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El cristianismo llegó a las islas británicas en el siglo II a través de comerciantes y soldados romanos. La mayoría de la población celta se convirtió al cristianismo y lo adoptó fervientemente. Cuando los romanos abandonaron Gran Bretaña en el siglo V, los bretones se refugiaron en Gales y Escocia para preservar su religión cristiana de los invasores anglosajones. Sin embargo, en el siglo VI el rey Ethelberto de Kent se convirtió al cristianismo romano y ofrec
El cristianismo llegó a las islas británicas en el siglo II a través de comerciantes y soldados romanos. La mayoría de la población celta se convirtió al cristianismo y lo adoptó fervientemente. Cuando los romanos abandonaron Gran Bretaña en el siglo V, los bretones se refugiaron en Gales y Escocia para preservar su religión cristiana de los invasores anglosajones. Sin embargo, en el siglo VI el rey Ethelberto de Kent se convirtió al cristianismo romano y ofrec
El cristianismo llegó a las islas británicas en el siglo II a través de comerciantes y soldados romanos. La mayoría de la población celta se convirtió al cristianismo y lo adoptó fervientemente. Cuando los romanos abandonaron Gran Bretaña en el siglo V, los bretones se refugiaron en Gales y Escocia para preservar su religión cristiana de los invasores anglosajones. Sin embargo, en el siglo VI el rey Ethelberto de Kent se convirtió al cristianismo romano y ofrec
ISLAS BRITÁNICAS Cristianismo Inglaterra. en Tertuliano afirma que en el año 200 había cristianos en las islas británicas. También Sozomeno, escritor griego de por el año 300, habla de iglesias cristianas en Inglaterra. Se cree, pues, que el Evangelio entró allí por medio de comerciantes o de soldados romanos de fe cristiana reclutados en el sur de Europa Lo cierto es que los primitivos bretones o celtas recibieron tan magníficamente el Evangelio, que la inmensa mayoría de la población fue convertida al Cristianismo. Cuando a principios del siglo v el Imperio Romano cayó y las legiones romanas abandonaron las islas de Gran Bretaña e Irlanda, los bretones, primitivos, habitantes de Gran Bretaña, quedaron expuestos a ser invadidos por las tribus de sajones, anglos y vikingos de Suecia y Noruega y del norte de Alemania. Mientras los godos y vándalos se mezclaron con los romanos y los naturales del país, en España y en Francia, los bretones se refugiaron en el país de Gales y en Escocia, donde preservaron sus costumbres, su lengua y su religión cristiana, dejando lo que hoy es Inglaterra a los invasores anglos, y esto dio lugar a que se organizaran en los valles del país de Gales colectividades de creyentes, o sea, colonias dirigidas por abades, aunque no todos eran monjes, sino que la mayoría vivían como familias cristianas en una vida comunal voluntaria, semejante a los actuales kibutzs judíos Así quedaron hasta que con motivo de la conversión al Cristianismo romano En el siglo V el rey Ethelberto que gobernaba a los anglos. este monarca se ofreció al papa para invadir los territorios ocupados por estos antiguos cristianos celtas que habían recibido el Cristianismo de los tiempos apostólicos y obligarles a someterse a la autoridad del obispo de Roma, que estaba tratando de imponerla a las naciones cristianas de los alrededores del Mediterráneo. Desgraciadamente el Cristianismo nominal de aquella época no había aprendido todavía la lección de tolerancia que Jesús enseñó a sus discípulos en Lucas 9:55- 56, y en vez de dedicar sus esfuerzos a convertir a Dios a los paganos confundían el evangelizar con someter a todos los que invocaban a Cristo a la disciplina de Roma, tanto en doctrina dogmática como en reconocimiento de autoridad clerical. Fatal error que frenó gradualmente la difusión del Evangelio y costó ríos de sangre, con gran regocijo del astuto enemigo de las almas. Por algunos siglos, cristianos de la misma naturaleza intransigente de los bretones de Gales, establecidos en Escocia e Irlanda, así como en diversas partes de Alemania, se negaron valerosamente a someterse a la invasión de los anglos sometidos al papa. Este cristianismo rebelde a Roma nunca fue exterminado del todo, hasta el aparecimiento de la Reforma.