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2. El arte de discernir
No es lo mismo el "arte de discernir" que "el carisma del discernimiento". Lo primero está
al alcance de todos en alguna medida, lo segundo es un carisma extraordinario que Dios da
a quien desea. Ambos nos llevarán al mismo fin y estarán al servicio de la Iglesia, pero
de diferentes maneras.
El carisma del discernimiento, en cambio, se da, cuando Dios mismo, por gracia, da a
alguien una especie de instinto sobrenatural, muy seguro, para conocer inmediatamente si
los movimientos espirituales que animan a una persona o a un grupo vienen de Dios o no.
"El verdadero discernimiento no viene del intelecto. Es un don que Yo pongo en el corazón.
Como con cualquier virtud, puede haber un falso imitador de la verdadera virtud. En el
discernimiento, esto se reconoce como una interpretación farisaica de la verdad. El falso
discernimiento es fácilmente aceptado por una persona que depende de su propio intelecto para
tener respuestas en lugar de depender del Espíritu Santo. Alguien así puede enorgullecerse de
su intelecto y/o de su virtud." (Jesús, 2 de Enero del 2001)
3. Aprendiendo a discernir
La gran regla general nos la da Cristo: Por los frutos conocemos el árbol. Un árbol
bueno no puede dar frutos malos. Por los frutos del Espíritu Santo podemos discernir lo
que viene del árbol bueno que es Dios. La tradición catequística nos enumera doce
frutos del Espíritu de Dios. Donde ellos están, está Dios.
El más conocido de esos frutos para discernir el "buen espíritu" es la paz. El movimiento
de Dios en nosotros y en los demás deja un rastro de paz. Igualmente todo lo que nos
lleva al amor de Dios y al amor de los hermanos no puede venir sino de Dios. Otro de
los frutos al que se recurre con facilidad y que nos indica la presencia de Dios es la
humildad, como también el gozo y la alegría profunda.
Son todo lo contrario del espíritu bueno. Son muchos. Los más conocidos, sin embargo,
son la intranquilidad e incomodidad; el rechazo de Dios y un no sentir gusto por la
oración; repulsión e irritabilidad frente a los hombres; orgullo; desaliento y tristeza.
El Señor de la luz trae consolación, el príncipe de las tinieblas trae desolación.
Concordia con la Sana Doctrina: Si alguno enseña una doctrina diferente y no se conforma
a las sanas palabras, las de nuestro Señor Jesucristo, y a la doctrina que es conforme a la
piedad, está envanecido y nada entiende, sino que tiene un interés morboso en discusiones y
contiendas de palabras, de las cuales nacen envidias, pleitos, blasfemias, malas sospechas, y
constantes rencillas entre hombres de mente depravada, que están privados de la verdad, que
suponen que la piedad es un medio de ganancia. (1 Timoteo 6,3-5)
Primacía del bien común y anhelo de la gloria de Dios: Yo, pues, prisionero del Señor, os
ruego que viváis de una manera digna de la vocación con que habéis sido llamados, con toda
humildad y mansedumbre, con paciencia, soportándoos unos a otros en amor, esforzándoos
por preservar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz. Hay un solo cuerpo y un solo
Espíritu, así como también vosotros fuisteis llamados en una misma esperanza de vuestra
vocación; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que
está sobre todos, por todos y en todos. Pero a cada uno de nosotros se nos ha concedido la
gracia conforme a la medida del don de Cristo. (Efesios 4,1-7).
a. Ser "juez" en el sentido bíblico suponía una gran capacidad de discernimiento. Samuel lo
tuvo; sus hijos, no.
b. La gente tiene dos motivaciones, pero sólo menciona una al principio. Dicen que quieren
un rey para que haga el oficio que hacía Samuel (lo que se llamaba "juzgar"), pero en realidad
lo que quieren es ser "como todas las naciones," y tener un jefe visible, uno que "salga elante
y dirija nuestras batallas."
c. A pesar de que la motivación de la gente no es sana, Dios les concede lo que piden. No
todo lo que Dios concede es lo mejor de lo que Él quería para nosotros.
Salomón tiene que encontrar la verdadera madre de un cierto bebé. (1 Reyes 3,16-28)
a. El discernimiento no es sólo sobre cosas de religión. Dios es más grande que la religión.
b. Discernir es entrar en un terreno espinoso y resbaladizo, porque no todo es como aparece,
y la mentira abunda en el corazón humano.
c. La estrategia de Salomón fue presionar para que salieran las intenciones reales de los
corazones.
Los apóstoles deben decidir si la Ley de Moisés vale para los paganos que se convierten
a Cristo (Hechos 15,1-15.19-31).
a. En casi todos los problemas existe más de un punto de vista válido. Muy raramente la
razón está completamente de un solo lado.
b. Los que pedían a la gente que obedeciera a toda la Ley de Moisés en realidad querían ser
obedecidos ellos mismos, y no perder la capacidad de influencia que tenían antes. A menudo
una causa noble o "religiosa" es sólo un gran pretexto para cosas bastante mezquinas.
c. Este discernimiento acudió a varias fuentes: la experiencia espiritual de Pedro, los
testimonios de las misiones de Pablo, la consonancia con la Escritura.
d. De aquí podemos deducir cuatro grandes criterios para muchos discernimientos en la
Iglesia: la conciencia, la realidad exterior, la Palabra de Dios, la autoridad de los apóstoles.
4. Conclusiones
No queremos concluir nuestro trabajo sin recordar que este discernir se refiere a
manifestaciones que en sus apariencias son buenas: la misma profecía, buena en su
apariencia, verdadera en su fuero externo, puede ser pronunciada por labios engañosos
o en nombre de Dios. El viejo testamento está lleno de falsos profetas. El pueblo de
Dios debió discernirlos de los verdaderos. Los conoció por los frutos. Esos nunca
engañan. Satanás puede decir "ALELUYA", pero su Aleluya no es gozo ni da paz como
cuando lo pronuncia el Espíritu Santo en nosotros. Esto quiere decir también que cuando
oímos o decimos algo que es falso o erróneo o vemos y hacemos algo pecaminoso ya el
discernimiento está hecho por sí mismo. No puede ser de Dios un mensaje que enseñe
herejías. No es de Dios simplemente la expresión "Jesús no es el Mesías" o "Dios quiere que
tú mates". Para discernir esto no es necesario el arte o el carisma de discernimiento.
Es necesario únicamente conocer la doctrina de la fe y la moral cristiana. En realidad,
por aquí debe comenzar la formación del discernimiento: adquiriendo la ciencia debida,
superando las ignorancias.
Fuentes:
El discernimiento espiritual.
Mons. Benito De la Rosa y Carpio, RETIRO NACIONAL DE SERVIDORES. 10 y 11 de Marzo de 2007
Arzobispo de Santiago de los Caballeros (República Dominicana).
https://mercaba.org/ARTICULOS/D/DISCERNIMIENTO%20Espiritual%20Mons%20de%20la%20Rosa.pdf
Taller de Discernimiento
Fray Nelson Medina
www.fraynelson.com