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Generalidades sobre el proceso de formación del texto bíblico

MSc. Yonny Hogson Mejía Balladares

Introducción

La Biblia constituye una biblioteca variada no solo por la multiplicidad de sus


libros, sino también por la pluralidad de interpretaciones y teologías que se dan. Muchos
autores han intervenido en su composición. Aunque bajo el punto de vista de la fe nosotros
consideramos la unidad de la Biblia, bajo el punto de vista histórico y literario la Biblia no
es unitaria, sino un conjunto de libros escritos por diferentes autores, en diversos idiomas y
en diferentes lugares, y algunas veces con mentalidades y estilos variados, compuestos en
diversas épocas de la historia.

Sabemos que el proceso de composición de los libros bíblicos fue lento, muy
diferente a la concepción que hoy tenemos de la edición de un libro.

El marco histórico de los acontecimientos narrados en la Biblia se apoya en los


acontecimientos que el pueblo de Dios (Israel) vivió en su historia, en sus diferentes etapas,
y el protagonismo de sus actores, líderes y reyes, profetas, sacerdotes y sabios. El Nuevo
Testamento se apoya en los acontecimientos de Jesús, su movimiento y seguidores. Todo
esto se iba guardando en la memoria oral del pueblo y las comunidades. Esto no es de
extrañar, pues la cultura de aquel tiempo en el Oriente antiguo era una cultura oral y en
tiempos de Jesús esta práctica seguía vigente. De boca en boca, de padres a hijos, se
transmitían las tradiciones por medio de recuerdos, narraciones, cantos, fiestas, costumbres,
ritos, y otras formas más Dt. 26,6-10; Lc1, 1-4 (Tradición oral).

El marco histórico de composición de los libros de la biblia tiene como


presupuesto la tradición oral. Poco a poco las narraciones, muchas veces ya enriquecidas
con nuevos elementos interpretativos, se fueron plasmando por escrito y se desarrollaron
más. Los materiales en que escribieron fueron lajas de piedra, tablillas de arcilla, hojas de
metal, cueros de vaca, papiros, pergaminos e.o, y escribieron con punzones, estiletes,
cinceles y plumas de aves e.o (Sánchez, 2006). Utilizando posteriormente formatos como
los rollos y los códices.
Los fragmentos escritos hicieron que surgieran paulatinamente los libros, que por
regla general siguieron enriqueciéndose con adiciones, relecturas, ediciones posteriores.
Cada proclamación servía para actualizar el texto, para añadir nuevas interpretaciones y
visiones a lo escrito (Tradición escrita).

Por una parte, la consignación por escrito no pretende transmitirnos al pie de la letra
lo sucedido o dicho, sino que intenta conservar su recuerdo con la interpretación y sentido
que tenía en el momento de escribirse. De allí que a veces de un mismo acontecimiento, ley
o palabra puedan encontrase diversas interpretaciones, o que un solo texto conjunte
tradiciones diferentes. Los autores sagrados no solían quitar el sentido ya dado; a lo sumo,
añadían la nueva interpretación.

La redacción definitiva de los libros, nos lleva al último paso de este proceso, al
cual llamamos el arreglo canónico, es decir donde todos los libros son ordenados para
formar el canon.

Muchos de los libros bíblicos son anónimos. Otros libros llevan la firma del autor
que los compuso. Algunos más, la tradición o el título los adjudica a un autor famoso, pero
en tal caso no es una atribución verídica bajo el punto de vista literario e histórico. Aunque
no conozcamos el nombre exacto de su autor, lo importante es que detrás de esos escritos
hay un mensaje o contenido teológico donde Dios se ha revelado en la comunidad. Esto no
suprime los esfuerzos por ubicar en el tiempo y en el espacio una obra concreta, ya que así
podremos comprender mejor su situación comunicativa y su finalidad en un punto concreto
de la historia.

La Biblia fue escrita en tres idiomas: hebreo: la mayor parte del AT; arameo:
algunas partes de los libros de Esdras y Daniel; y griego: algunos libros y partes del AT (en
la Septuaginta) y todo el NT. (Málek et al., 2012).

La división actual de la biblia en capítulos y versículos se debió a una necesidad


didáctica para la lectura de la misma. El AT y el NT., fue dividido en capítulos por Esteban
Langton (hacia 1226). El AT, fue dividido en versículos por Santes Pagnino (en 1528) y el
NT por Roberto Estienne (en 1551).
El arreglo canónico de la Biblia nos confirma que los escritos que encontramos en la
biblia tienen una larga historia. Hubo un proceso de selección para elaborar una lista oficial
a la que se le llamó canon. La palabra canon es de origen griego y significaba originalmente
“vara o bastón de medir”, después pasó a significar “regla” o “norma”. Finalmente, la
palabra canon con relación a la Biblia se entiende como “la lista de libros oficiales, que
responden a la norma de considerarse inspirados” (Gutiérrez, 2016).

Propiamente hablando, no hay uno sino dos cánones: el hebreo (o sea el del Antiguo
Testamento, según la terminología cristiana) y el del Nuevo Testamento.
Convencionalmente, sin embargo, suele hablarse de un segundo canon del Antiguo
Testamento, el griego, que otros llaman alejandrino o de Alejandría, dando también el
nombre de palestino o de Palestina al hebreo. No todos los autores están de acuerdo con
este concepto tricanónico, pues consideran, que no puede llamarse canon, con propiedad, la
lista de libros que forman parte de la llamada Septuaginta, que es sólo una versión griega
del canon hebreo en formación, con la adición de libros y textos de especial interés para los
judíos alejandrinos, quizá desde un punto de vista más literario que religioso, libros que
eran muy leídos y apreciados entre ellos.

Algunos autores creen que, si ha de hablarse de tres cánones, el otro del Antiguo
Testamento es más bien el Samaritano, que consta únicamente del Pentateuco. Todavía
otros autores consideran que hay que considerar también como otro canon
veterotestamentario el de la comunidad de Qumrán, que incluía libros que no figuran en la
Septuaginta, y omitía el libro de Ester. La verdad es que en realidad no se sabe de ningún
dictamen de las autoridades religiosas judías, ya fuera de Palestina, ya de Egipto
(Alejandría), que hubiera fijado y cerrado un canon de escrituras para los judíos de este
último país (Gonzalo, 1980), los que fijaron el canon griego fueron los cristianos de la
iglesia occidental, a finales del siglo IV.

Conclusión:

La Biblia es la principal norma de fe de la tradición cristiana; pero también es una


colección o conjunto de libros, de épocas, lugares y autores distintos, de igual manera su
contenido y las formas de transmisión de sus mensajes son diversos.
La formación de la Biblia responde a un doble marco histórico, un marco histórico de
los acontecimientos narrados (historia bíblica de Israel y de las primeras comunidades
cristianas) y un marco histórico de la composición de los libros (tradiciones orales,
tradiciones escritas “fragmentos” y redacción definitiva de los libros) hasta su arreglo
canónico.

Referencias

Málek, L., Zesati, C., Junco, C., & Duarte, R. (2012). El mundo del Antiguo Testamento.
Verbo Divino.

Gonzalo, B. (1980). Breve historia del canon bíblico. Luminar.

Gutierrez, A. (2016). Leyendo juntos la Biblia. FEET

Sánchez, E. (2006). La biblia: Su formación, sus contextos y su interpretación. Sociedades


Bíblicas Unidas.

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