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SEMINARIO GUADALUPANO JOSEFINO

ARQUIDIÓCESIS DE SAN LUIS POTOSÍ

ETAPA DE FILOSOFÍA

SEMINARIO DE TEXTOS FILOSÓFICOS

Trabajo: Reporte de lectura


Epicuro
Carta a Meneceo

Alumno:
José Guadalupe Contreras Torres

Maestro:
Pbro. Francisco Javier Ojeda Magaña

San Luis Potosí, S.L.P., 19 de mayo 2021.


Este texto de Epicuro, que al parecer se trata de una carta escrita hacia el siglo IV a.C.
puede ser conocida como carta sobre la felicidad en la que Epicuro se dirige a Meneceo y
en la cual abarca cuestiones muy interesantes, de las cuales me permito retomar un poco.
En primer lugar resalta la importancia de filosofar, mostrando que siempre es tiempo y
nunca es tarde para filosofar, ni cuando se es joven ni cuando se es viejo, pues no hay que
cansarse de filosofar, lo cual considero algo muy cierto ya que al ser esta una facultad del
pensamiento siempre estará encaminada al conocer y pues bien sabemos que nunca se
acaba de conocerlo todo, que siempre surgen cosas y situaciones nuevas, y el pensamiento
filosófico es lo que va a conducir a seguir deseando conocer de modo que siempre se quiera
estar conociendo aun a cualquier edad y etapa de la vida.
Presenta una estrecha relación entre el estudio y la felicidad, postulando que hay que
estudiar los medios para alcanzar la felicidad pues cuando somos felices lo tenemos todo y
cuando no somos felices luchamos por conseguir esa felicidad y ciertamente uno de los
fines del hombres es ser feliz y cuando no lo es, lucha por serlo y aun siendo feliz se esmera
por mantener esa felicidad pues eso le causa satisfacción y siendo feliz se nota pleno y
realizado.
El autor instruye a Meneceo en varios temas importantes, entre los que destacan: Dios, la
muerte, los deseos, los placeres, la sabiduría y lo que es el sabio, etc. de modo que este
escrito pareciera como un compendio en el que se aborden diversos temas y muestre un
panorama amplio en el que se profundicen sobre estos varios temas.
En cuanto a Dios comienza mostrando las características de Él como ser inmortal
bienaventurado (lo cual podría interpretarse como feliz) y sugiere al destinatario esforzarse
por creer en esa inmortalidad y bienaventuranza de Dios de modo que no vaya a caer en el
grave error de creer que por sus propias virtudes vaya a hacer las cosas solo olvidándose de
estas características de Dios, estas misma características creo son las que podríamos
considerar hoy en día puesto que creemos que Dios es el dueño de la vida y por tanto no
conocía la muerte (eterna) y que es eternamente bienaventurado, lleno de dicha y felicidad.
Respecto al tema de la muerte afirma que no es nada para nosotros pues el bien y el mal no
existen más que en la sensación y la muerte es el dejar de experimentar sensaciones. El
autor infiere en que la muerte no existe tanto para los vivos, ni para los muertos, para los
vivos no existe y para los muertos ellos ya no son. Elogia que el hombre sabio no desea la
muerte porque no considera la vida una carga, ni le teme, pues no considera que sea un mal
el no existir, hace mención de que en la vida lo que nos place no es tanto la duración de la
vida, sino más bien que sea grata y ciertamente de nada nos serviría tener una muy larga
vida si los momentos que pasamos no los disfrutamos y hacemos agradables, más bien
vivimos como amargados sin gozar de los buenos momentos.
En lo que toca a los deseos comenta que unos son naturales y otros vanos, y dentro de los
naturales están los necesarios que surgen del dolor: comer, beber, dormir, etc. Y por otro
lado están los innecesarios como comer o beber sin tener hambre o sed. En lo referente a
los deseos vanos son superfluos y no implican dolor físico. Recomienda saciar los deseos
naturales y evitar aquellos que sean vanos e inútiles ya que en estos últimos hay infelicidad
y son inútiles.
Define al placer como el principio y el fin de la vida feliz pues es: "la ausencia de dolor en
el cuerpo, la ausencia de perturbación en el alma". Postula que el bien supremo es la
autosuficiencia, parecido a lo Aristóteles decía sobre la virtud al ser el punto medio entre la
virtud y el defecto.
Finalmente me llama la atención que lo principal de todo es la sabiduría que es el bien
mayor y fuente de todas las virtudes, muestra que el sabio es un hombre virtuoso ya que
posee una postura razonada y equilibrada respecto a estos temas.

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