Está en la página 1de 11

REBUS SIC STANTIBUS

La cláusula rebus sic stantibus permite la revisión de las obligaciones y


contratos cuando, por circunstancias sobrevenidas, se ha roto el equilibrio
económico del contrato y a una de las partes le resulta imposible o muy
gravoso su cumplimiento.
¿En qué consiste la cláusula rebus sic stantibus?
Se trata de un mecanismo de restablecimiento del equilibrio de las
prestaciones. Se produce cuando, por circunstancias sobrevenidas y
totalmente fuera del poder de actuación de las partes, a una de ellas le resulta
absolutamente imposible o gravoso el cumplimiento de la obligación. También
se la conoce como la teoría de la alteración de la base del negocio.
No está regulada esta cláusula en precepto alguno, sino que es una
construcción doctrinal que tradicionalmente la jurisprudencia ha admitido, con
mucha cautela, en ciertos casos, y sobre las siguientes bases:

1. Que la cláusula rebus sic stantibus no está legalmente reconocida.


2. Que, sin embargo, dada su elaboración doctrinal y los principios de equidad
a que puede servir, existe una posibilidad de que sea elaborada y admitida
por los Tribunales.
3. Que es una cláusula peligrosa y, en su caso, debe admitirse
cautelosamente.
4. Que su admisión requiere como premisas fundamentales:
a. Alteración extraordinaria de las circunstancias en el momento de cumplir
el contrato en relación con las concurrentes al tiempo de su celebración.
b. Una desproporción exorbitante, fuera de todo cálculo, entre las
prestaciones de las partes contratantes que verdaderamente derrumben
el contrato por aniquilación del equilibrio de las prestaciones.
c. Que todo ello acontezca por la sobreveniencia de circunstancias
radicalmente imprevisibles.
5. Que la cláusula no tiene efectos rescisorios, resolutorios o extintivos del
contrato, sino únicamente efectos modificativos del mismo, encaminados a
compensar el desequilibrio de las prestaciones.
También tiene declarado la jurisprudencia que la cláusula es únicamente
aplicable a los contratos a largo plazo o de tracto sucesivo y de ejecución
diferida y que sólo opera en los casos de una alteración extraordinaria o una
desproporción, fuera de todo cálculo, entre las pretensiones de las partes
contratantes, que verdaderamente derrumban el contrato como consecuencia
de la sobreveniencia de circunstancias radicalmente imprevisibles.
Finalmente, los Tribunales han rechazado la aplicación de la cláusula cuando
se ha hecho una abstracta e imprecisa alegación de ella.

¿En qué situación se aplicaría la cláusula rebus sic stantibus?


Puede comprenderse mejor el alcance de esta figura si relatamos algún
supuesto real en que ha sido aplicada por los Tribunales.
La Sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid de fecha 30 de noviembre
de 1993, conoció en grado de apelación un caso en el que se suscribió un
contrato entre la entidad demandante y la demandada "Telefónica", que tenía
por objeto la prestación por la primera de "su asesoramiento y experiencia en la
gestión de alto nivel para la introducción o el refuerzo de la presencia de
"Telefónica" en el extranjero, así como la presentación de la empresa y
consecución de apoyos locales tanto en el nivel de creación de imagen y
promoción como en el nivel de gestión de operaciones comerciales",
estipulándose la correspondiente retribución. La duración del contrato era
indefinida, pudiendo renunciar cualquiera de las partes con un preaviso de seis
meses.
El contrato fue suscrito, en nombre y representación de la empresa
demandante, por una persona concreta que era su Consejero Delegado,
haciéndose constar en la parte expositiva que este tenía una larga experiencia
en el mundo internacional y en materias de comercio exterior, que "Telefónica"
consideraba de interés incorporar por vía del contrato a su capacidad de
gestión y venta. Dicho Consejero Delegado falleció con posterioridad. Tras el
fallecimiento, "Telefónica" comunicó a la empresa su decisión de resolver el
contrato ante la imposibilidad de cumplimiento del objeto del mismo dado el
citado fallecimiento. En la demanda, la entidad demandante reclama
determinadas cantidades a "Telefónica" por la pretendida resolución del
contrato. La demandada contestó a la demanda solicitando la aplicación de la
cláusula rebus sic stantibus para que se considerase correctamente finalizada
la relación contractual.
La Sentencia, teniendo en cuenta que "en los contratos de tracto sucesivo de
larga o indeterminada duración, viene admitiéndose la modificación del contrato
e incluso su resolución o extinción en aplicación de la implícita causa rebus sic
stantibus o en la teoría de la base del negocio, y así el Tribunal Supremo ha
venido reconociendo la necesidad de corregir los desequilibrios cuando
sobrevienen hechos extraordinarios, imprevisibles y capaces de provocar el
desequilibrio de las prestaciones básicas del contrato", aprecia que debe
acordarse la resolución y el acogimiento de la desaparición de la base del
negocio excepcionada por la parte demandada en su escrito de contestación,
pues "la frustración negocial que implica la imposibilidad de obtener la finalidad
perseguida con el contrato, al devenir irrealizable el personal asesoramiento de
Don José Ch. por su muerte [...] y la incapacidad de la sociedad actora para
prestar el servicio convenido por otros medios que permitiesen obtener un
resultado hábil para "Telefónica", deben determinar que se considere
correctamente extinguida la relación por la unilateral voluntad de la demanda".
¿Por qué ha aumentado su aplicación en los últimos años?
La doctrina jurisprudencial tradicional ciertamente reconoce la existencia de la
cláusula rebus sic stantibus, pero era muy restrictiva en su aplicación, de forma
que, por un lado, la modificación en las condiciones económicas debía ser
extraordinaria y radicalmente imprevista y, por otro, la desproporción entre
prestación y contraprestación que tal modificación ocasionaba debía ser
exorbitante y fuera de todo cálculo, hasta el punto de que se derrumbase el
contrato.
Por el contrario, la STS de 30 de junio de 2014, rec. 2250/2012, matizando la
doctrina anterior, entiende que se debe abandonar esta tendencia y dotar a la
figura de "una configuración plenamente normalizada" en línea —se dice— con
las STS de 17 de enero de 2013, rec. 1579/2010 y STS de 18 de enero de
2013, rec. 1318/2011, expresión esta última que parece dar a entender que
debe abandonarse esta aplicación restrictiva.
En concreto, se razona que «Respecto de la cuestión de fondo que plantea el
presente caso, en torno a la valoración del régimen de aplicación de la cláusula
rebus sic stantibus, debe señalarse que en la actualidad se ha producido un
cambio progresivo de la concepción tradicional de la figura referenciada en un
marco de aplicación sumamente restrictivo o excepcional, como corresponde a
una cláusula "peligrosa" y de admisión "cautelosa", con fundamento derivado
del criterio subjetivo de la equidad y con una formulación rígida de sus
requisitos de aplicación: "alteración extraordinaria", "desproporción
desorbitante" y circunstancias "radicalmente imprevisibles"; caso de la
sentencia de esta Sala, de 10 de febrero de 1997, que es tomada como
referente por la Audiencia Provincial.
Por contra,en la línea del necesario ajuste o adaptación de las instituciones a la
realidad social del momentoy al desenvolvimiento doctrinal consustancial al
ámbito jurídico, la valoración del régimen de aplicación de esta figura tiende a
una configuración plenamente normalizada, en donde su prudente aplicación
deriva de la exigencia de su específico y diferenciado fundamento técnico y de
su concreción funcional en el marco de la eficacia causal del contrato. Esta
tendencia hacia la aplicación normalizada de esta figura, reconocible ya en las
Sentencias de esta Sala de 17 y 18 de enero de 2013».
Consecuentemente con el abandono de la restrictiva aplicación de la doctrina
anterior, la sentencia comentada fija lo que debe entenderse por "cambio de
circunstancias suficiente":
«Como se ha señalado, las citadas Sentencias de Pleno de 17 y 18 de enero
de 2013 constituyen un punto de partida, o toma en consideración, hacia una
configuración de la figura normalizada en cuanto a su interpretación y
aplicación se refiere, de ahí que fuera de las trabas de la concepción
tradicional, con una calificación de la aplicación de la figura como excepcional y
extraordinaria, cuando no de peligrosa, se razone, conforme a los textos de
armonización y proyectos europeos en materia de contratación (Principios
Unidroit, PECL y propuesta de la Comisión General de Calificación), ya como
tendencia, o bien como canon interpretativo, en pro de una normal aplicación
de la figura sin más obstáculos que los impuestos por su debida diferenciación
y el marco establecido de sus presupuestos y requisitos de aplicación que, de
por si, ya garantizan una prudencia aplicación de la figura.
Ello se traduce, a diferencia de la doctrina jurisprudencial anterior, en la
estimación, como hecho notorio, de que la actual crisis económica, de efectos
profundos y prolongados de recesión económica, puede ser considerada
abiertamente como un fenómeno de la economía capaz de generar un grave
trastorno o mutación de las circunstancias y, por tanto, alterar las bases sobre
las cuales la iniciación y el desarrollo de las relaciones contractuales se habían
establecido. No obstante, reconocida su relevancia como hecho impulsor del
cambio o mutación del contexto económico, la aplicación de la cláusula rebus
no se produce de forma generalizada ni de un modo automático pues como
señalan ambas Sentencias, y aquí se ha reiterado, resulta necesario examinar
que el cambio operado comporte una significación jurídica digna de atención en
los casos planteados, esto es, que la crisis económica constituya en estos
casos un presupuesto previo, justificativo del cambio operado no significa que
no deba entrarse a valorar su incidencia real en la relación contractual de que
se trate; de ahí, que ambas Sentencias destaquen que la crisis económica,
como hecho ciertamente notorio, no pueda constituir por ella sola el
fundamento de aplicación de la cláusula rebus máxime, como resulta de los
supuestos de hecho de las Sentencias citadas, cuando confundiéndose la
tipicidad contractual de la figura se pretende su aplicación por la vía errónea de
la imposibilidad sobrevenida de la prestación (arts.1182 a1184 del Código
Civil).
En relación a la excesiva onerosidad hay que señalar que su incidencia debe
ser relevante o significativa respecto de la base económica que informó
inicialmente el contrato celebrado. Este hecho se produce cuando la excesiva
onerosidad operada por dicho cambio resulte determinante tanto para la
frustración de la finalidad económica del contrato (viabilidad del mismo), como
cuando representa una alteración significativa o ruptura de la relación de
equivalencia de las contraprestaciones (conmutatividad del contrato). En este
caso, las hipótesis son básicamente dos; que la excesiva onerosidad refleje un
substancial incremento del coste de la prestación, o bien, en sentido contrario,
que la excesiva onerosidad represente una disminución o envilecimiento del
valor de la contraprestación recibida. En este contexto, y dentro de la
fundamentación objetiva y de tipicidad contractual señalada, pueden extraerse
las siguientes consideraciones de carácter general:
a) La base económica del contrato, como parámetro de la relevancia del
cambio, esto es, de la excesiva onerosidad, permite que en el tratamiento
de la relación de equivalencia sea tenida en cuenta la actividad económica
o de explotación de la sociedad o empresario que deba realizar la
prestación comprometida.
b) Desde esta perspectiva parece razonable apreciar la excesiva onerosidad
en el incremento de los costes de preparación y ejecución de la prestación
en aquellos supuestos en donde la actividad económica o de explotación,
por el cambio operado de las circunstancias, lleve a un resultado reiterado
de pérdidas (imposibilidad económica) o a la completa desaparición de
cualquier margen de beneficio (falta del carácter retributivo de la
prestación).»

La trascendencia de este cambio de orientación jurisprudencial es que viene a


sentarse con carácter general que la crisis económica «puede ser considerada
abiertamente como un fenómeno de la economía capaz de generar un grave
trastorno o mutación de las circunstancias y, por tanto, alterar las bases sobre
las cuales la iniciación y el desarrollo de las relaciones contractuales se habían
establecido», afirmación de gran importancia, en la medida en que afectará a
los contratos sinalagmáticos concertados antes de la crisis económica pero que
dan lugar a relaciones jurídicas duraderas entre las partes que despliegan su
eficacia durante la misma. Ahora bien, para la aplicación de la doctrina se
precisará, una vez sentada esta base general, analizar si en el concreto
contrato analizado, ha tenido incidencia real la referida crisis económica, siendo
razonable entender que ello es así cuando el cambio operado por la referida
crisis «lleve a un resultado reiterado de pérdidas (imposibilidad económica) o a
la completa desaparición de cualquier margen de beneficio (falta del carácter
retributivo de la prestación)».

Recuerde que……

 La cláusula rebus sic stantibus es un mecanismo de restablecimiento del


equilibrio de las prestaciones cuando, por circunstancias sobrevenidas, a
una de las partes le resulta imposible o gravoso su cumplimiento.
 Es únicamente aplicable a los contratos a largo plazo o de tracto sucesivo y
de ejecución diferida y sólo opera en los casos de una alteración
extraordinaria o una desproporción entre las pretensiones de las partes
contratantes.
 Tradicionalmente ha sido una cláusula de aplicación muy restrictiva, pero el
escenario de crisis económica ha extendido su aplicación, al considerar
que estas circunstancias han afectado gravemente al desarrollo de las
relaciones contractuales.
Ante el estado de emergencia nacional, y atendiendo a que el principio de
obligatoriedad de los contratos no es absoluto, resulta posible que los contratos
de duración en el tiempo y de resultado futuro celebrados puedan ser revisados
por las partes.
Se trata de los contratos de compraventa a plazos, arrendamiento, suministro,
prestación de servicios, ejecución de obra, compraventa de bienes futuros,
franquicia, préstamos, publicidad, entre otros.
Esto, en aplicación del principio de buena fe en la ejecución e interpretación de
los contratos regulado en los artículos 168 y 1362 del Código Civil y a tono con
las pautas sobre caso fortuito o fuerza mayor fijadas en el artículo 1315 de ese
cuerpo legal.
Aplicando el principio de REBUS SIC STANTIBUS, se recomienda a las partes
revisar el contrato para determinar si su redacción aborda la forma de tratar
una situación de caso fortuito o fuerza mayor, en cuyo supuesto estarán
obligadas a cumplir lo pactado.
Por tratarse de una situación generalizada y de carácter global, estima poco
probable que las partes opten por la resolución de sus contratos civiles-
comerciales antes que por la posibilidad de renegociar su suspensión o
modificación temporal.
De no hacerlo, dijo que siempre quedarán los remedios legales que permitan la
revisión de los contratos con instituciones como la lesión, la excesiva
onerosidad de la prestación, entre otros.
Además, sugiere documentar con suficiente detalle, pero sin tener que dar a la
luz información sensible de la empresa involucrada, la manera en que se
hubiera visto afectado el equilibrio patrimonial-contractual, y en qué tiempo se
estima razonable su normalización. También actuar con proactividad y rapidez
para convocar a la contraparte, informarla y dar inicio a la negociación que
corresponda.
Por tratarse de una situación generalizada y de carácter global, estima poco
probable que las partes opten por la resolución de sus contratos civiles-
comerciales antes que por la posibilidad de renegociar su suspensión o
modificación temporal.
De no hacerlo, dijo que siempre quedarán los remedios legales que permitan la
revisión de los contratos con instituciones como la lesión, la excesiva
onerosidad de la prestación, entre otros.

Integración y colaboración
Ante la inmovilización, las observaciones que pueden surgir entre las partes
pueden llevar a un conflicto mayor y en lo jurídico a una pugna entre el principio
de la obligatoriedad de los contratos o pacta sunt servanda, regulado en el
Código Civil, y el de la estabilidad de las condiciones que debería mantenerse
a lo largo del tiempo o rebus sic stantibus, indicó Castañeda.
Aunque afirmó que en el medio está el principio de la buena fe en la ejecución
de los contratos como un factor de integración y otro de colaboración,
consagrado en el Código Civil.

Relación jurídica del Covid-19, con la Teoría de la imprevisión y la Fuerza


mayor, respecto a los contratos en general. En cuasi todos los contractos
conmutativos de tracto sucesivo (de ejecución periódica o continua), así como
en los de ejecución diferida como son: compraventa, suministro, mutuo,
arrendamiento, entre otros; si como consecuencia del corona virus (Covid-19),
hay incumplimiento de obligaciones o cumplimiento parcial, tardío o defectuoso,
podemos recurrir a la figura de la fuerza mayor, puesto que se trata de un
evento extraordinario, imprevisible e irresistible; con la salvedad que si las
prestaciones se pueden ejecutar virtualmente, a través de las diversas
herramientas tecnológicas que nos permite la cibernética, no se encuadraría
dentro de la figura supra citada. Sin embargo, para nosotros, la figura más
viable a aplicarse, como remedio jurídico, basado en el principio “rebus sic
stantibus”, bien sea a instancia judicial o extrajudicial, dependiendo del caso;
es la teoría de la imprevisión o conocida también en nuestra legislación como la
excesiva onerosidad de la prestación, en razón a que esta pandemia es un
acontecimiento extraordinario e imprevisible; a mayor abundamiento, si bien el
Covid-19 ha generado el aislamiento social en nuestro país, empero, ello no
significa que los contratos suscritos con anterioridad a esta enfermedad,
comprendan imposibilidad material, física, objetiva y absoluta, para el
cumplimiento de las prestaciones, sino, la principal consecuencia pasible de
ameritar sería, la excesiva onerosidad de la prestación, en razón a que existe
una imposibilidad relativa de cumplimiento de obligaciones.

Rebus sic stantibus literalmente significa “mientras continúen así las cosas”.
Con esta cláusula, los contratos y/o tratados podrán ser revisados siempre que
concurran circunstancias nuevas, que alteren las condiciones que se tenían
cuando entraron en aplicación las obligaciones en cuestión.

Se entiende la cláusula rebus sic stantibus como supuestos en que como


consecuencia de la extraordinaria alteración de las circunstancias atinentes al
contrato, no previstas por las partes, se producen efectos que atentan contra la
equivalencia de las prestaciones establecidas originariamente en el momento
de celebración del contrato.

Rebus sic stantibus es una expresión latina que podría traducirse como
“estando así las cosas”. En el ámbito jurídico, constituye hoy día un principio de
derecho por el que todo contrato lleva implícita una cláusula sobreentendida
por la que se entiende que las estipulaciones convenidas lo son teniendo en
cuenta las circunstancias concurrentes en el momento, es decir, “estando así
las cosas”, de modo que cualquier alteración sustancial de las circunstancias
podría dar lugar a la modificación de las estipulaciones.

En suma, se trata de un mecanismo de restablecimiento del equilibrio de las


prestaciones. Sin embargo, para que entre en juego este principio, se precisa
que, por circunstancias sobrevenidas y absolutamente ajenas al poder de
actuación de las partes, a una de ellas le resulte absolutamente imposible o
sumamente gravoso el cumplimiento de la obligación que le compete.

La admisión de este mecanismo se hace con extrema cautela, así una


Sentencia del Tribunal Supremo de 27 de junio de 1984 decía al respecto que
“la jurisprudencia ha admitido la doctrina de la llamada cláusula rebus sic
stantibus, si bien de manera restrictiva, por afectar al principio general pacta
sunt servanda (“los contratos son para cumplirlos”) y a la seguridad jurídica,
exigiendo por ello como requisitos necesarios para su aplicación…”
desarrollando a continuación los requisitos necesarios que son:

Que entre las circunstancias existentes en el momento de celebración del


contrato y las concurrentes en el momento de su cumplimiento o ejecución se
haya producido una alteración extraordinaria.
Que, a consecuencia de dicha alteración, resulte una desproporción exorbitante
y fuera de todo cálculo entre las prestaciones convenidas.
Que las nuevas circunstancias fueran imprevisibles para las partes en el
momento de celebración del contrato.
Que quien alegue la cláusula rebús sic stantibus tenga buena fe y carezca de
culpa.
Debe tenerse en cuenta que la cláusula citada carece de efectos rescisorios,
resolutorios o extintivos del contrato, sino únicamente efectos modificativos del
mismo, encaminados a compensar el desequilibrio de las prestaciones.
También tiene declarado la jurisprudencia que la cláusula es únicamente
aplicable a los contratos a largo plazo o de tracto sucesivo y de ejecución
diferida y que sólo opera en los casos de una alteración extraordinaria o una
desproporción fuera de todo cálculo, entre las prestaciones de las partes
contratantes, que verdaderamente derrumban el contrato como consecuencia
de la aparición sobrevenida de circunstancias radicalmente imprevisibles.

Hoy es opinión mayoritaria considerar este principio como una norma de


carácter objetivo, que permite a la parte contratante perjudicada por el cambio
de las circunstancias invocar la modificación o disolución del contrato.

Conviene precisar que la aplicación de la cláusula rebus sic stantibus no se


limita al ámbito del Derecho privado, pues la jurisprudencia ha tenido ocasión
de reiterar su incidencia en la contratación administrativa, a pesar del principio
de “riesgo y ventura” que rige en esta materia.

Del mismo modo, en el ámbito del Derecho internacional, este principio de rige
por el artículo 62 de la Convención de Viena sobre el Derecho de los Tratados
de 1969. Según él, si se produce un cambio fundamental en las circunstancias
existentes en el momento de celebración del tratado y ese cambio conlleva un
cambio radical de las obligaciones que, en virtud del Tratado, todavía quedan
por cumplir, la parte perjudicada puede alegar el cambio para desvincularse del
tratado o suspenderlo.
La relación de causalidad es la unión entre el hecho generador y el daño. En
otras palabras, toda relación de responsabilidad extracontractual implica que
una determinada persona (la víctima) puede exigir a otra (el responsable) el
pago de una indemnización por los daños causados por ésta última. Por lo
tanto, la relación de responsabilidad extracontractual descansa, entonces, en
una relación de causalidad. Por consiguiente, para que exista responsabilidad
extracontractual se requiere que exista un nexo causal entre la víctima y el
autor del hecho dañino. En el Perú, la causalidad en materia de
responsabilidad civil extracontractual se encuentra regulada en el artículo 1985
del C.C que sentencia: “la relación de causalidad debe ser adecuada”.
La víctima de un daño, según la tendencia jurisprudencial más aceptada, la
doctrina y el mismo derecho positivo, tanto a nivel nacional como en el derecho
comparado, debe probar la relación de causalidad entre la acción del
demandado y el daño sufrido. Sin embargo, los problemas que involucra dicha
actividad probatoria, además de responder a la necesidad de imputar el hecho
dañoso al presunto autor, se tropieza con la dificultad de fijar los límites del
“deber de indemnizar”.
1. En cuanto al daño moral, es motivado por el sufrimiento producido por la
muerte del hijo, este hecho produce un inmenso dolor a la madre y
padre.
2. No existe cuantificación objetiva posible del daño moral entendido como
padecimiento anímico por la muerte de un hijo ni de un ser querido en
general
3. La sentencia se basa en una responsabilidad civil solidaria entre el autor
directo y la empresa ferroviaria, conforme al artículo 1981, en la cual la
corte suprema no hace mención.
4. El menor se encontraba bajo el cuidado y responsabilidad de la madre,
donde el demandante debió tener todas las precauciones necesarias
para evitar que el menor escapara de su control.
5. Siendo un tema de responsabilidad objetiva es irrelevante la culpa con la
que haya actuado el chofer de la empresa.
6. La parte demandada debió de alegar concausa, puesto que no se
debatió en ninguna instancia la responsabilidad de la madre al descuidar
al menor que posteriormente falleció.
7. El bien riesgoso exige que el peso del daño deba ser trasladado a quien
se aproveche de esos bienes.
8. No cabe nulidad alguna por inexistencia de perjuicio y por tratarse de
asunto no controvertido.
9. La parte demandada no buscó la fracturación de la responsabilidad civil.
10. Es una sentencia que, en síntesis, impone una responsabilidad civil por
pura causalidad respecto del propietario del tren. La regla jurisprudencial
es: el que atropella paga, y no la del artículo 1970 del Código Civil.

También podría gustarte