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EL SIG LO X IX Y CO M IENZO S DE LA REPUBLICA

Rodríguez Castelo, Hernán. (s.a.). “El siglo XIX y comienzos de la República”. En Al cronista del Guayaquil antiguo pertenece la más sabrosa y
completa noticia de nuestra vida escénica en los comienzos del siglo
Hernán Rodríguez
X IX .
Castelo, editor, Teatro Ecuatoriano I. Quito: Ariel,
,
"Y a por 1811 cuenta Chávez Franco, venían compañías de co
mediantes, pues el Cabildo nombra una comisión que se entienda en
las fiestas de toros i comedias "para que los actores no pongan pre­
cios arbitrarios; que se dé comienzo a las 8 en punto i que los toros
no sé permitan comenzar mientras no esté el juez de plaza" (23).
La casa preferida para esas funciones era la de la familia Meneses,
vasto caserón de teja, con claustro y gran patío (24), y el corralón
de ño Chavarría donde el teatro "nació de verdad el año 1812" (25)..
El cronista nos da a conocer un pintoresco programa que consti­
tuye el más fehaciente documento de aquella farándula: "E l cómo­
do local escogido es el sabido aquí' con el nombre de La Lechería del
Señor "Polo Chavarría" —leemos en él (26)*Aquella ocasión se dio al
público "E l desdén con el desdén". Un programa de 1827 anuncia,
para el Coliseo: "Mañana en la noche se presenta la semi-tragedia El
delincuente honrado" (27)*
En Quito una verdadera vida teatral parece haber comenzado mu­
cho más tarde, cosa no difícil de explicarse si se tiene en cuenta que
subir desde Guayaquil, el puerto, a la capital andina suponía una
verdad a-a aventura eft la cual no sabemos si eran mayores las inco­
modidades o tos riesgos. (En los tiempos que preceden a la primera
administración garcía na no cabe duda: los riesgos eran muy superio­
res a las incomodidades, «por /graves :que-éstas hubiesen sido. A tef
punto había llegado la desmoralización y anarquía del país. Uno de
los empeños del grande hombre fue, precisamente, hacer segura y *o
menos incómoda posible la comunicación entre Guayaquil y Quito
a través de esa carretera que fue durante el siglo X IX el nervio de la
vida ecuatoriana).
Ed. André, viajero llegado a Quito con una misión especial del
Gobierno francés, escribía por 1876: "Las distracciones en Quito
son muy escasas. No hay teatro, y todo queda reducido a las tertu­
lias, que se diferencian poco de las del Perú, única nota alegre en la
monótona vida de las familias. En los días festivos hay corridas de
toros. ." (28).

En estos comienzos del X IX y primeros años de vida republicana


■ocyrren los primeros títulos de obras de teatro ecuatoriano. Sin em­
bargo, apenas nos queda de esas obras más que la noticia. A tal pun­
to que José LeGouhir, historiador informado y serio, que pudo ma­
nejar tas mejores bibliotecas literarias de Quito y Guayaquil, prácti-

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muy entrado el siglo X X (36), se trata a medias como teatro históri­
á m e n te desconoce cualquier producción anterior a José Anselmo co y a medias como teatro romántico (Mideros, el revolucionario
Yánez y SixtP Juan Berna!. Escribe: "A l quiteño José Anselmo Yef- ajusticiado, es amante de la hija del Conde Ruiz de Castilla). Pero ni
nez pertenecen las primicias de nuestro teatro. Desde Lima, lugar de como teatro histórico ni como teatro de amor la obra convence, las­
su residencia, remitió al. Gobierno, para ia impresión sus dos dramas, trada por un diálogo declamatorio y pesado, y privada de garra tea­
"Huaina Capac" y "E l Insurgente". Siguiólo en la senda Sixto Juan tral auténtica.
Bernal con "E l último de los Huancavilcas" (29). Tan declamatorio como el de Moncayo es el teatro del P. JULIO
También Chávez Franco comienza por Sixto J. Bernal, de quien M A TO V E LLE , otra ilustre figura de las letras ecuatorianas del X IX ,
dice que en el Teatro Olmedo se estrenó el juguete cómico "Sala­ aunque la mayor brevedad de los parlamentos y el ritmo del verso lo
mandra" (3 0 ). alelen de la pesadez exasperante de "El diez de Agosto".
Cita el mismo historiador del Guayaquil antiguo a otro autor,
La pieza de Matovelle que se nos ha conservado se titula "U n dra­
Juan Rodríguez Gutiérrez, de quien dice "nos dio dos dramas por ma en las catacumbas'' y subió a las tablas el 26 de febrero de 1876,
1882: "Clemencia Lafalle" i "B ellini" <31). en una sesión solemne de "El Liceo de la Juventud", en Cuen­
Abelardo Moncayo nos dejó un juicio duro de "Clemencia Lafa­ ca (37).
lle". En cuanto a "B ellini", obra publicada en Guayaquil, en 1862, Matovelle toma una historia de mártires en el I mperio de Diocle-
y exhumada por Ricardo DeseaIzi (32), es pieza extranjerizante y ciano para hacer el elogio —frecuentemente poco hábil y excesiva­
truculenta.
mente edificante— de las virtudes y verdad del Cristianismo. Todo es
"Dentro de la historia de nuestro teatro, por donde pasaron Jo­ simple_e ingenuo en demasía, y parece increíble que hombre de
sé Antonio Yánez, Abelardo Moncayo, Nicolás Augusto González, la talla de Matovelle no hubiese caído en la cuenta de ello (El
Juan Montalvo, Matovelle, Abad Granado y Guarnizo, y por el cual decir que aquella fue obra de juventud, compuesta antes de los 24
siguen pasando Rendón, Pasquel, César. Arroyo, Arturo León, Raúl años, no acaba de explicarlo, porque en su prosa nunca hallamos a
Andrade, Jorge Icáza, Salgado Viva neo, Salvador, Avellán Ferrés y un Matovelle inmaduro por joven). Véase a qué grado de ingenuidad
otros. . escribían en carta al teniente coronel Francisco Víllavi- puede llegar el verso de "U n drama en las catacumbas":
cencio, fechada en abril de 1932, Alfonso y José Rumano González
"T O R C U A T O : Es necesario observar
(33) Y , otra vez, el punto de partida para el teatro ecuatoriano que
¿Escucháis aquello?
nos es dado conocer lo ponen en Yánez (a quien los Rumazo nom­
BALBINO: Si.
bran José Antonio).
SEVERO; ¿Qué significa ese son?
Olvidaron los Rumazo González a José Eusebio Molestina, pero,
TO R C U A TO : Que estos cristianos malditos,
salvo esta misión de bulto, trazaron el camino a los futuros estudio­
conforme a sus torpes ritos,
sos del teatro ecuatoriano, marcando esos auténticos hitos en nues­
van paseando en procesión.
tro teatro del siglo X IX que son Abelardo Moncayo, Nicolás Augus­
Irán a dar sepultura
to González, Emilio Abad, Juan Montalvo y Julio Matovelle.
al cadáver de un sectario,
Cerrando nuestro siglo X IX , y anunciando el nacimiento de un
con el culto funerario
nuevo, auténtico y delicioso teatro ecuatoriano, hallaremos la famo­
de esa religión im pura.. ." Etc.
sísima "Receta para viajar", que entregamos al lector íntegra en este
Igual desproporción entre sus altas calidades como prosista (véan­
primer tom o de Teatro Ecuatoriano de la Biblioteca de Autores
se obras de Montalvo en esta Biblioteca de Autores Ecuatorianos, y,
Ecuatorianos.
■en especial, sus "Capítulos que se le olvidaron a Cervantes" y su
"Prosa polémica") y graves limitaciones como autor dramático halla­
A B E LA R D O M O N C A Y O , vigoroso político y polemista, fue
mos en M O L T A L V O , aunque en su caso el conocimiento del teatro
hombre de teatro. Para convencernos de ello bastan las apasionadas
clásico francés y una gran pasión,- le rediman de caer en la informe
páginas de su artículo "E l Teatro en Imbabura", escrito para el dia­
pesadez de Moncayo, por una parte, y en la ingenuidad dulzona de
rio quiteño "E l Diez de Agosto", y fechado a 6 de junio de 1881
Matovelle, por otra. Inferiores a sus producciones en prosa, las piezas
(34). Como autor dramático, Abelardo Moncayo estrenó en Ibarra,
de Montalvo constituyen, sin embargo, la más importante producción
«3 1883, una tragedia de tema histórico: "El diez de Agosto" (35). del teatro literario ecuatoriano del siglo X IX , y en esa virtud lesde-
El asunto, que fuera por el tiempo muy socorrido, y lo sería hasta

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dícaremos estudio especial y entregaremos una de ellas al lector en "Espinas y abrojos", estrenada en Guayaquil, eri 1898, y publica­
este volumen de la Biblioteca de Autores Ecuatorianos..
da en 1910 (38), tiene su acción en Guayaquil. Un hogar que vive
Abelardo Moncayo, Julio Matovelle y Juan MontaIvo son grandes
entre espinas y abrojos por las borracheras del padre. Un abogado
figuras de la literatura ecuatoriana del siglo X IX , que, además, en al­
solicita a la esposa. Ella resiste. El abogado la calumnia ante el espo­
guna época de su vida, escribieron teatro. Nicolás Augusto González
so. Este quiere verificar la denuncia, oculto; pero, borracho, no en­
y José Eusebio Molestina ya son hombres de teatro. Sus obras se re­
tiende los rechazos de su esposa al abogado, y mata al abogado, a la
presentan, y ellos las escriben para que se representen, gozando asi'
esposa y se mata él mismo, i Qué dramón! Y , sin embargo, a pesar
de todo lo que da al dramaturgo la relación directa y actual con
de todo lo declamatorio o ingenuo, es dé lo mejor que hizo Molesti­
Compañías Dramáticas, actores, público y crítica especializada.
na, y, por su planteo, y en parte, por su ambientación cuenta como
Pero, lamentablemente, aunque las obras de González y Molesti­
una primera página de teatro criollista, precursora del teatro realista
na no padecen de lo edificante, declamatorio y altisonante de las
y social ecuatoriano.
obras de Moncavo, Matovelle y Monta Ivo; liberadas de lastres litera­
rios y políticos, se han acercado demasiado al folletín galante frívolo EL T E A T R O DE M O N T A L V O
o al dramón sentimental fácil. Cinco son tas obras teatrales de Monta Ivo que se nos han conser­
vado. Escritos de 1872 a 1873, en su retiro de Ipiales, fueron entre­
NICO LAS AUGUSTO G O N ZA LEZ editó "El mundo del hom­ gados a Roberto Andrade unos pocos años después y solo serían co­
bre", drama en tres actos y en verso, en Quito, en 1880; "Hojas se­ nocidos ¡3 partir de 1935, cuando fueron editados en un volumen
cas", tres actos y en verso; "A m or de reina y amor de esclava", tres por Publicaciones de la Revista de la Universidad de La Habana, bajo
actos y en verso; "Entre el amor y el honor", en Quito, en 1881
la dirección de Roberto Agramonte (39)
(Esta última obra fue estrenada en el Teatro Lírico Dramático de "Según me dijo Monta Ivo en el Pucará, Provincia del Carchi, cuan­
Quito, el 20 de mayo de 1880); "El águila cautiva", un acto. Ade­ do en 1879 partía a su último destierro, había intitulado "Libre de
más de estas^ obras, que se pueden leer en la Biblioteca "Aurelio Es- las Pasiones" a una colección de dramas. Una pasión es asunto de ca­
pinoza Pólit", sabemos que el autor dio a luz, o escribió al menos, da drama. Si no me equivoco los dramas fueron siete, pero en mi po­
cerca del medio centenar. Las aquí citadas —que constituyen, por der no existen sino cinco" —escribía Roberto Andrade en el Prólogo
otra parte, los títulos que más fama le dieran— son comedias eróti­ que antepusiera a las piezas montalvinas, y el mismo infatigable ar­
cas al estilo del novecientos, de verso fácil, artificial muchas veces. chivero de los documentos liberales del tiempo daba, en ese prólogo,
Compuso también González un "Miguel de Santiago", en tres actos, pistas para reconocer las pasiones que fuesen nervio de las piezas.
que no conozco —ni creo que se haya editado—, pero que ya desde ' "Jara" tiene por asunto la venganza, una venganza que, al decir
su tema sugiere posibilidades dramáticas diferentes y mucho más in­ de Andrade, "parecería fuera de Sa naturaleza, si no estuviera com­
teresantes para el teatro ecuatoriano. probada por un hecho que fue público".
"El descomulgado" trataría, según Andrade, la pasión del amor.
JOSE EUSEBIO M O LE S TIN A tiene entre sus fechas: 1901, "La Y no de un amor cualquiera, sino del que habría agitado hasta la ter­
duquesa y la aldeana", drama en tres actos y en verso (llevado a la nura al mismo Montalvp. "E n El Descomulgado, compuesto en
escena en el T eatro Olmedo de Guayaquil, el 20 de septiembre del 1873, están señaladas las preocupaciones del lugar y tiem po, cuyo
mismo año); 1910, "Espinas y abrojos", tres actos y en verso; 1911, torbellino rodea al protagonista, el rriísmo Montalvo, según toda
' Las penas del trovador", drama en cuatro actos y en verso (Repre­ conjetura. Amó a una de dos hermanas, y ambas lo amaron a él. La
sentado en el Teatro Olmedo el 13 de septiembre de 1903). Algunas una le amaba con demostraciones evidentes; la otra le amaba sin que
piezas de Molestina se resienten de un exotismo de mal gusto, casi lo trasluciera. El lo adivinó y resolvió huir de la familia, pero cuando
pedante. La duquesa" tiene su acción en Madrid, y todo su tono es ya no podía hacerlo sin vileza. Suponed si no serian intolerables sus
artificial y rebuscado, como esa locación injustificadamente españo­ a n g u s t i a s . ,
la. JEsa atmósfera artificial era lo que celebraba, en estilo no menos "Granja" es un -estudio de los celos, y otra vez, según Andrade,
artificial, el cronista de "E l Telégrafo", comentando el estreno. O está basado en un suceso acaecido en.Cuenca.
témpora, o mores!) .- La pasión de "E l Dictador" sería más bien una suma de pasiones; .
toda esa suma de pasiones que Montalvo veía, con hipérbole de pole­
mista y susto de moralista, en García Moreno.
2H
*\^f2 . In t r u s (icA-,

TEATRO ECUATORIANO
PRIMER TOM O

ARENGA
SAINETE DEL MERCACHIFLE
RECETAS PARA VIAJAR

INTRODUCCION DE

HERNAN RODRIGUEZ GASTELO

EDITADO POR PUBLICACIONES EDUCATIVAS “A R IE L ”

¡ Guayaquil — Quito
Ecuador
CLASICOS
A R IE L
Biblioteca
de Autores
Ecuatprianos

Setesción de libros y estudios críticos:


PUBLICACIONES E D U C A TIV A S A R IE L rinde home­
Sr. Ledo. Dn. Hernán Rodríguez Gástelo naje a la Cultura Nacional con lo que creemos sincera­
mente constituye el mayor esfuerzo editorial ecuato­
Miembro de la Academia riano de todos los tiempos: la Biblioteca de Autores E-
Ecuatoriana de la Lengua cuatorianos de Clásicos Ariel.

Cien libros nítidamente impresos, cuidadosamente se­


Coordinación General: leccionados, bajo la asesoría invalorable de nuestro
Consejo Editorial de Honor, a cuyos miembros reitera­
Sr. Ledo, Dn. Tomás Rivas Mariscal mos nuestra imponderable gratitud, dan la visión más
completa de la Cultura Ecuatoriana, desde la Colonia
hasta nuestros días.

impreso por: C R O M O G R A F S. A. Esta Biblioteca viene a responder a la necesidad impe­


riosa del pueblo ecuatoriano de poder conocer las gran­
Antepara 526, Guayaquil.
des obras de sus mejores autores.
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