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Benavent Garces A. et al « El proceso de cuidar y su instrumento metodológico” en: Mompart Ma.

Paz (coordinadora)
Actualizaciones 2002, Enfermería 21, Editorial DAE, Madrid España, 2002. p.p. 217 – 238.

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El proceso de cuidar y su instrumento


metodológico
Ma. Amparo Benavent Garcés, Cristina Francisco del Rey, Esperanza Ferrer Ferrandis
Objetivos.
 Identificar el pensamiento enfermero como una forma de pensamiento crítico.
 Identificar el alcance y complejidad del proceso de cuidar y las acciones que comporta
para la enfermera.
 Describir la importancia del instrumento metodológico para el proceso de cuidar y El
desarrollo disciplinar.
 Identificar las partes del proceso metodológico y las relaciones entre ellas.
INTRODUCCIÓN
En la presentación de este texto, y citando a Esteban (1 992), se afirma que una disciplina está
pensada y construida desde su historia, la práctica profesional, la filosofía de la ciencia y la
historia comparada de las ciencias. En los capítulos anteriores hemos tratado de ir
describiendo cómo ha sido y es la construcción de la disciplina enfermera desde la historia y la
filosofía de la ciencia. Hemos podido ver que la disciplina enfermera ha ido construyéndose a
imagen y semejanza del resto de las disciplinas científicas, sometidas a las influencias de las
distintas corrientes y/o paradigmas que los seres humanos vamos construyendo a medida que
vamos plasmando nuestro pensamiento.
A partir de este capítulo nos proponemos aproximarnos, desde la teoría, a la práctica
enfermera. Hablar de la metodología y de la atención de enfermería parece que nos aproxima
más a la práctica profesional. Pero, como también se pone de manifiesto en la presentación a
la que nos hemos referido anteriormente, hablar de práctica no significa en modo alguno dejar
de lado la teoría, sino todo lo contrario.
Trataremos en este capítulo, tal y como expresamos en los objetivos, de establecer el puente
entre “forma de pensar” y “forma de hacer” y aunar ambos en lo que definiremos como
proceso de cuidar (Ver Imagen 1). De este modo atravesar el puente se con vierte en una
acción imprescindible en el desarrollo de la disciplina enfermera teniendo como base el
proceso de cuidar.
Como ayuda para poder llevar a cabo el proceso de cuidar, presentaremos a continuación el
instrumento metodológico necesario para ello.
Las distintas acciones que comporta el proceso de cuidar requieren de un soporte
metodológico que permita mantener un orden entre dichas acciones, garantizando la
consecución de la meta u objetivo que nos proponemos en dicho proceso.
El aprendizaje y utilización de un soporte metodológico incidirá en lo que llamamos la forma
de pensar y la forma de hacer de manera que cuando nos dispongamos a llevar a cabo el

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proceso de cuidar en enfermería pensaremos y realizaremos las acciones siguiendo el orden
que establezca el soporte metodológico seleccionado.
Otra de las ventajas que nos aporta la utilización de un determinado método es la posibilidad
que nos da de poder justificar, probar y evaluar el proceso de cuidar.

Por tanto, podemos afirmar que el ejercicio profesional de la enfermería requiere


de un instrumento metodológico que nos ayude a llevar a cabo el proceso de
cuidar, ordenando y cohesionando las acciones que dicho proceso comporta a la
vez que nos permite dejar constancia de las acciones realizadas posibilitando su
evaluación y permitiendo que el fin perseguido pueda ser alcanzado.

Nos referiremos en este capítulo a los argumentos que nos permiten demostrar la necesidad de
utilizar un instrumento metodológico en el proceso de cuidar en enfermería y cómo ese
instrumento no podía ser otro que el método científico. Reconoceremos el proceso enfermero
como el instrumento metodológico funda mentado en el método científico y utilizado por la
enfermera para llevar a cabo el proceso de cuidar en enfermería. Conoceremos la estructura
del proceso enfermero y la relación existente entre las etapas que lo componen.

EL PROCESO DE CUIDAR
Tomando como puntos de partida el significado de los términos proceso y cuidar, trataremos
de mostrar el alcance de lo que denominaremos proceso de cuidar. A continuación y,
considerando que es a partir del reconocimiento de este proceso cuando se inicia el desarrollo
disciplinar de la enfermería, nos referiremos al proceso de cuidaren enfermería.
La descripción del alcance y complejidad de este proceso, unido al desarrollo del pensamiento
enfermero en torno a él, pondrán de manifiesto la necesidad que tenemos los profesionales de
la enfermería de utilizar una determinada manera de pensar y de hacer, fundamentada sobre lo
que denominaremos pensamiento crítico y método científico (1)

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El significado de proceso
Cuando para expresar una acción lo hacemos utilizando el término proceso estamos queriendo
transmitir a quien lee o escucha, entre otros, los siguientes significados [ acción de ir hacia
delante, conjunto de las fases sucesivas de un fenómeno natural o de una operación artificial,
acción de seguir una serie de cosas que no tiene fin.
Por tanto el término proceso se refiere a:
• Sucesión de acciones.
• Dirección hacia delante de las acciones.
• Acciones que quedarán vinculadas entre sí por el objetivo que persiguen.
• Acciones que pueden no tener fin.
• Acciones de pensar y acciones de ejecutar.
La perspectiva que nos da esta definición del término proceso es adecuada a la idea que hemos
expresado anteriormente acerca de la vinculación entre pensamiento teórico y ejercicio
práctico. Ambas acciones, consideradas como principales para poder definir la disciplina
enfermera, comparten un objetivo: la construcción de dicha disciplina; y la relación existente
entre ambas puede ejemplificarse corno una es piral en dirección hacia delante y sin fin.
El pensamiento enfermero
La acción de pensar y su consecuente, el pensamiento, reflejan la capacidad del ser humano
para imaginar, considerar o discutir. Examinando los hechos y reflexionando sobre ellos
llegamos a obtener un dictamen o conclusión sobre el suceso.
La manera como una persona imagina, considera, discute, reflexiona o examina un hecho no
responde al azar o a la casualidad, sino que está condicionada por una serie de factores (Ver
Tabla 1 ) que consideramos intrínsecos a la persona y que son puntos de partida con los que el
individuo inicia el abordaje de nuevas reflexiones.
Estos elementos de partida, para considerar o discutir un hecho, son el resultado de
elaboraciones anteriores que el individuo ha procesado y que van modulando su particular
perspectiva de análisis a partir de sus experiencias y de lo que podríamos considerar como
factores extrínsecos. Estos factores extrínsecos serían los tipos de pensamiento predominantes
en el entorno social y cultural en el que vive cada ser humano y que éste, el ser humano, ha ido
construyendo.

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Si nos referimos al pensamiento propio de las enfermeras, podríamos definirlo como el
conjunto de ideas propias y comunes presentes en todas las personas que componen el
colectivo profesional de enfermería. Este pensamiento será único en cuanto a los aspectos que
se abordan en la acción de pensar y homogéneo en la manera de abordar la reflexión sobre
esos aspectos. Ahora bien, siendo los hechos o sucesos sobre los que se produce el
pensamiento enfermero tan variados, los resultados de la acción de pensar responderán a esa
variedad.
A través de los capítulos anteriores han quedado dibujadas las características del pensamiento
enfermero. La forma de pensamiento enfermero, que se manifiesta a través de los escritos y las
acciones que lleva a cabo Florence Nightingale, responde a las líneas del pesa- miento
científico predominante, al igual que la del resto de las enfermeras que han plasmado su
pensamiento a través de los modelos.
Como ya hemos visto, se trata de un pensamiento que se va desarrollando a partir de cuatro
conceptos o ideas básicas, como metaparadigma enfermero [ y que son los conceptos persona,
salud, entorno y cuidado. Estos conceptos son lo que identificábamos anteriormente como los
aspectos que ocupan el pensamiento enfermero.
S. Kérouac (3) afirma que: “La manera particular con la que las enfermeras abordan la
relación entre el cuidado, la persona, la salud y el entorno permite clarificar el campo de la
disciplina enfermera”.

El pensamiento enfermero como efecto resultante de la acción de pensar a partir de estos


conceptos nunca podrá ser un pensamiento alejado de la realidad, ni en una sola dirección y
sentido, ni único, es decir, con un resultado común para todas las enfermeras y común en
todas las situaciones de atención en las que se ven implicadas.

Nos hemos referido también a una homogeneidad del pensamiento enfermero en cuanto al tipo
de pensamiento que se requiere para abordar la reflexi6n sobre la persona, la salud, el entorno
y los cuidados.
Al definir el pensamiento enfermero como la manera en que los profesionales de enfermería
abordan la relación entre persona, salud, entorno y cuidado, se pone de manifiesto la necesidad
de un abordaje desde distintas ideas, emociones y percepciones, exigiendo lo que R. Alfaro
califica como un pensamiento crítico o razonamiento.
Para esta autora (1) “el pensamiento crítico es la clave para la resolución de problemas”, de
manera que si la enfermera no piensa críticamente no podrá llegar a resolver el problema, es
más, ella misma se convertirá en parte del problema. Esta afirmación establece el vínculo entre
el pensamiento enfermero y el pensamiento crítico de manera que podremos calificar el
pensamiento enfermero como pensamiento crítico en enfermería.

Al pensamiento crítico en enfermería R. Alfaro le atribuye las siguientes características (1)


• Es un pensamiento deliberado dirigido a un objetivo. En el ámbito de la enfermería ese
pensamiento deliberado está al servicio de la prestación de cuidados.

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• Es un pensamiento que persigue emitir juicios basados en evidencias y no en conjeturas. De
manera que pueda ser evaluado el resultado de las acciones derivadas de dichos juicios y así
poder desarrollar el conocimiento. Si nos trasladamos al ámbito de la enfermería, los juicios
los formularemos en torno a la situación de las personas en relación a su salud y al cuidado
que requieren. Estos juicios basados en evidencias permitirán el desarrollo de la disciplina
enfermera.
• Es un pensamiento basado en principios de la ciencia y el método científico. De este modo la
enfermera podrá cuidar siguiendo un proceso sistemático y ordenado que incidirá directa y
positivamente sobre el nivel de calidad del cuidado que presta.
• Es un pensamiento que requiere de estrategias que maximicen el potencial humano y
compensen los problemas causados por la naturaleza humana. De este modo el ser humano se
convierte en el eje central de la acciones que llevamos a cabo las enfermeras, reconociendo
que es el propio ser humanó quien posee la clave para alcanzar las máximas cotas de bienestar.
Si analizamos estas características nos daremos cuenta, coincidiendo con R. Alfaro, de la
importancia y necesidad de este tipo de pensamiento cuando nuestra actuación responde al
calificativo de proceso tal y como lo definíamos anteriormente.
El proceso de cuidar
Partiendo de las consideraciones expuestas sobre el significado del término proceso y de la
descripción de lo que consideramos como estilo o forma de pensamiento enfermero, vamos a
tratar de llenar de significado lo que denominamos “proceso de cuidaren enfermería”.
La expresión proceso de cuidar en enfermería recoge a forma de pensar y la forma de hacer de
los profesionales de enfermería. Esta forma de pensar y de hacer se personalizará cuando esté
dirigida a un sujeto (para evitar tener que referirnos continuamente a la figura de persona,
familia o comunidad, cuando queremos señalar a quién está dirigida la acción de cuidar,
utilizaremos el término sujeto, tomándolo desde su significado como “ser del cual se predica o
anuncia alguna cosa” y atribuyéndole al ser un sentido individual y colectivo) concreto,
entendido como individuo o como colectividad.
El proceso de cuidar en enfermería (Ver Tabla 2 quedaría definido como el ejercicio de las
posibilidades o facultades propias de la profesión de enfermería. Significa una forma de pensar
propia en torno al ser humano, a su salud, al entorno y al cuidado, y una forma de hacer
condicionada por los resultados de la acción de pensar.
Alcance y complejidad del proceso de cuidar
Ya veíamos al definir el término proceso que su significado nos mostraba una cierta
complejidad en cuanto que proceso significa secuencia de acciones cuya relación se sitúa en el
fin que persiguen.
Si además a este proceso lo calificamos “de cuidar”, es decir, le atribuimos como finalidad
cuidar, estarnos describiendo una acción extraordinariamente compleja ya que a la
consideración del proceso como una serie de acontecimientos que se proyectan hacia delante y
que no tienen fin le añadimos la continuidad, variedad y diversidad que exige la acción de
cuidar.

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Cuando hablamos de proceso de cuidar estamos identificando una secuencia de acciones que
podríamos señalar cuando comienza, pero cuyo fin no se dará hasta que no concluya el
proceso de la vida misma (4)
Los seres humanos, hombres y mujeres, llevan a cabo, para sí mismos y para los demás, un
proceso de cuidar que se prolonga desde el nacimiento hasta la muerte y que está en continua
variación.
Florence Nightingale (Ver Capítulo 6) lanza los cuidados de salud hacia un estatus de
profesionalización y responsabiliza a las enfermeras de estos cuidados.
El proceso de cuidar como acción profesional queda vinculada a las enfermeras exigiéndoles
un compro miso que va más allá de la mera realización de una serie de acciones de cuidados
aprendidas como par te de las costumbres culturales de un grupo humano y sin más base que
la tradición.
Este compromiso alcanza al desarrollo disciplinar por cuanto que se hace necesario:
• Definir qué son y cómo son esas acciones de cuidados que encierra el proceso de cuidar.
• Establecer la relación entre dichos cuidados y la especificidad de la acción profesional de las
enfermeras.
• Identificar, describir y analizar un instrumento que haga posible el proceso de cuidar
profesionalmente (Ver Capítulo 4).
Todo esto exige que la enfermera se dote de una nueva forma de pensar que le permita
reformular esa nueva manera de hacer que le exige su condición profesional. La teoría y
práctica, el pensar y el hacer quedan vinculados en la profesionalización del proceso de cuidar.

La dimensión y el alcance del proceso de cuidar están unidos a la dimensión y alcance de


la vida misma, por tanto exigen de la enfermera una actitud que le mantenga: alerta para
analizar, des de ese pensamiento crítico al que nos referíamos anteriormente, los hechos
que van produciéndose en torno a los seres humanos, a su salud; y permeable y dispuesta
a modificar sus formas de hacer para adaptarlas a las nuevas exigencias.

Acciones que comporta el proceso de cuidar


Si hemos considerado que el alcance y la dimensión del proceso de cuidar están unidos al
alcance y dimensión de la vida misma, puede resultar pretencioso y reduccionista intentar
enumerar las acciones que comporta dicho proceso. A pesar de ello correremos el riesgo
puesto que lo que pretendemos, como ya hemos dicho en la introducción de este texto, es
aportar al lector o lectora unos conocimientos que le capaciten para “hacer enfermería” a la
vez que le muestran una parte de ese número casi infinito de posibilidades para poder “pensar
en enfermería”. Por tanto, no existe incoherencia entre las afirmaciones realizadas acerca de la
dimensión y alcance del proceso de cuidar y el enunciado de las actividades que comporta.
La enfermera profesional, responsabilizada del proceso de cuidar, debe estar capacitada para
llevar a cabo una serie de actividades. Estas actividades están marcadas por la definición que

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hemos presentado sobre e! proceso de cuidar y la vinculación de dicho proceso a lo que
identificamos como pensamiento crítico. Las actividades son las siguientes (Ver Tabla 3)
 Identificar la necesidad del cuidado considerando las variables individuales, grupales y
culturales que modifican esta necesidad. Según hemos podido ver en el Capítulo 3 de este
libro, el mantenimiento y la calidad de vida sólo es posible si se mantienen los cuidados.
Ahora bien, la necesidad de un cuidado se manifiesta de formas diferentes en función de una
serie de variables vinculadas al propio individuo y a su grupo e influidas por la cultura y la
sociedad. Identificar la necesidad de cuidado supone para la enfermera un ejercicio complejo,
puesto que le obliga a: dotarse de la información que le permita identificar el efecto de las
variables en cada suceso o situación concreta y tener conocimiento del efecto que las distintas
culturas tienen sobre la manifestación de la necesidad de cuidados.
 Identificar el tipo de cuidado requerido para dar respuesta a esa necesidad detectada.
Para llevar a cabo esta actividad la enfermera, además de necesitar un conocimiento técnico
acerca de los tipos de acciones que le permitirán satisfacer la necesidad identificada, deberá
conocer si el sujeto ya ha realizado acciones encaminadas a satisfacer esta necesidad, qué tipo
de acciones son y determinar el valor real que tienen en esa situación y el valor entendido
corno significado para el sujeto.
 Identificar la capacidad del sujeto para llevar a cabo dicho cuidado. Si entendemos
como M. E. Colliére (4) que cuidar es algo que uno se da a sí mismo, pero que a la vez es un
acto de reciprocidad.
La enfermera cuando cuida no puede ni debe olvidar que está entrando en el ámbito de
autonomía del sujeto. Esto exige que coincidamos en las propuestas de enfermeras como V.
Henderson o D. Orem cuando se refieren a que el sujeto debe ser autónomo en el menor
tiempo posible, debiendo participar al máximo nivel de sus posibilidades en el proceso de
cuidados.
Para poder llevar a cabo esta actividad, la enfermera deberá determinar las posibilidades de
participación del sujeto en su proceso de cuidados, identificando además de sus posibilidades
físicas y mentales, su actitud e interés en la participación y finalmente la aceptación explícita.
 Identificar la manera en que podremos satisfacer dicho cuidado. Cuando ya hemos
sido capaces de concretar la necesidad de cuidado de un sujeto, el tipo de cuidados que
necesita y su capacidad de participación, es necesario que diseñemos la manera en que vamos
a llevar a cabo la acción de cuidar. Concretar las tareas a realizar, determinar el tiempo que
cada una de estas tareas exige, y determinar el material y/o instrumentos que necesitamos.
 Determinar la delegación de acciones. El compromiso que las enfermeras asumimos
de hacer participar al sujeto en su proceso de cuidados nos obliga a identificar cuál o cuáles de
las acciones necesarias deberemos llevar a cabo nosotras personalmente, y cuál o cuáles
aquéllas que podremos delegar en el propio sujeto. Pero la delegación no sólo es posible
hacerla en el sujeto, sino que también la enfermera podrá traspasar algunas de las acciones
programadas entre el personal técnico y cuidadores informales que componen el equipo de
cuidados.

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 Considerar el carácter ético que tiene el pro ceso de cuidar. Los valores que
condicionan -o pueden condicionar— la expresión de la necesidad del cuidado por parte de la
persona, y su identificación y propuesta de satisfacción por parte de la enfermera, dotan de
carácter ético al proceso de cuidar.
La enfermera profesional no puede actuar en el proceso de cuidar desde posicionamientos
dogmáticos o fundamentalistas respecto a la manera de entender la vida y la muerte así como
las prioridades que cada ser humano establece en sus vidas; ni la manera con que cada persona
vive su espiritualidad (Ver Texto Principios de ética y legislación en enfermería, de esta
misma colección).
 Ejecutar las acciones concretas de cuidado. La ejecución es la muestra del hacer y la
práctica de la enfermería profesional, y requiere de la realización de una serie de técnicas
variadas en cuanto a su complejidad que no son el fin del proceso de cuidar. Abdellah (1987)
afirma que la técnica ha de considerarse como un instrumento para llevar a cabo los cuidados
y no es un cuidado en sí mismo.
La evolución de la enfermería en nuestro país ha hecho que en un momento de nuestra historia
reciente el fin de nuestras actuaciones estuviera fija do en la realización de técnicas (Ver
Capítulos 1 y 2). El proceso de cuidar, tal y como venimos reiterando a lo largo de todo este
capítulo, no se define como acciones puntuales de carácter exclusivamente técnico.
Las técnicas, como instrumentos para cuidar, exigen que la enfermera posea una formación en
dichas técnicas tal que:
— Adquiera la habilidad necesaria para realizarlas.
— Adquiera los conocimientos que fundamentan la técnica y su uso.
— Adquiera la habilidad para efectuar los cambios necesarios y adaptar las técnicas a los
requerimientos del sujeto que puedan surgir durante el proceso de cuidar.

 Evaluar los resultados. El proceso de cuidar, como secuencia de acciones dirigidas


hacia un fin, exige de la evaluación de los resultados que dichas acciones producen en la
dirección del fin que se persigue. Considerando además que el proceso no tiene fin siempre,
esta evaluación no debe entenderse como un punto y aparte o punto final, sino como un punto
y seguido.
Las características del proceso de cuidar, asumido como acción profesional de la enfermera,
ponen de manifiesto que en modo alguno podremos llevar a cabo dicho proceso mediante la
realización de acciones puntuales no cohesionadas e independientes unas de otras.
El proceso exige una secuencia de acciones encade nadas, cohesionadas e interdependientes
que respondan a un fin y que no tendrán fin (Ver Tabla 4): el fin es conseguir el máximo nivel
de bienestar de las personas a las que cuidamos y además es sin fin por que hasta el último
momento de nuestra vida los se res humanos necesitamos cuidados, “del mismo modo que
necesitamos ayuda para venir a este mundo, la necesitamos para salir de él” [
La exigencia de que exista esta conexión en las acciones que comporta el proceso de cuidar,
de no perder la meta de este proceso, y de consolidar el proceso de cuidar como la esencia de

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la disciplina enfermera obliga a la utilización de un instrumento metodológico que permita
garantizar todo ello.

LA NECESIDAD DE UN INSTRUMENTO METODOLÓGICO PARA EL PROCESO


DE CUIDAR
Como hemos visto en capítulos anteriores, la incorporación de un instrumento metodológico
en el proceso de cuidar se produce en el momento en que comienza la profesionalización de la
actividad enfermera.
La necesidad de utilizar un instrumento metodológico para llevar a cabo el proceso de
cuidaren enfermería queda justificada en el mismo momento en que Florence Nightingale (6)
pone de manifiesto la importancia que tiene dejar plasmadas las acciones llevadas a cabo por
las enfermeras. Cuantificar los resultados obtenidos con nuestras actuaciones y diseñar y
modificar las “formas de hacer” a partir de dichos resultados, son, para Florence Nightingale,
una manera de demostrar la importancia del proceso de cuidaren la atención a la salud de los
individuos.
En sus afirmaciones Florence Nightingale pone de manifiesto que la enfermera profesional
debe tener: capacidad de observación, ha de saber hacer una observación significativa útil para
el trabajo de cuidar, ha de poder objetivar los datos que recoge en la observación, y
argumentar científicamente aquel lo que conoce empíricamente.
Sólo la utilización de una metodología nos permitirá llevar a cabo estas acciones, transformar
el conocimiento común en conocimiento científico posibilitando la consolidación de la
actividad de cuidar como actividad profesional. Este será uno de los argumentos que
justificarán la necesidad de utilizar el proceso de cuidados enfermero.

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Para poder mostrar otro de los argumentos le proponemos al lector un sencillo y a la vez
divertido ejercicio que le permitirá identificar por sí mismo la necesidad del instrumento. Se
trata de contar una historia a un amigo o amiga pidiéndole que cuente esta misma historia a
otro amigo o amiga y así sucesivamente hasta cuatro o cinco veces, los resultados son
enormemente clarificadores. A modo de ejemplo describiremos los resultados de este ejercicio
realizado en el aula. En primer lugar solicitamos la colaboración de cuatro estudiantes a los
que hacemos abandonar el aula y procedemos a continuación a explicar el ejercicio al resto de
sus compañeras y compañeros. Hacemos pasar al aula al primer voluntario o voluntaria y le
contamos la historia, advirtiéndole que deberá contarla a uno de sus compañeros.
La historia es la siguiente:
Se trata de un joven estudiante de la Universidad de Valéncia que tiene 21 años y que obtuvo
una beca Leonardo para ir a cursar el último año de sus estudios en una universidad alemana.
Inició su estancia en noviembre y a finales del mismo mes su padre sufre un infarto cerebral y
muere. Su madre le llama a Alemania pero le dice que no es necesario que venga. El como
están próximas las vacaciones decide venir. En enero vuelve a Alemania y mantiene
comunicación telefónica con su madre. Un mes después decide ponerse a trabajar de repartidor
para poder enviar algo de dinero a su madre y conoce a una persona con quien establece muy
buenas relaciones y acaban decidiendo vivir juntos. Su madre sufre una fuerte depresión y él
decide llevársela a Alemania. Cuando la madre llega se instala a vivir con ellos, las relaciones
se hacen muy difíciles y la madre decide volver a España.
En la transmisión de la historia se producen los siguientes cambios:
• El estudiante de la historia suele transformarse en un estudiante de enfermería.
• Las circunstancias de la muerte del padre se modifican o no se trasmiten.
• Las vacaciones que se aproximan pasan a ser, sin duda, las de Navidad.
• La comunicación telefónica se transforma en una comunicación semanal o mensual.
• El hijo acaba siendo hijo único.
• El trabajo de repartidor se concreta en repartidor de pizzas u otros.
• La persona a quien conoce es una chica.
• La relación con la chica suele calificarse de amorosa.
• La dificultad en las relaciones se achaca a una mala relación entra la madre y la chica con la
que vive su hijo.
En este proceso de comunicación oral de una información es fácil explicar lo que ha sucedido,
porque no se ha establecido previamente ninguna orden en la transmisión de datos y, por lo
tanto, el objetivo no parece ir más allá de dar a conocer la historia al compañero
desconociendo cuál será la repercusión que pueda tener nuestra actuación en esa transmisión.
Podemos ver como:
• Se ha perdido información.
• La información que queda es inexacta.

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• Se han incluido juicios de valor.
• La información ha perdido objetividad.
• No se ha mantenido la secuencia en el desarrollo de la historia lo cual hace difícil retener la
información recibida.
Todo esto hace que la información de que disponemos en el último eslabón de la cadena ya no
sea útil para reconstruir la historia inicial.
Si trasladamos este ejercicio a una situación de cuidados donde la información a transmitir
puede estar referida a varios sujetos, si esta información no está escrita, recogida en el
momento en que se ha observado y si el objetivo de nuestra actuación no está claramente
identificado y definido, no nos deberá extrañar que adjudiquemos la información de una
persona a otra diferente, que olvidemos aspectos importantes y que señalemos como
importante sólo aquello que desde nuestra percepción y perspectiva particular consideramos
fundamental.
Esta pequeña reflexión pone de manifiesto la necesidad de recoger, utilizando un documento
escrito, el resultado de nuestras acciones de cuidados. Ese documento escrito, además, deberá
tener:
• Una estructura que permita alcanzar e! objetivo de cuidados.
• Un orden que favorezca su utilización.
• Una flexibilidad que permita a la enfermera adaptarlo a la diversidad a la que debe atender.
Por último, y para cerrar esta argumentación en torno a la necesidad de utilizar un instrumento
metodológico en el proceso de cuidar en enfermería, vamos a comparar dos modelos de
organización de las actividades de enfermería: el modelo funcional, caracterizado por la
organización del trabajo por tareas; y el modelo centrado en el usuario [ caracterizado por una
organización del trabajo con asignación de un determinado grupo de usuarios (individuos o
familias) a cada profesional, el cual asumirá toda la responsabilidad en la atención de dichos
usuarios.
Esta comparación nos proporcionará criterios para optar por uno u otro modelo. La opción,
basándonos en el significado de cuidar y de proceso de cuidar en enfermería recogidos en los
capítulos tres y cuatro de este libro, será, sin duda, el modelo de organización centrado en el
usuario (7). La utilización de este modelo exige del apoyo de un instrumento, por tanto será
necesario utilizar el proceso enfermero.
Al comparar los efectos que ambos modelos (Ver Tabla 5) tienen sobre la atención al usuario
y sobre los profesionales de enfermería podemos observar que:
• El modelo funcional produce frustración en la enfermera porque:
— Favorece su dependencia de otros profesionales.
— Se pierden los objetivos profesionales.
— Resulta difícil evaluar los cuidados de enfermería.
• La información que la enfermera obtiene acerca de la situación de salud del usuario en el
modelo funcional es:

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— Parcelada.
— Está sujeta a un alto grado de subjetividad.
— Es insuficiente para hacer el seguimiento y evaluación del usuario.
— No garantiza un respaldo legal (nadie puede responsabilizarse plenamente de las acciones
de cuidados llevadas a cabo con los usuarios. Puede alegarse que las actuaciones se han
llevado a cabo siguiendo instrucciones de otros profesionales, por lo que la enfermera hace
una dejación de su responsabilidad profesional frente al paciente tanto en términos lega les
como éticos).
• La continuidad y cohesión en las actividades y la participación del usuario que exige el
proceso de cuidar no queda garantizada en el modelo funcional porque:
— Se corre el riesgo de repetir instrucciones, actividades y tareas.
— Es imposible garantizar la necesaria colaboración del usuario en dichos cuidados.
• El modelo centrado en el usuario aumenta el grado de satisfacción de los profesionales de
enfermería porque:
— Permite una mayor autonomía de actuación.
— La actuación de la enfermera responde a unos objetivos profesionales.
— Es posible la evaluación de los cuidados.
• La información que la enfermera obtiene acerca de la situación de salud de la persona en e!
modelo centrado en el usuario es:
— Continua y completa.
— Permite la identificación de problemas de riesgo.
— Hace posible la contrastación de dicha información con el resto del equipo garantizando la
objetividad de la misma.
— Permite que la enfermera pueda asumir plenamente la responsabilidad legal y moral que se
deriva de sus actuaciones de cuidados.

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• La continuidad y cohesión en las actividades y la participación del usuario que exige el


proceso de cuidar queda garantizada en el modelo centrado en el usuario porque:
— Permite la continuidad del cuidado.
— Hace posible la participación del usuario como sujeto activo en el proceso de prestación de
cuidados.
Este análisis comparativo de los efectos que tiene sobre el profesional de enfermería, sobre la
información y sobre la continuidad y cohesión del proceso de cuidar la aplicación de uno u
otro modelo en la organización del trabajo de enfermería nos permite evidenciar las ventajas
que comporta la utilización del modelo centrado en el usuario. La aplicación de este modelo:
• Permite consolidar el carácter profesional que tiene la acción de cuidar.
• Facilita el proceso de cuidaren enfermería.
• Aumenta la calidad de los cuidados.
Si éste es el modelo de atención que reclamamos las enfermeras para prestar cuidados
necesitaremos de una herramienta adecuada para ello. Esta herramienta deberá dotarnos de un
documento que nos permita estructurar y ordenar las acciones de cuidar a la vez que nos
posibilite el registro de dichas actividades y su posterior evaluación.
En este apartado del capítulo hemos desarrollado una serie de argumentos que justifican la
necesidad de un instrumento metodológico para poder llevar a cabo el proceso de cuidar en
enfermería. A continuación trataremos de identificar qué tipo de instrumento será el adecuado.

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Benavent Garces A. et al « El proceso de cuidar y su instrumento metodológico” en: Mompart Ma. Paz (coordinadora)
Actualizaciones 2002, Enfermería 21, Editorial DAE, Madrid España, 2002. p.p. 217 – 238.

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EL INSTRUMENTO METODOLÓGICO PARA EL PROCESO DE CUIDAR Y SU
RELACIÓN CON LA METODOLOGÍA CIENTÍFICA
Como hemos podido ver en los capítulos anteriores, la búsqueda de un instrumento para
prestar cuidados es un objetivo prioritario en el desarrollo de la enfermería como disciplina
científica desde Florence Nightingale hasta la actualidad. El instrumento que buscarnos ha de
permitirnos la aproximación al lenguaje de otras disciplinas científicas y a la vez garantizarnos
el registro de la información haciendo posible la evaluación del proceso seguido y generando
conocimiento.
Volvemos de nuevo a referirnos a los capítulos anteriores para recordar cómo era el método
propuesto por Nightingale y comprobar que se trataba, como no podía ser de otro modo, del
método científico. Esta relación entre el instrumento metodológico que utilizarnos en el
proceso de cuidar, no es en absoluto casual, sino todo lo contrario, ya que el proceso de
cuidados enfermero se inicia cuando:
• Las enfermeras comienzan a considerar la actividad que realizan como actividad profesional.
• Las enfermeras ven la necesidad de desarrollar el cuerpo de conocimientos específico y
quieren transformar lo que hasta aquel momento era tan sólo conocimiento común en
conocimiento cien tífico. Utilizar el método científico es necesario para producir esta
transformación y desde este interés nace el proceso de cuidados enfermeros.
La utilización del método científico es una práctica común en todas las disciplinas. Por el
interés que tiene para nosotros recogemos (Ver Tabla 6) un cuadro comparativo entre la
utilización del método científico por parte de los profesionales de la enfermería y los
profesionales médicos. El análisis de este cuadro nos permitirá posteriormente referirnos al
proceso de atención de enfermería como una simple herramienta que sólo nos llevará a donde
nosotros queramos llegar. Como podemos ver, ambos procesos tienen la misma estructura, sin
embargo cada profesional llega a conclusiones diferentes que le permiten actuar de la manera
que le es propia.
Es importante destacar las diferencias existentes en la forma de aplicación de un mismo
método por dos profesionales distintos.
Respecto a la valoración podemos ver cómo mientras la enfermera dirige la valoración hacia la
identificación de las respuestas que dan las personas frente a las distintas circunstancias que
acontecen a lo largo de su vida y que afectan a su bienestar y a su salud, el médico dirige su
valoración hacia la identificación del problema que está provocando las res puestas. Ambos
profesionales concluyen la valoración formulando una hipótesis sobre la situación del sujeto y
las causas de la misma, es decir, ambos profesionales formulan un diagnóstico. Ahora bien el
diagnóstico médico estará referido a una patología, mientras que el diagnóstico de enfermería
describirá la manera de en que el sujeto responde a esa patología desde el holismo que le
caracteriza.
También en la planificación de las actividades, que ambos profesionales efectúan tras el
diagnóstico, podemos observar diferencias. Mientras que la enfermera orienta las acciones,
preferentemente, hacia la consecución del máximo nivel de bienestar, el médico, por supuesto
sin descuidar el bienestar del paciente, centra sus actuaciones en la resolución del proceso
patológico que ha ocasionando esa pérdida de la salud y del bienestar al sujeto.

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Actualizaciones 2002, Enfermería 21, Editorial DAE, Madrid España, 2002. p.p. 217 – 238.

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Esta reflexión nos permite concluir este apartado afirmando que el método científico es el
referente utilizado por la enfermería profesional para desarrollarse y generar conocimiento.
Por tanto lo que conocemos comúnmente como proceso de atención de enfermería o proceso
Enfermero no es más que la aplicación de dicho método al proceso de cuidar en enfermería.

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NOMBRE, DEFINICIÓN Y PARTES DEL INSTRUMENTO METODOLÓGICO
PARA EL PROCESO DE CUIDAR

En el apartado anterior hemos señalado que la aplicación del método científico al proceso de
cuidaren enfermería ha originado lo que denominamos como Proceso Enfermero o (PE).
Queremos presentar el proceso enfermero simplemente como una herramienta. Esta
herramienta requiere, para su correcta utilización, de las instrucciones que marcarán un
modelo concreto de cuidados. Por tanto para utilizarla adecuadamente deberemos saber:
• Cómo utilizarla.
• Sobre qué utilizarla.
• Para qué utilizarla.
Pensemos, a modo de ejemplo, en una herramienta de uso común: las tijeras. Una tijera puede
cortar papel, tela, carne, verduras y las podemos utilizar para cocinar, coser, hacer bricolaje.
Por sí solas, sin que nosotros elijamos lo que vamos a cortar y para qué, nunca conseguirán
hacer un vestido o preparar algún menú.
El desconocimiento acerca del uso y funcionamiento del proceso enfermero hará que éste
pierda su utilidad puesto que dificultará la secuenciación y ordenación que requiere el proceso
de cuidar en enfermería. Del mismo modo se puede ver afectado el efecto generador de
conocimiento que tiene la aplicación del método científico a dicho proceso.
Si no sabemos sobre qué y para qué vamos a utilizar el proceso enfermero, es decir, si
olvidamos que la aplicación de la herramienta se hará sobre el ser humano concebido como un
ser holístico, sobre una familia o sobre un grupo, y que lo que perseguimos es conseguir el
mayor nivel de bienestar para ellos, el proceso enfermero dejará de ser el instrumento
adecuado para llevar a cabo el proceso de cuidar en enfermería.
Por tanto, es necesario que la utilización del proceso enfermero vaya acompañada y guiada por
un modelo de cuidados gracias al cual conseguiremos orientar la valoración, determinar la
respuesta de la persona; establecer los objetivos de cuidados y diseñar, aplicar y evaluar las
actividades necesarias para conseguir dichos objetivos.

En nuestro entorno la aproximación al proceso enfermero se produce como consecuencia de


la incorporación de la formación de las enfermeras a la universidad. Los primeros textos en
los que se recoge el proceso enfermero tratado como una herramienta necesaria para prestar
cuidados son los correspondientes al curso de nivelación.

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Actualizaciones 2002, Enfermería 21, Editorial DAE, Madrid España, 2002. p.p. 217 – 238.

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En aquellos primeros momentos y movidas por nuestro interés en conseguir una autonomía en
nuestra actuación y un reconocimiento, interpretamos que este instrumento nos permitiría
identificar la actividad enfermera como una actividad autónoma y de carácter profesional
marcando nuestro campo especifico dentro de la atención sanitaria.

El proceso enfermero se entendió como el elemento diferenciador de los profesionales de


enfermería respecto al resto de los profesionales que componen los equipos de atención.
Pronto comprendimos que la utilización de un instrumento como el proceso enfermero no nos
conducía hacia ningún lugar especifico si no disponíamos de una base conceptual y un

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objetivo claramente especificado. Más bien se producía un efecto contrario al deseado: la
formación que habíamos tenido como ayudantes técnicos sanitarios nos había dotado de unos
conocimientos que sólo nos permitían llegar a conclusiones que pertenecían al ámbito de
responsabilidad de nuestros colegas médicos. Es decir, el uso del proceso so bre una base de
formación de orientación biologista y paramédica no nos permitía llegar a identificar y señalar
la aportación enfermera específica que necesitábamos mostrar. Esta ha hecho que el término
proceso enfermero suscite recelos y desconfianza entre las enfermeras, puesto que se asocia a
un aumento de cargas en el trabajo que no parecen revertir en la calidad de la atención del
proceso de cuidar.
Son ya muchas las enfermeras que prefieren referirse al proceso de cuidar o hablan de proceso
diagnóstico, o juicio clínico y juicio terapéutico, etc.
Definición del proceso enfermero
Antes de proponer una definición sobre el proceso enfermero conviene analizar algunas de las
definiciones que hasta ahora se han dado acerca del método científico aplicado al proceso de
cuidar en enfermería. Este análisis nos permitirá identificar los elementos presentes en todas
las definiciones, así como las diferencias existentes entre ellas pudiendo observar cómo, en
algunos casos, estas diferencias responden a la utilización del proceso enfermero a partir de
modelos de cuidados distintos.
Podemos observar que en algunas definiciones se nos muestra el proceso enfermero como un
instrumento que parece tener una utilización limitada al sujeto como individuo y, por tanto,
podría desprenderse que se trata de un instrumento no útil en todas las situaciones de cuidados
a las que la enfermera debe dar repuesta. Por ejemplo, parece que en la definición propuesta
por J. M. Deiminger (8) se nos muestra un proceso enfermero útil tan sólo en aquellas
circunstancias de cuidados que vayan dirigidas hacia un individuo y parecen quedar excluidas
aquellas situaciones de cuidados que desarrollamos las enfermeras cuando el usuario de
nuestros servicios es una familia, un grupo o la comunidad.
“Una forma ordenada y sistemática de determinar los problemas de un individuo, formulando
y realizando los planes para resolverlos, llevarlos a cabo y evaluar hasta que punto estos
planes resultan eficaces para solucionar los problemas identificados “.
Parecidas a la anterior son también las definiciones de M. T. Fehlau (8) y J. Kneedler (8)
Según M. 1. Fehlau:
“Es el método sistemático de solución de problemas para planificar la asistencia. Es un
proceso de planificación de las atenciones centrado en el paciente de forma lógica y
sistemática a través de la valoración, la planificación, la intervención y la evaluación. Estos
problemas hacen referencia a la manifestación de una necesidad alterada”.
Podemos observar cómo M. T. Fehlau incluye en su definición el concepto de necesidad, lo
que nos puede llevar a pensar que cuando esta autora se refiere a la aplicación del proceso
enfermero lo hace sobre la base del modelo de necesidades.
Por otra parte para J. Kneedler el proceso enfermero representa:

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“Una serie sistemática de acciones, cambios o funciones que conducen a un resultado
específico. Es la aplicación de solución a los problemas de enferme ría y del paciente, la
planificación y la ejecución sistemática de la atención de enfermería “.
Como vemos en esta definición, también J. Kneedler habla de identificación de problemas, lo
cual, y des de nuestra perspectiva, parece que reduce la utilización del proceso a situaciones de
afectación del esta do de salud y bienestar del sujeto y, por tanto, no se ría válido en aquellas
situaciones donde la situación no puede clasificarse de problema, es decir, cuando la
enfermera identifica comportamientos saludables.
Además, el hecho de utilizar en la definición el término problema cuyo significado
predominante está asociado a conceptos como dificultad, disgusto o preocupación, no se ajusta
a la finalidad de los cuidados de enfermería que es la identificación y actuación sobre las
respuestas del sujeto a las circunstancias que vive en determinado momento y que tienen
repercusión en su salud y afectan a su vida y/o a su calidad de vida y que no siempre
podríamos clasificar como problemas.
Un carácter más amplio y abierto del proceso enfermero parece mostrarse en otras
definiciones. Por ejemplo Yura y Walsh (9) consideran el proceso enfermero como la
“fórmula fundamental” de la práctica de enfermería y lo definen como:
“Es una serie diseñada de acciones encaminadas a conseguir los objetivos de enfermería,
mantener el bienestar del cliente y, si cambia su estado de salud, darle la cantidad y calidad de
cuidados de enferme ría que mejoren su situación para devolverle el bien estar. Si este
bienestar no puede ser conseguido, el proceso enfermero contribuirá a la calidad de vida del
cliente, aplicando al máximo sus recursos”.

Podemos ver cómo estas autoras se refieren al cliente al indicarnos hacia quién va dirigido
el proceso enfermero. Esto nos permite considerar todas las posibles variables de este
cliente al que podría ser un individuo, una familia, un grupo o una comunidad.

En contraste con las detalladas definiciones del pro ceso enfermero que hemos visto hasta
ahora está la propuesta de J. Jara, quien afirma que el proceso enfermero es “la aplicación del
método científico a la enfermería”.
En la misma línea podríamos considerar la definición que nos proporciona A. Griffin (10).
Según esta autora, el proceso enfermero es “una trayectoria progresiva” que contiene tres
dimensiones: “propósito, organización y flexibilidad”.
• El propósito es dotar a la enfermera de una estructura para poder prestar atención
identificando las respuestas del sujeto.
• La organización es la estructura que tiene el pro ceso enfermero en la que podemos ver un
orden y secuenciación en etapas que a su vez tienen una organización interna en fases.
• La flexibilidad para que el proceso pueda ser utilizado en cualquier situación de atención de
enfermería, es decir, permite ser utilizado cuando el sujeto de los cuidados es una persona o
cuando es una comunidad, siéndonos útil para la prestación de cuidados en todos los niveles
de salud.

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R. Alfaro (11) en respuesta a la pregunta ¿qué es el proceso de enfermería? dice:
“Básicamente, el pro ceso de enfermería es un método sistemático y organizado de administrar
cuidados individualizados, que se centra en la identificación y tratamiento de las respuestas
únicas de la persona o grupos a las alteraciones de salud reales o potenciales. Consta de cinco
etapas —valoración, diagnóstico, planificación, ejecución y evaluación—... “.
M. E. Murray y L. D. Atkinson, [12] definen el proceso de atención de enfermería como “...
pensar como enfermera “.
M. Phaneuf (13) habla del proceso de cuidados y lo define como “proceso intelectual y
deliberado, estructurado con arreglo a una serie de etapas ordena das lógicamente, que se
utilizan para planificar unos cuidados personalizados dirigidos al mayor bienes tar de la
persona cuidada”.
Queremos destacar que tanto R. Alfaro como M. Phaneuf prescinden de la expresión proceso
de aten ción de enfermería y utilizan proceso de cuidados.
El análisis de estas definiciones ha llevado a pro poner A. Benavent; R. Camaño y A. Cuesta
(14) la siguiente definición: “El proceso enfermero es el instrumento básico del trabajo
enfermero, que nos permite actuar con método adaptándonos a cada sujeto (entendido como
individuo o como grupo), generando una información básica para la investigación en
enfermería”.
El interés que tiene esta definición se centra en la consideración que se hace del proceso
enfermero como un elemento fundamental para el desarrollo de la investigación en enfermería.
Por tanto, no sólo estamos hablando de un instrumento útil y necesario en el proceso de cuidar
en enfermería, sino que nos encontramos frente a un instrumento que permitirá el desarrollo
disciplinar porque a través de él podremos generar conocimiento.
Después de este análisis podemos decir que las definiciones del proceso enfermero nos
muestran y des criben un elemento que parece fundamental para el desarrollo y el ejercicio
profesional.
A modo de síntesis coincidimos con M. Phaneuf (13) cuando afirma que el proceso enfermero
tiene como características que:
• Es sistemático, no deja nada al azar.
• Es dinámico, permanece en continuo cambio.
• Es interactivo, permite la colaboración constante entre enfermera y cliente.
• Es flexible, se adapta a cualquier circunstancia de cuidados.
• Requiere de un modelo conceptual que le dé sentido.
• Se orienta a unos objetivos claros y precisos.
• Es un elemento esencial para la historia de salud de los sujetos de cuidados.

Desde una perspectiva de análisis fundamentalmente teórica podríamos afirmar que el


proceso enfermero es esencialmente necesario para:
• Mejorar la calidad de la atención prestada.
• Satisfacer plenamente las exigencias que la ley reclama del sistema sanitario.
• Conseguir el desarrollo profesional y el crecimiento disciplinar. 20
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Antes de pasar a describir las distintas partes del instrumento metodológico del cuidado que
acabamos de definir, consideramos necesario afirmar que nos encontramos frente a una
herramienta que puede llegar a ser algo más de lo que anunciábamos al principio:
No sólo realizaremos con ella aquello que nos pro pongamos, sino que además ella puede
ayudarnos a que no perdamos la referencia y el objetivo de nuestra actuación profesional: el
cuidado al individuo, familia o comunidad para conseguir el mayor nivel de bienestar posible.
Partes del instrumento metodológico del cuidado: proceso enfermero
Al referirnos al proceso de atención de enfermería diciendo que se trataba de un instrumento
caracterizado por su estructuración, ordenación y flexibilidad, ya indicamos que la
característica “ordenación” significaba su división en etapas.
La configuración del proceso en etapas se inicia en torno al año 1955 cuando Lydia Hall
describe el proceso como “un proceso en partes” (10) A partir de este momento comienzan a
aparecer diversas propuestas de división del proceso enfermero en etapas que van
evolucionando de manera que estas propuestas pasarán de presentar el proceso dividido en tres
etapas a Tas cinco con las que nosotros vamos a trabajar (Ver Capítulo 4).
La división del proceso enfermero en etapas es un hecho que debe considerarse corno afirma
M. Phaneuf (13) “artificial”y fruto de la necesidad de enseñar y aprender dicho proceso. Las
etapas no son ni pueden ser compartimentos estanco, y tampoco indican una secuencia de
acciones determinada que no puede ser rota en cualquier momento por la enfermera. La prác
tica nos demostrará cómo la enfermera durante el proceso de cuidados es capaz de simultanear
en el tiempo acciones correspondientes a varias etapas.
Un buen ejemplo para ilustrar lo que queremos expresar al hablar de la artificialidad de las
etapas y su función en el aprendizaje del proceso enferme ro, lo encontramos en el aprendizaje
de la lectura y la escritura: un niño o una niña comienzan este aprendizaje reconociendo los
signos gráficos que representan las letras, después será capaz de unir dos o más letras para
construir palabras y posterior mente podrá leer y escribir frases y textos completos. Ese niño y
esa niña cuando sean adultos al leer o escribir no volverán atrás en este proceso y puede
decirse que perderán la conciencia acerca de si lo que estamos componiendo en estos
momentos es un sonido o una grafía:
• e-s-tá f-o-r-m-a-d-o p-o-r u-n g-r-u-p-o d-e v-o-c a-l-e-s y c-o-n-s-o-n-a-n-t-e-s q-u-e
• ... u-ni-das de la ma-ne-ra que he-mos a-pren-di -do nos per-mi-ten cons-tru-ir sí-la-bas …
• ... que a su vez formarán palabras.
Si revisamos los diferentes textos que se citan como referencias bibliográficas en el presente
capítulo, podremos observar como la denominación y configuración de las distintas etapas del
proceso enfermero son distintas entre ellos. En algunos ca sos se trata de diferencias en cuanto
a la denominación de las etapas: se habla de planeación (13) y no de planificación (13) M.
Lefebvre (15) se refiere al juicio diagnóstico y juicio terapéutico, pero en otros la diferencia no
sólo está en la manera de nombrar las etapas, sino que afecta también al contenido de las
mismas. Es el caso de la propuesta que nos hace M. Phaneuf (13) Esta autora considera el
proceso enfermero dividido en cinco etapas que nombra y define de la siguiente manera:

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• La recogida de datos, definida como búsqueda de la información necesaria para llevar a
cabo el proceso de cuidar en enfermería.
• El análisis y la interpretación de los datos, etapa definida como el proceso que permite
llegar al diagnóstico.
• La planificación definida como la respuesta de la enfermera para poder satisfacer las
necesidades del sujeto.
• La ejecución de las intervenciones o aplicación del plan establecido.
• La evaluación o apreciación de los resultados obtenidos y puesta al día.
Esta manera de nombrar y definir las etapas hace que el diagnóstico pierda su identidad como
etapa y pase a ser considerada como la conclusión del pro ceso de valoración.
En nuestra propuesta de división del proceso consideramos, como apunta M. Lefebvre, que el
proceso está dividido en dos grandes bloques: un primer bloque denominado juicio
diagnóstico, donde se recoge la valoración y el diagnóstico; y un segundo bloque de nominado
juicio y acción terapéutica, que contiene la planificación, la ejecución y la evaluación.
Juicio diagnóstico
• Valoración, considerada en sí misma como un proceso puesto que integra actividades de
recogida de datos y de análisis y síntesis de los mismos.
• Diagnóstico, considerado como una hipótesis y/o conclusión que permite describir la
situación en la que se encuentra el sujeto de los cuidados permitiéndonos la elaboración de un
plan de cuidados.
Juicio y acción terapéutica
• Planificación o propuesta de un plan de cuidados
que incluirá los objetivos que pretende dicho plan y las acciones que se consideran necesarias
para conseguir dichos objetivos. Es importante señalar el papel que estos objetivos tendrán en
la evaluación.
• Ejecución o realización de las acciones proyectadas.
• Evaluación o comparación de los resultados obtenidos con los objetivos propuestos.
Como apuntábamos anteriormente, podemos ver a través de esta sencilla descripción de las
etapas, la relación entre las etapas es tal que no podemos considerarlas como compartimentos
estanco existiendo entre ellas una relación constante de retroalimentación o feed-back. Esta
relación se extiende en los dos niveles de juicio descritos.
Las etapas se encuentran conectadas entre sí de manera que:
• Entre ellas existe un constante intercambio que nos permite circular por todas ellas en un
doble sentido.
• La evaluación nos lleva a la actualización de la información sobre el usuario y, por tanto, la
posibilidad de volver a identificar el diagnóstico y consecuentemente, planificar y ejecutar.

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• Es posible una comunicación continuada entre las etapas: no hay ninguna cosa que se
produzca en una de las etapas que no tenga repercusión in mediata sobre el resto.
Este fenómeno de retroalimentación es el motivo por el cual afirmábamos que cualquier
división que ha gamos del proceso enfermero será siempre una división artificial.
Este tipo de relación entre etapas también podemos encontrarlo descrito como característico de
los procesos descriptivos de teorías surgidas en el ámbito de otras disciplinas científicas,
debido a que dichas disciplinas también incorporan y utilizan el método científico como
instrumento para su desarrollo y para la aplicación práctica de sus conocimientos.
A medida que la enfermera va adquiriendo experiencia práctica en la utilización del proceso su
actuación sobre el usuario es global y simultánea mente valora, diagnostica, planifica, ejecuta
y evalúa. M. E. Murray y L. D. Atkinson (12)[ afirman que “la enfermera utiliza estos cinco
pasos en toda interacción con un paciente, por más breve que sea el contacto. Las enfermeras
expertas han dominado este proceso en tan alto grado que incluso aplican inadvertidamente
cada uno de los pasos”.

IMPORTANCIA DEL INSTRUMENTO METODOLÓGICO Y SUS PARTES PARA


EL PROCESO DE CUIDAR Y EL DESARROLLO DISCIPLINAR

En los textos recogidos en la bibliografía de este capítulo cuando autoras corno Alfaro (11) o
Phaneuf [ 13] analizan el instrumento metodológico para el cuidado, le atribuyen una serie de
ventajas o beneficios que ponen de manifiesto su importancia corno herramienta fundamental
en el proceso de cuidar en enfermería y como instrumento básico para el des arrollo
disciplinar.
Pasaremos en primer lugar a analizar la importancia de cada una de las etapas para concluir
con la descripción de las ventajas que se ¡e atribuyen al proceso enfermero.
La etapa de valoración: cuando nos disponemos a realizar cualquier acción, necesitamos
obtener información que nos permita identificar la necesidad de dicha acción y las
características que debe tener. La etapa de valoración nos permite precisamente esto. Valorar
la situación del sujeto en el proceso de cuidar en enfermería pone de manifiesto el carácter
autónomo de nuestra actuación, que exige dotarnos de información suficiente para dar una
respuesta profesional a la demanda de cuidados de los suje tos, permitiendo adaptar la
respuesta a cada uno de ellos y modificarla si fuera necesario en respuesta a posibles cambios.
La etapa de diagnóstico: cualquier profesional que deba atender y dar respuesta a una
situación que competa a su ámbito profesional necesita poder nombrar la situación, es decir,
etiquetarla, utilizando un lenguaje que permita la comunicación clara entre todos los miembros
del colectivo profesional. El diagnóstico, por tanto, ha de verse como un intento de
homogeneizar el lenguaje profesional de las enfermeras.
Los diagnósticos son sólo etiquetas que nos permiten identificar y nombrar las situaciones de
cuidados que tratamos. Esta afirmación nos obliga a reconocer la insuficiencia de dicho
lenguaje dada la complejidad, variedad y diversidad con la que caracterizábamos el proceso de
cuidar en enfermería. Por tanto, el diagnóstico no debe plantearse como una etapa terminal o

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el fin en el proceso de cuidar, sino que es el resultado del proceso de valoración, el punto de
arranque para la planificación y el referente junto con los objetivos para la evaluación. En todo
ello radica su importancia.
La etapa de planificación: saber hacia dónde vamos a dirigir las acciones de cuidados y
cómo las vamos a llevar a cabo es imprescindible para que el proceso de cuidar en enfermería
sea un proceso de calidad. La etapa de planificación satisface esa necesidad. Su interés radica
fundamentalmente en la formulación de los objetivos que se deben alcanzar para poder
resolver las situaciones identificadas como problema a través de la valoración y etiquetadas
posteriormente como diagnósticos. Estos objetivos son, como ya señalábamos anteriormente,
imprescindibles en la evaluación de resultados, puesto que son el referente para poder medir el
efecto de las acciones realizadas sobre la situación del sujeto. Un aspecto importante de la
planificación es también la descripción de las tareas necesarias para dar una respuesta
individualizada a la situación de cada su jeto. En este sentido y cuando trabajemos la etapa de
planificación nos referiremos a los protocolos de actuación, a los llamados GDR (Grupos de
Diagnósticos Relacionados) (16) a los proyectos NIC (Nursing Interventions Classification) y
NOC (Nursing Outcomes Ciassification).
La etapa de ejecución: cuando nos referimos a la etapa de ejecución tendemos a considerarla
como un momento del proceso enfermero que requiere una acción más física y menos
intelectual, pero como después veremos es imposible esta diferenciación, puesto que una
ejecución meramente mecánica rompería la continuidad del proceso de cuidar en enfermería y
dificultaría su definición como pensamiento crítico.
La etapa de evaluación: considerada como el momento para contrastar los resultados
obtenidos de nuestras actuaciones con los objetivos previstos, identificando los cambios que se
han producido en las situaciones identificadas. Su consideración como última etapa dentro del
proceso enfermero no impide que las acciones que comporta se lleven a cabo a lo largo de
todo el proceso enfermero y en cualquier momento del mismo. La evaluación es la garantía de
calidad del proceso enfermero.
Hasta aquí hemos querido presentar las ventajas que cada etapa del proceso enfermero aportan
a la globalidad de este instrumento metodológico y la repercusión que tendrá sobre el proceso
de cuidar en enfermería.
Veamos a continuación cuáles son las ventajas que se le atribuyen al proceso de atención de
enfermería. Autoras como Alfaro (12) y Phaneuf (13), al analizar este instrumento
metodológico, concluyen atribuyéndole una serie de ventajas que comentaremos a
continuación (Ver Tabla 7)
• Mejora la calidad en la prestación de cuidados, ya que permite la consideración del
sujeto desde su totalidad e individualidad. El establecimiento de un orden en la realización
de las acciones que comporta el proceso de cuidar y posteriormente su registro permiten
garantizar una atención de enfermería basada en la individualidad y totalidad del sujeto, es
decir, su unicidad. El diseño de las acciones del proceso de cuidar será propio de cada sujeto y
aunque responda a una serie de directrices comunes en todos los procesos, el instrumento
permitirá garantizar la prestación de un cuidado individualizado.
• Ayudará —siempre que nuestro objetivo para atender al individuo sea claro y diferenciado
del de otros profesionales de salud— a conseguir la autonomía como profesionales.

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Efectivamente un instrumento que permite ordenar y dirigir nuestras acciones en torno a una
meta —que se corresponde con la aportación específicamente enfermera que como
profesionales podemos hacer en la atención de salud al sujeto— hará posible dejar constancia
de esa aportación específicamente enfermera, identificando su especificidad y diferencias
respecto de las aportaciones de otros profesionales sanitarios y mostrando la necesidad de esta
aportación.

Favorecerá la investigación. El instrumento de finido [ como “escritura, papel o documento


que justifica o prueba alguna cosa” se convierte en una base de datos imprescindible para la
investigación disciplinar. La relación que existe entre la forma de pensar y la forma de hacer
hace del instrumento metodológico la clave que posibilitará el crecimiento y desarrollo
disciplinar.
• Posibilita una comunicación efectiva entre profesionales. La organización y la
planificación de la atención a la salud de los individuos hace que el proceso de cuidar y los
cuidados que es te proceso genera y que están dirigidos a sujetos concretos sean compartidos
por varios profesionales de enfermería. Estos profesionales a su vez cuentan con el resto de los
miembros del equipo de salud: técnicos y profesionales de otras disciplinas que también
participan en la atención a la salud del sujeto.
La presencia y participación de todos ellos, incluido el propio sujeto, exige una comunicación
entre todos ellos y es necesario el uso de un instrumento que permita dicha comunicación.
El instrumento metodológico para el proceso de cuidar posibilita gracias a su capacidad de
ordenar y, sobre todo, al efecto que provoca sobre la normalización del lenguaje, que la
comunicación sea una comunicación efectiva.

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A pesar de todas las bondades que pueden atribuírsele al proceso de atención de enfermería,
considerado como el instrumento metodológico para el proceso de cuidar en enfermería, su
utilización sigue siendo muy limitada en nuestro ámbito y con frecuencia su uso se percibe
como un incremento de carga en el trabajo de la enfermera. Esta percepción puede responder
a:
• La falta de una evaluación sobre los efectos que el uso del proceso enfermero tiene en la
calidad de la atención.
• La utilización del proceso enfermero sin contar con un modelo de referencia.
• La escasa consideración que sigue teniendo el trabajo autónomo de la enfermera que parece
no tener interés para el sistema sanitario.
• Un posicionamiento todavía poco firme por parte de los profesionales de enfermería frente a
suple no desarrollo profesional.

Es necesario seguir trabajando en la evaluación de los resultados obtenidos de la aplicación


del proceso enfermero y ejercitar a los profesionales de enfermería en el uso de este
instrumento sobre la base de un modelo de cuidados.

Todo esto traerá consigo una mayor consideración del trabajo autónomo de la enfermera que
incidirá directamente sobre el desarrollo profesional.

Resumen
• Hemos tratado de aunar en la expresión proceso de cuidar la forma de pensar y de hacer en
enfermería. Pretendemos mostrar que lo verdaderamente relevante en la actuación del
profesional de enfermería es el fin que persigue esta acción y el destinatario o destinatarios de
la misma.
• De este modo nos resultará más sencillo comprender que el instrumento metodológico para
el cuidado, del que pasaremos a hablar a continuación, es simplemente una herramienta de la
que dispondremos para poder llevar a cabo el proceso.
• l complejidad del ejercicio profesional de la enfermería ha quedado centrada a partir del
significado de los términos proceso y cuidar. Hemos querido destacar la componente de
ejercicio de pensar que con tiene el proceso de cuidar y del tipo de pensamiento que exige.
• Sólo el modo de pensamiento denominado crítico nos permitirá abordar y resolver con éxito
el proceso de cuidar.
• La propuesta de actividades que deben estar contenidas en el proceso de cuidar nos sirven
para ver, de un modo más próximo, la conexión existente entre las acciones de dicho proceso,
y nos permite expresar la necesidad de contar con un instrumento metodológico que permita a
las enfermeras llevar a cabo satisfactoriamente el proceso de cuidar en enfermería.

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Benavent Garces A. et al « El proceso de cuidar y su instrumento metodológico” en: Mompart Ma. Paz (coordinadora)
Actualizaciones 2002, Enfermería 21, Editorial DAE, Madrid España, 2002. p.p. 217 – 238.

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• El valor fundamental de este instrumento metodológico es su consideración como una
herramienta. El profesional de enfermería necesita, para poder utilizarla adecuadamente,
conocer su modo de uso y sus prestaciones y tener como referente un modelo de cuidados o
patrón que oriente y guíe la acción de dicha herramienta.
• Hemos visto también como el proceso enfermero incorpora una serie de acciones que si bien
pueden ser estudiadas separadamente, su aplicación en la práctica será conjunta,
produciéndose un solapamiento entre las acciones que configuran cada una de las etapas.
• Es importante destacar que el uso de este instrumento metodológico nos permite obtener una
información sobre el proceso de cuidar en enfermería que es fundamental para la investigación
y el desarrollo disciplinar.

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