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IX Jornadas de Eco-

nomía Crítica
25, 26 y 27 de agosto de 2016
Córdoba, Argentina
La intervención del Estado en el Mercado de crédito
y su relación con los bancos a partir del estallido de
la crisis mundial del 2008
Prof. Betania Farfaro Ruiz1

Resumen
El papel de sostén que las entidades banqueras desempeñaron
durante el periodo 2010-2015 en acuerdo con las políticas
macroeconómicas nos llevó a pensar la relación que existe entre los
bancos, el mercado y el Estado en tiempos de crisis.

A pesar de que en general suele pensarse a las Finanzas como una


actividad antagónica al resto de la economía, el caso al que
remitimos muest ra lo contrario. De hecho, el financiamiento al
consumo fue la forma que asumió la política de intervención estatal
frente a la crisis. Producto de esta política los bancos jugaron un rol
determinante dado que a través del sistema bancario se comercializo
el grueso del crédito. En consecuencia, los intereses obtenidos por
esta mediación constituyeron el corazón de las ganancias obtenidas
durante este periodo.

De esta manera, el caso nos resulta interesante puesto que nos


permite discutir desde la relación de unidad entre sectores que
suelen pensarse de manera fragmentada y antagónica. Esto sin
perder de vista que la clave de dicha unidad fue la relación indirecta
establecida por medio del comercio de dinero entre agentes que
personifican distintos intereses.

1Profesora de Historia de la UBA, empleada del BNA. Mail: betafarfaroruiz@hotmail.com.


Agradezco los comentarios de Emilliano Mussi y Juan Kornblihtt.
Introducción

La necesidad de explicar como hizo el segundo gobierno de Cristina


Fernández de Kirchner (CFK) para administrar los efectos de la profundización
de la crisis mundial en el 2010 fue lo que nos condujo a preguntarnos acerca
del rol de los bancos comerciales en la Argentina. El papel de sostén que las
entidades banqueras desempeñaron durante el periodo 2010-2015 en acuerdo
con las políticas macroeconómicas nos llevó a pensar la relación que existe
entre los bancos, el mercado y el Estado a nivel general. Es decir, Argentina no
es el único país cuyo Estado ha tenido que intervenir en el mercado financiero
con políticas de endeudamiento interno para contener el avance de la crisis. De
hecho, este nuevo estallido ha recrudecido los debates al interior de las
principales entidades de crédito mundial (FED, Banco Mundial, FMI, Banco
Central Europeo, etc.)2, quienes no encuentran soluciones estructurales capaces
de erradicar las crisis que se generan producto de la brecha creciente entre
oferta y demanda, sobre todo a partir de las transformaciones mundiales en la
producción y el comercio tras el fin de Bretton Woods en 1971 (Werlau, 1996;
Girón González, 2002).

El debate que existe en torno a este problema gira alrededor de la


pregunta acerca de dónde se originan las crisis y de qué manera pueden
prevenirse. Existen dos posiciones que parten desde puntos teóricos
aparentemente antagónicos, pero que de acuerdo a cada autor pueden
aparecer relacionados entre sí; la postura Macro y la Micro. Los defensores de
las explicaciones Macro centran su análisis en el desempeño de las variables
económicas que indican crecimiento, estancamiento o recesión (PBI,
Intercambio, Inflación, Tipo de Cambio, etc.). Explican los desequilibrios de
mercado a partir de shocks macroeconómicos que repercuten sobre el sistema
bancario-financiero, el cual por su actividad tiende a ser frágil dado se asumen
pasivos al corto y activos al largo plazo. Por el contrario, las posturas Micro se
basan en las características de las entidades y en la toma de decisiones de los
agentes, es decir en si estos mantienen sus ahorros dentro del sistema o los

2http://goo.gl/ppZC4H
retiran de acuerdo a las “señales” del mercado (Morón, Loo-Kung, 2005;
Carrera, Lanteri, 2007). Mientras para los primeros la prevención surge de
controles sobre el desempeño de la economía real, para los segundos las
regulaciones sobre la operatoria de las entidades son la llave para evitar
estallidos de alcance mundial. En ambos casos la solución se encuentra
determinada por el diagnóstico sobre las causas de las crisis.

Tanto en una teoría como en otra, el análisis y la propuesta de solución no


logran superar la fragmentación inicial que existe entre un sector y otro, entre
producción y comercio de dinero como dos actividades antagónicas. Por lo
tanto, la figura del Estado emerge como un agente neutral capaz de mediar
este antagonismo según la receta política que adopte (Keynesiana o
Neoliberal).

En este sentido el caso argentino que referimos al principio nos muestra


que los problemas y la política económica propuesta pensada en abstracto
puede chocar con las determinaciones de una realidad que se impone. De
hecho, la aparente contradicción ideológica entre la producción y las finanzas
que el discurso kirchnerista promulgó para reivindicarse no implicó en la
práctica desechar relaciones de cooperación con la banca nacional en tiempos
de necesidad.

Nuestra investigación acerca del desempeño de la banca comercial


argentina durante los últimos cinco años nos muestra que las principales
entidades financieras del mercado argentino organizaron parte de su cartera de
negocios en relación a un conjunto de políticas macroeconómicas que tuvieron
por objetivo principal estimular la demanda interna en base a al endeudamiento
en pesos. Esta estrategia organizada políticamente desde el gobierno, y
cumplimentada gracias a la participación de los bancos, permitió morigerar los
efectos de la crisis mundial al interior de la economía. Esta participación de la
banca pública y privada, nacional y extranjera, no hubiese sido posible si los
bancos no se hubiesen beneficiado con el plan. Es decir, el acuerdo político
entre el Estado y los Bancos estuvo mediado por el rédito económico; la
obtención de ganancias por parte de estos durante el período 2010-2015.
Esta funcionalidad complementaria entre el Estado y los bancos a través
de la política monetaria y crediticia es la forma histórica concreta del que parte
nuestro análisis, el cual no pierde de vista que tanto las políticas fomentadas
como las alianzas o relaciones que se forjan en torno a estas se vinculan a las
condiciones históricas de acumulación de capital en la Argentina. Por lo tanto,
son pensadas de acuerdo a la unidad que existe entre los aspectos políticos y
los económicos (Mussi, 2015).

El estallido de la crisis: contenido mundial y forma nacional

Durante la etapa 2002-2007 se produjo el crecimiento del producto y del


comercio global junto con una fuerte expansión de la oferta monetaria de divisa
impulsada por la política de bajas tasa de interés de la FED. Esta política generó
un proceso de inflación mundial que repercutió en la suba de los precios de las
materias primas, entre ellas la soja, principal producto de exportación
argentino. Sin embargo, en el 2006 la FED decidió la suba de la tasa de interés
de referencia del 1 al 5,35 % lo que provoco en el encarecimiento del crédito y
del endeudamiento acumulado hasta entonces. Los mercados entraron en crisis
arrastrados por el derrumbe del precio de las hipotecas en EEUU, España y
Grecia y la intervención pública se volvió necesaria para evitar colapsos
mayores. En distintas partes del mundo los Estados tuvieron que actuar sobre
los mercados de manera directa, rescatando bancos (Arceo, Golombek,
Kupelian, 2009), comprando activos de mayor riesgo, refinanciando deudas
nacionales -el caso más emblemático fue el de Grecia- e incluso actuando
nuevamente sobre la tasa de interés. La transformación del crédito privado en
público vía emisión de bonos y títulos para sostener el consumo y la inversión
fue la forma que los gobiernos nacionales implementaron para reanudar el ciclo
de endeudamiento (Lewinger, Straffela, Iannuzi, 2012). Esta política fue una
solución de alcance mundial, se aplicó en EEUU, UE, Japón, Gran Bretaña y
también en Argentina.
A pesar de que nuestro país no participó del ciclo de financiamiento barato
(2002-2006), padeció al igual que el resto los efectos de la crisis a través del
intercambio comercial producto del freno y caída al precio de la soja y del
estallido de la crisis en Brasil, principal socio comercial y destino de sus
exportaciones de origen industrial (Gráfico 1).

La forma concreta que asumió esa intervención en el mercado fue de la de


una política de estímulos a la demanda interna mediante el incremento del
gasto público y del consumo del mercado interno. El primer y principal
problema fue con qué recursos financiar esta política de estímulos. Como
primera medida, el gobierno de CFK buscó obtener recursos reales, es decir a
partir de aumentar las retenciones a la soja enviando al Congreso el proyecto
de ley 125. Dicho proyecto ataba el porcentaje de retención impositiva al precio
internacional, que para la primera mitad del 2008 aún no había caído. No
obstante, el fracaso de la ley (no logró mayoría parlamentaria) abrió paso al
plan b: la monetización del financiamiento interno. El endeudamiento en pesos
tuvo que costearse con la expansión sin respaldo de papel moneda a partir de
la comercialización de instrumentos financieros (Gráfico 2). El circuito de
préstamo y colocación quedó diagramado de la siguiente manera: El Tesoro
Nacional (TGN) colocaba títulos sin valor de mercado al BCRA a cambio de
dinero para solventar el creciente déficit fiscal, a posteriori el BCRA licitaba
letras y notas (Gráfico 3) a diversos plazos al mercado bancario para cubrir
ese egreso de dinero. La relación entre los vencimientos (el pago de esas
letras) y su renovación (nuevas colocaciones) paso a regular tanto la masa
monetaria como la tasa de interés nominal en el mercado de crédito.

El financiamiento de la intervención estatal apoyada sobre la expansión de


capital ficticio implicó una emisión monetaria creciente que redundó en el
abaratamiento del precio del dinero como mercancía (capital dinerario), ya que
se renovaba más de lo que se pagaba. Este mecanismo estimuló la oferta de
créditos a bajas tasas de interés entre bancos y el BCRA y entre estos y el resto
del mercado, en particular con el sector privado.
Como vemos, este circuito de crédito, iniciado desde el BCRA y canalizado
a través de los bancos, fue producto de la política económica orientada por la
administración nacional. Sin embargo, el criterio comercial que adopto la
inversión de dinero para financiamiento no fue el mismo para todos los casos.

Gráfico 1:

Elaboración hecha por Emiliano Mussi en base a cifras FMI

Gráfico 2:

Elaboración hecha por Emiliano Mussi en base a cifras BCRA

Gráfico 3:

Fuente: BCRA

La ganancia de los bancos: financiamiento como inversión y


rentabilidad por rubro

En este último apartado analizaremos brevemente el resultado que los


bancos obtuvieron por su actuación dentro del esquema de crédito descripto.
Como expusimos, el Estado entabló relación con el sector bancario a través de
la política monetaria digitada mediante el accionar del BCRA. La cadena de
crédito iniciada entre bancos y luego comercializada por estos hacia el sector
privado fue, como planteamos desde un principio, un negocio muy rentable
para la banca. Más aún si tenemos en cuenta que la situación de crisis
económica afectó la rentabilidad del conjunto de la economía, así como también
la de otras actividades. De acuerdo a esta situación, el breve análisis que
proponemos muestra que durante el 2010-2015 el sistema financiero en su
conjunto, así como los principales bancos del mercado, resultaron ganadores a
pesar del contexto. Tal y como se observa en los Gráficos 4 y 5 y el Cuadro 1
puede constatarse que la rentabilidad sobre el patrimonio de los bancos estuvo
por encima de la del resto. Por lo tanto, el rol de intermediario fue un negocio
redituable para las entidades. La pregunta que nos surge a partir de este hecho
es ¿cómo hicieron los bancos más concentrados del mercado para ganar siendo
funcionales a las políticas del Estado? Para entender este problema es
importante comprender qué si bien los bancos se beneficiaron con la política
monetaria y el endeudamiento a baja tasa de interés, el criterio con el que
posteriormente prestaron ese dinero a los agentes del mercado fue privado e
individual. Es decir, a pesar de que las entidades fueron funcionales al objetivo
general de estimular el consumo por la vía de abaratar el dinero como
mercancía, ganaron porque el criterio con el que asignaron de ese dinero, bajo
la forma de financiamiento, fue privado e independiente. Cada banco organizó
su cartera de inversiones en función a sus propios objetivos, los cuales
persiguieron como meta principal una ganancia por encima de la inflación. Sin
embargo, como explicamos este carácter individual no impidió que el consumo
pudiese sostenerse durante los últimos cinco años, aunque si restringió la
asistencia subsidiaria3 principalmente a un banco, el Banco Nación.

Cuando miramos a que sectores prestó cada uno de los bancos citados
encontramos diferencias, la más significativa es la que surge en torno al crédito
al consumo de los sectores de mayores ingresos, dentro de los que se incluyen
los asalariados (banca minorista). Este segmento contó con fuerte presencia de

3A baja tasa de interés como fue en el caso de los créditos otorgados a través del Fondo
Bicentenario promulgado en el 2010.
los bancos privados, sobre todo extranjeros, los cuales compitieron
abiertamente por su captación mediante la colocación de productos orientados
al consumo suntuario (cine, restaurantes, peluquerías, viajes, electrónica, ropa,
etc.). El análisis del origen del ingreso financiero por rubro nos muestra que el
ingreso en concepto de Otros préstamos (según otros trabajos incluye el re
financiamiento por saldo deudor para aquellos que consumen con tarjeta y
pagan en cuotas)4 fue el de mayor participación por parte de los privados
extranjeros, seguido por el consumo con tarjeta de crédito. Detrás en el orden
de las preferencias, encontramos las operaciones con documentos y los
adelantos de efectivo a cajas de ahorro y cuentas corrientes, dos formas de
crédito habituales entre los capitales comerciales. En cuanto al Resultado por
tenencia de títulos fue en el caso del Santander Río y BBVA la categoría que
mejor rindió del 2014 al 2015 (6 y 9 % más, respectivamente) mientras que
para el banco Galicia lo que mejor le rindió fueron los préstamos hipotecarios,
13% contra un 4% de intereses por tenencia de títulos (Gráfico 6 y 7).

En contraste, el BNA priorizó el financiamiento hacia otros sectores


dejando en un segundo plano la competencia por el segmento privado
minorista. La cartera de inversiones del BNA nos muestra que el grueso del
activo del banco estuvo en la tenencia de títulos públicos y privados y en el
crédito al sector terciario, en especial al negocio de los servicios. El problema
respecto al Banco Nación es la falta de información contable del 2013 en
adelante. Por lo tanto, es difícil identificar variaciones en cuanto a sus
inversiones.

El 2015 fue un año particular para las entidades en su conjunto. El


anuncio anticipado de que tras la elección presidencial la política
macroeconómica, y por ende monetaria, iba a cambiar estimuló la actividad de
operaciones de cobertura y de valores de mayor interés (bonos, letras, etc.)
como forma de proteger lo ganado. Estas operaciones se llevaron a cabo a
través del Mercado Abierto Electrónico (MAE), el cual que tiene al BNA como
intermediario clave.

4Golombek, C., Mareso, P. (2011). Sector financiero argentino, 2007/2010. Cefid-Ar. Nº 36.
En definitiva y de acuerdo a lo expuesto, los bancos ganaron durante el
periodo 2010-2015, por lo tanto y a diferencia de otras ramas o actividades
económicas cuyos quebrantos contables demandan de subsidios de todo tipo
para poder operar (petroleros, construcción, industria manufacturera), su
situación contable no arrojó en el mediano plazo problemas de rentabilidad. Por
el contrario, a pesar de que el curso del 2014-2015 no fue mejor que el 2013-
2014, la banca igual logró generar ganancias que además fueron apuntaladas
por la intensificación del empleo bancario medida en la relación de los
Resultados acumulados (ganancia final) sobre la cantidad de empleados
(Gráfico 8).

Gráfico 4:

Fuente: Juan Iñigo Carrera (2007) y BCRA (Entidades Financieras 2015)

Gráfico 5:

Fuente: BCRA

Gráfico 6:

Fuente: ABBAPRA y BCRA

Gráfico 7:

Fuente: Elaboración propia en base a Balances contables


Gráfico 8:

Fuente: Elaboración propia en base a BCRA

Cuadro 1:

ROE % Dic-2010 Dic-2011 Dic-2012 Dic-13 Dic-14 Oct-15 Nov-15 Dic-15


BNA 26,17 29,45 30,5 34,93 36,97 38,66 39,59 43,65
S Río 65,68 53,6 42,49 30,67 32,15 29,04 29,69 31,65
Galicia 22,21 44,47 37,06 33,57 40 36,23 35,79 34,71
BBVA 46,91 33,8 33,39 35,75 37,41 33,95 33,78 33,31
Sistema 25,73 27,21 28,14 35,57 34,1 33,73
Financiero

Fuente: BCRA

Reflexiones finales

El objetivo del artículo fue poner en tela de juicio la imagen idealizada que
se tiene de los bancos como los villanos del sistema, imagen que se ha
reforzado sobre todo a partir de la crisis del 2001 y el default del 2002. A
nuestro entender la estigmatización de la banca no aporta demasiado en
cuanto al conocimiento como actividad en sí misma y en relación al resto. Los
bancos, dada la especificidad de su actividad (oficiar de medio de pago y
comerciar dinero como mercancía) crecieron, durante el período analizado, de
la mano de la intervención pública en los mercados. Esto se debe a que el
Capital en su imposibilidad por resolver sus contradicciones más profundas se
ha sostenido sobre la deuda y la emisión para continuar funcionando. Este
fenómeno es mundial, empero asume forma nacional. Reconocer esto fue lo
que nos condujo a pensar la relación entre los bancos, el mercado y el Estado a
partir del caso argentino durante el 2010-2015.
A futuro, lo expuesto deberá profundizarse en la medida en la cual los
problemas planteados sean discutidos por aquellos autores interesados en
debatir sobre la importancia de la intervención pública no solo como mediación
entre partes autónomas entre sí, sino como organizadora directa de la vida
social.

Es por ello que lo escrito queda sujeto a comentarios y críticas, las cuales
consideramos necesarias para avanzar en el conocimiento de los límites y
potencialidades de un sector que hoy desempeña un lugar clave.

Bibliografía
Arceo, E., Golombek, C., Kupelian, R. (2009). Crisis Mundial. Elementos para su
análisis. Cefid-Ar, Documento de trabajo Nº 26.
Carrera, J., Lanteri, L. (2007). Shocks macroeconómicos y vulnerabilidad financiera.
Ensayos Económicos, Nº 48, Banco Central de la República Argentina, 13-71.
Girón González, A. (2002). Crisis Financiera. Textos Breves de Economía. Institutos de
investigaciones económicas UNAM.
Golombek, G., Mareso, P. (2011). Sector financiero argentino, 2007/2010. Cefid-Ar.
Documento de trabajo Nº 36.
Lewinger, A., Straffela, M., Ianuzzi, P. (2012). Guerra cambiaria. ¿Falla de coordinación
o forma concreta de una crisis de sobreproducción general capitalista? Razón y
Revolución, Nº 23, 7-26.
Morón, E., Loo-Kung, R. (2003). Sistema de alerta temprana de fragilidad financiera.
Centro de investigación, Universidad del Pacífico, Documento de trabajo Nº 57.
Mussi, E. (2015). Aproximación al análisis del sector financiero durante la década
kirchenerista. Notas en torno a la unidad del capital financiero e industrial (2003-
2014). VII Jornadas de Sociología, UNGS.
Werlau, M. (1996). Los bancos comerciales internacionales y las crisis de deuda
externa en América Latina: Una perspectiva histórica a la luz de la crisis de los
ochenta. Instituto de Estudios Internacionales , Universidad de Chile, Año 29, Nº 114,
186-225.

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