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resffirreee§6ee de Va§dávám
cnóurcr DE uN [prsoDlo EJIMIIAR D[ tA HISToRIA DE cnltl
I
BIBLIOTECA CI-AVES DE CHILE
HAZANADEI RINIHTIE
I.EOPOLDO C.ASTEDO
roDELRINIHUE
TT TIRRIMOTO DE 1960
Y ra REsuRREccrót¡ DE vArDrvra
Mitmkl &td.omsimu
Diseño de Portada: Patricio Andrade
Diseño de interiores: Paricio Andrade
Composición: Ograma S.A.
Fotografias de portada e interiores: Leopoldo Castedo
En hommaje a la memmia de Raúl Sá,a
BIBLIOTECA CLAVES DE CHILE
Edición al cuidado deJorgelina Martín
Introducción 13
Iteremoto de Corral 51
I§ue\xaüda en Valdiüa 67
primeros trabajo 77
los
HH
Las reacciones en Valdivia tt
La cadena del barro 81
Se inicia el desagüe 95
incluye verdaderos cataclismos, registra las siguien- Mt' nrueve simplemente el deseo, derivado tal vez de
tes fechas y lugares: rrri rlt:l'ormación profesional en cuanto historiador,
rk' r'«rmparar las consecuencias de aquellas tembla-
1570 Concepción rlcr irs con la que justifica en buena parte larazón de
1575 Valdiüa scl rlt: este libro.
1633 Carelmapu I.ll terremoto de 7575 no fue el primero regis-
1647 Santiago Ir':rrl«r por los cronistas. Hay constancia del reseñado
1657 Concepción ¡ror (i«ingora Marmolejo el 8 de febrero de 1570.
I 730 Santiago, Valparaíso ( l«rrrct:pción sufrió entonces el cataclismo inicial de
1751 Concepción Ios t:rntos que habrían de asolarla desde entonces.
1819 Norte - Copiapó ( l;ryt'ron casi todas las casas hacíapoco tiempo levan-
| 822 Yalparaíso, San tiago t¡rrli¡s, a pesar de lo cual, como en Valdiüa en 1960,
1835 Concepción ;rlx'rurs se produjeron víctimas. Con su pintoresco
1837 Valdivia rstilo <:uenta Góngora Marmolejo: "Ios que andaban
1877 Santiago ¡ror lir r:iudad no sabían qué se hacer, creyendo que
1906 Valparaíso, Santiago cl rnundo se acababa, porque vían por las aberturas
1928 TáIca rk' l:r tierra salir grandes borbollones de agua negra
1939 Chillán y rrrr lrcdor aazttfre pésimo y malo que parecía cosa
1958 Las Melosas (Cajón del MaiPo) rlrl irrfierno; los hombres andaban desatinados, ató-
1960 Valdiüa rritos, hasta que cesó el temblor. Luego vino la mar
1985 Santiago ('(,r¡ tl.nta soberbia que anegó maucha (sic) parte del
¡rrrclrlo, y retirándose más de lo ordinario mucho,
No es mi ánimo el de solazarme con las des- volvíit con grandísimo ímpetu y braveza a tenderse
cripciones, personales en el presente y documenta- ¡xrl lrr ciudad". La tierra continuó temblando duran-
das en el pasado, de una triste constante que ha It' r'irr«:«r meses.
definido en buena parte a la Historia de Chile. Me Similar cataclismo fue el acaecido apenas cin-
refiero, por cierto, a la serie de calamidades que cr r r¡rlos después, el dieciséis de marzo de 7575, exac-
han sacudido este vapuleado territorio desde que l¡lnr('ntc en el mismo lugar y con idénticas caracte-
se inició la constancia de ellas en las crónicas. Ni r ísti«'irs clue el de 1960, con similares derrumbes de
me cuadra caer en el masoquista defecto de tantos r r r r r I irñas y destrucción de las todavía incipientes ciu-
r ¡
comunicadores de solazarme con sus descripciones. r Lr«lt:s; l,a Imperial, Ciudad Rica (Villarrica), Osorno,
LEOPOLDO CASTEDO HMANA DEL RINIHUE 19
Castro yValdiüa. El cronista Mariño de Lobera rela- El cataclismo taponó el desagüe del lago Riñi-
ta los comienzos del sismo: "El día dieciséis de di- Irr¡r' cn el mismo lugar que cuatro siglos después y
ciembre, poco antes del anochecer comenzó un te- irl sobrepasar las aguas eI dique, el torrente arrasó
rremoto de gran intensidadylarga duración que fue r'¡rs:ls enteras que muchos utilizaron para salvarse en
seguido de un maremoto que alcanzó a cubrirvarias sr¡s tcchos como "navíos que iban navegando como
leguas hacia tierra adentro. Durante el transcurso de si k¡ füeran y así los que iban encima podían escapar-
los moümientos se produjo un enorme deslizamien- s(', rnayormente siendo indios, que es gente muy cur-
to en una zona situada a catorce leguas (sesenta y dos s;r<l¿r en andar en el agua". Estas llegaron a la altura
kilómetros) y con esto se represaron las aguas del n¡rixima del taco que las encerraba y, arrollándolo,
lago Riñihue. El embalse natural se mantuvo hasta st' ¡rrecipitaron "como leona herida" sobre valles y
fines del mes de abril de 7576, cuando reventó con ¡rolllados destruyendo 1o poco salvado del terremo-
furia arrastrando casas, árboles desarraigados, ani- to. Mariño completa la descripción: "Finalmente fue
males y personas". Más adelante añade: 'oera cosa que lriri:rndo el agua al cabo de tres días, habiendo muer-
erizaba los cabellos y ponía los rostros amarillos el to rnás de mil doscientos indios y gran número de
ver menearse la tierra tan apriesa y con tanta furia r'('s()s, sin contarse aquí la destrucción de casas, cha-
que no solamente caían los edificios, sino también ('r'as y huertos, que fué cosa inconcebible". Testigo
Ias personas sin poder detenerse en pie, aunque se s«rlrreviüente del episodio, Mariño advirtió a tiempo
asían unos de otros para afirmarse en el suelo". Des- rlcl peligro que amenazaba con el aluvión a los po-
pués describe el maremoto: "Mientras la tierra esta- lrl¿rdores de Valdiüa y éstos se refugiaron en las par-
ba temblando por espacio de un cuarto de hora, se It's más elevadas de la ciudad. Transcritrió después a
vio en el caudaloso río, por donde las naos suelen lir crónica el registro de su altura, equivalente a diez
subir sin riesgo, que en cierta parte déI se dividió el rrrctros sobre el nivel del río.
agua corriendo la una parte de ella hacia la mar y Ia En estos anales catastróficos se cuenta como
otra parte río arriba, quedando en aquel lugar el sue- rrno de los más arrasadores terremotos el de Santia-
lo descubierto". Poco después se produjo la salida go del trece de mayo de 7647. El día del cataclismo
de la enorme ola: 'Y fue tanto su furor y braveza, lrirbía transcurrido sereno y templado. A las diez y
que entró tres leguas (una legua,5.572 metros) por rnedia de lanoche, cuando los más de los sanúaguinos
tierraadentro, donde dejó gran sumade peces muer- rkrrmían, un horrísono estrépito los sobrecogió y, de
tos, de cuyas especies nunca se habían üsto en este inmediato, comenzó un sacudimiento de la tierra tan
reino". Dos horas después de su iniciación culmina- violento que de inmediato se agrietaron los muros
ron los destrozos reiterándose durante tres días. rlc muchos edificios desde sus bases y cedieron las
20 LEOPOLDO CASTEDO FIAZAÑADEL RIÑIHUE 2l
amarras de los techos. El derrumbe se inició por el 'lirmbién habían caído los edificios de servicio
¡rir'.
de las torres de las iglesias, al que siguió el de los ¡rrrlrli<:o y casi todos los templos. La relación de la
propios templos y de muchas de las casas. Del cerro Arrrlir:ncia, que registra más de seiscientos muertos,
Santa Lucía se desprendieron enormes peñascos cau- rlcscribe las remociones de los escombros: "Fue ne-
sando mayor pavor a:ún a los sobreüüentes. Según r cs¿rrio detener a los que furiosamente se arrojaban
los oficiales reales el moümiento duró, durante su sr¡l»«: los cadáveres inertes, queriéndolos resucitar
mayor intensidad, tres credos rezados. Según el obis- r orr llrarnidos, como los leones a sus cachorros".
po Villarroel, hasta medio cuarto de hora. Como en A los desastres militares causados por el genio
tantas ocasiones similares hubo héroes y heroínas. r lcl rncstizo Alejo, se sumaba en 1657 un nuevo cata-
Doña Ana de Quiroga, madre de nueve h{jos, logró r lisrno. A las siete y media de la tarde del quince de
salvar a ocho, y cuando regresaba de las ruinas con nr;lrz() otro terremoto, con el epicentro de nuevo en
el más pequeño, la caída de un lienzo de muralla ( Irrrr:epción, pero abarcando una extensa zona del
aplastó a madre e hijo. A tono con el espíritu religio- M:rulc al Cautín, destruyó en pocos minutos casas y
so dominante, mucho se elogió la acción incesante trrrr¡llos, aplastando entre sus escombros a numero-
del obispo, por él narrada : "Puse enlaplazacuaren- s:rs víctimas, de las que no he encontrado registro
ta o cincuenta confesores entre clérigos y frailes. rrrrrrrórico. Podrían haber salvado los sobreüüentes
Repartidos por las calles, muchos para los enfermos Ir;rlrr:res y víveres de no haberse producido tres sali-
y heridos. Y con estar yo herido en la cabeza, sin to- rl;rs t:onsecutivas del mar. A las nueve y media de la
mar la sangre ni tener con qué cubrirla, estando en rrr¡r'lle las aguas se retiraron paulatinamente de la
cuerpo como salí, no dejé de confesar". Al Cristo de ¡rlrryit y poco después una ola gigantesca arrasaba los
la iglesia de SanAgustín, añade el obispo, "halláronle l)(x'()s muros que habían quedado en pie. El mare-
con la corona de espinas en la garganta, como dan- nrolo lanzó dos nuevas oleadas cuando algunos ha-
do a entender que le lastimaba una tan severa sen- lrí;rrr logrado ganar las alturas cercanas. Allí queda-
tencia. Conmoüdo el pueblo con su antigua devo- r ( )n
[)or largos períodos sin techo ni abrigo.
ción y este reciente milagro, le trajimos en proce- Transcurrió casi un siglo de relativa calma te-
sión a laplaza,üniendo descalzos el obispo y los reli- lriri«'a hasta el desastre del ocho de julio de 1730.
giosos, con grandes clamores, con muchas lágrimas ll:rr:ia la una de la madrugada una fuerte sacudida
y universales gemidos". rrrrlrrjo a los más entre los santiaguinr¡s a refugiarse
El aspecto de la ciudad era ateÍrador. De las crr cl último patio de sus üüendas, el de los temblo-
seiscientas casas que "se habían hecho en discurso rcs. 'fres horas después se produjo el real terremoto,
de más de cien años", apenas quedaban algunas en "l;ur espantoso que no daba lugar el movimiento de
22 LEOPOLDO CASTEDO }IAZANA DEL RINIHUE
la tierra a mantenerse en pie a ninguno de sus ha- Apenas los afligidos pobladores de Concepción
bitadores". Sacudida tras sacudida, hacia el medio- r lcrrperaban ánimos y edificios luego de Ia catástro-
día del nueve, Ia más breve, pero no menos inten- Ic rlc 1730, en la noche del veintitrés de mayo de
sa, acabó por completar la ruina de la ciudad. Los l75l otro temblor los despertó y arrojó a la calle. A
daños materiales fueron enormes; los originales l¡r rrna de la mañana tembló de nuevo y poco des-
templos de Santo Domingo y La Merced se derrum- ¡rrrris se produjo el terremoto que "sólo de oír los
baron por completo. La Catedral, la Compafiía y l¡r;rr¡ridos que daba apenas había quien no estuüera
San Agustín quedaron sin torres. La mitad de las Irrcrit de sí... Los más animosos no creían llegar a
casas se üno al suelo y las restantes quedaron in- nurir:rna". Durante la hora que se demoró el mare-
habitables. La zona afectada se extendía desde La rrrotr¡ en invadir la ciudad, muchos afligidos vecinos,
Serena hasta Valdiüa y en la costa los estragos fue- vrltirnas de conocidas experiencias, pudieron ganar
ron aún mayores que en el interior. En Concep- l¡rs rrlturas. Desde ellas vieron cómo el mar se retira-
ción, como en situaciones anteriores, las aguas se lxr nr:is de tres leguas y, transcurridos unos siete mi-
retiraron media legua (más de dos kilómetros) y nul()s, volvía "con grandísima fuerza, encrespando
en cuatro oleadas consecutivas cubrieron las par- r ¡l¡r sobre ola con tanta altura que, excediendo sus
tes más bajas de la ciudad derribando los pocos I r r r r il r:s, superó y coronó toda la ciudad entrando con
muros que el terremoto había dejado en pie. La ur;is violencia que la carrera de un caballo. Retiróse
Crónica.jesuita atribuida al Padre Olivares indica ( r,n
flran fuerzay llevándose tras sí todas las paredes
que, a poco de producido el temblor de las cuatro .nur no caídas y muebles de todas las casas, quedó
de la madrugada, el mar salió de nuevo "entrándo- rstrr «'iudad como laplaza más escueta".
se por las calles y las plazas de esa ciudad, y al reti- l'oco más de medio siglo de mesurada calma
rarse dejó arruinadas de las tres partes las dos de Ir;rlríir transcurrido en este encadenamiento de terre-
sus templos, sus casas y sus edificios, llevándose rrr¡rtr¡s. A las diez de la rrrañar,a del tres de abril de
cuanto encontró dentro de ellos, y lo que no pu- lH l'l) rrn üolento temblor sacudió el norte del país.
dieron sacar las ondas lo dejaron sepultado en las l,;r tit'rra continuó temblando hasta las cinco de la
ruinas... Allí nadaban las camas, las sillas, las me- rrrirrllrrgada del día siguiente, hora en que el real te-
sas, las cajas, sin que nadie pensase más que en ver r r rrrroto, según algunos testimonios de más de cinco
por dónde podían escapar, que algunos lo hicie- rrrirrrrlos de duración, derribó edificios y arruinó las
ron por las ventanas... y así muchos desnudos hu- nrirrirs ¿rledañas al epicentro. En Copiapó cayeron las
yeron a los cerros, hasta el señor obispo, el doctor r¡.ilt'siirs de la Merced y la Matriz. De las grietas abier-
don Francisco Escandón". t;rs srrrgieron emanaciones sulfurosas. Leves temblo-
24 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 25
res ligaron el primer terremoto con otro mucho más ¡rrccis«r en que el edificio se derrumbaba. La tierra
destructoraún, de seis minutos de duración, que arra- Icrrrlrl<i durante tres minutos y, como en tantas oca-
só con las pocas casas que habían quedado en pie. si¡ rrrcs anteriores, el espanto colectivo buscó refugio
Más de tres mil vecinos, aterrados desde los prime- rro sril«r en la confesión, sino principalmente en el
ros moümientos, se refugiaron en los cerros por la r ilicio. O'Higgins ordenó suspender las tenebrosas
ar.nelaazade los rnaremotos que, segúnvarias relacio- ¡rr o« r'siones de penitentes, disciplinantes
y aspirados.
nes, sin duda exageradas, sobrepasaron en sesenta ( l rrr t:sta medida estimuló las acusaciones de su he-
metros la línea horizontal de la marea más alta. r rii:r y la necesidad de destituirlo antes de que el Cie-
Algunos terremotos han tenido en Chile insos- lo rk'sr:argara sobre Chile de nuevo su cólera divina.
pechadas consecuencias políticas. El del diecinueve Apenas había transcurrido poco más de un de-
de noüembre de lB2Z, descrito por María Graham, r crrio cuando sobrevino a las once y media de la
de alguna manera contribuyó a la abdicación de rrurir¿rna del veint-e de febrero de 1835 otro aterra-
O'Higgins. En efecto, el Director Supremo se encon- r l(,I lCrremoto, con el epicentro entre Concepción y
traba en el puerto cuando sobreüno el cataclismo ( llrillrirr, que abarcó unas trescientas leguas entre los
que destruyó la mayor parte del Valparaíso. La torre r rr¡s ( l:tchapoal yValdiüa. El intendente de Concep-
de la Merced en eI Almendral se derrumbó desde r rorr infbrmó al gobierno: "LJn terremoto tremendo
la base, colocándose prácticamente intacta a modo Ir;r cr»ncluido con esta población. No hay un templo,
de puente entre los hacinamientos de escombros. ull;r ('rma pública, una particular, un solo cuarto; todo
Longueülle Vowell apunta sorprendentes detalles: Ir;r cr¡ncluido; la ruina es completa. El horror ha sido
"El ruido que acompañó al temblor fue espantoso. rs¡»rrrl«rso. No hay esperanzas de Concepción. Las fa-
En vez del ruido normal de los temblores, semejaba rnili;rs nadan errantes yfugitivas; no hay albergue se$J-
descargas de truenos subterráneos, o del torrente que ro (lu(' las esconda; todo, todo ha concluido; nuestro
arrastra piedras de gran tamaño. EI estruendo que rigl r rro ha visto una nrina tan excesiva y completa".
las iglesias y los edificios producíar. al caer, los gritos Lits anotaciones de Darwin, que había llegado
de los habitantes y los aullidos de los perros que va- Ir;rr'írr ¡roco al escenario del cataclismo, son elocuen-
gaban por las calles, sumándose al horroroso ruido trs: "l)r: inmediato destruye las más asentadas y ar.ti-
subterráneo, formaban un concierto terrorífico que grr:rs irrstituciones: el mundo, los símbolos de todo
hacía estremecerse aún a los que estábamos a bordo lo r¡rrt' cs sólido. (La tierra) se moüó bajo nuestros
y casi fuera de peligro". ¡rirs «'orno una costra sobre un fluido; en un segun-
O'Higgins cay6 al salir del palacio de gobier- rlo srrrgió en la mente una perturbadora sensación
no. Un ayudante logró arrastrarlo en el momento rlr irrscguridad".
26 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 27
Los habitantes de Ia isla mayor del archipiéla- L«r que he üsto en Chiloé
go deJuan Fernández presenciaron aterrados el sur- y t:n Valdiüa, Virgen Santa
gimiento desde el mar de una columna de fuego que ulr martes por la mañana
probaba el origen volcánico del sismo. De aquí sur- «lía siete de noüembre,
gió el mito popular de que algunos indios expulsa- lirs siete de la mañana
dos de Tálcahuano paravengarse del vejamen habían lrtrbieron siete mareas,
tapado el cráter del volcán Antr*co con el perverso t'n el año treinta y siete.
propósito de que reventara por aquel puerto.
Ajuzgar por las noticias disponibles al respec- lll año de 1877 fue señaladamente nefasto. A
to, no cabe duda de que el sismo de 1837 tuvo en Val- rrrr:r irrt erminable sequía siguieron inundaciones que
divia características similares a los de 7575 y 1960. r rrlnrirraron en abril con el desborde de ríos, destruc-
Los derrumbes cambiaron la fisonomía de la enton- r lor r k: puentes y terraplenes de los ferrocarriles. Por
«
ces floreciente ciudad. Cayeron con numerosas ca* lii lo«lo esto fuera poco, a las ocho y media de la no-
sas la Iglesia Matríz y la de San Francisco, los cuarte- r lrc rk:l nueve de mayo, otro terremoto seguido del
les, la gobernación y el hospital, edificios de piedray r ons('('uente maremoto desmanteló los puertos del
de cal y ladrillo. Como en 1960, el terremoto arrasó Irollc y agrietó numerosas casas en Santiago. Don
gran parte del sur de Chile. Yen cuanto ala reacción fosri Victorino Lastarria, arrimando el ascua de su
popular como en tantas ocasiones teñida de fatalismo, r;urlirra a la política, comentó: "¡También la raa;tuÍa-
Francisco Javier Cavada, según registra el padre I t' zr r r'< rntra ría a un Gobierno, tan preparado para una
recogió un poema que se inicia con los siguientes En 1906 no dejaron de alarmar en Chile las
versos: rrotit'ias del terremoto de California, con la ruina de
S;ur l,'rancisco y consecuente incendio del dieciocho
El temblor del treinta y siete rk'lrlrril. La realidad de una denominada "Geosincli-
r l I t' i rcumpacíftca", enorme curva que, como su nom-
r r
Emperatriz de los Cielos lrrt' indica, bordea el océano desde el sur de Chile
Madre de Dios Soberana, lrirsla las costas de Indonesia y Australia, se hicieron
(y) Madre deJesucristo, rk'l «l<¡minio público. La Oficina Meteorológica de
María llena de Gracia, lrr Arrnada anunció, cuatro meses después y condiez
en este triste destierro rlirrs de antelación, la posibilidad de producirse un
a Ti suspiran y claman. sisr¡r«r similar en las costas chilenas, con el probable
LEOPOLDO CA.STEDO FIAZANA DEL RINIHUE 9q
epicentro en Valparaíso. Focos dieron crédito a la rlc polvo entorpecían el mutuo reconocimiento
Oficina Meteorológica. Poco antes de las ocho de la cr rI re los sobreüüentes.
noche del dieciséis de agosto, cuando los más de los Con su probada chispa, el escritor Joaquín
porteños estaban en la sobremesa o terminaban de l,,rlwards Bello comentó en Santiago, a donde se
comer, se produjo el primer sacudimiento de la tie- l,r'()l)agaron las ondas: 'ol-as lámparas se han estado
rra que duró, según testimonios, cuatro minutos; lrrlirnceando largo rato. Y conste que soy escéptico.
otros mencionaron cuatro credos. Todos se lanzaron, llrr<lo a cada instante. La naturaleza es pagana. El
por cierto, a las calles o trataron de guarecerse bajo t('r'l'crnoto y el maremoto no son obra de la mano de
los dinteles, que creían menos r,.ulnerables. De ellos, l)ios, sino de la garra del Diablo. La naturaleza es
no pocos fueron aplastados al desplomarse las fa- ¡roliteísta, o indiferente. Esto último es mucho peor.
chadas, ante el espanto de los que se habían que- l'ls lu nada. Catástrofe sin credo, destruye indiferen-
dado, por el pasrno o por la indecisión, en los inte- t('rncnte iglesias y lupanares. La mente católica
riores. Poco antes de comenzar los incendios, un lrrrlriera ubicado la catástrofe en Rusia. ¿Por qué en
sorprendente fenómeno atmosférico enrojeció el cstt' paísito sencillo y pobre?". Y más adelante co-
cielo. Transcurridos quince minutos üno el segun- rr rcrrta: "En el mapamundi y en la estadística del Insti-
do remezón, más breve, pero mucho más fuerte, que Irrt«r Sismológico nuestra posición es aterradora.
completó la destrucción de barrios enteros: parte l'lrrlrc volcanes y el mar más ancho y profundo de
del Almendral, el Estero de las Delicias y la Plaza l,r ticrra la frecuencia sísmica anual para Chile es
Aníbal Pinto con sus aledaños, todos ellos terrenos r lr' los mil temblores". Por mi parte, a la üsta de es-
«
años después uno de los más devastadores de la his- l trur hostil. La resurreción de Valdiüa, tema que
toria de la sismología, el de Chillán y Concepción, ¡r rst ilica el pergeño de este
libro, y el reciente deleite
de enero de 1939. En cuanto al número de víctimas, r rr lrr contemplación de la armónica ciudad restaura-
veinticuatro mil en Chillán, ha sido en efecto el más rl;r, t'onstituye el mejor ejemplo de mi reciente afir-
cruel de todos. El desastre lo causó la circunstancia rrr;rci«in.
del sacudimiento en la noche, cuando todos o los Con el terremoto de Chillán de 1939 se hizo
más de los vecinos estaban durmiendo. En los fundos r cl«'lrre la oración de una sobreviüente entre las vein-
aledaños los jinetes debían esquivar las grandes ti( uatro mil víctimas:
r{aduras de la tierra y en Chillán mismo las nubes
30 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE 3l
34 HAZANADEL RINIHUE ó5
LEOPOLDO C.A.STEDO
El terremoto destruyó o dañó entre el60% y el durmiendo. Su ctantía fue mínima gracias al aüso
80% de las construcciones de Valdiüa. No se regis- de un fuerte temblor, que sacó de susviüendas a todo
traron, felizmente, muchas víctimas como en el de el mundo un domingo asoleado y tibio en tierra de
Chillán, sacudido mientras sus habitantes estaban fuertes lluvias.
36 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑADEL RIÑIHUE at
I
42 LEOPOLDO C,\STEDO
en California, de una beca Fulbright, con investiga- sistemático filmado de lo que había sucedi-
ciones en la biblioteca Bancroft y ofrecimiento de y de lo que podía suceder para dejar constancia
un curso sobre arte latinoamericano en el célebre irica del que se presentaba como acontecimien-
"campus" de Berkeley. Un buen día me llegó una singularísimo, tanto si el aluvión destruía la ciu-
carta- del Rector de la Universidad de Chile, que arnenazada, como si técnicos y obreros chile-
mucho me honraba con su amistad, el profesorJuan con la colaboración de muchas otras institu-
Górnez Millas, ofreciéndome, compatibles con mis lograban desaguar el lago con el menor daño
cátedras, el nombramiento de Director con la cate-
goría de Decano de un nuevo Departamento que Propuse, entonces, primero a la Universidad y
debería llamarse de Educación Audiovisual e in- a la CORFO y/ a la ENDESA, instituciones
cluir, desde luego, el incipiente canal de teleüsión les que deberían enfrentar la situación, el em-
que había comenzado a operar cor, carácter experi-
mental en la Escuela de Ingeniería. Por cierto, a Ia
vista de tan generoso y estimulante ofrecimiento,
reduje el período de mi Fulbrighty regresé con pron-
titud a Santiago.
Y se produjo el terremoto. En loor de nuestra
vieja amistad, Felipe Herrera me propuso acompa-
ñarlo a Valdiüa, con otros funcionarios del Banco
Interamericano de Desarrollo, en un avión de Ia Cor-
poración de Fomento a su servicio. Fue la primera
imagen, registrada en mi modesta cárnara Bolex de
16 milímetros y de cuerda, tanto de la cuantía de los
destrozos como del taponamiento del desagüe del
lago Riñihue. Todavía no me había percatado de la
magnitud del desastre causado por el maremoto en
Corral y en la costa aledaña.
En los propios escenarios de la ciudad m bue-
na parte destruida y de los derrumbes en la cordille-
ra que amenazaban su destrucción total, urdí un
proyecto que para algunos parecía descabellado: el
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ls I I I r¡'r ll lil t (,\Sl'l,,lX) *rI\NADELRINIHUE at
lrr:rluurll lt t.\ *l\.utl;rrrlt.s y lrrínimos elementos fílmi_ filmaciones y el pago de modestos honorarios a mis
r ur rlr, lr-rr r.r rr.¡rlirl¿rrl Ia mencionada constancia aludantes.
Irtrtonr,r rlr'l r.¡risotlio. Formamos un parco equipo Concedidas estas ínfimas demandas, nos insta_
tlt, . tttnt'ttt,l¿¿r¿ t:olrstituido, además del productor y lamos pocos días después en Valdivia. El hotel estaba
rlirr.r'tor'«k:l proyecto, por el arquitecto Sergio Bra_ casi vacío. Todas las teleüsiones cazad.oras de desas_
\i(), (llr(' Jr:rrticipó conmigo en la filmación y edición
tres se habían ido al saberse que el ritmo de subida
rlt'l rl«¡cumental producido con pablo Neruda ,,A-l_ de las aguas en el lago y la operación de desagüe
Irrras de Machu Pichu" y los ay.lrdantes de cámara durarían talyez un par de meses.
M:iximo Fortis y Leandro Martínez. Salvo escasas Comenzamos las filmaciones con tomas pano_
filrnaciones conjuntas, principalmente en Los La_ rámicas y pasadas desde la camioneta de lo que ha_
f{os y otros pueblos por donde debería discurrir el bía quedado de la ciudad. Apenas se había iniciado
:tluvión, nos diüdimos con Sergio las acciones en los la formación del campamento de la ENDESA con
rkrs escenarios principales de la que ya se perfilaba tiendas de campaña, parques de bulldozers y tracto_
(:omo largajornada. Tomé la determinación de en_
res y muchos otros elementos traídos de la cercana
cargarme de todas las filmaciones en el teatro de los § planta de Pullinque, donde se estaba construyendo
rlerrumbes y en las tareas destinadas a desaguar el { una represa. De aquí la decisión de filmar primero
.+:
Maremoto de Corral
tos sesenta y dos metros resultaría que en aquella la costa apenas restaba nada; pero de su ruina hacia
ocasión, en tantas formas similar a la de 1960, los el interior-, lugar en el que sin duda se arremolinó la
efectos del maremoto habrían llegado hasta las ola,lavista se resistía a dar crédito al ojo: locomoto-
estribaciones de Valdivia. ras tumbadas, carretillas volcadas, hierros de todas
Cualesquiera que fueren las características y clases retorcidos de tal manera que no hubieran po-
dimensiones de la gigantesca ola, a la vista estaban dido lograrlo ex profeso poderosas maquinarias. En-
sus catastróficos efectos. En Corral habían funciona- tre los testimonios de la fuerza del mar pareciera
do poderosos Altos Hornos. Empleo deliberadamen- paradoja el espectáculo de un enorme lanchón de
te el pretérito porque de ellos sólo quedaron las "tes" muchas toneladas que había saltado con la ola al ras
de las estructuras de acero. Entre los Altos Hornos y de los ocho metros de altura de los Altos Hornos,
Los barcos navegaron sin control posible pri- Otro de los espectáculos sobrecogedores de
mero por mar adentro, después, en la superficie de Corral era el de los restos de su cementerio. La ola
la gigantesca ola, saltando cuanto obstáculo se opo- levantó losas y arrasó las tradicionales rejas de las
nía a su trayectoria y fueron avarar en medio del río tumbas. Mezclados con estos despojos se apeloto-
avarios kilómetros de su desembocadura. Más de uno naban barriles vacíos, estructuras de hierros retor-
ha dejado testimonio de su descomunal üaje. Cerca cidos, ramas desgajadas. Recordé ante el triste es-
de cuarenta años después del cataclismo todavía pectáculo el comienzo del poema romántico y, a fuer
muestra el casco medio hundido y el nombre. de tal, lamentoso, 'Ya ni en la paz de los sepulcros
creo".
Los tacos del Riñihue
El espectáculo era realmente sobrecogedor. Desde En la base del rer,rrelto abismo, caminando a
la orilla derecha del río San Pedro, ya seco, se veía, a duras penas con las botas hundidas hasta las rodi-
Ia izquierda de un gran cañón como de un kilóme- llas y haciendo un gran esfuerzo para sacarlas del
tro de ancho, una loma de suave pendiente que ter- hoyo por ellas producido, me percaté de las inédi-
minaba en un precipicio abierto hacía poco. Allí se tas dificultades que habrían de presentarse a
produjo el principal deslizamiento. La tierra se abrió; geólogos, ingenieros especialistas en suelos, paleros
las capas acuosas del fondo resbalaron, en una pro- y mecánicos para operar en aquella verdadera ma-
fundidad superior a los doscientos metros, arrastran- zarr,oÍra de heterogéneos componentes. Las aparen-
do cantidades enormes de barro y detritus apeloto- tes rocas se deshacían con mínima presión de los
nados. Sobre la pared opuesta se veían árboles carac- dedos o se partían. En el fondo la mezcla prove-
terísticos de la selva húmeda que antes del terremo- niente de Ia incorporación de las aguas a las partí-
to estaban sobre otra loma y se habían corrido más culas pulverizadas había formado una masa agua-
de quinientos metros. Algunos troncos se mantuüe- chenta y, por cierto, intransitable.
ron enhiestos con el traslado; los más se rompieron y Desde del avión en el que llegamos por pri-
rodaron al fondo de las grietas formando con las pie- mera yez a los escenarios del desastre, había fil-
dras, las ramas y el barro, gigantescos promontorios. mado y fotografiado el antiguo desagüe en forma
64 LEOPOLDO CASTEDO TIAZANA DEL RINIHUE 65
de embudo y, entonces seco, del lago Riñihue so- cauce que permitiera controlar el desagüe de los
bre el río San Pedro. El antiguo cauce del río dis- millones de metros cúbicos de agua que ya comen-
curría antes del terremoto por terreno abierto zaban a acumularse en el lago Riñihue.
sobre el que se produjeron los derrumbes de los
tres tacos. El primero, eI menor en tamaño, de
trescientos cincuenta metros de largo y trescien-
tos de ancho, se formó a dos kilómetros aproxi-
madamente de la salida del lago con una altura
de diecinueve metros sobre el nivel de1 Riñihue'
Cuando las aguas llegaran a esta cota arrollarían
los detritus descargándolos sobre el taco dos, a
poco más de doscientos metros, con una altura
de veinticuatro metros y algo más de un kilóme-
tro de largo y medio de ancho. Este taco podría
cumplir las funciones de un verdadero dique hasta
que las aguas 1o sobrepasaran al subir cinco me-
tros más. De igual manera, la masa acumulada
atacaría al taco tres que presentaba, con veinti-
ocho metros de altura, los más amenazadores
problemas. Se derivaban éstos no sólo de las ma-
yores dimensiones, con casi dos kilómetros de lar-
go y más de uno de ancho, sino de los materiales
que constituían las partes más bajas del derrum-
be, por las que debería irrumpir y formarse el
alud, las más, heterogéneas y sueltas. La tierra
acuosa quedó en la superficie del derrumbe, una
masa blanda de barro que las lluvias incesantes
lnacían aún más profunda y pegajosa. Pronto se
percataron los ingenieros especialistas en mecá-
nica de suelos de que era imposible ahondar en
ese mare mágnum el más elemental conato de
Nueva vida en Valdivia
.ii,;i¡it:rl
Entre las medidas, no sólo necesarias slno rm-
prescindibles, para frenar la colosal acumulación
de las aguas se programaron y realizaron los cierres
parciales de los lagos que descargaban mayores cau-
dales en el Riñihue. Indiqué trien lo de parciales,
porque de haberse cerrado por completo, se habrían
inundado todos los pueblos ribereños.
EI cierre de Ia salida del lago Calafquén al Pan-
guipulli se realizó rápidamente y con ciertas ventajas
respecto de los restantes. Las aguas discurrían por
una garganta rocosa de sólo unos veinticinco metros
de ancho que no fue difícil rellenar. El río Enco des-
de el lago Panguipulli vierte sus aguas sobre el
Riñihue con un enorme gasto de novecientos me-
tros cúbicos por segundo. Las dificultades para ami-
norar la cuantía de estos caudales pudieron resolver-
Era indudable que hombres menos templados se formando diques parciales entre las dos islas cer-
se habrían dado pronto por vencidos. Del poco ba- canas a la salida. La escasez de materiales adecuados
rro acuoso que llegaba a cada peldaño, una buena fue superada sacándolos de una cantera cercana.
parte se escurría sin remedio al de abajo. En tan im- Támpoco se disponía de material adecuado para eI
posibles condiciones, los cuatrocientos cincuenta cierre de la salida del lago Pirihueico, por 1o que se
paleros adscritos a la faena con ritmo isócrono y ingenió un verdadero dique formado por troncos de
mantenido lograron iniciar en menos de una sema- árboles trabados con rellenos impermeables.
na lo que ya se perfilaba como el programado canal. Con estas faenas se logró evitar la entrada en
Trabajando en tres turnos debían completarlo, adop- el lago Riñihue de unos cuatrocientos millones de
tando inesperadas medidas, en el plazo fatal de un metros cúbicos con la consiguiente reducción en
mes y medio, calculado de acuerdo con la consecuen- casi cinco metros del nivel máximo del lago y se
te acumulación de millones de metros cúbicos de ganaron quince valiosísimos días en los plazos pre-
ag:uay con las marcas de la subida del nivel del lago, üstos para iniciar el paso de tras aguas por el canal
antes de que llegara en la parte superior del taco tres de salida. Cuando el Riñihue alcanzara el nivel de
a veintisiete o veintiocho metros. su inmediato contribuyente, el Panguipulli, la su-
LEOPOLDO CASTEDO FIAZAÑA DEL NÑIHUE
perficie de ambos lagos sobrepasaría los trescientos de los esfuerzos en la apertura del canal luchando
kilómetros cuadrados. contra el fango ascendía, aveces, con cámaray trípo-
Los controles de estos vaciados entre la cuenca de para filmar el increíble espectáculo. En los pla-
lacustre,la cadena del barro,las permanentes modi- nos inmediatos unos veinte o treinta paleros exca-
ficaciones de los planes programados el día anterior, vaban sin descanso la escalera acuosa y escurridiza;
como Raúl Sáez afirma en su breve recuento de la en los más alejados se columbraba, continuado más
"Operación Riñihue", hicieron necesario "improü- de un kilómetro, el enjambre de brazos y palas su-
sar día a día debido a que en el terreno las condicio- biendo y bajando. Fue en aquellas ocasiones cuando
nes en que estuvimos trabajando lo exigían, o sea, traía a la imaginación 1o que debieron ser los traba-
fue una obra con un proyecto que se realizaba simul- jos multitudinarios en la Antigüedad.
táneamente con la obra". (Raúl Sáez, Hombre del El término de los trabajos en los dos primeros
siglo XX Tomo II. Pág. 1702) tacos determinó naturalmente la concentración de
En todo caso, la constancia del cataclismo y la los esfuerzos en el último. Para eütar el escurrimiento
magnificencia del paisaje en el que se había produ- al fondo de la excavación de la carga penosamente
cido simbolizaban, en su conjunto, las constantes elevada por los paleros, se llenaron en los bordes
de una historia que el chileno ha forjado en su per- superiores del canal bidones con el barro extraído
manente lucha con una naturalezatan bella cuanto que se izaban con los guinches de los tractores ade-
difíci1. cuadamente instalados hasta depositarse en terreno
Al filmar en Valdiüa los rostros de mujeres y seco y firme.
niños en las colas de abastecimientos, advertí el mudo Acabo de citar la acertada frase de Raúl Sáez
y tácito avenimiento entre ellos y los gestos de los acerca de la variedad de motivaciones y la necesidad
hombres del taco tres que, también en lenta panorá- de improüsar nuevas técnicas cada vez que surgía
mica, tomé en el campamento. Cada vez que reanu- un problema distinto; en otros términos, la singula-
daba estos traslados entre Valdiüa, los pobladores in- ridad de los proyectos que se renovaban simultánea-
termedios y el escenario de los trabajos encontraba mente con las obras. El acápite üene a cuento de la
éstos más variados y, con frecuencia, más sorpren- interposición en el trazado sobre el terreno firme
dentes. La cadena del barro avanzaba sin interrup- elegido de un tramo de unos cincuenta metros cons-
ciones. Luego del precario descanso, generalmente tituido por arena suelta proveniente de una antigua
animado con sabrosos comentarios, en cada turno quebrada que forzaba al cambio completo de las téc-
se atacaba la labor con nuevos bríos. Durante la eta- nicas hasta entonces seguidas para profundizar el
pa caracteri zada pnncipalmente por la concentración canal. La solución no podía ser otra que la de armar
88 LEOPOLDO CASTEDO
CnÍnc¡. NEGATTvA
paredes y huecos se habían incrustado en el suelo escenas teníamos la sensación de üür el silencio de
troncos de apreciable tamaño, arazórt de dos a cua- las grandes vísperas.
tro por casa. De estas supuestas defensas salían las En una torre de la parte más elevada de Valdivia
sogas que amarraban las partes prominentes de los estaba instalado un vigía que deberíadat inmediatas
muros o los recuadros de puertas y ventanas. Otros noticias de la llegada de la avalancha, de su altutay
habían sacado las tablas inferiores de los muros, con de las probables condiciones del anegamiento' To-
Ia esperanza de que las aguas discurrieran por deba- dos los sistemas de rescate y auxilio habían sido dis-
jo y algunos idearon ingeniosos sistemas para bascu- puestos con la debida anticipación. LJna vasta red de
larlas con el objeto de que pudieran flotar libremen- comunicaciones informaba a cadainstante acerca de
te en la cresta de la ola. Mientras filmábamos estas la marcha de los trabajos e insistía en las necesidades
106 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE r07
Renovados grupos de trabajadores se habían masa colosal de agua acumulada en el lago Riñihue.
situado en las partes más prominentes de los bordes Para ello se profundizaba y ensanchaba progresiva-
del canal provistos de verdaderas lanzas metálicas con mente el canal labrado, en su mayor parte, en lecho
las que desprendían arcillas y costras de barro seco y arcilloso duro para convertirlo en vertedero de un
las arrojaban al fondo del canal que se ensanchaba a torrente caudaloso, pero no tan dañino como mu-
ojos üstas. Estábamos üviendo otra paradoja más. chas veces se había imaginado.
Hasta la iniciación de estas nuevas faenas los hom- La combinación del arrastre tanto de los fon-
bres habían sacado tierras y más tierras de diferentes dos del canal como de los materiales que a él se arro-
composiciones para abrir un surco lo más adecuado jaban para ensancharlo, presentaba al espectador y,
posible para cumplir sus funciones. Ahora se le arro- por supuesto, al cam,era,tr¿an nuevas facetas de una
jabalamisma tierra que había sido acumulada en los serie de capítulos que continuaban renovándose
bordes del canal para ensancharlo con la seguridad constantemente. Mientras filmaba concentrado en
de que Ia corriente la arrastraría, como en efecto el esfuerzo de los lanceros arrancando tierras a las
sucedió. paredes del canal, me sorprendió la entrada en esce-
Se perfilaron entonces, y cadavez con mayor na de un temerario navegante. Por la corriente, que
claridad, los términos de la respuesta con la que era cada ve z rnás considerable, avanzaba un bo te con
ingenieros, técnicos y obreros se habían propuesto su tripulante etcauzando el pistón que, mientras se
enfrentar el desafío de la Naturaleza. Como ya in- sujetaba con fuertes sogas la embarcación, habían en-
diqué, se trataba de transformar el todavía exiguo chufado en la bomba desde arriba, al fondo del sur-
desagüe en el nuevo cauce del río San Pedro yvaciar co. Por supuesto, el objeto de la operación era el de
por é1, con un caudal creciente pero controlado, la empujar o eliminar los obstáculos que entrababan el
tt2 LEOPOLDO CASTEDO HAZANADEL RINIHUE 113
entrar en la ciudad se informaba sobre el ancho al- riores inundados, principalmente con Ia a¡rda de
canzado por las aguas y su altura. La temida ola de los bomberos.
ocho, diez o quince metros anunciada por los pesi- Las calles se convirtieron en verdaderos cana-
mistas se había convertido en una lenta inundación les. Por ellos navegaban, en animadojolgorio, los más
de menos de dos metros sobre el antiguo nivel del singulares navíos. Como los barrios inmediatos al río
río. Como parte de la ciudad se encontraba a esca- habían sido inundados pero no destmidos y no se
sa altura respecto de este nivel y, a mayor abun- produj o una sola víctima fatal, pronto in geniosos mu-
damiento, el terremoto le había hundido más de chachos respondieron a la conjurada amenaza de
un metro, algunos barrios fueron cubiertos por las
aguas. Sus habitantes se instalaron en los segundos
pisos de las casas y se movilizaban, cuando les era
necesario salir de ellas, bajando desde las ventanas
en escaleras a los botes que debían transportarlos.
No obstante los traslados preüos de muebles y uten-
silios por los más de sus pobladores, bastantes de
ellos hubieron de ser rescatados de los pisos infe-
il8 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑA DEL RIÑIHUE 119
cúbicos por segundo. Para quien no está ducho en el Tál fue el título con el que di término al monta-
manejo de estas cifras valga la comparación con los je de mi película, afín en cuanto a la veracidad de lo
caudales, la velocidad y la cantidad de agua de una filmado y narrado con la lapidaria frase con la cual
amplia cascada. El postrer ataque del torrente a las el poeta Ercilla honray simboliza formay contenido
laderas que lo encerraban daba los toques finales a la de La Araucana:.
culminación de un colosal espectáculo. Ciertamente,
los enormes derrumbes de los cerros al socavarse sus Esrelación sin corromper sacada
bases eran de muy distinta índole de los provocados De la verdad, cortada a su medida.
por el terremoto y por la dinamita. Masas de tierra,
lomas enteras, se desg{aban con enormes árboles en-
hiestos que caían con estruendo en el torrente. Los
desafíos de una Naturaleza, a la que me he referido
en varias ocasiones tratando de definirla tan esplen-
dorosa cuanto hostil, aceptados y vencidos por la in-
teligencia y la voluntad del hombre, completaba de
esta manera la historia de una gran Respuesta.
Apéndices
Hemos vivido un episodio colosal. Es posible que RaúlSáez es un arquetipo de la que imagino quin-
haya sido el más dramático y trascendente de los últimos taesencia de los valores humanos que este país ha ateso-
tiempos. Calibro en estos momentos la proyección mun- rado en una laboriosa Historia, la historia de una lucha
dial del episodio. Pronto las revistas especializadas de in- permanente del hombre con la Naturaleza. Una Natu-
geniería hidráulica, mecánica de suelos y efectos de la raleza bellísima pero difícil. Cuesta comunicarse, cues-
erosión dedicarán prolijos trabajos al relato de la üctoria ta abrir caminos y labrar tierras, cuesta capitalizar las
sobre el Riñihue. industrias. Y esto no es de hoy; viene desde los albores
Esta mañana hice mi último viaje al taco tres. Al mismos de la Conquista. El chileno ama su tierra, entre
bajar del helicóptero fuimos a tomar ür'atazz- de café a la otras cosas, porque le ha costado mucho dominarla. Raúl
casucha del campamento. Los últimos obreros ascendían Sáez es un símbolo de esta constante creadora. Sabe
cansados la cuesta de barro con sus palas al hombro. Al- mucho de todo; pero sólo habla de 1o que sabe en el
rededor de la mesa nos sentamos el ingeniero Ricardo momento oportuno. En la divisoria entre los que dicen
León, que cumplíamás de un mesymedio en lafaena; el que hacen y los que hacen, Raúl Sáez encarna a los que
teniente de ejército Letelier; algunos oficiales de la FACH; hacen.
los telegrafistas y los ingenieros, entre los directores de la No se ve todos los días al gerente general de una
hazafa, Bennet, Fernández, Edgardo Palma y Raúl Sáez. de las empresas más capitalizadas de un país conviür y
Por primerayez efi casi dos meses sentí animarse en ellos discutir con su equipo en el barro inclemente, durante
la ancha sonrisa interior de los vencedores. dos meses, las vicisitudes cotidianas del trabajo. Gran
Gran coyrntura ésta de conocer a hombres tan de atributo del chileno es su capacidad de improvisación.
:urru pieza. Este país produce temperamentos y caracteres Cuando esta característica se aplica al arreglo pasajero
muy distintos. A mí me impresionan como rasgos domi- y ala "técnica del alambrito" nos va muy mal. Cuando
nantes la sobriedad y una férrea seguridad en sí mismos. se suma al dominio de la técnica se produce el milagro.
Ambos rasgos definen, a mi ver, a Edgardo Palmay a Raúl El problema del Riñihue era, en buena parte, un pro-
Sáez. Tal vez interese al lector saber algo acerc;z- de quie- blema de iniciativa. No había antecedente. La teoría ser-
nes dirigieron la operación. Edgardo Palma conduce las vía de poco. Había que improvisa¡ sin menoscabo de
obras de la Central Pullinque en construcción. Es un hom- hacer efectivo el más severo rigor científico. Fue Io que
bre muy fino y muy culto. Habla poco. Estrictamente Io hizo Raúl Sáez. Los hombres del Riñihue han solucio-
necesario. No promete ni aventurarada. En esto se pare- nado problemas que sin duda hubieran hecho pericli-
ce mucho a Raúl Sáez. Mientras la mayor parte de los deam- tar prestigios notables de otras latitudes.
bulantes en los tacos nos disfrazábamos con largos imper- Admirable personalidad la de Raúl Sáez. No sé si
meables amarillos y botas altas hasta la cadera, Palma lu- todos tienen conciencia de la deuda que el país ha con-
chaba contra el barro y la lluvia con discretas botas de media traído con é1. El problema que el desafío del Riñihue
cañay un excelente pero añoso abrigo de cuero. Miraba y planteaba a los técnicos chilenos era básicamente el de
anotaba en un pequeño cuadernillo de escolar subiéndo- actuar sin titubeos. Y hacerlo con ritmo seguro. Erasmo
se los anteojos a la frente. Daba la orden precisa y corta. centraba este valor en un axioma: Festina Lente (apresi-
Me honra contarlo entre las personas a las que estimo. rate con calma). Así se hizo en el Riñihue.
128 LEOPOLDO CASTEDO HAZANA DEL RINIHUE t29
les angustias y la resoluta actitud de los valdivianos en se inicia el riego de un huerto, el pequeño promontorio
el transcurso de esta tremenda prueba. Mucho se espe- de barro que separaba las tranquilas aguas de Ia laguna
cula estos días acerca de la imperturbable dimensión del entre los tacos dos y tres para dar entrada en el canal al
tiempo que el substratumchilote pudiera haber aportado mísero chorrito que habría de calmar los ánimos de tan-
al fenómeno. Los mal intencionados (que siempre los tos impacientes.
hay) encuentran aquí fácil explicación de cierta pasiü- Hubiera sido mejor, sin duda, esperar unos días para
dad y llegan con soltura a conclusiones peyorativas al res- que la irrupción del agua ayudara a erodar los pequeños
pecto. De mi experiencia sé decir que si tal"cachaza" fuera derrumbes de arena preüstos. Tengo conciencia muy cla-
en efecto determinante, bendita sea,y 2" que si la actitud ra del mantenido espíritu de sacrificio de quienes acep-
negativa hubiera prevalecido, muchos valdivianos, con taron una tremenda responsabilidad, que en rigor no les
medios para ello, habrían buscado de inmediato tierras incumbía, sabedores de que la carencia de fuerza de arras-
menos movedizas donde asentarse y no seguirían como ffeforzaríaautilizar bombas de presión. Corro el riesgo
amantes de su suelo levantando las casas destruidas o afir- de hacer este aserto, talvez indiscreto, a pesar de que veo
mando los cimientos de las nuevas, con y sin amenaza de fruncirse más de un ceño con su publicación, porque irrita
lago Riñihue. el ánimo leer y oír cómo se trastrueca todo el valor de
Si diéramos pábulo a una mínima parte de lo mu- símbolo de la obra de estos ingenieros, capataces y obre-
cho que en Santiago se fantasea acerca de la desespera- ros que con su esfuerzo, estoy seguro de ello, salvaron a
ción y de la histeria de las gentes del sur, con justicia ha- Ia ciudad de Valdivia de su destrucción.
bríamos perdido hasta la más leve esperanza de salvación Algunas inteligencias incomprendidas censurarán
para tan supuestamente afligidas víctimas en su descon- asimismo el tamaño del canal. Estos sabios de cantina ig-
suelo. Muy por el contrario, admira advertir la serenidad noran (a pesar de disponer de toda clase de elementos
de los más. Tál vez constituyan una excepción los habi- de información) que el canal cumple a maravilla su fun-
tuales contertulios del bar en el Hotel Pedro de Valdivia, ción de guía en la erosión progresiva que culminará cuan-
*sour",
donde prosperan, estimulados por sucesivos piscos do se forme un nuevo cauce del río San Pedro.
las más peregrinas teorías sobre Io que no se hizo y lo Me congratulo de haberüüdo un episodio colosal
que debió hacerse para frenar la furia del Riñihue. Oí de esta Historia que estamos haciendo. Me siento herma-
clamar a alguien su indignación porque no se había apro- no de los paleros que durante dos meses luchan contra
vechado tan valioso aporte para construir una central hi- el barro del taco tres y contra el otro barro con el cual
droeléctrica. Otro personaje repetía la narración dramá- unos pocos pretenden disminuir cuando no menospre-
tica de la horrísona voladura que dio paso a las turbulen- ciar su obra. Me precio de haber calibrado la eficiencia,
tas aguas por el taco tres. No olüdaré las carcajadas de la mesura, el sentido del deber y el esfuerzo sin desmayo
los ingenieros almorzando en el más que modesto come- de hombres como Raúl Sáez.
dor de la casucha del campamento cuando escuchamos Le ruego sepa disculpar el poco sofrenado arreba-
en la radio ese üernes ocho la sensacional noticia de la to de esta carta. Refleja las opiniones de un escrito¡ con-
voladura. Esa misma mañana habíamos observado el epi- sagrado al estudio de la Historia, que nada sabe de hi-
sodio. Un obrero abría con su pala, de igual manera que dráulica. Me declaro incapaz de representarme el caudal
t32 LEOPOLDO CASTEDO HAZAÑADEL RIÑIHUE 733
de dos o de cien millones de metros cúbicos de agua. No puedo ocultarle la complacencia que me ha
Pero he üsto subir al lago Riñihue. He vivido la gran ex- causado su entereza para terciar en defensa de la verdad,
periencia del taco tres. Lo he recorrido a 1o largo y a lo en la controversia creada artificialmente en torno a la
ancho y he caminado entre las selvas muertas. Yla simple referida operación. Con pertinacia que no hay palabras
observación del terreno me proporciona la evidencia de para calificar, se ha desatado una malévola campaña ten-
que si no hubiera realizado este admirable esfuerzo, exac- diente a desnaturalizar y desvirtuar el extraordinario es-
tamente en la forma en que se ha llevado a cabo, la bella fuerzo que obreros chilenos, dirigidos por un grupo de
ciudad de Valdivia sería dentro de poco una triste ruina los más destacados técnicos con que cuenta el país, ha
similar a las de Mehuín y Puerto Saavedra. venido realizando para aminorar en la medida que lo per-
Si de algo vale el hábito profesional del trabajo mitan las posibilidades humanas, las muy graves conse-
historiográfico, siento deber perentorio manifestarle que cuencias que puede producir el desborde del Riñihue.
ustedes tierten razóny que la tergiversación y la calumnia Es eüdente que aquellos que persiguen tan deleznable
sólo han de servir, a la postre, para agigantar las dimen- finalidad no habrán de convencer razones, por decisivas
siones de la obra realizada. que ellas sean; pero en cambio, estoy cierto, que las pon-
Le saluda atentamente: deradas opiniones que emite a.cerca de este problema un
hombre de su imparcialidad y de su cultura, habrán de
Leopoldo Castedo producir saludables efectos en todos lo ciudadanos bien
inspirados y de recta conciencia. De otra parte, las valio-
sas consideraciones que Ud. formula en su carta, me
brindan la oportunidad no sólo de destacar ante el país
el extraordinario esfuerzo que con tanto sacrificio vie-
IV. Carta abierta de S.E. el Presidente de la
nen desplegando quienes intervienen en esa operación
República, don Jorge Alessandri Rodríguez, y que compromete la gratitud nacional, sino también
publicada en El Meranrio el día 21 de julio de 1960. de precisar el verdadero alcance y significación de estos
(Fragmentos) trabajos.
Con torcido propósito o con inexcusable ignoran-
Señor don Leopoldo Castedo. Presente. cia, se ha sostenido que tales labores han retardado el
Muy señor mío: desagüe del lago Riñihue. Con la Operación Riñihue no
Con profunda satisfacción he leído en la prensa una car- se ha retardado un solo día el desagüe del lago sino que,
ta enviada por Ud. al señor Vice-Presidente de la Corpo- por el contrario, éste se ha acelerado en un plazo de al-
ración de Fomento, en la cual se refiere a los trabajos gunas semanas, pues si tales faenas no se hubieran em-
que se vienen realizando en los tacos que obstaculizan el prendido, las aguas habrían debido subir varios metros
normalvaciamiento de las aguas del lago Riñihue. La ele- más sobre los que ahora precisa para producir el desbor-
vada significación de su nota y las valiosas consideracio- de. De otra parte, tales trabajos han hecho posible que
nes que contiene, me mueven a hacerme cargo de ella, las aguas rebasen por terreno firme y no removido, como
dándole respuesta pública. ocurriría en el caso de no efectuarse las obras que ahora
t34 LEOPOLDO CASTEDO
Jorge Alessandri R.
Chile es un país de grandes cataclismos geográficos y
de grandes contrastes sociales.
Corría el año 7960 y el sur de Chile fue sacudido por
uno de los más devastadores terremotos que registra la
sismografia mundial. Las consecuencias de esta hecatombe
de la Naturaleza no sólo dejaron pérdidas de bienes y
vidas sino que permitieron demostrar nue-
vamente la capacidad de sobrevivencia de
un pueblo azotado sistemáticamente
,ffi .*
fffue*
ffi
por estos grandes desastres.
Una vez más la unión de mu-
el5ffi
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chos, provenientes de distintos
rt -- r,1
- - 1- r r
ámbitos del quehacer nacional, po-
sibilitó esta verdadera epopeya. EI pueblo
trabajador, iunto con la empresa privada,
las Fuerzas Armadas y los ámbitos acadé-
micos, fueron los protagonistas de esta
respuesta que se concretó en una obra
insigne de la ingeniería.
Este libro rescata mediante palabras
e imágenes esta epopeya: el trazado de
un nuevo cauce del río San Pedro que
desvió las aguas del lago Riñihue para
así eütar, entre otros males, que la ciudad
de Valdivia desapareciera arrasada.
El registro de esta hazafla se debe al
minucioso trabaio fotográfico de Leo-
poldo Castedo, efectuado en el terreno
mismo de los hechos, constifuyendo,
dentro de la vasta producción de este
intelectual chileno-español, su libro
póstumo.
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