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CARMEN DE BURGOS
APROXIMACIÓN A LA OBRA DE UNA
ESCRITORA COMPROMETIDA

Curso de la Universidad Complutense


"Cürmen de Burgos: precursorü delfeminismo"

Almería, 29 de Junio - 3 de Julio de 1992

Editores

Miguel Nayeros . Ramón Nayarrete-Galiano

Instituto de Estudios Almerienses


Diputaci(rn dc Almería
l9c)6

...o*¡E¡i8G.
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ffi

Edición: Instituto de Estudios Almerienses


Tcxtos: Los autores
I.§.8.N.: 84 - 8108 - 103 - 5
Dcp.Legal: Al-32-1996
Servicio de Edición del I.E.A
',"&mposición:
,,Rp¡llzación de la composición: Manuel Gálvez Martfnez
Contcción: Carmen Gea
Imprlmc: Artes Gráficas Gutenberg (Almerfa)
coLECcróN ACTAS

Núm.22
fft',

ÍNorcB

Miguel Naveros
lntroducción ....................9

Elisa Martínez Garrido


Amor y feminidad en las escritoras de principios de siglo ....................... 11

Candida Martínez López


Mujeres, cultura y poder. Metáforas de ausencias y silencios ................. 39

Pilar Ballarín Domingo


Carmen de Burgos y la educación de las mujeres ............... 55

Elizabeth Starcevic
Carmen de Burgos, precursora del feminismo ................ .....71

Concepción Moreno Baró


La Almería de la época de Colombine ................ ................. 81

Concepción Núñez Rey


Carmen de Burgos y su obra literaria.........:......... ................ 93

Hamón Navarrete-Galiano
Las bodas de sangre de Carmen de Burgos.
Puñalde claveles o la esperanza de la rebeldía ...,............ 109
Ixrnooucctót't
Mrcunl N,rven<ls

Las evocaciones de Carmen de Burgos son unos de los primeros recuerdos de mi inf'ancra.
Tía de mi padre José Miguel, sr-r personalidad, primero, y su figura pública, después, fueron de

las que marcaban fronter¿rs en la pacata y provinciana Almería de principios de siglo e incluso
en su familia, en cuyo seno mi padre recordaba los significativos silencios y cambios de con-
versación cuando se estaba hablando de ell¿r y aparecía donde los mayores algún niño.
Mujer libre y decidida a vivir en libertad, escritora comprometida, militante por los dere-
chos de la mujer, personalidad incontestable en los ambientes culturales de las izquierdas de la
época, Carmen de Burgos supo sacudir con vehemencia, con la vehemencia necesaria -la mis-
ma con la que el 9 de octubre de 1932 gritó «¡Viva la República!» al pie de un estrado cuando
le sobrevino el ataque que en horas Ia iba a lracer morir-, la doble moral de la época y consti-
tuirse en una de esas pocas españolas que lograron, a golpes de un enorme esfuerzo personal y
de un encomiable coraje intelectual, abrir caminos y perspectivls a las mujeres católicamente
relegadas de nuestro atrasado país de finales del XIX y del primer tercio del XX, cuando la
España que «desprecia euanto ignonr,,taponaba como podía -dictadura de Primo de Rivera
incluída- la España del «cincel y de 1a maza>> que fiaguaba, entre caciquismos y represiones,
la alternativa modernizadora de la República.
Pues bien, en este marco histórico y social, Carmen de Burgos optó por el futuro escogiendo
el siempre difícil doble campo de batalla de Io político y Io personal, alcanzando la coherencil
deseable en todo refbrmador o todo revolucionario y creando la lógica zozol¡ra a la que rni padre
-que la admiraba- se refería.
Comentando éstos y otros aspectos de Carmen de Burgos con el entonces Rector de la
Universidad Complutense, Gustavo Villapalos, surgió la idea de organizar en el verano de 1992
un cllrso sobre su figura y su obra que dirigí.junto a la escritora Ana María Matute y en el que
¡rartici¡raron prof'esores de las Universiclades Complutense, de Granada, de Toulouse, City
College cle New York y de Allnería, entonces aún Campus Universitario de la Universidad de
(iranacla. Dc rc¡ucl culso lolrna¡r p¿rtc la mayor'ía de los traba.¡os acluí reunidos, y en concreto
Ios t¡uc sc cL:nlr"lron rrtís cs¡rccíl'ic¿u)rcnlc cn lir «lbr¿r rlc Carrncn de Bulgos, a los que se unie-
rt»l lirs llrillirrrlcs inlcrvcrrciortcs tlc lir cirlctlr'¿iticir tlc lit []rtivcrsid¿ttl ('oln¡rlutcrtsc Mar'íaclel Pilar
l)irlortto solr¡e t'l rt¡tuttlo t'ullunrl rlt'l¡r tipo,.'¡t, llt rk'l ¡trrrli'sru l)ctlrrt ('rinkrbl Mottltlyit srlhl'c las
lclirr'iorrt's rr¡¡rllrrrtorriirlt's r'rt l¡r ('u('n('it tuctlilct'r'lirtelr (rt ¡rtrl¡lisilo rlc lit lrorlit (luc ccrlllrt l¿t tlbrlt
tlc C'¿rlrrrcn dc llurgos "l'ur)¡rl tle sluvclcs") y. conr(, clüusut'u, lu rlc Anit Mulfa Mitlutc. (luc tt'lz(i
rrlriogral'ía de escritora alaluz de su condición de mujer y de la influencia y el ¿rcicate
t.scrilolas como Carmen de Burgos, cuyos primeros libros los leyó en su casa paterna,
r.irrvcrttucl.
,it vitsl¿r y polifacética obra de Carmen de Burgos, algunos de cuyos textos están sien-
tilnrcntc rcscatados por estudiosas y estudiosos de la literatura, espera, en mi opinión,
cr'trl scrio de reedición que nos perrnita asomarnos a su interesante -a menudo contra-
, coltro sl¡cede con todo movimiento cuando implica una importante ruptura- mundo in-
I y litcrario y que permita más contribuciones, como las que presentamos, a Ia interpre-
r. unit (lc las rnujeres que marcan la nada fácil historia de la mujer española de este si-
locir it su final.
'()ll csla propuesta y esta esperanza, no me queda más que agradecer el trabajo de quienes
ici¡rirtlo colt sus textos en este libro y de quienes han hecho posible su materialización,
elorcs clcl I.E.A. Francisco Andújar, Rodríguez Vaquero y Rafhel Lázaro, el jefe del
Irrcrrlo clc Arte y Literatura del LE.A. José Valles Calatrava y los impulsores finales del
t¡rrc lockr libro lleva apareado, el periodista e investigador Ramón Navarrete, compa-
i'oo¡'tlinaci(rn de este trabajo, y Carmen Gea.

Miguel NAVEROS

AMOR Y FEMINIDAD EN tAS ESCRITORAS


DE PRINC¡PIOS DE SIGTO

Eusa Mmri¡¡¡z Gmnloo

c¡H¡¿t ¡.1 lrl BuNr,,,., Al,ñ.xtM¡rt()t..lAlA()lr¡^l)l llf.JAl"(Rll()RA(()Ml,li()Ml lll)A


lN:,illuto t)t Estt.I)t( ):, At¡¡l rtt Nl,t :,

I 99ó
AMOR Y FEMINIDAD EN LAS ESCRITORAS DE
PRINCIPruS DE SIGLO

Elrsl M,tnrÍuoz G,rnnloo

Quiero comenzar esta intervención por los agradecimientos.Requisito retórico de todo exor-
dio y que en, mi caso, es exigencia de la más absoluta sinceridad.
Doy las gracias, en primer lugar, a los organizadores del Curso por la invitación. Porque
me han dado la oportunidad de hablar e intercambiar impresiones acerca de uno de los temas
de estudio de mayor interés para mí: la literatura femenina y su relación con el feminismo. Y
sin lugar a dudas, gracias a esta invitación, me he visto obligada a ponerme en contacto con una
de las personalidades más interesantes de la España de principios de siglo, tanto por su labor
como periodista y escritora, como por haber sido una de nuestras pioneras en la defensa de los
derechos de la mujer. Si no hubiera sido por este Curso, seguramente no Ia hubiera conocido,
y os aseguro que 1o habría sentido muchísimo. A lo largo de estos meses he disfrutado enormente
con ella. Por otra parte, a través de Carmen de Burgos, me veo de nuevo aquí, en Almería, uno
de los escenarios más importantes de mi primera juventud, rodeada de viejos amigos con quienes
compartí, hace ya algunos años, ilusiones de toda índole, y a los que ya entonces oí hablar de
«Colombine». Algún tiempo después me doctoré, al ser italianista, con una tesis sobre otra
escritora italiana algo anterior cronológicamente a Carmen de Burgos: Neera.
Desde aquel momento, el estudio de la literatura escrita por las mujeres,la diversidad y la
peculiaridad de gran parte de sus textos, ¿tsí como el estudio de las diferentes representaciones
imaginarias de lo «femenino», se han configurado en los principales campos de interés de mi
actividad investigadora y, siendo mujer, en una de mis mayores preocupaciones existenciales.
A la satisfacción de este segundo objetivo, obedece, en parte, el título de mi ponencia. Título
dado a bote pronto cuando se me propLlso participar en el Curso y que, de ninguna manera, a pe-
sar cle la generalización, pretende ser ambicioso. Aunque considero que los compartirnentos estancos
y la ¡rat'celacit'rn exccsiva no son beneflciosos en casi ningún campo del saber y , en cierta manera,
clicha Iestriccirin, cn tarrtas ocasioncs antihurnanista. se rcvela intolerable a la hora de abordar cual-
r¡uicr csturlio litcralio c¡uc prctcntll scr sloblliz¿rckrr, n'lis lirnitaciones son evidentes, y, por tanto,
ll¡c vcttí rtbligruLt. soy tlcsrlichirtlirtttertlc cortscicnlc tlc cllo, a haccr ref'ercncia, únicarnente, a mis
tkrs n'rtlitlirlt's litcr¿u'i¡rs rrr¡is r'crt'lrrrirs. lrr es¡lrnollr y ll ilirliirrur. No ollsflultc. cn ulgurra ocasitin h¿rÉ
¡tlt¡siritt ir ()l¡ir\ t'st'r'ilonts y r ollir\. t:rsi sit'rrr¡rrr'lrrs rt¡isrt¡rrs. litc¡irlrrtits rlc rrrrr.jclcs. ¡rrccisitrncrrlc
¡littit lrttilicrtt t¡nir lt'sis t¡ttc irrlt'lirrtlo yir, lir t'oirrt'irlt'ulr' lrorrxrgcncirlirtl rlc los lcxlrls fi'nrt'nirros. so
hrc fo(l() crr krs orf¡lcrtts rlc sr¡ nlnnil'csl¡lci(1n,
l,r \ilNil)Ar) riN t.As F.SCI{TORAS DE pRtNCIptos I)E stcl-o Elrsr M,rr rrr z ( i

'ol'otra parte, aún a riesgo de ser pcllémica, como se desprende del título de mi interven- podía ser de otra manefa. Sumergiclas en el silencio del gineceo, encerradas en rccintos r-,
ltc llevado a cabo una absoluta fusión entre los tres términos que constituyen su desarro- dos, aleiad¿rs del poder institucional, las mujeres empiezan a dejar oír su voz ¿r travós rlc ir
grunentativo: amor, feminidad, añado yo benéfica, la mujer fatal no ama, sólo seduce, y llas manif'estaciones textuales llue son continuación de la larga tradición oral l'enrcninrr.,
rir(ivicl¿rd del mundo interior, lo que equivale a decir literatura f-emenina. De manera que charla privada entre rnujeres. Se trata, por consiguiente, de textos confesionales, clc rlilrlio
scr rnujer y escribir, siendo tal y con consciencia de ello, a caballo entre XIX y XX, es timos, cercanos al género de memorias o a la autobiografía, de descargas emociorurlcs. t¡r
citrnente la misma cosa. En España e Italia así es, me atrevo a afirmar que también en rebelarse contra las lirnitrciones irnpuestas a la actuación pública y privada cle las rntrit'tt'
iir, aunque en este caso se cuente menos con un conjunto de escritoras, y más con gran- los momentos de ruptura y revisión de los modelos donrinantes, abren nucvos holizorrlt's
gtrras aisladas: George Sand y Colette en el siglo pasado y en el ¿rctual , y con Madame ser mujer y, en consecuencia, nos enfl'entafl ante nlrevas fbnnulaciones cle Io aruorrrso l tl
r liayette en el XVII y Mme de Stael a finales del XV[I. En Inglaterra, como obras de vivencias sentimentales. Son textos que hablan de la dolorosa experiencia clc lir li'nrirutlrr
rrto. hay que adelantar el nacimiento y primera manifestación de la literatura l'emenina a una sociedacl patriarcal, a veces, de una manera táctil y excesivamente colrcr.clir. t¡rrit'ntlt
Itrnda mitad del siglo XVIII con el advenimiento de la Revolución Industrial. En la ma- primera vez el cuerpo t-emenino al lenguaie, dos realidades, hasta el mol'ucnto tlt'l rurt inrr
tlc estas obras se habla de ¿rmor. sistemático de la literatura fen-renina, raclicalmente separadas. Habí¿rmos sickr hlrbllrtlrrr rurlr
ii hay, en nuestra cultura, una constante definitoria del hecho de ser mujer, esta es sin duda nuestr¿r propia epifhnía lingüística r. Se trata, pues, de obras espejo quc sc inlrotlutt rr t
rccpción vigente de lo amoroso. Entiéndase bien,me refiero a una concepción del amor mundo cle lo privzrdo con la finalidad de recuperiir un lenguaje radicaltrentc sc¡lrllrtkr t['l t rr
nlinatoria para la mujer, porque revistiéndonos con los hermosos ropajes de musas, dio- fémenino y cuyo térrnino hay que buscarlo en la propia palabra +.
rrradres; es la representación del «ideal» r, se euf'emiza el desprecio, la inferioridad y la En consecuencia, el estudio de la escritura f'emenina contribr-rye al rlcsvrrtt't rnr('nl() (l('
tad de sometimiento hacia nuestro género-sexo. Por otra parte,»el amor, hasta muy pocos de las rígidas dicotomías del logocentrismo: la Literatura con L rnayúscrrlir y lir lilt'rrlur:r t
la única vía de acceso a las funciones y los papeles sociales asignados a la rrrujer: el rninúscula, la literatr-rra de «andar por cas¿l». Para acercarnos al estuclio y rl r'orrotrrrt'nl
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lulos y a encadenurnos. lleva un valor discrintinatorio para la otra literatlrra, aunque indudablernctttc sltbctttos tlt' lir t
,¿r educación sentimental recibida, por tanto, no ha sido otr¿r cosa que el envoltorio de colo- realidad y asumimos sin ningún tipo de vergüenza que gran parte cle l¿rs novclrrs lr'rttt'r
' un caramelo pretendidamente dulce con el que se definía nuestra condición de subalternas. pueden ser adscribibles a la denornin¿rda literatura «popular», al género rosu y itl rtte lotlllu
irrcerradas en los círculos enajenantes de la cultura subalterna del amor, del hogar, de 1o folletín de composición y estructura decimonónica.
lrro, apartadas de la Historia e instaladas únicamente en un tiempo mítico, separadas ra- La crítica féminista, centrada en el ¿inálisis de la literatura escrita pur lus rrru.jclcs. rro
ncnte del lenguaje y de 1o sirnbólico, las mujeres hemos sido las primeras reproductoras interesada únicamente en la «buena» litcratura fcmenina, sir.ro clue gran partc tlc su irtl
rlcn patriarcal en cuanto al mantenimiento y desarrollo de las representaciones imagina- estriba en el estudio de las manif-estaciones textuales de las rnujeres en la rncclicla cn r¡trc tlt' t'
.' l«r amoroso, y hemos asumido y hemos hecho nuestra ura concepción del amor sacrificial de sus textos, vamos a poder conocer y reconstrr-rir el «verdadero» lt.tLrnclo clc la l'crrrirritlltl. r'
ioc¡uista que nos impedía la Fmancipación. Pero, al mismo tiempo, al ser lo Otro hemos truido y hecho gracias a la difícil, en ocasiones, reapropiación clel yo, y clLlc, conro rrcirlr
rrrllado formas de cultura diferentes , apartadas del poder de la hegemonía logocéntrica, decir, está inelr-rdiblernente ligado al ejercicio de la palabra. Er.t consecucrtcilr. lir rurnrrliv
rrrlista y patriarcal de las que no sólo no debemos rvergonzarnos. sino que, siendo señas menina, que desde Ia estructura lineal del relato fhcilita la catarsis . constituyc..itrnlo tr
L'stra propia identidad, una vez revisadas, pueden aportar mayor riqueza a ese crisol de las práctica psicoanalítica, r,rn testimonio de prirnelu nrln() c¡Lre perrnitc zanrbL¡llinros cn t'l ntr
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uc antes hacíarnos referencia. El mundo y nuestra sociedad está, en este momento, muy rnonios psicológicos, antropol«igicos y socialcs, nos ¡-rosibilitlut couoccl e()nl() r'iviel,n v
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rn cstc scrrtick¡, cliscrcpo de la opinión de quienes 2 niegan Ia adscripción de la literatura t¡trcr'íln las nrrrjcrcs y cor)l() cllrrt lr¡turtllrs y tlt'slrrttitrlrts. (luc r)o cs lo rttisrlt,r. l)r'r1) ('r':l ir.,u:r
rirrir, crr sus corrriclrzos al rrenos, a la tcr¡htica sentimental y amorosa. Sin embargo, no Sigtrierrtlo llr trlgtttttt'ttllrt'iritt ¡lt't't't'tlt'nlt'. t's ¡lrrsilrlt'ltli¡¡¡utr'(ltt('r.r'lul ttlirttt'trr tlt'l:rs tt
llrs tlc('iunr('l tle llut'los llt'tlt'nt'tt'rt ¡r lrr l¡lr'r'ltlur';l ¡lo¡lttlrtt. lrt turtl. sirrititttlost'tlt't'sllttt l
llil'.//.(l.ll.. lllil,'v,li,r'illrttttrtsrtttttlt'lli'unttittil,.Ln \trl..\rrt,lt.ll7l.ll^i.l¡ligs.7()()1.
(llr(;l Nf()Nl. l) ltr I ttttt)lt t't I'tttti,l,ilt. l',r¡r', lt|ll, l r'llrr" ltllr.)
lN,\lt()l{lx)N.\l),\,,\(r.rl LNr¡rli¡rrllt,t,'¡,1, l\ttttt,t.t\lt¡,¡¡¡1,,1,¡1 l,)l)ll lt)i().1\lrrrlrrl,(rrsl;rlirr, l()')O, lrrl'..'5. ( l( \\\ I 1,, lut,'t,t tlt ll¡t tuttttr, li,,rrr,r. I ,lrzr,,rrr,l, ll, ,l,,rrrr, l',

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Ar¡on v FeutNloAl) EN LAs EscRIToRAS DE pRtNctptos DF- srcl-o

Por otra parte, aún a riesgo de ser polémica, como se desprende del título de mi interven-
ción, he llevado a cabo una absoluta fusión entre los tres términos que constituyen su desarro-
llo argumentativo: amor, feminidad, añado yo benéfica, la mujer fatal no ama, sólo seduce, y
la narratividad del mundo interior, lo que equivale a decir literatura f'emenina. De manera que
amar, ser mujer y escribir, siendo tal y con consciencia de ello, a caballo entre XIX y XX, es
prácticamente la misma cosa. En España e Italia así es, me atrevo a afirmar que también en
Francia, aunque en este caso se cuente menos con un conjunto de escritoras, y más con gran-
des figuras aisladas: George Sand y Colette en el siglo pasado y en el actual , y con Madame
de La Fayette en el XVII y Mme de Staél a finales del XVI[. En Inglaterra, como obras de
conjunto, hay que adelantar el nacimiento y primera manifestación de la literatura femenina a
la segunda mitad del siglo XVIII con el advenimiento de la Revolución Industrial. En la ma-
yoría de estas obras se habla de amor.
Si hay, en nuestra cultura, una constante definitoria del hecho de ser mujer, esta es sin duda
la concepción vigente de Io amoroso. Entiéndase bien,me refiero a una concepción del amor
discriminatoria para la mujer, porque revistiéndonos con los hermosos ropajes de musas, dio-
sas y madres; es la representación del <<ideal>> 1, se euf'emiza el desprecio, la inferioridad y la
voluntad de sometimiento hacia nuestro género-sexo. Por otra parte,»el amor, hasta muy pocos
años, la única vía de acceso a las funciones y los papeles sociales asignados a Ia mujer: el
matrimonio y la maternidad,nos otorgaban identidad social y personal, pero contribuía a
alienarnos y a encadenarnos.
La educación sentimental recibida, por tanto, no ha sido otra cosa que el envoltorio de colo-
res de un caramelo pretendidamente dulce con el que se definía nuestra condición de subaltemas.
Enceradas en los círculos enajenantes de 1a cultura subalterna del amor, del hogar, de lo
cotidiano, apartadas de la Historia e instaladas únicamente en un tiempo mítico, separadas ra-
dicalmente del lenguaje y de lo simbólico, las mujeres hemos sido las primeras reproductoras
del orden patriarcal en cuanto al mantenimiento y desarrollo de las representaciones imagina-
rias de lo amoroso, y hemos asumido y hemos hecho nuestra una concepción del amor sacrificial
y masoquista que nos impedía la fimancipación. Pero, al mismo tiempo, al ser lo Otro hemos
desarrollado formas de cultura diferentes , apartadas del poder de la hegemonía logocéntrica,
racionalista y patriarcal de las que no sólo no debemos avergonzarnos, sino que, siendo señas
de nuestra propia identidad, una vez revisadas, pueden aportar mayor riqueza a ese crisol de las
múltiples visiones culturales que ayudará a desgajar la intransigencia monolítica y antihumanista
a la que antes hacíamos referencia. El mundo y nuestra sociedad está, en este momento, muy
necesitado de un reconocimiento real de la diversidad no hegemónica en cualquiera de sus di-
ferentes manifestaciones.
En este sentido, discrepo de la opinión de quienes 2 niegan la adscripción de la literatura
femenina, en sus comienzos al menos, a la temática sentimental y amorosa. Sin embargo, no

l.PREZZO,R., Ilfibsofu e ilJLtntctstt'tct delfemmfuile, en «Aut, Auo> n.237-238, págs. 79-91.


ROUGEMONT, D. De., L'tunour et I't¡ccident, París, Belles Letrres, 1962.
2. ENA BORDONADA, A (.ed.), Novelas Brettes de Escritorcts Espuñolus 1900- 1936, Madrid, Castalia, 1990, pá9. 25

14
Er.rsr MnnrfNEz G¡nnroo

podía ser de otra manera. Sumergidas en el silencio del gineceo, encerradas en recintos cerra-
dos, alejadas del poder institucional, las mujeres empiezan a dejar oír su voz a través de aque-
llas manifestaciones textuales que son continuación de la larga tradición oral femenina, de la
charla privada entre mujeres. Se trata, por consiguiente, de textos confesionales, de diarios ín-
timos, cercanos al género de memorias o a la autobiografía, de descargas emocionales, que al
rebelarse contra las limitaciones impuestas a la actuación pública y privada de las mujeres, en
los momentos de ruptura y revisión de los modelos dominantes, abren nuevos horizontes para
ser mujer y, en consecuencia, nos enfrentan ante nuevas formulaciones de lo amoroso y de las
vivencias sentimentales. Son textos que hablan de la dolorosa experiencia de la feminidad en
una sociedad patriarcal, a veces, de una manera táctil y excesiv¿rmente concreta, uniendo por
primera vez el cuerpo femenino al lenguaje, dos realidades, hasta el momento del nacimiento
sistemático de la literatura femenina, radicalmente separadas. Habíamos sido habladas antes de
nuestra propia epifanía lingüística 3. Se trata, pues, de obras espejo que se introducen en el
mundo de lo privado con la finalidad de recuperar un lenguaje radicalmente separado del cuerpo
femenino y cuyo término hay que buscarlo en la propia palabra a.
En consecuencia, el estudio de la escritura femenina contribuye al desvanecimiento de otra
de las rígidas dicotomías del logocentrismo: la Literatura con L mayúscula y la literatura con I
minúscula, la literatura de «andar por casa>>. Para acercarnos al estudio y al conocimiento de
ia literatura de mujeres debemos desdibujar, por consiguiente, la oposición binarista que con-
lleva un valor discriminatorio para la otra literatura, aunque indudablemente sabemos de la doble
realidad y asumimos sin ningún tipo de vergüenza que gran parte de las novelas femeninas
pueden ser adscribibles a la denominada literatura <<popular», al género rosa y al melodrama y
folletín de composición y estructura decimonónica.
La crítica feminista, centrada en el análisis de la literatura escrita por las mujeres, no está
interesada únicamente en la «buena>> literatura femenina, sino que gran parte de su interés
estriba en el estudio de las manifestaciones textuales de las mujeres en la medida en que de estas,
de sus textos, vamos a poder conocer y reconstruir el <<verdadero» mundo de la feminidad, cons-
truido y hecho gracias a la difícil, en ocasiones, reapropiación del yo, y que, como acabo de
decir, está ineludiblemente ligado al ejercicio de Ia palabra. En consecuencia, la narrativa fe-
menina, que desde la estructura lineal del relato facilita la catarsis , constituye, junto con la
práctica psicoanalítica, un testimonio de primera mano que permite zambullirnos en el mundo
de las mujeres y en la reconstrucción del imaginario femenino. Dichos textos,verdaderos testi-
monios psicológicos, antropológicos y sociales, nos posibilitan conocer como vivieron y sin-
tieron, nuestras antepasadas, la difícil tarea de ser mujer en una sociedad, entonces más que
ahora, hecha por y para los hombres, y, sobre todo, son obras que nos cuentan como amaban y
queían las mujeres y como eran amadas y desamadas, que no es lo mismo, pero era igual.
Siguiendo la argumentación precedente, es posible afirmar que gran número de las nove-
las de Carmen de Burgos pertenecen a la literatura popular, la cual, sirviéndose de estructuras

3. RASY, 8., La lingua della nutrice, Roma, Edizioni delle donne, 1978
4. MERCIER, M., Il romanzo al femminile, Milano, 11 Saggiatore, 1979.

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Arrox v Fln¡slnlr) EN LAS Escl¡TORAS DE pRINCIptos DE stail()

narrativas archiconocidas por el público, f'avorece un proceso de recepción inmediato, con la


consiguiente obtención del placer de la fácil lectura, y, mediante tal gratificación, se pretende
persuadir al auditorio y educarlo, bien según los intereses idelógicos del status quo, bien, se
intenta alterar la tónica dominante del sistema de valores del momento social en que el texto
se enmarca con leves modificaciones en el sistema de expectativas esperadas por los fiuidores,
y obtener así una respuesta inmediata de carácter pragmática que modifique un estado de co-
SAS.

Es cierto, sin embargo, que la obra literaria de la escritora, en cuanto a su temática y a su


adscripción a las distintas escuelas y tendencias literarias, es rica y variada. Y , como la propia
autora confiesa en su autobiografía, imposible de encasillar en una determinado movimiento'.
Ahora bien, en general, la inmensa mayoría de sus novelas presentan características de Ia na-
rrativa popular. El medio en que se publicaron dan buena prueba de ello: EL cuento semcmal,
La novela corta, Los contem¡toráneos..La narrativa popular cle las primeras décadas de este
siglo, antes del éxito generalizado del cine y de la llegada de la televisión, constituye un ver-
dadero fenómeno sociológico de consumo y, gracias a esta, asistimos a una verdadera osmosis
cultural.
Sin ernbar-qo, decir que Carmen de Bur-eos presenta en su narrativa características propias
de la literatura de consumo y de la literatura popular, no tiene ninguna intención de denostarla,
r1o supone un jr-ricio de valor discriminatorio. Piénsese en todos los escritores de primera fila que
escribieron en estos medios, muchos de ellos dieron sus prirneros pasos como literatos recunien-
do a Ia utilización de estas técnicas populares. Por otra parte, se podría pensar que muchos de
dichos autores, de una cierta categoría,aunque con sus obras no dieran un giro radical o inno-
vador a las tendencias literarias de su época o no renovaran la lengua y el estilo literario del
momento, tuvieron el mérito de difundir una estética entre el gran público y difundilla. Muchos
de estos escritores son considerados autores «populares». En Italia podemos mencionar el caso
de Guido da Verona, más conocido incluso que el propio D'Annunzio, o a Amalia
Guglielminetti, difusora también del erotismo decadentista. Ambos fueron en su época
conocidísimos y cumplieron el papel de difusores del decadentismo italiano.
Carmen de Burgos, por otra parte, como es bien sabido, por su temperamento y su perso-
nalidad se prodigo en otros ámbitos de la cultura y de la vida pública y política de este país, en
consecuencia, es lógico que ni pudiera ni quisiera dedicarse a pulir y a mimar todas y cada una
de sus páginas literarias. La estética no es su primordial búsqueda, a ella, defensora de una idea,
como a buen número de escritoras de la época, les interesaba la literatura principalmente como
vehículo ideológico, como instrumento de educación popular, como arma cargada de futuro; de
ahí Ia utilización de textos narativos claramente persuasivos y retóricos que favorecieran la labor
pragmática en cuanto que labor social. No olvidemos que Carmen de Burgos era educadora, y
la misma voluntad pedagógica que tenía como maestra queda reflejada en sus novelas.
Ahora bien, si buen número de obras de Carmen de Burgos presentan rasgos típicos de
literatura popular, estos se intensiflcan considerablemente en las novelas que podemos consi-

-5. BURGOS, C. DE.. Amo-biogrclía. Pron'rcteo I[, agosto, 1909, pág. zt4

16
Elrs¡, M.qnrÍNez C,qnnroo

derar «feministas>>, aunque, precisamente, por las adscripción a este subgénero, son más bien
obras que se mueven aún entre el tabú y la consciencia. A pesar de 1o arriesgado de la afirma-
ción ante un auditorio como este, opino que así es. Lo veremos más tarde.
En consecuencia, mi análisis se basará exclusivamente en las novelas cuya temática se
centra en la defensa de los derechos femeninos, obras que son a su vez un testimonio, en oca-
siones marcadamente melodramático, de la condición femenina en las primeras décadas de este
siglo. Me refiero, por tanto, a los siguientes textos: El Abogado (1915), Lo Inesperado (1916),
La Rampa (1917), El Artículo 438 (1921), El Extranjero (1923), La Malcasada (1923) y El
hombre negro (1916).
De estas narraciones dos son novelas largas, La Rampa y La Malcasada, mientras que
el resto lo son breves, género muy practicado por la autora máxime si tenemos presente el medio
popular en que publicaba.
La Malcasada es una versión detallada y ampliada de El Articulo 438 cuyo argumento
gira en torno a la indefensión de la mujer dentro del mal matrimonio, y en torno a la legítima
aspiración femenina a la petición de separación conyugal. Las obras sirven también para poner
de manifiesto la desigualdad reinante en el código penal en vigor con respecto a la mujer; la
infidelidad femenina era contemplada como delito de adulterio y el marido, en defensa de su
honor, podía justificar el asesinato de su esposa. La Rampa, Lo Inesperado y El Extranjero
son versiones diferentes del tema planteado ya en El Abogado, en este caso el drama se orga-
niza en relación a la mítica figura femenina de la virgen seducida y abandonada ante su futura
maternidad. En esta serie segunda de novelas, la autora intenta poner de relieve el desamparo
social, moral y psicológico en el que se encontraban, fundamentalmente, las jovencitas de la
clase media, ignorantes, excesivamente cándidas, incultas y con prejuicios e inexperiencia a la
hora de ponerse a buscar y a desarrollar una actividad laboral. No olvidemos que la clase so-
cial a la que principalmente iban dirigidas estas novelas era la clase media urbana.
En último lugar, podemos decir que El hombre negro podría ser considerada una obrita
a caballo entre las dos series temáticas. Por una parte vuelve a situarnos ante el problema de la
separación conyugal, pero simultáneamente nos encontramos de nuevo con el engaño e irres-
ponsabilidad del amante de la protagonista y ante la cobardía y la falta de arrojo del personaje
masculino positivo. Situación idénticamente planteada en La Malcasada, hecho que recrude-
ce el estado de soledad e indefensión de la mujer.
Pasaré a continuación a analizar las estructuras y recursos narrativos que hacen de este
corpus de novelas relatos adscribibles a la narrativa popular.
En primer lugar, son novelas que cuentan una historia que, a modo de exemplum, trata de
conmover de manera efectista a los lectores con la finalidad de acercarlos a la tesis propuesta
por la autora. Para ello se sirve de unas técnicas narrativas muy simples que no presentan nin-
guna complejidad en ninguno de los planos constitutivos del relato. Se recurre, por tanto, al uso
de una historia lineal, totalmente desprovista de juegos temporales que permita al lector, de la
manera más fácil posible avanzar en el proceso de lectura. La dispositivo responde a la técni-
ca de lo ya conocido, cuanto más simplemente contada esté la historia mejor, y cuanto más
pueda prever y adivinar el público, más éxito tendrá la novela. Para crear el efectismo que

17
A,l¡on r ljcut¡;tD,\t) EN L,\s F-sctltott,\s DE PIilNCIPIoS DItslGLO

¿rcompañara al éxito de la obra, será necesario extremar los ef'ectos redr-rndantes que garantizan
a su vez la obtención del placer del reconocimiento inmediato por parte de los receptores.
Las desgracias que les ocurren a las protagonistas, sobre todo a la cle La Rampa, han de
ir en cadena, Llnas suceden a las otras, de lnanera qlle no hay nueva situ¿rción narrativa ni apa-
rición de nuevos personaies que no vayan, de manera directa o indirecta a dañarla; hasta el
m¿rtrimonio de Agueda con Joaquín. casi al final de la novela. después de que el personaje
masculino había quedado perdido casi desde el cc¡mienzo, no tiene otra finalid¿rd que abocar a
lsabel aún más en la más oscur¿l de las situaciones: el asilo-refugio parer criadas.
A esta estructura narrativa extrernadamente simple acompaña la configuración rnanicluea
de los pelsonajes. Más que personajes podenros hablar de tipos, desprovistos de cualquier com-
plejidad psicoló-eica. Podemos decir que en realidad son la representación de arquctipos incons-
cientes.
Gracias ¿r este enfientarniento maniqueo entre buenos (n-rujeres) y malos (hornbres) se es-
tablece el enfl'entamiento polémico qlle da h-rgar al desarrollo narrativo del relato. Así sucede
en El Artículo 438, La Malcasada o El hombre negro. En estos c¿lsos las mujeres se oponen
a la actitud tiránica de Ios hon-rbl'es, maridos, por parte de quienes soportan tc¡da clase de veja-
ciones y tralos tratos. Pero para llevar aclelante el proceso de separación las protagonistas cuen-
tan, par¿l realiz.ar tal hazaña. con un móvil o rnotor de tal acción: el amor de otro hombre, cau-
sa que pondrá en marcha el enll'entamiento polémico, aún más recrudeciclo, entre rnarido y
mujer.
Contamos ya con la triada estructural básica que pennite el desarrollo del conflicto narra-
tivo y el avance del relato. Hay, por tanto. un antihéroe, el rlarido, una heroína de bondad,
víctima del sadisrno del primero, la esposa, y un héroe, personaje masculino benefactor de la
víctima. Se trata del ioven bueno, comprensivo, salvador y clefensor de los intereses f'emeninos.
Sin embargo, el héroe, al final del relato no podrá concluir ni asumir las acciones heroicas que
cle él se esperaban. Es decir, no será capaz de contrarrestar las acciones de si-eno contrario, las
del antihéroe. Consecuentemente, será incapaz de libertar, rescatar o salvar a la dulce heroína.
Esto es lo que le sucede a Jaime, enamorado de M. Angustias, protagonista de El Artícu-
lo 438. EI persona.je rnasculino. no puede impedir"el asesinato, a manos del esposo, de la pro-
tagonista y, para colmo de sus males acabará en la c¿ircel. En La Malcasada. Pepe, el buen
abo-uado que detiende a Dolores y la sostiene moralmente para pedir la separación, siente, al
final de la novela. flaquear sus fuerzas. e, incapaz de vencer ios prejuicios de la sociedad
almeriense, se retira del laclo de la protagonista. Le niega, pues, la protección prometida y se
evita la responsabilidad de la fuga en común que ella le había propuesto. Tras la victoria del
partido conservado[, Angustias habrá de ser «devuelta» al marido.
«El la miraba y experimentaba t¿rmbién el impulso que lo acercaba a ella: el arnor tortu-
rado en slr corazón, que le pedí¿r la vida.Dolclres fue la primera en romper el silencio:
-¡ Pepe, por cariclotl, no me abandone usted!
Juntaba las manos y lo rniraba con sus hermosos ojos pardos suplicuúes.
-l\o, Dolores. no la abandonaré a usted nunca.
-Entonces...

18
E¡-rs¡ M¡nrfNez Cenproo

-¿Qué?
-¡Ocúltume usted!...¡Lléveme de aquí!...Mañana ya será tarde...
-¡Cálmese usted, Dolores!...¡Hay que resignarse ante la crueldad del Destino!.

¡Resignarse!.6»
Mediante el dialogismo abrupto, recursos usado para aumentar el climax narrativo y el
consiguiente efecto de realidad que favorece la persuasión, Carmen de Burgos deja patente la
desesperación de Dolores así como su valentía, nacida de la pasión, y la cobardíay el miedo
de Pepe.

Quizás antes de su muerte, en 1931 con la publicación de Puñal de Claveles, la autora, al


ambientar la historia en un medio campesino, casi salvaje y virgen, quiso dotar a sus persoRa-
jes de la pasión y el coraje que hizo posible, en la novela, el final feliz. Se resarcía la autora así,
tal vez, de demasiados dramas fuera y dentro de sus obras.
La misma estructura presenta la novela breve El hombre negro. En este caso, como en los
anteriores, Elvira decide separarse definitivamente, a pesar de haber descubierto la maldad del
marido desde el comienzo de la narración, sólo cuando se enamora de Federico, a1 término de
la novela. Por esta razón <<se formó el propósito de lograr el gozo de sacrificarse por él>>1 , re-
velar la falsedad del marido y pedir la separación. Como en los casos anteriores el protagonis-
ta, desde su egoísmo, no podrá correspondeda.
<<Ella entonces lloró como si sus lágrimas hubiesen sido de mucho tiempo, contenidas
eternidades en la sima profunda de sus ojos. Después dijo:
-No sé, no sé..,Yo misma no puedo decirlo...Pero me voy a ir...; voy a volver a
Extremadura, al lado de mi madre..., destrozada...deshecha...,y quiero que usted sepa que yo
he sido la mano de la justicia...y que usted me ha impulsado...; lo he hecho todo por usted.
Con sorpresa vio que Federico no se inmutaba.
-Se lo agradezco a usted, Elvira..., pero usted y yo no podemos hablar de eso.
Pensó que desconfiaba de ella.
-¿No me cree usted?.
-El movió tristemente la cabeza.
-No es eso. Es que yo no quiero aprovechar esta debilidad de usted, cuya causa no co-
nozco. Yo no puedo invitada así a faltar a sus deberes de esposa>>.8
En estas tres novelas, por consiguiente, nos encontramos con idéntica estructura, un enfren-
tamiento entre dos esposos, enfrentamiento que podría quedar resuelto gracias a la figura del
salvador, si nos moviéramos en los límites del más puro estilo rosa. Sin embargo, en las obras
estudiadas el final será la muerte física o psíquica y social de la protagonista o la soledad más
absoluta.

6. BURGOS, C. DE., Lt Malcasadn, Valencia, Sempere, 1923,págs.,250-251.


7. BURGOS, C. DE ., El hombre negro, (ed. de rosa Roma), Madrid, Emiliano Escolar Editor, 1980, pág., 96.
8. BURGOS, C.DE., El hombre negro...Ob. cit., pág., 101.

19
Air¡o¡r v Fcv¡xro^t) EN LAS LSCRrtottAs DL pR¡Ncrplos DL srcr.o

Es decir, a pesal'de la presencia del héroe que preludia un desenlace posiblemente f'eliz con
el consiguiente establecimiento de un idilio, y constitución de una nueva pareja, el no desarro-
1lo de la acción heroica por parte del personaje del salvador, truncan tal expectativa narrativa,
ahondando en la situación dramática de Ia víctima, y, en consecuencia, precipitándola en el final
trágico.
Si en las tres anteriores novelas analizadas, la ausencia de acción del personaie masculino
positivo trunca las posibles expectativas del optimismo consolador propio de las obras de con-
sumo, en las otras narraciones seleccionadas, cuyo tema principal es el engaño y el abuso de
la feminidad cándida e indef-ensa, ni siquiera existe personaje masculino benéflco dispuesto a
ayudar a la víctima, con lo cual, desde el comienzo del relato, sabemos que la pobre protago-
nista está avocada a la desgracia, convirtiéndose una en una víctima sacrificada.
Así pues los personajes f'emeninos de El Abogado, La Rampa o El Extranjero so11
caperucitas rojas sin abuelitas ni caz¿rdor bueno que puecla rescatarlas de la tripa del lobo. Los per-
sonajes masculinos son lobos despiadados y hambrientos a I¿r caza de las pobres protagonistas.
En El Abogado todos los hombres abusan, de una rnanera u otra, de Manolita, sólo hay
un magistrado al final de la novela clue le abre los ojos y le hace ver Ia cruda realidad del en-
gaño del que ha sido víctima. Igual sucede en La Rampa, sólo contamos con un personaje que
en cierta forma se salva, Joaquín, pero no olvidemos que el capítulo que le está dedicado tiene
por título El aruigo sombrío. El resto de los personajes masculinos , desde Don Prudencio has-
ta Fernando, sin olvidar al amante de la hermana de Agueda, son hombres negativos y explo-
tadores de las mujeres. Idéntico esquema se repite en El Extranjero, Matilde no sólo será víc-
tima de Alfredo, sino de todas y cada una de las figuras m¿rsculinas que pueblan la novela,
herm¿rnos, familiares, tutores y jefes.
Por otra parte, tanto en la primera serie de novelas como en esta segunda, mientras los
antihéroes cuentan con ayudantes perversos que facilitan el maltrato de la protagonista y sus
propios intereses, Ios personajes f'emeninos estarán prácticamente desamparadas y, en la mayoría
de 1as ocasiones, el desfile de personajes secundarios que hacen aparición en las obras cumplen
la función de martirizarlas o humillarlas.
Pero volviendo a la segunda serie temática de novelas y, continuando con Io que estába-
mos diciendo, en este segundo caso ni siquiera contábamos con la presencia del héroe, por
consiguiente, los ef'ectos melodramáticos y ef-ectistas, ante los ojos del lector, se recrudecen. Si
esto es así, se debe en parte al determinismo que marca como víctimas a los personajes f'eme-
ninos de Carmen de Burgos desde su primera apariciór, en la escena narrativ¿r. Todas son huér-
fanas, viven en la más profunda soledad e indigencia, no cuentan con amigos ni parientes cer-
canos o lejanos que las puedan socorrer, sus recursos económicos y vitales son nulos, su expe-
riencia laboral inexistente, su fuerza caracterial y su capacidad de decisión brillan por su
ausencia...no les queda otra alternativa que el sufrimiento. Como se dice popularmente son carne
de cañón.
Como dijimos antes las protagonistas de las novelas de «Colombine» reproducen y desa-
rrollan el arquetipo de la virgen perseguida, seducida y abandonada, presellte en mitos paganos,
cuentos populares, leyendas crist.ianas, elegías de amor...y elemento imprescindible del género

20
Er-rs¡ Man'rÍNez C¡.nnroo

rosa, del melodrama y de cualquier producción de literatura popular y de los massmedia. La


figura de lajoven perseguida constituyó el núcleo generador de la novela gótica y, por supuesto,
fue el personaje principal de la mayoría de la novelas de Ann Radcliffe', y d" gran parte de la
narrativa sentimental escrita por mujeres entre XIX y XX "'.

« Romanzo gótico o romanzo sentimentale fanno tutt'uno: c'é sempre la vicenda di una
bella e casta giovinetta, dal cuore sincero, che si scontra con le ambiguitá del mondo, che
viene perseguitata da uno o parecchi ribaldi, trovando come difensore un bel giovinotto.
Si tratta perció di romanzi tragici il cui intreccio é messo a dura prova per escogitare
sempre nuovi casi e nuove peripezie in cui far dibattere I'eroina llno alla sua disfatta o
al suo trionfo; il matrimonio che sanzionerá la pier,ezza dell'esistenza» rr.

En el caso de nuestras novelas, nos encontramos siempre con la «disfatta» de las protago-
nistas, con la destrucción más cruel del personaje femenino quien como un corderito blanco está
predestinada al matadero. Las protagonistas de Carmen de Burgos, frente a la maldad cruel y
perversa de los personajes masculinos, no saben o no pueden reaccionar, son de una bondad tan
extremada que rayan la abnegación masoquista.
Gracias a los rasgos masoquistas de las protagonistas de las novelas, es más fácil decribir
la situación de injusticia e indefensión femenina. No olvidemos que estas obras de Carmen de
Burgos más que novelas de amor 1o son del desamor.
Pasaré a continuación a ilustrar las características masoquistas de las protagonistas de es-
tas novelas mediante algunos ejemplos extraidos de las obras. Para entender el carácter maso-
quista de las protagonistas hay que comprender la situación de abnegación, de recluimiento, so-
metimiento e incultura en la que vivían la inmensa mayoría de las mujeres de la época, cuya
única ocupación y distracción, dejando aparte la labor de esposas y madres, era el culto religioso.
Inmejorable escuela de resignación y abnegación masoquista. Pero si Io afirmado es cierto no
memos lo es, en el espacio intratextual de nuestras naruaciones, que si existe el masoquismo es
como complementación del carácter sádico que presentan los personajes antihericos, figuras
marcadamente perversas. Ahora bien, si la autora quiere alinear las acciones maléficas de los
personajes masculinos con la perversión, 1o mismo debe hacer, si no ella nosotros, con las es-
tructuras masoquistas propias del las mujeres de sus obras.
La escritora parece ser consciente de ello en su Auto-biografía, cuando aflrma:

«He sufrido mucho...ya no me acuerdo..., pero experimenté el placer del sufrimiento.


No lo crea usted paradoja tuve el placer de sentir la vida intensa, vibrar agitándome

9. MERCIER, M.,...Ob. cit., pág. 70.


I0.LAZZARATO, F.- MORETTI,Y.,ln F-iaba Rasrr, Roma, Bulzoni, 1981, págs., 97-105
ll. MERCIER, M.,...Ob. cit., pág.71.
12. B URGOS, C. DE., La Molcttsadu...Ob. cit., pág., 4 I .

21
Avon v FEI¡tutnAD F:N LAS IlscRIToRAs DE pRINCIptos DE stct-o

en ansias de muerte y de desesperación...Por fortuna tengo la fiaturaleza huefie y sana


que se libró del peligro de excitar la morbosidad del dolor».12

Carmen de Burgos era fuerte y logró salir de la ancestral abnegación femenina con el va-
lor, la decisión y el amor al trabajo y a la vida del que carecen las protagonistas de estas nove-
las que aquí comentamos.
Empecemos por El Artículo 438, en esta novela corta, M. Angustias, su nombre está car-
gado de valores simbólicos marianos y de connotaciones de pasión sacrificada, se identifica con
13.
la Virgen de las Angustias, patrona de Granada, en el capítulo segundo La protagonista se
presenta desde el comienzo de la obra como una pobre mujer, apocada, sin recursos y de mar-
cado carácter masoquista. Es Ia víctima de la inocencia, la virtud y bondad de toda la tradición
popular a la que antes aludíamos.
En primera instancia, sin embargo, la responsabilidad de su estructura caracterial hay que
buscarla en la educación femenina y en el ambiente cultural de la época.
«María de las Angustias era la víctima de las leyes y las costumbres españolas. Hija úni-
ca de una familia distinguida, la habían educado a la manera en que se acostumbra a educar a
las hijas en Andalucía. Sus padres, millonarios, poseedores de una de las primeras fortunas de
la provincia, habían procurado que la niña tuviese una ignorancia absoluta en todas las cosas
del mundo. Toda la infancia la pasó María de las Angustias en una finca que poseían en Mo-
tri1, a orillas del mar, sin tratar más que a las hijas de los aldeanos, que miraban a sus padres
con el respeto que los andaluces guardan al amo, como una reminiscencia de los tiempos feu-
dales. Ella era la pequeña tirana a la que todos obedecían; la señorita, con la que no se atrevían
afamiTiaizarse. No tuvo amigas, sino servidoras, y no vivió la vida en el concierto de las de-
más gentes, sino una vida aparte. Aquel ambiente, aquella soledad moral, de la que no se daba
cuenta, la hicieron hermética. Elaboró sueños que escondió dentro de su alma y anhelos que se
fueron reconcentrando en ella de un modo apasionado». Ia
A partir de este momento, el drama narrativo se ha establecido, la protagonista se casa con
el primer <<fanfarrón» forastero que pasa por su lado y, después de la muerte de sus padres,
desprotegida de la tutela paterna, el marido se revelará un infame estafador que sólo buscaba
su dinero.
«En cuanto se vio dueño había cambiado de conducta. Primero quiso que ella lo siguiera
en su vida de depravación y de lujo. Todo cuanto podía hacer para corromper su espíritu lo
ensayó cínica y meditadamente; hasta que, convencido de la incorruptibilidad de su mujer, se
desentendió de ella para alternar libremente con amigos degenerados y mujeres de mala esto-
t5
farr.

I 3. A pesar de que la Virgen de Las Angustias sea la patrona de Granada, hecho que favorece el tipismo costumbrista
de Ia novela, considero que tal circunstancia no me¡ma las notas simbólicas de abnegación del personaje femenino,
reduplicadas gracias al propio nombre.
14. BURGOS, C.DE., El Artícuk¡ 138, «La Novela Semanal,, n. 15, diciembre, Madrid, Prensa Gráfica, 1921,pág.,
12.
15. BURGOS, C. DE., ...Ob. cit., pág., 15.

22
Auon v Fur¡lxtneD EN LAs ESCRTToRAS oE pnt\crpros r)rr slcLo

Ella era una mujercita de estatura regular, de formas tinas, redondeadas y graciosas, con
esa gracia un poco f'elina de las mujeres de Granada, todas ritmo y ondulación. La Iínea de los
hombros era perf-ecta y unía, por medio de una garganta firme y torneada, el busto a la cabeza
de c¿ibellos castaños y ondeados. Latez tenía ese tono pálido y ardiente de las mujeres more-
nas-blancas; el rostro, de la misma suavidad de líneas, ofrecía un aspecto de Ia cándid¿l pureza
humana de las vírgenes de los primitivos italianos. Tenía los labios muy rojos, en corazón,
gordezuelos y jugosos, y los oios grandes, pardos, llenos de luz, con las pestañas espesas, ar-
queadas sombreándolos intensamente y velando la luz, que se escapaba en un chispear lumi-
noso de puntitos de oro de sus pupilas. La ligera bata blanca, escotada, qLle se rozaba con el
transparente de su carne, permitía admirar el cuerpo armónico y juvenil.>, re
Como he dicho antes, la descripción corresponde a Io canones del más puro estilo rosa y
folletinista, porque no sólo rebaja la estética del momento a niveles populares, en este caso el
tipo de belleza f'emenina es la continuación de la belleza decadentista reflejada en los cuadros
de los prerrafaelitas ingleses. Se trata además de una descripción de belleza que adecua la her-
mosura artística.con el tipo de mujer propuesto por la moda vigente. Compárese la descripción
de An-sustias con los canones de belleza ideal, dados por 1a propia autora en sus tratados de
belleza e higiene femenina El Arte de ser Mujer y El Arte de ser Amada. Podemos decir, por
tanto, que desde la propia novela se invita a la mujer a mejorar su belleza y a extremar su aci-
calamiento físico.En cierta manera podríamos afirmar que de manera, ial yez indirecta, estas
novelitas curnplían una función algo sirnilar a la desarrollada hoy por revistas como Duniu, Míu,
Co.smopolitan... eic. Por otra parte el estilo altisonante de este tipo de descripciones, plagadas
de un léxico inefable, pertenece, con bastante seguridad, a lo que podríamos calificar de gusto
kitsch"20
En La Malcasada la situación trágica se repite de una fbrma más agudizada, puesto que
al tratarse de una novela larga los mecanismos redundantes insisten más en las desgracias y las
situaciones de humillación vivadas por la protagonista. Dolores, de nuevo estamos ante otro
nombre sirnbólico que adelanta el carácter y Ia ausencia de acción por parte del personaje, conlo
Angustias es víctima de la educación tradicional rr, pero Antonio, su marido, es Llno de los
personajes más sádicos que aparecen en la obra de Carmen de Burgos.
«Cuando Dolores quiso arreglar el huerto, rodeado de altas tapias, con algunas plantas,
Antonio se opuso.
-Las flores no sirven para nada, y las hortalizas salen así más caras que compradas- afir-
mó.
El había hecho arrancar los heliotropos y las madreselvas, los jazmines azules y los rosa-
Ies trepadores que cubrían antes todo el muro, para adosar en ellos las jaulas de Ios gallos
ingleses.

19. BLIRCOS, C. DE., ...Ob. cit., pág., 6.

20. ECO, U., Lo estéticu tlel nrulgusto.en Apocalí¡ttit:os e lntegrodos ¿tnte la culfura de nutscts. Barcelona, Lurncn,
1 963. ¡'tiLgs.. 7 4- I 17 .

21. BURCOS, C. DE., kt Mctlcasncla,...Ob. cit., pá9.,27.

24
Elrse M¡nrÍNez G¡«nloo

Para contrarrestar la perversión de Alfredo, la protagonista accede a firmar cuanto él le pide


con tal de verse libre de aquel <(tormento>>, pero, no puede descansar tranquilamente, le asalta
la culpabilidad.
«Al mismo tiempo sentía un remordimiento que se apoderaba de ella. ¿Tenía derecho, por
aquel egoísmo suyo depaz y sosiego, a dejar arruinarse a su hija? ¿No era su deber luchar por
aquella criatura, de la que no se ocupaba el padre?». 16

Sin embargo, el grado máximo de abnegación y de enajenación mental masoquista, que


conste que por desgracia sigue vigente,alcanza las cimas más altas cuando, al descubrir que
Jaime, el hombre que ella ama es amigo de su marido, para evitar la tentación prefiere some-
terse a los designios de Alfredo.
«Ella lloraba, pero estaba dispuesta a sufrirlo todo. Sentía que le interesaba Jaime; que si
se quedaba sola al lado suyo no tendría fuerzas para dominar su pasión, y se asustaba de que
llegase un día en que, cediendo a una sugestión cualquiera pudiese perder aquella fuerza mo-
ral, en la que se refugiaba y se escondía, dentro de su propio corazón, como un consuelo su-
premo. Sentía,además, un desencanto al ver a Jaime en su casa, amigo de su marido, tal vez igual
a él en carácter y en costumbres....de un modo ó de otro, ella debía huir de aquel peligro. Era
preciso seguir a Alfredo, ser esclava de é1». 17
En contraposición, baste este pasaje para ilustrar el sadismo del personaje masculino:
<<María de las Angustias no pudo contener su dolor y cayó sobre la mecedora sollozando
convulsivamente. Estaba hermosa en su agitación, con el desorden de sus ropas y los cabellos
sueltos. El tuvo una idea diabólica. Se acercó a su mujer, le separó cariñosamente las manos de
la cara, la sujetó y comenzó a besarle apasionadamente los hombros, el escote, la garganta,
buscando con los suyos sus labios y sus ojos. Ella se debatía loca de terror, jadeante, forcejeando
por escapar a las caricias y suplicando:
-No, no...Déjame, déjame.
...María de las Angustias retrocedió había comprendido. Alfredo le iba a imponer la ma-
yor de las torturas.»r8
La maldad de Alfredo y la bondad de María Angustias está indicada también mediante la
descripción física de ambos personajes al comienzo de la novela; técnica esta muy usada en todo
el folletín decimonónico.
<<Era un hombre muy alto, regular de carnes, de color moreno, con el cabello alisado en
torno a la frente ancha; lanat',z prominente, los labios groseros, un bigote poblado, con largas
guías hacia an7ba, y unos ojos grises, indecisos, rodeados de un halo morado, donde se mar-
caban esas hinchazones y esas aÍugas que las orgías y el cansancio de los placeres. Era un tipo
de hombre guapo y buen mozo, capaz de inspirar ardientes pasiones a mujeres vulgares, pero
antipático, repulsivo, con aire de petulancia y degeneración, para un espíritu un poco delicado.

16. BURGOS, C. DE.,...ob. cit.,pá9., 11.


17. BURGOS, C. DE., ...Ob. cit., págs., 25 y 26.
18. BURGOS, C. DE., ...Ob. cit., págs., 26 y 27.

23
ELtse M¡nrÍNez Garntoo

Eran los gallos la gran pasión que dominaba a Antonio, y Dolores no podía comprender
la afición a aquellos animales tan feos, de un genio tan endemoniado. Le parecía que la afición
a los gallos revelaba su espíritu mal sano, cruel, torpe, grosero,que Ie causaba miedo...
Antonio era cirujano y enfermero de sus gallos. Los cuidaba con esmero y crueldad a un
tiempo. Los bañaba para librarlos del piojo,......; les curaba las heridas de las riñas o eI
gargajuelo, haciéndoles las difíciles operaciones de rasparles la lengua, saltarles los ojos o
22
practicar la trepanación».
A la crueldad de las peleas de gallos, deporte favorito de Antonio, está dedicado gran pafte
2i
del capítulo XV de la obra.
A pesar de las humillaciones continuas a las que se ve sometida la protagonistas, en su
bondad angelical, como anteriormente Angustias, llega a culparse de todas las desgracias y tiene
capacidad para justificar a su marido.
«Ella disculpaba siempre en el fondo de su espíritu a Antonio, creyendo que eran las cos-
tumbres, la educación y el ambiente, los que le influían para ser brusco y desagradable;»... «¿De
qué podía quejarse? No le faltaba nada de lo necesario; se hubieran reído de ella si hablase de
los matices que torturaban su espíritu.
En algunos momentos ella sola , frente a la hostilidad de todos, llegaba a convencerse de
que era exigente, inadaptada, romántica; que era culpa suya el no saber acomodarse al gusto
de su marido y crear mayores simpatías.2a>>
El aislamiento y la indefensión de Dolores es absoluta; las familiares del marido Ia aco-
san y la atormentan por su diversidad 2s, algunas «amigas», durante su enfermedad, se puede
decir que la maltratan físicamente:
<<Así, caprichosamente, a veces le hacía comer a la enferma, a pesar de la desgana, que
era como una protesta del organismo a ingerir lo que le perjudicaba, y otras la dejaba sentir los
tormentos de la sed, en las horas de fiebre, negándose a darle la limonada que la podía atem-
pefor».26
Sin embargo, la protagonista en su calvario quasimístico , se resignaba sin lamentarse:
«La debilidad y el agotamiento de Dolores contribuían a la indiferencia y la resignación
con que ella lo sopofaba todo>>... <<Ella se sentía dichosa. Experimentaba una placidez de trans-
figuración, de no sentir el cuerpo, una alegría, una superabundancia de espíritu. Se alzaba, frente
a sus dolores reales, la riqueza de su ensueño; el lado de su miseria física, el tesoro de su fie-
bre, que al aniquilar el cuerpo le producía el bienestar de la liberación».27

22. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., págs., 30 y 31.


23. BURCOS, C. DC.,...Ob. cit., págs., 168-174
24. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., págs.,74y 15.
25. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., pág., 82.
26. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., pág., 84.
27. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., pá9.,84.

25
Avlon v FnurNtoAr) EN I.As Es('RItr)RAs l)E pRlNctptos DF. sl(it-o

La pobre Dolores corre, huye de un sitio a otro, o mejor dicho se protege en su encierro,
en los espacios cerrados símbolos de la feminidad, de todos los personajes masculinos que, a
excepción de Pepe, la acosan e intentan agredirla sexualmente. La lista es dilatada, empieza,
como es de suponer por el marido y acaba en el viejo tío senador, sin descartar a primos y
amigos íntimos del propio Antonio. Por la calle, al estar al corriente de su «divorcio», como
pelros de presa la persiguen. Una mujer sin protección masculina es el chivo espiatorio de cual-
quier tipo de descontento social y personal:
pobre joven sentía la tragedia de la persecución amorosa de todos los D. Juan de la
<<La
población, que había comenzado el amigo íntimo de su marido y continuado su propia fami-
Iia.
Pasaban semanas enteras sin atreverse a poner los pies en la calle, acosada por los piro-
pos de todos los imbéciles que encontraba al paso»... «No había hembra que no se complacie-
ra en calumniarla ni macho que no la persiguiese.283
Se comprende ahora mejor la petición de piedad que Dolores hace a Pepe al saber que
deberá de ser entregada al marido... <<y el anciano tradicionalista sentía flaquecer sus creencias,
pensando en la crueldad que significaba entregar a su marido aquella pobre mujer, como la ley
de la esclavitud entregaba las esclavas a sus dueños». 2e
Al final del capítulo, Dolores, como las heroínas clásicas, tendrá el valor de alzarse valien-
temente contra la imposición sexual de Antonio y, en defensa propia, lo mata. Todo el capítu-
lo final de la novela, en el que asistimos a la asunción de la verdadera heroicidad por parte de
la protagonista (la única defensa ancestralmente reconocida a las mujeres está relacionada con
la defensa de la castidad y virginidad), está construido mediante recursos efectistas y retóricos
que exacerban todavía más las características de víctima y agresor presentes a 1o largo de toda
la obra.
«EI sintió un placer brutal en la resistencia llegada a un extremo tan grande. Era me.jor así.
La tendría a la fuerza. ¡La humillaría sin amorl
-No es preciso que me quieras. ¿Qué más da? Me gustas...Eres mi mujer.
Se acercaba y ella retrocedía.
-No, no...
Volvió a enfurecerlo la resistencia.
-¡No me hagas que te de un golpe, Dolores!
-¡Déjame!
-¡Soy tu marido!
-¡Pero yo no soy esa bestia que buscas! No...no>>. 30

28. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., p^e.,24().


29. BURCOS, C. DE.,...Ob. cif.,pá19.,249.
30. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., págs., 264-211

26
Eusl Mnnrixnz Genn»o

I-a modernidad del tema es indudable a pesar del efectismo con el que está escrita la es-
Gtrr que, progresivamente va adquiriendo un ritmo «incalzanti>> hasta llegar al asesinato de An-
dn en defensa propia, por parte de Dolores. En dicho proceso la autora no se ahorra casi
tipo de detalle escabros, hecho que contribuye a la identificación del público lector con
-gún
Iblues y, por consiguiente, una vez identificados con ella, Ia catarsis del momento final, tras
d asesinato, será más esperada, y la descarga emocional experimentada por el lector, más pla-
oEn¡era.
Si Angustias y Dolores desarrollan el arquetipo femenino de la joven perseguida de indu-
6le configuración masoquista, tales características son todavía más acusadas en las protago-
ú*as de El Abogado, La Rampa y El Extranjero. En este segundo caso entramos de lleno
cn el terreno de la iniciación sexual de la virgen, modelo de candidez y bondad, tras el proce-
so de seducción fatal, con el consiguiente abandono y perdida moral y social para la protago-
¡is¡a- Por consiguiente, podríamos decir, que siguiendo la tradición ancestral en la que la figu-
re de la virgen perseguida y violada ha aparecido, los rasgos masoquistas y el victimismo de
su personalidad es considerablemente mayor. Piénsese sin ir más lejos en las obras de Sade y
ea figuras de ficción como Justine 3r.
Dichas protagonista, por consiguiente, buscan la piedad de sus malhechores y la caridad
¡,, la comprensión del público; única aspiración a la que son merecedoras, para poder obtener-
lr. ofrecen a cambio su abnegación, su sufrimiento. Se trata, sin duda, de un precio alto por su
rúnica falta, ese pequeño desliz cometido bajo engaño o pseudoencantamiento.
Véamoslas suplicando piedad, no a sus benefactores, sino a los propios causantes de su mal.
Empezaré por Matilde, protagonista de El Extranjero.
«Ahora estaba sola, abandonada de todos..... La familia
estaba indignadísima. El herma-
no mayor, que se acordaba entonces de su condición de jefe de familia, se atrevía a pegade, y
hablaba de buscar a Alfredo y vengar el honor.
Los otros hermanos le volvía la espalda, si la encontraban en la calle, haciéndole sentir su
desprecio y lanzándole insultos entre dientes.... Fue en vano que tratase de visitar a sus ami-
gos. El tutor la insultó y la puso en la calle. En las casa donde iba no la recibían. Las amigas
solteras fingían no verla, para no saludarla, aunque a veces le lanzaban a hurtadillas miradas
de curiosidad y qtizá de envidia.
Al cumplir la semana la echaron del teatro..... Se vio sola acorralada. Só1o los hombres
le ofrecían protección, mezclada a inequívocas galanterías, groseramente desembozadas, como
dirigidas a mujer que ya no merece la consideración. La miraban como mujer destinada a la
diversión de todos, sin comprometerse con ella a nada............Y aquella noche, al volver Ia
esquina de la calle del Príncipe, vio la silueta torcida de Alfredo que doblaba la esquina de la
calle del Prado.
Corrió, gritando, hasta alcanzarle:
-¡Alfredo, Alfredo!......

3I. AVALLE, D' A., Lo Fanciulla Perseguitata, Milano, Bompia¡i, 1977 .

27
Atr¡o« v Fst\atNt»AD EN LAs EscRrloRAs DE pRINCIptos DE sicl-o

Súplica desgarrada, amor inmenso, tristeza y dolor inconmensurables iban envueltos en


las tres sílabas.
El compuso su semblante y le preguntó con frialdad:
-¿No sé qué puede querer ya señorita?
Matilde le había cogido del brazo, en actitud suplicante, y le imploraba:
- ¡Ten piedad de mí!
Algunas personas comenzaban a volver lacabeza hacia el grupo. El se dio cuenta.........
La arrastró hasta Ia cervecería cercana.
- ¡Alfredo, por caridad, yo no puedo vivir así, amor mío!
- Déjate de declamaciones. ¿Qué deseas?
-¡Qué me ames, que tengas lástima de mí!

-Es que yo no te pido una limosna; me has dicho que yo era tu esposa, quiero compartir
tu pobreza...32>>

En el caso de El Abogado, Manolita desde su aparición ha interiorizado su condición de


subalterna y de objeto de deseo perverso para su amante. La protagonista fue seducida, siendo
todavía una niña. Santiago recurre a la técnica clásica del bebedizo fatal y de la violencia. Tam-
poco en este caso Carmen de Burgos opta por los sobrentendidos.
«...¡Aquella tarde en la que los dejó solos...! ¡Cuánto Champagne!...¡Y luego, al desper-
tar ella estaba en la cama de doña Lola, entre los brazos de Santiagol...recordaba la escena
violenta; le habían querido hacer callar y disimular, pero no había podido. Se veía tan misera-
ble, tan infamada, que escapó entre gritos y lágrimas para contárselo todo a su hermana>>. 13
En consecuencia, para ella no hay otra vida sino la que su amante le ha mostrado. No ol-
videmos que Elvira, la hermana de la víctima, le aconseja sumisión en su mismo lecho de
muerte.
<<Ya no tienes en el mundo a nadie más que a él- le dijo-sé dócil, sé buena para que lle-
gue un día en que puedas ser su mujer y levantar la frente». 3a
Santiago latrata como un juguete de su propiedad, y en el colmo de las perversidades la
somete a su más abyecta voluntad de depravación. A la pobre Manolita no la ampara el poder
del dinero ni la fuerza interior que parecían tener Angustias y Dolores.
<<Estaba dominada, hipnotizada por é1. En su desconocimiento del mundo no se daba cuenta
de las humillaciones y las groserías a que la sometía su amante. Era dócil, obediente, persua-
dida de que ya no tenía en el mundo más que a él , como le había dicho su hermana. Su pasi-
vidad agradaba a Santiago, que se sentía orgulloso de Ia fama de belleza de Manolita: la ves-

32. BURGOS, C.DE., El Extranjero, <<LaNovela Semanal», n., 94, abril, Madrid, Prensa Gráfica, 1923, págs., 53-56.
33. BURGOS, C. DE ., El Abogadr¡, Madrld, <<Los Contemporáneos,,, n. 340, julio, 1915, pág., 2.

34. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., pág.,3.

28
Euse MenrÍrez Gennloo

fr, le adomaba, la cubúa de brillantes como a un ídolo, y la exhibía a su capricho, sin tener
Lis en cuenta los deseos de ella...Santiago la había hecho presentarse casi desnuda en el salón
tl ReaI con un caprichoso traje de Locura que no ocultaba la perfección de sus formas.... A
hdugada, cuando entró en el coche, fue el Duquesito en lugar de Santiago, el que tomó
dilo a su lado. Asustada se asomó a la portezuela llamando a gritos a su amante, y lo vio
mdado al lado de una cupletista a la que abrazaba por la cintura.>> 35

Como era de esperar, al término de la novela, cuando todas sus esperanzas se han revela-
ü litiles, después de haber perdido incluso su derecho legítimo, debido al engaño del mal-
ú abogado, a recibir una pensión para su hijo, el cinismo de la prostitución de alto standing
¡¡s ¡inisa salida:
.Entre sus pretendientes los había que podrían darle el bienestar perdido con Santiago
/llcdo.-.Acaso la amarían más que é1...Se entreabrían sus labios en una sonrisa de
G{crerza...aquellos hombres que le repugnaban como logreros que iban a abusar de su des-
Fi1 le parecían ahora menos negros. Sin ella darse cuenta la había desmoralizado la acción
Édel abogado aquél que había marchitado su buena fe, sus creencias más arraigadas. Ante
n Erura, todo 1o demás le parecía menos negro, explicable, lógico.
Forque hay cosas que desmoralizanla vida de una mujer más que el pecado de amor».36
Manolita es un buen exponente femenino de la pequeña burguesía urbana de la época,
¡¡erda sin oficio ni beneficio, en el mantenimiento de unas formas de obstentacion fuera de
rs posibilidades económicas, trata de vivir como una señorita, pero, cuando la necesidad le
pmia no tiene la energía ni el hábito al trabajo de las mujeres de la clase obrera.
*Pero offas mujeres conocen la vida- intemrmpió Manolita con desesperación,- sirven para
{o, saben defenderse. A mí me han hecho una inútil, incapaz para todo...
---Hacía un balance de sus propios medios de defensa, y
el resultado era negativo: ni tra-
Lfi manual, que no sabía desempeñar, ni cultura suficiente para un puesto de empleada en
rEfu comercio ó en alguna industria». 37
El caso de Isabel, protagonista de La Rampa es prácticamente idéntico. Al morir el pa-
&. la madre y ella, como dos mujeres inconscientes del valor del dinero y de las dificultades
& la vida, dilapidan rápidamente el patrimonio familiar. Los últimos restos del capital deberá
¡iliz¡rlos en hacer frente a la enfermedad de su pobre madre. Rápidamente, cuando entra en
ootacto con los lectores, ya se ha convertido en una pobre huerfanita, desprotegida, trabaja-
fua pero sin recursos psicológicos ni existenciales para enfrentarse a la nueva vida, su esta-
& a¡émico es siempre el del miedo 38. Se trata de un personaje asustadizo, y la única vez, al
hal de la novela, que Isabel tiene arranque para defender la causa de los humildes, su reacción
Grürn desmedida y tan violenta, sobre todo si tenemos en cuanta la mansedumbre de la que ha

35. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit., pág.,4.


3ó. BURGOS, C. DE.,...Ob. cit.,pá8.,20.
37. BURGOS, C. DE.,...págs., 11y 19.

38. B[IRGOS, C.DE., L<t Rampa,Madrid. Renacimiento, 1917, págs., 19-32.

29
Ail¿on v FeN,rn,[oAD EN LAs ESCRTToRAS DE pRINCIptos DE sICLo

hecho gala a lo largo de toda la obra, que, sin lugar a duda la función de dicho impulso, es la
de hacer descender a la protagonista, de üna vez por todas, cuesta abajo en la rodada. Consi-
dero innecesario, en esta ocasión, ejemplificar lo dicho, porque sería redundar en lo anterior y,
además, en este caso la elección sería francamente difícil, todo el texto es un exemplum ilus-
trativo de la vida y milagros de una pobre víctima en el desierto infernal de la gran ciudad.
Quisiera, sin embargo, reproducir la dedicatoria que Carmen de Burgos, escribe al comienzo del
texto.
<<A todas esas mujeres desvalidas y desorientadas, que han venido a mí, preguntándome qué
camino podían tomar, y me han hecho seguir su tragedia.>>
oColombinerse
La conclusión para mí es evidente, con La Rampa , la autora eleva a las isabeles de la
época a heroínas, pero son heroínas por su padecimiento, por su falta de arrojo, por su
victimismo. Cuando las mujeres, en situación similar a la de la protagonista, leyeran la obra,
se identificarían con el personaje, y de su situación de esclavitud, desamparo e inmovilismo
harían un santuario de mártires no redimidas. No se olvide que vanagloriarnos en el sufrimiento
de nuestras propias miserias es la salida más apaciguadora y más favorable para el mantenimien-
to de un estado de cosas. Posiblemente estas jóvenes mujeres, víctimas de los hombres y de todo
un sistema, con su sufrimiento ejemplar, algún día podrían ganar el cielo, o si no permanece-
rían en la larga lista de las miírtires y santas. En este caso, sin embargo, había algo que contra-
venia, ya lo hemos visto, la norma absoluta de la santidad, habían perdido la honra. El purga-
torio, en vida, de la miserias y penalidades padecidas en la gran ciudad, las conduciría, direc-
tamente, al paraíso, sino cristiano al menos laico.
En general, y para ir retomando el hilo de la exposición, se pueden ya extraer algunas
conclusiones. Los finales trágicos de estas novelas, sobre el todo de las agrupadas en la segun-
da serie temática, nos conducen inexorablemente a la muerte de las protagonistas. Muerte real
o social y, desde luego, psicológica. Por consiguiente, podíamos caer en la tentación de pen-
sar que la autora, gracias al final dramático, se aparta de las producciones del más puro estilo
rosa cuyo requisito retórico y estructural está cifrado en el «happy end.>>
En este caso las obras no pretenden consolar al lector ni tranquilizar su conciencia, eso
parece claro. Por el contrario, el efecto buscado es justamente el contrario. La autora ha intro-
ducido el gusanillo agridulce del malestar que produce la intranquilidad del complejo de cul-
pa. Los lectores ahora, por lo menos, saben que existen esas pobres víctimas, conocen su odi-
sea, el calvario de su realidad. Sin embargo, a pesar de ese remordimiento, permitidme que lo
califique de católico, todo queda como antes, al menos dentro del texto; en la historia nanada
no asistimos a ningún tipo de innovación progresista en relación a los comportamientos «femi-
nistas>> de los personajes femeninos. Con respecto a dicho conflicto no hay alteración o varia-
ción con respecto al sentido común de la época.
Las protagonistas, en ningún momento ni bajo ningún concepto, logran imponer la justi-
cia, tampoco pueden resarcirse en lo más mínimo del mal y del dolor que les ha sido causado.

30
Ells¡. M¡nrÍNEz C,qnnroo

Narrativamente, sin embargo, la cosa funciona, el auditorio se ha compadecido y ha llo-


rado con las peripecias y desgracias de las pobres e indefensas jovencitas, y el éxito de la no-
vela está más que garantizado. Por otra parte, desde el punto de vista de los códigos morales
del público, todo permanece igual que antes. No hay fisuras ni desgarros en la moral conven-
cional que ha respondido a la perfección a las expectativas del relato que desde el comienzo
adelantaban la tragedia inevitable, y de antemano aceptada, de la buena protagonista.
Un cambio o variación, sobre todo en las novelas del segundo grupo, hubiera sido escan-
daloso para el público pequeño y medio burgués de la época. Imaginemos qué hubiese sucedi-
do si Manolita gana el juicio, y Santiago le pasa mensualmente una pensión por su hijo y gra-
cias a su esfuerzo y su constancia, logra transformar la casa de huéspedes en un gran hotel de
Madrid por donde se pasea, como mujer triunfadora con su hijo de la mano. Me pregunto tam-
bién por qué Matilde no pudo dar con un director de teatro más comprensivo que la aceptara
en la compañía como madre soltera, al fin y al cabo ya sabemos que la gente de teatro ha sido
siempre un poco ligera de cascos. Le hubiera sido posible continuar su c¿rrera de actiz y al-
canzar la fama, la maternidad no debería haberselo impedido. Me cuestiono también por qué
no se mueren los malhechores, se caen de un caballo o tienen algún tipo de desgracia. ¿Por qué
Agueda e Isabel, haciendo un esfuerzo heroico, no se matan a estudiar y, a pesar de la miseria
del sueldo, no se hacen maestras o institutrices? ¿Por qué no hay un hombre, aunque sólo sea
uno, valiente, bueno, responsable? Los hay aunque no se encuentran todos los días.
Mi última y un pelín maliciosa pregunta es, ¿Por qué Carmen de Burgos insiste en dejar a
sus protagonistas donde siempre han estado? ¿Por qué no intenta introducir variaciones en el
mito de la joven perseguida? ¿Por qué, aunque sea inconscientemente, sigue condenándolas
desde el momento que no les ofrece otras salidas sino el masoquismo de la resignación? ¿Por
qué no abre resquicios narrativos y sociales que, desde la más absoluta responsabilidad, como
ella misma la tuvo, permitiera a sus protagonistas configurarse en un modelo distinto de muje-
res?.
Tal vez, si esto hubiera sucedido la máquina de retórica efectista del melodrama popular,
había saltado por los aires. La narrativa de nuestra escritora hubiera sido considerada realmente
peligrosa y escandalosa, y el público, pequeño burgués, no habría disfrutado con la lectura de
las novelas y, en consecuencia, no se hubieran pedido a la autora más encargos para las revistitas
& la época. Es bastante verosímil.
Carmen de Burgos se debía, en parte, a las exigencias de su público, y ella le daba «quello
cte esattamente il lettore per bene deve aspettarsi dalla giustizia divina e dal senso delle
mnvenienze. Le informazioni acquisite sfumano nella convenzionalitá di alcuni principi di
ccrumi e di civiltá saggiamente ribaditi. Dopo aver impressionato al lettore dandogli quello che
xn sapeva, lo si tranquillizzaribadendogli quello che giá sa».40
Ahora es más comprensible ese movimiento entre el tabú y la consciencia con el que an-
§iormente calificaba el feminismo de Carmen de Burgos. No podía ser de otra manera, y se-

{0. ECO, U., Il superttomo di massa. Retorica e ideologitt del romanlo popolare, Milano, Bompiani, 1916, pág,, 61.

31
AIr¡on y FtvtNro¡.D EN LAS EscRlroRAS DE pRINCIPIoS DD stclo

ría injusto que, precisamente, a ella se lo exigiéramos. Pero en honor a la verdad y a la prect-
sión, sino científica al menos histórica, la posición feminista de la escritora fue evolucionando
y sólo en su obra La mujer moderna y sus derechos de 1921 nos encontramos con una asun-
ción de la ideología feminista ar. Antes de esta fecha, en conferencias y otros libros publicados
para la mujer su posición es ambigua y se la ve oscilar ante su propia asunción del feminismo.
Niega incluso ser feminista en algunas conferencias de fecha temprana. Temía que el feminis-
mo supusiera la masculinización de las mujeres. De fecha cercana es también su prevención ante
la incorporación de la mujer al trabajo.
«Ved el tipo que existe en todas partes de la madre de posición modesta que se empeña y
sacrifica para que su hija lleve un lujo contrario a su situación, y le enseña sólo a tocar el pia-
no y hablar el francés, como si las tareas caseras hubieran de degradarla.
Las jovencitas así educadas, carga insoportable para el hombre, lo alejan cadavez más del
matrimonio; se ven obligadas a trabajar; desdeñan los oficios y de ellas nace el ejército de fe-
ministas exaltadas, como si bajo este nombre florecieran las facultades>>.a2
que en realidad yo no sé si soy feminista. Me da miedo un feminismo que tiende
<<Así es
a masculinizar a la mujer, que viene acompañado de los delirios y desequilibrios de las que no
supieron entender su verdadero significado; y en cambio la idea de la libertad y dignificación
de nuestro sexo tiene en mí un paladín apasionado, romántico e idealista...porque nada he de
pedirle que sin necesidad de estar afiliada a ningún partido no haya sabido yo conquistarme.
...Seréis todas maestras. Pero para cuidar sólo de vuestros hijos; para tener un hogar feliz;
para serlo vosotras mismas con la intensidad de vida que la cultura os aporte; y si algún día la
desgracia os obliga a trabajar, seréis aptas para poder hacerlo y no sufrir la humillación de la
mendicidad».43
No olvidemos que en algunas de sus novelas más representativas de la narrativa popular
los protagonistas buenos liberan a las mujeres del trabajo.aa
Como es lógico su pensamiento fue evolucionando, y debemos tener presente que las no-
velas analizadas son todas anteriores a La mujer moderna y sus derechos, libro que, en mi
opinión, marca un paso definitivo y radical en la trayectoria de la escritora.
E1 tema,por supuesto, requeriría más estudio. Sería necesario llevar a cabo un análisis
paralelo en cuanto a la evolución ideológica de la autora en artículos, conferencias y ensayos,
y su progresivo reflejo en Ia temática de su narrativa.
Insisto en que esta ambivalencia entre el tabú1 la consciencia es más que comprensible
en la España de Ia escritora. Asimismo es una de las características relevantes de la mayoría de

41. BURGOS, C.DE., l,a mujer modenn y sus tlerechos, Segovia?, El Adelantado de Segovia, 1927.
42. BURGOS, C. DE., kt. ntujer en España, Yalencia, Sempere, 1908?, págs., 30 y 3l .

43. BURGOS, C.DE, La misión socittl de lo mujer, Bilbao, José Rojas Núñez, l9l5?, págs.,7,14y 15

44. BURGOS, C.DE., La fu¡ra del amor,i|;l.adrid, Colección Popular, l9l6?.

32
Eusa Mnnr͡rz Genruoo

Las escritoras italianas y de las personalidades femeninas de relevancia que vivieron en la Ita-
lia a caballo entre XIX y XX.o'
Dicha ambivalencia, como ya se ha dicho, en ocasiones pudo obedecer a exigencias exter-
nas a la propia autora, sujeta a las expectativas de su público y del mercado editorial. Por otra
parte, La responsable de gran parte de las soluciones paternalistas de las novelas de Carmen de
Burgos es la máquina cerrada propia de las producciones de consumo.
Pero, tras este excursus, volvamos a las novelas y esa lectura ambigua que intento demos-
trar. Si, por un momento, pudiéramos meternos en la mentalidad de los lectores a quienes iban
dirigidas las obras, ¿Cuál pensáis qué sería la lectura última que ellos extraerían de estas no-
relas?
En primer lugar, dado que las protagonistas, desde del espacio intratextual, piden piedad
v conmiseración, los lectores sentirían hacia ellas compasión, de manera que modificarían la
concepción previamente establecida. En lugar de malas mujeres descarriadas y viciosas, peca-
doras o «traviate>>, se convertirían en pobres chiquillas, ignorantes víctimas desprotegidas. No
se las condenaría, pero tampoco se las rehabilitaría totalmente. A este propósito quisiera recordar
las palabras que Carmen de Burgos pronuncia en Bilbao al respecto:
..Señoras, en nombre de la misma moral, seamos tolerantes con las desgraciadas, que tal
r-ez faltaron porque la sociedad las desamparórr. ou
Al ser unas «eternas niñas» 47, deberían recibir protección, y ¿Qué mejor protección que
l¡a institucional?. El Estado, a través de su legislación y su sistema de protección institucional
había de guardar, proteger y, también reducar y reinsertar socialmente, a estas desgraciadas.
Se trata de una labor similar a la adoptadapara los expresidiarios.
Carmen de Burgos intenta, pues, mediante la indudable compasión que despiertan sus víc-
timas, favorecer un nueva educación social para la mujer y lograr una mejora legal de su situa-
ción. Aquí radica el regeneracionismo incuestionable de la escritora. Nadie puede negarlo, ni
fampoco es mi intención.
Sin embargo, junto a esta lectura regeneracionista , convive otra paternalista y, en conse-
crencia, más conservadora, centrada en la actitud y el carácter masoquista de los personajes fe-
meninos de estas novela'S. Las mujeres, en la inmensa mayoría de las obras de Carmen de
Burgos, sufren y padecen la acción criminal de los malhechores, pero no tienen la capacidad,
ni siquiera la fiierza instintiva, para oponerse y luchar en defensa propia. Tampoco participan
rtivamente como personajes dentro de la historia; En definitiva, la acción directa o la lucha en
favor de sus intereses, es algo que no les compete. La vida real y pública es un ente abstracto
rtrrc se sitúa por encima de sus cabezas. El poder, la política, la vida en sí es tarea de los hé-
¡ws-hombres y ellas, siendo víctimas, en realidad, ni siquiera pueden ser consideradas como
verdaderas protagonistas.

45. NOZZOLI, A., Tabú e coscíen1a. ln condizione femmimile nella letteratura itoliana del Novecento, Firenze, La
I§ova Italia, 1978.
46. BURGOS, C. DE., Ia1 misión social de la mujer en España,...Ob. cit., pág., 18.
47. BURGOS, C. DE., l,a Malcasada,...Ob. cit., pá9.,222.

33
Aurx v FnvlNIoAD EN L.A.s ESCRIToRAS DE pRlNcrpros DE stcI-o

Y si los personajes femeninos, al no ser reales protagonistas, no tenían capacidad para


cambiar su situación, tampoco las mujeres de carne y hueso que leían la obra. Las lectoras,
identificándose con los padecimientos de las víctimas, secundarían, con bastante probabilidad
su comportamiento. No se les brindaban muchas otras alternativas.
IJna vez aceptado esto, podemos preguntarnos en última instancia, si no eran los hombres,
receptores ideales del texto, a quienes preferentemente se deseaba persuadir mediante tales
exempla, con el objetivo de mejorar socialmente la condición f-emenina. Se trataría de ganar para
la causa femenina, que no feminista, a los buenos y comprensivos varones que pudieran defender
y, por tanto, proteger institucionalmente a las mujeres.
¿Qué efecto se proponía obtener la autora, mediante sus novelas, en relación al auditorio
femenino?. La compasión de las víctimas, por supuesto. Pero cabe encontrar incluso otra lec-
tura oculta de carácter moral, dirigida, única y exclusivamente, a las jovencitas solteras de Ia
clase media. Es cierto que las obras instan a las lectoras al trabajo y son una escuela de educa-
ción femenina en ese sentido. Ahora bien, junto a estos consejos prácticos, veladamente, se
previene a las lectoras contra la maldad de los hombres y se las alecciona para defender y sal-
vaguardar el bien más precioso de la mujer en aquel momento: su sexo.
Si recapacitamos un poco acerca de la causa que desencadena la tragedia, me refiero aho-
ra solamente al segundo tipo de novelas, convendréis conmigo que el conflicto que da lugar a
Ia asción narrativa se debe, en parte, a la falta de celo y perspicacia de las mujeres, quienes
enamorándose y <<cediendo» antes las promesas de amor y de matrimonio, se acarrean a sí
mismas Ia desgracia. Evidentemente, si una mujer no era libre económica ni psicológicamente
para elegir a sus amantes, novios o maridos, sólo 1e quedaba un remedio para tener un puesto
en Ia sociedad y poder protegerse, cuidar de ese valor de cambio, de esa única moneda que la
mujer poseía entoncelen una sociedad de libre mercado en Ia que aún no vendía su fuerza de
trabajo: su sexo.
Por consiguiente, dada la total inexistencia de independencia económica de las figuras
femeninas de nuestras novelas, las mujeres tenían que aprender a guardarse de los asaltantes
hombres y negociar su mercancía-cuerpo de Ia manera más ventajosa y honorable en una so-
ciedad como la de comienzos de siglo. La única alternativa que les quedaba, era el matrimo-
nio.
Si Manolita, Isabel o Matilde hubieran sido menos apasionadas y más precavidas, habrían
rechazado a sus agresores, contrarrestado su agresión, se habrían casado con ellos o habrían
esperado mejores ofertas. En cierta forma, se podría decir lo mismo de las «malcasadas», si
hubieran sido más racionales, si hubieran recibido una educación más realista, no se habrían
quedado prendadas del primer buen mozo y su matrimonio no hubiera sido tan terrorífico.
Estas novelas de Carmen de Burgos, por tanto, son textos de pedagogía práctica para las
mujeres de su época, y se sitúan en la línea de consejos morales, dirigidos a las jóvenes, abier-
ta ya, por ejemplo, por Richardson. Nuestras protagonistas, sin embargo, más que «pamelas»,
son «clarisas». De unas y otras está repleta la literatura escrita por y para las mujeres.
Se me podría rebatir esta última interpretación, diciéndome que Carmen de Burgos era
contraria a la institución del matrimonio. Es cierto, y así queda reflejado incluso en algunos

34
Elrs¡ M¡nrÍNrz G¡np¡no

pasajes de sus novelas. Sin embargo,en estas novelas del segundo grupo, las protagonistas bus-
can desesperadamente el cumplimiento de la palabra de matrimonio dada antes de la fatal se-
ducción.
Por otra parte, cómo podía Carmen de Burgos prescindir de la idea del matrimonio, cuando
todavía hoy las mujeres lo llevamos inscrito a sangre y fuego en la estructura de nuestro incons-
ciente.
A favor de esta tesis, quisiera mencionar dos de sus narraciones: En Ia Sima de 1908 y Et
Perseguidor de 1917. Destacan ambas por el carácter independiente de sus protagonistas. Son
mujeres maduras, racionales, capaces de dirigir su propia vida. En ambos casos se trata de dos
mujeres viudas, independientes y ricas que disponen de su hacienda y de su tiempo, llevan una
vida interesante y repleta de todo tipo de actividades. Sin embargo, en ambas se presenta la
contradicción y se plantea la posibilidad de un segundo matrimonio, o se lleva a cabo.
En el primer caso, en la Sima, María, claro doble de la escritora, está a punto de cambiar
su vida por el amor de Luis, hombre que puede ofrecerle la estabilidad afectiva y la materni-
dad. Y desgajándose entre dos códigos de moral sexual enfrentada, en un momento de gran
tensión narrativa, casi al final de la historia, le pide un juramento de matrimonio. Ante su va-
cilación, ella volverá a la soledad de su vida anterior. a8
¿Por qué pide Maía a Luis el juramento de matrimonio? A ella le habría bastado una unión
libre, pero exige la palabra de matrimonio porque, en mi opinión, era el único compromiso, sobre
todo en aquel tiempo, que un hombre podía asumir con respecto a una mujer.
En el caso de El Perseguidor, nos encontramos con un tema de gran modernidad. En mi
opinión es esta una de las más originales y mejores novelas de Carmen de Burgos. Matilde es
una mujer moderna y desgajada entre su ansia de libertad y su deseo de protección. Una mujer
nueva y diferente que ha traspasado los umbrales prohibidos del mundo de lo masculino al
convertirse en viajera. La autobiografía también aquí es evidente. Pero en la soledad de sus viajes
se siente sistemáticamente perseguida por la sombra de un hombre, sombra que no es sino el
miedo del inconsciente femenino ante el espacio abierto, siempre masculino, de la aventura y
de lo desconocido. ae
La crisis de angustia se resuelve con un nueva boda que paliará su soledad. La protagonista
acepta las propias limitaciones de su ancestral educación femenina y la incapacidad de desarro-
llar las acciones heroicas propias de la actividad masculina. El hombre que persigue a las
mujeres en su más dulce soledad es fruto de nuestros temores más inconscientes.
Si el matrimonio y la protección masculina es una necesidad existencial para María y para
Matilde, cómo no iba a serlo para las pobres huerfanitas de las novelas anteriores.
No quisiera bajo ningún concepto que se me mal interpretará. Mi deseo no es condenar a
Carmen de Burgos ni tampoco pretendo decir que no fuera una luchadora a favor de los dere-
chos femeninos. Lo que intento hacer ver es que si por una parte, haciendo uso de las técnicas

48. BLIRGOS,C.DE., En La Sima, Valencia, Sempere, 1908, págs., 303-310.


49. BI-IRGOS, C. DE., El Perseguidor, ed. de Concha Núñez, Madrid, Castalia, 1989, págs., 306-308

35
AIVTON Y F¡IT¡TNI»AD EN LAS ESCRITORAS DE PRINCIPIOS DE SICLO

melodramáticas del folletín, contribuyó a popularizar y divulgar los problemas concernientes


a la condición femenina de su época. Al mismo tiempo, al presentarnos protagonistas, apoca-
das, resignadas y masoquistas, no contribuyó a crear una nueva visión de la mujer, un tipo di-
ferente de comportamiento femenino más acorde con lo que fue su propia vida.
En estos meses de estudio, a medida que iba conociendo a Carmen de Burgos, no podía
dejar de pensar en otra autora italiana, casi contemporánea a la española. Me refiero a Sibilla
Aleramo, seudónimo de Rina Faccio, nacida en Alessandria en 1876, muerta en Roma en 1960.
La Aleramo publicó su primera novela, Una Donna en Roma en 1906 s0. Ese mismo año,
en la misma ciudad Carmen de Burgos pronunciaba su conferencia La mujer en España, se-
guramente se conocerían.
Si nos detenemos en el título de la obra italiana, comprenderemos rápidamente que la au-
tora va a hablar de 1o que sí significa ser una mujer, de como vive, pelea, siente, padece, pero
«malgrado tutto», se llega a ser, en el más amplio sentido de la palabra «una mujer».
Por el contrario los títulos de las novelas de Carmen de Burgos nos sitúan, como ya se ha
dicho, ante los reales protagonistas de sus obras, los abogados, el código penal vigente, los
extranjeros maléficos, la sociedad injusta en la que viven las mujeres. Ellas, sin embargo, no
constituyen el foco narrativo del posterior desarrollo novelado.
Con Una Donna, por primera vez en el panorama de las letras italianas, nos encontramos
con una obra autobiográfica que supone una primera asunción heroica de una feminidad no
resignada. Aparece una mujer forjadora de su propio destino, una mujer que no busca piedad
ni compasión, sólo el reconocimiento de su tarea emancipatoria.
La narradora-autora dedica su novela, en primer término, al hijo al cual se vio obligada a
abandonar para poder vivir con dignidad su feminidad y, en segundo lugar, para dignificar, con
su propio ejemplo, a todo el género femenino.
A pesñ de la explícita motivación que da origen a su escritura, la Aleramo nos presenta,
por primera vez, un exemplum educativo de valor y coraje a favor de la liberación femenina,
sin caer en ningún momento en el riesgo del panfleto.
La historia narrada podría tener mucho de melodramático. Su vida fue realmente difícil y
en ocasiones trágica, pero la escritora italiana se aparta de tal efectismo para ofrecernos un
maduro y vivo testimonio de feminismo.
Su biografía presenta muchos puntos de contacto con la de Carmen de Burgos. No quiero
extenderme excesivamente ya que con más detalle la podéis leer en Una Donna 51. Se vio obli-
gada como la escritora española, a abandonar al marido, que era un empleado en la fábrica que
dirigía el padre de Sibilla, y quien, bajo engaño y siendo ella adolescente, la sometió a estupro.
Se casó con él sin haber dicho una palabra a su familia de lo ocurrido. Rápidamente se convierte

50. ALERAMO, 5., Una Donna, prefazlone di M. A. Macciocchi, Milano, Feltrinelli, 19'16.
5 l. La primera traducción de esta novela fue realizada por José Prat, y se publicó en Valencia por la editorial Sempere
en 1910. La versión más reciente corresponde a 1976 y ha sido publica en Barcelona por Galba edito¡es.

36
Ens¡ MenrfNez Ganmno

en un ama de casa al servicio del hombre y de la superstición e hipocresía de la familia de él y


de los ciudadanos de un pequeño pueblo del sur de Italia. El la encierra, la maltrata, la veja.
La autora intenta el suicidio, pero después de haber entrado en contacto con la muerte, nace
en ella la necesidad de escribir y empieza a colaborar en revistas femeninas de Roma. Se va
rehaciendo a sí misma hasta plantear la separación al marido y, por su libertad, paga un alto y
desgarrador precio: la pérdida de su hijo. Gana, sin embargo, el respeto, la paz y la dignidad
consigo misma.
La autora se replantea en la novela de forma clarividente la concepción masoquista y
sacrificial de nuestro concepto de amor y de maternidad. Veamos sólo algunos de los pasajes
extremecedores y clarividentes de la novela:
«Amare e sacrificarsi e soccombere!Questo il destino suo e forse di tutte le
donne?»...»Quella reclusione non mi offendeva:provavo una specie di voluttá in
quell'annientamento d'ogni mio senso ribelle, in quella schiavitüda orientale. Era, in fondo,
ancora il riposo, lariaparizione delle forze.>>...>>Non volli convenire con me stessa; ma
l'esaltamento di sacrifizio era ormai del tutto caduto; finita la voluttá di piegare, finito il silenzio
della coscienza insodisfatta.>>...>>Alfine mi riconquistavo, alfine accettavo nella mia anima il rude
impegno di camminare sola, di trarre alla luce tutto quanto in me giaceva di forte,
d'incontaminato, di bello; alfine arrossivo dei miei inutili rimorsi, della mia lunga sofferenza
sterile, dell'abbandono in cui avevo lasciata la mia anima, quasi odiandola. alfine risentivo il
sapore della vita, come ai quindici anni.>>...»Ed ecco che infine penetrava in me il senso di
un'esistenza piú ampia, il mio problema interiore diveniva meno oscuro, s'illuminava del riflesso
di altri problemi piú vasti, mentre mi giungeva l'eco dei palpiti e delle aspirazioni degli altri
uomini. Mercé i libri io non ero piú sola, ero un essere che intendeva ed assentiva e collaborava
ad uno sforzo collettivo>>....,...,...>>Ma la buona madre non deve essere, come la mia una simplice
creatura di sacrificio: deve essere una donna, una persona umana.
E come pud diventare una donna, se i parenti la dánno, ignara, debole, incompleta, a un
uomo che non la riceve come sua uguale; ne usa come un oggetto di propietá; le dá dei figli coi
quali l'abbandona sola, mentr'egli compie i suoi doveri sociali, affinché continui a
bloccarsicome nell'infanzia?»...Era in quello scritto la parola femminismo. E quando la vidi cosí
stampata, la parola dall'aspro suono mi parve d'un tratto acquistareintera la sua significazione,
designarmi veramente un ideale nuovo.>)...,...>>Perché nella maternitá adoriamo il
sacrificio?Donde é scesa a noi questa inumana idea delf inmolazione materna? Di madre in
figlia, da secoli, si tramanda il servaggio. E una mostruosa catena. Tutte abbaiamo, a un certo
punto della vita, la coscienza di quel che fece pel nostro bene chi ci generd; e con la coscienza
il rimorso di non aver compensato adeguatamente I'olocausto della persona diletta.>>52
Nos encontramos ante la primera autora en la historia de la literatura italiana que asume
el feminismo como objetivo existencial para su propia vida, sin perder por ello de vista la «di-
ferencia» que conlleva la feminidad.

52. ALERAMO, S.,...Ob. cit., pá9s., 64, 98, 100, 108, 109, 111, I 14, I15, 116, rt7, tB2.

37
Auon y FBwNnAD EN LAS EscRIToRAS DE pRINCIpIos DE slct-o

Quisiera volver a recordar que cuando Sibilla Aleramo publicó su libro en Roma, ese mis-
mo año de 1906 Carmen de Burgos pronunciaba en la misma ciudad su conferencia: La mu-
jer en España, en cuyo exordio encontramos las siguientes palabras:
«Somos las mismas mujeres meridionales, apasionadas, arlistas, sencillas y buenas, más a
propósito para convertir el hogar en templo que para las frivolidades de la sociedad; más desosas
de amar y de ser amadas que de buscar emancipación y gloria. Laboriosas y pacientes, poseen
la honradez, la rectitud y la generosidad, hermosos dones neutralizados a veces por la ignorancia
o falseados por la educación». s3
Y en 1911 habla así de la maternidad:
«He querido deciros que la mujer puede serlo todo. Ahora desearía convenceros de que
sabrá renunciar a todo, porque en su naturaleza se enseñoreará el amor. No dejará jamás de ser
la madre. ¿Qué mayor grandeza? ¡Grande es el sabio, grande es el artista, grande es el poeta,
pero no hay nada más grande que la flor de pasión que rompe sus entrañas para perpetuar la
humanidad! ¡Nada más grande que la Madre!>>. 5a
Sobran las palabras. Necesitaríamos, sin embargo, mucho tiempo del que no disponemos
para analizar las diferencias y coincidencias entre una y otra mujer. Dos personalidades entra-
ñables, valientes, luchadoras que abrieron, cada una a su manera, tantas puertas.
Aunque es cierto que Sibilla Aleramo es una isla en el panorama italiano, también es ver-
dad que fue una mujer nacida en el norte de Italia, que pasó su infancia en Turín y fue educa-
da por un librepensador y estuvo en contacto directo con los movimientos socialistas que ya en
1902 paralizaron gran parte del norte de Italia y posteriormente fue militante del P.C.L
Se trata en uno y otro caso de dos pioneras a las que desde aquí rindo homenaje. Cada una,
según sus posibilidades, intentaba llevar adelante Ia misma tarea.
Mayores similitudes presentan, sin embargo, en cuanto a soluciones estéticas Carmen de
Burgos y Grazia Deledda (Sassari 1871- Roma 1936). Quizás la «sardidad» de la una, para 11a-
marlo a la manera que Sciascia utilizó para Sicilia, y el profundo sur almeriense de la otra; es
decir, su pertenencia a un área extrema, su mediterraneidad, la fuerza del mito en una sociedad
de estructura feudal, las acercan especialmente en las novelas de 1a serie almeriense de la pri-
mera autora.
Tal vez tales coincidencias merecerían un estudio más profundo y extenso; que este trabajo
sirva para dar el primer paso.

53. BURGOS, C.DE, La mujer en España,...Ob. cit., pág.,9


54. BURGOS, C. DE., la misión social...,...Ob. cit., pág., 24.

38
i

CARMEN DE BURGOS
Y tA EDUCACION DE tAS MUJERES

Pr¡.rn Bru.uniru Domr¡¡co

Can¡¡rN p¡ Bunoos: Apnoxr,uecróN A LA oBRA DE uNA EScRrroRA coMpRoMETtDA


lNstrruro or Estuolos ArurnlrNs¡s
1996
CARMEN DE BURGOS
Y LA EDUCACIÓT,¡ »N LAS MU]ERES

Pun Bul¡.nÍN Donrnco


UNtvenst»u¡ ot GntNt»t

La apasionante e incansable actividad de Carmen de Burgos pienso que debe ser conside-
rada como eminente educadora. Espero, en esta conferencia, al tiempo que demostrar esta
efirmación, contribuir a una mejor comprensión de esta gran mujer de la que se han ocupado
poco las investigaciones feministas.
Frente al significado que históricamente pueden tener las mujeres de pensamiento singu-
hr: excepciones que se anticipan a su época, quiero poner de relieve el valor que merecen aque-
Ilas cuya singularidad estriba justamente en su representatividad. Ejemplo de como van tomando
conciencia el común de las mujeres - que somos casi todas -. Representativa de cómo el <<to-
ma¡ la palabra» - para ella como para cualquier mujer - conlleva entrar, inevitablemente, en
contradicción con la cultura patriarcal y evolucionar hacia posiciones más radicales en el pen-
samiento feminista.
Ella lo expresó así en 1909 cuando aún le esperaban muchos cambios:

«Mi vida se deslizó dentro de mí, y todas sus complicaciones nacieron en mi


espíritu...Ha variado de fases muchas veces - tantas que me parece haber vivido en
muchos generaciones diferentes - ...Y yo también he cambiado de ideas, de sentimien-
tos rr.l

Es necesario, pues, hacer un esfuerzo por comprender la evolución de su conciencia como


nujer dentro de 1o que ello significa en la España del primer tercio de siglo. Su pensamiento
¡obre la educación de las mujeres correrá paralelo a esta progresiva toma de conciencia. Car-
rcn de Burgos, mujer libre de muchos prejuicios, inquieta ante todo lo nuevo, deseosa de co-
rccerlo todo, vivamente abierta e implicada en todos los acontecimientos políticos, ideológi-
os y sociales de su tiempo reconocerá en los últimos años de su vida el valor de Ia educación
pra las mujeres:

L BURGOS SEGUI, Cannen: «Cabezas parlantes. A vuela pluma». El Radical,4 de Abril de


Cenuen oe Buncos v l-¡ e»ucrctóN DE LAs MUJERES

oSi la educaciónnofuera obra libre y espontánea, nacida del deseo de conocerlaver-


dad qwe existe en el ser humano, ¿cómo hubiera la mwjer logrado escapar a la féru-
la de los prejuicios y conocer las icleas que hoy sustenta?».2

LA EDUCACIÓN DE LAS MUJERES EN EL PRIMER TERCIO DEL SIGLO XX

Creo necesario para estudiar la actividad educadora de Carmen de Burgos fÍazar, al me-
nos a grandes rasgos, los acontecimientos que en el primer tercio del siglo son más señalados
para la educación de las mujeres.
La labor de los krausistas, tras la Revolución de 1868 y la posterior actividad de la Insti-
tución Libre de Enseñanza así como el influjo del movimiento feminista en otros países, con-
siguió que en el último tercio del siglo XIX se despertará el interés por una mayor educación
de las mujeres3. Durante el primer tercio del siglo XX se producen en España diversas iniciati-
vas, tanto oficiales como privadas, dirigidas a la educación de las mujeres - período denomi-
nado por Rosa M. Capela como la Edad de Plata.
Enumeraré, a título meramente ilustrativo algunos de los acontecimientos más significati-
vos en este sentido.
Se igualan los programas en las Escuelas Normales masculinas y femeninas, de acuerdo
con la ampliación de programas en primaria (1901). Se nombran por primera vez vocales mu-
jeres en las Juntas provinciales y municipales de Instrucción pública (R. D. 2 de Septiembre de
1902). Se crea la Junta para Ampliación de Estudios que ofrecerá becas para estudios en el
extranjero en iguales condiciones para mujeres y varones (1907). Se crea la Escuela de Estu-
dios Superiores del Magisterio con reparto equitativo de plazas entre alumnos y alumnas (R. D.
3 de Junio de 1909). Se deroga la Orden de 11 de Junio de 1888 por la cual la mujer tenía que
pedir permiso especial para matricularse oficialmente en la enseñanza superior (R. O. 8 de Marzo
de 1910). Se dio validez legal a los títulos obtenidos por las mujeres para el ejercicio de todas
las profesiones relacionadas con el Ministerio de Instrucción Pública y se le abrió las oposiciones
y concursos en iguales condiciones que a los varones (R. O. 2 de Septiembre de 1910). Se crea
la Escuela del Hogar y Profesional de la Mujer (R. D. 7 de Diciembre de 1911). Se abre la puerta
a la coeducación (R. D. de 25 de Febrero de 191 1). Se crea la Inspección femenina (R: D. 7 de
Febrero y 23 de Junio de 1913). Se crean dos Institutos femeninos de segunda enseñanza, uno
en Madrid y otro en Barcelona (R. D. 14 de Noviembre de 1929) sometiéndose posteriormen-
te al régimen general de los demás Institutos con coeducación y profesorado mixto (D. 28 de
Agosto de 1931).

2. BURGOS SEGUI, Carmen: La Mujer moderna y sus derechos. Valencia, 1927. p.218.
3. BALLARIN, Pilar: educación de la mujer española en el siglo XIX». Historia de Ia Educación. 8 (1989). pp.
"La
245-260.
4. CAPEL MARTÍNEZ, Rosa M.: «Debate, conquistas y expectativas de la enseñanza de la mujer española clurante
la Edad de Plata». En Mujer y Educación en España 1868-1975. Universidad de Santiago, 1990.

58
Prlen Bell¡nÍN Dorr¡rNco

En la iniciativa privada señalamos, entre otras: la aparición de la Escuela Moderna de Ferrer


y Guardia que defenderá la coeducación (1901), la creación del International Institute for Girls
in Spain (1903) y de la Residencia de Señoritas (1915), comienza la expansión de las Acade-
mias-internados de la Institución Teresiana. Se crea el Instituto Escuela, bajo la tutela de la Junta
de Ampliación de Estudios, en régimen de coeducación (1918),
Pero no olvidemos que en España aún subsiste un alto porcentaje de analfabetismo en el
primer tercio del siglo XX. En 1900 todavía un7l,4 Vo delas mujeres son analfabetas, descen-
diendo la cifra a un 57 7o en l92O y a un 47 7o en 1930. Las protagonistas de este período son
las mujeres de la creciente clase media. A ellas se dirigen la mayor parte de las iniciativas se-
ñaladas que hacen que en este tiempo, sobre todo a partir de los años 20, las mujeres dejen de
ser excepcionales en segunda enseñanza y universidad y pasen a ser «minoría». De 44 alum-
nas matriculadas en Institutos (0,1 7o) y 1 en la Universidad en 1900, se pasa a23.878 (22,6
Vo) y 2.026 (6 o/o), respectivamente, en 1931.

se intensifican a finales del siglo XIX - y


El debate sobre la educación de las mujeres que
del que son testimonio los Congresos Pedagógicos de 1982 y 1922 - se prolonga a este primer
tercio del siglo XX sin que haya cambiado mucho las posiciones. Tal vez lo más significativo
sea la ampliación de los sectores que piensan en una mayor instrucción de las mujeres como base
de la regeneración social de España pero siempre sin cuestionar su posición social de madre y
esposa. El aspecto que cobra nuevo interés en la coeducación. Pero se mantendrán vigentes
muchas de las teorías sobre la inferioridad femenina.
La coeducación defendida por limitados sectores del liberalismo más progresista, anarquis-
mo y socialismo, encontrará fuertes detractores en el conservadurismo católico que, como
Andrés Manjón, declararán que:

«defender y practicar la coeducación como regla o ideal, es poco delicado, menos na-
tural y progresivo y discreto, y menos casto y pudorosa, por colocar la inocencia junto
a la ocasión de perderla, o poner elfuego junto a la estopar.s

ALGUNOS DATOS BIOGRAFICOS COMO PROFESORA

Carmen de Burgos comienza los estudios de Magisterio como alumna libre en Granada
obteniendo en 1895 el título de maestra elemental y en 1898 el de maestra superior. En estas
fechas dirige en la capital almeriense el Colegio privado «Santa Teresa>> en el distrito de las
Huertas, centro que recibirá en estos años subvención municipal.
En Mayo de 1901 ingresa en el Profesorado Normal por oposicigon directa obteniendo
plaza en Guadalajara. El estudio que sobre la Escuela Normal de Guadalajara realizó la Profe-

5. MANJON, Andrés: «El Maestro mirando hacia fuera o de dentro a fuera>>. Patronato de las Escuelas del Ave María.
Madrid. s. f. p. 137.

59
C,cnvpN o¿ Buncos v LA [Dt.!c^ctóN Dl; LAs N,ltiJEREs

sora M. del Mar Andrés6 pone de manifiesto que durante su estancia en este centro, Carmen de
Burgos no prestó la atención debida a las enseñanzas a su cargo debido a su actividad literaria
y sus constantes viajes a Madrid. En este período rcalizará un viaje de ampliación de estudios
al extranjero: entre el 1" de Octubre de 1905 y el 30 de Septiembre de 1906 visitará Francia,
Italia y Suiza. Ese mismo año realizó un curso de metodología para la enseñanza de sordomu-
dos y ciegos.
Al parecer el curso 1906-07 lo inicia en comisión de servicios en la Escuela de Artes e
lndustrias de Madrid para poder permanecer próxima a los círculos literarios madrileños. AIlí
desempeñará la cátedra de econorría doméstica.7 No se incorporará a su plaza de la Normal de
Toledo hasta Abril.
En 1908-09, le abre un expediente ante las acusaciones del Directory las maestras de
se
la Escuela Normal de Toledo.s Carmen achaca esta denuncia a injurias y calumnias motivadas
su posición independiente y 1o avanzado de sus ideas. Si bien consideramos bastante probable
esta causa, no debemos olvidar que su actividad literaria es más intensa si cabe en estas f-echas
en que prepara el primer número de Revista Crítica, así como las observaciones que la prof'e-
sora Andrés ya hace sobre su estancia en Guadalajara. Tampoco podemos ignorar su antipatía
por el ambiente provinciano de Toledo que para José María Marcoe se advierte en su obra Los
Anticuctrit¡s. Los cargos parecen elocuentes:

«Nr¡ haberse presentado en la Escwela hctsta el díct nueve de Octubre de mil no-
vecienfos siete, faltandct después algwnos otros días en el mistno mes alegando hallctrse
enferma.
Haber levemtado la clase despiclienclo ct las alumnos antes de la hora reglamen-
tario en sábado del mes de Marzo despttés ele huber reanudado las clases a su vuel-
ta a Madrid donde lbrmó parte conxo vocal de un Tribttnal cle oposiciones con el
objeto de poder marchctr a Madrid, de donde volvíó el lunes perdiendo las alutnnas
la primera clase volviénclose a marchar al día siguiente faltando a clase este y otro
día mds por igual causl.

6. POZO, M. del Mar; SEGURA, Manuel; DIEZ, Alejandro R.: Cuadalajara en la Historia del rnagisterio español. 1839-
1939. Cien años de fbrmación del profesorado. Universidad de Hen¿u'es. Madrid, 1986, p. 137.
7. Expediente personal de Dña. Carmen de Burgos Seguí. Hoja de servicios 1927. Archivo de la escuela Universitrrr.r
del profesorado María Díaz Jiméncz. Sección profesolado. Todas las informaciones sobre este proceden de COLMENAR
ORZAES, Camen: Historia de la Escuela Normal Central de macstras cle Madrid 1858-1914. Ed. Universidad Complutensc..
Madrid. 1988.
8. Dato rccogitlo de STARCEVIC, Elizabcth: Carmcn de Burgos dcfensora de la Mujel. Librería-Editorial Cajal.
Almería. 1976, p. 10. No consta en su expedientc personal y tal vez se debicra a sus ausencias en Guadalajara.
9. MARCO, José M¿ría: «El naturalismo fe'liz de Colombine». Prólogo. En BURGOS SEGUI, C¿umen: Los Anticuali,,.
Ed., José María Artero.Biblioteca Nueva. Madrid, 1989.

60
Prl¡n Belr-¡níN Dov¡Nco

No haber dado sino tan sólo tres conferencias de las semanales ordenadas por
la Subsecretaría del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. Si es cierto que
no reside en Toledo la mayor parte del curso haciendo frecuentes viajes a la Corter.to

El fallo del expediente, por otra parte, aunque no estima la culpabilidad de la misma por
falta de pruebas, es elocuente de su prestigio social corroborado por la prensa del momento -
ya por aquellas fechas - y de su relación con personas influyentes que debieron actuar en su
favor. Cansinosrl menciona en este sentido a Brocas, Romanones, Moret, Blasco Ibañez. Re-
cordemos que ella misma dljo: protegió un poco D. Segismundo Moret, y me hice profe-
"Me
sora Normalrr.t2
En el fallo del expediente se dice:

o...la vaguedad de algunas de las declaraciones, quedan desvanecidas con la contes-


tación al pliego de cargos. Por otra parte, si se atiende a los méritos de esta Profe-
sorq que goza de fama reconocide como persona de gran cultura, cuyo amor a la
enseñanza bastaría demostrarlo el hecho por ella expuesto, de estar encargada de
mayor ntímero de clases que sus compañeras, y que lo ha demostrado igualmente con
su deseo de perfeccionar sus conocimientos en el extranjero...».t3

Menos aventurada parccerá nuestra conjetura si observamos que frente a la vaguedad de


las declaraciones que la acusan se presentan opiniones probables en su defensa: <<...no parece
probable que caiga en la contradicción de escatimar los días de clase y que incurra en las faltas
que se la atribuyen».ta
Sus influencias se aprecian también en las licencias de que es objeto.
En Noviembre de 1909 será nombrada profesora especial de la Escuela de Artes y Oficios
de Madrid para impartir Elementos de Historia del Arte. El 18 de Febrero de este mismo año
será nombrada, por concurso Profesora numeraria de la Sección de Letras y prácticas de ense-
fanza de la Normal Central. En la que permanecerá hasta su muerte en 1 93 I . Por estas fechas,
1911, su hija es alumna del Instituto Internacional, colegio modelo, equiparado con el material

10. Proyecto de pliego de cargos que deduce y propone al Exmo. Rector el Consejo que suscribe y que estima que deben
dirigirse a Dña. Carmen de Burgos Seguí, Profesora de la Escuela Normal Superior de Maestras de Toledo. En STARCEVIC,
Elizabeth. Opus cit., p.55.
I 1. CANSINOS ASSENS, Rafael: La novela de un literato. l. Alianza. Madrid, 1982, pp. 256-251 .

12. GONZÁLEZ FIOL, F.: «Colombine». Entrevista en La Esfera. 1922. En NAVEROS, Miguel: «Puñal de claveles
por Carmen de Burgos «Colombine»». Ed. Cajal. Almería, 1991. p. I I I .
13. Declaración de D. Leopoldo Soler y Vilches, Secretario General de la Universidad Central. En STARCEVIC,
Elizabeth. Opus cit., p.56.
14. Idem.

61
Clnu¡:N nE Bt.rncios v I.A El)ucACIóN DE I-AS MtJiFrREs

más moderno estadounidense, (125 alumnas de diversos países, por esas fechas), allí se rela-
ciona con las hijas de Sorolla y Posada.rs
En su expediente académico consta como pensionada de Ia Junta de Ampliación de Estu-
dios en los años 1913, 1914,1920, 1922,1924, 1925. 1926, 1921 y 1928. Sin embargo Rosa
M. Capel la presenta únicamente como becada a partir del 13 de Noviembre de 1913 para vi-
sitar durante siete meses Londres, Suiza, Alemania y Suecia y ni este ni los siguientes viajes
constan en el estudio realizado por M. Teresa Marín sobre las actividades de la mencionada
Juntar6. Esto nos lleva a pensar que tal vez se justificaban sus viajes, como tales licencias, con
posterior a producirse sin que existan concesiones previas.

SU MILITANTE ACTIVIDAD EDUCADORA

Partir de su incorporación al magisterio como consecuencia de su vocación educadora


puede ser un grave error. Carmen de Burgos, como algunas otras mujeres en aquellos años
encuentran en el magisterio al salida profesional digna de emancipación económica y personal.
El magisterio le permite salir de Almería y mantenerse económicamente mientras se dedica a
su verdadera vocación: escribir. Llamó la atención en este punto que hace que las Escuelas
Normales de Maestras, frente a las de Maestros, presenten características peculiares.

«La procedencia de las alumnas normalistas es algo mejor (qtte la de los alumno),
pues pertenecen en gran parte, a la clase media acomodada de las capitales de pro-
vincia y de las villas...Explicarse esta diftrencia, notando que, mientras los hombres
tienen abierta la segunda enseñanza, la Universidad y las especiales, la mujer, en
España, ni dis¡tone para ella ¡tarticulannente establecimienÍos de esta índole, no se
ha aventurado todavía, sino las rarísimas excepciones, y solo en k¡s últimos tiempos,
a.frecuentar, en unión con los hombres, aquellos centros de enseñanza; siendo, por
tanto, la Escuela Nonnal casi el único oficial que se le ofrece, ya simplemente para
ampliar sw cultwra, ya para procururse una profbsión retribuida»|1.

Subrayamos pues que el esterotipo de profesional del magisterio «...las medianías sitt
mérito ninguno se refugian en el magisterio que no exige inteligencias.'r¡8 y que alcanza hasta

15. ZULUETA, Cannen de: Misioneras, feministas, educadoras. Historia del Instituto lnternacional. Castalia. Madrid.
1984. p.174.
16. CAPEL MARÍNEZ, Rosa M.: El triüajo y la educación de la rnujer en España (1900-1930). Ministerio de Cultura.
Instituto de la Mujer. Ma<irid, 1986. p.57 I MARíN ECED, Teresa: Los pensionados en eclucación por la J.A.E. y su influencir
en Ia pedagogía española. Ed. Universidad Complutense, Madrid, 4 vols., 1988, T.IV, p. 1439.
I7. COSSIO, Manuel B¿rtolomé: La enseñanza primaria en España. Madrid, 2a Ed. 19l-5, p.I74.
18. BENOT, Eduardo: Errores en materia cle educación y de Instrucción pública. Cádiz, [mpr. Revista médica. 186].
p.126.

62
Prlen B¡ll¡úN Dorr¿lNco

fechas recientes ha tendido a generalTzar a ambos sexos lo que originó como explicación para
varones. Es necesario, desde la nueva Historia de las Mujeres, rehacer 1a historia del magiste-
rio femenino desde esta perspectiva y apuntamos ya que las becas de la Junta de Ampliación
de Estudios en el Extranjero serán solicitadas y disfrutadas por más profesoras de Escuela
Normal que profesoresre y que la Escuela Normal de Maestras es la mayor cantera de militancia
del inicial movimiento de mujeres en España.20
Corroborando esta idea ella misma reconocerá: ,r¿Otra de mis vidas? ln de profesora...esta
seríct tan insufrible como el matrimonio y el cocido si yo no la supiera adornar de azulr2t.Entre
los defectos que encuentra en la profesión: «la imbecilidad de gentes inferiores que dirigen a
los que valemos más que ellos...»2z. En esas mismas fechas declarará solo creer en el arte y solo
amar a los artistas.
Su verdadera labor educadora hay que buscarla en su actividad literaria, como bien ha dicho
José M. Marco23 «el didactismo recorre su vida y su obra como en método de trabajo». Así hay
que entender su labor en Editorial Sempere que dirige su amigo Blasco Ibaiez para la cual dirá
traducir obras de <<todos los hombres cuya inteligencia puede influir sobre nuestro pueblo de
un modo benéfico, destruyendo las doctrinas de Loyolar2a; y sobre todo en su actividad perio-
dística que ella misma definirá como la que «necesitq más ideas y noticias que imágenes y
palabras» y «el ardor apasionado de los combatientes del ideal. Porque el periódico es la
cátedra para la multitud...es una tribuna desde la que se dirige y enseña»?5. Tras la aparente
frivolidad, en muchos casos, del título de sus columnas periodísticas se obulta un contenido
didáctico para mejorar las condiciones higiénico, sanitarias, alimentarias26 , campo de batalla
del regenaracionísmo español.
Este pedagogísmo militante es consecuencia de su pensamiento regenaracionísta que ensalzará
con el socialismo sin abandonar los postulados fundamentales del primero. El carácter de sus ideas
sociales de clara influencia blasquísta27 - en sus orígenes es marcadamente utópico:

«Hoy que alborea la aurora de una sociedad eminentemente democrdtica en la que


la lucha de clases se acentúa con caracteres alarmantes, es una medida previsora, de

19. MARIN ECED, Teresa: Opus cit., p.1439.


20. FAGOAGA, Concha: Lavozy el voto de las mujeres 1877-1931. Ministerio de Cultura. Instituto de la Mujer.
Madrid, 1985.
21. BURGOS SEGUI, C¿rmen: Atc. cit., 1909.
22.Ibdem.
23. MARCO, José María: Opus cit., p.13.
24. BIIRGOS SEGUI, Carmen: Artc. cit., 1909.
25. COLOMBINE: Lecturas para la Mujer. «El periodismo femenino en Cuba». Diario Universal. Sábado 23 de Julio
t904.
26. Sirva de ejemplo su columna «Para la Mujer» y <<Para los niños» del Diario Universal de Madrid.
27. Peculiaridad republicana valenciana en torno a Blasco lbanez (1867-1928) de espectro social amplio y bases
ideológicas flexibles y ambiguas, fuertemente anticlericales.

63
C¿.nMEN oE Bunc;os y LA EDUCACTóN DE LAS MU.,ERES

valor extraordinorio, aproximar a los rLiños rícos a Los pobres o


abandonarlos...ctcostumbrar a niño rico a que de sus ahorros socorra o los niños
pobres es verduderamente moralizador... Es indudable que la limosna desaparecerá
cwandr.¡ lleguemos a tener un tipo social mds perJbcto».

Y propone que los niños ricos abran cartillas a los pobres porque así «..entre ellos queda
el lazt¡ vivísimo cle la simpatía, del cariño que evita lct lucha de clases...Y esa es la obra de la
regeneración humana; la obrct del amorr.?8
Su evolución hacia posiciones del socialismo obrero (Bebel) tendrá marcada influencia
positivista (Lamark, Darwin, Spencer) sin llegar a una militancia activa de partido hasta el fi-
nal de sus días (Partido Radical Socialista).
Queremos subrayar que el carácter regenaracionísta que no abandonará es el hilo conduc-
tor hacia un pensamiento sobre la educación de las mujeres más decidido en los últimos años.
Su objetivo originariamente, como el de aquellos y aquellas con los que compartió estas posi-
ciones, era la transfbrmación social a través de la educación y las mujeres, como madres y es-
posas, estaban en su base.

SU PENSAMIENTO EDUCATIVO SOBRE LAS MUJERES EN EL MARCO DE UN


FEMINISMO EN EVOLUCIÓN

Evitaré centrarme aquí en aquellos aspectos de su actividad en defensa de los derechos de


las mujeres de que se hacen eco otros trabajos para ocuparme de aquellas ideas más globales
que sirven de soporte a mi objetivo.
No podemos dejar de señalar que la Primera Guerra Mundial es la que dará impulso al
peculiar feminismo español de principios de siglo considerado por algunas estudiosas del tema
como inexistente2e ya que no se inspiró en la lucha sino en el éxito obtenido en otros países. El
interés por el feminismo llegará acompañado del debate sobre su significado3o del que Carmen
será reflejo cuando afirma: «no he logrado fijar aún la verdadera acepción de la palabra
feminísmo...Así que en realidad yo no se si soy feminista».3t
Carmen de Burgos es ejemplo elocuente de todas las variedades que el movimiento tuvo
en España - salvo del que vino a denominarse feminismo católico -. No se cierra a ninguna
batalla que considera de interés para las mujeres y desde ellas evoluciona. Así vemos que pasa

28. COLOMBINE: Lecturas para la Mujer. «La fraternidad infantil». Diario Universal. Lunes 4 de Julio 1904.
29. CAPMANY, M. Aurelia: El f'eminismo Ibérico. Oikos-Tau, Barcelona 1970.
30. SCANLON, Geraldine: La polémica eminísta en la España contemporánea. I U68- 1974. Akal, Madrid, 1986, p.197.
31. BURGOS SEGUI, Carmen: Misión Social de la Mujer. Conferencia pronunciada en la Sociedad «El Sitio» por...la
noche del I 8 de Febrero de 191 1. Ed. Soc. El Sitio. Bilbao, p.7.

64
Prl¡.n B¡lr-rnÍ¡,¡ Dolun¡¡co

de bendecir a la Junta de Damas de la Unión Ibero Americana de la que dice formar parte
una de las primeras organizaciones de marcado carácter conservador - a posiciones de feminismo
más radical.
No fue ajena a los prejuicios que intoxicaron su época y que contraponían feminismo a
f'eminidad. En ese contexto hay que entender manifestaciones como esta:

«Me da miedo un.femini,smo que tíende a mascwlinizar a la mujer, que viene oconl-
pañaclo cle lo.s clelirios y desequilibrios de las que no supieron entencler su verclocle-
ro significctclo; y en cambio la idect cle la libertcts y dignifictrción cle nuestro se-.r'o Íie-
ne en mí un paladín apasionador.3l

Esta actitud que ha venido califlcándose de «feminismo vergonzante»3a - volcado a con-


vencer a los varones de que no perderían nada concediendo mayores derechos a las mujeres -
creo que es la que puede considerarse como la estrategia común de muchas mujeres del momen-
to ya que es la que mejor logró conectar con el conjunto social. Lejos de ellas la situación pri-
vilegiada de Emilia PardoBazán que años antes ya comprendía que «La mujer se cree débil,
se cree clesormada, porque todavía está bajo el influjo de su idea de inJbrictridctcl»35 y afirma-
ba con la mayor rotundidad: «Aspiro Señctres a que reconoz.caiis que la mwjer tiene destino
¡tropio; que su.t primeros deberes naturales son para consigo mismo, nt¡ relativos ni clepenclien-
tes de la entidad morol de la fomilior.l6
Su autonomía de mujer libre, abierta a todo conocimiento, viajera incansable en contacto
con feministas de otros países, la llevarán finalmente a renegar de aquel denominado «feminismo
sensato» que busca el aplauso fácil.

oSerfemenina, - dirá - como quiere las iluscts, es estar sometidct sók¡ a los imperati-
vos sexuales, sin aspirar mds que a ser nodrizet y gobernante. Serferuinista es ser
muier respetada y conscienÍe. con personalidcrd, con responsabilidad, con derechos,
y no se (4)onen (sic) al amor, ul hogar y a la mafernidacl»31

Aunque, en este texto, sigue haciendo hincapié en no cuestionar el ámbito de1 hogar ya para
entonces ha cambiado su posición en este sentido como vamos a ver.

32. BURGOS SEGUI, Carmen: La Mujer en España. Confcrcncia pronunciada en la Asociación cle la Prensa cle Roma
el 28 de Abril de 1906 por....Ed. Sempere. Valcncia, p.19.
33. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. l9ll,p.1 .

34. CAPMANY, M. Aurelia: Opus cit.


35. PARDO BAZAN, Emilia: «La educación del hombrc y Ia mujer su relación y sus difercncias. Memoria leída en
el Congreso Pedagógico el I 6 de Octubre cle I 892". En GONZÁLEZ, Anabel et al.: Lr¡s orígenes dcl f'eminismo en España.
Zero. Madrid 1980, p.187.
36. Ibdem. 192.
37. B URGOS SEGUI, Carmen: La Mujer moderna y sus derechos. Valencia, 1927 . p.21.


C.rniuEN ¡e Brtncos y LA EDUCACIóN DE LAs MU¡-RES

Tal yez por influjo del socialismo de Bebel, Carmen identificará durante algún tiempo el
problema de la mujer con el problema obrero (Frente a Pardo Bazán que, por este motivo, sim-
patizará más con Mill) y como consecuencia no se cuestionaba - como no Io hizo el movimiento
obrero de aquellos años - la independencia económica de las mujeres como base de su libera-
ción.

«Yo entiendo qwe la participación de la mujer en el trabajo no es un progreso de las


sociedades sino un retroceso. En una sctciedad pe$ecta, donde exista la buena dis-
tribwción del trabajo, a la mujer se le estaría solo encomendado el de la guarda del
hogar, tto el de las oficinas ni las fábriccts»3\

Entiende que la competencia abarata el jornal del esposo al tiempo que le deja menos tiem-
po para administrar bien lo ganado. Pero no fardará mucho en hacerse consciente de que <<Se
trata de cerrarle la puerta alegando que abarata los jornalesr3e, denunciando en los últimos
años a Marx y a los Congresos obreros socialistas, como responsables de alejar a la mujer del
trabajo que considera ya como su única forma de independencia. Y añade, en su crítica al
movimiento obrero que Ia salud del padre interesa a la especia tanto como la de la madre y «/os
trabajos que se prohíben a las mujeres no suelen ser los más nocivos, sino los que excitan los
celos y la competencla»4o. Esto no es óbice para que, en el mismo documento, invite a las obreras
a afiliarse a Ia Unión General de Trabajadoresar.
Como consecuencia de lo expuesto observamos, que su pensamiento educativo sobre las
mujeres parle de la concepción regeneracionísta de tipo burgués cuando considera que hay que
<<contribuir, en la medida que nos sea posible, a la gran obra de la regeneración social, cuya
base es la educctción de la mujer»42.
Consideramos anecdótico incidir sobre el carácter religioso de este primer trabajo, que en
1900, realizará sobre la educación de Ia mujer ya que considero irrelevante este hecho en su
trayectoria.
En el mismo sentido de regeneración social insistirá en distintos momentos:

<<...educar e instruir a las que más tarde han de llenctr en el hogar doméstico las im-
pofiantes mísiones de esposa y madre, siendo por tanto las que ejercen mayor inflwen-
cia en la sociedad, porque ellas son las que educan al tierno corazón de sus hijos y
las que influyen con su ejemplo y sus consejos en las decísiones de su esposo, por lo

38. BURCOS SEGUI, Carmen: Opus cit. 1906, p.21.


39. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. 1911,p.21.
40. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. 1927, p.111.
41. Ibdem. p.l17.
42. BURCOS SECUI, Carmen: «La Educación de la Mujer». Ensayos Iiterarios con prólogo de Antonio Ledesma,
Ahnería 1900. p.63.

66
Pll.¡.n B¡rt-l,q.nÍru Dor,rrNco

que poclemos decir que la mujer (sic), desde su mr¡desto hogor, es la que decide la
suerte de la nacionesras.

Durante mucho tiempo no abandonará este objetivo que concilia con posiciones más
obreristas, así en 191 I dice que la educación de las mujeres en el extranjero fiene «tendencict
a formerr la buena directora de la casa, la educadora del hijo, la compañerct del esposor".

La influencia del utilitarismo didáctico de Spencer mafizará su pensamiento y aunque no


cuestiona educar a la mujer para el hogar reclama para ellas enseñanzas industriales «cotl que
puedan ganar su sttbsistencia»45.
En ningún momento dudará de la capacidad intelectual de las mujeres, a pesar de su tra-
ducción de Moebius, y aunque pervivan en ella ciertos prejuicios todavía vigentes para algu-
nos:

«Conto ¡trofesora he tenido ocasión de observqr que en Los prirnerr.t,s mc¡mentos de


aprencliz.aje la mujer adelanta con rapídez,, pase delante deL hombre y luego permo-
nece esÍctcionaria. Esto es, que la imaginación es ruás rtipida, pero el juicio tnenos
clesenvuelto ra6 .

Entiende que las diferencias fisiológicas son escasas y fácilmente observables y en ningún
caso pueden influir sobre el pensamiento, afirmará que Ios principales defectos de las mujeres
son de educación. Recun'e a Lamark para justificar que «la función crea el órgano» y es por ello
necesario el cultivo intelectual porque todos los elementos físicos son educables y susceptibles
de desarrollo. La inferioridad de las mujeres proviene únicamente de que se les ha negado la
cultura.aT
Frente a los que cuestionaban su talento dirá oSe cluiere cotnparar a tocla mujer sólo con los
hombres de genio, y no se cotnpara nunca a los ineptos y nrecliocres con los ruu.jeres geniales».r8
Criticará la enseñanza que reciben las mujeres de clases populares y propugnará para ellas
institutos agrícolas y aquellos tipos de centros que conocerá en sus viajes al extranjero, beca-
da por la Junta de Ampliación de Estudios con ésta finalidad.

nosotros la enseñanzct en general adolece cle ser pttratnente teórica, y las es-
<<...entre
cuelas de mujeres que tenemos hasta ahora tien¿len a preparar púro cqrreras o or-

43. Carmen dc Burgos, Memoria...en Expedientc, 1899. En STARCEVIC. Elizabeth: Opus cit., p.42.
44. BURCOS SEGUI, Cafl¡en: Opus cit. l9l I, p.13.
4-5. COLOMBINE: Lecturas para Ia Mujer. <.La enscñanza popular". Diario Universal. Viernes l5 dc Julio de I904
46. BURGOS SECUI, Calmen: Opus cit. 1906, p.36.
47. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. I911, pp. 8-9.
48. BURGOS SEGUI, Carmcn: Opus cit. 192'7,p.74.

67
C¡.nvcN o¡ Buncos v LA EDUCACIóN DE LAs r*luJlIRES

tes, no para la agricultLtra o lct industria...necesitamos escuelas prácticas, escuelas


g ranj as, e sc uelas talle re s ».ae

A las mujeres de clase media quiere alejarlas de la educación que, ya tiempo atrás, venía
calificándose como de «adorno» consistente en cierto barniz cultural y algunas habilidades
(música, francés...) que les permitía alternar en los salones de Ia época. La debilidad y la en-
fermedad fruto de Ia ausencia total de ejercicio físico - impropio de señoritas - formaba parte
de este modelo y se constituyó en ideal de belleza.

«Las señoritas así educadas, carga imporfante para el hombre, lo alejan cada vez más
del matrimonio; se ven obligados a trabajar; desdeñan lcts oJicios y de ellas nace el
ejercicio de ferninistas exaltadas, como si bajo ese nombre florecieran las.faculta-
desr5o.

Aunque no cuestione la división sexual del trabajo reconocerá que «la mujer se ye corL
frecuencia obligada a trabajar y es jwsto no negctrle lr¡s mediosrsl y solicitará para ellas el «libre
acceso en universidacles, ofic'ic,s y etnpleos"52.
En 1911 dirá que su ideal de educación de la mujer lo ha encontrado en Ia Nicolasa de
Matrimonios Morganáticos de Marx Nordau «dulce y Jilerte, que ama y piensa, con perfec-
ta conciencia de sus derechos y sus deberes. Una mujer muy tierua, muy aruante del ltogar, algo
coqueta (en acepción de deseo de agradar).jamás masculinizadar5t.
Su apuesta por una educación de las mujeres en igualdad de derechos con los varones se
presenta más clara en l92l cuando critica a Rousseau por querer este que la mujer sea sólo
esposa y madre subordinada a los designios del varón'. «para Rousseau, la mujer que se ocupa
de letras, de política, que tiene un solón y frecuenta la socieclad de los hombres, es 'una flor
venenosa nacida en el estercolero de las civilizaciones'rr54.
Con respecto a la actividad pedagógica en general se muestra escéptica: «El arfe de ense-
ñar a enseñar apenas existe; pomposamente llamamos Pedagogía a los conocimientos rutinct-
ricts que poseemos...Las pensiones en el extranjero .girven para poco»5s. Alude aquí a que el
motivo del expediente de que fue objeto se debió a decir cosas como esta.
Metodologicamente solo hay dos aspectos que creo merecen especialmente atención: la
coeducación y la educación física dos de los temas que más se debatieron en estos años.

49. COLOMBINE: Lecturas para la Mujcr. «Un Instituto agrícola». Diario Universal. Jueves 7 de Julio de 190¿t

50. BURGOS SEGUI, Cannen: Opus cit. 1906, p.30.


51. COLOMBINE: Lecturas para laMujer. «Dc enseñanza>. DiarioUniversal. Jueves 8 de Scptiembre de 1904.
52. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. 1906, p.41 .

53. BURGOS SEGUI, Carmen: Opus cit. 1911, p.7.


54. BURGOS SEGUI, Carr¡en: Opus cit. 1927,p.70.
5-5. BURCOS SEGUI, Carmen: Opus cit. l9l l, p.12.

6B
Plurn B¡u-enÍN Dorr¿rNco

Como señalamos anteriormente la coeducación venía siendo el campo de batalla de libe-


rales y conservadores desde tiempo atrás. Los Congresos Pedagógicos de finales de siglo dan
muestra de los debates que suscitaba y de la clara apuesta de liberales, regeneracionístas, femi-
nistas y sectores vinculados a la lnstitución Libre de Enseñanza por educar conjuntamente a
chicas y chicos.
Carmen de Burgos, se pronuncia en escasas ocasiones en este tema y como en otros adopta
posiciones que evolucionan. Así vemos que al comentar la reciente creación, en Valencia, de
una Escuela especial libre de <<ingenieras electricistas>> dirá:

"Uno la enseñanza de la mujer es la qsistencict


cle los inconvenientes que tiene aquí
de los dos sexos a clase, pues la rutina hace que aún se considere perjudicial la co-
educación... »s6.

La solución que propone son formulas de enseñanza a distancia.


Sin embargo años más tarde la defenderá aunque de forma peculiar:

<<No existe la coeducación...Separados desde la infancia, no ejerce la mujer la inJluen-


cia de su duLce cardcter sobre la rwdeza masculina, no se conocen, y el matrimonio
es pocas veces hijo del amor y la reflexíónr51.

Una vez más parece que la estrategia es su fórmula para alcanzar a amplios sectores de
población. No se explica de otra manera esta y otras de sus argumentaciones cuando su vida es
un ejemplo de liberalismo a tltranza.
Con respecto a la educación fÍsica sigue de higienistas e institucionístas y defiende que no
existen individuos completos si no se cuida tanto la educación física como la intelectual. En
sus columnas periodísticas se hace eco de cómo, en otros países, adquieren mayor importancia
en la educación y las costumbres femeninas los deportes. Denuncia que las niñas nunca goza-
ron de la libertad necesaria a su desarrollo ya que de la faja de la infancia que aprisionaba sus
brazos pasaban al corsé.

<<los jwegos, los ejercicios de fuerza, la correra, etc...se prohibían a las niñas...error

laruentable que ha influido en nuestro sexo...no hay belleza comparable a la de la


salud, ni armonía más petfecta que el desarrollo completo»s8.

56. COLOMBINE: Lecturas para la Mujer. <<Una carrera para mujeres». Diario Universal. Lunes 2-5 cle Julio de I 904
57. BURGOS SECUI, Carmen: Opus cit. 1906, p.41.
58. COLOMBINE: Lecturas para la Mujer. «De sport». Diario Universal. Dorningo 24 de Julio de 1904.

69
C¡.nue¡¡ oe Buncos y LA EDUCACIóN DE LAs MUJEREs

A partir de esta limitada reflexión a modo de sintética conclusión podríamos afirmar que:
a) Carmen de Burgos no realiza una reflexión profunda exclusiva sobre la educación de
las mujeres.
b) La fuente de liberación de las mujeres la encuentra en la educación no en la indepen-
dencia económica.
c) A pesar de que en los últimos años su posición es más radical no llegó a cuestionar la
división sexual del trabajo.
d) Su actitud es vitalmente feminista.
e) Es necesario un más profundo análisis de toda su obra literaria y periodística desde esta
óptica para detectar mejor la complejidad de sus estrategias.

70
i

I
I

CARMEN DE BURGOS Y SU OBRA LITERARIA

Co¡,¡crpcróN Núñnz Rnv

EVOCACION

Hace casi ochenta años, el 1 de noviembre de 1913, Carmen de Burgos regresaba de un


r iaje a América entrando en barco por el puerto de Almería. Su ciudad natal se había movili-
zado desde días antes para darle una acogida multitudinaria. Resulta fácil imaginar lo que su-
puso para la autora este calor de sus paisanos como reconocimiento público de sus méritos. Así
Io expresó al día siguiente, al iniciar una conferencia sobre sus Impresiones de Argentina en el
prestigioso Círculo Mercantil e lndustrial de la ciudad. Con sereno talante, evocó un instante,
¡ dejó después en el olvido, el rechazo que había sufrido en tiempos pasados:

«Para mí han sido estos momentos de los más dulces de mi vida.Me faltaba para alen-
tarrne en la lucha la aprobación de mi Almería. Cuando con bondad superior a mis mé-
ritos recibía aplausos de España y del extranjero, pensaba con dolor en mi tierra nati-
va (...). Por eso, mi emoción y mi agradecimiento de hoy. Porque sois vosotros, mis
paisanos, y porque es Almería, mi Madre, los que me acogen>>.r

Si he comenzado mi exposición evocando este suceso es porque deseo establecer un lazo


;un el presente. Siendo Carmen de Burgos una figura importantísima de nuestra historia lite-
r¡ria. como intentaré mostrar, su memoria ha permanecido sepultada durante largo tiempo, y su
rocuperación se está produciendo de modo lento y dificultoso. Toda labor que contribuya a
r-elerar el proceso es muy valiosa, y en especial lo es este curso en el que yo he querido ver
Frr parte de Almería un generoso gesto de reconocimiento, semejante a aquel otro tan lejano
de 1913. Imagino que Carmen dedicaría parecidas palabras de agradecimiento a los que han
becho posible con su esf'uerzo organizador que estemos aquí recordándola.
Cuando emprendí el largo camino tras las huellas de Carmen de Burgos, los escasos da-
¡t¡¡ iniciales hablaban de una autora que había gozado de gran popularidad en las primeras
ilét-adas del siglo, y que, guiada por un pensamiento progresista, había creado una obra exten-

l. lntpresiones de Argentinct, Almería, H. Navan'o de Vera,MCMXIV, pp. 36-37

95
C.c.nN,t¡N oE Buncos v str ollRA LTTERARIA

sa y variada; aparecía además vinculada sentimentalmente a una figura tan importante como
Ramón Gómez de la Serna. En contraste con estos indicios, resultaba sorprendente Ia escasa
atención de la crítica que la autora había merecido, así como Ia limitación y Ia brevedad de los
estudios a ella dedicados, reducidos a veces a referencias esquemáticas y con frecuencia repro-
ducidos de unos autores a otros. En la mayoría de los casos, sólo era aludido un número redu-
cido de textos que contrastaba con la evidencia de una extensa obra olvidada. A pesar de ello,
abundaban los juicios generalizadores, excluyentes y definitivos.
Las expectativas creadas conducían a una pregunta inevitable, la misma que se han hecho
quienes se han acercado con ánimo abierto a nuestra autora (destaquemos muy primeramente
a Elizabeth Starcevic y también a Ana María Martínez): ¿Por qué se ha olvidado de tal modo
a semejante figura? Después se empieza a ver la causa en nuestra Guerra Civil y en su posguerra,
que arrasaron la memoria de nuestro riquísimo primer tercio de siglo, y cómo ha colaborado
también nuestra renuncia a salvar el vacío creado, que ha dejado atrás definitivamente nuestra
más cercana tradición.
Tal vez no hacemos sino reproducir una constante que nos aqueja a los españoles y que la
propia Carmen de Burgos descubría y denunciaba a comienzos de siglo. Reiteradas veces com-
paraba con tristeza la atención y el orgullo con que cuidaban en otros países su pasado cultu-
ral; de qué modo su memoria histórica los hacía más conscientes de sí mismos y más respon-
sables de su futuro; así se preguntaba en su libro Por Europu:

«¿Estaremos muertos para el entusiasmo más noble y grande que puede sentirse? (...)
¿qué se ha hecho aquí por nuestros hombres geniales? ¿Dónde halla el viajero sus
recuerdos? ¿Dónde se les honra? ¿Acaso no tenemos nombres dignos de figurar en-
tre los primeros del mundo? Tan criminal es regatear Ia gloria a los vivos, pecado de
que no está libre Francia, como dejar caer a los muertos en el olvido. Es un crimen
de «lesa patria», porque la gloria de los artistas no es sólo para ellos, nos envuelve a
todos; pertenece a España>> (Maucci, Barcelona, s.a., p.68-69).

Como en muchas ocasiones, todavía son vigentes sus palabras; hoy hemos de lamentar del
mismo modo el olvido de nuestro cercano pasado del que fbrmaba parte ella misma. Por todo
ello, realizar un estudio profundo sobre Carmen de Burgos aparecía como una singular aven-
tura literaria y como una reparación histórica.
Prestemos atención ahora a una nueva inquietud. La recuperación de la autora que se vie-
ne produciendo en los últimos tiempos tiende a fijarse en su papel como impulsora del femi-
nismo, aspecto de su figura indudablemente esencial pero que no debe oscurecer otros signifi-
cados más amplios entre los que la defensa de la mujer es parte de un todo coherente y armó-
nico. Su feminismo, rescatado separadamente, puede llevar a restringir el verdadero valor de su
rica y compleja obra literaria, una obra que nació de una elaborada concepción del mundo y de
una personalísima actitud ante la vida. A desvelar algunos de sus valores dedicaré mi empeño
aquí, pero antes parece conveniente recordar algunos datos de su trayectoria que nos permiti-
rán establecer ref-erencias necesarias.

96
Coxcrpr:rrir Nr,ñF:z REY

TRAYECTORIA

En la vida y en la obra de Carmen de Burgos se descubren con frecuencia los rasgos pro-
pios de una romántica buscadora y una inadaptada. En el origen de tal carácter se halla sin duda
su crianza en el valle de Rodalquilar, lugar extraordinario escondido en el Cabo de Gata, que
la autora convirtió más adelante en espacio mítico. La bondad natural allí aprendida se enrique-
ció con una educ¿rción ilustrada y liberal. El descubrimiento posterior de las lacras sociales. es-
pecialmente las que afectaban a la mujer, impulsó a Ia autora a la actitud racionalizadora y
comprometida que sostuvo siempre fiente al problema de España. En el punto de partida la
animaba un espíritu regeneracionista, pedagógico, Iaico y progresista, inspirado en el idealis-
mo del librepensamiento francés y, más cercanamente, en las ideas krausistas que conoció en
el mundo del magisterio de Granada y que dieron orientación a su fbrmación autodidacta. Car-
men de Burgos aparece así muy próxima a Ia corriente noventayochista, a la que se vincula por
algunos otros rasgos, como la edad, sólo tres años más joven que Unamuno, o como su solita-
rio acto de homenaje a Larua, coincidente con el que realizaron las figuras del ,,98>> tan sólo unos
meses antes.
Apoyadir en este bagaje, emprendió a su llegada a Madrid una labor que le abrió en poco
más de un año las puertas del periodismo. Se convirtió en redactora fija de Diario Universctl,
con sección propia y diaria, firmando con el seudónimo de Colombíne, que Ia hizo popular.
Escribió a lo largo de los años miles de artículos en la prensa española e hispanoamericana, con
los que se propuso enseñar nuevos hábitos y difundir ideas de emancipación femenina y de
justicia y libertad para todos. Su propósito queda explicado en esta breve pero intensa reflexión
en la que declara como n-rotor de su conducta el amor a la vida:

«me espera el trabajo, la lucha constante..., la eterna rebeldía que levanta mi pen-
samiento contra el terrible fardo de prejuicios, convencionalismos y miserias que nos
oprime.
Luchar contra esa montaña, resquebrajarla, abrir en ella surcos para que germi-
nen la justicia y la libertad, es un empeño semejante al que hizo salir a D.Quijote a
los campos de Montiel. Lo sé. Sé que las f'uerzas de una mujer no removerán la mon-
taña, pero acaso Ie arranque un grano de arena y enseñe a otros el camino...La lucha
es la vida y yo siento el ansia de vivir» (.Por Europa, ob. cit., p.502-3).

Con esa meta promovió diversas campañas: [a primera de ellas, en f'avor del divorcio, hizo
muy f'amosa a la autora y la enfrentó con la Iglesia; vinieron después otras, contra la pena de
muerte, en favor del voto femenino, contra diversas leyes discriminatorias y contra Ia guerra.
E,s importante destacar su papel de pionera en la lucha por estas causas, en particular por las
nacientes reivindicaciones feministas.
De la mano de su recién alcanzada fama penetró Carmen en los ambientes literarios ma-
drileños, en tertulias y cenáculos que atrajeron su atención hacia diferentes tendencias estéti-

97
C¡.nuru oE Buncos v su oBRA LITERARTA

cas. Por su amistad con Blasco lbáirez defendió durante algún tiempo el Naturalismo, aunque
su compromiso idealista y su exaltado vitalismo impedían que lo cultivara verdaderamente. Los
contactos con la bohemia modernista depositaron en sus primeras obras importantes algunos
tonos decadentistas que tampoco se avenían bien con su constante actitud racionalista.
Después entró en la vida de la autora Ramón Gómez de la Serna, que compartió con ella
un gran amor durante veinte largos años. En ese tiempo, Ramón desarrolló dentro de la litera-
tura española su revolución vanguardista, de la que Carmen fue, según é1, alentadora y colabo-
radora, y, según se puede ver, partícipe con algunas de sus obras.
Antes de ello, la autora aparece como figura destacada entre los escritores que integraron
la «promoción de EI Cuento Semanalr. Casualmente, su muerte, en 1932, coincide con el fin
de La Novela de Hoy, última colección importante de aquel vasto movimiento editorial. Aún
queda otra vinculación destacable, que han visto con acierto algunos estudiosos. A partir de 1910
se da en la autora una progresiva intelectualización de su compromiso social, y reflexiona con
frecuencia en obras y artículos sobre la necesidad del racionalismo para la vida y para la lite-
ratura. Este proceso la aproxima a la corriente literaria que ha de triunfar en España en la se-
gunda década del siglo: el Noventismo. Con algunos de sus miembros sostuvo además la au-
tora estrecha amistad (sobre todo con Marañón), y junto a ellos la sitúa Eugenio de Nora, in-
cluyéndola entre Ios novelistas intelectuales; la misma vinculación reproducen, por ejemplo,
J.Domingo, Granjel y Mainer.2
Carmen de Burgos vivió varias vidas, y en cada una de ellas desplegó una actividad verti-
ginosa. Recorrió Europa y algunos países de América estableciendo vínculos con personalida-
des y organizaciones. Pronunció conferencias desde tribunas muy prestigiosas, como el Museo
del Louvre, la Sorbona, y otras universidades de Europa y América. Fue miembro de diversas
organizaciones culturales españolas y extranjeras, e ingresó en la Academia de Ciencias de
Lisboa con el voto unánime de sus miembros; también el gobierno luso la condecoró con el
Collar de la Orden de Santiago y la Espada. Presidió organizaciones feministas, y entregó la
última de sus vidas a la causa de la República ingresando en el Partido Radical Socialista, una
escisión de Izquierda Republicana, de Azañ.a; y, aunque muchos sospecharon que lo había he-
cho antes, parece que no entró en Ia Masonería hasta un año antes de su muerte en 1932. Junto
a miles de artículos periodísticos, creó una vasta obra literaria que se acerca a los dos centena-
res de títulos. El esfuerzo y la lucha no le impidieron buscar abiertamente e1 goce pleno de la
vida, que disfrutó con deleite epicureísta; también amo por encima de las convenciones y com-
partió con Ramón una hermosa historia de amor. Mucho tiempo después recordaba él que jun-
tos: «Nos conminábamos para no hacer ninguna concesión: todo, la vida o la muerte, a base de
no claudicar./ Só1o queríamos conseguir el secreto central de la vida».3

2.ktnovelaes¡:taltolcrcontempor¿inect, tomoII,2"cdición,Madrid,Gredos, 1973,p.41.


J.Domingo,enlttnt¡,ektespcLftoLctdeLsiglo XX,tomoI,Barcclona,Ed.Lábor,1973,pp.70-l26.Tambiénen«Laprosa
narrativa hasta 1936», en Historia de l¿t Literaturu Es¡tctítoLu (coor. por J.M.Díez Borque), tomo IV, El siglo XX, Madrid.
Taurus, l9tl0, p.106.
L.S.Cranjel y J.C.Mainer, en Historia 1' críticu de lo LiteratLru Españolcr,lomo VII. Épo.a .onte.poránea: I 914- I 939.
Barcelona, Ed. Crítica, 1984, p. 147.
3. Auktntoributtd¿, Madrid, Guadarrama, 1974, p.211-2.

9B
CoN.ppcrriN Nr-IñF.z REY

I\VESTIGACION

La aventura investigadora en torno a Carmen de Burgos se ha enfrentado a grandes obs-


ráculos que la han alargado en el tiempo. EL primero ha sido llegar a delimitar la extensión de
la obra. Todas las referencias halladas en los repertorios bibliográficos, incluidos los que apa-
recen en los libros de la autora son incompletos, de modo que sólo ha sido posible establecer
la delimitación tras un largo cotejo de todos ellos. Como es lógico, hay que añadir las dificul-
rades de localización. Son escasísimas, en proporción a su obra total, las obras de Carmen que
han sido reeditadas después de su muerte (todas ellas, a partir de la década de los ochenta) )
que son de fácil acceso hoy. Es preciso acudir a las ediciones antiguas, dispersas por bibhote-
cas, hemerotecas y libreros de viejo. Recientemente la labor se ha allanado para el investi,sa-
dor con el repertorio muy completo que sobre nuestra autora publica María del Carmen Simón
Palmer en su utilísimo manual bibliográfico Escritoras Españolas del Siglo X1X, aparecido en
Castaüa en 1991.
En cuanto a obras de fácil acceso, el estudioso y el lector disponen de algunas nanaciones. En
1980, el editor Emiliano Escolar reeditó El hombre negro y «Villa Moía» en la efímera Colección
de Bolsillo. En 1986, introducido por Ana Martínez Marín, Biblioteca de Cultura Andaluza edrtó
el libro de 1925, Mis mejores cuentos, una selección de cinco novelas cortas que la autora hizo para
Prensa Popular. Más recientemente, en 1989, Biblioteca Nueva ha presentado la novela larga Lcts
anticuarios. En el mismo año, Ed. Castalia ha publicado mi selección de siete relatos kt Flor cle
la Playa y otras nc¡velas corlas, junto a un extenso estudio global. En 1990, José maría Artero pre-
sentó l¿s inadaptcrdos en Biblioteca General del Sur. Editorial Castalia, en ese año. publicaba en
edición de Angela Ena Bordonada Los negociantes de la Puerta del Sol, incluida en el volumen
Novelas breves de escritoras españolas (1900-1936). Últimamente, en 1991, Miguel Naveros,
Eltzabeth Starcevic y Diego Martínez han presentado en Editorial Cajal el relato Puñol de clc»e-
les.En conjunto, las obras citadas resultan representativas, pero hacen recordar la imagen del ice-
berg por la enorme proporción que aún queda oculta.

APROXIMACIÓN A LA OBRA

La obra de Carmen de Burgos encierra muchos significados: mundos propios, búsqueclas


formales, compromisos intelectuales, visiones lúdicas y numerosos experimentos. La narrativa
ocupa el espacio central, y en ella nos vamos a fijar para establecer las claves literarias más
importantes, pero ofrece también destacado interés el resto de su producción, constituida por
material muy variopinto: libros eruditos, biografías, diálogos, libros de enrrevistas, textos de
conferencias, numerosas traducciones, prólogos, semblanzas, manuales prácticos. ¿rsí conro
magníficos libros de viajes, a los que aludiremos en relación con su obra narrativa. Esta narr ¿L-
tiva se compone, con algún margen difuso, de una decena de novelas lar-tas y más de Lln cen-
tenar de narraciones breves, de las cuales una treintena serían cuentos y unas ochenta serí¡lu
novelas cortas.

r9
C¡gv¡,¡¡ os Buncos y su oBRA L¡TERARTA

Los temas

Acerquémonos ya al ancho universo temático de esta masa de relatos. Frente a la idea de


dispersión que su enorne extensión sugiere, el análisis minucioso y atento revela un orden muy
coherente, e incluso, como cenando un círculo, nos descubre al final la profunda unidad que
reúne y elgarza todos los temas. Paru alcanzar alguna precisión en este tiempo de exposición,
me detendré en dos temas que considero fundamentales, y en relación a ellos aludiré a los de-
más.
Rodalquilar, el valle de la infancia de Carmen, dio lugar a un ciclo novelesco, que fue
apareciendo a lo largo del proceso creador, de principio a fin, aunque de modo interminente.
Sobre ese espacio evocado construyó un universo completo, autónomo, cerrado al mundo ex-
terior. Lo delimita una toponimia real, bella y rica, que al reiterarse a lo largo del ciclo adquiere
resonancias poéticas y míticas; se suceden nombre como: cala del Carnaje, cerro del Cinto,
cuesta de las Carihuelas, Escullos, Las Negras, Los Frailes, cerro de la Amatista, punta Polacra,
Peña Negra, etc. que responden todos ellos a la verdad geográfica. A la misma verdad respon-
de la descripción del valle, ya establecida en El tesoro del Castillo (1907):

«a ocho leguas de Almería hay un lugarcito que se llama Rodalquilar; no es siquiera


una aldea, es una cortijada perdida entre la garganta de algunas montañas que'se abren
en semicírculo a la orilla del mar. Una costa abrupta y salvaje lo defiende por ese lado;
sus montañas dificultan la bajada, y la sociedad actual apenas imprimió allí sus hue-
lla (...) Es una tierra semiafricana, límite de Europa».4

Poco después, en los Inadaptados (1909), la autora tiene ya una conciencia plena del va-
lor extraordinario del lugar y del sentido trascendente que esconde:

<<Las roquizas montañas alzan sus muros como si quisieran abrigarlo y defenderlo de
la vulgaridad de la vida civilizada, adurmiéndolo en sus abruptos senos de piedra>>.s

Carmen construye ese mundo narrativo sobre una sólida base de estilo descriptivo, sem-
brado de un léxico riquísimo, preciso y ligado al orden natural, que compone un amplio mues-
trario de palabras recuperadas (labor léxica tan cercana a la de los noventayochistas):

<<lavegetación recobraba de nuevo su aspecto indígena: atochas, palmas y torviscos


se multiplicaban al ascender por las laderas y balates para formar el límite de las ve-
redas. Un seto vivo de añosos troncos de nopales, con opulentas palas, erizadas de es-

4. La novela corta,zl de Junio de L907, pp. 6-7 .

5. Valencia, Ed. Sempere, 1909, p. 16.

100
Cor.¡c¡pcróN NúñEz Rev

:inas. y cenicientas pitacas, cuyas varas, de cinco metros de altura, se abrían en las
::rrroS eroÍfles de sus flores, parecidas a los brazos de un indra gigante».6

Y se suceden palabras como: «ricial», «jaramago», «traspol», «faltriqueras», «afrecho»,


- .::1". «pegujales>>, «trojes>>, <<almiares>>, «jabeca», «aliaga», «cabrahigo».
Sobre todo ello tendió Carmen de Burgos otras miradas más subjetivas, a veces teñidas de
.:-.u¿lidad, de emociones, de impresiones:

«Aproximábase la hora del crepúsculo; un ambiente dulce, tibio, melancólico, en-


r olvía al campo. La tierra, abrasada con el beso del verano, mostraba orgullosa las ga-
r illas del trigo maduro amontonadas en las hazas, el oro de los rastrojos y las mieses
tendidas en las eras o formando las hacinas de rebosantes espigas rubias, que espar-
cían el olor acre y picante de los cereales en sazón (...).
Se oían a lo lejos las esquilas de los rebaños que se encaminaban al redil (...) y los
t

i
ladridos de los peros, avisando de cofiijo el paso de algún caminante» (Ibid.101-2).
I

Lo extraordinario es que este espacio se convierte a lo largo del ciclo en un espacio


.::mporal y mítico. Sobre su naturaleza exuberante y propia se sitúan unos cortijos disemina-
j ':. urloS familias aborígenes, unos señores patriarcales, una vida hecha de costumbres
.:.;estrales y de pasiones primarias, una orgatización que rechaza todo poder exterior, y unas
-:Ierencias que entroncan con los orígenes de la cultura mediterránea. Es fuente de todo bien
,. de goces naturales, constante expresión de la plenitud: una imagen del paraíso.
Está poblado por un colectivo de personajes, en su mayoría agrupados en familias, o me-
\r. en castas, pero vistos en primer plano; a veces cambian de nombre o tienen diverso
::otagonismo en los distintos relatos. Los Chafinos, que con su abundante progenie ocupan un
'.1lranco del valle, tienen el protagonismo en Los Inadaptados, y papel importante dentro del
:rupo coral de El Últ¡mo Contrabanclisla. Los Espinosa de Los Inadaptados, convertidos en Ios
r)livares en El Úhimo Contrabandi.r/¿¡ son 1os grandes señores protectores del lugar, revestidos
.:e nobleza y heroísmo y encabezados por don Luis, o don Antonio, según la novela, cuyas
:azañas y cuyo trágico final llevan a evocar al abuelo de la propia autora. Otra casta es la de
.os Pintaos, familia degenerada y esperpéntica que cumple un papel relevante en la novela Fras-
-d. la tonta.
Vistos más de cerca, por ejemplo, Víctor y Dolores, los protagonistas de Los Inadaptados,
.-uyos nombres son simbólicos, encarnan valores primarios pero eternos y universales. Su gran-
Jeza procede de la respuesta que dan a su destino, manteniéndose fieles a la naturaleza y a sus
pasiones. Pero no son arquetipos preestablecidos, sino seres humanos que sienten, dudan y
¡ctúan. Dolores aparece revestida de la dignidad de una matrona clásica, cuyo carácter se mani-
tlesta inicialmente en su doloroso planto por ver llevar preso al esposo: «echada boca abajo en

6. Ibid., p. 69.

101
CaeN¡sN og Buncos y su oBRA LTTERARIA

la tierra, sollozaba sordamente, mesándose los cabellos con desesperación>) (Ob. cit., p. 84).
Reúne cuanto posee, se atavía como un guelrero que parte para la lucha, en un ritual de reso-
nancias épicas, e inicia un viaje para lograr el rescate del esposo. Su heroica figura culmina en
laferoz defensa de su maternidad frente a toda ley y a toda consideración. En paralelo, Víctor
encarna los atributos de la virilidad; siempre señalado por su valentía, cierra la novela conver-
tido en héroe vencedor de las ofensas y descrito con exaltados trazos románticos:

<<elhacho, caído a sus plantas, medio apagado, lo envolvía en oleadas de humo, y


agigantaba su estatura con 1a prolongación del rayo de luz entre las sombras(...) pa-
recía revestido de una belTezabravía, siniestra, satánica» (Ibid. pág. 208).

Sobre ese espacio poblado se asienta un universo de costumbres que constituyen el sustrato
ancestral. Se tiende así una dimensión temporal sobre el espacio de Rodalquilar, que se remonta
a etapas culturales muy antiguas, y cuya pervivencia lo sitúa en la atemporalidad mítica;
atemporalidad, aunque se encuentre circundada por la historia, pues se sifiia al margen de ella.
Muchas de esas costumbres aparecen de modo recurrente en las novelas: el ritual de los bailes;
los atavíos femeninos, con esos pañuelos de color aceite, o de color tórtola; el ritual delacaza
delaperdiz con reclamo; cantar a dos voces en la noche para fingir compañía; la organización
de la casa en la que habitan señores y criados, con Ia gran cocina donde se reúnen todos alre-
dedor del fuego y que es evocación directa del antiguo <<mégaron>>. Sorprenden más las formas
de organización social al margen de las leyes: los raptos previos a la boda; el rito primitivo y
pagano de enterrar a los muertos a la orilla del mar.
Inevitablemente, este mundo alcanza una dimensión transgresora y una significación po-
lítica. Rodalquilar se asienta sobre unos presupuestos de anarquismo espontáneo, ingenuo y
primitivo, que no se enfrenta a otros modelos impuestos, sino que los niega. En tal sentido actúan
todos sus héroes, subvirtiendo el orden establecido porque éste es ajeno al suyo propio. El sig-
nificado político que está implícito en los relatos lo encarna emblemáticamente el mendigo Luis
lMárqllcz (Los Inadaptados), quien supo el significado de la palabra «anarquista» cuando fue
encarcelado acusado de serlo, y para quien la civilización y el mundo urbano se erigen como
una amenaza, sin esperanza posible de regeneración; así exclama:

«Los dioses han muerto... ya no hay rayos que fulminen al malo... Yo necesito des-
cubrir el fulminante que destruya a toda la humanidad...Mientras exista el recuerdo de
su historia de crímenes, no habrá justicia...» (Ibid., p. 91).

Palabras tan duras y desesperanzadas recuerdan las que Valle-Incliin puso en boca de Max
Estrella (Escena YI de Luces de bohemia: <<Mateo, dónde está la bomba que destripe el terrón
maldito de España»).
La otra alternativa es la huida en busca del paraíso natural, simbolizada en el alejamiento
del mendigo, revestido de dignidad: «Llamó al perro y se internó entre las malezas del monte.
como si huyera de la proximidad de los hombres» (Ibid.).

102
CoNcepcróN NrJñBz Rev

De Rodalquilar nos dio Carmen de Burgos diversas visiones, de la idílica de El tesoro del
castillo a la esperpéntica de Frasca, la tonta, pero sobre todo nos dio una visión épica y mítica.
Un año antes de su muerte publicó la autora Puñal de Claveles, dando un nuevo matiz impreg-
nado de lirismo a su visión del valle. Desarrolla el'episodio del rapto de la novia antes de la boda,
ya tratado en segundo plano en El último corutrabandisla, y vinculable con el drama lorquiano
Bodas de sangre (1933). La misma pasión, el mismo ambiente, la misma fuga, pero sin desen-
lace trágico. Encierra un significado importante ese final feliz con que Carmen cierra (o deja
abierto) su relato. Los protagonistas son seres en camino, con toda la indeterminación de un
futuro abierto de par en par. Quedan convertidos en dos flechas lanzadas, desnudos ambos de
historia. Hay en el relato una gozosa transgresión del orden social, que cae doblegado por la
fircrzapositiva de la pasión humana. Nos quedamos situados al borde mismo de la tragedia, que
es donde Lorca penetró con su drama. Al contrario que é1, Carmen no intentaba mostrar el
destino trágico que aguarda a todo intento de alcanzar una vida plena; en esta etapa final de su
vida y de su obra quiso lanzar un canto de esperanza y dejar abierta la puerla que conduce al
ideal. Según sus palabras de entonces: <<no cortar la marcha de la vida ni aún en ficción».7
Carmen de Burgos convirtió Rodalquilar en su paraíso perdido, hecho tanto de lo
autobiográfico como de lo soñado; lugar, por ello, al que acudir y que alcanzar. Por otro lado,
ese paraíso, visto desde dentro, presenta sus propios límites, por lo que los personajes escapan
en busca de otros paraísos no conocidos, que esperan encontrar sobre todo en la lejanía del
espacio.
Esta idea nos permite tender un puente hacia el otro gran tema de la narrativa de Carmen
de Burgos en que nos vamos a fijar, los espacios y los viajes, tema que de nuevo se origina en
la propia experiencia vital de la autora. Podemos recordar que, casi adolescente, Carmen apa-
rece atrapada en el espacio cerrado de su matrimonio, donde siente limitadas sus ansias vita-
les. La larga frustración dejó en ella tan honda señal que, en adelante, su impulso permanente
será la búsqueda de espacios nuevos, soñados siempre como espacios de la libertad.
Los recorridos de la autora se reflejan en sus libros de viajes y también en sus novelas,
siguiendo incluso las etapas de su vida: de la provincia a la capital; de la capital a otro países;
y de éstos, nueva insatisfacción, al viajar constante, siempre más allá; este punto crítico es re-
gistrado en una novela clave, El Perseguidor.
No es posible dar aquí noticias del vasto despliegue de espacios representados en las no-
velas y del esfuerzo de explotación del mundo que contienen. Me refiero, claro está, no al es-
pacio como estructura narrativa, sino a lo que Ricardo Gullón llamó «el reportaje>>, o sea, el
espacio real, el que es fruto de la observación y contiene lo accidental. Poquísimas novelas de
Carmen quedan sin referencia espacial concreta.
Predominan los espacios urbanos en una proporción de tres a uno, y en ellos exhibe siem-
pre la autora una toponimia fiel, junto con nombres de calles, de cafés, de hoteles, de teatros,
que hoy se revisten de un enorme poder evocador. Su magisfral creación de ambientes convierten
su obra total en un extenso recorrido por la Europa del primer tercio de siglo.

7. Prólogo aVida y Milagros..., La Novela de Hoy, 26 de Diciembre de 1930, p. 135.

103
Cl¡MsN os BuRcos y su oBRA LITERARIA

No le interesa el retrato exhaustivo de los espacios; actúa sobre ellos de modo selectivo para
componer una imagen condensada, intensa y abarcadora, nunca convencional. Le interesan las
vivencias, intelectuales, emocionales o sensitivas, nacidas en los espacios, por lo que, más que
subjetivos, parecen espacios vividos. Carmen busca en ellos algo que está siempre más allá:

<<Bien pronto me invade el ensueño; sueño con otras costas lejanas, con otro
mar...Quisiera ir en todos esos barcos que se apartan de la orilla con una ruta que yo
desconozco. Me sucede con ellos como con esas casitas perdidas al borde de un ca-
mino o en la espesura de un bosque: mi espíritu siente ansia de extenderse, de pene-
trar en todo, de caminar por los caminos desconocidos».
<<Me parece que viajo para dormirme y satisfacer la necesidad de soñar. Así es
que me apodero de todo lo raro, de todo 1o exótico, de todas las leyendas que vienen
a herir mi imaginación».
«Y todo pasa, corre, desaparece y se pierde para nosotros, que vamos amastrados
por nuestra propia vida, con un ansia de más vida... de menos limitaciones, de exten-
dernos y ensancharnos en todo>>.8

El significado existencial de esta inquietud, de esta inquietud, de este anhelar, se compli-


ca con la conciencia de la fugacidad irremisible de los hombres y de las cosas:

<<Acercarse a estos sitios es cosechar en la existencia una amargura más. El tiempo


pasará su raqueta mañana sobre estos muros, y Rubens, el tonelero, nosotros y ia niña
rubia, nos confundiremos en su igualdad» (Ibid., p. 76).

Sobre los espacios observados tiende la autora diferentes miradas: sobre un fondo de mi-
rada objetiva se superponen las impresiones y las emociones personales:

«En este crepúsculo frío, incoloro, crepúsculo de silencio, de luto, se exalta el perfu-
me del mar hasta producir embriaguez (...).Huele a rocas, a algas, a sol...Es olor a
sandía recién partida (...). Olor indefinible de unas rocas que no hemos visto, de unos
jazmines que no conocemos. El olor de un jardín submarino y fantástico».e

Con frecuencia tiende una mirada ética,solidaria con las realidades humanas que pueblan
los espacios; así sucede con Nápoles:

8. Cartas sin destinatarío, Valencia, Ed. Sempere, s.a., pp. 16, 70,239.
9. El suicida asesinado, La Novela Corta, 3 de Junio de 1922, p. 10.

104
Coucepcróu Núñez Rev

«¡En el fondo esto yo encuentro una nota de amargura infinita! ¡Apena la miseria del
pueblo en un país tan rico! Iglesias y museos guardan millones; la tierra florece sin
esfuerzo; el subsuelo encierra maravillosas riquezas; el cielo está enamorado de la más
bella ciudad que alumbra...y sus hijos padecen la más espantosa de las miserias>>ro

Otras veces, la autora observa la realidad con una mirada impregnada de experiencia lite-
raria y pictórica; incluso ve agrandada y ennoblecida esa realidad cuando literatura y arte han
depositado sobre ella su pátina.
En los espacios, Carmen viaja por las sociedades, por su historia, por su arte, y también
por su propia intimidad y por su propio pensamiento, viendo siempre hacia dentro y hacia fue-
ra, haciéndonos partícipes de la amplitud de su conciencia.
Junto a los espacios del reportaje, en la obra de Carmen de Burgos abundan los modelos
de espacios literarios, los portadores de un significado que hemos de interpretar; de ellos sólo
cabe dar aquí algún indicio. Descubrimos espacios de encuentro social, espacios de confinamien-
to, espacios del fingimiento, espacios de evocación histórica, espacios simbólicos, espacios
iniciáticos, espacios de la conciencia. Aún hay más, a menudo Carmen incorpora en la descrip-
ción de sus espacios perspectivas, conversiones y juegos. Un ejemplo brillante es la manera
cinematográfica, por planos, como la autora compone el alejamiento de un barco al iniciar su
travesía, recogiendo sólo la percepción de las distancias sucesivas; disolviendo el tiempo en pu-
ras frases nominales:

<<Primero consejos, recomendaciones, apretones y besos apresurados, como si quisieran


verterse todos en aquellos últimos instantes; después, manos que se tendían anhelosas,
pañuelos y sombreros que se agitaban, gritos confusos de despedida, en los que cada
uno se esforzaba por reconocer una voz; después un rumor reproducido a intervalos
e interrumpido por el cansancio. Las siluetas empequeñeciéndose, borrosas, esfuma-
das; y por último, la masa confusa en que se pierde todo>>.rr

Buscando el significado general que tienen las novelas de Carmen de Burgos, descubrimos
como en un círculo, que todos los espacios se funden en dos fundamentales. Rodalquilar, el lugar
de los orígenes, se erigió para ella, desde la distancia, en imagen del paraíso perdido (según
Ricardo Gullón, los paraísos son por tataraleza perdidos). Alcanzada la dimensión de espacio
mítico, construyó en torno a é1 un gran ciclo novelesco.
En otra dirección, la autora recorre multitud de espacios cuyas imágenes va depositando
en sus novelas; pero busca algo más. Como decía Ramón, <<sus ojos, que parecen ver, no ha-
cen más que pensar>>. En todos los espacios ella busca uno inmenso, no definido, pero intuido
como espacio de la plenitud. Se multiplica en testimonios su ansia de ubicuidad;incluso, al partir

10. Por Europa, ob. cit., p.222.


ll. Malr¡s amc¡res,El Libro Popular, 17 de Marzo de 1914,p.287

105
C¡nr¡g¡ ¡p Buncos v su oBRA LITERARIA

de los sitios, desear volver; querer vivirlo todo. Pero, también por naturaleza, ese espacio an-
helado es inalcanzable.
Desde la privilegiada posición que ocupaba Ramón junto a ella, supo descubrir, y nos
descubre: «Todo Io que después ha ido viendo ella por el mundo 1o había visto ya en
Rodalquilar». Más que ver 1o mismo, ha buscado lo mismo. A1 final, los dos espacios se unen:
el paraíso perdido y la ubicuidad inalcanzable son dos formas de buscar la imposible plenitud.
Los otros temas cultivados por la autora se engarzan dentro del círculo descrito, y repre-
sentan su deseo de construir un reflejo del paraíso, un mundo habitable. Así nacieron todos sus
compromisos con el hombre y con la sociedad y todas sus propuestas. Esos temas se mezclan
dentro de los distintos relatos en diversa proporción, pero siempre se hace dominante alguno 1
permite hacer agrupaciones temáticas netas.
En unos se explora la vida amorosa pioponiendo una forma de amor muy alta, aunque siem-
pre humana y sumamente moderna, en la que conjuga apasionamiento, solidaridad y libertad
compartida. En otros relatos defiende a la mujer, pero no contra el hombre sino contra las Ia-
cras que sepultan a ambos, proponiendo unas relaciones humanas abiertas y tolerantes. Crea un
modelo de mujer independiente, laboriosa, lúcida y libre, que opone a la representante de la
España negra.
Algunas novelas expresan su compromiso regeneracionista mediante críticas, denuncias o
sátiras, que tienen como meta el bien común, social e individual. Defiende el esfuerzo y el tra-
bajo, lucha contra las falsas morales, contra los dogmatismos o contra la corrupción encubier-
ta o legal.
Las guerras de las que fue testigo dieron lugar a varias novelas antibelicistas. En otras se
ocupó de ocultismos supersticiones y fanatismos. y en otras reprodujo ambientes mundanos y
cosmopolitas de Europa, en los que admiraba la atmósfera culta, brillante, liberal y permisiva.
opuesta a la cerrada y dogmática en que se asfixiaba España.

núseuno¿. ESTÉrrcA

Búsqueda existencial, compromiso social. Brevemente recordaremos aún otra línea simul-
tánea, la de las búsquedas estéticas, de las que indirectamente ya hemos visto alguna muestra
en anteriores citas.
Desde sus primeros esbozos narrativos prestó Carmen gran atención a los aspectos
compositivos. Alcanzó un modelo básico de estructura, con comienzos dramatizados, seguidos
de una panorámica de los antecedentes, con finales abiertos, y con un ritmo narrativo de fuer-
tes contrastes entre elveloz resumen y el estancamiento en una situación. La elipsis rompe con
frecuencia la linealidad, llegando incluso, en los relatos más experimentales, a la fragmentación
de la estructura en secuencias muy breves (El novenario).
Como hemos visto, jugó con el espacio; también lo hizo con el tiempo, mediante saltos atrás
(Don Manolito); o mediante una estructura retrospectiva (Vida y milagros del pícaro Andresillo

106
CoNcrpclóN Núñez Rrv

Pt;re-.)', o mediante el tiempo circular de El tío cle loclos, donde Ia búsqueda devuelve al perso-
:.eje al punto de partida. En suma, entre el tiempo verliginoso y el tiempo empantanado, disuelto
3n espacio, encontramos numerosas variaciones.
Es preciso recordar también algunos experimentos. En algún relato llegó a mezclar textos
le diversa procedencia en una estructura de «collage». Pero es en El suicida asesinoclo donde
:i.rllamos el experimento más deslumbrante por 1o anticipador: una larga sucesión de descrip-
-'iones del mar acaban dando la clave de una intriga detectivesca. Se disuelve el argumento y
..'r personajes; el tiempo es abolido, especializado, sólo queda una mirada que describe sin dejar
:llorar su conciencia sino por tenues reflejos, algo parecido a los «tropismos» de Nathalie
S¡rraute. Carmen de Burgos inventa así su «escuela de la mirada» y anticipa en treinta años los
:ecursos narrativos del «Nouveau roman>>.
En cuanto al lenguaje, o a los lenguajes, la amplitud que hemos registrado se enriquece aún
-on un lenguaje vanguardista, lúdico, desdramatizador y explotador de aspectos inusuales de la
:ealidad, en el que se incluyen elogios de objetos vulgares (un pasaporte, unos pares de botas);
. ue-qos de percepción, como el modo de expresar el malestar físico tras un largo viaje: «sentía
.-tirlo el automóvil clavaba Ia dureza de sus codos en las caderas».r2
De neta influencia ramoniana son las abundantes «greguerías» dispersas por los textos:
«Las manos con guantes eran rostros con antif'az».r3
«Una escopeta abandonada parece que apunta a todo el que la mira».14
«La palmera es entre los vegetales lo que el estilo gótico a Ia arquitectura».15
«Las playas son las novias del mar y por eso las viste de encaje».16
Recordemos, para terminar, otro descubrimiento asombrosos que hizo Carmen con sus
erploraciones, otra auténtica anticipación literaria. No otra cosa es la presencia de un lenguaje
¡resurrealista para describir una situación, un estado emocional:

«Miro al cielo. Corren nubecillas ligeras; muy blancas y muy tenues... Son pedazos de
estatuas rotas... Veo un campanario gótico; un rey sin rostro, con corona y vestiduras flo-
tantes... dos trenzas largas... Deben de ser de mujer rubia... Un guerero sin cabeza y con
armadura... animales extraños; flores y plantas gigantescas. Un sepulcro con una figura
yacente; una mitra; las faldillas de gasa de una bailarina sobre dos piernas de mármol...
El sueño y la realidad se han confundido; el pasado y el presente se han mezclado. No
veo ya los paisajes reales, sino los paisajes de las aguas y las nieblas».r7

12. Quiero t:i'ir nti vidct, Madrid, Bibliotcca Nueva, 1931, p. 17.

13. Lo ¡trueba, Los Contemporáneos, 17 de Agosto de 1922, p. 16

14. Lct Flor de b Ploya,LaNovela Corta, 29 de Mayo de 1920,p.9


15. El refonto, Lisboa, Lusitania Ed., s.a., p. 15.
16. Quiero vir.,¡r..., ob. cit., p. 126.

lJ. CcLrtcts sin tles... ob. cit., p. 210.

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ClnNrpr.¡ »e Buncos y su oBRA LITERARIA

Estamos en 1912, momento en que la autora tenía noticia, desde luego, de las incipientes
corrientes vanguardistas, Cubismo y Futurismo, pero para la aparición en Francia del Surrea-
lismo aún faltaba más de una década.
Parece conveniente ceffar esta exposición haciendo un balance de la trayectoria literaria de
Carmen de Burgos que nos descubra su significado dentro de la literatura española.
Recordemos su compromiso regeneracionista inicial y sus iniciativas cercanas al
noventayochismo; también su breve relación con la corriente naturalista, a través de Blasco
lbaflez, o sus contactos fugaces con el Modernismo; a partir de la segunda década del siglo hay
que añadir su defensa del racionalismo y su creciente preocupación estética, que la vinculan al
Novecentismo. Escribió obras de hondo vitalismo y de sentido existencial; aplicó una reflexión
lúcida y crítica a la sociedad en que vivió, y también supo crear un universo mítico con sus
novelas de Rodalquilar.
Alcanzada tal plenitud creadora, aún emprendió un nuevo camino como compañera de
Ramón Gómez de la Serna, participando en la revolución vanguardista que éste impulsó.
Carmen de Burgos representa el pensamiento progresista radical desde la perspectiva, fun-
damental, de una mujer. Adquiere así un valor excepcional, a mi entender: es la escritora que
recorrió de cerca la línea medular de nuestra literatura en el primer tercio del siglo XX. Mu-
chas gracias.

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