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20 Rvap 87-88
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(1) El presente Estudio ha sido específicamente elaborado para el número monográfico de la Revis-
ta Vasca de Administración Pública en homenaje a Javier Berriatua, quien fuera en su día el primer
Director del Instituto Vasco de Administración Pública e impulsor a su vez de esta Revista. La selec-
ción del tema por mi parte no ha sido casual. Con Javier Berriatua, y gracias a que él «me fichó»
con el plácet de Juan Porres (a la sazón Consejero de la Presidencia), inicié, tras unos años previos
de dedicación como Letrado del Gobierno Vasco, una dilatada etapa como Jefe del Servicio de Estu-
dios y Publicaciones del IVAP, allá a finales del año 1984 y que se prolongó hasta 1992. Debo agrade-
cer sinceramente al primer Director del IVAP que me abriera las puertas a la propia institución y, en
especial, a uno de los campos doctrinales al que posteriormente he seguido dedicando una especial
atención. En efecto, mi contacto —desde la perspectiva conceptual y empírica— con la Administra-
ción Pública y con todos los temas de función pública nacen de aquellos años. En este trabajo he
querido afrontar un tema, como es la formación en el empleo público, que está muy necesitado de
reflexión doctrinal, puesto que en los años que me dediqué a las responsabilidades ya citadas en
el propio IVAP pude observar la escasa bibliografía que existía entre nosotros sobre tan importante
aspecto de la función pública. La situación no ha mejorado en exceso desde entonces, ya que la re-
flexión teórica sobre la formación de funcionarios es muy escasa, también en la actualidad. En no
pocas ocasiones he pretendido escribir algo sobre este objeto, pero por unas razones u otras siem-
pre lo he aplazado. Creo que este número monográfico de la Revista dedicado a quien fue el primer
Director del IVAP, es una buena oportunidad para retomar ese reto siempre aplazado. En todo caso,
lo que aquí sigue es una primera aproximación a un problema que, más temprano que tarde, espe-
ro tener tiempo y fuerzas para desarrollarlo de forma más detallada. Las ideas sustantivas, no obs-
tante, están ya recogidas en el presente trabajo. Este estudio, por tanto, va dedicado a la memoria
de Javier, promotor sin duda del estudio de la Administración Pública en Euskadi.
(4) Esta aplicación directa del EBEP sin perjuicio de su desarrollo por el legislador «de desarrollo»
se mantiene, de forma convincente, en el Informe elaborado por una Comisión para el Ayuntamien-
to de Madrid: Estudio sobre el Estatuto del Empleado Público, Ayuntamiento de Madrid/Thompson
Aranzadi, Madrid, 2008, pp. 13 y ss.
(5) Sobre esta cuestión, ver: M. C. NOGUER PORTERO y N. GUZMÁN VALVERDE, La gestió dels re-
cursos humans per competències: una experiència municipal, Escola d‘Administració Pública de Ca-
talunya, Bercalona, 2007.
(6) M. GORRITI BONTIGUI y F. TOÑA GÜENAGA, «El nuevo modelo de organización y recursos hu-
manos en la Administración General de la Comunidad Autónoma del País Vasco», Presupuesto y
Gasto Público núm. 41, 2005.
(7) Ver: Decreto 30/2008, de 19 de febrero, de criterios generales de la planificación y organización
de la formación del personal de la Administración General de la Comunidad Autónoma de Euskadi y
sus Organismos Autónomos (BOPV de 27 de febrero de 2008).
(8) Desde una perspectiva metodológica la formación ha sido objeto de atención recientemente
por el estudio de C. BASOREDO LEDO, Metodología de diseño de currículos de formación continua
(DCTC), IVAP, Oñati, 2009.
(9) Sobre la ENA, por todos, ver: M. C. KESSLER, La politique de la haute fonction publique, Pa-
rís, 1978; G. THUILLIER, Regards sur la haute administration en France, París, 1978; L’ENA. Pouvoirs
núm. 80, París, 1997. Más recientemente, ver: B. STIRN, E CREPEY, Le statut de l’Ecole National
d’Administration, París, 2004; Y. T. SILGOY, Moderniser l’Etat: l‘encadrement supérieur, París, 2004.
Un cuadro completo del sistema público de formación en Francia puede hallarse en el importante
Informe elaborado por una Comisión presidida por R. F. LE BRIS, Propositions pour une réforme de
la formation des agents de l‘État, La Documentation Française, París, 2009.
(10) Algunas referencias al IEAL se pueden hallar, por ejemplo, en el libro La formación de funcio-
narios en España, INAP, Madrid, 2001. Ver, asimismo, E. ORDUÑA REBOLLO, «Nota preliminar», en
L. COSCULLUELA MONTANER y E. ORDUÑA REBOLLO, Legislación sobre Administración Local
1900-1975, tomo II, Madrid, 1981. Del mismo autor, «Retrospectiva institucional», El Instituto Nacio-
nal de Administración Pública, INAP, 1990, pp. 207-224.
(12) Sin ánimo de exhaustividad, véase, por ejemplo, la Ley 16/1983, de 27 de julio, sobre régimen
jurídico del Instituto Vasco de Administración Pública; la Ley 4/1987, de 24 de marzo, reguladora de
la Escuela de Administración Pública de Cataluña; y la Ley 4/1987, de 27 de mayo, de creación de la
Escuela Gallega de Administración Pública.
(13) Ver: Estatuto Básico del Empleado Público. Informe de la Comisión. Abril de 2005, INAP/MAP,
Madrid, 2005.
(14) Ver, al respecto, el capital trabajo de M. SÁNCHEZ MORÓN, «Situación actual del empleo públi-
co», El Cronista, núm. 10, enero de 2010. Datos muy importantes se contienen, asimismo, en la po-
nencia de K. ECHEBARRIA ARIZNABARRETA, «Crisis y Empleo Público en España», Congreso Inter-
nacional de Recursos Humanos, Vitoria-Gasteiz, 9 de junio de 2010.
(15) Sobre este tema, por todos, véanse los siguientes trabajos: J. CANTERO MARTÍNEZ, «Ámbito
de aplicación y clases de personal al servicio de las Administraciones Públicas», en L. ORTEGA ÁL-
VAREZ (dir.), Estatuto Básico del Empleado Pública, La Ley/El Consultor, Madrid, 2007; LL. AZEMAR I
MALLARD, «Objeto, ámbito de aplicación y leyes de desarrollo», Comentarios al Estatuto Básico del
Empleado Público, S. DEL REY GUANTER (dir.), La Ley, 2008. Sobre la aplicación del EBEP al perso-
nal laboral es de imprescindible consulta el trabajo de X. BOLTAINA BOSCH, «Clases de Personal»,
en Comentarios al Estatuto Básico, cit.
(16) Ver, sobre este tema nuestro trabajo: «El desplegament de l‘Estatut Bàsic de l‘empleat públic a
Catalunya: reptes i oportunitats», Comentaris al règim estatutari dels empleats públics, Generalitat
de Catalunya, Barcelona, 2009. Trata también de algunas de estas cuestiones el sugerente trabajo de
F. CASTILLO BLANCO, «El estatuto básico del empleado público: ¿hasta dónde llegan las bases?», El
control de la legalidad urbanística-El estatuto básico del empleado público, IAAP, Sevilla, 2009.
ficultad técnica y cultural que implica el cambio de modelo, así como del
complejo cuadro fiscal que tiene en estos momentos (y en años venide-
ros) nuestro sector público, se encuentra el secular desinterés político por
estos temas y la nula cultura sindical de lo que es en realidad la institu-
ción del empleo público en un Estado Constitucional.
En un extraordinario trabajo, aparecido a principios de 2010, Miguel
Sánchez Morón, describe la situación actual del empleo público en
España y muestra crudamente cuáles son las dificultades que han impe-
dido adaptar nuestro sistema de función pública a parámetros de otras
democracias desarrolladas (17). Tanto el diagnóstico que allí se hace
como las soluciones que se proponen se comparten plenamente por
quien esto escribe, y son una viva muestra de las resistencias «cultura-
les» que el desarrollo del empleo público en España (un país con una pé-
sima cultura institucional) sigue ofreciendo (18).
En todo caso, sea cual fuere el precario desarrollo legislativo que a es-
tas alturas ofrezca el EBEP y el lento proceso de adaptación del sistema
de empleo público a sus previsiones, lo cierto es que ese nuevo marco
normativo básico abre un horizonte de cambio de paradigma que más
tarde o más temprano se terminará de asentar en nuestro entorno insti-
tucional.
Cabe preguntarse cuáles son los elementos centrales de ese cambio de
paradigma en el modelo de gestión de personas en las Administraciones
Públicas, pues tal pregunta no es en absoluto ociosa para lo que aquí se
trata ya que la formación de empleados públicos —como se verá de in-
mediato— es una de las piezas maestras del citado modelo. En rápida
síntesis, estos elementos centrales del nuevo modelo de gestión (conec-
tados, como no podía ser de otro modo, con la política de formación) son
los siguientes:
a) La apuesta por revitalizar la autonomía organizativa (y, en conse-
cuencia, una mayor autonomía y flexibilidad) de las Administracio-
nes públicas en materia de personal como una de las notas carac-
terísticas del nuevo modelo.
b) La necesaria reorganización y racionalización del empleo público a
través del papel estelar del puesto de trabajo en la organización del
empleo y de la articulación de agrupaciones de puesto de trabajo
como medio de ordenar la selección, la formación y la carrera pro-
fesional de los empleados públicos.
(17) Sobre esta cuestión la contribución ya citada de M. SÁNCHEZ MORÓN («Situación actual del
empleo público», cit.) resulta de imprescindible lectura.
(18) Aunque proyectado sobre la situación estadounidense, para tener una idea cabal de la impor-
tancia de las instituciones en nuestro sistema político, ver. H. HECLO, Pensar institucionalmente,
Paidós, Barcelona, 2010.
(19) Sobre este tema: A. PALOMAR OLMEDA, «Derechos de los empleados públicos», en F. A. CASTI-
LLO BLANCO, y J. E. QUESADA LUMBRERAS, Manual de Empleo Público, Iustel, Madrid, 2009.
(20) Ver nuestro trabajo: «La estructura del empleo público en el Estatuto Básico del Empleado Pú-
blico», en L. ORTEGA ÁLVAREZ (dir.), Estatuto Básico, cit. Asimismo, A. PALOMAR OLMEDA, «Orga-
nización del empleo público», en F. A. CASTILLO BLANCO, J. E. QUESADA LUMBRERAS, Manual …,
cit. Sobre la importancia de las agrupaciones de puestos de trabajo: J. VILERT BUIXADÉ, «Estructura
i ordenació de l‘ocupació pública», Comentaris al règim estatutari del empleats públics, cit.
(21) Sobre estas cuestiones, por todos: M. GORRITI BONTIGUI y J. LÓPEZ BASTERRA, Analisis de
puestos de trabajo en la Administración Pública, IVAP, Oñati, 2010; y M. GORRITI BONTIGUI y J.I. BA-
ÑUELOS IBÁÑEZ, Diseño organizativo de la Agencia Vasca del Agua, IVAP, Oñati, 2009. Interesante
por su enfoque general del problema es, asimismo, el trabajo de M. FÉREZ FERNÁNDEZ, «Concep-
tos generales de la gestión de recursos humanos en el empleo público», en F. CASTILLO BLANCO y
J. E. QUESADA LUMBRERAS, Manual…, cit.
(22) Ver: J. MAURI MAJÓS, «El acceso al empleo público», en F.A. CASTILLO BLANCO y J.E. QUESA-
DA LUMBRERAS, Manual del Empleo Público, cit.
(23) Ver Elisenda MALARET I GARCÍA, «El Estatuto Básico del Empleado Público, la modernización
administrativa en el Estatuto de las Autonomía: un proceso en construcción», RVAP núm. 84, 2009.
(24) Sobre la importancia de este instrumento de gestión, ver: OCDE, La Modernización del Estado:
el camino a seguir, INAP, Madrid, 2006.
(25) Ver sus trabajos: J. V. CORTES CARRERES, «La evaluación del desempeño en el EBEP», El Con-
sultor de los Ayuntamientos y Juzgados, La Ley, enero de 2009, núm. 1; M. GORRITI BONTIGUI,
Identificación de criterios de desempeño a partir del análisis de puestos, IVAP, Oñati, 2009. Asimis-
mo, de particular interés el trabajo de C. NOGUER PORTERO, «La evaluación del desempeño», en
Comentarios al Estatuto Básico …, cit.
(27) Sobre la carrera profesional, ver el excelente trabajo de C. GALINDO MEÑO, «La carrera profe-
sional y la evaluación del desempeño en el nuevo Estatuto Básico del Empleado Público», en Esta-
tuto Básico..., cit.
(28) Ver, por ejemplo, el modelo de carrera diseñado por la UCLM en: FETE-UGT, Estructura organi-
zativa, política de RRHH y Relación de Puestos de Trabajo del personal de Administración y Servicios
de la Universidad de Castilla La Mancha, 2009.
EBEP los que tienen mayor conexión con la formación de los empleados
públicos.
En efecto, el artículo 54 del EBEP cuando trata los «principios de con-
ducta» de los empleados públicos se refiere, en su apartado octavo, a que
«mantendrán actualizada su formación y cualificación». Nada más se dice
en el EBEP en torno al «deber (u obligación) de formarse que tienen los
empleados públicos y sorprende esa parquedad en la regulación de tal
materia (29).
Bien es cierto que el artículo 33 de la Ley de Funcionarios Civiles del
Estado (aprobada por Decreto 315/1964, de 7 de febrero) prevé expresa-
mente lo siguiente: «Los funcionarios de los cuerpos generales tienen el
deber de asistir, previa autorización del Subsecretario del Departamento
en que presten sus servicios, a cursos de perfeccionamiento (…) sin per-
juicio de las enseñanzas que se organicen en cada Ministerio en relación
con las materias de su competencia».
A pesar de su acotado ámbito de aplicación (sólo para los funciona-
rios de los cuerpos generales de la Administración del Estado), este pre-
cepto no ha sido derogado por el EBEP, manteniendo por tanto su vigen-
cia, aunque no añade demasiado a lo que el propio EBEP configura como
«principio de conducta», pero únicamente recoge la idea del «deber de
asistencia», si bien con las limitaciones ya expresadas.
Nada más se recoge en el actual marco normativo existente, pero sin
perjuicio de esa limitada regulación hay que interpretar que la formación,
tal como venimos señalando, es sobre todo y ante todo un deber, respon-
sabilidad u obligación de los empleados públicos, cuyo incumplimiento
(o el incumplimiento insuficiente de la misma) podría dar lugar a la tipi-
ficación de una infracción y, en su caso, a la imposición de la preceptiva
sanción. Tal como prevé el artículo 52 EBEP, segundo párrafo: «Los princi-
pios y reglas establecidos en este Capítulo informarán la interpretación y
aplicación del régimen disciplinario de los empleados públicos».
Nada impediría, por tanto, que a aquellos empleados públicos que in-
cumplieran el principio de conducta de «mantener actualizada su forma-
ción y cualificación» se les aplicara algún tipo de infracción, tal como, por
ejemplo, la prevista en el artículo 8, apartado e), del Real Decreto 33/1986,
de 10 de enero, que establece que es falta leve «el incumplimiento de los
deberes y obligaciones del funcionario». No obstante, cabría asimismo ti-
pificar como falta leve el incumplimiento del deber u obligación de for-
mación del empleado público y, más concretamente, la inasistencia no
justificada a los cursos y programas de formación de naturaleza obligato-
ria en los términos que se prevean en cada convocatoria.
(29) Ver M. VILLORIA MENDIETA, «La ética en el Estatuto Básico del Empleado Público», Comenta-
rios al Estatuto …, cit.
(30) Ver: F. TOÑA et alii, Informe: Estatuto Básico del Empleado Público y márgenes de configuración
del legislador vasco para su desarrollo, IVAP, Oñati, 2007.
propia economía del texto del EBEP, pero ello no excluye que debamos
resaltar la necesidad de dar la atención que se merece a este importante
instrumento de gestión de personas en las Administraciones Públicas.
Se puede afirmar tajantemente que el nuevo modelo de gestión de
personas incubado en las previsiones básicas del EBEP y necesitado aún
de desarrollo normativo, exige de forma necesaria dotar a la formación de
una centralidad en lo que ha de ser ese modelo futuro de gestión de recur-
sos humanos.
Y esa centralidad se conecta indudablemente con el derecho que tie-
nen todos los ciudadanos a la buena administración. En otros términos,
la finalidad de la formación de empleados públicos no puede ser otra
que la de mejorar la calidad de los servicios y prestaciones que lleva a
cabo la Administración Pública reforzando las competencias profesiona-
les de sus empleados públicos.
Si esto es así, parece obvio deducir que se requiere reforzar las unida-
des de recursos humanos de nuestras organizaciones públicas y, por lo
que ahora interesa, las unidades que se ocupan de la formación de em-
pleados públicos. Si se quiere invertir en las personas, esto es, en la me-
jora de sus cualificaciones profesionales con el fin de que desempeñen
mejor sus puestos de trabajo, es necesario dedicar más recursos a esta
actividad cuando sea necesario o, al menos, utilizar los recursos existen-
tes de forma más eficiente. Hemos visto cómo se dedican recursos in-
gentes a las formación, pero también se ha advertido que parte de esos
recursos se despilfarran o se emplean inadecuadamente. Corregir esta
tendencia es una necesidad de futuro, más en una etapa (como es la que
nos encontramos) de crisis fiscal.
Se ha de apostar, asimismo, por una formación adecuada a la mejora
del desempeño y, por tanto, estrechamente vinculada con las funciones y
tareas de los puestos de trabajo o de las agrupaciones de puestos de tra-
bajo. El análisis de necesidades formativas se convierte, así, en una herra-
mienta imprescindible de toda política de recursos humanos en el sector
público. La articulación de la política formativa por áreas o ámbitos fun-
cionales también es una necesidad objetiva, puesto que impone un sis-
tema de racionalización de la formación adecuada a los requerimientos
de la propia organización.
Toda formación de empleados públicos debe ser evaluada en los tér-
minos antes expresados. Se debe evaluar ante todo si el empleado pú-
blico ha adquirido los conocimientos y ha mejorado las destrezas para
desempeñar sus tareas. Se ha de evaluar, asimismo, la transferencia de
tales conocimientos y destrezas al puesto de trabajo.
No cabe duda que todo lo anterior requiere, entre otras muchas co-
sas, redefinir las instituciones encargadas de la formación de empleados
públicos, posiblemente caminar en la construcción de Agencias o, en su