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MÍTICO
JULIET SHARMAN-BURKE y LIZ GREENE
ELTAROT
MÍTICO
Una nueva vía
a las cartas del Tarot
edaf
MADRID - MÉXICO - BUENOS AIRES - SANTIAGO
2018
Título del original inglés: The Mythic Tarot
Editorial EDAF, S. L. U.
Jorge Juan, 68. 28009 Madrid
http:/ /www.edaf.net
edaf@edaf.net
Algaba Ediciones, S.A. de C.V.
Calle, 21, Poniente 3323, Colonia Belisario Domínguez
Puebla, 72180, México. Tfno.: 52 22 22 11 13 87
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Págs.
INTRODUCCIÓN 13
Los orígenes de las cartas del Tarot . . . . . . . . . . . . . . . . . 13
El Tarot Mítico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 18
ÍNDICE 9
Págs.
La Torre ...................................... 95
La Estrella .................................... 99
La Luna ...................................... 103
El Sol ........................................ 107
El Juicio ...................................... 111
El Mundo .................................... 115
10 EL TAROT MÍTICO
Págs.
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 295
RECONOCIMIENTOS 297
ÍNDICE 11
Introducción
Los orígenes de las cartas del Tarot -quién las diseñó primero,
dónde, cuándo y con qué objeto- siguen siendo vagos y escurridi
zos, a pesar de los innumerables libros y artículos que a través de los
años han intentado iluminar la oscuridad en la que están envueltas las
cartas. El perenne encanto de las cartas queda patente no solamente
por estos escritos, � veces cuerdos y eruditos, a veces disparatada
mente místicos; sino también por la fascinación que las cartas del Ta
rot siguen ejerciendo sobre el profano, a pesar de que los escépticos
pretendan burlarse de ellas y relegarlas al contenedor general de las
lecturas superficiales para la hora del té, de las bolas de cristal y otras
rarezas. Sea como fuere, las cartas del Tarot han ocupado la imagina
ción humana durante quinientos años por lo menos, y puede que
mucho más, y desde luego no parece que vayan a desaparecer.
¿Qué son estas extrañas cartas dibujadas que siguen ejerciendo
una misteriosa llamada precisamente sobre aquellos individuos que se
consideran sensibles y que no suelen ser propensos a creer en los mis
terios ocultos? En parte, la respuesta puede ser que las cartas del Ta
rot no son «ocultas» -es decir, no son sobrenaturales y mágicas en
el sentido en que generalmente se usan estas palabras, y no son de ex
clusiva propiedad del iniciado esotérico, aunque a muchos estudian
tes del Tarot les gustaría pensar eso-. Parece ser que en la mitad del
siglo XV -los eruditos del momento creen que las cartas han apare
cido por primera vez en Europa- ellas podían servir a cualquiera que
INTRODUCCIÓN 13
pudiera hacerse con una baraja y que quisiera esforzarse por enten
derlas y usarlas. Con este libro tenemos la intención de devolver a las
cartas del Tarot su accesibilidad primitiva, para que no tengan que se
guir siendo propiedad del erudito o del ocultista que deliberada
mente oscurece su simbolismo.
Todos los que han escrito sobre el tema del Tarot han atribuido
en algún momento el invento de las cartas a una extensa gama de
fuentes. Algunos aseguran que sus orígenes se encuentran en los ri
tuales religiosos y en los símbolos de los antiguos Egipcios; otros su
gieren que proceden de los cultos arcanos de Mitra, en los primeros
siglos después de Cristo. Otros más encuentran coincidencias con las
religiones paganas de los Celtas, o con los ciclos de la leyenda román
tica del Santo Grial que surgieron en Europa Occidental durante la
Edad Media. Otros eruditos serios, basándose en lo que se puede ver
y tocar en los museos, se centran en las cartas más antiguas que tene
mos, y creen que han sido pintadas en el Renacimiento. En efecto, si
queremos basar nuestra investigación de los orígenes del Tarot exclu
sivamente en las pruebas reales, las primeras barajas documentadas de
cartas del Tarot -las que incluyen no solamente los cuatro palos or
dinarios de las cartas de juego, sino también lo que ahora se conoce
como los Arcanos Mayores o Triunfos del Tarot- surgieron en la se
gunda mitad del siglo XV y fueron pintadas en Italia. Hay dos barajas
de esta clase: la primera es conocida como la baraja de Carlos VI, y
la segunda como la baraja de Visconti-Sforza. Pero, en realidad, la
existencia de estas dos barajas de cartas del Tarot, muy bien dibuja
das, no nos dice nada seguro. Lo que pasa es que es todo cuanto te
nemos en nuestras manos. Y si verdaderamente son el primer invento
del Tarot, este documento histórico no puede revelar por qué en la
era moderna nosotros, que hemos dejado atrás hace mucho tiempo
las creencias y los conceptos peculiares del Renacimiento, tendríamos
que encontrar que los símbolos y las imágenes de las cartas tienen se
mejante aspecto de profunda significación. Estas cartas ilustradas pa
recen evocar vagos recuerdos y asociaciones poco conocidas con los
mitos, las leyendas y el folklore, y significan, pese a toda objeción ra-
14 EL TAROT MÍTICO
cional, una especie de historia o secreto que no puede ser formulado
totalmente y que se nos escapa en el momento en que pretendemos
definirlo con demasiado rigor.
El Renacimiento italiano supuso un resurgimiento del pensa
miento griego clásico con su espíritu dinámico de experiencia, aven
tura y acción. Desde la gris, rígida y melancólica visión del mundo de
la Edad Media, el brillante espíritu animador de la Grecia antigua es
talló sobre el mundo Occidental con una enorme energía y unas con
secuencias incalculables. Los manuscritos griegos -sobre todo los
escritos de Platón y de los filósofos Neoplatónicos y Herméticos de
Alejandría y de Oriente Medio- se abrieron camino en Occidente
tras el saqueo de Constantinopla realizado por los turcos en 1453.
Estos manuscritos, que no habían sido utilizados en Europa Occi
dental desde que los godos invadieron Roma, llegaron a Florencia en
un momento en que los gobernantes de esa ciudad simpatizaban con
semejantes escritos heréticos, y el nuevo espíritu de extensión rápida
mente gracias al reciente invento de la imprenta. Ese movimiento
neoplatónico-hermético desafiaba descaradamente las creencias que,
durante muchos siglos, se habían considerado sacrosantas, porque
desobedecía abiertamente a la autoridad de la Iglesia, censurando la
obediencia ciega al dogma, y fomentando el desarrollo psicológico
del individuo. Esa nueva visión del mundo era tan pagana como lo
fue cristiana, y las imágenes de los antiguos dioses y diosas empe
zaron a aparecer en el arte renacentista allá donde antes solo había
habido temas religiosos convencionales. Esto se extendió por Europa
Occidental justo cuando se empezaron a utilizar las primeras cartas
del Tarot que se conocen.
Tenemos que conocer un poco lo que esta nueva visión del
mundo neoplatónico-hermético defendía, para que podamos enten
der mejor el significado de las cartas del Tarot. Podemos también
empezar a vislumbrar precisamente por qué las cartas cayeron en tal
descrédito y fueron asociadas a la labor del Diablo. Fundamental
mente, la nueva visión del mundo desafiaba la vieja idea medieval de
que el hombre era una pobre criatura pecadora que solo podía cono-
INTRODUCCIÓN 15
cer a Dios a través de su intermediaria, la Iglesia. «¡Qué gran milagro
es el hombre!» fue el grito unánime del Renacimiento, porque en la
nueva visión el hombre era un orgulloso cocreador en el cosmos de
Dios. El movimiento neoplatónico-hermético creía que el ser hu
mano era en esencia un microcosmos del universo, y que, por tanto,
el autoconocimiento -conocimiento del alma- era el único verda
dero camino religioso a través del cual el ser humano puede volver
a conectar con sus orígenes divinos. El autoconocimiento era, por
cierto, la primera sentencia de los griegos; el «Conócete a ti mismo»
fue grabado en la entrada del templo de Apolo en Delfos. Y cono
cimiento de uno mismo quiere decir conocimiento de las muchas
y variadas tendencias e impulsos del interior del hombre o de la
mujer, algunas de ellas oscuras y luminosas a la vez, como el conoci
miento de los ciclos del desarrollo que tiene lugar en la vida humana.
La multiplicidad de los dioses Griegos para la mente renacentista que
acababa de despertar era una analogía mejor y más verdadera de
los complejos modelos del universo que el mundo más bien está
tico de la Trinidad con su deidad exclusivamente masculina y bien
hechora. Además, si el hombre era un gran milagro y un cocreador
en el cosmos, tenía derecho a influir en sí mismo y en su mundo,
perfeccionando la creación no tan perfecta de Dios, en vez de acep
tar su suerte con sumisión según el dogma religioso. No es de ex
trañar que la Iglesia se haya vengado con tanta saña, obligando in
cluso a esta nueva visión del mundo a ocultarse en los dos siglos
siguientes.
Junto con los brillantes y polifacéticos dioses griegos, el Renaci
miento adoptó también un método griego de aproximación a los
dioses: el arte de la memorización, que en un principio desarrolló
como una especie de clave pictórica para la meditación. Tanto si el in
dividuo deseaba simplemente recordar el texto de una oración o un
poema, como si quería experimentar la percepción de la conexión del
alma con el universo, estos sistemas comprendían el estudio o la me
ditación sobre una serie de imágenes mágicas, cada una de las cuales
era un símbolo y, por tanto, tenía muchos significados. Un ejemplo
16 EL TAROT MITICO
de sistema de memorización que aún se utiliza en las iglesias católi
cas es el Vía Crucis, que pretendía recrear en la mente y en el cora
zón del observador todas las etapas de la vida de Cristo, su muerte y
su resurrección. Durante el Renacimiento, los sistemas memorísticos
fueron asociados a los talismanes o emblemas mágicos, estampas o
amuletos dirigidos a evocar en el observador el sentimiento de un de
terminado poder que actúa en la vida a muchos niveles. La finalidad
de dicha meditación era la de formar una especie de escalera para al
canzar niveles más altos de conciencia y penetrar en el mundo divino.
Las imágenes de los dioses griegos que aparecen en pinturas, como
en los cuadros de Botticelli o en las primeras barajas del Tarot, no son
simples renacimientos del culto pagano. Se consideraban símbolos de
las grandes leyes que funcionan en toda la creación. La meditación
en estas imágenes estaba dirigida a restaurar el «recuerdo» de la vida
divina del alma, elevando la conciencia individual que está entram
pada en las frivolidades mundanas del mundo material y volviendo a
conectar a la persona con su fuente real.
La Iglesia naturalmente consideraba que semejante comercio con
las imágenes paganas era obra del Diablo, y prohibió drásticamente
que se estudiaran esos temas heréticos. Luego surgió la llamada Ilus
tración, que introdujo la visión «científica» del mundo y aparente
mente puso fin a la necesidad mística de los siglos anteriores, y las
cartas del Tarot fueron condenadas a vivir en el mundo sombrío de
los ocultistas de los siglos XVIII y XIX. Las cartas ya no eran accesibles
al público ni tenían importancia para ninguna idea filosófica o espiri
tual que se aceptara en sociedad, y fueron progresivamente amañadas
y cambiadas de acuerdo con las particulares creencias espirituales del
grupo o de la orden que había conseguido tenerlas. De modo que las
cartas del Tarot que nosotros vemos normalmente son interesantes
híbridos, y están influenciadas por todas estas cosas, desde la Cábala
hasta las leyendas del rey Arturo, desde las prácticas mágicas de nues
tros días hasta el simbolismo de los Rosacruces. Estos híbridos son
interesantes, aunque hayan perdido su original universalidad, y el lec
tor medio, que desea aprender más sobre las cartas, se echa muchas
1 NTRODUCCIÓN 17
veces atrás debido al oscuro simbolismo y quizá a la rígida moral y a
la doctrina espiritual que ha sido inyectada en ellas por una determi
nada escuela esotérica.
El Tarot Mítico
18 EL TAROT MÍTICO
queólogo que haya encontrado los huesos de Edipo o de Hércules.
Pero lo que puede ser falso desde el punto de vista práctico, puede ser
verdadero en un nivel íntimo, como una especie de experiencia subje
tiva. La palabra mito puede significar también un esquema o plan, y
es este el sentido que debemos tener en cuenta a la hora de mirar las
cartas del Tarot. Las imágenes míticas son ilustraciones verdadera
mente espontáneas, surgidas de la imaginación humana, que descri
ben en lenguaje poético las principales experiencias humanas y las
principales tendencias humanas de desarrollo. La psicología ahora uti
liza el término «arquetipo» para describir estas tendencias. Arquetipo
quiere decir una tendencia que es universal y está presente en todos
los pueblos, en todas las culturas, en todas las épocas de la historia.
El nacimiento, por ejemplo, es una experiencia arquetípica. Esto
obviamente es cierto en un nivel concreto -todos, en algún mo
mento, hemos nacido-. Pero es también una experiencia psicológica
de una clase arquetípica, ya que cada vez que empezamos algo nuevo
o entramos en una nueva fase de nuestra vida, se produce una espe
cie de nacimiento. Y el nacimiento implica también otros estados
subjetivos, porque haber nacido significa haber dejado las aguas con
fortables y tranquilas del vientre materno, tanto en un nivel fisico
como en un nivel psicológico. La muerte es también una experiencia
arquetípica: todos vamos a morir algún día. Pero la muerte es tam
bién psicológica, puesto que la vida cambia y nosotros mismos cam
biamos, y cada vez que se produce un final de algún tipo, una sepa
ración o el fin de una fase de la vida, hay una especie de muerte. La
pubertad, cuando el niño o la niña se transforma en hombre o mu
jer, es otro arquetipo. Todos pasamos por las profundas etapas fisicas
y emocionales de la pubertad aproximadamente entre los diez y los
quince años. Pero podemos también pasar por ello muchas veces a lo
largo de la vida, en un nivel interior y subjetivo, cada vez que pasa
mos de un modo de ver las cosas fundamentalmente infantil e inge
nuo a una comprensión plena de la vida que penetra y profundiza en
ella. Por este motivo, un mito como el de la joven Perséfone arreba
tada a su madre por el dios subterráneo Hades es a la vez una ima-
INTRODUCCIÓN 19
gen del proceso de la pubertad con su aterradora separación del con
fortable mundo familiar y la irrupción de la vida desconocida, y una
imagen de una experiencia psicológica que puede ocurrir cada vez
que nos aferramos a unas formas de ver la vida ingenua y virginales y
nos vemos forzados por la experiencia a descubrir profundidades des
conocidas en la vida y en nosotros mismos.
El mito retrata las tendencias arquetípicas en la vida humana a tra
vés de ilustraciones e historias. El mito griego es una descripción so
fisticada y de una creatividad constante de cómo estamos hechos por
dentro. Esto es lo que comprendió la mentalidad del Renacimiento,
y es lo que asoma detrás de la imaginería, siempre desconcertante, de
las cartas del Tarot, que trascienden los cambios culturales y la con
ciencia de los últimos cuatro milenios y nos vuelve a conectar --como
los viejos sistemas memorísticos- con los antiguos y eternos desig
mos.
Vemos, pues, que hay dos caminos para acercarse a las cartas del
Tarot. Podemos coger el camino histórico, que es fundamentalmente
práctico, y podemos tomar el camino psicológico, que es fundamen
talmente arquetípico. Con el primero podemos explicar -o pode
mos al menos intentar explicar- los orígenes y las intenciones inicia
les de las cartas. Pero el segundo descubre la fuente de su fascinación
eterna, a pesar de que ahora estamos más preparados científicamente
y sabemos más. En el mundo imaginario del alma las experiencias no
están relacionadas con la causalidad, sino con el significado. En nos
otros funcionan tendencias distintas a las tendencias concretas, y, a
menos que entendamos algo del alma, las extrañas coincidencias de
las cartas del Tarot pueden parecer espantosas o molestas. Las rela
ciones entre los acontecimientos externos de la vida y las imágenes de
las cartas del Tarot no se producen porque las cartas sean «mágicas»,
sino porque hay un significado en común. Eso es lo que entendemos
por nacimiento, muerte y pubertad, que son experiencias internas
tanto como externas. Encontramos estas experiencias una y otra vez
en diferentes niveles y en distintos momentos de la vida, y así habrá
una carta del Tarot que describirá cada una de ellas, y que de algún
20 EL TAROT MfTICO
modo aparecerá, misteriosamente, sin «causa» aparente, cuando nos
echen las cartas en un momento en que estemos experimentando in
teriormente dicho acontecimiento arquetípico. Así pues, el modo en
que el Tarot «trabaja» en un sentido predictivo es como una especie
de espejo del alma. La naturaleza arquetípica de las imágenes toca en
secreto los acordes inconscientes del que lee la carta, y refleja el co
nocimiento o discernimiento, desconocido hasta entonces, en rela
ción con la situación del cliente, y así revelan claramente cosas que
quizá no podrían ser descubiertas de un modo racional. Por eso los
poderes «clarividentes» y «psíquicos» no son un requisito previo para
un lector sensible, sino más bien un conocimiento de las tendencias
o corrientes que actúan en la vida y que las imágenes de las cartas
reflejan.
Ahora podemos volver a nuestras cartas, y entender mejor el gran
diseño arquetípico, la historia o el mito que aparecen retratados en
sus viejas imágenes.
INTRODUCCIÓN 21
LOS ARCANOS
MAYORES
� veintidós cartas que se llaman los Arcanos Mayores del Tarot son
una serie de imágenes que retratan las diferentes etapas de un camino.
Este camino es algo que tienen en común muchos mitos, leyendas y
cuentos de hadas, así como las grandes enseñanzas religiosas del mundo.
Se trata del camino de la vida que todos los seres humanos han de re
correr, desde el nacimiento, pasando por la infancia y el poder y la in
fluencia de los padres, pasando por la adolescencia con sus amores,
conflictos y rebeliones, pasando por la madurez con sus pruebas mun
danas y sus desafios éticos y morales, pasando por los fracasos y las cri
sis, la desesperación y la transformación, y el despertar de una nueva
esperanza, hacia una eventual victoria y el alcance de la meta, que a
su vez lleva a otro camino. Este ciclo no es tan solo un ciclo de edad
cronológica, sino también un ciclo que se produce muchas veces en
una vida, porque todo lo que nos sucede tiene un comienzo, una mi
tad y un fin. Puesto que el camino retratado por los Arcanos Mayores
es arquetípico, lo cual quiere decir que no importa cuáles sean los de
talles concretos de una vida determinada, larga o corta, banal o dra
mática, buena o mala, ciertas etapas del desarrollo psicológico nos
aguardan a todos. Todos hemos sido niños y hemos tenido padres, y
todos tenemos dentro de nosotros un lado infantil y estamos prepara
dos a empezar de nuevo. Todos hemos experimentado fracasos y
triunfos, grandes o pequeños, y todos crecemos, aunque a veces lo ha
cemos con desgana. Por eso el camino arquetípico de la vida, que es,
en realidad, un camino interior y se produce en muchos niveles dife
rentes, se ha podido hallar a lo largo de los milenios en tanto derro-
26 EL TAROT MITIGO
A veces es dificil decir si, por ejemplo, una aventura amorosa ha
originado una explosión de actividad creativa y un nuevo discerni
miento, o si un nuevo discernimiento y una manera más creativa de
mirar la vida nos han arrastrado hacia una aventura amorosa. Es difi
cil decir también si una quiebra en los negocios origina amargura y
desconfianza en los demás, o si una innata desconfianza y recelo apre
suran la quiebra financiera debido al alejamiento de los socios. Por
eso, las imágenes de los Arcanos Mayores describen ambas cosas, el
estado interno del individuo en un momento determinado de su
vida, y la clase de experiencias que el individuo es probable que en
cuentre en la vida externa. Lo interno y lo externo van juntos, por
que el mismo individuo está en el centro de ambos. Como escribió
una vez el gran psiquiatra suizo Carl Jung, la vida de una persona es
característica de la persona. La adivinación y el discernimiento psico
lógico van parejos a las imágenes de los Arcanos Mayores, porque lo
que nos ocurre por fuera está ligado a lo que nos ocurre por dentro.
El misterio del porqué una determinada carta del Tarot tiene que
aparecer cuando nos echan las cartas, como si «por casualidad» mis
teriosamente tuviera algo que ver no solamente con la situación psi
cológica del «consultante» (la persona que solicita la consulta), sino
también con sus circunstancias en ese momento, es inexplicable en
términos causales corrientes. Por este motivo, mucha gente se ha
asustado de las cartas y cree que hay algo mágico o sobrenatural en
ellas. Pero no es así en el alma humana que contiene profundidades
de las que sabemos poco y que parece que está conectada con el
mundo «externo» por medio de acordes significativos. De alguna
manera, entender el sentido interno de una experiencia particular
-¿Qué tiene que ver esto conmigo?- nos puede ayudar a hacer
frente mejor a esa experiencia y a responder a ella de un modo más
rico y creativo, ya que dicha experiencia ya no se vive como una ca
sualidad o la mala suerte o el destino ciego. Podemos ver las huellas
de nuestra propia forma de ser en cualquier cosa que nos ocurra.
El camino de los Arcanos Mayores es, en realidad, el camino del
Loco, que es la primera de las veintidós imágenes. Seguimos al Loco,
28 EL TAROT MÍTICO
tanto, la imagen arquetípica que la encarna, es una mezcla tan sutil de
positivo y negativo que es imposible separar totalmente lo uno de lo
otro.
Todas las cartas de los Arcanos Mayores son ritos de tránsito
-etapas o procesos, más que resultados finales o situaciones estáticas
que son invariables-. Cada etapa de la vida conduce a la siguiente,
y, aunque intentáramos comprensiblemente detener el tiempo y per
manecer en una situación confortable, no está en nuestro poder
como mortales volver del revés el ciclo progresivo de la vida y dete
nerlo en un lugar recóndito. De modo que al final del camino el Loco
vuelve a empezar, porque cuando nos damos cuenta de que hemos
alcanzado la meta y que hemos conseguido lo que nos habíamos pro
puesto, otra meta, más profunda y más elevada, se materializa tras
la primera, de modo que cada final en realidad es una preparación
para algo más, y empezamos otra vez el ciclo.
Vamos a analizar ahora cada una de las veintidós cartas de los Ar
canos Mayores más detalladamente.
32 EL TAROT MITIGO
a caminar sobre el borde del precipicio sin un momento de vacila
ción. La locura de Dionisos parece locura solo a esa parte de nosotros
que está constreñida al mundo de la forma, los hechos y el orden ló
gico. Pero en un sentido más profundo no es locura, ya que es el im
pulso hacia el cambio que cae sobre nosotros «del cielo», que no
tiene una base racional ni un programa de acción prefijado. El dios
está retratado en pieles de animal, porque, de alguna manera, esta di
mensión intuitiva e irracional de la personalidad humana es una es
pecie de sexto sentido, un instinto animal que oye una música con la
que las orejas, cansadas y acostumbradas a la realidad concreta, no es
tán armonizadas. Dionisos es el hijo del rey de los dioses, y está en
armonía con el espíritu de su padre, aunque este le haya ordenado vi
vir en la tierra con los mortales; pero cuando este impulso nos hiere,
es dificil saber si procede de la morada celeste de Zeus o de un lugar
más oscuro, más subterráneo.
Por eso, Dionisos, el Loco, representa el impulso irracional hacia
el cambio y hacia los horizontes de la vida, abiertos a lo desconocido.
El Loco está en el comienzo de su camino, y cuando nosotros somos
heridos por el misterioso impulso que él representa, estamos también
en el umbral de un camino. Estos impulsos irracionales en ocasiones
pueden ser destructivos, en otras creativos; y muchas veces son am
bas cosas juntas. El dios silvestre puede a veces saltar al borde del pre
cipicio en situaciones penosas y perjudiciales que pueden también dar
lugar a unos comienzos maravillosamente creativos, y el individuo
sentirse inundado por un extraño e inexplicable deseo de un deter
minado alimento espiritual que él o ella no puede comprender del
todo. Pero si nunca contestamos a estas llamadas del otro mundo,
entonces nos hundimos en vidas monótonas, banales y sin sentido, y
al final de nuestra vida nos sorprendemos de lo que nos hemos per
dido y de que el mundo nos parezca tan vacío. Por eso el Loco es
una figura absolutamente ambivalente, porque al comienzo de un ca
mino así no hay ninguna garantía de que lleguemos del todo sin pe
ligro. No comenzarlo significa negar al dios, que en un nivel interno
quiere decir negar todo cuanto hay en nosotros de juvenil, de crea-
34 EL TAROT MITICO
El Mago
36 EL TAROT MITIGO
que podemos adivinar cuál es la dirección a tomar y qué alternativas
nos quedan. El Mago no viene cuando lo llaman, porque Hermes es
un dios astuto y juguetón, y no siempre responde a la que consi
deramos una situación importante. El tiene sus propias ideas sobre
aquello que puede ser importante. Viene por la noche, muchas veces
disfrazado en las pesadillas, o a través del encuentro con otra persona
que de algún modo hace de catalizador por el camino. Hermes puede
aparecer también como un repentino presentimiento, o el descubri
miento que uno hace, más que un pensamiento. El libro que uno lee
«por casualidad», o la visita casual de un amigo, o una de las infinitas pe
queñas «vueltas del destino», son obra del Mago, el guía interior. En
cierto sentido el Mago es el maestro espiritual y el protector del
Loco, justo como en el mito el dios Hermes mandó coser el no-na
cido Dionisos en el muslo de Zeus y cuidó al niño hasta que nació.
Hermes, el Mago, es ese poder inconsciente que cuida de nosotros
aunque no podamos verle, y que aparece como por arte de magia en
los momentos más críticos y difíciles de nuestra vida para ofrecernos
orientación y sabiduría.
Hermes no era un dios con el que se pudiera contar para las deci
siones corrientes de la vida diaria. Podía ser intrincado y traicionero,
y a menudo sus caminos hacían que los hombres y las mujeres se ex
traviaran en la noche, por sendas retorcidas que dejaban atrás el pai
saje conocido y trillado y conducían al caminante hacia parajes extra
ños y desconcertantes. Seguir nuestra intuición no siempre quiere
decir tomar opciones seguras y que den resultado. Muchas veces es
todo lo contrario. Pero como Hermes es el maestro de los cuatro ele
mentos, su sabiduría puede penetrar en todas las esferas de la vida: la
mente, la imaginación, el corazón y el cuerpo. Sin él no tenemos nin
gún resorte, y nos vemos obligados a contar con direcciones de los
demás, y estamos condenados a caminar como ovejas sobre las mis
mas huellas gastadas como todo el mundo. El Loco encuentra al
Mago solo después de haber desafiado al precipicio, porque la guía
interior no se manifiesta cuando uno está cobijado en el vientre ma
terno.
38 EL TAROT MfTICO
La Emperatriz
40 EL TAROT M[TICO
marchitaban, los árboles dejaban caer sus hojas, y la tierra se volvía
inanimada y fría. Pero cada año, a la vuelta de Perséfone, volvía otra
vez la primavera.
A nivel interior, la imagen de Deméter, la Emperatriz, refleja la
experiencia de la maternidad. Eso no quiere decir solamente el pro
ceso físico de la gestación, el parto y la lactancia de la pequeña e
indefensa criatura. Es también la experiencia íntima de la Gran
Madre: el descubrimiento del cuerpo como algo valioso y precioso
que merece cuidados, la experiencia del ser como parte de la natura
leza y arraigado en la vida natural, la apreciación de los sentidos y los
placeres sencillos de la existencia diaria. Si no estuviera esta Gran
Madre dentro de nosotros, no podríamos hacer nada provechoso,
porque esta es la parte de nosotros que tiene la paciencia y la deli
cadeza de aguardar hasta que el tiempo esté maduro para la acción.
Sin ella no podríamos apreciar nuestro yo físico, sino que viviríamos
desconectados, en un mundo puramente intelectual sin ningún
fundamento, sin ninguna relación con la realidad. La experiencia
que un niño tiene de la Madre está relacionada con la sensación de
seguridad y confianza en la vida, y la imagen de la Emperatriz está
igualmente relacionada con la sensación interna de seguridad y
protección en el presente. Ella es sabia, pero no en un sentido
cerebral. Su sabiduría es la sabiduría de la naturaleza, que entiende
que todas las cosas avanzan por ciclos y maduran a su debido
tiempo.
Pero como todas las imágenes de la baraja del Tarot, Deméter
tiene su lado oscuro. No hay nada como la naturaleza que signifique
estancamiento del espíritu, y una apatía y un embotamiento que
aplasta toda posibilidad de cambio. Deméter no es solamente la Ma
dre Buena; es también la Madre del Luto, que no puede renunciar a
sus posesiones y que se venga de toda intrusión de los conflictos de
la vida en su mundo ordenado y paradisíaco. Esta Madre del Luto
puede estar llena de amargura y de resentimiento porque la vida pre
cisa el cambio y la separación, y tienen que producirse los desenlaces.
Por eso, cuando el Loco en su camino arquetípico se encuentra con
42 EL TAROT MfTICO
El Emperador
44 EL TAROT MÍTICO
defendemos en este mundo, la autoridad y la ambición que nos lleva
a triunfar, y la disciplina y la perspicacia necesarias para cumplir con
nuestros propósitos. Este principio masculino, que está presente
tanto en los hombres como en las mujeres, difiere del cuidadoso e in
condicional amor de la madre que encontramos en la carta de la Em
peratriz. Aquí es al espíritu, no al cuerpo, al que se le otorga el valor
más alto, y la acción, más que la intuitiva corriente con la naturaleza,
es lo que se nos pide.
El padre que hay en nosotros fomenta el autorrespeto, porque es
el lado nuestro que puede tomar una resolución por la cual ir al en
cuentro de los restos de la vida. Zeus podría compadecerse del débil
y del desposeído y defenderle. Pero también podría ser cruel y ven
gativo si su autoridad fuera desafiada y sus leyes quebrantadas. Por
eso Zeus, el Emperador, tiene una cara más oscura, que se manifiesta
en un nivel interior como una rigidez y una rectitud implacable. Es
tar en comunicación con el padre interior significa poseer un sentido
de poder, de capacidad para tener ideas y llevarlas a cabo en este
mundo. Estar dominados por el padre interior significa ser esclavos
de una serie de convicciones que aplastan todo sentimiento humano
con su inflexibilidad y arrogancia. Por eso, como el propio Zeus, de
bemos derrocar al viejo gobierno e inaugurar otro más nuevo y más
creativo, para que no nos convirtamos también en pequeños tiranos
o caigamos bajo el maleficio de fecundo, de las necesidades y los pla
ceres del cuerpo, el Loco debe encontrar ahora los principios éticos
sobre los que basar su vida: porque sin el Emperador no somos más
que peones en la vida, conducidos, por dentro y por fuera, por el ins
tinto ciego, echando la culpa de nuestros problemas y de nuestras di
ficultades a otras personas y a la sociedad, porque no podemos hallar
la experiencia interna de fortaleza que el padre encarna.
A nivel adivinatorio, Zeus, el Emperador, presagia una confronta
ción con el resultado de los principios del padre, en las dos formas,
positiva y negativa. Se nos desafia a hacer algo manifiesto, a concre
tar una idea creativa, a construir algo en este mundo, tal vez montar
un negocio, formar un hogar, una familia. Se nos invita a tomar una
46 EL TAROT MITIGO
La Suma Sacerdotisa
48 EL TAROT MÍTICO
nuestra personalidad. Posee también el secreto del destino del indi
viduo, que se gesta en la oscuridad hasta que se cumple el tiempo de
su manifestación. Perséfone, la Suma Sacerdotisa, es una encarnación
de esa parte nuestra que conoce los secretos del mundo interior. Pero
solo puede ser percibida a medias por la conciencia despierta, yapa
rece a través de los fragmentos fugaces de los sueños, o a través de
esas extrañas coincidencias que nos hacen sospechar que pueda haber
alguna tendencia oculta funcionando en nuestras vidas.
Perséfone es una imagen seductora yfascinante, pero no habla de
sus secretos. Del mismo modo, el mundo nocturno del subcons
ciente, entrevisto en los sueños, las fantasías ylas intuiciones, es tam
bién seductor yfascinante, pero cuando intentamos abarcarlo con el
intelecto y «dominarlo» para nuestros propios fines, permanece ca
llado yse escabulle. El mundo oscuro de Perséfone proporciona tan
solo unas vagas visiones de las tendencias ymovimientos que funcio
nan en el interior del individuo, yhace falta paciencia yque el tiempo
pase antes de que puedan ser sacadas a la luz del día. El mito de Per
séfone enfatiza el movimiento cíclico del tiempo, al retratar un ritmo
misterioso, un constante ir y venir de algo. Las semillas del cambio
y las nuevas potencialidades aguardan en silencio en el vientre del
mundo subterráneo antes de ser ofrecidas al cuidado de la Madre
Tierra ysacadas a la luz en el mundo material. Perséfone, la Suma Sa
cerdotisa, es una imagen de esa leynatural que funciona en las pro
fundidades del alma que gobierna la revelación del destino desde una
fuente invisible, y que se manifiesta solo a través de la sensación, la
intuición yel mundo nocturno de los sueños.
SQ EL TAROT MITIGO
El Hierofante
52 EL TAROT MfTICO
nosotros, es la de servir como un padre espiritual, estableciendo una
relación entre el hombre y Dios y aclarando la naturaleza de las leyes
según las cuales hemos de vivir para estar en amistad con Dios. Las
leyes del Emperador, que encarnaban el principio del padre en la tie
rra, están relacionadas con el comportamiento correcto dentro de
este mundo. En cambio, las leyes del Hierofante se refieren al com
portamiento correcto a los ojos de Dios. Sin embargo, Quirón no
simboliza ningún sistema religioso ortodoxo. Es una criatura silves
tre, medio hombre y medio animal, y su templo no está hecho por el
hombre, más bien es una cueva en la montaña. Por eso la ley espiri
tual que transmite no es un hecho colectivo derivado en un dogma,
sino un hecho individual que solo se puede encontrar entrando en
contacto con el sacerdote interior. Por eso cada persona experimenta
a Dios de forma diferente, y nosotros llegamos a nuestro propio en
tendimiento espiritual según la relación particular que tengamos con
lo que «Dios» pueda significar realmente.
La lesión de Quirón le convierte en el Curandero Herido, el que,
a través de su propio sufrimiento, puede comprender y apreciar el su
frimiento de los demás y puede, por tanto, ver más lejos y más alto
que los que tienen la vida resuelta. Por eso Quirón, el Hierofante, re
presenta una parte herida de nosotros mismos, donde algún pro
blema insoluble, alguna limitación, nos hace más hondos y compasi
vos, mientras que de otra manera hubiéramos sido superficiales y
hubiéramos dicho algún tópico sobre la bondad, sin ningún sentido
real de lo que eso significa. El verdadero sacerdote está abierto al su
frimiento del mundo y a su ansia, porque él mismo sufre. La imagen
de Quirón nos recuerda el valor de esas limitaciones insuperables, de
esas heridas que tenemos dentro, que, aunque puedan hacernos pa
decer en nuestra vida normal, sin embargo, nos cuestionan y nos
abren el camino hacia un mayor entendimiento de las leyes más altas
de la vida. Esta paradoja es sugerida por el mismo Centauro, porque
al ser medio dios y medio caballo participa a la vez de los instintos y
del espíritu, y tiene una dualidad que forma parte de nuestra condi
ción humana. Nosotros no somos ni del todo animales ni del todo
54 EL TAROT MITIGO
Los Enamorados
56 EL TAROT MÍTICO
A nivel interno, el Juicio de Paris, tal y como se conoce en la mi
tología, es una imagen de los primeros grandes desafios de la vida
para el desarrollo del individuo: el problema de la elección en el
amor. Este dilema no consiste solamente en tratar de decidir entre
dos mujeres, o dos hombres. Refleja también nuestros valores, por
que nuestras elecciones nos muestran la clase de persona que quere
mos llegar a ser. Paris, a causa de su juventud y de la fuerza impul
sora de sus necesidades sexuales, no puede realmente escoger desde
una perspectiva madura. Su elección se debe a sus deseos, más que a
él mismo. Aquí está el problema del libre albedrío contra la compul
sión de los instintos.
Las consecuencias de las elecciones en el amor son enormes, ya
que afectan a todos los niveles de la vida. La elección compulsiva de
Paris tiene como resultado final el gran conflicto de la Guerra de
Troya. No es que él haya hecho la elección «equivocada», porque no
está todavía lo suficientemente centrado como para comparar las
atracciones eróticas de Afrodita con el resultado de la acción de lle
varse a la mujer de otro. Tampoco se conoce a sí mismo lo suficiente
como para averiguar si el poder mundano o la carrera militar pueden
ser igualmente importantes para él. La contienda le urgía, así como
la vida nos viene con tales desafios antes de que nos sintamos prepa
rados, y en cierto aspecto su «equivocación» es inevitable. El deseo
de otra persona acelera el desarrollo de los valores individuales y del
autoconocimiento a través de los enredos y conflictos que surgen de
la elección que uno ha hecho. Dicha situación no se puede evitar,
porque es arquetípica. Paris es una imagen de esa parte de nosotros
que, gobernada por la incontenible necesidad de satisfacer el deseo,
no puede ver todavía que cualquier elección tiene unas consecuencias
de las que al final tendremos que hacernos responsables. Si no pasa
mos por este bautismo de fuego, no podemos comprender cómo cre
amos nuestro propio futuro, sino que, por el contrario, echamos la
culpa de los resultados al destino, a la fatalidad, o al error de otra per
sona, más que a nuestra propia falta de reflexión.
58 EL TAROT MITIGO
El Carro
60 EL TAROT MITIGO
armonía. Deben ser manejados con fuerza y con firmeza, sin repri
mirlos ni forzarlos, o perderemos el poder y la fuerza para defender
nos en la vida y seguir nuestro camino. Ares, el dios sin padre, es en
cierto aspecto una imagen de la agresividad natural y de los instintos
competitivos del propio cuerpo, porque él carece del padre espiritual
arquetípico que podía proporcionarle la visión y el significado. Pero
su voluntad férrea y su gran valor son una dimensión necesaria de la
forma de ser humano, porque la visión espiritual por sí sola no es su
ficiente para sobrevivir en un mundo competitivo y dificil.
Tras haber suscitado un conflicto como resultado de sus eleccio
nes en amor, el Loco ha de enfrentarse ahora con la segunda gran lec
ción de la vida: el aparato creativo de los violentos y turbulentos im
pulsos de la naturaleza instintiva. Por eso, a través de la figura de
Ares, el conductor del Carro, llega a la madurez. En la carta de los
Enamorados, el Loco es todavía un adolescente, impulsado por ro
mánticos sueños y por el deseo de poseer un objeto bonito. Pero a
través del Carro aprende a hacerse responsable de sus acciones como
un hombre, y afronta la cólera y el conflicto que ha generado tanto
dentro como fuera de sí mismo. Como el Loco, nosotros -hombres
y mujeres- tenemos que aprender a luchar con nuestros enemigos y
con los impulsos guerreros que hay en nosotros mismos, si queremos
sobrevivir en la jungla de la vida. En la mitología, Ares siempre se
mete en líos, bien por una disputa enojosa con alguien, bien por la
cruel persecución de un objeto amoroso. Pero él sobrevive a todas
sus humillaciones y derrotas, y sale fortalecido. Por fin engendra una
criatura que encarna la serenidad que se puede encontrar al final de
un conflicto que ha sido llevado de forma creativa. La lucha que Ares
encarna es una experiencia necesaria. Aunque intentemos llegar a es
tar espiritualmente comprometidos o a amar generosamente, las ten
dencias agresivas que hay en nosotros no mueren. Pueden ser recha
zadas y relegadas al subconsciente, donde vuelven a surgir como
enfermedad o son proyectadas sobre otros que entonces desatan
agresividad sobre nosotros. Pero si conseguimos hallar el reto de
Ares, entonces podemos ser más honrados con esta fuerza vital que
62 EL TAROT MITIGO
La Justicia
64 EL TAROT MITICO
A nivel interior, Atenea, diosa de la Justicia, es una imagen de la
facultad únicamente humana del juicio reflexivo y del pensamiento
racional. Para los griegos, esta facultad era divina, ya que diferenciaba
al hombre de los animales. Por eso representaban a Atenea nacida de
la cabeza del gran Zeus, incontaminada por una madre corporal que
pudiera atarla al mundo fisico e instintivo que compartimos con los
animales. Los juicios de Atenea no se basan en sentimientos persona
les, sino en una valoración imparcial y objetiva de todos los datos
contenidos en una situación, y en unos principios éticos que se man
tienen como constantes líneas de conducta a seguir. La castidad de
Atenea puede ser tomada como un símbolo de la entereza y de la pu
reza de esta facultad reflexiva, que no está influenciada por el deseo
personal. Su enseñanza de las artes civilizadas refleja también la capa
cidad de la mente para domeñar a la naturaleza indómita y transfor
marla a través de la claridad y de la planificación objetiva. Su inclina
ción hacia la lucha por los principios más que por las pasiones emana
de la capacidad de la mente para tomar decisiones basadas en la refle
xión, controlando los instintos.
66 EL TAROT MfTICO
La Templanza
68 EL TAROT MITICO
nión. Por eso Iris vierte agua incesantemente, por detrás y por de
lante, de una copa a otra, porque el sentimiento tiene que fluir cons
tantemente y renovarse según las necesidades de cada momento.
Mientras que los principios éticos de Atenea eran necesariamente es
táticos y universales, el objetivo de Iris, la armonía, requiere un ajuste
continuamente fluido del sentimiento, a veces positivo y a veces ne
gativo. Por eso ella puede ofrecer un cuidado solícito o ejecutar la
venganza de Hera Pero fundamentalmente sirve al reino femenino,
más que al masculino, y cualesquiera que sean las respuestas cambian
tes del flujo -incluso la ira y el conflicto- el objetivo es siempre el
de la cooperación, la armonía y una mayor comunión.
Nosotros no solemos pensar en el sentimiento como una función
inteligente como el pensamiento racional. Las dos cartas de la Justi
cia y de la Templanza están situadas como contrarias y como comple
mentarias. Atenea e Iris son dos imágenes contradictorias, la una sir
viendo al Padre, de cuya cabeza ha salido, la otra a la Madre, la una
defendiendo una verdad abstracta incluso a costa del corazón de uno,
la otra protegiendo el corazón del individuo incluso a costa de la ver
dad abstracta. Aunque estas diosas no eran enemigas en la mitología
-porque Iris no era enemiga de nadie-; sin embargo, pueden ser
enemigas dentro de nosotros, porque muchas veces quieren ofrecer
diferentes soluciones al mismo problema. Cuando tomamos una de
cisión, ¿nos basamos en el pensamiento racional, o en los dictados de
lo que nuestro sentimiento nos dice que es el camino más adecuado
para preservar la comunión? La presencia de estas dos figuras en la
sucesión de los Arcanos Mayores sugiere que el Loco, que es en re
alidad cada uno de nosotros, tiene que integrar a ambas. Por eso, tras
haber aprendido por medio de Atenea a pensar con claridad, el Loco
se encuentra con Iris, diosa del arcoíris, y debe aprender la delicada
valoración del sentimiento, que se diferencia tanto de la impetuosa
emoción reactiva como del sentimentalismo hipócrita.
Pero incluso Iris, diosa del arcoíris, puede ser ambivalente. El
constante fluir del sentimiento para preservar la comunión puede
producir estancamiento, porque no hay nada que impida respirar
70 EL TAROT MfTICO
La Fuerza
72 EL TAROT MITICO
dos caballos de la carta del Carro. El león en la mitología ha sido
siempre asociado a la realeza, incluso cuando esta en su mayor des
tructividad, y este rey de las fieras es una imagen de los comienzos
infantiles, salvajes y totalmente egocéntricos de una individualidad
única. Por eso el León de Nemea no es totalmente malo, sino que
posee una piel mágica que puede ofrecer invencibilidad. Esta inven
cibilidad está relacionada con el sentido de permanencia interno que
procede de un sólido sentido del «mí». Cuando llevamos la piel del
león al que hemos dominado, las opiniones de los demás --el gran
Ellos que tanto temor produce en los corazones de los tímidos- im
portan poco, porque estamos armados en nuestro propio indestruc
tible sentido de identidad.
Por muy prometedor que sea su potencial, el león es salvaje y sa
ñudo. Este rasgo desatado de una persona es la tendencia «primero
yo», que quiere destrozar alegremente todo cuanto se le pone por
delante, con tal que esté asegurada su propia satisfacción. La ira es
una de las manifestaciones de esta tendencia -no la cólera saludable
que podría ser apropiada a una situación, sino un ataque furioso, ex
plosivo, demoledor, que nos da cuando no conseguimos lo que que
remos-. La soberbia implacable es otra de sus facetas -no el res
peto a uno mismo, sino una autovaloración ampulosa e hinchada que
puede volvernos salvajes e inflexibles hacia aquellos a los que estamos
subordinados y que nos roban la fama. El león es, en muchos aspec
tos, como el niño enfadado que hay en nosotros, que pretende que
el mundo gire a su alrededor y destroza ciegamente y sin pensar
cuando eso no se produce. Pero si esta fiera es dominada, entonces
podemos apoderarnos de su mágica piel, que en términos psicológi
cos, quiere decir integrar el poder vital de la fiera y hacer que sirva a
un ego consciente y responsable. Por eso la conquista del león por
parte de Hércules no es, en realidad, una carnicería, sino una especie
de transformación, para que la fuerza y determinación del animal
sean expresadas por un humano y no por una bestia. En esto consiste
la ambivalencia de la carta de la Fuerza, porque Hércules pudo limi
tarse a destrozar a la bestia sin sacar provecho alguna de la matanza.
74 EL TAROT MfTICO
El Ermitaño
76 EL TAROT MfTICO
A nivel interno, Cronos, el Ermitaño, es una imagen de la última
de las cuatro Lecciones Morales que el Loco debe aprender: la lec
ción del tiempo y de las limitaciones de la vida mortal. Nada puede
vivir más allá de su espacio, y nada permanece inmutable, y esta es
una faceta sencilla y evidente de la vida, que, a pesar de su sencillez y
su evidencia, nos es dificil aprender y muchas veces solo con la edad
y la dureza de las experiencias conseguimos comprenderla. Cronos es
un dios que lo mismo encarna el sentido del tiempo como se rebela
contra él. Así él es humillado y destronado, y aprende la sabiduría en
la soledad y en el silencio. En muchos aspectos es una imagen del
mismo cuerpo, que inexorablemente se hace viejo, aunque se rebela
contra su destino mortal. El problema de la soledad y el descubri
miento de que uno es fundamentalmente solo y mortal son los dilemas
que todos los seres humanos deben afrontar. Aceptar esta condición
es también, en un sentido misterioso, una verdadera separación inte
rior de los padres y de la niñez, porque significa renunciar a la fanta
sía de que algún día, en alguna parte, alguien llegue y por arte de ma
gia lo haga todo mejor. «Y entonces vivieron felices para siempre» es
un sentimiento que no puede sobrevivir en el mundo de Cronos. La
juventud da paso a la madurez, y no se puede nunca recobrar en nin
gún aspecto concreto; pero el recuerdo y la sabiduría han destilado
del paso del tiempo, como también el regalo de la paciencia.
La lección del Ermitaño es de las que no se pueden aprender por
la lucha y la conquista. Por eso Cronos está en contraposición con
Hércules, porque la lucha no debe parar el tiempo. Solo la acepta
ción del tiempo otorga los premios de la Edad de Oro de Cronos.
A través de la limitación impuesta y a través de las circunstancias que
solo el tiempo, no la lucha, puede aliviar, el Loco desarrolla la pos
tura reflexiva, introvertida y solitaria, de Cronos, el Ermitaño. Por
eso Cronos es, en ciertos aspectos, una imagen de la humildad, que
muchas veces empieza con la humillación ante aquello que no pode
mos cambiar, pero que puede dar como resultado una cualidad de
tranquilidad y serenidad sin la cual no podemos soportar los obs
táculos y contratiempos que la vida a veces acarrea. Por muy listo que
78 EL TAROT MÍTICO
La Rueda de la Fortuna
80 EL TAROT MÍTICO
más bien la firma visible de algún plan misterioso que está funcio
nando-. El hombre de la derecha ha empezado su ascenso, ayudado
por ese mismo poder oculto que ha encumbrado a una persona y ha
arruinado a otra; mientras que el hombre de la izquierda, en contra
de su voluntad, ha iniciado su descenso, porque la Rueda ha dado la
vuelta y su «suerte» se está viniendo abajo.
Pero la carta de la Rueda de la Fortuna no significa en realidad las
vueltas de la suerte, una casualidad o un accidente. Detrás de la Rueda
están las Moiras, y detrás de los cambios aparentemente fortuitos de
la vida hay un plan inteligente y ordenado. Estas figuras antiguas es
tán dentro de nosotros, hundidas en el vientre del subconsciente, aun
que no forman parte de la personalidad consciente. Nosotros llega
mos a darnos cuenta de ellas a través de sus efectos externos, que
sentimos como el Destino, aunque no proceden de ningún poder ex
terno, sino de dentro, de las profundidades del alma.
La experiencia de la rueda de la Fortuna es, en realidad, una ex
periencia de ese «Otro» que está en nosotros, que normalmente pro
yectamos en el mundo de fuera, echando así la culpa de nuestros re
pentinos cambios de fortuna a alguien o a algo fuera de nosotros
mismos. La vuelta de la Rueda de la Fortuna nos fuerza a darnos
cuenta de este Otro, el movimiento inteligente detrás de la rueda,
que es el destino que llevamos cada uno dentro de nosotros. La ima
gen de la misma Rueda es algo profundo, porque el aro en movi
miento de la Rueda es como el panorama en movimiento de la vida
con que tropezamos; pero el eje queda justo en el centro, una esen
cia o fuente constante e inmutable. Por eso el eje es como el Yo
oculto que «decide» ( aunque no es una decisión del yo consciente)
dirigirse hacia distintas situaciones, acontecimientos, caminos y per
sonas. No es el destino el que viene a buscarnos; mas bien somos nos
otros los que vamos a buscar nuestro destino. En la carta de la Suma
Sacerdotisa, el Loco encuentra esta facultad intuitiva en sí mismo,
personificada por Perséfone, que puede vislumbrar este plan funcio
nando. Aquí, en la carta de la Rueda de la Fortuna, el Loco se en
cuentra con lo que hila el designio, la fuente de la vida misma, apar-
82 EL TAROT MITICO
El Colgado
\',.a.-,;
:,-_� .).,_ .·º ..
implica que la cabeza de Prometeo es una
L
-la mente racional , . , imagen de la pérdida
ya no controla. Como la :'_ "' de la fe que, según la
puesta de sol, esta imagen mística, se llama
simboliza el descenso del . la «noche oscura del
espíritu a la oscuridad ' alma», en la que lo único
del subconsciente. que se puede hacer es
,a¡; �>,: ..,_¡¡
:•.:-� � ... ' esperar, sin tener una
visión segura de cómo va
a acabar todo.
84 EL TAROT MÍTICO
A nivel interno, Prometeo, el Colgado, es imagen de un sacrificio
voluntario para un bien mayor. Este sacrificio puede ser de una cosa
externa o puede ser una actitud interior, pero ha de hacerse de buena
gana y con una aceptación plena del sufrimiento que se nos puede
exigir. En la carta de la Rueda de la Fortuna, el Loco encontraba es
tos golpes repentinos de la suerte que inauguran los cambios de mu
cha trascendencia en la vida. Pero nosotros, como el Loco, podemos
responder de muchas maneras a estos cambios. Hay personas que no
pueden adaptarse y se aferran al pasado que han perdidos. Otras se
vuelven amargadas y le echan la culpa a la vida, a Dios, a la sociedad
o a otra personal. La imagen de Prometeo es un símbolo de esa parte
de nosotros que tiene la perspicacia necesaria como para comprender
que determinados cambios pueden ser necesarios para descubrir un
designio interno que aún no tenemos claro. Por eso, el Titán repre
senta una actitud de sumisión voluntaria a ese misterioso centro cu
yas obras están detrás de las vueltas de la Rueda.
Prometeo, el Colgado, implica una aceptación de la espera en la
oscuridad. Está colgado torturado por la inquietud y el miedo de que
su sacrificio al final pueda ser baldío; tiene aún una expresión llena de
paz. Y su suspensión al final se acaba, modificándole a él y a su rela
ción con los dioses, puesto que se le da la inmortalidad. En muchos
aspectos, Prometeo es una imagen de la renuncia al control, para que
pueda salir a flote un nuevo y más grande sentido de la vida. Puesto
que Prometeo ha hecho al hombre, se puede decir que es hombre
«una especie de espíritu visionario dentro de nosotros, que ve posi
bilidades superiores, y está dispuesto a dejar todo lo que antes consi
derábamos sagrado, para poder conseguir una conciencia mayor.
Como resultado, Prometeo en un principio se hace terriblemente
vulnerable, porque si estamos decididos a realizar un sacrificio seme
jante por fe, entonces nos abrimos a la vida, y la vida puede herirnos.
Pero este precio, de entregar nuestras defensas y hacer el camino en
la soledad y la duda, parece necesario para todo sentido real de aque
llo que nos sostiene cuando nosotros no podemos sostenemos a nos
otros mismos. Es lo que las religiones entienden por verdadera fe, y
86 EL TAROT MfTICO
La Muerte
88 EL TAROT MfTICO
ria para preparar un nuevo ciclo. En la carta del Ahorcado, encontra
mos la experiencia de la sumisión voluntaria a las leyes ocultas del
alma -la decisión de abandonar algo en la esperanza de que pueda
manifestarse una nueva fase de la vida-. Hades, el señor de la
Muerte, representa ese estado intermedio en el que se nos pone cara
a cara con la completa irrevocabilidad de nuestra pérdida, y ante la
sensación de que ha empezado un nuevo crecimiento.
La carta de la Muerte no simboliza necesariamente un final «malo».
La experiencia de un final irrevocable puede acompañar aconteci
mientos tan alegres como el matrimonio o el nacimiento de un niño.
Pero estos acontecimientos no indican solamente un nuevo co
mienzo; significan también la muerte de un viejo modo de vida, y esa
pérdida ha de ser reconocida y lamentada. Por eso tenemos rituales
modernos como las «despedidas de solteros» para reconocer la pér
dida del estado de soltero. Las mujeres (y los hombre, según el caso)
a menudo sienten una inexplicable depresión después de tener un
hijo, porque aún no han llegado a reconocer que una fase de la vida
ha muerto al tiempo que ha nacido una cosa nueva. Por eso hay que
pagarle una moneda a Hades, porque él preside todos los finales y los
nuevos comienzos, y el final es tan importante como el principio, y
ha de ser reconocido y experimentado. Al mundo subterráneo vamos
desnudos, porque no podemos llevar con nosotros nuestros proyec
tos y nuestras actitudes que nos han proporcionado seguridad. Por
eso la carta de la Muerte no es una descripción de la muerte fisica,
sino más bien una imagen de los inevitables ciclos cambiantes de la
vida que siempre contienen finales. A través de los ojos de Hades, la
vida se puede ver como una constante procesión de muertes, empe
zando por tener que dejar las aguas confortables del vientre materno
y acabando con la dura realidad de tener que separarnos de la exis
tencia física. Jamás volveremos a vivir en el paraíso dichoso del
cuerpo de la madre. La infancia debe morir para dar paso a la adoles
cencia y al desarrollo sexual, y, en cuanto a la juventud, por mucho
que nos esforcemos en prolongarla a base de dietas, ejercicios y cos
méticos, con el tiempo tendrá que morir para ir hacia la madurez y la
90 EL TAROT MÍTICO
El Diablo
92 EL TAROT MITIGO
cerca de las islas Equinades escuchó una voz misteriosa que le llamó
tres veces, diciendo: «Cuando llegues a Palodes proclama que el dios
Pan ha muerto». Eso sucedió al tiempo que el cristianismo nacía en
Judea. Pero la presencia de esta carta entre los Arcanos Mayores del
Tarot sugiere que Pan no ha muerto. Lo que pasa es que ha sido re
legado a los escondites más bajos del subconsciente, y representa
aquello que nosotros tememos, aborrecemos y despreciamos en nos
otros mismos, y que incluso nos esclaviza a través de nuestro mismo
miedo y de nuestra misma repugnancia.
El problema de la vergüenza respecto al cuerpo y a los impulsos
sexuales, sobre todo esos impulsos que el psicoanálisis ha sacado
tanto a la luz en este siglo -las fantasías incestuosas, la atracción ha
cia las funciones corporales y las excreciones, la sensación de que se
trata de algo sucio y perverso, cabruno e hirsuto, horroroso e infe
rior- es el problema que personifica Pan, el Diablo. Incluso el
hombre y la mujer más «liberados» sexualmente pueden experimen
tar esta secreta vergüenza respecto al cuerpo. Podemos hallar algo
noble y romántico en el león rabioso de la carta de la Fuerza, o en
los caballos testarudos del Carro. Pero es más dificil percibir la no
bleza en Pan. No obstante, en la mitología él no era malo, simple
mente era bravío, amoral y natural. Es el estancamiento de los hu
manos que están sometidos al terror y a la fascinación lo que crea el
problema. La carta del Diablo significa bloqueos e inhibiciones, ge
neralmente de tipo sexual, que surgen de nuestra incapacidad de en
tender a Pan. Es verdad que es horroroso, pero es el Gran Todo: la
vida brutal del propio cuerpo, amoral y crudo, pero no por eso me
nos dios. La energía que gastamos manteniendo al Diablo en su
cueva, avergonzado y escondido, es una energía perdida para la per
sonalidad, pero que puede ser rescatada con un resultado inmensa
mente poderoso si queremos mirar a Pan a la cara. Por eso el Loco
tiene que aprender a enfrentarse con los aspectos más bajos y más
vergonzosos de sí mismo, o será siempre esclavo de su propio
miedo. Entoncés, para ocultar su secreto vergonzoso, puede querer
ser superior y proyectar su propia bestialidad en otros, arrastrándo-
94 EL TAROT M[TICO
La Torre
A nivel interno, la Torre atacada por el dios es una imagen del de
rrumbamiento de las viejas formas. La Torre es la única estructura
hecha por el hombre en los Arcanos Mayores y por eso es una repre
sentación de las estructuras, internas y externas, que nos hacemos
nosotros mismos, como Minos, como defensas contra la vida y como
96 EL TAROT MfTICO
escondite para ocultar nuestros lados menos agradables a los demás.
En muchos aspectos, la Torre es una imagen de las fachadas social
mente aceptables que nosotros adaptamos para ocultar a la bestia que
llevamos dentro. Entonces utilizamos nuestras profesiones, nuestras
buenas credenciales, nuestras afiliaciones a instituciones y compañías
respetables, nuestros papeles sociales cuidadosamente educados,
nuestras sonrisas más corteses y nuestros saludos más diplomáticos,
nuestro aspecto inspirado en las revistas de moda y nuestra moral in
culcada por la familia, para ocultar ese secreto vergonzoso que en la
carta del Diablo aguarda al Loco en el mundo subterráneo. La Torre
es una estructura de valores falsos o demasiados grandes, esas actitu
des hacia la vida que no salen de la integridad del ser, sino que son
«puestas» como si fueran trajes en un juego que sirve para impresio
nar a la audiencia. La Torre representa también las estructuras que
construimos en el mundo externo para encarnar nuestras personali
dades incompletas .
Por eso, cuando el Loco se enfrenta al gran dios Pan en el cen
tro del Laberinto, es transformado por el encuentro. Es más hu
milde, más completo y más real. Inevitablemente, este cambio dará
lugar a transformaciones en la vida externa. Del mismo modo que
nuestras actitudes se ven alteradas por cualquier encuentro que ten
gamos con lo que está en el subconsciente, así también son los mo
dos de vida que elegimos. Una de las razones por las que mucha
gente tiene miedo a este proceso de autoanálisis es que intuye que,
si descubre su verdadera naturaleza, ya no va a poder fingir ante los
ojos del mundo. Un encuentro honrado con el Diablo necesita una
profunda integridad interior, y por eso la Torre, el edificio que re
presenta los valores del pasado, puede venirse abajo. El Loco se da
cuenta de qué manera ha traicionado su propia esencia, y este
trauma es como el tridente de Poseidón atacando al Laberinto: res
quebraja las defensas y rescata esas partes de nosotros mismos que
han sido esclavizadas. En muchos aspectos, el Minotauro es como el
Diablo, porque ambos representan un secreto bestial relacionado
con el cuerpo y con las sensaciones sexuales vergonzosas que han de
98 EL TAROT MÍTICO
La Estrella
110 ELTAROTMITICO
El Juicio
El As de Copas
La carta del As de Copas retrata a una hermosa mujer
morena que sale de la espuma del mar sujetando una sola
copa de oro.
El Dos de Copas
La carta del Dos de Copas retrata el encuentro inicial
entre Eros y Psique. Psique, vestida de blanco para indicar
su vi'f;ginidad, es confinada por orden de Afrodita a una
roca alta rodeada por el mar. A sus pies hay copa de oro.
Ella mira hacia el horizonte, aguardando su muerte segura
en la boca del monstruo que está agazapado bajo el mar.
El Tres de Copas
La carta del Tres de Copas retrata la boda de Eros y Psi
que. De pie sobre una roca rodeada por el agua, Psique nos
mira en traje de novia, con el pelo adornado de flores. Tiene
un ramo de lirios blancos. Detrás de ella está el novio al que
no puede ver -Eros, el radiante dios del amor, armado con
su arco y su aljaba de flechas de oro-. Alrededor de ellos
danzan en un circulo tres ondinas o ninfas del agua, cada
una de ellas saliendo del agua y sujetando hacia arriba
una copa de oro para celebrar la boda.
El Cuatro de Copas
La carta del Cuatro de Copas retraía a Psique, sentada
en el bonito palacio del dios Eros. A través de las columnas
blancas se puede entrever el mar. A ambos lados de Psique
están sentadas sus odiosas hermanas, vestidas de rojo y de ne-
Los Cuatros, en todos los palos de los Arcanos Menores, son las
cartas del divino descontento. Aunque parezca que todo va bien y
que todo es reconfortante, sin embargo, existe la duda y la sospe
cha. El Cuatro de Copas retrata este descontento a nivel de senti
miento. Psique vive en la abundancia y es visitada de noche por su
esposo amante y tierno, pero a pesar de eso ella no está satisfecha.
Las hermanas, envidiosas y poco atractivas, son en cierto aspecto el
impulso interno del alma de la propia Psique, porque, aunque ellas
sean malévolas y negativas y la hagan dudar, después de todo anali
zan un problema real: la ceguera de Psique y su ignorancia respecto
a lo que es, en realidad, su compañero. Por eso, la realización inicial
del Tres ya ha demostrado ser una contrariedad, ya que hay una con
ciencia cada vez mayor de que algo va mal, de que algo no se ha he
cho bien. Cada uno de nosotros tiene dentro esas odiosas hermanas,
una especie de lado sombrío de la personalidad que tiene mala in
tención, pero que en el fondo da buen resultado, porque nos fuerza
a examinar más profundamente nuestras relaciones emocionales con
los demás y a exigir más honradez. Si Psique hubiera permanecido
en su estado, ciego y dichoso, de ignorancia, nunca habría crecido,
ni habría alcanzado jamás la potencialidad plena tanto en su relación
con Eros como consigo misma. Por eso, el Cuatro de Copas, la carta
de los sentimientos descontentos y de la insatisfacción emocional
por un motivo no aparente, es negativa y positiva a la vez. Retrata
todas nuestras sospechas bajas y mezquinas y todas nuestras dudas
respecto al otro; y esto constituye la semilla de toda traición. Aun
que retrata también una misteriosa fuerza inteligente que funciona
en el individuo, y que sabe de alguna manera que hay mucho más
cammo que recorrer.
El Cinco de Copas
La carta del Cinco de Copas retrata las consecuencias de
la traición que Psique le hace a Eros. Sus hermanas habían
despertado sus temores hasta tal punto que rompió la pro
mesa hecha a su esposo y encendió una lámpara para ver su
rostro dormido. Aquí vemos a Psique de pie, trastornada,
ante el lecho nupcial vacío, la lámpara en una mano, la
otra mano buscando desesperadamente la figura de Eros
que se retira y que podemos entrever mientras desaparece
tras las columnas de mármol de su bonito palacio. En pri
mer plano, hay cuatro copas volcadas, con sus contenidos de
rramados por el suelo. Al lado de ellas queda una quinta
copa de pie, totalmente intacta.
El Seis de Copas
La carta del Seis de Copas retrata a Psique sentada en
una roca, detrás de la cual se puede ver un mar tranquilo.
En su mano izquierda lleva una copa de oro, que ella con
templa pensativa. En su mano derecha lo que queda de su
El Siete de Copas
La carta del Siete de Copas retrata a la diosa Afrodita
enfrentándose a Psique con los trabajos que esta tiene que
realizar para conquistar de nuevo a Eros. Psique está arro
dillada encima de una roca ante la diosa, y reconoce su di
vina soberanía en todos los asuntos de amor. Afrodita, sa
liendo del agua, señala hacia la séptima copa de oro que
flota en las nubes ante ella.
El Ocho de Copas
La carta del Ocho de Copas retraía a Psique realizando
la última labor que Afrodita le ha asignado: meterse en el
mundo subterráneo para traer un frasco de belleza de Per
séfone. Psique aparece con las manos vacías, mientras des
ciende los peldaños hacia la oscuridad del mundo subterrá
neo, y su cara está triste y resignada porque ha cogido un
camino del que no sabe si va a salir viva. Detrás de ella, se
quedan ocho copas de oro, ordenadas en fila.
El Diez de Copas
La carta del Diez de Copas retrata la elevación de Psi
que al estado divino, para que pueda entrar en el mundo
de los dioses con su esposo. La pareja está otra vez en el bo
nito palacio de Eros, con las manos unidas. Psique ya no
lleva su blanco vestido vi,;ginal, ahora lleva un vestido do
rado, con su suave resplandor, y sobre sus hombros, igual que
su marido, luce un par de alas de oro. Ante ellos hay diez
copas de oro.
La Sota de Copas
La carta de la Sota de Copas retrata a un niño de unos
doce años, moreno, con una túnica de color lila claro, arro
dillado al borde de un estanque azul oscuro. En el suelo,
junto al estanque, hay una copa de oro, en la que el mucha
cho se fija atentamente, porque está estudiando el reflejo de
su propio rostro y está impresionado por su belleza. A su al
rededor crecen montones de lirios y narcisos, en capullo, aún
sin florecer. Un paisaje silvestre oculta un cielo azul celeste.
Las figuras del palo de Copas están representadas por figuras mí
ticas que encarnan las características típicas del palo. Aquí, en la carta
Por eso Narciso, la Sota de Copas, es una figura ambigua. Por una
parte, la Sota de Copas, como imagen de los dulces comienzos de la
vida afectiva, sugiere el nacimiento de algo nuevo, una capacidad para
amar, o la renovación de la fe en el amor que puede haberse deterio
rado anteriormente o puede haber sido machacada por una relación
desgraciada. Entonces la sensación de amor a sí mismo, que encarna
Narciso, es el comienzo de la curación, por muy vano e infantil que
eso pueda parecer. Mucha gente, tras una separación traumática o la
pérdida de un ser querido, pasa mucho tiempo en una especie de cre
púsculo emocional, en el que siente que no tiene nada que dar a na
die. Muchas veces, durante este tiempo, uno ya no se ocupa de sí
mismo. Pero los suaves y delicados despertares de esta renovación de
la capacidad de amar a menudo se manifiestan en un lento y gradual
interés en uno mismo-el cuerpo de uno, el ambiente-, tratando de
agradar y de alimentarse con cosas que proporcionan placer más que
dolor o recuerdos de dolor. Este es un proceso que se tiene que dar
antes de que el individuo esté preparado para afrontar otro encuentro
emocional. La Sota de Copas, igual que las otras Sotas de los Arcanos
Menores, sugiere algo frágil y delicado, que se puede malinterpretar y
aplastar con facilidad. Así es también nuestro incipiente amor propio
que al final puede conducir a una vida de relación más realizada. Tam
bién podemos decir fácilmente que Narciso es duro y egoísta, porque
no tiene ojos más que para sí mismo. Pero él tiene que empezar a
verse a sí mismo antes de poder ver a alguien más, y es interesante ob
servar que en la mitología es su madre la que intenta mantenerle ale
jado del conocimiento y de la aceptación de sí mismo.
El final más bien triste de la historia de Narciso puede tener tam
bién muchas lecturas. En cierto aspecto, la Sota de Copas y todo lo
que encarna tiene que transformarse --o «morir»- antes que el amor
de otra persona pueda desarrollarse plenamente. Pero esto se tiene
que producir con el sacrificio de uno mismo, un genuino desplaza-
El Caballo de Copas
La carta del Caballo de Copas retrata a un joven pá
lido y hermoso, de pelo negro y mirada espiritual, montado
en un elegante caballo blanco. Viste una túnica violeta y
una armadura de plata con escamas de pez, y lleva un
casco de plata coronado con una cola de pez, también de
plata. Conduce con garbo su caballo a través de un arroyo
burbujeante, donde los peces saltan del agua. A su alrede
dor, hay un romántico paisaje de bosques y verdes colinas,
mientras que en el horizonte se puede divisar el mar bajo el
cielo azul celeste. El Caballero sujeta con una mano una
copa de oro.
La Reina de Copas
La carta de la Reina de Copas retraía a una mujer pá
lida, de una belleza misteriosa, con un pelo negro, la1¿Jo y
abundante, con un vestido azul-verdoso y una corona de
oro. Está sentada en un trono de oro cuyos brazos están es
culpidos con serpientes de oro. Sus ropas se extienden hasta
un estanque azul oscuro que está a sus pies. En una mano
sujeta una manzana de oro; en la otra, un copa de oro en
la que se fija con una mirada de concentración profunda.
Tras ella, más allá de unos campos fértiles y verdes, se puede
vislumbrar un mar azul oscuro, bajo un cielo intenso.
El Rey de Copas
La carta del Rey de Copas retrata a un hombre pálido,
de pelo negro y barba negra, con unos ojos negros y simpáti
cos, vestido con una ropa azul oscuro, y con una corona de
oro. Está sentado en un trono de oro cuyos brazos están es
culpidos con cangrejos de oro. En una mano sostiene una
copa de oro; en la otra, una lira. A sus pies hay unos pelda
ños que descienden al agua de un puerto, de la que se ve sa
lir un cangrejo. Tras él, al otro lado del promontorio de la
tierra en la que está asentado su trono se puede vislumbrar
un mar turbulento.
·.• •�
::1·.
Las cartas numeradas
El As de Bastos
La carta del As de Bastos retrata a un hombre maduro,
de constitución fuerte, con pelo y barba de color castaño ro
jizo, con una corona de oro y una túnica de púrpura impe
rial. Está de pie, con porte regio, ante un paisaje de picos al
tos, cubiertos de nieve. Sobre un hombro, arrastrándolo por
el suelo, lleva colgado el vellocino de oro de un carnero. En
su mano derecha sostiene el globo del mundo. En su mano
izquierda lleva un flamante bastón.
El Dos de Bastos
La carta del Dos de Bastos retrata al Joven Jasón de pie
ante la cueva del Centauro Q;tirón, en equilibrio, antes de
emprender su viaJe para ir a reclamar su herencia. Quirón
está medio escondido en la oscuridad de la cueva. Jasón, ves
tido con una tánica escarlata, empuña firmemente dos es
padas llameantes.
El Tres de Bastos
La carta del Tres de Bastos retrata a Jasón recién lle
gado a la ciudad de Yolcos. Lleva solo una sandalia, ya que
perdió la otra al cruzar el río, confirmando de ese modo el
oráculo que ha profetizado su llegada. Está de pie, triun
fante, llevando en su mano derecha tres varas llameantes.
A sus pies se arrodilla el usurpador, el Rey Pelías, de pelo ne
gro y barba negra, vestido de púrpura real, y le ofrece con
aparente humildad la corona de oro que él ha robado ile
galmente.
El Cuatro de Bastos
La carta del Cuatro de Bastos retrata a Jasón celebrando
con sus compañeros de a bordo la construcción de la gran
nave A1210, que los va a llevar en su viaje a Cólquide para
encontrar el Vellocino de Oro. La nave, adornada con velas
escarlata que llevan el emblema de un broche de oro en fi
gura de sol, espera la marea. Alrededor de la figura de Ja
són, vestida de escarlata, están de pie cinco de sus heroicos
compañeros: Hércules (al que encontramos en la carta de la
Fuerza, en los Arcanos Mayores), con su piel de león y una
vara llameante; Teseo, Rey de Atenas (al que encontraremos
más tarde en la carta del Rey de Bastos, en los Arcanos Me
nores), con una corona de oro, vestido de carmesí y con una
vara llameante; Cástor y Pólux, los Gemelos Guerreros (a los
que encontraremos más tarde en la carta del Rey de Espa
das), ambos con una armadura de plata y llevando cada
uno una vara llameante, y Orfeo el Cantor (al que hemos
encontrado en la carta del Rey de Copas), vestido de azul y
sosteniendo su lira.
El Cinco de Bastos
La carta del Cinco de Bastos retrata la batalla de Jasón
con el dragón que guarda el Vellocino de Oro. El dragón,
inmenso y cubierto de escamas verdosas, vomita fuego de su
boca mientras aprieta el valioso Vellocino entre sus garras.
]asón lucha contra él con dos varas llameantes. De pie, a su
lado, está su amante y ayudante, la hechicera Medea, hija
del Rey Eetes de Cólquide, que tiene el Vellocino en su poder.
Ella es hermosa y morena, ataviada con un vestido fla
mante, y lleva tres varas llameantes.
El Seis de Bastos
La carta del Seis de Bastos retrata a Jasón victorioso des
pués de su lucha con el dragón. El héroe sostiene el Vellocino
de Oro en alto, en señal de triunfo. Tras él, seis de sus com
pañeros heroicos están de pie, llenos de alegría, llevando
cada uno de ellos una espada llameante.
El Siete de Bastos
La carta del Siete de Bastos retrata la lucha de Jasón con
el Rey Eetes de Cólquide, batalla que ha de ganar para po
der llevar el Vellocino a Yolcos. Jasón, sosteniendo dos varas
llameantes, lucha con el rey, que lleva una túnica flame
ante y sostiene una vara llameante. Dos de los Compañeros
heroicos de Jasón -Hércules y Teseo- pelean con dos de los
guerreros armados que ha salido de los dientes del dragón.
Los dos héroes y los dos guerreros de Cólquide llevan todos va
ras llameantes.
El Ocho de Bastos
La carta del Ocho de Bastos retraía el viaje de Jasón
desde Cólquide tras escapar del enfurecido Rey Eetes. Vamos
a la nave A,;go con las velas desplegadas, con ocho varas lla
meantes alineadas en cubierta, lanzando fuego al viento.
Siguiendo la estela lisa del barco, unos delfines juegan entre
las olas.
El Nueve de Bastos
La carta del Nueve de Bastos retraía la lucha final de
Jasón y sus Ar;gonautas antes de alcanzar la meta: el paso a
través de las Rocas Chocantes. A lo lejos se puede observar la
ciudad de Yolcos, con nueve varas llameantes haciendo se
ñas en la orilla. Alrededor de la ciudad, el mar está en
calma. La nave Ar;go pasa con las velas rotas entre las ame
nazadoras rocas, aunque todavía no ha llegado a estar a
salvo al otro lado. Alrededor de la nave la tempestad arre
cia y el mar es turbulento.
La Sota de Bastos
La carta de la Sota de Bastos retrata a un muchacho de
unos doce años, con el pelo ensortijado, castaño rojizo, y una
túnica anaranjado claro. Cabalga sobre el lomo de un car
nero de vello dorado, que vuela sobre los campos amarillos y
verdes sosteniendo una vara llameante que lanza fuego al
viento detrás de él. Delante de él hay un sol naciente que cu
bre el paisaje de un vivo resplandor anaranjado.
Frixo era hijo del Rey Atamas. Este Atamas se casó con una mu
jer-fantasma llamada Nefele, por orden de Zeus, y ella le dio dos hi
jos: un chico, Frixo, y una chica llamada Hele. Pero la mujer-fan
tasma con el tiempo se desvaneció, y Atamas se casó con una mujer
mortal, Ino, que estaba celosa tanto de su predecesora como de los
hijos de ese matrimonio sobrenatural. Ino convenció a las mujeres
del contorno a que quemaran en secreto los granos de trigo para que
la cosecha se malograra, y entonces invocaran al Oráculo de Delfos
pidiendo el sacrificio de Frixo al dios Zeus, para levantar así la «mal
dición». Con eso pretendía dejar el camino libre para que un hijo
suyo fuera el heredero del rey.
Pero Zeus se enfadó porque su nombre fuera utilizado para una
complicidad tan vengativa, y mandó un carnero dorado y alado para
rescatar a Frixo. El muchacho subió al carnero y colocó a su hermana
detrás de él, y el carnero voló hacia el este, hasta la tierra de Cól
quide. Hele se soltó, y cayó al mar; pero Frixo llegó a Cólquide y sa
crificó el carnero a Zeus el Libertador. Por eso es una especie de
mensajero o que prepara una etapa que abre la acción antes de que
héroes más conocidos entren en la etapa.
Frixo, la Sota de Bastos, es una imagen del delicado comienzo de
la imaginación creadora, que está casi siempre reñida con la gente
más realista y con las exigencias y responsabilidades del mundo. El
peligro en el que se encuentra el chico no es característico de la Sota
de Bastos, porque esta figura, aunque promete una posibilidad fu-
El Caballo de Bastos
La Reina de Bastos
La carta de la Reina de Bastos retrata a una mujer bo
nita y radiante con una abundante cabellera castaño-ro
jiza, con un vestido de color azafrán y una corona de oro.
Está sentada en un trono de oro en cuyos brazos hay esculpi
das cabezas de leones, y a sus pies, sobre una cadena de oro,
yace una leona durmiendo. La mujer sostiene una vara lla
meante. A su alrededor se extiende un paisaje de ricos cam
pos verdes y dorados bajo un intenso cielo azul.
CUATRO DE ESPADAS
Las cartas numeradas
El Dos de Espadas
La carta del Dos de Espadas retrata a Orestes, de her
moso pelo y vestido con una túnica gris, de pie como si estu
viera paralizado, con los ofos herméticamente cerrados y ta
pándoselos oídos con las manos. De pie, a su izquierda, está
su madre, la Reina Clitemnestra, con el cabello de oro y la
corona también de oro, vestida con un trafe lila claro. Ella
sostiene una espada con la punta vuelta hacia el Joven prín
cipe y posa su mirada furiosa sobre su cabeza y sobre su es
poso, el Rey Agamenón, de hermosa cabellera y barba rubia,
vestido con una túnica azul celeste y armado hasta los dien
tes. El también sostiene una espada con la punta vuelta ha-
El Tres de Espadas
La carta del Tres de Espadas retrata al Rey Agamenón
asesinado en el baño. El cadáver del rey yace inerte en
el agua. A la izquierda, Egisto, moreno de pelo y barba, y
con una túnica gris oscura, atraviesa el corazón del rey con
una espada. Otra espada está enhiesta, con la punta oculta
en el cuerpo inerte. A la derecha está Clitemnestra, atra
vesando también el corazón de su esposo con una espada. Al
otro lado del pórtico de mármol, se puede observar un cielo
negro, melancólico, encapotado, sobre los picos de la mon
taña.
El Cuatro de Espadas
La carta del Cuatro de Espadas retrata a Orestes exi
liado a Focea. Está tranquilamente sentado en el suelo,
contemplando cuatro espadas que yacen ante él formando
un dibujo. Tras él, se puede observar un cielo tranquilo
y claro, con algunas nubecillas y una vista de picos ne
vados.
El Cinco de Espadas
La carta del Cinco de Espadas retrata a Orestes, sentado
en el suelo mirando al dios Apolo que se le ha aparecido
para hablar con él de su destino y de su obligación --vengar
la muerte de su padre-. Apolo está de pie a la derecha, y
señala severamente a las cinco espadas que sostiene en su
mano derecha. A lo lejos, se puede ver unas nubes negras que
se ciernen sobre los picos de la montaña.
El Seis de Espadas
La carta del Seis de Espadas retrata a Orestes de pie, en
una postura llena de dignidad, encima de una barca li
gera. Va envuelto en una capa de color malva claro y mira
fijamente, a través del agua, hacia la ciudad de A¡:q-os, que
podemos divisar a lo lejos. Seis espadas están enhiestas, con
las puntas clavadas en el casco de la barca. En primer
plano, las aguas son turbulentas, y en el cielo se pueden ob
servar unas nubes tormentosas. Pero conforme Orestes se va
acercando a su ciudad, el agua parece calmarse, y el cielo
sobre la ciudad es claro.
El Siete de Espadas
La carta del Siete de Espadas retrata a Orestes, embo
zado en su capa, penetrando furtivamente en el palacio de
A1¿Jos. Lleva en sus brazos siete espadas. La calle es oscura,
y la entrada al palacio es un portal negro y desagradable.
A lo lejos, más allá del palacio, podemos ver una sutil luna
creciente que brilla en un cielo negro sobre los picos de la
montaña.
El Ocho de Espadas
La carta del Ocho de Espadas retrata a Orestes en un
gesto de temor, con las manos levantadas para defenderse de
su sentencia. Lo rodea un círculo de ocho espadas, con las
puntas clavadas en el suelo. De pie, a su izquierda, está
Apolo, mirándole serio y enfadado. A su derecha se agaza
pan las tres Furias, vestidas de negro, con unas caras blan
cas y odiosas cabellos de serpiente y coriáceas alas de murcié-
El Nueve de Espadas
La carta del Nueve de Espadas retrata a Orestes de pie,
tapándose los oídos con las manos. Tras él, las tres Furias se
ciernen amenazadoras en una masa de nube gris. Cada
una de ellas sostiene tres espadas, y las nueve espadas apun
tan al joven príncipe. Tras ellas, el cielo es negro sobre las
montañas.
La Sota de Espadas
La carta de la Sota de Espadas retrata a un muchacho,
vestido con una túnica azul claro, arrodillado entre las nu
bes en un cielo turbulento. Su bonito pelo ondea al viento
que sale de su boca porque sopla con fuerza. Sostiene en su
mano una espada de plata. Debajo de él se puede ver un
paisaje montañoso gris.
El Caballo de Espadas
La carta del Caballo de Espadas retrata a dos jóvenes,
gemelos idénticos, vestidos con unas tánicas gris claro y una
armadura de plata, con cascos de plata sobre su hermoso ca
bello. Cada uno de ellos sostiene una espada de plata, y am
bos están montados en el dorso de un caballo gris claro. El
caballo está agitado, sus patas delanteras están estiradas
como si estuviera a punto de coger el vuelo, y los gemelos tie
nen sus espadas en alto como si estuvieran preparados para
la batalla. Sobre el caballo y los jinetes hay un turbulento
cielo gris, con nubes que se deslizan rápidamente.
La Reina de Espadas
La carta de la Reina de Espadas retrata a una mujer
fría, severa de rostro pero hermosa, de pelo rubio, austera
mente vestida con un sencillo traje azul claro. Lleva una co
rona de oro, y está sentada en un trono de plata. En una
mano sostiene una espada de plata; en la otra, un jarro que
echa agua hasta el suelo. Detrás de ella se puede observar
una panorámica de las montañas cubiertas de nieve bajo
un cielo azul, tranquilo y frío.
El Rey de Espadas
La carta del Rey de Espadas retrata a un hombre her
moso de rasgos cincelados, bonito pelo y bonita barba, vestido
de gris y con una corona de oro. Está sentado en un trono de
plata en cuyos brazos está esculpido el emblema de una per
fecta armonía el triángulo equilátero. En una mano sos
tiene una espada de plata, en la otra, una balanza con dos
platillos. Tras él se extiende un paisaje de picos de una mon
taña bajo un nuboso cielo gris.
',I•�·
El As de Pentáculos
La carta del As de Pentáculos retrata la figura de un
hombre moreno y con una lar;ga cabellera rizada y cas
taña y una cola de pez, saliendo de las profundidades del
mar y llevando en alto un solo pentáculo de oro. A su alre
dedor hay unos arrecifes cubiertos de parras con un mon
tón de racimos maduros, mientras que se observa en lonta
nanza un paisaje de fértiles y verdes colinas abierto sobre
una bahía.
El Tres de Pentáculos
La carta del Tres de Pentáculos retrata a Dédalo de pie
sobre una plataforma elevada o estrado, vestido tan solo con
su túnica ocre y su delantal de cuero. Tres atenienses están
de pie ante él, vestidos con ropas austeras, pero buenas.
Cada uno de ellos le ofrece un pentáculo de oro. Alrededor
de los cuatro hombres hay racimos cat;gados de uvas que
cuelgan de una parra, y un fondo de colinas verdes se puede
observar contra un cielo azul claro.
El Seis de Pentáculos
La carta del Seis de Pentáculos retrata a Dédalo arro
dillado en acto de respeto, con las manos juntas en gesto de
súplica. Sentado ante él en un trono de oro está el Rey Mi
nos de Creta --un hombre maduro con el pelo y la barba ne
gros y la tez morena, vestido de púrpura regia y llevando
una corona de oro-. El rey sostiene en sus manos seis pen
táculos de oro, y se los ofrece a Dédalo como prenda de un fu
turo patronazgo. Detrás del artesano arrodillado y del rey
entronizado se pueden ver los muros del palacio de Minos,
decorados con frisos pintados de toros danzantes y bordes de
parras car;gadas de racimos.
El Ocho de Pentáculos
La carta del Ocho de Pentáculos retraía a Dédalo en su
taller en las inmediaciones del palacio del Rey Cócalo de Si
cilia. A sus dos lados, unas parras cawadas de racimos tre
pan por unos postes de madera. Detrás de él, se puede ver
una panorámica de verdes montañas que conducen al mar.
En el suelo, a los pies del artesano, hay siete pentáculos de
oro, todos ellos inacabados y esperando futuro trabajo. En
cima de la mesa de madera que está delante de el, hay un
solo pentáculo de oro, alrededor del cual Dédalo está cince
lando un borde elaborado.
El Diez de Pentáculos
La carta del Diez de Pentáculos retrata a Dédalo como
un viejo, con sus cabellos castaños ahora abundantemente
salpicados de gris. Está cómodamente sentado con sus hijos y
sus nietos a su alrededor, patriarca y fundador de linaje.
La Sota de Pentáculos
La carta de la Sota de Pentáculos retrata a un mucha
cho de unos doce años, de pelo castaño oscuro y tez aceitu
nada, vestido con una túnica clara de color verde-hoja.
Está de pie en un campo en el que las distintas variedades
de vegetales, flores y hierbas que acaban de crecer aparecen
justo encima de los surcos arados del suelo rico y oscuro. El
sostiene un pentáculo de oro suavemente con ambas manos.
Encima de él, el cielo es de un delicado azul celeste.
El Caballo de Pentáculos
La carta del Caballo de Pentáculos retrata a un joven
moreno, de pelo castaño oscuro, montado en un caballo re
choncho de color marrón. Viste una túnica verde-lima y
una armadura de cuero marrón, y lleva un casco de cuero
marrón. En su mano derecha sostiene un pentáculo de oro;
en la izquierda, una gavilla de trigo. A su alrededor hay
unas dehesas onduladas con unas ovejas y un olivar con col
menas. Encima de él hay un cielo azul brillante.
EL PALO DE PENTÁCULOS 25 7
y digno de confianza, y está dispuesto a trabajar mucho y muy duro
para los asuntos que le interesan. A pesar de que en principio todas
las figuras de la mitología griega son culpables del rapto, viola
ción, homicidio o algún que otro crimen, es un rasgo peculiar de
Aristeo a que acepte voluntariamente un ritual tan detallado y tan
pesado y lo cumpla de forma impecable con tal de conseguir nue
vas abejas.
Por eso Aristeo encarna ese lado nuestro que es lo suficientemente
humilde como para relacionarse con las formas más humildes de la
vida, y que está siempre dispuesto a seguir aprendiendo acerca de los
aspectos, variados y complejos, de la naturaleza. El Caballo de Pen
táculos no es una figura fascinante, pero sabe tener una gran confor
midad porque sus logros están siempre circunscritos por el realismo
y los objetivos humildes. Esta es la cualidad que nos permite aceptar
con buen ánimo la tarea que puede ser aburrida pero que no hay más
remedio que hacerla, y desempeñar fielmente las labores de la vida
diaria. Aristeo no tiene pretensiones de divinidad, a pesar de que es
hijo de un dios, y él mismo es adorado como dios después de su
muerte.
El Rey de Pentáculos
La carta del Rey de Pentáculos retrata a un hombre mo
reno, de pelo y barba castaño oscuro, de constitución fuerte,
y evidentemente satisfecho de su buena posición social. Está
sentado en un trono de oro en cuyos brazos están grabadas
unas cabezas de cabras. Tras él se levanta un castillo forti
ffrado, construido en piedra y cubierto de parras. Frente al
castillo sus lacayos y sirvientes están de pie, preparados para
servirle. En sus manos sostiene un pentáculo de oro, y a sus
POR ser las imágenes de las cartas del Tarot tan antiguas y tan pro
fundamente relacionadas con las tramas más internas del desarrollo
humano, las cartas merecen respeto. No son juguetes, sino que en
cierto sentido son imágenes sagradas, no porque sean «sobrenatura
les», sino porque, como una gran obra de arte o una gran obra lite
raria, reflejan nuestros conflictos más profundos, nuestras necesida
des y aspiraciones. El individuo que desea aprender a trabajar con
ellas y destapar sus posibilidades creativas, necesita, por tanto, culti
var una actitud de respeto hacia la dimensión arquetípica de la vida
que ellas representan, y eso se traduce en la vida corriente en un res
peto por el mundo simbólico, del que las mismas cartas son una re
presentación. El lector inteligente, por tanto, intenta establecer una
especie de «relación» con las cartas, relación en la que ellas tienen un
puesto especial, y no son simplemente unas cartulinas divertidas que
se pueden manchar, mellar y tirar por ahí.
Por este motivo, muchos lectores profesionales guardan sus cartas
del Tarot en un envoltorio especial y en un sitio especial cuando no
las usan. EL TAROT MÍTICO va con envoltorio incluido, marcado
con una muestra de una de las maneras tradicionales de echar las car
tas, que explicaremos después con más detalle. Este envoltorio es
nuestra manera de ayudar al estudiante a empezar a desarrollar una
relación respetuosa con las cartas. Antaño las cartas del Tarot solían
guardarse envueltas en seda negra, por la sencilla razón de que el ne
gro es un color neutro, ya que recoge las «vibraciones» -tanto ne
gativas como positivas- de las cartas. Tanto si es verdad como si no,
3
Carta
que corona
9
Esperanzas
y temores
5
Influencias 2 Influencias
venideras Carta pasadas
que cruza
Indicador 8
Punto de
vista de
los demás
4
Base del
Problema
7
Donde
uno se
encuentra
Ahora podemos ver un par de ejemplos para analizar con más de
talle cómo se deben leer las cartas.
EN este capítulo hemos mostrado cómo las cartas del Tarot no refle
jan solamente el rumbo de la vida de un individuo en el momento en
que consulta las cartas, sino también las motivaciones inconscientes
más profundas del pasado que han colaborado en la creación de la si
tuación actual. Aunque todos nosotros somos personas que tenemos
una única personalidad y un único destino, las experiencias que la vida
nos ofrece no son infinitamente variadas en su esencia, sino tan solo
en su forma, porque siguen determinados módulos que son antiguos
y están inscritos en todos nosotros, y que forman parte del proceso de
nuestra vida como seres humanos. Estos esquemas han sido expresa
dos desde tiempos inmemoriales en el lenguaje de los símbolos, en el
rico y hermoso tapiz de los mitos de muchas naciones y culturas, en
las imágenes religiosas que nos inspiran, y en los dibujos, también ri
cos e inspiradores, de los grandes sistemas simbólicos como el Tarot.
Lejos de hacernos sentir como si únicamente repitiéramos a otros, el
conocimiento y la apreciación del camino de el Loco ofrece un senti
miento de dignidad y da sentido a los retos más difíciles de la vida,
porque aprendemos que hay una belleza, un objetivo y un propósito
incluso en la oscuridad, en los acontecimientos más sórdidos y bana
les de nuestra vida. Las imágenes míticas nos ponen en contacto con
el mundo ilimitado del subconsciente, que es la manera que tiene la
psicología moderna de describir lo que antaño --en tiempos menos
racionales y científicos- se entendía como la relación con lo divino.
Por eso las imágenes y el sentido del Tarot, que han sido expresa
dos mejor a través de los antiguos mitos que les han dado vida, no
CONCLUSIÓN 293
son ni «sobrenaturales» ni «ocultos», sino profundamente humanos
y naturales, y todos podemos utilizarlos, si dedicamos tiempo a con
templar y aprender.
BIBLIOGRAFÍA 295
Reconocimientos
RECONOCIMIENTOS 297