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CONTRATOS 4 ABRIL

SUBCONTRATO
Una de las partes celebra otro contrato del mismo tipo con un tercero manteniendo ese contrato
originario de tal forma que coexiste el contrato originario principal y el que se deriva de este que será
el subcontrato; arrendador en un contrato con con un arrendatario y este hace un subcontrato con un
subarrendatario. Nuestro CC no contempla la categoría general del subcontrato, pero si regula en su
articulado algún subcontrato en particular, por ejemplo en el art 1721 da cabida al subcontrato de
mandato, el mandatario pueda contratar con otra persona la ejecución de las instrucciones del
mandante. También en normas especiales destaca la posibilidad de subarrendamiento prevista tanto
en la LAU, LAR. La cuestión que suscita más polémica en relación al subcontrato es la de si es
posible que se establezcan relaciones entre el titular del primer contrato y el titular del subcontrato o
del contrato derivado. A este respecto la doctrina mayoritaria mantiene que salvo que exista una
norma específica que efectivamente permita estas relaciones entre uno de los sujetos del contrato
principal y otro del subcontrato, la regla general entiende que ha de mantenerse el principio de
relatividad de los contratos o la eficacia inter partes, de tal forma que el sujeto del contrato principal
no va a poder dirigirse contra el subcontratista. Ejemplo; norma específica donde sí se permite esta
interacción entre el sujeto del contrato principal y el subcontratante la encontramos en sede de
contrato de mandato y en concreto en el 1722 CC copiar.

ALTERACIÓN SOBREVENIDA DE LAS CIRCUNSTANCIAS CLÁUSULA REBUS


En ocasiones, en el proceso de ejecución de un contrato se producen cambios de circunstancias que
provocan que una de las partes o ambas tengan enormes dificultades para cumplir su prestación
porque ésta se ha hecho mucho más onerosa de lo que se pudo prever en el contrato. Ante tal
situación la pregunta que surge es si esa alteración de las circunstancias legitima a las partes para
proceder a una modulación del contrato o incluso a extinguirlo. Esta forma de proceder llevaría a la
aplicación de la regla rebus sic stantibus o doctrina del cambio de circunstancia, regla que conlleva
una excepción al principio pacta sunt servanda recogido en el 1091 CC. La aplicación de esta regla
permitiría a las partes que negociasen las contenido del contrato y en caso no llegar a un acuerdo la
parte perjudicada por ese cambio de circunstancias podría acudir a la autoridad judicial para que
fuera ella la que modulara el contrato o incluso la que extinguiera el contrato. Como veremos a
continuación un requisito para la aplicación de la cláusula rebus es que exista para una de las partes
una excesiva onerosidad para dar cumplimiento a su obligación. Desentrañar qué es excesiva
onerosidad no siempre es fácil porque puede llegar a confundirse con la imposibilidad de
cumplimiento de la prestación, y esta imposibilidad conlleva unas consecuencias distintas a las que
se derivan de la aplicación de la cláusula. Podemos decir que en la imposibilidad absoluta o
temporal, aunque se quiera no se puede cumplir, en cambio en la onerosidad excesiva se puede
cumplir pero a un coste insoportable derivado de la ruptura del equilibrio contractual, en definitiva la
diferencia entre ambas figuras definir en la imposibilidad quiero cumplir y no puedo en la excesiva
onerosidad si cumplo me arruino, pero esta ruina no equivale sin más a la falta de liquidez o
insolvencia que dificulta el cumplimiento de la obligación sino que se trata de una ruina derivada de la
ruptura del equilibrio entre ambas prestaciones, ruina metafórica. Nuestro CC no recoge o contempla
la cláusula rebus sic stantibus a diferencia de lo que hacen otros CC más modernos que si la
incluyen como el italiano, el francés o el alemán. Por ello ha tenido que ser nuestra JPA la que ha
moderado toda la doctrina de la cláusula, sin embargo, nuestro TS no ha sido constante a la hora de
reflejar y aplicar esta doctrina. Podemos diferenciar 3 etapas en la jpa del TS; 1º bastante larga en el
tiempo, el TS fue reacio a aceptar modificaciones de contratos por la aplicación de la cláusula rebus
alegando que suponía un importante excepción del pacta sunt servanda que no debería
generalizarse. 2º Coincide con la crisis financiera del 2008, el TS a partir de dos STS de 2014 cambia
el paso y admite con mayor habitualidad el juego de esta cláusula en aquellos casos en los que el
cumplimiento del contrato resulta para una de las partes excesivamente oneroso como consecuencia
de la crisis financiera, crisis que alteraba la situación y se permitió renegociar. Pero a partir del 2019
el TS inicia la 3º etapa, vuelve a sus orígenes y se muestra de nuevo reacio a la admisión de la
cláusula. En aquellas hipoteisis casos el TS ha admitido aplicación de la clausula lo ha hecho sobre
la base de la BF, que ha de presidir el cumplmiento de losc ontato segun el 1258 CC, y BF que ha de
utilzarse para ejecutar los dº segun se desprende del art 7 del CC. Aun así, aunque basándose en
esta BF el TS ha exigido presupuestos/requisitos para que la cláusula fuera de aplicación en primer
lugar ha de tratarse de contratos continuados o duraderos que se alarguen en el tiempo o siendo
contratos de ejecución instantánea, la aplicación de la cláusula se admitirá si su cumplimiento se ha
retardado o aplazado en el tiempo. En segundo lugar, ha de tratarse de contratos que estén

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pendientes de ejecución parcial o totalmente. En 3º lugar se dice que las circunstancias deben haber
cambiado de modo extraordinario en relación con las que estaban en el momento en que se contrató.
En 4º lugar se requiere que ese cambio de las circunstancias haya sido imprevisible. En 5º se exige
que precisamente ese cambio de circunstancias sea el que provoque el desequilibrio contractual y
en consecuencia el que causa la excesiva onerosidad para una de las partes contratantes.
Y en último lugar se exige que en el contrato ninguna de las partes hubiera asumido el riesgo por
ese cambio de las circunstancias. Si concurren estos requisitos se aplicará la doctrina del cambio de
circunstancias que básicamente permite que las partes renegocien las condiciones del contrato, y si
las partes no llegan a un acuerdo respecto la parte que sufre la excesiva onerosidad deberá solicitar
a la autoridad judicial la modificación del contrato o en último término su extinción. La situación vivida
en España como consecuencia de la COvid 19, dibujó un escenario bastante propicio para una
nueva aplicación de la regla rebus sic stantibus, por ejemplo el arrendatario de un local que lo destina
a un restaurante y que como consecuencia del estado de alarma se ve obligado a cerrar con la
consecuente pérdida de ingresos que le impiden poder afrontar el pago de la renta al arrendador.
En esta hipótesis parece que se dan los requisitos necesarios para aplicar la cláusula rebus y que el
arrendatario pueda solicitar al arrendador o propietario un cambio en las condiciones de contrato,
bien sea mediante una rebaja de la renta o bien mediante suspensión temporal del pago de la renta
etc. Si el arrendador no atiende a su petición el arrendatario tendrá a su favor la posibilidad de acudir
a los tribunales para que sean ellos los que decidan en qué sentido se va a modificar el contrato.
El ejecutivo al poco tiempo de declarar el estado de alarma en España promulgó algún RD leyes
donde se prevenía ciertas medidas para amortiguar la situación creada por la declaración del estado
de alarma y entre estas medidas figuraba para casos muy concretos es la aplicación de la cláusula,
ahora bien, la mayor parte de la doctrina civilista no ha estado de acuerdo en que esta medida fuera
la idónea para paliar las graves consecuencias a derivadas de la pandemia; En primer lugar no veía
claro que exactamente concurrieran todos los requisitos necesarios para que la cláusula entrase en
juego, en segundo lugar porque la aplicación de la cláusula sería inutil ya que lo habitual sería que la
parte no perjudicada no admitiera la renegociación y que la parte perjudicada tuviera que acudir a los
tribunales y para cuando estos intervinieran años después el daño estaba hecho y la modificación del
contrato no serviría para nada. Algunos autores señalaron que en estos casos el estado más que
imponer la renegociación lo que debía hacer era adoptar medidas que fomentaran o propiciaron
dicha renegociación y no limitarse a establecer la posibilidad de renegociar o establecer la posibilidad
de acudir a los tribunales, brindis al sol.

INEFICACIA DE LOS CONTRATOS Y DIVERSAS CATEGORÍAS


La eliminación de los efecto de los contratos. Al hablar de ineficacia del contrato podemos decir nos
estamos refiriendo a la falta de efectos de un contrato en este ámbito suelen utilizarse o enumerarse
de forma un tanto caótica diversas expresiones que algunos asimilan o creen sinónimas, así se habla
de nulidad, anulación, anulabilidad, invalidez, inexistencia, rescisión etc. Lo que provoca la existencia
de importantes confusiones terminológicas que convendría ordenar y es que bajo el paraguas de la
ineficacia se incluyen diversos fenómenos como aquellos casos en que el contrato no produce efecto
alguno, hay casos en que el contrato produce efectos pero se reconoce al interesado la posibilidad
de impugnarlos. Casos en los que solo se producen determinados efectos casos no se producen los
efectos esperados, sino otros efectos y todo ello aderezado con la contradicción de que estamos
hablando de ineficacia para referirse a supuestos en los que sí hay efectos. De ahí que algunos
autores estimen más correcto hablar no de ineficacia, sino de invalidez del contrato. Aun así existe
otra corriente doctrinal que prefiere diferenciar entre invalidez e ineficacia, para esta corriente la
invalidez se refiere a la falta de fuerza vinculante del contrato debido a causas internas o de efectos
internos del propio contrato, la invalidez se debería a motivos estructurales del propio contrato.
En cambio la ineficacia haría referencia a la falta de eficacia de un contrato pero debido a causas
externas al contrato y así serían modalidades de esta ineficacia el desistimiento unilateral el mutuo
disenso, la revocación el incumplimiento de la condición suspensiva etc. Estos autores que marcan la
diferencia entre invalidez e ineficacia apoyan su postura entre otros argumentos en el 1953 CC que
en sede de usucapión refiere que exista un título válido. Según estos autores si en este caso la
validez se entendiera como sinónimo de eficacia no haría falta la figura de la usucapión precisamente
porque estamos ante un título válido pero ineficaz, es necesario el transcurso del tiempo de
usucapión para que el sujeto adquiera el dº sobre el bien que está usucapiendo. Independiente de
estas discusiones terminológicas que hicimos referencia, lo que resulta claro es que el legislador no
está vinculado por ninguna categoría dogmática lo que significa que será libre para aplicar al
supuesto concreto la categoría de ineficacia que estime más conveniente. Primera modalidad de
ineficacia que todos los autores reconocen es la de la inexistencia del contrato esta categoría para

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los autores que la reconocen admiten la reducen de lo dispuesto en el 1261 CC, no hay contrato sino
cuando concurran (…) de ese no hay deducen los autres d ela inesitneinca de tal forma que los
autres admiten categoría aentiende inxsitneicna del contrato tiene lugar cuando falta alguno de estos
elementos esenciales Esta categoría procede directamente del dº francés donde se prevé para
aquellas situaciones de ineficacia para las que el CC francés no prevea el efecto de la nulidad, regla
pas nullité sans texte, no nulidad si no está prevista en la ley solo nulidad cuando el legislador
francés reconozca esta consecuencia de tal forma que en aquellos casos no está prevista la nulidad
expresamente la sanción que se utilizaba era la de la inexistencia, por eso se creó esta categoría. Sin
embargo, en España no rige esta regla de que si no hay nulidad si no está expresamente prevista, de
ahí que sean numerosos los autores que sean contrario a admitir en nuestro país la categoría de la
inexistencia. Además hay que añadir que las consecuencias prácticas de la inexistencia que predican
los que defienden su vigencia son similares alas que tiene la nulidad radical, de ahí que las
tendencias más modernas y más mayoritarias aboguen por utilizar únicamente la categoría de
nulidad e incluir bajo ella los casos en los que falta un elemento esencial del contrato caso de
inexistencia 1261 y también los casos de nulidad propiamente dicho que son aquellos casos en los
que los contratos violan las normas imperativas art 6.3CC

CONTRATOS NULOS: LA CONVERSIÓN


Se trata de una categoría la nulidad sobre la que existe un amplio consenso en la doctrina, siguen a
Diez Pizao podemos decir que el contrato nulo es aquel que por causa euin defecto no es apto para
producir ningún tipo de consecuencia jca, definición que resulta un tanto paradójica porque ese
contrato nulo sí produce algún efecto jco, en concreto aquellos efectos típicos de la nulidad cuyo fin
es destruir lo que no debiéndose haber producido sucedió en la realidad efecto más típico de la
nulidad es el de la restitución de las prestaciones. Son muy numerosos los casos en que el ord jco
clasifica como supuestos de nulidad; la falta de algunos de los elementos esenciales del contrato,
indetemrincainoc absolita del objeto, casos de causa ilícita o de objeto ilícito, casos se vulneran los
límites a la autonomía de la voluntad, contratos ilícitos inmorales contrarios al orden público. De la
nulidad podemos predicar varias características en 1º lugar la nulidad opera ipso iure, es decir
automáticamente no necesita una declaración judicial al respecto, aunque lo más habitual es que se
precise la intervención judicial para desmontar la apariencia de contrato que haya surgido o porque la
otra parte no reconozca esa nulidad. En ese caso cualquier sujeto está legitimado para instar la
nulidad del contrato, la sentencia final que señale la nulidad del contrato será una resolución
meramente declarativa que se limitará a constatar una situación que ya existía antes de la resolución.
2º Característica, es definitiva porque como se suele decir lo que nulo es nulo permanece por eso la
acción de nulidad es imprescriptible y por eso en principio un negocio nulo no es convalidable.
Y tampoco cabe la confirmación de un negocio nulo si la acción de nulidad es imprescriptible porque
no es imprescriptible, es la acción de restitución que se deriva de la acción de nulidad, pues a la
acción de restitución se le aplica el plazo general de prescripción de las acciones personales del art
1964 de 5 años. No confundir imprescriptibilidad de la acción de nulidad con la de restitución de 5
años.
El contrato nulo no produce ningún efecto vinculante por ello no puede servir de título para exigir las
restitución de las prestaciones ni tampoco servir como título para usucapir, pero en cambio como
hemos visto ya el negocio nulo si que provoca un efecto que es el efecto restitutorio que obliga a las
partes a restituirse las prestaciones que fueron entregadas con motivo del contrato nulo, esta
restitución si es posible deberá hacerse in natura, lo mismo que se entregaron art 1303 y en su
defecto se restituirá el equivalente pecuniario 1307. Además esta obligación de restitución tiene
carácter recíproco, lo que significa que si una de las partes no devuelve lo debido la otra parte no
podrá ser obligada a restituir, art 1308.

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