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Odría
La célula parlamentaria aprista pasó a hacer una desaforada oposición al gobierno, poniendo
en peligro la gobernabilidad. Los más exaltados militantes apristas cometieron actos terroristas
en todo el país. El 7 de enero de 1947 fue asesinado Francisco Graña Garland, presidente del
directorio del diario La Prensa, hecho del que se culpó a los apristas, ya que dicho diario era el
abanderado del antiaprismo. Este suceso produjo una seria crisis política. Bustamante decidió
entonces renovar por completo a su Consejo de Ministros, dejando fuera a los apristas. Luego
juró otro gabinete ministerial conformado en su mayoría por militares, entre los que figuraba
el general Manuel A. Odría como Ministro de Gobierno y de la Policía. Odría representaba la
tendencia radicalmente antiaprista del Ejército y estaba aliado con el sector agro-minero
exportador, opuesto a la política de control de cambios de Bustamante que afectaba sus
intereses económicos.
“la revolución que estalló en Arequipa es por una causa justa, noble y patriótica: salvar a los
institutos armados que son la base de la defensa nacional; reconstruir la vida democrática,
restablecer el imperio de la Constitución y, finalmente, terminar con el período de miseria y de
hambre que agobia a nuestro pueblo.”
Tras convertirse en presidente provisional dos días después del golpe, Odría perdió poco
tiempo en aplicar una serie de severas medidas destinadas a restaurar el orden público. La
primera de ellas fue la prohibición de aquellos “partidos internacionales” que, según aquellos
que se encontraban en el poder, habían sido los responsables de la crisis que ameritó la
intervención de las Fuerzas Armadas. Desde un principio este gobierno se impuso
violentamente con la supresión de garantías individuales, lo que quedó consagrado
indefinidamente con una arbitraria Ley de Seguridad Interna (Decreto Ley N 11049 del 1 de
julio de 1949), en ella se establecía los delitos considerados contra la seguridad y tranquilidad
pública que tuvieran fines políticos o sociales. Igualmente establecía los delitos contra la
organización y paz interna de la República.
Los principales líderes apristas fueron encarcelados o desterrados. Víctor Raúl Haya de la Torre
buscó asiló en la embajada de Colombia, donde permaneció hasta 1954, cuando salió rumbo al
destierro, luego de protagonizar una seria crisis internacional. La primera reacción de este
partido fue la resistencia, pero la represión probó ser inaguantable y la agrupación se encontró
desmoralizada por sus recientes fracasos. En consecuencia, varios miles de apristas fueron
encarcelados. El Partido Comunista fue también proscrito. El Congreso fue cerrado. El Poder
Judicial subsistió, aunque precariamente. La Junta gobernó mediante decreto ley.
La economía sufrió un viraje hacia el liberalismo, aunque sin caer en extremos. Se quiso
tecnificar la economía, para lo cual se contrató la misión norteamericana presidida por Julius
Klein, que recomendó el sistema de libre mercado. Odría atendió a las principales
recomendaciones de esta misión: supresión de subsidios, libre cambio, desaparición de los
controles y el equilibrio presupuestal. La crisis económica pudo así ser contenida. En el ámbito
laboral, la Junta Militar de Gobierno, combinó la represión con el clientelaje político, la
Confederación de Trabajadores del Perú (CTP) fue proscrita y sus principales dirigentes
sindicales perseguidos o abatidos. De otro lado, la Junta concedió beneficios sociales a los
trabajadores, creó un Fondo Nacional de Educación destinado exclusivamente a
construcciones escolares, y un Fondo Nacional de Salud. Se dieron así los primeros pasos de
una vasta labor que se desarrollaría plenamente ya bajo el gobierno constitucional de Odría.
El miedo fue usado como una herramienta para obtener el consentimiento de los peruanos: se
restauró la pena de muerte en casos de agitación política, se impuso la censura y se prohibió el
derecho de reunión. Aunque efectivo en el corto plazo, Odría estaba al tanto de que no podía
gobernar al país indefinidamente de esta manera. Era necesario crear la impresión de algún
orden constitucional. Odría anunció que elecciones libres y competitivas se realizarían en
mayo de 1950. Dada la atmósfera de represión y la existencia de la Ley de Seguridad Interior,
la mayoría de peruanos creían que las elecciones se darían, pero resultaba difícil encontrar a
alguien que pensara que serían libres o competitivas.7
Una reunión de la Coalición, realizada en el teatro Municipal de Arequipa, fue atacada por
matones al servicio del gobierno, iniciándose una protesta similar a la de 1950. La ciudad se
declaró en huelga general y pidió la destitución del ministro de Gobierno, Alejandro Esparza
Zañartu, quien también fue antiguo director de esa institución. Lo anterior se debe a que su
figura generaba rechazo a causa de los abusos cometidos contra los detractores del régimen,
entre los que figuran las persecuciones y los secuestros.6 A diferencia de lo ocurrido en 1950,
esta vez Odría no quiso enviar a las tropas militares para reprimir la revuelta y Esparza tuvo
que renunciar, a fines de diciembre de 1955, partiendo al exilio. Este episodio marcó el
comienzo del fin del régimen odriísta. Paralelamente regresaron del exilio el expresidente José
Luis Bustamante y Rivero y los más importantes dirigentes apristas, como Armando Villanueva
del Campo y Ramiro Prialé. A la larga, la Coalición Nacional no arraigó popularmente y
surgieron otros movimientos políticos para las elecciones de 1956.
Con la citada rebelión, el gobierno de Odría entró a su último año. Si bien dejaba un conjunto
de obras públicas de trascendencia en los sectores Educación y Salud, en lo que respecta a
libertades, el régimen evidenció un marcado autoritarismo. La actuación siniestra del sector
Interior en las represiones contra los detractores del gobierno desacreditaba aún más al
gobierno, que pronto se resquebrajaba. Así, en febrero de 1956, el coronel Marcial Merino,
exministro de Justicia y Trabajo (1948-1949), se rebeló́ contra el régimen y exigió la renuncia
del dictador. El levantamiento pronto fue sofocado.