Está en la página 1de 32

Tema 3.- Las hablas andaluzas en la actualidad.

Descripción y estudio

1. Introducción a la situación de las hablas andaluzas en la actualidad


La geografía lingüística andaluza del ALEA pone de manifiesto dos tipos de fenómenos
que, son la cara y la cruz de las manifestaciones lingüísticas cuando se analiza en su
dimensión geográfica el continuum espacial de una lengua, o de un geolecto
perteneciente a una lengua, en función de una relativa homogeneidad, pues los datos
lingüísticos que nos proporcionan sus mapas, permite trazar áreas lingüísticas dentro de
ese continuo y subclasificarlo en los puntos geográficos donde la continuidad se
interrumpe. Esto se conceptualiza en términos de continuidades /discontinuidades
lingüísticas. La dialectología emplea el término isoglosa (‘misma lengua’) para
delimitar estas continuidades/discontinuidades lingüísticas. Isoglosa es la línea
imaginaria que en un atlas lingüístico pasa por todos los puntos donde se manifiesta un
mismo fenómeno sea este fonético, fonológico, léxico, gramatical o morfosintáctico. Si
de cualquier lugar del espacio lingüístico andaluz se aislaran todos sus rasgos y se
compararan con el de otro lugar próximo y este a su vez con otro y así sucesivamente,
de la comparación saldrían numerosos hechos semejantes (isoglosas o continuidades
lingüísticas) y algunos hechos diferentes (heteroglosas o discontinuidades lingüísticas).
Suele ocurrir que en un continuum geográfico, las isoglosas se comporten de manera
irregular, de manera que se unen unas a otras para formar haces de isoglosas. Otras
veces se separan algunas de ellas para entrecruzarse con otras y formar abanicos. De
esta manera lo que tendemos a considerar unitario (el habla andaluza) se manifiesta en
realidad como una serie de discontinuidades geográficas, delimitadas por diferentes
isoglosas que varían en extensión y en su jerarquía (estatus), pues no todas ellas están
en igualdad de importancia para categorizar lingüísticamente el espacio geográfico
donde se habla andaluz.
La jerarquía de los fenómenos lingüísticos que definen una modalidad se establece
principalmente de manera cualitativa (más que cuantitativa), en función de su
prototipicidad para caracterizar una determinada variedad geolingüística o en función de
la relevancia con la que actúan en la conciencia lingüística de los hablantes. No
obstante, conviene recordar que la delimitación de homogeneidades/heterogeneidades
lingüísticas es en sí misma ya una abstracción: una isoglosa señala, en efecto, un límite
real (el lugar donde el fenómeno se da o no se da), pero ello no quiere decir que tal
rasgo sea atribuible a todos los hablantes de esa localidad concreta o que se dé en todos
los contextos y situaciones de comunicación: p.e., la neutralización de líquidas
inplosivas en interior de palabra /r/-/l/ es una de las continuidades fonéticas más
extensas del geolecto andaluz, generalmente tiende a realizarse como vibrante en todo el
continuo andaluz ([arcarde, mardita sea tu arma]< “alcalde, maldita sea tu alma”) salvo
en determinados puntos en que se resuelve como lateral (peldío <“perdido”), pero eso
no quiere decir que todos los hablantes presenten dichos rasgos. Lo mismo con
fenómenos como la indistinción seseante o la indistinción ceceante. Esto es, la
dimensión dialectológica deja al margen factores constitutivos de la variación

1
lingüística inherente a cualquier grupo humano como son la dimensión social o la
contextual.
Hay cinco tipos básicos de isoglosas que pueden emplearse para la caracterización del
andaluz: léxicas (identidad de denominación de una misma referencia o concepto), de
pronunciación (señala los puntos en los que una palabra se pronuncia de igual manera),
fonética (identidad de realización de un mismo fonema, p.e., los tipos de variantes en
que se realiza el fonema sibilante fricativo sordo /s/), fonológica (en relación con el
inventario de fonemas: concierne a la delimitación de áreas de indistinción (p.e. seseo o
ceceo y yeísmo), morfosintáctica (construcciones gramaticales, paradigmas flexionales,
etc.).
Las isoglosas permiten establecer dentro de Andalucía hechos lingüísticos que se
repiten por su espacio geográfico o por grandes zonas de ese espacio y sirven para situar
las continuidades lingüísticas del andaluz y que actúan cognitivamente parcelando y
modelando estereotípicamente esto que llamamos andaluz (o hablas andaluzas) como
una realidad geolectal del español. Las discontinuidades son los rasgos que aíslan una
localidad o grupos de localidades de su entorno más inmediato y hacen evidente la
fragmentación lingüística de estas hablas. Obviamente, al ser el andaluz una variedad
geolectal del español, las continuidades lingüísticas que presenta pueden traspasar las
fronteras geográficas de la región: unas son de carácter panhispánico (y compartidas,
obviamente, con el llamado español norteño o septentrional) por lo que no marcan la
idiosincrasia lingüística de los hablantes. Otras son indicativas de lo meridional y
conectan esta variedad con otras zonas meridionales de la península (extremeño,
manchego, murciano): [aspiración en implosiva1 de –s, yeísmo]. Y, sobre todo, con las
modalidades canarias y americanas [con las que comparte, además de los rasgos
anteriores, seseo, y aspiración de “j” y “ge-i”2]. Actúa de este modo el andaluz de
puente entre el español septentrional (base geográfica sobre la que históricamente se ha
conformado el ideal normativo del español) y el español que se habla en
Hispanoamérica. Las otras modalidades lingüísticas meridionales actúan asimismo de
puente (son hablas de tránsito) entre el andaluz y el español septentrional (el extremeño,
el manchego, el murciano).
Esto es, el andaluz presenta continuidades lingüísticas de rasgos no septentrionales que
se prolongan más allá de Andalucía. No hay rasgo que se dé en andaluz que no ofrezca
continuidad. No obstante, incluso dentro de la continuidad con esas otras áreas

1
La aspiración (o soplo espiratorio) arranca desde el sur de la provincia de Salamanca, se extiende por
toda Extremadura y el sur de Castilla-La Mancha y Andalucía hasta el Mediterráneo por encima de la
región de Murcia y el sur de Alicante. En el norte también es posible encontrar aspiración en La Rioja, y
en Cantabria. También en Madrid en el habla popular hay aspiración, probablemente desde el XIX, según
testimonios de Galdós, recogidos por Lapesa. La erosión de consonantes implosivas [k, p, b, d] se da en el
occidente peninsular (desde el español de Galicia, Zamora, La Rioja, Valladolid hasta el habla popular y
vulgar de Madrid: azto (acto, apto), ozjeto (objeto), Madriz, Valladoliz. (en estas hablas la distinción en
implosivas –salvo en nasales, vibrantes y laterales- sería de mate –z / estridente –s). También las laterales
y vibrantes en implosiva pierden sus rasgos y tienden a confluir en una realización: tolpe, calne, comel o
en otra: borsa, farda, corcha. Esto se documenta también en zonas de Aragón, Navarra y Rioja, Sierra de
Gata (entre Cáceres y Salamanca), Extremadura, Andalucía y Murcia.
2
Esta aspiración no se da en toda Andalucía y también se manifiesta en Extremadura, Canarias y
América.

2
lingüísticas, el andaluz tiene su propia personalidad por la intensidad con que se
manifiestan estos rasgos y por la altura social que presentan. Aunque muchos rasgos no
sean exclusivos de Andalucía (o, incluso, no se den en toda Andalucía), es ahí donde
tienen mayor densidad y vitalidad. A esto es a lo que los hablantes comunes le dan el
nombre de acento andaluz o, simplemente, andaluz. Y cuando emplean este nombre lo
hacen más bien con una clara intención identificadora más que con una intención
caracterizadora, en tanto que sirve para reconocer a quien no tiene por qué tener los rasgos
más prototípicos de la modalidad, pero sí tiene otros de carácter menor yeísmo o la
aspiración [h] en contextos de “ge, i”, “j”). No obstante, lo más característico e identificador
de los andaluces está todavía por estudiar: su entonación y su prosodia: (1) un ritmo
entonativo más rápido y variado frente a lo que es habitual en castellano y en el estándar,
debido a una diferente distribución de la fuerza espiratoria, (2) una posición más
adelantada de los órganos de fonación que redunda en sonidos más agudos que los
habituales en el español de ambas Castillas y(3), también lo es la concentración y altura
social en el uso de los rasgos fónicos, consonánticos y vocálicos, que separan las
modalidades andaluzas de las castellanas: (la pronunciación de -s- en sus variantes
andaluzas (vid. supra); el fenómeno de indistinción seseo-ceceo; y la solución de –s
implosiva con los efectos concomitantes sobre las vocales y los sonidos consonánticos
siguiente).
No obstante, en el interior de lo que administrativamente se llama Andalucía no hay un
núcleo geográfico homogéneo donde pueda localizarse “el andaluz”, de manera
nítidamente separada del resto (nadie habla el andaluz, sino que se habla en andaluz). La
enorme diversidad de las realizaciones fonéticas hace preferir, más que el término dialecto
(que, además, fuera del metalenguaje científico posee connotaciones negativas,) la
denominación de hablas andaluzas.
La descripción de esa diversidad exige una serie de importantes subdivisiones, tarea que no
resulta nada sencilla, dado que los rasgos lingüísticos en los que habría que basarse para
realizarla, rara vez determinan zonas homogéneas sino que confluyen o se separan de
manera, en principio, bastante arbitraria, creando un entramado complejo como
consecuencia de la acción de factores de carácter sociolingüístico, que se complica aún
más por la frecuente coincidencia en el mismo ámbito geográfico de fenómenos diversos.
Los grandes cambios habidos en la distribución de la población en Andalucía en los años
transcurridos desde la publicación del Atlas Lingüístico y Etnográfico de Andalucía,
probablemente, hayan variado la repartición geográfica de algunos fenómenos. Además,
las variables que hoy se utilizan para estudiar su distribución social (sexo, generación,
estrato sociocultural, prestigio y valoración subjetiva, etc.) dificultan la percepción de la
realidad, pues en ocasiones ni siquiera un estudio por barrios de los grandes núcleos
urbanos permite proporcionarnos un retrato fiel de la situación.
Rasgos lingüísticos del andaluz y situación actual
Las continuidades lingüísticas andaluzas permiten dibujar diferentes áreas lingüísticas
homogéneas en cuanto a la determinación de un fenómeno concreto, aunque este no se
presente siempre de la misma manera. Hay continuidades horizontales y continuidades
verticales que permiten segmentar el territorio transversal y longitudinalmente tomando

3
como base heteroglosas fonológicas, fonéticas y léxicas, para el primer caso y, para el
segundo, heteroglosas léxicas, fonéticas y morfológicas.
1) Continuidades horizontales de base fonológica.- La división más importante y
prototípica del andaluz es la que ofrece la situación mantenimiento de la oposición
fonológica s/θ (siervo/ciervo, coser/cocer, sapo-zapato), frente a la inexistencia de
oposición fonológica con resultado de seseo (siervo, coser, sapato) o bien de ceceo
(θiervo, coθer, θapo). Cada uno de estos fenómenos ocupa una franja de extensión
variable que recorre transversalmente Andalucía (vid. infra el mapa didáctico)

Para la práctica de geografía lingüística sobre este apartado véanse los mapas del ALEA
1705 (área de mantenimiento o neutralización s/θ), 1706 (tipos de θ), 1708 (tipos de s)
que se incluyen como documentos aparte
La imagen geográfica otorga una mayor extensión a ceceo (que se documenta en la zona
más meridional de la región andaluza, así como en enclaves aislados en zonas de
distinción y de seseo), y también es más extensa la geografía de la distinción. El seseo
ocupa visualmente una extensión geográfica más pequeña que la distinción y el ceceo
(ver mapa coloreado). No obstante, la imagen estadística de estos fenómenos cuantifica
de una manera más objetiva estos patrones de pronunciación y los ajusta con respecto a
su dimensión sociolingüística. Puesto que la unidad “hablante” no se corresponde del
todo con la unidad “habitante”, es necesario aplicar parámetros correctores de carácter
diastrático o estratificacional que establezcan una mayor correlación entre hablante y
dato lingüístico concreto, para computar no los datos en bruto del censo poblacional de
los habitantes de cada una de estas zonas, sino unos datos estadísticamente
proporcionales. Esto permite obtener una imagen demolingüística en la que se refleja la
dimensión social de estos patrones dialectales, pues es un hecho que estos fenómenos de
indistinción seseante o ceceante no alcanzan a la totalidad de los habitantes de esos
espacios donde se localizan tales pronunciaciones ya que en dichas áreas lingüísticas no
todos los hablantes tienen el seseo o el ceceo incorporado a su vernáculo. Ha de tenerse
en cuenta, pues, la estructura sociolingüística de cada enclave geográfico a la hora de
cuantificar de manera más precisa cuántos hablantes son seseantes o ceceantes en
Andalucía y que número de hablantes andaluces se acogen al patrón distinguidor.

4
R. Morillo-Velarde (2009)3 lleva a cabo una medición estadística a partir de los censos
de población mediante el método de simulación demolingüística. Este método consiste
en proyectar los datos dialectales que ofrece la geografía lingüística del ALEA sobre los
datos demográficos de cada municipio que proporcionan los censos. Se obtiene así para
cada población un número “bruto” de hablantes que podrían presentar un
determinado rasgo lingüístico según la imagen geográfica del ALEA. A tales resultados
se les aplica posteriormente un índice corrector que varía para cada población en
función del nivel de complejidad sociolingüística que presente la localidad. Este índice,
reducirá los datos brutos del número de habitantes y se genera un resto de hablantes que,
por razones de su procedencia social o geográfica, no sigue tal patrón vernacular en su
pronunciación y que habrá de adjudicar a las otras alternativas.
De manera convencional, se establecen cinco niveles de complejidad sociolingüística en
función del nº de habitantes de cada localidad:
1) municipios de menos de 5000 habitantes
2) municipios comprendidos entre 5001 y 10.000 habitantes;
3) municipios comprendidos entre 10.001 y 15.000 habitantes;
4) municipios comprendidos entre 15.001 y 20.000 habitantes;
5) localidades de más de 20.000 habitantes.
Los índices multiplicadores propuestos oscilan entre un número próximo a 1, pero
siempre inferior en los municipios más pequeños que son los que corresponden al nivel
1(por ser estos municipios los que poseen redes sociales más densas y homogéneas);
mientras que las localidades de más de 20.000 habitantes con más complejas (con
múltiples redes sociales menos densas y más heterogéneas) se multiplican por un índice
corrector igual o menor a 0.5; los otros niveles se sitúan proporcionalmente en una
horquilla los limitada por esos dos extremos4. El resultado de aplicar el coeficiente
corrector en función del índice de complejidad sociolingüística mediante el método de
simulación demolingüítica permite ofrecer la imagen estadística de un dialecto o
modalidad lingüística5. La imagen geográfica del fenómeno que se está midiendo aquí
arroja el siguiente resultado de datos brutos6:

3
“La identidad fónica de los andaluces”. En A. Narbona (coor.): La identidad lingüística de los
andaluces. Sevilla: Junta de Andalucía-Consejería de Presidencia.
4
El coeficiente exacto se calcula para cada rasgo en función de los datos sociolingüísticos disponibles en
municipios de cada tipo; o, si hay más de uno, hallando la media de probabilidad de aparición del rasgo
considerado en los distintos municipios.
5
Morillo-Velarde prescinde de la cualidad de la s [ ṣ s̯ s̱] a la hora de calcular los totales estadísticos.
6
En A. Narbona (coor.): La identidad lingüística de los andaluces. Sevilla: Junta de Andalucía-
Consejería de Presidencia, págs. 351-383, se proporciona un anexo que informa del patrón vernacular que
se sigue en cada una de las localidades existentes en Andalucía, así como del tipo de articulación de /s/
que se sigue en la localidad en caso de seseo o distinción.

5
Totales de seseo
Tipo Cantidad
Tipo 1 159 751
Tipo 2 189 439
Tipo 3 83 247
Tipo 4 114 129
Tipo 5 1 646 844
Total 2.193.465

Totales de ceceo
Tipo Cantidad
Tipo 1 419 512
Tipo 2 374 718
Tipo 3 351 892
Tipo 4 417 824
Tipo 5 2 573 554
Totales 4.137.500

Totales de distinción
Tipo Cantidad
Tipo 1 486 716
Tipo 2 411 854
Tipo 3 171 962
Tipo 4 92 168
Tipo 5 219 391
Totales 1.382.091

No obstante, el coeficiente corrector que es necesario aplicar para la distribución del


seseo, ceceo y distinción arroja el siguiente resultado, que, estadísticamente, distribuye
de manera más igualitaria estos fenómenos:
Seseo de 2.193.465 > 2.923.813
Distinción de 1.382.091 > 2.315.951
Ceceo de 4.137.500 > 2.337.004

La diferencia existente entre los datos brutos y estadísticos de la simulación


demolingüística surge de la aplicación de esos índices de corrección.
Para el caso del ceceo, R. Morillo-Velarde, atendiendo a los estudios sociolingüísticos
hechos sobre ciudades de más de 20.000 habitantes (p.e, Jerez de la Frontera, cf.
Carbonero/Casas Gómez 1992), aplica un 47% para los municipios de mayor
complejidad sociolingüística (tipo 5); un 57% para los de tipo 4; un 67% para los de
tipo 3; un 77% para los de tipo 2; y un 87 para los de tipo 17. Esto supone que si para las

7
Los restos generados entre el número bruto de hablantes y el resultante de la multiplicación por el
coeficiente corrector que corresponda han sido reasignados a seseo y a distinción de la siguiente manera:
(a) municipios de tipo 5: un 75% para el seseo y un 25% para la distinción; (2) municipios de tipo 4: 80%
y 20%, respectivamente; (3) municipios de tipo 3: 85% y 15%; (4) un 90% y 10%, para los de tipo 2; y

6
localidades de ceceo con mayor complejidad sociolingüística como ocurre con Jerez, y
por los datos disponibles (Casas Gómez y Carbonero Cano), sólo se han computado
como tales hablantes de ceceo el 47% (o sea: 1.209.570), se ha generado un resto de
1.363.984. Según los datos proporcionado por estos estudios, un 75% (1.022.988) se
atribuye al patrón seseante y un 25% (340.996) al patrón distinguidor. Así
sucesivamente para los otros tipos de municipio. De ahí que si el número total de
hablantes atribuidos por geográfica lingüística al ceceo, en función de su procedencia
es de 4.137.500, la realidad estadística ofrece otra imagen más proporcional del
fenómeno y más acorde con la situación real de Andalucía.

Proporcionales de ceceo
Tipo Cantidad
Tipo 1 419 512 x 0,87> 364 976
Tipo 2 374 718 x 0,77> 288 533
Tipo 3 351 892 x 0,67 > 235 766
Tipo 4 417 824 x 0,57> 238 160
Tipo 5 2 573 554 x 0,47 1 209 571
Totales 4.137.500 > 2 337 004

En el caso del seseo, Morillo-Velarde señala que los márgenes son más estrechos8,
oscilan entre el 64% y el 94%. La escasa distancia entre los dos extremos de la horquilla
aconseja alterar la distribución por intervalos regulares, que pasa de una diferencia de
10 puntos entre cada uno de los tipos a 6 puntos entre el 3 y el 2, y a 4 entre el 2 y el 1,
de forma que el coeficiente queda como sigue:

Tipo 1 94% 189 439 x 0,94 > 178 073


Tipo 2 90% 159 751 x 0,90 > 143 776
Tipo 3 84% 83 247 x 0,84 > 69 928
Tipo 4 74% 114 129 x 0,74 > 84 456
Tipo 5 64% 1 646 844 x 0,64 > 105 980 016

Total 2.193.465 > (1.053.980)+ 1.022.988 +


otros restos > 2.923.813de seseo estadístico

El número simulado de andaluces seseantes se calcula multiplicando el número bruto


por el coeficiente corrector. Luego se suma el resto que le corresponde procedente del
ceceo. De este modo, los municipios de tipo 5 de la zona de seseo suman 1.646.844,
que multiplicado por el 0.64 arrojan un total de 1.053.980, al que hay que sumar el
resto de población seseante radicada en zonas de ceceo que, como dijimos para los
municipios de este tipo, es de 1.022.982, lo que hace un total de 2.076.968, y deja un
resto de 592.864, que se añaden a la distinción.

(5) un 95% y 5% para los de tipo 1. Estos porcentajes se han fijado tomando también como base la
situación de Jerez, y ajustándolos en intervalos regulares para los municipios de complejidad inferior.
8
R. Morillo calcula los coeficientes correctores tomando como referencia la media entre el 87% que
Carbonero (1982 y 1985) atribuye al seseo en Sevilla, algo superior a la que Uruburu (1993) da para
Córdoba, y el 42% que Francisco Salvador (1980) da para Granada, y que confirman Moya y García
Wiedemann (1995).

7
En la simulación demolingüística, a la distinción (de 1.382.091, según los datos brutos)
no se le han detraído hablantes ya que en la mayoría de los casos, los porcentajes de
seseo y ceceo en áreas de distinción son poco relevantes, por lo que el total simulado se
calcula sumando a las cantidades brutas de distinción los restos detraídos de la
aplicación de los coeficientes correctores del ceceo y seseo que en cada caso le
correspondan. Así, los 219.391 habitantes de zonas geográficas distinguidoras en
municipios del tipo 5 se ven incrementados en 340.996, procedentes de municipios
ceceantes del mismo tipo; y en 592.864 de la zona geográfica del seseo, lo que viene a
ser un total de 1.153.251.
Comparación datos brutos y simulados
Gráfico1 (fuente: Morillo-Velarde 2009)
4500000

ceceo

4000000

3500000

3000000 seseo simul

2500000 dist. Sim.


ceceo simul
seseo Serie1

2000000

1500000 distinción

1000000

500000

0
seseo seseo simul distinción dist. Sim. ceceo ceceo simul

El gráfico nº 1 refleja los contrastes porcentuales entre los datos brutos y la estimación
sociolingüística. La comparación entre la imagen geográfica y la imagen estadística del
andaluz permite darnos cuenta de que (1) la imagen estadística contrasta vivamente con
la desproporción que al ceceo le atribuye la imagen geográfica; (2) igualmente, la
distinción fonológica, a la que sólo le corresponde 17.82% del espacio geográfico, tiene,
sin embargo, el 32% del “espacio” demolingüístico; y (3) la solución seseante es la que
menos variaciones sufre, experimentando, no obstante, un crecimiento de casi 10 puntos
porcentuales, que la llevan desde el 28.44 al 38%. Ello obedece a que el ceceo
históricamente ha estado estigmatizado incluso por aquellos hablantes que lo tienen
como rasgo y a que la distinción es prestigiosa debido a la idea de norma lingüística que
ha existido y que privilegia las formas estándares en la enseñanza, en los medios de
comunicación, etc. El seseo, al no estar estigmatizado y presentarse en las diferentes
poblaciones como rasgo identitario es el que menos variación sufre en esta imagen de
simulación demolingüística.
8
El gráfico nº 2 corresponde a los resultados de la simulación: el filtrado de los datos
brutos ofrece, como se ha explicado, una imagen diferente de la realidad lingüística,
referida siempre a la cuestión de seseo-ceceo-distinción, una especie de radiografía
demolingüística o imagen estadística del andaluz.
Imagen estadística del seseo-ceceo-distinción en Andalucía
Gráfico nº 2 (fuente: Morillo-Velarde 2009)

30%

38%

seseo
distinción
ceceo

32%

La imagen estadística para estos fenómenos pretende dar cuenta de la incidencia y peso
sociolingüístico que tienen factores como el grado de instrucción, la diversidad
ocupacional, el género y la edad que determinan estratificaciones sociales que suelen
traducirse en un cierto grado de variabilidad lingüística paralela en el seno de cada
comunidad. El grado de variabilidad sociolingüística vendrá condicionado, en buena
medida, por la complejidad de su tejido social. Así, en grupos reducidos de población,
como los que suelen encontrarse en zonas rurales la diferenciación será lógicamente
menor y tenderá a polarizarse hacia el género (por el distinto rol que en tales sociedades
suele atribuirse a hombres y a mujeres) y, en menor medida, la edad. En tales casos, la
localización geográfica de la comunidad será un factor determinante para poder predecir
en cada individuo el patrón que rige su comportamiento lingüístico.
Por el contrario, en los grandes núcleos urbanos la predicción que pueda realizarse por la
ubicación espacial tendrá que matizarse con la concurrencia de otros muchos factores,
dado que los grados de instrucción, tipo de ocupación, frecuencia e intensidad de
contactos con modelos lingüísticos diferentes, etc., además del sexo y la edad, son mucho
más variados y complejos, a lo que debe sumarse el hecho de que desde hace mucho
tiempo, pero de manera particularmente intensa en la segunda mitad de este siglo, las
ciudades son receptáculo de una masa importante de población rural que se desplaza hacia
ella desde sus lugares de origen, dando lugar a la convivencia de modelos lingüísticos

9
diferentes, con la consiguiente mezcla e interferencia entre ellos, sin olvidar tampoco que
la actual fluidez de las comunicaciones y los medios de comunicación de masas facilitan
en gran medida contactos interdialectales mucho más intensos y frecuentes de los que
eran habituales hasta no hace mucho tiempo.
En cuanto a los tipos de realización del fonema sibilante fricativo o estridente /s/, se
discriminan, en Andalucía, distintos tipos de articulación que, grosso modo, se dejan
sintetizar en los correspondientes a tres patrones de pronunciación, se reflejan en el mapa
coloreado: el modelo apicoalveolar [ṡ] (o tipo de s castellana) es prolongación del
continuum castellano que traspasa las fronteras físicas regionales; el modelo coronal [s̱ -
s̯] (o tipo de s cordobesa), que puede presentar variantes sonoras en algunos puntos de
Córdoba y Sevilla; y por último, el modelo dentalizado [ş - ṣ] (o s sevillana), que puede
presentar variantes predorsodentales y predorsodentointerdentales [ṣθ]. (vid. el mapa1708
del ALEA que se adjunta en documento aparte)

Por su parte, el fonema sibilante fricativo mate, /θ/, presenta variantes en Andalucía que
reflejan un amplio campo de dispersión que pueden a llevar, incluso, a soluciones
asibiladas de carácter predorsodentointerdental [θ̹ṣ] (muy semejantes a [ṣθ]); no obstante,
los modelos más frecuentes son de carácter postinterdental o dentointerdental poco
tensos [θ̹] e interdentalizado tenso [θ]. Hay, asimismo, modelos minoritarios en zonas
de ceceo donde las realizaciones pueden tener una articulación dentointerdental o
postinterdental fricativa poco tensa y aspirada [θ̹h], o también como una fricativa
aspirada faríngea sorda tensa [h] y relajada [ʰ] o faríngea sonora tensa [ɦ] y relajada [ʱ]
(vid. el ALEA mapa 1706 que se adjunta en documento aparte).
Es muy importante recordar lo que se ha estudiado ya en el tema precedente: que las
realizaciones estridentes y/o mates de las pronunciaciones andaluzas fueron originadas
por un proceso de cambio diferente del que se dio en castellano septentrional. Los
actuales sonidos andaluces proceden de las sibilantes africadas dentales del castellano

10
medieval /ŝ/ [ts]“ç, ce,i” - /ẑ/ [dz]“z”, las cuales al aflojar su tensión perdieron la
oclusión y se realizaron como eses dentales fricativas sorda y sonora, respectivamente
[ş / ȥ)], la diferencia de estos sonidos estridentes dentales con los sibilantes alveolares
resultó difícil de mantener en una sociedad muy compleja y de mucho movimiento
social, por lo que el proceso de cambio que había comenzado en las sibilantes dentales
llevó luego a que las alveolares medievales sorda y sonora [s / z] neutralizaran la
capacidad distintiva del punto de articulación y confluyeran en una única sibilante
dental (çeçeo-ceceo) (vid. tema 2)9. En los vernáculos andaluces no hay herederos de las
alveolares medievales del castellano, salvo en la franja septentrional de la región como
prolongación del continuum geográfico castellano (vid. supra mapa coloreado).
En cuanto a la realidad de la pronunciación andaluza con respecto a los fenómenos
seseo / ceceo / distinción, hay que señalar la variabilidad de patrones de
comportamiento que pueden rastrearse y que son una constatación de la heterogeneidad
del vernáculo de estas hablas. Narbona/Cano/Morillo-Velarde 2011 (El español hablado
en Andalucía. Ed. Universidad de Sevilla) registran hasta ocho patrones o modelos
posibles de comportamiento lingüístico:
DISTINCIÓN
1. Distinción con ese castellana (modelo estándar) [ṡ] ‘apicoalveolar fricativa sorda’
2. Distinción con ese cordobesa [s̱ - s̯] ‘coronoalveolar plana10 o ‘coronopredorsal plano
convexa fricativa sorda’
3. Distinción con ese sevillana [ş - ṣ] ‘dental’ o ‘predorsodental fricativa sorda’
SESEO
4. Seseo con ese cordobesa [s̱ - s̯]
5. Seseo con ese sevillana [ş - ṣ]
CECEO
6. Ceceo (el carácter postdental o interdental del sonido resultante no es homogéneo, ni
geográfica, ni socialmente hablando) [θ̹ θ]
7. Ceceo con sonido intermedio entre la asibilación y la interdentalización [θ̹ˢ θˢ]
8. Polimorfismo de realizaciones variables en un mismo hablante que ofrece alternancias
entre la variante asibilada [ş - ṣ] y la dento-interdental [θ̹ˢ θˢ] o la
predorsodentointerdental [ṣθ]. Es el fenómeno que se conoce como seceo o ceseo.
No sigue criterios etimológicos: los hablantes que realizan este patrón no
diferencian pares de palabras que se oponen por la presencia de s/c o z, tales como
ase y hace; casa y caza; y, además, tanto pueden pronunciar sapato por zapato,
como zuelo por suelo. Tampoco son constantes en esa misma realización.

9
Puede consultarse también la página https://www.delcastellano.com/reajuste-sibilantes/ para refrescar la
situación de la sibilantes den castellano medieval el fenómeno.
10
https://www.facebook.com/1176357202/posts/10218785316402107/?d=n en este vídeo, el hablante es
el alcalde de Cazalla de la Sierra (Sevilla). Es seseante sistemático con un tipo de ese [s̱] coronoalveolar
plana.

11
Casi todas las posibilidades pueden oírse en Andalucía11, pero no todas gozan de idéntica
vitalidad y grado de aceptación en el dominio lingüístico andaluz.
1. Distinción con s castellana [ṡ]: no es propia de ninguno de los grandes núcleos urbanos,
pero está presente en ellos debido (1) a la emigración rural procedente del norte de la
región, (2) a la afluencia de población procedente de ámbitos extra-andaluces y, en menor
grado, (3) a la presión del español normativo (escuela y de los medios de comunicación).
El factor más determinante es la emigración a las capitales desde zonas rurales donde se
da la distinción, así ocurre en ciudades como Huelva, Córdoba, Granada, Jaén, Almería y,
en menor medida, Sevilla. En Córdoba, casi el 27% de la población actual (datos de
Uruburu 1990) tiene su origen en la provincia y, de ella, más de un tercio en localidades de
ese castellana, lo que da casi un 10% de hablantes que distinguen con s apicoalveolar [ṡ].
2. Distinción con s cordobesa ese coronal [s̱ - s̯]: es propia del vernáculo de Jaén capital,
donde puede coexistir con ese castellana procedente del norte de la provincia12. Una
situación similar se da en Almería, con distinción con ese de tipo cordobés en el vernáculo,
tanto en hablantes cultos, como incultos, que contrasta con el ceceo de los barrios de
pescadores.
3. Distinción con s sevillana [ş – ṣ]. Supone un sistema claramente de transición: el rasgo
pertinente que opone a ambas consonantes no es el punto de articulación (en ambas es el
mismo: el predorso de la lengua contra la cara posterior de los incisivos), sino el modo de
articulación: presencia / ausencia de asibilación (la asibilación se consigue elevando los
laterales del dorso de la lengua: el ápice se retrae tras los incisivos inferiores y produce un
acanalamiento en el centro por donde discurre el flujo espiratorio hasta romper contra los
dientes, produciendo la característica estridencia). Por el contrario, cuando el dorso no
realiza ese adelantamiento, el sonido resulta mucho más mate, el característico de la
dentointerdental o postdental. Esta pauta de pronunciación se documenta en Sevilla,
Huelva, Cádiz, Granada y Málaga (siempre en hablantes de nivel cultural medio-alto, en
los que la distinción, que no es propia del vernáculo de la ciudad, es consecuencia de la
presión normativa), así como en la práctica totalidad de los núcleos urbanos y rurales del
espacio ocupado por el ceceo vernáculo. Lo que variará será, en cada caso, la proporción
de hablantes que adoptan este modelo de comportamiento y los registros en los que esto
sucede. Los porcentajes de este tipo de distinción: en Sevilla capital un 30%,
aproximadamente. Semejante es la situación de Jerez, en Cádiz capital, el porcentaje
desciende hasta el 9%; Málaga se sitúa en un 20%, aproximadamente. Granada, según los
últimos estudios (Moya/Gª Wiedemann) ofrece un 55%.

11
Con la excepción de la confusión seseante con ese castellana, que corresponde al tradicional seseo
valenciano o vizcaíno, desconocido en Andalucía. Tampoco el seceo o ceseo se produce con s castellana ni
con s cordobesa. Como se produce en zonas ceceantes la alternancia sólo es entre la dento-interdental y la ese
sevillana.
12
Lo más frecuente normal es que la apicoalveolar tienda a confundirse con la coronal, puesto que, aun
cuando la presión normativa juegue en favor de la ese castellana, la diferencia entre ambas carece de
relevancia en la conciencia lingüística de los hablantes y lo más frecuente es que éstos adopten la más
prestigiosa del vernáculo urbano por imitación inconsciente.

12
4. Seseo con s cordobesa [s̱ - s̯] cornal plana o predorsal plano convexa: es predominante
en Córdoba capital, así como en los núcleos urbanos importantes del Sur de la provincia,
como Lucena o Priego, Iznájar y en localidades del este sevillano: Estepa, Marinaleda,
Casariche; y también en enclaves importantes de la provincia de Málaga: Antequera. Y en
localidades seseantes de la provincia de Huelva: Paymogo.
5. Seseo con s sevillana [ş - ṣ] dental o predorsodental, se realiza fundamentalmente en
Sevilla capital (es habitual, aproximadamente, en un 66% de los habitantes de todos los
niveles sociales) y en las grandes localidades de la campiña, como Osuna. En Antequera
(donde coexiste, aunque con mucha ventaja, con la solución intermedia entre s y c); y en
casi todos los núcleos urbanos importantes englobados en el dominio geográfico de ceceo,
ya que éste suele estar afectado de una consideración social negativa que tiende a relegarlo
a las capas menos favorecidas de la sociedad: en Jerez, presenta unos índices cercanos al
76% entre el segmento de población más instruido13. Más llamativo, en este sentido,
parece el caso de la ciudad de Granada, en la que el seseo tradicional (con ese sevillana)
alcanza en la actualidad al 40% de la población (con un 24% para la clase alta, un 30 para
la media y un 57 para la baja), pero en la que lo realmente significativo es la distribución
por generaciones, que ofrece los sorprendentes resultados de un 73% en los viejos; un 34%
entre la población de mediana edad y sólo un 16% entre los jóvenes, quienes, además sólo
presentan un 3% de ceceo. Si estos datos son correctos, todo parece indicar que Granada se
encamina hacia una distinción generalizada a pasos agigantados (Moya/Gª Wiedemann).
Para la ciudad de Málaga hay menos precisión, hay estudios parciales (Villena Ponsoda)
sobre 30 individuos del barrio de Capuchinos: el seseo alcanza un índice de aceptación del
35%, siendo lo más relevante, como en el caso jerezano, la polarización entre hombres,
que sólo presentan un 15%, y mujeres que llegan hasta el 49%, en tanto que no parecen
especialmente importantes las diferencias condicionadas por los factores de cultura y edad.
6. El ceceo: goza de mucha menos aceptación. En Sevilla capital solo el 6% de los
hablantes y adscrito al nivel popular (en este nivel alcanza un 19% del total). En Jerez el
porcentaje es mayor: un 47% (que se reparten de la siguiente manera: el 12% pertenece al
nivel culto. La edad es el factor más determinante: un 53% para el segmento de población
perteneciente a la primera generación. El género no parece determinante: 47% de mujeres,
frente a 46% de hombres). En Granada la situación es similar a Sevilla: un 5% de índice
general de aceptación, que se concentra, en su mayoría, en la población de menor nivel
cultural con un 10%, frente al 2% de la de cultura media y al 0% del nivel cultural alto14.
En Málaga el ceceo alcanza unos porcentajes intermedios, situándose en torno al 25%,
también con el sexo: un 45% de los hombres / un 11% de mujeres.
7. Ceceo con variante intermedia entre sonido asibilado y la interdentalización [θ̹ˢ θˢ]: No
parece gozar de excesiva presencia: Granada y Málaga, los únicos núcleos urbanos
13
En la población de más edad es el porcentaje baja a un 42%. También existe una notable diferencia en la
aceptación del seseo entre hombres (40%) y mujeres (49%), fenómeno también general en otros lugares
ceceantes. Entre los jóvenes, el porcentaje desciende hasta el 33%, pero lo hace, no en beneficio del ceceo,
sino de la distinción, fenómeno explicable por el superior grado de instrucción medio de las generaciones más
recientes.
14
Algo más repartidos están los índices por edades: un 9% para los ancianos, un 4% para el segmento
intermedio y el 3% de la población joven. En cuanto al género: un 7% para hombres / un 3% en mujeres.

13
importantes arrojan unos porcentajes muy parecidos del 4 y el 3%, respectivamente, sin
que consten datos de cuáles son los parámetros sociales que favorecen o discriminan la
aparición de soluciones de este tipo.
8. El ceseo o seceo: es el fenómeno más complejo desde un punto de vista
sociolingüístico. Se trata más bien de una superposición de varios patrones en el mismo
sujeto: combina en una situación polimórfica seseo, ceceo y distinción, sin que se le pueda
adscribir a ninguno de esos patrones puesto que carece de capacidad diferenciadora. ¿A
qué modelo lingüístico se adscribe un hablante malagueño que ofrece 91 realizaciones de
ese correctas, 11 casos de seseo, esto es de pronunciaciones del tipo sapato por zapato, 18
de ceceo (zuelo por suelo, por ejemplo) y 23 de ce etimológica o correcta? Sobre todo
cuando se sabe que no hay sistematicidad tampoco en las realizaciones de una misma
palabra. Se trata de una confusión anárquica que puede constituir su propia pauta
lingüística independiente del seseo y el ceceo. Los sonidos sibilantes de esta pauta son [ş –
ṣ – ṣθ] y los ceceantes [θ̹ – θ̹ˢ– θˢ].
2. Continuidades horizontales de carácter fonético:
Se trata del aflojamiento o pérdida de la oclusión de la africada palatal sorda /ʧ/ –/ĉ/ > [ʃ]
– [š]. En la pronunciación africada el dorso de la lengua toca el paladar, en un primer
momento de oclusión, para separarlo después paulatinamente, permitiendo la continuidad
en la salida del aire. En la pronunciación fricativa, el dorso de la lengua se aproxima sin
establecer contacto con el paladar. Esta forma andaluza de articular la ch se caracteriza por
carecer de momento oclusivo, como consecuencia de un aflojamiento articulatorio que ha
suprimido la fase inicial de oclusión. Geográficamente ocupa nada más que una franja
transversal que discurre de oeste a este por el sur paralela a la costa (vid. mapa coloreado):
la costa de Cádiz, el sur de Sevilla, el occidente de Málaga, la Vega y Granada capital, así
como la costa de Almería alrededor de la ciudad. Por otra parte, la ch fricativa suele
compartir su dominio con la africada, muchas veces en clara desventaja, como sucede en el
habla urbana de Granada, única de la que tenemos datos de frecuencia repartición social,
donde la variante africada se presenta en un 82% de los casos, en tanto que la fricativa sólo
lo hace en el 18 restante. Además se trata de un rasgo casi exclusivo del habla de los
hombres, entre los que aparece en un 35% de los casos, frente al 3% en la de las mujeres,
que además se concentra en el sector de mayor edad y menor nivel sociocultural.
(Moya/García Wiedemann).

14
3) Continuidades verticales del andaluz (fonéticas, morfológicas y léxicas). Parten
Andalucía en dos (a veces en tres) áreas bien diferenciadas que subdividen el dialecto (o
modalidad) en dos prototipos de hablas: andaluz occidental y andaluz oriental. En
ocasiones se alude a un andaluz central (cuencas del Genil y el curso medio del
Guadalquivir) que comparte soluciones orientales u occidentales según los fenómenos.
Esto tiene que ver con los haces de isoglosas y los entrecruzamientos que se forman en
función de los fenómenos lingüísticos que se comparten de uno y otro lado. No todos los
rasgos tienen la misma jerarquía de protipicidad: el más comprehensivo cognitivamente
para identidad de los hablantes orientales (además de ser el de mayor extensión geográfica
y social) es el de la abertura vocálica (de norte a sur la heteroglosa deja dentro de
Andalucía oriental prácticamente toda la provincia de Córdoba, salvo la comarca más
noroccidental del Valle de los Pedroches hasta dividir Málaga en dos mitades (vid. infra
mapa coloreado). Las otras dos continuidades verticales, también de carácter fónetico
como la anterior tiene que ver con las aspiraciones: [h]/ ø < F- inicial latina y [h]/[x ]< [š]
(</š /y /ž /del castellano antiguo). Separa Andalucía a la altura del límite provincial entre
Córdoba y Jaén, penetra en la provincia de Granada comprendiendo para las soluciones
occidentales la Vega granadina y las Alpujarras, bordeando el Mediterráneo hasta entrar en
Almería (vid. infra mapas coloreados)

(A) La proyección vocálica


La situación de las vocales finales tras pérdida de “–s” implosiva (o también “–z”): es el
fenómeno conocido como abertura o proyección vócalica (vocales proyectadas). Es uno
de los rasgos que individualizan las hablas de Andalucía dentro del español peninsular (es
un rasgo prototípicamente oriental que se documenta también en las hablas murcianas, si
bien no con la misma intensidad). La conciencia por parte de los hablantes orientales de
este rasgo de pronunciación tan peculiar es bastante reciente, algunos ni siquiera se dan
cuenta de tal singularidad lingüística. De hecho, no hay noticias históricas que permita
documentar la antigüedad de este rasgo, así que solo se sabe de su existencia a partir de su
documentación por los dialectólogos del ALPI (Navarro Tomás, principalmente, a partir de
1933).

15
La abertura vocálica surge por efecto de la pérdida de la aspiración de “–s” implosiva
final15 y, por tanto, es un efecto concomitante a dicha pérdida. El proceso ofrece la
siguiente secuenciación:
(1) el relajamiento en la articulación de la –s hasta convertirla en un leve soplo espiratorio
obliga a modificar la energía articulatoria de la vocal precedente (2) la desaparición de ese
soplo espiratorio deja un hueco temporal en la cadena hablada que se suple con un
aumento en la duración de la vocal, la cual, al absorber la totalidad de la energía
articulatoria de la aspiración tiende a aumenta su intensidad y a modificar la abertura del
ángulo que forman el maxilar superior y el inferior, produciendo así un efecto acústico que
contrasta con el de la vocal normal: (letra) pe / pę́ (pez), perdí / perdį́(perdiz), ama / amä
(amas), o̹ho/o̹ho̹ - o̹xo/oxo̹ (ojo-s). En ocasiones, vocales interiores se contagian del efecto
proyectado que adquiere la vocal final. Es lo que se conoce como metafonía vocálica, que
se produce, sobre todo, cuando las vocales son del mismo timbre que la final -como en
patatas>pätä́tä, peleles> pęlę́lę, célebres> cę́lębrę, horrorosos> ó̹r̄ o̹r̄ ó̹so̹ (y, con
particular insistencia, en todas las que median entre la vocal sobre la que recae el acento
prosódico de la palabra y la última).
Lo interesante de este proceso de abertura extrema de la vocal final como consecuencia de
la pérdida de la aspiración es la recurrencia con la que se manifiesta, dado que “–s” no solo
es la realización fonética de un fonema, sino que lleva aparejada la distinción
singular/plural y la distinción de personal (2ª/3ª pna.). Se trata, pues, de un contenido
morfosintáctico fundamental porque en algunos tiempos verbales descansa sobre él la
concordancia. Así las cosas, algunos lingüistas creyeron que tales distinciones
morfosintácticas vendrían a ser sustituidas por una refonologización vocálica. De este
modo, los contenidos morfológicos del singular y de la 3ª pna persona estaría indicada
mediante vocales no proyectadas, mientras que el plural la y 2ª pna., mediante las vocales
proyectadas. Esto llevó a proponer un sistema fonológico de las vocales para el andaluz
oriental claramente diferente al del español general:

15
Lapesa cree que esta pérdida se generaliza a fines del XVI, principios del XVII, A. Alonso data este
fenómeno hacia principios del XIX o fines del XVIII y J. Mondéjar, a principios del XVIII.

16
(1) E. Alarcos: ocho fonemas, cuatro grados de abertura y dos localizaciones (palatal y
velar), /i, e, ę, ä, a, o̹, o, u/
(2) M. Alvar: 10 fonemas, cinco grados de abertura y dos localizaciones (palatal y
velar), /i, į, e, ę, ä, a, o̹, o, ų, u/
(3) G. Salvador: 10 fonemas, seis grados de abertura (el fonema central más abierto) y
tres localizaciones (palatal, central y velar), / i, į, e, ę, ä, ą, o̹, o, ų, u /
(4) E. Alarcos: dos subsistemas vocálicos Uno de vocales abiertas con tres grados de
abertura y dos tipos de localización (palatal y velar) y otro de vocales no abiertas y
dos tipos de localización: /I, E, A, O, U/ -/i, e, a, o, u/.
El andaluz oriental contaría, pues, para algunos de estos lingüistas, con diez vocales
distintas, ya que cada una de las cinco castellanas se desdoblaría en dos, una de abertura
normal y otra proyectada, que, como difieren entre sí, entre otras cosas, por la mayor
longitud del ángulo que forman ambos maxilares, también se conocen como abiertas,
puesto que el rasgo de la abertura o distancia entre el maxilar superior y el inferior, es, en
realidad lo que diferencia las vocales que pertenecen a la misma serie. En el caso de la a
existe un problema añadido: la a andaluza de las terminaciones -as no sólo es más abierta
que la castellana, o que la andaluza en otras posiciones, sino que además adelanta
ligeramente hacia el paladar duro el punto en que se articula (razón por la que se la conoce
también como palatalizada [ä]), con lo que no está claro si lo que la diferencia de la
normal es el grado de abertura o su adelantamiento. Desde estas posiciones teóricas, la
isoglosa de la proyección vocálica tendría valor fonético y fonológico.
Actualmente, estas tesis están en entredicho entre los lingüistas que piensan que la isoglosa
solo tiene valor fonético pero carece de valor fonológico (Villena Ponsoda, López Morales,
Morillo-Velarde). Los argumento que dan son de peso: (a) como los pares que se oponen
son de naturaleza morfológica, la concordancia hace que el segmento –s de plural o de
psna. verbal sea redundante en muchas ocasiones. Además el contexto es capaz de
desambiguar situaciones límite. (b) La posibles confusiones solo se darían en un 3%
(López Morales), una cantidad despreciable para que la lengua genere un sistema
alternativo para paliar esa ambigüedad discursiva. (c) En muchas ocasiones la abertura
coincide con restos de la aspirada (cfr. infra los patrones que siguen las pronunciaciones
proyectadas y vid. mapa 1696 en documento aparte) por lo que no se trata en esos casos de
una refonologización que supla distinciones gramaticales elididas (d) las vocales
proyectadas también aparecen en contextos de elisión de otras consonantes [pa'pę] (papel)
y (e) los sistemas lingüísticos son económicos, rentables y eficientes, esto es, consiguen el
máximo rendimiento con el mínimo coste posible. Este principio general hace desestimar
sistemas fonológicos complejos: [e]y [ę], [o] y [o̹], [a] y [ä], son alófonos contextuales que
se emplean en el andaluz oriental como efecto mecánico o concomitante de la aspiración y
pérdida del soplo espiratorio procedente de –s final.
El fenómeno de la proyección vocálica se distribuye por la geografía andaluza de una
manera bastante homogénea: se localiza por todo el oriente andaluz, rebasando incluso en
algo lo que, desde un punto de vista estrictamente geográfico, se podría tener por tal.
Alcanza no sólo a las provincias propiamente orientales, como Almería, Jaén, y
Granada, sino que penetra también en las centrales, como Málaga (excepto en la zona
más noroccidental) y Córdoba, sobre todo en la Campiña, e incluso penetra en

17
algunas localidades del este sevillano, como La Puebla de los Infantes, Estepa o
Marinaleda.
Pero la proyección no se manifiesta de manera uniforme: se dan hasta 11 patrones de
comportamiento según se combinen entre sí ciertas variables o rasgos concomitantes que
se distribuyen por áreas diversas: (1) la armonización del timbre vocálico (metafonía), (2)
el alargamiento en la duración de las vocales y (3) el mantenimiento de restos más o menos
perceptibles de aspiración procedente de la –s final. Rasgos todos que pueden darse,
además, de manera constante o esporádica, y cuya combinación con la oposición de
abertura/cerrazón de las vocales da lugar a los siguientes modelos: 1. abertura y metafonía
sistemática; 2. abertura con metafonía esporádica; 3. abertura sin metafonía; 4. abertura,
alargamiento y metafonía; 5. abertura, alargamiento y metafonía esporádica; 6. abertura,
aspiración y metafonía; 7. abertura, aspiración y metafonía esporádica; 8. abertura,
alargamiento y aspiración constante; 9. abertura, alargamiento y aspiración esporádica; 10.
alternancia entre abertura e igualación de las vocales finales, con predominio de la primera
solución y 11. alternancia entre abertura e igualación con predominio de la segunda. (Vid.
Mapas 1696 y 1697 del ALEA para la distribución de estas pautas de pronunciación, se
presentan en documento aparte).
Relacionado con este fenómeno está la palatalización de –a [ä] tras la pérdida de la
aspiración: berenjene (berenjenas), patate (patatas), etc16. No obstante, en ningún lugar son
predominantes ni sistemáticas, las soluciones palatalizadas. Pueden encontrarse con
relativa frecuencia por casi toda la Andalucía oriental, principalmente en la Vega y las
Alpujarras granadinas (Chimeneas, Lújar), así como en la costa, en las proximidades de
Motril; en el Campo de Níjar en Almería y, más al occidente, en el treviño en que se unen
las provincias de Córdoba, Sevilla y Málaga. En esta zona además confluye con idéntica
solución de las terminaciones castellanas -al y -ar, que hace que, por ejemplo, las voces
castellanas hospital, Cristóbal, Aguilar, suenen hospité, Cristobe o Aguilé. El fenómeno se
extiende por el interior de un triángulo comprendido entre Estepa, en la provincia de
Sevilla, Puente Genil, en la de Córdoba y Alameda en Málaga. No obstante, hay
localidades comprendidas en el interior de de dicho triángulo y desconocen el fenómeno:
Casariche en Sevilla, Benamejí en Málaga. A esta zona, Dámaso Alonso la bautizó a
mediados de los años cincuenta como la Andalucía de la E. En estas zonas, se ha venido
afirmando que era prácticamente exclusivo del habla de los niños y femenina de las
generaciones más avanzadas y de menor nivel sociocultural, razón por la que, con cierta
frecuencia, se tiene como un rasgo en recesión. Tal es la impresión, al menos, para la
vertiente cordobesa (Lucena, Puente Genil...), o malagueña (Alameda) de este
fenómeno. Caso diferente es el que se da en Estepa, que se tiene como rasgos identitario
y, actualmente, lejos de desaparecer parece que actúa como prestigio encubierto entre la
gente joven y seña de reconocimiento grupal (Fabiola Varela (2002): En la Andalucía
de la E. Estepa: Ayuntamiento de Estepa).

16
Se ha querido emparentar este fenómeno con soluciones románicas en las que los plurales latinos –AS > –
es, (asturiano “les vaques”, catalán “cases”, etc.).

18
(B) Continuidades fonéticas verticales de las aspiraciones17:
1) mantenimiento de la aspiración inicial procedente F- inicial latina [h] vs. no aspiración
o cero fonético en estos contextos [h'aĉa] / ['aĉa] (hacha);
2) aspiración en contextos prevocálicos (inicial o interior) como solución de las antiguas
prepalatales medievales: [h] < š (<š y ž) vs. la realización velar [x] del castellano (jerez)
[he'reθ] /[xe're]
y 3) conservación por fonética sintáctica de –s implosiva final de palabra en contextos
prevocálicos vs. realización aspirada propia de Andalucía oriental [loz'ar̄ boleh –
loθ'ar̄ boleh] / [ loh'ar̄ boleh ] (los árboles).
Las tres isoglosas presentan un trazado semejante (si bien la coincidencia no es absoluta),
debido a que son fenómenos interconectados (ver mapas coloreados).
1) El mantenimiento de la aspirada inicial castellana < F- inicial latina, con toda
seguridad, fue un factor determinante para que las antiguas prepalatales se
articularan en la faringe y no en el velo del paladar como sucede en castellano
septentrional (cf. Tema 2). Esta aspirada allí donde se da ofrece diferentes variantes
de pronunciación que coexisten espacialmente (aspiración faríngea sorda [h],
aspiración faríngea sonora [ɦ], sonido intermedio entre aspiración y fricación velar
[hx], fricación con ligera aspiración [xh]).

2) La existencia de un fonema aspirado que se mantuvo estable en Andalucía mientras


Castilla perdía esta aspiración atrajo hacia dicha pronunciación los reajustes que se
estaban produciendo en orden prepalatal de las sibilantes, de manera los sonidos
aspirados ampliaban los contextos de uso, pues ya no aparecían solo en posición
inicial de palabra (que eran los contextos etimológicos de F- latina), sino que
también se daban interior de palabra. Se aprovecharon así los mismos sonidos
aspirados: aspiración faríngea sorda [h], aspiración faríngea sonora [ɦ], sonido
intermedio entre aspiración y fricación velar [hx], fricación con ligera aspiración
[xh]. (vid. mapas del ALEA 1715 y 1716 que se para los resultados de los

17
Una píldora informativa para repasar la historia de esta aspiración podéis encontrarla en la web
Gramática hca. del castellano del filólogo Javier Álvarez https://www.delcastellano.com/aspiracion-f-h/

19
herederos de F- inicial latina y los de h/x< /š, ž/medievales; se aportan en
documento aparte).

3) Es probable que en Andalucía occidental el rechazo a aspirar –s implosiva final de


palabra en contextos discursivos prevocálicos (en los que por fonética sintáctica
se pierde el carácter implosivo de –s (“los→hombres”), fuera una tendencia
general que evitaba confluencias con el sonido aspirado inicial procedente de F-
inicial y de las soluciones dadas a los sonidos prepalatales medievales,.Se mantenía
así una regularidad en la que la aspirada en ataque silábico solo eran de (h<F- y
h- </š, ž/). Introducir una nueva aspirada en este entorno lingüístico fonotáctico
podría introducir confusión en unidades que están bien diferenciadas en la
conciencia de los hablantes y ello pudo parar temporalmente la expansión del
cambio a un determinado contexto. Como en el área oriental no existen estas
otras aspiraciones, es plausible pensar que tuviera oportunidad de expandirse la
aspiración de esta implosiva –s en el contexto prevocálico implosiva seguida de
vocal este cambio.

20
La aspiración en estos contextos produce una de las diferencias más evidentes entre
el occidente andaluz, que mantiene [losómbre]18 (o en zonas de ceceo, el alomorfo
correspondiente) y el oriente, que aspira [lohómbre] o marca la frontera silábica
entre dos vocales con un cierre glotal [lo’ómbre]. El mantenimiento de la sibilante
se da en toda la zona occidental: Huelva, Sevilla, Cádiz, parte de Córdoba y parte
del occidente de Málaga. La aspiración, por tanto, afecta a las zonas orientales que
se corresponden con el área de abertura vocálica extrema: cfr. En el ALEA el mapa
de la abertura (1696) y el de –s en contextos vocálicos por fonética sintáctica
(1707). Es más frecuente si va entre vocales iguales: “los ojos” (1631). Sin embargo
en otros contextos las soluciones son polimórficas: “los árboles” (1632).

C) Continuidades verticales de carácter morfológico


La isoglosa morfológica ustedes / vosotros para el tuteo plural también divide
Andalucía en dos áreas bastante compactas. El área del empleo ustedes + 2ª o 3ª pna.
para tuteo comprende las provincias de Huelva, Sevilla, Cádiz, Málaga y Córdoba
(salvo la parte norte y la mitad oriental de la provincia que dice vosotros). Este empleo
está relacionado con la inestabilidad del paradigma de las formas de tratamiento y afecta
también a la selección de los pronombres objeto “ustedes os vais” – “ustedes se vais”.
Andalucía oriental emplea vosotros os vais /ustedes se van: Jaén, Granada, Almería y
norte y mitad oriental de Córdoba. (vid. mapa del ALEA coloreado)

18
La solución es semejante a la que se da en el castellano, si bien las pronunciaciones son bien distintas:
la s andaluza en este contexto se articula con una energía y una duración superior, como la que se produce
en castellano cuando se encuentran dos eses: “estas cosas nos sirven para mucho” / “estas cosas no sirven
para mucho”.

21
D) Continuidades léxicas
Las isoglosas léxicas (no siempre superpuestas a las áreas fonéticas y morfológicas y
con más variedad interna19) muestran a grandes rasgos divisiones occidentales /
orientales, según preferencias designativas para una misma realidad: candela /lumbre,
copa /brasero, afrecho /salvado, azufaifo /jinjolero, adelfa /baladre, mazorca /panocha,
alpechín / jámila, limo-lama /tarquín, jilguero /colorín, chivo /choto, etc. No obstante,
la compartimentación léxica puede definir áreas menores en las que una realidad se
denomina de diferentes maneras (cf. M. Alvar: “La estructura del léxico andaluz”, este
artículo está contenido en la carpeta de lecturas recomendadas)

E) Continuidades extensas
Recorren Andalucía de Norte a Sur y de Oeste a Este. Se trata de fenómenos distintivos
y caracterizadores de estas hablas que son generales a toda Andalucía, si bien pueden
ser interrumpidas por discontinuidades bien localizadas:
1) aspiración de –s implosiva final de palabra o de sílaba,
2) yeísmo,
c) neutralización de líquidas,
d) pérdida de consonantes en posición final de palabra,
e) Se reconocen asimismo varias isoglosas léxicas que delimitan áreas compactas en
el interior de la región, como ocurre con alhucema / espliego, ensartar la aguja /
enhebrar o enhilar, etc.

19
Por ejemplo, M. Alvar (“Estructura del léxico andaluz”), atendiendo a ciertos empleos léxicos distingue
cinco o seis zonas léxicas. La región no solo presenta influencias de norte a sur por efecto de la
reconquista (influencia occidental, influencia castellana, influencia catalano-aragonesa), sino que acusa
también la influencia de diferentes repoblaciones llevadas a cabo en épocas diferentes: en 1610 tras la
reconquista y el levantamiento de los moriscos y guerra de las Alpujarras, por ejemplo.

22
1) Soluciones –s implosiva
De forma general, puede decirse que la realización aspirada es general en toda
Andalucía20. No obstante, dar cuenta de la enorme variedad de soluciones que puede
tener la –s implosiva en andaluz es tarea complicada. Los resultados están
condicionados por el entorno fonético en que se da la implosiva y este además puede ser
variable en sí mismo: p. e., es necesario separar lo que ocurre en posición final de
palabra, donde la –s tiene un componente morfológico, de lo que ocurre en posición
interior donde no existe tal componente.
También hay que tener en cuenta qué elementos fónicos preceden y/o siguen a la
implosiva: ya que los resultados están condicionados por el hecho de que la aspiración
puede sufrir un proceso de asimilación que se ofrece como un continuum en el que es
difícil marcar etapas definidas de ese proceso y correlacionarlas luego con áreas
geográficas concretas. Dicho de otro modo: las etapas parecen estar presentes coexistir,
en grados diversos por la totalidad del espacio andaluz.
La –s implosiva (1) puede mantenerse; (2) puede asimilarse a la consonante siguiente y
también geminarse; (3) puede aspirarse; (4) puede desaparecer. Esas posibilidades no
son excluyentes. Incluso en Andalucía oriental donde se produce la abertura vocálica
extrema se mantiene la aspiración. A esto es a lo que se le da el nombre de
polimorfismo o variación inherente. Más que a condicionamientos geográficos, la
variedad de soluciones está relacionado (a) con la rapidez elocutiva, (b) el nivel
sociocultural de los hablantes, (c) las condiciones de la situación comunicativa y (d) la
aceptabilidad sociolingüística del resultado final. (Morillo-Velarde 1997: 99 y
Narbona/Cano/Morillo-Velarde 2011: 206 y ss.).

-En posición final absoluta, lo general en toda Andalucía es la pérdida de –s >Ø. Solo
se mantiene la implosiva final en zonas muy concretas del norte: Encinasola y Aroche
en Huelva, en el norte de Jaén (Aldeaquemada, Santiago de la Espada, Canena), Puebla
de Don Fadrique y Galera en Granada. Almería es la que presenta más localidades que
conservan: Topares, Contador, Lúcar, Vera o Gérgal. En algunas de las zonas
mencionadas conservan tanto hombres como mujeres. En otras localidades solo las
mujeres (Puebla de Don Fadrique), en otras solo las generaciones de más edad
(Encinasola y Aroche).
-En interior de palabra o de grupo acentual está condicionada por la naturaleza
vocálica o consonántica de sonido siguiente y por la posición relativa con respecto al
acento de intensidad. (a) La aspiración o pérdida de la aspiración ante vocal afecta a las
zonas orientales (vid. supra y mapas del ALEA 1707, 1631 (“los ojos”) y 1632 (“los
árboles”). (b) Ante consonante las realizaciones de la aspirada se diversifican según el
carácter sordo o sonoro, oclusivo o fricativo, nasal o líquido de la consonante siguiente.
a) Ante consonante sorda la aspiración de la implosiva puede ofrecer 3 soluciones:
-mantenimiento de la aspiración, preferentemente con consonante oclusiva e
independientemente de su punto de articulación (p, t, k). Está muy generalizada en la
totalidad del dominio andaluz: [lasaltahtórreh].

20
Es el rasgo más extenso, supera la frontera establecida por el tipo de S y por la de seseo-ceceo. Además,
se documenta también en zonas que no tienen S dental (Murcia, Extremadura, La Mancha, Santander).

23
-asimilación de la consonante aspirada al sonido siguiente. Es más frecuente ante
consonantes fricativas que ante oclusivas [lozapátoh-losapátoh, docientoh-dosientoh],
pero también puede darse ante oclusivas, produciéndose geminaciones consonánticas.
[lattórreh]. La fusión total de ambas consonantes es rara cuando la consonante siguiente
es oclusiva. Como muestran los ejemplos se manifiesta más bien con fricativas, sin que
haya preferencia geográfica alguna.
b) Ante consonante sonora (o aproximante floja) las soluciones son más variables
todavía. Lo más importantes es que la aspirada puede llegar a modificar el modo y el
punto de articulación de la consonante siguiente: [lahfotah] (“las botas”). Se trata, pues
de una asimilación recíproca que genera variedad de resultados fonéticos y pueden darse
soluciones correspondientes a las diferentes etapas por las que pasa el proceso
asimilatorio: desde aspiración + consonante sin modificar: [lohbóteh], hasta asimilación
y ensordecimiento: hb>f, hd>z, hg>j [lahfótah, lohθéoh, lahxhayínah o lahffótah,
lohθθéoh]. No hay correlación entre procesos de la etapa y espacio geográfico en que se
produce. Las diferencias son estilísticas y sociolingüísticas. La culminación total de este
proceso está frenada por dos factores: el nivel sociocultural de los hablantes y la
valoración sociolingüística de las soluciones finales. Los hablantes instruidos son los
menos propensos a soluciones extremas, evitan la asimilación extrema y pueden incluso
recuperar la implosiva estridente ante sonora b. Por otro lado, la valoración negativa de
las soluciones extremas, propias de niveles sociales bajos ha hecho que retroceda esta
solución No obstante, el proceso no es rectilíneo sino que puede bifurcarse y la
selección se produce no solo por condicionamientos sociales o geográficos sino por
condicionamientos fonéticos (es lo que ofrece la comparación de los mapas 1725-1726
con datos actuales, hecha por R. Morillo-Velarde 1985: 38 y 1992: 66).
M. Ariza, analizando los mapas del ALEA resume la situación de la siguiente manera:
(a) El mantenimiento de la aspiración es más consistente con /p, k, m, n, l/
(b) la pérdida de la aspiración es más frecuente con /b, g, y, d, f, x, s, r/. Por tanto
cuando sigue una fricativa (aproximante o no)
(c) La geminación es más abundante con nasales y líquidas (múl.lo, án.no < muslo y
asno); mientras que con las aproximantes es más frecuente la asimilación: sb>v, f, sd>z,
sg>h, aunque se da con sb>bb y sobre todo sx> hh (donde sería esperable una
asimilación dada la identidad fónica de ambos sonidos). Es difícil de explicar por qué la
geminación se produce más asiduamente con nasales y líquidas (salvo r) y también con
b, x y s.
-Del encuentro de la aspirada con la consonante siguiente en el proceso de asimilación
se produce una tensión articulatoria que choca con la tendencia general de relajamiento
articulatorio que caracteriza al andaluz y al español meridional en su conjunto [layábeh,
layágah]. Las consonantes asimiladas aumentan su duración en términos absolutos y
requieren un esfuerzo muscular superior (o el mismo pero mantenido) para su
articulación, y esto va asociado también a la intensidad articulatoria (fuerza espiratoria
que aumenta la presión de la salida del aire a través de los órganos de fonación).
Cuando la aspirada se asimila al sonido siguiente anticipa de manera refleja el
movimiento articulatorio para su producción, de manera que al desaparecer deja como

24
único rastro el aumento de la presión del aire, liberado bruscamente hacia la cavidad
supraglótica y se suma esta energía a la normal del sonido explosivo.
-Otras consonantes en posición implosiva. Hay que diferenciar el contexto implosivo
en posición final de palabra del contexto en interior de palabra.
En posición final de palabra lo habitual es la pérdida de la mayoría de consonantes. La
que mejor se mantiene es la nasal, especialmente en sílaba tónica, si bien está sometida
al proceso de debilitamiento y relajación que la lleva hacia la zona trasera de la boca,
velarizándola [ŋ]. En sílaba átona lo más frecuente es que la nasal se absorba en la vocal
nasalizándola (solución más propia de la zona occidental) o bien se presente como
velarizada pero muy relajada [ᵑ] (solución que, sin ser determinante, es más habitual en
la zona oriental).
La –d se pierde sistemáticamente: paré, bondá, verdá. En Andalucía oriental puede
repercutir en la cualidad de la vocal precedente que tiende a abrirse21.
–l y –r, salvo en niveles medio-alto y alto, tienden a perderse o bien, en la zona oriental
se igualan en –l en hablantes de nivel sociocultural bajo: comel, decil, sabel, papel22.
En posición implosiva interior de palabra, es muy característica del vernáculo andaluz la
tendencia a neutralizar la oposición de las líquidas implosivas l y r. Se documentan
testimonios que adscriben estos trueques a andaluces poco instruidos desde finales del
siglo XVIII y en el siglo XIX. Generalmente, los hablantes cultos de Andalucía
mantienen la diferencia entre ambas en tanto que forma parte de su biografía lingüística
esta distinción. En los núcleos urbanos mantienen la distinción en registros formales
también los niveles medios, aunque en los registros coloquiales pueden neutralizarlas en
ocasiones. El resultado de la neutralización (vid. mapas 1719 y 1720 del ALEA)
presenta diversas realizaciones alofónicas desde la aspiración (piehna o piehnna),
pasando por un sonido intermedio entre l-r (que dependen del contexto fonético y de la
situación comunicativa), hasta la confusión como r (la más general en todo el
territorio)23, o como l, propio de hablantes orientales de mayor edad y poca o nula
instrucción (de ahí la connotación mucho más negativa que va asociada a esta
pronunciación). La explicación más verosímil del trueque de líquidas tiene que ver con
los procesos de relajación consonántica debido a su posición en la coda silábica. La
pérdida de tensión articulatoria las convierte en sonidos fricativos relajados, acercando
aún más su similitud acústica y articulatoria. Realizaciones mixtas [] documentadas por
toda Andalucía permiten reforzar esta hipótesis. Es interesante la solución que en ciertas
zonas de la región se le da –rl– < de infinitivo+pronombre de 3ª pna.: decirlo, quererlo,
que pasan con frecuencia de querehlo a querel.lo24 (incluso quereyo) y a querelo. Esta

21
Esta pérdida no solo afecta a la pronunciación andaluza. Es bastante general fuera de Andalucía su
debilitamiento y desaparición, aunque convive también con soluciones que la mantienen pero convertida
en z: Madriz, Valladoliz, etc. Alteraciones connotadas sociolingüísticamente. La d es una de las
consonantes que más acusa la lenición silábica: en contextos intervocálicos, p.e., en la terminación –ado
de los participios tiende a relajarse o incluso a desaparecer en registros informales. Más connotada
sociolingüísticamente y adscrita a niveles populares está la desaparición en el participio de los verbos en
–ir o en sustantivos y adjetivos: comío, nío, crúo por comido, nido, crudo.
22
Soluciones conocidas en otros ámbitos hispánicos como en el español caribeño (Puerto Rico, Santo
Domingo, Cuba).
23
Pueden coexistir dos variantes: la apicoalveolar vibrante simple y la apicoalveolar fricativa vibrante.
24
La asimilación del grupo rl fue frecuente en el español medieval y clásico. Por lo que el fenómeno de
pronunciación andaluz puede considerarse un arcaísmo.

25
última solución está muy difundida en el habla rural especialmente en Jaén, campiña
cordobesa y sevillana, las Alpujarras y el oeste de Huelva. La solución yeísta como
resultado de la asimilación rl> l.l es más esporádica, puede rastrearse en en la subbética
cordobesa y en algunas zonas del norte de Málaga (Alameda y Villanueva de Algaida).
Suelen acomodarse al patrón –r implosiva la solución que muchos andaluces no
instruidos dan a otras consonantes implosivas (p, b, d, t, k, g) en interior de palabra:
furbo, orjeto, artuación, etc.
2) Yeísmo
- Suele atribuirse al yeísmo un origen andaluz que no está nada seguro. Se trata más
bien una tendencia interna del castellano que simplifica distinciones poco nítidas y casi
nada rentables. La extensión generalizada en grandes áreas hispánicas (Galicia, Castilla
la Nueva, Extremadura, Canarias, América) desmiente el origen andaluz. Hoy la
distinción se conserva, aunque se aprecia un cierto retroceso en Castilla la Vieja y
Aragón y sin retroceso en la zona levantina, reforzada la distinción por el contacto con
el catalán y valenciano. El yeísmo es la neutralización de la palatal sonora aproximante
o sonora central /y/- y de la palatal líquida lateral /λ/ a favor de /y/, si bien las
realizaciones con que puede presentarse esta palatal son numerosas (vid. en el ALEA
mapas 1703 y 1704).
Pese a que el yeísmo es general en Andalucía, hay islotes de distinción en algunos enclaves
de Huelva (Encinasola, Cabezas Rubias, Calaña, Puebla de Guzmán, Sanlúcar del
Guadiana y San Silvestre, Paymogo, Lepe), de Sevilla (El Madroño, Olivares, Salteras o
Bollullos de la Mitación, El Viso del Alcor y Paradas), Cádiz (Benaocaz, Jimena de la
Frontera) y de Málaga (Gaucín o Jubrique), Granada (Puebla de Don Fadrique). Almería es
la provincia que mantienen con más apego la tradición distinguidora con localidades que
se sitúan preferentemente en el norte (Vélez-Rubio, Topares, Pulpí, Lúcar, Alcóntar y
Cantoria). Sin embargo en casi todos estos núcleos la igualación yeísta compite, casi
siempre ventajosamente, con la conservación distinguidora y también en casi todos ellos
ésta aparece como rasgo característico de habla femenina, particularmente en las mujeres
de mayor edad y menor nivel sociocultural. Los hombres tienden a la igualación,
especialmente los de generaciones jóvenes. Es el caso, por ejemplo, de El Viso del Alcor,
en Sevilla, y La Puebla de Don Fadrique, en Granada. En el Aljarafe sevillano está
estigmatizada la distinción y se considera como rasgo propio de una forma rural de hablar.
La extensión del yeísmo hace que sea la solución predominante de los medios de
comunicación que, para muchos hablantes, constituye el único horizonte idiomático dotado
de prestigio normativo.
3) El heheo es el último fenómeno de pronunciación. Está fuertemente estigmatizado por
su vinculación con personas (generalmente hombres) de zonas rurales que carecen de
instrucción y presentan un habla muy relajada. Se denomina heheo a la aspiración de –s en
inicial de sílaba: handalia (sandalia), qué paha (qué pasa), peheta (peseta), caha (casa),
¿habe? (sabes). En ocasiones el heheo puede estar lexicalizado: hi, heñó (sí, señor).
Históricamente el heheo ha de ponerse en relación con la pronunciación aspirada de –s y
con la aspiración de las antiguas prepalatales medievales para entender que se dé en
posición inicial de sílaba. Convive esta pronunciación con el ceceo en todo su
continuum, pero es una pronunciación minoritaria.

26
Peculiaridades sintácticas documentadas en el español de Andalucía
La sintaxis de los hablantes andaluces es común a la del español general. Salvo en lo
que concierne a las formas de tratamiento ya estudiadas. Suele estar muy extendida la
conservación de construcciones partitivas (unas pocas de aceitunas, unas cuantas de
cosas, unos cuantos de duros, etc.) pero marcadas sociolingüísticamente; también gozan
de frecuencia las construcciones con régimen preposicional de determinados verbos
(“estoy deseando de venir”) o la tendencia frecuente a la extensión de a ante objeto
directo con sustantivos no animados. Se documenta también en Andalucía la retención
arcaizante del pluscuamperfecto de subjuntivo de verbos inacusativos conjugado con el
auxiliar (en lugar de haber) en construcciones contrafactuales: “Si fuera venido a
tiempo tu hermano, no fueramos llegado tarde al partido”, puede hacerse extensiva a ver
transitivos: “fueras estudiao y no estarías así”.

El andalucismo léxico
Lo mismo que se observa en la morfosintaxis, el vocabulario habitualmente empleado
en Andalucía es el del español común o el de las formas estandarizadas que designan
aquellas realidades de las que se quiere hablar, pero hay también modos diferenciales de
denominar realidades diversas que constituyen particularidades léxicas de estas hablas.
No obstante, hablar con rigor del vocabulario andaluz es una tarea complicada que
requiere discriminar bien los trabajos elaborados por especialistas de aquellos que
constituyen inventarios de palabras, hechos por aficionados y eruditos locales, en los
que se recoge indiscriminadamente, además de alguna que otra voz autóctona o de
empleo exclusivo, vocablos a los que el concepto de andalucismo les viene grande, bien
porque es léxico vivo y general en otras zonas no andaluzas y pertenece al patrimonio
panhispánico, bien porque son voces patrimoniales y generales pronunciadas a la
andaluza o, más aún, con vulgarismos como metátesis, (naide), equivalencias acústicas
(abulaga por “aulaga”, buhero por “agujero”, deformaciones vulgares entavía por “en
todavía”, to, na y pa por “todo, nada, para”, etc., y que se documentan así en el habla
popular y rural, como expresión propia de personas de escaso nivel de instrucción de
todo el mundo hispánico.
Tampoco ayuda a enfrentarse con el léxico andaluz el alcance significativo que hay que
dar al concepto “andalucismo léxico”, pues puede designar varias realidades no
necesariamente excluyentes, pero de diferente valor:
(a) vocablos que solo se emplean en algún lugar de Andalucía o en extensas áreas de la
región. Algunas designan tradiciones culinarias populares (repapalilla ‘buñuelo de
bacalao’, ardoria o porra ‘tipo de salmorejo’, jeringo, tejeringo, calentito-s ‘churros’,
telera, manolete, bollo, viena, ‘tipos de pan’, casco ‘gajo de la naranja’, pipirrana,
piriñaca o picadillo ‘aliño de tomate, pimiento y cebolla’, pringá ‘las carnes, tocino,
chorizo y morcilla del puchero o potaje’); o con utensilios y recipientes (copa ‘brasero’,
serón ‘espuerta’), o con realidades entornales y domésticas casapuerta ‘entrada o
zaguán’, cobertor ‘colcha o manta fina’, paño o tendí(d)o ‘mantel para comer’,
sombrajo ‘construcción efímera de cañas y toldos para protegerse del calor en la era o
en el campo’, ensartar o enhilar ‘enhebrar la aguja’, jopo ‘coleta en las mujeres’ ‘cola-
rabo peludo de animales’). Otras tienen que ver con situaciones o acciones: mosqueta

27
‘sangrar por la nariz’, tamear ‘calcular la tela para cortar un traje’, rabonas “hacer
rabonas” ‘hacer novillos / pellas’, atorarse ‘atascarse el sumidero o el desagüe’; o con
valoraciones farota ‘persona descarada y fresca’, retotoyu(d)o o rototoyu(d)o ‘gordo,
sanote, de buen ver’, tábiro o tábido ‘enfermizo, delgado, pálido’ angurria(s) ‘ganas
continuas de orinar’, fuguilla-s ‘persona inquieta, apresurada, ansiosa, chumina(d)a
‘cosa de poco valor’, mojón ‘heces de animales y personas’, mojino ‘ano’.
(b) voces que se han creado en Andalucía para nombrar realidades nuevas o prácticas
culturales esenciales en la región, mediante los recursos habituales (metáfora,
metonimia, derivación, composición, etc.) por los que se crea léxico en una lengua.
Habitualmente tiene que ver con las costumbres más arraigadas y muchas de esas voces
pueden considerarse, a veces, como propias del léxico sectorial o de especialidad:
palillos ‘castañuelas’, palo ‘cada una de las variedades del cante flamenco’, solera ‘en
la bodega, hilera de bocoyes asentados en el suelo y por metonimia al vino que sale de
ellos’, bota ‘cuba o bocoy de vino’, capillita ‘persona muy implicada y sabedora de
todo lo relacionado con la semana santa sevillana’, chicotá ‘cada uno de los tramos que
recorre un paso en procesión portado por costaleros’, etc.
(c) La acepción diferente, característicamente andaluza, que adquiere una palabra
general al emplearse en contextos diferentes a los más generales y estandarizados. A
este tipo pertenecen lo que podríamos denominar “andalucismos solapados” y por eso
mismo, son los más difíciles de detectar: quienes dicen la palabra no son conscientes ni
del contexto diferente en que la usan ni del particular sentido con el que lo emplean. Es
“el de fuera” quien percibe lo que considera un uso extrañante o desviado de la palabra,
pero que es absolutamente normal en la zona. Entrarían dentro de esta categoría: tapa25
‘platillo de comida que se sirve con la bebida’ “ir de tapas o de tapeo” = “ir de bares o
de vinos”, manda(d)o / recado “ir a los mandaos” ‘ir a la compra’, “hacer un mandao”
‘hacer un encargo un recado’, coraje / rabia, enfado “¡Tengo un coraje!, “me ha dado
mucho coraje no haberme enterado”, flojo ‘vago, gandul’ “ser un flojo”, lacio ‘persona
sin gracia y aburrida’, apartar-se ‘servir-se la comida’, tocarle algo a alguien ‘tener
algún tipo de parentesco’, parar en algún sitio ‘alojarse provisionalmente’, encajarse en
algún sitio ‘ir, llegar’, tener fatiga-s ‘ganas de vomitar’, marear o morear los
ingredientes en una sartén ‘sofreir, rehogar’, llenarse ‘mancharse la ropa, ensuciarse’,
“¡Cuidado con el helado! ¡Te vas a llenar todo!”, ligero ‘rápidamente, de prisa’ “ir
ligero, hablar ligero, hacer las cosas a la ligera”, (ir a) pelarse ‘cortarse el pelo’, vela
‘toldo’, gente ‘persona’ “ser (alguien) buena o mala gente”, etc. En ocasiones no es
tanto la acepción diferencial con la que se emplea una palabra como la abundancia de
contextos diferentes a los que se aplica una palabra: celeste / azul claro “ojos celestes”,
“camisa celeste”, colorado / rojo, partir / romper (“partirse la cadera”, “se ha partido un
vaso”, “no juegues con eso que lo vas a partir”, etc.), chico / pequeño (“esta habitación
es muy chica”, “crece tan deprisa que todo se le queda chico en seguida”, “…y esta es
la(/mi) chica” ‘mi hija pequeña’). O la preferencia constante y bastante general al optar

25
Esta voz ya se ha exportado fuera de Andalucía a otras zonas y ha pasado al vocabulario general de la
gastronomía y constituye en la lengua común un andalucismo.

28
por uno de los posibles sinónimos para expresar una determinada realidad: guita26 /
cordel, escoger / elegir, aguantar / sujetar, sostener, coger, amarrar / atar, mentar /decir
(este uso ya en retroceso), arroparse “taparse bien o cubrirse con la ropa”, alhaja / joya,
babucha /zapatilla de casa. Por último el empleo de la palabra bulla con varios
significados según el contexto de uso: tener bulla o ir con bulla ‘prisa’, meter bulla
‘ruido’, qué le gusta una bulla ‘juerga’, meterse o salirse de la bulla ‘gentío’.
(d) Voces corrientes, cuya pronunciación andaluza se ha lexicalizado y dificulta, a
veces, la reconstrucción de su forma etimológica del estándar: pilistra (< aspidistra)
‘planta muy general en los patios y jardines’, chuchurrío (< chuchurrido) ‘marchito,
arrugado, ajado’, pringá (< pringada), (e)saborío (< desabrido), antipático, sin gracia,
soso’, mascá (< mascada) ‘puñetazo’, jartá (< hartada) y pechá (<pechada) en contextos
de intensificación “una jartá – pechá de reír, de comer”, malaje- malage (< mal ángel
‘antipático, mala persona’), velá ‘breve feria que solo transcurre al atardecer’, madrugá
‘la que transcurre del jueves al Viernes Santo en Sevilla’ . Es lo que ocurre también con
muchas de las palabras que designan palos del cante flamenco o a los mismos actores
que los realizan (seguiriya, toná, tocaó, bailaó(ra), cantaó(ra), etc.).
(e) Vocabulario procedente de orígenes diversos. Hay que tener en cuenta la influencia
léxica que en la región tuvo la presencia de pobladores procedentes de zonas diversas
que se asentaron tras la reconquista, los cuales dejaron su impronta en aquellos lugares
donde se asentaron (castellanismos, leonesismos, aragonesismos y catalanismos). Igual
valor hay que darle a la presencia de mozarabismos que entraron en el árabe andalusí y,
junto con otros muchos arabismos, pasaron al léxico común. Muchos de unos y de otros
quedan hoy como voces patrimoniales del andaluz (pues en otras zonas desaparecieron).
Su presencia en el habla andaluza tiene que ver con las tendencias arcaizantes que se
reconocen en estas hablas, por ser Andalucía un área marginal, alejada de los centros
innovadores y normativos del idioma. De otro lado, una gran cantidad del léxico que el
ALEA documenta pertenecen a un mundo en gran parte desaparecido, el de las labores
y faenas del campo (maneras de labrar la tierra, de hacer carbón, de cosechar, de hacer
la matanza etc.), y con ese mundo han desaparecido también las voces que en las
diferentes zonas de Andalucía servían para nombrar esa realidad. Del mismo modo, el
abandono de las zonas rurales hacia los núcleos urbanos de las diferentes provincias, en
busca de una vida mejor, ha propiciado que caigan en desuso y en el olvido nombres
que antaño (y todavía hoy en los pueblos) eran bien conocidos porque designaban
realidades entornales de la vivienda tradicional o de los utensilios y que hoy son
innecesarios en las viviendas urbanas modernas: aldaba ‘barra de metal con la que se
aseguran puertas y ventanas, falleba ‘barra de hierro con gancho que sirve para abrir y
cerrar la ventana’, anafe ‘hornilla’, aljofifa ‘bayeta o trapo para fregar’. En algunos
casos estos nombres designan metonímicamente por contigüidad una realidad diferente
(por ejemplo, anafe se emplea en algunas zonas para la encimera, y aljofifar ha quedado
como general en muchos lugares para la acción de fregar el suelo con fregona).

26
También está presente en la expresión “ser más flojo (‘vago’) que un muelle de guita”. También puede
significar ‘dinero’ en el lenguaje humorístico.

29
- Como arcaísmos del castellano se pueden citar candela ‘fuego, lumbre’, afrecho
‘salvado’, sobera(d)o y dobla(d)o ‘desván’, hacer buena o mala orilla ‘tiempo’, orear
‘ventilar una habitación’, hiniesta ‘retama’ (en Jaén, norte de Granada y Almería), mal
fario ‘mala suerte, mal destino’. Arcaísmos en el propio andaluz: atacarse
‘recomponerse la ropa y los pantalones’, (a)miga ‘guardería parvulario’, pago ‘terreno
de cultivo’, manque ‘aunque’, zarcillo ‘aros o pendientes’, refino ‘mercería, quincalla’.
Como voces de origen occidental (leonesismos o portuguesismos): frangollón
(<frangollar ‘romper el grano de trigo’ y frangollo y ‘potaje de trigo’) ‘el que hace las
cosas de prisa y mal, fullero’, pingar o pinguear “ponerse pingando” ‘chorreando’,
esmorecerse, esmorecí(d)o ‘casi muerto de frío’, esaborí(d)o27 (< desabrido),
trastabillarse ‘tropezarse’, añugarse ‘atragantarse’. O los portuguesismos gurumelo
‘seta semejante al boletus’, mazaroca ‘panocha’, coruja ‘lechuza’, pero valoración
despectiva “una vieja coruja” ‘con cara de lechuza’.
Como voces de carácter oriental: aragonesismos (falsa ‘desván’, farfolla ‘hojarasca’),
murcianismos (panocha, zafa ‘palangana’), catalanismos (sardinel ‘escalón de entrada
al zaguán’, flama ‘reverberación del calor en verano’, mollete ‘tipo de pan’ y molla
‘miga’ y algunos nombres de peces: chanquete, brótola, lisa).
- Mozarabismos: campiña28 y marisma, maceta, chiquero (‘toril’), coracha ‘saco de
cuero’ (también capacho y capacha), alcayata ‘escarpia o gancho de metal en forma de
“L” utilizada para colgar’, chícharo (con varios significados según las zonas: ‘alubia,
guisante, garbanzo’), habichuela (judía verde, en ocasiones también la judía blanca o
alubia), alcaucil ‘alcachofa’, lechín ‘clase de aceituna de molino’, alpechín ‘residuo de
la aceituna tras la molienda’.
- Arabismos.- Muchos son los arabismos heredados por el castellano durante el continuo
y prolongado contacto durante más de siete siglos. Introducidos en los primeros
momentos por los mozárabes en Castilla y Toledo, el abundante caudal de léxico árabe
fue mermando en la baja Edad Media y muchos de los vocablos más habituales para
designar actividades desaparecieron en el Renacimiento y en el Siglo de Oro (almojarife
‘tesorero’, alarife ‘arquitecto’, alfayate ‘sastre’, trujamán ‘consejero’). Los que se van a
citar aquí son las palabras habituales que sirven para designar realidades que en otras
zonas no andaluzas se nombran de otra manera. Algunos son nombres de plantas y
árboles: adelfa, azufaifo, almoradú(j) ‘mejorana’, ajonjolí ‘sésamo’, matalahúva o
matalahúga ‘anís’, alhucema ‘espliego o lavanda’, mazorca (mazaroca también es
arabismo, pero en Andalucía es un portuguesismo). Otros pertenecen al mundo de las
tradiciones culinarias (alboronía ‘pisto de verduras’, hallulla ‘torta’, arrope ‘almíbar de
miel’), o de los enseres domésticos (aljofifa ‘bayeta’, alcuza ‘aceitera’, alacena
‘despensa’, alcancía ‘hucha’, falleba ‘cierre de ventana’, zafa ‘palangana’). Para
designar valorativamente comportamientos humanos, majarón o maharón, majareta
‘loco’, charrán ‘randa, pillo’. Las labores agrícolas y el regadío han dejado algunas
palabras de origen árabe, algunas de ellas quizá ya estén en desuso: atarjea o atajea
‘canal’, azuda ‘máquina para sacar agua’, añeclín ‘artesa’, balate ‘borde de acequia’,

27
Probablemente sea un asturianismo.
28
De CAMPANIA, con imela (el paso de a > i) propio del árabe andalusí.

30
arriate ‘pequeño terreno delimitado por un tabique o borde para plantar flores’, almud
‘medida que en Andalucía se utilizó para medir grano hasta mediados del siglo XX’,
albarda ‘aparejo de caballería’, ataharre ‘atadura de cuero para fijar la silla de montar’.
De América llegaron realidades nuevas y palabras nuevas. De las que se emplean en la
península, mayoría forma parte de la lengua común. Hay algún caso en que Andalucía
(o una parte de la región) se distingue del uso peninsular. Es lo que ocurre con la voz
papa ‘patata’ (general en toda América y en Canarias) que en Andalucía occidental se
emplea alternando con patata: “papas aliñás, papas con carne”, etc. O la voz enagua
‘bajofalda en el traje de gitana o ropa de la mesa-camilla’.

Referencias bibliográficas:

CARBONERO, PEDRO (1982): El habla de Sevilla, Ayuntamiento de Sevilla.


CARBONERO, PEDRO (1992): El habla de Jerez. Estudio sociolingüístico, Jerez
MOYA, JUAN ANTONIO y GARCÍA WIEDEMANN, EMILIO (1995): El habla de Granada y sus
barrios, Universidad de Granada.
NARBONA, ANTONIO, CANO, RAFAEL y MORILLO, RAMÓN (2011), El español hablado en
Andalucía, Sevilla: Universidad de Sevilla.
SALVADOR, FRANCISCO (1980): “Niveles sociolingüísticos de seseo, ceceo y distinción en la
ciudad de Granada”, Español Actual, 33, 25-32.
VARELA GARCÍA, FABIOLA (2002): En la Andalucía de la "e". Estudio lingüístico y etnográfico
del habla de Estepa (Sevilla), Ayuntamiento de Estepa.
VILLENA PONSODA, JUAN A. (1997): “Convergencia y divergencia dialectal en el continuo
sociolingüístico andaluz: datos del vernáculo urbano malagueño”, Lingüística Española
Actual, XIX, 83-125.

31
32

También podría gustarte