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Facultad de Psicología
Licenciatura en Musicoterapia
Autor:
González, Matías Alberto
DNI: 30.910.729
Tutora:
Pendino, Mabel Carmen
Año:
2017
Índice:
Justificación 02
Capítulo 1: 03
1.1. Planteamiento del problema 03
1.2. Preguntas de investigación 03
1.3. Objetivos 03
1.4. Tipo de estudio 04
Conclusión 23
Bibliografía 32
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Justificación
Deseamos recalcar que este último punto es posible debido al hecho constatado de que el
feto tiene capacidad de registrar huellas mnémicas, las cuales se evidencian por ejemplo en
el reconocimiento de la voz materna que manifiesta el recién nacido. Adherimos a la noción
de protomentalidad, que implica que el futuro bebé tiene la capacidad de registrar huellas
mnémicas, emociones y percibir el rechazo o devoción de su madre. Aclaramos que la
1
Conjunto de fenómenos de autorregulación, que conducen al mantenimiento de la constancia en la
composición y propiedades del medio interno de un organismo. En: http://dle.rae.es/
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protomentalidad no involucra la noción de que el feto ya tiene un psiquismo plenamente
constituido.
Por lo expuesto, consideramos que las herramientas de la musicoterapia prenatal, son de
valiosa importancia para la promoción de mayores vivencias de bienestar en la embarazada,
lo que constituye, en sí mismo, una prevención de las vivencias de estrés (el cual
definiremos en el apartado 2.1.1).
CAPÍTULO 1
1.1 Planteamiento del problema
En los últimos años, surgen crecientes evidencias sobre la relación entre las vivencias de
estrés en la embarazada, y su impacto en el desarrollo del gestante. Actualmente existen más
conocimientos sobre la vida intrauterina, por lo que es más factible el estudio de dicha
relación. Es ya posible observar que todas las personas están sometidas a la presión de su
entorno, incluso antes de su nacimiento, por lo que pueden sufrir perturbaciones en su
desarrollo a través del estrés experimentado por su madre biológica (Valdés, 2016, p. 231).
Son numerosos los estudios que correlacionan el estrés materno prenatal con una mayor
incidencia de alteraciones en el desarrollo del feto.
Esta situación, plantea la necesidad de una intervención temprana, centrada en un abordaje
que directa o indirectamente ofrezca herramientas y estrategias para posibilitar un mejor
manejo del estrés en el embarazo. En este marco, intenta insertarse la propuesta de un
abordaje preventivo de musicoterapia en el estrés durante el embarazo, planteada en el
presente trabajo. La misma, se enfocará particularmente en la etapa prenatal. Las
herramientas trabajadas, podrán asimismo impactar en la disminución de factores de riesgo
en el parto (asociadas con diversos agentes generadores de activación estresante) y, además,
tender un puente hacia un puerperio más favorable para hijos y padres.
1.3 Objetivos
• Realizar un aporte sobre la utilidad del empleo de la musicoterapia prenatal en el manejo y
prevención del estrés en el embarazo, así como en el fortalecimiento de los vínculos madre-
bebé.
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• Realizar un aporte para la construcción de una propuesta de abordaje con objetivos propios (en
anexo).
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2.1.2 Estrategias de afrontamiento y mecanismos de defensa
Valdés (2016) define al afrontamiento como “un esfuerzo cognitivo y conductual (y no un
automatismo reflejo), constantemente cambiante (y no estereotipado), que resulta de la
evaluación (cognición) de las demandas inasumibles por el sujeto” (p. 165). De este
esfuerzo se deriva el uso de distintas estrategias de afrontamiento, destinadas a la reducción
de la activación estresante. En esta misma línea, debemos referirnos también a los
mecanismos de defensa. Anna Freud (1937, citada por Valdés, 2016) explicaba que el
empleo de la negación, la inhibición, la regresión, la sublimación, el desplazamiento, la
intelectualización, la racionalización, la formación reactiva y la fantasía de transformación
en lo contrario, servirían a los fines de minimizar la percepción de amenaza ambiental, para
amortiguar así los efectos de dicha amenaza en el sujeto (p. 161).
En un metanálisis de 13 estudios realizado por Campos (2004, citado por Valdés, 2016), se
intentó identificar los tipos de afrontamiento más comunes para la regulación emocional de
hechos estresantes, y se encontraron los siguientes (p. 164):
Mecanismos psicológicos de defensa y estrategias de afrontamiento
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2.2 Estrés y embarazo
2.2.1 Estudios
El embarazo recibe un peso considerable en las listas de acontecimientos vitales estresantes
utilizadas para el estudio del estrés en humanos. Según Lazinsky (2008, citado por Valdés,
2016), la mitad de las embarazadas refiere tener más síntomas de ansiedad y depresión que
antes del embarazo (p. 121). Los estudios existentes sobre estrés en el embarazo, se dividen
en dos categorías: los que evalúan los efectos de la restricción de alimentos (desnutrición) y
de los entornos inseguros (por ejemplo, terremotos o inundaciones), y los que evalúan las
relaciones entre el desarrollo del feto y el malestar psicológico materno, derivados de la
activación estresante y la ansiedad percibida (Valdés, 2016, p. 122). A continuación, se
incluyen algunos estudios inscriptos en la última categoría mencionada:
Estudios centrados en estrés y ansiedad, percibidos durante el embarazo
Estrés traumático en la última etapa del embarazo (Söderquist y otros, 2004)
Estudio efectuado con una muestra de 1224 mujeres embarazadas. Los autores concluyen que existe
un tipo de estrés pre-traumático que produce sintomatología muy similar a aquella descrita en el
DSM IV para el estrés postraumático. Este tipo de estrés pre-traumático surge independientemente
de la presencia de un suceso concreto que lo detone. En esta línea, los investigadores encontraron
que la variable que correlaciona significativamente con la aparición de este estrés es el miedo al
parto. En otras palabras, el temor anticipado a la situación de parto (como percepción de un evento
amenazante), produjo sintomatología similar a la asociada con el estrés postraumático, sin la
necesidad de que el suceso estuviera produciéndose en ese momento, o ya se hubiera producido.
Esto sugiere la posibilidad de efectuar intervenciones tempranas destinadas a la detección de este
tipo de estrés y a su prevención.
Los patrones de estrés y ansiedad percibidos durante el embarazo, son importantes
predictores de parto prematuro (Glynn y otros, 2008)
Estudio con una muestra de 415 mujeres embarazadas, de entre 18 y 20 años, que cursaban las
semanas 30 a 32 de gestación. Este estudio encontró que las mujeres que tuvieron su parto a
término, mayormente percibían menores niveles de ansiedad y estrés. E, inversamente, aquéllas
mujeres que tuvieron un parto prematuro, percibían niveles más altos de estrés y ansiedad. Estos
datos sugieren que el patrón de estrés prenatal es un importante predictor del parto prematuro. Por
lo tanto, los investigadores indican que una disminución de las respuestas del estrés durante el
embarazo, pueden llegar a proteger a la mujer y al gestante de influencias adversas, asociadas con el
parto prematuro.
La neurobiología del estrés en el embarazo humano: implicaciones para la prematuridad y el
desarrollo del sistema nervioso central (SNC) del feto (Wadhwa y otros, 2001)
Los investigadores hallaron que las experiencias tempranas adversas pueden ejercer una influencia
negativa en el sistema nervioso autónomo y en el SNC del futuro bebé, más específicamente en
aquellos procesos relacionados con las funciones de la memoria, el reconocimiento y la habituación.
Esto a su vez puede tener consecuencias adversas para la salud mental y física, el bienestar y el
envejecimiento del individuo a lo largo de toda su vida. Este estudio también apoya la relación entre
el estrés materno prenatal en la etiología de la prematuridad (reducción de la duración gestacional).
Tipos, patrones y predictores del afrontamiento del estrés durante el embarazo (Hamilton y
Lobel, 2008)
Investigación sobre el afrontamiento del estrés en los distintos trimestres del embarazo, efectuada
con una muestra de 321 mujeres de diverso origen étnico y socioeconómico. Se identificaron tres
estrategias de afrontamiento: preparación, alejamiento y el afrontamiento espiritual positivo. La
utilización de la última estrategia citada fue la más observada por los investigadores, en tanto que el
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alejamiento (o evitación) fue la menos común. La estrategia de la preparación (o planeamiento) fue
la utilizada más consistentemente a lo largo del tiempo. Los investigadores señalan que el
alejamiento, fue más fuertemente predictor de la presencia de altos niveles de ansiedad y de distrés
específico del embarazo. En tanto que mayores niveles de optimismo, fueron predictores de la
utilización de la planificación y el afrontamiento espiritual. El resultado del estudio fue que las
mujeres utilizaron diversas estrategias de afrontamiento para manejar el estrés prenatal, que las
mismas variaron de acuerdo a las cambiantes demandas de las distintas etapas del embarazo y que
las estrategias utilizadas reflejaban las características, percepciones y situaciones sociales (apoyo
social) particulares de las mujeres.
Prevalencia de síntomas depresivos en el último trimestre del embarazo y del postparto
(Josefsson y otros, 2001)
Estudio realizado con una muestra de 1558 embarazadas. Sus autores hallaron una correlación entre
la presencia de síntomas depresivos prenatales, y la prevalencia de depresión posparto. La
investigación arriba a la conclusión de que el riesgo de presentar depresión posparto puede ser
detectado durante el embarazo, más específicamente durante el último trimestre. Los autores
señalan, entonces, que las clínicas de atención prenatal, constituyen un entorno natural y útil para el
reconocimiento de las mujeres con síntomas depresivos.
Este grupo de estudios, sugiere que existe una importante correlación entre la percepción
materna de mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión durante la etapa prenatal, y una
mayor prevalencia de parto prematuro, depresión posnatal o estrés postraumático. Debemos
agregar, que el parto prematuro generalmente está asociado a un bajo peso al nacer, hecho
que incrementa la posibilidad de presentar diversas complicaciones, secundarias a
alteraciones en el neurodesarrollo.
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Debemos aclarar que el gestante puede ser extremadamente sensible a los cambios en el
estado emocional de la madre, por lo que no es necesario un estrés muy intenso para verse
afectado (O’Donell y otros, 2009, citado por Valdés, 2016, p. 123). Asimismo, debemos
precisar que no es el acontecimiento en sí lo estresante, sino la percepción o evaluación que
la persona hace de este como amenazante. En esto, lógicamente existen diferencias
subjetivas, e idiosincrásicas, que modulan (incluso atenúan) la interpretación de un
acontecimiento como adverso (según los recursos, estrategias de afrontamiento y
mecanismos de defensa que pueda desplegar la persona). Por este motivo, sería más
adecuado hablar de “malestar psicológico”, debido a que existen variables psicológicas
(como el neuroticismo, la afectividad negativa, la introversión o la ansiedad-rasgo)
asociadas a tendencias o a patrones de interacción con el entorno, que resultan
desadaptativos (Valdés, 2016, p. 134) y constituyen, en sí mismos, un factor adicional de
vulnerabilidad hacia el estrés, por el fracaso adaptativo y la exacerbación del estrés
percibido que suponen.
Una reacción de estrés muy intensa durante el embarazo puede causar un flujo sanguíneo
placentario disminuido hacia el feto, y provocar un retraso en el crecimiento intrauterino, así
como diversos niveles de sufrimiento fetal. Además, la ansiedad muy intensa ha sido
asociada a muerte fetal, durante el tercer trimestre (Myers y Myers, 1979, citado por
Ribaupierre, 2016, p. 139).
La citada autora propone un abordaje grupal para el esclarecimiento de las ansiedades del
embarazo, adoptando un formato de discusión grupal al final de las clases de “preparación
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psicoprofiláctica”. Cada clase da lugar a una discusión específica, ya que las problemáticas
que se discuten guardan relación con el tema expuesto en la clase (p. 112).
2.2.4 Implicancias
Se puede advertir que la influencia directa de este conjunto de factores impacta en el bebé
por nacer, por lo que en el próximo apartado pasaremos a describir algunas formulaciones
sobre el psiquismo fetal. Al considerar la existencia de una protomentalidad con capacidad
de registro de huellas mnémicas, podremos entonces advertir la posibilidad de establecer un
vínculo prenatal. De esta manera, podemos pensar que todo aquello que perturbe y
embargue a la embarazada, generando en ella malestar psicológico y emocional, minimizará
su capacidad de estar presente y disponible para el establecimiento de un vínculo seguro con
su bebé.
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inscripción de huellas mnémicas que posee el gestante. A través de estas huellas mnémicas,
es como entendemos que la vivencia de la madre puede llegar a registrarse en el futuro bebé.
P. Riviére (1980, citado por Chiappello, s.f.), señala que el feto sufre la influencia del medio
social (a pesar de que comúnmente se pueda considerar que el feto está a resguardo de ello),
viéndose afectado por las modificaciones del medio materno que lo impactan, y pueden
alterar así su desarrollo prenatal. De esta manera, lo perturbador para la madre (como los
conflictos del grupo familiar, la ausencia del padre, vicisitudes económicas, dificultades en
la relación de pareja, etc.), generará en ella un monto de ansiedad que promoverá en el feto
alteraciones metabólicas, sanguíneas, etc. Más aún, este autor plantea que en la etiología de
la esquizofrenia, están implicadas las series complementarias de Freud, y además una serie
conceptualizada por él, que se relaciona con las experiencias del gestante. Se trata de las
experiencias que el feto sufre como consecuencia de las vivencias de la madre. Por último,
P. Riviére (1950, citado por Chiappello, s.f.), conceptualiza la existencia de un
protoesquema corporal, el cual reuniría una primitiva organización de las sensaciones del
feto, así como un registro de movimientos viscerales, musculares y táctiles, a los cuales el
feto está expuesto en la vida intrauterina. El protoesquema corporal constituye un nivel de
organización psíquica alcanzado antes del nacimiento, de manera que habría un predominio
de lo corporal en dicha organización inicial.
Chiozza (1996, citado por Chiappello, s.f.), formula una hipótesis sobre el psiquismo fetal,
que otorga significado a lo biológico. Con esta concepción aporta una visión integradora del
ser humano como un ser bio-psico-social, que supera la dualidad psique-soma, al tomar al
cuerpo como un símbolo con lenguaje propio, al que hay que descifrar. Chiozza afirma que
la experiencia intrauterina no es pasiva ni silenciosa, en contraposición a la creencia de que
el feto se encuentra en un estado de felicidad cuasi paradisíaco, aislado de las
perturbaciones. Sostiene que existen fijaciones prenatales (de la misma naturaleza que las
orales, anales, fálicas, etc.) que se originarían en situaciones traumáticas embrionario-
fetales. Dichas fijaciones, constituirían disposiciones inconcientes a las que el yo recurriría
frente a ciertas situaciones desencadenantes. La existencia hipotética de estas fijaciones, le
permite a Chiozza plantear que la constitución del aparato psíquico, comienza desde el
momento mismo de la concepción.
Llegados a este punto, podemos afirmar que las primeras experiencias son in utero, y que
estas son el primer paso en los procesos de pensamiento del futuro bebé (Giacón, 1997, p.
10). El sentido del oído y la cenestesia, tienen para algunos autores un papel preponderante
en las primeras simbolizaciones del feto. Por ejemplo, Giacón (1997), menciona que:
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Dentro del vientre las experiencias proto-mentales son amortiguadas, por ello el
simbolismo es primordialmente auditivo y rítmico conforme a un aspecto como de danza
corporal. Los aspectos auditivos de la vida intrauterina, unidos a la cenestesia, son
susceptibles de representación simbólica del estilo de canción y danza de las formas
simbólicas. (p. 11)
Meltzer (1986, citado por Giacón, 1997) considera que el lenguaje, como forma simbólica
de pensamiento, “puede ser visto como una sofisticación progresiva del canto y la danza y
no debemos sorprendernos si esa forma de simbolización es accesible incluso para el feto,
de un modo primitivo, durante los últimos meses de gestación” (p. 11).
Observando el desarrollo evolutivo de las expresiones sonoras del bebé, Fridman (1974)
hipotetizó que el lenguaje entonado constituiría al lenguaje articulado, en el sentido de que
las vocalizaciones, vagidos, balbuceos del bebé, serían una primera forma de lenguaje (que,
según la autora, también serían la base de una futura actividad musical), y que este primer
lenguaje constituiría el molde (matriz acústica) para que se desarrolle el lenguaje articulado
(hablado). Fridman ubica el inicio de todo este proceso en el primer vagido (el cual
estructuraría al lenguaje entonado) pero, como venimos exponiendo, en la etapa prenatal ya
tienen lugar experiencias auditivas (p. 25).
Es, en este punto, razonable suponer que el primer vagido del bebé, junto con el conjunto de
sonidos tempranos que este emite, tendrían su base en dichas experiencias auditivas in utero,
siendo esto posible gracias a que existe un aparato psíquico prenatal, con su correspondiente
capacidad de inscripción de huellas mnémicas. En el recién nacido, dichas emisiones
tendrían, entonces, la intención de imitar el ambiente intrauterino. Más aún, el bebé emite
diferentes tipos de sonidos con los que parece no sólo autoestimularse sino que realimenta
su audición (Fridman, 1974, p. 28). Este autoestimulo podría evocar un enlace con las
huellas mnémicas de su experiencia prenatal y, a través de esta remembranza, generar una
continuidad existencial, tomando el concepto winnicottiano. Esta continuidad constituiría un
continuo experiencial, cuyo aprovechamiento y enriquecimiento puede ser de gran
importancia para la musicoterapia prenatal, que veremos más adelante. Al respecto, Gastón
(1968, citado por Taylor, 2010) sostiene que el ser humano, para su supervivencia, depende
continua y totalmente de sus sentidos, y que esto explicaría el hecho de que el cerebro
reaccione desfavorablemente a las interrupciones en el flujo del imput sensorial. El autor
concluye que el motivo por el cual el ser humano tiende a producir estímulos en forma de
expresión estética, es la búsqueda de placer sensorial (p. 43). Sugeriremos que la
autoestimulación del bebé podría ser entendida como un intento de mantener el flujo del
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imput sensorial, y así evitar su interrupción. Es posible que, para ello, sea necesaria la
existencia de huellas mnémicas previas, ligadas a dichos estímulos.
2.3.2 Apego
La Teoría del Apego, iniciada por Bowlby (1969, 1973, 2005, citado por Valdés, 2016),
tiene como base central el estado de seguridad, ansiedad o zozobra de un niño, que guarda
relación directa con la accesibilidad y capacidad de respuesta de su principal figura de
afecto, es decir, de su figura de apego (comúnmente, la madre). El autor remarca que dicha
figura debe estar presente, no sólo como una presencia real, sino que también debe poder
estar accesible de manera inmediata y certera. La figura de apego actúa desde la
intencionalidad, y debe estar suficientemente accesible y disponible para poder decodificar
los mensajes del niño y responder adecuadamente a ellos. Cabe destacar en este punto que,
según esta teoría, la respuesta sensible del cuidador es considerada un organizador psíquico
básico. Sólo desde allí podrá ofrecerle protección y contención, además de establecer un
vínculo de apego adecuado. Galeguillos y Gutiérrez (2011, p. 38), señalan que los tres
postulados básicos de dicha teoría son:
• Cuando un individuo confía en contar con la presencia o apoyo de la figura de apego siempre
que la necesite, será mucho menos propenso a experimentar miedos intensos o crónicos que otra
persona que no albergue tal grado de confianza
• La confianza se va adquiriendo gradualmente durante los años de inmadurez y tiende a subsistir
por el resto de la vida
• Las diversas expectativas referentes a la accesibilidad y capacidad de respuesta de la figura de
apego, constituyen un reflejo relativamente fiel de sus experiencias reales
Según Bowlby (1969, citado por Ribaupierre, 2016), el sistema de apego de un niño se pone
de relieve en situaciones de ambigüedad, estrés, enfermedad o separación. En tales
situaciones, las diferencias individuales en la seguridad del apego, determinan la manera en
que los niños utilizan a la figura de apego como un refugio para protegerse, o como una base
segura desde la cual explorar su entorno (p. 72). Ainsworth y Wittig (1969, citados por
Ribaupierre, 2016) diseñaron un procedimiento para activar los sistemas de apego en niños,
separándolos de sus padres en un ambiente poco familiar para ellos. Su estudio reveló que la
respuesta de los niños al reencuentro con sus madres, reflejaba principalmente el vínculo
emocional con ellas. Los autores identificaron cuatro tipos de respuestas a la “situación
extraña” del experimento (p. 73):
Patrón A. Respuesta insegura- elusiva: El niño explora su entorno con poca dependencia de su
madre (o cuidador), muestra poca angustia frente a su ausencia, y parece ignorarla o evitarla en su
retorno.
Patrón B. Respuesta segura: El niño utiliza a su madre como una base segura a partir de la cual
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explorar, puede angustiarse en su ausencia pero se alegra en su retorno y reanuda la exploración.
Patrón C. Respuesta insegura-ansiosa/resistente: El niño no logra moverse lejos de su madre, lo
que motiva que efectúe una exploración mínima. Muestra una gran angustia por la separación de la
madre, y puede no calmarse con facilidad en su retorno.
Patrón D. Respuesta contradictoria: El niño muestra un comportamiento contradictorio,
inadecuado o estereotipado frente a la ausencia de la madre y su posterior retorno. Por ejemplo,
cuando el niño expresa una angustia excesiva frente a la separación, pero exhibe indiferencia frente
al reencuentro con su madre.
Se cree que estos patrones están relacionados con las expectativas mentales que posee el
niño, acerca del comportamiento probable de la figura de apego, basada en las interacciones
que ha tenido con dicha figura durante el primer año de vida (Ribaupierre, 2016, p. 73).
Valdés (2016), señala que los patrones de respuesta disfuncional, es decir, la ansiosa, la
contradictoria, la elusiva, se asocian en la vida adulta con una mayor prevalencia de
síntomas somáticos (sin explicación médica), con mayores síntomas de ansiedad, con una
mayor activación biológica (de los cuatro subsistemas enumerados en el apartado 2.1.1) y
con anomalías electroencefalográficas durante el sueño (p. 137).
Concluiremos, entonces, que el nivel de apego que pueda establecer un niño con su figura de
afecto principal (o cuidador primario), refleja el nivel de confianza que posee en cuanto a
que dicho cuidador pueda satisfacer sus necesidades de seguridad y protección, y que la
huella de este vínculo tiende a subsistir toda la vida. Llegados a este punto, advertimos la
enorme importancia de la promoción de los tipos de apego seguros.
Según Zan (2004), las cualidades esenciales que todo cuidador primario debería tener para
convertirse en una buena figura de apego, serían las siguientes (p. 125):
• Constancia y disponibilidad por parte del cuidador primario, lo que implica presencia efectiva
y afectiva del mismo
• Respuesta empática y sensitiva a las necesidades del niño
• Capacidad o función reflexiva del Self, es decir capacidad para tomar conciencia de los estados
mentales y emocionales propios y del niño, que subyacen a las manifestaciones de las conductas
• Capacidad del adulto de mantener un vínculo y una comunicación íntimos y profundos, que le
permitan al niño compartir y adquirir esta función reflexiva
• Permitir y favorecer la relación del niño con otras personas de su entorno y promover la
actividad exploratoria de su medio
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2.3.3 Vínculo prenatal
Galeguillos y Gutiérrez (2011), refieren que el proceso de vinculación de los padres hacia
los hijos, integra 3 fases: la prenatal, la posnatal inicial y la de engranaje o sincronización (p.
48). Para este trabajo, nos enfocaremos en la primera.
La fase prenatal surge en la medida que los padres pueden imaginar al feto como un
individuo separado y distinto de ellos. Dicha distinción, por lo general, es evidenciada por la
primera ecografía y/o por los primeros movimientos fetales. En este punto, es esperable que
surjan crecientes muestras espontáneas de cariño y tipos de aproximación afectiva hacia el
bebé por nacer. Es posible observar comportamientos de los padres, que ponen de
manifiesto el nivel de esta aproximación afectiva (p. 48):
Lenguaje corporal: por ejemplo acariciar la panza, con el fin de acariciar al bebé
Lenguaje oral: hablarle y cantarle al bebé
Conductas protectoras y promotoras de la salud de la madre y del feto: no fumar, llevar una
dieta equilibrada, mantener chequeos médicos periódicos, no exponerse a situaciones de estrés que
puedan ser evitadas, caminar, etc.
Grado de adaptación a la imagen corporal cambiante de la embarazada: comprarse ropa nueva
para adaptarse a la nueva situación, mantener el aseo personal, exhibir la panza sin vergüenza, etc.
Conductas de anticipación: hacer un espacio en el hogar para que ocupe el futuro bebé, comprar
cosas que se utilizarán para el bebé, preparar los bolsos para el momento del parto.
Capacidad para fantasear sobre el futuro del niño sobre su crianza y educación y sobre sí mismo
como padre o como madre.
Fernández del Castillo (1994, citada por Federico, 2011) destaca que:
[…] el hijo por nacer percibe las actitudes de su madre hacia él, ya sean estas de amor o de
rechazo. Esas actitudes pueden tener una profunda influencia sobre su desarrollo y su
futuro psíquico, sobre el parto, y también el vínculo posterior madre-hijo. […] Una mujer
embarazada que desea la maternidad está vinculada con su hijo aunque no lo sepa. Sin
embargo, conocer la riqueza de la capacidad de percepción del niño confiere un valor
especial a este vínculo, y permite a la mujer y a su pareja tener una relación más rica con
su hijo desde antes del nacimiento (p. 213)
En la misma línea, Verny (1981, citado por Federico, 2011) relaciona el vínculo intrauterino
con la calidad de apego de la futura relación madre-hijo:
[…] un firme vínculo intrauterino es la protección fundamental del niño contra los peligros
e incertidumbres del mundo exterior, y sus efectos no se limitan al período uterino. En
gran medida, dicho vínculo también determina el futuro de la relación madre-hijo. (p. 214)
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Principios básicos de la psicología pre- y perinatal
• La vida de la persona no comienza al nacer, sino con la concepción.
• No existe una separación entre la mente y el cuerpo, son uno solo. Todo cambio que se produce
en la mente afecta al cuerpo y viceversa. Cuando una mujer está embarazada esto se extiende a
su bebé in utero.
• El cerebro humano es sensible a la experiencia a través de las vivencias que se dan durante los
períodos críticos que lo organizan. Estos son la etapa prenatal y la postnatal temprana.
• Las etapas prenatal y postnatal temprana determinan a largo plazo nuestro desarrollo biológico
y psicológico, es decir, las predisposiciones a tener condiciones médicas, las alteraciones en
nuestro sistema inmunológico, las reacciones tanto al estrés como a la personalidad y la
habilidad para relacionarnos y amar.
• Estos períodos de la vida proveen la única y mejor oportunidad de prevención primaria de
desórdenes biológicos y psicológicos.
• Una relación segura con el primer cuidador primario o con ambos, preferentemente los padres,
maximiza la adquisición de capacidades emocionales y cognitivas.
• La madre no es un recipiente o una incubadora pasiva para el crecimiento del bebé, es quien lo
inicia participando activamente.
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padres
2) La contención de ansiedades y temores asociados a los distintos momentos del embarazo,
con el objetivo de disminuirlos
3) La contención y sostén de los padres, especialmente de la madre, con el objetivo de
promover la creación y el fortalecimiento del vínculo prenatal con su futuro hijo
4) La estimulación del bebé por nacer
No todos los abordajes incluyen todos estos objetivos. Por ejemplo, hay abordajes que
enfocan en los objetivos 1 y 2, impactando indirectamente en 3 y 4. Dichos abordajes no
trabajan específicamente el vínculo con el bebé ni su estimulación directa, sino que están
centrados en la vivencia de la embarazada, considerando que la intervención en dicha
vivencia simultáneamente influencia al feto y promueve el vínculo.
El musicoterapeuta prenatal debe desarrollar su labor en un contexto interdisciplinario,
dentro usualmente del área de obstetricia, pudiendo compartir su tarea con el médico
obstetra, el anestesista, la partera, el neonatólogo, las enfermeras, etc. (Federico, 2011, p.
158). Es importante destacar que los abordajes son, por lo común, grupales. En el contexto
grupal se genera un marco de contención de gran utilidad terapéutica, ya que cada
embarazada puede procesar sus miedos, sin sentirse sola, elaborando temas en común con
las demás, cooperando entre ellas, etc. (Federico, 2011, p. 156).
El confort y el bienestar de la madre son de vital importancia en esta etapa, debido a que a
través de la vía hormonal se da lugar una transmisión de las vivencias emocionales de la
madre hacia el feto. La percepción de falta de control sobre una condición o una situación,
trae aparejada un monto de ansiedad, como ya dijéramos anteriormente. El modo en cómo
fue vivenciado el embarazo puede impactar en los patrones de apego del futuro bebé, ya
mencionados, e incluso en la disposición del mismo a reaccionar con marcada angustia ante
estímulos adversos (ya sea del ambiente o interoceptivos). Al respecto de la tensión corporal
Giacón (1997) expresa que:
La angustia de la madre puede transmitirse a través del pulso cardíaco, de la rigidez o de
los movimientos temblorosos y bruscos; el cansancio materno puede transmitirse a través
de la pérdida del tono postural y del movimiento torpe y desgarbado; por ello, en el
tratamiento musicoterapéutico con madres embarazadas es imprescindible también
considerar el trabajo corporal (p. 12)
Rohner y Miller (1980, citados por Federico, 2011) expresan que la musicoterapia prenatal
aprovecha el potencial que tiene la música de:
[…] convertirse en un estímulo condicionado para la relajación si, anteriormente, la
repetida audición de esa música fue empleada con tal fin. La relajación puede ser medida
por las respuestas galvánicas de la piel, disminución del ritmo circadiano, el pulso, la
presión sanguínea y el tono muscular (p. 153)
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En tales condiciones, la embarazada puede conectar mucho más con las sensaciones físicas
internas que provoca su hijo. Aumenta su sensibilidad hacia los movimientos de este y, de
esta manera, se facilita el establecimiento de un vínculo, además de resultar tranquilizador
para la madre el hecho de saber que su futuro hijo se encuentra bien. El estímulo auditivo,
puede operar directamente sobre la hipófisis del feto (glándula que controla la homeostasis),
dejando impresa una huella mnémica que estará asociada con diferentes sensaciones
emocionales, que fueron transmitidas por su madre (contenido asociado a afecto). Una vez
nacido, el bebé podrá revivir, con la repetición de las mismas experiencias sonoro-
musicales, las sensaciones placenteras que sintió in utero (Federico, 2011, p. 158-161). En
este punto debemos señalar que las experiencias sonoro-musicales de estimulación hacia el
feto, en sentido amplio, pueden hacer referencia principalmente a:
• La estimulación prenatal con música grabada (con fuentes sonoras ubicadas sobre el abdomen,
usualmente pequeños parlantes)
• La estimulación con música tocada en vivo (vibraciones de instrumentos musicales apoyados
directamente en la panza)
• La voz directa de los padres, ya sea hablándole, o cantándole por ejemplo una canción de cuna
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(indicador de su propio bienestar). Los sonidos externos son percibidos como vibraciones
generalizadas del líquido amniótico. Los sonidos internos de la madre tienen un carácter
mayormente regular y predecible, pero los sonidos externos (del medio ambiente de la
madre) pueden ser irregulares e impredecibles. Las variaciones de altura son percibidas por
el feto como vibraciones lentas y rápidas de frecuencia, que pueden inducir a excitación y
movimiento. Los elementos decisivos de la percepción auditiva intrauterina son el pulso y la
altura, que más adelante serán elementos asociados, como condicionamiento reflejo, a las
necesidades básicas de nutrición y sostén (p. 57-58).
Estudios exponen que al colocar una fuente sonora sobre el abdomen de la madre (por
ejemplo, pequeños parlantes), se observan cambios permanentes en la frecuencia cardíaca
fetal. La aceleración de dicha frecuencia y la producción de movimientos de las
extremidades como respuesta a la estimulación con música coral o de piano, es fácilmente
observable a las 38 semanas de gestación (Taylor, 2010, p. 45). Woodward (1992, citado por
Taylor, 2010) concluyó que la música no sólo ingresa al útero, sino que el feto, durante el
tercer trimestre de embarazo, normalmente percibe y responde a dicho estímulo. Otros
estudios concluyeron que la música que es utilizada regularmente durante la etapa
intrauterina, se constituye en un reforzador mayor en el comportamiento posnatal, que
aquélla que no se utilizó durante el embarazo (p. 45). En esta línea, Panthuraamphorn (1993,
citado por Taylor, 2010) reporta que los recién nacidos a los que se les había cantado
durante su gestación, se mostraban más calmados, atentos y observadores de su nuevo
ambiente durante el periodo posnatal inmediato (p. 45). Taylor (2010) expresa que el oído
del feto comienza a percibir y a almacenar, durante el desarrollo intrauterino, información
de los sonidos ambientales, incluyendo la voz de su madre (p. 48). Podemos advertir que
estos recién nacidos parecen haber desarrollado, durante su gestación, una base vincular de
apego suficientemente segura, para permanecer calmados y poder explorar su medio.
- 18 -
mujer está perfectamente preparado para la implantación del embrión. Deberán evaluarse también
las condiciones clínicas previas que será conveniente controlar en vistas a reducir factores de riesgo
ulteriores, como la presencia de hipertensión, obesidad, etc. Los cambios físicos que acaecen
durante el embarazo son numerosos. Es común que surjan náuseas, vómitos o mareos. Durante el
primer trimestre se agranda la masa del músculo cardíaco de la madre, para poder incrementar su
volumen sanguíneo unos 1.5 litros, lo cual asegura un suficiente intercambio de oxígeno y
nutrientes a través de la placenta. Los órganos internos van corriéndose para dar lugar al feto. En el
segundo trimestre disminuyen el cansancio, el estreñimiento y los deseos de orinar, y se incrementa
el apetito y la retención de líquidos. Para el tercer trimestre pueden aparecer la acidez de estómago,
flatulencias, hinchazón, nuevamente estreñimiento, dificultades para respirar, mayor cansancio y
molestias en el desplazamiento debidas al inevitable aumento de peso del bebé (p. 25-28). Por
último, debemos remarcar la gran importancia que tiene la buena nutrición para la esfera física. Por
poner un ejemplo, se sabe que el ácido fólico es indispensable para la prevención de ciertas
malformaciones congénitas. Como vimos, el volumen sanguíneo aumenta 1.5 litros, por lo que se
incrementa la necesidad de nutrientes, para mantener sus concentraciones adecuadas.
• Esfera mental
El embarazo mental según Federico (2003), está conformado por “todos aquellos procesos
intelectuales, que tienen que ver con el pensamiento o el raciocinio” (p. 28). Naturalmente, no sólo
un buen estado físico aumentará las posibilidades de llevar un embarazo a buen término. Una
adecuada preparación psicológica también es fundamental. El autor señala que existen dos tipos de
sensaciones: las físicas y las emocionales. La distinción entre ambas ayuda a una mejor
comprensión y atravesamiento del proceso. Esto es debido a que al distinguir la raíz de ciertas
sensaciones (que pueden ser displacenteras), puede quedar al descubierto el conflicto que estaba
operando, pudiéndose elaborar y superar, con mayor facilidad, el obstáculo que dicho conflicto
impone. El conocimiento de las sensaciones físicas normales del proceso de embarazo, puede
ayudar en la distinción de conflictos emocionales que son propios de cada embarazada. Hay que
destacar que la esfera mental incluye todo aquello que, en su ambiente próximo e historia familiar,
la embarazada fue aprendiendo con respecto a los embarazos y los partos. Todo eso conforma un
cúmulo de creencias, o mandatos familiares sobre estas etapas, que pueden constituir un serio
obstáculo si no son advertidos y elaborados adecuadamente, desembocando finalmente en la
generación de miedos y ansiedades. Ejemplos de ello: “Para parir hay que sufrir”, “Cuando te tuve
me subió la presión”, “El parto es muy doloroso y deberás ser muy valiente” (p. 30), etc. Como
vimos en apartados anteriores, la vivencia de estrés está relacionada a la percepción de indefensión
frente a una condición o situación, por lo que estas creencias no resueltas pueden llevar a la
embarazada a esta percepción, y la activación biológica correspondiente a dicha percepción
(apartado 2.1.1), podrá conducir a complicaciones durante el parto. Por último, un desbalance en
esta esfera puede generarse por una intoxicación intelectual con información. La embarazada puede
desear leer revistas, libros, ver videos por Internet, etc. Pero un exceso de información, puede
desembocar en un desconocimiento de su propio hijo (la información científica da cuenta de
generalidades, más no de particularidades), en un hacer mecánico (sin implicación emocional) de
todo lo que dicen los libros y en una imposibilidad de conexión con su bebé antes de nacer (un
exceso de información puede promover un desbalance en la esfera mental). La propia madre de la
embarazada (es decir, la futura abuela) es fundamental en el asesoramiento y acompañamiento del
proceso (p. 28-30)
• Esfera emocional
Desde lo emocional, el embarazo puede despertar recuerdos de la infancia de la embarazada,
relacionados con la maternidad. Puede rememorar la relación con su propia madre, y todas las
historias que escuchó o que vivenció sobre los nacimientos, volverán a la superficie. Surge una
necesidad de introspección e intimidad muy significativa, ya que la reorientación (hacia adentro) de
su atención, es dirigida a la búsqueda del contacto con su futuro hijo. Debemos mencionar que todo
el entorno de la embarazada es movilizado, y pueden hacerse presentes los consejos de las mujeres
mayores de la familia. Es importante distinguir si estos consejos son motivados por antiguos
miedos, que respondían a la realidad que la mujer mayor vivenció en su época. La tecnología fue
avanzando, por lo que muchos de esos antiguos miedos, hoy no tienen razón de ser ya que
corresponden a una realidad que fue superada. Un ejemplo lo constituye el miedo a morir durante el
- 19 -
parto. Esto se solía deber a complicaciones por infecciones. Pero sabemos que con el
descubrimiento y uso de los antibióticos, actualmente esta situación está cubierta. Además, la
práctica de los partos efectuados en los centros de salud, permitió un mayor control de las
condiciones higiénicas, y de las eventuales complicaciones que pudieran presentarse. Lo mismo
ocurre con la época anterior a la utilización de las ecografías, que hoy en día permiten conocer el
sexo del bebé antes del nacimiento, su estado de salud, la cantidad de bebés, su posición, etc. Todo
un conglomerado de nociones empíricas se fueron tejiendo con el intento de aproximarse a algún
conocimiento sobre estos elementos; pero, sobre todo, el desconocimiento alimentó toda una serie
de miedos que aún pueden transmitirse entre generaciones. El parto era sinónimo de dolor, en una
época en que la mayoría de ellos duraba 20 horas. Además, el embarazo ponía de manifiesto la
realización del acto sexual, lo cual generaba cierta culpa “pecaminosa”, lo que motivaba que la
embarazada tuviera vergüenza de mostrar el abdomen. Una creencia (o mandato) particularmente
importante lo constituye la frase “cuando te descompongas, debes ir al parto”, lo que ocasiona que
la situación de parto sea percibida como una emergencia que puede presentarse en cualquier
momento. Esta situación es mucho más controlable en la actualidad, por lo que “descomponerse” ya
no es la condición sine qua non. Otro consejo alimentado por temores es “no digas nada a nadie,
hasta por lo menos los tres meses, por si pasa algo”, lo cual motiva que el embarazo comience como
una vivencia solitaria de esos miedos. Todos los temas citados repercutirán en la esfera emocional,
y deberán ser tenidos en cuenta (p. 32-34). Los miedos, frustraciones, pueden ser transmitidos al
gestante, haciendo que luego sea un bebé miedoso o inseguro de sí mismo. Los miedos internos de
la embarazada, si no son discriminados para su elaboración, pueden crecer al punto de convertirse
en emociones violentas, y el bebé se impregnará y nacerá con ellas (p. 38). La historia emocional
del bebé comienza antes de su nacimiento. Desde esta esfera, se debe orientar la preparación hacia
la maternidad, y no sólo hacia el nacimiento (p. 32-41).
• Esfera espiritual
Esta esfera contempla el sentido existencial de los seres humanos. Permite la constatación de la
trascendencia personal, de la evolución de la familia en un nuevo ser. Considerar al embarazo desde
esta esfera hace posible la vivencia de conexión con una nueva alma, con la esencia del ser que vive
en el interior. Este ser existe también con un carácter prospectivo en la mente y en el deseo de los
padres. Los padres pueden preparar la ropa antes de su nacimiento, impregnándola con su energía y
sus deseos; también lavando esta ropa a mano y no con métodos de lavado automático. Además,
hacer un lugar en el hogar para el futuro bebé, es otro modo de expresar el deseo de hijo de los
padres, y de vivenciar el embarazo desde esta esfera. Es posible considerar al bebé por nacer como
un ser que posee un núcleo interno que, independientemente de cualquier eventualidad que suceda
en la esfera física, se encontrará siempre intacto. Entendida así, la esfera espiritual podrá compensar
y aportar significado, en aquellas situaciones en las cuales los resultados sean adversos, o no sean lo
esperado. Nos referimos a los casos en que los hijos nacen muertos, o presentan algún nivel de
discapacidad (p. 42-43).
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tapar el agujero, cubriéndolo con su presencia. Luego, el conflicto se postergará hasta que
[…] salga a flote y sea más difícil tratarlo. El bebé no es bebé para toda la vida. (p. 46)
Esto plantea la necesidad de que el embarazo sea atravesado de manera integral, desde las
cuatro esferas en simultáneo, ya que la omisión de alguna de ellas puede repercutir en la
relación vincular que se está gestando. La lista de conflictos que el autor asocia al
desbalance entre esferas es extensa: nacimiento prematuro, depresión posparto prolongada,
extrañar el vientre, gran angustia por no saber qué hacer con el bebé, dificultades en la
dilatación durante el parto, insomnio del bebé, dificultades en la lactancia, etc. Por ejemplo,
una madre que atesora su condición de embarazada, porque esta quizás llena agujeros
previos en sus esferas mental y emocional, podrá tener dificultades con la dilatación del
útero durante el parto, debido a que inconcientemente puede no querer abandonar su
condición de embarazada (la cual le aporta beneficios secundarios). Los mismos aspectos
podrán alimentar una depresión post-parto y esta, a su vez, obstaculizar su posibilidad de
vincularse con su bebé, generando en él patrones de respuesta disfuncionales ante el apego
insuficiente de su madre y estos, por su lado, motivar la aparición de intensos cólicos y/o
insomnio persistente en el recién nacido.
Taylor (2010) remarca que los efectos a nivel cerebral son observables, identificables,
medibles y predecibles (como dijéramos al respecto de la activación biológica promovida
por el estrés, en el apartado 2.1.1). Este hecho constituye el fundamento básico para la
utilización de la música en diversos tipos de tratamiento, debido a que la predictibilidad de
sus efectos a nivel cerebral permitiría la replicación de los mismos (p. 84).
A continuación, citaremos las cuatro hipótesis sobre las que se sustenta este modelo (Taylor,
2010):
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Hipótesis 1:
La música llega a todas partes del cerebro e interviene en la percepción del dolor, gracias al efecto
directo que ejerce en la capacidad de la corteza somatosensorial de recibir sensaciones de dolor
que ascienden a través del tracto espinotalámico luego de ser recibidas por sensores del sistema
nervioso periférico (p. 84).
Hipótesis 2:
La vía neurológica normal de la sensación sonora permite que la música ejerza un efecto en las
estructuras del cerebro humano de mayor relevancia en el comportamiento emocional: el
hipotálamo y el sistema límbico, inhibiendo así reacciones emocionales negativas que puedan
retrasar o en cualquier caso interferir con el tratamiento o con el proceso de recuperación (p. 101).
Hipótesis 3:
La participación activa en experiencias musicales expresivas facilita el desarrollo de conductas
motrices organizadas que ayudan a preservar o recobrar las funciones físicas, y a desarrollar las
habilidades requeridas para la comunicación interpersonal (p. 129).
Hipótesis 4:
La música tiene un efecto marcado en procesos fisiológicos específicos, cuyas variaciones
funcionales pueden ser indicativas de ansiedad, tensión o estrés (p. 149).
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Autores: Shin y Kim (2011)
Muestra: 233 mujeres, de edad media de 32 años, que cursan el primer trimestre de embarazo al
momento del estudio, con un bajo riesgo clínico.
Intervención: el grupo experimental escuchó música durante una sola sesión de 30 minutos durante
el ultrasonido transvaginal, mientras que al grupo control sólo se le practicó el ultrasonido
transvaginal. Los investigadores utilizaron un “álbum de música prenatal con sonidos de la
naturaleza”, para el grupo experimental.
Resultados: la música redujo significativamente la ansiedad en comparación con el grupo de
control. Sin embargo, no redujo significativamente los puntajes de estrés específicos del embarazo.
Autores: Yang y otros (2009)
Muestra: 120 participantes. La mayoría (96.7%) tenían menos de 35 años, con una edad
gestacional de entre 28-36 semanas durante el estudio, y un embarazo de alto riesgo clínico.
Intervención: el grupo experimental recibió la atención habitual más la escucha de música durante
3 días, 30 minutos al día. 3 tipos de música para elegir: música clásica, música agradable y música
folclórica china. El grupo control sólo recibió los cuidados habituales.
Resultados: se produjo una reducción de ansiedad significativamente mayor en el grupo de música,
que en el grupo de control.
Efectos de la estimulación musical prenatal en el estado cardíaco del feto, en las medidas
antropomórficas del recién nacido y en los signos vitales de la mujer embarazada: ensayo
aleatorizado y controlado (García González y otros, 2017)
Este estudio buscó identificar los posibles efectos de la estimulación musical prenatal, sobre los
signos vitales de las mujeres embarazadas a término, sobre la modificación del estado cardiaco fetal
durante una cardiotocografía de monitorización fetal, y sobre las medidas antropométricas de los
recién nacidos. Los investigadores hallaron que la exposición de mujeres embarazadas a música
relajante del tipo instrumental, puede reducir sus signos vitales e influenciar en el estado cardíaco
del feto, durante el monitoreo cardiotográfico fetal; por ende, remarcan que la estimulación musical
es útil para auxiliar en la relajación de las mujeres embarazadas. Los autores, entonces, concluyeron
que la música se puede utilizar como una herramienta, para la mejora de los signos vitales de las
mujeres que cursan el tercer trimestre de embarazo, y que además puede influir en el feto al
aumentar la reactividad y frecuencia cardíaca fetales.
Deseamos hacer notar que el único estudio que no encontró una reducción significativa en el
estrés específico del embarazo, fue el de los autores Shin y Kim (2011). Ellos no brindaron
la posibilidad de elegir entre distintos tipos de música, por lo que no contemplaron la
variable de la preferencia musical (ver “singularidad musical” en apartado 3.4). Además, el
tiempo de exposición fue muy breve y focal, y no se repitió posteriormente (ver Rohner y
Miller, en apartado 2.5.1).
Conclusión
En conclusión, diremos que la musicoterapia prenatal es perfectamente adaptable a un
abordaje preventivo destinado al manejo del estrés durante el embarazo. La promoción del
bienestar de la embarazada es de gran importancia durante esta etapa. La calidad de la
vivencia emocional de la madre será reflejada hacia su futuro hijo, como ya dijimos, a través
de la vía hormonal. Expusimos que la musicoterapia prenatal apunta tanto al espacio de la
madre, como al del futuro bebé, y al vínculo entre ambos. Asimismo, expusimos el enfoque
de la musicoterapia focal obstetricia, que aporta una mirada del embarazo desde cuatro
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perspectivas de una misma vivencia. Desde esta óptica, exploramos la conceptualización de
las cuatro esferas del embarazo, la cual nos permite evaluar las esferas que están deficitarias,
y las que pudieran estar en exceso, para así poder allanar el camino, hacia la promoción de
una mayor vivencia de bienestar materno, como modo de promover mejores condiciones
para el establecimiento de un vínculo prenatal enriquecido. Es notable el hecho de que un
bebé, que vivenció un vínculo prenatal, puede ser capaz de recrear la presencia de los
padres, aunque estos no estén, por medio de una autoestimulación vocal, situación que
parece auxiliarlos en la conciliación del sueño. Dicha utilización recuerda mucho al empleo
del objeto transicional, conceptualizado por Winnicott (1992), lo cual nos hace sospechar
que estas melodías que se encuentran en su memoria constituyen uno de los primeros
simbolismos, a manera de un rudimentario objeto interno que representa a sus padres, el cual
trae acompañado la contención emocional humana que ellos le han prodigado junto con esas
melodías. Cuanto más profundas sean sus vivencias prenatales, más herramientas tendrá
para recuperar el sostén amoroso que heredó. Al respecto, Balan (1992, citado por Federico,
2011), expresa que “las melodías que vivimos meditativamente se convierten en amigos
internos que ya no nos abandonan incluso si durante algún tiempo se sumergen en las
tinieblas insondables del inconsciente” (p. 204). Señalaremos que uno de los elementos
fundamentales que ayudan al recién nacido a conciliar el sueño es la escucha del corazón de
la madre (que era una constante durante su gestación), además de la voz de esta resonando
en la cavidad torácica.
En síntesis, podemos considerar que la vivencia de estrés materna puede eclipsar el
establecimiento de un vínculo suficientemente bueno con su hijo, por lo que este
vivenciaría, a su vez, un gran malestar psicológico, debido a la percepción de que no puede
anticipar acontecimientos ni controlar su entorno, y a que no alberga confianza (o esperanza)
de que una figura de afecto lo pueda contener para reducir su activación (justamente porque
no se ha vinculado suficientemente bien con ella).
Sería de una importancia capital el desarrollo de evaluaciones diagnósticas, fáciles de
aplicar por al menos ginecólogos y obstetras, y adaptables a distintos tipos de contexto, cuyo
objeto sea la detección temprana de vulnerabilidades y desbalances en las distintas esferas
del embarazo. Cabe mencionar que existe un buen número de cuestionarios
autoadministrados y entrevistas semiestructuradas, que pueden ayudar en la evaluación de
aspectos psicológicos y emocionales. Las instituciones en su conjunto deberían orientar sus
objetivos hacia el bienestar de la mujer embarazada. Consideramos que constituye una
importante condición de desamparo y de violencia institucional hacia la mujer, el hecho de
- 24 -
no disponer actualmente de ninguna alternativa legal y segura para abortar un embarazo no
deseado, producto de una violación traumática per se. Podrá ser debatible el aborto en otro
tipo de circunstancias, pero ciertamente no puede ser debatible el hecho de exponer a
mayores condiciones traumáticas a una subjetividad que se encuentra en riesgo, presa de un
potencial estrés postraumático, exponiendo en simultáneo a condiciones muy adversas el
desarrollo del feto. Es claro que es extremadamente alto el costo de esta omisión.
Por último, debemos destacar que, en nuestro ámbito, existe una disciplina llamada
puericultura, cuyo objetivo general es brindar información, escucha, apoyo, guía y sostén a
la madre durante el embarazo, el parto y el puerperio. Sin embargo, se trata de una carrera
bastante reciente, cuya práctica profesional se desarrolla en un ámbito mayormente privado,
y no es tan accesible a las poblaciones de bajos recursos aún. Lo anterior, se suma al hecho
de que se suele asociar a dichos profesionales, con la intervención en la etapa de puerperio,
lo que motiva que se los consulte recién en dicha etapa. No obstante eso, la Asociación Civil
Argentina de Puericultura, imparte charlas informativas gratuitas a embarazadas, además de
ofrecer la formación en la Carrera de Puericultura (https://www.acadp.org.ar/). A su vez, la
Fundación Lactancia y Maternidad (FUNDALAM) de la Universidad Nacional de San
Martín (UNSAM) brinda la Tecnicatura Universitaria en Puericultura y Crianza
(http://www.fundalam.org.ar/). En octubre de 2012 se realizó el “primer encuentro argentino
de puericultura y crianza para la promoción de la salud”. Es esperable que esta disciplina
vaya ganando espacio, y se torne una práctica habitual la derivación hacia dichos
especialistas. De todos modos, consideramos que es necesario realizar una mayor difusión
sobre la importancia crítica del periodo prenatal, tanto para aumentar su percepción en la
población general, como para ampliar la formación para el enfoque médico-clínico actual,
que aún tiende a ignorar u omitir la enorme potencialidad vivencial y psíquica de la vida
intrauterina.
3.1 Objetivos
Objetivos generales:
• Mejorar la calidad de vida y el confort de la madre (y padre) y del bebé en
gestación, procurando el fortalecimiento del vínculo de los padres con el futuro bebé.
Objetivos específicos:
• Promover el autocontrol de la embarazada en determinados momentos ansiógenos,
por medio de diversas herramientas tales como el aprendizaje de la relajación corporal, la
- 25 -
disminución de la sensopercepción del dolor o la reducción de los niveles de ansiedad.
• Proveer un espacio de expresión para la elaboración de eventuales dificultades,
miedos y ansiedades, que puedan obstaculizar el establecimiento del vínculo temprano con
el gestante.
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Acordaremos con el modelo de MTD, en considerar que no sólo existe la opción de realizar
abordajes frente a la franca aparición de una enfermedad, sino que también es posible la
realización de propuestas que se adelanten a la aparición de las diversas problemáticas que
las promueven, brindándoles a las personas herramientas de autogestión, reflexión y
afrontamiento (Ferrari, 2013, p. 22). De la carta de Ottawa ante citada, se desprende el
concepto de calidad de vida. El grupo Whoqol (1996, citado por Ferrari, 2013), define a la
calidad de vida como la percepción de un individuo sobre su posición en la vida, a nivel
físico, psicológico, social y cultural (p. 23). Los procesos musicoterapéuticos podrán
impactar en la percepción que el individuo tiene de sí mismo, permitiéndole así la toma de
un rol activo sobre su propia salud.
- 27 -
de esos procesos; la predicción de la emergencia de potenciales trastornos mentales
ulteriores. Los ítems a considerar para la entrevista, según la autora son (p. 110):
• Condiciones en que se produjo la menarca, su grado de aceptación o rechazo
• Características menstruales ulteriores, cómo fueron las primeras relaciones sexuales y vida
sexual actual
• Actitud de la propia madre frente a los embarazos y partos
• Síntomas actuales, estado de ánimo, fantasías acerca del hijo
• Contingencias del actual embarazo, si fue deseado y buscado, demora en concebir, etc.
Sobre la vincularidad de los padres con el bebé ya nacido, Meltzer (1988, citado por Giacón,
1997), señala que existen factores que alimentan o inhiben la tendencia de los padres a ver al
recién nacido como un objeto estético (o la capacidad de los padres de identificarse con su
bebé como un igual a ellos). Según dicho autor, estos factores son (p. 13):
• Calidad de la relación de los padres entre ellos, el grado de pasión de su unión sexual, el grado
en que su hijo, y de ese sexo, fue deseado
• Características formales generales del bebé: sus proporciones, su debilidad y vulnerabilidad, la
delicadeza de su textura y color; parecido familiar y la ausencia de imperfecciones o lesiones
Galeguillos y Gutiérrez (2011) ofrecen un listado de variables que pueden ser útiles para el
delineamiento de objetivos terapéuticos personalizados (p. 49):
Variables que pueden influir para favorecer o entorpecer el inicio del proceso de
vinculación prenatal
• Que el embarazo haya sido planeado y deseado o no
• Posibilidad de visualizar al feto (favorece el vínculo)
• La experiencia como hijo o hija durante la infancia, que influirá conforme hayan sido sus
experiencias
• La relación de pareja, o si el embarazo se lleva adelante sin pareja
• Rasgos de personalidad de los padres
• Dificultades psicológicas para asumir los roles parentales
• Influencias culturales, tal como creencias sobre los fetos, sobre las relaciones padres-hijos y
sobre los bebés (por ejemplo, si llora y no lo alzan para que no se acostumbre)
• Edad de la madre
• Edad gestacional
• Situaciones de riesgo para la salud de la embarazada o del gestante
• La paridad (número de partos)
3.6 Actividades
Por último, realizaremos una breve exposición de cuatro procedimientos que el
musicoterapeuta Federico (2011) ha desarrollado para su enfoque de “musicoterapia focal
obstetricia”.
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3.6.1 Visualizaciones creativas con música (Federico, 2011, p. 189-193)
Para esta técnica, se utiliza una selección adecuada de música que deberá, necesariamente,
ser del agrado de la/s embarazada/s. Con la música seleccionada, se auxiliará la realización
de ejercicios de relajación que estarán destinados a la visualización de temáticas importantes
propias de la etapa del embarazo (apartado 2.2.3) que se esté transitando (será deseable que
las embarazadas se encuentren en similares etapas de gestación). La cualidad de
referencialidad de la música, promueve la evocación de imágenes inconcientes, las cuales
podrán estar acompañadas de miedos, fantasías y sensaciones relacionadas con la etapa
vital; estas emociones aumentarán la sensibilidad. Ante la aparición eventual de temores
intensos, la contención profesional será fundamental. Ya sea durante la realización del
ejercicio, o durante la verbalización posterior al mismo, se presentará la oportunidad de
realizar una elaboración de los miedos o fantasías que van surgiendo. En resumen, este tipo
de experiencias permiten, primero, una conexión con el estado anímico actual y, segundo,
una proyección hacia los acontecimientos próximos, lo que posibilita una elaboración
anticipada.
- 29 -
Finalmente, la estimulación prenatal con música excitará el sistema nervioso central del
bebé por nacer, haciendo que su frecuencia cardíaca aumente (estudio de García y González,
en apartado 2.7). Dicho incremento permitirá un mayor intercambio de fluidos entre la
placenta y el bebé (aumentando también la saturación de oxígeno del feto). Esta experiencia
realizada antes de la intervención de parto, puede ayudar a mantener incrementada la
frecuencia cardíaca del feto (que no debería bajar de entre 120 y 150 latidos por minuto),
disminuyendo el sufrimiento fetal en este momento. Debemos destacar que la ansiedad de la
madre previa al parto, puede motivar taquicardia en ella (por efecto del subsistema
simpático adrenal), lo que puede forzar una bradicardia en el feto, lo cual a su vez disminuye
su oxigenación (sufrimiento fetal).
- 30 -
nacido, que sabrá captar que es deseado y querido, a través de esta especie de “canción
vincular”, que le resulta familiar. Esta es una base posible para la construcción de un apego
seguro.
Es de destacar que con esta técnica pueden sentirse las sensaciones producidas por el
movimiento del bebé. Por último, debemos señalar que el procedimiento puede utilizarse
durante el parto, por ejemplo, con parlantes pequeños colocados cerca de los oídos de la
embarazada (pero no utilizando auriculares, porque aislarían del entorno y llevarían a una
relajación pasiva), ya que puede ayudar mucho en la reducción de los niveles de estrés y
ansiedad provocados por el trabajo de parto.
2
El procedimiento completo (que consta de siete partes) puede consultarse en: Federico, G. (2003) Música
prenatal. Buenos Aires: Editorial Kier. Capítulo 5.
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