, en el De viris itlustribus de Jerónimo;
comienzos del siglo v. Otro monasterio de cuño m~1rcada-
la _utilizac10n cada vez más vasta de los textos patrísticos
mente humanista fue el que fundó Casiodoro en Vivarium
ba¡o la forma de homiliarios (colección de homilías de uno
(Calabria), donde se les imponía a los monjes el trabajo
o d~ v~rios Padres, ordenadas según el ciclo litúrgico), de
intelectual (estudio y copia de libros) 51 •
flor~eg1os (antología de trozos escogidos, que preparan el
La legislación monástica acogió esta instancia de forma- cammo a las «sentencias» de la Edad Media), de églogas o
ción espiritual y de lectura, a la que va unida la creación de cadenas (colección de comentarios patrísticos sobre la Es-
escritorios y de bibliotecas en los diversos conventos,. critura) y las colecciones canónicas, en las que figuran los
En la Regla para los siervos de Dios compuesta por Agus-
tín se afirma la existencia de una biblioteca, de la que se
"' Cf. Carta 211, 3.
" Cf. SuLPICIO SEVERO, Vida de Martín de Tours 10 6
" ]ERÓNlMO, Carta 107, 12.
" eESÁ.RE'? DE ARLES, Regia para las vírgenes 19, 1: ' .«Dedíquense en
Cf. H. l. MARRou, Historia de la educación en la antigüedad AKAL
•1 todas las estaciones a la lectura durante dos horas, a saber, desde el amanecer
1985, 431-432. , basta la hora segunda.»
"' Regla de san Pacomio, 139-140. " CESÁREO DE ARLES, Vida l, 58, 320.
" Cf. CASIODORO, Institutiones divinarum litterarum I, 30. ,. Cf. Regla de san Benito 42,3-7; 48,14-19; 53,9.
f
l. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 39
38 T. NACUvl1ENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA

todavía no de crítica histórica (que sólo se desarrollará a


Padres como «auctoritates» al lado de la Escrituni1 57 • La
continuación)» 58•
fragmentación de textos producida por su diversa ILltiliza-
ción, que es típica de la época medieval, si por un lado La antirromanidad de la Reforma no constituyó, por
resultaba adecuada para profundizar en temas determina- tanto, un rechazo del protocristianismo 59 • En consonancia
dos, por otro impedía el conocimiento exhaustivo de cada con el humanismo enamorado de los clásicos, la Reform~
uno de los Padres. Por eso no es de extrañar que se resol- promovió un proceso de atención a los Padres también en
viera fatalmente en un conocimiento cada vez más re1ducido el campo católico. Es evidente que por ambas partes esta
del rico patrimonio patrístico. Paradójicamente, la Edad atención estuviera sostenida por la polémica, pero tenía, sin
Media occidental conservó y transmitió los textos de los embargo, la ventaja de poner en juego todos los nuevos
Padres, pero -salvo algunas obras- no los utilizó a fondo. recursos filológicos e históricos del momento. Nacen así los
Annales de Baronio (t 1607), en respuesta a las Centurias
Se invirtió esta situación con el renacimiento, tan vincu-
de Magdeburgo. La utilización del argumento patrístico en
lado al nacimiento de la imprenta, y con la restitueíi6n y el
clave polémica se fue poco a poco reduciendo a lo largo de
aprecio de la antigüedad que él promovió. Este retorno al
los siglos XVII y xvm, mientras que fue creciendo el interés
pasado -preparado en parte por las órdenes mendicantes
por los Padres en sí mismos, sobre todo gracias a la histo-
en su insistencia por volver a la Iglesia primitiva, pero tam-
riografía católica que, acudiendo a las bibliotecas de los
bién como reacción respecto a la tradición y la autoridad-
conventos y de las iglesias, fue exhumando los textos patrís-
impuso una atención mayor a la literatura antigua y a los
ticos dando origen a las primeras grandes colecciones de
escritos de los Padres, que fueron estudiados desde enton-
textos de los Padres. En este inmenso trabajo historiográfi-
ces con un marcado sentido histórico-crítico y mediante los
co hay que destacar a Petavio (t 1652), Bollando (t 1665)¡
nuevos recursos de la filología. Nacen así las primeras co-
Du Cange (t 1688), Le Nain de Tillemont (t 1698) los
lecciones de obras completas de los Padres más conocidos,
benedictinos de San Mauro (Maurinos) y, para el siglo~,
como Agustín, Cipriano, Hilario, Ambrosio, Ireneo, Juan
Muratorí (t 1750), Assemani (t 1768) y Mansi (t 1769).
Crisóstomo.
Fue en el siglo XIX cuando el estudio de los Padres
Por su parte la Reforma, al poner en cuestión la razón
re~_zó un progreso todavía mayor por obra de las grandes
teológica y todo el edificio dogmático tradicional, produjo
ed1c1ones de A. Mai, de G. B. Pitra y sobre todo por la
una renovación en los estudios patrísticos. «La Reforma no
decisiva y colosal iniciativa de J. P. Migne en su Patrologia
rechaza a los Padres a priori~ pero introduce respecto a los
latina (221 volúmenes) y graeca (162), en la que encontra-
mismos un criterio, un principio crítico: la Biblia. Es esto
ron sitio los trabajos anteriores de los Mau~inos y de algu-
un factor de capital importancia para los estudios patrísti-
nos otros. Vienen a continuación las ediciones críticas del
cos. En adelante nadie podrá contentarse con citarlos de
forma mecánica y arbitraria ... La Reforma introduce: así en
la patrística una exigencia de crítica teológica ... , aunque
,. A. BENOIT, L 'actualité des Peres de l'Église, París-Neuchatel 1961.
" Cf. J. BOISSET, L_a ré/orme et les Peres de l'Eglise, en E, MANDOUZE J.
F EUU.LERON (eds.), Mtgne et le renouveau des études patristiques, Beauches-
ne, París 1985, 39.
'7 Cf. J. DE GHELUNCK, Patrzstique ... , II, 246-298.
f
40 L NACIM IENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA J_ NAClMJENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 41

CSEL (Corpus scriptorum ecclesiasticorum latinorum) (Viena, Una aplicación de estos principios al presente estudio
1866ss), los Texte und Untersuchungen zur Geschichte der supone esencialmente:
altchristlichen Literatur (Leipzig, 1822ss), el Griechischen
l. que se conozca la relación existente entre la teología
Schriftsteller der drei ersten ]ahrhunderten (Berlín, 1897ss), la
patrística y las otras disciplinas;
Patrologia orientalis (París, 1903ss), los Texts and Studies
(1891ss), el Corpus christianorum (Turnhout, 1954ss), las 2. que se tenga un conocimiento profundo de la teolo-
Sources chrétiennes (París, 194 9ss). gía de los_ Padres, capaz de integrarse con las otras discipli-
Todas estas colecciones demuestran el interés creciente nas con vistas a una síntesis;
por los Padres, cultivado con sentido crítico y enriquecido
con ediciones continuamente nuevas. Pero ¿de dónde surge 3. que se conozcan las claves hermenéuticas para llegar
tanto interés? Intentemos comprenderlo en las páginas que a un trabajo de profundización en el ámbito de esta dis-
ciplina;
siguen.
4. finalmente, que el estudioso se mueva con dominio
en el uso de los resultados que han alcanzado ya los otros.
Los Padres de la Iglesia, hoy:
el sentido de un servicio Al ofrecer estos criteriosl S.chleiermacher tiene presen-
tes a unos teólogos que son además clérigos y en los cuales
Hace unos doscientos afi.os, F. Schleiermacher, en uno «es preciso que vayan unidos el interés eclesiástico y el
de sus opúsculos sobre El estudio de la teología, entre los espíritu científico» 61•
postulados para un estudio fructuoso de la misma, recorda-
No existen dudas en torno a la importancia de la patrís-
ba también el siguiente: «Para cualquier teólogo es esencial
tica en la ciencia teológica, que en los últimos decenios ha
ante todo una visión exacta de la relación que guardan las
pasado de un planteamiento sistemático-especulativo a un
diversas partes de la teología entre sí y del valor específico
planteamiento de tipo histórico. Al mismo tiempo ha creci-
de cada una de ellas para el fin común. En segundo lugar,
do_la especialización en este sector, con el peligro consi-
el conocimiento de la organización interna de cada discipli-
~1ente de que el «experto» en un ámbito particular -por
na y de las partes principales de las mismas que tienen
eJemplo, la teología sistemática- no posea un conocimien-
mayor importancia para la relación del conjunto. Viene lue-
to «de primera mano» de la patrística 62• El hiato que se ha
go el estudio de los instrumentos para conseguir inmediata-
creado puede superarse mediante una interdisciplinariedad
mente los conocimientos que se van necesitando en cada
ocasión. Finalmente, el entrenamiento y la segurida1d en el cada vez más estrecha, pero sobre todo a través de una
uso de las medidas necesarias de precaución para usar de la for1:1ación patrística más esmerada, a la que ha querido dar
un impulso significativo el Documento de la Congregación
mejor manera posible y con mayor exactitud el tralbajo de
los demás» 60•
•• lbíd., 12.
60
F. SCHLEIERMACHER, Lo studio della teología, Queriniana, Brescia 1978, 62
~sta .situación ha quedado bien expuesta por M. SIMONETTI en la
18. entrevista citada de A. DAL CovOLO: RT 2 (1991) 139-144.
f
42 l. NACIMIENTO Y DESARROLLO OE LI\ PATROLOGÍA I. NACIMIENTO Y DESARROLLO D E LA. PATROLOGÍA 43

para la educación católica sobre El estudio de los Padres de 4. el paso de la improvisación litúrgica a unas normas y
la Iglesia en la formación sacerdotal. unos modos estables de celebración (a partir de la mitad del
Pero ¿cuál es la aportación que ofrece la patrística al siglo IV), que seguimos hoy practicando substancialmente 65•
saber teológico en sus diversas expresiones? Hay además algunos rasgos «característicos>> de la re-
Las páginas siguientes intentan ofrecer una idea suma- flexión de los Padres que deberá tener presente el teólogo
ria de esta aportación¡ esperamos que esto sea suficiente al y que, en cierto sentido, tendrá que saber transplantar al
menos para que nazca el deseo de saber más. Téngase momento en que vive. Ante todo, el sentido de la novedad
presente que el florecimiento de la patrística -preparada y originalidad cristiana, que se amplía y se extiende a todos
por algunos teólogos como De Lubac, Von Balthasar, H. los ámbitos de la vida de los hombres. «Es necesario - es-
Rahner, Daniélou- encontró un impulso en el concilio cribía Hilario de Poitiers expresando el común sentir de los
Vaticano II: en el método «genético» que éste promovió 63 Padres- que los regenerados (en el bautismo) tengan un
y en el empefio de comprender a los Padres más aún que nuevo modo de pensar» 66• Además, la teología de los Pa-
de utilizarlos en clave demostrativo-apologética 64 • Los Pa- dres es una concentración en lo esencial, a diferencia de la
dres son el referente privilegiado con el que tendrán que reflexión escolástica posterior que, procediendo a un análi-
enfrentarse todas las épocas. En efecto, con los Padres se sis lógico-discursivo de los contenidos de la fe «añadía
han alcanzado algunas metas fundamentales en la estrnctu- muchas cuestiones periféricas a lo esencial.. . y 'construía
ra doctrinal y eclesial del cristianismo, a las que no pode- sobre bases que no eran ya las más inmediatamente funda-
mos menos de aludir: mentales, poniendo en juego razonamientos, análisis y un
método de "cuestiones" que alejaban fatalmente del cen-
l. la determinación de los fundamentos de la fe expre-
tro» 67 •
sada en los cuatro primeros concilios (Nicea, 325; Coinstan-
tinopla, 381; Éfeso, 431; Calcedonia, 451); Desde este punto de vista es lícito afirmar que la época
patrística conoció y practicó lo que llamamos Jerarquía de
2. relacionado con el primer aspecto, el intento de dar
las verdades, reconociendo y apelando a todo lo que es
a la fe una forma y una expresión en un discurso humano,
esencial para el cristiano. Efectivamente, en el credo bau-
creando nuevos conceptos y aquella lengua <<Católica» que
tismal de la antigua Iglesia se exigió la adbesión a las ver-
todavía seguimos hablando;
dades esenciales del cristianismo. Desde este punto de vista
3. la fijación del canon neotestamentario; el testimonio patrístico adquiere un valor ecuménico de pri-
mera importancia. Además, la teología de los Padres se nos
6
' El decreto Optatam totius sobre la formación sacerdotal, en el n. 16,
presenta como una teología de búsqueda en orden a una
indica que los estudiantes de teología, después de introducirse en el est:udio de síntesis y no a un sistema que, como ocurre con la herejía,
la sagrada Escritura, deben adquirir un conocimiento de la Tradición: «Explí-
quese a los alumnos la contribución de los Padres de la Iglesia de Oriente y
de Occidente a la transmisión fiel y al desarrollo de cada una de las v-erdades
de la revelación, así como a la historia posterior del dogma ...». ., Cf. Ibíd., 117.
64
Cf. a este propósito R. FARINA, L 'insegnamento della patrología:: prepa- 66
De Trinitate libe, I, 18.
razione, obiettivZ: me:ai didattici, en Lo studio dei Padri della Chiesa Ofüti, Aug 67
Y. M. CONGAR, La tradición y las tradiciones, Dinor, San Sebastián
(Roma 1977) 100-101. 1964, vol. II, 366-367.
f
44 l. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA
l. NAClMJENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA. 45

<<suprime el carácter antitético de la verdad, abandonando to y toda sabiduría humana, poniéndonos en manos de la
uno de sus términos» 68 •
fe» 11.

Ha sido precisamente este carácter de búsqueda presen- El sentido del misterio que poseen los Padres, su con-
ciencia de la trascendencia de Dios, los lleva por tanto a
te en la teología patrística lo que ha permitido el desarrollo
preferir una teología de símbolos, más bien que de concep-
de lo que hoy llamamos pluralz'smo teológico. Este pluralis-
tos. «El peligro de una teología de los conceptos estriba en
mos está atestiguado ya en el primer afianzamiento de la
que puede despertar la ilusión de haberse aprehendido ade-
teología «asiática>> y de la «alejandrina», en la presencia
cuadamente las verdaderas realidades. Una teología de sím-
dentro de la misma Iglesia de las escuelas teológicas antio-
bolos y de imágenes bíblicas escapa a este peligro, pues el
quena y alejandrina y hasta en las diversas liturgia:s que símbolo es tan a las claras algo imaginativo y antropomórfi-
deben considerarse como otros tantos modos de aproxima- co que es difícil que el espíritu pueda engañarse sobre su
ción al misterio de Dios. En esta óptica, el «retorno a los naturaleza... Además, el símbolo conserva unas resonancias
Padres)> «revela 11na pluralidad de tradiciones, incluso con- afectivas que le permiten explicitar el contenido espiritual
flictivas, en las que se encarnó el mensaje revelad.o y... de la teología» 72 •
sugiere que la pluralidad y riqueza eclesial y la diversidad
no es incompatible con la única fe, que el misterio divino Está claro que la valoración del símbolo que dan los
no se agota, sino que se ilumina en las muchas formas Padres no podía nacer más que de un contacto con la
expresivas de la fe» 69• Escritura, de la que ellos captan la unidad fundamental que
tiene a Dios como autor. Por eso mismo, la suya es una
Los Padres tuvieron, por otra parte, un sentido vivo de teología bíblica. Evidentemente, no se trata de aceptar siem-
este misterio. La «puerta estrecha» de la encarnación y del pre los métodos y los resultados a los que ellos llegan en su
«escándalo de la cruz» los mantuvo en una actitud de res- aproximación al texto sagrado; lo que se nos exige es que
peto ante la incomprensibilidad de Dios, que nunca puede aprendamos a leer la Escritura en el espíritu de los Padres,
reducirse a un sistema de lógica humana 70• Con expresio- buscando su <<sentido espiritual». Ante la exégesis alegórica
nes sólo aparentemente anti-intelectualistas, pero que exal- que desarrollan los Padres puede surgir cierto malestar,
tan ciertamente el papel fundamental de la fe, Juan Crisós- pero no debe faltarnos nunca un sentido de respeto por la
tomo declara que «antes podíamos servirnos de la razón y obra de mediación que los Padres intentaron entonces rea-
recurrir a la filosofía -con tal que ésta tuviera como guía lizar. En una palabra, no hay que olvidar que la lectura
la creación - ; pero ahora no nos es posible la salvación si espiritual del texto bíblico (la doctrina de los cuatro senti-
no nos hacemos necios y dejamos de lado todo razonaroien- dos) constituyó una exigencia de actualización. Desde este
punto de vista, los Padres «leen la Biblia a la luz de la ,,
experiencia cristiana y como fuente de la experiencia cris-
68
H. CROUZEL, La patrología ... , 453.
69 C. CORSATO, L 'insegnamento dei Padri della Chiesa nell'ambito de/le
discipline teologiche: una memoria fecunda di futuro, «SeminariWID> 3 (1990) 11
484-485. Comentario a 1 Cor - Homilía V, 2.
70
Sobre este tema remito a mi libro L. PADOVESE, Lo scandalo .. . " H. CROUZEL, La patrología.. ., 454.
p
46 1. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA I. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 47

tiana de la vida» 73 • Como decía Tertuliano, «(nosotros, los Padres1 la actividad principal del sacerdote no es la activi-
cristianos) nos reunimos para leer las Escrituras sagradas, dad cultual, sino el misterio del anuncio. El ministro del
para probar si las condiciones de los tiempos actuak~s nos culto cristiano es ante todo anunciador de la Palabra y,
llevan a sacar previsiones de ellas, o para reconocer ]la ver- puesto que ésta se ha hecho carne, el anuncio se amplía a
dad de ciertas cosas que ya han sucedido y fueron pre.dichas to<los los aspectos concretos de la vid a humana y tiene que
por aquellas Escrituras» 74• iluminarlos todos. Por eso no hay que extrañarse de que la
teología de los Padres hable la lengua de los cristianos
Precisamente por estar construida sobre la Palabra de comunes y que se mantenga, o mejor dicho, nazca y se
Dios y por leerse en orden a la vida, la reflexión teológica desarrolle a partir de una exigencia pastoral intensamente
alimentó una espiritualidad que nace de la fe, que expresa reconocida.
la fe y que conduce a una profundización de la fe. El
«teólogo» en la acepción de los Padres resulta ser el místi- Ante tanta riqueza, que aquí no hemos hecho más que
co 75 que tiene corno prototipo al discípulo Juan, el cual esbozar parcialmente, se impone por necesidad el recurso a
habló por haber escuchado, visto y tocado (cf. 1 Jn 1,1). Su la tradición patrística. Pero este recurso ha de hacerse oh-
concepto de teología se entiende ante todo como una expe- servando algunas reglas. Una de ellas consiste en «plantear
riencia de Dios, más que como una palabra sobre Dios. De de forma muy diferente el problema según se intente inter-
todas formas, se trata de una experiencia o de una espiri- pretar una fuente o, en cambio, se pretenda demostrar una
tualidad que, como recordaba Y. Congar, «tiene de particu- aserción... El estudio de las fases anteriores del desarrollo
lar que no se separa ni siquiera se distingue de su contem- dogmático tiene precisamente, en teología, la función de
plación dogmática (la de los Padres), estando ésta vincula- proporcionar modelos de pensamiento, con cuya ayuda tam-
da a su meditación de las sagradas Escrituras» 76• bién nosotros podamos encontrar nuestro modo d e procla-
mar el mismo dogma» 77•
Así pues, se advierte en los Padres un ansia de no per-
der de vista la peculiaridad el mensaje cristiano, pero tam- Se trata substancialmente de «dialogar» con los Padres,
bién la necesidad de acercarlo a los hombres. Es precisa- tomando en sentido real la expresión «diálogo» como un
mente este aspecto el que determina el carácter pastoral de esfuerzo por entenderse mutuamente y no como el empeño
su teología, que no nace como especulación de escuel:a, sino de hacer preguntas para confirmar unas opiniones propias
que se afirma dentro de una actividad d e servicio pastoral ya adquiridas. Dejando aparte este equívoco de una instru-
e intenta responder a las exigencias concretas de la comu- mentalización más que de una confrontación con el pensa-
nidad. A este propósito conviene recordar que, según los miento patrístico, hay que tener presentes tres principios
que sostienen el procedimiento hermenéutico para una uti-
lización correcta de los textos de los Padres 78 •
11 M. PELLEGRlNO, I Padri della Chiesa hanno qualcosa da dire a'll'uomo

d'og,gz; en «Augustinianum» 16/17 ( 1977) 458.


77 Z. ALsZEGHY · M. PLICK, ¿Cómo se hace ta teología?, Ed. Paulinas,
" TERTULIANO, Apologético XXXIX.
75
Cf. T. SPIDLIK, La spiritualité de l'Orient chrétien II, en «Orientalia Madrid 1976, 84-86.
christiana analecta» 230, Roma 1988, 206-207.
78
Para las consideraciones siguientes véase el citado estudio de Z.
16
Y. M. CoNGAR, La tradición. .., vol. II, 363. ALsZEGHY - M , FucK, ¿Cómo se hace la teología?
F
48 l. NAClMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA l. NACIMlENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 49

El primero: un documento del pasado, que surgió •en un En substancia, la comprensión de los textos patrísticos
ambiente cultural diverso, necesita siempre una interpreta- exigirá un esfuerzo interpretativo en tres niveles: filológico,
ción y <<no puede leerse como si se hubiese producido en el histórico y dogmático 8}.
lenguaje del propio ambiente» 79 • El fin de la interpretación Además, en esta interpretación histórica y teológica de
no es «librar una doctrina cualquiera de todo condiciona- los escritos patrísticos tendrá que resultar evidente su do-
miento histórico, personal y comunitario (lo cual es imposi- ble aspecto de fuentes históricas antiquísimas y, al mismo
ble), sino que trata de reconocer las categorías subj,etivas tiempo, su carácter de testimonios de la fe cristiana.
como tales y expresar, en las propias categorías históricas,
Desde este punto de vista el estudio de los textos de los
personales y comunitarias, el mensaje de las fuentes» 80 •
Padres -más allá de su valor claramente evangélico- cons-
El segundo principio afirma que todos y cada uno de los tituye una ocasión para emprender un diálogo entre los
textos puede comprenderse y expresarse también en otros estudiosos de las ciencias histórico-literarias y filológicas de
contextos culturales 81 • La tarea del teólogo consistirá en diversas escuelas y los teólogos. Es decir, hay que imponer
«exculturarlo», salvaguardando siempre el mensaje que con- una interdisciplínariedad en la investigación de un patrimo-
tiene. nio que pertenece a todos: los Padres son de todos. En la
introducción al Tractatus super psalmos, Hilario de Poitiers
EL tercer principio se refiere al sujeto del «recuirso al compara el libro del Salterio con una ciudad grande y her-
pasado>> para la hermenéutica teológica. Pues bien, el ver- mosa, dotada de muchas casas con diversas llaves. Si se
dadero sujeto de la misma es la comunidad, dado que el recogieran todas estas llaves, mezclándolas entre sí, resulta-
hermeneuta particular sólo podrá adquirir un conocimiento ría muy difícil abrir una puerta. En un caso semejante,
articulado de los textos patrísticos sirviéndose de la aporta- solamente la familiaridad con el manojo de llaves o el es-
ción especializada de otros. De aquí se sigue que «la nueva fuerzo prolijo de buscar la llave adecuada le permitirá en-
contrar el medio justo para abrir la puerta que interesa 84 ,
teología implica esencialmente no sólo nociones adquiridas,
sino también el arte de servirse críticamente de los resulta- Esta imagen tan sencilla y elocuente que utiliza el obis-
dos de las investigaciones de los demás, como instrumentos po de Poitiers para dar a entender la especificidad de cada
de trabajo, y de poner las propias investigaciones a disposi- uno de los salmos, puede aplicarse a la realidad de los
ción de los otros, porque así pueden ser juzgadas, utiliizadas Padres. Hay que creer que todos ellos nos siguen ofrecien-
y superadas» 82• do continuamente experiencias, ideas, convicciones que co-
municar; pero sólo podrá adquirirlas el que sepa utilizar la
«llave adecuada», o bien el que tenga una disposición para
" lbid., 89. el esfuerzo, una familiaridad con los instrumentos requeri-
"' lbid., 90.
" Cf. lbid., 91. dos y la preocupación por conocer y conservar el patrimo-
., lbíd., 91-92. Con otras palabras, ya S CHLEIERMAC HER en su obra men-
cionada sobre El estudio de La teología señalaba que «todo el que: quiera
apropiarse de una disciplina concreta en su totalidad tiene que pl1mtearse
como objetivo clarificar y completar todo lo que en ella se ha hecho hasta " Cf. Ib!d., 92-96.
ahora» (p. 19). "' Cf. lnstructio psalmorum, 24.
f
50 I. NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA

nio que nos transmiten. A este propósito vale la pena citar SEGUNDA PARTE
a Juan Mosco, que nos cuenta en El Prado su .enciuentro
con el abad Cosme en la laura de Fara. «Hablándome de la DOCTRINA
salvación del alma -escribe Juan-, Cosme se puso a citar
a san Atanasio, el arzobispo de Alejandría. "Cuando tropie-
zas con un pensamiento de san Atanasio", me dijo el ancia-
no, "si no tienes una hoja al alcance de la mano, escríbelo
en tu vestido". iTan grande era el amor de aquel anciano
por nuestros Padres y maestros!» sJ_

8
' J. Mosco, El Prado, 40.
F

TI
Los Padres y la cristología

Es verdad que, si la comunidad pr1mmva no hubiese


albergado la conciencia de poseer creencias específicas, no
habría llegado a realizar un programa de expansión misio-
nera. Si los primeros cristianos son anunciadores es porque
tienen la conciencia de poseer un anuncio «nuevo». Pero
¿en qué consiste esta «novedad»? O, dicho de otra manera,
¿cuál es el elemento esencial del mensaje evangélico? «Esta
cuestión reviste un interés vital para toda la teología cristia-
na, ya que de ella depende la definición tantas veces discu-
tida de la esencia del cristianismo» 1 • Los textos de que
disponemos para establecerlo son los del Nuevo Testamen-
to, que se presentan como una «colección de textos con
función misionera» 2 • Es lógico que los primeros misioneros
cristianos que actuaban ante todo en Israel o entre los
fieles de la diáspora no sintieran la necesidad de proclamar
la fe en un Dios único. El carácter cristológico será, por
tanto, el corazón del anuncio cristiano, su «proprium», el
elemento específico y diferenciador: «la filiación divina de

' O. CULLMANN, La Jede e il culto della Chiesa primitiva, AVE, Roma


1974, 107.
2
Cf. J. N. D. KELLY, Primitivos credos cristianos. Secretariado Trinitario,
Salamanca 1980.
r 55
54 n r.ns PA ORES y LA CRIS1rOLOGÍA IJ. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA

Jesucristo y su elevación a la dignidad de Kyrios, después de una virgen y los que creen que no nació de esta manera,
de su muerte y su resurrección, son los dos elementos esen- sino como todos los hombres» 4 • El punto de partida de
ciales en la mayor parte de las confesiones del siglo I» J . esta primera herejía cristiana es la dificultad más religiosa
que filosófica de conciliar la divinidad de Cristo con el
dogma bíblico de la unidad y la unidJad de Dios. El mo-
Las primeras herejías: narquianismo que profesan los ebionitas se puede conside-
ebionismo, marcionismo, gnosticismo rar, por consiguiente, como la herejía típica del alma judía
del cristianismo, donde resulta más fácil hablar de un Cris-
Evidentemente, el que fue el elemento específico del to profeta, elegido por Dios para llevar al conocimiento
cristianismo primitivo será también el objeto de la contes- perfecto de la Ley, donde solamente existe la salvación. Así
tación que se produciría tanto en el terreno pagano como pues, el judaísmo aceptó el anuncio espiritual de Jesús,
en el judío, pero también en el interior del propio cristianis- pero rechazó la trascendencia de su persona.
mo, donde la fe en un Dios crucificado no dejó de presen-
tarse como una creencia problemática y escandalosa, impo- Si el ebionismo no consiguió cortar el cordón umbilical
niendo -al menos en el mundo judío- un problema difícil que lo ligaba al judaísmo, el marcionismo, por el contrario1
de exculturación: en efecto, había que empezar a c~eer que rompió claramente con la matriz judía, incluso a nivel del
la salvación no estaba ligada ni a la estirpe ni a la ley de pensamiento. En efecto, Marción, nacido en Sínope a co-
Moisés, sino únicamente a la fe en Jesucristo muerto y mienzos del siglo II y fundador de la secta que lleva su
resucitado (cf. Rom 4,23-25), ante el cual el judío y el nombre y que duró hasta mediados del siglo v, se puso a
gentil se encuentran en el mismo plano. proclamar la redención realizada por Jesús por la misericor-
La dificultad de romper los vínculos con el ambiente dia de Dios Padre. La constatación de que el Dios vetero-
culturaVreligioso judío explica la aparición del ebioinismo, testamentario no presentaba los rasgos de misericordia del
una corriente de pensamiento judeocristiana que negaba la Dios anunciado por Jesús, llevaron a Marción a distinguir
divinidad de Jesús, reconociéndolo como simple hombre. entre el Dios benévolo y padre de Cristo, que salva libre-
Los seguidores de esta doctrina deben identificarse con mente y por amor, y el Dios del Antiguo Testamento, Señor
aquellos judíos de tinte cristiano, que eran quizás esenios de este mundo, al que subyuga mediante el temor y la ley.
convertidos, que habían permanecido fieles a las costum- En conformidad con esta orientación antijudía, el hereje
bres de la Ley; pero hostiles al templo. De ellos habla Marción rechazó todos los libros del Antiguo Testamento y
Orígenes en su Contra Celso II, 1, advirtiendo que ,,<ebión algunos del Nuevo, considerándolos como interpolados por
en hebreo significa "pobre"» y añadiendo que estas perso- los judaizantes; aceptó, con algunas enmiendas, a Lucas y a
nas «acogen a Jesús, pero quieren seguir viviendo según las Pablo, dando vida, de este modo, al primer canon de escri-
leyes de los judíos»; indica, además, que hay dos sectas de tos neotestamentarios.
ebionitas: «los que como nosotros admiten que Jesús, nació

' O. CuLLMANN, Lafede... , 115. ' Contra Cels11m V, 61


56 H. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA IL LOS PADRES Y LA CIUSTOLOGÍA 57

Otra herejía con la que tuvo que enfrentarse el cristia- <<no hay más que un solo médico
nismo primitivo fue el docetismo gnóstico, que afirmaba carnal y espiritual,
que Jesús no recibió nada corporal, ya que no nació de engendrado e inengendrado,
María, sino a través de María. Las premisas de este docetis- hecho en la carne Dios,
mo en el que se encuentran asociados los marcionittas, los en la muerte vida verdadera,
valentinianos, Apeles y algunos otros herejes, tienen que (nacido) de María y de Dios,
buscarse en una antropología que no conoce más que al primero capaz de padecer y ahora impasible,
hombre espiritual y niega todo valor a la realidad carnal Jesucristo nuestro Señor».
que Cristo, evidentemente, no pudo asumir por tratarse de Lo mismo que para Ignacio, también para un obispo del
un elemento insalvable. Para los gnósticos que fundaban su siglo II, Melitón de Sardes, destacado exponente de la teo-
concepción sobre la carne de Jesús en 1 Cor 15,47 y en logía asiática, el tema de la unidad en Cristo, hombre-Dios,
Rom 8,3, la única realidad es la del mundo divino, !hasta el constituye el eje de su teología. En conflicto con el gnosti-
punto de que una cosa es tanto más real cuanto menos cismo doceta, el obispo de Sardes concede una particular
material es. importancia a la encarnación 6 • En contra de Marción, que
negaba el nacimiento de Jesús haciéndole aparecer ya adulto
en el mundo, Melitón afirma que Jesús es «hombre perfec-
Alusiones a la cristología de Ignacio, to». Sus dos naturalezas, son designadas, como ya en Igna-
Melitón, Ireneo y los Apologistas cio, con los términos «cuerpo = naturaleza humana + es-
píritu = naturaleza divina». Melitón es, además, el primero
que, a propósito del doble componente de Cristo, habla de
Contra este docetismo de tendencia judaizante, tal como
duae substantiae, fórmula que pasó a ser clásica en cristolo-
se encuentra ya en 1 Jn 1,1-3; 4,1-3; 2 Jn 7, tomó posición
gía. En conformidad con esta doctrina de las dos substan-
Ignacio de Antioquía, insistiendo en el carácter re:alísimo
cias, aplica la llamada «comunicación de idiomas», afirman-
de la humanidad de Jesús, subrayada por un significativo
do, por ejemplo, que Dios fue «asesinado» 7, o que «el
verdaderamente: «verdaderamente nació, comió, bebió; ver-
impasible sufre y no se venga» 8 • Se trata de expresiones
daderamente padeció bajo Pondo Pilato; verdaderamente
ortodoxas, pero que fácilmente se prestan a confusión y que,
fue crucificado y murió... ; verdaderamente resucitó de en-
en efecto, prepararon el terreno a la herejía monarquiana.
tre los muertos ... » 5 • El reconocimiento de la humanidad de
De todas formas, está fuera de duda la notable aportación
Jesús va a la par con el reconocimiento de su divinidad, que que <lio Melitón a la cristología, pero también a la termino-
él ve expresada de forma suprema y definitiva a partir de la
logía teológica que con él se enriqueció con algunos térmi-
resurrección. El tema de la unidad entre la humanidad y la
nos como -<<substancia», «encarnación», «hombre perfecto».
divinidad de Cristo queda expresada por Ignacio en el si-
guiente trozo de Efesios 7 ,2, donde leemos:
• Cf. R. CANTALAMESSA, Meliton de Sardes - Une christologie antignosti-
que du JI siecle, «Recherches de Science Religieuse» 37 (1963) 1-26.
7
Cf. M ELITÓN, De Pasch. 96.
' lGNAClO, Epist. ad Tral., 9. 8
MELITÓN, fragm. 13.
58 II. LOS PADRES y LA c ·r usTOLOGlA
r U. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGíA 59

También la cristología de Ireneo parte de preocuipacio- Ireneo, que es ante todo una enseñanza de redención, el
nes apologéticas contra el gnosticismo y el marcionismo. axioma fundamen tal debe buscarse en la doble composición
Sin estar movido por intenciones cosmológicas, como los de Cristo: «en cuanto que el Verbo de Dios era hombre ... ,
Apologistas, se muestra más bien como un fiel intérprete de el Espíritu de Dios reposaba sobre él...; en cuanto que era
la Tradición y de la «regula fidei» recibida de la misma. Es Dios, no juzgaba según las apariencias ni condenaba de
el primer pensador cristiano que presenta de forma :amplia oídas ... » 11 • Para expresar la unidad de Dios con el hombre,
la obra de Cristo dentro de una «historia de la salvación>> Ireneo adopta un rico vocabulario, pero se trata ordinaria-
que se extiende desde el Antiguo Testamento hasta el! retor- mente de fórmulas que, precisamente por el contexto sote-
no escatológico. Por consiguiente, la teología de Irerneo, en riológíco en que aparecen, no se refieren a la unidad onto-
contraposición a los dualismos gnósticos, será una teología lógica de la Palabra hecha carne, sino que expresan la unión ·
de la unidad de Dios y del plan divino de salvación, u nidad de Dios con la generación humana realizada en Cristo y por
del hombre y unidad de Cristo. Cristo i2 • De tod as formas, Ireneo se planteó el problema
La unidad del plan divino de salvación se expresa me- de la unidad de Dios en conflicto con los gnósticos, que
diante el concepto paulino de recapitulación: a través de ella distinguían entre un Cristo incapaz de sufrir y un Jesús
Cristo asume la humanidad con toda su historia, a partir de sujeto al sufrimiento.
Adán 9, En esta perspectiva resulta central el papel de la Pero, al rechazar este dualismo, Ireneo esbozó ya una
encarnación, dado que solamente un hombre puede recapi- enseñanza de las proprietates de Cristo, distinguiendo entre
tular en sí a la humanidad. Cristo -declara Ireneo- es lo que es «propio de Dios» 13 y lo que es «propio del
«salvación porque es carne» 10• Por otra parte, la iniciativa hombre» i 4 •
de esta salvación tiene que partir de Dios. Como leemos en
el Adversus haereses III, 18,7: «si no hubiera sido el hombre Finalmente, teniendo en cuenta que el gnosticismo re-
quien venció al adversario del hombre, el enemigo no ha- chaza la carne del hombre como «incapaz de salvación», se
bría sido vencido justamente. Por otro lado, si no hubiera comprende que Iren eo, por toda respuesta, lea la historia
sido Dios el que nos dio la salvación, no la habríamos de Cristo en relación explícita con la carne «caro salutis»:
recibido de manera estable ... ; el Mediador de Dios y de los «Por mucha solemnidad que pongan en sus afirmacion es,
hombres, gracias a su parentesco con los dos, tenía que todos los herejes llegan en definitiva a esto: a blasfemar
conducirlos de nuevo a la am istad y a la concordia, hacien- contra el creador y a oponerse a la salvación de la criatura
do que Dios asumiera al hombre y que el hombre s.e ofre- de Dios q ue es la carne, por la cual, como h emos demostra-
ciera a Dios». do de muchas maneras, el Hz/o de Dios llevó a cabo toda su
1
Es evidente la intención antignóstica y antiadopcionista economía» '.

presente en estas palabras. En la enseñ anza crístológica de


11
Ibíd. IIL 9,3.
" Cf. J. LIEBAERT, Christologíe ..., 33.
• Cf. J. LIEBAERT, Chistologie. Von der Apostolischen Zeit bis wm Kon- " Cf. lRENEO, Adv. haer. III, 21,4.
zil von Chalcedon (451): HDG llI/Ia, 31. " Cf. Ibíd. III, 21,2.
'° lRENEO, Adv. haer. III, 10,3. " Ibíd. IV, prólogo, 4.
60 U. LOS PADRJ::.S Y LA CRJSTOLOGÍA U. LOS PADRES Y LA CRTSTOLOGÍA 61

No podemos silenciar aquí el papel considerable de la dímiento de Cristo sobre él, en forma de paloma. De esta
reflexión cristológica de los Apologistas. Partiendo de pre- segunda orientación se hizo promotor en Roma, a finales
misas medioplatónicas, asumieron el esquema medioplató- del siglo n, un tal Teodoto de Bizancio. Su condenación no
nico de la realidad que clistinguía tres planos: Dios-univer- logró reducir Ja fuerza de la herejía, que encontró notables
so-hombre. El eslabón intermedio que colmaba el a.bismo exponentes en Teodoto, «el banquero», Asclepiodoto y Ar-
entre Dios y el universo era precisamente el Lagos, que temas. Se encontrarán más tarde huellas de este adopcionis-
tenía por tanto una función creadora cosmológica. E l d.is- mo en Pablo de Samosata, Fotino de Sirmio y Marcelo de
curso de los Apologistas se hizo propiamente cristológico Ancira.
en la identificación del lagos universal con el hombre Jesús. Otra herejía del siglo rr recibe el nombre de modalismo
Sin embargo, en una concepción de este tipo no estaba debido a su contenido: en efecto, sostenía que el único
ausente el peligro de reducir a Cristo al rango de un d.ios Dios se manifiesta a nosotros de diversos «modos»: como
menor, a pesar del empeño de Justino por afirmar que el Padre, como Hijo y como Espíritu Santo. Fue Noeto, pres-
Lagos es distinto y no separado del Padre, Fue este peligro} bítero de Esmirna, quien defendió el pensamiento modalis.-
que algunos vislumbraron, el que d.io vitalidad al pensamien- ta (finales del siglo II); para él, «Cristo es eI·Padre; el Padre
to monarquiano. fue el que se encarnó, el que sufrió y el que murió» 16 • Con
esta concepción modalista o patripasiana ( = el Padre que
sufre) va unida una cristología de tipo pneumático que
La herejía adopcionista distinguía entre Jesús (Hijo) y Cristo (Padre). Como nos
y el modalismo del siglo III confirma Tertuliano en su Adversus Praxean 27,1, los moda-
listas «distinguen ciertamente, aunque siempre dentro de
La lucha que se desarrolló en el siglo II contra e.l gnos- una única persona, al uno y al otro, al Padre y al Hijo,
ticismo y el marcionismo llevaron a uu asentamiento de los d.iciendo que el Hijo es la carne, o sea el hombre, o sea
fundamentos de la fe: la Escritura y la Tradición. Sin em- Jesús, mientras que el Padre es el Espíritu, o sea Dios, o
bargo, a finales del siglo II surgieron nuevas divergencias sea Cristo». Se trataba evidentemente de una distinción de
doctrinales que alimentaron la polémica, pero también la naturaleza, no de persona.
reflexión teológica, sobre el misterio de Cristo, Dios-hom-
bre.
La cristología de Tertuliano
El adopcionismo hunde:: sus raíces en el judeocristiaois- y de Orígenes
mo heterodoxo, del que constituye una reviviscencia. teoló-
gicamente más elaborada. Según esta doctrina, llamada tam- Ante un cuadro heterodoxo tan variado como el del
bién monarquianismo adopcionista, Cristo sería - -según siglo III se sitúa el cartaginés Tertuliano, el cual, aunque no
las diversas orientaciones- un ángel adoptado por Dios elaboró un sistema de pensamiento, iluminó sin embargo
como Cristo (Engelchristologie), o bien un simple hombre
(Jesús) que, debido a sus méritos, fue libremente adoptado
por Dios en el momento del bautismo mediante el deseen- 16
Hu>óuTO, Contra Noetum, 1.
62 II. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA
.. ll, LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA 63

algunos puntos esenciales del misterio de Cristo, ofrecien- El antidocetismo de Tertuliano se refleja en su conside-
do a la teología latina los primeros conceptos básicos para ración de las relaciones entre el alma y el cuerpo, asumidos
un léxico dogmático 17• ambos plenamente por el Verbo. «¿Qué es lo que había
Lo mismo que lreneo, Tertuliano insiste en la unidad recibido Cristo del Padre, sino aquello de lo que se había
de Dios, de Cristo, unidad del hombre y unidad del plan de revestido? Sin duda alguna, el hombre, constituido de car-
salvación. ne y de alma» 20• Esta distinción entre alma y Espíritu divi-
no liberó a Tertuliano de la tentación de adscribir al Espí-
En relación con la cristología, sigue en píe la afirmación ritu el papel del alma, haciéndolo sujeto de las «pasiones»:
de las dos «naturalezas» o dos «substancias» en Cristo: «Este grito (a saber, "Dios mío, ¿por qué me has abando-
«Encontramos que Cristo ha sido explicado exactamente nado?") de la carne y del alma, o sea, del hombre (no del
como Dios y como hombre ... , siendo ciertamente en todos Verbo ni del Espíritu, es decir, no de Dios), se produjo
los aspectos Hijo de Dios e hijo del hombre, según la una y para mostrar que no estaba sometido a la pasión aquel Dios
la otra substancia, distantes en su peculiaridad, ya que ni el que abandonó al Hijo, ::¡J entregar a la muerte su substancia
Verbo es algo distinto de Dios ni la carne es algo distinto humana» (Adv. Prax. 30,2) 21 •
del hombre... Vemos este doble estado, no ya confundido,
Teniendo presente todo esto, se puede afirmar con cer-
sino unido en una sola persona, Jesús, Dios y hombre» 18 ,
teza el carácter eminentemente bifisita de la cristología de
La preocupación por subrayar la unidad en Cristo cami- Tertuliano. «El interés de su cristología es infinitamente
na a la par con la preocupación por distinguir las «propie- mayor desde el punto de vista de la distinción de las dos
dades» de las dos substancias, superando de este modo la naturalezas que desde el punto de vista de la unidad de la
opinión modalista de un cambio de la Palabra en la carne, persona... ; (Tertuliano) contribuyó, sin duda, a crear en
pero superando igualmente la idea de una mezcla entre Occidente, y quizás, en cierta medida, también dentro de la
Dios y el hombre que diera origen a un «tertium quitd», ni escuela antioquena, aquella mentalidad bifisita que habría
carne ni Espíritu. Como precisa Tertuliano, «(en Cristo) ... de provocar la reacción indignada contra los excesos del
queda a salvo la peculiaridad de cada una de las dos. subs- monofisismo. Y éste es el mérito principal de su cristolo-
tancias, ya que en él el Espíritu realizó sus operaciones, es gía» 22.
decir, sus milagros y sus obras y sus signos, y la carne Un mérito no menor en el terreno teológico es el que
experimentó sus pasiones, el hambre con el diablo, la sed ... , hay que reconocer al alejandrino Orígenes, que fue el pri-
las lágrimas ... , la angustia... , la muerte... Como las dos. subs- mero en ofrecer una síntesis (no un sistema) del pensatnien•
tancias actuaban distintamente cada una en su naturaleza to cristiano, desarrollando una teología de búsqueda o de
por eso mismo realizaron sus obras y lo que de ellas se' «.hipótesis de trabajo» con carácter dialéctico.
derivó» 19•

20
T ERTULIANO, De resurrectione mortuorum, 34, 10.
17
Cf. J. LIEBAERT, Christologie.. ., 42-43.
18
TERTULIANO, Adv. Praxean 27, 10-11.
21
Cf. J. LIEBAERT, Christologie..., 46.
•• Ibíd., 27, 11-13. n Cf. R. CANTAI.AMESSA, La cristologia di Tertulliano, en «Paradosis»
XVIII, Friburgo 1962, 195-196.
64 JI. LOS PADRES Y LA CRJS,TOLOCÍA. IT LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA 65

A diferencia de los apologistas, que con su esquema l. la naturaleza del Logos que, según la orientación
tripartito (Dios-cosmos-hombre) asignaban al Logos una medioplatónica, tenía una función intermedia y subordina-
función cosmológica intermedia, Orígenes da un p_aso ª?~- da;
lante buscando la relación trascendencia/inmanencia o d1v1-
nidad/humanidad en el mismo Cristo, y más propiamente 2. la afirmación de la preexistencia clt- las almas.
en su alma. Se verifica entonces este planteamiento:
Dios Logos cosmos El arrianismo y el apolinarismo
1
alma El sentido de la controversia arriana debe buscarse en la
solución al primer punto que señalábamos mediante la afir-
1
mación de la divinidad plena del Verbo y de su consubstan-
cuerpo cialidad con el Padre.
La unión entre el Lagos y el alma, realizada ya en la
El que provocó la nueva herejía fue i\.rrio (256-336),
preexistencia, se convirtió en la encarnación -a través del
presbítero de la Iglesia de Alejandría. Recogiendo las viejas
alma- en unión entre el Lagos y la carne. Así pues, el alma
posiciones medioplatónicas del demiurgo, mediadas sólo en
tiene una función esencial en la cristología del maestro
parte por la teología dialéctica de Orígenes, se empeñó en
alejandrino. Es el nudo que enlaza las realidades que cons-
afirmar que sólo el Padre es inengendrado y sin principio y,
tituyen al Verbo encarnado. La unión ~~e se produc:,e en_ él
por tanto, el único y verdadero Dios. Respecto a él, el Hijo Herejía
entre ellas es mucho más que una uruon moral; mas aun,
resultaba haber sido creado antes del tiempo y ser, por
Orígenes llega a afirmar que el alma y el cue~po quedan
consiguiente, inferior a él. Quedaba en pie la filiación divi-
divinizados por su contacto con el Verbo: «De~1mos qu~ _su
na que Arrío no negaba; pero se trataba de una filiación no
cuerpo mortal y el alma humana que en él reside adqume-
por naturaleza, sino por a<lopt:ión o por gracia.
ron la más grande excelencia, no solamente por la comu-
nión sino también por la unión y la fusión con él, y que En una perspectiva estrictamente cristológica, el arria-
fuer~n transformados en Dios participando de su divini- nismo llegaba a negar el alma en Cristo, que resultaba
dad» 2}. totalmente superflua, ya que la presencia del Verbo en un
cuerpo humano bastaba para hablar de encarnación y para
Es evidente el riesgo que se corre en esta concepción:
constituir realmente a un hombre 24 •
el de absorber la humanidad en la divinidad hasta privarla
de sus normales prerrogativas. Esta concepción se t:ompagina bien con la doctrina de
la inferioridad del Verbo. Efectivamente, el hecho de que él
Por otra parte, en la síntesis de Orígenes ha~>rá dos
ocupe el lugar del alma humana impone, como consecuen-
puntos que parecerán ambiguos a todos los que, ?espués
cia, que recaigan sobre él todas las pasiones y debilidades
de él, se olviden del carácter dialéctico de su reflexión:
humanas. Esta doctrina arriana que refiere al Verbo las

,, ORfGENES, Contra Celsum III, 41. " Cf. J. LlEBAERT, Christologie..., 60-62.
II. LOS PADRES Y LA CRIS,TOLOGÍA ll. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA 67
66

funciones y las debilidades del alma humana lleva a la afir- mente hombre, ni (enteramente) Dios, sino una mezcla de
mación de un monofisismo fundamental, ya que se entien- Dios y de hombre» 26•
de la unión del Verbo con su carne como unidad de: alma y
cuerpo. Un símbolo atribuido a Eudoxio de Constantinopla
La cristologí_a de Atanasio
(t 369) expresa claramente esta doctrina: «Creemos ... en
y de los antioquenos
un único Señor Jesucristo ... encarnado, no hecho hombre,
ya que él no asumió ningún alma humana, sino que se hizo
Presente en el concilio de Nicea, Atanasia fue durante
carne... ; no dos naturalezas, ya que él no era perfectamente
los decenios posteriores el más firme defensor de la «con-
hombre' sino Dios en la carne en vez del alma, siendo todo
- substancialidad». Sin embargo, a nivel cristo-lógico, no pa-
ello una naturaleza debido a su conjunción; capaz dle pade-
rece que se planteara el problema de la relación que liga al
cer debido al plan de salvación, ya que e1 sufrimiento de un
25 Verbo con su cuerpo. Parte más bien del principio soterio-
alma o de un cuerpo no tenía el poder de salvar el mundo» •
lógico de que no puede ser salvado más que lo que ha sido
La negación del alma humana de Cristo constituyó igual- asumido, y desde aquí llega a estable<.:er la asun<.:ión <lel
mente el eje de la reflexión teológica de Apolinar de Laodi- alma humana, aunque no menciona expresamente la fun-
cea que, sin embargo, en contra del arrianismo, mantuvo la ción del alma y del entendimiento en Cristo.
fe «nicena» en la consubstancialidad del Verbo con el Pa- La cristología de Atanasia es del tipo «Palabra-carne»,
dre. La posición de este pensador se levanta sobre el prin- donde, sin embargo, la carne - como señala en el escrito
cipio de la autonomía esencial de toda naturaleza espiritual. Adversus arianos 3 ,30- indica a la humanidad entera de
Como declara en el Fragmento 2: <<Es imposible que dos Cristo, según el uso de la Escritura. Atanasio se preocupa
(esencias) espirituales y dotadas de voluntad cohabiten en además de afirmar que la Palabra no se hizo hombre, en
el mismo, pues en ese caso la una estaría en contraste con cuanto que asumió a un hombre; que no se hizo carne, en
la otra en virtud de su propia voluntad así como también de cuanto que vino en una carne 27• Respecto a la doctrina arria-
su propia actívidad. Por consiguiente, la Palabra no asumió na, el obispo insiste en el «homoousios». El Dios que entra
un alma humana». Esta negación del alma human.a llevó a en contacto con el hombre produce de este modo su divini-
Apolinar a un monismo cristológico, donde el cuerpo figura zación. Pero queda en pie un problema al que Atanasia no
como instrumento y el Verbo como agente: «El instrumen- prestó suficiente atención: aquel que se encuentra diviniza-
to y el agente -declara en el Fragmento 117- fuJr1damen- do en este Cristo, ¿es verdadera y plenamente un hombre?
tan de modo natural una única actividad; y si es una única A este interrogante responderán los teólogos antioque-
actividad, entonces es una única naturaleza; por tanto, se nos, como Diodoro de Tarso y Teodoro de Mopsuestia, que
convirtió en una única naturaleza: la de la Palabra y la del afirmarán tanto contra el apolinarismo como contra el arria-
instrumento». Se trata, además, de una naturaleza interme- nismo la perfecta humanidad y la plena divinidad de Cristo.
dia entre Dios y el hombre, que de hecho «no es rni entera-
•• Fragmento 113 .
" Texto recogido, por J. LIEBAERT, Christologie.. ., 64. " Cf. Ad Epictetum, 2.
68 11. LOS PADRES Y LA CRlS,TOLOGÍA
r II LOS P ADRES Y LA CRJSTOLOGÍA 69
Herejía
En él permanecen sin confundirse ni alterarse en sus pro- Cristo, se mostró contrario al uso, ya común desde el si-
piedades los elementos humano y divino. En el pensamien- gl? 1:7, d; llamar ~ María «theotokos>> (madre de Dios).
to antioqueno se llega a afirmar, por consiguiente, una clara D1stmgma con claridad en Cristo las propiedades humanas
separación en Cristo entre el hijo de Dios y el hijo de y divinas, prefiriendo hablar de María como «madre de
María. Diodoro de Tarso aseguraba, sin embargo, que esta ~risto_». Esta expresión le parecía que garantizaba mejor la
distinción no significaba la afirmación de «dos hijos» 28, integridad de !ª naturaleza humana de Cristo, entendida
aunque no explicó suficientemente esta unidad. como personalidad completa. Resulta difícil definir los lími-
Por su parte, Teodoro de Mopsuestia dio un paso más tes doc:rinales exactos del error de Nestorio, dado que
respecto a su maestro Diodoro. Enseñó la unidad irrompi- manten~ª- s~ fe tanto en el misterio de la perfecta humani-
ble de las dos naturalezas en la única persona de Cristo: dad Y d1vm1dad de Cristo, como en la unidad indisoluble de
«No fue solamente Dios, ni tampoco solamente hombre; la Palabra encarnada, al no predicar - a pesar de que le
sino que es verdaderamente Dios y hombre, por naturaleza, acusaban de hacerlo- a «dos Cristos». De todas formas la
"en los dos">> 29 , Y en la Homilía catequ.ética VT, .3 declara: cris~ología de N estorio era poco afortunada, ya que care~ía
«En su profesión de fe nuestros bienaventurados Padres de. mstrumen~os conceptuales adecuados. Si profesaba la
(de Nicea) escribieron ... que seguían los Libros sagrados urudad de Cnsto, no sacó todas las consecuencias de esta
que hablan de manera diferente de las naturalezas, enseñan- convicción. En efecto, mostró que rechazaba la llamada
do una sola persona (prosopon), debido a la conjunción communicatio idiomatum, es decir, la atribución al hombre
exacta que tuvo lugar ... ». Así pues, Teodoro de Mopsuestia d; los at~ib_utos de Dios y viceversa, en virtud de la prima-
dio a la cristología un impulso que se encargó de recoger el eta ontolog1ca de la persona en Cristo. El concilio de Éfeso
concilio de Calcedonia. Y sobre todo, el reconoc:imiento del año 431, presidido por el patriarca Cirilo de Alejandría
pleno de la humanidad de Cristo lo llevó a subrayar el pr~motor de una cristología alejandrina que hablaba d~
papel activo que ejerció esta humanidad, a través de la urudad de naturaleza, unidad de hipóstasis eu Cristo con-
obediencia, en la obra de la salvación. denó a Nestorio. Anteriormente Cirilo había transmitido a
~estorio una carta del papa Celestino, a la que había aña-
Sin embargo, se le puede achacar a Teodoro que no
d1~0 12 anatematismos suyos, en los que se formulaba una
poseía la verdadera noción de la communicatz'o idiomatum,
crist~logía _alejandrina tan radical que ningún antioqueno
que tampoco supo aplicar otro antioqueno, Nestor1o. habna podido suscribirla jamás.

Nestorio y el concilio de Éfeso (431) Nestorio _fue condenado y depuesto en Éfeso, a pesar
de la a~sen~rn de los obispos sirios que, guiados por Juan
Nestorio, al convertirse en patriarca de Constantinopla de Anuoqma, desaprobaron en un anticoncilio convocado
(428), temiendo que se mezclaran las dos naturalezas en por ellos todo lo que habían hecho Círilo y los otros obis-
pos. Tras los desórdenes que entonces estallaron, el empe-
rador depuso a Nestorio y a Cirilo, el cual logró, sin embar-
28
Adversus Synousiastas - Jragm. 30s.
go, que lo rehabilitaran. Por su parte, Nestorio obtuvo
29
Homilía catequética VIII, l. permiso para retirarse a un monasterio de Antioquía; inclu-
70 II. LOS PADRES Y LA CRJS TOLOGiA
t U. LOS PADRES Y LA CRISTOLOGÍA 71

do en Éfeso el año 449, conocido como «latrocinio efesi-


so después del concilio, le siguieron tenazmente algunos
no». De nada valieron las quejas y las invitaciones del papa
discípulos, que llevaron hasta las más extremas consecuen-
León al emperador Teodosio II para la convocatoria de un
cias su enseñanza sobre la coexistencia en Cristo de dos
nuevo concilio. La muerte imprevista del emperador (450)
naturalezas y dos personas (humana y divina), sin unión
cambió la situación. Pulquería y Marciano, que sucedieron
hipostática. a Teodosio, convocaron un sínodo en Éfeso, pero, debido
a la guerra que amenazaba, hubo que trasladar la sede a
El monofisismo de Eutiques Calcedonia. En este concilio de Calcedonia (451) se conde-
y el concilio de Calcedonia (451) nó la doctrina de Eutiques, no sin resistencias por parte de
algunos obispos. Prevaleció entonces la enseñanza expresa-
El término <<monofisismo>> indica la doctrina que afirma da anteriormente por el papa León al obispo Flaviano de
que Cristo resulta de la composición de las dos naturalezas Constantinopla («Tomo a Flaviano», 449). En este escrito,
(humana y divina), que no subsisten distintas la una de la León indicaba que las dos naturalezas en Cristo, quedando
otra. Según los partidarios <lel monofisismo, después de la a salvo sus respectivas propiedades, se unen por la encarna-
encarnación existía una única naturaleza. Por consiguiente, ción en una única persona. Por tanto, Cristo es perfecto,
el cuerpo de Cristo no era como el nuestro, sino que estaba tanto en la naturaleza humana como en la divina. La teolo-
divinizado. Esta doctrina, presente germinalment,e en la gía cristiana que entonces se propuso «logró encontrar el
enseñanza de la escuela teológica de Alejandría, qrne resal- justo medio entre la pura trascendencia divina y la inmanen-
taba de forma absoluta la iniciativa divina respecto a la cia que no admite elevación» 31 •
aportación del hombre («el Verbo se hace carne»), fue di- Hablar de las dos naturalezas no separadas y no confun-
vulgada por Eutiques. Según este monje d~ Constantinopla, didas significa que puede tomarse realmente en serio la
que sostuvo a Cirilo en el concilio de Efeso del 431, la naturaleza humana o la asunción de la humanidad por parte
unión de la naturaleza divina con la naturaleza humana en de Cristo. «El hombre Jesús no eslá a la sombra del Ilijo
Cristo suponía la absorción de esta última en la primera, de Dios, sino a su luz» 32 • En último análisis, y aunque con
hasta el punto de que ya no es posible hablar más que de fórmulas aparentemente abstrusas como las de Calcedonia,
una sola naturaleza, concretamente la divina («Confieso este concilio mantuvo el escándalo de la fe cristiana, al no
que nuestro Señor era "de dos naturalezas" antes de la medir a Dios con medidas humanas. Como declara Hilario
unión, pero después de la unión confieso "una sola natura- de Poitiers en su De Trinitate I, 13: «Esta (fe sólida) no
leza"» 30• Es evidente que el monofisismo de Eutiques me- concibe a Dios según las ideas que caracterizan a la opinión
noscababa la humanidad de Cristo. común y no juzga a Cristo según los principios del mundo,
ya que en él reside realmente la plenitud de la divinidad ...
Basándose en el apoyo del patriarca de Alejandría, Diós-
Se dejó crucificar ... , padeció en su naturaleza humana. Dios
coro, y obligados a callar todos los que se le oponían, Euti-
ques y su enseñanza se impusieron en el concilio convoca-
11 A. GRILLME IE R, Jesus der Christus im Gtauben der Kirche l/Il, Friburgo
i.B. 1979.
" lbíd., Jesus der Christus...
<o En ACO II, I, I, 143, 10-11.
72 n. LOS PADRES y LA c 'r usTOLOGíA
r
realizó estas cosas, que sobrepujan los límites de la inteli-
gencia propios de la naturaleza humana, ya que no están
111
bajo la percepción natural de nuestro entendimiento, dado Los Padres y la doctrina trinitaria
que una obra eterna e infinita exige una capacidad intelec-
tual igualmente infinita».
El mérito de Calcedonia reside en haber mantenido
firmemente esta fe y en haber construido las barreras legí-
timas contra el adopcionismo, el monarquianismo, el arria-
nismo, el apolinarismo, el nestorianismo y el monofisismo.
Pero la investigación sobre el misterio de Cristo no se de-
tiene aquí.

PLANTEAMIENTO DE LOS PROBLEMAS REPLANTEAMIENTO DELOS PROBLEMAS Si observamos los comienzos de la Iglesia, vemos con
1
NICEA (325) CALCEDONU (451) claridad que la doctrina trinitaria no fue el fruto de una
B especulación sobre Dios, sino que nació más bien del inten-
oh
¡;; II III IV V
to de reelaborar unas experiencias históricas. Se trata de
EBIONISMO GNOSTICISMO ARRIO «Nestorio» creer en la divinidad de Cristo afirmando al mismo tiempo
.!'! ADOPCIONISMO (Modalismo) APOLINAR DE L. EUTIQUE:3 la unidad de Dios, sin salirse del sistema monoteísta hereda-
'E
l: GNOSTISCISMO PABLO DE
SAMOSATA do de la Escritura y defendido contra el paganismo 1• Habrá
que llegar al concilio de Constantinopla (381) para ver rati-
IGNACIO DE ANT. TERTULIANO ATANASIO CIRILO DE AL. ficada formalmente la fórmula del único Dios que existe en
:¡ MELITON DE S. ORÍGENES CAPADOCIOS NESTORIO
o APOLOGISTAS ANTIOQUENOS tres personas iguales. Será un empeño de los primeros pen-
~
< IRENEO [Diodoro de T. sadores cristianos encontrar un lenguaje adecuado y fiel para
Teodoro de M.)
expresar el concepto de una pluralidad de personas divinas
l.• fase:Divinidad de 1: fase. Humanidad de l.' fase: Divinidad de l.' fase: !,,- unidad y la arraigado profundamente en la tradición apostólica, en la fe
~
~
Cristo en el diálogo con Cristo. Cristo contra Arrio. dualidad de Cristo. popular y expresado ya en el culto de la Iglesia.
e judíos y griegos.
·¡¡
...,
o 2.' /ase: Divinidad de 2.' fase: Humanidad Las dos cristologías pa•
2.' fase: Humanidad de Cristo contra Pablo de (alma humana) de Cris- tristicas. Se ha observado cómo esta fe en una pluralidad de
~ Cristo contra el gnosti- S. Primera sfntesis con to. Comienza el proble- personas divinas va a la par con una evolución semántica de
i cismo. Orfgenes. ma de la unidad de
Cristo. los títulos de Dios y prepara el terreno al personalism o
trinitario 2•
2¡¡ Dios sí, pero &asta
l! qué punto?
·á Hombre sí, pero lhasta ' Cf. G. P RESTIGE, Dios en el pensamiento de los Padres, Secretariado
íl qué punto? Trinitario, Salamanca 77, lOlss.
:E La crisis. 2
Para las reflexiones siguientes me remito a R. C ANTALAMESSA, Evolución
I del concepto de Dios personal en la espiritualidad cristiana, en «Concilium» 123
(1977) 331-342.
74 ID. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRTNJTARIA !U. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITAJUA 75

Así, la calificación de <<Padre», de ser un título die natu- lenístico hizo que prevaleciera el esquema de fe triádico
raleza o del ser divino (Padre = Dios) o un título metafó- (Padre/Hijo/Espíritu Santo) sobre el primer tipo (la única
rico (Padre de Israel), pasó pronto a ser un título de perso- mención de <<Cristo Señor»). En efecto, si los hebreos creían
na, con el significado de «Padre de nuestro Señor J esucris- ya en el único Dios y tenían conocimiento del Espíritu
to» (Rom 15,6). Lo mismo hay que decir de «aghennetos» Santo (cf. Hch 2,14-41), el kerigma a los paganos exigía
(no engendrado), que al principio era una propiedad esen- que se mencionara expresamente a los dos. De todas for-
cial de la naturaleza divina, pero que luego se convirtió en mas, el objeto central de la fe sigue siendo la persona de
propiedad del Padre. Cristo. Precisamente «porque cree en el Cristo Kyrios, el
fiel del siglo I cree en Dios y en el Espíritu Santo» 4.
Se observa una evolución semántica análoga con «Hijo
de Dios» que se convirtió de un título del cosmos (lPlatón) O. Cullmann señala diversos ámbitos o momentos de
o de un pueblo (Israel) en nombre de persona: «cd Hijo condensación de las fórmulas de fe: el bautismo y el cate-
unigénito que está en el seno del Padre» (Jn 1,18). Pero la cumenado, el culto regular (liturgia y predicación), los exor-
personalización más fuerte se refiere al concepto de Espíri- cismos_. las persecuciones, la polémica contra los herejes ' ·
tu que, aunque utilizado para significar a la Tercera Perso- Pero es la circunstancia del bautismo la que mejor atestigua
na divina, no anuló las acepciones anteriores (Espíritiu como la fe trinitaria de la Iglesia. En efecto, dentro de ella el
naturaleza divina y, en acepción cristológica, como elemen- bautismo que se administraba originalmente en el nombre o
to divino de Cristo: carne y espíritu). para el nombre de Cristo (cf. Sant 2,7) fue dando paso a la
fórmula triádica que encontramos en Mt 28,19 («Id ... , bau-
Hay que observar cómo la exégesis prosopográfica de tizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
algunos trozos bíblicos contribuyó a· realizar este paso al Santo»), que aparece ya en la Didaché 7 y más tarde en
personalismo trinitario, al destacar la existencia de un diá- Justino (cf. 1 Apología 61,3) y en lreneo (cf. Demostración
logo en el interior mismo de Dios (por ejemplo, en Gn 3). Sobre este material que nos ofrece tanto el Nuevo Tes-
1,26: «hagamos al hombre ... », o en el salmo 109,1: <<:Dijo el tamento como la liturgia, les corresponderá a los primeros
Señor a mi Señor: siéntate ... ). El monoteísmo personalista teólogos la tarea de dar vida a otras formulaciones más
de la Biblia tiende a transformarse de este modo en un elaboradas del misterio trinitario.
monoteísmo trinitario.
Es sabido cómo en el Nuevo Testamento no se da un La reflexión trinitaria en el siglo 11
«credo» estereotipado. En él aparec;c::11 más bien tres tipos
de profesión de fe: en Jesús Mesías; en la unidad de Dios y H ay que tener presente que ya dentro del judeocristia-
en Jesús; en Dios, en Jesús y en el Espíritu Sanito 3 • La nismo se procedió a una interpretación de la nueva fe -de
transición del anuncio cristiano del mundo semítico al he- forma distinta, pero no menos interesante respecto a la

1
H. A. WoLFSON, The philosophy o/ the church Fathers, Cambridge, • O. CuLLMANN, La jede e i/ culto ..., 110.
Mass. 1956. ' !bid., 77-92.
76 lll. LOS PADRES Y LA DOCTRlNA TRINITARIA
r ITT. LOS PADRES Y LA DOCTRlNA TRINITARIA 77

elaboración posterior de la teología en categorías metafísi- que tuvo varias etapas redaccionales y en la que encontra-
cas-, valiéndose de las categorías del judaísmo contempo- mos sedimentadas algunas expresiones de tipo adopcionista
ráneo y más particularmente de las que asumió la apocalíp- y binitario. Inserto en la tradición judeocristiana, Hermas
tica del judaísmo tardío 6 • Se percibe un elemento significa- presenta al Cristo preexistente como «ángel» (Engelchristo-
tivo de esta teología arcaica en la utilización de la termiho- logt'e) 10 • En algunos pasajes identifica al Hijo con el Espíri-
logía angelológica para designar al Verbo y al Espíri1tu. Es tu Santo (Geistchristologt'e) 11 • Si luego «lo define correcta-
un dato adquirido el hecho de que la calificación de «án- mente como Hijo de Dios, nunca afirma, ni siquiera da a
gel» atribuida a Cristo no significa que él lo fuese . Este entender, que haya sido engendrado realmente por el Pa-
lenguaje, sobre todo fuera del contexto original judío, resul- dre, ni le concede la calificación de Dios. Lo concibe, en
taba de suyo ambiguo y algunos ebionitas lo tomaron real- definitiva, como un personaje de una dignidad y naturaleza
mente en sentido estricto pata significar la inferioridad de trascendente, la humana, sin llegar a ser divina, colaborador
Cristo respecto a Dios. Sin embargo, «este término -como de Dios en la creación y en el gobierno del mundo, pero en
observa J. Danielou- representa la forma semítica de la un plano de clara inferioridad» 12•
designación del Verbo y del Espíritu Santo como sulbstan- Si nos fijamos luego en Ignacio, vemos afumado el ca-
cias espirituales, como "personas". Pero estos últimos tér- rácter cristológico de su pensamiento. Si la fórmula triádica
minos sólo se introducirían en la teología mucho más tarde; aparece al menos en tres ocasiones, lo más frecuente es, sin
su equivalente arcaico es ángel» 1 • Pero no es de extrañar embargo, la mención Padre y Cristo. El obispo antioqueno
que el carácter subordinacionista ligado a esta calificación le reserva a Cristo la calificación de «Dios»: «Dejadme
(los ángeles como «mediadores>> de Dios) determinase su imitar la pasión de mi Dios», escribe en la Carta a los
rápido ocaso 8 • Romanos 6,3. Pero se trata de expresiones que fácilmente
Los textos de los Padres Apostólicos, a pesar de la pueden interpretarse en sentido teopasquita. Donde resulta
heterogeneidad de autores, de temas y de ambientes¡ nos claro el pens~mi ento de Ignacio es cuando habla de la
remiten a un ambiente judeocristiano que siente todavía filiación divina de Cristo que comienza con la encarnación;
dificultades para romper sus vínculos con el seno original. a partir de ella ve una Trinidad de Dios, Cristo y Espíritu
El primer testigo de esta dificultad es Clemente de Roma el Santo. «Antes de ese nacimiento (el de Cristo) sólo había
cual, aunque recurre un par de veces a fórmulas trinitarias 9 , Dios y un Cristo preexistente, que es llamado Lagos o
muestra una concepción cristológica todavía judaizante en Espíritu Santo» D. Examinando además a los otros Padres
cuanto que nunca atribuye a Cristo la calificación de Dios Apostólicos, H. A. Wolfson puede afirmar que, al final de
ni da ningún relieve a su preexistencia. Por el contrario, su período, ~<\no existía la creencia en u na Trinidad preexis-
ésta se encuentra afirmada en el Pastor de Hermas, una obra tente. Para ellos la Trinidad de Dios, Cristo y Espíritu

• Para este tema remito a J. DANTÉLOU, La teologia del giudeo c1,istiane- 'º Cf. Visi6n V, 2; Semejanza 7,1; 8,1, 2; etc.
simo, Il Mulino, Bolonia 1974.
11
Cf. Semejanza 5,5,2; 5,6,5.
12 M. SIMONETrl, Tí problema delt'unita di Dio a Roma da Clemente a
1
Tbíd., 217.
' Ibíd. Dionigi; en RSLS 22, 3 (1986) 446.
9 Cf. Carta de Clemente a los Corintios, 46,6; 58,2. " H. A. WOLFSON, The philosophy o/ the ..., 173.
78 ill. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRJ NITARIA
+ IIL LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINlTARlA 79

Santo comenzó con el nacimiento de Jesús y prosigufo des- decirse que Dios, «al engendrar al Verbo, no se privó de su
pués de su resurrección y ascensión. Antes de su nacimien- Verbo» 18•
to sólo había dos seres preexistentes, Dios y el Espíritu Así pues, la doctrina de Filón, de Juan y de los estoicos
Santo, identificado este último con el Cristo preexistente; sobre el Logos es adoptada por estos autores para entender
y, si aparece en algunas ocasiones el término Lagos, se le tanto su preexistencia en el Padre ( = Dios), como para
puede identificar con el Espíritu Santo» 14. significar el sentido de su manifestación. Sin embargo, aun-
Será con los Apologistas como se producirá la distinción que esta pronunciación del Verbo en orden a la creación
entre el Espíritu Santo preexistente y el Logos preexistente. deja a salvo la distinción de las personas, da pie al subordi-
En ese caso, la Trinidad existe ya antes del nacimieJt1to de nacionismo, sobre todo si se tiene en cuenta la terminología
Jesús y precede incluso a la creación del mundo. Aun man- poco apropiada: mientras que Dios sigue siendo trascenden-
teniendo el monoteísmo bíblico, estos autores del siglo II, te, incognoscible, invisible, el Logos muestra una propor-
influidos tanto por la filosofía de la época (el medioplato- ción con el mundo: «Dios, Padre de todas las cosas, es
nismo) como por el judaísmo helenista, especialmente por incontenible y no se encuentra en ningún lugar... Pero su
Filón, establecieron un orden en Dios. Como declara1 Justi- Verbo, por medio del cual creó todas las cosas ... , caminaba
no: «Vemos en Jesucristo al Hijo del verdadero Dios, al en el jardín en la persona de Dios y hablaba con Adán» 19•
que ponemos en segunda fila, y en tercer lugar al Espíritu A diferencia de los apologistas, Ireneo de Lyón evita la
profético, al que honramos juntamente con el Logos»• 15• En teoría de las dos etapas del Lagos y lo concibe más bien
relación con el Logos, algunos apologistas como Justino, como ser engendrado, coexistente desde siempre con
Atenágoras y Teófilo, distinguirán dos estados en su p1reexis- Dios 20• Por eso rechaza los intentos de explorar el proceso
tencia: uno como Lagos inmanente o pensamiento del Pa- de generación o emanación del Verbo 21 • Efectivamente,
dre, y otro posterior, relacionado con la creación, como Dios en cuanto ser racional tuvo siempre su Logos y, en
Lagos pronunciado por el Padre. <~Puesto que Dios tenía a cuanto ser espiritual, tuvo siempre su Espíritu. Los dos, el
su propio Verbo inmanente en su propio corazón -declara Hijo y el Espíritu, son sus «manos», o bien, los medios de
Teófilo- , lo engendró junto con su sabiduría emanándolo su autorrevelación. No obstante, en ella lreneo excluye toda
antes de todas las demás cosas» 16 • Se trata de una genera- subordinación, desde el momento que las tres personas,
ción espiritual o de una distribución producida por la vo- por su naturaleza, son igualmente inaccesibles, pero se re-
luntad del Padre ( = Dios), que «no produce ninguna defi- velan por gracia 22• Lo cierto es que la imagen de Dios como
ciencia en aquel de quien proviene», exactamente lo mismo un hombre dotado de funciones intelectuales y espirituales,
que el fuego que no disminuye en nada la llama de la capaz de expresar el monoteísmo cristiano y útil para des-
antorcha de la que se ha tomado 17 • En una palabra, puede
1
• TEóFJLO, Ad Autolicum II, 22.
" Ibíd. '' Ibíd.
"' Adv. haereses II, 30,9.
" JusTINO, 1 Apologia XIV, 3.
1
• TEóFJLO, Ad Autolicum II, 10; cf. lbíd., 22, sobre los dos <<•~stados»
" Así ocurre sobre la base de Is 55,8: «generarionem ejus quis enarra-
bit?...» , en Adv. haereses II, 28, 5.
del Logos; cf. JuSTINO, II Apologia VI, 3.
17
TACIANO, Sermo ad graecos, 5.
21
Cf. Adv. haereses IV, 38, l.
f
80 m. LOS PADRES Y LA DOCTRINATRINITARIA ro. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA 81

tacar las distinciones reales dentro de Dios, ofuscaba la Espíritu no eran más que nombres. De aquí la insistencia
posición de «persona» del Hijo y del Espíritu antes de su del sínodo antioqueno en remachar que el Verbo era una
generación. Puede hablarse, por tanto, de un «trinitarismo substancia.
económico» 23 , «definición adecuada y conveniente, con tal
Para el monarquianismo modalista el único Dios se nos
que no se admita que el reconocimiento y la preocupación manifestaba de «modos» diversos. Esta orientación de pen-
que tenía Ireneo por la Trinidad revelada en la "economía" samiento se difundió también por los ambientes eclesiásti-
le impedía reconocer también el misterioso ser tres-en-uno cos oficiales, especialmente en Roma. En efecto, parecía
de la vida interior de la Divinidad» 24 • que salvaguardaba la unidad de Dios y la divinidad de
Cristo y que se oponía a la teología del Logos, de origen
filosófico y abierta a la influencia innovadora y siempre
Las primeras herejías trinitarias: sospechosa de la filosofía griega 26•
adopcionismo, modalismo, sabelianismo Los modalistas creían que podían salvar la unidad de
Dios solamente negándose a distinguir verdaderamente al
La herejía trinitaria monarquiana (o monarquianiismo), Padre del Hijo. Sirvió para allanar el camino a esta concep-
que se difundió en los siglos II y III y que consistía en negar ción la falta de distinción entre los conceptos de naturaleza
a las tres Personas divinas una existencia propia y distinta y de persona, pero también el hecho de que el título de
en favor de un monoteísmo radical, hunde sus raíces en el «Padre», antes de convertirse en nombre «propio>> de una
judeocristianísmo heterodoxo. Este error tuvo una doble persona divina ( = Padre de Jesucristo), constituía en el
forma: adopcionista y modalista. Según el monarquianismo lenguaje religioso común y también dentro del cristianismo
adopcionista o «dinámico>>, difundido en Roma por Teodo- del siglo II un sinónimo de «Dios», atributo de la naturale-
to (por el año 190), Cristo habría sido un simple hombre, za divina. Noeto de Esmirna difundió el pensamiento mo-
adoptado por Dios como hijo suyo. A mediados del siglo III dalista (finales del siglo II) ; para él, «Cristo mismo es el
se distinguió como exponente de este pensamiento ell obis- Padre; el Padre es el que se encarnó, sufrió y murió» 27 •
po de Antioquía, Pablo de Samosata, condenado en ell síno- Condenado por los presbíteros de su ciudad de Esmirna,
do de Antioquía del 268 por los obispos de tendencia ori- Noeto encontró un discípulo en Epígono, que propagó su
geniana, que sostenían la idea de tres Personas eternas y doctrina en Roma.
subsistentes. Pablo no tenía ninguna dificultad en uisar la
A partir de los primeros decenios del siglo III, el monar-
fórmula trinitaria, pero parece ser que daba el nombre de quianismo modalista tomó también el nombre de «sabelia-
Dios al Padre, el de Hijo al hombre Jesús y el de Espíritu nismo», del hereje de origen libio Sabelio, que fue conde-
Santo a la gracia infundida sobre los apóstoles 25 • Hijo y nado por el papa Calixto (por el año 220) y difundió esta

" Cf. J. N. D. KELLY, Early christian doctrines, Londres 2 1960.


26
" Ibíd. Cf. M. SIMONETTI, 1l problema ... , 470-473.
27
2
' Cf. lbíd., 147-148. HrPóLITO, Contra Noetum l.
f
82 fil. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA lll. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRlNITARlA 83

doctrina por Egipto y por Libia. Defensor de un monoteís- jía y como si la trinidad razonablemente ampliada no cons-
mo rígido, Sabelio consideraba la divinidad como un~ mó- tituyese la verdad» 28•
nada que se manifestaba (o se dilataba) en tres operaciones
Así pues, Tertuliano se defiende de las acusaciones in-
diversas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encar-
sistiendo en que la Trinidad que se revela en la economía
nación, Espíritu Santo en pentecostés. Con esta conce~ción
no es incompatible con la monarquía de Dios, sino que
Sabelio llevó a cabo una innovación respecto al modalismo
incluso la consolida. Confirma entonces su tesis con la ana-
elemental de sus precursores, ya que introdujo al Espíritu
logía del único poder imperial que se encargan de ejercer
Santo en la economía de la salvación y evitó hablar de
varios agentes: «Por el mero hecho de que corresponde a
encarnación y de pasión del Padre. Esta «herejí:a de la
una sola persona, la monarquía no obliga al que la posee a
unión» consideraba al Padre, al Hijo y al Espíritu S:anto un
no tener también un hijo, o a no engendrar un hijo, o a no
solo «prosopon» y una sola hipóstasis. Resulta difícil preci-
ejercer su imperio monárquico por medio de quien quiera...
sar la extensión y la duración del sabelianismo, que, para Tú has de pensar - continúa- que la destrucción de la
salvaguardar rígidamente el principio de la monarquía divi- monarquía se consigue solamente cuando se le sobrepone
na, se contrapuso a la Logostheofogie. otra dominación, dotada de su propia condición y de su
propia naturaleza, y por tanto enemiga de ella, y cuando se
introduce otra divinidad o varias divinidades contrarías al
La reflexión trinitaria Creador» 29•
de Tertuliano y de Orígenes
Tertuliano rechaza entonces la idea de que la distinción
entre los Tres sea una separación. Es más bien una distin-
Es un hecho que los grandes teólogos del siglo rrr como ción, que puede explicarse con la imagen de la unidad que
Tertuliano, Hipólito, Novaciano, Clemente de Alejandría, existe entre raíz-árbol-fruto, o entre sol-rayo-luz, o también
Orígenes, tuvieron que enfrentarse en su elaboración cien- entre raíz-tronco-fruto }o. Incluso entonces -precisa Tertu-
tífica de la fe con el recelo de los «simples», temerosos de liano- «nada se le quita a la matriz de donde saca sus
que la proclamación de una tríada introdujera dos o tres propiedades. Del mismo modo, la Trinidad, a través de una
divinidades. Es lo que dice Tertuliano de ellos: ~<Puesto serie de grados trabados y enlazados, desciende del Padre y
que todas las personas más simples (por no decir las más no se opone a la monarquía y protege la naturaleza de 1a
inexpertas y menos inteligentes), que son siempre la mayor economía» 31• Desde esta perspectiva, Tertuliano supera a
parte de los fieles -dado que la misma regla de fe nos Ireneo en la búsqueda de una mejor expresión de la unici-
traslada del politeísmo del mundo pagano al único y verda- dad de la substancia divina, de la que los Tres son expre-
dero Dios, sin comprender que hay que creer que Dios es siones o formas, y en su definición como «personas», en-
único, pero con su economía- s~ asustan de esta econo-
mía ..., éstos andan diciendo que nosotros predicamos dos o
tres divinidades, mientras que ellos piensan que son los " Adv. Praxeam 3, 1.
29
adoradores de un Dios único, como si el monoteísmo irra- Ibíd., 3,2,6.
,. Cf. Ibíd., 8,5-7.
cionalmente restringido no constituyese también una here- ' ' Ibíd., 8, 7
84 ID. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRlNITARJA III. LOS PADRES Y LA DOCTRlNA TRINITARIA 85

tendidas como «la presentación concreta de un individuo termedia del Logos entre Dios Padre y la creación es asu•
en cuanto tal» 32 • mida como expresión de inferioridad. Este aspecto es evi-
dente en la doctrina origeniana de las epinoiai. La idea de
Es sobre todo en su obra De pri·ncipiis donde encontra-
que el ser emanado del Dios supremo estuviera caracteriza-
mos expuesta la reflexión trinitaria de Orígenes que consti-
do por la multiplicidad, respecto a la unidad del mismo, es
tuye una reinterpretación de la norma de fe en los términos
una idea corriente en la época de Orígenes» 39 . A pesar de
del medio platonismo. El pensador alejandrino pone en la
este subordinacionismo, Orígenes fue fiel al hiato que se-
cima de su sistema a Dios, el único no engendrado, bondad
para a la realidad creada de la Trinidad: «En efecto, sola-
perfecta, que debe haber tenido siempre a algún otro ser
mente en la Trinidad, que es el creador de todo, es donde
sobre el cual derramarla: un mundo de seres espirituales, o
el bien existe de modo substancial; los demás seres lo po-
de almas coeternas con él 33 • El término de contact,o entre
seen de forma accidental, de manera que puede fallarles» 40 •
éstas y el Padre es el Verbo engendrado con gen,eración
continua y eterna, que garantiza la coeternidad dd Hijo El subordinacionismo presente en la teología de búsque-
respecto al Padre y asegura además la ausencia de todo da del doctor alejandrino fue recogido por su discípulo
principio de carácter temporal 34 • Debido a esta generación, Díonisio, obispo de Alejandría, que en su polémica con el
el Hijo participa de todas las prerrogativas divinas del Pa- sabelianismo presente en la Pentápolis de Libia acentuó de
dre que llevan a reconocer su divinidad 35 • Sin embargo, el manera poco afortunada la distinción entre el Padre y el
hecho de que actúa como «ministro» del Padre lo sitúa en Hijo. La apelación a Dionisia de Roma que hizo el grupo
un nivel subordinado 36• Esta subordinación se amplía luego sabeliano movió al obispo alejandrino a formular mejor su
al Espíritu Santo, de naturaleza y de carácter divino, el pensamiento y a precisar la inseparabilidad del Padre, del
único que con el Hijo conoce al Padre 37 , «el más venerado Hijo y del Espíritu Santo, así como la eternidad del Hijo. A
de todos los seres traídos a la existencia a través del Verbo propósito de la acusación que se le dirigía de no haber
y el primero de todos los seres originados por el Padre a adoptado el término homoousios, Dionisio replicó que no se
través de Cristo» 38• encontraba en la Escritura, pero que aceptaba su significa-
do en el sentido de «partícipe de la misma naturaleza» 41•
Evidentemente, la subordinación de que hablamos «es
un concepto que Orígenes comparte con todos los represen- Otro episodio significativo del siglo IIl se refiere a los
tantes de la Logostheologie) en cuanto que, debido, entre dos sínodos celebrados en Antioquía, donde Pablo, obispo
otras, cosas al influjo de ciertos esquemas filosóficos plató- de la ciudad, fue condenado y depuesto bajo la acusación
nicos («segundo Dios» de Numenio, etc.), la función in- de adopcionismo. Parece ser que sostenía una teología uni-
taria, en la que el Logos no era más que una facultad
operativa divina privada de subsistencia. Las calificaciones
" J. N. D. KELLY, Early christian doctrines, Londres 2 1960. de Hijo y de Espírítu Santo eran puros nombres para indi-
,, Cf. De principiis 1, 2,10
" Cf. Ibíd. I, 2,6.9.11; IV, 4,1.
" Cf. Ibíd. l, 2,10.
16
Cf. Ibíd. 1, prólogo 4; I, 2,13; N, 4,8. " M. SIMONETIT, Introduzione al principi; UTET, Turín 1979, 49.
Jl Cf. Ibíd. I, 3,4. 'º De principiis 1, 6,2.
l ij In Job. 2,10.75. " J. N. D. KELLY, Early christian...
i?
86 1Il. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA Ill. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA 87

car respectivamente al hombre Jesús y la gracia concedida punto central de su pensamiento era la idea de que el Hijo,
por Dios a los apóstoles. Pablo no ponía en discusión la en cuanto engendrado, no puede ser coeterno con el Padre .
fórmula trinitaria, pero la vaciaba de su contenido. De aquí La exclusión de la coeternidad iba a la par con la afirma-
su condenación por parte de los obispos origenistas, fieles ción de que el Hijo no es engendrado de la substancia
a la idea de las tres personas eternas subsistentes. («o usía») del Padre, sino 4 ue es creado antes del tiempo y
Este contraste nos ofrece una idea de las dos líneas con vistas a la creación. Efectivamente, la consubstanciali-
diversas de pensamiento que se enfrentaban hasta lllegar a dad, según Arrío, supondría la división de la substancia
chocar entre sí: «El trinitarismo occidental... había estado divina en dos partes, reduciendo a la divinidad a categorías
durante mucho tiempo marcado por un prejuicio monar- físicas. Por consiguiente, la filiación divina de Cristo subsis-
quiano; los teólogos que lo representaban tenían una idea te, pero no por naturaleza, sino por adopción y por gracia.
muy clara: la de la unidad divina. Aunque estaban plena- Por su parte, Alejandro afirma la generación <<ab aeterno»
mente convencidos de la realidad de las distinciones dentro del Hijo y, así, su coeternidad con el Padre. Por tanto, no
de esa unidad, las encontraban tan misteriosas que :a duras es criatura. Para contestar a la objeción arriana de que la
penas, con cierta vacilación y timidez, empezaron a llamar- generación puede comparatse con la generación corpórea,
las "Personas''. En Oriente, donde el clima intelectual esta- el obispo alejandrino indicará que ocurrió de forma inexpli-
ba impregnado de ideas neoplatónicas sobre la jerarq¡uía del cable, sin escisión o por eflujo. Según Alejandro, la única
ser, se había establecido una visión totalmente distinta y nota que distingue al Hijo del Padre es el hecho de ser
expresamente pluralista. Por consiguiente, el desacuerdo engendrado. Por lo demás, el Hijo es imagen y huella per-
fundamental era de tipo teológico y se manifestaría de nue- fectísima del Padre, reproduciendo una semejanza total res-
vo en el siglo siguiente» 42 • pecto al modelo. Si en sus afirmaciones Alejandro muestra
que no dispone de un lenguaje técnico para definir la unión
del Padre y del Hijo, en su polémica contra Arrío deja a
El concilio de Nicea (325) salvo, sin embargo, la condición de Cristo como verdadero
Hijo y verdadero Dios.
La pregunta de fondo que determina y orienta a este
concilio es de tipo trinitario: ¿qué es lo que significa para El conflicto doctrinal que estalló entre Arrío y Alejandro
los cristianos la Tríada divina? En resumen, es preciso re- afectó sobre todo al Oriente, donde las diversas orientacio-
cordar la disputa entre Arrío (256-336), presbítero de la nes doctrinales estuvieron representadas en el concilio de
Iglesia de Alejandría, y su obispo Alejandro. La reflexión de Nicea a través de algunos obispos destacados: junto a Arrío
ambos tiene que ver con el pensamiento de Orígenes. Arrío, y Alejandro, exponentes respectivamente de un origenismo
sin embargo, partiendo del medioplatonismo y en um con- radical y de otro moderado, se perfila como figura interme-
texto de polémica antisabeliana, radicalizó el subordinacio- dia entre los dos Eusebio de Cesarea, defensor del concep-
nismo que estaba presente en el maestro alejandriino. El to teológico, pero también político, de «monarquía». Para
subrayarla, Eusebio acentúa igualmente la subordinación
del Hijo, pero sin apartarle a él ni al Espíritu Santo del
" lbíd., 169. mundo de la divinidad.
88 JU. LOS PADRES Y LA DOCTRlNA TRINITARIA 01 LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITAJUA 89

Otro personaje clave del concilio de Nicea fue N[arcelo La doctrina trinitaria de Mario Victorino,
de Ancira, firme defensor del monarquianismo económico, de Hilario y de Agustín
que afirma que Dios es una mónada indivisible y el Logos
una facultad operativa suya, privada de una subsistencia Son escasas las afirmaciones sobre Mario Victorino (por
real. En el momento de la encarnación, esta mónada divina el 380-después dd 362), rhetor y filósofo neoplatónico con-
se habría dilatado -pero sin distinción de personas- en vertido al cristianismo en edad adulta. El pensamiento pla-
una díada y, con el envío del Espíritu Santo, en una triada. tónico y joáneo que cultivaba le ayudó en la elaboración de
Pero se trata de una fase de paso, ligada a la economía una reflexión trinitaria que, debido a su carácter altamente
(creación y redención); cuando termine esta fase, las tríada filosófico y técnico, no encontró una consideración más
se reabsorberá en la mónada original. atenta 43 •
Eustacio de Antioquía fue en Nicea el defensor de un Mario Victorino concibe la Trinidad como una doble
monarquianismo moderado. Coincidió con Marcelo en su díada: Padre/Hijo y Cristo/Espíritu Santo. En la primera, la
denuncia del subordinacionismo de Arrío y de la doctrina relación Padre/Hijo se entiende como autodelimitación del
de las tres hipóstasis, que le parecía una forma de triteísmo. Padre infinito: el Hijo es el Padre que se autodelimita,
Con estas diferentes posturas doctrinales se llegó en el capacidad de pensamiento que se delimita como pensamien-
concilio de Nicea a una fórmula de fe en la que se especi- to, ser en potencia (Padre = esse) que se convierte en ser
ficaba: «Creo en el Señor Jesucristo, Hijo de Dios, único en acto (Hijo = sic esse). Este paso es una autogeneración
engendrado de la esencia del Padre, Dios de Dios, luz de en la que la sucesión es lógica, no cronológica. Hay, por
luz, Dios verdadero de Dios verdadero, engendrado, no tanto, una igualdad absoluta entre el Padre y el Hijo, que
creado, consubstancial al Padre.» En el concilio se impuso el son «unum», no por la unidad de dos seres precedentes,
término «consubstancial» (homoousios) sin que fuera extra- sino por la simplicidad que fundamenta su unión. La distin-
ña a ello la influencia de Constantino. El uso que hacían los ción que aparece en ellos se basa en el concepto depredo-
monarquianos de este término, así como la ambigüedad de minio, por el que un aspecto queda más destacado que
~ign.i~icados y la connotación materialista que podía aisumir, otros: así el Padre es más «esse, potentia, substantia» y el
Justlfica el hecho de que, después de Nicea, quedarn arrin- Hijo es más «motus, actio, vita». De aquí se deduce que el
conado incluso por parte arriana. Volverá a destacarlo Ata- Padre y el Hijo son «ídem», pero no «ipse», en cuanto que
nasio, después del 355, sobre todo en Occidente. En Orien- la identidad no excluye la alteridad. Una vez asentada la
te, sin embargo, las polémicas sobre este término sólo lle- díada Padre/Hijo, Mario Victorino descubre otra en el Hijo:
garon a aplacarse gracias al papel clarificador de Basilio de Cristo/Espíritu Santo, o bien muvimíento dirigido hacia fue-
Cesarea y de Gregorio Nacianceno, que tomaron. ousía ra (Cristo, ser y vida) y movimiento dirigido hacia dentro
(substancia) en el sentido de substancia divina común a las (Espíritu Santo, sabiduría, inteligencia). El Hijo se desarro-
tres hipóstasis. Será el concilio de Constantinopla d'el año lla como Espíritu Santo sólo después de que Cristo termi-
381 el que, rechazando toda expresión de subordinacionis-
mo, sancionará el reconocimiento de la consubstanc:ialidad " M. SIMONE1Tl, La crisi ariana ne/ IV secolo, en «Studia Ephemecidis
también para el Espíritu Santo. "Augustinianum"», Roma 1975.
90 m. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TJUNITARIA fil LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA 91

nara su obra con la ascensión. Por eso, mientras que Cristo 399 y terminó veinte años más tarde. Agustín «no se aplica
deriva del Padre, el Espíritu Santo deriva de Cristo con una a la doctrina de la Trinidad siguiendo el camino de sus
relación análoga, por lo que en último análisis el mismo orígenes históricos: encarnación del Hijo, experiencia del
Espíritu deriva del Padre. Este desdoblamiento del motus Espíritu en la primera comunidad; parte... "filosóficamen-
(Hijo) cotnó vida (Cristo) e iutdigencia (Espíritu Sa.nto) se te" de la eterna existencia de la divinidad en sí misma» 46•
entiende como un proceso de descendimiento/ascensión, Este planteamiento presenta indiscutibles ventajas, ya que
donde el Espíritu actúa como copula, ya que une al Padre da a entender cómo el misterio de la Trinidad trasciende
con el Hijo que se había alejado de él. Con este plantea-
toda representación humana y muestra que cualquier inten-
miento Mario Victorino mantiene el principio de la consubs-
to humano por aferrarlo siempre conserva algo de simbóli-
tancialidad. Además, «en virtud de esta interpretación pla-
co. Al poner, además, en primer plano la unidad de la
tonizante de la Trinidad, las relaciones entre las tresi perso-
Trinidad, este planteamiento excluye toda forma de subor-
nas son entendidas en términos de absoluta identidad, en la
dinacionismo. Finalmente, partiendo de arriba y sirviéndo-
cual, sin embargo, cada una de ellas posee potentiam suam
se para ello de la filosofía neoplatónica, puede «superar
(personalidad, individualidad) en virtud de las diver:sas ope-
determinadas debilidades del materialismo del antiguo len-
rationes, y, por ello, es otra respecto a las otras dos, en
guaje figurado, calificando las cosas de una manera más
razón del acto especifico inherente a su potentia» 4\
concreta que antes» 47•
Contemporáneo de Mario Victorino fue Hilario de Poi-
tiers, que intentó también, en sus doce libros De Twinitate, Partiendo de estas consideraciones, Agustín precisa que
una síntesis del pensamiento trinitario en clave antisabelia- la esencia o substancia divina no es «una especie de cuarta
na y antiarriana. Una vez afirmada la unidad de naturaleza persona» 48 • Cada una de las tres Personas divinas es idén-
y la distinción de persona en el Padre y en el Hijo, Hilario tica a las otras desde el punto de vista de la substancia.
ve esta unidad como una total compenetración del uno en Todo lo que pertenece a la naturaleza cLvina, que es única,
el otro. Lo que los diversifica es la relación de origen: el tiene que expresarse en singular. Por eso no hay tres infini-
Padre engendró realmente al Hijo sin disminución o altera- tos, tres omnipotentes, etc. Finalmente, sobre la base de
ción de su propia naturaleza, mientras que el Hijo recibe y una única substancia, hay una única acción indivisible, una
contiene en sí todo lo del Padre, siendo de este modo única actividad y una única voluntad. Contra la impresión
totalmente igual a él 4 '. de ofuscar las funciones «ad extra» de las tres Personas
La originalidad de pensamiento y de formulaciones pre- divinas, Agustín precisa que cada una de las Personas posee
sentes en Mario Victorino y en Hilario prepararon el terre- la naturaleza divina de una manera particular y, por consi-
no a la reflexión trinitaria de Agustín, que comem;ó en el guiente, parece correcto atribuir a cada una en su acción
<<ad extra» la función que le es propia en virtud de su

.. M. SIMONE1TI, Mario Victorino, en A DI BERARDINO, D.iccionario .. Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Los Padres de la Iglesia, Vol II, Madrid
patrlstico y de la antigüedad cristiana II, S/gueme, Salamanca 1992, 1371 (se 1974.
citará en adelante corno DPAC).
" !bid.
" Cf. M. SIMONETIJ, Hi/ario de Poitiers, en DPAC 1, 1033-10.36. •• Cf. Epist. CXX, 3,13-17.
92 III. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TR1NITARJA ID. LOS PADRES Y LA DOCTRINA TRINITARIA 93

origen. Realmente, es la relación de origen la que dilstingue Evidentemente, esta explicación «psicológica» es total-
a las Personas divinas: el Padre es Padre porque engendra, mente analógica y tiene unos límites que Agustín es el
el Hijo es Hijo porque es engendrado, y el Espíritu es primero en reconocer, aunque tiene fundamentos en la Es-
Espíritu porque es «dado» por los otros dos. Las tres Per- critura: en la designación de Cristo como «imagen del Dios
sonas se convierten así, en el pensamiento agustiniano, en invisible» (Col l,15), como Verbo (cf. Jn 1,1), como «espe-
tres relaciones reales y subsistentes. «Aunque no sea la jo de la gloria de Dios, la imagen perfecta de lo que Dios
misma cosa ser Padre y ser Hijo, sin embargo la substancia es» (Heb 1,3 ). Por otra parte, en las cartas paulinas el
no es distinta, ya que estos apelativos no pertenecen al Espíritu figura como relacionado con el amor (cf. Rom 5,5;
orden de la substancia, sino de la relación, una relación que 15,30; etc.). Por tanto, la aplicación de Agustín no puede
no es accidental, porque no es mudable» 49• calificarse de arbitraria.
En relación con el Espíritu Santo, el doctor de Hipona Es verdad que tanto la teoría elaborada por el obispo de
intenta explicar qué es su procesión y cómo se diferencia de Hipona como las otras que hemos examinado expresan los
la generación del Hijo. Reconoce que el Espíritu procede condicionamientos culturales, sociológicos y religiosos de
del Padre y del Hijo 50, pero principalmente del Padre, que sus autores. Es importante tenerlo en cuenta para no acep-
concedió al Hijo el poder esperarlo 51 • El Espíritu procede tar con espíritu de dogmatismo su reflexión, que se convier-
como Amor, y por eso no es engendrado, en cuanto que el te en testimonio estimulante a partir del momento en que
amor no es imagen, sino don y comunión. Por consiguiente, se la encuadra históricamente.
no se dan «dos hijos». El aspecto más original que ofrece
Agustín a la teología trinitaria debe verse en su expllicación
«psicológica» de la Trinidad. Buscando una realidad creada
que ofrezca cierta analogía con el misterio trinitario, Agus-
tín la encuentra en el alma «hecha a imagen de Dios».
Llega así a afirmar que en el alma se tiene una «trinidad
más evidente» 52 • En efecto, el análisis del alma muestra un
esquema ternario: ser, conocer, querer. El alma qu,e es, se
hace una imagen de sí misma y gracias a esta imagen se ama
a sí misma. En la aplicación que hace Agustín a la Trinidad,
el Padre se conoce a sí mismo, produce una imagen de sí
mismo que es igual a él y que es persona (Hijo), ama a su
imagen que lo ama a su vez, por ser persona. Este amor es
también persona: el Espíritu Santo.

19 De Trinitate V, 5 ,6.
'° Cf. Ibtd. 5,14,15.
" Cf. lbíd. XV, 17,29.
" Cf. lbíd. XV, 3,5.
IV
Los Padres y la pneumatología

Breve exploración doctrinal

«Y (creemos) en el Espíritu Santo, Señor y vivificante,


que procede del Padre, que con el Padre y el Hijo ha de ser
1
adorado y glorificado, que habló por los santos profetas» •
En estos términos se expresó el concilio Constantinopolita-
no I del año 381 en torno al Espíritu Santo. Se reconoció
así por primera vez de forma solemne su plena divinidad
discutida por el grupo de los macedonianos o pneumatóma-
cos. Como se ve, lo que movió a precisar «dogmáticamen-
te» la figura y las funciones del Espíritu -lo mismo que
para los otros artículos del Credo- fue una situación de
polémica. Y no conviene olvidar este hecho dado que es en
este contexto donde se revela lo que él es y lo que otros
niegan, pero sin decirlo todo sobre él. Se acentúan unos
aspectos, pero se silencian otros.
Podría crecer nuestra admiración al constatar que no
solamente los pneumatómacos y antes de ellos los arrianos
consideraban al Espíritu Santo subordinado al Hijo, como
un ángel 2, sino que incluso un autor profundo y de una fe

' E. DENZINGER, El magisterio de la iglesia, Herder, Barcelona 1963, 32.


2 Cf. C. 'KANNENGIESSER, Constantinopla, en DPAC I, 482.
96 IV. LOS PADRES Y LA PNEUMA7r0LOGÍA (V. LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA 97

ortodoxa indiscutible corno Hilario de Poitiers no habla refiere a la noción misma de «Espíritu», que no es unívoca
nunca de «persona divina», sino sólo de don, de «res» de en la Escritura y que aparece con tres acepciones: - Espí-
la naturaleza divina J _ En efecto, la fe en el Espíritu Santo ritu como naturaleza divina («Deus Spíritus est»: Jn 4,24);
como «persona divina» se afirmó bastante tarde. Cabe pre- - Espíritu de Dios como elemento divino del Hijo (cf.
guntarse comprensiblemente si no existirá cierta falta de Rom 1,.3-4); - Espíritu Santo como Tercera Persona.
sintonía entre los símbolos de fe triádicos y la teología. No es extraño que este lenguaje se haya convertido en
¿Qué sentido tendría, en definitiva, y cómo interpretar la algunos casos en fuente de equívocos o, por lo menos, de
disposición presente en Mt 29, 19 de bautizar «a todas las interpretaciones diversas (pensemos en la identificación del
gentes en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Cristo preexistente con el Espíritu Santo) 7 • Pensemos, por
Santo», una fórmula que se impondría sobre aquellla otra ejemplo, en el hecho de que todavía en el siglo N varios
por la que el bautismo se confería solamente en el nombre autores hablan del Verbo y no del Espíritu Santo como
de Jesús (cf. Hch 2,38; 8,16; 10,48; 1 Cor 1,13; Gál. 3,27; agente de la encarnación 8 • Una nueva dificultad de tipo
etc.)? doctrinal consiste en integrar intelectualmente la doctrina
En conformidad con la orden recogida por Mateo, en monoteísta con los datos más recientes de la revelación
todos los símbolos bautismales que constituyen el lugar cristiana. En otras palabras: si el cristianismo quiere mante-
primario de condensación del credo posterior, no faltará ner el monoteísmo veterotestamentario, frómo puede estar
nunca la mención del Espíritu Santo. Pero esto no significa de acuerdo con la triple manifestación del Padre, Hijo y
que estuvieran claros y fueran aceptados por todos desde el Espíritu Santo del Nuevo Testamento? ¿se trata quizás
principio las ideas y el lenguaje inherentes a la Tercera solamente de tres «caretas» de la única realidad divina, que
Persona divina y a su actuación. Si es verdad que «la creen- es de suyo incognoscible? ¿Es idéntica la Trinidad de la
cia en el Espíritu Santo no es peculiar del cristianismo, sino economía salvífica a la Trinidad inmanente? ¿Dios es tal
una de las creencias heredadas del judaísmo» ◄, es igualmen- como se revela o se cambia para adaptarse a nuestra capa-
te cierto que tuvo que cambiar dentro del cristianismo 5, cidad de percepción? Y cuando oramos, ¿entramos verda-
planteando varios problemas. Uno se refiere ante todo a la deramente en contacto con él o más bien con las «caretas»
«forma», al «modo» de la revelación del Espíritu, que hu- que él ha tomado? La historia de la Iglesia muestra cómo
manamente no resulta tan perceptible como la figura del los axiomas fundamentales de la fe trinitaria se han ido
Hijo en Jesús y la del Padre. Por algo se ha hablado de una «decantando» en relación con dos orientaciones doctrinales
«kénosis» del Espíritu Santo, que se da a conocer solamen- antitéticas: por una parte, el monarquianismo, en su doble
Le a través <le:: lu y_ue obra en nosotros 6 • Otro problema se forma de adopcionismo y de modalismo; por otra, el subor-
dinacionismo, que consideraba al Hijo inferior al Padre y al
Espíritu inferior al Hijo.
' Cf. M. SIMONETTI, La crisi ariana ne/ IV seco/o, e n «Studia E¡.,hemeri-
dis "Augustiruanum"» 11, Roma 1975, 309.
• H. A. WOLFSON, The philosophy o/ the church Fathers, Cambridge,
Mass. 1956. ' Cf. H. A. WOLFSON, The philosophy...
' Cf. Ibíd. • Sobre este tema, cf. L. PAOOVESE, La cristologia di Clemente AureUo
' Cf. Y. M. CONGAR, El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983, 16. Prudenzio, en «Analecta Gregoriana» 219, Roma 1980, 130-131.
98 IV. LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA IV. LOS PADRES Y LA PNEUMATOLO GÍA 99

Hay que recordar que la claridad teológica que se fue Paráclito» 'º. Él es el que guía a las comunidades cristianas:
adquiriendo poco a poco en el choque contra el monarquia- está en la base de las decisiones que se toman (cf. Hch
nismo y el subordinacionismo se refiere ante tedio a las 15,28), alienta a la Iglesia (cf. Hch 9,31), escoge a los
relaciones Padre e Hijo y al problema de la divinidad de anunciadores del Evangelio (cf. Hch 13,2), los guía (cf.
éste. Al menos hasta el siglo IV suscitó escaso interés el Hch 8,26-40), determina incluso los ámbitos geográficos de
problema de la divinidad del Espíritu Santo. En efei;::to, una su acción (cf. Hch 16,6-7), etc. En los cristianos es viva la
vez admitido que la divinidad no era unitaria, era tan fácil impresión de que «haber recibido el Espíritu Santo y obrar
pensar en tres personas como en dos. por virtud de él significa vivir una vida autónoma e inme-
diata, poseer un sentimiento religioso conforme con la vida,
De todas formas, hay que superar el equívoco de pensar
sentirse inmediatamente unidos a Dios» 11 • En una palabra,
que el escaso interés doctrinal por el Espíritu Santai signifi- ·
se entendió cómo lo «proprium» del mensaje de Jesús se
cara un desinterés «in tato>> sobre su presencia y siu obrar.
debía a una relación directa, vital, filial con Dios, que hacía
Al contrario, el Espíritu Santo fue considerado como posible precisamente el Espíritu que operaba en cada uno.
una fuerza divina que operaba históricamente. Les, corres- Esto explica la euforia que caracterizó los primeros pasos
pondía a los teólogos el empeño de reelaborar teológicamen- de la Iglesia, así como la disputa entre el «carisma» y la
te y con un lenguaje nuevo esta experiencia divina del «institución» que surgió muy pronto en las comunidades
Espíritu, reconocida ya y fijada en el material «en bruto>> cristianas 12 • Un ejemplo de esta disputa que destaca indi-
de la predicación y del culto de la Iglesia. De todas formas, rectamente la importancia primordial que se le reconocía a1
hay que desechar por completo la idea de que en la Iglesia Espíritu Santo y a sus carismas, es el que nos ofrece el
de los primeros siglos el Espíritu Santo no fuera reconocido montanismo o movimiento de la <<nueva profecía».
en su obrar. Más aún, resulta difícil encontrar otra idea que
haya exaltado tanto la conciencia escatológica y el sentimien- Surgido en Frigia en la segunda mitad del siglo II por
to de la comunidad de la Iglesia como esta convicdón del obra de Montano, un ex sacerdote pagano abierto a los
Espíritu Santo, dado por el Padre y comunicado mediante cultos extáticos, esta orientación que ha sido considerada
Cristo. A. Harnack llega a afirmar que un rasgo peculiar y como «la crisis más peligrosa del primer catolicismo» 13 pa-
tal vez característico del cristianismo primitivo «es el hecho rece ser que nació del malestar de algunos cristianos por
de que los cristianos, movidos por el Espíritu Santo, están una vida cristiana en la que había perdido aliento el ansia
situados en una relación vital y personal con Dios mismo» 9•
No sin razón Juan Crisóstomo, mirando a lal Iglesia 'º JUAN CrosóSTOMO, Hom. I in Acta 5.
primitiva, observa cómo, mientras que «los Evangelios son 11

12
A. liARNACK, La esencia ..., 19.
Pensemos en el contraste entre los jefes de la comunidad cristiana y los
la historia de las cosas que dijo e hizo Jesucristo, los He- profetas, atestiguado en la Ascensión de Isa{as, escrito de origen sirio de los
chos son la historia de las cosas que hizo y dijo el otro primeros decenios del siglo U. Sobre este tema, cf. A. A CERBI, L 'Ascensione di
lsaia - Cristologie e profetismo in Siria nei primi decenni del II secolo, e n Studia
patnstica mediolanensia 17, Vita e Pensiero, Milán 1989. Parece ser que este
mismo contraste subyace a la Carta de Clemente Romano a los Corintios.
13
• Cf. A. I-!ARNACK, La esencia del cristianismo, t. ll, Heinrich y Cía, C. ANDRESEN, Die Kirchen der alten Christenheit, KoWhammer, Stutt -
Barcelona 1904, 18-19. gart 1971, 110.
100 rv. LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA rv. LOS PADRES v LA PNEUMATOLOGÍA 101

escatológica y el fervor espiritual de los primeros tiempos 14• Por lo demás, obispos como Ignacio de Antioquía, Poli-
El montanismo se afirmó entonces - aunque al principio carpo de Esmirna, Melitón de Sardes, Cipriano de Cartago,
de forma latente- como una crítica a la Iglesia católica, en eran auténticos «carismáticos>>, y en su tiempo la efusión
la que parecía que habían quedado sofocados los i:::arismas de carismas «extraordinarios>> constituía un hecho posible
y el Espíritu profético. El movimiento tomó los rasgos de de constatar. Iteneo declara por el año 150: <<Sabemos que
un conservadurismo revolucionario expresado en ,el deseo también hay muchos hermanos de la Iglesia que tienen
de volver a los orígenes, o bien a una Iglesia guiada por el carismas proféticos, que hablan todas las lenguas gracias al
Espíritu, viviendo en la espera de la parusía y sometiéndose Espíritu, que manifiestan los secretos de los hombres para
a una ascesis basada en la idea del próximo fin 15 • Se sabe su provecho y explican los misterios de Dios» 17• Orígenes,
que la «nueva profecía», pasando de ser una orientación de . por su parte, alrededor del año 240, escribe que «todavía
pensamiento a ser un grupo cerrado, se vino abajoi «por la hoy se conservan huellas de aquel Espíritu Santo que fue
autoridad que se arrogaba, que fue a chocar con la necesi- visto en forma de paloma; los cristianos expulsan a los
dad sentida por la Iglesia de tutelar la tradición (canon, demonios, curan diversas enfermedades y ven también al-
confesión de fe, jerarquía)» 16, De todas formas, estas bre- gunos acontecimientos futuros por la voluntad del Verbo» 18 •
ves consideraciones sobre el montanismo explican :suficien- Al mismo tiempo aprendemos que Cipriano de Cartago se
temente un hecho: el Espíritu Santo, a través precisamente sintió movido a veces a actuar bajo el impulso de unas
de la efusión de sus carismas, constituye la garantía. de que, visiones que había tenido 19 •
como ocurrió en los comienzos, es él el que guía a la Iglesia. En el siglo IV seguía siendo muy viva todavía la concien-
Él garantiza la continuidad de la Iglesia de los orígenes cia de haber recibido el <<dom> del Espíritu Santo, en el que
con la Iglesia posterior. Así pues, si queremos fijair la doc- están contenidos todos los demás dones 20 • Zenón de Vero-
trina del montanismo, podríamos decir: «ubi carismata, ibi na habla de los «charismata» difundidos entre el pueblo
Spiritus; ubi Spiritus, ibi vera Ecclesia.>> El error de la cristiano 21 • Por su parte, Juan Crisóstomo reconoce que
«nueva profecía» consistió, sin embargo, en no reconocer todos los cristianos poseen un don especial del Espíritu 22 ,
que también en la gran Iglesia (la Iglesia de los psíquicos) Pero, por otra parte, declara que hemos recibido el Espíri-
seguía actuando el Espíritu Santo. Jactándose de tener la tu, «no para hacer prodigios, sino lo que basta para llevar
exclusiva sobre el Espíritu1 el montanismo se olvidó de que una vida recta y santamente vivida» 23 • En una palabra,
no solamente los dones extraordinarios de la profecía, del considera que la concesión de los «carismas extraordina-
hablar en lenguas y de obrar curaciones procedíam del Es- rios» es funcional y no estrictamente necesaria. «Incluso
píritu, sino que también los dones de gobernar la comuni-
dad, de asistirla y hasta de corregirla tenían que atribuírsele " lRENEO, Adv. haer. V, 6,1.
a él. •• ORíGENES, Contra Celsum I, 46.
" ClPRIANO, Epist. XI, 3; XVI, 4; LVII, l; etc.
20
Sobre el «don» del Espíritu en el que están contenidos todos los demás
dones, cf. JUAN CRISÓST0MO, Comm. in Rom V, lss - Hom. IX.
21
" Cf. B. fil.ANO, Montano-montanismo, en DPAC TI, 1475s. Cf. ZENÓN DE VER0NA, Tract. [, 33, 16-20.
" Cf. C. ANDRESEN, Die Kirchen ..., 110-112. " Cf. A. M0NACI CASTAGNO, Carismas en DPAC I 361-362.
" B. ALANn, Montano, en DPAC TI, 1476.
" JUAN eRISÓST0M0, De vera conversione, , 8. ,
102 IV. LOS PADRES Y LA PNlW MATOLOr.fA N . LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA 103

admitiendo -escribe- que haya decaído hoy el carisma de ceso progresivo de asimilación a Dios. El sentido de la
los milagros, esto no nos puede perjudicar ni podemos redención tiene que verse entonces como una restitución
excusarnos por ello cuando demos cuenta de lo que hemos del Espíritu, realizada por Cristo en orden a un proceso de
hecho; en efecto, no solemos admirar a los santos por sus divinización que el pecado retrasó, pero no impidió. Cristo
milagros ... , sino porque dieron prueba de una vida angé- en su carne mortal se convirtió en el modelo de cómo
lica» 24• puede actuar el Espíritu en el hombre, transformándolo.
Como indica un ilustre conocedor de san Ireneo el
'
Padre A. Orbe, «era preciso que el Espíritu Santo se habi-
La catequesis patrística sobre el Espíritu Santo: tuara a la humanidad de Jesús, es decir, que entre el Jordán
algunas consideraciones y la resurrección fuese asimilando a su cualidad -a la
«forma Dei»- la carne del Salvador; o viceversa, que la
Tras este «excursus» tan sumario, consideremos ahora carne fuese perdiendo progresivamente sus cualidades nor-
algunos aspectos de la catequesis patrística sobre el Espíri- males de carne y de sangre, hasta solidarizarse completa-
tu Santo para intentar una actualización de la mism::1. mente con el Espíritu en la propiedad divina» 28. Natural-
Dada la amplitud del tema, nuestro estudio tiene que mente, Ireneo no ve en Cristo solamente al «portador ejem-
ser muy limitado. Por eso, nos contentaremos con algunas plar» del Espíritu, sino también al que lo da, restituyendo
alusiones en torno a la catequesis de Ireneo de Lyón. así la semejanza con Dios comprometida por el pecado. Se
Ireneo desarrolla una teología «funcional» del Espíritu trata, de todas formas, de una semejanza germinal que
Santo 25• No nos dice mucho sobre su origen y naturaleza, tiene que crecer y que debe modificar también la carne y el
pero nos lo presenta actuando continuamente en la histo- alma del hombre.
ria 26 • Para entender esta acción suya hay que recordar que En esta edificación del hombre espiritual, perfecto, el
en la antropología de Ireneo el hombre hecho a imagen y Espíritu tiene, por consiguiente, un papel único, decisivo.
semejanza de Dios, es decir el hombre potencialmente per- Pero su acción encuentra en la fe una premisa indispensa-
fecto, estaba constituido de alma, cuerpo y Espíritu Santo 27• ble. «El hombre que no recibe la inserción del Espíritu que
Mientras que la imagen impresa en el cuerpo lo hacía se realiza con la fe, permanece en el estado de antes, es
semejante al Cristo encarnado, la semejanza se lé confería decir, es carne y sangre y, por consiguiente, no puede here-
por la presencia en él del Espíritu Santo. Era ésta una dar el reino de Dios» 29• Ireneo subraya además que la
presencia que tenía la finalidad de «madurar», de hacer actuación del Espíritu en el hombre no modifica su estruc-
progresar al hombre hacia la divinización. El pecado de tura íntima, sino la calidad de los frutos: «El humbn:: y_ue
Adán privó al hombre de esta semejanza y debilitó el pro- se ha insertado (en Cristo) a través de la fe y recibe el
Espíritu de Dios no pierde la substancia de su carne, pero

" lbíd., 49-50. 28


" Cf. J. LEBRET0N, Histoire du dogme de la Trinité II, París 1938, 561. A. ORBE, El hombre ideal en la imagen de san lreneo, «Gregorianum»
,. Cf. lRENE0, Expos. praed. apost., 6. 42 (1967) 461-462.
r, Cf. lRENE0, Adv. haer. V, 9,1. " lRENE0, Adv. haer. V, 1, 2; cf. también V, 8, 3; etc.
104 N. LOS PADRES Y LA PNEUMA'TOLOGÍA IV. LOS PADRES Y l.A PNEUMATOLOGÍA 105

cambia la calidad de sus frutos que son las obras... >:• 30• Ser Vale la pena subrayar cómo, en la presentación de las
hombre «espiritual» para Ireneo no significa ser o tender a funciones del Espíritu, el obispo de Lyón destaca preferen-
un espiritualismo desencarnado que reniega o que se olvida temente la relación que se da entre la tercera Persona divi-
de la dimensión corpórea. Significa más bien tener el Espí- na y la carne del hombre. Sabido es cómo el gnosticismo de
ritu que, posesionándose progresivamente del hombre a lo la época despreciaba la carne y la consideraba incapaz de
largo de la historia salvífica de cada uno, lo purifica y lo salvación. Precisamente por esto Ireneo, atento a las urgen-
eleva a la vida de Dios ,. . cias del momento, no se limita a presentar la obra del
Espíritu, sino que hace una reflexión «ad hominem», encar-
En otras palabras, se puede afirmar que la función del nando su pneumatología, que de esta forma queda marcada
Espíritu consiste en hacer al hombre semejante a Cristo. por la polé~ca de su tiempo.
«Ireneo no ve en nuestra unión con el Espíritu Santo el
A mi juicio, este hecho constituye un ejemplo de cómo
término del desarrollo, sino que más bien la obra del Espí-
todo tratado sobre el Espíritu Santo puede, y hasta debe,
ritu Santo tiene que verse como la última fase de nuestra
estar atento ~ las circunstancias del momento. En el caso
transformación a semejanza del Legos» 32 • Gracias a nues-
de Ireneo, su pneumatología se muestra inserta en un dis-
tra semejanza con él es como debernos esperar la incorrup-
curso de salvación integral, en el que la carne encuentra
tibilidad, es decir, la divinización, la asimilación a Dios. El
pleno reconocimiento. Es una pneumatología leída dentro
Espíritu tiene entonces la función de disponernos para ella;
de una historia de salvación, que atiende tanto a la huma-
es su sello, su prenda «dinámica>>. «Ahora -escribe Ire-
nidad como a los individuos, que tienen también su «histo-
neo- recibimos sólo una parte de su Espíritu para predis- ria salutis>>. Me parece, además, que Ireneo evita hablar de
ponernos y prepararnos para la incorruptibilidad, halbituán- la «gracia» concedida por el Espíritu como si fuera una
donos poco a poco a llevar a Dios ... Pero si ahora, habiendo realidad estática, cosificada, un «depósito» que no hay que
recibido la prenda del Espíritu, gritamos "Abba, Padre", perder. Para Ireneo, esta gracia no es dada para que se
¿qué es lo que hará la gracia entera del Espíritu cua1ndo se conserve, sino para que crezca. Es como los talentos que
les dé a los hombres de Dios? Nos hará semejantes a él y hay que poner a producir. Es idéntica al Espíritu, el don
llevará a su cumplimiento la voluntad del Padre, porque que contiene todos los dones y que desarrolla en el hombre
hará al hombre a imagen y semejanza de Dios» 33 • De este todas las potencialidades de bien, aun dentro del respeto a
texto y de algunos otros 34 se puede deducir sin más que la realidad y a la libertad de cada uno. En una palabra, el
Ireneo considera al Espíritu Santo como el principi,o de la Espíritu constituye aquella levadura de incorruptibilidad
esperanza sembrado en nuestro cuerpo. metida en la masa humana para hacer que fermente hasta
su completa maduración en el reino de los cielos.

JO Ibtd. V, 10,2.
Después de estas observaciones sobre la pneumatología
" Ibíd. V, 9,2. de Ireneo, recordemos también a un obispo poco conocido
'
2
G. JOPPICH, Salus carnis. Eine Untersuchung in der Theologie des ht. del siglo IV, Zenón de Verona, preguntándonos cómo en-
Ireniius von Lyon, Vier Türme Verlag, Münsterschwarzach 1965, 123.
" lRENEO, Adv. haer. 1 V, 8, 1. tiende la figura y el papel del Espíritu Santo a nivel de la
,. Cf. Jbíd. V, 13,4. predicación popular.
106 IV. LOS PADRE S Y LA PNEUMATOLOGÍA TV. LO S PADRES Y LA P.NEUMATOLOGfA 107

Tampoco Zenón se entretiene en especulaciones doctri- la filiación divina es efecto del Espíritu? ¿No habrá que
nales. Parte de la premisa de que la realidad de Dios no reafirmar la convicción de que el Espíritu, el Paráclito, el
puede ser comprendida totalmente por el entendimiento hu- consolador, el compañero de viaje, comienza a estar con
mano. No puede decirse, sin embargo, que parta de posicio- nosotros ya desde el comienzo de nuestro caminar? Ésta es
nes anti-intelectualistas o que -gracias a una apelación al también la enseñanza del Nuevo Testamento (cf. Hch 1,5;
«misterio»- esconda una ignorancia doctrinal. Destaca, más 9, 17 s; etc.). En relación con esta efµsión bautismal del
bien, aquellos aspectos del Espíritu que más interesan a la Espíritu, es interesante recoger el testimonio autobiográfi-
vida cristiana y a la vida de la Iglesia. Respecto a la primera, co de san Cipriano: «Estaba atado a los muchísimos vicios
Zenón ve la inserción del Espíritu a partir del bautismo y de mi vida pasada y ni siquiera creía que pudiera librarme
considera a la Tercera Persona divina como la causa instru- de ellos ... Pero llegó la ayuda del agua que regenera. Que-
mental del cambio ontológico del hombre. Habiendo obte- dó borrada la corrupción de la vida anterior y se derramó
nido el Espíritu Santo en el bautismo, el cristiano <<deja de de lo alto una luz en mi alma purificada y cambiada. Recibí
ser lo que era y empieza a ser lo que no era». Metido dentro del cielo el Espíritu y a través de un segundo nacimiento
del hombre como la <<semilla del Padre», el Espíritu no me convertí en un hombre nuevo. Después de aquello,
constituye un principio inerte, sino que puesto en la carne la todas las dudas que tenía se convirtieron en certeza de una
hace fecunda, predisponiéndola para la resurrección, que manera que no sabría describir ... Comprendí que empezaba
constituye la obra del Espíritu y es la consecuencia inatural a pertenecer a Dios todo lo que había animado el Espíritu ...
del hecho de que el Espíritu - principio teofóríco- ha No hay medida ni límite alguno en la fruición de los dones
tomado posesión de nosotros. En una palabra, la resurrec- de Dios, a diferencia de lo que ocurre con los bienes terre-
ción está ligada al bautismo. Es su consecuencia. nos. El Espíritu se derrama en abundancia y no se ve limi-
tado por ningún confín, ni frenado por ninguna barrera que
No podemos detenernos más profundamente en la doc-
lo encierre o lo frene dentro de unos límites estrechos. El
trina pneumatológica de Zenón. Pero creo que, a nivel de
Espíritu mana continuamente y fluye en abundancia; lo
actualización, pueden recordarse dos aspectos que están
único que se necesita es que nuestro corazón tenga sed y se
presentes tanto en su pensamiento como en toda la tradi-
abra ... El Espíritu que hemos recibido actúa con su poder,
ción patrística. El primero es la relación tan viva qwe se da
ya que participamos de una nueva vida» 35 •
entre el bautismo y el Espíritu Santo. Las vicisitudes histó-
ricas que en Occidente llevaron a separar el sacramento de Otro aspecto que vale la pena subrayar partiendo de
la regeneración del sacramento de la confirmación (original- una lectura de los Padres como Ireneo y Zenón, se refiere
mente un solo sacramento) han relativizado de alguna ma- a la relación entre el Espíritu Santo y la resurrección. Estos
nera el papel del Espíritu Santo, desplazando el acento autores, representantes de una sólida tradición patrística,
hacia el perdón de los pecados y la regeneración. señalan cómo la resurrección de la carne constituye el fruto
y la consecuencia de una larga cohabitación con el Espíritu.
No cabe duda de que este cambio -al menos en la
En otras palabras, el «Creo en la resurrección de la carne>>
Iglesia latina- ha dado nuevas dimensiones y ha «pospues-
to» el papel del Espíritu Santo al sacramento sucesivo de la
confirmación. ¿Pero no habrá que recuperar la idea de que " CIPRIANO, Ad Donatum N-V.
108 fV LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA N . LOS PADRES Y LA PNEUMATOLOGÍA 109

puede reducirse en el fondo al «Creo en el Espíritu Santo, vencimiento de que la fe en el Espíritu Santo, que «es
que es Señor y dador de vida». Para utilizar una imagen Señor y da la vida» es mucho más que un enunciado doc-
que encontramos también en los Padres, la muerte -ese trinal; se trata de una profesión de esperanza y de confian-
monstruo tan voraz- nos devorará a todos, pero nos vomi- za en el Dios trinitario que no deja a medias el «proyecto»
tará después de constatar que nuestra carne, transformada hombre.
por el Espíritu, ya no es comestible.
En esta reseña de funciones que los Padres atribuyen al
Espíritu Santo podríamos ir más allá. Podría desta,carse,
por ejemplo, su papel respecto a la Iglesia. Hablando por
medio de imágenes, los Padres subrayan con insistencia la
función del Espíritu como principio de cohesión, de 1eleva-
ción y de guía de la comunidad cristiana.
Para los predicadores cristianos de los primeros siglos,
los artículos de fe del Credo que se refieren a la historia de
la salvación encuentran su explicación última en la Tercera
Persona divina: el Espíritu es el fundamento de la Iglesia
una, santa, católica, de la comunión de los santos, de:l per-
dón de los pecados y -como hemos visto- de la resurrec-
ción de la carne. El es también el autor de la salvación
fuera del cristianismo en aquella Iglesia que -según Agus-
tín- comienza en Abel y comprende a todos los hombres
justos.
Un diálogo con las religiones no cristianas y hasta con
los no creyentes tiene que tener muy en cuenta que el
Espíritu encuentra también en ellos la forma de expresarse.
Hay un criptocristianismo que es obra del Espíritu Santo y
que es preciso reconocer. Como atestiguan los H echos y
como predicaron Clemente, Agustín y Basilio, el don del
Espíritu se les concede también a los paganos (Hch 10,45:
«Los creyentes judíos que habían venido con Pedro queda-
ron asombrados de que el don del Espíritu Santo se hubie-
ra derramado también sobre los paganos»). La acción del
Espíritu Santo se adelanta a la acción evangelizadora del
hombre. Así pues, los Padres nos han transmitido e:I con-
;;

V
Los Padres y la escatología

Es un hecho que el tratado sobre las «cosas últimas»,


cuando existe, aparece como un apéndice en los libros de
dogmática. Pero no es menos cierto que «la predicación de
Jesús y de la Iglesia primitiva procede del centro focal de la
escatología» 1• Por tanto, no estaría fuera de lugar «una
revisión de los conceptos teológicos a partir de una exégesis
del Nuevo Testamento centrada en la predicación del Rei-
no que ha de venir» 2 •
Desde este punto de vista es interesante la aportación
que nos pueden brindar los Padres de la Iglesia desde el
momento en que, aunque en un contexto y en una época
diferentes, mantuvieron su fe en este dato recibido de la
tradición apostólica y fundamental en la predicación de
Jesús, que estuvo centrada en el Reino.
El tema del Reino, del Señorío de Dios, presente un
centenar de veces en los evangelios sinópticos, sirve para
mt'.dir el concepto mismo de discípulo.
Jesús exige a sus discípulos un seguimiento incondicio-
nado, que sólo puede comprenderse «sobre la base de su

' P. R.rCOEUR, Il conflitto del/e interpretazioni, Jaca Book, Milán 1977,


4 17.
2
lbld.
112 V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGI.A 113

singular mandato de anunciar el Reinado inminente de Dios. be: «Los cristianos de la primera generación creen en la
Teniendo en cuenta la cercanía apremiante de este R,eino, victoria escatológica de Cristo, porque creen que él ha ob-
no se puede perder el tiempo; por tanto, el seguimiento no tenido ya la victoria. Creen en el Reino futuro de Dios,
puede tolerar treguas y es preciso renunciar a todo re¡plan- porque creen en el Reino actual de Cristo ... Por esta razón
teamiento y a todo vínculo humano» ' · Hasta qué punto no es preciso mencionar la esperanza en los primeros resú-
fue fructuoso el seguimiento de Jesús vivido en esta pers- menes de la fe: está implícita en la certeza d e que Cristo
pectiva escatológica, lo podemos deducir del entusiasmo reina al presente: Kyrios Christos» 6 •
misionero del cristianismo primitivo 4 y de la expansióin tan Por otra parte, afirmar que Cristo murió y resucitó y
rápida que experimentó. relacionar este hecho - tal como lo hacen los escritores del
En el anuncio apostólico (Pablo, los Hechos ... ) a1sisti- Nuevo Testamento- con nuestra existencia personal me-
mos, sin embargo, a un cierto cambio: el tema del Reino o diante un «pro nobis», «propter justificationem nostram»,
del Señorío de Dios casi está del todo ausente y se ve «pro peccatis nostris», significa implicar al hombre en esta
susLiLuido por el anuncio del Kyrios Christos. El motivo de experiencia: hacerle pasar del papel de espectador al de
este cambio es evidente: Cristo proclamó el Reino, la comu- ce-protagonista. En este caso, la victoria de Cristo se con-
nidad cristiana lo anuncia a él, su resurrección, como primi- vierte en la victoria del cristiano y su Reino en nuestro
cia de este Reino. Por tanto, el Sefiorío de Dios en su Reino. Es lo que indica la carta a los Hebreos al d ecir que
cumplimiento sigue siendo todavía un bien futuro, aunque los cristianos «fueron una vez iluminados, saborearon el
en sus comienzos está ya presente en el Señorío de Cristo don celestial, participaron del Espíritu Santo, gustaron la
resucitado. excelencia de la palabra de Dios y las maravillas del mundo
A pesar de esta certeza de Cristo vivo después de la futuro» (6,4-6). De forma parecida, en la carta a los Colo-
muerte, el anuncio de la «parousía» 1, es decir, la proclama- senses Pablo declara: <<el Padre os ha hecho dignos d e
compartir la herencia de los creyentes en la luz. Él es quien
ción de la esperanza en el retorno del Señor parece poco
frecuente en las primeras confesiones de fe. O. Cullmann nos arrancó del poder de las tinieblas y quien nos ha trasla-
nos brinda la respuesta a este dato concreto cuando escri- dado al reino de su Hijo Amado» (1,12-13 ). Es, sin embar-
go, la efusión del Espíritu Santo sobre cada uno de los
cristianos lo que constituye el signo del acontecimiento
J Estas consideraciones de M. HENGEL se basan en el logion d1! Jesús, escatológico ya en acto, como se nos atestigua en Hch 2,16;
presente en Mt 8,22 («deja a los muertos que entierren a los muertos,,,) y que «(Pedro dijo:) Se ha cumplido lo que dijo el profeta Joel:
-a jukio del autor alemán- expresan uno dureza ligada a la urgencia del
momento, o bien a la inminencia del Reino (Seguimiento y carisma, Sal "En los últimos días, dice Dios, derramaré mi Espíritu sobre
Terrae, Santander 1981, 13s). todo hombre"».
' Cf., a este propósito, M. HENGEL, Seguimiento ..., 128-129. Este autor
observa además que «la vocación de los discípulos concretos hecha por Jesús A partir de estas y de otras afirmaciones 7, se puede
al servicio del Reino de Dios en irrupción constituye el primer punto de
partida de la primitiva misión cristiana y de la formación de la tradici6n sobre considerar que el cristianismo primitivo vivía en un clima
Jesús, que más tarde encontró su expresión en los evangelios» (!bid., 129).
' El concepto «parousía» procede del mundo helenista e indica la llegada
de un soberano o de un personaje ilustre, que es acogido y saludadc, solem- • O. CULLMANN, Le prime confessioni di jede..., 59.
7
nemente. Cf., por ejemplo, Rom 8,15¡ Gál 4,6¡ etc.
V LOS PADRES Y LA ESCATOLOGfA
• V. LOS PADRES Y LA ESéATOLOGÍA 115
114

de «escatología realizada», donde el «ya» de la salvación ne paciencia con vosotros, porque no quiere que alguno se
8
obrada por Cristo adquiere -a veces de forma peligrnsa - pierda, sino que todos se conviertan.» Esta interpretación
más importancia que el «todavía no» que está por comple- expresa un cambio en el sentimiento de los cristianos que,
con el correr de los años, no se considerarán ya los redimi-
tar.
dos a través del bautismo, los santos que aguardan la paru-
Tampoco cabe duda de que en el anuncio cristiano sía próxima, sino los que se ven invitados continuamente a
primitivo la escatología y la ética estaban estrechamente la conversión para estar preparados cuando llegue el último
unidas entre sí. Como Pablo observa, «la noche está muy día. El tiempo presente se configura entonces como el es-
avanzada y el día se acerca; despojémonos de las obras de pacio que corre entre la primera y la segunda venida de
las tinieblas y revistámonos de las armas de la luz. Portémo- Jesucristo que se nos ha dado como preparación. Es preci-
nos con dignidad, como quien vive en pleno día. Nada de samente el espacio de la penitencia.
comilonas y borracheras; nada de lujuria y libertinaje; nada De todas formas, es un hecho que el retraso de la paru-
de envidias y rivalidades» (Rom 13,12-13). sía lleva a creer en una venida del fin no inmediata, pero
Hay que observar que el sentimiento escatológico de las ciertamente bastante próxima.
primeras generaciones cristianas sufrió cierto cambio en En resumen, la conciencia escatológica de los cristianos
relación con el tiempo de la manifestación definitiva de no se perdió con el retraso del fin esperado. Más aún, fue
este Reino. ¿Cómo interpretar el hecho de que ta1rda en precisamente esta persistencia del sentimiento escatológico
realizarse? La idea de la presencia de Cristo <<vivo» en- la que ejerció una influencia notable en el origen de la
tre los suyos y la percepción del Espíritu como el «don» ascesis cristiana.
ya concedido nos mueve a pensar que esta dilación no
9
produjo una crisis en la comunidad primitiva • Pero hay La idea de encontrarse no lejos del fin determina en el
fondo a la vida misma, eleva su tónica, introduce nuevos
que buscar las razones de ello. Una respuesta es la que nos
ofrece 2 Pe 3,4.9: «Queridos ... , sabed ante todo que en los criterios de valoración de los bienes temporales. En reali-
últimos días vendrán hombres burlones que... os dirán con dad, si se observan los escritos de los Padres Apostólicos,
sarcasmo: "¿Dónde queda la promesa de su gloriosa venida se observa que la mención de los últimos acontecimientos
iYa han muerto nuestros padres y todo está igual que al no es casi nunca una afirmación atemporal o una invitación
principio del mundo!'' ... No es que el Señor se retrase en a la inercia (como se había verificado antes en Tesalónica),
cumplir su promesa como algunos creen; simplemente, tie- sino que, con frecuencia, se muestra unida a diversas reco-
mendaciones de carácter ético. Así se advierte, por ejemplo,
en la Carta a Bernabé, donde leemos: «Sabed a quién podéis
hacer bien y no dejéis de hacerlo. Está cerca el día en que
• Pensemos, en este sentido, en la crítica de Pablo a los cristianos «pneu-
máticos» de Corinto que, malentendiendo el sentido de la escatología en acto
todo se vendrá abajo juntamente con el enemigo malvado.
y sintiéndose ya resucitados con Cristo (cf. Ef 2,6; Col 2,12-13) se sentían Está cerca el Señor con su recompensa» (21).
liberados de las «leyes» de la tierra y proclamaban su libertad de conciencia,
sin pensar en los más «débiles» presentes en la comunidad (cf. 1 1Cor 4-6). También es significativo el testimonio del Pastor de Her-
9 Cf. E. LOHSE, Teología del Nuevo Testamento, Cristiandad, Madrid
mas: «Lanzó un grito y me increpó de este modo: "ilnsen-
1978, 95-98.
116 V. LOS PADRES Y LA ESGATOLOGfA V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGfA 117

sato! ¿No ves que la torre ( = la Iglesia) está aún en cons- mundo presente depende de la mujer que da a luz; por esto
trucción? Cuando se termine, entonces vendrá el fin ... Pero se decía: «La virginidad de la mujer es oro; la continencia
se necesita poco tiempo para que se edifique el ültimo del hombre es plata» u. Con esta forma de pensar me pare-
trozo ... iBasta! No me preguntes nada. Este aviso se:rá su- ce que está de acuerdo el autor de la Segunda Carta de
ficiente para que tú y los santos os renovéis en el espíritu ... Clemente a los Corintios cuando escribe: «La expresión "en-
Mirad que el juicio es inminente: las personas bien acomo- tre varón y mujer, ni varón ni mujer" quiere decir que,
dadas deben buscar a los pobres mientras la torre está en cuando un hermano ve a una hermana, no tiene que consi-
construcción, ya que cuando se acabe os sentiréis ansiosos derar el sexo femenino ni elJa debe pensar en el sexo mas-
de hacer obras buenas y no quedará ya lugar para ello"» culino. Si obráis así - quiere decir-, vendrá el Reino de
(16-17). Para Ignacio la apelación a los últimos tiempos va mi Padre» 14•
unida a una invitación a respetar y a temer la paciencia de También en esta interpretación que relaciona la ascesis
Dios 10• con la escatología se da un vínculo con la tradición neotes-
En los textos relativos a la parusía aparece con toda tamentaria. En efecto, la opción de Jesús por el celibato
claridad un hecho: los primeros cristianos no se sitúan ante -no producida por desprecio a la mujer ni por repulsa del
los acontecimientos últimos como ante un hecho predeter- matrimonio o de la sexualidad- tiene que relacionarse más
minado e irremediable; tienen que adelantar su ve.nida y bien con su conciencia profética, y aparece de acuerdo con
vivir en tensión hasta que venga. Es decir, la hora del fin su escatología («Otros eligen no casarse por causa del Rei-
depende de nosotros: tiene que producirse con nuestra no de los cielos» (Mt 19,12).
vida y tiene que pedirse en la oración. Es ésta, sin duda, la No se condena el matrimonio (cf. 1 Cor 9,5), pero
opinión del autor de la Didaché cuando escribe: «iQue -precisamente a partir de la predicación de Jesús- se
venga tu gracia y pase este mundo! ... Maranatha!>> 11 • pone de relieve un elemento nuevo: la realidad nueva y ya
¿Cómo apresurar la irrupción plena del Reino de Dios? preponderante del Reino lo relativiza todo, incluso el sexo
A través de la práctica de la ascesis. Como declara E. Peter- y el matrimonio •~. Pues bien, si se observan con atención
son examinando algunos antiquísimos Hechos apócrifos, los textos del período apostólico anteriormente citados se
«esta ascesis guarda una estrecha relación con la fe escato- advierte la afirmación de un sentimiento de malestar respec-
lógica: se trata de apresurar la llegada del Reino de Dios» 12 • to al matrimonio, precisamente a partir de la escatología: si
Pero ¿cómo? Poniendo fin al proceso generativo. «Mientras hay que apresurar la llegada del Reino mediante la castidad,
den a luz las mujeres, reinará la muerte; el Reino de Dios el matrimonio pierde valor y queda incluso depreciado. No
llegará cuando se supere la distinción entre los sexos ... » Al es difícil observar cómo concurrieron diversos elementos en
final - sigue escribiendo Peterson-, la consistencia del este cambio: el primero de todos ellos es el rigorismo judeo-

'º Cf. I GNACIO, Ad Ephesios, 11. 11


lb!d., 203.
" Didaché, 10. " CLEMENTE, lI Epist. ad Corinthios, 12.
12 E. PETERSON, L'origine dell'ascesi cristiana, <<Euntes doc,ete» I/II
" Cf. R CANTALAMESSA, Cristianesimo e valori terrem: Ed. Vita e Pen-
(1948) 203. siero, Milán 1976, 8.
118 V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA T v. LOS PADRES y LA ESCÁTOLOGíA
Cambio de perspectiva
119

cristiano, en el que la abstinencia, la pobreza y el vegetaria- más «personalizada». En resumen, no se enfrenta ya con la
nismo caminaban a la par 16• idea de un retorno de Cristo y de una convocatoria univer-
sal para el juicio de todos; prevalece más bien la idea del
Si del período de los Padres Apostólicos se pasa al final cierto de cada uno y de su confrontación inmediata
inmediatamente posterior, se advierte un cambio respecto con Cristo, adquiriendo además mayor espacio un senti-
al sentimiento escatológico. En efecto, mientras que en los miento de «temor» relacionado con la certeza del «tremen-
escritos de los Padres Apostólicos encontramos que sigue
do» juicio divino. Solamente a través de las buenas obras es
estando muy viva todavía la espera del próximo fin, que los
posible salir indemne de él. Por tanto, en la conciencia
cristianos deben incluso acelerar, en el testimonio de los
cristiana de esta época, el temor al castigo reservado para
Apologistas se dice que el mundo está en pie gracias a la
los que pecan es un incentivo para obrar bien y para supe-
súplica de los cristianos 17• Justino declara que los cristianos,
rar las lisonjas de este mundo y las amenazas de los perse-
si no temen la muerte, no por ello buscan el suicidio, ya
guidores. En este sentido es muy atinada la observación de
que, «si todos nos suicidásemos, acabaríamos con la gene-
A. Harnack, para quien «en el cristianismo del siglo II
ración y no habría. ya nadie que se instruyera en las ense-
permanece el terror; mientras, se va debilitando la viveza
ñanzas divinas; impediríamos la vida del género humano y
primitiva, van creciendo los peligros de la vida mundana y
actuaríamos entonces en contra de la voluntad de Dios» 18 •
se amengua la libertad de la moral, que se hace esclava de
Un poco más adelante el mismo Justino añade: «Dios tarda
la ley y rigorista» 21 • El miedo al juicio y al castigo comienza
en cumplir la catástrofe y la disolución de todo el mundo
con la destrucción de los ángeles malos, de los demonios y a imponerse cada vez más.
de los hombres, debida a la semilla de los cristianos, en El carácter eminentemente escatológico del mensaje
19
cuya generación encuentra un motivo para ese retrnso» • evangélico no podía menos de reflejarse también en toda
Finalmente, para Tertuliano el fin del mundo tendrá una serie de doctrinas relativas al más allá y que muestran
lugar con la disolución del imperio romano. Así pues, los cómo el cristianismo -aun deñtro de la fidelidad a su
cristianos rezan «para que se retrasen esos acontecimientos vocación escatológica- se abrió a «influencias» culturales
y para que prosiga el poder del imperio romano» •
20
diversas, asumidas en parte y en parte rechazadas.
Sobre la base de estos textos (siempre «parciales», ya A este propósito llama la atención el llamado «milena-
que dirigidos a un público pagano que no se podía asustar rismo» o quiliasmo (del griego chiliás = millar).
ni desconcertar por la idea del fin próximo), la fe escatoló-
gica de los cristianos tuvo que sufrir un cambio: se hizo Esta doctrina, que surgió en el ambiente judeocristiano
y se desarrolló bajo la sugestión de algunos textos bíblicos
y apócrifos 22, profesaba la existencia de un reino terreno de
16 Cf. P. F. BEATRICE, Continenza e matrimonio nel cristianesimo primiti-
Cristo antes del final de los tiempos, entre la resurrección
vo, en R. CANTALAMESSA (ed.), Etica sessuale e matrimonio ne! cristianesimo
delle origini, Ed. Vita e Pensiero, Milán 1976, 65.
17 Cf. A.lúSTIDES, Apología 16,7.
1
• JusTINo, 2 Apol. 4,3. n A. 1-IA.RNACK, La esencia del cristianismo ..., II, 69.
1
• Ibíd., 7,1.
22 Cf. Ez 36-40; 1 Henoc: N Esdras; Apoc. de Baruc 39, 4; Apoc 19-20;
20
TERTULIANO, Apologético .32. 1 Tes 4; etc.
120 V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA
• V. LOS PADRES Y LA EScATOLOGÍA 121

y el juicio final. En ese reino los santos vivirían en la espera La acentuación que pone Ireneo en la doctrina milena-
de su transfiguración completa y de su entrada en la vida rista 26 tiene un carácter polémico, en reacción contra los
incorruptible (cf. 1 Cor 15 ,25; 1 Tes 4, 17; Apoc 2 O, 13). gnósticos que «no aceptan la salvación de su carne>> 27 y
Pero nada se dice sobre la naturaleza y la duración de ese <<desconocen las "economías" de Dios, el misterio de la
reino. Al lado de este milenarismo primitivo, expres:ión de resurrección <le los justos y del reino que será el preludio
la doctrina común, se fue desarrollando otro, heterodoxo, de la incorruptibilidad ... » 28• En el siglo n la reacción anti-
excesivamente materializante, que surgió en el ámbiito del montanista y la afirmación de la cultura espiritualista alejan-
ebionismo y que fue condenado por los Padres 2' . drina contra la orientación teológica asiática marcará pro-
Entre estas dos corrientes es donde hay que situar el gresivamente la decadencia del milenarismo, cuyos rasgos
auténtico milenarismo, que desarrolla la doctrina del retor- sobrevivirán, como expresiones de arcaísmo teológico, en
no y del Reino de Cristo, asociando a las categorías de la algunos autores occidentales.
apocalíptica judía los temas cristianos de la parusía, de la En épocas posteriores e incluso durante el período de la
resurrecdóu, del Reino de Cristo, ya presentes en san Pa- Iglesia «constantiniana», el sentimiento escatológico sigue
blo ◄.2

siendo una «intencionalidad» o una carga que contribuyó a


Uno de los defensores principales de este pensamiento determinar la moral y la ascesis. En efecto, la impresión de
fue Ireneo de Lyón, que en cuatro ocasiones apela a los encontrarse en la inminencia del fin determina la vida, ele-
presbíteros y a Papías de Hierápolis como garantes de esta va el tenor de la misma, introduce nuevos criterios de valo-
enseñanza que habían recibido de Juan, el cual, a su vez, ración de los bienes temporales.
afirmaba que se la había oído al Señor 25•
Para el siglo III pensemos en el testimonio más bien
Para Ireneo, es precisamente el testimonio subapostóli-
catastrofísta de Cipriano, que en su Ad Demetrianum escri-
co sobre el milenarismo la mejor prueba de su «authentfa»,
be: «Debes saber en primer lugar que el mundo va enveje-
hasta el punto que sospecha que son herejes todos los que
ciendo y no tiene ya las fuerzas que antes tenía ni la firmeza
no lo profesan. En efecto, para el obispo de Lyón e:l mile-
de aquel vigor con que nació ... ; lo demuestra el propio mun-
narismo se encuadra perfectamente en su concepción de la
do, atestiguando con la decadencia de las cosas que se está
«historia de la salvación», que se va desarrollando progre-
acercando el fin. Durante el invierno no llueve para hacer
sivamente.
que germinen las mieses; en verano no hay ya aquel calor
El quiliasmo constituye a sus ojos la etapa final, en la que antes hacía madurar los frutos ... : nadie debe sorpren-
que el hombre -y más particularmente la carne humana- derse ante el hecho de que todo perece, ya que el mismo
se preparará para recibir la incorruptibilidad que proviene mundo corre hacia el ocaso» 29 •
de la visión de Dios.

,. Cf. lbíd., V, .31-36.


" Cf. EUSEBIO, Hist. ecl. III, 28, 2; 7, 25,2s. " Ibíd., V, .31,1.
" Cf. J. DANCÉLOU, Théologie du judéo-christianisme, 190s. "' lbíd., V, .32, l.
" Cf. lRENEO, Adv. haer., 33,3; V, 33,4; V, .36,1; etc. "' CIPRIANO, Ad Demetrianum 3-4.
122 V, LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA
V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA 123

A partir de estas y de otras consideraciones el cristiano declara: «Es conveniente conocer el tiempo del fin, porque
tiene que aceptar su presencia en el mundo, pero debe un hombre que viaja, cuanto más se acerca a su casa, tanto
aspirar a salir de él. Además, si es ésta la actitud que hay más prisa se da. Cuando el camino es largo, incluso los
que mantener resulta por lo menos incongruente la conduc- hombres rápidos caminan con pereza; pero cuando el cami-
ta del que po; un lado reza por la pronta llegada del Reino no es breve, entohces hasta los perezosos se muestran li-
(«iVenga tu Reíno!»), mientras que por otro se siente a geros» 3 4 •
gusto aquí abajo.
E n la predicación de los Padres, por consiguiente, se
«¿Por qué rezamos y pedimos que venga el Reino de los adopta la confrontación con un futuro ya inminente, o bien
cielos, si nos gusta seguir estando prisioneros en la tierra? la apelación repetida a los <<novísimos» para juzgar el pre-
¿Por qué repetimos a menudo en nuestras oraciones y por sente, para dirigirlo, para modificarlo, pero sobre todo para
qué pedimos que se adelante el día de su Re~o, si nmestr~s señalar toda su precariedad. Y esta concepción no aleja del
mayores deseos y nuestros mejores votos consisten en servir mundo, sino que incluso deja su huella sobre toda la ética
en la tierra al diablo, más bien que en reinar con Cristo?» Jo_ social cristiana de los primeros siglos. En efecto, algunos
Todavía en el siglo IV, aparece con insistencia en la obispos del siglo IVN como Basilio, Hilario, Juan Crisósto-
predicación de los Padres la apelación al fin del mundo, mo, Ambrosio, Agustín -por limitarnos a los más conoci-
pero no hasta el punto de dar miedo ni tampoco -a 10? ser dos-, entendieron cómo la superación de las injusticias
raramente, como en el caso de Cipriano- para acons,eJar la que padecía su sociedad tenía que brotar de la modificación
huida del mundo. interior del hombre: de una relación distinta con el mundo,
Según Hilario de Poitiers, una de las principales tareas no de un simple cambio de las estructuras, en el que ni
del obispo/predicador es la de mantener al cristiano abierto siquiera se les ocurre pensar. Ninguno de esos Padres, por
hacia el futuro 31, en actitud de espera. Se trata de apartar ejemplo, lucha por abolir la esclavitud, pero la vacían de
a los cristianos de la tentación de vivir solamente para el contenido al insistir en la fraternidad Lmiversal, en la pater-
«hoy», haciéndoles caer de nuevo en el paganismo en don- nidad de Dios, en la corresponsabilidad de cada uno respec-
de los hombres viven «sin pensar en el futuro» JZ_ Estando to a su prójimo.
ya cerca del fin -declara además Hilario de Poitiers- «es Adetnás, estos obispos - aunque con diversos matices -
preciso que trabajemos con empeño, puesto que ya está mantienen esa tensión escatológica que constituye una de
preparada la paz del gran sábado», y esto «mediante las las peculiaridades del anuncio evangélico. En virtud de ella,
obras buenas» 33• algunos pastores como los citados anteriormente reconocen
Explicando el sentido de esta apelación frecuente a la que el cristiano se encuentra en el centro de un bipolarismo
escatología, el autor del Opus imper/ectum in Matthaeum entre el «ya» y el «todavía no». Teniendo en cuenta todo
esto, el compromiso del cristiano en el mundo consiste para
ellos en vivir dentro del presente con una fuerte conciencia
JO La pestilencia 18.
" Hn..Aruo, Comm. in Mt 27,2.
" Así se expresa ZENóN DE VERONA, Tract. 11, 1,16.
" Tract. in Ps. CXVIII, 10. ,. Opus imper/ectum in Mt. - Hom. 48,3.
124 V. LOS PADRES Y LA ESCATOLOGÍA

de la relatividad de todas las cosas y del futuro hacia el que VI


se encamina. Sin embargo, este aliento por el futuro no
legitima la huida de la realidad, ya que también el presente Los Padres y la eclesiología
es tiempo de Dios y el pobre se encuentra hoy en Jesucristo.

La eclesiología en los Padres Apostólicos

Los escritos del Nuevo Testamento, lo mismo que tra-


tan el misterio de Cristo desde diversas perspectivas, pre-
sentan también diversas «eclesiologías» 1•
Se trata de una diversidad que no reniega de un hecho:
la conciencia que tienen las comunidades cristianas de en-
contrarse en el único fundamento del anuncio de Jesús, que
se hace inteligible a través de diversas imágem:s. «La Igle-
sia que nos atestigua el Nuevo Testamento es Iglesia de
Jesucristo solamente por este motivo: porque su único de-
seo es preocuparse de que el anuncio salvífica de Jesús,
ampliado en el cuadro de la misión a toda la tierra, comu-

' Pensemos en el Evangelio y en los Hechos de Lucas, que consideran a la


Iglesia como el espacio del Señorío de Dios; en Mateo, para quien la Iglesia es
«el verdadero Israel»; en Pablo, que presenta a la Iglesia como el nuevo
pueblo de Dios, fundado sobre la antigua promesa y sobre la fe en Cristo. En
las cartas pastorales la Iglesia toma un aspecto cada vez más institucionalizado
y aparece como el fundamento de la verdad que posee la enseñanza apostólica.
En el cuarto evangelio prevalece el aspecto «comunional» de la nueva realidad
de Iglesia, mientras que en el Apocalipsis ésta se perfila como el verdadero
Israel escatológico.
126 V1 . LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA 127

nique a todos los hombres la salvación a través de él» • Por


2
algunos textos de la época, puede definirse como un «ser
tanto, es inconcebible una adhesión a Cristo que prescinda extraños en el mundo» 7• De esta opinión es la 2 Carta de
de la comunidad. Edificada como está sobre el «fundmmen- Clemente, en la que se presenta el ser del cristiano en el
to de los apóstoles y de los profetas» y teniendo a Cristo mundo como «vida de forastero» (paroikía) o «existencia
como piedra angular (cf. Ef 2,20), la Iglesia es por tanto de emigrante» (epidemía), debido a la t!nemistad vigente
«algo constitutivo para la existencia cristiana ... No hay fe entre este mundo y el futuro 8 • En la Carta a Diogneto
en Cristo, comunión con Cristo, vida en Cristo más que en aparece de nuevo este «extrañamiento», pero mitigado por
el seno de la comunidad creyente unida con su señor>> •
3
un sentimiento de responsabilidad del cristiano frente al
mundo. <<El alma -leemos-, aunque habita en el cuerpo,
Esta certeza es la que refleja A. Harnack cuando escri-
no es del cuerpo; y los cristianos, aunque viven en el mun-
be: «El mero hecho de que casi desde los comienzos del
do, no son del mundo... El alma está encerrada en el cuer-
cristianismo los cristianos se pusieran a reflexionar y a es-
po, pero es ella la que sostiene al cuerpo y los cristianos
pecular, no solamente sobre Dios y sobre Cristo, sínoi tam-
están en el mundo como en una cárcel, pero son ellos los
bién sobre la Iglesia, indica cuán profundamente estaba
que sostienen el mundo» 9 • Por su parte, Teófilo presenta a
impresionada la conciencia cristiana por la idea de ser un
las comunidades cristianas como comunidades de diáspora,
pueblo nuevo, es decir, el pueblo de Dios» 4. Lo cie:rto es
o bien como islas que salvan de las olas del mundo. «Dios
que una parte de las reflexiones del judeocristianisma, esta-
les ha dado ... lugares donde reunirse, llamados santas igle-
ba ya dedicada a profundizar en el misterio de la Iglesia
sias, en las cuales ... están las enseñanzas de la verdad; en
como entidad teológica 5 • Dos elementos contribuyeron a
ellas se refugian los que quieren salvarse» 10•
esta reflexión:
De la eclesiología neotestamentaria de tenor escatológi-
l. inicialmente la reflexión bíblica sobre el pueblo de
co presente en las mismas calificaciones que se atribuyen a
Israel y la que desarrollaron el esenismo y la apocalfptíca,
los cristianos («elegidos», <<santos», «llarnados», «fieles»,
que se encargaría de recoger el grupo judeocristiano 1';
«hermanos» ... ), se pasó a una eclesiología de «extrañamien-
2. las condiciones socioculturales en las que se encon- to» en la que, sin embargo, sigue imborrable la huella del
tró el cristianismo en el período subapostólico. cristianismo primitivo 11 •
Por eso mismo, el desarrollo de la eclesiología en el Con Ignacio de Antioquía asistimos a la afirmación de
siglo II debe relacionarse con la autocomprensión que los una eclesiología trascendental. Usando en sentido a-mítico el
cristianos tenían de sí mismos y que, sobre la base de esquema prototipo-tipo, el obispo de Antioquía insinúa una

' J. FINKENZELLER, Von der Botschaft Jesu zur Kitche Christi, Do111 Bosco ' Cf. sobre este tema las observaciones, a las que me referiré, de C.
Verlag, Múnich 1974, 36. ANORESEN, Die Kirchen der alten Christenheit, Verlag. Kohlhammer, Stuttgart
> Para estas y otras reflexiones cf. R. SCHNACKENBURG, La Chiesa ne! 1971, 17-29.
Nuovo Testamento, Morcelliana, Brescia 1975, 14-25. • Cf. CLEMENTE, I Epist. 5-6.
' A. 1--IARNACK, Storia del dogma I, Mendrisio 1903, 172. ~ Ad Diognetum, 6.
' Cf. J. DANilLOU, La teologia del giudeo cristianesimo ..., 399. 'º TEóFILO, Ad Autolicum II, 14.
• Cf. lbíd., 399-400.
11
Cf. C. ANDRESEN, Die Kirchen ... , 28-29.
VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGIA 129
\.1. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGiA
128
de la comunidad en sumo sacerdote, sacerdotes, levitas y
«reflexión teológica sobre la Iglesia como comunión de
laicos 11 •
amor, en la comprensión básica de que la Iglesia de aquí
abajo, en su vida, en sus relaci?nes internas y ~us opera-~º- Tanto aquí como a propósito del Pastor de Hermas y del
ciones, no es más que el refle10 y la repropos1aon terr~na Ad Autolicum, nos movemos en el ámbito de una eclesiolo-
de su Arquetipo celestial, el Dios uno y trino ep. su vida gía que tiene muchos rasgos comunes con la teología de la
íntima y en sus misteriosas interrelaciones» 12 • Esta es la diáspora del judaísmo tardío 18•
convicción que se refleja en diversos textos º. En este sen-
tido en la Carta a Los Magnesios 6, Ignacio invita a mante-
ner Ía unidad «con el obispo y con vuestros jefes, de modo La eclesiología de Ireneo
que seáis una demostración y una representación viva de la
eterna incorruptibilidad». La obra de Ireneo tiene que leerse dentro de un contex-
Se entiende perfectamente cómo, dentro de esta pers- to polémico concreto en contra del gnosticismo que se
pectiva, Ignacio cita entr<:! los pecados más graves _l~s cismas estaba propagando por la Galia en el siglo n. Sin embargo,
que impiden a la I glesia terrena ser una repropos1c1ón de la su eclesiología -al menos exteriormente- se muestra d es-
Iglesia celestial. pojada de carácter polémico y reproduce más bien el senti-
miento de la Tradición, de la que Ireneo es un fiel trans-
Junto a la eclesiología trascendental soste~ida ~or !gna_- misor 1~.
cio todavía en el siglo II se perfila una ecleszologza hzstórz-
co-;alvífi:ca presente en la I Carta de Clemente a l~s Corin- El primer aspecto que destacar en el pensamiento ecle-
tios 14 • En su base está la idea de elección que, s1 por un siológico del obispo de Lyón se deriva de la importancia
lado está anclada en la elección de Dios, por otro postula la que atribuye a la difusión del cristianismo en la tierra y a la
responsabilidad común de todos los fieles 11• La convicción unidad de fe (la única «regula fidei» ) que se mantiene por
de que constituyen un «pueblo santo» 16 va unida1 a un todas partes 20 : «Recibido este mensaje y esta fe, la Iglesia,
desarrollo histórico que parte de la Antigua Alianza para aunque dispersa por todo el mundo, lo guarda con cuidado,
llegar al pueblo cristiano. No hay un a solución de continui- como si así habitase en una sola casa; del mismo modo cree
dad y esto permite comprender por qué el autor de la carta en estas verdades, como si tuviera una sola alma y el mismo
apela al Antiguo Testamento para justificar la articulación corazón; proclama, enseña y transmite estas verdades en
pleno acuerdo, como si tuviera una sola boca» 21• Está pre a-
11 L. SCIPIONI, Vescovo e popo/o, Vita e Pensiero, Milán 1977, 10.
u Cf. Epist. ad Eph. 5; Epist. ad Magn. 7, 13; Epist. ad Tratl. 3; etc. 11
Cf. Ibld., 40,4.
" También tiene una orientación histórica la edesiología del Pastor de 11 Cf. C. ANoRESEN, Die Kirchen..., 35-40.
Hermas, para quien la Iglesia constituye tanto una reali~~ que trasciende a la 1' Cf. J. DANIÉLOU, /ntroduzio11e a P. BATIFFUL, La Chieso 11ascenle e il
historia en cuanto creada antes de todas las cosas (cf. Vmo 11, 4,1)_, como una cattolicesimo, ed. Vallecchi, Florencia 1971, XXVI.
realidad escatológica; una torre en construcción, o bien una_!nc1ana señora JO Para la eclesiología de Ireneo, cf. P . V. J?fA?!, La Iglesia en ta ~sc~ituro
que rejuvenece hasta presentarse como «mujer casada» (cf. Vmo lll, 2,4; 3,5: y en el siglo Il: Historia de los dogmas m, 3a, Biblioteca de Autores Cnst1anos,
II, 4,1; IV, 2,1-2). Madrid 1978, 167-174.
" Cf. CLEMENTE, I Episl. ad Cor, 59,2. " Adv. haer. I, 10,2.
•• Cf. lbfd., 30.
130 VI. LO:, PADRES Y LA ECLCSIOLOGiA
VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGiA
131
nunciada ya en las Escrituras por el mismo Espíritu 2
.2 que
m~sma es_ la fe de todos, ya que todos creen en un solo y
la anima. mismo D10s Padre, admiten la misma economía de la encar-
En el libro IV del Adv. Haereses Ireneo declara que la ~ación de!
Hijo de Dios, reconocen el mismo don del Espí-
verdad tiene necesidad de LesLigos para ser conocida. E ntre ntu, meditan en los mismos preceptos, observan la misma
los testigos «autorizados», el último resulta que es la Igle- forma de organización de la Iglesia, aguardan la misma veni -
sia. «Hemos dado a conocer la verdad - escribe- y se ha da del Señor, esperan la misma salvación de todo el hom-
manifestado la predicación de la Iglesia que predicaron los bre, es decir, del alma y del cuerpo» 27 •
profetas ... , que Cristo llevó a cumplimiento y que los após-
Sobre el funda~e~to de esta enumeración «catequísti-
toles transmitieron a la Iglesia, después de haberla recibido ca» de la verdad cristiana, podemos afirmar que existe una
de ellos, guardándola ella sola fielmente y transmitiéndola a verdadera esperanza de salvación donde existe una fe recta.
sus hijos» 23 • Fuertemente convencido de esto, Ireneo ense- Y ésta es así si se basa en 1a Tradición que se cultiva en la
ña que «no se debe buscar entre otros la Verdad, que es Iglesia 28 •
fácil tomar de la Iglesia, ya que los apóstoles reunieron en
ella, como en un rico tesoro y de la forma más plena, todo
lo que se refiere a la Verdad, para que todo el que así lo La eclesiología de Tertuliano y de Cipriano
quiera reciba de ella la bebida de la vida. Porque ella es la
entrada de la vida, mientras que "todos" los demás "son Mie_ntras que hasta pasada la primera mitad del siglo n
saqueadores y ladrones"» 24• la medida para definir la autocomprensión de la Iglesia
Ireneo argumenta observando que, si en la Iglesia. están eran las comunidades judías de la diáspora, a partir de
distribuidos los diversos carismas, en ella es donde debe ento~ces el crecimiento numérico de la Iglesia y su estruc-
residir necesariamente el Espíritu 25 • «Pues bien, el Espíritu t~;ac1ón 1?-ás institucionalizada hizo que la autocompren-
es Verdad. Por eso los que no participan de él, no se ali- s1on edes1?~ se plasmase y se modificase también por la
mentan de los pechos de la Madre (Iglesia) para tener la ~on~o~tac1on cada vez más tensa con el paganismo y sus
vida... ; huyen de la fe de la Iglesia para no quedar desen- mstl~uc1ones. Decae la edesiología del «extrañamiento» y
mascarados y rechazan el Espíritu para no ser instruidos» 26• empieza a destacar el concepto lucano de «apostolicidad»
misionera 29•
En resumen, no estar en la Iglesia significa carecer de aque-
llo que la anima: el Espíritu. Y estar privado de él significa Sin _distinguirse mucho de Ireneo, Tertuliano presenta a
no poseer la verdad que sólo él puede enseñar. Al contra- la Iglesia como el nosotros de los cristianos: «Nosotros somos
rio, estar en la Iglesia «nos permite ver que una sola y la
21
Ibfd., 20,1.
2
" Cf. Ibfd. Ill, 6,1. Sobre el Antiguo Testamento como prefiguración de '.En este senti?o, en la Carta dirigida a un tal Florino, presb ítero de la
Iglesia que se, hab1a pasado a la herejía, Ireneo afuma: «Estas opiniones
las cosas que hay en la Iglesia: cf. Ibíd. IV, 32,2.
21 (tuyas) no están de acuerdo cor~ ~a Iglesia y arrojan a la mayor impiedad a
Ibíd., V, prólogo. Cf. también lbíd., JI, 30,9.
" Ibfd., III, 4,1. qwenes t~s. comparten ...; esas opuuones no te las han transmitido los presbíte-
ros que vtvzeron t:ntes de nosotros y que trataron con los apóstoles» en E USEBl O
'' Cf. lbfd., Ill, 24,1. DE CESAREA, Hist. ecl. V, 20. '
,. lbfd., Ill, 24,1.
" Cf. C. ANDRESEN, Die Kirchen ..., 129-131.
132 VL LOS PADRES Y LA ECLESIC>LOGÍA Vl LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA 133

un cuerpo unido por el vínculo de la piedad, por la ui~dad La predilección de Tertuliano por la imagen de la Igle-
30
de la disciplina y por el pacto de la esperanza» • La ima- sia «madre» y por la nota de la unidad encuentra un firme
gen de la Iglesia como «cuerpo», pe~o tambi~n co~o «es- apoyo en Cípriano, el más grande teólogo de la Iglesia del
posa», «virgen», «madre», revela la mfluencia paulma so- siglo III, que poco después del 250 tuvo que experimentar
bre el autor africano. A sus ojos es el bautismo lo que hace en Cartago el cisma de Novato.
a la Iolesia «madre» 31• Fuera de ella no se da ningún. bau-
i:, Según Cipriano, la Iglesia es madre porque como espo-
tismo verdadero 32 • sa fecunda de Cristo nos lleva en su seno, nos engendra en
Tertuliano muestra que tiene una concepción altamente el bautismo y nos alimenta con la leche de la doctrina y de
teológica de la Iglesia; sin embargo, debido a los herejes los sacramentos 37 • De aquí se sigue que «no puede tener a
que combate se ve llevado a acentuar más bien el as.pecto Dios por Padre el que no tiene a la Iglesia por madre» 38 ,
visible e institucional de la misma, destacando ante todo la así como que «fuera de la Iglesia no hay salvación» 39• Una
unidad como la primera propiedad esencial de la comuni- administración de los sacramentos fuera de la Iglesia no
dad cristiana .B_ Se trata de una unidad que vincula a las tiene efecto. La verdad es que, para el obispo de Cartago,
diversas Iglesias entre sí y que se remonta a Dios mismo: el «sacrarnentum unitatis» de la Iglesia puede reducirse a la
«lo que las Iglesias recibieron de los apóstoles, los apósto- unidad de Dios, al misterio de la unidad en la Trinidad.
les de Cristo y Cristo de Dios» 34 • Como afirma en su trata- Como leemos en el tratado De oratione dominica 23, la
do De baptismo, la Iglesia no es solamente el cuerp? de Iglesia es «el pueblo reunido que proviene de la unidad del
Cristo, sino también «el cuerpo de los tres», es decrr, la Padre, del Hijo y del Espíritu Santo». Por tanto, el cisma
imagen terrena de la unidad divina 3' . será el delito más terrible, ya que constituye un atentado
El paso de Tertuliano al montanismo por el año 2?7 contra la unidad de Cristo y de Dios mismo.
supuso también un cambio en su concepción de la Iglesia, De esta perspectiva se deduce una nueva consecuencia:
que se concebirá, sobre todo, como sociedad caris_m_ática. la Iglesia es la única que posee el Espíritu Santo. Todo acto
Así pues, pasa de la Iglesia como «cuerpo de la Tn~udad» sacramental fuera de ella no tiene, por consiguiente, ningún
a la Iglesia como «Espíritu», donde desaparece la diferen- efecto 40 .
cia entre el clero y los laicos y donde la función de perdonar A diferencia de Tertuliano, Cipriano subraya el carácter
los pecados no se le confía estrictamente a la jerarquí:a, sino jerárquico de la comunidad cristiana, que es el pueblo uni-
al hombre que posee el Espíritu 36 . do a su obispo, signo y fundamento de la unidad. «Si al-
guien no está con el obispo, no está en la Iglesia» 41 • Ade-
'º Apolog. 39,1. más, lo que representa el obispo para cada comunidad, lo
" De baptismo, 20.
12
Cf. !bid., 15. ¡ p d
" Cf. P. T. CAMELOT, La doctrina de la Iglesia. La época de os a res
hasta Agustín exclusive: Historia de los Dogmas III, 36, 185-192. 17
Cf. De habitu virginum, 3.
" De praescriptione adv. haer., 21,3. .. ,. '8 De unitate Eccl. cath. 6; cf. también Epist. LllI, 2.
" De bapt. 6,2: «Porque donde están los tres, Padre, Hi¡o y Espmtu >t Epist. LXXIII, 2 I.
Santo, allí se encuentra también la Iglesia, que es el cuerpo de los tre:s.» '" Cf. Epist. LXX, 3; Epist. LXXI, l.
" Cf. De pudicitia, 21. " Cf. Epist. LVI, 8.
VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA 135
134

representa también el episcopado entero para la Iglesia uni- Esta ónica Iglesia es al mismo tiempo terrena y celestial,
versal. El signo y en cierto sentido el origen de esta unidad visible e invisible, jerárquica y pneumática. Esta estructura
de la Iglesia producida por la unidad del episcopado es suya sacramental es análoga a la del Logos encarnado.
Pedro, que cronológicamente fue el primero en ser llama- Esto nos permite comprender por qué le gusta a Oríge-
do, aún cuando todos los <lemás apóstoles gocen de los nes hablar de la Iglesia como «cuerpo de Cristo». Según
poderes concedidos a él 42 • En esta perspectiva, el obispo declara en su Comentat·io al salmo XXXI, 1, «(Cristo) resu-
de Roma representa para la Iglesia lo que era Pedro para el me en sí a todos nosotros; es él mismo el que en nosotros
colegio de los apóstoles: signo y fundamento. La eclesíolo- pasa hambre, el que en nosotros tiene sed, el que está
gía de la comunidad de Cipríano no va más allá en este desnudo y enfermo, huésped y encarcelado; y todo lo que
aspecto. se haga con cualquiera de sus discípulos, nos dice que se
hace también con él».
Al hablar de Cristo cabeza (o «alma») y de nosotros
La eclesiología de Orígenes
como miembros suyos, el doctor alejandrino desarrolla las
En el De principiis Orígenes índica que «son muchos los aplicaciones que están presentes en esta imagen paulina.
que creen que comprenden la verdad de Cristo, estando ¿Qué es lo que supone el hecho de que nosotros seamos
algunos de ellos en contraste con los otros; pero sigue «cuerpo de Cristo»?: que Cristo ahora participa y sufre en
vigente la enseñanza de la Iglesia transmitida por los após- la experiencia de sus miembros; que su gozo no es comple-
toles por orden de sucesión y conservado todavía en las to todavía, hasta que su cuerpo no se haya compuesto
Iglesia» 43 • Esta apelación a la tradición apostólica y edesiás- pacíficamente y por entero en la vida futura. «Si nos duele
tica, típica a partir de Ireneo, no mueve sin emba:rgo al una parte del cuerpo -escribe- ... nadie dice: "estoy bien,
alejandrino a mostrar la lista de sucesión de los obispos. No pero me duele el estómago", sino: "me siento mal, porque
obstante, está claro que para Orígenes son los obispos los me duele el estómago" ... El apóstol dice que sotnos cuerpo
que protegen la tradición apostólica. Exige de ellos un te- de Cristo y miembros suyos, cada uno por su parte. Por
nor de vida irreprensible, ya que son ellos los primeros tanto, Cristo, de quien todo el género humano y hasta
maestros de la comunidad. quizás la totalidad de la creación es cuerpo, siendo nosotros
sus miembros, cada uno por su parte, si uno de nosotros
Orígenes habla a menudo de las Iglesias particulares -que somos miembros suyos- se pone mal y sufre por
dispersas por toda la tierra; en este aspecto, sin embargo, algún pecado y no se somete a Dios, se dice justamente que
piensa más en la unidad espiritual que une a todlas las él, Cristo, no está sometido todavía, que son miembros
comunidades particulares que en un fundamento histórico suyos los que aún no se han sometido a Dios».
y en un órgano visible de esta unidad.
De forma parecida, en la Homilía VII sobre el Levítico,
2, vuelve a la imagen del cuerpo para señalar que Cristo
está todavía «incompleto»: «Si tú, que eres miembro suyo,
" Cf. De unit. Eccl. cath., 4. no crees que tienes la perfecta alegría si te falta algún
" De principiis I, prólogo, 2.
136 VI. LOS PADRES Y LA ECLF.SIOLOG ÍA
• VJ. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA 137

miembro, icuánto más nuestro Señor y Salvador, que ies la La eclesiología de Optato de Milevi y de Agustín
Cabeza y el autor de todo el cuerpo, pensará que no hay
para él perfecta alegría al ver que le falta a su cuerpo Antes de Agustín, fue el obispo africano Optato de
alguno de sus miembros!» 44 • Los textos citados y otros que
Milevi el que esbozó una eclesiología original, movido por
se podrían aducir ~5 justifican a fondo los intereses edesio-
su confrontación con Parmeniano, obispo donatista de Car-
lógicos de Orígenes, orientados más bien en una perspecti-
tago. En sus siete libros De vera Ecclesia, Optato se esfuer-
va escatológica que como reflexiones sobre las estruc1iuras
za en demostrar que las Iglesias donatistas no son verdade-
eclesiales.
ras, dado que existe una única Iglesia. Para probar su afir-
Prosiguiendo con la visión del doctor alejandrino que mación, se refiere a la única «cathedra» que - a diferencia
presenta a la comunidad como «cuerpo», la vida celestial se de Cipriano- no es ya solamente la cátedra del obispo
completará cuando todos se encuentren en la unidad. Esta local, sino la «cathedra Petri». Partiendo de Pedro, Optato
justificación del «cuerpo místico» de Cristo justifica tam- va enumerando la sucesión de los obispos hasta el actual
bién por qué no es todavía completo el gozo de los apósto- <<Siricio, que es ahora nuestro colega. Con él está de acuer-
les y de los santos: «Ni siquiera los apóstoles -escribe- do todo el mundo, junto con nosotros, por una unión de
han recibido su alegría. Porque ni siquiera los santos, al colegialidad, a través de la relación constitutiva del inter-
partir de aquí, consiguen los premios completos de sus cambio de las cartas de comunión» 47 • El vínculo con el
méritos, sino que nos esperan también a nosotros, a pesar obispo de Roma se convierte para Optato en la garantía de
de que estemos vacilando y seamos ociosos. No hay para la comunión y de la unidad y expresa a la verdadera y única
ellos alegría perfecta mientras se duelen por nu estros erro- Iglesia. Recuerda luego otro signo de la verdadera Iglesia:
res y mientras lloran por nuestros pecados ... Piensa enton- su carácter universalista, es decir, la catolicidad geográfica.
ces que Abrahán sigue esperando para recibir junto con Basándose en este argumento, Optato reduce fácilmente al
nosotros la perfecta bienaventuranza ... En efecto, uno solo silencio a su adversario: «Tú, hermano Parmeninno, has ido
es el cuerpo que espera ser justificado; uno solo es el cuerpo diciendo que la Iglesia existe en vosotros solos, y con vues-
(cf. Rom 12,5) del que se dice que resucita en el juicio ... tra soberbia presumís atribuiros una santidad singular, has-
P or consiguiente, tendrás alegría perfecta si has sido santo. ta el punto de pretender que la Iglesia está donde vosotros
Pero la alegría será plena cuando no falte ningún miembro queréis, y que no está donde no lo queréis. P ero e ntonces,
a tu cuerpo. Ya que tú esperarás a los otros, lo mismo que aun ad~itiendo que puede encontrarse en una parte restrin-
otros te han esperado a ti» 46 • gía de A.frica, en un ángulo de una pequeña región, ¿por
qué no podría estar entre nosotros y en otra parte de Áfri-
ca? ¿Por qué no podría estar en España, en Galia, en Ita·
lia ?» 4s.

" Cf. también el profundo comentario a Mt 26,29 en Hom. VII ¡in Levi-
ticum, 2.
" Cf. De principiis I, 6,2. ., De vera ecclesia, J .
•• Hom. VII in Leviticum, 2. •• lbíd., II, l.
138 Vl. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA
• Vl. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGlA 139

Dentro de la eclesiología desarrollada por Optato en- En la concepción eclesiológica de Agustín tiene un pa-
cuentran también su lugar algunas consideraciones intere- pel fundamental la idea de «comunión de los santos». Ve a
santes sobre los sacramentos. En este sentido, el obispo de la Iglesia como un pueblo en camino hacia la inmortalidad
Milevi tiene el mérito de haber mostrado que su eficacia donde las divisiones existentes se refieren, no a la calidad
santificadora no depende <le la santidad del ministro, sino de los miembros, sino al oficio que ejercen en provecho d e
de Dios mismo: «Vosotros mismos -escribe- podéis con- los otros.
siderar cómo los que bautizan son sólo ministros, y no
árbitros de los sacramentos, y cómo los sacramentos son Se dan así dos momentos de la misma Iglesia: la Iglesia
santos por sí mismos, y no por obra de los hombres ... Dejad futura, «sin mancha», y la Iglesia presente en la que los
a Dios el derecho de conceder lo q ue es suyo. En efecto, fieles buenos y malos son como el grano y la paja, mezcla-
este don no puede ser concedido por el hombre, porque es dos entre sí en la era ' 2 • Se trata del «corpus Christi mix-
divino» 49. Optato es también el primero que empieza a turo» ''. Considerando a la Iglesia presente a la luz de la
distinguir entre «potestas» y «ministerium», entre sacra- Iglesia futura, Agustín no duda de que los pecadores están
mento y gracia, entre validez y valor salvíiico: una distinción realmente en la comunidad, aunque no lo están de verdad,
que desarrollaría más tarde san Agustín. dado que el verdadero miembro es solamente el que lo es
También para el obispo de Hipona la controversia do- por toda la eternidad '◄.
natista es la ocasión principal para profundizar en la ecle-
siologfa. Lo mismo que había hecho Optato, también Agus- Otro tema central en el pensamiento agustiniano es la
tín reconoce que los sacramentos de la Iglesia son de Cris- imagen de la Iglesia como cuerpo místico de Cristo. El
to: él los ha instituido, es su ministro principal y son lo que Espíritu constituye el alma de este cuerpo 55 , y lo mismo
son por mérito suyo. «El bautismo -declara- es bautismo que el alma no vivifica a los miembros que no están en el
no por los méritos de aquellos a los que se administra, sino cuerpo, tampoco queda vivificado nadie por el Espíritu
por su propia santidad y verdad, debido a aquel que llos ha Santo más que dentro de la Iglesia, o bien dentro de su
instituido>> 'º. Por tanto, «sea cual sea el hombre que los cuerpo místico. « ... ¿Quieres vivir del Espíritu de Cristo?
administra, aunque sea Judas, es siempre Cristo el que Tienes que estar en el cuerpo de Cristo ... El que quiere
bautiza» ' 1• Pero tener el verdadero bautismo no significa vivir, tiene dónde vivir, tiene de qué vivir. Acérquese, crea,
estar todavía en la Iglesia, que no es solamente <<comunión entre a formar parte del Cuerpo y será vivificado; no se
de los sacramentos», sino «comunión de los santos». En avergüence de pertenecer a la compañía de los miembros,
estas afirm;1ciones se perfila la doctrina de Agustín, por 1a no sea un miembro infectado que haya que amputar; no sea
que la recepción del sacramento puede ser válida, aun sin un miembro deforme del que haya que ruborizarse» 56 •
ser fructuosa. Así pues, se puede recibir el «sacramentum»
sin la «virtus sacramenti».
" Comm. in Ps. XXV - Sermo 2, 5.
" De doctrina christiana III, 32,45.
" Jbíd., V, 4. >< Cf. De correptione et gratia 9, 20-23.
,o Contra C,·esconium, 4, 16.19.
" Cf. Sermo CCLXJJ, 4.
" Comm. in ]oh., trae/. 6, 7. " Comm. in Job., tract. XXVI, 13.
!Ql

140 Vl LOS PAD RES Y L/\ ECLESIOLOGÍA VI. LOS PADRES Y LA ECLESIOLOGÍA 141

La inserción y la continuación en el cuerpo de la Igllesia versión, participación en la cruz, comunidad de testigos.


se realiza mediante la caridad ' 7 • Esta unión del Cristo total «En ella los mejores Hevan a los mediocres y los santos a los
permite, además, una especie de «communicatio idioma- pecadores. Como escribía Metodio de Olimpo, "en cuanto
tnm» entre el cuerpo y los miembros y sirve de base a ttoda a los que todavía son imperfectos, que comienzan apenas
la doctrina de la gracia. Esta manera de estar en la Iglesia en las enseñanzas de la salvación, son los más perfectos
trabados en la unidad y la caridad es la manera perfecta. qiuenes los forman y los dan a luz, como a través de una
Pero Agustín conoce otros dos tipos imperfectos de perte- maternidad"» 60•
nencia a la misma: el primero es el de los pecadores que Así pues, hay un servicio «maternal» de la comunidad
están dentro de ella, pero sin caridad; el segundo es propio cristiana que los Padres se han encargado de destacar. «La
de los justos fuera de la Iglesia, que consiste en ten1::r la Mater Ecclesia tuvo ciertamente más importancia para los
caridad, pero no la unidad ' 8 • cristianos de la época de las persecuciones que para noso-
Esta concepción revela los altos vuelos de la edesiofogía tros. Ella fue su consoladora y su protectora. En su seno
agustiniana, abierta a una perspecliva universalista que nbar- encontraron la vida eterna y la protegieron con sus manos ...
ca a todos los hombres de buena voluntad: «Somos el Cuer- Ella fue el seno en el que se sentían al amparo de toda
po de esta Cabeza. ¿Lo somos quizá sólo nosotros, y no los necesidad ... (Esta imagen) puede contribuir, en cuestiones
que vivieron antes de nosotros? Todos los que fueron. jus- que no son ciertamente secundarias, a una reflexión teoló-
tos desde el comienzo de los siglos, tienen a Cristo por gica sobre la pastoral actual de la Iglesia. Efectivamente,
Cabeza, porque creyeron que vendría Aquel que nosotros también en nuestros días -dado que los cristianos viven
creemos que ya ha venido» ' 9 • de nuevo en la diáspora y se ven amenazados por muchas
fuerzas- se podría alcanzar una gran seguridad en una
Este rápido «excursus» sobre la eclesiología de algunos
comprensión más profunda de la Iglesia bajo la imagen de
Padres puede sernos de utilidad para comprender cómo la madre» 61 •
para los autores de los primeros siglos la Iglesia es ante
todo el «nosotros» de los cristianos y no una realidad su-
prapersonal, una institución en la que encontrar los medios
de la salvación. La Iglesia es solidaridad, intercambio, co-
municación del uno al otro. O -como indicaba Y. Congar
en un libro sobre la Iglesia en la época protopatrística-
comuniún fraterna, unanimidad orante, ambiente de con-

" En el Comm. in ]oh ., lract. VII, 8 leemos: «Recibimos también nosotros


el Espíritu Santo si amamos a la Iglesia, si nos unimos a través de la caridad, 60
si nos alegramos en el nombre de la fe católica. Estamos seguros, hermanos, Cf. Y. CONGAR, Pre/azione a K. DElAHAYE, Per un rinnovamento della
de que cada uno tiene el Espíritu Santo en la medida en que ama a la Iglesia pastora/e - La wmunit.a, madre dei creden11; negli scritti dei Padri della chiesa
de Cristo.» primitiva, Ed. Ecumenica, Bari 1974, XXIV. La cita de Metodio de Olimpo
,. Cf. De baptism. V, 26,38. está sacada del Symposium !JI, 8.
61
" Comm. in Ps. XXXVI, sermo 3, 4. K. DELAHAYE, Per un rinnovamento..., 266-267.
VII
Los Padres y la mariología

Los siglos I y II fueron decisivos para la historia de la


mariología. En este tiempo no fueron sólo los grandes au-
tores los que hablaron de María, sino también varios escri-
tos apócrifos, producidos, al menos en parte, para satisfa-
cer la necesidad popular de conocer la vida de Cristo y de
María. Es significativo en este sentido El nacimiento de
María (finales del siglo II), llamado también Protoevangelio
de Santiago, que tuvo una gran influencia tanto en las leyen -
das posteriores de la Virgen como en las artes figurativas 1•
En conjunto, no son muchos los textos del siglo I y II
relativos a María, y - a nivel teológico - no podrá esperar-
se de ellos una tematización orgánica sobre la persona y la
función salvífica de María.

' Por lo que se refiere a las leyendas que se incorporaron luego a partir de
las tradición cristiana, tanto griega como occidental, pensemos en el nacimien-
to milagroso de María de la estéril Ana y de Joaquín, en la presentación y
permanencia de María en el templo, en la designación del «anciano» José
como esposo y guardián, en el nacimiento de Jesús en una cueva, en la
presencia de una comadrona, etc... Cf. L. MORALDI, lntroduzione a Apocrt/i
del Nuovo Testamento, TEA, Milán 1991, 65.
144 VIJ. LOS Pi\DRES Y LA MAR!0L0G IA VTL LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA 145

Los elementos mariológicos En el fondo se trata de afirmaciones bíblicas sacadas de


de la priinera predicación de la Iglesia Lucas y de Mateo, que están ausentes en los otros escritos
neotestamentarios ~. Sobre ellas se construye la primitiva
En el siglo r el centro del anuncio cristiano estaba cons- doctrina mariológica que se irá afirmando en la lucha en
tituido por la fe en Cristo Hijo de Dios, elevado al rango de dos frentes opuestos: d judeocristianismo heterodoxo y el
<<Señor» como consecuencia de su muerte y resurrección. gnosticismo. Pata el primero -al menos para una cierta
Es un anuncio centrado en lo esenáaL, basado en una serie línea de «ebionitas» 5 - Jesús nació de María y de José o de
de acontecimientos mediante los cuales Cristo produjo la un tal Pantera 6 • En esta perspectiva se niega la virginidad
salvación, anclados en La vida de cada uno («pro nobis») 2 • de María; por su parte, el gnosticismo está de acuerdo con
la fe de la Iglesia en reconocer la concepción y el pacto
En la época subapostólica se añadirá al credo cristológi- virginal; pero, al atribuir a Jesús un cuerpo fantasmal o por
co del Nuevo Testamento la mención del nacimiento de lo menos no material, compromete irremediablemente su
Cristo de María virgen, que desde entonces figurará siem- verdadera maternidad 7• Los autores ortodoxos mantendrán
pre en la profesión de fe ). Como leemos en el Símbolo de en relación con la mariología el empeño de salvaguardar las
la Traditio apostolica (por el año 215) de Hipólito, se le dos prerrogativas recibidas del kerigma primitivo. No es de
pregunta al catecúmeno a punto de ser bautizado: «¿Crees maravillar, entonces, que hasta el siglo n y contra el gnosti-
en Jesucristo, Hijo de Dios, que nació por medio del Espíritu cismo, pero también contra el paganismo, el nacimiento
Santo de la virgen María ... ?» (21). virginal y la figura de María se vean en una perspectiva
dogmático-apologética 8 •
En este símbolo, como en los demás, María figurará
siempre mencionada en su relación con Jesús en dos aspec-
tos:
• En este sentido, Man:us prescinde de todo lo que precede ¡,) hautismo
a) la verdadera maternidad (natus ex Maria .. .) de Jesús, y Juan no demuestra tener interés especial por estos aspectos de la
b) la virginidad (virgine). realidad humana de Jesús. Por su parte, Pablo en el texto de Gál 4,4 ( ...
«nacido de mujer») parece revelar que la «kénosis>> de Cristo supone una
participación en su destino.
' ÜRÍGENES habla de estos y de otros judaizantes en el Contra Celsum,
2 Cf. R CANTALAMESSA, Da/ Cristo del Nuovo Testamento al Cristo della 61, donde afirma que« ... éstos forman las dos sectas de Ebionitas, es decir, de
Chiesa: tentativo di interpretar.ione della cristologia patristica, en Il problema los que admiten como nosotros que Jesús nació de una virgen y de los que, por
cristologico oggi: Atú V. Congresso nazionale A. T. l., CittadeUa, Asfa 1972, el contrario, creen que no nació de ese modo, sino como todos los demás
144-146. hombres».
' Conviene recordar aquí que en la constitución de las fórmula:s de fe ' Recogiendo estos rumores el pagano Celso presenta a Miu.ía como una
primitivas concurrieron diversas circunstancias o situaci?nes (bauti~o Y cate- mujer adúltera, repudiada por este motivo por el carpintero y preñada por un
cumenado, liturgia o predicación, exorcismos, persecuc1o~es, polémttll1 contra soldado llamado Pantera. Ella -comenta Celso- «no era ni una mujer noble,
los herejes); cf. en este senúdo O. CULLMANN, La/ede e ,I culto..., 77:9~..En ni de estirpe real, ya que nadie la conocía, ni siquiera sus vecinos. Repudiada
un contexto de exorcismo es donde J ustino nos propone el credo pr1mtt1vo: por su marido y errando de modo miserable, dio a luz a ocultas a Je.sús. Fue
«Todo demonio es exorcizado, vencido y sometido en el nombre de aquel que luego él el que inventó toda la historia del nacimiento de una virgen, que era
es el Hijo de Dios y primogé~to de toda c~a~ura, nacid? por med~·o de un_a todo lo contrario» (Contra Celsum /, 28).
7
virgen y hecho hombre sometido al pad~cJITIJento, cruc1fJcado ba¡o Pon_c10 Cf. A. ORBE, Cristología gnóstica /, BAC, Madrid 1976, 425-432.
Pilato por vuestro pueblo, muerto y resucitado de entre los muertos }' subido • Por lo que se refiere al mundo pagano, resulta totalmente inaceptable la
al cielo» (Dial. cum Triphone 85,2). idea de que Dios pudiera nacer de una mujer. «Si acaso Dios -escribe en este
Vll. LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA VII. LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA 147
146

Desde finales del siglo II y por el influjo de las tenden- La verdadera maternidad de María
cias ascéticas que crecían también dentro de la Iglesia1 se en los autores cristianos del siglo u
observa sin embargo otro fenómeno: el nacimiento virginal,
en su santidad, fue tomado como contra-imagen de la acti- Entre los «Padres apostólicos» Ignacio de Antioquía es
vidad sexual natural, y María, la madre virgen, apatece el único que habla de María y de su maternidad virginal. En
como la imagen primordial de pureza. El primer documen- oposición a las tendencias docetas presentes en Asia Menor,
to que considera en estos términos el nacimiento virginal y Ignacio subraya la verdadera maternidad de María median-
la figura de María es el ya mencionado Protoevangelio de te la cual Jesús llega a pertenecer al linaje de David (Epist.
ad Trull 9; Ad Smirn 1). Engendrado de ellas (Ad Eph 9),
Santiago, cuyo autor desconocido, sin estar movido por
orientaciones teológicas o polémicas, quiere solamente glo- Jesús es llevado en su seno «como Dios había establecido»
9 (Ad Eph 18). En el contexto apologético en que escribe
rificar a María subrayando el ideal ascético de la virginid:ad •
Ignacio, el realismo del nacimiento de Jesús constituye para
La expansión de tendencias encratitas en la Iglesia no hará
él el aspecto más importante. Este nacimiento pertenece
más que acentuar este ideal hasta el punto de leer -como
para él a la tradición de la Iglesia que se tnueve entre dos
hará el Pseudo-Justino- el nacimiento virginal de Jesús
aspectos paradójicos: Dios, que toma carne de una mujer
como la superación de la generación entendida como algo
virgen, que sufre la pasión y que muere en la cruz 12• Con
malo 10 • En su oposición al gnosticismo y al montanismo así Justino las referencias a María no se proponen en clave
como a las tendencias ascéticas radicales, la comunidad antidoceta, sino que se dirigen a salvaguardar el carácter
cristiana no acogió esta «lectura» del nacimiento virginal, divino de Jesús contra los paganos y judaizantes que lo
pero no podemos excluir que siguiera latente en la mariolo- consideraban fruto de un matrimonio normal. De aquí su
gía posterior 11• mayor insistencia en la maternidad virginal, que confirma la
exactitud de las profecías («la virgen concebirá...»: Is
7,14) 13• Para valorar su argumentación Justino apela, sin
demasiadas preocupaciones, a la mitología que conocía al-
gunos episodios de partenogénesis: «Al decir que el Verbo...
sentido el pagano Celso- hubiera querido que descendiera un espíritµ sobre
ella, ¿qué necesidad había de albergarlo en el seno de una mujer? El tenia
nació sin relación humana y que fue crucificado, no deci-
ciertamente poder para plasmar a los hombres, para forjar un cuerpo sin echar
su propio espíritu en semejante cloaca. En ese caso habría evitado también la
incredulidad de los hombres, si hubiera sido engendrado directamente de lo
alto» (Contra Celso VI, 73). " E_n la Epist. Ad Ephes. 19 leemos: «La virginidad de María quedó oculta
• Cf. H. voN CAM.PENHAUSEN, Die Jung/rauengeburt in der Theologie al príncipe de este mundo, as{ como su parto, y también la muerte del Señor.
der alten Kirche, C. Winter Universitiitsverlag, Heidelberg 1962, 40-41. Son estos tres misterios asombrosos los que se realizaron en el silencio de Dios.»
'º La persistencia de esta concepción se refleja en un texto anónirno del . '.' Cf. Dial. cum Triphone 66-67, donde Justino recoge la traducción de la
siglo N, el Opus imper/ectum in Matthaeum, donde entre otras cosas l~:emos: B_~blia hebrea de los Setenta en relación con Is 7,14 («la virgen concebirá un
«Haec ipsa conjunctio maritalis malum est ante D eum; non dico peccatum, ~~o»), en ve~ de la tra~ucción más literal de Aquila («la joven concebirá un
sed malum. Nam quantum ad naturam rei ipsius, peccatum est, concessione hi¡o»). El caracter de «signo» de la profecía según Justino desaparecería si no
autem Dei factum est ut non sit peccatum ... Licentia, dico, facta est, non ~e tratas~ de algo excepcional. «Si_al igual que todos los primogénitos también
justitia. Nam etsi propter necessitatem rei peccatum esse desiit, tamen justitia este terua que nacer de una relación carnal, ¿por qué habría dicho Dios que
esse non meruit (incipit)» (H.omilia 1). quería dar un "signo", como no ocurre con todos los primogénitos?» (Ibíd. ,
11 Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Die Jungfrauengeburt... , 43-44. 84, 1; cí. también 84,2-3 ).
148 VIl LOS PADRES Y LA MARIO.LOGfA
• VIl. LOS PADRES Y LA MAIUOLOCÍA 149

mos nada nuevo respecto a los que entre vosotros hablan Eva encontró su solución gracias a la obediencia de María.
de los hijos de Zeus... » (Apol. I, 21,1). Esta apelación a la Lo que Eva había atado por su incredulidad, María lo de-
mitología podía entenderse fácilmente en el mundo pagano, sató por su fe» (Adv. haer. III, 22,4). Las dos intervienen
pero en los ambientes judíos fue tomada para difamar el responsablemente, llevando todo el peso de su opción que
nacimiento virginal como una leyenda •~. está cargada de consecuencias para ellas mismas y para los
Ireneo, por su parte, en lucha contra el docetismo de demás y que es merecedora de condenación o de aproba-
matriz gnóstica, acentúa la realidad humana de la materni- ción, precisamente por ser una opción libre» 1' . Desde el
dad de María, pero esboza además una reflexión en la que momento que para Ireneo el pecado anida en la voluntad
revela el papel «voluntario» que ella tuvo en el nacimíento libre del hombre y los primeros padres rechazaron libremen-
te su asentimiento a Dios, la redención tendrá que configu-
de Jesús.
rarse como un retorno a la obediencia perfecta, de la que
Lo que influye en la doctrina mariana de Ireneo es su Cristo nos da ejemplo.
idea de la «recapitulación>>: «lo que estaba perdido (es En esta perspectiva resulta fundamental la tensión voli-
decir, Adán) -escribe- tenía carne y sangre, ya que Dios tiva. El corazón es lo que cuenta y esto es lo que Cristo
formó al hombre tomando barro de la tierra, y por él se busca tanto de sus discípulos como sobre todo de su madre
estableció toda la economía de la venida del Señor. Así (cf. Le 11,28; Mt 12,50).
pues, también él tuvo carne y sangre para recapitular en sí,
no ya una obra distinta, sino la obra plasmada inicialmente Hay que añadir que Ireneo, a pesar de las reflexiones
por el Padre, para buscar lo que estaba perdido» (Adv. tipológicas y del paralelismo Eva/María, no pone a esta
haer. V, 14,2). La relación que establece Ireneo -inspirado última en un plan suprahistórico, no la aleja de la realidad
por Pablo- entre Adán y Cristo, se amplia a Eva y María. de los hombres. Más aún, precisamente por su obediencia,
A los «pasos en falso>> de los primeros padres se contrapo- María sirve de broche entre Cristo y la Iglesia, convirtién-
ne el nuevo comportamiento de la pareja Cristo-María. dose en figura y modelo tanto para la comunidad de los
creyentes como para cada uno de ellos. Su significado reli-
En el paralelismo entre Eva y María, esta última se gioso «femenino e inaugural» consiste en ser la madre ele-
contrapone a la «primera mujer» debido a la obediencia, gida de Jesús, pero también la nueva madre de la humani-
que no se limita a la anunciación, sino que tiene en ella su dad. Queda así esbozada la idea de la maternidad universal
punto de partida. Ireneo observa que María, «mediante su de María. Sin embargo, es inútil buscar en la Iglesia antigua
obediencia, fue causa de salvación para ella misma y para una interpretación mariológica de la «mujer vestida de sol»
todo el género humano... El nudo de la desobedíenda de (Ap 12). Lo mismo hay que decir de la profecía de Gén
3,15 sobre la semilla de la mujer que aplastará la cabeza de
la serpiente, referida siempre a Cristo, pero nunca a María 16 •
" Así en el Dial. cum Triphone 67,2: «Por lo demás, en las fábulas de los
griegos si dice que Perseo nació de Dánae, que era virgen... iTendr:íais que
avergonzaros de ir contando las mismas cosas que los griegos! Para vosotros
seáa mejor reconocer que este Jesús es un hombre nacido de los hombres..., " Cf. J. A. DE ALDMIA, Maria en la patrfstica de los siglos I y JI, BAC,
sin tener el descaro de inventar prodigios. iSi no, pareceréis tan locos como los Madrid 1970, 284.
griegos!» Cf. también Tertuliano, Adv. Marcionem IV, 10. 16
Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Die Jung/rauengeburt ..., 33.
150 VIl. LOS PADRES Y LA MARIOLOGíA Vll. LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA 151

María, madre de Dios mariológico, pudieron apelar en este punto a los «Padres»
anteriores 20 •
Entre los siglos u al v, la reflexión mariológica se centra
en cuatro aspectos: el reconocimiento de María «madlre de
Dios», su virginidad in partu y post partum, su santidad. En La virginidad de María
relación con la maternidad divina, el reconocimiento de
María como <<theotokos» está abundantemente atestiguado La afirmación de la virginidad de María in partu y post
a partir del concilio de Nicea. El primer testimonio seguro partum encuentra en la Iglesia de los primeros siglos voces
es el que nos ofrece el obispo Alejandro de Alejandría ( t discordantes. Reconocida por autores como Ireneo y Oríge-
325) en una carta dirigida a Alejandro de Constantinopla, nes, encuentra, sin embargo, opositores en los que, como
donde indica que el Señor Jesús «no tuvo solamente la Tertuliano y Elvidio, se enfrentaban con la instrumentaliza-
apariencia, sino que llevó una verdadera carne tomada de la ción de estas prerrogativas. En efecto, la virginidad in partu
Theotokos María» 17 • Es probable que esta expresión no gozaba de los favores del docetismo gnóstico, que atribuía
fuera acuñada por Alejandro 18 • Pero está comprobado que a Cristo un nacimiento aparente. La virginidad post partum
a partir de entonces los testimonios sobre la «Deípara» era sostenida por el maniqueísmo, que encontraba en ella
aparecen en autores pertenecientes a varias orientaciones un apoyo al desprecio por las realidades materiales y, en
doctrinales: Eusebio de Cesarea, Atanasia, Dídimo ell Cie- este caso, por el matrimonio. Era preciso liberar a la virgi-
go, pero también Efrén el Sirio, los Capadocios, Cirilo de nidad in partu y post partum de los falsos principios a los
Jerusalén, Apolinar de Laodicea, Teodoro de Mopsuestia, que estaban vinculadas, pero también había que conciliar,
Juan Crisóstomo y en los autores latinos desde la mitad del dentro del ámbito cristiano, ortodoxo, dos exigencias de la
siglo rv 19 • La controversia que se produciría en el concilio fe de suyo inconciliables: la maternidad física e integral de
de Éfeso (431) en torno a la designación de María ,como María con su virginidad física e integral.
Theotokos, criticada por Nestorio, que prefería hablar de
«madre de Cristo» o «madre del Hombre», estuvo precedi- La respuesta de los Padres parte de la cristología y no
da de un siglo entero en el que se había impuesto pacífica- representa un panegírico de los «privilegios» de María. Va
mente este título. Esto justifica por qué los Padres del ligada más bien a la idea del nacimiento de Dios, que no
concilio efesino, que fue un concilio más cristológico que destruye ni reniega de la carne, sino que le comunica la
prenda de su renovación escatológica. Como declara Am-
brosio, «en el mismo (Cristo) encontrarás mnchas cosas
según la naturaleza y por encima de ella... , pero sobre todo
17
Epist., ad Alexandrum Constantinopolitanum XII: PG 18,~68. . .
1
• Si la oración Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dez Gen.itrzx...,
atestiguada en el papiro 470 de la John Rylands, se remonta a finales del siglo
ID tendríamos un testimonio todavía más antiguo del uso de la «theo,tokos» 10
Es significativo a este propósito el testimonio procedente de la Epist. ad
qu~ el texto de Alejandro de Alejandría (aunque perteneciente a la misma área Nestorium 4 de Juan de Anrioquía, donde indica que el titulo «theotokos» es
cultural): cf. «Ene. Catt.» 11, 1.468. un nombre «concebido, dicho y escrito por muchos Padres... No hay ningún
•• Para la presencia de referencias a la «theotokos» en los autores n:i.encio- peligro en decir y pensar las mismas cosas que aquellos doctores que tan buena
nados, cf. D. CASAGRANDE (ed.), Enchiridion marianum, Roma 1974. fama tuvieron en la Iglesia» (doc. 14, Scbwarz I, 1, 95).
152 VU. LOS PADRES Y LA MÁRIOLOGÍA VIL LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA 153

el hecho de que la virgen concibió y engendró para que más consciente y sigue un camino progresivo que, según
creyeses que era Dios el que renovaba la naturaleza y era algunos Padres como Orígenes 2J' Basilio 24, Juan Crisósto-
hombre el que 1 según la naturaleza, nacía del hombre>:, (De mo, supone la presencia y la superación de ciertas imperfec-
incarnatione 54). La virginidad in partu y post partum recibió ciones humanas, como la vanagloria, la duda, la presunción.
el apoyo de la idea, presente en los Padres, de los ttes «Si Cristo -observa Juan Crisóstomo- se preocupaba de
nacimientos del Verbo: nacimiento del Padre, nacimiento los demás y no olvidaba nada para que tuvieran de él una
de la Virgen, nacimiento en el cristiano. El segundo naci- opinión adecuada, con mayor razón tenía que portarse así
miento participa de ambas: de la primera, porque es su con su madre>> 25 •
testimonio y su réplica temporal; de la tercera, porque se
También esta prerrogativa de la «santidad» se convirtió
convierte en su prenda y ejemplar. La maternidad y la vir-
de alguna forma en objeto de polémica en el siglo v. Fue el
ginidad se convierten así en el ideal del cristiano.
monje irlandés Pelagio el que suscitó el problema. Reaccio-
nando contra el pesimismo maniqueo, se puso a afirmar la
La santidad de María h~n?ad n~tural del hombre, no comprometida por el pecado
ongmal. En contra de Pelagio intervino Agustín que, a pesar
Superando la idea casi mágica de una santidad por con- de que no negó la santidad de Maria, reconoció, sin embar-
tacto, algunos Padres observan que la maternidad divina go, su carácter excepcional 26• El obispo Julián de Eclana
sola no le habría servido de mucho a María, dado que Dios profundizó más aún en la posición de Pelagio; criticaba la
esperaba de ella una respuesta libre y responsable. •:<Si a doctrina agustiniana, según la cual el acto generativo no está
María -indica Juan Crisóstomo- no le valió de nada ha- nunca exento de pecado debido a la «concupiscencia» que
ber dado a luz a Cristo, a no ser porque era interiormente lo acompaña. Por tanto, Cristo no podía nacer más que de
rica en virtud, mucho menos nos valdrá a nosotros ... » ,'.!. En una «virgen». En esta perspectiva, los motivos cristológicos
esta perspectiva de respuesta libre y responsable a Dio,s, las que sostienen la mariología primitiva parecen confundirse
palabras de Jesús: «todo el que haga la voluntad die mi con los ascéticos, originalmente distintos y por los cuales la
Padre ... es mi hermano, mi hermana y mi madre» (Mt virginidad de María no se presenta ya como una prueba del
12,50) se refieren principalmente a María y destacan qué es carácter «excepcional» de Jesús, sino más bien como expre-
lo que cuenta para Cristo: el parentesco espiritual q1L1e se sión de un desprecio latente de la realidad sexual.
constituye en la comunión de las voluntades. «Ella (María) No es de extrañar que Julián, obispo casado, reacciona-
-comenta Agustín- hizo la voluntad del Padre y la hizo ra sosteniendo la bondad natural del matrimonio y de la
enteramente; por eso para María vale más haber sido discí-
pula de Cristo que haber sido madre suya» 22 • Esta adecua-
ción, si a nivel de disponibilidad aparece total ya des.de la " Para este asp.ecto_del pensamiento de Orígenes, cf. C. VAGAGGINI,
anunciación, con el correr del tiempo se revela cad:a vez Marza ne/Le opere di Orzgene, en «Orientalia Christiana Analecta» 131 Roma
1
1942, 173.
" Basilio presenta a María llena de dudas y escandalizada en el momento
de la pasión: cf. Epist. CCLX, 9.
" Comm. in ]oh. - Oratio XXI, 3. Cf. también AGUSTÍN, De virginitate 3,3. 25
Comm. in ]oh. - Orat, XXL 2.
22
Sermo LXXII A 7. Cf. también De virginitate 5,5. •~ Cf. De natura et gratía 42.
154 VII. LOS PADRES Y LA MARIOLOGÍA

concupiscencia y negando la existencia del pecado original. TERCERA PARTE


En este contexto María surgió como ejemplo de una criatu-
ra no manchada por el pecado de origen.
VIDA
La afirmación de la «inmaculada concepción» sostenida
por Julián contra Agustín, que insistía más bien en el domi-
nio universal del pecado original, explica las dificultades
que encontraría esta doctrina al afirmarse dentro de la Igle-
sia medieval de Occidente, fuertemente marcada por el
pensamiento del obispo de Hipona.
El breve «excursus» ofrecido da a entender cómo las
atribuciones marianas, preciosamente por su resonancia
doctrinal, tuvieron un camino atareado que comprometió a
la reflexión teológica. También a propósito de la mariología
se puede afirmar que la polémica fue en gran parte la que
llevó a una notable profundización, pero fijándola también
en unas pistas que no son las únicas. De todas formas, es
obligado el recurso a los Padres en este terreno, tal como
demostró la encíclica Redemptoris Mater 21 •

" Cf. sobre este punto L. PAOOVESE, Prospettive della tradizione. patrísti-
ca ne/la «R.edemptoris Matero, en Pont. Accad. Mariana Intemazioniale (ed.)
Redemptoris Mater - Contenuti e prospettive dottrinali e pastorali (Atti),
Roma 1988, 89-103.
VIII
Los Padres y la moral

La Instrucción de la Congregación para la educación


católica sobre el Estudio de los Padres de la Iglesia en la
formación sacerdotal indica que el seguimiento de la Tradi-
ción que tiene en los Padres sus testigos privilegiados «no
significa aferrarse al pasado como tal, sino adherirse con
sentido de seguridad y libertad de impulso a la línea de la
fe, manteniendo una orientación constante hacia el funda-
mento: lo que es esencial, lo que dura y no cambia. Se trata
de una fidelidad absoluta ... al dogma y a aquellos principios
morales y disciplinares que demuestran su función insusti-
tuible y su fecundidad precisamente en los momentos en
que se van abriendo camino cosas nuevas» (II, 22d).
El documento recuerda, además, que «una de las fun-
ciones históricas más importantes de los Padres fue la de
dar vida a la ciencia teológica» (II, 25); pero se puede
añadir que también dieron origen a una nueva antropología.
En efecto, «el planteamiento del problema de Dios y d e
Cristo Dios-hombre al pensamiento humano se convirtió en
estímulo de conocimientos esenciales sobre el hombre» 1•

' Cf. A. GRILLMEIER, Ermeneutica moderna e cristología antica, Querirúa-


na, Brescia 1973, 114.
158 vru. LOS .PADRES y LA MORAL Vlll LOS PADRES Y LA MORAL
159

Por poner un ejemplo, el sentido de «persona» y de su caída en el «tradicionalismo» que se empeña en que todo
dignidad, el concepto de interpersonalidad o de comu:nica- el compromiso del presente consiste en referirse a los mo-
ción personal, la idea de «diálogo», el llamado compromiso delos pasados y en imitarlos.
de «encarnación», etc., serfan expresiones vacías si no hu-
bieran encontrado su primera aplicación en la teología con- En efecto, este convencimienLU -incluso en el teneno
virtiéndose en un segundo tiempo en objeto de la antro- de la .t~ología moral- le quita al cristiano de hoy toda
pología. «creat1v1dad» y le hunde en un miedo íntimo al futuro
La actividad de los Padres está marcada por algunas c~mo si Dios fuera solamente el Señor del pasado y no má~
características, recordadas en el mencionado documento b1~n el Señor_ de toda la historia, como si el Espíritu que
(II, 25), que hemos de seguir teniendo en cuenta: gmó a 1~ Iglesia de ayer no quisiera saber nada de la de hoy,
como s1 el hombre tuviera que entenderse en sentido está-
a. El recurso continuo a la sagrada Escritura y el senti- tico e inmutable y no como un ser espiritual abierto a un
do de la Tradición; horizonte que la misma historia y el progreso cultural se
b. la conciencia de la originalidad cristiana, aun recono- encargan de presentarle como cada vez más vasto J_
ciendo las verdades contenidas en la cultura pagana;
Mirando a los Padres desde el punto de vista de la
c. la defensa de la fe como bien supremo y la profundi-
moral, lo que aquí tiene que interesarnos no es tanto la
zación continua del contenido de la Revelación;
°:2anera práctica con que resolvieron tal o cual problema,
d. el sentido del misterio y la experiencia de lo diivino. smo algo más amplio: su visión global de la vida cristiana
Evidentemente, la función de los primeros autores cris- las motivaciones de fondo, o -como se dice hoy en teolo~
tianos en lo que a nosotros respecta es la de sostén, la de gía moral- las «intencionalidades». Con éstas es con las
apoyo, un apoyo no sustitutivo. q ue hemos de enfrentarnos para responder a los interrogan-
Las respuestas que ellos dieron a los cristianos de su tes que han ido apareciendo a lo largo de estos años: en
tiempo -en su esfuerzo de encarnación del Evangelio- nuestro mundo pluralista, donde los ideales de justicia de
deben recuperarse y pensarse de nuevo, pero no nos dispen- fraternidad, de paz, de dignidad de la persona se han ~on-
san de la decisión y de la creatividad. La suya no es una vertido en un bien compartido con los no creyentes y con
presencia inquisitorial que impida una reflexión autónoma los creyentes de otras religiones, ¿dónde está lo <<proprium»
y que obligue a repetir lo que ya se ha dicho antces. Al del cristianismo? ¿Hay una ética específicamente cristiana?
contrario, a través de ellos se puede llegar a un relativismo «.En cuanto cristiano, ¿qué tengo yo de distinto o si se
justo, en el que se evite tanto la consideración de la <<:tradj- quiere, de más que los otros? Los "laicos", los com~nistas
ción» como «lo que no viene más que de anteayer y además foo actúan muchas veces más y mejor que yo? Además si
ha sufrido alteraciones en el curso del tiempo» 2, como la el cristianismo no aporta más que un discurso idealista~ y

2
Y. CONGAR, La historia de la Iglesia, lugar teoldgico, en «Coocilium» 57 ; Cf. J. M. AunERT, Pour une herméneutique du droit naturet en «Rech
(1970) 89. Se. ReL» 59 (1971) 477-478. ' .
160 VIII. LOS PADRES Y LA MORAL VIII. LOS PADRES Y LA MORAL 161

unas actividades cultuales, ¿qué es lo que cambia en la dejado de ser lo que había sido y comienza a ser lo que no
acción concreta?» 4. era>> 8 •
El_ pu~to de partida de la vida cristiana es, por tanto, la
expenencia sacramental en la que el cristiano se percibe
El lugar «ordinai-io» de las enseñanzas morales como un~ _«nueva criatura en Cristo» (2 Cor 5,17). Un
aspecto t1p1co y común en muchos Padres es precisamente
Como es sabido, las reflexiones morales de los P.adres esta apelación a la «novitas christiana». Es especialmente
nacen ordinariamente en un contexto de predicación y se de ella, más que de consideraciones de ética natural, de
ofrecen eminentemente como una parte de la enseüanza donde se deducen como consecuencia las normas de com-
bautismal y eucarística 5 • Pensemos en las Catequesis mis- P?,rtamiento. ~l cambio ontológico, en el ser, produce tam-
tagógicas de Cirilo de Jerusalén o en los Sermones de Agus- b1~n un camb10 deontológico, en el deber ser. Si la regla
tín. En los primeros siglos no existe ningún tipo de teología umversal de la moral es «ser uno mismo» es decir realizar
moral en sentido estricto ni tampoco teólogos moralistas en la propia estructura, 1a regla universal d; la ética 'cristiana
la acepción actual, sino solamente predicadores que mues- es <<ser uno mismo en cuanto cristiano». Pues bien, no cabe
tran y recuerdan las consecuencias que tiene el ser una duda de que los Padres entendieron su función, no como
«nueva criatura en Cristo». La enseñanza moral de los Pa- obra de moralización. De sus escritos se deduce más bien
dres, por consiguiente, está ligada al momento litúirgico. que no se propusieron simplemente afinar las costumbres
Por tanto, es el kerigma y no una comprensión abstracta de proponer un _ideal consistente de perfección, sino salvaguar~
la naturaleza humana lo que mueve su reflexión. dar y potenciar la «novitas christiana». Como observa Hila-
río de Poitiers, «es necesario que los regenerados (en el
Este mismo aspecto resulta ya de suyo iluminador, en
bautismo) tengan un nuevo modo de pensar» 9 • En otro
cuanto que, según los Padres, «la Palabra y los sacramentos
lugar, el mismo Hilario declara que mediante el bautismo
son principalmente la fuente y el origen de toda la vida
Dios «nos ha renovado con una vida nueva y nos ha trans-
moral realmente cristiana» 6• Para ellos, el anuncio de la
formado en un hombre nuevo» 10• Ahora «todo es nuevo:
Palabra y la celebración de los sacramentos no representan
una nueva libertad, nuevos hijos y un gozo eterno>> 11 •
en primer lugar unos instrumentos para el desarrollo de la
vida cristiana, unos apoyos añadidos, sino la fuente de: don- . Por su parte, Agustín recuerda a los neófitos que han
de brotan nuevos comportamientos 7 • Como indica Máximo sido regenerados y que han comenzado una vida nueva que
de Turín, «el que ha renacido mediantt:: el bautismo ha «lo que antes podía ser lícito, ahora ya no lo es ... » 12 «Os
llamáis fieles: ivivid como fieles! iConservaos fieles a vues-
4 Y. CoNGAR, Ré/lexion et propos sur l'originalité d'une éthique chrétien-

ne, en «Studia Moralia» 15 (1977) 32.


' Cf. B. lli.ru:NG, Moral, en Sacramentum mundi 4, Herder, Baircelona ' Sermo 111, 39-40.
1973, 794-795. • De Trinitate liber 1, 18.
6 K DELAHAYE, Per un rinnovamento della pastora/e - La comunita, 'º Tract. in Ps. CXXV, 6.
madre dei credenti, Ed. Ecumenica, Bari 1974, 257.
11
Tract. in Ps. LII, 20.
1 Cf. lbíd., 256-258.
12
Sermo CCLX, 1
162 VIIl. LOS PADRES Y LA MORM. VTTT LOS PADRES Y LA MORAi 163

tro Señor en vuestro corazón y en vuestra conducta!» u_ hijos vivir del Espíritu del Hijo dado por el Padre? 15• Las
«Llevad una vida buena de manera que podáis sacar i:ncen- comunidades del Nuevo Testamento se sintieron entonces
tivos para el bien del gran sacramento que habéis r,ecibi- obligadas a concretar en las diversas situaciones las exigen-
do>'> 14 _
cias éticas procedentes del mensaje de Jesús.

Confirmamos esta idea si observamos cómo una gran


Las motivaciones de fondo o «intencionalidades» parte de las cartas del Nuevo Testamento nos describen en
en la enseñanza moral de los Padres el fondo la vida de los primeros cristianos, y son solamente
admoniciones de carácter moral, subordinadas a unas nece-
Después de aludir al contexto eminentemente catequé- sidades prácticas y puntuales de la vida 16 • En efecto, la
tico/litúrgico de las reflexiones morales de los Padre:s, hay nueva religión es concebida por los primeros cristianos, «no
que que captar sus «intencionalidades», esto es, las motiva- como una doctrina a la que adherirse, sino como un com-
ciones de fondo o las cargas que están en la base de su portamiento, como un estilo de vida que adoptar» 17•
enseñanza moral.
En este punto hemos de preguntarnos si dentro del
Hay que observar, ante todo, que en el Nuevo Testa- Nuevo Testamento, aun en medio de la variedad de las
mento Jesús no se sitúa nunca como un legislador moral situaciones que se presentan, existen ciertos arquetipos o
que establezca algunas innovaciones a través de la origina- ideas-guía, en torno a las cuales gira todo el discurso moral
lidad de sus mandatos. Recuerda al pueblo las exig,encias posterior. Dicho con otras palabras, fruál es la aportación
fundamentales de la alianza. No quiere abolir la ley, sino concreta del Nuevo Testamento en el plano de la doctrina
que le restituye el espíritu, sin el cual empezaría a degene- moral con la que volveremos a encontrarnos en la época
rar y a perder su carácter original (cf. Mt 5,38-42; 19,1-9). patrística? 18•
Por tanto, la tradición del Antiguo Testamento es releída
por Jesús. Jesús intenta animar la actividad humana para En un estudio sobre La moral en el pensamiento cristiano
ponerla en un nivel superior y lo hace mediante el anuncio primitivo, E. Osborn señala cuatro arquetipos o modelos o
del Reino; el Reino es ya inminente; por tanto, urge la valores prioritarios o intencionalidades, en las que se apoya
conversión. En este nivel es donde hay que comprender la la moral cristiana. Estos paradigmas morales del Nuevo
novedad de la enseñanza de Jesús. Testamento serían la fe, la justicia, la condición de discípu-
los y el amor.
La cuestión moral se plantea a partir de la puesta en
práctica de esta conversión: frómo vivir, aquí y ahora, del
Espíritu del Enviado del Padre?, ¿qué normas son incom- '
1
Cf. P. VALAOIER, Mora/e, en DS 10, 1.712-1.713.
patibles con este Espíritu?, ¿cómo pueden y deben unos 16
Cf. A. H O LDEREGGER, Per una /011dazio11e storica de/l'etica en Vita
nuova in Cristo 1, Queriniana, Brescia 1983, 178. '
" S. LYONNET, Non una dottrina, ma uno sti/e de vita en I documenti di
ri'nascere, 15. '
u Sermo CCLX D, 2. 18
Cf. E. ÜSBORN, La mora/e dans la pensée chrétienne primitive Beau-
" Sermo CCL V A , 2. chesne, París 1984, 44. '
Vlll. LOS PADRES Y LA MORAL
VIII. LOS PADRES Y LA "MORAL 165
164

Hay que señalar que cada uno de estos cuatro modelos La fe en esta continua atención de Dios por el hombre
ha sido considerado en un momento particular de la histo- encuentra una consecuencia inmediata en la concepción del
ria como adecuadamente representativo del conjunto de la culto, que no puede limitarse a algunos momentos ni puede
moral neotestamentaria 19 • Pensemos en la prioridad que circunscribirse a algunos lugares. No existe ningún ámbito
concede Tertuliano a la novedad del Evangelio; en la impor- de la vida humana que se libre de este culto. Por esta
tancia central del concepto de «agápe» en Clemente; 1en la razón, todo pecado -sea cual sea la especie a la que per-
lectura de la vida cristiana como «sequela Christi» s,egún tenece- es siempre una culpa religiosa.
Cipriano; en el tema del «ordo amoris» en Agustín, etc. Ya el Nuevo Testamento, al presentar a los bautizados
como «un reino de sacerdotes» (Ap 1,6; 5,10), «sacerdotes
En relación con la fe, hay que señalar ante todo cómo el de Dios y de Cristo» (Ap 20,6), había subrayado que el
comportamiento del cristiano depende estrechamente del culto, la liturgia, el sacrificio que tienen que ofrecer no es
conocimiento que tiene de Dios. En efecto, la teología se de tipo cultual o ritual. La materia de ofrenda sacerdotal
refleja en la antropología. Así, por ejemplo, un discurso del cristiano es su misma vida. Su cuerpo es el templo del
sobre un Dios que no se mezcla con este mundo ,es la Espíritu Santo (1 Cor 6,19). Dado que «Dios os ha mani-
premisa para una antropología de separación y de despr~cio festado su misericordia», precisamente por esta razón -de-
de las realidades creadas. Pues bien, el Dios de Jesuc:nsto clara Pablo- «os pido que os ofrezcáis como sacrificio
es un Dios para los hombres: cercano, hecho historia, un vivo, santo y agradable a Dios. Éste ha de ser vuestro
Dios trinitario y encarnado. Así, no es de extrañar que la auténtico culto>> (Rom 12,1-2). En esta perspectiva, el obrar
ética cristiana primitiva se configure como respuesta :a ese ético del hombre, basado en la fe en un Dios personal y
Dios entendido como compañero más bien que como ade- cercano, se entiende como acto de culto o como respuesta
cuación a una norma. Pues bien, es precisamente esta con- religiosa. Consciente de esto, Minucio Félix pregunta: «¿no
cepción de Dios la que resulta repulsiva para los pag:anos. será mejor ofrecer a Dios un santuario en nuestra mente? ...
«iCuántas mostruosidades y cosas raras inventan los cristia- Una conducta buena, una conciencia pura, un sentimiento
nos! -declara el interlocutor pagano en el Octavio de Mi- incorrupto, ésta es la víctima que él acepta. La rectitud es
nucio Félix (10)-. Ese Dios suyo único que no pueden oración a Dios, la justicia es sacrificio; el que se abstiene
mostrar ni ver, escudriña escrupulosamente la condu cta y del mal, lo hace favorable; el que salva a su hermano del
l~s acciones, las palabras y los pensamientos íntimos de peligro, le inmola la víctima más bella. He aquí nuestros
todos, llega a todas partes y está presente en todas pa.rtes; sacrificios, he aquí nuestros ritos. El más justo entre noso-
lo hacen insoportable, inquieto y descaradamente cu1r1oso, tros es considerado como el más religioso 20•
asistiendo a todas las acciones y metiéndose en todos los Otra motivación en el comportamiento u otro arquetipo
lugares; ocupado por todas partes, no puede interesarse por de la moral cristiana tiene que verse en la idea neotestamen-
los individuos; si se interesa por los individuos, no puede taria dejusticia, con la que va ligado el concepto de pecado
bastar a todos.»
20
MJNUCIO FÉLIX, Octavius 32. Cf. también ARisTIDES, Apología XV, 1;
ACENÁGORAS, Pro christianis XIII.
" Cf. E. ÜSBORN, La morale..., 6.
o
166 VlII. LOS PADRES Y LA MORAL Vlll. LOS PADRES Y LA MORAL 167

y de gracia. La justicia, categoría sintética de la teología de ser cristiano. Frente al mundo, el discípulo de Cristo como
Pablo, es el poder gratuito de Dios, mediante el cual él se partícipe de su Reino, que «no es de este mundo» (Jn
reconcilia con los hombres y los hace libres, provocándolos 18,36), tiene que mantenerse presente, constructivo, pero
a hacerse justos ellos mismos 21 • Como hemos dicho, en el siempre libre y crítico. La «parresía», es decir, la fuerza
concepto de justicia va implícita la idea de pecado, que hay crítka, la capacidad de hablar con franqueza, es el bien que
que entender no en sentido ritual, cultual o moral, sino nace del hecho de sentirse corresponsable de este mundo,
teológico-comunicativo: el pecado como no-reconocimiento aunque nunca confundido plenamente con él.
de Dios en cuanto Dios y, por tanto, como no-reconocimien- Otro paradigma del Nuevo Testamento que domina toda
to del hombre en cuanto hombre. Se trata de una alteración la moral de los Padres es la condición de discípulo 22• Una
a nivel de relaciones. Por tanto, si Jesús anuncia el perdón condición esencial del ser cristiano es la «sequela Christi».
de los pecados y Pablo habla de la justicia como don gratui- En este caso, «la ética cristiana no se determina solamente
to de Dios, no hay que entender por ello solamente el por referencia a una norma material, sino que es la de un
arrinconamiento de la culpa, sino más bien la creación de discípulo que sigue el modelo de su maestro. Engloba una
una nueva relación con Dios y con los hombres. relación viva con este maestro, una obediencia a sus llama-
Todas las reflexiones sobre la <<novitas vitae» recorda- das ... Una ética cristiana, por consiguiente, no existe fuera
das al principio en relación con la predicación moral de los de una referencia a la acción de Dios que constituye al
Padres encuentran aquí su fundamento: en la concepción cristiano y a la persona de Jesucristo, a sus llamadas y a su
de Dios que justifica gratuitamente, entablando de nuevo Espíritu» 23• En conformidad con este modo de ver, <<la
el diálogo con un hombre que se ha hecho criatura mueva. literatura protocristiana está caracterizada por la argumen-
Evidentemente, la conciencia de esta novedad cristiana tie- tación tipológica: se presenta a Cristo como la figura nor-
ne repercusiones en la vida concreta. En efecto, al hacerse mativa, como el modelo de conducta para el individuo y
«nueva criatura en CrislO>> (2 Cor 5,17), el cristiano ha para las comunídades cristianas». En confirmación de esto
cambiado su manera de ser, de pensar y hasta los valores podemos observar que los cristianos de las primeras gene-
hacia los que tiende. La realidad actual no es mala, pero se raciones entendieron su vida ante todo como una respuesta
ha hecho «estrecha» y no tiene ya su sentido último en sí a Cristo. Lo que importa para ellos es vivir de manera digna
misma, sino en lo que la supera y que Cristo ha revdado. de él, estar unidos a él, alabarlo. «Es hermoso -declara
Como vemos al observar la predicación moral del siglo IV, Ignacio- que glorifiquéis de todas maneras a Jesucristo,
los obispos anuncian con frecuencia que para un cristiano que os glorificó a vosotros» 2~. En la vida ya solamente
la ética, los modos de comportarse, los ideales, no coinci- cuenta él. «¿Cómo podríamos vivir sin él...?» 25¡ «fuera de
den del todo con los vigentes en la sociedad. Esto supone, él, nada me agrada», observa también Ignacio 26 • En una
en último análisis, que el cristiano no se debe ligar indiso-
luble e irremediablemente a ninguna estructura terrena,
n Cf. lbíd., 5lss.
llegando incluso a identificar con ellas su propia manera de 11
Y. CoNGAR, Ré/lexion..., 36-37.
2
◄ Epist. ad Eph., 2.
" Epist. ad Magn., 9, 1.
" Cf. E. ÜSBORN, lA mora/e..., 44-46. ,. Epist. ad Eph., 11.
Q

168 VIIL LOS PADRES Y LA M,ORAL VIII. LOS PADRES Y LA MORAL 169

palabra, podríamos decir que la tensión de la protopatrísti- morales de los Padres. Los motivos del comportamiento
ca se dirige a la adquisición del «sensus Christi»: mirarlo a cristiano están sacados de esta relación con él.
él, referirse a él.
Esto mismo vale respecto al último de los arquetipos
Hay un párrafo de Lactando que ilustra muy bien este fundamentales de la moral patrística: la categoría del amnr.
fundamento «erístico» del compromiso moral del cristiano. El elemento nuevo contenido en ella se deriva del «amaos
«Si, por casualidad -declara Lactando- un discípulo di- como yo os h e amado». El amor cristiano, en definitiva, es
jese: "Maestro, tú mandas cosas imposibles", el maestro original en cuanto que está enriquecido de nuevos conteni-
podría contestar: "Soy yo mismo el que las hago." - "Pero dos. No se apoya solamente en razones filantrópicas, sino
yo estoy revestido de carne, a la que pertenece el pecado." que se basa en el hecho de que Dios es Padre de todos y de
- "También yo llevo la misma carne, pero el pecado no que todos somos hermanos; que en el otro está presente
puede nada en mí... " - "No puedo soportar el dolor ni la Cristo («todo lo que hagáis a uno de esos pequeñuelos, a
muerte por la justicia, porque soy débil." - "También sobre mí me lo hacéis ... »); que la unión de amor entre el hombre
mí Lit::nen poder el dolor y la muerte, pero consigo vencer
y la mujer, por ejemplo, está carga<la y potenciada por un
esas cosas que son objeto de tu temor, para permitirte que
nuevo significado: ofrecer una imagen de la unión entre
venzas el dolor y la muerte; yo fui el primero en afroontar
Cristo y la Iglesia. La nueva fraternidad o el amor recíproco
esos sufrimientos de los que tú vas diciendo, para excusar-
se convierte así en otro elemento característico del grupo
te, que son intolerables; si no puedes seguirme como maes-
cristiano y en otra fuente de moralidad.
tro, sígueme como guía"» 21 •
La convicción de que los cristianos tienen que vivir A este propósito es impresionante observar cómo en la
orientados a la persona de Cristo y no hacia las «doctrinas» predicación social de los Padres del siglo IV la invitación a
que apelaban a él, está muy presente incluso entre los per- compartir los bienes, la justicia social, la limosna, no se
seguidores, que exigían a los mártires que renunciasen al apoya ordinariamente en la consideración de qut:: la tierra
cristianismo maldiciendo a Cristo. sea de todos, ni tampoco, principalmente, en motivaciones
filantrópicas. No parece que haya razones puramente huma-
Como vemos en el Martirio de Policarpo 9, fue ésta la nas de las que los Padres saquen su doctrina social.
experiencia del anciano obispo de Esmirna. «El juez le
increpaba diciendo: "Jura y te pongo en libertad. Maldice a Ésta está sostenida más bien por motivaciones prevalen-
Cristo". Él respondió: "Hace ochenta y seis años que le temente cristianas. Así, la posesión y la riqueza se entien-
sirvo y nunca me ha tratado mal. ¿Cómo puedo blasfomar den como instrumentos en orden a la vida futura, como
de mi rey, de mi salvador?"» medios que hay que repartir de forma equitativa, no tanto
para atender a las exigencias de la justicia distributiva, sino
La figura de Cristo, con los temas anejos del seguinnien-
sobre todo «por causa de Cristo», «por amor a Cristo», y
to y de la imitación, centra por consiguiente las reflexiones
en nombre de la fraternidad nueva y más profunda que
Dios ha constituido, por la que tienen que participar con
" Div. lnstit. IV, 24. nosotros de los dones presentes todos aquellos que son
J70 VIII. LOS PADRES Y LA MORAL VIII. LOS PADRES Y LA MORAL 171

nuestros compañeros en la fruición de la gracia celes1tial y gana él con ello? ... Si, al verlo cubierto de harapos y aterido
de los misterios 28 • de frío, dejases de darle un vestido para levantarle, por el
«iCómo hemos de sufrir -declara Máximo de Tur:ín en contrario, columnas doradas, diciendo que lo haces en su
una homilía- al ver que un patrono cristiano no muestra honor, foo crees que lo tomaría por una burla de tu parte
y como un supremo insulto? ... Dios no ha condenado mm
compasión del esclavo cristiano, sin pensar que éste, aun-
que esclavo por su estado social, es, sin embargo, por gracia ca a nadie por no haber dado a sus templos ricos ornamen-
hermano suyo! En efecto, del mismo modo está revestido ~os; ~ero. amenaza incluso con el infierno, con un fuego
de Cristo, participa de los mismos sacramentos y tiene la me~tmgmble y con el suplicio de los demonios, al que se
misma familiaridad con Dios Padre. ¿Por qué, entonces, no olvida de ayudar a los pobres. Por eso, mientras adornas su
lo tratas como hermano?» 29• casa, no desprecies al hermano que está en la aflicción,
porque él es un tesoro mucho más precioso que el otro» 30•
Para confirmar lo que llevamos diciendo resulta intere-
sante lo que manifiesta Juan Crisóstomo en una de sus Apoyándonos en este párrafo (y podríamos citar otros
homilías: «¿Quieres honrar el cuerpo de Crislo? Pues bien, muchos), podemos concluir que el amor cristiano es algo
no toleres que esté desnudo; después de haberlo honrado más que la simple filantropía, ya que está cargado de con-
con telas de seda, no permitas que fuera se muera de frío tenidos que ésta no conoce. En efecto, un acto como la
por su desnudez. El que ha dicho: "Esto es mi cuerpo ... ", limosna, _que puede hacerse como gesto de autoprotección,
ha dicho también: "Me habéis visto pasar hambre y no me por propio interés, por solidaridad, por compasión, encuen-
disteis de comer" y: "Lo que no hicisteis con uno de esos tra dentro del cristianismo otra motivación: en el pobre
pequeñuelos, tampoco lo hicisteis conmigo." El cuerpo de está presente Cristo; en cada ser humano que sufre es él el
Cristo que está sobre el altar no necesita manteles, sino que sufre. En coherencia con este modo de entender las
almas puras; mientras que el que está fuera, necesita. mu- cosas, afirmaba Orígenes: <<iVeo que Jesús da sus espaldas
cho cuidado ... El culto más agradable que podemos rendir todos los días a los que le flagelan!» )l. Y también: «Jesús
a aquel a quien deseamos venerar es el que quiere él mis- es crucificado siempre con los malhechores en la persona
mo, no el que nosotros pensamos ... ¿De qué le aprovecha a de sus discípulos veraces y soporta la misma pena que en
Cristo tener su mesa cubierta de vasos de oro, mientras él otros tiempos padeció entre los hombres» 32•
mismo muere de hambre en la persona de los pobres? Em- Una intencionalidad o una carga que ha contribuido
pezad a saciar al que tiene hambre y luego, si os q ueda igualmente a determinar la moral del período patrístico se
dinero, adornad también su altar. ¿Le ofreces un cáliz de debe al sentimiento escatológico, que todavía era muy fuer-
oro y le niegas un vaso de agua fresca? ¿Buscas para el altar te en el siglo IV. La impresión de encontrarse ante la inmi-
brocados de oro y no le ofreces el vestido necesario? ¿Qué nencia de la parusía determina la vida, eleva su tenor, intro-
duce nuevos criterios de valoración de los bienes tempora-

" Cf. en este sentido L. PADOVESE, L'originalita cristiana - Il pensiero


etico-sociale di alcuni vescovi norditaliani del IV seco/o, Ed. Laurent.ianum, ,. Comm. in Mt. - Oratio L, 3,4.
Roma 1983. " In Hieremiam - Hom. XVIII, 12.
" Sermo XXXVI, 3. n Contra Celsum II, 44.
172 VIII, LOS PADRES Y LA MORAL VTII LOS PADRES Y LA MORAL 173

les. La tensión escatológica tuvo una gran importancia en el más bien «según la novedad de la gracia espiritual y según
plano ético 33 • la tradición evangélica» 37 •
Llegados a este punto, podemos sacar una primera con- Cuando un predicador como Zenón de Verona habla de
clusión. Al presentar los cuatro modelos o arquetipos de la los deberes sociales1 denuncia al cristiano que dice: «Es
fe, la justicia, el discipulado y el amor, no excluimos que justo que yo conserve mis bienes y no busque los ajenos.
haya otros. Pero es un hecho que los cuatro modelos, que Pero esto - continúa Zenón- suelen también decirlo los
hemos recordado, muchas veces entrelazados entre sí --jun- paganos. En realidad veremos hasta qué punto esto es in-
to con el sentimiento escatológico-, han tenido una impor- justo ante Dios» 38 •
tancia primordial en la fundamentación del discurso nnoral De forma análoga, el desconocido autor del Opus imper-
cristiano, confiriéndole cierta homogeneidad. Jectum in Matthaeum señala la diferencia entre el comporta-
Sobre la base de las observaciones que hemos hecho, miento cristiano y el no cristiano en los términos contra-
tendríamos que responder afirmativamente al interrogante puestos de ley y de gracia. «La ley - declara - consiste en
inicial sobre la existencia de una ética cristiana, ya que sus el hecho de que tú no tomes lo que es tuyo, pero sin tener
criterios, sus motivaciones o «intencionalidades» son estric- que dar de lo tuyo. La gracia, por el contrario, consiste en
tamente cristianas. Así, cuando Pablo reprende a los corin- no quitar lo ajeno y en dar de lo tuyo» 39 •
tios, no les dice: «Evitad la fornicación porque está mal, Así pues, lo específico es la nueva fundamentación de fe
porque va contra el derecho natural»; recurre más bien a que se da a la acción humana; se trata de una nueva pers-
esta otra intencionalidad: «Vuestro cuerpo no os pertene- pectiva para hacer lo mismo que los demás; se trata de un
ce ... ; sois templo del Espíritu Santo» (1 Cor 6,19). Encon- estilo particular que no cambia la fenomenología, el conte-
tramos esta misma motivación en la tradición patrístka 34, nido objetivo del obrar, pero que diferencia ciertamente la
donde, por consiguiente, se anuncia que la pureza para los conducta del cristiano de la que no lo es 40 • Aquí está preci-
cristianos tiene que ser «más gloriosa» J ) que entre los pa- samente la originalidad de la moral cristiana que, consi-
ganos, o donde se afirma que ciertas virtudes, como la guientemente, es siempre teologal: teocéntrica y cristocén-
castidad o el ayuno, sólo tienen sentido si se asumen en una
trica.
óptica evangélica.
Por eso, cuando un obispo como Cromacio de Aquileya
invita al ayuno, afirma que éste «no puede ayudar al hom- Ética natural frente a ética cristiana
bre sin el conocimiento de la verdad, es decir, sin la fe del
nombre de Cristo» 36 y añade que éste tiene que practicarse Las intencionalidades cristianas que hemos señalado son
generales y no siempre sugieren unas opciones de vida inme-
» Sobre la repercusión de la escatología en el terreno de la ética, cf. supra,
pp. 116. 122-124.
" Baste recordar aquí a GAUDENCIO D E BRESCIA, Tl'actatus 15, 21: « ... ne " Tractatus XL VI, 54-55.
immunditiis forrúcationum corpora nostra, quae templa Dei sunt, vioLemus.» " T ractatus II, l.
" ZENÓN, Tractatus I, l. ,. Homilía XII, 41.
'
6
Tractatus XL VI, 8-9. •° Cf. Y. CoNGAR, Ref/.éxion ..., 39-40.
4!

174 Vlll. LOS PADRES Y LA MORAT VIll. LOS PADRES Y LA MORAL 175

diatas. No es de extrañar entonces que la antigua Iglesia, al trina cristiana como sistema orgánico 46 • Más que de una
abrirse al mundo helenista y al verse condicionada por los filosofía, se trata de una colección de doctrinas de fondo
interrogantes siempre nuevos producidos por su expainsión, práctico, con elementos sacados de Platón, de Aristóteles y
para tener una visión orgánica del mundo sobre base:s cris- de Epicuro. Por tanto, los maestros de la Stoa destacaron
tianas y para disponer de una normativa concreta sobre las especialmente en el terreno ético, convirtiéndose de alguna
diversas esferas de la vida humana, recurriera a sistemas manera en especialistas del mismo 47 •
éticos preexistentes y a un lenguaje moral ya constituido Para los estoicos el hombre está constituido de cuerpo
por la reflexión filosófica. En realidad, en la reflexión moral y alma o de cuerpo/alma/espíritu. El cuerpo es una realidad
no hay nadie que pueda considerarse como un iniciador inferior e incluso un obstáculo para el desarrollo del alma,
absoluto 41• De aquí se deduce que, a pesar de su originali- donde habita la razón. El esfuerzo del hombre consistirá
dad, «toda la moral de los Padres lleva el cuño del ambien- entonces en librar el alma de las pasiones del cuerpo me-
te popular y culto en el que vivieron» 42 , Lo que ocurre con diante la virtud, viviendo según la razón o según la natura-
la teología dogmática se verifica también para la moral, que leza, que está regulada por la razón universal. El hombre
se plasma, se estructura, en contacto con el mundo grecorro- llega a la felicidad liberándose de las pasiones, o bien con-
mano y no independientemente de él. quistando la «apatheia» que lo hace semejante a Dios: au-
Las corrientes de pensamiento que dejaron una huella tónomo. Así pues, el ideal estoico es la sabiduría de la
más profunda en la reflexión ética cristiana fueron el estoi- autonomía 48 o, lo que es lo mismo, de la libertad. Y la vida
cismo y el platonismo. moral se entiende entonces como asimilación a Dios e imi-
tación de Dios. «Si la divinidad es fiel -declara el estoico
Se ha afirmado incluso que «sin el encuentro con la
Epicteto-, (el hombre) también debe serlo; si es libre,
Stoa sería incomprensible el desarrollo espiritual del cristia-
también él ha de ser libre; si es caritativa, también él ha de
nismo» 43 • Y hasta se ha hablado de una «influencia múlti-
ser caritativo; si es generosa, también él ha de ser generoso,
ple y profunda» 44 , <<capital» 45, del estoicismo en el cristia-
y así a continuación: debe hacerlo y decirlo todo como
rusmo.
imitador de Dios» 49•
En efecto, lo que relaciona a ambos movimientos, al
Todos están llamados sin distinción a este ideal: libres y
menos formalmente, es su fuerte afinidad espiritual.
esclavos, hombres y mujeres, dado que en todos habita
Sabemos cómo en la reflexión filosófica el estoicismo aquel <<Lagos spermatikos», es decir, aquel principio de
mantuvo un lugar fundamental hasta la mitad del siglo ID, racionalidad que es fuente de igualdad entre los hombres y
es decir, en el período en que se iba consolidando la doc- que los hace a todos ciudadanos de la única ciudad que es

" Cf. E. ÜSBORN, La mora/e.. ., 283. ~• Cf. Ibid., 53.


" M. SPANNEUT, Le Stoicisme des Peres de l 'Eglise, Ed. du Seuil, París '
7
Cf. M. SPANNEUT, Les normes morales du stofr:isme chez les Peres de
1957, 266. L'Eglise, en «Studia Moralia» 19 (1981) 153. Cf. también E. Ü SBORN, La
u M . P o HLE N Z , La Stoa, Ed. La Nuova Italia, Florencia 1967, 397. mora/e..., 29-31.
" Cf. M. SPANNEUT, Le stoicisme..., 266. " Cf. E. ÜSBORN, La mora/e..., 32-33.
" Ibíd., 257. "' Diatriba ll, 14,10-13.
176 VTII. LOS PADRES Y LA MORAL VIII. LOS PADRES Y LA MORAL 177

el mundo o - como también se decía - que los hace ser mo, que fue capaz de transformar todo lo que era contrario
parte unos de otros y miembros de un solo cuerpo. a su naturaleza.
La influencia estoica sobre los Padres es evidentísima y
«El cristianismo derrotó a la Stoa con la fuerza de su
se percibe con claridad en las enseñanzas morales sobre el
idea religiosa, pero esta victoria se vio facilitada en la me-
libre albedrío, las pasiones, la actividad virtuosa, la ígualdad
dida en que el cristianismo sacó de su adversario sus ideas
entre los hombres.
más profundas y fascinantes. Mucho del antiguo patrimonio
Más concretamente podemos pensar en la idea estoica del pensamiento helenista penetró así en la nueva religión
de naturaleza, de <<ordo naturae», en la idea de un1a ley gracias a la mediación de la Stoa» 51 •
natural, universal e inmutable, impresa por Dios en el cos-
mos. Las intencionalidades que hemos mencionado permitie-
Partiendo de esta idea es como los Padres llegaron a ron distinguir lo «proprium» del cristiano de lo que perte-
fundamentar una moral universal e inmutable, en un plano nece al estoico. Por tanto, si en la moral cristiana primitiva
racional 50 , con las consecuencias que se pueden imaginar. se encuentran ciertos aspectos de la ética estoica e incluso
Evidentemente, la influencia estoica tiene puntos posi- platónica, su significado no es ya el mismo, dado que se las
tivos, pero también tiene zonas de sombra. Entre los <<lími- utiliza de manera diferente 52 • Así, si el estoicismo y el cris-
tes» baste pensar en el uso a veces ridículo de la ley natural tianismo predican una redención, para el primero es el
o de la conformidad con la naturaleza, invocada para. que hombre el que se redime a sí mismo a través de su razón,
los hombres no se afeiten la barba o para que las mujeres mientras que en el cristianismo el hombre se deja redimir
no usen cosméticos; pensemos en la idea de cuerpo como por Dios en el abandono de la fe; en el cristianismo Dios
de un peso; en el concepto de pecado, entendido corno la salva a los hombres, mientras que para el estoicismo es el
falta de control del «loghikon» sobre la esfera instintiva del hombre el que se salva a sí mismo; el estoicismo cree en las
hombre; en la ausencia de pecado percibido como una virtudes humanas, mientras que para el cristiano todo falla
«apatheia» desencarnada; en la negación de los valores afec- sin la gracia. En una palabra, podemos subrayar de nuevo
tivos del hombre, considerados como no conformes con la que <<una ética de los cristianos se caracteriza por el hecho
razón; en la atribución de la procreación como única finali- de que Dios, el Dios vivo que vino a nosotros en Jesucristo,
dad de la unión matrimonial; en la idea de virtud entendida es el compañero primero y decisivo de esa ética» 53 •
como una autoconstrucción donde la gracia de Dios está
totalmente ausente. Precisamente la historia de la Iglesia Sin embargo, fue precisamente el estoicismo el que per-
nos confirma cómo el ideal del cristiano perfecto se ha visto mitió al cristianismo transformarse de doctrina de salvación
modelado a veces sobre el del sabio estoico. en una visión orgánica del mundo ' 4•
A pesar de estas limitaciones, no puede decirse que el
estoicismo se haya impuesto a la originalidad del cristiianis-
" M. P O HLEN Z, La Stoa n, 400.
" Cf. E. ÜSBORN, La mora/e.. ., 34.
" Y. CoNGAR, Réflexion.. ., 38.
'° Cf. E. ÜSBORN, La mora/e.. ., 259-260. ,. Cf. M. PoHLEN Z, La Stoa II, 400.
178 Vil!. LOS PADRES Y LA MORAL VID. LOS PADRES Y LA MO RAL 179

Este encuentro fue esencial, porque permitió destacar mayor». Un crecimiento que impondrá una «novitas» tam-
que entre la creación y la redención, entre la ley natural y bién para la regla de conducta.
la ley cristiana, no hay ruptura sino continuidad. «La mora-
lidad humana es ya parcialmente cristiana, ya que donde se La influencia del estoicismo continuará todavía, a pesar
encuentra una moralidad auténtica, está ya en obra Dios en de que se fue imponiendo el platonismo. Es un mérito
el Cristo-Lagos» ''. indiscutible de Agustín haber llevado a cabo la mediación
-incluso a nivel ético- entre el platonismo y el cristianis-
Sabido es cómo esta vinculación fue obra de los A polo- mo. Con este Padre de la Iglesia, el discurso ético cristiano
gistas y, más concretamente, de Clemente Alejandrino, cuyo hace también de la reflexión platónica sobre la voluntad y
Pedagogo nos ofrece el primer tratado de teología moral ' 6 • sobre la conciencia uno de los temas clave. Sin embargo,
Influidos por el estoicismo, tanto los Apologistas como Cle- Agustín consolida también las bases teológicas de la ética
mente señalarán cómo no hay ruptura entre el pensamiento cristiana, porque tiene fe en una instancia fundamental:
humano y el pensamiento cristiano, sino que más bien el «La moralidad cristiana sólo puede comprenderse en la fe
segundo completa al primero. Por este mismo motivo, el y a partir Je la fe; por eso la conducta cristiana es el
que ha vivido «según la razón» o «según el Verbo» puede despliegue de la vida de fe» ' 8 •
considerarse cristiano. «Los que vivieron según el Verbo
-afirma Justino- son cristianos, aunque fueran conside- Evidentemente, esta afirmación no ignora los agravios
rados ateos, como Sócrates y Heráclito entre los griegos y de la reflexión agustiniana sobre la moral sexual, heredados
los que fueron semejantes a ellos ... Así, los que nacieron tanto del neoplatonismo como de doctrinas encratitas y
antes, viviendo sin el Verbo, fueron malos y enemig.os de reforzados dentro de un clima de polémica.
Cristo y asesinos de los que vivían según el Verbo; pero los
que vivieron y viven según el Verbo, son cristianos» 57•
Consideraciones a manera de conclusión
La importancia de esta interpretación de la historia es
fundamental, porque muestra cómo el hacerse cristiano no Estos últimos aspectos nos remiten al hecho de que la
supone para un griego renegar de su propia tradición, sino teología moral vive y respira siempre el aire de su época.
un paso de las verdades parciales a Ja verdad total que es Esto debe hacernos recordar que en nuestra tradición cris-
Cristo. tiana -incluso en lo que atañe a la moral- hay mucho que
es fruto de la antigua asimilación al mundo circundante.
Así pues, los Apologistas hacían bien en decir: «Todo lo
que habéis descubierto, lo seguís conservando en la nueva Por eso mismo la apelación a los Padres nos dice que
religión. No penséis en una pérdida, sino en un crecimiento «todas las épocas tienen la tarea de interpretar auténtica-
mente la instancia moral en el contexto de la fe con los ojos
vueltos al origen de la revelación» ' 9 •
" A. HoLDEREGGER, Per una /ondazione storica .. ., 180.
" Cf. CAFFARRA, Historia de la teología moral, en Diccionario enciclopé-
dico de teología moral, Ed. Paulinas, Madrid 1978, 438.
11
I Apología I, 46,3-4.
" A HOLDEREGGER, Per una fondazione storica..., 187.
,. Ibíd., I 75.
·········-----------------------lllllllllr·. .
180 Vlll. LOS PADRES Y LA MORAL
- - VTil. LOS PADRES YLA MORAL

181

En la utilización de la «ley de naturaleza» estoica los problema del pluralismo en el terreno moral. De hecho,
Padres muestran que creen en la continuidad entre la natu- quien dice ciencias positivas dice casi obligatoriamente po-
raleza y la gracia. Por consiguiente, no puede darse una sibilidad de interpretaciones diferentes de la realidad huma-
esquizofrenia o una «doble moral» a nivel del comp~rta- na y social, y por tanto divergencias a nivel de conclusiones
miento. La ley natural es un presupuesto a la ley de Cnsto. de derecho natural.
Por otra parte, es precisamente un cierto uso indebido La tarea del Magisterio, dentro de este pluralismo, se
de esta ley natural en los Padres lo que nos dice que hemos encuentra evidentemente en una posición delicada. Su acti-
de ser precavidos al hablar de ella: la justificación de la tud tendrá que verse dictada necesariamente por un crite-
esclavitud la condenación del préstamo con intereses, la rio prudencial o pastoral, pero no puede bloquear la inves-
' . .
depreciación del matrimonio, de la sexualidad, de la muJer, tigación, aunque adopte una postura de seguridad.
todos esos aspectos que se justificaron sobre la base del
«ordo naturae>>, nos imponen una gran prudencia. Otra consideración que se puede deducir de los Padres
Hay que añadir, de todos modos, que entre los Padres consiste en reconducir los comportamientos éticos a la on-
no fue exclusiva la referencia a la ley natural, como lo fue tología de la fe.
en épocas posteriores en las que los moralistas se propusie- Su insistencia en la novedad del ser cristiano es un
ron exponer y defender la ley natural 60 como un sistema de invitación a que hoy hagamos lo mismo: para ellos el com-
reglamentación para un ser concebido como estático e in- promiso primordial del anuncio es de orden religioso y no
mutable. Debido a su esencia espiritual -creado a imagen moral. En una palabra, se trata de recordar a los cristianos
y semejanza de Dios-, el hombre es una realidad que debe su propia identidad y esto se realiza cuando renunciamos a
realizar sus virtualidad es. Por tanto, el derecho natural «no poner en acto «una pastoral de las cosas en la que los
debe concebirse como dado una vez para siempre, en nom- hombres van llenando.... las casillas de un esquema ya tra-
bre de una ontología estática. En efecto, tampoco e1 cono- zado, como si su misión consistiera en dar vida a un sistema
cimiento del derecho natural se ha dado una vez para siem- y en hacerlo floreciente en la medida de lo posible» 62 • Se
pre; y esto por dos motivos: en razón del carácter tenden- trata, un poco más simplemente, de «intentar poner o ha-
cia! y, por tanto, evolutivo del dato humano individual y cer fructificar actos espirituales, hacer que se encuentre a
también en razón de la historicidad del hombre, que en el Dios» 6>. Esto resultará más fácil si se insiste en el hecho d e
curso del tiempo va evolucionando y desarrollando suis vir- que el obrar ético es una respuesta religiosa, si se hace
tualidades sociales. La conclusión es que el derecho n:atural percibir la vida como acto de culto, invitando a los cristia-
tiene que desarrollar al máximo los datos de las ciencias nos «a una existencia mejor so pena de ver cómo el mundo
humanas (biología, psicología, historia, etnología ... ) para rechaza con todo derecho su fe» 64 •
conocer mejor al hombre, sus tendencias profundas, sus
interdependencias ... » 61 • Aquí, evidentemente, se plantea el
62
Y. CONGAR, en K DEl.AHAYE, Per un rinnovamento ..., XXI.
60 Cf. E. Ü SBORN, La mora/e..., 262-263. •• lbld., XXI.
61 J. M. AUBERT, Pour une herméneutique..., 479. " Cf. E. ÜSBOR.N, La mora/e... , 309.
182 Vlll. LOS PADRES Y LA MORAL

En efecto, precisamente en la situación real de pluralis- IX


mo cultural y religioso en que nos encontramos, podemos
aprender también de los Padres todo lo que se ha afirmado Los Padres y la espiritualidad
recientemente, a saber, que sobre el problema moral «hay
que poner de relieve que lo "religioso" no contradice ni
destruye a lo humano, sino que lo conserva, lo purifica y le
da un sentido más profundo; que, por tanto, una moral
"religiosa", por el hecho de poner el fundamento último y
la justificación suprema en Dios, no destruye ni quita nin-
gún valor a la moral "humanista", basada en la razón y en
la dignidad del hombre, sino que más bien la refuerza en su
carácter absoluto y la hace más sólida, impidiendo que
caiga primero en el relativismo moral y luego en el liheralis-
mo radical y en el nihilismo ético» 65 • Sin embargo, aunque Indicaciones de espiritualidad
captemos los vínculos que unen a la moral humanista y a la en los escritos de los Padres Apostólicos
cristiana, no debemos olvidar que el cristianismo predica, a
pesar de todo, una «paradoxos politéia» -como diría el Al observar de cerca las obras de los Padres Apostólicos,
autor del Ad Diognetum 5,4-, es decir, una conducta para- percibimos la heterogeneidad de temas, de ambiente, así
dójica, lo mismo que es paradójica su fe en un Dios hecho como la distinta formación y capacidad de los respectivos
hombre. autores. En estos textos, documentos de excepcional impor-
tancia por el período en que se sitúan (finales del siglo I
primeros decenios del n), se lleva a cabo una cantidad de
revoluciones que fijarán algunos aspectos decisivos en el
cristianismo posterior y de los que no podemos saber casi
nada. Entre ellos podemos citar la afirmación del ministerio
eclesial, la problemática inherente a los herejes, el orden en
la Iglesia, la ascesis y el martirio, el valor de la Biblia, la
introducción de la segunda penitencia, etc.
La estructura espiritual del cristianismo subapostólico
que conservan estos escritos es generalmente una síntesis
entre la tradición judeohelenística y el anuncio cristiano.
Por eso mismo los textos de los Padres Apostólicos nos
remiten a un ambiente judeocristiano y a la dificultad, por
parte del mismo, de romper los vínculos que lo mantenían
65 J. M. AUBERT, Pour une herméneutique..., 461. unido al seno original. De todas formas, no faltan en estas
184 OC. LOS PADRES Y LA ESPJRlTUALlDAD IX. LOS PAD.RES Y LA ESPI.RITUALlDAD 185

obras suficientes elementos para una reconstrucción de la ta qué punto la revelación del Padre se consideraba un
espiritualidad cristiana del momento. punto firme en la fe primitiva 4 • El Padre entra así en la
vida cristiana y ocupa en ella un papel primordial. A él
El primer aspecto es el que nos ofrece la concepción del dirigen su oración los primeros cristianos, «por» Cristo o
cristiano como una <<nueva criatura» (cf. 2 Cor 5,17). Todo «en» Cristo ': ésta pasa a través del Señor, de la misma
el discurso ético que encontramos en los escritos de los manera que es a través de él, que es la puerta, como se tiene
Padres Apostólicos presupone esta novedad o alteridad que acceso al Padre 6 • La misma aspiración al martirio que sien-
recuerdan sobre todo los que tienden a distanciarse del te Ignacio de Antioquía se justifica como un ir hacia el
judaísmo. El autor del Discurso a Diogneto 2-3 exhorta a su Padre: «Mi amor (en griego, eros) está crucificado y no hay
oyente: «Límpiate de prejuicios, despójate de los hábitos ya en mí un fuego terreno, sino un agua viva que brota y
que te tienen atado, conviértete desde lo más íntimo de tu que me dice por dentro: "iVen al Padre!"» 7 •
ser en un hombre nuevo para hacerte discípulo de la doc-
trina nueva, como tú la llamas» 1 • Estas reflexiones rubrican el convencimiento de que la
espiritualidad de los Padres Apostólicos es «cristológica»,
Asociada al tema de la novedad del cristiano aparece la ante todo porque reconoce el lugar que Cristo reserva al
convicción de poseer un nuevo conocimiento de Dios, al- Padre en la vida, en la oración y hasta en la muerte. Es
canzado a través de Jesús, la <<boca infalible» mediante la evidente que en el corazón del joven movimiento cristiano
cual nos ha hablado el Padre 2 • Este conocimiento resulta está la persona de Cristo como una imagen de claros con-
que es, ante todo, una revelación de la paternidad de Dios. tornos. La polarización de intereses sobre su persona, pro-
«Cristo - se nos dice en la 2 Carta de Clemente, 3 - ha movida en gran parte por algunos errores doctrinales que
llevado a cabo con nosotros una gran obra de misericordia: ponían en discusión unas veces el aspecto humano del Sal-
no sacrificamos a los dioses muertos ... , sino que conocemos vador (el docetismo, el gnosticismo) y otras su divinidad (el
al Pa<lre de la verdad» 1 • Efectivamente, es común La idea
ebionismo, el adopcionismo), si lleva a un reconocimiento
de que la verdadera imagen de Dios sólo nos la Jpued_e
cada vez más maduro de su realidad divina, no aleja ni
comunicar Dios mismo. «¿Quién entre los hombres --esct1-
mucho menos del hombre, sino que revela la medida exacta
be el autor de Ad Diognetum 10- sabía lo que era Dios
de lo que significa encarnación, pasión, salvación. Es lo que
antes de que él viniese? ¿Querrás prestar acaso fe a las
se percibe en el anónimo redactor de la 2 Carta de Clemen-
afirmaciones vacías y necias de filósofos presumidos? .. . Nin-
te, para quien «hemos de estar convencidos de que Jesucristo
gún hombre vio jamás ni conoció a Dios, sino que él mismo
es Dios y juez de vivos y de muertos; sólo así dejaremos de
se reveló a nosotros ... Si deseas esta fe, procura ante todo
conocer al Padre... » Estas expresiones nos demuestran has-
' Esto se confirma también por la simple observación estadística de las
veces que se cita al Padre. Sólo en las cartas de Ignacio la palabra «Padre»
1
Sobre el tema de la «novedad» cf. también IGNACIO, Epist. ad Trall. 8; aparece más de 43 veces. .
Epist. ad Eph. 9.19.20; Epist. ad Magn. 9.10; Epist. Barnabae 2.5.6.7.13.15.16; J Véase Didaché 8-10; 1 Epist. Clem. 59-61; Mart. Po!. 14; 2 Epzst. Clem.

Pastor Hermae - Visio III, 21. 20; IGNACIO, Epist. ad Eph. 4; Epist. ad Rom. 2; Epist. ad Trall. 13.
2
Cf. IGNACIO, Epist. ad Rom. 8. • IGNACIO, Epist. ad Philad. 9.
1 Epist. ad Rom. 7.
' Cf. también Mart. Polycarpi 14.
186 IX. LOS PADRES Y LA ESPTRITUALIDAD
* IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD 187

apreciar demasiado poco nuestra salvación, ya que si tememos solamente él: «Fuera de él - declara Ignacio- nada me
de él un concepto mezquino, también será mezquino el importa; por él es por quien llevo estas cadenas, que son
objeto de nuestra esperanza. El que escucha estas cosas y mis joyas espirituales» 0 . La aspiración del obispo de Antio-
las estima poco, peca; y también nosotros pecamos si no quía es imitarle hasta ser una sola cosa con él. En la imita-
tenemos presente quién nos llamó, de dónde y para qué destino ción hasta el martirio, el cristiano lleva a cabo su plena
nos llamó, y si no tenemos tampoco en cuenta los dolores fusión con Cristo: «Que ninguna cosa visible o invisible me
que Jesucristo quiso sufrir por nosotros» 8 • La afirmación impida alcanzar a Jesucristo. iQue caiga.n sobre mí el fuego,
de la divinidad de Cristo no reduce, por tanto, las exigen- las fieras, la cruz... , los peores tormentos del demonio, con
cias de seguimiento, sino que, por el contrario, nos un.e más tal que yo pueda alcanzar a Jesucristo ... ! iDejadme imitar la
estrechamente a él 9 • pasión de mi Dios!» 14•
Los cristianos de los dos primeros siglos no pueden Si la espiritualidad de los Padres Apostólicos se alimen-
olvidar tampoco que su Dios, el Kyrios glorificado, fue ta del fuego de la pasión de Cristo, no se puede ignorar el
también el hombre de dolores que «aprendió sufriendo lo papel que en ella tuvo la fe en su resurrección. Ellos de-
que cuesta obedecer>> (Heb 5,8). Por eso mismo, la idea de muestran que creen en un <<viviente». Policarpo invita a
la pasión -debido además a la situación de la comunidad tener fe en la resurrección de Cristo, que se muestra como
cristiana probada por las persecuciones- es uno de los garantía segura de la nuestra 15• Por su parte, Ignacio se
fundamentos de la espiritualidad de los Padres Apostólicos. declara dispuesto a arrostrar la muerte, ya que «sólo cuan-
Más aún, se puede afirmar que el ideal de vida cristiana do el mundo deje de ver mi cuerpo, seré verdadero discípu-
que proponen deriva su fuerza de una reflexión continua lo de Cristo... Yo busco al que murió por nosotros; yo
sobre los dolores del Señor 10• Impresionados fuertemente quiero al que resucitó por nosotros» 16•
por este amor desbordante que «escandaliza» y que pone Así pues, podemos afirmar que la pasión y la resurrec-
en crisis la concepción tradicional de Dios, los cristianos de ción de Cristo, 4ue cunsLituyen el acontecimiento nuclear
los orígenes entendieron su vida sobre todo como una respuesta
de la fe en la Iglesia primitiva, constituyen igualmente los
a Cristo. Lo que cuenta para ellos es vivir de manera. digna fundamentos de la espiritualidad cristiana.
de él 11, alabarlo 12• En la vida lo que importa ahma es
Ésta está marcada además por la idea de la parusía, que
se considera inminente. Esta convicción tendrá un notable
• l Epist. Clem. l. influjo en el origen de la ascesis, que «en sus orígenes no
' Que la divinidad dt: Crislo y d seguimiento de Cristo no son c,onceptos tiene nada que ver ni con la filosofía griega ni con un
antitéticos en la conciencia de nuestros autores, se deduce de algunas expre-
siones de Ignacio de Antioquía, que aspira a poder imitar la pasión de su Dios dualismo metafísico; guarda una estrecha relación con la fe
(Epist. ad Rom. 6) y se alegra con los fieles de Trallas, «verdaderos irmitadores en una llegada próxima del Reino de Dios. Este Reino no
de Dios» (Epist. ad Tra/1. 1).
• Cf. en este sentido 1 Epist. Clem. 2.7.21.49; IGNACIO, Epist. ad Eph.
1

1.10; Epist. ad Smirn. 1.4; Epist. ad Rom. 6. etc.; Epist. Polycarpi .1.2.7.8.9;
Epist. Barnabae 5.7; 2 Epist. Clem. l. " lbld., 11.
11
Cf. 1 Epist. Clem. 3. " Así !GNACJO, Epist. ad Rom. 5-6.
12 1
Ignacio declara: «Es hermoso que glorifiquéis de todas las maneras a ' Epist. Polycarpi 2. Cf. también 1 Epist. C/em. 24.42.
16
Jesucristo, que os ha glori6cado a vosotros» (Epist. ad Eph. 2). Epist. ad Rom. 5-6. Cf. también Epist. ad Smirn. 3.
188 IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITU.ALIDAD IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD 189

es algo completamente futuro ... , sino una realidad presen- elevar el tenor moral de su vida en orden a una «visión» o
te, desde el momento en que el parto virginal de Mar:ía y la conocimiento de Dios.
resurrección de Cristo de entre los muertos son una autén-
tica realidad ... La ascesis cristiana es, por tanto, un elemen- Tributarios de la doctrina estoica y del optimismo reli-
to inseparable de la misma fe cristiana» 17 • gioso divulgado por el estoicismo, los Apologistas expresan
la conciencia que tienen de la cercanía benévola de Dios
que «no sólo está cerca de nosotros, sino dentro de noso:
La experiencia religiosa en los Apologistas tros... ; no sólo vivimos bajo su mirada, sino en su seno 20•
Esta conciencia de su omnipresencia es la que garantiza
que el culto cristiano pueda seguir siendo un culto espiri-
Mientras que los escritos de los Padres Apostólicos se
t~al: no limitado a algunos momentos ni a un simple ofre-
dirigen a la comunidad cristiana, las obras de los Apologis-
c1m1ento de cosas. <<Una buena conducta, una conciencia
tas, orientadas a dar a conocer y a defender el cristianismo,
limpia, un sentimiento incorrupto: ésta es la víctima que él
tienen también presentes a otros lectores no cristianos. Este
acept~. La rectitud es oración a Dios; la justicia es sacrifi-
hecho se refleja en su presentación de temas de la vida
cio ... Estos son nuestros sacrificios, éstos son nuestros ritos:
espiritual, accesibles también a un público pagano.
el que es más justo es al que consideramos como más
El cami·no hacia el Dios verdadero. En algunos Apologis- religioso» 21 •
tas el problema del conocimiento de Dios va estrechamente
La espiritualización del culto cristiano que aquí se ates-
unido al conocimiento de sí mismo. En realidad, la profun-
tigua procede ciertamente del conocimiento profundo de
dización en el propio conocimiento y en los propios fines
Dios, que los Apologistas dicen que _poseen. Sin embargo
abre el camino al problema de Dios. Por otra parte,, tam-
sus reflexiones, más que destacar el aspecto <<nuevo>> d~
bién es verdad que una noción exacta de Dios permite
Pa<lre Je JesucrísLu y Padre nueslru, acentúan la i<lea <le
conocerse bien a sí mismo 18• Pero ¿cómo puede el hombre
Dios como Padre del cosmos, como Señor y juez de todo.
llegar a conocer a Dios? La respuesta que le ofrecen los
De aquí se deriva, en consecuencia, la ausencia de ese
Apologistas es: llevando una vida moralmente irreprochable.
impulso místico que encontramos en autores como Ignacio
«Si me dices - escribe Teófilo a un hipotético interlocutor
de Antioquía. Pero no hemos de olvidar que los Apologistas
pagano-: "Muéstrame a tu Dios", podría responderte:
se dirigen a un público pagano. No faltan, sin embargo,
"Muéstrame a tu hombre y yo te mostraré a mi Dios"'... En
entre ellos, expresiones de espiritualidad. Nos las ofrecen,
efecto, Dios es visto por los que pueden verlo, es decir, por
sobre todo, sus testimonios sobre la vida cristiana. Entre
los que tienen bien abiertos los ojos del alma» 19• Poir con-
los Apologistas es común la fortísima aspiración a la vida
siguiente, el hombre debe orientar su empeño ante todo a

20
MlNucro FÉ~.IX, Octavius 32-33. Encontramos una idea análoga en
n E. PETERSON, L'origine de!l'ascesi cristiana, en «Euntes docete)> I/II TEóFILO, Ad Autoltcum I, 5; AlúSTIDES, Apología 5.
(1948) 204. _" MIN1Jcro FÉ~, Octavius 32. En términos análogos se expresa también
'
8
Cf. MINUCIO FÉLIX, Octavius 17; TACIANO, Ad graecos 26. AlúSTIDES, Apo!ogza XV, 1; ATENÁGORAS, Pro christianis 13· TERTULIANO
" Ad Autolicum I, 2; cf. también TERTULIANO, Apologeticutn XVII. Apologeticum 30; JusTINO, 1 Apologia 13. ' '
IX. LOS PADRES Y LA ESPJRJTUALIDAD 191
190 IX. LOS P1\DRES Y LA ESPIIUTUA.LlDAD

eterna y la consiguiente superación del miedo a la muerte •


22 una vida comunitaria intensa, en la que se supera toda
También la fe escatológica sufre un cambio: se hace más forma de clasismo 29• Más aún, la fraternidad cristiana es
«personalizada». No piensan ya en un retorno de Criisto y tan fuerte que provoca la sospecha y la acusación de los
en una convocatoria universal hecha para juzgar a todos, paganos que no creen que los cristianos puedan quererse
sino que prevalece la idea del final cierto de los individuos de un modo tan gratuito y desinteresado 30 • Es verdad que
y de su confrontación inmediata con Cristo, adquiriendo un estas observaciones por parte pagana sólo pueden tener
mayor espacio el sentido de «temor», unido a la certeza del fundamento presuponiendo en el terreno cristiano una in-
<<tremendo» juicio divino 23• tensa vida comunitaria dentro de aquellas «santas Iglesias»
que son otras tantas islas en medio del mar borrascoso de
De todas formas, es en el terreno de la sexualidad, de la
este mundo 31 •
posesión de bienes y de la vida comunitaria donde más
fácilmente se descubren elementos de espiritualidad. En
relación con el primero, aparece el convencimiento d,e que
el matrimonio se justifica únicamenle en orden a la procrea- La espiritualidad del martirio en los primeros siglos
ción 24. «(Nosotros, los cristianos) -comenta Minucio Fé-
lix - aceptamos de buen grado los vínculos de un solo El mensaje evangélico, como por lo demás el mismo
matrimonio por el único placer de tener hijos y nada m:ás» •
25
Cristo, fue signo de contradicción y de escándalo para mu-
En una óptica de este tipo ocupa un lugar relevante la chos (cf. Mt 13,57¡ Me 14,29; Gál 5,11; 1 Pe 2,8; etc.). La
práctica de la castidad por fines ascéticos, atestigua.da en consecuencia más palpable que de aquí se deduce son pre-
26
Justino, Atenágoras, Tertuliano, Minucio Félix y Teófüo • cisamente las persecuciones, que hemos de considerar como
una participación de la comunidad cristiana en la suerte de
En orden a la posesión de bienes, encontramos testimo-
su Maestro (cf. Mt 5,11; Jn 15,20). Hasta los primeros años
nios que hablan de la práctica de compartir los bienes, que,
del siglo IV los cristianos vivieron con una «espada de Da-
aunque no todos la realicen de la misma manera ni estén
mocles» sobre su cabeza, siempre a punto de ser juzgados,
obligados a ello 27, tiene una finalidad «ascética»: va dirigi-
da a no cargar a los hombres con un peso que les haga proscritos y condenados, aunque de hecho no siempre fue
olvidar su destino último 28• Hay finalmente testimon:ios de así. Ser cristiano suponía entonces correr un grave riesgo. Y
esto debe relacionarse ante todo con el hecho de que todo
cristiano, en la Iglesia antigua, era misionero, comprometi-
12 Cf. ARísTIDES, Apología XV, 9; XVI, 3; ATENÁGORAS, Pro ch1,ístíanis
do a defender y a atestiguar su propia identidad. Por tanto,
12.13.31.33; J uSTJNO, 1 Apología 57; etc.
>J Cf. TERTUUANO, Apologeticum 45; ATENÁGORAS, Pro ch,-istianis no es un error afirmar que la Iglesia antigua fue, en sentido
12.31.36; A.R.íSTIDES, Apologia 17,8; etc. amplio, «Iglesia de mártires», debido a su impulso rnisione-
" Cf. ATENÁGORAS, Pro christianis 33; J usnNO, 1 Apología 29.
25
Octavius 31.
•• Cf. JusTINO, 1 Apología 15.29; ATENÁGORAS, Pro christianis J..3; TER-
TULIANO, Apologeticum 9; MINucro FÉLIX, Octavius 31; TEóFILO, Ad Auto-
,. Cf. ATE_NAGORAS, Pro christianis 32; AR!STIDES, Apologia 15,4; J USTI-
licum m, 15. NO, 1 Apologia 19.67; MrNuc10 FÉLIX, Octavius 31.
27 «Los pudientes y generosos den espontáneamente lo que quieran»: J us.

TINO, 1 Apología 67; cf. TERTULIANO, Apologeticum 39.


"' Cf. TERTULIANO, Apologeticum .39.
Jo Cf. ToóFILO, Ad Autolicum II, 14.
" Cf. MINUCIO FÉLDC, Octavius .36.
192 IX. LOS PADRES Y LA ES.PIRITUIU.IDAD IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD 193

ro. En efecto, «el trabajo misionero lleva al martirio y el nos decían de los mártires, a veces muy afligidos: «¿Dónde
martirio se convierte en misión» 32 • está su Dios? ¿De qué les aprovecha esa religión por la que
Los testimonios de la Iglesia de los mártires nos han dan su vida?» 35 • Si eran éstos algunos de los sentimientos
llegado a través de diversos documentos, de una fiabiilidad comunes ante los mártires, éstos se consideraban afortuna-
variable: dos de poder atestiguar su amor a Cristo en su imitación
l. Las Actas: textos oficiales del martirio levantados por
cruenta 36• Así pues, relacionadas con el martirio encontra-
la autoridad civil o por la religiosa (por ejemplo, las Actas mos con frecuencia expresiones de gozo por lo que consi-
de ]ustino y compañeros, que es posible datar por el 165; las deraban un don de Dios 37 •
Actas de los mdrtires escilitanos, por el 180, y que constitu- Otro aspecto que destaca en la literatura martirológica
yen el primer documento escrito de la literatura cristiana consiste en considerar el martirio como el medio más segu-
latina); ro para permanecer unido a Cristo. Es lo que piensa Cipria-
2. Las Passiones: relaciones de personas presentes en el no cuando escribe: <<El que venció una vez a la muerte,
martirio (por ejemplo, Manirio de Policarpo, por el 1~56¡ la puede vencerla en cada uno de nosotros» 38• Parece realmen-
Passio Perpetuae et Feliátatis, en el 202); te como sí fuera Cristo el que lucha, el que padece 39 y el
3. Documentos posteriores, constituidos por obras histó- que vence en el mártir 40 • Esta presencia se dirige a vencer
ricas, didácticas, homiléticas o poéticas, compuestas por al demonio, considerado como la causa de las persecucio-
quienes no estuvieron presentes en el martirio. Esos escri- nes 4 1.
tos suelen llamarse también Gesta o Legenda, dado que La presencia de Jesús en el mártir lo capacita para el
tenían que leerse en las reuniones de los cristianos. En este combate, concediéndole la fuerza misma de Cristo. Por
grupo de documentos se mezcla a veces la realidad con la esta presencia del Señor en él, el mártir se convierte, en
fantasía. cierto sentido, en intermediario entre Dios y los demás
Repasando estos textos vemos que aparece frecuente- fieles. Ésta parece ser la razón de que, según la Tradición
mente la idea de que el mártir es llamado a conformarse apostólica de Hipólito, el que ha estado en la cárcel y ha
con Cristo, a imitarlo 3 3• En la imitación de Cristo el mártir sufrido por el nombre del Señor no necesita de la imposi-
actualiza y representa en sí mismo la pasión del Señor 34 y, ción de manos para ser ordenado diácono o sacerdote, dado
al propio tiempo repropone la paradoja de la impotencia que posee ya el Espíritu del Señor 42•
aparente de Dios. En efecto, lo mismo que los judfos de-
cían de Cristo: «iQue se salve a sí mismo, si es de vc:!rdad
" Martyrium Potini et aliorum martyrum lugdunensium, 15.
el Mesías escogido por Dios!» (Le 23,35) y: «Vamos a ver ,. Cf. Mart. sanctorum Carpí, Papilonis et Agthonice 41; Mart. sanctarum
si viene Elías a descolgarlo» (Me 15,36), así también algu- Perpetuae et Felicitatis 18.
" Mart. Polycarpi 2; Mart. Carpí... 36-39; Mart. Potini... 10.14¡ Mart.
Perpetuae... 6.18; etc.
,. Epist. X, 3.
'' H. VON CAMPENHAUSEN, Das Martyrium in der Mission, en Die alte " Cf. Epist. martyrum lugdunensium 1, 23.
Kirche, Múnich 1974, 71. 'º Cf. Mart. Perpetuae... 15; Mart. Potini... 11.
" Cf. 1 Epist. Clem. ad Cor. 16; IGNACIO, Epist. ad Rom. 6. " Sobre este tema, cf. JUSTINO, 2 Apologia 1.
,. Cf. Mart. Polycarpi 1. " Cf. HIPóLn-o, Trad. Apost. 9.
194 lX. LOS PADRES Y LA ESP!RITU.r\LIDAD IX. 1..,0S PADRES Y 1.A ESPIRJTUALIDAD 195

Esta misma convicción que considera a los mártires par- «fracaso» en el método pedagógico-misionero e indicaría la
ticularmente cercanos a Cristo está en la base del c1Ulto a incapacidad de penetrar en un ambiente determinado 46•
los santos que se desarrollará a continuación. Con este Cuando el mundo le urge continuamente a que cambie de
culto se expresa la idea de que el martirio es la perfección y convicciones y de vida, la respuesta del mártir ha de ser
el verdadero ideal haáa el que debe tender todo cristiano. «A fundamentalmente la que dio Segunda a la preguntá que le
los mártires -se lee en el Martirio de Polfrarpo, 17 -- rin- hizo el procónsul: «iQuiero ser lo que soy!>> ◄ 1 , pero con el
damos sólo el justo tributo de nuestro afecto, por el amor mismo ánimo de Cristo, que pedía por sus perseguidores:
inmenso que mostraron a su rey, a su maestro. Séanos «Padre, perdónales ...».
permtidio participar de su suerte y hacernos condisc:ípulos
suyos.» Cipriano, por su parte, afirma: «Si los mürtires
cristianos son tan numerosos, como se ve, nadie tiene que Na cimiento y primeros pasos del monaquismo
considerar arduo y difícil llegar a ser mártir» 4' . Pero, por
otro lado, n~ctie debe con ligereza presentarse a los propios La expresión monachós ( = único, solo) tiene una larga
verdugos, cuando esto se puede evitar. Un comportamiento histuria que se remonta a Platón. En el ámbito cristiano
semejante, que los dirigentes de la Iglesia siempre miraron aparece este término en el Evangelio de Tomás (hacia el
con recelo, podía poner en peligro a la misma comunidad; 150), donde tiene un carácter filosófico. Probablemente sur-
además, el cristiano, en cuanto misionero, tiene una n::spon- gió por aquel tiempo en las comunidades de Siria una deno-
sabilidad directa respecto a su perseguidor, al que no hay minación con el mismo significado para designar a los asce-
que perjudicar espiritualmente por la búsqueda egoí:sta de tas: el ihidaya, el único, el particular, el discípulo al que se
un bien, aunque éste sea el bien particular de ser mártir 44 • atribuye el mismo título de Cristo, monoghenes. Jesús es el
monoghenes. Y el discípulo que vive los tropous Kyriou ( = los
Como declara Orígenes, «para nuestros perseguidores modos de vivir del Se.flor) se convierte también en el «único».
que no han derramado aún nuestra sangre, nosotros no
queremos ser ocasión de que pequen y se hagan más impíos Hacia el año 330 Eusebio menciona por primera vez a
todavía. Por eso los evitamos, en la medida que está en los monjes con el mismo título de Cristo: monogheneis
nuestras manos. De lo contrario, ellos tendrían una culpa (Comm. in Ps. 68,7). Son todos los que viven en la semejan-
mayor todavía y un castigo más duro si nosotros, en nuestro za total de Cristo. Evidentemente, al principio no existían
egoísmo, sólo pensáramos en nuestro provecho y nos dejá- órdenes o estructuras constituidas.
semos matar, incluso cuando no es estrictamente necesa- La 'p rimera expresión de vida «monástica» es la eremí-
rio» 45• Así pues, el pensamiento «misionero» tiene que tica o anacorética. Como declara Jerónimo, «son anacoretas
impedir al cristiano considerar el martirio como un negocio los que viven solos en el desierto y toman su nombre del
egoísta. Más aún, en ese caso el mismo martirio sería un hecho de que se retiran lejos de los hombres» (Epist. 22,34 ).
Originalmente, el verbo griego anachoreo ( = retirarse) sig-

" Ad Fortunatum 11.


46
.. Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Das Martyrium.... 82. Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Das Martyrium ... 81-83.
" ORfGENES, Comm. i·n ]oh. XXVIII, 18. ~ Acta martyrum scillitanorum 9.
196 IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD 197

nifica la huida al desierto de los deudores insolventes. Pero cuenda del hecho de que varios discípulos se asociaron a
Jerónimo atestigua un uso ya «bautizado» de esta palabra. un anacoreta, deseando compartir su vida.
Aunque ya en torno a la mitad del siglo Ill hay huellas Considerando los riesgos anejos a la vida solitaria y las
documentales del anacoretismo, lo que determinó el de- ventajas derivadas de una vida asociada, Pacomio (hacia el
sarrollo de esta forma ascética parece ser que fueron las 292-347), después de una experiencia personal de vida ere-
conversiones en masa al cristianismo típicas del siglo IV, mítica, dio forma al cenobitismo, centrado en la conviven-
con la consiguiente mengua del fervor espiritual y la nece- cia, en la que se compartían los bienes y se tenía la oración
sidad de apartarse de las seducciones de una sociedad que en común, se observaba una misma regla, se trabajaba ma-
no había logrado transformar la nueva religión. Así pues, en nualmente y había una obediencia absoluta al abad.
el anacoretismo cristiano hay una tendencia de reacción y
Pacomio fundó en el 323 la primera comunidad en Ta-
una necesidad de huir de las ciudades, consideradas corno
bennisi (Alto Egipto). En poco más de veinte años las
lugar de pecado y perdición. fundaciones pacomianas, dirigidas por una Regla de 194
Los anacoretas se caracterizaban por su aislamiento casi artículos, comprendían nueve conventos masculinos y dos
absoluto, por la abstinencia sexual, por las penitencias., por femeninos. La experiencia innovadora de Pacomio, aunque
el trabajo manual y por la ausencia de un superior. Sin animada de moderación y de prudencia, no se vio libre de
embargo, a juicio de Jerónimo, «el que instituyó este tipo los riesgos inherentes a unas comunidad nurnérícamente
de vida fue Pablo, el que le dio lustre fue Antonio y, para cada vez más elevadas.
remontarnos más arriba, el promotor fue Juan Bautista>>
(Epist. 22,36). Dejando de· lado estas afirmaciones, la ,cues- No podemos olvidar al abad Antonio (t hacia el 355)
tión sobre el origen del anacoretismo sigue siendo insoluble que, después de un período de anacoretismo, se convirtió
por falta de fuentes. Lo qué si es demostrable es la dpida en «padre» de algunos pequeños monasterios presididos
difusión de esta forma ascética en Egipto, Palestina, Siria y por él. Su biografía, escrita por el obispo Atao.'lsio de Ale-
Asia Menor. Fase primitiva del monaquismo cristiano, a la jandría, alcanzó un valor normativo en las expresiones pos-
que siguió luego la vida cenobítica o asociada, el anacore- teriores de vida monástica.
tisrno lleva la huella de la tierra de origen y asume diversas Fue, sin embargo, Basilio de Cesarea (330 aproximada-
formas de comportamiento. Los diferentes géneros de- vida mente al 3 79), basado en las experiencias monásticas ante-
anacorética encontraron partidarios no sólo entre los hom- riores, el que aportó las debidas correcciones y mejoras a
bres, sino también entre las mujeres. Teodoreto de Cito, en las formas cenobíticas ya existentes. Impuso la convivencia
la Historia de los monjes (29-30) nos recuerda a tres: Mara- comunitaria sobre un tipo de relación amistosa, convencido
na, Cira y Domnina. Es un hecho que el anacorebsmo de que sólo la vida cenobítica garantizaba el ejercicio de la
ejerció una fuerte influencia en la espiritualidad post,erior, caridad. «La cohabitación -declara en las Regulae fusius
debido incluso al carácter <<heroico» de sus expresiones. tractatae VII, par. 2- constituye un campo de pruebas, un
Se ha observado cómo, cronológicamente, la experien- hermoso camino de progreso, un continuo ejercicio, una
cia de aislamiento precedió a la cenobítica (koinós bias = meditación ininterrumpida de los preceptos del Señor. Y el
vida común). Pero ésta empezó a imponerse como c,onse- objetivo de esta vida común es la gloria de Dios ... Este
198 IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD IX. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD 199

género de vida común está en conformidad con la que impuso sobre las otras formas de vida religiosa asociada
llevaban los santos que nos recuerdan los Hechos de los gracias a la determinación clara de las funciones de cada
Apóstoles: los fieles se mantenían unidos y lo tenían todo monje, a su sólida organización interna y a su inserción en
en común.» la Iglesia local.
En conformidad con este planteamiento, Basilio limitó Después del cuadro histórico que acabamos de trazar,
el número de los monjes que vivían juntos e introdujo los hay que preguntarse si existe una «espiritualidad monástica
monasterios en el contexto social y eclesial, uniendo a ellos original». En este sentido G. M. Columbas declara: «Los
escuelas, hospicios, orfanatos ... Puso también límites al tra- grandes Padres legisladores y teóricos de la vida monástica
bajo manual, garantizando un mayor espacio a la oración y en sus orígenes y primer desarrollo nunca indicaron a sus
al estudio. discípulos otro objetivo de santidad que el señalado a todos
los cristianos por la Iglesia, ni recomendaron otro camino
Las experiencias cenobíticas orientales encontraron en para llegar a él que el del Evangelio» ◄s.
los siglos IV y V una rápida y vasta difusión por Occid1ente.
Fue Jerónimo (hacia el 347-419) el que hizo propaganda de No se trata, por tanto, de una espiritualidad .reservada
esta forma de ascesis. Pero no se pueden silenciar las apor- a una elite, ni los monjes quieren ser un grupo esotérico,
taciones originales ofrecidas por Martín de Tours que 1 in- una especie de gnósticos. La vocación monástica no puede
cluso siendo obispo (3 70/3 71), mantuvo la vida común con entenderse más que como una ratificación y una profundi-
sus discípulos. zación consciente de las promesas bautismales, que el mon-
je decide observar con radicalidad.
Una situación análoga nos ofrece el obispo Eusebiio de
Por tanto, si no existe una perfección reservada a los
Vercelli ( t hacia el 3 70) fundador de un cenobio para cléri-
monjes, sino que la única perfección evangélica se propone
gos. Se asegura así una forma de cenobio episcopal que,
a todos, tanto laicos como monjes, está claro que a éstos se
privilegiando la vida común del clero, pteludía el nacimien-
les dirige también el doble precepto de amar a Dios sobre
to de los canónigos regulares.
todas las cosas y al prójimo más que a ellos mismos. Pero
En África, Agustín funda un monasterio episcopal (395) dentro de este ideal hay ciertos arquetipos o «ideas fuerza»
planteado sobre una Regla compuesta expresamente por él que han ejercido en diversa media su influencia en las
(Epist. 211). Por el año 400, Honorato fundó el célebre diferentes formas de vida monástica y en su espiritualidad.
monasterio de Lérins mientras que Juan Casiano (360-430 En este sentido baste recordar el ideal de la vida como
aproximadamente) con su:; obras puso al Occidente en con- imitación de Cristo, como imitación de la primitiva comu-
tacto con el cenobitismo y dio vida en Marsella a dos mo- nidad que nos presentan los Hechos (2,44-45; 4,32-34), la
nasterios. asunción de la vida ascética como sustitutivo del martirio,
la vida monástica como batalla contra el demonio, la emi-
La afirmación diversificada de estas formas cenobíticas
en Occidente encontró una síntesis original en la Regla de
san Benito (t 547 aproximadamente) que, asimilando el " G. M. CoLUMBAS, EL monacato primitivo II, Editorial Católica, Madrid
pensamiento de Pacomio y la experiencia de Basilio, se 1975, 3.
200 OC. LOS PADRES Y LA ESPIRITUALIDAD

gración ascética y el éxodo espiritual, la imitación de la vida CUARTA PARTE


angélica, el retorno a la inocencia de Adán, la espera vigi-
lante de la parusía, la vida como ideal filosófico. Estos ANUNCIO
diversos arquetipos muestran la rica variedad del ideal mo-
nástico; una diversidad que no altera en lo más mínimo la
unidad esencial: el monje es aquel que, bajo diversas for-
mas, busca el conocimiento, la adoración y el servicio de
Dios.

X
Los Padres y la inculturación '

La palabra «inculturación», antes de ser un programa,


indica un dato real: la realidad de un cristianismo que a lo
largo de los siglos ha intentado expresarse en lenguajes
diversos, dentro de la fidelidad a un axioma difícil de acep-
tar, tanto en su interior como en el diálogo «ad extra»: «La
salvación viene de los judíos» Un 4,22).
No cabe duda de que el cristianismo no habría recogido
dentro de sí, a comienzos del siglo IV, a más de la décima
parte de la población del Imperio, si le hubiera faltado la
fuerza interior de hacerse «todo para todos» (1 Cor 9,22) 2 •
Teniendo en cuenta esta lección de la historia, la «incul-
turación» se ha convertido en un compromiso consciente y,
como tal, ha sido objeto de especial atención en la reciente
encíclica Redemptoris missio donde, descriptivamente, se la
defi~e como «la íntima transformación de los auténticos
valores culturales mediante su integración en el cristianis-

' Para el siguiente tema remito en gran parte a mi estudio anterior: L.


PADOVESE, A/cune considerazioni su «cristianesimo del/e origini e incultura-
zone», en Seminarium 30 (1990) 412-438.
2 Cf. H. VON CAMPENHAUSEN, Das Martyrium ... , 72. Cf. también Y.

CONGAR, Souci du salut des payens et conscience missionaire dans le christia-


nisme protoapostolique et preconstantinien, en Kyriakon - Festschrift Johannes
Quasten I, Verlag Aschendorff, Münster in W. 1970, 3.
g::

204 X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN X. LOS PADRES Y LA lNCULTURAClÓN 205

mo y el enraizamiento del cristianismo en las diversas cul- cías propias de un grupo social 7 • Por tanto, el proceso de
turas» 3 • inculturación tiene que considerarse abierto a todo el «uni-
verso simbólico» de los diversos pueblos con los que entra
Es un hecho que este proceso -más allá del término
técnico, bastante reciente 4 - se prolonga durante toda la en contacto el Evangelio.
historia de la Iglesia. Por eso es natural que la encíclica Hechas estas observaciones preliminares, consideremos
remita, en este terreno, a las experiencias de las comunida- cómo el cristianismo de los dos primeros siglos se adaptó al
des primitivas 5 o -más ampliamente- a las experiencias ambiente que le había visto nacer y empezar a desarrollarse
positivas/negativas que se han registrado en los dos milenios en sus diversas formas.
de cristianismo 6, buscando en ellas -precisamente por el
carácter ejemplar de la historia - términos de comparnción
y de diferenciación, capaces de iluminar el presente y de Ambiente judío y comunidad cristiana primitiva
orientarnos hacia el futuro. El recurso a la historia cumple
de este modo la función insustituible de sacarnos de lo
«La Iglesia hace misión con su propio existir» 8 : eu esta
particular y de liberarnos del peso de la misma historia,
frase condensó A. Harnack la situación de la comunidad
haciendo que la inculturación llegue a ser una inserción
primitiva que, consciente de su propia identidad y de la
inteligente y experimentada del mensaje cristiano en las «novedad» de que era portadora, advirtió la necesidad de
diversas áreas. comunicar su propia experiencia. «Seréis mis testigos ... >>
Al usar del neologismo de «inculturación, la encíclica (Hch 1,8; cf. también Hch 2,32; 3,15; 10,39; Jn 3,11; 1 Jn
Redemptoris Missio presupone un concepto de cultura, que 1,3; etc.). El movimiento cristiano de los orígenes es, por
no se restringe al cultivo noético o a la sola perfocción consiguiente, misionero, no porque se lo exija un «deber»,
mental del hombre; lo entiende más bien -como lo había sino sencillamente porque vive de la certeza de que «Jesús
hecho ya la Gaudium et Spes- en un sentido socioantiropo- es el Señor» (1 Cor 12,3). El testimonio de los primeros
lógico, es decir, ampliado a todo el patrimonio de expe;:rien- cristianos es nada menos que la prueba testifical del hecho
que explica su manera de ser y de pensar. Dentro de esta
perspectiva es justo afirmar que la Iglesia se basa y tie ne
1
Carta encíclica «Redemptoris Missio» (RM) V, 52. que comprenderse a partir de la misión.
◄ La primera vez que aparece la palabra <<inculturación» en un documento
eclesiástico es en el Mensaje del Sínodo sobre la catequesis que se celebró en
1977. Como observa J. LóPEZ GAY, el uso preferencial de este término parece
Pero para entenderla mejor aún en sus primeros momen-
que se impuso entonces «porque pone de relieve la analogía con la encama- tos, hay que tener presente que, aunque constituida en
ción del Verbo; Además, mientras que el término "aculturación" se 1rese1va torno al núcleo del acontecimiento pascual, no dispone de
para el encuentro de culturas diferentes o para el primer contacto del cristia-
nismo con las culturas, la "inculturación" quiere significar el proceso din.ámico,
profundo, de inserción de la Iglesia en la cultura, que afecta al homhre con
todos sus valores»: Pensiero attuale della Chiesa sull'inculturazione, en Incul-
turazione. Concetti, problemi, orientamenti, Centrurn lgnatianum Spiritu:alitatis, 1 Cf. Gaudium et Spes II, 53.
Roma 1979, 24. 8 Cita de H. 1-IARNACl< recogida por E. MOLI..AND, Besass die a/te Kirche
' Sobre este punto, cf. RM ID, 24. ein Missionsprogramm?, en Die alte Kirche, Chr. Kaiser Verlag, Múnich 1964,
6
Cf. RM V, 53. 63.
i'
206 X. 1.0 S PADRES Y LA TNCUl,TIJR}ICTÓN X. LOS PADRES Y LA l NCULTURACl ÓN 207

un mundo simbólico coherentemente estructurado y consti- Crucificado no había sido completa o no había ido al paso
tuido 9 • Por eso mismo empieza a tomar forma un cristianis- del desarrollo doctrinal posterior.
mo expresado en categorías semíticas, que habla el lenguaje
del judaísmo de Palestina y rechaza algunas de sus prácti- Esta exculturación suponía la superación del orgullo
cas, asumiendo otras en un proceso concomitante de «ex»- nacionalista jucl1o: hahía que empezar a creer que la salva-
<<Ín»-culturación. ción no estaba ligada ni al linaje ni a la Ley de Moisés, sino
solamente a la fe en Cristo muerto y resucitado (Rom
En esta asunción crítica no hemos de olvidar la «varia- 4,23-25), ante el cual el judío y el gentil se encuentran en
bilidad>> de los anunciadores y la de los receptores del el mismo plano.
anuncio. La inculturación es un hecho histórico y no una
aplicación de unos principios atemporales. No se verifica Pero frómo ponerse en el mismo nivel de los paganos,
entre sistemas o ideologías, sino entre personas, y se resien- cuando la misma Torá dada a Israel por Dios trazaba la
te por ello de la realidad de esas personas: sus experiencias separación?
pasadas, su cultura, su forma de vivir... Pablo había reconocido que la Ley habfa sido «pedago-
Pues bien, el movimiento cristiano que surgió en tierras go» (cf. Gál 3,24s) hasta la llegada de Cristo. Pero entre los
de Palestina como movimiento de renovación, recogía e judíos que aceptaron la resurrección ¿cuántos estaban dis-
integraba dentro de sí a personas que pertenecían a grupos puestos a renunciar a este pedagogo? «¿No era mejor que
y a capas sociales diversas. La presencia de personas que los paganos se pusieran bajo el pedago_go, para pasar a
seguían a Cristo, como Leví el publicano y Simón el zelote, Cristo después de haberse hecho judíos? Esta era la preten-
el conflicto que estalló en la comunidad de Jerusalén entre sión del orgullo racial de los judíos» 1º.
cristianos judíos y helenistas (cf. Hch 6,lss), el dato de la El concilio de Jerusalén, que criticó estas pretensiones,
aceptación de la nueva fe por parte de numerosos sacerdo- no prohibió, sin embargo, a los judeocristianos la observan-
tes (cf. Hch 6,7), todo esto confirma implícitamente la cia de la Ley mosaica; pero, con el tiempo, «la rígida obser-
existencia de diversos modos de sentir. vancia completa de la Ley mosaica no permitía la observan-
Por eso mismo, no es de extrañar que el proceso de cia de aquel amor fraterno que Jesús había presentado como
inculturación del anuncio pascual haya llevado la marca de mandamiento nuevo (Jn 13,34)» 11 • Hasta qué punto era
los grupos dentro de los que se produjo. En este sentido es real este comportamiento, nos lo atestigua J ustino en el
válido el axioma «quidquid recípitur ad modum recipientis Diálogo con Trzfón 47,2-3: «Tampoco yo acepto a los de tu
recipitur». En efecto, la aparición de varias herejías dentro raza - escribe- que afirman creer en este Cristo, Trifón, y
de la Iglesia de la circuncisión demuestra que, a veces, la que utilizan todos los medios para obligar a los que proce-
inculturación se realizó periféricamente o tan sólo de forma den de los gentiles y creen en Cristo a vivir según la Ley... ,
parcial, ya que la exculturación que requería la fe en el o que no aceptan estar en comunión de vida con ellos.»

'º L. RoNDELLIN r, La Chiesa dei giudeo-cristiam; Paideia, Brescia 1968,


' Cf. G. THErssEN,Estudios de sociología del cristianismo primitivo, 70.
Sígueme, Salamanca 1985, 16. " Ibid.
208 X. LOS PADRES Y LA INCULTURi\C! Ó N X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN 209

Las dificultades inherentes a la inculturación y al plura- La diáspora judía en el mundo helenista


lismo que ésta causaba y de las que Justino es un buen
testigo, no deben, sin embargo, ocultarnos el esfuerzo que Se ha observado poco cómo el mensaje de Jesús -dife-
en este sentido tuvo que realizar la Iglesia primitiva. Baste renciándose del de otros movimientos judíos contemporá-
pensar en la teología judeocristiana que derivó sus catego- neos- suscitó un interés particular entre los judíos greco-
rías del pensamiento judío contemporáneo y que, a través parlantes de la diáspora que vivían en Jerusalén n_
de ellas -de forma distinta, pero no menos lograda en Se ha dicho que «mostraba desde el principio una incli-
comparación con la elaboración posterior de la teologfa en nación por el mundo universal de lengua griega y quizás
categorías metafísicas- , intentó presentar una visióin de incluso por algunos motivos del pensamiento griego» 14 • En
conjunto con el lenguaje corriente y partiendo del aconteci- lo que estaban totalmente de acuerdo Jesús y sus primeros
miento Cristo. discípulos grecoparlantes era, desde luego, en la crítica que
De hecho, si se considera la reflexión cristológica,, nos se hacía en esta nueva doctrina del culto al templo y a la
encontramos con categorías sacadas de la apocalíptica del Torá.
judaísmo tardío 12 • Del vocabulario de la angelología se sa- El asesinato de Esteban y la persecución de que fueron
can términos para calificar al Verbo y al Espíritu y para víctimas, si por un lado les obligó a abandonar Judea, por
expresar su trascendencia. También se mantiene la canden- otro los reforzó en su oposición al templo y a la Ley, deter-
cia de la propia identidad de Iglesia mediante la utilización minando «un cambio de ruta en sus esfuerzos misioneros» 1'
de símbolos que antes se habían encargado de elaborar el y la apertura a los núcleos periféricos del judaísmo, como
profetismo y luego la apocalíptica. Las mismas instituciones, los samaritanos 16 y los «temerosos de Dios» 17 • Por lo de-
como los ritos de iniciación, la eucaristía, la catequesis, las más, era natural que la relativización de la Ley que soste-
prácticas ascéticas, la organización de la comunidad y hasta nían los «helenistas» llevara consigo una relativización y
la literatura edificante cristiana (los evangelios y los apoca- posteríormente el derribo de las barreras levantadas por la
lipsis apócrifos) llevan el sello indeleble del ambiente de Ley 18, poniendo así en movimiento aquella tendencia uni-
ongen. versalista que nos atestiguan las cartas de Pablo. Dirigién-
Los elementos que acabamos de mencionar dejani vis- dose a los disidentes del judaísmo oficial, a los otros judíos
lumbrar al menos que el proceso de inculturación empren- de la diáspora y a los «temerosos de Dios», los «helenistas»
dido en la primitiva comunidad cristiana se extendió a to-
dos los ámbitos. En el fondo, se trató de recrear todo un
'' Sobre las posibles explicaciones de esta «simpatía» de los judíos greco-.
universo simbólico a partir de un punto focal distinto: Jresús parlantes por el anuncio de Jesús, cf. M. I-!ENGEL, La storiografta protocristia-
de Nazaret, Mesías/Señor. na, Paideia, Brescia 1985, 99-102.
" Ibíd., 101.
" Ibíd., 1104.
10
Sobre la misión samaritana, o bien en territorio judío no ortodoxo, cf. B.
KóTTING, Christentum I (Ausbreting), en RAC Il, 1139. Sobre este tema
véase también M. HENGEL, La storiogra/ia ..., 109.
12
Sobre este tema y sobre los siguientes véase J. DANIÉLOU, La teologia n Cf. Ibíd., 104.
del giudeo-cristianesimo, Il Mulino, Bolonia 1974. " Cf. G. THEISSEN, Estudios de sociolog{a..., 161 .
210 X. LOS PADRES Y LA lNCULTURACIÓN X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN 211

podían contar, en definitiva, con un trasfondo culturalmen- dioses? 22 • La igualdad de derechos, pero no de deberes, en
te (religiosamente) similar. las ciudades habitadas por ellos explica el antisemitismo,
que puede reducirse perfectamente a su particularismo, a
Fue Pablo el que dio un paso ulterior al iniciar el anun- los privilegios obtenidos de fuera en un momento en que
cio a los paganos (cf. Gál 1,16) ..., llevando «hasta las, últi- las ciudades se mostraban tan celosas de su autonomía, y
mas consecuencias teológicas el planteamiento antinomista finalmente a su desprecio por las divinidades 23 •
iniciado por Jesús y por los "helenistas"» 19•
Sin embargo, dejando de lado las continuas apariciones
Para comprender este paso y el enorme esfuerzo de de antisemitismo, la comunidad judía de la diáspora había
inculturación que supuso, conviene recordar ante todo el logrado conquistar a diversas personas, sensibles a las for-
cuadro que presentaba el judaísmo de la diáspora. mas religiosas elevadas.
Casi es posible constatar <<arqueológicamente» qu1e ha- Al entrar en contacto con el mundo helenista, el judaís -
bía ya al menos una sinagoga en todos los lugares de Orien- mo había realizado una primera «traducción» del anuncio
te y de Occidente a los que llegó en los siglos I y II la bíblico en categorías griegas, dando origen a un judaísmo
misión cristiana 2º. helenizado. Mediante su anuncio, este judaísmo helenizado,
abierto al diálogo y al trato con el mundo pagano, supo
En torno a la difusión del judaísmo en tiempos del conquistar a hombres y mujeres que buscaban una guía y
Imperio, las zonas de mayor densidad numérica, además de una respuesta religiosa a su vida.
Palestina, eran Egipto, Siria, el Asia Menor y Babilonia.
En este sentido hay que advertir cómo fue precisamente
En la base de esta dispersión existían fenómenos de a comienzos de la era cristiana cuando este judaísmo expe-
deportación, de implantación voluntaria o de colonización, rimentó un fuerte impulso misionero. El judío de la diáspo-
determinados muchas veces por razones de orden demográ- ra sabía que terúa un mensaje para toda la humanidad: de
fico o económico 21• «Viviendo según la ley de sus Padres», esta conciencia surgía el deber de la misión 24. La obra
los judíos se imponían por todas partes por su tenor die vida «normal» de propaganda era el contacto personal 25 • El cen-
(tribunales especiales, gobernantes y consejo propio, luga- tro de la actividad misionera fueron las sinagogas, abiertas
res de reunión, mercados especiales, fiestas ... ). En la estruc- a todos 26• El culto que en ellas se celebraba tenía lugar en
tura de las ciudades antiguas, divididas interiormente en la lengua del país (sobre todo en griego) y giraba en torno
«tribus», el derecho/deber del culto cívico era no solamente
una expresión religiosa, sino también una expresión de <<leal- 22 Cf. J. A. FESTUG~RE - P . FABRE, fl mondo greco-romano al tempo di

tad» a la propia patria. Pero ¿cómo podía un judío 1entrar Gesu Cristo, SEi, Turín 1955, 36-37.
en una tribu pagana de la ciudad y venerar con ella a sus " Cf. F. Br..ANCHETillRE, Lejui/. .., 52.
" A VON HARNACK, Die Mission und Ausbreitung des Christentums in
den ersten drei Jabrhunderten, 2 vol., Leipzig 4 1924.
" Cf. L. GoPPELT, Die apostolische.. ., A 56.
26 Es importante para nuestro tema el testimonio de FLAVIO JoSEfO a
" M. H.ENGEL, La storiografia ..., 114.
20Cf. K. .ANDRESEN, Die Kirchen ..., 18. propósito de la comunidad judía de Antioqu.ía; «Los judíos atraían continua-
21 Cf. F. BLANCIIETl:tRE, Le juif et l'autre: la diaspora asiate, en Etudes mente a sus ritos religiosos a una gran cantidad de griegos, que formaban de
sur le judaisme hellénistique, du Cerf, París 1984, 47-48. algún modo parte de su comunidad»: De bello judaico VII, 3, 3.
212 X. LOS PADRES Y LA INCULTURI\CIÓ N X. LOS PADRES Y LA l NCULTURAC1ÓN 213

a una lectura de la Torá, que iba seguida de una predica- integraba plenamente en la comunidad, después de recibir
ción y de un cierto número de plegarias y de dichos sapien- el bautismo 33 • Por eso mismo se puede afirmar que «la
ciales 27 • A veces surgían otras reflexiones, que se expresa- misión cristiana se ganaba precisamente a los protectores
ban en formas estilísticas (por ejemplo, la diatriba) tornadas paganos del judaísmo» 34,
de la cultura helenista 28,
Como observa Harnack a propósito de los paganos <:<con- Helenismo y anuncio cristiano
vertidos>> al judaísmo de la diáspora, su adhesión «recorrió
todos los grados posibles, desde la aceptación supersticiosa El atractivo que el movimiento cnstiano ejercía ante
de algunos ritos hasta la completa identidad» 29• todo sobre los «temerosos de Dios» debe buscarse en la
La adhesión al judaísmo se llevaba a cabo con la entra- capacidad de «ex-culturación», que lo caracterizó en s u
da en la categoría de «prosélitos» o en la de «temerosos de transición del ambiente palestino al helenista.
Dios>>. A propósito del helenismo, hay que recordar la función
Los primeros misioneros cristianos judeohelenistas -ex- de cohesión que desarrolló dentro del Imperio, donde pue-
ceptuando a los «falsos hermanos» a los que alude Pablo blos diversos por su raza, su religión, sus estructuras políti-
(cf. Gál 2,4)- dejaron de insistir en la circuncisión, en la cas y sociales, se mantuvieron unidos por la misma lengua
observancia ritual de la Ley y en las normas alimenticias, y cultura, y donde se repitió por todas partes la estructura
aspectos que ahora no tenían ningún relieve para la :salva- de la «polis» griega. Como es lógico, este proceso no se
ción final 30 • Además, al acentuar la apertura univers:al del produjo en todos los lugares con la misma intensidad y con
mensaje cristiano 31 -a diferencia del judaísmo- lograron los _mismos resultados. A pesar de estas variantes que reper-
la adhesión de muchos «temerosos de Dios», separando el cutieron en la evangelización posterior, es posible afirmar
elemento religioso del elemento nacional n_ Luego, :se les que la misión cristiana en el mundo grecorromano fue una
«misión por dentro», dado que los evangelizados y los evan-
gelizadores poseían la misma historia, la misma lengua y la
27
Cf. G. A. W EWERS, Testi giudaici per lo studio del N. T., Paideia, misma tierra 31 .
Brescia 1987, 205. Cf. también L. GOPPELT, Die apostolische..., A 56; M.
SIMON, Giudaismo ... , 35.
20
Cf. L. GoPPELT, Die apostolische... , A 56. ¿Qué es lo que supuso el transplante del mensaje cris-
,. A. VON l-IARNACK, Die Mission und.. ., donde se alude a ciertos fenóme- tiano, nacido en el ambiente rural económicamente depri-
nos de sinc.:rt:ús1110 entre los cultos locales y el judaísmo (culto al «Dios
supremo» y al Dios «Sabbatista»). mido de Palestina, a este mundo eminentemente «urbano»
'° Cf. M. HENGEL, La storiografia.. ., 120-121. y culturalmente bastante homogéneo?
11
Se percibe aquí más claramente la importancia de Pablo. Cuando lo
condujeron en Corinto ante el gobernador Galión, la acusación que hadan
algunas judíos contra él era la de «tratar de persuadir a los hombres para que
den culto a Dios en contra de la ley» (Hch 18,13). En una palabra, parece
como si se hiciera una rebaja del judaísmo. E n realidad lo dio aquella ~1pertura ., Cf. W. GRUNDMANN, Geschichte ... , 456.
que lo liberaba de las redes del nacionalismo. ;, G. THEISSEN, Estudios de sociología ..., 227.
" Cf. G. BAROv, La conversión al cristianismo durante los primeros siglos, " . Cf. H. "."ºN SonEN, Die christliche Mission in Altertum und gege11wart,
DDB, Bilbao 1961. en D,e alte K,rche, Chr. Kaiser Verlag, Múnich 1974, 22-23.
214 X. LOS PADRES Y LA INCULTUR.11.CIÓN X. LOS PADRES Y LA INCÚLTURACIÓN 215

Al ir implantándose en Antioquía y poco a poco en los ¿H ay que ver en esto una traición al mensaje de Jesús o
demás centros, tornó un carácter metropolitano 36 y ciuda- más bien un modo de encarnar el mensaje cristiano en u n
dano. En las ciudades del Imperio por las que se difundió contexto distinto del original? De hecho, este patriarcalis-
eminentemente, <<faltaban aquellas antinomias estructurales mo no desterraba a nadie del ambiente en que vivía; acep-
que caracterizaban al entramado político de Palestina. Por taba las diferencias sociales existentes, asumiendo también
eso no es extraño que la dimensión radical teocrática del y sin reservas la estructura política (cf. Rom 13,lss), a pesar
movimiento cristiano primitivo retrocediese aquí por com- de que atenuaba todas las diferencias de clase, obligando al
pleto» }7. amor mutuo.
Con esta transición debe relacionarse el hecho de que Como subraya G. Theissen, «este patriarcalismo de amor
Pablo no anunciara el Reino de Dios, que era lo que espe- del cristianismo primitivo marcó al cristianismo de una ma-
cificaba a la predicación de los carismáticos ítinerante::s de nera estable con su moderado conservadurismo» 42 y garan-
Palestina 38• Tampoco el «ethos» de Jesús, alejado de la tizó su supervivencia y su difusión.
familia y de la ciudad, habría encontrndo espacio vital en Se ha observado ya cómo el nacimiento de este nuevo
las comunidades helenistas, por el hecho de que no podía modo de ser cristiano se llevó a cabo ordinariamente en las
ser practicado }9. ciudades y, sobre todo, dentro d e ellas, entre las capas
medias y las capas in feriores de la población, o bien entre
Las consecuencias de ello se reflejan en las cartas del los que, por ser mestizos u obreros o esclavos, se escapaban
cristianismo primitivo que raras veces apelan a las palabras de las redes del sistema político-religioso de la «polis» que
del «Maestro». Si a continuación éstas se conservaron ,e n la sostenía y ataba a todos los ciudadanos desde su nacimien-
fuente de los «loghia» y de los evangelios, fue con la con- to hasta su muerte 43 • Este carácter urbano de la nueva
dición de cambiar su carácter, convirtiendo su radicalismo religión se vio favorecido -además de por la presencia más
de praxis en un radicalismo especulativo o gnóstico 40 • marcada de la diáspora judía en los centros hahitados- por
De esta manera, el radicalismo ético alejado del espíritu el conservadurismo del mundo campesino, por los fuertes
familiar, de difícil actuación en un contexto sociocultural- lazos entre las familias y los grupos con el control consi-
económico-ecológico distinto, se vio sustituido por «un pa- guiente y más fácil sobre los individuos, y por una religiosi-
triarcalismo de amor de tipo familiar que otorga un gran dad de fondo naturalista y mágico, tnás vinculada a la natu-
valor a la obediencia de las mujeres, de los hljos y de los raleza y a sus fenómenos 44 • Por otro lado, el hecho de que,
esclavos>> (cf. 1 Cor 7,21; 11,3-16; las cartas deuteropauli- mientras que en las ciudades helenizadas se hablaba el
nas y pastorales) 41 , griego de la «koiné», en el campo persistían las lenguas
vulgares y los dialectos 45•

" Cf. M. HENGEL, La storiogra/ia..., 133.


" G. THEISSEN, Estudios de sociología ... , 162. " Ibíd., 231.
" Cf. lbíd. •
1
Cf. J. A FESTUGIERE, IL mondo greco-romano ... , 18.
}' Cf. Ibíd., 231. •; Cf. C. ANoRESEN, Die Kirchen..., 21.
•• Cf. lbíd., 37. " Cf. K. HOLL, Kultursprache und Volksprache in der altchristlichen
" lbíd., 163. Mission, en Die alte Kfrche, Chr. Kaiser Verlag, Múnich 1974, 389-390.
216 X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN 217

La experiencia de Pablo que, al llegar a Listra, oyó a la al griego significó también un cambio a nivel de contenidos
gente hablar el licaonio (cf. Hch 14,11), no debió constituir y representaciones.
ninguna novedad para el apóstol.
La terminología que expresa perfectamente este fenó-
meno de inculturación sigue siendo la cristológica: el título
de «Mesías» (Christos, Ungido), al no significar nada para
Aspectos de la inculturación cristiana los griegos, se convirtió en el sobrenombre de Jesús: Jesús
en la antigua «polis» el Mesías pasó a ser Jesucristo. La palabra Kyrt'os, usada
para designar a Dios tanto en los Setenta como en el mun-
El proceso de inculturación del mensaje cristiano en la do pagano, se aplicó a Jesús. También «la difusión del
ciudad antigua grecoparlante se llevó a cabo en varios terre- concepto de "Soter)) fue paralela al desarraigo del cristianis-
nos, de varias maneras, en varias ocasiones, con consecuen- mo de su tierra de origen y a su acercamiento al universo
cias positivo/negativas que me limitaré simplemente a re- cultural helenista» 47 • En una palabra, en un mundo carga-
cordar. do de religiosidad como era la ciudad helenista, la procla-
mación de Cristo «Señor» no podía llevarse a cabo más que
Para evitar simplificaciones equívocas hay que señalar al
atribuyéndole aquellas propiedades que la piedad pagana
menos el elemento imponderable, pero siempre condicio-
aplicaba a sus dioses. Todo lo que los hombres buscaban en
nante, de la diversidad de anunciadores y de receptores,
sus religiones en cuestión de fuerza, de justicia, de santidad,
ligados irremediablemente a su pasado y a sus peculia1rida-
todo ello se les ofrecía ahora en la realidad histórica de
des 46•
Cristo. Sobre todo la necesidad tan intensa de «redención»,
El primer anuncio en el mundo helenista se realizó so- fuertemente expresada por las religiones mistéricas, encon-
bre la base de la analogía/contraposición que, mientras afir- traba en él una respuesta adecuada.
maba sus puntos de contacto, denunciaba también los ele- Fue precisamente la existencia de estas respuestas reli-
mentos de diferenciación y de especificidad del mismo men- giosas que se le dio al hombre antiguo lo que estimuló a la
saje. Pero para ello era necesario que los misioneros a1dop- predicación cristiana primitiva a estructurar su propio con-
tasen la lengua y el lenguaje de los oyentes, expresárndose cepto de fe en unas reformas que pudieran ser comprendi-
en términos y categorías comprensibles para sus oyente:s. Se das de algún modo por el mundo ambiental. Como observa
trataba de re formular la fe cristiana adoptándola al nuevo P. Stockmeier, esta confrontación, «a pesar del esfuerzo por
mundo y traduciéndola mediante nuevos conceptos y expe- salvaguardar el contenido específico del mensaje de Cristo,
riencias. condujo también a una interpretación religiosa del cristianis-
mo, es decir, a asimilar conceptos y categorías que en parte
Adaptación a nivel lingüístico-conceptual. En este aspecto eran extrafias a la mentalidad del Nuevo Testamento» 48•
el paso del anuncio cristiano del ámbito lingüístico arameo

" P. WEN DLAND, La cultura..., 288.


" Cf. A. KEHL, Antike Volks/r6mmigkeit und das Christentum, en Die " P. STOCKMEIER, Fede e religione nella Chiesa primitiva, Brescia 1976,
alte Kirche..., 315. 63.
X . LOS PADRES Y LA lNCULTüRACIÓN 219
218 X. LOS PADRES Y LA TNCULTURAClÓN

En su necesidad de «legitimarse» y de desmenltir la ligada sobre todo a Filón y de la que se recogieron varios
acusación del mundo pagano que lo consideraba como una temas, domina sobre todo la forma del <<diálogo».
<<superstitio», el joven movimiento cristiano se fue afirman- En este respecto es significativo lo que escribe Atenágo-
do poco a poco como «religio vera». Pero, evidentemente, ras: «Antes de que comience a hablar, os rogaré, grandísi-
esto supuso la asunción de unas estructuras religiosas 49 y, mos emperadores, que me perdonéis si mis discursos son
con ellas, la creación de un nuevo mundo simbólico. La según la verdad: no es ciertamente mi intención blasfemar
<<airesis», la «superstitio» cristiana se fue haciendo progre- contra los ídolos, pero para disipar las calumnias intentaré
sivamente «christianismós>> en oposición al «ioudaísmós» 50 explicar nuestras opciones>> 52 • En una palabra, se esfuerza
y se legitimó como <<religio vera» en contraposición a la en señalar las tazones de su propia fe adecuándose a sus
«religio» pagana. destinatarios.
El proceso de adaptación/transformación que se ptodu-
Este acercamiento se vio coronado por el éxito porque
jo en el siglo I/II no sólo tuvo lugar en relación con las
se arraigaba en la valoración positiva del pensamiento hu -
categorías estrictamente religiosas (fundamentación •«reli-
mano, al q ue consideraban capaz de buscar y de conocer
giosa»), sino que se extendió además a la filosofía (funda-
la verdad. Partiendo de la teoría tan conocida de los «logoi
mentación «científica»).
spermatikoi» 53 , J ustino sostiene que vivir según la razón
En su aproximación a la misma, el tema neotestamenta- es ya vivir según Dios, aunque de modo parcial, dado que
rio fundamental de la «fe» (cf., Hch 11,26; Rom 10,8) ya ha aparecido en Cristo la Razón divina en toda su ple -
-difícilmente aceptable para un griego- cedió el paso al nitud.
concepto de «gnosis» 51 • Fue éste el compromiso primordial
de los Apologistas que, llevando consigo un inolvidable La relación entre la filosofía griega y la doctrina cristia-
patrimonio cultural, intentaron hacer que conviviera con la na es la misma que existe entre lo que es imperfecto y
«fe abrazada», movidos para ello por una triple exigencia parcial y lo que es perfecto y total. Por consiguiente, no hay
de orden psicológico (aclararse a sí mismos), apologético ruptura entre el pensamiento humano y el cristiano, sino
(aclarar a otros) y polémico (enfrentarse con las acusacio- que el primero completa al segundo. Por eso, el que ha
nes y rebatirlas). vivido «según la razón», o bien «según el Verbo», se puede
considerar cristiano: <<Los que han vivido según el Verbo
En este empeño por acercarse al mundo pagano culto,
-declara Justino - son cristianos, aunque fueron conside-
precedido ya por la literatura misionera judeohelenística,
rados como ateos: así, entre los griegos Sócrates y Heráclito
y los que fueron parecidos a ellos; entre los bárbaros Abra-
" Cf. Ibíd., 138. hán, Ananías, Azarías, Misael, Elías, y otros muchos... De
"' STOCKMEIER observa además que en la contraposición que establece
Ignacio de Antioqufa entre el judaísmo y el cristianismo (Ad Magn. 10, 3), este manera que los que nacieron antes víviendo sin el Verbo,
último se presenta ya como una entidad constituida, con normas cultuales y
éticas propias. Cf. Ibíd., 37-38.
" Sobre este tema los Padres Apostólicos ofrecen diversos testimornios; cf.
sobre este punto mi artículo: L. PADOVESE, Spiritualita e preghier,i nella n ATENÁGORAS, Pro christianis 18, 2.
testimonianz,a dei Padri Apostolil·z; en lstituto di Studi Teologicí ortodlossi S.
" Cf. JusTINo, II Apología 8, l .
Gregorio Palama, Simposio Cristiano, Milán 1989, 228-29.
220 X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN X. LOS PADRES Y LA INCULTURACIÓN 221

fueron malos y enerrúgos de Cristo y asesinos de los: que pía» 57 , los apologistas desarrollaron algunos aspectos del
vivían según el Verbo» 54 • pensamiento filosófico/teológico que encontraban más dis-
Es interesante observar la interpretación de la historia puestos a los lectores paganos. En la presentación de Cris-
que se decfoce de esta tesis: el conflicto entre el cristiianis- to, por ejemplo, subrayan «el elemento cosmológico, origi-
mo y el paganismo (primero en la persecución de Sócrates nalmente secundario en el dato neotestamentario... Tienden
y de los otros, y luego en la de los cristianos) no es nada incluso a pasar por alto la dimensión fundamental soterio-
nuevo; es más bien la expresión del eterno conflicto ,entre lógica, y por tanto histórica, centrada en el hecho de la
el Verbo de Dios y los demonios, autores de la idolatría. encarnación. El desplazamiento del centro de gravedad del
Por tanto, se da una continuidad entre los sabios griegos y mensaje -observa M. Simonetti- es el tributo que tuvo
judíos y los cristianos. que pagar la teología del siglo II tardío para poder salir del
aislamiento y establecer un diálogo con el mundo de la
Las consecuencias que se derivan de esta tesis son capi- cultura, es decir, de la filosofía griega» 58•
tales para el proceso sucesivo de inculturación: Afirmación de !a ·«novedad cristiana». Sería un error opi-
a. renegar de la idolatría, adoptar el cristianismo, no nar q ue la falta de contacto entre el helenismo y el cristia-
significará para un griego renegar de su tradición; nismo significara una fusión de ambos, privando a este
último de su especificidad y alterando su propio ser. O
b. el cristianismo es la manifestación plena de una re- mejor dicho, la Iglesia de los primeros siglos, a través de la
velación anterior. Por tanto, no hay que desechar la heren- herejía gnóstica, conoció también este fenómeno de íncul-
cia de la filosofía, como la del Antiguo Testamento, sino turación mal lograda, en la que quedaba borrada la identi-
que hay que leerla dentro de una revelación progres.iva y dad cristiana y, con ella, sus caracteres de universalismo y
hay que acogerla como tal; de voluntarismo, tal como se puede apreciar en algunos
c. la conversión al cristianismo no es, por consiguiente, grupos de elite, constituidos a partir de un «conocimiento
más que «el paso de las verdades parciales a la verdad total secreto». Prescindiendo de estas desviaciones, en los dos
que es Cristo» 55 • En este caso, es legítimo el recurso a la primeros siglos parecen quedar bien afirmados los puntos
«sabiduría griega»: ésta no es inconciliable con el cristianis- distintivos de la fe cristiana, «sobre todo la historización
mo, a pesar de que éste no puede abdicar de su conciencia del Logos que se hizo carne, la creación del mundo "ex
de exclusividad 56• nihilo", la resurrección final de los cuerpos, la dependencia
absoluta de la gracia divina para la salvación» 59 •
En esta misma reelaboración del kerigma primitivo, rea-
De todas formas, no se puede ignorar que para la mi-
lizada tanto por necesidad personal como por «fila.otro-
sión cristiana del siglo u llevada a cabo por los Apologistas,
el problema central no fue la asimilación al mundo, sino
" JusTINO, I Apologia 46, 3-4.
'' Cf. J. DANIÉ'LOU, Message évangélique et culture hellénistique, Desclée,
París 1961, 14-15. '7 Cf. JuSTINO, I Apología, 10, 1¡ 14, 3; 57, l.
" Cf. H. DóRRIE, Das Gebá·ude spiitantiker Bildung mit seinen religiosen '
8
M . SIMONETII, Cristianesimo .. ., 42.
Zügen, en Die alte Kirche... , 260-261. 1
• Ibíd., 23.
7
X. LOS PADRES Y LA lNClJLTURACIÓN 223
222 X. LOS PADRES Y L,\ TNCULTURACIÓN

cristiana 62 • Por eso, para la conversión al cristianismo, se


más bien la necesidad de distinguirse. Como observa H . imponía el conocimiento del griego o del latín.
von Soden, «para la antigua ,cristiandad el peligro no era la
anomalía sino la afinidad. Esta amenazaba con llevar a la Otro efecto negativo de la concentración ciudadana y
' .
neutralización de la peculiaridad histórica y religiosa del de la consiguiente falta de atención a las lenguas locales se
cristianismo» 60• percibe al examinar el fenómeno de las sectas. Fueron las
sectas las que recogieron el mayor número de adeptos entre
También en este aspecto -aunque pueda parecer extra- el pueblo que hablaba lenguas locales. Los grupos de la
ño- puede afirmarse que el judaísmo y el paganismo, al disidencia cristiana realizaron así un gran esfuerzo de incul-
destacar continuamente la «paradoja>> y el «escándalo» del turación, usando las lenguas populares y acercándose al
anuncio cristiano, lo salvaron de interpretaciones abusivas pueblo con la acogida de sus rasgos característicos. Baste
reconduciéndolo dentro de la historia y a su propio núcleo: recordar aquí al montanismo, que hablaba el frigio y que
la fe en el Crucificado resucitado. obtuvo un enorme éxito al construirse sobre estructuras
devocionales de la precedente religiosidad frigia, con rasgos,
Consideraciones a manera de conclusión al mismo tiempo, entusiásticos y rigoristas 63 •
Desde una perspectiva de teología misionera, la Iglesia
Al margen de las reflexiones que han ido surgiendo, montanista ofreció en sus comienzos el ejemplo de una
conviene decir unas palabras sobre algunos puntos relacio- total «indigenización» del anuncio cristiano en el ambiente
nados con el proceso de ínculturación del cristianismo e:n el popular frigio, de manera que la vida de fe, la liturgia y
mundo helenista. hasta la organización eclesiástica se vieron marcadas por
,¡ 64 .
e
¿Qué es lo que supuso, de hecho, su connotación emi-
nentemente urbana y la asunción del griego como lengua Todo lo que hemos dicho, de forma genérica y fragmen-
propia? No cabe duda de que la edificación de la Iglesia taria, puede bastar, sin embargo, para hacernos vislumbrar
sobre la base de la «polis>> hizo posible la acogida de la toda la riqueza de enseñanzas que contiene la historia cris-
cultura antigua, ligada precisamente a la ciudad. Pero, como tiana, en relación con el proceso de «inculturación», pero
fenómeno colateral, se asistió a un desinterés más o menos también la complejidad de los problemas que en ella se
amplio por la evangelización del campo. plantean.
En el acto mismo de asumir las «lenguas cultas» de la
ciudad (griego/latín), el cristiani:smo asumió también los
límites de quienes las hablaban 61• Lo confirma la obse:rva-
ción de que ningún cristiano griego aprendiera un dialecto
02 Cf. K HoLL, Das Fortleben der Volksprachen in Kleinasien in nach-
extranjero o tradujera la biblia con vistas a la penetración
christlicher Zeit, en Gesammelte Au/siitze zur Kirchengeschichte - Der Osten II,
Tübingen 1928, 245.
•, lbíd., 248.
~• H.
VON SooEN, Die christliche Mission.. ., 26. .,. Cf. A. STROBEL, Das helige Land der Montanisten - Bine religionsgeo-
Cf. K. HOLL, Die Músionsmethode der a/ten und die mittelalterlichen
61
graphische Untersuchung, W. de Gruyter, Berlín 1980, 294-295.
Kirche, en Die alte Kirche..., 1 lss.
XI
Los Padres y el problema de las lenguas

Lenguas y evangelización

En la Biblia, la diversidad de las lenguas no significó


tanto «la riqueza intelectual del género humano» como una
consecuencia del pecado, que crea división y que se expresa
en la incapacidad de entenderse. La experiencia de Babel
(cf. Gén 11) demostró que, si se prescinde de Dios, se
derrumba también el orden y la unidad en las relaciones
humanas: los hombres ya no se entienden.
Al contrario, la experiencia de Pentecostés que se nos
narra en Hch 2,1-13 significa la apertura universal de la
Iglesia y la superación de la división: «Los hombres queda-
rán reconciliados por el lenguaje único del Espíritu, que es
caridad» 1 • En adelante, los partos, medos y elamitas, los
habitantes de Judea y de Capadocia, del Ponto y del Asia,
de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de Cirenaica, de Creta,
de Arabia y de Roma «oyen proclamar en sus lenguas las
grandezas de Dios» (Hch 2,9-11) 2 •

' P. DE SuRGY, Lingua, en Diz. teol. btbl., Marietti, Torino 1972, 612.
2
L. GoPPELT traduce Hch 2,4, no ya: «comenzaron a hablar en otras
lenguas», sino «empezaron a hablar con otras lenguas, es decir, con una lengua
nueva, en conformidad con el tiempo salvífico»: Die apostolische und nacha-
postolische Zeit, en Die Kirche in ihrer Geschichte L'A, Vandenhoeck & Ru-
precht, Gottingen 1966, A15.
226 XI. LOS PADRES Y EL P ROBLEMA DE LAS LENG UAS XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENG UAS 227

Sin embargo, la realidad de la glosolalia que acompaña Más allá de estas dos alusiones, el cristianismo constitu-
a los primeros pasos de la Iglesia primitiva no excluye ab- ye un «fenómeno ampliamente urbano» y esto por diversas
solutamente la dificultad con que debieron tropezar los razones. Por un lado está el conservadurismo campesino,
apóstoles y los primeros misioneros cristianos al encontrar- los fuertes vínculos entre familias y grupos con los contro-
se con ambientes diferentes por su cultura y su lengua. Se les consiguientes más fáciles sobre los individuos, además
trata de un milagro que no habría de renovarse 3 • Pedro, de su religiosidad de fondo naturalista y mágica, más ligada
por ejemplo, tendrá que utilizar como traductor a Marcos a la naturaleza y a sus fenómenos 8 • Por otro lado, el hecho
para predicar 4 • Con razón Juan Crisóstomo descubre un de que, mientras en las ciudades helenizadas se hablaba el
«milagro» en el hecho de que el anuncio del Evangelio lo griego de la koiné, convertido en la lengua de los comercian-
hagan «once hombres iletrados, sin patria, privados de elo- tes 9, en el campo persistían las lenguas vulgares y los dia-
cuencia, de arte retórica... Ni siquiera estaban instruidos en lectos 10 • El latín -como se sabe- era la lengua de los
la misma lengua que sus oyentes, sino en una lengua pobre funcionarios romanos 11 • Existe, por tanto, -para utilizar
y distinta, o sea, el hebreo» ' · una expresión de K. Holl- una <<Kultursprache» (lengua
Esta consideración «apologética» describe uno de los culta) en contraposición a una «Volksprache» (lengua po-
problemas más serios que conmocionó el cristianismo de pular). Para entender, además, la seriedad de esta contra-
los orígenes en su esfuerzo de expansión, a saber, el de las posición, hay que conocer la difusión de las lenguas popu-
lenguas. lares o indígenas.

Es un hecho que el cristianismo se configura desde el En Occidente predominaba, en Galicia y en las Gallas,
principio como una «religión ciudadana». Solamente en con- la lengua céltica que, según el testimonio de Ireneo de
tramos dos testimonios que lo presentan como un fenóme- Lyón, estaba muy difundida 12 y que lo siguió estando hasta
no que (ya desde los comienzos) se dio también entre el el siglo IV 0 . Muy probablemente en las Galias se anunció
mundo campesino: la Carta de Plinio al emperador Trajano,
por el año 111, donde se declara que «no sólo las ciudades,
sino las aldeas y los campos están infectadas del contagio
de esta superstición ( = el cristianismo)» 6 y la Primera carta ~ Cf. C. ANORESEN, Die Kirchen.. ., 21.
• Cf. lbíd., 17.
de Clemente a los Corintios, que alude a una predicación de 'º Cf. K. HOLL, Kultursprache und Volksprachen in Kleinasien in nach -
1
los apóstoles hecha «por los campos y las ciudades» • christlicher Zeit, en Gesammelte Au/siitze zur Kirchengeschichte - Der Osten II,
Tübinge n 1928, 389-390; C. TI-IEISSEN, Estudios de sociologéa..., 35-36. En
este sentido G. BARDY obsetva cómo sólo fueron helenizadas las grandes
ciudades. Y aunque el pueblo sencillo que alli vivía era capaz de expresarse en
' Cf. G. BARDY, La question des langues dans l'Eglise ancienne, Beauches- griego, se mantenía habitualmente fiel al idioma del país. Cuanto más nos
ne, París 1948, 2. . . adentramos en el campo, más triunfan las lenguas indígenas de forma exclusi-
' Ibíd., 4. El testimonio procede de Papías de Hierápolis (primera mitad va: La question..., 2.
del siglo II) y es recogida por EUSEBIO, Hist. ecl. IIL 39,15. . " Cf. G. BARDY, La question..., l.
' JUAN CiusóSTOMO, Adv. judaeos et paganos - Quod Christus est Deus " Ireneo, en su Introducción al Adv. haer. declara: «Que no nos exijan a
12: PG 48, col. 830. nosotros, que vivimos entre los celtas y solemos expresarnos en la lengua
' Epist. X, 97. bárbara, el arte de la palabra...».
' Epist. Clementis ad Cor. 42,4. " Cf. K. HoLL, Kultursprache..., 390.
'1
XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS 229
228 Xl LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS

punto de apoyo de la oposición social a Roma y a sus


el cristianismo en lengua griega, siguiendo los caminos del
métodos de gobierno>> 19 •
comercio que enlazaban las ciudades meridionales de llas
Gallas con el Asia Menor 14. En África la gente común Con gran claridad G. Bardy describe así la situación que
hablaba el púnico que, por lo que dice Agustín 15, se hahla- hemos expuesto, aclarando además por qué una de las cris-
ba ampliamente en N umidia todavía en el siglo IV y a t}andades más florecientes, como fue precisamente la de
comienzos del V 16 • Al no ser una lengua culta, el púnico y Africa, desapareció por completo con la llegada del islam:
la cultura vinculada al mismo había sido fácilmente sustit1L1i- <<A primera vista el hundimiento del cristianismo en África
da por la civilización y la lengua latina que - bastante más parece un fenómeno inexplicable; nos preguntamos cómo
que el griego- se afianzó como la lengua de las clases una Iglesia tan pujante, tan rica en episcopados y monaste-
superiores o romanizadas 17 • Por su parte, en el África sep- rios pudo desaparecer tan rápida y completamente. Las
tentrional «las masas indígenas seguían con tenacidad! y causas de esta desaparición son ciertamente numerosas.
significativamente sus tradiciones lingüísticas; el "púnico" Pero entre ellas no hay quizás una tan importante como el
y el "bereher" seguían, por tanto, jugando su papel, al lado carácter romano del cristianismo en esta región. Los que
del latín» 18 • Por esta razón se asistirá en el siglo I V a iun habían sido ganados por la Iglesia eran esencialmente roma-
curioso fenómeno: la religiosidad «católica», expresada en nos de lengua latina; desde el principio, sus obispos y sus
latín, será la de las clases superiores1 la de los burócrat:as, sacerdotes fueron latinos; su liturgia fue latina; su Biblia
la del gobierno central, mientras que el donatismo - mo- fue latina y nadie soñó nunca en traducirla al púnico, a
vimiento cristiano de protesta- se afirmará como un fe- pesar de que -al parecer- existía una literatura púnica.
nómeno «provincial» en el campo, en las capas inferiores Todo lo más, se preocuparon de ofrecer a los indígenas la
ventaja de una predicación en púnico, aunque los obispos y
de la ciudad, tomando la lengua de las masas. «En conse-
cuencia, la oposición a la Iglesia católica constituyó el sacerdotes capaces de hablar esta lengua fueron siempre
demasiado escasos para realizar conquistas de vasto alcan-
ce ... en un simple partido de oposición nacionalista al Im-
perio. Por eso, no hemos de extrañarnos de q ue, a partir de
u Obsérvese que, en la segunda mitad del siglo II, el obispo y mártir de las grandes invasiones árabes, la Iglesia de África se viera
Lyón, Potino, es natural del Asia. También es asiático su sucesor Ireneo, que pronto liquidada; culpable de no haber echado raíces sufi-
en una carta que escribe en nombre de la Iglesia de Lyón y Vienne a las
comunidades de Asia y de Frigia, nos da a conocer los nombres de los cris:ria- cientemente profundas en las poblaciones indígenas, acabó
nos martirizados bajo Marco Aurelio. Pues bien, unos de ellos llevan nombres por desfallecer y morir» 20 •
griegos y otros nombres latinos. Es interesante observar que en la lista de
Ireneo y en la que nos da Gregoriu de Tuw·s ell la Historia de los francos (I, Por lo que se refiere a Esp aña, parece ser que ni siquie -
31) no hay ningún nombre propiamente céltico. Cf. G. BA.RDY, La qi,estion ..., ra se emprendió el intento de utilizar las llamadas lenguas
115-121.
" Cf. Epist. LXVI, 2; 84, 2; 108, 14; Sermo CLXVII, 4; etc.
•• Es interesante la observación de Agustín en la Epist. LXXXIV, 2: <~La
predicación del evangelio en nuestras regiones encuentra dificultades por falta ,. Ibíd., 477.
de personas que hablen la len gua púnica». "' G. BARDY, La 9uestion. ., 72. También para K HOLL, el hechq de que
17 Cf. M. MAzZA, Lotte sociali e restauraz.ione autoritaria ne! [JI sec. d.
las lenguas cultas (gnego-latin) hayan penetrado superficialmente en Africa se
C., Laterza, Bari 1973, 475-476; C. ANDRESEN sefiala que el bilingüismo ve confirmado por la sorprendente rapidez con que desaparecieron en tiempos
(latín-púnico) neutralizaba el efecto de la predicación: Die Kfrchen ... , 20. de la invasión del Islam; Kultu,-sprache..., 390.
'ª M . MAzZA, Lotte socialí... , 476.
230 .Xl. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS Ja. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENr.UAS 231

«ibéricas» para la cristianización 2 1• Más aún, «durante la derrota de la cultura hegemónica». Su problema era el de
época imperial en ninguna provincia se vio favorecida de una nueva cultura alternativa, en la que pudiera expresar
arriba abajo la romanización con tanto vigor como en Espa- más adecuadamente su propia fe y sus propias convicciones
ña... En España casi no queda ningún ejemplo de mo1nu- religiosas. Fue de esta manera como la Iglesia cristiana pasó
mentos de la edad imperial con escritura indígena» 22• a ser en Egipto el vector más poderoso de estas aspiracio-
En Oriente, donde se había afirmado antes y con mayor nes 26• Nació así el copto literario, adoptado como medio de
profundidad el helenismo, la relación entre las lenguas cul- comunicación para evangelizar a las masas que ignoraban el
tas y las lenguas populares era fundamentalmente la misma. griego. En efecto, ya a finales del siglo II - sobre todo por
En Egipto la lengua común era el copto. En esta región, el campo y con finalidades misioneras- se emprendió la
con un «estatuto especial», no habían llegado a calar el traducción de la Escritura al copto. En el año 300 ya estaba
griego y la cultura grecorromana. En efecto, también aquí, traducida toda la Escritura. Por estos años aparecen las
tanto para el campesino del Nilo como para el egipcio de Vidas de los santos de Pacomio que, escritas en copto para
las clases cultas, «la cultura helenisticorromana ... escondía las masas no tocadas por la cultura grecorromana, utilizan
en realidad el rostro torvo y rapaz de la explotación econó- el patrimonio cultural del pasado antiguo 27 • En estos escri-
mica, de la opresión política y social, del exclusivismo cul- tos «sobreviven, entre los antiguos mitos, aquellos sobre
tural» 2 J. En el siglo III se asiste, por tanto, a un renacimien- todo que tratan de la vida del más allá... Sobreviven los
to de la cultura autóctona egipcia, que encontró sus aliados antiguos terrores y los antiguos miedos, incorporados a unos
en «las religiones de salvación como el cristianismo y el relatos que tienen un ropaje cristiano ... Las luchas con los
maniqueísmo que, por su misma naturaleza, se ponían fue- espíritus malignos, por ejemplo, se inspiran con frecuencia
ra de la paideia clásica>> 24 y criticaban la religiosidad de la en la superstición popular campesina» 28• El fenómeno don-
clase opresora. «El producto de este encuentro (entre la de mejor se manifiesta el rechazo de la cultura grecorroma-
cultura egipcia autóctona y el cristianismo) fueron la litera- na es el monaquismo que -en contra de ella- se impone
tura y el arte copto, en el plano cultural; el monaquismo y como centro de la cultura nacional egipcia. Hay que indicar
la formación de una poderosa organización eclesiástica, con que los monjes procedían ordinariamente de las clases infe-
especiales características, en el plano religioso; y además;, el riores, de las menos helenizadas 29• Lo mismo que ellos,
cisma y la secesión, en el plano político» 25 • también los herejes y los cismáticos que conoció Egipto
Para limitar nuestra consideración al terreno religioso, (maniqueos, melecianos ... ) se expresaron prevalentemente
hay que señalar que el egipcio, al acoger la nueva fe, «com-
batía por su victoria, que significaba por el contrario la 2
• !bid., 485-486.

" Cf. lbíd. , 489


,. lbíd., 488.
" Antonio, por ejemplo, que es el padre del monaquismo egipcio, habla
21 C. ANDRESEN, Die Kirchen ..., 20. exclusivamente copto y necesita intérpretes para hablar o escribir en griego. De
22
Así MOMMSEN, citado por A. liA.RNACK, Missione..., 538. forma parecida, Pacomio, el gran legislador del monaquismo, escribe en copto
" M. MAZZA, Lotte sociali.. ., 483. sus reglas y se expresa siempre en esta lengua. Lo mismo vale· para Sl-ienouti,
" lbíd., 485. figura ilustra de abad, que nunca usa el griego, a pesar de que sabe hablarlo:
" lbíd., 483. cf. G. BARDY, La question..., 45-47.
232 XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENG{JIAS XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS 233

en copto 30• Por tanto, no está fu.e ra de lugar la definición Para las regiones de Frigia y de Bitinia está también
del copto como «lengua de la disensión». Pero en este caso atestiguada una lengua local que, aunque emparentada con
«hay que mantener un hecho: esta disensión respecto a la el griego, no era inmediatamente inteligible. Como lengua
cultura y la organización estatal del Imperio pasaba substan- del pueblo, se encuentra hasta el siglo v d .C. 37 • De ella se
cialmente por una perspectiva de clase» 31 • valió el montanismo en su proceso de expansión por las
zonas rurales de Frigia.
El lugar donde ]a lengua y la cultura griega encontraron
mayor difusión fue el Asia Menor. Según I. Marrou, «desde Teniendo en cuenta este cuadro lingüístico, K. Holl
finales del siglo I d.C. y durante todo el siglo II, el Asia es llega a la conclusión de que «sin contar los dialectos, son
el lugar de elección de la cultura griega» 32 • Pues bien, es seis por lo menos las lenguas con las que tuvo que enfren-
esta tierra la que -en cuestión de lenguas- presenta la tarse el griego para alcanzar su predominio en el Asia Me-
mayor variedad 33 • La experiencia de Pablo que, al llegar a nor» 38•
Listra, oyó a la gente hablando licaonio (cf. Hch 141 11), no Pasando del área microasiática a la siropalestina, se ob-
tuvo que ser ninguna novedad para el apóstol. En efecto, la serva también aquí la persistencia del arameo en el campo
población indígena de Lidia, Caria, Licia, Isauria, Licaonia y en las clases inferiores 39 • El griego, que se afianza como
y Capadocia, hablaba diversos dialectos muy diferentes de lengua de la cultura y lengua de la administración y por
la koiné. La persistencia de estos dialectos está atestiguada tanto como lengua de las clases superiores urbanas, no
hasta el siglo VNI. En esta época no estaban ya tan exten- consigue imponerse, no sale de los muros de la ciudad 40•
didos como antes, pero -como sostiene K. Hall- «,en Por su parte, «el campesino sirio, el proletariado antioque-
algunos territorios seguían siendo la lengua viva del pue- no o edesano, habla su lengua nativa, utiliza sus esquemas
blo» 34 • culturales autóctonos precisamente en la medida en que se
Por su parte, las poblaciones de Galacia tenían su pro- siente excluido de la lengua y de la cultura helenisticorro-
pio dialecto céltico, hablado hasta finales del siglo IV 35 • En mana de las clases superiores>> 41 • El siriaco, por consiguien-
varios lugares de Capadocia se había afirmado también el te, -en antagonismo con el griego y el latín- se convierte
armenio; asimismo se hablaba en esta región el magust::o, en «un centro ideal, en un núcleo ideológico» para las
lenguas de origen persa; de manera semejante, los godos de gentes arameas y en un «embrión de unidad nacional» 42 •
Crimea habían introducido en Frigia su lengua en el siglo Por un proceso similar al que se observa con el copto,
IV ,6. también el siriaco encontró su sistematización lingüística y
su utilización más amplía por obra del cristianismo, que lo
"' Cf. M. MAzZA, Lotte sociali.. ,, 490-492.
" Ibíd., 493.
" I. MARRou, Storia dell'educazione nell'antichitd, Studíum, Roma 1971, " Cf. lbíd., 343-344.
290. " K. HoLL, Kultursprache..., 39 1-392.
" Cf. K HOLL, Kultursprache..., 391-392. ,. Cf. Ibíd., 391.
" K. HoLL, Das Fortleben ..., 4. '° Cf. M. M.AzzA, Lotte sociali..., 493-494.
1
" Cf. K. HOLL, Kultursprache..., 391. • Ibíd., 497.
'
6
Cf. K. HOLL, Das Fortleben ..., 244. " Ibíd., 494-495.
234 XL LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS 1 1
XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS 235

utilizó para comunicarse con las masas campesinas que ig- Tras este somero examen del problema lingüístico en la
noraban el griego 43 • Pero entre los cristianos que hablaban Iglesia de los primeros siglos, los resultados a los que se
el griego y los que usaban el siriaco siguió habiendo un puede llegar son bastante diversos, pero vinculados todos
profundo hiato; en el fondo, es el abismo que se abre entre e~los a los ambientes en los que había penetrado el cristia-
la sociedad grecocristiana, impregnada de los principios de rusmo.
la filosofía griega e integrada en esta cultura considerada Una observación previa nos remite al carácter «ciudada-
como «no evangélica» y la sociedad rural, sencilla, no com- no» de la nueva religión, que produjo entonces un cristia-
prometida con el mundo. nismo helenizado que se expresó siempre en las lenguas
cultas (el griego y el latín) 46 y acogió sus riquezas. La
Por tanto, si lo miramos bien, no se trata de una dife- verdad es que la vinculación del cristianismo con el griego
rencia de lenguas, sino de una separación de las «clases» y luego con el latín protegió a la Iglesia contra la fragmen-
sociales 44. Así se ve claramente en una homilía de Juan tación y el empobrecimiento 47 • En efecto, «el paso del
Crisóstomo pronunciada en Antioquía, en la que el obis¡po anuncio cristiano de un ámbito lingüístico a otro significa
invita a los cristianos de esta ciudad a no despreciar a los bastante más que un cambio formal. Lleva consigo un cam-
cristianos de las aldeas vecinas. «Ellos son hermanos nues- bio decisivo del contenido del anuncio, de manera que, por
tros -declara Crisóstomo- y miembros del cuerpo de la causa de esto, se pone en cuestión la unidad de la Iglesia» 48 •
Iglesia... No nos fijemos en su manera de hablar distinta de Hasta qué punto es esto cierto lo demuestran las incom-
la nuestra¡ preocupémonos más bien de buscar la sabídmría prensiones lingüisticodoctrinales que surgieron entre la cris-
de sus almas. No nos detengamos en su lengua bárbarat ... tiandad oriental y la occidental 49 , pero también «las diver-
Ellos se esfuerzan en practicar estos preceptos; hablan una
lengua más elocuente que los discursos ... No atendamos
solamente a su forma exterior de vestir y a la lengua que "" Sobre el hecho de que en asuntos de orden administrativo y en las
hablan, ignorando demasiado aprisa sus virtudes» 0 . expresiones literarias, litúrgicas y artísticas la Iglesia se expresara en griego, cf.
K HoLL, Das Fortleben... , 254-246.
" Cf. K. HOLL, Kultursprache ..., 394-395. Volveremos luego sobre la
En estas palabras Crisóstomo revela cuáles eran los sen- importancia que las lenguas «desarrolladas» como el griego y el latín tuvieron
timientos de los cristianos antioquenos grecoparlantes: sen- en la creación del patrimonio lingüístico y conceptual del cristianismo.
" W . SCHNEEMELCHER, Das Problem der Sprache in der alten Kirche, en
timientos de superioridad y de desprecio hacia la masa Gesammelte Au/sdtze zum Neuen Testament und zur Patristik: Analecta Vla-
campesina mal vestida, grosera e incapaz de hablar una daton 5, Thessaloni.ki 1974, 7.
" A este propósito G. BARDY se pregunta si la oposición entre el Oriente
lengua <<civilizada». y el Occidente no se debió, al menos en parte, a la creciente ignorancia del
griego en Occidente y del latín en Oriente: «no hay ningún faci:or de unidad
Pero ¿cuáles serían los sentimientos de éstos para con tan poderoso como la lengua: la gente deja de entenderse cuando no habla la
los cristianos de Antioquía que los miraban con altanería y misma lengua. Podrían haberse evitado muchos malentendidos entre las dos
partes de la Iglesia cristiana si se hubiera mantenido la unidad lingüística» (La
orgullo? No es difícil imaginarlo. question..., 79). De forma parecida W. ScHNEEMELCHER señala cómo la sepa-
ración entre las Iglesias occidentales y las orientales es comprensible si se tiene
también en cuenta la diversidad lingüística, o bien las diferencias del pensa-
miento y del modo de las representaciones. La separación comienza en el 342,
" Cf. Ibíd., 496. cuando las dos partes del Imperio empezaron a separarse también lingüística-
" Cf. Ibíd., 500.
mente: d. Das Problem ... , 69.
' ' JUAN CrusóSTOMO, Catech., baptism. VIII, 2-4.
236 XL LO S PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENG UAS
XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS 237

gencias doctrinales surgidas a continuación entre la Iglesia mos en el montanismo y en el carácter entusiástico y rigo-
grecobizantina y las Iglesias orientales, que no son más que rista, típico del ambiente frigio) 54. La contraprueba de esta
el desarrollo natural de las diferencias establecidas desde el constatación nos la ofrece K. Holl cuando - hablándonos
principio por la diversidad de las lenguas» 50 • del ambiente del Asia Menor- observa que las tierras don-
A las ventajas inherentes a la asunción de las lenglllas de persisten las sectas son precisamente aquellas en las que
«cultas» como vector privilegiado de comunicación del pen- todavía se mantienen vivas las lenguas populares. Holl ex-
samiento cristiano, sirven de contrapeso las desventajas que tiend e esta misma consideración a la persistencia del paga-
también es preciso recordar. Una vez más es K. Holl el q ue nismo, llegando a la conclusión de que tanto las sectas
nos recuerda algunas de estas desventajas en sus diversos como el paganismo encontraron un apoyo en las lenguas
estudios. Ante todo, la exigencia de conocer el griego o el populares 55 •
latín, para hacerse cristianos. Pero entonces, ¿cuántos mi- H ay que considerar finalmente otro elemento. El cristia-
llones de hombres carecieron de esta posibilidad? 51• No nismo de quienes lo aceptaron sin un gran conocimiento de
tuvo menor peso el hecho de que, al asumir las «lenguas sus lenguas se orienta preferentemente hacia los símbolos
cultas», el cristianismo asumió igualmente las limitaciones de la religión. En una palabra, cuando la lengua no es
de quienes las hablaban, particularmente el orgullo, típico instrumento d e comunicación1 nace la necesidad de comu-
de los griegos y de los romanos. Una confirmación de esto
nicar mediante símbolos y fórmulas. Pero es evidente
es el hecho de que ningún griego cristiano aprendió un
- como indica K. Holl- que en un cristianismo d e este
dialecto extranjero o tradujo la Biblia con vistas a la pene-
tipo podía seguir arrastrán dose mucho paganismo. La prue-
tración cristiana 52• Incluso más tarde, cuando los bárba,ros
ba de esta conexión nos la ofrece precisamente la constata-
entraron en la Iglesia, se mantuvieron siempre en una posi-
ción de que las expresiones más groseras de superstición
ción subordinada: cristianos de segunda categoría .n .
dentro de la Iglesia aparecen en las regiones donde la intro-
O tro efecto negativo de la escasa atención que mostra- ducción de la «lengua culta» chocó con mayores obstácu-
ron los cristianos por las lenguas locales se observa al exa- los 56•
minar el fenómeno de las sectas. De hecho, las sectas re.co-
gieron el mayor número de adeptos de entre el pueblo que ¿Qué decir, en este punto, de las lenguas nacion ales?
hablaba las lenguas locales. P arece que fueron los grupos Aquí es necesario matizar el discurso, distinguiendo entre
de la disidencia cristiana los que hicieron el mayor esfuerzo Oriente y Occidente.
de inculturación, usando las lenguas populares y acercándo- En Oriente, el griego sólo se convirtió raras veces en
se al pueblo, asumiendo sus rasgos característicos (pense- lengua del pueblo; fue más bien la lengua de los que tienen
el poder, tanto político o religioso. Nunca se logró la hele~
'° A. VON HARNACK, Die Mission und..., 568. nización de los pueblos que tenían otra lengua; más aún, la
" Cf. K. H OLL, Kultursprache.. ., 394-395.
" Cf. K. HOLL, Das Fortleben ..., 245. K. H OLL observa también cómo las
traducciones de la Biblia hechas en los primeros siglos se deben a cristianos " Cf. K HoLL, Das Fortleben ... , 248.
autóctonos. " Cf. Ibíd., 247-248.
" Cf. K. HoLL, Kultursprache..., 395. •• Cf. K. H ó LL, Kultursprache..., 395.
238 XI. LOS PADRES Y EL PROBLE MA DE LAS LENGUAS XI. LOS PADRES Y ET, PROBLEMA DE LAS LENGUAS 239

Iglesia protegió precisamente ciertos idiomas como el cop- conciencia de su propia identidad, de diferenciarse, de rea-
to, el siriaco, el armenio ... 57 • propiarse de la precedente tradición judía interpretada de
forma distinta, así como en los fenómenos de asunción
Por tanto, al lado de un cristianismo grecoparlante y '
vinculado al imperio bizantino, se afirma un cristianismo de transformación y síntesis del equipamiento cultural y reli-
las minorías étnicas y lingüísticas. No es de extrañar que gioso del mundo antiguo, está implícita la fot.tnación de
con la decadencia del primero, adquiriera más poder el una lengua propia 6} . En efecto, la creación de una termino-
segundo. Pues bien, esta fragmentación, es decir, el afian- logía que expresase la novedad cristiana constituyó una de
zamiento de los nacionalismos, tuvo efectos negativos; lo las primeras tareas de la comunidad primitiva. Esto se hizo
demuestra la confrontación doctrinal entre la Iglesia orien- sobre la base del griego de la koiné, lengua común en Orien-
tal y la Iglesia grecobizantina, y el nacimiento de las escue- te, pero también en Occidente, donde la hablaba un nume-
las teológícas nacionales 58• Pero no es eso todo. De hecho, rosísirno proletariado oriental aquí establecido y entre el
«si con la ayuda de la Iglesia estos pueblos (orientales) cual la nueva religión consiguió muchos de sus adeptos 64 •
hubieran podido helenizarse, habría sido distinto el curso Serán éstos, más que los primeros misioneros o traductores
de la historia y probablemente el islam no habría salido de de la Biblia -si pensamos en el latín cristiano-, los verda-
los límites de Arabia» 59 • deros creadores de la lengua especial que, por consiguiente,
tendrá un carácter popular y una gran riqueza de elementos
lingüísticos extranjeros, debido al carácter internacional de
El nacimiento de la lengua cristiana las primeras comunidades 65 • Hay que observar, sin embar-
go, que la koiné de la primitiva cristiandad se resiente de la
Cuando el autor del Discurso a Diogneto indica que «llos influencia de los Setenta y de los judeohelenistas.
cristianos no se distinguen de los demás hombres ni por
En este sentido, el cristianismo grecoparlante, para ex-
territorio, ni por lengua ... , ni usan una jerga particular» 60,
presarse - además del empleo de neologismos - recurrió,
expresa una verdad destinada a cambiar a partir de las
lo mismo que había hecho antes el judaísmo de la diáspora,
premisas mismas de su Discurso, donde presenta a la reli-
a todo el bagaje cultural helenista, tomando de él tanto una
gión cristiana como un movimiento con «un nuevo plantea-
terminología que podríamos llamar <<neutral>> (pensemos en
miento de vida» 61 • Por eso, exhorta a su oyente a convcet-
ciertas voces, como ekklesía, ethné, katholikós, saeculum,
tirse «desde lo más íntimo de su ser en un hombre nueuo etc.) como la del lenguaje filosófico/ético (áiresis, apátheia,
haciéndose discípulo de la doctrina nueva» 62• ,
askésis, enkráteia, etc.) o religioso/mistérico (eusebéia, theo-
Realmente, en la afirmación de la novedad cristiana., o
bien en la necesidad propia del grupo cristiano de to~1ar
•> A propósito del nacimiento de la lengua cristiana, resultan fundamenta-
les los traba¡os de J. SCHRIJNEN y más tarde los de C. MOBRMANN, a quien
,, Cf. A. VON HARNACK, Die Mission und... , 5. me refiero. Concretamente, para el tema que examinamos, cf. Altchristliches
" Cf. lhíd. l.Atein - Entstehung 1'!nd Entwicklung der Theorie der altchristlichen Sondersprache,
,. lhíd. en Etudes sur le lattn des chrétiens I, Ed. Storia e Letteratura, Roma 1961, 3-19.
60
Ad Diognetum 5 . ., Cf. C. MoHRMANN, Le latin, tangue de la chrétienté oécidentale en

1
Ibíd., l. Etudes sur le latin ... 1, 52-53. '
02
lhíd., 2. •• Cf. Ihíd., 65-66.
240 XI. LOS PADRES Y EL PROBLEMA DE LAS LENGTJAS

sebéia, consecratio, orare, sanctus, etc.), cargándola en todo o XII


en parte de nuevas significaciones 66 • A propósito de llos
términos técnicos de la religión pagana, se puede observar, Los Padres y la primera misión cristiana
sin embargo, una exclusión decidida 67 , desde el momento
en que - como observa C. Mohrmann- los términos r~!li-
giosos, como todos los términos técnicos'. difíc~mente p1ier-
den su significado. Por eso, el temor al smcret1smo aconse-
jó renunciar a un instrumental terminológico ya constitui-
do 68 • Pero no habrá ya reparos en utilizarlo cuando el pa-
ganismo decaiga y venza la nueva religión 69•
Todo lo que hemos dicho de forma tan sumaria abre al
menos un resquicio al planteamiento de este problema, que
tiene su primera fuente en los Padres. Como señala C. Para el cristianismo, la «misión» no es un compromiso
Mohrmann en una visión de conjunto, «los comienzos del inducido desde fuera ni tampoco un «servicio» entre otros
idioma de los cristianos fueron verdaderamente revolucio- muchos. Es una necesidad de quien no puede callar, por-
narios: renovación del vocabulario, tanto del técnico como que ha oído, visto y tocado (cf. 1 Jn 11): «Hablamos de lo
del general, introducción de un gran número de térmi~1os que hemos visto y oído» (1 Jn 1,3 ). Por eso mismo, la
prestados, cambios de significado, introducción de pohse- misión cristiana presupone una experiencia tan fuerte y tan
mia tendencias vulgares, diferenciación sintáctica: tocios gozosa que debe ser anunciada. Bajo esta luz es como se
los ámbitos del lenguaje se vieron sometidos a modificacio- entiende que la historia de los comienzos cristianos sea una
nes y renovaciones. Esta revolución lingüística, que se llevó historia de la misión. En una palabra, la Iglesia primitiva es
a cabo en sus elementos esenciales a lo largo de unas pocas misionera, no porque deba serlo, sino que es misionera
generaciones, es el test más elocuente de la revolución _espi- simplemente porque vive. Más aún, cuanto más misionera
ritual producida por el cristianismo en el mundo antiguo. es, más vive. Así pues, su «misionaridad» no es una de las
Ninguna secta, ninguna religión oriental ha realizado nunca «notas» características que la acompañan, sino que es más
una diferenciación tan profunda» 10• bien constitutiva de su esencia de continuar y extender el
anuncio del Reino. En resumen, la Iglesia se fundamenta y
debe ser comprendida por la misión.
66 Cf. sobre este tema G. J. M . BARTELINK, Umdeutung heidnischer Ter-
Es interesante advertir cómo la comunidad cristiana de
mini im christlichen Sprachgebrauch, en Die A/te Kirche..., 397-398. . ~
67 Constituyen una excepción algunos términos sacados, a partir de Cle- los primeros siglos no dispone de organizaciones, de medios
e
mente de Alejandría, en S7ntido ;Xclusivam_e~te antit,ético. e~. Mo~N~,
Le probleme du vocabulaire chretzen - Expertences d evangelzsatzon paleo-chre-
económicos, de institutos ni de escuelas de misiología. Ig-
tiennes et modemes, en Etudes sur... I, 114. nora los proyectos misioneros; no conoce una «predicación
.. Cf. Ibíd., 114, 120. misionera» dirigida a los paganos; ni siquiera -después de
" Cf. Ibid., 121.
,. C. Mm-IRMANN, L e latin..., 65. que el Estado empezara a combatirla- aparece en públi-
242 XU. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRlSTL'\NA
XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MlSlÓN CRISTJ/\Nt\ 243

co 1• Los contactos personales son el factor más importante días de la diáspora 3 • La estrecha red de sinagogas dispersas
de cristianización. Es verdad que no faltaron, al menos al por todo el Imperio serán, por tanto, los centros de origen
comienzo, misioneros de profesión; sin embargo, con el de la propaganda cristiana 4. En torno a la difusión del
tiempo, fueron siendo cada vez más raros; más aún, <<no judaísmo, en tiempos del Imperio, las zonas de mayor den-
hay que entender, ni mucho menos, que la difusión del sidad, además de Palestina, eran Egipto, Siria, el Asia Me-
cristian ismo en el mundo antiguo sea obra de los misione- nor y Babilonia. Por su género de vida1 los judíos se impo-
ros. El Evangelio se transmitía más bien de hombre a hom- nían por todas partes. Además, el hecho de que gozaran de
bre y de comunidad a comunidad a través de los caminos privilegios especiales, de que tuvieran tribunales propios,
de las relaciones interpersonales: a través de la familia, de gobernadores propios y su propio consejo (sanedrín) y de
la casa, de las amistades, de los negocios; mediante -y no que, por consiguiente, no se integraran plenamente en las
es eso poco- la participación de los no bautizados ern la ciudades donde vivían, explica las explosiones de antisemi-
parte de la liturgia que era accesible para ellos; a través de tismo que fueron bastante frecuentes. Sin embargo, fuera
la impresión causada por los mártires; a través del asombro de estos episodios, la religión judía, que al entrar en con-
que suscitaban las curaciones milagrosas; a través del ejem- tacto con el helenismo tradujo el anuncio bíblico a las
plo cotidiano del comportamiento cristiano... » 2 • En una categorías griegas1 impresionó a diversas personas, sensi-
palabra, la Iglesia es misionera con una vida que siempre bles a las formas religiosas más elevadas. Se impon ía por
resulta más elocuente que la palabra. Más aún, predispone el rígido monoteísmo, sostenido, por otra parte, por la
a la acogida de la misma: la llena de contenido, la carga de difusa imagen del mundo que brindaba el estoicismo y
autoridad. enseñaban los grandes filósofos. Para llegar al conocimien-
to del verdadero Dios1 el judaísmo helenista, aun recono-
ciendo el cosmos como revelación suya, remitía a la histo-
El judaísmo de la era cristiana: ria de Israel. Dios, que creó al hombre, lo guió y lo guía
presupuestos para la acción misionera de la Iglesia siempre, primero mediante los Padres y luego a través de
la Torá (la Ley), entendid a como manifestación de lavo-
luntad de Dios. El judaísmo helenista tiene la tarea de
«Después de pasar algunos días con los discípulos que
anunciar esta Ley.
había en Damasco, Pablo empezó a predicar en las sinago-
gas, proclamando que Jesús es el Hijo de Dios» (Hch Al comienzo de la era cristiana, el judaísmo de la diás-
9,19-20. Esta afirmación vale como principio universal de pora experimentó un fuerte impulso misionero. El judío se
comportamiento del cristianismo primitivo que, por haber sentía poseedor de un mensaje para toda la humanidad: de
surgido como movimiento de renovación dentro del jud:aís- esta conciencia nacía el deber de la misión ' .
mo, tendrá ante la vista sobre todo a las comunidades ju-

• Para la predicación que se hacía inicialmente siempre en el ámbito de las


' Cf. K. HOLL, Die Missionsmethode der a!ten und die mittelalterlicheri sinagogas, cf. Hch 13,5.14-15; 14,1-2; 17,1-2.10.16¡ 18,4.19.26; 19,8-9.
Kirche, Chr. Kaiser Verlag, Múnich 1974, 5-7. ' Cf. L. GoPPELT, Die apostolische... , A 55.
' H. VON SooEN, Die chrútliche Mission .. ., 27. ' Cf. A. VON HARNACK, Die Mission und ... , 7-8.
244 }..'11. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN C IU:5TIANA
XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA 245

Pero, propiamente hablando, las comunidades judías de eran fieles al sábado, pero se creía que ante Dios ocupaban
la diáspora no enviaban misioneros. Esta tarea se encomen- un lugar subordinado 7 •
daba más bien a la iniciativa privada, análoga a la de los Fueron precisamente éstos los que se mostraron mejor
fariseos en busca de prosélitos (cf. Mt 23,15). La obra dispuestos a acoger el cristianismo. En efecto -como en el
«normal» de propaganda era el contacto personal 6 • El cen- caso de Lidia (cf. Hch 16,14ss), del centurión de Cafarnaún
tro de la actividad misionera eran las sinagogas, abiertas a (Le 7,5) o del de Cesarea (Hch 10,lss) - «habían mostra-
todos. La utilidad del culto sinagogal para la propaganda do ya una cierta independencia frente a sus tradiciones y
religiosa del judaísmo se ve confirmada de algún modo por religiones patrias. Se encontraban en medio de ámbitos
el historiador Flavio Josefo, que - a propósito de la comu- culturales diversos y por eso eran particularmente sensibles
nidad judía de Antioquía - escribe lo siguiente: «Los judíos ante la fe cristiana, que traspasaba las fronteras étnicas y
atraían a una gran cantidad de griegos a sus servicios divi- culturales y que podía proporcionarles una identidad inde-
nos y llegaban en cierto modo a considerarlos como suyos» pendiente de las tradiciones recibidas. Eso no se lo podía
(De bello jud. VII, 3 ,3). dar el judaísmo: ahí no tenían plena igualdad de derechos.
El cristianismo ... les ofrecía la posibilidad de profesar una
Al lado de las celebraciones litúrgicas, también la litera- religión monoteísta y un ethos sublime, y de alcanzar, al
tura judía representó una ocasión de acercamiento a la mismo tiempo, una plena igualdad de derechos, sin circun-
religión de Israel. Los que eran conquistados para ella se cisión, sin preceptos rituales, sin limitaciones que pudieran
distinguían en dos categorías: los prosélitos y los temerosos influir negativamente en su estado social. También así se
de Dios. Los primeros quedaban integrados plenamente en comprende mejor el conilicto entre el judaísmo y el cristia-
la comunidad judía mediante la circuncisión, un baño ritual nismo: la misión cristiana se ganaba precisamente a los
(«bautismo de los prosélitos»), la presentación de una ofren- protectores paganos del judaísmo» 8 • Debido a la apertura
da en el templo y la observancia integral de la Torá. Al universal que poseía -a diferencia del judaísmo-, el cris-
mismo tiempo cesaban todos los vínculos del prosélito tan- tianismo logró de este modo convencer a muchos paganos,
to con su familia como con su pueblo. J unto a esta catego- separando el elemento religioso del elemento nacional 9•
ría existía otra mucho más numerosa de «temerosos de Influía, además, en la masa de los «temerosos de Dios» y
Dios», que podemos caracterizar como «simpatizantes». los integraba plenamente en la comunidad, después de que
Éstos, aunque se adherían al judaísmo, no aceptaban las hubieran recibido el bautismo. Es indiscutible que el prose-
consecuencias más onerosas: la circuncisión, la observancia litismo judío, lo mismo que predispuso el terreno para la
integral de la Ley y el desarraigo de su familia y ,de su misión cristiana, tuvo que sucumbir también ante ella, aun-
pueblo. Observaban algunos mandamientos, algunos ritos; que de forma no definitiva.

7
Cf. A. VON HA.RNACK, Die Mission und..., 9.
6
Cf. H. H EGERMANN, Das hellenistische Judentum, en J. LEIPOLD•T & W.
GRUNDMAN N (eds.), Umwelt des Urchristentum 1, Evangelische Verllagsans-
' G. T1-rnrssEN, Estudios de sociología ..., 226-227.
9
talt, Berlín 1966, 311-312. Cf. G. BARDv, La conversión al cristianismo..., 116.
246 XJJ. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRlSTll\NA XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA 247

La misión cristiana en el mundo helenista pluralismo de pensamiento, que se manifestaba también en


el ámbito religioso.
Los Hechos nos muestran dos diversas formas del pro- Los elementos que hemos recordado permiten hacer
ceso de difusión del cristianismo primitivo: a través de la algunas consideraciones: la «misión» cristiana se desarrolla
misión surgieron centros de concentración (Palestina, Asia ordinariamente dentro del Imperio y en un terreno cultural-
Menor) o se siguieron los nudos de comunicación viaria de mente ya bien abonado. No es «portadora de cultura»,
la antigüedad tardía (Antioquía, Éfeso, Tesalónica, Corin- pero se expresa y se sirve de la cultura helenista preexisten-
to, Roma), de manera que se crearon en las grandes ciuda- te. Por tanto, es una «misión por dentro», dado que los
des centros de irradiación del cristianismo 10• evangelizadores y los evangelizados tienen la misma histo-
En la preparación para la difusión gradual y masiva de ria, la misma lengua, la misma tierra 11 •
la nueva religión, conviene tener en cuenta elementos de Los Hechos atestiguan que la <<misión» se les ofreció,
origen diverso. El primero de todos ellos fue el proceso de no sólo a los discípulos de Jesús, sino también a misioneros
helenización que comenzó Alejandro Magno y continuaron itinerantes encargados pur el Espíritu o por la comunidad.
los Seléucidas. A éstos, herederos de un imperio que re,co- En Palestina recibieron el nombre de «apóstoles>> y en el
gía dentro de sí a pueblos diversos por su raza, su religión, área paulina, un poco más tarde, el de evangelistas 12• La
su lengua, sus estructuras sociales y políticas, la única for- calificación de <<apóstoles», así como la de <<profetas» y
ma de unificación que les pareció posible fue la que ofrecía «doctores», características de los primeros misioneros cris-
el helenismo, es decir, la promoción de la misma lengua y tianos, tenían antecedentes en el judaísmo 13 • Se trata de
cultura griega y la afirmación progresiva de las estructuras misioneros carismáticos itinerantes que, sin estar ligados a
de la <<polis>> griega, dentro del respeto a las autonornias una comunidad concreta y sin responsabilidades directivas
locales. La unidad y la estabilidad política, que Roma gar:an- dentro de ella, se dirigían de Iglesia en Iglesia, convirtién-
tizaría a continuación, dieron origen a una ampliación del dose así en instrumento de unidad entre los creyentes eh
sistema viario de comunicaciones, a la eliminación de las
aduanas internas, a un consiguiente florecimiento comercial 11 Cf. H. VON SODEN, Die christliche Missíon..., 22-23.
y a un bienestar económico notable. " En los textos neotestamentarios están ausentes por completo las desig-
naciones de «misión», ,,misionero», pero seguramente deberían traducirse por
apostolé (para «misión»), por apóstolos o euaggellistés («el misionero») y
La prosperidad económica se vio acompañada de la cir- apostolikós (el adjetivo «misionero,>). En el Nuevo Testamento se observa la
culación de las ideas y de las convicciones religiosas, cre:án- tendencia a delimitar el concepto d e apóstolos a los Doce (cf 2 Pe 3,2; Jds 17;
dose así fenómenos de cosmopolitismo político y de sincre- Ap 21,14). Después del 200 esta designación se referirá solamente a los
«doce» o a Pablo, y cuando se hable de «sucesores de los apóstoles>> o de
tismo religioso. Por tanto, cuando el cristianismo se asomó «sucesión apostólica» no se pensará en unos misioneros que sigan desarrollan-
al mundo, pudo apoyarse en una coyuntura económica afor- do su obra, sino en los herederos de la autoridad de los «Doce». De forma
semejante, cuando se hable de «Iglesia apostólica» no se entenderá ya a la
tunada, en una unidad política creada por Roma y en un «Iglesia misionera», sino a la Iglesia construida sobre el fund amento de los
apóstoles. Así pues, en los primeros siglos el término «apóstol» perdió su
carácter original de «misionero». Cf. E. MoLLAND, Besass die aite Kirche ein
Missionsprogramm und bewusste Missionsmethode?, en Die alte Kt'rche... , 56-57.
'º Cf. C. ANDRESEN, Die Kirchen ..., 17. 11 Cf. A. VON IiARNACK, Die Mission und ... , 247-250.
248 Xll. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA Xll. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA 249

Cristo 14. Estos misioneros ponían en práctica la forma de aparta al cnstlano del ambiente en que vive, respeta los
vivir del Sefí.or (trópoi tau Kyriou: Didaché 11,8). En efec- estados sociales, aunque atenúa las diferencias de clase en
to, fue precisamente la «existencia itinerante de Jesús y su nombre de la «novedad cristiana» y del amor mutuo.
vocación al seguimiento lo que puso las bases de la forma La breve presentación de los misioneros del cristianis-
de vida de los carismáticos itinerantes del cristianismo pri- mo primitivo no debe hacernos olvidar que en la Iglesia de
mitivo 15• La característica de estos misioneros, que tuvieron los orígenes cada uno de los bautizados era un testigo para
que constituir un fenómeno bastante difundido en el cris- el ambiente en que vivía. Este hecho nos ayuda a compren-
tianismo primitivo, era la radicalidad expresada en la rup- der el porqué de la rápida difusión del cristianismo. Se
tura de los vínculos familiares, en la obligación de la vida trataba, evidentemente, de una actividad misionera ocasio-
apostólica y en la pobreza 16• nal, no organizada. Tenemos una confirmación indirecta de
El ambiente más interesado por su obra misionera fue ello en Suetonio (Vita Claudii 25), que escribe que en el
el área rural siropalestina; pero el movimiento cristiano, por año 49 Claudio echó a los judíos de Roma porque ellos,
obra de los misioneros judeo-helenistas (cf. Hch 1 L,20) «impulsare Christo», se habían enfrentado entre sí. Por
saltó muy pronto las fronteras de Galilea, de Judea y de tanto, en Roma unos cristianos anónimos habían defendido
Samaría, pasando de las zonas deprirrúdas de Palestina al el Evangelio en el ámbito de la sinagoga, provocando un
próspero mundo ciudadano del Mediterráneo. Las conse- conflicto manifiesto 18• Fueron ellos precisamente los que
cuencias no tardaron en manifestarse: el radicalismo ético prosiguieron la obra de penetración del Evangelio, sobre
«a-familiar», que no se podía realizar en las ciudades, se todo cuando los misioneros itinerantes - desde el siglo II
vio sustituido por «un patriarcalismo de amor de tipo fami- en adelante- empezaron a disminuir hasta desaparecer
liar, que otorga un gran valor a la obediencia de las muje- por completo 19 • Como observa H. von Seden, la actividad
res, de los hijos y de los esclavos» 17 (cf. 1 Cor 7,21; 11,3--16; misionera de la Iglesia antigua no estaba organizada, sino
las cartas deuteropaulinas y pastorales). Este patriarcalismo, que era orgánica y laical, dado que cada uno de los cristia-
producido por misioneros como Pablo, puede considerarse nos, fuera cual fuese la clase a que pertenecía, se sentía
como un modo de encarnar el mensaje cristiano en las investido de la función misionera, ejercida ante todo a tra-
diversas situaciones socioculturales en que le toca vivir. No vés del contacto personal. En este aspecto es significativo
el hecho de que los representantes «literarios» más influ-
yentes del cristianismo no tuvieran un oficio eclesial, sino
" Cf. lbíd., se subraya cómo el género de las «epístolas católicas» del que eran libres escritores y maestros 20 • Pero incluso la gen-
N11evo Testamento se entiende bien como obra de estos profetas itinerantes
que se sienten elegidos para setvir a toda la Iglesia. te sencilla se sentía obligada a actuar bajo el impulso de su
" G. T HEISSEN, Estudios de sociología ..., 3ss. «deber misionero». El pagano Celso se muestra irónico con
•• Como observa G. THEISSEN, los relatos de vocación, de seguimiento, las esos trabajadores de lana, zapateros remendones y batane-
instrucciones sobre la misión, la renuncia a medios de autodefensa, la invita-
ción a no preocuparse por el mañana, las palabras de amenaza o de elogio para
qwen las recibe, presuponen la situación social de estos carismáticos itimeran-
tes que han tomado al pie de la letra, y no «alegóricamente», las palabras de 3
Jesús y precisamente por eso nos las han trasmitido. Cf. G. THEISSEN, Estu- ' Cf. M. SIMON, Giudaismo e cristianesimo, Laterza, Bari 1978, 74.

dios de sociología..., 20-22. ,. Cf. R VON SODEN, Die christliche Mission..., 27.
' Q lbíd., 28.
n Cf. lbíd., 16.3.
250 Xll. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRIS,TIANA XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISlÓN CIUSTJANA 251

ros, que se han convertido en maestros y «lanzan sentencias dos «Padres Apostólicos» nos dan la impresión de mante-
asombrosas» 21 • ner ciertas distancias respecto a los paganos 24 y de no que-
¿Cuál era su mensaje? Teniendo en cuenta la realidad rer convertirlos a cualquier costa 2 ' , dejan vislumbrar, sin
de los anunciadores, podemos pensar que su anunc-io se embargo, huellas de un interés indiscutible por los que
centraba en lo esencial: la persona de Jesús y los aconteci- están «fuera».
mientos mediante los cuales nos trajo la salvación: su pa- Así lo atestigua ante todo la conciencia de que Cristo,
sión, su muerte y resurrección. Pero hay más: estos aconte- mediante su sangre, «mereció la gracia de conversión para
cimientos se leían anclados en la vida de cada uno, mediante todo el mundo» 26• Según Ignacio, lo que debe mantener al
la observación de que tuvieron lugar «pro nobis», «propter cristiano en una actitud de oración incesante por los demás
peccata nostra». Si en la religiosidad antigua es el hombre hombres es la esperanza: «en ellos hay esperanza de con-
el que necesita y va en busca de Dios, en el anuncio cristia- versión para que lleguen a Dios» 27, Este mismo pensamien-
no sucede lo contrario: es Dios ,el que, a través de Cristo, to aparece también en Pastor de Hermas: «para los paganos
busca al hombre para salvarlo. Este es el núcleo del credo sigue siendo posible la conversión (metánoia) hasta el últi-
cristiano. Pero es también el elemento central de la a,:::tivi- mo día» 28•
dad misionera primitiva, que se presenta como concentra- Sobre este fundamento se comprende por qué el autor
ción en to esencial 22 • de la Segunda Carta de Clemente llega a declarar: «Nosotros
(los cristianos) tenemos el precepto de apartar a los paganos
de sus ídolos y de catequizarlos en la fe» 29•
Iglesia subapostólica y misión
Pero frómo es posible todo esto en un mundo hostil
que con su desprecio y con la persecución fomenta la ecle-
En la primera mitad del siglo n el cristianismo seguía
siología de «extrañamiento» antes mencionada?
estando constituido por minorías que vivían entre sí en una
situación geográfica de aislamiento. Esta situación, agirava- Ante todo, mediante una apertura «psicológica», apoya-
da por las primeras persecuciones promovidas por los judíos da en el precepto evangélico de amor a los enemigos. «Orad
y por los paganos, contribuyó a mantener viva la conciencia incluso por los que os odian y persiguen -exhorta Policar-
de que no pertenecían a este mundo y produjo una eclesio- po-, y no os olvidéis de pedir por los enemigos de la
logía de «extrañamiento» 23 bastante diferente de la eclesio- cruz» 30• En la invocación que encontramos en la Primera
logía anterior, de marcada tendencia escatológica. Con todo,
sería un error creer que este alejamiento del mundo signifi- ,. Cf. a este propósito Pastor Hermae, Allegoria VIU, 75; Praeceptum X,
caba una exclusión de todo interés misionero. Si los llama- 40; Epist. Barnabae 4, 10.18.
" Cf., en este sentido, W. H. C. FREND, Der Verlauf der Mission in der
a/ten Kirche bis zum 7. Jahrhundert, en Die a/te Kirche.. ., 32.
24
1 Epist. Clementis ad Cor. 7
" ORiGENES, Contra Celsum m, 55. n Epist. ad Eph. 10.
n Cf. H. VON SODEN, Die christliche Mission ..., 30. ,. Visio ll, 6.
, " Los texto~ que, aunque con diferentes acentos, presentan esta eclesiolo- " 2 Epist, Clementis ad Cor. 17.
gia de e~trafianuento, son la Segunda Carta de Clemente, la Carta a Diogneto "' Epist. Ad Eph. 12. En la oración cristiana, por consiguie nte, sigue vivo
y el escnto Ad Autolicum de Teófilo de Antioqula. el interés por los no creyentes. Cf. Didaché l ; I GNACIO, Epist. ad Eph. 10.
252 XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA XII. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA 253

Carta de Clemente 59, el fiel pide que «todas las g,entes cor contra el prójimo -escribe Ignacio- ni dé pretexto
conozcan que tú eres el único Dios verdadero y que Jesu- alguno para calumniar, por la necedad de unos pocos, a la
cristo es tu Hijo y nosotros somos tu pueblo y ovejas de tu muchedumbre que vive en Dios» " ·
rebaño». Se trata de demostrar que no hay una falta Je sintonía
Pasando a considerar ahora los modos concretos por los entre la fe y la vida. «Cuando los paganos -afirma el autor
que el cristiano desarrolla su actividad de «testigo/misione- desconocido de la Segunda Carta de Clemente 13 - escuchan
ro», los Padres Apostólicos muestran la conciencia die ser de nuestros labios las palabras de Dios, admiran su belleza
objeto de la atención de los paganos 31 • La primera prueba y su grandeza; pero cuando luego se dan cuenta de que
de credibilidad que les ofrecen es el testimonio de una vida nuestras obras no corresponden a nuestras palabras, enton-
coherente: «Permitid -escribe Ignacio- que aprendan de ces empiezan a blasfemar, diciendo que el cristianismo es
vuestro ejemplo ... Con nuestra bondad mostremos quie so- sólo mito y engaño.»
mos hermanos suyos, esforzándonos en imitar al Señor» 32 •
En conclusión, parece que puede afirmarse que la ecle-
La tarea del cristiano consiste en salvaguardar el <<buen siología de «extrañamiento» antes mencionada no significa
nombre» de Cristo n, mostrando cómo su mensaje, es decir desinterés o huida del mundo. En efecto, el grupo cristiano
el cristianismo, no es una «utopía». Y esto se manifiesta se presenta como responsable del «buen nombre» de Cris-
ante todo por el tipo de relaciones que existen dentro de la to ante los paganos. Está presente la idea de que la Iglesia
comunidad cristiana. tiene la tarea de transmitir sus palabras y de mostrar, a
Por muy paradójico que pueda parecer, puede afirmarse través de su vida interna, la credibilidad de las mismas. En
que la acción misionera de la comunidad de este tiempo este caso el acento recae más bien sobre el testimonio que
consiste principalmente en llevar una vida intensa en el sobre la misión, pero, lógicamente, el «testimonio» es el
interior, que excluye las divisiones y las enemistades. En primer modo de misionar.
una palabra, es el grupo el que, viviendo intensamente,
atestigua la misión o, por el contrario, ofrece un antitesti-
monio que aleja a los demás 34. Los Apologistas del siglo II
y la evangelización del mundo «culto»
De aquí las exhortaciones a la cohesión y a la paz, que
deben leerse no solamente en sentido intraeclesial, sino
Fue probablemente por el año 178 d.C. cuando el paga-
también respecto a la «misión» y a la responsabilidad del
no Celso compuso una obra anticristiana, titulada El discur-
mundo cristiano ante el mundo. <<Que nadie albergue ren-
so verdadero. Constituía una primera refutación sistemática
contra el cristianismo y se convirtió en la fuente donde se
inspiraron todos los polemistas posteriores 36• El porqué de
" Cf. IGNACIO, Epist. ad Trall. 3; PouCARPO, Epist. ad Philip. LO; 1
Epist. Clementis 47; 2 Epist. Clementis 13.
" Epist. ad Eph. 10.
" Cf. 2 Epist. Clementis 3; PoucARPo, Epist. ad Eph. 10. " Epist., ad Trall. 8.
,. Cf. Y. CoNGAR, Souci du salut..., en Kyriakon Festschri/t Joh~rnnes
>• Cf. P. DE LABRJOLLE, La réaction payenne - Etude sur;. la poiémique
Quasten I, 4. antichrétienne du I au VI siecle, Paás '1934, 112.

Xl.J. LOS PADRES Y LA PRIMERA MISIÓN CRISTIANA 255
254 X1.L LOS P1\DRES Y LA PRIMER/\ MISIÓN CRISTIANA

Hay que observar que la obra de estos Apologistas ha-


este escrito se explica pensando que el pequeño grupo cris-
bía tenido ya precedentes: 1) en la literatura misionera ju-
tiano se había ido imponiendo durante el siglo II a la aten-
deohelenística ligada sobre todo al nombre de Filón y de la
ción general. Hasta entonces había dejado indiferente~ :a la
que se sacaron algunos temas de la propaganda cristiana ( el
gente O interesaba poco. Lo prueban las escasas alusiones
carácter original del monoteísmo, la crítica de la idolatría,
que nos quedan sobre él en la _literatura pagana hast~\ la
etc.); 2) en la predicación misionera del cristianismo primi-
mitad del siglo II. Pero a partir de entonces emi:ezo a
tivo tal como aparece, por ejemplo, en el discurso de Pablo
impresionar, debido a su influencia en los ?ru~~s mas cul-
en Listra (Hch 14,11-17) y en el que pronunció en el Areó-
tos donde encontró personas capaces de Justificarlo Y de
pago de Atenas; 3) en la imitación del Protréptico de Aris-
defenderlo a través de la actividad literaria. Los testigos, de
tóteles, o tambien en la invitación a despreciar el mundo
esta acción defensiva y propagandística del cristianismo en volviéndose hacia la filosofía 39•
el siglo II son los llamados «Apologistas>>.
Sobre estas bases construyeron los Apologistas sus obras,
Hombres como Justino, Atenágoras, Arístides, Minucia que constituyen la literatura misionera del siglo II y que se
Félix, sienLen que poseen una verdad que no pueden _al~:an- caracterizan por algunos aspectos que vale la pena destacar.
zar los espíritus más cultivados que les rodean. Pero écomo Ante todo hay que advertir el respeto, el aprecio y la impor-
hacer que llegue hasta ellos? Ante todo, buscando una base tancia que dan a todo lo que les parece bueno en el mundo
común con los paganos a los que se dirigían ~ usand~ un pagano. Subrayaron, además, el parentesco de los mitos,
lenguaje que pudieran comprender. «Se advertla la ~x1gen- doctrinas y ritos cristianos con sus paralelos helenísticos.
cia de presentar el mensaje cristiano, al menos a m~~l de No se escandalizaban de las semejanzas entre ellos, apoyan-
cultura media, de forma que resultase, en parte, familiar al do incluso en ellos su propaganda, aunque luego se esfor-
oyente pagano. Cuando un concepto cristiano, e_n contraba zaban en «mantener las distancias» y no dejaban de criticar
cierta analogía en la filosofía, sobre todo platoruca o t:~~- la mitología como un remedo simiesco del diablo 40•
bién estoica ... , era buena política establecer una relaeton
Para responder a las exigencias de sus interlocutores,
entre ellos» 37 •
supieron, incluso, reelaborar el kerigma primitivo, no sólo
En este esfuerzo de acercamiento, los Apologistas utili- traduciéndolo a la lengua culta de la época, sino ampliando
zaron la forma del «diálogo», donde las dos partes dialogan- algunos de sus aspectos, que resultaban más simpáticos a
tes intentan sobre todo «entenderse mutuamente, en vez los lectores paganos. Por ejemplo, en la presentación de
de plantearse cuestiones con la única finalidad de refutar- Cristo, dan mayor importancia al <<elemento cosmológico,
las» 38 • Adecuándose a sus lectores, se esfuerzan por dar las que era originalmente secundario en el dato neotestamen-
razones de su propia fe, mostrando que la pistis Oa fe) tario ... El desplazamiento del centro de gravedad del men-
cristiana no está privada de loghismos (racionalidad). saje es el tributo que la teología del siglo II tardío tuvo que
pagar a la exigencia de salir del aislamiento y de establecer

" Cf. M. SIMONETTI, Cristianesimo antico e cultura greca, Borla, Roma


1983, 36. N I ali Fl " Cf. J. DANIBLOU, Message évangé/ique..., 13-15.
,. W. JAEGER, Cristianesimo antico e paideia greca, La uova t a, o- 49
Cf. en este sentido JusTINo, I Apol. 21,l; 22,5-6; 66,4.
rencia 1970, 36.
256 Xll. LOS PADRES Y LA PRJMERA MlSIÓN CRJSTI.ANA

un diálogo con el mundo de la cultura, esto es, con la filoso-


fía griega» 41 • De todas formas, sería un error pensar que esta Bibliografía
búsqueda de contactos entre el helenismo y el cristianismo
significa una fusión de ambos, privando a este último de su
especificidad y alterando su mensaje. Quedan perfectamente
tutelados los puntos distintivos de la fe cristiana, «sobre todo
la historicidad del Logos en cuanto que se hizo carne, así
como la creación "ex nihilo", la resurrección final de los
cuerpos, la dependencia absoluta de la gracia divina en orden
a la salvación» 42• No se puede desconocer, sin embargo, que
para la misión cristiana del siglo u que llevaron a cabo los
Apologistas, el problema central no fue la asimilación al mun-
do, sino más bien la necesidad de distinguirse de él. En. la
adaptación se corría el grave peligro de perder la propia Bibliografía general
especificidad. Vemos, no obstante, cómo este cristianismo,
ALTANER, B., Patrología, 5 ed., Madrid 1962.
que «se desposó» con el helenismo, fue capaz de ponerle BROWN, P., Agustín de Hipona, Madrid 1969.
límites, salvaguardando así su propia autonomía. CUEVAS, E. Y DoM1NGUEZ DEL VAL, U., Patrología española. Apéndi-
ce a la patrología de B. Altaner, 5 ed., Madrid 1962.
Más allá de todas estas consideraciones, el mérito indis- DI BERARDINO, A. (ed.), Dizionario patristico e di antichitá cristiana, 3
cutible de los apologistas y de Justino en particular tiene vols., Casale Monferrato, 1983-1988.
que verse en la «asimilación» del mensaje al ambiente que GONZÁLEZ BLANCO, E., Los evangelios apócrifos, 3 vol., Madrid 1934.
les rodeaba. En este sentido H. von Soden, basándose en MIGNE,J. P., Patrologie cursus completus, series latina, París 1844-1855.
221 vol. Para el rápido uso de los índices hay una Elucida tío in 235
esta lección de la historia, observaba que «estamos autori- tabulas Patrologiae Latinae, Rottetdam 1952.
zados y obligados a asimilar el cristianismo al terreno en el Nos DE MURO, L., San Agustín de Hipona, Madrid 1989.
que lo plantamos y a los hombres a quienes lo llevamos... QuASTEN, J., Patrología, 3 vols., Madrid 1968, 1973 y 1981.
Precisamente e1 recuerdo de la Iglesia antigua no debe Rurz BUENO, Los Padres Apostólicos, Madrid 1950.
- - , Padres Apologistas griegos del s. JI, Madrid 1979.
dejar de recordarnos que hay mucho en nuestra tradición SANTOS ÜTERO, A., Los evangelios ap6cnfos, Madrid 1988.
cristiana que es fruto de la antigua asimilación ... ; se trata VIDAL MANZANARES, C., Diccionario de Patrística, Estella, 199.3.
de aditamentos y de cortezas con las que el bien eterno de VON CAMPENI-lAUSEN, H., Los Padres de la Iglesia, 2 vols., Madrid
nuestra fe tuvo que protegerse para vivir en aquel tiempo; 1974.
pero se trata de aditamentos y de cortezas en las que no
puede seguir permaneciendo escondido» 43 • Parte primera: DISCIPLINA

BELLINI, E., 1 Padn' ne/la tradizione crjstiana, Jaca Book, M ilán 1982.
" M. SJMONETil, Cristia11esimo antico ..., 42. BENOIT, A., L'actualité des Peres de l'Egfise, Patfs-Neuchatel 1961.
" Ibíd.
., H. VON SoOEN, Die christliche Mission ..., 31. Bos10, G. · DAL CovoLo, E. • MAruTANO, M., lntroduzione ai Padri
della Chiesa sec. I e JI/ II e IIJ, 2 vv., SEi , Turín 1990ss.
258 RTBLIOr."RAFÍA 81BLIOGRAFÍA 259

I,
CORSATO, C., L'insegnamento dei Padri della Chiesa nell'ambito delle STUDER, B., Trinidad, en DPAC, vol. II, 2.156-2.161.
discipline teologiche: una memoria /econda di futuro, «Semina rium>~ 3 WOLFSON, H. A., The philosophy o/ the Church Fathers, Cambridge,
(1990), 460-485. Mass. 1956.
CROUZEL, H., La patrología ,, la renovación de los estudios patrísticos,
en R VANDER GuCHT y H. VoRCRIMMLER (eds.), La teología en el
siglo XX. III, Editorial Católica, Madrid 1974, 434-455. Los Padres y la pneumato!ogía
DE GHELLINCK, J., Patrístique et moyen age II/III, Bruselas-París 1947 .
FARINA, R., L'insegnamento della patrologia: preparazione, obiettivi, mez- BOLGIANI, F., Espíritu Santo, en DPAC, vol. 1, 765-772.
zi didattici, in Lo studio det" Padre della Chiesa oggi, «Augustinianum» CONGAR, Y., El Espíritu Santo, Herder, Barcelona 1983,
(Roma 1977), 100-126. KELLY, J. N. D., Early christian doctrines, Londres 21960.
l-IA.t\llMAN, A., Patrología-Patrística, en Diccionario Patrístico y de la PRESTIGE, G., Dios en el pensamiento de los Padres, Secretariado Tríni-
antigüedad cristiana (DPAC), Sígueme, Salamanca 1992, vol. II, tarío, Salarnanca 1977.
1711-1717. WOLFSON, H . A., The philosophy o/ the Church Fathers, Cambridge,
TRAPÉ, A., I Padri e lo studio della teologia, en Lo studio dei Padri della Mass. 1956.
Chiesa oggi, «Augustinianum» (Roma 1967), 36-55.

Los Padres y la escatología


Parte segunda: LA DOCTRINA AA. Vv., Studi sull'escatologia, «Augustinianum» 18 (1978).
FILORAMO, G., Escatología, en DPAC, vol. I, 733-737.
Los Padres y la cristología KELLY, J. N. D., Early christian doctrines, Londres 2 1960.

GRILLMEIER, A., Jesus der Christus im Glauben der Kirche I-II, Fribur- Los Padres y la eclesiología
go i.B. 1979.
KELLY, J. N. D ., Early christian doctrines, Londres 2 1960.
- - , Primitivos credos cristianos, Sec.retaria<lo Trinitario, Salamanca DANIÉLOU, J., La teología del giudeo crístianesima, Bolonia 1965.
1980. DELAHAYE, K., Per un rinnovamento della pastora/e - La comunitd,
SIMONETTI, M., Cristología, en DPAC, vol. I, 525-531. madre dei c,-edentz; negli scritti dei Padri della Chiesa primitiva, ed.
- - , (bajo la dirección de), Il Cn·sto - Testi teologici e spirituali in Ecumenica, Bari 1974.
lingua greca dal IV al VII secolo, II, ed. A. Mondadori 1986. KELLY, J. N. D., Early christian doctrines, Lond res 21960.
ÜRBE, A. (bajo la dirección de), Il Cristo - Testi teologici e spin"tuali ,da! VoGT, H. J., Eclesiologfa, en DPAC, vol. I, 652-660.
I al IV secolo I, ed. A. Mondadori 1987.
Los Padres y la mariología
Los Padres y la doctrina trinita1'ia
CASAGRANDE, D. (bajo la dirección de), Enchiridion marianum bibli-
KELLY, J. N. D ., Early christian doct,-ines, Londres 2 1960. cum patristicum, Roma 1975.
LEBRATON, J., Histoire du dogme de la Tainité II, París 1938. DE ALDAMA, J. A., María en la patrística de los siglos I y JI, Edüorial
PRESTIGE, G., Dios en el pensamiento de los Padres, Secretariado Trini- Católica, Madrid 1970.
tario, Salamanca 1977. SóLL, G. I., María, en DPAC, vol. II, 1.359-1.363.
S1MONE1TI, M, La crisi ariana nel I V secolo, en «Studia Ephemeri.dis VON CAMPENHAUSEN, H., Die Jungfrauengeburt in der Theologie der
"A.ugustínianum"», Roma 1975. alten Kirche, C. W inter Universitatsverlag, Heidelberg 1962.
260

Parte tercera: VIDA


BIBLIOGRAli'ÍA
í BIBLIOGRAFÍA

Los Padres y el problema de las lenguas


261

Los Padres y la moral BARDY, G., La question des langues dans l'Église anáenne, Beauchesne,
París 1948.
CAFFARRA, C ., Historia de la teología moral, en Dicciunario enciclopé- MOHRMANN, C., Etudes sur le latín des chrétiens, 4 vv., ed. Storia e
dico de teología moral, Ed. Paulinas, Madrid 1978, 436-454. letteratura, Roma 1958ss.
HoLDEREGGER, A., Per una /ondazione storica del!'etica, en Vita nuova SINJSCALCO, P., Lenguas de la literatura patrística, en DPAC, vol. II,
in Cristo I, Queriniana, Brescia 1983. 1.251-1.253.
LIEBAERT, J., Les enseignements moraux des Peres Apostoliques, Duculot,
Gembloux 1970. Los Padres y la primera misión cristiana
ÜSBORN, E., La morale dans la pensée chrétienne primitive, Beauchesne,
París 1984. AA. Vv., Die a!te Kirche, Chr. Kaiser Verlag, Múnich 1974.
SPANNEUT, M ., Les normes morales du stoicisme chez les Peres de l'Étlt'-
BARDY, G., La conversión al cristianismo durante los primeros siglos,
se, en «Studia moralia» 19 (1981), 153-175. DDB, Bilbao 1961.
}AEGER, W., Cristianesimo primitivo e cultura greca, trad. dall'inglcsc,
ed. La Nuova Italia, Florencia 1970.
Los Padres y la espiritualidad VON HARNACK, A., Die Mission und Ausbreitung des Christentums in
BoUYER, L., La spiritualité du N. T. et des Peres, París 1960. den ersten drei Jahrhunderten, 2 vol., Leipzig ~1924.
HAMMAN, A., Espiritualidad, en DPAC, vol. I, 773 -775.
TuRBESSI, G., Cercare Dio • Nell'ebraismo, nel mondo greco, nella
patrística, ed. Studium, Roma 1980.
VII.LER, M . - RAHNER, K., Aszese und Mystik in der Viiterzeit, Friburgo
i.Br. 1939.

Parte cuarta: ANUNCIO

Los Padres y la inculturación

BARDY, G., La conversión al cristianismo durante los primeros siglos,


DDB, Bilbao 1961.
FESTUGTERE, J. A. - FABRE P., Il mondo greco romano al tempo di Gesu
Crúto, SEI, Turín 1955.
GRANT, R.M., Cristianismo primitivo e societa, ed. Paideia, Bres,cia
1987.
PADOVESE, L., Alcune considerazioni su <<cristianesimo delle origini ed
inculturazione», «Seminarium» 3 (1990), 413-438.
STOCKMEIER, P ., Fede e religione ne/la chiesa primitiva, ed. Paide:ia,
Brescia 1976.
WENDLAND, La cultura ellenistico-romana nei suoi rapporti con giudais-
mo e cristianismo, ed. Paideia, Brescia 1986.
Índice de nombres

Abel 108 189, 211, 214, 218, 234, 244,


Abra 15, 136, 219 246,250
Acerbi A. 99 Antonio Abad 196, 197, 231
Actas de los mártires escilitanos Apeles el hereje 56
192, 195 Apolinar de Laodicea 66, 72, 150
Adán 15, 58, 79, 102, 148, 200 Apologista 29, 56, 58, 59, 64, 72,
África 137, 198, 228-230 78, 79, 118, 178, 188, 189,
Agustín 9, 11, 18, 22, 34-36, 38, 218, 221, 254-256
89, 90-93, 108, 123, 137-140, Aquila traductor 147
152-154, 160-162, 164, 179, Arabia 225, 23 8
198,228,229 Arístide 118, 165, 189, 254
Aland B. 100 Aristóteles 175, 255
Aldama J. A. de 149 Arrio 65, 72, 86-88
Alejandría 18, 32, 34, 50, 65, 69, Artemas 61
70, 85, 86,150,197 Ascensión de lsaías 99
Alejandro de Alejandría 84, 87, Asclepíades 61
150 Asia Menor 147, 196, 210, 228,
Alejandro de Costantinopla 150 232,233,237,243,246
Alejandro Magno 246 Assemani J. 39
Alszeghy Z. 4 7. 48 Atanasio de Alejandría 50, 67,
Ambrosio, amigo de Orígenes 33, 72, 88, 150, 197
34 Atenágoras 78, 165, 189, 190,
Ambrosio de Milán 123, 151 191,219, 254
Ana 143 Aubert J. M. 159, 180, 182
Ananía 219 Azarías 219
Andresen C. 99, 100, 127-129,
131,210,215, 227-230, 246 Babel 225
Antioquía 31, 56, 69, 80, 85, 88, Babilonia 210, 243
101, 127, 147, 151, 185, 187, Baltasar H. U. von 8, 42
264 ÍNDICE DE NOMBRES
- ÍNDICE DE NOMBRES 265

Bardenhewer O. 23 Celso 55, 64, 101, 145, 146, 249, Denzinger E. 95 Filón 78, 79, 219, 255
Bardy G. 212, 226-228, 231, 235, 253 Díaz P. V. 129 Finkenzeller J. 126
245 Cesarea Marítima 21, 31, 34, 87 , Didaché 75, 116, 185, 251 Firmio, amigo de Agustín 35
Baronio C. 39 88, 131, 150, 197,245 Dídimo el Ciego 150 Flaviano de Constantinopla 71
Bartelink G. J. M. 216, 240 Cesáreo de Arles 35, 37 Diodoro de Tarso 67, 68, 72 Flavio José 211, 244
Basilio de Cesarea 35, 88, 108, Cipriano 16, 32, 35, 101, 107, Dionísio de Alejandría 31, 32, 85 Flick M. 47, 48
123, 153, 197, 198 121, 122, 131-134, 137, 164, Dionisia de Roma 77, 85 Florino, presbítero 131
Batiffol P. 129 193, 194 Dióscoro de Alejandría 70 Fotino de Sirmio 61
Beatríce P. F. 118 Cira 196 Discurso a Diogneto 127, 182, Frend W. H. C. 251
Benito 37, 198 Cirenaica 225 184, 238 Frigia 99, 223, 225, 228, 232,
Benivolo 33 Cirilo de Alejandría 17, 69, 70, Domnina 196 233
Benoit A. 10, 20, 39 72 Dorrie H. 220
Berlín 7, 40 Du Cange 39
Cirilo de Jerusalén 150, 160 Galacia 232
Bernabé (Carta de) 31, 115, 184, Claudio 249 Galia 137
186,250 Éfeso 17, 30, 42, 68-71, 150,246
Clemente alejandrino 82, 108, Éfeso (concilio de) 17, 42, 68-71, Galicia 227
Bitinia 233 164, 178,240 GaWea 248
Blanchetiere F. 210, n1 150
Clemente romano 31 , 76, 129, Efrén el Sirio 150 Galión, gobernador 212
Boisset J. 39 184-187, 191, 226,250,251 Gaudencio de Brescia 16, 33,
Bolgiani F. 21, 30 Eleuterio, obispo de Roma 16
Columbas 199 Elías 192, 219 172
Bollando J. 39
Congar Y. M. 43, 46, 96, 140, Elvidio 151 Gelasio I, papa 18
141, 158, 160, 167, 173, 177, Epicuro 175 Genadio de Marsella 22
Cafarnaún 245 181, 203, 252 Gerhard J. 21
Epigone, monarquino 81
Caffara 178 Constantino, emperador 88 Ghellinck J. de 29, 33-35, 38
Epistola apostolorum 31
Calabria 36
Constantinopla (concilio de) 42, Epíteto 67, 175 Giarratano C. 26
Calcedonia (concilio de) 42,
66, 68, 70, 73, 88, 95,149 Eráclito 178, 219 Ginebra 10
68-72
Corinto 30, 114, 212 Escipión L. 128 Goppelt L. 211, 212, 225, 243
Calixto, papa 8 1
Corsa to C. 25, 44 España 137,229, 230 Gl'egorio de Tours 228
Camelot P. T. 132
Cosme, abad 50 Esteban 209 Gregario Magno 21
Campenhausen H. van 91, 146,
Creta 225 Eudosio 66 Gregario Nacianceno 88
149, 152, 194, 203 Eusebio de Cesarea 21, 30-32,
Cannes 36 Ctimea 232 Grillmeier A. 71 , 157
Ctomazio de Aquileya 172 87, 120, 131, 150, 195, 226 Grundrnann W. 213, 244
Cantalamessa R. 57, 63, 73, 117,
Crouzel H. 9, 23, 25, 44, 45 Eusebio de Vercelli 198
118, 144 Eustaquio de Antioqufa 88
Capadocia 225, 232 Cullmann O. 53-55, 74, 112, Hamman A. G. 32
113, 144 Eutiques 70, 72
Capadocios 72, 150 Háring B. 160
Eva 148, 149 Harnai.:k A. vo11 23, 98, 99, 119,
Capréolo de Cartago 17 Evangelio de Tomás 195
Caria 232 Daille J. 10 126, 205, 211, 230, 236, 238,
2 Carta de Clemente 31, 117, 127, Dal Covolo E. 23, 24, 41 Fabre P. 211 243, 245, 247 1 248
128, 184-187, 250-253 Damasco 242 Fara 50 Hegermann H. 244
Cartago 17, 101, 133, 137 Danae 148 Farina 42 Hengel M. 7, 27, 29, 30, 112,
Casagrande D. 150 Daniélou J. 42, 76, 120, 12,6, Festugiere J . A. 211, 215 209, 210, 212, 214
Casiodoro 36 129,208,220,255 Feuileron J. 39 Hilaría de Poitiers 38, 43, 49,
Cavallo D . 26-29, 34, 35 David 147 Filastrio de Brescia 16 58, 71, 89, 90, 96, 102, 123,
Celestino, papa 69 Delahaye K. 141, 181 Filipos 31 161
266 ÍNDICE DE NOMBRES ÍNDICE DE NOMBRES . 267

Hipólito 16, 61, 81, 82, 144, 193 Juliano de Eclano 18, 153, 154 Marcelo de Ancira 51, 88 Optato de Milevi 13 7, 138
Hipona 92, 93, 138, 154 Justino 28, 60, 75, 78, 118, 144, Marciano, emperador 71 Opus imper/ectum in Matthaeum
Holderegger A. 163, 178, 179 147, 178, 189-191, 193, 207, Marción de Sinope 55, 57, 148 122, 146, 173
Holl K. 215,222,223,227,229, 208, 219-221, 254-256 Marcionitas 56 Orbe A. 103, 145
232-238, 242 Marco Aurelio 228 Orígenes 19, 32, 33, 35, 54, 61,
Holstein H . 8 Marcos 29, 145, 226, 228 63 65, 72, 82 86, 101, 134,
Honorato 84, 170, 198 Kannengieser C. 95 María, madre de Jesús 56, 57, 135, 145, 151, 153, 171, 194,
Kehl A. 2 16 68, 69, 143-154, 188 250
Ignacio de Antioquía 31, 56, 57, Kelly J. N. D. 53, 80, 84-86 Mario Vitorino 89, 90 Osborn E. 163, 164, 166, 174-
72, 77, 101, 116, 127, 128, Koep L. 27 Marrou H. l. 6, 36, 232 177, 180, 181
147, 167, 184-187, 189, 192, Kotting B. 209 Martín de Tours 37, 198 Overbeck F. 19
2 18, 251-253 Martin'o de los mártires de Lyón y Oxford 19
Ildefonso de Toledo 22 Labriolle P. De 253 Vienne 31
Irineo de Lyón 16, 35, 38, 56, Martirio de Policarpo 31, 168, Pablo, apóstol 15, 25, 30, 55,
Lactancia 168 112-114, 120, 125, 145, 148,
58, 59, 62, 75, 78, 80, 82, Latrocinio efesino 71 184, 185, 192, 194
101-105, 107, 120, 121, 129- Mateo 29, 96, 125, 145 165, 166, 172, 196, 209, 212,
Lazzti G. 23, 24 214,216,232,242, 247, 248,
132, 134, 148, 149, 151, 227, Maurinos (benedictinos de san
Lebreton J. 102 255
228 Mauro) 39
Leipoldt J. 244 Pablo de Samosata 17, 61, 72,
Isaac 136 Máximo de Turín 160, 170
León, papa 71 80, 85
Isauria 232 Mazza M. 228-234
Lérins 17-19, 22, 36, 198 Pacomio 36, 197, 198, 231
Isidoro de Sevilla 21, 22 Melitón de Sardes 56-58, 72, 101
Islam 229, 230, 238 Leta 35 Padovese L. 28, 44, 97, 154, 170,
Leví 207 Metodio de Olimpo 141
Italia 137 203,218
Libia 81 MigneJ.P.32,33,39 Padre Apostólico 76, 77, 115,
Licaonia 232 Minucio F. 164, 165, 188-191, 118, 125, 147, 183-188, 218,
Jaeger W. 254 254
Jerónimo 22, 34-37, 195, 196, Licia 232 251,252
Misael 219 Panfilia 223
198 Lidia 232, 245
Mohrmann C. 239, 240 Pantera 145
Jerusalén 24, 150, 206, 207, 209 LiebaertJ. 58, 59, 62, 63, 6~>, 66
Moisés 54, 207 Papfas de Hierápolis 120, 226
Joaquín 143 Listra 2 16, 232, 255
Molland E. 205, 247 Parmeniano donatista 137
Joel, profeta 113 Lohse E. 114
Mommsen Th. 230 Pastor de Hermas 31, 76, 77, 115,
J oppich G. 104 López Gay J. 204
Monaci Castagno A. 101 128, 129, 184, 251
José 143,145,211,244 Lubac H. de 42
Montano 99 Paterson E . 116, 117, 188
Jordán, río 103, 243 Lucas 29, 55, 145 Moraldi L. 143
Juan Bautista 196 Luciano de Samosata 28 Pedro, apóstol 108, 113, 134,
Muratori L. 39 137, 226
Juan Casiano 198 Lyón 16, 31, 35, 79, 102, 105,
Juan Crisóstomo 34, 38, 44, 98, 120, 129, 227, 228 Pelagio 153
99, 101, 102, 123, 150, 152, Nestorio 68, 69, 72, 150 Pelegrino M. 46
Lyonnet S. 163
153, 170, 226, 234 Nicea (concilio de) 17, 42, 67, Pentápoli de Libia 85
Juan Damasceno 21 68, 72, 86-88, 150 Peregrino 28
Juan de Antioquía 69, 151 Magdeburgo 39 Nilo 230 Perler O. 28
Juan Evangelista 46, 120, 145 Mai A. 39 Noeto de Esmirna 61, 81 Perseo 148
Juan Mosco 50 Mandouze A. 19, 39 Novaciano 22, 82 Petavio D. 39
Judas 138 Mansi G. D. 39 Novato 133 Pitra G. B. 39
Judea 209, 225, 248 Marana 196 Numidia 228 Platón 74, 175, 195
268 ÍNDICE DE NOMBRES

Plinio el Joven 226 Spanneut M. 174, 175


Pohlenz M. 174, 177 Spidlik T. 46 Mapa de los Padres de la Iglesia
Policarpo de Smirna 16, 31, 101, Stockmeier P. 217
168, 184-187, 193, 194, 251, Strobel A. 223
252 Suetonio 22, 249
Poncio Pilato 56, 144 Sulpicio Severo 35, 37
Ponto 225 Surgy P. De 225
Potino 193, 228
Prassea, monarquiano 18, 83 Tabennisi 197
Prestige G. 7 3 Taciano 22, 78, 188
Protoevangelio de Santiago 143, T eodoro de Ciro 5, 6, 196
146 Teodoro de Mopsuestia 67,, 68,
Prudencia 16, 97 72, 150
Pulquería, emperatriz 71 Teodosio 11, emperador 71
Teodoto de Bizancio 61, 80
Quasten J. 25, 203, 252 Teodoto el banquero 61
Rahner U. 42 Teófilo de Antioquía 78, 79, 127,
Randellini L. 207 188-191, 250
Ricoeur P. 111 Tertuliano 22, 46, 61-63, 72,. 82,
Roma 16, 25, 27, 34, 61, 80, 81, 83, 118, 131-134, 148, 151,
85,134,225,229,246,249 164, 188-191
Rufino de Concordia 35 Tesalónica 115, 246
Theissen G. 206, 209, 213-:215,
Sabelio 81, 82 227,245,248
Samaria 248 Tillemont le Nain L. S. 39
Santiago 136 Trajano, emperador 226
Schleiermacher F. 40,- 41, 48 Tralli 186
Schnackenburg R. 126 Trifón 144, 148, 207
Schneemelcher W. 235
Schneider J. 30, 32 Vagaggini C. 153
Schrijnen J. 239 Valadier P. 163
Schwartz E. 17, 18, 151 Valentinianos 56
Segunda 195 Valeriana, obispo 16
Seléucidas 246 Vander Gucht V. R. 9, 25
Séneca 31 Vicente de Lerfns 17-19, 22
Shenouti 231 Vienne 31, 228
Simón el zelota 206 Vivarium 36
Simón M. 212, 249 Vorgrimler H. 25
Simonetti M. 23, 27, 41, 77, 81,
Wendland P. 217
85, 89, 90, 96, 221, 254, 256
Wewers G. A. 212
Siria 5, 6, 99, 195, 196, 210, 243
Wolfson H. A. 74, 77, 96, 97
Siricio, papa 137
Sócrates 178,219, 220 Zenón de Verona 101, 105-108,
Soden H . von 213, 222, 242, 122, 172, 173
247,249,250,256 Zeus 148
TOURSM.,,.,
• Sulpicio Severo

•PCMTIERS
Hilarlo

BRAGA
Martín
fn>C!\<OSO
ARMENIA

v
BALEARES
et,<Meno=)
1
(Anrtloq ) Gr
e CAPA UEST


C'RAO e
TeodorelO Alepo
Argel lcosium)
~
=t!ms
ANTIOOUIA PE SIRIA

(Catuiu Mtu.ntar.iae} ~Siracusa Juan CrisOstomo


$A.LAMINA
ARGELIA
(NUMIDIA)
o C RE Eplfaoo SIRIA
TadanoalSiño

m)
(11,o) 1~:~...":
CE~REA MARÍTIMA l11o
Orl~nes
"°"ª
JEAU~EN
C.ri~ • o

LIBIA
EGIPTO

MAPA DE LOS PADRES


DE LA IGLESIA
Índice

Introducción .. .. . ... ................ .. .. ... ..... ... ... ... .... . .. .... ... ... ... .. . ... ... .. .. ..... .. 5

PRIMERA PARTE
DISCIPLINA

NACIMIENTO Y DESARROLLO DE LA PATROLOGÍA 15


Padre, padres de la Iglesia: origen y desarrollo de un término .. .... 15
Patrolog{a .............................. ............................................................ 21
Transmisión de los textos patrísticos ............................................... 25
Los Padres de la Iglesia hoy: el sentido de un servicio ......,............ 40

SEGUNDA PARTE
DOCTRINA

II. Los p ADRES y LA CRISTOLOGÍA ............... ......................... . 53


Las primeras herejías: ebionismo. marcionismo, gnosticismo .. ....... 54
Alusiones a la cristología de Ignacio, Melitón, Ireneo y los Apolo-
gistas ............................................................................ .................. 56
La herej{a adopcionista y el modalismo del siglo III .. . .. .......... ... ... 60
La cristología de Tertuliano y de Orígenes .. ................................... 61
El arrianismo y el apolinarismo .. ... .... ............ ... . .... .. .... . . ...... .. .. ....... 65
La cristología de Atanasia y de los antioquenos .... . ... .. . . .... .. .. .. ....... 67
Nestorio y el concilio de E/eso (431) ................... ...................... .... 68
El monofisismo de Eutiques y el concilio de Calcedonia (451) ... . 7O
274 lNOTCE
1ND1CE 275

III. Los PADRES y LA DOCTRINA TRINITARIA·························· 73 Ética natural /rente a ética cristiana .... ..... ........ ....... ........ ........ ..... .. 17 3
La reflexi6n trinitaria en el siglo II ................................................ . 75 Consideraciones a manera de conclusión ........................................ 179
Las primeras herej{as trinitarias: adopcionismo, modaiismo, sabe-
lianismo ........................................................................................ 80 IX. Los PADRES y LA ESPIRITUALIDAD.................................... 183
La reflexión trinitaria de Tertuliano y de Orlgenes ...................... . 82
Indicaciones de espiritualidad en los escritos de los Padres Apostó-
El concilio de Nicea (325) .............................................................. 86
licos ............................................................................................... 183
La doctrina trinitai-ia de Mario Victorino, de Hilario y de Agust{n 89
La experiencia religiosa en Los Apologistas ..................................... 188
La espiritualidad del martirio en los primeros siglos ...................... 191
IV. Los PADRES v LA PNEUMATOLocfA ................................ . 95 Nacimientos y primeros pasos del monaquismo .............................. 195
Breve exploración doctrinal ...................... ........... ........................... • 95
La catequesis patrística sobre et Espíritu Santo: algunas considera- CUARTA PARTE
ciones ............................................................................................ 102
ANUNCIO
v. Los P ADRES v LA ESCATOLOG1A ........................................ 111
X. Los PADRES v LA I NCULTURACIÓN ................. .................. 203
VI. Los PADRES v LA ECLESIOLoGiA .................................... .. 125 Ambiente judío y comunidad cristiana primitiva ......................... .. 205
La diáspora judía en el mundo helenista ....................................... . 209
La eclesiología en los Padres Apostólicos ..................................... .. 125
Helenismo y anuncio cristiano ...................................................... .. 213
La eclesiología de lreneo ..................................... .......................... .. 129
Aspectos de la inculturación cristiana en la antigua «polis» ....... .. 216
La eclesiología de Tertuliano y de Cipriano .................................. . 131 Consideraciones a manera de conclusión ...................................... .. 222
La ec/esio/ogía de Orígenes ................................................... ......... .. 134
La eclesiología de Optato de Milevi y de Agustín ......................... . 137
XI. Los PADRES y EL PROBLEMA DE LAS LENGUAS ............. .. 225
VII. Los PADRES v LA MARIOLOGiA ......................................... . 143 Lenguas y evangelizaci6n ................................................................ . 225
El nacimiento de la lengua cristiana .............................................. . 238
Los elementos mariológicos de la primera predicación de la Iglesia 144
La verdadera maternidad de María en los autores cristianos del
147
XII. Los P ADRES y LA PRIMERA M ISIÓN CRISTIANA .............. .. 241
siglo II .............................................. ................. ........................... .
María, madre de Dios ................ ............................................... •·· ... • 150 El judaísmo de la era cristiana: presupuestos para la acción misio-
La virginidad de María ................................................................... . 151 nera de la Iglesia .......................................... ................................ 242
La santidad de Maria ....................................................................... 152 La misi6n cristiana en el mundo helenista ..................................... . 246
Iglesia subapostólica y misi6n ......................................................... . 250
Los Apologistas del siglo ll y la evangelizaci6n del mundo «culto» 25.3
TERCERA PARTE
VIDA Bibliografía ........................................................ ........................ ....... 257

157 Índice de nombres 263


VIII. Los PADRES Y LA MORAL ................................... ................ .
Mapa de los Padres de la Iglesia .................................................... . 269
El lugar «ordinario» de las enseñanzas morales ............................ . 160
Las motivaciones de fondo o «intencionalt'dades» en la enseñanza
moral de los Padres ...................... ... ........................................... .. 162

También podría gustarte