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Contexto
Histórico
La filosofía positiva
La doctrina de Comte concentra toda su fuerza en la ley de los tres estadios del pensamiento,
formulada ya en las obras de juventud. Él mismo consideraba que su descubrimiento más
importante era esta “ley fundamental” del progreso científico, cultural y social, que describía
también la evolución del pensamiento humano individual. En ella se contiene su crítica a la religión
y a la metafísica, y la declaración de su positivismo. Como consecuencia de esta ley propone un
nuevo sistema de las ciencias.
Según Comte, el hombre individual y la historia humana llegan a la perfección del conocimiento a
través de una evolución lenta que sigue, de modo necesario, la misma ley.
«Esta ley consiste en que cada una de nuestras concepciones principales, cada rama de nuestros
conocimientos, pasa sucesivamente por tres estados teóricos diferentes: el estado teológico o
ficticio; el estado metafísico o abstracto; el estado científico o positivo (…) De ahí resultan tres
clases de filosofía o de sistemas generales de concepciones sobre el conjunto de los fenómenos,
que se excluyen mutuamente: la primera es el punto de partida necesario de la inteligencia
humana; la tercera, su estado fijo y definitivo; la segunda sólo está destinada a servir de transición
. El estadio teológico
El estadio metafísico
Sucesivamente, en la explicación de los fenómenos de la Naturaleza, las divinidades ―las
voluntades personales de seres sobrenaturales, o de un dios principal― van siendo sustituidas por
fuerzas o poderes inherentes a las cosas mismas. Surgen así las ideas de naturaleza, esencia,
potencias activas, fuerzas vitales, causas finales, etc. que, al principio, se consideraban como
instrumentos en manos de la divinidad. Comenzaba el modo metafísico de pensar en sustitución
del teológico y, con él, el inicio del predominio del pensamiento abstracto.
Sin embargo, no se trata todavía de una verdadera explicación de los fenómenos pues los
hombres, bloqueados por sus propias abstracciones lógicas, discuten inútilmente sobre ideas
generales, como justicia, libertad, derecho y otras semejantes, confundiéndolas con la realidad.
Estadio positivo
Finalmente, con el progreso de las ciencias, se supera la explicación metafísica y adviene el estadio
positivo en el que la humanidad alcanza la madurez de pensamiento. El hombre renuncia a buscar
causas últimas y explicaciones de los fenómenos en algo que esté más allá de la experiencia
(voluntades divinas misteriosas o abstracciones metafísicas). En esta etapa se atiene a los hechos y
trata de formular las leyes que los coordinan, por medio de la observación, de la experimentación
y del razonamiento matemático. Este conocimiento de las leyes naturales se dirige a la previsión
de los acontecimientos futuros y, con ello, al dominio de la Naturaleza.
Comte piensa que la ley de los tres estadios está inscrita en la naturaleza misma del espíritu.
Tiene, por tanto, valor de primer principio que no necesita demostración.
Me parece que basta enunciar esa ley, para que su exactitud sea verificada inmediatamente por
todos aquellos que tienen un cierto conocimiento profundo de la historia general de las ciencias.
No hay ninguna de ellas, en efecto, que no se halle hoy día en el estadio positivo, y que no
podamos representarnos en el pasado compuesta esencialmente de abstracciones metafísicas, y
remontándonos aún más, completamente dominada por las concepciones teológicas
La simple observación de la evolución de las ciencias humanas “demuestra” que todas y cada una
van pasando del estadio teológico al metafísico y, después, al positivo, aunque se lamenta de que,
aún en su tiempo, muchas ciencias sigan conservando demasiados rasgos de las etapas anteriores.
Comte pensaba que el desarrollo de la Sociología de acuerdo con el espíritu positivo tendría como
resultado el orden social. Esta ciencia ofrecería la completa sistematización de las reglas y
principios de la convivencia, al igual que la Física y la Biología. Comprende dos partes: Estática y
Dinámica. La Estática social estudia las condiciones de existencia que son comunes a todas las
sociedades en todas las épocas. Estas condiciones son, principalmente, la sociabilidad, el núcleo
familiar y la división del trabajo, que se hace compatible con la cooperación de esfuerzos. Comte
atribuye un valor particular a la familia, como garantía aglutinante de la sociedad. Piensa que la
institución familiar está dada por naturaleza y la defiende procurando consolidarla mediante la
prohibición del divorcio. La sociedad, para Comte, está formada por familias, no por individuos. Se
opone también a la igualdad, por considerarla causa de anarquía, al llevar a atribuir cualquier
función a cualquier individuo. Por este motivo defiende también la subordinación de los sexos. Y,
por lo mismo, tiene reservas en relación con las doctrinas democráticas y socialistas sostenidas por
los revolucionarios del 1848.
La ley comtiana pretende describir el curso de la historia humana, la evolución de cada ciencia y el
desarrollo del individuo. Estos tres ámbitos obedecen a una misma ley, dinámica que procede del
estadio teológico al metafísico y, de éste, al científico positivo. Tratándose de una descripción que
debe responder a la evolución histórica real, es lícito preguntarse si el pensamiento metafísico
destruyó efectivamente el saber teológico, y si la ciencia eliminó las instancias filosóficas y
teológicas. Cabe preguntarse también por el momento preciso en el que, según Comte, tuvo lugar
el paso de la mentalidad teológica a la metafísica y si, de hecho, el desarrollo de cada ciencia ha
seguido los estadios indicados por el fundador del positivismo.