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Hazaña del Riñihue


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resffirreee§6ee de Va§dávám
cnóurcr DE uN [prsoDlo EJIMIIAR D[ tA HISToRIA DE cnltl

BIBTIOTECA CTAVES DE CHITE


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H#;'$¿,§e §¿s§ 5Éds§¿FFn;f É íj{{§s#


Lnoporpo CRsrspo (1936-
1999), español de nacimiento
y chileno por adopción un
es
historiador multifacético. Disci
pulo de Ortega y Gasset, repu-
blicano convencido y activo
partícipe de la Guerra Civil es-
pañola. Emigra a bordo del le-
gendario Winnipeg, llegando a
Chile, desde donde desarrolla
su intensa vida intelectual y
académica.
Entre sus obras se cuentan
Histoia del arte y la arquitectura
latinoamericana: desde la época
precolombina hasta hoy (7970);
Historia del arte iberoamericano
(1988); El reino de Chile (7997);
Resumen de la Historia de Chite
$99a); Chile. Utopías de Quevedo
y Lope de Vega: notas sobre Amé-
rica en el siglo de oro español
(Lgg6); Contramemorias de un
transterrado (lgg7) y Fundamen-
tos culturales de la integración
latinoamericana (7999).
Hazaña del Riñihue, su libro
póstumo, sintetiza en imágenes
e ideas una buena parte de casi
todas sus pasiones intelecfuales:
Historia, Sociología, Arte.
Este es otro título de la Co-
lección Biblioteca Claves de
Chile.

I
BIBLIOTECA CI-AVES DE CHILE

HAZANADEI RINIHTIE
I.EOPOLDO C.ASTEDO

roDELRINIHUE
TT TIRRIMOTO DE 1960
Y ra REsuRREccrót¡ DE vArDrvra

CnómceDE tJN EPrsoDro EJEMPTaR


DE LAHrsroRraon Crm¡

Mitmkl &td.omsimu
Diseño de Portada: Patricio Andrade
Diseño de interiores: Paricio Andrade
Composición: Ograma S.A.
Fotografias de portada e interiores: Leopoldo Castedo
En hommaje a la memmia de Raúl Sá,a
BIBLIOTECA CLAVES DE CHILE
Edición al cuidado deJorgelina Martín

Primera edición, julio 2000

rsBN N" 95G262-L02-2

@ I,eopoldo Castedo, 1998

@ 1998, Editorial Sudamericana


Santa Isabel 1235, Providencia
Teléfono: 2? 4.6089 Fax: 223-6386
E-mail: sudchile@netup.cl
Santiago de Chile
NOTAEDITORIAL

La Colección Biblioteca Claves de Chile tiene como objetivo


desentrañar, dar a conocer las claves que, desde la palabra
escrita y también desde las imágenes, sirvan para develar los
secretos de r¡uestra identidad.
Las fotografías de este libro hablan por sí solas. Pero, detrás
de ellas hay una cámara que registra y un hombre que escoge
aquellos trozos de la realidad que las imágenes van a perpe-
tuar. Y no sólo eso, también ese hombre escribe, describe y
consigna lo que quedó impreso en el celuloide. Este libro es
obra de Leopoldo Castedo, viajero incansable, cronista, histo-
riador, fotógrafo, cineasta, es decir, un hombre "clave" para
Chile y para el rescate de su historia.
i
INDICE

Introducción 13

[fua historia de ruinas y reconstrucción 15

tt terre*oto y maremoto de V¿ldivia dc 1960 33

Iteremoto de Corral 51

ilbi tacos del Riñihue 59

I§ue\xaüda en Valdiüa 67

primeros trabajo 77
los
HH
Las reacciones en Valdivia tt
La cadena del barro 81

No moriré en un accidente aéreo 89


CrÍtica negativa 93

Se inicia el desagüe 95

Défensas candorosas y otros preparativos 103

Lalabra del canal 109

La inundación de Valdivia 115


Final de la epopeya r2r Introducción
Apéndices 125

I. Artículo publicado en El Mercurio de Santiago,


el día 24 de.julio de 1960 (Fragmentos). L25

II. Radiograma fechado en Pullinque,


el 29 dejulio de 1960. 128
l)esde mi feliz llegada a esta segunda patria, me ha
III. Carta abierta al Sr. Pierre Lehmann, sorprendido y me sigue sorprendiendo la sistemá-
Vicepresidente de la Corporación de Fomento,
tica conmemoración, más que de algunas üctorias,
publicada en El Mercurio, el día 16 de julio
129 tle numerosas derrotas, paradoja muy anterior y cier-
de 1960 (Fragmentos).
tamente contradictoria con el lema arrogante de por
fV. Carta abierta de S.E. el Presidente de kt, razón o la fuerza, establecido con cierto "ruido de
la República, donJorge Alessandri Rodríguez, sables" al comenzar el siglo XX.
publicada en El Mercuri,o, el día 21 de julio Oportuno sería indagar acerca de las causas
de 1960 (Fragmentos). L32 de tan abrumador y repetido acto de contrición. Re-
sistiéndome al atractivo de iniciarlo, invoco mi cali-
clad de ciudadano, tan legal como afectiva, para dis-
crepar del pesimista predicamento f,ffiuy por el con-
trario, ensalzar las verdaderas victorias logradas, y
no sólo ciertamente en cuanto atañe a las militares.
Valga un esquemático recuento con la mención del
verdadero puente entre la modesta administración
colonial y la prometedora republicana, representa-
do por la personalidad de don Manuel de Salas; de
la ejemplar honestidad y aleccionador gobierno del
padre de la patria Bernardo O'Higgins; de la catego-
ría intelectual que afirmó, con "el asilo contra la opre-
t4 I,EOPOLDO CASTEDO

sión" la obra de don Andrés Bello; del empuje de


hombres de empresa comoJosé Tomás Urmeneta y
Matías Cousiño; de exploradores y descubridores Una historia de ruinas
como José Santos Ossa y Diego de Almeyda; de y reconstrucciones
urbanistas como Benjamín Vicuña Mackenna, histo-
riador por añadidura; de intelectuales de la valía de
Valentín Letelier.
Cuantiosa y aleccionadora podría ser la lista de
la que sólo hago aquí brevísimo recuento'
Pienso, a veces, que el menoscabo de las ltaza-
ñas de tantos patriotas, de antaño y de hogaño, tiene l,llvt'intidós de mayo de 1960 un cataclismo telúrico
profundas aunque ya remotas raíces en el origen his- lrrrn«li«i más de un metro un tercio del sur de Chile.
pánico del contrasentido que otorga más tiempo y Vlu'iirs ciudades, entre ellas Valdiüa, fueron en gran
espacio al detrimento del prójimo que a su encomio. l)lrt(: destruidas. En la cordillera, elvertedero de una
('r¡()r'rlre cuenca lacustre que entrega sus aguas por
Que no es ésta la única herencia española de la so-
ciedad chilena, por cierto, habida cuenta de la gene- lr¡s t'íos San Pedro, Calle Calle y Valdivia hasta
rosidad, el desprendimiento y la simpatía, entre otras rlt'st:tnbocar en el puerto de Corral literalmente
muchas. Recordemos, por otra parte, el aforismo fa- sc t:tponó, como en el parto de los montes, con los
vorito de Alberto Edwards, relativo a los países que, gigirntescos derrumbes de las tierras aledañas.
olüdando su historia, están condenados a repetirla. Permítaseme, antes de entrar en la somera
Mucho de 1o hasta aquí enunciado tiene que rlcsr;ripción de las consecuencias del terremoto de
ver con uno de los más encomiásticos episodios, con Virl<livia, lucubrar con algunas ideas concordantes
repercusiones mundiales, de la reciente historia del con la definición que mi maestro Ortega y Gasset
país, la admirable operación del desagüe del lago t:slampó luego de su primera üsita al país en 1929.
Riñihue y el consecuente salvamento de la arnefiaza- l'ura é1, lo más impresionante de Chile habían sido
da ciudad de Valdiüa. lirs mujeres y los terremotos.
Ciertamente, desde el siglo X\r[, los sacudi-
rrrientos de tierra han deteriorado, y muchas veces
«lt:struido, incipientes o bien formadas ciudades en
r:l interior, y los maremotos han arrasado sus costas.
Una esquemática y resumida estadística, que sólo
16 LEOPOLDO C"q.STEDO HAZANADEL NNIHUE 77

incluye verdaderos cataclismos, registra las siguien- Mt' nrueve simplemente el deseo, derivado tal vez de
tes fechas y lugares: rrri rlt:l'ormación profesional en cuanto historiador,
rk' r'«rmparar las consecuencias de aquellas tembla-
1570 Concepción rlcr irs con la que justifica en buena parte larazón de
1575 Valdiüa scl rlt: este libro.
1633 Carelmapu I.ll terremoto de 7575 no fue el primero regis-
1647 Santiago Ir':rrl«r por los cronistas. Hay constancia del reseñado
1657 Concepción ¡ror (i«ingora Marmolejo el 8 de febrero de 1570.
I 730 Santiago, Valparaíso ( l«rrrct:pción sufrió entonces el cataclismo inicial de
1751 Concepción Ios t:rntos que habrían de asolarla desde entonces.
1819 Norte - Copiapó ( l;ryt'ron casi todas las casas hacíapoco tiempo levan-
| 822 Yalparaíso, San tiago t¡rrli¡s, a pesar de lo cual, como en Valdiüa en 1960,
1835 Concepción ;rlx'rurs se produjeron víctimas. Con su pintoresco
1837 Valdivia rstilo <:uenta Góngora Marmolejo: "Ios que andaban
1877 Santiago ¡ror lir r:iudad no sabían qué se hacer, creyendo que
1906 Valparaíso, Santiago cl rnundo se acababa, porque vían por las aberturas
1928 TáIca rk' l:r tierra salir grandes borbollones de agua negra
1939 Chillán y rrrr lrcdor aazttfre pésimo y malo que parecía cosa
1958 Las Melosas (Cajón del MaiPo) rlrl irrfierno; los hombres andaban desatinados, ató-
1960 Valdiüa rritos, hasta que cesó el temblor. Luego vino la mar
1985 Santiago ('(,r¡ tl.nta soberbia que anegó maucha (sic) parte del
¡rrrclrlo, y retirándose más de lo ordinario mucho,
No es mi ánimo el de solazarme con las des- volvíit con grandísimo ímpetu y braveza a tenderse
cripciones, personales en el presente y documenta- ¡xrl lrr ciudad". La tierra continuó temblando duran-
das en el pasado, de una triste constante que ha It' r'irr«:«r meses.
definido en buena parte a la Historia de Chile. Me Similar cataclismo fue el acaecido apenas cin-
refiero, por cierto, a la serie de calamidades que cr r r¡rlos después, el dieciséis de marzo de 7575, exac-
han sacudido este vapuleado territorio desde que l¡lnr('ntc en el mismo lugar y con idénticas caracte-
se inició la constancia de ellas en las crónicas. Ni r ísti«'irs clue el de 1960, con similares derrumbes de

me cuadra caer en el masoquista defecto de tantos r r r r r I irñas y destrucción de las todavía incipientes ciu-
r ¡

comunicadores de solazarme con sus descripciones. r Lr«lt:s; l,a Imperial, Ciudad Rica (Villarrica), Osorno,
LEOPOLDO CASTEDO HMANA DEL RINIHUE 19

Castro yValdiüa. El cronista Mariño de Lobera rela- El cataclismo taponó el desagüe del lago Riñi-
ta los comienzos del sismo: "El día dieciséis de di- Irr¡r' cn el mismo lugar que cuatro siglos después y
ciembre, poco antes del anochecer comenzó un te- irl sobrepasar las aguas eI dique, el torrente arrasó
rremoto de gran intensidadylarga duración que fue r'¡rs:ls enteras que muchos utilizaron para salvarse en
seguido de un maremoto que alcanzó a cubrirvarias sr¡s tcchos como "navíos que iban navegando como
leguas hacia tierra adentro. Durante el transcurso de si k¡ füeran y así los que iban encima podían escapar-
los moümientos se produjo un enorme deslizamien- s(', rnayormente siendo indios, que es gente muy cur-
to en una zona situada a catorce leguas (sesenta y dos s;r<l¿r en andar en el agua". Estas llegaron a la altura

kilómetros) y con esto se represaron las aguas del n¡rixima del taco que las encerraba y, arrollándolo,
lago Riñihue. El embalse natural se mantuvo hasta st' ¡rrecipitaron "como leona herida" sobre valles y
fines del mes de abril de 7576, cuando reventó con ¡rolllados destruyendo 1o poco salvado del terremo-
furia arrastrando casas, árboles desarraigados, ani- to. Mariño completa la descripción: "Finalmente fue
males y personas". Más adelante añade: 'oera cosa que lriri:rndo el agua al cabo de tres días, habiendo muer-
erizaba los cabellos y ponía los rostros amarillos el to rnás de mil doscientos indios y gran número de
ver menearse la tierra tan apriesa y con tanta furia r'('s()s, sin contarse aquí la destrucción de casas, cha-
que no solamente caían los edificios, sino también ('r'as y huertos, que fué cosa inconcebible". Testigo
Ias personas sin poder detenerse en pie, aunque se s«rlrreviüente del episodio, Mariño advirtió a tiempo
asían unos de otros para afirmarse en el suelo". Des- rlcl peligro que amenazaba con el aluvión a los po-
pués describe el maremoto: "Mientras la tierra esta- lrl¿rdores de Valdiüa y éstos se refugiaron en las par-
ba temblando por espacio de un cuarto de hora, se It's más elevadas de la ciudad. Transcritrió después a
vio en el caudaloso río, por donde las naos suelen lir crónica el registro de su altura, equivalente a diez
subir sin riesgo, que en cierta parte déI se dividió el rrrctros sobre el nivel del río.
agua corriendo la una parte de ella hacia la mar y Ia En estos anales catastróficos se cuenta como
otra parte río arriba, quedando en aquel lugar el sue- rrno de los más arrasadores terremotos el de Santia-
lo descubierto". Poco después se produjo la salida go del trece de mayo de 7647. El día del cataclismo
de la enorme ola: 'Y fue tanto su furor y braveza, lrirbía transcurrido sereno y templado. A las diez y
que entró tres leguas (una legua,5.572 metros) por rnedia de lanoche, cuando los más de los sanúaguinos
tierraadentro, donde dejó gran sumade peces muer- rkrrmían, un horrísono estrépito los sobrecogió y, de
tos, de cuyas especies nunca se habían üsto en este inmediato, comenzó un sacudimiento de la tierra tan
reino". Dos horas después de su iniciación culmina- violento que de inmediato se agrietaron los muros
ron los destrozos reiterándose durante tres días. rlc muchos edificios desde sus bases y cedieron las
20 LEOPOLDO CASTEDO FIAZAÑADEL RIÑIHUE 2l

amarras de los techos. El derrumbe se inició por el 'lirmbién habían caído los edificios de servicio
¡rir'.
de las torres de las iglesias, al que siguió el de los ¡rrrlrli<:o y casi todos los templos. La relación de la
propios templos y de muchas de las casas. Del cerro Arrrlir:ncia, que registra más de seiscientos muertos,
Santa Lucía se desprendieron enormes peñascos cau- rlcscribe las remociones de los escombros: "Fue ne-
sando mayor pavor a:ún a los sobreüüentes. Según r cs¿rrio detener a los que furiosamente se arrojaban
los oficiales reales el moümiento duró, durante su sr¡l»«: los cadáveres inertes, queriéndolos resucitar
mayor intensidad, tres credos rezados. Según el obis- r orr llrarnidos, como los leones a sus cachorros".
po Villarroel, hasta medio cuarto de hora. Como en A los desastres militares causados por el genio
tantas ocasiones similares hubo héroes y heroínas. r lcl rncstizo Alejo, se sumaba en 1657 un nuevo cata-

Doña Ana de Quiroga, madre de nueve h{jos, logró r lisrno. A las siete y media de la tarde del quince de
salvar a ocho, y cuando regresaba de las ruinas con nr;lrz() otro terremoto, con el epicentro de nuevo en
el más pequeño, la caída de un lienzo de muralla ( Irrrr:epción, pero abarcando una extensa zona del
aplastó a madre e hijo. A tono con el espíritu religio- M:rulc al Cautín, destruyó en pocos minutos casas y
so dominante, mucho se elogió la acción incesante trrrr¡llos, aplastando entre sus escombros a numero-
del obispo, por él narrada : "Puse enlaplazacuaren- s:rs víctimas, de las que no he encontrado registro
ta o cincuenta confesores entre clérigos y frailes. rrrrrrrórico. Podrían haber salvado los sobreüüentes
Repartidos por las calles, muchos para los enfermos Ir;rlrr:res y víveres de no haberse producido tres sali-
y heridos. Y con estar yo herido en la cabeza, sin to- rl;rs t:onsecutivas del mar. A las nueve y media de la
mar la sangre ni tener con qué cubrirla, estando en rrr¡r'lle las aguas se retiraron paulatinamente de la
cuerpo como salí, no dejé de confesar". Al Cristo de ¡rlrryit y poco después una ola gigantesca arrasaba los
la iglesia de SanAgustín, añade el obispo, "halláronle l)(x'()s muros que habían quedado en pie. El mare-
con la corona de espinas en la garganta, como dan- nrolo lanzó dos nuevas oleadas cuando algunos ha-
do a entender que le lastimaba una tan severa sen- lrí;rrr logrado ganar las alturas cercanas. Allí queda-
tencia. Conmoüdo el pueblo con su antigua devo- r ( )n
[)or largos períodos sin techo ni abrigo.
ción y este reciente milagro, le trajimos en proce- Transcurrió casi un siglo de relativa calma te-
sión a laplaza,üniendo descalzos el obispo y los reli- lriri«'a hasta el desastre del ocho de julio de 1730.
giosos, con grandes clamores, con muchas lágrimas ll:rr:ia la una de la madrugada una fuerte sacudida
y universales gemidos". rrrrlrrjo a los más entre los santiaguinr¡s a refugiarse
El aspecto de la ciudad era ateÍrador. De las crr cl último patio de sus üüendas, el de los temblo-
seiscientas casas que "se habían hecho en discurso rcs. 'fres horas después se produjo el real terremoto,
de más de cien años", apenas quedaban algunas en "l;ur espantoso que no daba lugar el movimiento de
22 LEOPOLDO CASTEDO }IAZANA DEL RINIHUE

la tierra a mantenerse en pie a ninguno de sus ha- Apenas los afligidos pobladores de Concepción
bitadores". Sacudida tras sacudida, hacia el medio- r lcrrperaban ánimos y edificios luego de Ia catástro-

día del nueve, Ia más breve, pero no menos inten- Ic rlc 1730, en la noche del veintitrés de mayo de
sa, acabó por completar la ruina de la ciudad. Los l75l otro temblor los despertó y arrojó a la calle. A
daños materiales fueron enormes; los originales l¡r rrna de la mañana tembló de nuevo y poco des-
templos de Santo Domingo y La Merced se derrum- ¡rrrris se produjo el terremoto que "sólo de oír los
baron por completo. La Catedral, la Compafiía y l¡r;rr¡ridos que daba apenas había quien no estuüera
San Agustín quedaron sin torres. La mitad de las Irrcrit de sí... Los más animosos no creían llegar a
casas se üno al suelo y las restantes quedaron in- nurir:rna". Durante la hora que se demoró el mare-
habitables. La zona afectada se extendía desde La rrrotr¡ en invadir la ciudad, muchos afligidos vecinos,
Serena hasta Valdiüa y en la costa los estragos fue- vrltirnas de conocidas experiencias, pudieron ganar
ron aún mayores que en el interior. En Concep- l¡rs rrlturas. Desde ellas vieron cómo el mar se retira-
ción, como en situaciones anteriores, las aguas se lxr nr:is de tres leguas y, transcurridos unos siete mi-
retiraron media legua (más de dos kilómetros) y nul()s, volvía "con grandísima fuerza, encrespando
en cuatro oleadas consecutivas cubrieron las par- r ¡l¡r sobre ola con tanta altura que, excediendo sus

tes más bajas de la ciudad derribando los pocos I r r r r il r:s, superó y coronó toda la ciudad entrando con

muros que el terremoto había dejado en pie. La ur;is violencia que la carrera de un caballo. Retiróse
Crónica.jesuita atribuida al Padre Olivares indica ( r,n
flran fuerzay llevándose tras sí todas las paredes
que, a poco de producido el temblor de las cuatro .nur no caídas y muebles de todas las casas, quedó
de la madrugada, el mar salió de nuevo "entrándo- rstrr «'iudad como laplaza más escueta".
se por las calles y las plazas de esa ciudad, y al reti- l'oco más de medio siglo de mesurada calma
rarse dejó arruinadas de las tres partes las dos de Ir;rlríir transcurrido en este encadenamiento de terre-
sus templos, sus casas y sus edificios, llevándose rrr¡rtr¡s. A las diez de la rrrañar,a del tres de abril de
cuanto encontró dentro de ellos, y lo que no pu- lH l'l) rrn üolento temblor sacudió el norte del país.
dieron sacar las ondas lo dejaron sepultado en las l,;r tit'rra continuó temblando hasta las cinco de la
ruinas... Allí nadaban las camas, las sillas, las me- rrrirrllrrgada del día siguiente, hora en que el real te-
sas, las cajas, sin que nadie pensase más que en ver r r rrrroto, según algunos testimonios de más de cinco
por dónde podían escapar, que algunos lo hicie- rrrirrrrlos de duración, derribó edificios y arruinó las
ron por las ventanas... y así muchos desnudos hu- nrirrirs ¿rledañas al epicentro. En Copiapó cayeron las
yeron a los cerros, hasta el señor obispo, el doctor r¡.ilt'siirs de la Merced y la Matriz. De las grietas abier-
don Francisco Escandón". t;rs srrrgieron emanaciones sulfurosas. Leves temblo-
24 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 25

res ligaron el primer terremoto con otro mucho más ¡rrccis«r en que el edificio se derrumbaba. La tierra
destructoraún, de seis minutos de duración, que arra- Icrrrlrl<i durante tres minutos y, como en tantas oca-
só con las pocas casas que habían quedado en pie. si¡ rrrcs anteriores, el espanto colectivo buscó refugio
Más de tres mil vecinos, aterrados desde los prime- rro sril«r en la confesión, sino principalmente en el
ros moümientos, se refugiaron en los cerros por la r ilicio. O'Higgins ordenó suspender las tenebrosas
ar.nelaazade los rnaremotos que, segúnvarias relacio- ¡rr o« r'siones de penitentes, disciplinantes
y aspirados.
nes, sin duda exageradas, sobrepasaron en sesenta ( l rrr t:sta medida estimuló las acusaciones de su he-
metros la línea horizontal de la marea más alta. r rii:r y la necesidad de destituirlo antes de que el Cie-

Algunos terremotos han tenido en Chile insos- lo rk'sr:argara sobre Chile de nuevo su cólera divina.
pechadas consecuencias políticas. El del diecinueve Apenas había transcurrido poco más de un de-
de noüembre de lB2Z, descrito por María Graham, r crrio cuando sobrevino a las once y media de la
de alguna manera contribuyó a la abdicación de rrurir¿rna del veint-e de febrero de 1835 otro aterra-
O'Higgins. En efecto, el Director Supremo se encon- r l(,I lCrremoto, con el epicentro entre Concepción y

traba en el puerto cuando sobreüno el cataclismo ( llrillrirr, que abarcó unas trescientas leguas entre los
que destruyó la mayor parte del Valparaíso. La torre r rr¡s ( l:tchapoal yValdiüa. El intendente de Concep-
de la Merced en eI Almendral se derrumbó desde r rorr infbrmó al gobierno: "LJn terremoto tremendo
la base, colocándose prácticamente intacta a modo Ir;r cr»ncluido con esta población. No hay un templo,
de puente entre los hacinamientos de escombros. ull;r ('rma pública, una particular, un solo cuarto; todo
Longueülle Vowell apunta sorprendentes detalles: Ir;r cr¡ncluido; la ruina es completa. El horror ha sido
"El ruido que acompañó al temblor fue espantoso. rs¡»rrrl«rso. No hay esperanzas de Concepción. Las fa-
En vez del ruido normal de los temblores, semejaba rnili;rs nadan errantes yfugitivas; no hay albergue se$J-
descargas de truenos subterráneos, o del torrente que ro (lu(' las esconda; todo, todo ha concluido; nuestro
arrastra piedras de gran tamaño. EI estruendo que rigl r rro ha visto una nrina tan excesiva y completa".
las iglesias y los edificios producíar. al caer, los gritos Lits anotaciones de Darwin, que había llegado
de los habitantes y los aullidos de los perros que va- Ir;rr'írr ¡roco al escenario del cataclismo, son elocuen-
gaban por las calles, sumándose al horroroso ruido trs: "l)r: inmediato destruye las más asentadas y ar.ti-
subterráneo, formaban un concierto terrorífico que grr:rs irrstituciones: el mundo, los símbolos de todo
hacía estremecerse aún a los que estábamos a bordo lo r¡rrt' cs sólido. (La tierra) se moüó bajo nuestros
y casi fuera de peligro". ¡rirs «'orno una costra sobre un fluido; en un segun-
O'Higgins cay6 al salir del palacio de gobier- rlo srrrgió en la mente una perturbadora sensación
no. Un ayudante logró arrastrarlo en el momento rlr irrscguridad".
26 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 27

Los habitantes de Ia isla mayor del archipiéla- L«r que he üsto en Chiloé
go deJuan Fernández presenciaron aterrados el sur- y t:n Valdiüa, Virgen Santa
gimiento desde el mar de una columna de fuego que ulr martes por la mañana
probaba el origen volcánico del sismo. De aquí sur- «lía siete de noüembre,
gió el mito popular de que algunos indios expulsa- lirs siete de la mañana
dos de Tálcahuano paravengarse del vejamen habían lrtrbieron siete mareas,
tapado el cráter del volcán Antr*co con el perverso t'n el año treinta y siete.
propósito de que reventara por aquel puerto.
Ajuzgar por las noticias disponibles al respec- lll año de 1877 fue señaladamente nefasto. A
to, no cabe duda de que el sismo de 1837 tuvo en Val- rrrr:r irrt erminable sequía siguieron inundaciones que
divia características similares a los de 7575 y 1960. r rrlnrirraron en abril con el desborde de ríos, destruc-
Los derrumbes cambiaron la fisonomía de la enton- r lor r k: puentes y terraplenes de los ferrocarriles. Por
«

ces floreciente ciudad. Cayeron con numerosas ca* lii lo«lo esto fuera poco, a las ocho y media de la no-
sas la Iglesia Matríz y la de San Francisco, los cuarte- r lrc rk:l nueve de mayo, otro terremoto seguido del
les, la gobernación y el hospital, edificios de piedray r ons('('uente maremoto desmanteló los puertos del
de cal y ladrillo. Como en 1960, el terremoto arrasó Irollc y agrietó numerosas casas en Santiago. Don
gran parte del sur de Chile. Yen cuanto ala reacción fosri Victorino Lastarria, arrimando el ascua de su
popular como en tantas ocasiones teñida de fatalismo, r;urlirra a la política, comentó: "¡También la raa;tuÍa-
Francisco Javier Cavada, según registra el padre I t' zr r r'< rntra ría a un Gobierno, tan preparado para una

Gabriel Guarda O.S.P. en su Historia de Valdiaia, ,rr I r r r i nistración tranquila! ".

recogió un poema que se inicia con los siguientes En 1906 no dejaron de alarmar en Chile las
versos: rrotit'ias del terremoto de California, con la ruina de
S;ur l,'rancisco y consecuente incendio del dieciocho
El temblor del treinta y siete rk'lrlrril. La realidad de una denominada "Geosincli-
r l I t' i rcumpacíftca", enorme curva que, como su nom-
r r

Emperatriz de los Cielos lrrt' indica, bordea el océano desde el sur de Chile
Madre de Dios Soberana, lrirsla las costas de Indonesia y Australia, se hicieron
(y) Madre deJesucristo, rk'l «l<¡minio público. La Oficina Meteorológica de
María llena de Gracia, lrr Arrnada anunció, cuatro meses después y condiez
en este triste destierro rlirrs de antelación, la posibilidad de producirse un
a Ti suspiran y claman. sisr¡r«r similar en las costas chilenas, con el probable
LEOPOLDO CA.STEDO FIAZANA DEL RINIHUE 9q

epicentro en Valparaíso. Focos dieron crédito a la rlc polvo entorpecían el mutuo reconocimiento
Oficina Meteorológica. Poco antes de las ocho de la cr rI re los sobreüüentes.
noche del dieciséis de agosto, cuando los más de los Con su probada chispa, el escritor Joaquín
porteños estaban en la sobremesa o terminaban de l,,rlwards Bello comentó en Santiago, a donde se
comer, se produjo el primer sacudimiento de la tie- l,r'()l)agaron las ondas: 'ol-as lámparas se han estado
rra que duró, según testimonios, cuatro minutos; lrrlirnceando largo rato. Y conste que soy escéptico.
otros mencionaron cuatro credos. Todos se lanzaron, llrr<lo a cada instante. La naturaleza es pagana. El
por cierto, a las calles o trataron de guarecerse bajo t('r'l'crnoto y el maremoto no son obra de la mano de
los dinteles, que creían menos r,.ulnerables. De ellos, l)ios, sino de la garra del Diablo. La naturaleza es
no pocos fueron aplastados al desplomarse las fa- ¡roliteísta, o indiferente. Esto último es mucho peor.
chadas, ante el espanto de los que se habían que- l'ls lu nada. Catástrofe sin credo, destruye indiferen-
dado, por el pasrno o por la indecisión, en los inte- t('rncnte iglesias y lupanares. La mente católica
riores. Poco antes de comenzar los incendios, un lrrrlriera ubicado la catástrofe en Rusia. ¿Por qué en
sorprendente fenómeno atmosférico enrojeció el cstt' paísito sencillo y pobre?". Y más adelante co-
cielo. Transcurridos quince minutos üno el segun- rr rcrrta: "En el mapamundi y en la estadística del Insti-

do remezón, más breve, pero mucho más fuerte, que Irrt«r Sismológico nuestra posición es aterradora.
completó la destrucción de barrios enteros: parte l'lrrlrc volcanes y el mar más ancho y profundo de
del Almendral, el Estero de las Delicias y la Plaza l,r ticrra la frecuencia sísmica anual para Chile es
Aníbal Pinto con sus aledaños, todos ellos terrenos r lr' los mil temblores". Por mi parte, a la üsta de es-
«

de relleno. t¡rs ('ifras y de estas realidades reacciono y pienso


Al terremoto de Tálca de 1928, que arruinó, unlr vez más en el asombroso temple de los chilenos
entre otros edificios, el de la Catedral, siguió once |
,; r l r superar, dominar y recrear en un medio tan bello
r

años después uno de los más devastadores de la his- l trur hostil. La resurreción de Valdiüa, tema que
toria de la sismología, el de Chillán y Concepción, ¡r rst ilica el pergeño de este
libro, y el reciente deleite
de enero de 1939. En cuanto al número de víctimas, r rr lrr contemplación de la armónica ciudad restaura-
veinticuatro mil en Chillán, ha sido en efecto el más rl;r, t'onstituye el mejor ejemplo de mi reciente afir-
cruel de todos. El desastre lo causó la circunstancia rrr;rci«in.
del sacudimiento en la noche, cuando todos o los Con el terremoto de Chillán de 1939 se hizo
más de los vecinos estaban durmiendo. En los fundos r cl«'lrre la oración de una sobreviüente entre las vein-
aledaños los jinetes debían esquivar las grandes ti( uatro mil víctimas:
r{aduras de la tierra y en Chillán mismo las nubes
30 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE 3l

"Aplaca, Señor, tu ira rrrsrrlllra corrientes de aire; colosal estrépito causa-


tu inclemencia y tu furor. lr.ur llrs rocas que descendían por la quebrada, a un
Y si te parece poco, r oslirrl«r de la finca. No hubo víctimas y los daños en
atrácale más temblor". rl rrlif ir:io fueron menores gracias a la solidez dela
r nnsllrrcción. Pero la experiencia fue ciertamente
El versito prueba que mucho cuenta la sabidu- lrrolvirl¿tble.
ría popular chilena, con su deje de sardónico humor, 'lirl vez por el pernanente rehacerse de las rui-
cuando de terremotos se trata. n.rs ri('p«rdría afirmar que caracterizaal chileno un
En cuanto a mi experiencia en materia de te- l.rt.rlisr¡rr¡ creador o, más bien, re-creador. Además, y
rremotos viüdos y sufridos, confieso que sólo he sido ¡rusilrlcrnente por ello mismo, es sobrio, parco de
testigo y precaria víctima de uno de ellos, el de Las ¡r.rlrrlrnrs y no confiere mucha importancia a sus limi-
Melosas, epicentro localizado en el refugio para so- l.lr iorrt's, aunque le cueste reconocerlas. El "qué tan-
laz de Carabineros en el Cajón del Maipo distante trr rcr':i" y el"para qué quiero la plata si me voy a
pocos kilómetros de mi casa en el Melocotón. Fue urnr ir'", vr:rdaderos adagios populares, podrían mos-
el día de las elecciones que dieron el triunfo en 1958 Ir,rr lrr lrírsqueda de una estabilidad que las conr,'ul-
a don Jorge Alessandri Rodríguez. Reunidos es- rinlrt's t(:rrestres le regatean. A decir verdad, si las
tábamos con parientes y amigos, ellos siguiendo r'¡t,rrlísti«:as reflejan realidades, pueden los valdi-
las incidencias del día en la radio, quien esto es- r'i,uros irlirmar su calma, que mucha y muy valiosa
cribe durmiendo reponedora siesta en el segundo Irrl t'n nr¿ryo de 1960, debido a los largos intervalos
piso de la casa, en mi dormitorio al fondo de un lar- r¡rrr rrrt'«li:rn entre cataclismo y cataclismo:262 añ,os
go corredor. Desconcertante despertar se produce ..rltr r cl ¡rrimeroy el segundoy723 entre el segundo
cuando la vibración violenta de la tierra remece l'¡'l l¡'t'r'r'ro.
paredes, maderamen y, por añadidura, rompe cris- A nr<¡do de complemento de estas citas vale
tales a profusión. A trompicones y apoyándome en l,r ¡rr.rr;r trirer a colación la de un versito de Camilo
la movedizas paredes, corrí por el corredor, bajé Ilrtrr tr¡ttcz:
escaleras y me reuní con el resto de quienes ya esta-
ban en el parque, los más, entre los chicos, gritan- "l'ir' «lice que si se incendia
do aterrados, los menos, observando serenos el co- ( ) sc inunda el universo
losal fenómeno. Los árboles se cimbraban en ángu- l,,l t'llileno es siempre el mismo,
los hasta de cuarenta y cinco grados, el césped del liit'rnJrre inmutable y sereno".
jardín se ondulaba como si una poderosa bomba le
29 LEOPOLDO C"q.STEDO

Puede que alguien ponga en duda la certidum-


bre de la optimista apología, cuando se desata, como
en todas partes, laüolencia, no de la naturaleza sino El terremoto y el maremoto
del hombre, pero es 1o cierto que, aplicadaalasitua- de Valdivia de 1960
ción üüda en 1960 en Valdiüa y en el Riñihue, la
postulación del padre del periodismo chileno pare-
ce bien acertada.

No me encontraba en Valdivia cuando se produjo el


t(:rremoto del veintidós de mayo de 1960; pero üajé
ll día siguiente y comprobé conmoüdo los efectos
r¡tre más adelante se describen y muestran en las fo-
lografías incluidas en este libro.

La magnitud del terremoto de Valdivia se cuen-


tl entre las mayores de la historia. Según algunos
sisrnólogos alcanzó el grado nueve y fracción: según
()lr'os, llegó al grado once en la escala de doce para
lrr destrucción total. De ser válida esta cifra podría
lr¿rberse tratado del más üolento terremoto del que
l('ncmos noticia.
{

34 HAZANADEL RINIHUE ó5
LEOPOLDO C.A.STEDO

El terremoto destruyó o dañó entre el60% y el durmiendo. Su ctantía fue mínima gracias al aüso
80% de las construcciones de Valdiüa. No se regis- de un fuerte temblor, que sacó de susviüendas a todo
traron, felizmente, muchas víctimas como en el de el mundo un domingo asoleado y tibio en tierra de
Chillán, sacudido mientras sus habitantes estaban fuertes lluvias.
36 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑADEL RIÑIHUE at

Al descender el terreno, las calles y los edificios


rle las orillas del río fueron cubiertos por el agua.
Impresionante era contemplar desde el bote a remos
l:r costanera, otrora paseo favorito de los valdivianos,
(:on una amplia zanja que se columbraba debajo del
agua. La navegación por el río mostraba sumergidos
N
h
rnás de un metro almacenes, campos de deportes,
*i. (:structuras metálicas de antiguos puentes, árboles
r:on los frutos al alcance de la mano, üviendas ane-
¡4adas.
38 LEOPOLDO CASTEDO ruzeñe nrL ruñlnu¡ 39

Incluí en el tomo primero de mi Resumen de la


Histori.a d,e Chite un mapa del holandés Brower del
siglo XVII que mostraba el curso de los numerosos
esteros y brazos del río que cruzaban el perímetro
de la antigua Valdivia' Con los avances, tantas veces
impreüstos, del desarrollo y la urbanización progre-
siva de la ciudad tales oquedades fueron rellenadas
con casc{o y tierra para construir sobre ellas toda
clase de edificaciones' El terremoto redescubrió el
antiguo plano porque en estos lugares apenas se
mantuvo en Pie casa alguna.
rr ,,,r

Todo el mundo vivía en el sur de Chile, por


aquellos días, agobiado por Ia dimensión de la trage-
diay sobresaltado por la repetición de los temblores.
Los más desposeídos por la pérdida de sus hogares
Los puentes, ornamento de una ciudad que y de sus mezquinos bienes, con todo, pronto tuüe-
conrazónhacía gala de su belleza, se alabearon, al- ron el consuelo de la solidaridad, no sólo del resto
gunos se torcieron peligrosamente, otros se partie- del país, sino del mundo entero. Al día siguiente del
ron en varios sectores arrancados del cuerpo central' cataclismo se tendió un puente aéreo desde eI que
Al desplazarse las estructuras, se desplomaron los se desembarcaron incesantemente contribuciones
pilares y las superficies se desprendieron de los en ropa, comida no perecible, medicamentos. Entre
terraplenes de acceso. otros organismos internacionales se hizo presente el
40 I,EOPOI,DO C"\STEDO rL{ZANA DEL RINIHUE 4t

de un grupo de funcionarios del Banco Interameri- mación de un aternorizador letrero en un almacén


cano de Desarrollo, recientemente creado y dirigido que decía "Derrumbe" y poco más adelante, "de pre-
por Felipe F{errera que acudió de inmediato con é1 cios". No fue ciertamente ésta la única paradoja, en-
ala cabeza. tre sardónica y divertida, contemplada y filmada.
Recuerdo bien que el acceso al aeropuerto sólo Pronto comenzó en Valdiüa a renacer la üda.
podía hacerse con las mareas bajas y en vehículos de Se puso entonces de manifiesto el poder de la insti-
doble tracción. En ellos se transportaron los muchos tución que tanto honra a este país: la del compadre y
niños, mujeres y ancianos que era forzoso evacuar la del amigo, al margen por completo de las distan-
para instalarlos en lugares menos movedizosi por- cias sociales. En los barrios más pobres, en general
que la ciudad, ala sazón de unos ochenta mil habi- los más dañados, pronto se llenaron las pocas casas
tantes, se había quedado en pocos minutos sin luz, mantenidas en pie.
sin gas, sin agua potable, sin alcantarillado. A mayor A los viejos problemas de arrastre, derivados de
abundamiento, las murallas desplom adas amenaza- la estratificación social, se habían sumado los pre-
ban inminentes derrumbes con los sucesivos moü- sentes; pero la inmediata acción de estas nobles ins-
mientos sísmicos y el desmoronamiento provocado tituciones nacionales, además de la del compadre la
por las lluüas incesantes. No pude resistirme a la fil- del allegado, solucionaron los más de los conflictos

I
42 LEOPOLDO C,\STEDO

de tantos desposeídos de sus casas y de sus pertre_


chos. A mayor abundamiento el ingenio, tantas ve_
ces mostrado y practicado en otras circunstancias,
aquí se presentó en las más diversas expresiones;
por ejemplo, en la habilitación de barcos y barcazas
varados como viüendas transitorias pero eficaces.
Porque una vez más pudo comprobarse que lo pro_
miscuo y 1o incómodo son los valores que no tienen
vigencia para el que lo ha perdido todo.
En las zonas más acomodadas se habilitaron
sótanos y desvanes para acondicionar a quien solici_
tara temporal cobljo. El privilegio de un baño era
ofrecido como natural obligación. A decir verdad,
los puentes total o parcialmente destruidos,las grúas
sacando las retorcidas ügas metálicas de los edificios
de mayor envergadura, los soldados llenando sacos
de arena para amontonarlos en los muros de protec_
ción o transportando liüanas estructuras de madera
en forma de "A" para levantar humildes pero segu_
ras rucas en las partes más elevadas, daban a la ac_
ción y al escenario un aire similar al de la guerra,
sobre todo a la del catorce, que se rememora en las
imágenes de los comienzos del cine.
Ineludibles son las asociaciones con algunos
recuerdos, los más de ellos remotos, relacionados
con situaciones de una u otra manera afines. De mi
traumática experiencia, mantenida durante los dos
años y medio de Ia guerra española que prefiero ad_
jetivar, más que de civil, de inciül, tengo grabada la
ügencia de un sentimiento colectivo del que todos,
en mayor o menor grado, participamos; el del mexi_
44 LEOPOLDO CASTEDO Fr{zAñA o¡r, nrñrnup 45

canismo seudo aforismo de que "lavidanovale fiada",


que mucho tiene que ver con el chileno citado 1í-
neas atrás "para qué quiero la plata si me voy a mo-
rir". La breve disquisición atañe a la que me pareció
similar a la del mencionado sentimiento colectivo,
con mucho de fatalista, en la Valdivia de entonces'
En cuanto a la reanudación constante de las répli-
cas, bien recuerdo las de la primera noche en la ha-
bitación de un piso alto del hotel Pedro de Valdivia,
durante la cual la camase corrió como canoa en tie-
rra firme de una pared a otra.
La antisísmica construcción delhotel había re-
sistido los embates del terremoto. En é1 estaban en-
tonces alojados técnicos, narradores y personal
diverso de las principales teleüsiones de Europa, de
Estados Unidos, de Canadá, dela Unión Soüética,
que ya habían incorporado por doquier la imagen a
la noticia. Allí se habían instalado preparándose para
filmar, además de los destrozos bien sabidos y cono-
cidos, la segura artonazade otra catástrofe,la que se
preveía con el desborde supuestamente inevitable del
lago Riñihue que debería arrasar Ia ciudad. Reflexio-
nes hice entonces acerca del lamentable y morboso
prurito seudo periodístico de dar mucha más impor-
tancia a la tragedia que alabotanza.

Hora es, me parece, de que informe y explique


cuáles fueron las causas y las razones de mi envolü-
miento con 1o hasta ahora mencionado y, sobre todo,
con los acontecimientos que pronto describo' Poco
antes del terremoto y maremoto de Valdiüa gozaba
46 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE

en California, de una beca Fulbright, con investiga- sistemático filmado de lo que había sucedi-
ciones en la biblioteca Bancroft y ofrecimiento de y de lo que podía suceder para dejar constancia
un curso sobre arte latinoamericano en el célebre irica del que se presentaba como acontecimien-
"campus" de Berkeley. Un buen día me llegó una singularísimo, tanto si el aluvión destruía la ciu-
carta- del Rector de la Universidad de Chile, que arnenazada, como si técnicos y obreros chile-
mucho me honraba con su amistad, el profesorJuan con la colaboración de muchas otras institu-
Górnez Millas, ofreciéndome, compatibles con mis lograban desaguar el lago con el menor daño
cátedras, el nombramiento de Director con la cate-
goría de Decano de un nuevo Departamento que Propuse, entonces, primero a la Universidad y
debería llamarse de Educación Audiovisual e in- a la CORFO y/ a la ENDESA, instituciones
cluir, desde luego, el incipiente canal de teleüsión les que deberían enfrentar la situación, el em-
que había comenzado a operar cor, carácter experi-
mental en la Escuela de Ingeniería. Por cierto, a Ia
vista de tan generoso y estimulante ofrecimiento,
reduje el período de mi Fulbrighty regresé con pron-
titud a Santiago.
Y se produjo el terremoto. En loor de nuestra
vieja amistad, Felipe Herrera me propuso acompa-
ñarlo a Valdiüa, con otros funcionarios del Banco
Interamericano de Desarrollo, en un avión de Ia Cor-
poración de Fomento a su servicio. Fue la primera
imagen, registrada en mi modesta cárnara Bolex de
16 milímetros y de cuerda, tanto de la cuantía de los
destrozos como del taponamiento del desagüe del
lago Riñihue. Todavía no me había percatado de la
magnitud del desastre causado por el maremoto en
Corral y en la costa aledaña.
En los propios escenarios de la ciudad m bue-
na parte destruida y de los derrumbes en la cordille-
ra que amenazaban su destrucción total, urdí un
proyecto que para algunos parecía descabellado: el
="ilf i _ i jli,ÉE ; ¿I 2: €- fi io i ij jí:i i:i: \r :I _i :
31i e á o ñ : 9 ! á ? B ? = ¡ :0:
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r*aÉÉí[r¿*[ítíri+í//=,
$HE*Ecsssf*É flrrgñ I /r

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ls I I I r¡'r ll lil t (,\Sl'l,,lX) *rI\NADELRINIHUE at

lrr:rluurll lt t.\ *l\.utl;rrrlt.s y lrrínimos elementos fílmi_ filmaciones y el pago de modestos honorarios a mis
r ur rlr, lr-rr r.r rr.¡rlirl¿rrl Ia mencionada constancia aludantes.
Irtrtonr,r rlr'l r.¡risotlio. Formamos un parco equipo Concedidas estas ínfimas demandas, nos insta_
tlt, . tttnt'ttt,l¿¿r¿ t:olrstituido, además del productor y lamos pocos días después en Valdivia. El hotel estaba
rlirr.r'tor'«k:l proyecto, por el arquitecto Sergio Bra_ casi vacío. Todas las teleüsiones cazad.oras de desas_
\i(), (llr(' Jr:rrticipó conmigo en la filmación y edición
tres se habían ido al saberse que el ritmo de subida
rlt'l rl«¡cumental producido con pablo Neruda ,,A-l_ de las aguas en el lago y la operación de desagüe
Irrras de Machu Pichu" y los ay.lrdantes de cámara durarían talyez un par de meses.
M:iximo Fortis y Leandro Martínez. Salvo escasas Comenzamos las filmaciones con tomas pano_
filrnaciones conjuntas, principalmente en Los La_ rámicas y pasadas desde la camioneta de lo que ha_
f{os y otros pueblos por donde debería discurrir el bía quedado de la ciudad. Apenas se había iniciado
:tluvión, nos diüdimos con Sergio las acciones en los la formación del campamento de la ENDESA con
rkrs escenarios principales de la que ya se perfilaba tiendas de campaña, parques de bulldozers y tracto_
(:omo largajornada. Tomé la determinación de en_
res y muchos otros elementos traídos de la cercana
cargarme de todas las filmaciones en el teatro de los § planta de Pullinque, donde se estaba construyendo
rlerrumbes y en las tareas destinadas a desaguar el { una represa. De aquí la decisión de filmar primero
.+:

lztgo con el mínimo daño posible. Todas las filma_


i en la entrada de la marea en el río y en Corral los
r:iones de los tacos, de las operaciones en el barro y destrozos del maremoto. porque en la costa, a unos
de los colosales derrumbes finales causados por el quince kilómetros de Valdivia, el reguero de muerte
torrente salieron de mi pequeña Bolex de cuerda. y destrucción se sumaba a la ruina del cataclismo
Sergio se dedicó, con los dos ayrdantes, a dejar cons_ terrestre.
tancia de 1o que estaba sucediendo en Valdivia.Jun_
tos compartimos, además, las impresionantes tomas
de lo que había quedado de Corral y cle los Altos
Flornos después del maremoto.
De la Universidad pedí al Rect«rr solamente la
entrada sin trabas burocráticas y sin r>posición de
funcionarios y secretarias en su ofi<:in¿r para obtener
la firma de algunos oficios dirigiclos ir rninistros y otras
autoridades. De CORFO y ENDIISA, trna camioneta
con doble tracción, algún m:rlr:riirl ¡rara iniciar las
rr

Maremoto de Corral

Por el puerto de Corral, antes del maremoto, salían


al resto del país y al extranjero las maderas, los pape-
les elaborados con pulpas vegetales, las conservas y
toda suerte de productos. Además de activo puerto,
Corral era lugar de veraneo, paseo favorito de los
valdiüanos y atracción turística en la ruta de los fuer-
tes españoles que pretendieron cerrar el acceso
marítimo a la ciudad hasta la inverosímil hazaña de
Lord Cochrane. En la corta navegación hacia la cos-
ta, efectuamos breves desembarcos en los lugares
donde estuüeron asentados los mencionados fuer-
á9 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE 53

tes. De Niebla apenas quedaban los vestigios de an-


tiguos muelles y restos esporádicamente repartidos
de üviendas y almacenes. Aquí y allá fragmentos de
paredes de madera se mantenían como ilusorias bam-
balinas. De algunos árboles rotos colgaban hilachas
de lana de desaparecidos colchones. Esparcidos en
el suelo pesados cañones habían sido arrancados de
sus cureñas por la ola.
Intenté en Corral corroborar algunos datos
previamente reunidos sobre las dimensiones de la
salida del mar, Ia altura de la ola en el retorno, los
desplazamientos de los buques hundidos en la ba-
hía. Difícil empeño; los sobreviüentes asequibles no
querían recordar la pesadilla. Además, como Ia lo- ción, luego y como consecuencia del terremoto de
ma en que se asienta Corral está de espaldas a la cos- 1835. El sabio naturalista registró "el tertremoto que
ta, pocos habían üsto el deslizamiento de las aguas agita de un modo extraordinario las aguas de los
hacia el interior del océano. Recordé entonces üejas mares próximos". Según su versión, recogida entre
lecturas de las experiencias de Darwin en Concep- otras fuentes por las de Leandro Alüal (Origen de los
temblores de ti,erra, Santiago de Chile, 1910), "por lo
que ha sucedido en Concepción parece que (tal) agi
tación afecta dos formas diferentes. Primero, en el
momento del choque se elevan mucho las aguas
sobre la costa, pero con moümiento lento, y se reti-
ran con la misma lentitud. Luego, y pasado algún
tiempo, todo el mar se retira de la costa y vuelve con
olas de una fuerza espantosa". Páginas atrás cité la
frase de Mariño de Lobera relativa a la descripción
del maremoto de 7575. Al referirse alaviolencia de
la enorme ola añade: 'Yfue tanto su furor ybraveza,
que entró tres leguas por tierra adentro". Multiplica-
da cada legua por los correspondientes mil trescien-
54
[ü rlqzeñ,c nrr Rrñrsur
LEOPOLDO CASTEDO 55

tos sesenta y dos metros resultaría que en aquella la costa apenas restaba nada; pero de su ruina hacia
ocasión, en tantas formas similar a la de 1960, los el interior-, lugar en el que sin duda se arremolinó la
efectos del maremoto habrían llegado hasta las ola,lavista se resistía a dar crédito al ojo: locomoto-
estribaciones de Valdivia. ras tumbadas, carretillas volcadas, hierros de todas
Cualesquiera que fueren las características y clases retorcidos de tal manera que no hubieran po-
dimensiones de la gigantesca ola, a la vista estaban dido lograrlo ex profeso poderosas maquinarias. En-
sus catastróficos efectos. En Corral habían funciona- tre los testimonios de la fuerza del mar pareciera
do poderosos Altos Hornos. Empleo deliberadamen- paradoja el espectáculo de un enorme lanchón de
te el pretérito porque de ellos sólo quedaron las "tes" muchas toneladas que había saltado con la ola al ras
de las estructuras de acero. Entre los Altos Hornos y de los ocho metros de altura de los Altos Hornos,

destrozando cuanto obstáculo se hubiera podido


oponer a su paso. A la misma altura colgaban ramas,
venidas de quién sabe dónde, con varios implemen-
tos de los barcos hundidos, fragmentos de botes,
boyas salvaüdas.
HAZAÑA DEL RIÑIHUE 57
56 I,EOPOLDO CASTEDO

Los barcos navegaron sin control posible pri- Otro de los espectáculos sobrecogedores de
mero por mar adentro, después, en la superficie de Corral era el de los restos de su cementerio. La ola
la gigantesca ola, saltando cuanto obstáculo se opo- levantó losas y arrasó las tradicionales rejas de las
nía a su trayectoria y fueron avarar en medio del río tumbas. Mezclados con estos despojos se apeloto-
avarios kilómetros de su desembocadura. Más de uno naban barriles vacíos, estructuras de hierros retor-
ha dejado testimonio de su descomunal üaje. Cerca cidos, ramas desgajadas. Recordé ante el triste es-
de cuarenta años después del cataclismo todavía pectáculo el comienzo del poema romántico y, a fuer
muestra el casco medio hundido y el nombre. de tal, lamentoso, 'Ya ni en la paz de los sepulcros
creo".
Los tacos del Riñihue

Poco después del gran sacudimiento, cuando mu-


chos valdivianos pernoctaban en las calles por las rei-
teradas réplicas que estremecían la tierra, El Correo
d¿ Valdiuia proporcionaba las primeras informacio-
nes sobre el taponamiento del lago. Las noticias ge-
neraron en los menos una histeria pronto sofrenada
aI abandonar la ciudad y en los más una intermina-
ble serie de conjeturas sobre las temidas dimensio-
nes del aluvión. Según unos llegaría, como en L575,
adiez o doce metros de altura; según otros, sobrepa-
saría los veinte. En todo caso buena parte de la ciu-
dad estaba condenada a desaparecer.
Pronto se supo en Valdiüa que sobre el naci-
miento del río San Pedro, en las estribaciones de la
cordillera, a ochenta kilómetros de la ciudad, se ha-
bían producido, formando verdaderos diques, los
enormes derrumbes, filmados desde el aüón duran-
te el mencionado vuelo con Felipe Herrera.
El lago Riñihue era (y sigue siendo) eIúltimo
recipiente de una cuenca lacustre que se inicia en la
Argentina. Desde estas cumbres vierten las aguas del
60 LEOPOLDO CASTEDO TIAZANADEL RINIHUE 61

lagoLácar en el Pirihueico, ya en territorio chileno.


Salen de este lago al Neltume y de aquí al Calafquén
y el Panguipulli. Todos estos caudales, que se incre-
mentan con las lluvias, entregan al Riñihue un cau-
dal de 360 metros cúbicos por segnndo, más de trein-
ta millones al día. Al cerrarse la salida, el nivel del
lago comenzó asubir diariamente medio metro. Por
cada centímetro del embalse se acumulaban cerca de
un millón de metros cúbicos de agua.

Con mi instalación en el campamento de la


ENDESA cercano a los tacos, confirmé , de vi,suy des-
de tierra, en qué medida el fatídico veintidós de mayo,
con los estremecimientos de la tierra, los cerros lite-
ralmente se habían partido y en la grieta profunda
entremezclados con el fango de diversas formacio-
nes se acumularon los restos de destrozados bosc{es.
62 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑA DEL RIÑIHUE

El espectáculo era realmente sobrecogedor. Desde En la base del rer,rrelto abismo, caminando a
la orilla derecha del río San Pedro, ya seco, se veía, a duras penas con las botas hundidas hasta las rodi-
Ia izquierda de un gran cañón como de un kilóme- llas y haciendo un gran esfuerzo para sacarlas del
tro de ancho, una loma de suave pendiente que ter- hoyo por ellas producido, me percaté de las inédi-
minaba en un precipicio abierto hacía poco. Allí se tas dificultades que habrían de presentarse a
produjo el principal deslizamiento. La tierra se abrió; geólogos, ingenieros especialistas en suelos, paleros
las capas acuosas del fondo resbalaron, en una pro- y mecánicos para operar en aquella verdadera ma-
fundidad superior a los doscientos metros, arrastran- zarr,oÍra de heterogéneos componentes. Las aparen-
do cantidades enormes de barro y detritus apeloto- tes rocas se deshacían con mínima presión de los
nados. Sobre la pared opuesta se veían árboles carac- dedos o se partían. En el fondo la mezcla prove-
terísticos de la selva húmeda que antes del terremo- niente de Ia incorporación de las aguas a las partí-
to estaban sobre otra loma y se habían corrido más culas pulverizadas había formado una masa agua-
de quinientos metros. Algunos troncos se mantuüe- chenta y, por cierto, intransitable.
ron enhiestos con el traslado; los más se rompieron y Desde del avión en el que llegamos por pri-
rodaron al fondo de las grietas formando con las pie- mera yez a los escenarios del desastre, había fil-
dras, las ramas y el barro, gigantescos promontorios. mado y fotografiado el antiguo desagüe en forma
64 LEOPOLDO CASTEDO TIAZANA DEL RINIHUE 65

de embudo y, entonces seco, del lago Riñihue so- cauce que permitiera controlar el desagüe de los
bre el río San Pedro. El antiguo cauce del río dis- millones de metros cúbicos de agua que ya comen-
curría antes del terremoto por terreno abierto zaban a acumularse en el lago Riñihue.
sobre el que se produjeron los derrumbes de los
tres tacos. El primero, eI menor en tamaño, de
trescientos cincuenta metros de largo y trescien-
tos de ancho, se formó a dos kilómetros aproxi-
madamente de la salida del lago con una altura
de diecinueve metros sobre el nivel de1 Riñihue'
Cuando las aguas llegaran a esta cota arrollarían
los detritus descargándolos sobre el taco dos, a
poco más de doscientos metros, con una altura
de veinticuatro metros y algo más de un kilóme-
tro de largo y medio de ancho. Este taco podría
cumplir las funciones de un verdadero dique hasta
que las aguas 1o sobrepasaran al subir cinco me-
tros más. De igual manera, la masa acumulada
atacaría al taco tres que presentaba, con veinti-
ocho metros de altura, los más amenazadores
problemas. Se derivaban éstos no sólo de las ma-
yores dimensiones, con casi dos kilómetros de lar-
go y más de uno de ancho, sino de los materiales
que constituían las partes más bajas del derrum-
be, por las que debería irrumpir y formarse el
alud, las más, heterogéneas y sueltas. La tierra
acuosa quedó en la superficie del derrumbe, una
masa blanda de barro que las lluvias incesantes
lnacían aún más profunda y pegajosa. Pronto se
percataron los ingenieros especialistas en mecá-
nica de suelos de que era imposible ahondar en
ese mare mágnum el más elemental conato de
Nueva vida en Valdivia

En los pueblos aledaños y en la ciudad amenazada,


la necesidad de satisfacer las más elementales necesi-
dades condicionaba las nuevas formas de vida. Como
el terremoto había destruido, además de numerosos
postes de luz eléctrica y de teléfonos, las cañerías de
agua potable y las tuberías del alcantarillado, el agua
para cocinary paralavarse se recogía de las pozas in-
salubres formadas por las lluvias y los más variados
desagües. A mayor abundamiento y para mayor des-
gracia y peligro de infecciones, Valdiüa había que-
dado sin servicios higiénicos de clase alguna.
La vida en Valdiüa estaba condicionada por eI
imperativo impuesto por la acción directa del agua.
Agua por la inundación de los barrios hundidos;
agua agobiadora por las lluüas incesantes; espanto
al agua por el espectro del maremoto. Ypronto, agua,
mucha más agua por la arrcrraza de los millones de
metros cúbicos acumulados día a día en el último
vertedero de Ia enorme cuenca lacustre. Sin embar-
go, no se disponía de agua para beber, para cocinar
ni para los baños.
68 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 69

Los bomberos iniciaron el mismo día del terre-


moto incansables y encomiásticas tareas; entre mu-
chas otras, las del traslado de tantos damnificados a
las partes más elevadas de la ciudad y, sobre todo, el
reparto de agua. Por cierto, necesario era albergar a
unos treinta mil desposeídos, vale decir, casi la mi-
tad de la población de Valdivia.Para ello se llevaron
a cabo urgentes programas para la habilitación
inmediata de abundantes rucas con armazín de la tierra tres o cuatro veces al día. Eran incómodas
madera en forma de "A", la más adecuada por su es- pero cumplían su cometido.
tructura triangular y el poco peso para resistir las Pronto se hicieron presentes las solidaridades
interminables réplicas del terremoto que remecían nacional e internacional. Caravanas de camiones,
barcos repletos, aüones en ininterrumpido puente
aéreo, descargaron en Valdivia auxilios de todas par-
tes. Con sorprendente eficiencia fueron habilitados
de inmediato almacenes de depósito y lugares ade-
cuados para el reparto de colchones, ropas de la más
variada índole, incluyendo fr azadas, chombas, imper-
meables y muchos paraguas, imprescindibles en el
lluüoso otoño y, por cierto, los alimentos perecibles
70 LEOPOLDO CASTEDO

Los primeros trabajos

Ingenieros, técnicos, choferes y numerosos obreros


que trabajaban en la instalación de la planta hidro-
eléctrica en Pullinque, a sólo doce kilómetros al nor-
te del lago Panguipulli, se trasladaron rápidamente
a las pocas partes relativamente secas que domina-
ban los derrumbes sobre el antiguo cauce del lago
y no perecibles que resolvieron el problema del ham- Riñihue. Allí se habilitaron las necesarias tiendas de
bre. En las confluencias de las calles más afectadas campaña y se llevaron las excavadoras y los bulldozers
fueron instaladas cocinas de campaña adyacentes a que deberían iniciar de inmediato los trabajos de
nuevos refugios que cumplían las adecuadas funcio- desagüe.
nes de comedores colectivos. Desde las primeras jornadas, la tranquila figura
de Raúl Sáez al frente de este verdadero ejército de
esforzados trab{adores me dio la sensación de que
su confianza inspiraba la de los demás, a sabiendas
de que los problemas planteados eran de dificilísima
solución. Recuerdo entre ellos a los ingenieros Fernan-
do Martínez, especialisá en mecánica de suelos; a Benes,
en hidráulica; a Edgardo Palma, jefe de las faenas
en la represa Pullinque; a Mariano Olivos; a León. Con
todos ellos compartí momentos inolüdables en el
precario campamento al borde de los tacos.
72 LEOPOLDO CASTEDO FIAZANA DEL RINIHUE l3

manera aproximada. Aquí actuaron el empeño y la


decisión, pensé entonces, con cierta dosis de opor-
tunas intuiciones de Sáez y de sus colaboradores. Se
trataba, por tanto, de labrar un nuevo cauce al río
San Pedro que debería discurrir por un canal pro-
gresivamente ampliado con la técnica que impusie-
ra cada nueva circunstancia y por lafuerza controla-
da de los torrentes que, por cierto, habrían de pro-
ducirse. El desagüe del lago se iniciaría antes de que
el nivel de las aguas llegara a los temidos veintiocho
metros del taco tres. Se comenzó a excavar el canal
en Ia cota 120 (100 parala cota del nivel normal del
lago), con tan discretas medidas que más de un pe-
riodista lo calificó de "canal de opereta".
La apertura del canal por los tacos uno y dos
no presentaba mayores dificultades. El primero te-
níafácil acceso y la excavación podía ser mínimapara
El desafío era muy grave. Los derrumbes sobre que descargara sus aguas retenidas en el taco dos.
el río San Pedro, como indiqué páginas atrás, se ha- En este se podía trabajar con relativa seguridad has-
bían convertido en un lodazal que las lluvias empeo- ta lograr un ancho en la base de unos cuatro metros.
raban todos los días. Imposible resultaba, por ello, el
intento de reconstruir el cauce del río por donde
otrora había discurrido. La única posibilidad de con-
trolar los caudales que fatalmente habrían de pro-
ducirse al llegar el nivel del taco tres, a veintiocho
metros sobre el del lago, estribaba en la realización
de los trabajos por el terreno firme que delimitaba la
orilla sur de la enorme hoya en la que se había pro-
ducido dicho taco. El asunto era completamente
inédito. No se disponía de antecedentes ni, por cier-
to, de publicaciones que lo trataran aunque fuere de
74 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE

Comenzó la lucha contra el barro con las gran-


des palas mecánicas traídas de Pullinque, unos trein-
ta bulldozers, siete trillas y algunas palas chicas. Llo-
vía sin cesar. Durante tres días un violento temporal do canal. Los numerosos periodistas que llegaban al
incrementó en gran medida la subida del nivel del lugar, bien pertrechados para hacer frente a las llu-
lago, de unos treinta y cinco centímetros diarios, a üas y a los primeros fríos del invierno en ciernes,
sesenta y dos, sesenta y tres y sesenta y siete. Además, regresaban al Hotel Pedro de Valdiüa desalentados.
ablandó aún más el barro licuoso en el que se pre-
tendía excavar el canal con las máquinas. Se dedica-
ba más tiempo a las faenas para desembarcar las pa-
las que en empujar con ellas las peg{osas paredes
de barro. Para desenterrar una máquina era necesa-
rio operar con otras cuatro o cinco. Era una pelea
desigual y para las herramientas y los hombres com-
pletamente perdida. En efecto, en los tres tacos sólo
fue posible excavar una mínima parte del pretendi-
Las reacciones en Valdiüa

En cierta medida, estas actitudes contribuyeron a


aumentar la alarma de los afligidos valdivianos. En
toda clase de corrillos el único tema era el de la 11e-
gada de la ola arrasadoray de su altura. Mejor o peor
informados, unos y otros sostenían que si el lago se
derramaba por encima de los tacos, el torrente de
quince o veinte mil metros cúbicos por segundo arra-
saría cuanto obstáculo topara a su paso, incluida, por
cierto, la ciudad de Valdivia. Los más prudentes sos-
tenían que la olaalcanzaría los ocho metros registra-
dos hacía cuatro siglos por Mariño de Lobera. Los
pesimistas aseguraban que llegaría a diez o, tal vez, a
quince, destruyendo lo que quedaba de la ciudad.
El desaliento impulsó variadas medidas pre-
cautorias. En la fábrica de la Papelera, sita en parte
peligrosa del recorrido del temido alud, se llevaron
a cabo trabajos que, tanto por su factura como por
sus resultados, me trajeron de nuevo a las mientes
las imágenes de los preparativos para abrir las trin-
cheras durante la guerra del catorce. Primero se le-
vantó un promontorio de tierra frente a los muros
LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RIÑIHUE 79

de la fábrica, dejando una breve plataforma para


asentar los elementos complementarios. Estos con-
sistieron en la instalación de grandes cajones llenos
de piedras protegidos por innumerables sacos de
arena. Adelanto aquí la concatenación de los suce-
sos, porque cuando tuve el privilegio de mostrar en
La Moneda mi película, el Presidente de la Repú-
blica, don Jorge Alessandri, aplaudió entre otros
comentarios la faena que protegía algo de su muy
cercano interés.
Entre los valdiüanos se vivían horas de prueba
que mostraban las más de sus ürtudes: la resolución
de hacer frente a una realidad inapelable ylacalma,
que en otras partes se suponía, con fundamento,
turbada. Estudiantes y profesores de las universida-
des Austral y de Chile, llegados estos de Santiago y Valparaíso, contribuyeron sin descanso en los tra-
bajos de restauración y autoconstrucción, asesoran-
do y participando en tareas de rehacer las casas en
mejores condiciones y a cubierto de la nueva amena-
za. Porque la üda en la ciudad transcurría condicio-
nada por la forzosa espera. Con masivas vacunacio-
nes se conjuraron las amenazadoras epidemias y las
comunicaciones fueron rápidamente restablecidas.
En ordenadas colas los solicitantes esperaban su tur-
no para hablar por teléfono, despachar los urgentes
telegramas o timbrar sus cartas en el improüsado
servicio de correos.
Los terremotos pueden producir situaciones
más que anómalas, insospechables. Nadie se expli-
caba de dónde habían salido los innumerables pe-
rros que aparecieron en Valdiüa. A los numerosos
LEOPOLDO CASTEDO

"quiltros" habituales se añadieron los de razas


más finas que habían quedado sin dueño o sin cobi-
jo. La Universidad Austral inició la conjunción de La cadena del barro
esfuerzos con el Ejército y otras instituciones para
habilitar el pintoresco "Hogar de los perros" en eI
que se juntaron muchas docenas de ellos. Cada uno
disponía de un cubículo en el que recibía el alimen-
to. Los más fueron fumigados, vencida su legítima
resistencia al pulverizador.
En las improvisadas rucas, mientras los mayo-
res realizaban las faenas asignadas y voluntariamen- En los tacos, ante el fracaso de los trabaios infructuo-
te aceptadas, los niños que habían quedado sin es- samente intentados con las máquinas, Sáez, sus cola-
cuela improvisaban nuevosjuegos, conscientes de los boradores y los esforzados paleros allí reunidos deci-
enormes cambios de hábitos, situaciones y circuns- dieron abrir los canales a mano. Támpoco se dispo-
tancias que el terremoto había provocado. Cuando nía de antecedentes al respecto. A la üsta de las pri-
se veían forzados a salir de sus viüendas soportaban meras imágenes de la que pronto se convertiría en la
estoicamente el frío y las caminatas hundidos los pies, cadena del barro, comenté en el campamento con
tantas veces desnudos, en el barro. RaúlSáez la posible similitud que el empeño podría
tener con las versiones de cíclopes faenas prehistóri-
cas en Mesopotamia, en Egipto y en la América pre-
colombina, presunción que pronto habría de con-
vertirse en realidad.
Terminadas las faenas en los tacos uno y dos
con el desagüe de las lagunas rellenadas entre ellos y
el taco tres, se protegió éste con cadenas qlue abraza-
ban un centenar de tarros metálicos de buen tama-
ño destinados a eütar, cuando se abriera el cauce, la
irrupción de troncos y otros materiales que pudie-
ran entorpecer el programa trazado. De inmediato
comenzó, en la parte más cercana al lago, Ia verda-
dera epopeya que bauticé entonces, y aqruí reitero,
82 LEOPOLDO CASTEDO HA7-ANADEL RINIHUE 83

como cadena del barro. Consistía ésta en la excava-


ción de una hondonada de unos tres metros de pro-
fundidad y un par de ellos en el ancho de la base,
destinada a iniciar el trazado del nuevo cauce del
río San Pedro. Una verdadera escala invertida, que
en perspectiva tomaba la forma de una letra "V",
presentaba cuatro o cinco escalones laterales. El ini-
ciador de la cadena del barro en la base recogía
una palada de materia acuosa y resbaladizay la de-
positaba en la pala que esperaba en el escalón in-
mediato. De aquí otro palero recogía la mezquina
carga para descargarla en la pala del compañero
situado un metro más arriba, que la entregaba al
del inmediato escalón. Y así hasta llegar, con más
agua que barro ciertamente, a la que debería ser
superficie transitoria del nuevo canal. Recuerdo,
mientras filmaba con una buena dosis de estupe-
facción el episodio, el comentario de un esforzado
palero: "Esto es como pretender vaciar el océano
con un balde".
84 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑADELNÑIHUE

.ii,;i¡it:rl
Entre las medidas, no sólo necesarias slno rm-
prescindibles, para frenar la colosal acumulación
de las aguas se programaron y realizaron los cierres
parciales de los lagos que descargaban mayores cau-
dales en el Riñihue. Indiqué trien lo de parciales,
porque de haberse cerrado por completo, se habrían
inundado todos los pueblos ribereños.
EI cierre de Ia salida del lago Calafquén al Pan-
guipulli se realizó rápidamente y con ciertas ventajas
respecto de los restantes. Las aguas discurrían por
una garganta rocosa de sólo unos veinticinco metros
de ancho que no fue difícil rellenar. El río Enco des-
de el lago Panguipulli vierte sus aguas sobre el
Riñihue con un enorme gasto de novecientos me-
tros cúbicos por segundo. Las dificultades para ami-
norar la cuantía de estos caudales pudieron resolver-
Era indudable que hombres menos templados se formando diques parciales entre las dos islas cer-
se habrían dado pronto por vencidos. Del poco ba- canas a la salida. La escasez de materiales adecuados
rro acuoso que llegaba a cada peldaño, una buena fue superada sacándolos de una cantera cercana.
parte se escurría sin remedio al de abajo. En tan im- Támpoco se disponía de material adecuado para eI
posibles condiciones, los cuatrocientos cincuenta cierre de la salida del lago Pirihueico, por 1o que se
paleros adscritos a la faena con ritmo isócrono y ingenió un verdadero dique formado por troncos de
mantenido lograron iniciar en menos de una sema- árboles trabados con rellenos impermeables.
na lo que ya se perfilaba como el programado canal. Con estas faenas se logró evitar la entrada en
Trabajando en tres turnos debían completarlo, adop- el lago Riñihue de unos cuatrocientos millones de
tando inesperadas medidas, en el plazo fatal de un metros cúbicos con la consiguiente reducción en
mes y medio, calculado de acuerdo con la consecuen- casi cinco metros del nivel máximo del lago y se
te acumulación de millones de metros cúbicos de ganaron quince valiosísimos días en los plazos pre-
ag:uay con las marcas de la subida del nivel del lago, üstos para iniciar el paso de tras aguas por el canal
antes de que llegara en la parte superior del taco tres de salida. Cuando el Riñihue alcanzara el nivel de
a veintisiete o veintiocho metros. su inmediato contribuyente, el Panguipulli, la su-
LEOPOLDO CASTEDO FIAZAÑA DEL NÑIHUE

perficie de ambos lagos sobrepasaría los trescientos de los esfuerzos en la apertura del canal luchando
kilómetros cuadrados. contra el fango ascendía, aveces, con cámaray trípo-
Los controles de estos vaciados entre la cuenca de para filmar el increíble espectáculo. En los pla-
lacustre,la cadena del barro,las permanentes modi- nos inmediatos unos veinte o treinta paleros exca-
ficaciones de los planes programados el día anterior, vaban sin descanso la escalera acuosa y escurridiza;
como Raúl Sáez afirma en su breve recuento de la en los más alejados se columbraba, continuado más
"Operación Riñihue", hicieron necesario "improü- de un kilómetro, el enjambre de brazos y palas su-
sar día a día debido a que en el terreno las condicio- biendo y bajando. Fue en aquellas ocasiones cuando
nes en que estuvimos trabajando lo exigían, o sea, traía a la imaginación 1o que debieron ser los traba-
fue una obra con un proyecto que se realizaba simul- jos multitudinarios en la Antigüedad.
táneamente con la obra". (Raúl Sáez, Hombre del El término de los trabajos en los dos primeros
siglo XX Tomo II. Pág. 1702) tacos determinó naturalmente la concentración de
En todo caso, la constancia del cataclismo y la los esfuerzos en el último. Para eütar el escurrimiento
magnificencia del paisaje en el que se había produ- al fondo de la excavación de la carga penosamente
cido simbolizaban, en su conjunto, las constantes elevada por los paleros, se llenaron en los bordes
de una historia que el chileno ha forjado en su per- superiores del canal bidones con el barro extraído
manente lucha con una naturalezatan bella cuanto que se izaban con los guinches de los tractores ade-
difíci1. cuadamente instalados hasta depositarse en terreno
Al filmar en Valdiüa los rostros de mujeres y seco y firme.
niños en las colas de abastecimientos, advertí el mudo Acabo de citar la acertada frase de Raúl Sáez
y tácito avenimiento entre ellos y los gestos de los acerca de la variedad de motivaciones y la necesidad
hombres del taco tres que, también en lenta panorá- de improüsar nuevas técnicas cada vez que surgía
mica, tomé en el campamento. Cada vez que reanu- un problema distinto; en otros términos, la singula-
daba estos traslados entre Valdiüa, los pobladores in- ridad de los proyectos que se renovaban simultánea-
termedios y el escenario de los trabajos encontraba mente con las obras. El acápite üene a cuento de la
éstos más variados y, con frecuencia, más sorpren- interposición en el trazado sobre el terreno firme
dentes. La cadena del barro avanzaba sin interrup- elegido de un tramo de unos cincuenta metros cons-
ciones. Luego del precario descanso, generalmente tituido por arena suelta proveniente de una antigua
animado con sabrosos comentarios, en cada turno quebrada que forzaba al cambio completo de las téc-
se atacaba la labor con nuevos bríos. Durante la eta- nicas hasta entonces seguidas para profundizar el
pa caracteri zada pnncipalmente por la concentración canal. La solución no podía ser otra que la de armar
88 LEOPOLDO CASTEDO

un sólido encatrado de tablones por los dos lados de


la excavación trabados con otros en los verticales y
amarrados por arriba los horizontales. El maderamen No en un accidente aéreo
debería extraerse progresivamente con el aumento
de la profundidad y del ancho del canal con la ero-
sión y por la fuerza del venidero torrente.

Terminados los canales de los tacos uno y dos, filmé


sus recorridos en condiciones bastante pintorescas,
por no decir peligrosas. En un helicóptero proüsto
de los patines en los que pueden colocarse improü-
sadas camillas, me tendieron boca abajo en una de
ellas amarrándome con fuerza para soportar los na-
turales vaivenes. De esta suerte instalado, y con bue-
nos guantes, me pusieron en las manos la cámata
filmadora sujeta al cuello para prevenir su caída'
Describo estas arriesgadas posturas, no para dárme-
las de héroe, condición de la que sin duda carezco,
IIAZANADEL RIÑIHUE 91
90 LEOPOLDO CASTEDO

sino para insistir en el estado de verdadera mística


con el cual todos, incluidos los simples espectadores
y los ocasionales partícipes como yo, contribuimos,
los más a la realización, los menos al registro de la
h.azaña del Riñihue.
Transcurrido un mes desde la iniciación de los
trabajos, el nivel del lago había subido cerca de ca-
torce metros. Los pobladores ribereños contempla-
ban desolados cada mañana cómo desaparecían sus
casas, los hoteles de turismo, los almacenes y las tien-
das. Todas las energías se concentraban en la necesi-
dad de salvar los innumerables tablones que se ha-
bían dispersado con el terremoto primero, y con las
inundaciones después. La madera no sólo constituía
la base de su escasa riqueza, sino que sería indispen-
de los
sable recuperarla para la reconstrucción. La descar- aminorar los mencionados vertederos de agua
ga del lago era una ansiada y vital aspiración. otros tres, el Pirihueico, el Calafquény el Panguipulli
de es-
Mis expediciones en los helicópteros, cuando sobre eI Riñihue. Lo acontecido durante una
de
era inütado por el solitario piloto a acompañarlo en tas expediciones me ratificó el convencimiento
sus misiones de inspección, me permitieron efec- qr. ,t moriré en un accidente aéreo' El helicópte-
tuar un registro fílmico de Ia subida del lago, así como io .n el que efectuábamos el reconocimiento era un
El sim-
de los ingentes trabajos que se llevaban a cabo para viejo Belide grandes flotadores bien inflados'
paiico teniente 1o manejaba con habilidad y segura
ionftanzaa buena altura porque algo anómalo sos-
"No
pechaba, a juzgar por ciertos ruidos del motor'
,. pr.o.rrp; --. insistía- como estamos sobre el lago
y u ma" d! mil metros, si algo pasa, las aspas acútan
d. pu.u.uídas y podremos amarizar gracias a estos
pod..osos flotadores. Así nos entrenan cuando nos
i.r.o.porrmos a laFuerza Aérea: parando el motor
.ru.ráo volamos a más de quinientos metros de altura
LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑA DEL RIÑIHUE

al hotel alguien me dijo: "¿Pero no te habías ahoga-


do en el lago Riñihue?".

CnÍnc¡. NEGATTvA

A tono con 1o indicado párrafos attás, relativo al po-


der destructor de la crítica pergeñada con la inten-
ción de sacar provecho de situaciones conflictivas, 1o
cierto es que la operación Riñihue se conürtió, du-
y descendiendo lentamente con las aspas converti- rante su accidentado proceso, en reiterados choques
das en paracaídas". En más de una ocasión insistió: políticos en virtud de los cuales se clasificó, artificio-
"Si voláramos a menor altura otra cosa con guitarra samente por cierto, a sus ejecutores de derechistas y
sería. El bicho caería como piano de cola". Parece a sus detractores de izquierdistas. Como quien esto
que la metáfora pianística mucho le complacía. por- escribe estaba (y sigue estando) más cerca de los se-
que me la repitió varias veces mientras sobrevolá- gundos que de los primeros y resultaba ser uno de
bamos bien alto el Riñihue. Como el excelente pilo- los pocos actores al rnargen de tan absurdo conflic-
to había sospechado, algo anómalo sucedió en el mo- to, sentí que mi obligación era la de contribuir al
tor, porque las aspas se pararon f, para mi sorpresa, esclarecimiento de la verdad, enüando una carta
ánimo y esperanzas, comenzatorr a girar en sentido abierta, pubticada en El Mercurio el dieciséis de julio
contrario. Ahí me percaté de que estaban cumplien- de 1960, alücepresidente de la institución centrali-
do las mencionadas funciones del paracaídas. y así zadorade las operaciones, Pierre Lehmann, que fue
fue, en efecto. Al llegar a la superficie del lago, los respondida, asimismo en forma de carta abierta y
flotadores efectuaron su tarea. Luego de un alarman- también en el mismo diario por el Presidente de la
te chapoteo al caer al agua, el helicóptero se mantu- República, don Jorge Alessandri. El lector interesa-
vo enhiesto y salvos sus dos tripulantes. Como está- do en la lectura de ambos documentos los encontra-
bamos cerca de lo que quedaba a flote de la estación rá en forma de apéndice, al final de estas notas.
del ferrocarril, fuimos advertidos por quienes carga-
ban en los camiones las maderas salvadas y salvados
también nosotros en el adecuado bote con motor.
La noticia llegó inmediatamente aValdiüa. Al llegar
Se inicia el desagüe

De alguna manera, las presiones de quienes se con-


sideraban dueños de las soluciones a los problemas
que tan acertadamente se estaban resolüendo logra-
ron, para mal según ellos y para bien en cuanto al
desarrollo de los acontecimientos, adelantarpor poco
tiempo Ia iniciación de los trab4jos para proceder al
desagüe del lago. No poco había contribuido a estas
presiones la natural impaciencia de los valdiüanos.
Los verdaderos conocedores de la materia habían pro-
gramado iniciarlo cuando el nivel del lago llegara
a veintitrés o veinticuatro metros sobre su antiguo
nivel para controlar mejor la mayor erosión progre-
siva del incipiente caudal. Fueron momentos de
gran tensión cuando se decidió abrir al canal la lagu-
na formada entre los tacos dos y tres. Del éxito o
del fracaso de la medida dependían la salvación de
Valdivia o el desastre. La apertura del pequeño pro-
montorio de barro que defendíalaentrada se inició
al llegar las aguas ala cota122 (repito Ia referenciaa
partir de la cota 100 con el lago en su nivel nor-
mal). Durante la semana anterior había llovido poco.
LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE 97

El barro estaba menos licuoso que durante las prece-


dentes etapas y por ello sería más fácil controlarlo
con un pequeño escurrimiento inicial que la inteli-
gencia y el brazo ayudarían sin interrupción hasta
lograr el gasto necesario que permitiera aunar el es-
fuerzo humano con el de las aguas. Un palero, al parecer escogido entre varios candida-
Dos acontecimientos memorables acaecieron tos, hundió su herramienta en el barro, depositó su
ese díajueves ocho dejulio: a las ocho de la mañana carga en la pala que estaba esperando a su lado y
presenciamos ingenieros, obreros y este cam,eram,an repitió un par de veces la operación. Un chorrito de
la operación de los paleros. Un par de fotógrafos, con agua se escurrió hasta la entrada del canal. A poco,
antiguas máquinas de fuelle, registraban la escena. el chorrito se conürtió en minúsculo riachuelo y co-
rr,enzó a discurrir el agua, según los medidores indi-
caron, con un gasto de no más de ciento cincuenta
litros por segundo. Efectuadas las correspondientes
mediciones nos dirigimos al improüsado, simpático
e incómodo comedor del campamento, en el que se
nos había preparado especial condumio para cele-
brar el acontecimiento. De inmediato se conectó la
radio para escuchar las noticias que a Ia hora de
almuerzo espetaba un famoso periodista desde el
hotel en Valdiüa. Al principio, todos nos quedamos
98 LEOPOLDO CASTEDO IIAZAÑADEL RIÑIHUE 99

explosión abrió el cauce al incontenible torrente que


arrollando escombros y barrizales abrió cauce a los
millones de millones de metros cúbicos de agua acu-
mulados en el fatídico lago creando un torrente que
parecía el Amazonas". Cuando, pasadas las risas, co-
menté: "Así se escribe la Historia", tlno de los inge-
nieros, del que no recuerdo el nombre, añadió: "¿Las
suyas, entre otras?".
En el simpático remedo de restorán, con pla-
tos de cartón, cubiertos de plástico y servilletas des-
prendidas ad tibitum de un rollo de papel higiénico
que colgaba del techo, se comentaron los aconteci-
mientos principales acaecidos desde hacíayaun mes
y medio en la pelea contra el barro. Todos sabían
que de ese momento en adelante sería necesario ago-
tar imaginación y energías, Porque los días venide-
ros exigirían multiplicar los esfuerzos y hacer frente
a incontables incógnitas.
En cierto modo podría considerarse la minús-
cula apertura para el paso de las aguas como deter-
minante del clímax de todo el proceso. Lo mucho
realizado hasta ese momento era de extremada im-
portancia; pero, en rigor, se había tratado de tareas
preliminares y, ciertamente, sólo preparatorias de
la que ahora se iniciaba. El chorro de agua que ha-
bía comenzado averter su exiguo caudal arazón de
estupefactos. A poco, las carcajadas eran tan es- seiscientos litros por segundo, pronto decreció en
truendosas que apenas pudimos percibir el final de forma alarmante hasta sólo ciento cincuenta. La ta-
la información, que comenzó con estas aterradoras zón: los derrumbes de arena producidos en el enca-
palabras: "Señores auditores, estremecido estoy con trado a que acabo de referirme. Unavez más fue ne-
los oídos tapados en el momento en que la horrísona cesario cambiar de planes y procedimientos. Ahora
100 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE 101

adelante los inconvenientes de una quebrada de unos


ciento cincuenta metros, cubierta de quilas, troncos
de árboles, raíces y otros detritus, forzaron a organi-
zar otra cadena, no del barro en esta ocasión, sino
de los paleros que empujaban, a menos de un metro
de distancia entre ellos, tales obstáculos. No fue ne-
cesario superar otras dificultades en la excavación de1
canal, que se extendía unos doscientos metros más
hasta llegar al antiguo lecho del río San Pedro.
Durante los primeros días transcurridos desde
el comienzo de los escurrimientos, el mísero incre-
mento de la erosión, incluidas las a;n"rdas humanas
se trataba de aumentar el decurso de las aguas y reti- con los pistones y las palas, y por ende, las dificulta-
rar los obstáculos que a él se oponían. Para ello los des para ttllizar la fuerza del agua, ponía rtr.a vez
más audaces trabajadores, bien amarrados con grue- más a prueba los nervios de tan incansables trabaja-
sas cuerdas en Ia cintura, bajaban al cauce para sa- dores. Constantemente se medían los resultados del
car, además de las tablas entorpecedoras, grandes pe- esfuerzo y se determinaban los lugares en los cuales
druscos y otros impropios elementos. Reitero ante- era necesario activarlos. El mezquino caudal simbo-
riores afirmaciones acerca de mi escasa capacidad de lizaba otra paradoja similar ala de la crisis produci-
héroe; pero en honor a la veracidad de esta crónica, da en Valdiüa por las inundaciones, los maremotos
estoy obligado a incluirme entre los amarrados, ellos y las lluvias y por la carencia de agua potable. A las
con sus palas, el cameraman coÍr sus lentes. espaldas de estos hombres crecía díaa día la pesadi-
Pronto se adürtió que no bastaba remover los lla de los miles de millones de metros cúbicos de agua
obstáculos para aumentar el gasto. La renovada ini- que se acumulaban en el lago Riñihue;sin embargo,
ciativa, en esta ocasión, consistió en ayudar a la co- no disponían de la mínima parte que les permitiera
rriente con la fuerza de los pistones de las bombas aunar esfuerzos y obtener los resultados apetecidos.
de incendios que de inmediato fueron instaladas y
comenzaron a actuar con los resultados apetecidos.
Resuelto este nuevo problema, las aguas discu-
rrían más libremente por vna zorta de unos ciento
treinta metros de arcillas duras; pero un poco más
Defensas candorosas y otros preparativos

Las contradictorias noticias llegaban rápidamente


aValdiüay a los pueblos más amenazados, originan-
do multiplicadas medidas de protección al alud, no
pocas de ellas de candorosa ingenuidad. En Antil-
hue, Huellelhue, Los Lagos, se había procedido a la
evacuación de los más entre sus habitantes. No to-
dos aceptaban la medida, e incluso se ingeniaron al-
gunos para defender sus viüendas, todas de madera,
del anunciado arrasamiento con materiales que fil-
mé con asombro. A un metro aproximadamente de
704 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 105

paredes y huecos se habían incrustado en el suelo escenas teníamos la sensación de üür el silencio de
troncos de apreciable tamaño, arazórt de dos a cua- las grandes vísperas.
tro por casa. De estas supuestas defensas salían las En una torre de la parte más elevada de Valdivia
sogas que amarraban las partes prominentes de los estaba instalado un vigía que deberíadat inmediatas
muros o los recuadros de puertas y ventanas. Otros noticias de la llegada de la avalancha, de su altutay
habían sacado las tablas inferiores de los muros, con de las probables condiciones del anegamiento' To-
Ia esperanza de que las aguas discurrieran por deba- dos los sistemas de rescate y auxilio habían sido dis-
jo y algunos idearon ingeniosos sistemas para bascu- puestos con la debida anticipación. LJna vasta red de
larlas con el objeto de que pudieran flotar libremen- comunicaciones informaba a cadainstante acerca de
te en la cresta de la ola. Mientras filmábamos estas la marcha de los trabajos e insistía en las necesidades
106 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE r07

durante sus funciones como Agregado Aéreo y man-


tuve con él buena comunicación durante toda la
operación Riñihue por varias razones. Una de ellas
fue la necesaria y oportuna autorízación de mis rei-
terados r,.uelos en helicóptero para efectuar las fil-
maciones de que he dado cuenta. La otra consistió
en su buena calidad de 4jedrecista, y en las partidas
que compartimos, con un saldo de numerosas tablas.
Estos modestos deleites se efectuaban en el campa-
mento luego de las frugales comidas. De más de una
de ellas recuerdo el enzarzamiento en una polémica
en las cual los más de los contertulios abominaban
de la evacuación de las partes bajas de la ciudad. Es- de la imagen de Charles Chaplin en airada contro-
tas medidas contribuyeron ciertamente a mantener versia contra los entusiastas panegiristas del prodi-
la calma porque la gente se sabía inforr¡rada y prote- gioso actor, encabezados por Raúl Sáez y por quien
gida. En las poblaciones se multiplicaban los esfuer- esto escribe.
zos para paliar en las mentes de los niños la temida La noticia de la apertura del canal se había ex-
magnitud del supuesto cataclismo en ciernes y del tendido en Valdiüa con la velocidad que es fácil su-
desgraciadamente acaecido. poner, pero no eran escasos los pobladores de las
Punto y aparte merecen la consideración y los partes bajas que se resistían a obedecer las órdenes
apuntes relativos a las funciones de la FuerzaAéreay de evacuación. Ello a pesar de que estatran habilita-
al trabajo incesante en los helipuertos, que mantu- dos, con tiempo,los lugares en los que podían alber-
vieron alefia, durante todo el proceso, sus sistemas de garse mientras persistieran las adversas circunstan-
control. No es la menor de estas consideraciones la cias. Tál vezabrigaban los remolones la esperanzade
de la relación del profesor-cavnera,nnan con eljefe de un milagro o simplemente la duda acerca de la temi-
estas fuerzas, instalado en Pullinque y activo incesan- da magnitud de la inundación y de su violencia. Con
temente en los tacos. Se trataba del entonces coman- los últimos traslados de una parte a otra culminaban
dante Gustavo Leigh, más tarde general y bombar- las angustias de cerca de dos meses de espera entre
dero del Palacio de La Moneda, acápite que cierta- ruinas e incertidumbre.
mente nadie intuía ni menos imaginaba en aquellos
momentos. Conocí a Gustavo Leigh en Washington,
La labra del canal

No fue demasiado larga lajornada destinada a au-


mentar el gasto del todavía pequeño riachuelo que
debía profundizar el car,zl. Pronto, por el contra-
rio, y en inequívoca muestra de los cambios que
constantemente se venían realizando, se añadie-
ron a las iniciales excavaciones y limpiezas del fon-
do las variadas tareas para ensancharlo y consegui¡
de esta suerte, que se incrementata cada vez en
mayores cantidades Ia fuerza del que poco a poco
perdía su aspecto y condición de riachuelo.
Il0 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL NTÑTUU¡ 111

Renovados grupos de trabajadores se habían masa colosal de agua acumulada en el lago Riñihue.
situado en las partes más prominentes de los bordes Para ello se profundizaba y ensanchaba progresiva-
del canal provistos de verdaderas lanzas metálicas con mente el canal labrado, en su mayor parte, en lecho
las que desprendían arcillas y costras de barro seco y arcilloso duro para convertirlo en vertedero de un
las arrojaban al fondo del canal que se ensanchaba a torrente caudaloso, pero no tan dañino como mu-
ojos üstas. Estábamos üviendo otra paradoja más. chas veces se había imaginado.
Hasta la iniciación de estas nuevas faenas los hom- La combinación del arrastre tanto de los fon-
bres habían sacado tierras y más tierras de diferentes dos del canal como de los materiales que a él se arro-
composiciones para abrir un surco lo más adecuado jaban para ensancharlo, presentaba al espectador y,
posible para cumplir sus funciones. Ahora se le arro- por supuesto, al cam,era,tr¿an nuevas facetas de una
jabalamisma tierra que había sido acumulada en los serie de capítulos que continuaban renovándose
bordes del canal para ensancharlo con la seguridad constantemente. Mientras filmaba concentrado en
de que Ia corriente la arrastraría, como en efecto el esfuerzo de los lanceros arrancando tierras a las
sucedió. paredes del canal, me sorprendió la entrada en esce-
Se perfilaron entonces, y cadavez con mayor na de un temerario navegante. Por la corriente, que
claridad, los términos de la respuesta con la que era cada ve z rnás considerable, avanzaba un bo te con
ingenieros, técnicos y obreros se habían propuesto su tripulante etcauzando el pistón que, mientras se
enfrentar el desafío de la Naturaleza. Como ya in- sujetaba con fuertes sogas la embarcación, habían en-
diqué, se trataba de transformar el todavía exiguo chufado en la bomba desde arriba, al fondo del sur-
desagüe en el nuevo cauce del río San Pedro yvaciar co. Por supuesto, el objeto de la operación era el de
por é1, con un caudal creciente pero controlado, la empujar o eliminar los obstáculos que entrababan el
tt2 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 113

decurso de las aguas. La tarea era complementada


por otros trabajadores que introducían sus pistones
amarrados a largas pértigas. Un poco más ab4jo, tres
o cuatro esforzados titanes trataban de sacar del ato-
lladero una enorme roca arnarrada con sogas que,
como la mítica piedra de Sísifo, volvía acaer al agua
cuando estaba a punto de llegar a su pretendido
destino.
Más de lutr,z- yez pensé, mientras tanto, que si
durante el desarrollo de estas acciones sus copartíci- dientes. Sin dar mucho crédito a 1o que veía, filmé a
pes no lograban controlar constantemente la fuerza Ia salida del hoyo en el que estaban clavados los tu-
en aumento de las aguas, éstas podrían arrollarlas y bos con dinamita al martillero con un pucho en la
destruir el fruto de tanto trab4jo con las consecuen- boca, supuse, y supongo, que apagado. Retirados to-
cias a que tantas veces me he referido en estas notas. dos del lugar se produjeron las explosiones. De in-
A medida que la corriente ganaba mayor volu- mediato, al ensancharse el cauce, árboles y arbustos
men y velocidad, las diferencias en Ia constitución arrastrados de las laderas cadavez más anchas caían
de los terrenos erosionados originaban marcados al torrente formando grandes oleajes. Su empuje
desniveles. A las arcillas duras sucedían, en el reco- produjo dos o tres verdaderas cascadas, una de ellas
rrido de las aguas, arenales, conglomerados de quilas, de más de quince metros, que pronto desaparecían
troncos y ramas, rocas que la erosión no era capaz, al nivelarse el fondo del nuevo río.
por supuesto, de arrollar. Precisamente de una ba- Aunque el estruendo de las explosiones se equi-
rrera formada por muchas de éstas se trataba un poco parabacon el de los derrumbes, se diría que la exci-
más adelante de la zona en la que barreteros y nave- tación producida por ambos se traducía en los reno-
gantes ensanchaban el canal. Para superar estos in- vados estímulos de los lanceros que seguían y seguían
convenientes, una vez más se modificaron planes y abriendo el antiguo canal (apostrofado, recuérdese,
acciones. Largos tubos de acero de tres o cuatro por tantos ignaros "de opereta") convertido ya en ver-
metros de longitud y un diámetro en el hueco de dadero río, por momentos más ancho y caudaloso. Y
unos veinte centímetros se clavaron con pesados a medida qlue avanzaban las faenas se producíawta
martillos, atravesando lodazales y partes más duras paradoja más: el trabajo del hombre era reemplaza-
hasta llegar al fondo rocoso. De inmediato fueron do por el trab{o de las aguas, ciertamente por é1
llenados con dinamitayfgadas las mechas correspon- dirigidas, en su irrefrenable pero controlada acción'
La inundación de Valdivia

Al comienzo del embudo que forma elvertedero del


lago Riñihue, en el río San Pedro desembocaba éste
en un largo y estrecho cañón de altas paredes. A1
irrumpir el agua, el torbellino y el oleaje que filmé
desde un helicóptero parecían augurar malos presa-
gios en cuanto alas inundaciones de los pueblos más
inmediatos al término del enc{onamiento. Sin em-
bargo, no fue así, felizmente. El cañón se abría a un

ffi amplio valle por el que discurrían las aguas trocadas


de üolento torrente en apacible remanso. Los cam-
pesinos, advertidos de la situación por otro vigía
situado en estratégico lugar y sabedores de que la
riada no aumentaría de altura ni de üolencia, veían
susüüendas inundadas, pero no destruidas. Las can-
dorosas defensas de las casas en Los Lagos, descritas
páginas atrás, quedaron sólo en calidad de mudos
testimonios de la legítima y discreta paranoia de sus
dueños.
Las buenas noticias llegaron a Valdivia -uso el
manido artilugio- como reguero de pólvora. Desde
laatalaya, en el ángulo del arco formado por el río al
116 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE tt7

entrar en la ciudad se informaba sobre el ancho al- riores inundados, principalmente con Ia a¡rda de
canzado por las aguas y su altura. La temida ola de los bomberos.
ocho, diez o quince metros anunciada por los pesi- Las calles se convirtieron en verdaderos cana-
mistas se había convertido en una lenta inundación les. Por ellos navegaban, en animadojolgorio, los más
de menos de dos metros sobre el antiguo nivel del singulares navíos. Como los barrios inmediatos al río
río. Como parte de la ciudad se encontraba a esca- habían sido inundados pero no destmidos y no se
sa altura respecto de este nivel y, a mayor abun- produj o una sola víctima fatal, pronto in geniosos mu-
damiento, el terremoto le había hundido más de chachos respondieron a la conjurada amenaza de
un metro, algunos barrios fueron cubiertos por las
aguas. Sus habitantes se instalaron en los segundos
pisos de las casas y se movilizaban, cuando les era
necesario salir de ellas, bajando desde las ventanas
en escaleras a los botes que debían transportarlos.
No obstante los traslados preüos de muebles y uten-
silios por los más de sus pobladores, bastantes de
ellos hubieron de ser rescatados de los pisos infe-
il8 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑA DEL RIÑIHUE 119

variadas y múltiples maneras. Porque en esta impro-


visada Venecia todo lo que flotara era objeto de in-
mediata demanda y cuando los navegantes carecían
de medios para conseguir los botes disponibles, po-
cos en realidad, por lo inesperado de la situación,
inventaron y construyeron verdaderos artilugios de
arquitectura naval. Uno de los vehículos estaba for-
mado por dos neumáticos inflados que sujetaban un
pequeño cajón. En é1, su tripulante logró rescatar a

parte de la ciudad inundada y con la retina llena


todavía con las imágenes del torrente en que se
había convertido el nuevo río San Pedro, el espec-
táculo del anuncio que sobrepasaba el nivel de las
aguas en una estación gasolinera con la oferta de
"Agua gratis".

su perro abandonado y solitario en el piso alto de la


casa. Otro, el más pintoresco sin duda, lo formaba
un encatrado sobre bidones huecos y trien tapados
con un título en el respaldo del asiento del timonel
en alusión al lago y al cataclismo: "La Riñimoto".
En cuanto a las sorpresas de los cinematógra-
fos, plenas tantas de ellas de paradojas, no fue la
menor, en momentos de lluvias torrenciales, con
Final de la epopeya

Completadas las filmaciones en Valdiüa de los epi-


sodios a los que acabo de referirme, regresé al esce-
nario del principal teatro de operaciones. Instalado
con la modesta cámaray el adecuado trípode en un
promontorio en el que nos encontramos con Raúl
Sáez, Martínez, Palma y otros ingenieros, además

de Pierre Lehmann, ücepresidente de CORFO, regis-


tré comentarios en la memoria y espectáculos ine-
narrables en la cá¡nara. El río San Pedro se hallaba
estabilizado en un caudal regular de seis mil metros
t22 LEOPOLDO CASTEDO IilZANA DEL RINIHUE r23

cúbicos por segundo. Para quien no está ducho en el Tál fue el título con el que di término al monta-
manejo de estas cifras valga la comparación con los je de mi película, afín en cuanto a la veracidad de lo
caudales, la velocidad y la cantidad de agua de una filmado y narrado con la lapidaria frase con la cual
amplia cascada. El postrer ataque del torrente a las el poeta Ercilla honray simboliza formay contenido
laderas que lo encerraban daba los toques finales a la de La Araucana:.
culminación de un colosal espectáculo. Ciertamente,
los enormes derrumbes de los cerros al socavarse sus Esrelación sin corromper sacada
bases eran de muy distinta índole de los provocados De la verdad, cortada a su medida.
por el terremoto y por la dinamita. Masas de tierra,
lomas enteras, se desg{aban con enormes árboles en-
hiestos que caían con estruendo en el torrente. Los
desafíos de una Naturaleza, a la que me he referido
en varias ocasiones tratando de definirla tan esplen-
dorosa cuanto hostil, aceptados y vencidos por la in-
teligencia y la voluntad del hombre, completaba de
esta manera la historia de una gran Respuesta.
Apéndices

I. Artículo publicado en El Mqcurio de Santiago,


el día 24 de julio de 1960. (Fragmentos)

Hay cansancios de muchas clases. Pero tal vez el más equí-


voco en su valor general es el que produce la emoción.
Es un cansancio creador, que se regusta en una largay
oculta mueca de alegría. Acabo de regresar del taco tres.
Del que fuera laborioso canal encauzador no queda sino
el recuerdo, las fotos tomadas y los metros de película
que pronto verán ustedes en Santiago. Un cauce amplio,
con ancho y controlado caudal, desagua con ritmo de-
creciente el lago. Talvez a estas horas esté ensanchado el
dique que frenaba las aguas del Panguipulli. Dentro de
pocos días se abnrá el de Calafquén. Los hombres de la
ENDESA, que aceptaron el desafío de la Naturaleza,lte-
go de dominar la arnenaza del lago Riñihue, le devuel-
ven a su voluntad sus aguas.
Valdivia presencia con calma imperturbable y edi-
ficante confi.anza el paso del turbio caudal. Los valdi-
vianos, hoy admirable símbolo de estoicismo ciudadano,
saben que dentro de pocos días b{arán las aguas a su
nivel normal y que la ansiada espera trocará el ritmo de
trabajo en el empeño urgente de la reconstrucción y de
la vuelta a la normalidad.
126 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE r27

Hemos vivido un episodio colosal. Es posible que RaúlSáez es un arquetipo de la que imagino quin-
haya sido el más dramático y trascendente de los últimos taesencia de los valores humanos que este país ha ateso-
tiempos. Calibro en estos momentos la proyección mun- rado en una laboriosa Historia, la historia de una lucha
dial del episodio. Pronto las revistas especializadas de in- permanente del hombre con la Naturaleza. Una Natu-
geniería hidráulica, mecánica de suelos y efectos de la raleza bellísima pero difícil. Cuesta comunicarse, cues-
erosión dedicarán prolijos trabajos al relato de la üctoria ta abrir caminos y labrar tierras, cuesta capitalizar las
sobre el Riñihue. industrias. Y esto no es de hoy; viene desde los albores
Esta mañana hice mi último viaje al taco tres. Al mismos de la Conquista. El chileno ama su tierra, entre
bajar del helicóptero fuimos a tomar ür'atazz- de café a la otras cosas, porque le ha costado mucho dominarla. Raúl
casucha del campamento. Los últimos obreros ascendían Sáez es un símbolo de esta constante creadora. Sabe
cansados la cuesta de barro con sus palas al hombro. Al- mucho de todo; pero sólo habla de 1o que sabe en el
rededor de la mesa nos sentamos el ingeniero Ricardo momento oportuno. En la divisoria entre los que dicen
León, que cumplíamás de un mesymedio en lafaena; el que hacen y los que hacen, Raúl Sáez encarna a los que
teniente de ejército Letelier; algunos oficiales de la FACH; hacen.
los telegrafistas y los ingenieros, entre los directores de la No se ve todos los días al gerente general de una
hazafa, Bennet, Fernández, Edgardo Palma y Raúl Sáez. de las empresas más capitalizadas de un país conviür y
Por primerayez efi casi dos meses sentí animarse en ellos discutir con su equipo en el barro inclemente, durante
la ancha sonrisa interior de los vencedores. dos meses, las vicisitudes cotidianas del trabajo. Gran
Gran coyrntura ésta de conocer a hombres tan de atributo del chileno es su capacidad de improvisación.
:urru pieza. Este país produce temperamentos y caracteres Cuando esta característica se aplica al arreglo pasajero
muy distintos. A mí me impresionan como rasgos domi- y ala "técnica del alambrito" nos va muy mal. Cuando
nantes la sobriedad y una férrea seguridad en sí mismos. se suma al dominio de la técnica se produce el milagro.
Ambos rasgos definen, a mi ver, a Edgardo Palmay a Raúl El problema del Riñihue era, en buena parte, un pro-
Sáez. Tal vez interese al lector saber algo acerc;z- de quie- blema de iniciativa. No había antecedente. La teoría ser-
nes dirigieron la operación. Edgardo Palma conduce las vía de poco. Había que improvisa¡ sin menoscabo de
obras de la Central Pullinque en construcción. Es un hom- hacer efectivo el más severo rigor científico. Fue Io que
bre muy fino y muy culto. Habla poco. Estrictamente Io hizo Raúl Sáez. Los hombres del Riñihue han solucio-
necesario. No promete ni aventurarada. En esto se pare- nado problemas que sin duda hubieran hecho pericli-
ce mucho a Raúl Sáez. Mientras la mayor parte de los deam- tar prestigios notables de otras latitudes.
bulantes en los tacos nos disfrazábamos con largos imper- Admirable personalidad la de Raúl Sáez. No sé si
meables amarillos y botas altas hasta la cadera, Palma lu- todos tienen conciencia de la deuda que el país ha con-
chaba contra el barro y la lluvia con discretas botas de media traído con é1. El problema que el desafío del Riñihue
cañay un excelente pero añoso abrigo de cuero. Miraba y planteaba a los técnicos chilenos era básicamente el de
anotaba en un pequeño cuadernillo de escolar subiéndo- actuar sin titubeos. Y hacerlo con ritmo seguro. Erasmo
se los anteojos a la frente. Daba la orden precisa y corta. centraba este valor en un axioma: Festina Lente (apresi-
Me honra contarlo entre las personas a las que estimo. rate con calma). Así se hizo en el Riñihue.
128 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE t29

Lo más importante, en definitiva, es que el triunfo III.


Carta abierta al Sr. Pierre Lehmann,
de Sáez, de su equipo y de los paleros, lahazaña del taco Vicepresidente de la Corporación de Fomento,
tres, ha sido la hazaia de Chile. EI país ha permanecido publicada enElMercurio,eldia 16 dejulio de 1960.
hasta hace poco en las primeras páginas de los diarios de
(Fragmentos)
todo el mundo por su desgracia. Ahora vuelve a ellas por
su üctoria.
Estimado Sr. Lehmann:
L.C.
Esta carta pretende cumplir el propósito de terciar en
II. Radiograma fechado en Pullinque calidad de persona que se cree informada en la inter-
el29 de julio de 1960 pretación del gran episodio histórico que Valdivia y su
provincia viven y especialmente en el de la "Operación
Señor Leopoldo Castedo. Hotel Pedro de Valdivia Riñihue".
Acababa de volver de Estados Unidos cuando se
Lamento que el mal estado del tiempo me haya impedi- produjo el doble cataclismo de mayo. Poco después volé
do volar a Valdivia para observar el total del fenómeno aValdiüa en funciones de Director del Departamento de
de la crecida. Habría aprovechado ese viaje para expre- Educación Audiovisual de la Universidad de Chile. El es-
sarle de üva voz mi sincero agradecimiento por su her- pectáculo me sobrecogió de tal manera que juzgué ele-
moso artículo sobre la labor realízada por ENDESA en mental buscar la fórmula de una aportación universitaria
el taco 3, aun cuando sus conceptos sobre mi persona y qúe contribuyera, en cualquiera forma que fuere, a la
mi labor sobrepasan en mucho unajusta apreciación de suma de esfuerzos que actúan frente al desastre.
los hechos, las verdaderas estimaciones del amigo oscu- Viví intensamente Ia admirable actitud de la Uni-
recieron por cierto eljuicio acertado por el historiador. versidad Austral en cuerpo, encaminada a mantener un
Si en el taco 3 hubo éxitos, ellos se debe fundamental- tono de serenidad en la circunstancia. He visto cómo el
mente al esfuerzo de los hombres y alacolaboración sin rector Morales reunía en su casa a profesores, ayr.rdantes
distingo de funciones de todos aquellos que tuvimos la y alumnos que habrían de trabajar sin descanso en el es-
suerte de dirigir el grupo humano que afrontó la tarea. tudio de las implicaciones científicas del cataclismo.
Mérito sobrado tienen también los demás grupos que He conviüdo con los grupos de profesores y estu-
cooperaron con ENDESA, entre los cuales con entera diantes de la Escuela de Arquitectura de nuestra Univer-
razón Ud. menciona a la FACH. Pero también le corres- sidad, llegados tanto de Santiago como de Valparaíso, que,
ponde algo a Ud., que con su entusiasmo y su aliento con incomparable tesón y eficiencia levantaron planos y
contribuyó a mantener en alto el espíritu de los hom- estudiaron catastros y cotas para hacer mas eficaces las
bres.
medidas de evacuación y llevaron a la prácica con esca-
Con mi mayor aprecio
sos medios extraordinarios trabajos de reconstrucción.
Firmado
Quiero expresar, sin temor de caer en ditirambo,
mi admiración por la serenidad, el control de sus natura-
Raúl Sáez
I30 LEOPOLDO CASTEDO }IAZANA DEL RINIHUE i31

les angustias y la resoluta actitud de los valdivianos en se inicia el riego de un huerto, el pequeño promontorio
el transcurso de esta tremenda prueba. Mucho se espe- de barro que separaba las tranquilas aguas de Ia laguna
cula estos días acerca de la imperturbable dimensión del entre los tacos dos y tres para dar entrada en el canal al
tiempo que el substratumchilote pudiera haber aportado mísero chorrito que habría de calmar los ánimos de tan-
al fenómeno. Los mal intencionados (que siempre los tos impacientes.
hay) encuentran aquí fácil explicación de cierta pasiü- Hubiera sido mejor, sin duda, esperar unos días para
dad y llegan con soltura a conclusiones peyorativas al res- que la irrupción del agua ayudara a erodar los pequeños
pecto. De mi experiencia sé decir que si tal"cachaza" fuera derrumbes de arena preüstos. Tengo conciencia muy cla-
en efecto determinante, bendita sea,y 2" que si la actitud ra del mantenido espíritu de sacrificio de quienes acep-
negativa hubiera prevalecido, muchos valdivianos, con taron una tremenda responsabilidad, que en rigor no les
medios para ello, habrían buscado de inmediato tierras incumbía, sabedores de que la carencia de fuerza de arras-
menos movedizas donde asentarse y no seguirían como ffeforzaríaautilizar bombas de presión. Corro el riesgo
amantes de su suelo levantando las casas destruidas o afir- de hacer este aserto, talvez indiscreto, a pesar de que veo
mando los cimientos de las nuevas, con y sin amenaza de fruncirse más de un ceño con su publicación, porque irrita
lago Riñihue. el ánimo leer y oír cómo se trastrueca todo el valor de
Si diéramos pábulo a una mínima parte de lo mu- símbolo de la obra de estos ingenieros, capataces y obre-
cho que en Santiago se fantasea acerca de la desespera- ros que con su esfuerzo, estoy seguro de ello, salvaron a
ción y de la histeria de las gentes del sur, con justicia ha- Ia ciudad de Valdivia de su destrucción.
bríamos perdido hasta la más leve esperanza de salvación Algunas inteligencias incomprendidas censurarán
para tan supuestamente afligidas víctimas en su descon- asimismo el tamaño del canal. Estos sabios de cantina ig-
suelo. Muy por el contrario, admira advertir la serenidad noran (a pesar de disponer de toda clase de elementos
de los más. Tál vez constituyan una excepción los habi- de información) que el canal cumple a maravilla su fun-
tuales contertulios del bar en el Hotel Pedro de Valdivia, ción de guía en la erosión progresiva que culminará cuan-
*sour",
donde prosperan, estimulados por sucesivos piscos do se forme un nuevo cauce del río San Pedro.
las más peregrinas teorías sobre Io que no se hizo y lo Me congratulo de haberüüdo un episodio colosal
que debió hacerse para frenar la furia del Riñihue. Oí de esta Historia que estamos haciendo. Me siento herma-
clamar a alguien su indignación porque no se había apro- no de los paleros que durante dos meses luchan contra
vechado tan valioso aporte para construir una central hi- el barro del taco tres y contra el otro barro con el cual
droeléctrica. Otro personaje repetía la narración dramá- unos pocos pretenden disminuir cuando no menospre-
tica de la horrísona voladura que dio paso a las turbulen- ciar su obra. Me precio de haber calibrado la eficiencia,
tas aguas por el taco tres. No olüdaré las carcajadas de la mesura, el sentido del deber y el esfuerzo sin desmayo
los ingenieros almorzando en el más que modesto come- de hombres como Raúl Sáez.
dor de la casucha del campamento cuando escuchamos Le ruego sepa disculpar el poco sofrenado arreba-
en la radio ese üernes ocho la sensacional noticia de la to de esta carta. Refleja las opiniones de un escrito¡ con-
voladura. Esa misma mañana habíamos observado el epi- sagrado al estudio de la Historia, que nada sabe de hi-
sodio. Un obrero abría con su pala, de igual manera que dráulica. Me declaro incapaz de representarme el caudal
t32 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑADEL RIÑIHUE 733

de dos o de cien millones de metros cúbicos de agua. No puedo ocultarle la complacencia que me ha
Pero he üsto subir al lago Riñihue. He vivido la gran ex- causado su entereza para terciar en defensa de la verdad,
periencia del taco tres. Lo he recorrido a 1o largo y a lo en la controversia creada artificialmente en torno a la
ancho y he caminado entre las selvas muertas. Yla simple referida operación. Con pertinacia que no hay palabras
observación del terreno me proporciona la evidencia de para calificar, se ha desatado una malévola campaña ten-
que si no hubiera realizado este admirable esfuerzo, exac- diente a desnaturalizar y desvirtuar el extraordinario es-
tamente en la forma en que se ha llevado a cabo, la bella fuerzo que obreros chilenos, dirigidos por un grupo de
ciudad de Valdivia sería dentro de poco una triste ruina los más destacados técnicos con que cuenta el país, ha
similar a las de Mehuín y Puerto Saavedra. venido realizando para aminorar en la medida que lo per-
Si de algo vale el hábito profesional del trabajo mitan las posibilidades humanas, las muy graves conse-
historiográfico, siento deber perentorio manifestarle que cuencias que puede producir el desborde del Riñihue.
ustedes tierten razóny que la tergiversación y la calumnia Es eüdente que aquellos que persiguen tan deleznable
sólo han de servir, a la postre, para agigantar las dimen- finalidad no habrán de convencer razones, por decisivas
siones de la obra realizada. que ellas sean; pero en cambio, estoy cierto, que las pon-
Le saluda atentamente: deradas opiniones que emite a.cerca de este problema un
hombre de su imparcialidad y de su cultura, habrán de
Leopoldo Castedo producir saludables efectos en todos lo ciudadanos bien
inspirados y de recta conciencia. De otra parte, las valio-
sas consideraciones que Ud. formula en su carta, me
brindan la oportunidad no sólo de destacar ante el país
el extraordinario esfuerzo que con tanto sacrificio vie-
IV. Carta abierta de S.E. el Presidente de la
nen desplegando quienes intervienen en esa operación
República, don Jorge Alessandri Rodríguez, y que compromete la gratitud nacional, sino también
publicada en El Meranrio el día 21 de julio de 1960. de precisar el verdadero alcance y significación de estos
(Fragmentos) trabajos.
Con torcido propósito o con inexcusable ignoran-
Señor don Leopoldo Castedo. Presente. cia, se ha sostenido que tales labores han retardado el
Muy señor mío: desagüe del lago Riñihue. Con la Operación Riñihue no
Con profunda satisfacción he leído en la prensa una car- se ha retardado un solo día el desagüe del lago sino que,
ta enviada por Ud. al señor Vice-Presidente de la Corpo- por el contrario, éste se ha acelerado en un plazo de al-
ración de Fomento, en la cual se refiere a los trabajos gunas semanas, pues si tales faenas no se hubieran em-
que se vienen realizando en los tacos que obstaculizan el prendido, las aguas habrían debido subir varios metros
normalvaciamiento de las aguas del lago Riñihue. La ele- más sobre los que ahora precisa para producir el desbor-
vada significación de su nota y las valiosas consideracio- de. De otra parte, tales trabajos han hecho posible que
nes que contiene, me mueven a hacerme cargo de ella, las aguas rebasen por terreno firme y no removido, como
dándole respuesta pública. ocurriría en el caso de no efectuarse las obras que ahora
t34 LEOPOLDO CASTEDO

se impugnan con tan injustificado como censurable es-


cándalo.
Desde el primer momento el Gobierno tuvo la ma-
yor preocupación por apurar el vaciamiento del lago y
atenuar sus consecuencias. El Gobierno y los técnicos
destacados en esta operación comprenden mejor que
nadie el natural nerviosismo de los habitantes deValdivia
con la postergación que han sufrido las fechas previstas
para el desagüe del Riñihue, retardo que se ha produci-
do sólo por causas que no está en la mano del hombre
contrarrestar.
Pesa sobre el Gobierno la obligación ineludible, en
defensa de Valdiüa y del bienestar del resto del país, de
hacer cuanto esté en su mano para que el desborde del
lago Riñihue tenga las menores consecuencias posibles, Este libro se terminó
porque, producido éste en desfavorables condiciones, de imprimir en el mes de julio de 2000
nuevamente podría interrumpirse el tráfico ferroviario en los talleres de Ograma S'A'
entre Osorno y el resto del país por apreciable tiempo.
Basta considerar que la demora en el desborde de ese
lago -que, repito, en nada se debe a los trab{os ejecuta-
dos- ha permitido reconectar Osorno con el resto del te-
rritorio, dando así salida a parte apreciable del ganado y
de la producción de papas delazona, con inmenso bene-
ficio para el abastecimiento del resto del territorio.
Ud. ha prestado un inapreciable servicio a la ver-
dadera causa del interés nacional, que me complazco en
agradecer públicamente, exhibiendo ante la conciencia
ciudadana los gravísimos daños de esta injusta campaña.
Lo saluda muy atentamente

Jorge Alessandri R.
Chile es un país de grandes cataclismos geográficos y
de grandes contrastes sociales.
Corría el año 7960 y el sur de Chile fue sacudido por
uno de los más devastadores terremotos que registra la
sismografia mundial. Las consecuencias de esta hecatombe
de la Naturaleza no sólo dejaron pérdidas de bienes y
vidas sino que permitieron demostrar nue-
vamente la capacidad de sobrevivencia de
un pueblo azotado sistemáticamente
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por estos grandes desastres.
Una vez más la unión de mu-
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chos, provenientes de distintos
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ámbitos del quehacer nacional, po-
sibilitó esta verdadera epopeya. EI pueblo
trabajador, iunto con la empresa privada,
las Fuerzas Armadas y los ámbitos acadé-
micos, fueron los protagonistas de esta
respuesta que se concretó en una obra
insigne de la ingeniería.
Este libro rescata mediante palabras
e imágenes esta epopeya: el trazado de
un nuevo cauce del río San Pedro que
desvió las aguas del lago Riñihue para
así eütar, entre otros males, que la ciudad
de Valdivia desapareciera arrasada.
El registro de esta hazafla se debe al
minucioso trabaio fotográfico de Leo-
poldo Castedo, efectuado en el terreno
mismo de los hechos, constifuyendo,
dentro de la vasta producción de este
intelectual chileno-español, su libro
póstumo.

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BIBTIOTECA CTAVES DE CHILE

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