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La microbiota intestinal
y los probióticos
Francisco Guarner Aguilar1, Mari Carmen Agirre Lekue2
1
Médico especialista en Gastroenterología. Fisiología y Fisiopatología Digestiva.
Hospital Universitari Vall d’Hebron. Institut de Recerca (VHIR). Barcelona.
2
Farmacéutica comunitaria. Vitoria-Gasteiz
TEMA II.
COMPOSICIÓN DE LA MICROBIOTA
INTESTINAL HUMANA
Muestras humanas
Extracción
Metagenómica Metatranscriptómica
ADN ARN Eliminación
genómico total de ARNr
Escopeta
PCR de Síntesis
Secuenciación (fragmentación
ADNr 16S de ADNc
del genoma del ADN)
Figura 1. Tecnologías para investigar la microbiota intestinal. Izquierda) Se incluye el procedimiento tradicional de aislamiento
y cultivo de un microorganismo individual, cuando es posible, que permite secuenciar su genoma completo. Derecha) Dado
que la mayoría de las bacterias en una muestra no son cultivables (o muy difícilmente cultivables), se aplican técnicas
de metagenómica y metatranscriptómica a toda la comunidad microbiana de la muestra para recopilar información
sobre la diversidad microbiana, el contenido genético y la expresión génica. (Tomada de Guarner et al., 2017)
ciación de todas las copias del gen contenidas en la muestra3. El gen 16S rRNA está presente en todas
las células procariotas (bacterias y arqueas) y contiene regiones conservadas y variables. Las similitu-
des y diferencias en la secuencia de nucleótidos del gen 16S rRNA permiten la identificación taxonó-
mica desde el nivel de phylum (p. ej., Proteobacteria) hasta género (p. ej., Escherichia), especie (p. ej.,
coli) y cepa (p. ej., O157:H7), contrastando las secuencias obtenidas con bases de datos de secuen-
cias ya conocidas. Actualmente, hay alrededor de 6 millones de secuencias del gen 16S rRNA disponi-
bles (SILVA). El estudio del gen 16S rRNA proporciona información sobre la composición microbiana en
una muestra dada, es decir, la diversidad y la abundancia relativa de los miembros de la comunidad.
La composición bacteriana en el lumen varía del ciego al recto, mientras que la comunidad de bacterias
asociadas a la mucosa es altamente estable desde el íleon terminal al recto. Ciertos factores, como la die-
ta, la ingesta de medicamentos (antibióticos, omeprazol, edulcorantes artificiales), los cambios de residen-
cia o el tiempo de tránsito colónico, tienen un impacto en la composición microbiana de las muestras fe-
cales de un mismo individuo a lo largo del tiempo. Las variaciones intraindividuales en la composición de
la microbiota intestinal pueden ser notables, pero el ecosistema microbiano tiende a volver a su patrón tí-
pico5. La resiliencia es una característica importante de un ecosistema microbiano intestinal sano, y con-
siste en la capacidad de volver al estado de preperturbación (p. ej., después de la ingesta de antibióticos).
La diversidad microbiana cambia con la edad: aumenta desde la infancia a la edad adulta y disminuye
durante la ancianidad. Hay diferencias notables en la composición y la diversidad microbiana entre po-
blaciones de sociedades occidentalizadas y las comunidades indígenas que mantienen estilos de vida
ancestrales. La microbiota fecal de los adultos es menos diversa en áreas metropolitanas de Norteamé-
rica y Europa que en las poblaciones rurales no occidentalizadas de Sudamérica y África6.
Las tecnologías de secuenciación de ADN de última generación han hecho factible analizar todo el conte-
nido genético de una muestra sin limitarse al gen 16S ribosomal, y eludiendo, por tanto, su amplificación,
que puede ser una fuente de distorsiones. La información resultante incluye todos los genes de la comuni-
dad microbiana de la muestra, de ahí pueden inferirse sus redes funcionales y metabólicas. Además, la se-
cuenciación del genoma completo proporciona información sobre los miembros no bacterianos en la co-
munidad (virus, levaduras y protistas), que no son detectados mediante secuenciación del 16S ribosomal3.
Se estima que el microbioma intestinal de cada individuo humano está integrado por unos 600.000 ge-
nes microbianos no redundantes, con una fracción de 300.000 genes que son comunes, en el sentido
de que están presentes en más de la mitad de las personas estudiadas8 (tabla 1). Las estimaciones su-
gieren que la población de virus en el intestino humano puede ser de hasta 600 billones por gramo de
heces, la mayoría de ellos desconocidos, o reconocidos como fagos. Los virus pueden controlar la es-
tructura y la composición de las comunidades bacterianas por depredación de especies dominantes,
pero su impacto en la microbiota intestinal humana aún es desconocido.
Mientras que en el nivel de cepa cada individuo alberga un patrón microbiano intestinal muy distinto, en
el nivel de género las semejanzas en la estructura global del ecosistema intestinal entre diferentes indi-
viduos permiten reconocer tres modelos ecológicos distintos, que se han denominado «enterotipos»9.
Cada enterotipo se caracteriza por su género dominante: en el enterotipo 1 predominan los gérmenes del
género Bacteroides, en el enterotipo 2 los del género Prevotella y en el enterotipo 3 los del género Ru-
minococcus. La identificación de estos modelos o enterotipos sugiere que el ecosistema microbiano en
el intestino humano conforma estados simbióticos bien definidos y equilibrados, que incluyen microor-
ganismos seleccionados por su integración en redes metabólicas y funcionales que permiten la supervi-
vencia de la comunidad. La existencia de estos tres estados equilibrados y distintivos también revela que
la estructura cardinal de las comunidades microbianas del intestino humano viene determinada princi-
palmente por las interacciones dentro de los miembros de la comunidad. Como se ha mencionado an-
teriormente, las especies microbianas individuales no poseen suficientes recursos genéticos por sí mis-
mas, y suelen tener dependencias obligatorias de otras especies dentro del consorcio.