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“El que tenga ojos para ver y oídos para oír se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún
secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con las puntas de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los
poros. Y por eso es muy posible dar cima a la tarea de hacer consciente lo anímico más oculto.”
Sigmund Freud.
Mecanismos de defensa
Los mecanismos de defensa se hacen presentes cuando nuestro yo se siente amenazado ante
alguna situación que nos produce ansiedad, dolor, enojo o alguna emoción o sentimiento que
nos resulta displacentero, por lo tanto, nuestra mente comienza a hacer uso de estos
mecanismos para protegernos de tales sentimientos y emociones, pues al reconocerlos se
pondría en juego gran parte de nuestra estabilidad psíquica, ya que implicaría no sólo el
reconocimiento, sino la aceptación-integración de ciertas situaciones dolorosas.
Negación
La negación es un mecanismo de defensa al que nos enfrentamos cuando el no querer saber, y
por lo tanto, el no querer afrontar, se apodera de nosotros.
Uno de los mayores problemas de los secretos familiares es a mantener en lo oculto situaciones
que de alguna manera son dolorosas, vergonzosas o que de sacarlas a la luz (por ejemplo
violaciones, situaciones de abuso sexual, abortos, embarazos no deseados, delitos, homicidios,
separaciones, infidelidades, muertes, etc.) pueden producir culpa y romper con la aparente
armonía o falsa estabilidad que está dentro de la familia; incluso, podría decirse que algunas
veces esos secretos o situaciones ocultas son los que mantienen a la familia “funcionando”, sin
embargo, este engañoso funcionamiento es como la construcción de una casa perfecta con
cimientos débiles o mal formados que al primer temblor o movimiento fuera de “lo normal”
pueden derrumbarla, destruirla.
Los principales conflictos se crean debido a que la comunicación entre los miembros se ve
afectada, construyen una forma de comunicación basada en la ocultación y los secretos
familiares, en el no decir para no incomodar (se); además de que los hechos se distorsionan en
gran medida, generando falacias parecidas a un delirio (simbólico o real) que con el transcurrir
del tiempo puede generar conflictos más grandes.
Proyección
Además de la negación aparece el mecanismo de la proyección, que consiste en expulsar lo
intolerable de sí mismo (consciente o inconsciente) para depositarlo en el otro y poder
controlarlo desde ahí a fin de reducir la ansiedad producida por saberse contenedor de tales
aspectos (por lo general aspectos dolorosos, hostiles, dañinos, etc.); es evidente que en ambos
mecanismos resalta una dificultad y un problema en la comunicación, pues ésta tiende a ser
confusa y contradictoria.
La psicoanalista Françoise Dolto menciona que lo no dicho por los padres, abuelos y miembros
de generaciones pasadas puede retornar en síntoma (por ejemplo, en alguna adicción, en alguna
enfermedad o condición mental, o algún otro problema de conducta o estado de ánimo) en
miembros de la familia de las generaciones posteriores.
No solamente los secretos familiares son los que pueden afectar sino también situaciones
traumáticas personales/individuales inconscientes que pueden trasladarse a los hijos (también
de forma inconsciente), es decir, los hijos o algún miembro de la familia se convierte en el
portavoz de todas aquellas situaciones que han sido calladas; se define al portavoz como “el
miembro que en un momento dado denuncia el acontecer grupal, las fantasías que los mueven, y
las ansiedades y necesidades de la totalidad del grupo.
Estas fallas en la comunicación son muy propias de la estructura psicótica, pues se generan
realidades alternas (delirios) que ayuden a velar (cubrir como un velo) la realidad, en una especie
de fantasmagoría, esa imagen inalterable que se desea mantener y que oculta lo que subyace y
que más tarde ha de emerger. “Rebecca” (1940) del gran maestro Alfred Hitchcock representa
perfectamente esta dinámica de lo oculto, lo secreto, el crimen y el misterio, la protagonista se
empieza a mezclar en una dinámica marcada por lo no dicho, viviendo en una especie de ficción
y engaño, que más tarde ha de descubrir.
Hacer visible una verdad que ha estado oculta no es fácil y requiere un trabajo individual ya sea
para poder decirla o para poder aceptarla. La psicoterapia individual y familiar pueden ser
adecuadas para poder manejar este tipo de conflictos y evitar que dichas situaciones empeoren
con el paso del tiempo, o bien, que se sigan repitiendo.
Referencias:
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