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Sobre la reforma educativa.

Hablar de la reforma educativa es, como vulgarmente podemos decir, “atizarle


al fuego”, un fuego que, de alguna manera, ya está un tanto frio.
Primeramente tenemos que tomar en cuenta que esta reforma no es un hecho
aislado: presentada el 11 de Diciembre del 2012, la reforma educativa venia
cargando el mismo discurso de “Pacto por México” y de “modernidad” que
presupuso el actual gobierno Priista durante su campaña, así como de otra
serie de reformas que con el tiempo, como ya sabemos, entrarían en vigor
después de varios forcejeos.
Enfoquémonos, pues, en lo que a nuestra materia nos refiere, y es que
aparentemente, visto en los lineamientos de la reforma emitidos por La Cámara
de Diputados del Congreso de la Unión y dirigidas al Presidente Enrique Peña
Nieto, la reforma educativa plantea una exquisita oportunidad de ofrecer al
pueblo la educación de calidad que tanto anhela mediante una serie de
cláusulas que, si bien están muy bien escritas, son de difícil comprensión para
el público general.

Primeramente se plantea que las políticas educativas merecen ser


robustecidas después de tantos años que han permanecido empolvadas (es
decir, sin actualizar). Medio para esto es hacer uso del INEE (Instituto Nacional
para la Evaluación de la Educación) entre otros aparatos que pretenden ser
medida de la calidad de la educación en el país (entre ellas las pruebas
internacionales de evaluación, como el PISA).

Ya justificada, el segundo tema de interés en la reforma es la forma en la que el


Estado tomará control de la impartición de los conocimientos (así como de qué
conocimientos serán los apropiados para impartir). Hay que buscar muy bien
para conocer los “cómo” de la reforma, y es que entre la gran expresividad en
el documento solo se menciona la Evaluación Docente como principal punto de
cambio, el cual, consiste en evaluar a los docentes periódicamente (además de
las pruebas ya aplicadas a nivel nacional como el ENLACE). ¿De qué forma?,
no lo menciona pero nos atrevemos a ligar esta evaluación con la también
conocida Reforma Laboral.
Con todo esto, la reforma planteó la modificación de los artículos 3º en sus
fracciones III, VII y VIII y el artículo 73 en su fracción XXV de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos. ¿Cuál es el fin? El más claro se
basa en permitir que sea el Estado quien diseñe y mida lo correspondiente al
sistema de educación pública, esto para darle el poder de controlar lo que se
aprende detrás de los muros institucionales.

A resumen y leída descontextualizada la reforma pareciera ser una buena


empresa para el país (caso parecido a la constitución misma), sin embargo
¿Qué hay más allá? Las reformas, como hemos dicho anteriormente, no son
casos aislados sino que forman parte de un plan de cambio que responden a
las necesidades de mercado internacional. Si bien ya hemos leído la propuesta
y tentativa del proyecto Tunning en Latinoamérica de centralizar la educación
no a nivel nación sino más allá, la reforma responde a las necesidades de
“centralización” que se requieren para la aplicación de dichas metas
educativas.

¿Esto es? Ya que no debe de haber cabida a juicios de valor en el presente


hay que remarcar que estos planteamientos de cambio y reforma tiene como
finalidad centrar los modelos educativos en una misma ideología que, a según
de Marcuse, respondería a la nueva cultura heredada del liberalismo: el
capitalismo.

Esta producción, o “Taylorización del proceso educativo”, termina por crear


individuos acríticos e inclusive ahistóricos enfocados a realizar las actividades
para las cuales fueron adiestrados: mera cuestión técnica.

Analicemos, pues, algunos aspectos que son más del hoy y que, de hecho, de
los cuales, se hablará mucho en unas horas.

Bibliografía
Cámara de Diputados del Congreso de la Unión. (11 de Diciembre de 2012).
Gobierno de la República. Recuperado el 03 de Octubre de 2014, de
Reforma Educativa: http://www.presidencia.gob.mx/reformaeducativa/

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