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Asignatura: Historia
La clausura del ciclo colonial en América Latina inauguro una etapa política cuyas
características fueron definiéndose a lo largo de la primera mitad del siglo XIX. Se trató de un
tiempo convulsionado, con identificaciones y fracasos. Las independencias, las nuevas ideas
sobre el gobierno, el pueblo, la libertad o la tiranía no alcanzaron para definir una política con
un curso estable y los contemporáneos tuvieron el desafío de sortear conflictos y obstáculos
para mantener unidas a sus naciones.
Ya hacia fines del siglo XVIII, el venezolano Francisco de Miranda había contemplado un plan
unitario a nivel latinoamericano con el fin de librarse de los lazos coloniales y establecer una
gran nación sin fronteras ni divisiones internas. En este utópico estado, no solo incluía las
posesiones españolas, sino también la colonia portuguesa de Brasil, así como las regiones de
habla francesa. Miranda constituyo una fuente de inspiración para hombres como Simón
Bolívar, José de San Martin, Bernardo O’Higgins, Antonio Nariño, Antonio José de Sucre y otros
con quienes se agrupo en la Logia Gran Reunión Americana a fin de proyectar la clausura del
orden colonial y construcción de una nueva soberanía continental.
En aquellos primeros años, los dirigentes de las distintas regiones latinoamericanas debatían
en torno a cuales eran las mejores formas de gobierno. Hubo líderes que apoyaron gobiernos
monárquicos, mientras que otros adhirieron a las ideas panamericanas.
Quienes, como Bolívar, bregaban por la unidad latinoamericana entendían que ya existían las
bases a partir de las cuales edificarlas. En primer lugar, se contaba con lo que los
contemporáneos definían como “vínculos de sangre”. Con esta expresión hacía referencia a la
existencia de antepasados comunes, tanto por la herencia española como por la de los nativos
originarios del continente. A estos vínculos se le sumaban el compartir la misma religión, el
mismo idioma y el haber pertenecido al mismo orden imperial colonial. A pesar de ello las
dificultades de dicho proyecto surgieron rápidamente.
Por otra parte, los intentos unificadores también debieron sortear los inconvenientes que se
presentaron ante las enormes distancias que separaban una región de la otra, así como la
ausencia de redes activas de comunicación.
Finalmente los proyectos de unidad tuvieron otro problemas, aunque existía en las sociedades
latinoamericanas una cultura compartida en la lengua, la religión y las costumbres, también
había importantes diferencias sociales y desigualdades étnicas.