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RC: 1º GH; 2º BACH HdE

BIBLIOGRAFÍA:
- Marvin Harris: Teorías de la cultura en la era posmoderna.
- Rosas: La evolución del género homo (2016)
- Arsuaga: Atapuerca y la evolución humana
- Bermúdez de Castro: Pequeños pasos: creciendo desde la Prehistoria
- Stringer y Andrews: La evolución humana

ÍNDICE

INTRODUCCIÓN
1. Características de los homínidos
2. El hombre en el marco general de los primates
3. Los primeros homínidos: los australopitécidos
4. El género homo
4.1. Homos arcaicos
4.2. Homo Sapiens arcaicos
4.3. Homo Sapiens Sapiens
5. La cultura material
5.1. El Paleolítico Inferior
5.2. El Paleolítico Medio
5.3. El Paleolítico Superior
6. Las aportaciones de la Antropología Histórica
CONCLUSIÓN

INTRODUCCIÓN

En el presente tema hablaremos del periodo histórico más extenso de la humanidad: la Prehistoria
desde los orígenes de nuestra especie hasta el Mesolítico, abarcando un tramo temporal de unos diez
millones de años. Haremos un especial énfasis en los últimos cien mil años, que es cuando nuestra
especie desarrolla y configura las principales pautas culturales y genéticas que han perdurado hasta
nuestros días.
Abordaremos los principales hallazgos arqueológicos que han llevado a clasificar los restos en
distintas culturas materiales, además de introducir la disciplina que interpreta estos hallazgos en un
sentido amplio y los clasifica como “culturas”: la Antropología.

1. Rasgos del género Homo

Decimos que un ejemplar es del género Homo cuando procede taxonómicamente de la línea
evolutiva de los primates, de la familia de los homínidos (integrada por gorilas, orangutanes,
humanos, chimpancés y bonobos) y, dentro de esta familia, de la tribu Hominini, circunscrita a
humanos y chimpancés. Es un misterio el momento exacto en el que nuestro linaje se separó del
género Pan (chimpancés), pero actualmente somos, como Homo Sapiens Sapiens, el único
representante del género Homo, aunque hablaremos de características generales de las que
participarán las especies de las que posteriormente hablaremos.
En cualquier caso, podemos hablar de un comportamiento cultural complejo y de la capacidad
para fabricar útiles como los rasgos de conducta exclusivos de los Homo. Los rasgos corporales
más reseñables son el bipedismo, los grandes cerebros, la alimentación omnívora y la tasa de
crecimiento lenta.
Conviene prestar especial atención al bipedismo, que apareció hace unos 3 millones de años,
presumiblemente con los Australopitécidos, anteriores al Homo, pero que con nuestro género
alcanza verdadera trascendencia. Es un rasgo anterior al crecimiento exponencial de la capacidad
craneal y, para muchos autores, supone el punto de arranque de la evolución.
En cuanto al tamaño de su cerebro, medido con la capacidad craneal, se sabe que no es un rasgo
tan importante. Lo es más la estructura moderna del cerebro, indicada por rasgos como el número
de circunvoluciones y el tipo de relieves endocraneales, correlatos anatómicos de un
comportamiento cultural complejo y de la capacidad para emplear un lenguaje articulado.
La inteligencia es un tema controversial actualmente, si bien se sabe que desde la aparición de los
primeros Homo la evolución biológica ha ido emparejada de una evolución cultural, dos factores
que además están estrechamente relacionados.
Por último, un rasgo inequívocamente homínido es su estructura dental, importante en la
clasificación de fósiles: la estructura de 32 dientes, con la pérdida progresiva de los caninos y la
molarización de los premolares se ha mantenido casi idéntica desde la separación con los simios
que tuvo lugar hace 30 millones de años.

2. El Sapiens en el linaje de los primates

Como hemos dicho anteriormente, el sapiens se clasifica taxonómicamente en el orden de los


primates, familia de los homínidos, tribu de los homininos y género Homo. El origen de los
primates se remonta al Oligoceno, con unos 40 millones de años de antigüedad, aproximadamente.
La cepa básica de los monos del Viejo Mundo encuentra evidencias en los restos de Al-Fayum, en
Egipto, donde aparecieron los restos fósiles atribuibles a los catarrinos más antiguos que se
conocen. También en África oriental hay restos que atestigüan la existencia de una criatura
frugívora llamada Procónsul que atestigua, por su parte, la existencia de antropoides hace 30
millones de años.

El linaje de los antropoides se extiende para dar lugar a las especies representadas en la figura de
arriba, para dar lugar a la tribu de los Homininos. A comienzos de nuestro siglo, se descubre en
Etiopía una especie que parece separarse del linaje de los chimpancés al que llamaron Ardipithecus
Kadabba, pero la falta de descubrimientos relacionados hacen que no podamos rastrear el linaje
mucho más allá.
A partir de este punto, el único género que parece conducir hacia el nuestro es el de los
Australopitécidos. Se sabe por los descubrimientos en biología molecular que el primer ancestro del
género Homo debió deslindarse de esta especie hace unos cinco millones de años,
aproximadamente.
3. Los Australopitécidos

Entramos en el terreno del género Australipithecus, de cuya rama nacerían los primeros Homo.
Vivió en las estepas arbustivas de África y su génesis se relaciona con el cambio climático
producido en el Mioceno Superior, que se cree que propició la escisión entre los simios y esta cepa
que conduciría hacia el Homo.
Si contamos a los paranthropus (para muchos, la rama antecesora de los australopitécidos), este
género tuvo una enorme dilatación en el tiempo llegando a coexistir con varias especies de Homo.
Los fósiles más antiguos datan de algo menos de 5 millones de años, mientras que los más
modernos tienen un millón de años de antigüedad. El principal rasgo que hace vincularlos con
nuestra especie es el bipedismo, aunque este no era permanente.
No era mucho más alto que un chimpancé y su capacidad craneana variaba de los 400 a los 500 cc.
Todas las especies encontradas tienen en mayor o menor medida una superposición de rasgos
arcaicos (toro supraorbital marcado, cresta sagital, prognatismo simiesco, ausencia de mentón…) y
modernos, relacionados con la dentición y el aparato locomotor. Es reseñable el debate existente en
la comunidad científica acerca de si se le pueden atribuir culturas líticas a las especies más
avanzadas del género: inequívocamente usaron herramientas de piedra, pero no se sabe hasta qué
punto llegaron a modificarlas o fabricarlas.
De todos los fósiles de las distintas especies encontradas, parecen participar de rasgos más
humanoides el Australopithecus Garhi y el Australopithecus Sediba (descubierto en 2015). Para J.L.
Arsuaga, del Garhi emanan dos líneas evolutivas: la que dará lugar al Homo Rudolfensis y al
Habilis y otra que dará lugar al Homo Ergaster y al Homo Erectus.

4. El Género Homo

4.1. Rasgos anatómicos propios

Comenzaremos este punto hablando de las principales diferencias entre el género Australopithecus
y el Homo. En primer lugar, la masa corporal se ha incrementado sensiblemente, así como el
dimorfismo sexual. A partir de los 600 cc se ha establecido el “Rubicón cerebral” (cierto que la
capacidad craneana del Homo Habilis es de 550 cc, pero la vinculación de esta especie a la cultura
de guijarros tallados la coloca en la categoría de humanos), con un aumento de la misma que puede
decirse que ha sido progresivo a través de las especies. Ciertos rasgos como la cresta sagital se han
borrado, y otros como el toro supraorbitario son cada vez menos pronunciados.
Aparte del cráneo, en la dentición se observan otras diferencias notables: reducción del esmalte,
pérdida de diastema, equilibrio entre las piezas anteriores y posteriores… etc. Esto se debe
probablemente a la cocina y al despiece de alimentos, hábito que relajó la presión selectiva sobre el
tamaño de las piezas dentales.
Otro rasgo propiamente Homo es el aparato locomotor. Las fuertes intersecciones musculares en los
glúteos de los Australopithecus se desplazan al fémur y la cadera. El foramen magnum está casi en
la parte inferior del cráneo, lo que permite la inserción de una columna vertebral sinuosa que, junto
con la pelvis, configura un centro de gravedad propicio para la bipedación exclusiva. La planta del
pie es cóncava y las manos parecen haberse “especializado” para manipular objetos.

4.2. Especies arcaicas

Las primeras especies de Homo que se conocen surgieron en África, y vamos a abordar en este
punto los fósiles datados entre 2’5 millones de años y 300.000 años. Parece ser que los primeros en
surgir fueron los Homo Habilis, el Homo Rudolfensis y el Homo Naledi, que coexistieron con los
Australopitécidos. Está demostrada la extinción de estas especies pero, curiosamente, las últimas
dataciones del Homo Naledi datan de 300.000 años, lo que podría sugerir la coexistencia con algún
Sapiens arcaico.

Pero en lo que toca a nuestro linaje propiamente dicho, muchos autores lo sitúan a partir del Homo
Erectus hace unos 2 millones de años (incluso con el Ergaster, los que lo consideran una forma
temprana del mismo). El Erectus es la especie más longeva y también la más diversa.
Está probado que fue el primer Homo en salir de África, que dominó el fuego y que posee unos
rangos de capacidad craneal que van de los 850 a los 1100 cc (los ejemplares más modernos).
Algunos autores sugieren su vinculación con el Homo Georgicus encontrado en Dmanisi, Georgia,
que competiría con el Hombre de Orce por ser el Homo más antiguo de Europa.
Cabe hacer un paréntesis para hablar del Homo Antecessor, otra especie europea encontrada en el
yacimiento de Atapuerca. Posee rasgos vinculables a los hombres modernos, lo que llevó a sugerir
al equipo de Atapuerca que estaba relacionado con los Sapiens y con los Neanderthales (aunque
otros autores sugieren que se extinguió sin mayores repercusiones).

Acercándonos a especies más familiares y sobrepasando la barrera del millón de años, llegamos al
Homo Heidelbergensis. Si damos por válida la hipótesis de Atapuerca, éstos están relacionados con
el Antecessor y su línea lleva indudablemente al Neanderthal. La capacidad craneana y la
morfología del Heidelbergensis ya es muy parecida a la nuestra, habiendo duplicado la medida del
Rubicón cerebral y poseyendo una primitiva industria textil. Se extendió hacia el Este y hacia
África, generando una gran variedad de subespecies.

4.3. El Homo Sapiens Arcaico

Llegamos al punto más controvertido de la exposición al no existir consenso científico en torno a la


cepa básica que originó al Sapiens africano. Para Arsuaga y Woodward la clave está en el Homo
Rhodesiensis hace 250.000 años, pero otros investigadores argumentan que dicha taxonomía no está
justificada y que se trata de una variante del Heidelbergensis. En cualquier caso, el rastro sigue con
el cráneo de Florisbad (“Homo Helmei”), que tendría 200.000 años de antigüedad y que para Larry
Foley supone el antecesor más claro de Sapiens y Neandertales, y lo considera un Sapiens arcaico
reciente.
Ciertos fósiles de 135.000 años de antigüedad y por debajo, han sido considerados como Homo
Sapiens Idaltu (supuesta subespecie de Sapiens en la que estaría el origen del moderno), pero para
los detractores de esta taxonomía, los fósiles tan solo indican la persistencia de ciertos rasgos
arcaicos en un Sapiens moderno. Como vemos, clasificar fósiles de estas características viene a ser
polémico dado que el panorama es confuso. Un ejemplo es el cráneo de Ngangdong, relacionado
con un Sapiens arcaico por los más entusiastas, y con una variante asiática tardía del Erectus por los
más escépticos.
Otra polémica, si bien más superada, es la clasificación taxonómica del Homo Neanderthalensis
(¿subespecie de sapiens o especie distinta?) y el asunto en torno a su “extinción”. Como sabemos, el
neandertal se originó paralelamente al Sapiens, en torno a 250.000 años, y el registro fósil no ofrece
nada posterior a los 40.000 años de antigüedad. Tenía una cc de 1500cc, era de pequeña talla y
robusto, con los huesos muy gruesos y con un cráneo muy distinto al nuestro: frente huidiza,
persistencia del toro supraorbitario y occipital saliente hacia atrás.
En lo tocante a la extinción, se proponía su falta de adaptación al retroceso de la glaciación de
Würm, los agentes patógenos e incluso el exterminio por parte de nuestra especie. Sin embargo, un
estudio de la Universidad del Temple de 2018 examinó los haplogrupos de grandes muestras de
población euroasiática actual, concluyendo en que poseemos una media de un 2% de genoma
neandertal, algo que no ocurre con los subsaharianos. Estos hechos sugieren cierto grado de
mestizaje, aunque tampoco invalidan las hipótesis anteriores. El mestizaje es apoyado por los
hallazgos del Monte Carmelo, en Palestina, que muestran individuos con superposición de rasgos.
Pero el panorama no se reduce a sapiens/neandertales. En 2010 se descubre otra especie relacionada
con el Neanderthalensis, el hombre de Denisova, que al parecer fue la especie dominante en las
estepas euroasiáticas hace 150.000 años e, inexplicablemente, se han encontrado trazas de su
genoma en la actual población de Melanesia (Nature, 2015).

4.4. Modelos explicativos

La última etapa de la evolución humana trata de explicarse con los siguientes modelos teóricos:
- Modelo multirregional revisado (Hawks y Thorne): Defienden la importancia del flujo genético en
las diversas migraciones que protagonizó el Homo Erectus, proponiendo un desarrollo de los
distintos Sapiens a partir de este punto.
- Hipótesis de hibridación: El ancestro común de los Homo Sapiens Sapiens fue resultado de la
hibridación de distintos tipos.
- Modelo Out of Africa: El más aceptado actualmente y aparentemente respaldado por resultados de
biología molecular, propone que el Homo Sapiens moderno se origina en África y se expande desde
ahí al resto de continentes.

El modelo Out of Africa ha sido sometido a alguna revisión, como el modelo de asimilación, que
defiende una expansión mucho más gradual en la que se produjeron cruces generalizados, si bien
África es fundamental en la génesis de las características modernas.
Bermúdez de Castro, por su parte, opina que el grupo africano originario tiene su origen en Asia,
una población que “volvió”, que sería la misma que daría lugar a los Neanderthales en Eurasia.

4.5. Homo Sapiens Sapiens

La génesis de las características actuales se dan, como máximo, hace 130.000 años. Consisten en un
cráneo redondo, una capacidad craneana de 1350cc, desaparición del toro supraorbitario y del
prognatismo facial; la curvatura de las piernas desaparece, y esto propicia unos fémures más largos
que redundan en una mayor altura y una menor robustez.
En Europa los primeros restos atribuibles al hombre moderno se encuentran en Cromagnon y otros
enclaves de la Europa oceánica. Restos de antigüedad similar se dan en Sudáfrica y también en
Sudán, por ejemplo, en el yacimiento de Singa.
Es importante mencionar que aún en este punto de 130.000 años de antigüedad la variabilidad de la
especie continúa, a pesar de que en la actualidad todos estén extintos. Aparte de la supervivencia del
Neanderthal hasta hace 40.000 años, se calcula que hace 12.000 se extinguió el Hombre de Flores,
una subespecie con 400 cc de capacidad craneana y un acusado enanismo insular, aunque de rasgos
sapiens modernos. En 2019 se descubrió el llamado “Homo Luzonensis”, en Filipinas, todavía a
debate acerca de su condición de Sapiens moderno.

5. Cultura material

Aparte de los restos fósiles de nuestros antepasados remotos, podemos reconstruir parte de nuestro
pasado evolutivo a través de los vestigios materiales que han dejado los mismos. La cultura material
es muy elocuente en cuanto a periodos de medio millón de años de antigüedad, como máximo, y
evidencian una novedad acerca de los animales portadores de cultura: que la misma se transmite por
herencia social y no tanto biológica. Dividiremos este punto según los restos pertenezcan al
Paleolítico Inferior (600.000 años de antigüedad), Medio (100.000) o Superior (50.000).
Olduvayense (muy arcaica, típica del Habilis y el Ergaster) → Percusión directa sobre guijarros
para fragmentarlos y usar la arista cortante del núcleo.
Levallois → Percutor blando sobre núcleo de sílex para extraer lascas finas y trabajar sobre ellas.
Posteriores → Trabajo directo sobre lascas, herramientas específicas e industria ósea y de marfil.

Cronología Especie Técnica Herramientas Yacimientos


Achelense 600.000... Heidelbergensi Lascado Hacha de
temprana s mano: bifaz de
sílex o
cuarcita.
Achelense 200.000 Heidelbergensi Lascado Núcleo y canto Torralba y
avanzada s (nuclear) tallado, útiles Ambrona
sobre lasca:
raederas y
denticuladas
Musteriense 100.000 Neanderthal/ Técnica Puntas de Valle de
Sapiens Levallois flecha, Manzanares y
Arcaico hendedores de Gibraltar
filo transversal,
cuchillos de
dorso, buriles.

Primeros
enterramientos,
culto a los
animales y
canibalismo
ritual.
Chatelperronie 50.000 Sapiens Trabajo directo Industria de Epigravetiense
nse, Sapiens sobre lascas. hoja: puntas, (levante)
Aurañicense y 25.000 Talla del hueso buriles,
Gravetiense y el marfil. rascadores,
punzones.
Herramientas
con mango.

Primeros
objetos de
adorno.
Venus
esteatopigias.
Generalización
de la pintura
cinegética.
Solutrense 20.000 Ídem... Variada. Arco de Cromagnon
flechas.
Relieves
figurativos.
Industria muy
específica:
hojas con
forma de
laurel, arpones.
Magdaleniense 15.000 Variada. Arpones, Altamira
cuchillos
arrojadizos…
variedad de
materiales:
hueso, asta,
marfil…
Hordas de
cazadores
organizados.
Explosión de la
pintura
rupestre.
Estatuillas de
bulto redondo,
bastones de
mando.
Decoración
geométrica de
pequeños
útiles.
Epipaleolítico 10.000 Variada. Predomina Cogul, Lérida.
recolección y La Araña,
marisqueo. Valencia.
Explosión de
útiles
decorados
geométricamen
te.
La caza mayor
desaparece. La
pintura
rupestre se
torna más
abstracta.
Las primeras culturas materiales indiscutiblemente humanas del Paleolítico Inferior pertenecieron a
los pre-Neanderthales como el Homo Heidelbergensis. Se caracteriza por usar técnicas de lascado
muy sencillas, siendo la herramienta icónica el bifaz de sílex o cuarcita (hacha de mano). A esta
cultura la llamamos Achelense, la cual presenta varias fases. En sus estadios más avanzados
encontramos una industria nuclear (núcleo y canto tallado) además de útiles tallados directamente
sobre lascas, como raederas y denticuladas. En la Península Ibérica han quedado restos en los
yacimientos de Torralba y Ambrona.
Puede hablarse de una cultura Abbevillense anterior a esta, pero para la mayoría de los autores
supone un estadio temprano de la misma y no una denominación independiente.
Entrando al Paleolítico Medio, nos encontramos con los restos de la cultura Musteriense,
propiamente Neanderthal. La cultura se complejiza hasta el punto que surgen los primeros
enterramientos, el culto a los animales y el canibalismo ritual. La inteligencia del Neanderthal y del
Sapiens arcaico produce una gran tipología de herramientas que ya cuentan con un uso específico
gracias al empleo de la técnica Levallois, una técnica de lascado más compleja que la Achelense.
Algunos ejemplos son las famosas “puntas de flecha”, hendedores de filo transversal, cuchillos de
dorso, buriles… etc. En nuestra Península estos restos aparecen en el Valle del Manzanares y en
Gibraltar.
El Paleolítico Superior coincide con las últimas etapas de la glaciación de Würm, produciéndose un
clima muy frío pero con intervalos templados, panorama que es dominado por el Sapiens Sapiens.
La novedad más característica es el trabajo directo sobre las lascas, produciendo una industria de
hoja: puntas, buriles, rascadores, punzones… etc. La cultura predominante es la Chatelperroniense,
relacionada con el hombre de Cromagnon y primera industria relacionada únicamente con el
hombre moderno: por primera vez se encuentran objetos de adorno, sin función específica. En esta
época se dan simultáneamente tres culturas: la ya mencionada, la Aurañicense y la Gravetiense.
Estas dos últimas se caracterizan por poseer una industria de trabajo del hueso y del marfil, además
de producir por primera vez herramientas con mango. De esta época provienen las venus
esteatopigias del Paleolítico, y la abundancia de trabajo sobre hueso y marfil se debe a la
abundancia de renos y mamuts en territorio europeo. Destacar en la Península la variedad
Epigravetiense, con presencia en el litoral levantino.
Hasta los 25.000 años de antigüedad se producen estas pautas, pero quizá la novedad más
importante sea la generalización de la pintura rupestre. Hasta 2018 se pensaba que era una
manifestación exclusiva del Paleolítico Superior, pero el hallazgo de una roca en Sudáfrica con
dibujos de 70.000 años de antigüedad parece desmontar esta teoría. En cualquier caso, la temática
principal de la pintura rupestre era la caza, y se asocia a una función ritual.

Pasando el umbral de los 20.000 años aparece la cultura Solutrense. Corresponde a un periodo en el
que la caza predomina sobre la recolección, aunque no en todas las áreas. De esta época son los
primeros bajorrelieves figurativos. La cultura Solutrense presenta una industria lítica inconfundible
y muy avanzada: puntas de flecha y lanza afiladas, con forma de laurel, y delgados y penetrantes
punzones. Aparece por primera vez el arco.
La cultura Magdaleniense es la más avanzada del Paleolítico. Aunque de forma paulatina, la caza
comienza a decaer, lo cual no es óbice para que se produzca la mayor explosión de arte rupestre de
la historia con exponentes como la cueva de Altamira. Se sabe que el hombre ya vivía organizado
en hordas de cazadores; y respecto a la cultura material encontramos armas especializadas como los
arpones de hueso, los cuchillos arrojadizos… en una variedad de materiales (hueso, asta, líticos…).
También es prolija en objetos decorativos, o incluso de función desconocida: predominan los útiles
decorados con motivos geométricos, las estatuillas de bulto redondo y unos objetos que parecen
haber sido indicativos de rango social (“bastones de mando”) que aparecen por toda Europa. No es
de extrañar que algunos estudiosos hayan calificado el Magdaleniense como “la primera
civilización europea”.
El fin del Paleolítico viene dado por el Mesolítico, un periodo marcado por el retiro definitivo de los
glaciares y la consiguiente desaparición de la megafauna pleistocena. Nuestra especie se acerca a
las costas, ríos y bosques, predominando la pesca y el marisqueo. Hace poco más de 10.000 años
aparecen las primeras evidencias de horticultura y domesticación del perro. El Mesolítico produce
también un cambio en la temática artística, fruto de la desaparición de la caza mayor: la tendencia
ahora es la decoración de pequeños objetos con motivos geométricos, y las pinturas rupestres se
vuelven minimalistas, algunas con tendencia a la abstracción. El ejemplo de esto es la pintura
levantina peninsular, con exponentes en Cogul, Lérida y en La Araña, Valencia.

6. Aportaciones de la Antropología Histórica

Finalizamos la exposición hablando de las interpretaciones que han suscitado los hallazgos
anteriores en torno a la pregunta: “¿qué es la cultura?” respondida de diversas formas por la
Antropología. Antes de comenzar decir que la antropología como disciplina posee diversas ramas:
la antropología física, la antropología cultural, la antropología urbana… etc, dada la gran cantidad
de tipología de fenómenos humanos. Teniendo en cuenta de que consideramos la antropología el
estudio comparativo de los grupos humanos pasados y presentes, la dividiremos en tres fases
principales: la “Antropología de salón”, la Antropología clásica y la Antropología post- años 70.
La Antropología como término comienza a usarse en el siglo XVII por Quattrefages, pero en
realidad es inaugurada como disciplina independiente en el siglo siguiente por Blumenbach, al que
le debemos la clasificación de cinco razas humanas principales, hoy en desuso. La antropología en
el siglo XIX estuvo dominada por los llamados “biómetras” y los frenólogos que, parapetados en la
Sociedad Antropológica, llevaron a cabo un estudio zoológico del ser humano. Las tesis racialistas
que producían, como las de Galton, eran instrumentalizadas para justificar el dominio sobre los
países colonizados.
El advenimiento del siglo XX trajo otra concepción del darwinismo, que suscitaba interés en la
evolución cultural, y puso esta dimensión del hombre en valor, dando comienzo las etnografías. Son
famosos los trabajos al respecto de Malinowski y Margaret Mead, primeros en proponer modelos
explicativos a la cultura de carácter científico, como el funcionalismo cultural.
Esta época, que podríamos llamar el “clasicismo” produjo más teorías explicativas y
sistematizadoras como el estructuralismo lingüístico de Levi-Strauss o el marxismo estructural de
Maurice Godelier. El neoevolucionismo de Leslie White fue, por otro lado, capital a la hora de
desmentir las teorías racistas que aún estaban en boga.
En el siglo XXI han tomado raigambre las teorías que surgieron después de los años 70 y que aún
siguen en boga, de carácter deconstruccionista y crítico (posmoderno), periodo que también dio luz
a perspectivas como la sociobiología o la antropología urbana.

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