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Alguien observando (4º, 5º y 6º)

(Cuento halloween para niños)

A la chica protagonista de esta historia ya la conocéis, es aquella a la que hemos


llamado Lorena.

Lorena solía pasar muchas horas sentadas frente a un libro o una máquina de
escribir o unos folios porque le gustaba leer y escribir. Se metía en su habitación y
pasaba allí el tiempo tratando de hacer algo productivo por simple placer.

En ocasiones notaba como si alguien le observase desde atrás. La sensación era


tan fuerte que no podía evitar volverse, y allí solía estar su padre, en el umbral de
la puerta, observándola en silencio con una sonrisa en el rostro, posiblemente
orgulloso de ver a su hija tan entregada a algo.

- ¿Cuánto hace que estás ahí? -Le preguntaba.


- Un ratito. -Contestaba él.

Y así sucedió en muchas ocasiones. Lorena se acostumbró a saber que cuando


notaba esa mirada en la nuca, insistente, invisible, detrás estaría su padre
mirándola con cariño. Era bonito vivir una sensación así.

Un día escuchó su nombre.


- ¿Qué? -preguntó al tiempo que giraba el rostro.

Se asombró de ver que no había nadie, y entonces se preguntó si había


escuchado una voz de hombre o de mujer y no supo contestarse. No le dio más
importancia y siguió con sus quehaceres.

Volvió a ocurrirle, y esta vez notó que la voz estaba "pegada" a su oído. Quien
hubiera dicho "Lorena" lo tenía que haber dicho en un susurro firme justo en su
oreja. Pero no había nadie, estaba completamente sola en la habitación. Tampoco
esta vez hubiera sabido concretar si se trataba de una voz femenina o masculina
pero lo que sí tenía claro era que lo había oído lo suficientemente fuerte como para
arrancarla de sus pensamientos.
Su padre murió. Alguien le dijo que aquella casa estaba llena de espíritus que
desde hacía mucho tiempo esperaban la llegada de su padre, y más tarde tendría
oportunidad para comprobar si aquello era cierto o no... pero esta es otra historia,
no quiero desviarme.

Lorena estaba una tarde en su habitación cuando notó a su padre en el umbral de


la puerta. Se giró porque sabía que estaba ahí, como siempre, y la sonrisa
desapareció de su rostro cuando recordó que su padre ya no estaba. Sintió un
escalofrío porque sabía que aquella sensación había sido tan vívida y tan fuerte
como cuando el hombre estaba vivo, y no supo qué pensar.

De nuevo y durante un tiempo, siguió escuchando a alguien llamarle al oído y


también la mirada clavada en la nuca, pero de nuevo y durante todo ese tiempo
que duró, allí ya no había nadie.

FIN

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