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CAPILLA DE LA RESURRECCIÓN DEL SEÑOR

HORA SANTA
9
“QUE MARAVILLOSO
ES EL DON DE LA VIDA”
GUÍA: ¿Quién es hombre o la mujer para quitar la vida a alguien que está llamado a la vida eterna
con Dios? La vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e inviolable. «La vida humana es
sagrada porque desde su inicio comporta la acción creadora de Dios y permanece siempre en una
especial relación con el creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida desde su comienzo
hasta su término. La vida humana es sagrada porque desde su inicio comporta “la acción creadora
de Dios” y permanece siempre en una especial relación con el Creador, su único fin.

Dios nos envió a la tierra para aprender y crecer por medio de experiencias agradables y también
dolorosas. Él nos permite elegir entre el bien y el mal y nos deja decidir si serviremos a otros o si
nos enfocaremos en nosotros mismos. La vida del ser humano proviene de Dios, es don de Dios,
es imagen e impronta de Dios, es participación de la vida de Dios. Por tanto, Dios es el único
dueño y Señor de la vida; el ser humano no puede disponer de ella. La paz es un don a favor de la
vida y tarea de todos frente a la violencia. Oraremos, pues, para que la sangre derramada en
México, sea la sangre de Jesús que riegue nuestra tierra y la haga fértil para poder emprender un
verdadero camino que nos enfile hacia el respeto a la vida y en favor de la paz”,

Nos ponemos un instante de rodillas para realizar en silencio y de manera personal e interior,
nuestro acto de adoración inicial.

CANTO Y EXPOSICIÓN.

GUÍA: “Cristo Jesús nos convoca con Él y en Él, unidos como Pueblo de Dios, para orar por la
paz. Hoy hacemos nuestro el dolor y sufrimiento de los que a causa de la violencia y la
inseguridad que se vive en nuestro país lloran la muerte de un ser querido, o lo han secuestrado o
padecen la barbarie de la violencia”, preparemos nuestro corazón pidiendo perdón por veces que
no hemos respetado la vida, la dignidad, la persona de nuestro prójimo, por las veces que hemos
sido sembradores de odios, divisiones, muerte, violencia y por las veces que hemos permanecido
mudos, ciegos e indiferentes ante los hechos de nuestro alrededor que asesinan la vida, la paz y
la dignidad humana. Lo hacemos en un momento de silencio.

La Eucaristía es sacramento de paz. En ella somos perdonados y santificados y Jesús mismo nos
hace testigos de la compasión de Dios por la humanidad. Aquí tiene su fuente el servicio de la
caridad para con el prójimo, que nos mueve a amar, en Dios y con Dios.
La persona de Jesús, en el Santísimo Sacramento, es una Buena Noticia de vida que nos
proporciona la verdadera paz, es decir, la alegría excepcional. Él, nada tiene que ver con la
violencia o con la muerte que imperan en el mundo, porque es Dios de vivos, es Él el Dios de la
vida y de la paz.

TODOS: Dios mío, me arrepiento de todo corazón de todo lo malo que he hecho y de todo lo
bueno que he dejado de hacer, porque pecando te he ofendido a ti, que eres el sumo bien y digno
de ser amado sobre todas las cosas. Propongo firmemente, con tu gracia, cumplir la penitencia, no
volver a pecar y evitar las ocasiones de pecado. Perdóname, Señor, Amén.
PARTICIPANTE: Creemos, Padre, que tú nos has dado un corazón capaz de amar, sensible al
dolor de nuestros semejantes. Este corazón que nos entregaste, nos impulsa a venir ante tu Hijo
Jesús para que ilumine nuestros pensamientos, sentimientos y palabras para hablar con su mismo
lenguaje de paz. Padre Santo, creemos que Tú has enviado al mundo al Príncipe de la Paz,
Jesucristo presente y vivo en la Eucaristía.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, Rey de la vida y Príncipe de la paz.
TODOS: En el cielo, en la tierra y en todo lugar

CANTO

PARTICIPANTE. Creemos, Jesucristo, Hijo amado del Padre, en tu Palabra que nos llama a la
conversión, para que en ella encontremos la paz interior. Creemos que tú eres la vid y nosotros los
sarmientos y que debemos estar plenamente unidos a ti para poder dar frutos, para que nuestra
vida no sea estéril. Te contemplamos presente y vivo en la Eucaristía.
Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, Rey de la vida y Príncipe de la paz.
TODOS: En el cielo, en la tierra y en todo lugar

CANTO

PARTICIPANTE: Creemos en ti Espíritu Santo. Fuerza renovadora de la faz de la tierra que nos
haces descubrir la presencia de Jesús en la Eucaristía. Llénanos con el fuego de tu amor para que
seamos promotores de la vida y de la paz. Que amemos lo que es noble, justo y recto. Enséñanos
el camino para vivir en la verdad que proclama Jesucristo presente y vivo en la Eucaristía
Alabado sea el Santísimo Sacramento del altar, Rey de la vida y Príncipe de la paz.
TODOS: En el cielo, en la tierra y en todo lugar

CANTO

GUÍA: Un gran escritor español José María Gironella, cuenta que allá en diciembre de 1936,
iniciada ya la guerra civil española, en un momento en que temían que su vida peligrara en
Gerona, decidió pasarse a Francia, y su padre lo acompañó hasta la frontera. Al pasarla, los
gendarmes franceses le registraron y, en sus bolsillos, encontraron un papel que, sin que él lo
advirtiera, había introducido su padre momentos antes de cruzar dicha frontera. Era una brevísima
carta que decía: No mates a nadie, hijo. Tu padre, Joaquín.

La carta era realmente conmovedora, sobre todo en aquel momento. Porque lo lógico hubiera sido
que en esa circunstancia un padre hubiera aconsejado a su hijo: “Ten cuidado, no te maten”. Pero
aquel padre sabía algo muy importante: que es mucho más mortal matar que morir. El que mata a
otro ser humano, queda mucho más muerto, mucho más podrido que el que es asesinado.
Por esta razón Dios, cuando los hombres nacemos, desliza en los bolsillos de nuestra conciencia
otra carta que dice: No mates a nadie, hijo. Tu Padre Dios.

El precepto moral del “no matarás” tiene un sentido negativo inmediato: indica el límite, que nunca
puede ser transgredido por nadie, dado el carácter inviolable del derecho a la vida, bien primero
de toda persona. Pero tiene también un sentido positivo implícito: expresa la actitud de verdadero
respeto a la vida, ayudando a promoverla y haciendo que progrese por el camino de aquel amor
que la acoge y debe acompañarla: la paz.

Jesucristo vino a destruir la muerte y a traer vida y a traerla en abundancia, nos dice san Juan en
su evangelio en el capítulo 10: Y la vida que nos trajo Jesús es la vida eterna. Y Él lucha y luchará
para que nadie nos arrebate esta vida eterna. Y esta vida eterna traída por Jesús abarca salvar
nuestro cuerpo y nuestra alma, es decir, nuestra persona.

¿Quiénes somos para quitar la vida a alguien que está llamado a la vida eterna con Dios?
El escritor americano Louis Begley ha denominado al siglo XX como “réquiem satánico”. Es un
infierno de asesinatos y homicidios, de masacres y crímenes violentos, un compendio de
atrocidades. En el siglo XX se ha matado en el mundo y en nuestra Patria a más hombres y
mujeres que nunca. A este siglo le corresponden el holocausto y la bomba atómica a nivel
mundial, pero en nuestra nación los asesinatos en masa, la violencia más mortífera, abortos,
homicidios derivados del narcotráfico, de la trata de personas, suicidios, feminicidios, tráfico de
órganos, asesinatos de migrantes……son lo cotidiano, lo del diario acontecer…….de verdad no te
duele…. De verdad no te mueven estos hechos…. ¿Qué hacer? ¿Dónde ha quedado la vida y la
salvación traída por Cristo hace más de veinte siglos?
Ahora mientras escuchas el canto ponte de pie y a la distancia da un saludo de paz a todos
quienes están a tu alrededor con algún gesto sincero y real.

CANTO

GUÍA: Te habrás dado cuenta cómo cada hombre y mujer aprecia su propia vida y la defiende al
máximo; incluso los que se quejan de su vida están defendiéndola en el fondo, pues piden
mejores condiciones para vivir, protestan porque quisieran vivir de otra manera. Todos queremos
vivir.

El problema nace a la hora de considerar la vida de los demás frente a los propios intereses. Así,
por ejemplo, se prefiere recurrir al aborto antes que a la promoción de un recto uso de la
sexualidad; se prefiere recurrir a la eutanasia antes que a un interés eficaz por los ancianos y los
marginados; se prefiere recurrir a grandes campañas contra la natalidad en el tercer mundo antes
que a planes eficaces de desarrollo y colaboración económica; se prefiere el uso de la guerra y el
terrorismo al diálogo y la confrontación democrática, se prefiere la excluir a los migrantes antes
que ser solidarios, se prefiere dejar actuar al narcotráfico por intereses económicos, de poder y
personales antes que acciones reales que promuevan la seguridad y la salud de la
población…….y en general, la vida humana viene supeditada a otros intereses que tienen mucho
menos valor.

Ante todo esto, tú debes proclamar y defender la dignidad de la vida humana. La dignidad del
hombre y la mujer es un valor absoluto, y la vida humana, un valor en sí misma que siempre ha de
ser defendida, protegida y potenciada, independientemente de lo que diga la mayoría o los medios
de comunicación o tu propia sensibilidad.

Por eso, no debes medir el valor del hombre y la mujer desde un punto de vista utilitarista o
comercial, como se hace hoy día. Así la persona humana es cotizada por su eficacia, y se
considera al hombre más por el tener que por el ser. Esa es la concepción materialista de la vida:
vales por lo que produces y tienes, y no por lo que eres. Nunca debes aceptar esta concepción del
ser humano.

Fíjate a dónde te llevaría esta postura: porque eres minusválido, no sirves….se te puede matar;
porque tuviste un accidente y quedaste hemipléjico, no sirves…se te puede matar; naciste con una
deficiencia mental o corporal, no sirves…se te puede descartar ya desde el seno de tu madre;
yaestás anciano y sufres mucho, no sirves…se te puede aplicar la eutanasia, si eres joven no
importa que seas carne de cañón para los traficantes y narcotraficantes y se te puede matar……
debes alzar la voz fuerte contra esta injusticia y estos crímenes. El mandamiento de Dios es bien
claro: “No matarás” y tu omisión también es un homicidio.
Ahora mientras escuchas el canto, escribe en la paloma un mensaje de paz, ponte de pie y
entrégalo a un participante.

CANTO

GUÍA: Alza la voz como lo hizo el Papa Juan Pablo II en Denver el día 14 de agosto de 1993 a los
jóvenes, les dio: Con el tiempo, las amenazas contra la vida no disminuyen; al contrario, adquieren
dimensiones enormes. No se trata sólo de amenazas procedentes del exterior, de las fuerzas de la
naturaleza o de los Caínes que asesinan a los Abeles; no, se trata de amenazas programadas de
manera científica y sistemática. El siglo XX será considerado una época de ataques masivos
contra la vida, una serie interminable de guerras y una destrucción permanente de vidas humanas
inocentes. Los falsos profetas y los falsos maestros han logrado el mayor éxito posible”.

La vida humana es un don, es algo precioso que te es dado, que recibes gratuitamente de Dios a
través de tus padres. En el camino de la vida adquieres la conciencia de ser una persona y
también un sujeto individualizado e irrepetible. Desde el punto de vista cristiano, estás hecho a
imagen y semejanza de Dios; tu vida procede del Ser Supremo y, por la creación, eres
verdaderamente su hijo. Esta filiación es elevada sobrenaturalmente por el sacramento del
bautismo, que te asocia a Jesucristo con una nueva creación y un nuevo amor.

De aquí procede la sacralidad de la vida humana, de tu vida humana. Este valor persiste durante
toda tu existencia desde el inicio de la concepción en el seno de la madre, hasta su término
natural en el momento de la muerte. Dios es el señor y el dueño de la vida de cualquier hombre y
mujer.
Matar es mucho más fácil de lo que piensas.
Desgraciadamente la historia de la humanidad, desde Caín, es la historia de la violencia.

La violencia nuestra de cada día. Es verdad, “no robamos, ni matamos físicamente”, pero sí
matamos cuando criticamos, cuando nos enfadamos con gran violencia. Esta violencia está en el
corazón. La agresividad se ha ido adueñando de nuestra vida cotidiana. Somos violentos en
nuestro lenguaje. Somos violentos en nuestra manera de entender la vida. Así se oye decir: “... el
que pega primero pega dos veces... aquí como la ley de Herodes o los friegas o te joden”, “ojo por
ojo y diente por diente”, “

Somos violentos en nuestro estilo de humor. Aquí la sonrisa se sustituye con frecuencia por la sal
gorda, el sarcasmo, la sonrisa hiriente, el vinagre. Tenemos un arte especial para reírnos de
nuestro prójimo y olvidamos que dejar a alguien en ridículo es siempre un arma inmoral. Somos
agresivos hasta en el modo de perdonar. ¿Cuántas veces oímos decir?: “Perdono, pero no olvido”
que con frecuencia no es sino un arte de alargar y prolongar la herida.

Otra de las formas más dramáticas con la que puede violarse hoy este mandamiento es
precisamente el del uso y abuso de las drogas. Ya sabes que el mal de la droga, aunque sea
“blanda” está en que produce efectos irreparables en el cerebro, además de otros problemas
psicológicos que varían según el efecto de la droga. La razón de fondo para consumir drogas es
siempre profundamente egoísta, pues se busca con ellas conseguir sensaciones especiales,
placer, huida de la realidad, etc. Esto no justifica el mal que producen. Las drogas llegan a
dominar fácilmente al hombre adueñándose de su ser y de su querer, le arruinan completamente
su vida.

También, exponemos nuestra vida y la de los demás con el mal uso del volante, y el exceso de la
velocidad. ¡Qué locura! Hay que respetar las señales de tráfico y ser prudente en la carretera,
especialmente cuando otras vidas dependen de ti. Como puedes ver, se puede matar de mil
maneras. Se puede matar de disparos, pero también de hambre o de soledad. Se puede declarar
una guerra o declarar y tolerar un paro, una calumnia.

No olvidemos las palabras que dijo Dios a Caín: “¿Qué has hecho? La voz de la sangre de tu
hermano está clamando a mí desde la tierra. Ahora, pues serás maldito sobre la tierra que abrió
su boca para recibir, de mano tuya, la sangre de tu hermano” (Génesis 4, 10). Caín parece
haberse extendido sobre toda nuestra tierra. Parece que México se ha convertido en un lago de
sangre y violencia.
Ahora mientras escuchas el canto, ponte de pie y brinda si lo deseas un abrazo de paz a un
hermano o hermana tuya presente.

CANTO

GUÍA: La paz que anhelamos no puede reducirse a la mera ausencia de violencia, como
podríamos pensar en un principio. En la Revelación bíblica la paz es mucho más: es ante todo un
atributo esencial de Dios, es además un don de Dios al hombre y un proyecto humano conforme al
designio divino. La paz es bendición, prosperidad, alegría, justicia y gracia, y por ello forma parte
del testamento espiritual del mismo Jesús: «La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como
la da el mundo» (Jn 14,27). Es la paz que nos reconcilia con Dios, con los hermanos y con
nosotros mismos.

Pero la paz no es sólo un don de Dios, es también una tarea que el mismo Cristo nos encomienda,
como expresión del verdadero amor al prójimo: «Bienaventurados los que trabajan por la paz,
porque ellos serán llamados hijos de Dios» (Mt 5,9).

Esta bienaventuranza nos llama a ser no tanto pacíficos, o pacifistas, sino, ante todo,
pacificadores, esto es, artífices y constructores de paz y de la vida. Necesitamos, por tanto, acoger
el don de la paz para poder ser a su vez sembradores de la verdadera paz, que se fundamenta en
la verdad, la justicia, la libertad y el amor, en todos los ámbitos de nuestra existencia: en las
familias, en las comunidades, en los centros educativos, en nuestro entorno laboral, en la
comunidad política y en todas partes donde nos encontremos.
Que el Dios de la paz nos sostenga en la tarea de ser sembradores de paz y alegría.
Ahora ponte de pie y digamos juntos:

TODOS: Señor Jesús, tu eres nuestra paz, mira nuestra Patria dañada por la violencia y dispersa
por el miedo y la inseguridad.
Consuela el dolor de quienes sufren. Da acierto a las decisiones de quienes nos gobiernan.
Toca el corazón de quienes olvidan que somos hermanos y provocan sufrimiento y muerte.
Dales el don de la conversión. Protege a las familias, a nuestros niños, adolescentes y jóvenes, a
nuestros pueblos y comunidades.
Que, como discípulos misioneros tuyos, ciudadanos responsables, sepamos ser promotores de
justicia y de paz para que, en ti, nuestro pueblo tenga vida digna. Amén.

CANTO Y RESERVA

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