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El Claustro de Cristo

SANTOS DEL DESIERTO


SEPTIEMBRE 2022

Libro sobre el Amor a Dios

San Bernardo de Claraval


— En una palabra, el motivo de amar a Dios es DIOS.

— ¿Cuánto? Amarle SIN MEDIDA.

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— ¿Así de sencillo? Sí, para el sabio.

— Diría que hay dos razones por las que Dios debe ser amado por sí mismo: una, porque no
hay nada más justo; otra, porque nada se puede amar con más provecho.

— La razón para amar a Dios es ÉL MISMO.

Dios debe ser amado por Sí mismo


— Mucho merece de nosotros Quien se nos dió sin que lo mereciéramos. ¿Nos pudo dar algo
mejor que a Sí mismo?

— Cuando nos preguntamos qué razones nos presenta Dios para que le amemos, ésta es la
principal: porque Él nos amó primero.

— Bien merece que le devolvamos el amor, si pensamos quién, a quiénes y cuánto ama.

— ¿Pues quién es Él? Aquel a quien todo ser dice: Tú eres mi Dios y ninguna necesidad tienes de
mis bienes.

— Amor perfecto el de su Majestad, que no busca sus propios intereses.

— ¿Y en quién se vuelca este amor tan puro? Cuando éramos enemigos, nos reconcilió con
Dios. Luego, quien ama gratuitamente es Dios, y además a sus enemigos.

Dios mismo afirma:


● Nadie tiene amor más grande que quien da la vida por sus amigos.

Y san Juan Evangelista dice:


● Tanto amó Dios al mundo, que nos dió a su Hijo único.

Y a su vez, san Pablo reafirma:


● No perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros.

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— Por eso mereció el Justo que le amen los impíos, y el Omnipotente que le amen los más
débiles.

— Podría objetarse: "se comportó así con el hombre, más no con los ángeles"; cierto, porque no
fue necesario. Por lo demás, el mismo que socorrió a los hombres en tan apretada situación,
libró a los ángeles de ella. Y el que por amor a los hombres los salvó del estado en que se
hallaban, por ese mismo amor libró a los ángeles de caer en él.

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(Satán mirando a su Creador)


Milenios después de la escena anterior (LA CAÍDA DE LOS ÁNGELES).
Mi silencio frente a Él. Le veo a través de un velo.
Las veladuras me permiten contemplarle como UN SOL ARDIENTE.
No es justo: le escudriño a través de ese velo, sabiendo que Él me ve
tal cual soy. Sé, bien lo sé, que ve hasta lo más profundo de mis pensamientos.
No es justo, no es una relación equilibrada.
Cuando le dije: “Me quiero marchar”, Él me respondió: “NADA TE LO IMPIDE”.

( p. José Antonio Fortea, “Las Leyes del Infierno”, p. 72)

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— Dios se merece nuestro amor; si los incrédulos se empeñan en serlo es justo que Dios los
confunda, por ingratos a los dones que abruma al hombre para bien suyo y los tiene tan a su
alcance.

— ¿De quién sino de Él recibimos el alimento que comemos, la luz que contemplamos y el aire
que respiramos? Los más imprescindibles, los más necesarios al cuerpo.

3 valores dados al hombre y su utilidad


— El hombre maneja una escala de valores más decisiva para ese plano superior de su ser,
que es su alma:

● su dignidad: libre albedrío, distintivo por el que se destaca sobre las demás creaturas y
domina a los simples animales
● su ciencia: inteligencia que le permite reconocer a la vez su dignidad de hijo de Dios,
no como algo propio sino como bien recibido

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● su virtud: que le impulsa a buscar con afán a su Creador y adherirse estrechamente a Él
cuando lo ha encontrado

Doble realidad de estos 3 valores


— La dignidad, se manifiesta en sí misma y en la capacidad de dominar / atemorizar a todos
los animales de la tierra.

— La inteligencia humana, se manifiesta en aceptar tal dignidad y cualquiera otra como algo
que radica en nosotros pero que no nace de nosotros.

— La virtud, se abre en 2 direcciones: la búsqueda del Creador y la adhesión apasionada a Él


una vez hallado.

La dignidad sin la inteligencia no sirve de nada.


La inteligencia sin virtud es más bien un obstáculo.
Ambas cosas quedan al descubierto cuando ponemos la razón a nuestro servicio.

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A los que se glorían a sí mismos:


— Dice el Apóstol: ¿Qué tienes que no hayas recibido? Y si de hecho lo has recibido, ¿a qué tanto
orgullo como si nadie te lo hubiese dado? No pregunta solamente: ¿De qué te glorías?, sino que
añade: Como si nadie te lo hubiera dado.

— Es reprensible, no el que se gloría de lo que tiene sino el que no reconoce que lo ha recibido
de otro. Con razón a eso se llama vanagloria, pues no se basa en el sólido cimiento de la
verdad.

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Recordar siempre qué soy y qué no soy
— Debes recordar siempre 2 cosas: qué eres / qué no eres por ti mismo; así nunca serás
orgulloso. El hombre ha sido creado como la criatura más digna, cuando no reconoce su
propia dignidad se asemeja a los animales por su ignorancia y se degrada hasta ser con ellos
partícipe de su corrupción y de su mortalidad.

— El que no vive como noble criatura, dotada de ciencia, se identifica con los brutos animales,
olvida la grandeza que lleva dentro de sí para configurarse con las cosas sensibles de fuera y
terminar por convertirse en una de ellas, por ignorar que TODO lo ha recibido por encima de
los demás seres.

No a nosotros, Señor, no a nosotros


No a nosotros, Señor, no a nosotros, sino a Tu Nombre da la gloria.

San Bernardo escribe de la Santísima Virgen María:


Si se levanta la tempestad de las tentaciones,

si caes en el escollo de las tristezas,

eleva tus ojos a la Estrella del Mar,

invoca a María.

Si te golpean las olas de la soberbia,

de la maledicencia, de la envidia,

mira a la Estrella, invoca a María.

Si la cólera, la avaricia, la sensualidad

de tus sentidos quieren hundir la barca

de tu espíritu, que tus ojos vayan a esa

Estrella, invoca a María.

Si ante el recuerdo desconsolador de tus muchos

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pecados y de la severidad de Dios te sientes ir

hacia el abismo del desaliento, de la desesperación,

lánzale una mirada a la Estrella,

invoca a la Madre de Dios.

En medio de tus peligros, de tus angustias,

de tus dudas, piensa en María, invoca a María.

El pensar en Ella y el invocarla sean dos cosas

que no sea aparten nunca, ni de tu corazón

ni de tus labios. Y para estar más seguro de

su protección, no te olvides de imitar sus ejemplos.

Siguiéndola, no te pierdes en el camino.

Implorándola, no te desesperarás.

Pensando en Ella, no te descarriarás.

Si Ella te tiene de la mano, no te puedes hundir.

Bajo su manto, nada hay que temer.

Bajo su guía, no habrá cansancio.

Y con su favor llegarás felizmente

al puerto de la Patria Celestial.

Amén.

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P. Carlos Pío del Inmaculado Corazón + FRICYDIM
— El demonio no podría hacer nada sobre el ser humano si éste no pecara. En la medida que
el hombre peca, en esa misma medida el demonio tiene poder sobre él y sobre la Iglesia,
porque mi pecado personal, tu pecado personal no es sólo mío, no es sólo tuyo, somos todos
Iglesia, somos vasos comunicantes, todo está comunicado; mi pecado influye negativamente
en la Iglesia y por tanto, en el mundo, así como mis obras buenas también repercuten; por eso
puedo ofrecer sacrificios por los pecadores, penitencia, y ello sirve pues estamos conectados
a través de ese principio maravilloso y hermoso llamado la comunión de los santos;
interactuamos los unos con los otros por medio de la ora-ción y la penitencia, las almas del
Purgatorio, la conversión de los pecadores. Entre la Tierra (iglesia que peregrina), el
Purgatorio (iglesia que se purifica) y la iglesia triunfante, que ya está en la gloria hay
intercomunicación, entre todos.

— El medio principal por el cual el demonio puede hacer estragos siempre es el pecado.

— Los pecados más graves son los que van directamente contra Dios: el pecado de idolatría.
Después todo lo que va contra la ley natural: la homosexualidad, los pecados contra la
pureza; luego están los pecados contra la vida, que hay que respetar desde el momento de la
concepción.

— Quien aborta le ofrece sangre de inocentes a Satanás, y así él tiene poder sobre quien
aborta y sobre la Iglesia. Por eso, hoy la Iglesia está como está, con tantos problemas muy
serios. En todas partes encontramos a la Iglesia en problemas, porque en to-das partes se
está viviendo mal. Dios está permitiendo ésto por-que cuando venga el triunfo del
Inmaculado Corazón de María, que está a las puertas, tiene que quedar en clarísima evidencia
q' fue por obra de Ella, eso es lo que quiere Jesús. Ella ha pisado la cabeza de la serpiente,
triunfando en el corazón de sus hijos a nivel mundial, no en su totalidad sino en su gran
mayoría pues está la libertad del hombre que podrá adherir, no adherir a Dios.

— Sólo si peco destruyo a Dios en mi alma, y eso es tremendo, éso lo puedo hacer sólo yo, no
el demonio. Si peco mortalmen-te destruyo mi relación con Dios, pero el demonio sólo puede
meterse / influenciar hasta los sentidos internos. Están los sentidos externos, pero
internamente están la memoria, la imaginación, la cogitativa y el sentido común, desde
donde opera el demonio, desde el cerebro para mover todo el cuerpo, aplicando su acción
operativa desde el infierno mismo de donde no sale.

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— El demonio quiere dos cosas extremas: que le tengamos miedo / que entremos en
confianza. Si le tengo miedo, él puede tentarme y me hará daño espiritualmente. Tengo
miedo cuando no tengo confianza en Dios. Mi miedo le da poder a Satanás, porque mi miedo
es falta de confianza y Dios así no puede actuar, estoy limitando a Dios. Si confío plenamente
en Dios y en la Virgen María, me quedo tranquilo y el demonio no puede hacer absolutamente
nada; son muchos los casos en que el demonio nada puede hacer, porque esas personas
confían directamente en Dios y basta, en la Virgen y basta, rezan y tratan de vivir una vida
santa y basta.

— Para estar protegidos de las influencias del demonio:

★ estar en gracia de Dios


★ comulgar con frecuencia
★ el rezo del Santo Rosario
★ hacer penitencia.

La frecuencia Eucarística que supone la confesión frecuente, el rezo del Santo Rosario y hacer
penitencia; no tener miedo de hacer penitencia, hay que hacerla antes de morir. Recordar,
todo lo que no hacemos aquí habrá que pagarlo en el Purga-torio, hay que reparar, dormir en
el suelo como Cristo lo hacía

y como lo hacían los Apóstoles y como tanta gente que no tiene dónde dormir; dormir en un
sitio duro; levantarse una hora an-tes para orar; bañarse con agua más bien fría; hacer ayuno,
que es una penitencia principal, el ayuno litúrgico a pan y agua.

Estas cosas fortalecen el alma, purifican de los pecados y traen muchas gracias de Dios.

— El ayuno debe ir unido a la oración, practicar el espíritu cris-tiano del ayuno. Cuando se
ayuna con el fin de adelgazar, eso no es practicar el ayuno con espíritu cristiano: no purifica la
in-tención. Al que vive en gracia, lo que más le interesa es poner contento a Jesús, glorificarle,
y la salvación de las almas.

— La consideración del Infierno, la meditación sobre la conde-nación y el saber ésto, asegura


nuestra salvación con una vida auténticamente cristiana; porque no basta con evitar el
pecado, no duraríamos nada sino que sabemos que debemos afanarnos por incrementar esa
Gracia cada vez más en nosotros: vivir de la Santa Misa Diaria, la Comunión diaria, el Santo
Rosario diario, la Liturgia de las horas, la meditación diaria, las buenas lecturas es pirituales,
la práctica de las virtudes, la penitencia y el ayuno. y la consideración del Infierno nos lleva a
tener un grande amor a la Virgen María, auxilio de los cristianos.

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