Está en la página 1de 52

ESTADO DE LA REGULACIÓN DE LA DEBIDA DILIGENCIA EMPRESARIAL EN

DERECHOS HUMANOS EN COLOMBIA

Introducción

Hoy por hoy las empresas son un actor con mayor relevancia en sociedades globalizadas, pues a través de
sus actividades económicas lideran sectores estratégicos de la economía mundial como la agroindustria,
servicios financieros, energía, telecomunicaciones, minería, salud, educación, infraestructura, y medios de
comunicación, entre otros. Sin embargo, el desarrollo de dichas actividades empresariales, que suponen
impactos positivos y beneficios para las comunidades, también pueden ocasionar impactos negativos que
impidan o lleguen a afectar el goce efectivo de los derechos humanos de personas y/o comunidades en su
área de influencia.

Ante estas circunstancias, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en el año 2011 adoptó los
Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos, cuyo objetivo es proteger, respetar, y
remediar. Principios ante los cuales los Estados miembros de la ONU debieron avanzar en su aplicación y
en la regulación interna, a fin de definir obligaciones de las empresas frente a la protección y respeto de
los derechos humanos.

En este contexto, esta investigación busca aportar al análisis el avance frente al cumplimiento del deber
estatal de proteger a las personas de los impactos adversos a los derechos humanos en el marco de las
actividades empresariales en Colombia, teniendo como referente las investigaciones adelantadas por la
Fundación Ideas para la Paz (FIP) y Zuleta Abogados ZA, entre ellas, el informe presentado en el año
2021 titulado “Avances y Retos en la Regulación de la Debida Diligencia Empresarial en Derechos
Humanos en Colombia”, en el cual se presenta una contextualización sobre el contenido de los Principios
Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos, así como los resultados de la revisión de
normativa nacional e internacional sobre debida diligencia empresarial en derechos humanos (Fundación
Ideas para la Paz & Zuleta Abogados, 2021, 2).

En esta línea, se busca responder las siguientes preguntas: ¿Se está garantizando el derecho a la consulta
previa desde la perspectiva de la debida diligencia? ¿Se debe aumentar la regulación de la debida
diligencia empresarial en DDHH? ¿Por qué sería importante – o no- regular esta responsabilidad

1
empresarial?, ¿qué significa regular la debida diligencia empresarial en DDHH en el contexto
colombiano? y ¿Cuál sería la manera idónea de regular?

Para tales efectos, fueron consultadas tres fuentes de información: i) las sentencias de altas cortes,
particularmente de la Corte Constitucional que a través de sus pronunciamientos ampara derechos
aplicando los estándares internacionales, tanto del sistema regional e internacional de derechos humanos,
que para el caso que nos ocupa, lo hace a partir del marco conceptual de los Principios Rectores de
Naciones Unidas en Empresas y Derechos Humanos; ii) documentos institucionales que dan cuenta tanto
de la postura institucional, además del alcance de medidas gubernamentales, así como de organismos de
control; e iii) informes, declaraciones e investigaciones académicas o de la cooperación internacional,
realizadas sobre la debida diligencia empresarial en Colombia y en el ámbito internacional.

Dicho lo anterior, este documento se estructura en cuatro partes. La primera, corresponde a la respuesta
institucional frente a la Consulta Previa y la Debida Diligencia empresarial en derechos humanos; allí se
identifica una línea de tiempo respecto al desarrollo normativo y su reglamentación como elementos
incorporados en la arquitectura institucional para su respuesta, enfocado en verificar las competencias
institucionales de aquellas entidades involucradas en el deber de prevención, protección y garantía del
derecho fundamental a la consulta previa y en consecuencia, la debida diligencia empresarial.

La segunda parte describe de manera particular, la evolución que ha tenido la jurisprudencia de la Corte
Constitucional en materia de derechos humanos y empresas, centrado en dos temas cardinales: la consulta
previa como mecanismo del Estado para garantizar la participación y obtener el consentimiento de las
comunidades étnicas afectadas por proyectos, obras o incluso medidas administrativas; y de otro lado, la
debida diligencia en cabeza del Estado y de las empresas basada en la aplicación de los tres pilares
señalados en los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos.

Por supuesto, el análisis realizado tiene como eje central la Constitución Política de 1991, resaltando el
papel de la libertad y protección que tiene el desarrollo de actividades económicas, así como la iniciativa
privada dentro del marco del bien común y la libre competencia responsable, lo que en todo caso, debe
ser concordante con el reconocimiento de la función social del Estado. Dicha posición de la Corte
Constitucional reconoce a las empresas como sujetos titulares de derechos, deberes y obligaciones,
guardando coherencia con estándares internacionales, en tanto que desde la década de 1970 la Asamblea
General de las Naciones Unidas ha instado a las naciones a regular el poder de las empresas, y que

2
además garantice la redistribución de la riqueza entre los países llamados desarrollados y los países del
tercer mundo, con una orientación de equidad (Rivera Cantú, 2013).

En la tercera parte, se realiza un recorrido jurisprudencial respecto a los pronunciamientos del Consejo de
Estado frente al avance en la reglamentación e implementación de los Principios Rectores sobre las
Empresas y los Derechos Humanos, en el marco de la Debida Diligencia y la Consulta Previa en
Colombia.

En la cuarta parte, se hace referencia a la construcción jurisprudencial generada por la Corte Suprema de
Justicia de Colombia a partir de la atención de acciones de tutela, a través de las cuales, se precisa que el
Estado y las empresas particulares que ejecuten obras públicas en territorios indígenas deben promover la
participación directa de las comunidades afectadas para concertar, discutir y consensuar la consulta
previa, esto, en línea con el precedente de la Corte Constitucional; y también, se hace referencia una breve
referencia a la jurisprudencia que en materia de derechos humanos, consulta previa y consulta previa han
sido relevantes e influenciadoras en América Latina, especialmente, Colombia.

Y finalmente, presentaremos las conclusiones que arrojaron la investigación, las cuales dan respuesta a
las preguntas planteadas y nos permiten advertir que implementar políticas públicas y legislar en favor de
la estrategia de la debida diligencia empresarial en derechos humanos no es una opción, sino un deber
imperativo en la actualidad, y que Colombia, cuenta con las herramientas instituciones y jurisprudenciales
para concluir la tarea que ya ha empezado.

1. METODOLOGÍA DE ANÁLISIS

Para el análisis de la jurisprudencia de la Corte Constitucional se aplicaron dos metodologías: la revisión


de varias fuentes bibliográficas que han identificado las sentencias hito en materia de consulta previa y
debida diligencia circunscritas al período anterior al año 2019, las cuales son citadas en el anexo
bibliográfico; y para el período de 2019 a 2022 se realizaron búsquedas y análisis de sentencias en el
buscador de la página web de la Corte Constitucional. Para el caso del Consejo de Estado y de la Corte
Suprema de Justicia se amplió la búsqueda al período comprendido entre los años 2016 y 2022,
realizando búsquedas cruzadas para el Consejo de Estado, a fin de depurar la información y seleccionar
los pronunciamientos más relevantes respecto de los criterios previamente enunciados. Las palabras
claves utilizadas para la búsqueda son: Debida diligencia, Consulta previa, autodeterminación de los
pueblos indígenas, cláusulas contractuales, principios rectores, responsabilidad social empresarial,

3
desarrollo sostenible empresarial, empresa sostenible, empresa BIC, negocios inclusivos, participación de
pueblos indígenas, comunidades indígenas y minoría e información y consentimiento de pueblos
indígenas.

Las sentencias encontradas fueron registradas en una matriz de análisis jurisprudencial, para el caso de las
decisiones seleccionadas se incluyó en la misma, la ficha jurisprudencial de cada una, conteniendo la
siguiente información: Entidad o corporación que profiere la decisión y el tipo de sentencia. Así mismo,
número de la sentencia, fecha de la sentencia, tipo de proceso, magistrado ponente, tema principal de la
sentencia, subtemas relacionados con el objeto de análisis, actor, accionado, derecho vulnerado, sector
implicado, criterio de búsqueda, hechos relevantes, problema jurídico, consideraciones de la Corte, la
ratio decidendi, regla jurídica aplicable, decisión, salvamento de voto, si lo hay, y una breve descripción.
Igualmente, el link para descargar la sentencia en la página web de la corporación, y una observación de
nuestra propia autoría para clasificar las sentencias respecto de la línea jurisprudencial, para determinar si
se trata de una sentencia hito, fundante, si confirma o modifica la línea jurisprudencial.

En el caso de la Corte Constitucional se encontraron 313 sentencias, de las cuales se seleccionaron 12


decisiones para analizar el estado de la regulación de la debida diligencia por vía jurisprudencial, el
alcance, límites y principios aplicables a la consulta previa y la presencia de nuevos elementos o
directrices en materia de debida diligencia.

Efectuada la búsqueda para el Consejo de Estado se hallaron 191 sentencias, de las cuales 96 fueron
resultado de la búsqueda cruzada de responsabilidad empresarial, 87 se identificaron al cruzar los criterios
de consulta previa, y 8 al registrar en la búsqueda los criterios de consulta indígena, pronunciamientos
que fueron incorporados a la matriz antes mencionada, permitiendo sistematizar, identificar y clasificar
cada uno de los documentos hallados.

Surtido lo anterior, se seleccionaron 4 sentencias que por su relevancia frente a la actividad empresarial y
los derechos humanos, permitieron establecer las líneas de avance sobre la consulta previa, la información
de ellas se registró en la matriz diseñada para tal fin.

Para el caso de la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, la búsqueda señaló 17 sentencias, 10 de


las cuales se encuadran con algunos de los criterios temáticos de búsqueda, siendo seleccionadas 5 de
consulta previa, sobre las cuales se efectuó análisis y fueron registradas en la matriz.

4
2. EVOLUCIÓN Y RESPUESTA INSTITUCIONAL FRENTE A LA REGULACIÓN DE LA
DEBIDA DILIGENCIA EMPRESARIAL EN DERECHOS HUMANOS

A continuación, se plantean una serie de consideraciones sobre la respuesta de las instituciones del país en
relación con el DDEDH, resaltando para ello, los momentos históricos de la evolución institucional en la
materia, así como, las entidades estatales que han sido pioneras en el práctica del estándar de la debida
diligencia.

2.1 De la responsabilidad social empresarial a la Debida diligencia en derechos humanos

Los Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos de las Naciones Unidas (en
adelante PRNU), pese a considerarse como instrumento jurídico no vinculante, si se constituyen en
criterios orientadores del actuar de los Estados; de ahí que, sea creciente la tendencia internacional de
diseñar estrategias dirigidas a proteger a las personas de los impactos que sobre los derechos humanos (en
adelante DDHH) pueda causar la gestión empresarial.

Por esta razón, es importante identificar el camino que ha recorrido nuestro país en esta materia, razón por
la cual, en este primer capítulo, nos proponemos presentar un panorama de la evolución y respuesta que
desde la perspectiva institucional se ha generado en relación con la tendencia internacional, es decir, con
el reto de regulación sobre derechos humanos y empresa y el estándar de debida diligencia empresarial.

En ese sentido, en primer lugar, debemos identificar los periodos por los que ha transitado la
institucionalidad colombiana en la discusión que se ha generado desde la responsabilidad social
empresarial, hasta la obligación de la debida diligencia, los cuales se pueden sintetizar así:

● Primer periodo. En este periodo se da origen a la discusión de la responsabilidad empresarial en los


derechos humanos, desde un enfoque de Responsabilidad Social Empresarial con ocasión del
conflicto armado interno en Colombia.

Inicia con la promulgación de la Constitución de 1991 que además de reconocer y garantizar


derechos, también incorpora deberes, libertades y límites entre ciudadanos, ciudadanos – Estado,
Estado – empresa, y empresa – ciudadanos. Toda giraba en torno a la responsabilidad empresarial
en interpretación del Convenio 169 de la OIT. Luego se avanza con hitos como la creación del

5
Comité Minero Energético de Seguridad y Derechos Humanos (CME, 2003), cuyo propósito fue
mejorar el desempeño en derechos humanos en lo relacionado con la seguridad en los entornos de
la operación empresarial en Colombia.

Lo anterior, a través de la incidencia en política pública, la generación de conocimiento,


herramientas y buenas prácticas, y la promoción de la debida diligencia con las Guías Colombia en
Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, como iniciativa multi-actor compuesta
por empresas, organizaciones de la sociedad civil y el Gobierno, creadas en 2006. Esta iniciativa
intentó un primer borrador de código, centrándose en temas de seguridad y derechos humanos en el
sector no-extractivo en Colombia.

● Segundo periodo. Para este momento, se habla del enfoque de Responsabilidad Social Empresarial
a partir de estándares internacionales con ocasión de las discusiones sobre la designación de un
Relator Especial para Empresas y Derechos Humanos ante Naciones Unidas, quien presentó un
marco de política que posteriormente desarrolló y derivó en la Resolución 17/4 y la incorporación
de los Principios Ruggie. Estos estándares se hicieron mandato para las entidades nacionales
firmantes quienes empezaron a incorporar estas obligaciones para la protección y plena garantía de
derechos para los actores intervinientes directos e indirectos en el proceso.

Así, en 2011 se estructura la Política Pública de Derechos Humanos y el Sistema Nacional de


Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario, aprobados mediante el Decreto 4100 de
2022 que posteriormente fue modificada por el Decreto 1081 de 2015, el Decreto 1216 de 2016, el
Decreto 1784 de 2019 y el Decreto 2082 de 2019.  El objetivo de la política y el sistema, es la
articulación y coordinación de las acciones en torno a la promoción, respeto y garantía de los
derechos humanos para el diseño y consolidación de las políticas públicas sectores desde un
enfoque de derechos y diferencial.

En este periodo se da inicio al proceso de paz de 2012 y se solicita la adhesión de Colombia como
miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

● Tercer periodo. En este momento se hace el desarrollo del enfoque de los Principios Rectores de
ONU y su institucionalización, soportes para la preparación de un Plan Nacional de Empresa y
Derechos Humanos, liderado por la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos. Además,
de la creación del Grupo de Trabajo Interinstitucional.

6
La incorporación de recomendaciones emitidas por la Comisión de Expertos en Aplicación de
Convenios y Recomendaciones hechas entre 2014 - 2015, como órgano independiente constituido
por juristas con la misión de “(...) examinar la aplicación de los convenios y recomendaciones de
la Organización Internacional del Trabajo (OIT) por los Estados Miembros de esta Organización”
y que cubren aspectos relacionados con la aplicación de las normas emitidas por este organismo
multilateral.

● Cuarto periodo. Actualmente, este momento está marcado por la incorporación y alcance explícito
de la Debida Diligencia como una obligación del Estado para la garantía de derechos humanos, a
partir de la expedición de la Sentencia SU-123 de 2018, que además desarrolla el enfoque de los
Principios Rectores de ONU y su institucionalización, desde un enfoque en el postconflicto.

Con estos preceptos, se desarrolla y actualiza el Plan Nacional Plan Nacional de Acción sobre
Derechos Humanos y Empresas, denominado ahora, 2020-2022 Juntos lo Hacemos Posible
Resiliencia y Solidaridad. El cual recoge situaciones y necesidades derivadas de la pandemia
Covid-2019 y reconoce la inminencia de emplear el estándar debida diligencia como una
obligación de las empresas, que requiere verificación por parte del Estado, es decir, se establece en
cabeza del Estado la obligación de vigilar que en la actividad empresarial se respeten los derechos
humanos e implementen políticas de responsabilidad social empresarial, destacándose que este
deber se materializa, respecto de pueblo indígenas, comunidades negras o afrocolombianas, raizales
y los ROM o gitanos, con la garantía del proceso de Consulta Previa.

2.2 La consulta previa como instrumento de regulación de los PRNU

En primer lugar, fue la Constitución de 1991 quien introdujo el derecho fundamental de Consulta Previa,
en favor de los pueblos indígenas y demás grupos étnicos, el cual, les permite decidir sobre las medidas
(legislativas y administrativas) o proyectos, obras o actividades que se vayan a realizar dentro de sus
territorios, buscando de esta manera proteger su integridad cultural, social y económica y garantizar el
derecho a la participación. En principio, la responsabilidad frente a la consulta previa recae en el Estado,
sin embargo, los particulares, y en específico las empresas, tienen una serie de deberes en relación con
este derecho fundamental. Esto se concluye de las previsiones dispuestas en el ordenamiento
constitucional, así como del derecho internacional, según las cuales, las empresas tienen
responsabilidades sobre los derechos humanos.

7
Dentro de las disposiciones internacionales que se enmarcan en esta línea están: primero, la Declaración
de Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos, también conocidos como principios
Ruggie, en cuyo punto 17 se establece que la diligencia debida exigida a las empresas pretende
“identificar, prevenir, mitigar y responder a las consecuencias negativas de sus actividades”; es decir, se
dispuso que los Estados tienen el deber de proteger los derechos humanos frente a las vulneraciones
cometidas por las empresas, a través de mecanismos idóneos para garantizar los derechos y su reparación.

Segundo, la Observación General 2477 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales,
según la cual, los gobiernos adquieren obligaciones cuando permiten el desarrollo de actividades
empresariales y deben responder cuando estas repercuten en comunidades indígenas, inclusive, cuando se
trata de impacto sobre los derechos humanos. Esta misma observación señala que la debida diligencia
establece la obligación de que las empresas lleven a cabo consultas y cooperen de buena fe con los
colectivos indígenas a fin de obtener un consentimiento libre, previo e informado antes de dar apertura a
sus actividades.

Y tercero, el Relator Especial para los derechos humanos y las libertades de los pueblos indígenas, al
indicar que la debida diligencia por parte del Estado y las empresas era determinante en los siguientes
aspectos: (i) en el reconocimiento, (ii) sobre asuntos que versen sobre las tierras, territorios y recursos
naturales, y (iii) en consultar.

Ahora, dentro del ordenamiento Constitucional, tenemos que se ha indicado que el parámetro de la debida
diligencia de las empresas en relación con el respeto de los derechos de las comunidades indígenas sirve
para determinar si transgredieron el derecho fundamental a la consulta previa y, a su vez, para considerar
la posibilidad de dictar una orden al respecto. Para ello, es necesario corroborar primero si las empresas
fueron diligentes en la protección de los derechos de las comunidades étnicamente diferenciadas, sobre la
base de los estándares internacionales referenciados. Posteriormente, se debe comprobar, por medio del
principio de proporcionalidad, si resulta “procedente o no adoptar determinada medida frente a las
actividades de exploración y explotación, teniendo en cuenta los valores constitucionales en tensión”
(Corte Constitucional, SU-123 de 2018).

Así mismo, que el estándar de la debida diligencia y el principio de proporcionalidad resultan


indispensables para determinar si las acciones adoptadas salvaguardan los intereses constitucionalmente
protegidos, y que el parámetro de debida diligencia conlleva que las autoridades administrativas y los

8
particulares, especialmente las empresas, deban ajustar su conducta a los principios de buena fe y
confianza legítima, teniendo en cuenta que para las partes implicadas genera una estabilidad en las reglas
y criterios que deben cumplirse para satisfacer el derecho fundamental a la consulta previa.

Respecto del adecuado ejercicio del derecho fundamental a la consulta previa, la Corte Constitucional ha
indicado, que conlleva el cumplimiento de una serie de principios los cuales, deben ser optimizados por
todos los intervinientes dentro del proceso consultivo, es decir, por las autoridades administrativas, los
particulares y las comunidades étnicamente diferenciadas. Estos principios son: buena fe, participación
activa y efectiva, igualdad, flexibilidad, información y debida diligencia en derechos humanos. Este
último se predica respecto de las empresas, cuando sus actividades puedan llegar a afectar directamente a
los colectivos; dado que, las empresas también tienen una serie de responsabilidades sobre los derechos
humanos, por lo tanto, tal como lo señala la Corte Constitucional en la sentencia SU-123 antes citada, la
debida diligencia que se les exige busca identificar, prevenir, mitigar y responder a las consecuencias
negativas de sus actividades.

Es por ello, que consideramos la Consulta Previa, como el instrumento idóneo para garantizar la
protección de los derechos humanos frente al ejercicio de la actividad empresarial, dado que se trata de un
mecanismo de participación de carácter público especial y obligatorio, el cual debe realizarse
previamente, siempre que se vaya a adoptar, decidir o ejecutar alguna medida administrativa o proyecto
público o privado, susceptible de afectar directamente las formas de vida de los grupos étnicos nacionales
en sus aspectos territorial, ambiental, cultural, espiritual, social, económico y de salud, y otros aspectos
que inciden en su integridad étnica.

En ese sentido, se resalta que en los procesos de Consulta Previa participan las instituciones del Estado y
los responsables del proyecto, obra o actividad empresarial o administrativa a desarrollar. El Ministerio
del Interior y de Justicia a través de la Dirección la Autoridad Nacional de Consulta Previa, que es quien
lidera, dirige y coordina el proceso de consulta tal como lo consagra el Decreto 2353 de 2019 y se debe
contar con el acompañamiento del Ministerio Público (Procuraduría General de la Nación, Defensoría del
Pueblo y/o Personeros Municipales). También debe participar INCODER, hoy Agencia Nacional de
Tierras, cuando se encuentran involucrados temas de tierras. En el caso de exploración o explotación de
recursos naturales, se debe contar con la participación de la Autoridad Ambiental que conoce de las
autorizaciones ambientales (el Ministerio de Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial y/o las
Corporaciones Autónomas Regionales o de Desarrollo Sostenible). En el caso de consultas en procesos de
licenciamiento ambiental, la autoridad ambiental lidera el proceso.

9
En relación con las comunidades, la Consulta Previa debe realizarse teniendo en cuenta la representación
y la autoridad de las comunidades, la interculturalidad y la lengua de las comunidades consultadas. La
consulta a los pueblos debe realizarse con las instituciones tradicionales y a través de sus autoridades o las
organizaciones que las representen, que son las indicadas para manifestar los impactos sociales y
culturales que un proyecto pueda generar.

Adicionalmente, en la Mesa Permanente de Concertación de Pueblos Indígenas, el Estado debe acordar


las decisiones administrativas y legislativas susceptibles de afectarlos, además de evaluar la ejecución de
la política indígena y hacerle seguimiento al cumplimiento de los acuerdos. Le corresponde a esta mesa
concertar el procedimiento transitorio y lo demás que se requiera para la participación, consulta y
concertación con los pueblos o comunidades indígenas.

En virtud de lo expuesto, pasaremos a elaborar una revisión de los avances que sobre esta materia se han
generado institucional y jurisprudencialmente.

2.3 Respuesta institucional frente a la Consulta Previa y la debida diligencia empresarial en


derechos humanos

Advirtiendo que el ejercicio de la Consulta Previa está en cabeza del Estado, corresponde conocer cuál ha
sido la evolución de la respuesta estatal desde las instituciones involucradas y las medidas adoptadas en
pro de implementar los PRNU, la jurisprudencia del sistema interamericano y demás fuentes jurídicas de
interpretación sobre las obligaciones y deberes que las empresas tienen en materia de DDHH. En ese
sentido presentamos el siguiente resumen:

- Desde la Consejería Presidencial para los DDHH

La Organización de las Naciones Unidas adoptó en el 2011 los Principios Rectores de Naciones Unidas
sobre Empresas y Derechos Humanos. Estos principios se enmarcan en tres pilares fundamentales: i)
Proteger los Derechos Humanos a cargo del Estado, ii) Respetar estos Derechos en cabeza de las
Empresas y iii) Remediar las afectaciones a los mismos que se ocasionen en las actividades
empresariales. 

10
Paralelamente, en el 2011, mediante Decreto 4100 de 2011, modificado por los Decreto 1081 de 2015,
1216 de 2016, 1784 de 2019 y Decreto 2082 de 2019 fue creado el Sistema Nacional de Derechos
Humanos y Derecho Internacional Humanitario con el fin de articular a las entidades e instancias del
orden nacional y territorial, y coordinar sus acciones para promover el respeto y garantía de los Derechos
Humanos y la aplicación del Derecho Internacional Humanitario. Este Sistema de Derechos Humanos es
el mecanismo de articulación interinstitucional creado a través del Decreto 4100 de 2011 modificado por
los decretos ya señalados y que responde al mandato del Plan Nacional de Desarrollo para diseñar,
implementar y consolidar las políticas públicas sectoriales con enfoque de derechos y enfoque diferencial,
y la Política Integral de DDHH.

La Consejería Presidencial para los DDHH ejerce como secretaría técnica y dentro de sus funciones están
las de hacer operativo el Sistema Nacional, así como articular y orientar técnicamente el desarrollo de las
acciones y estrategias acordadas en la materia. Actualmente, el Sistema Nacional lo conforman alrededor
de 90 entidades del Estado y 148 dependencias de dichas instituciones. Cuenta con varios ejes temáticos o
subsistemas a través de los cuales se crean estrategias conjuntas que responden a las orientaciones dadas
por la Propuesta de Política Integral, así como líneas de acción articuladas que permiten contribuir a la
garantía del goce efectivo de derechos en todo el territorio. Es allí donde se establece como un
subsistema, los temas relativos a Empresas y Derechos Humanos.

Como una respuesta de Colombia a la implementación de los PRNU sobre empresas y los derechos
humanos, es expedido el primer Plan Nacional de Acción en Derechos Humanos y Empresas 2015-2018:
“Colombia Avanza”, y se convierte en el primer país no europeo en adoptar un Plan Nacional de Acción
en la materia, en el cual, se le dio prioridad a tres sectores: agroindustria, infraestructura y minero
energético; en atención a los impactos que sobre los derechos humanos de las poblaciones y/ o
comunidades genera este tipo de actividad empresarial.

El Gobierno Nacional, a través del Decreto 1785 de 2019, modificó la estructura del Departamento
Administrativo de la Presidencia de la República y transformó la Consejería Presidencial para los
Derechos Humanos en la Consejería Presidencial para los Derechos Humanos y Asuntos Internacionales,
con el propósito de fortalecer la articulación de las acciones de las diferentes entidades del Estado, en el
respeto y promoción de los derechos humanos. 

Desde esta dependencia, y para el año 2020, luego de la vivencia mundial padecida por el Coronavirus
SARS-CoV-2, se consideró necesario construir un Plan de Acción de Empresas y Derechos Humanos que

11
tenga en cuenta este nuevo contexto, y por ello, el 10 de diciembre de 2020, el Gobierno de Colombia
adopta el segundo Plan Nacional de Acción en Derechos Humanos y Empresas 2020-2022. "Juntos Lo
Hacemos Posible: Resiliencia y Solidaridad", con la idea de conocer y resaltar las buenas prácticas
empresariales en el marco del Covid-19 y con ello, establecer los mecanismos y/o herramientas para la
actividad empresarial y que correspondan al respeto de los derechos humanos a partir de la declaratoria de
emergencia social y humanitaria, pero también para para garantizar la reparación a posibles afectaciones
en áreas empresariales como construcción, manufactura, telecomunicaciones, gremios, turismo, comercio,
sostenibilidad, medios de comunicación, industria de alimentos, y economía colaborativa.

Este Plan busca armonizar los esfuerzos del sector público y privado para efectos de fortalecer la
protección y el respeto por los derechos humanos, además de mitigar los efectos del COVID-19 en las
empresas y, establecer la estrategia de reactivación económica y social “Nuevo Compromiso por el
Futuro de Colombia”, la cual, está encaminada en fortalecer la dinámica económica.

Así mismo, este nuevo Plan acarreó nuevos retos institucionales y empresariales: el primero, para incidir
en una mejor apropiación de los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos
Humanos, en tanto que “exhorta” a todas las empresas colombiana a desarrollar procesos de debida
diligencia para evaluar los impactos que ocasionen sus actividades y proyectar planes de acción para
atenderlos, así como, promover la creación de normatividad y estrategias que promueva el respeto de los
derechos humanos en el desarrollo de actividades empresariales; y segundo, “para que en el marco de
sus relaciones con su cadena de valor, se resalte la importancia del respeto por los derechos humanos en
el desarrollo de actividades comerciales aplicando los Principios Rectores a su gestión empresarial e
implementen políticas orientadas a la difusión e implementación de los Derechos Humanos”.

- Desde el Ministerio del Interior

El Ministerio del Interior, según lo consagrado en el artículo 2 del Decreto 1140 de 2018 tiene asignadas
las funciones de: “Diseñar e implementar, de conformidad con la Ley, las políticas públicas de
protección, promoción, respeto y garantía de los Derechos Humanos, en coordinación con las demás
entidades del Estado competentes, así como la prevención a las violaciones de estos y la observancia al
Derecho Internacional Humanitario, con un enfoque integral, diferencial y social”, además de “Formular
y hacer seguimiento a la política de los grupos étnicos para la materialización de sus derechos, con un
enfoque integral, diferencial y social, en coordinación con las demás entidades competentes del Estado”
ha expedido tres directivas presidenciales: No. 01 de 2010, No.10 de 2013 y No. 8 de 2020 orientadas a:

12
garantizar el derecho fundamental a la consulta previa de los grupos étnicos nacionales, establecer una
Guía para la realización de la consulta previa; y una actualización respecto del procedimiento y guía para
adelantar este proceso.

En la directiva No. 10 se precisa que la consulta previa debe cursar cinco etapas: 1. Certificación, 2.
Coordinación y preparación, 3. Preconsulta, 4. Consulta y 5. Seguimiento, las cuales se desarrollan en dos
fases: la primera, de certificación, que inicia una vez la persona natural o jurídica interesada en ejecutar
un proyecto, obra o actividad debe solicitar a la Dirección de Consulta Previa una certificación en la que
conste si hay o no presencia de grupos étnicos en el área de influencia del proyecto.

Para este propósito, la Dirección de Consulta Previa emite un concepto en relación con la solicitud hecha
por la persona natural o jurídica, haciendo uso de las bases de datos de las cuales dispone (provenientes
de la Dirección de Asuntos Indígenas, ROM y Minorías; la Dirección de Comunidades Negras,
Afrocolombianas, Raizales y Palenqueras; el INCODER, hoy Agencia Nacional de Tierras; y la
información cartográfica IGAC DCP), y luego de haber efectuado una verificación de campo con
presencia del solicitante, y de las autoridades de las comunidades étnicas, para recopilar información que
le permita a la Dirección de Consulta Previa emitir el concepto geográfico y especial. Cuando se disponga
de toda la información necesaria y suficiente para emitir el concepto sobre presencia de grupos étnicos, se
procede a la certificación, la cual, deberá notificarse personalmente a los involucrados, y en su defecto, se
notifica por aviso.

La segunda fase, de gestión, inicia cuando la certificación da cuenta de la presencia de grupos étnicos en
el territorio donde se ejecutará un proyecto, obra o actividad, y en la medida que la actividad lo requiera,
se debe solicitar el inicio de la Consulta Previa.

Entre tanto, en la última directiva, es decir, la No. 08 de septiembre 9 de 2020 el Ministerio del Interior
señala como principal responsable de los procesos de consulta previa a la Dirección de la Autoridad
Nacional de Consulta Previa (DANCP), que con el concurso de las demás entidades de orden nacional de
la Rama Ejecutiva, están “(…) llamadas a intervenir en los diferentes procesos de consulta previa
adelantados para el desarrollo de proyectos, obras o actividades de acuerdo con el criterio de afectación
directa a comunidades étnicas, estarán sujetas a las directrices que en la presente Directiva se imparten”.
Y así mismo, modifica las etapas que deben surtirse en la Consulta previa, en el sentido de sustituir la
etapa de “Certificación sobre la presencia de comunidades étnicas que hace necesaria la consulta
previa” por la etapa de “Determinación de procedencia de consulta previa”. En esta etapa se incorpora el

13
concepto de afectación directa, desarrollado por la Corte Constitucional en las Sentencias T-011 de 2011
y SU-123 de 2018. 

Adicionalmente, la Directiva Presidencial No. 8 introduce en la etapa de “Consulta Previa” la aplicación


del Test de Proporcionalidad, en los siguientes eventos: (i) falta de acuerdo en la preconsulta o consulta;
(ii) por inasistencia de las autoridades representativas, una vez agotados los procedimientos de
convocatoria establecidos; y (iii) por falta de solución del conflicto de representatividad en la comunidad
étnica. Esto, con el objetivo de determinar las medidas de manejo adecuadas para prevenir, corregir o
mitigar las afectaciones directas que pueda generar el proyecto, obra y/o actividad sujeta a consulta
previa.
 
Así mismo, en el marco de la fase de “Seguimiento al cumplimiento de medidas”, se estableció en cabeza
de las autoridades ambientales competentes la obligación de realizar seguimiento a las medidas de
carácter ambiental incluidas en la consulta previa. 

De esta manera, se da cuenta de que el procedimiento establecido para adelantar la consulta previa, debe
atender al estándar de debida diligencia, en el sentido de garantizar la debida diligencia en el
reconocimiento de las comunidades, en la protección sobre las tierras, territorios y recursos naturales y la
consulta a las colectividades.

Cuestión que debe ser bien advertida, dado que las dificultades que se han evidenciado en el proceso de la
consulta previa en el marco de la debida diligencia empresarial de acuerdo con los supuestos de hecho de
las tutelas que han sido conocidas por la Corte Constitucional, se observa que han debido amparar, en un
número importante de casos, derechos fundamentales como: el de participación efectiva, debido a que no
se adelantan reuniones en la cuales se haga una explicación completa del proyecto, obra, política o
actuación administrativa, la forma de ejecución, las posibles afectaciones e impacto positivos y negativos
de la actuación empresarial. A la autodeterminación, por no determinar en debida forma la titularidad del
derecho a la consulta previa, es decir, no se hacen estudios para determinar características específicas
vinculadas a una historia compartida, la relación con la tierra o rasgos comunes fisiológicos, lingüísticos,
tradiciones, y demás que permitan establecer que una población tienen derecho al desarrollo de un
proceso de consulta previa, antes de expedir la certificación respecto de la presencia de grupos étnicos en
el área o territorio a intervenir con la actividad empresarial.

- Desde el Ministerio de Minas y Energía

14
Desde la oficina de Asuntos Ambientales y Sociales del Ministerio de Minas y Energía, se adelantan
gestiones dirigidas a garantizar la estrategia de la debida diligencia empresarial en Derechos Humanos,
desarrollando y ejecutando en primer lugar, diferentes mecanismos de participación ciudadana que
considera idóneos para que la ciudadanía haga parte en las decisiones que son de competencia de esta
Entidad.

El primero de ellos, es la participación de la comunidad en el proceso de elaboración del Estudio de


Impacto Ambiental, en el marco del proceso de licenciamiento ambiental. Este escenario se encuentra
regulado en el artículo 2.2.2.3.3.3 del Decreto Único Reglamentario 1076 de 2015, en el cual, el titular
del proyecto debe informar a las comunidades sobre el alcance del proyecto, recalcando especialmente
sus impactos y las medidas de manejo propuestas. Este espacio implica un proceso de diálogo cuyos
aportes deberán ser valorados e incluidos en el documento técnico, cuando se consideran pertinentes

Las Audiencias Públicas Ambientales. Estas audiencias están establecidas en el artículo 72 Ley 99 de
1993 y en el artículo 2.2.2.4.1.1 del mencionado Decreto Reglamentario, y su objetivo es que las
entidades ambientales competentes den a conocer a la comunidad en general, organizaciones sociales,
entidades públicas y privadas la solicitud de licencias, permisos o concesiones ambientales, o la
existencia de un proyecto, obra o actividad, así como los impactos que este pueda generar o genere y las
medidas de manejo propuestas o implementadas para prevenir, mitigar, corregir y/o compensar dichos
impactos. En estas audiencias se reciben opiniones, informaciones y documentos que aporten la
comunidad y demás entidades públicas o privadas. Estas audiencias no son instancias de toma de
decisiones, sino un espacio donde se exponen los intereses y opiniones de las comunidades con el
objetivo de que se tengan en cuenta al tomar la decisión sobre el licenciamiento ambiental.

El Tercero Interviniente. Establecido en el artículo 69 de la Ley 99 de 1993, es una figura que habilita a
cualquier persona a intervenir en el proceso de permisos o licencias ambientales, sin demostrar interés
jurídico alguno. A este tercero interviniente le serán notificadas y comunicadas todas las decisiones que
se profieran durante el respectivo trámite, pudiendo presentar sus propios recursos y pruebas que
considere necesarias.

Además de los anteriores espacios, de participación mencionados, debe indicarse que, las entidades que
conforman el sector minero energético tienen estrategias e iniciativas específicas que permiten la

15
participación ciudadana en asuntos relativos al aprovechamiento del subsuelo y de los recursos naturales
no renovables, dentro de ellas están:

La adopción de la Política en Derechos Humanos del Sector Minero Energético, mediante la resolución
No. 40.796 de 2018, en cuyo Lineamiento 5, se dispone que la transparencia es un factor de
competitividad en el sector minero energético, a nivel regional y nacional. Esta política busca fortalecer
los sistemas de información a nivel sectorial incluyendo variables relacionadas con DDHH, enfoques
diferenciales y de género, como categoría de análisis que permita recolectar, procesar, analizar y divulgar
los datos e información, y desarrollar una batería de indicadores que evidencien el avance de los
programas, planes y proyectos minero energéticos.

Por otro lado, en cumplimiento de los compromisos adquiridos en razón de la SU – 095 de 2018 proferida
por la Corte Constitucional, desde el Ministerio de Minas y Energía se desarrolló la Estrategia de
Desarrollo y Relacionamiento Territorial del Sector Minero Energético (EDRT), la cual es un modelo de
relacionamiento por el cual, se tiene voluntad permanente de generar acuerdos que tengan en cuenta los
intereses de las diversas partes. Es importante recalcar que esto no agota los mecanismos o espacios de
participación ciudadana, por el contrario, se apuesta por invitar al ejercicio de estas.

De la misma manera, desde el Ministerio de Minas?, junto a otras entidades, se está trabajando en la
Estrategia Territorial para la Gestión Equitativa y Sostenible del Sector Hidrocarburos, esta tiene como
objetivo contribuir a mejorar las condiciones de gobernabilidad, transparencia y la superación de la
pobreza, por medio de espacios de diálogo entre el gobierno, la comunidad y las industrias del sector,
para construir propuestas conjuntas que permitan solucionar las problemáticas de los territorios.

También, adoptó los Lineamientos de Género para el Sector Minero Energético que buscan promover e
impulsar acciones, mecanismos y escenarios que permitan el acceso efectivo en igualdad de
oportunidades para las mujeres; de la misma manera diseñando y articulando espacios que permitan una
mejor comunicación y participación en el marco de la política minero-energética.

Por otro lado, se tiene la Iniciativa de Transparencia de las Industrias Extractivas (“EITI” por sus siglas
en inglés), que promueve la gestión abierta y responsable de los recursos naturales no renovables y se
rige, entre otros, por el principio de transparencia en la divulgación de la información y el diálogo entre
los diversos interesados para la búsqueda de soluciones.

16
El Ministerio de Minas y Energía ha buscado ampliar el enfoque de esta iniciativa a través del EITI
subnacional, el cual va más allá de la presentación de un informe de transparencia de pagos locales y
busca asegurar el acercamiento con los territorios mediante la conformación de mesas de diálogo, así
como la inclusión de temas estratégicos del sector tales como seguridad energética, cambio climático,
transformación energética y desarrollo territorial.

De igual forma, el Ministerio de Minas y Energía realizó el acompañamiento al proceso legislativo del
proyecto de ley 418 de 2020 “por medio del cual se fortalece la planeación estratégica, se establecen los
mecanismos de coordinación y concurrencia entre las autoridades nacionales y territoriales de
participación ciudadana para la exploración y explotación del subsuelo y de los recursos naturales no
renovables y se dictan otras disposiciones”, sin embargo, este proyecto fue archivado.

- Defensoría de Pueblo

Según la Ley 24 de 1992, la Defensoría del Pueblo como parte del Ministerio Público, tiene como función
principal velar por la promoción, el ejercicio y la divulgación de los Derechos Humanos, bajo la dirección
de la Procuraduría General de la Nación. En desarrollo de su misión, esta entidad reconoce que, “(...) si
bien, la actividad empresarial puede ser creadora de valor económico, social y ambiental, con la cual
promueve y contribuye con la realización de los derechos humanos, también es cierto que las actividades
económicas generan - o pueden generar- afectados a los derechos humanos”.

Para ejercer su función, en 2016 la Defensoría inicio un proceso de fortalecimiento a su gestión de


atención en casos de violación a los derechos en desarrollo de actividades empresariales, a partir de tres
momentos, tal como lo señalan en el documento sobre “Principios Sustantivos y Operativos de la Debida
Diligencia en Derechos Humanos” (Defensoría, 2020, Pág. 5).

En un primer momento definió una hoja de ruta, realizando reuniones bilaterales con sus dependencias
nacionales y regionales, identificando fortalezas y debilidades de la entidad, para luego hacer un plan que
le permitiera avanzar sobre dichos hallazgos. Así, la entidad integró la agenda de derechos humanos y
empresa, en el Plan Estratégico Institucional (PEI) aprobado mediante Resolución 194 de 2017, e
incorporó una línea estratégica con actividades, las cuales dieron paso a la “consolidación de la doctrina
defensorial en materia de derechos humanos y empresas”, dando paso también a la creación de los
principios sustantivos y operativos.

17
A partir de 2017, en el segundo momento, la entidad elaboró y aprobó su Doctrina Defensorial y
Principios de Actuación en Derechos Humanos y Empresas, constituyéndose en herramientas claves para
que sus funcionarios desarrollen actividades de promoción, protección y reparación de los derechos
humanos en el marco de actuaciones empresariales.

Entre 2018 y 2019, la Defensoría avanzó en el fortalecimiento de capacidades de sus funcionarios,


desarrollando un “proceso formal de implementación progresiva de la Doctrina Defensorial y Principios
de actuación en derechos humanos y empresas, mediante Encuentros Regionales con Defensorías
Regionales y autoridades locales, empresas públicas y privadas, y ciudadanía” (Defensoría, 2020, Pág.
6).

El tercer momento, se concreta ya con resultado de la doctrina defensorial, según la cual, el respeto a los
derechos humanos no es una opción que tienen las empresas sino una obligación constitucional. Por tanto,
los Principios Rectores de Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos (PRNU) deben ser
interpretados, para el caso colombiano, en clave de obligación para las empresas.

Desde este precepto doctrinal, la entidad ha recomendado avanzar en parámetros en Debida Diligencia en
derechos humanos para que guíen el desarrollo de actividades empresariales, defina los roles que cada
entidad y sus funcionarios deben realizar, y que además la reglamente para facilitar y dar garantía a los
diálogos entre las instituciones, las empresas y la sociedad civil.

3. AVANCES DE LA JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL RESPECTO A LA


CONSULTA PREVIA Y LA DEBIDA DILIGENCIA EMPRESARIAL EN DERECHOS
HUMANOS

3.1 Hallazgos sobre la consulta previa

La consulta previa ha sido contemplada en Colombia como un derecho fundamental orientado a proteger
los derechos de los pueblos y las comunidades tribales para todas las actividades, proyectos, obras o
iniciativas desarrolladas en el territorio de las comunidades étnicas. La H. Corte señala en tal sentido que,
será necesario la consulta previa y el consentimiento informado para identificar la alternativa menos
lesiva para aquellos proyectos que por su envergadura impliquen traslado o desplazamiento de las
comunidades, se relacionan con el vertimiento o almacenamiento de desechos tóxicos o representen un

18
alto impacto social, cultural o ambiental para una comunidad étnica, así lo precisó en la Sentencia T-129
de 2011 interpuesta por una comunidad indígena perteneciente a la etnia Emberá Katío contra los
Ministerios de Transporte, Ambiente, Vivienda y Desarrollo Territorial, Interior y de Justicia, de Minas y
Energía, de Agricultura, de Defensa con ocasión de la construcción de la vía Acandí-Unguía.

En esta misma decisión la Corte precisó que, atendiendo al principio pro homine, si resultare probado que
todas las alternativas planteadas en conjunto con las comunidades étnicas son perjudiciales y la
intervención podría conllevar al aniquilamiento o desaparecimiento del grupo, prima la protección de los
derechos de las comunidades, siendo las decisiones ajustadas a esta ponderación.

En ese mismo sentido, en la Sentencia C-366 de 2011 (demanda de inconstitucionalidad contra la Ley
1382 de 2010, que modifica la Ley 685 de 2001, Código de Minas), La H. Corte ha señalado que deben
identificarse las medidas legislativas y administrativas que son sujeto del procedimiento de la consulta
previa, cumpliendo el requisito de la afectación directa a las comunidades indígenas o afrodescendientes;
siendo de manera excepcional usado este mecanismo para el caso de políticas generales que afecten a los
grupos étnicos y no hayan previsto medidas diferenciadas que impidan su afectación, estos serían los
escenarios en que procedería la consulta previa.

En ese orden de ideas, la afectación directa se convierte en el requisito sine qua non para la procedencia
de la consulta previa, pero ¿cuándo podemos hablar de afectación directa?, para ello la H. Corte ha
desarrollado a lo largo de sus decisiones pautas o lineamientos para poder responder a este interrogante,
tales como: ¿de qué forma se puede identificar dicha afectación?, ¿en qué consiste o que se pretende
obtener del proceso de consulta previa?, ¿cómo se determinan las posibles afectaciones? y ¿qué
oportunidades tienen las comunidades para valorar ventajas y desventajas de los proyectos?.

De cara al objetivo de la consulta previa y sus alcances, la Sentencia SU-039 de 1997 (demanda
instaurada por el Defensor del Pueblo, en representación del grupo Étnico U´WA contra la Empresa
Occidental de Colombia Inc.) señaló que la consulta previa no se limita a una reunión de carácter
informativo, sino que es menester que se haga una explicación completa del proyecto, su forma de
ejecución, las posibles afectaciones y una evaluación de impacto que incluya ventajas y desventajas
asociadas al proyecto.

Para dar respuesta a las circunstancias o hechos que deben probarse frente a la afectación directa, la
sentencia de unificación SU-123 de 2018, en la cual se resolvió acción de tutela del Cabildo Indígena

19
AWÁ contra Consorcio Colombia Energy por daños ocasionados con las actividades de exploración y
explotación de hidrocarburos en la vereda La Cabaña, la Corte señaló que existe afectación directa cuando
una política, plan o proyecto, recaiga sobre derechos de los pueblos indígenas o tribales, esté orientado a
desarrollar el Convenio 169 de la OIT, impone cargas o se le atribuyen beneficios a la comunidad o
cuando cause interferencia de los elementos identitarios o culturales del pueblo o de la etnia. Posición que
ha sido reiterada por las sentencias T-444 de 2019, T-541 de 2019, T-422 de 2020, T-164 de 2021 y T-
416 de 2021.

Para valorar ventajas y desventajas de los proyectos o intervenciones, es necesario mencionar que en la
sentencia T-281 de 2019 (comunidades indígenas “La Laguna Siberia” y “Las Mercedes” contra Empresa
Nuevo Cauca S.A.S. construcción de un tramo de la vía Panamericana), la Corte contempló frente a la
consulta previa: “Es una garantía que en principio le corresponde al Estado, pero que convoca también a
personas de derecho privado. En relación con el aparato estatal implica que este consulte sus proyectos y
planes, en forma previa e interactiva, y en relación con los particulares implica la “debida diligencia”
referida al esmero por “identificar, prevenir, mitigar y responder a las consecuencias negativas de sus
actividades” en relación con los derechos de los grupos étnicos. Es decir, que el ejercicio del proceso de
consulta previa debe ser un ejercicio dinámico, previo que garantice la presencia de los particulares
involucrados y del Estado para con ello facilitar un análisis de todos los elementos en juego como
resultado de la ejecución del proyecto, obra o intervención.

Otro elemento a analizar es la titularidad del derecho a la consulta previa, en este tema la Corte ha
definido que son titulares de este derecho fundamental, todos los grupos étnicos acogiendo los criterios
del Convenio 169 de la OIT, el cual considera que son pueblos tribales aquellos que son regidos por sus
propias costumbres, su propia legislación o gozan de una ubicación geográfica en sitios considerados
como territorios indígenas desde la colonia o la conquista y ejercen el derecho a su autodeterminación, así
lo determinó en sentencia T-294 de 2014 (comunidad indígena “Venado” contra de la Empresa de
Servicios Públicos CORASEO por la construcción y operación relleno sanitario, municipio de Ciénaga de
Oro, Cesar).

En el punto anterior, vale la pena aclarar que ningún tratado de derechos humanos ha entrado a definir
que es un pueblo indígena o tribal, esto lo describe la sentencia T-704 de 2016 (Comunidad Indígena
Media Luna DOS contra El Cerrejón por la explotación de carbón a cielo abierto), en su lugar se optó por
acoger como criterio relevante, la autoidentificación de que gozan estos pueblos, pues únicamente los
pueblos tribales y sus miembros son titulares de los derechos de los pueblos indígenas. Estos como

20
colectividades gozan de una trayectoria social, lo que les permite adaptarse y reconfigurarse de acuerdo
con los cambios históricos, son además poseedores de una identidad cultural compartida entre sus
integrantes que varía entre ellos según el apego a las tradiciones.

Bajo la óptica anterior, concluye la Corte que la caracterización de un grupo como titular del derecho a la
consulta depende de ciertas características específicas vinculadas a una historia compartida, la relación
con la tierra o la presencia de ciertos rasgos comunes fisiológicos, lingüísticos, tradiciones, prácticas de
producción, organización social, instituciones, etc., ello no implica que se pueda descartar la existencia de
una comunidad indígena o tribal por la ausencia de uno de ellos.

La Corte precisó en la sentencia SU-383 de 2003 (Organización de los Pueblos Indígenas de la Amazonía
Colombiana OPIAC contra la Presidencia de la República por ordenar la fumigación de cultivos ilícitos
con glifosato) reiterada por la T-880 de 2006 (Pueblo Indígena Motilón Barí contra la Empresa
Colombiana de Petróleos ECOPETROL S.A.), que, si existen dudas acerca de la presencia de los grupos
étnicos en el área de influencia o en el territorio, será la entidad encargada para tal fin en Colombia quien
deberá expedir la certificación correspondiente como resultado de un reconocimiento de terreno y dirimir
las controversias que se susciten a través de mecanismos de diálogo intersubjetivo. La certificación así
expedida, hace parte de los actos administrativos que el Estado profiere orientados a demostrar la
existencia de un grupo étnico; sin embargo, no se constituyen como el único factor, pues también se
puede acudir a los estudios etnológicos, tal como lo señala en la sentencia T-197 de 2016 (Consejo
Comunitario de Ma-Majari del Níspero y otros contra la empresa Promigas S.A. E.S.P. construcción y
operación del Gasoducto Loop San Mateo – Mamonal), reiterada por la sentencia T-011 de 2019.

No obstante, lo anterior, cuando existan razones para considerar que la población asentada en un territorio
no es titular del derecho a la consulta previa, debe garantizarse de todas maneras su derecho a la
participación efectiva y significativa, según lo mencionado en la sentencia SU-383 de 2003, reiterada por
la T-880 de 2006 antes mencionadas.

Ahora bien, para garantizar dicha participación la Corte señaló que existen tres modos de ejercerla: La
participación efectiva de la comunidad en igualdad con el resto de ciudadanos, el derecho a la consulta
previa propiamente dicho y la obtención de un consentimiento previo, libre e informado frente a los
asuntos informados o consultados, mencionado en la sentencia T-422 de 2020 (Consejo Comunitario El
Oasis contra Occidental de Colombia LLC proyecto “Área de Perforación Exploratoria Primavera”).

21
Con relación a la titularidad del derecho para las comunidades negras y afrodescendientes en las
sentencias T-745 de 2010, T-104A de 2010, T-576 de 2014, T-969 de 2014, T-256 de 2015, T-766 de
2015, T-197 de 2016, T-475 de 2016 la Corte ha reconocido que las comunidades afrodescendientes por
ser titulares de derechos colectivos y fundamentales y en aras de garantizar la participación, asegurar su
pervivencia física, la protección de sus costumbres, tradiciones tiene derecho a desarrollar procesos
consultivos, deben ser informadas oportunamente de los proyectos u obras a desarrollar que impacten en
su territorio, su forma de vida y debe contar dentro de la consulta con la oportunidad de evaluar los
impactos e incidir en la reformulación de alternativas de decisión en caso de eventuales daños.

En conclusión, con relación a la titularidad del derecho a la consulta previa prima el criterio de la
autoidentificación y se acogerán los demás criterios definidos por el Convenio 169 de la OIT, siendo el
Estado quien a través de la entidad pública definida por la ley expedirá la certificación correspondiente,
acogiendo todos los criterios antes mencionados, con una inspección en el terreno y un diálogo con la
comunidad, en todo caso garantizando que los pueblos y las etnias legitimados puedan ejercer este
derecho.

La consulta previa como todo procedimiento constitucional y legal, debe satisfacer unas reglas o
presupuestos en orden a garantizar la participación efectiva y real de las comunidades indígenas, estas han
sido señaladas desde la Sentencia T-129 de 2011, reiterada por la T-294 de 2014 arriba mencionadas y
sintetizadas en la sentencia de unificación SU-097 de 2017 (Carmelina Newball y otros contra Consorcio
Teatro R101-Llorona conformado por la Fundación para el Desarrollo Gestión y Difusión Cultural
Llorona y la entidad sin ánimo de lucro Teatro R101), las cuales precisan como criterios generales de la
consulta: (i) el objetivo de la consulta es obtener el consentimiento previo, libre e informado de las
comunidades indígenas, afrodescendientes y demás grupos afectados por la intervención; (ii) la actuación
de las partes debe guiarse en el principio de buena fe para lograr entendimiento, confianza y eficacia en la
consulta; (iii) debe asegurarse la participación activa y efectiva de los pueblos interesados; (iv) la consulta
consiste en un diálogo entre iguales, no cabe el derecho de veto a las comunidades de acuerdo con el
Convenio 169 antes mencionado y (v) la consulta es flexible, debe adaptarse a las necesidades propias y a
la diversidad de los pueblos indígenas y las comunidades afro descendientes.

Ahora bien, la consulta previa está regida por unos principios que se concretan en las etapas que hacen
parte del procedimiento de consulta previa, estos principios han sido definidos por la Corte Constitucional
en Sentencia T-969 de 2014 (Consejos Comunitarios de Tierra Baja y Puerto Rey contra la Empresa
Aguas de Cartagena S.A. E.S.P.) así: ¨ ( i) la consulta debe ser previa, (ii) la consulta debe ser informada

22
de manera suficiente, (iii) la consulta debe ser realizada amparada en el principio de la buena fe, y en
último término (iv) la consulta previa debe garantizar la participación efectiva de las comunidades étnicas
¨.

En cuanto al primer principio, señala el Alto Tribunal que el proceso de consulta debe surtirse con
antelación a la iniciación de la obra, proyecto o intervención, siendo inaceptable su realización durante la
ejecución de la obra e incluso con posterioridad. El carácter previo de la consulta, es necesario en razón a
que el objetivo de ésta es evitar al máximo afectaciones indeseadas a las comunidades, de tal forma que se
puedan implementar medidas necesarias, adecuadas y suficientes para prevenir o minimizar los impactos
negativos. La consulta previa materializa así, el principio de prevención, deber que se encuentra en cabeza
de las instituciones públicas y de las autoridades de las comunidades étnicas, pues éstas últimas son
representantes de los intereses colectivos de su comunidad y por lo tanto, tienen el deber de contribuir
junto con los ejecutores de las obras en la prevención, mitigación y corrección de posibles afectaciones,
por ser éstas, el objetivo primordial de la consulta.

A pesar de su carácter previo, la misma Corte en sentencia T-541 de 2019 (parcialidad indígena Jateni
Dtona por el contrato de “mejoramiento, gestión social, predial y ambiental del Proyecto Villagarzón -
San José del Fragua Fase 2”), admite la procedencia de la consulta previa en un proceso postconsultivo,
cuando las afectaciones aún están produciendo efectos, ello con el fin de permitir la intervención del juez
constitucional en la protección de derechos y en la adopción de medidas de reparación. La postconsulta o
la consulta en ejecución de las obras también se realiza con la finalidad de compensar los impactos que no
hayan sido prevenibles, sin que ello implique que se convierta en el mecanismo de compensación e
indemnización de los daños materializados. Ejemplo de ello, es la sentencia T-652 de 1998, en la cual la
Corte ordena la consulta previa por parte de las comunidades Emberá Chamí, pese a estar culminado el
proyecto hidroeléctrico de Urrá.
 
Con relación al Segundo Principio, la sentencia T-969 de 2014 ya reseñada en forma anterior, precisó
que las comunidades deben contar con la información necesaria, adecuada y suficiente para adoptar
posturas en relación con la obra, proyecto o actividad para que puedan participar en el diseño de medidas
de prevención, mitigación de daños y corrección de impactos negativos. Por su parte, el Auto 073
proferido por la Corte Constitucional del mismo año consagró este principio derivado del derecho a la
información de que gozan las comunidades étnicas para garantizar el pleno conocimiento de los
proyectos, obras, procedimientos, actividades y acciones que se pretenden ejecutar en sus territorios o
que de no realizarse les podrían causar afectación directa.

23
Esta información debe ser comunicada de forma exhaustiva a cada comunidad, por ello la H. Corte
señaló criterios estrictos sobre la información, ella debe ser “(…) completa, consistente, verificable,
comparable, contextualizada, diáfana y oportuna, además acorde a las costumbres y estándares de
comprensión y asimilación de las comunidades étnicas(…)”, los criterios anteriores son tomados de la
sentencia de control constitucional C-891 de 2002 (control constitucional de varios artículos del Código
de Minas, Ley 685 de 2001) frente al tema del derecho a la participación de los ciudadanos en las
decisiones que los afecten.

El Tercer Principio, considerado desde la sentencia C-030 de 2008 (sentencia de revisión constitucional
de la Ley 1021 de 2006 “Por la cual se expide la Ley General Forestal”), relacionado con la necesidad de
realizar la consulta sobre la base del respeto y la buena fe de las partes, señalado de igual manera en las
sentencias, SU-039 de 1997, C-702 de 2010, C-915 de 2010, T-129 de 2011 ya mencionada, C-366 de
2011 también mencionada, T-376 de 012 y la sentencia que nos ocupa, esto es, la T-969 de 2014, señala
la exigencia a los particulares y a las autoridades públicas de ajustar sus comportamientos a una conducta
honesta, leal con las partes y adecuados a una persona correcta, con estas condiciones las relaciones
estarán basadas en confianza, seguridad y credibilidad.

Es que el procedimiento de consulta previa no es un mero formalismo, sino que tiene un contenido de
carácter sustancial orientado a proteger derechos fundamentales de los pueblos afectados. Al respecto, la
sentencia de unificación SU-123 de 2018 ya mencionada, lo ha definido como criterio guía y orientador
de la actuación de las partes, convirtiéndose en condición imprescindible para lograr confianza y
entendimiento y asegurar el Cuarto Principio, esto es, la participación activa y efectiva de los pueblos
interesados.
 
Siendo éste, la materialización de los tres anteriores, pues la consulta previa como derecho fundamental
está orientada a lograr la participación activa y efectiva de las comunidades afectadas con el proyecto,
obra o actividad. Frente a la participación activa, la sentencia SU-123 de 2018, aclara que esta no se
limita a un simple acto de notificación a los pueblos afectados o a la realización de reuniones de carácter
informativo, es requisito que sea efectiva logrando que los pueblos tengan una verdadera incidencia en la
adopción de decisiones por parte de las autoridades públicas. Ello implica, un diálogo intercultural entre
iguales tal como lo señala el Convenio 169.

24
Por último, ha señalado el Alto Tribunal en la misma sentencia SU-123 reiterada por la T-541 de 2019
que, la consulta debe ser flexible, adaptada a las necesidades propias de cada caso y a la diversidad de los
pueblos.

3.2 Hallazgos sobre principios RUGGIE y debida diligencia

La Convención Americana sobre Derechos Humanos reconoce los derechos esenciales del hombre como
resultado de los atributos de la persona humana y no de la calidad de ciudadano o nacional de un Estado.
Por la misma razón, la protección de esos derechos ha sido asumida tradicionalmente por las
organizaciones internacionales, los tratados y convenios internacionales y la legislación interna de los
Estados firmantes, es decir, ha sido tradicionalmente asumida por el derecho internacional y por los
Estados.

La entrada del modelo económico neoliberal, la globalización, el triunfo del modelo capitalista, el fin de
la guerra fría; entre otros, han generado grandes cambios en el orden económico global, reconfigurando
los actores y potencializando el poder de las empresas tanto a nivel global como estatal, es evidente la
aparición de actores no estatales en este nuevo orden máxime cuando se convierten en generadores de
riqueza y desarrollo. Por consiguiente, las empresas en su actividad comercial se han convertido en
protagonistas en la protección o por el contrario en la vulneradora de los derechos humanos.

Esta sección se ocupa de revisar la jurisprudencia constitucional en torno a la responsabilidad y las


obligaciones de las empresas en materia de derechos humanos, está orientada a los principios rectores
sobre las empresas y los derechos humanos definidos en la Organización de Naciones Unidas en el año
2011 y a la Debida Diligencia por parte de los Estados como fuente de obligaciones en la prevención,
reducción y mitigación de los impactos que la actividad de las empresas ocasiona en los individuos y en
el territorio.

Las primeras sentencias de la Corte señalan el tema de la Responsabilidad Social Empresarial (en
adelante RSE) en el marco de las disposiciones que contienen los tratados de libre comercio. Estos
clausulados incorporan disposiciones acerca de la obligación de los Estados en el fomento y la
implementación de programas de responsabilidad social empresarial en materia de derechos humanos y
de otros derechos. De esta manera, la RSE o Corporativa se incluye en los tratados internacionales como
una obligación vinculante por parte de los estados firmantes, sin que se precise el alcance de esta
responsabilidad, su exigibilidad y las medidas reparativas, en caso de eventuales violaciones.

25
En tal sentido, la sentencia C-608 de 2010 con ocasión del control constitucional del Acuerdo de Libre
Comercio entre Colombia y Canadá, resalta la inclusión de la RSE como un deber por parte de los estados
firmantes para fomentar la inclusión de mecanismos de responsabilidad social empresarial por parte de las
empresas. La consagración de este deber constituye un gran avance en el cumplimiento de los valores y
principios constitucionales tales como, la solidaridad, la dignificación del trabajo, reconociendo que las
empresas tienen obligaciones en materia de derechos humanos en el marco de los acuerdos celebrados
(Correa, 2019, pág. 163).

En ese mismo año, el Alto Tribunal al revisar la constitucionalidad del Acuerdo sobre el medio ambiente
entre Colombia y Canadá en la sentencia C-915 de 2010, aquél introduce obligaciones que deben
desarrollar los estados firmantes para que las empresas incluyan prácticas de responsabilidad empresarial;
sin embargo, tales prácticas son de carácter voluntario; es decir, la responsabilidad radica solamente en
los estados firmantes.

La H. Corte señala de manera clara la constitucionalidad del artículo 6º. del Acuerdo que obliga a que las
partes fomenten prácticas de responsabilidad social corporativa basadas en la función social de las
empresas que, tal como está indicado en el artículo 333 de la Constitución Política.

En estas primeras sentencias, el concepto de Debida Diligencia como obligación vinculante en la


actividad empresarial no se ha hecho presente; no obstante, la inclusión de estos deberes en los tratados
internacionales abren el camino para el surgimiento de contenidos vinculantes tanto para los estados
como para las empresas en materia de derechos humanos y principios constitucionales.

De tal modo, la Corte, ha revisado la responsabilidad social empresarial en el marco de la protección de


otros derechos fundamentales; para el caso de la sentencia T-247 de 2010, la Corte amparó el derecho a
la igualdad de una mujer que no fue contratada por Ecopetrol para el cargo de vigilante, debido a una
política empresarial de no contratación de mujeres, los argumentos esgrimidos por la empresa fueron
insuficientes para demostrar que no se había producido la violación del derecho al trabajo, pues la
empresa adujo que el programa de responsabilidad empresarial desarrollado incluía la contratación de
personas sólo en el área cercana al lugar de trabajo.

La Corte establece que la responsabilidad empresarial pese a ser voluntaria encierra elementos que
definen el comportamiento que deben tener las empresas en un Estado Social de Derecho e implican la

26
protección efectiva de los derechos fundamentales siendo complementarios con las actuaciones de otros
actores, tales como la sociedad civil, los sindicatos, las ONG, etc. En todo caso, concluye la H. Corte que,
la existencia de dichos planes no puede colocar a ningún sujeto, en situación de discriminación.
 
En lo atinente a la protección del derecho a la salud, cabe mencionar la sentencia SU-124 de 2018, al
ingresar a la revisión constitucional de la tutela interpuesta por una afiliada de una EPS de cara a la
negativa de practicar un panel genético para la confirmación del cáncer de mama cuya lectura se debería
realizar en Alemania, recordó que el Plan Decenal de Salud Pública que abarca el control del cáncer en
Colombia, encierra dentro de sus previsiones no sólo la acción estatal sino la intersectorial lo que
involucra la RSE y la corresponsabilidad individual para su control.

En lo que concierne a la participación y la RSE, se menciona en la sentencia C-150 de 2015 de control


constitucional de la Ley Estatutaria 227 de 2012, la regulación, promoción y protección del derecho a la
participación democrática, en ella se reconoce la RSE en consonancia con la Constitución y les asigna un
papel crucial a las empresas, en este caso del sector minero como actores principales en la garantía de la
democracia inclusiva.

En el caso de la sentencia C-389 de 2016, que revisa la constitucionalidad de la Ley 685 de 2001, Código
Minero, el Magistrado Alejandro Linares Cantillo, en su salvamento de voto contrario a la decisión de la
mayoría, consideró que el derecho a la participación está protegido en la Ley 1757 de 2015, con la
posibilidad de celebrar Alianzas para la Prosperidad, pues éstas, incentivan el diálogo entre actores y
establecen responsabilidades estatales y de las empresas por medio de mecanismos de responsabilidad
social empresarial y planes de manejo ambiental, sostiene el Magistrado que es el Estado quien debe
garantizar el ámbito de protección del derecho a la participación como derecho fundamental, siendo la
responsabilidad social empresarial un instrumento para la creación de consensos sobre intereses,
derechos y competencias en la protección del derecho a la participación ciudadana en el sector minero
(Correa, 2019, pág. 169)

Resulta necesario resaltar que, a partir de la sentencia T-732 de 2016 (Oleoducto Central Andino –
Ocensa- y el Consorcio de Tierras Boyacá) la Corte incluyó en el análisis normativo los PRNU como
directrices que determinan obligaciones para los Estados y deberes en relación con los derechos humanos,
sin que se trate de obligaciones novedosas y señaló que la actividad empresarial no puede estar aislada de
la protección de los derechos humanos, y la obligación de reparar las afectaciones a éstos, en los casos
que sus actividades produzcan una violación, reconocimiento que se hará en virtud de la aplicación de los

27
PRNU, cuyo objetivo es la protección, el respeto de los derechos humanos y la reparación o remediación
en caso de eventuales violaciones.

Los PRNU fueron construidos bajo tres pilares: El deber del Estado en la protección de los derechos
humanos, la responsabilidad de las empresas en su respeto y la necesidad de crear mecanismo de
remediación en caso de eventuales violaciones. Para implementar estas directrices los Estados deben
desarrollar e implementar planes de acción que incluyen la aprobación de contenidos de carácter
regulatorio y la implementación de medidas administrativas. Estos constituyen en palabras de la Corte: “…
una herramienta hermenéutica relevante para la solución de un caso como el que ocupa a la Sala. Su
aplicación no supone una limitación de los derechos y obligaciones establecidas en el ordenamiento
jurídico, es únicamente un criterio interpretativo para abordar el caso concreto, de conformidad con las
normas que son vinculantes y la jurisprudencia de esta Corporación…” (Corte Constitucional, T-732,
2016). De manera que, tanto las autoridades públicas como las empresas y las comunidades deben
propender por desarrollar un proceso de diálogo coordinado orientado a la deliberación siempre que exista
afectación de derechos con ocasión de la actividad empresarial.

De igual manera, la sentencia de unificación SU-095 de 2018, en la cual la Corte revisó la tutela
interpuesta por la empresa petrolera Mansarovar Energy Colombia Ltda., contra el Tribunal
Administrativo del Meta por considerar vulnerados varios de sus derechos con la sentencia proferida el 7
de marzo de 2017, acatando lo ordenado por el artículo 53 de la ley 134 de 1994 y el artículo 21 de la Ley
1757 de 2015 (Código Minero) por considerar que existía una falsa motivación por incongruencia entre la
parte considera y resolutiva y por no acatar el régimen de competencias entre el ente territorial y la nación,
al declarar constitucional la convocatoria a consulta popular en el Municipio de Cumaral, Meta para
permitir el pronunciamiento de la comunidad. La Corte termina tutelando los derechos de Mansarovar pero
señala que tal como lo definen los PRNU, las empresas deben actuar con la debida diligencia en torno a
prevenir reducir y mitigar los impactos de todo orden producidos en el territorio donde realizan sus
operaciones y será necesario implementar las gestiones necesarias, siendo el Estado quien debe vigilar que
éstas respeten los derechos humanos e implementen políticas corporativas para garantizar el cumplimiento
de los principios de participación ciudadana y respeto por los derechos en el marco de sus obligaciones
constitucionales, legales y el contenido contractual.

Con relación a la debida diligencia y los principios rectores, la sentencia SU-123 de 2018 antes
mencionada reconoce la necesidad de emplear el estándar debida diligencia como una obligación de las
empresas que requiere verificación por parte del Estado, orientando al juez a la aplicación de un test de

28
proporcionalidad cuando se presuma la violación de los derechos humanos, derivada de la actividad
empresarial y sea necesaria la aplicación de medidas de remediación.

En este sentido, la Corte considera el estándar de debida diligencia como un parámetro razonable para
valorar la actuación de las empresas, especialmente en los casos de consulta previa, teniendo en cuenta
que los instrumentos del derecho internacional de los derechos humanos son “criterios hermenéuticos
relevantes” para interpretar las normas constitucionales sobre derechos humanos; así lo ha señalado la
Corte en las sentencias C-715 de 2012 (sentencia de control constitucional de la Ley 1448 de 2011, ley de
víctimas) y C-327 de 2016 (demanda de inconstitucionalidad contra el artículo 90 (parcial) del Código
Civil).

El estándar de debida diligencia es construido a partir de varias fuentes, entre ellas lo PRNU,
concretamente el 17 que se ocupa de ella en materia de derechos humanos; la Observación General número
24 del Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales (Organización de las Naciones Unidas,
Comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, 2017) que señala las obligaciones que tienen los
Estados en la actividad empresarial, en especial los efectos en los pueblos indígenas y de igual manera las
empresas deben seguir el estándar de debida diligencia en derechos humanos. La Corte también menciona
sobre el tema que nos ocupa, la sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el caso de
los Pueblos Kaliña Lokono contra Surinam de fecha 25 de noviembre de 2015, en la cual se señalan los
deberes de la debida diligencia de las empresas frente a los derechos humanos con base en los PNRU
precisamente para pueblos indígenas, incluyendo la consulta previa.

La Corte concluye que la empresa desconoció el principio de debida diligencia en el reconocimiento, pues
el realizado por la Dirección de Asuntos Etnicos fue limitado y se vulneró el estándar internacional
mínimo de identificación de comunidades con afectación directa como consecuencia de proyectos
extractivos, de igual manera incumplió el deber de diligencia de reconocimiento al no identificar la
existencia del pueblo Awá “La Cabaña” potencialmente afectado por la explotación petrolera. Tampoco
observó el deber de diligencia sobre las tierras, territorios y recursos naturales, cuando afirmó que no debía
consultar a la comunidad y tampoco fue diligente en realizar la consulta previa, pues es obligatoria tal
como se mencionó en la primera parte de este documento cuando hay afectación directa.

Posterior a la sentencia SU-123 de 2018, la Corte ha proferido las sentencias reiterando la sentencia
unificadora en materia PRNU y los parámetros de la debida diligencia para adecuar las conductas tanto de
las autoridades públicas como de los particulares a la buena fe y la confianza legítima, entre ellas T-011 de

29
2019, revisión de la tutela interpuesta por el Gobernador Mayor del Resguardo Indígena Mokaná de
Tubará y el Gobernador Mayor del Resguardo Indígena Mokaná del Atlántico contra la Agencia Nacional
de Tierras, la Concesión Costera Cartagena-Barranquilla, Consorcio Vía al Mar, Club el Poblado, entre
otros; T-614 de 2019 de revisión constitucional de la tutela interpuesta por el Resguardo Indígena Wayúu
Provincial contra la empresa Carbones del Cerrejón Limited; y la T-369 de 2021 interpuesta por el
ciudadano William de Jesús Gutiérrez contra Empresas Públicas de Medellín.

4. PRONUNCIAMIENTOS RELEVANTES DEL CONSEJO DE ESTADO EN RELACIÓN


CON LA REGULACIÓN DE LA DEBIDA DILIGENCIA EMPRESARIAL EN
DERECHOS HUMANOS

Revisada la jurisprudencia del Consejo de Estado, se encontró que el primer pronunciamiento emitido por
esta instancia en materia de consulta previa data del 1° de enero de 1997, sentencia en la que se ampara la
protección de los derechos de la comunidad UWA, ante la expedición de licencia ambiental para la
explotación de petróleo en “Bloque Samoré”, como quiera que no se garantizó el derecho a la consulta
previa, desconociendo lo dispuesto en el artículo 6º de la Ley 21 de 1991, transgrediendo el principio de
buena fe (Consejo de Estado Colombia, Sentencia 100-CE-SP-EXP1997-NS673 de 1997, 10).

Protección que fue extendiéndose al otorgamiento de licencias ambientales y minería (Consejo de Estado
Colombia, Sentencia CE-SP- EXP1997- NS673 de 1997, 5); a la construcción de vías (Consejo de Estado
Colombia, Sentencia 52001-23-31-000-2010-00089-01 de 2010, 2010, 3); a la suscripción de planes de
ordenamiento territorial en la isla de San Andrés (Consejo de Estado Colombia, Sentencia 88001-23-31-
000-2005-00067-02 de 2012, 2012, 7); a la imposición de un contrato de fiducia mediante Decreto a la
comunidad Wayúu para la administración de los recursos de las Salinas de Manaure (Consejo de Estado
Colombia, Sentencia 11001-03-26-000-2010-00027-00 de 2015, 2015, 5); y a la construcción de un
relleno sanitario que afectaba a la comunidad indígena Wayúu (Consejo de Estado Colombia, Sentencia
44001-23-33-000-2016-00155-01 de 2016, 2016, 3); entre otros; en estas decisiones el derecho a la
consulta previa que ampara a los grupos étnicos fue garantizado.

Ahora bien, al hacer una revisión de los pronunciamientos emitidos respecto de la responsabilidad
empresarial y la debida diligencia, se encontraron como antecedentes jurisprudenciales en el Consejo de
Estado, la Sentencia proferida el 28 de marzo de 2014 por la Sección Primera dentro de la Acción Popular
que protegió, entre otros, los derechos a un ambiente sano y al agua, con ocasión de la contaminación del
río Bogotá. Acción a la cual fueron vinculadas las empresas ALPINA, ETERNIT, PELDAR S.A.,

30
REFISAL, CERVECERÍA LEONA S.A., DIACO S.A.-, INDUSTRIAS SPRING S.A, y la SOCIEDAD
STANTON Y CÌA. LTDA, 25000-23-27-000-2001-90479-01. Decisión en la que se dio aplicación al “
Principio de Precaución” como una medida para garantizar la protección del medio ambiente, teniendo
en cuenta que se se pretendía impedir la degradación del medio ambiente, sustentando esta determinación
en la línea jurisprudencial fijada por la Corte Constitucional en las Sentencias C-339 de 2002, C-703 de
2010, T-282 de 2012 y T-154 de 2013 (Consejo de Estado Colombia, Sentencia 25000-23-27-000-2001-
90479-01 de 2014, 2014, 25).

Así mismo, en la sentencia proferida el 31 de enero de 2019 por la Sección Primera del Consejo de
Estado, a través de la cual se resolvió la Acción Popular impetrada en contra de las empresas CEMEX
S.A. y ARENAS Y TRITURADOS DEL ORIENTE S.A.S., estas compañías fueron halladas
responsables de contaminación auditiva y atmosférica, con lo que se hace evidente la responsabilidad
empresarial existente frente a la garantía de los derechos colectivos y del ambiente. (Consejo de Estado
Colombia, Sentencia 05001-23-33-000-2015-02505-01 de 2019, 2019, 14)

Las cuatro sentencias seleccionadas aportan nuevos elementos y directrices frente a los alcances de la
consulta previa, respecto de los cuales entramos a detallar los siguientes:

El primer caso, corresponde a la Acción de Tutela instaurada por la señora Lorenza Marcela Gil Pushaina,
como autoridad tradicional del asentamiento indígena Wayúu La Horqueta, por considerar vulnerados los
derechos fundamentales al debido proceso y a la consulta previa, con ocasión de las obras ejecutadas por
la Empresa Carbones del Cerrejón Limited, tendientes a desviar el cauce del Arroyo Bruno y de las
molestias ocasionadas a ellos por el paso del tren de carga de la misma (Consejo de Estado de Colombia,
Sentencia 44001-23-33-000-2016-00079-01 de 2016, 2016, 26).

En este pronunciamiento el Consejo de Estado reconoce que los conocimientos tradicionales son
inseparables de las comunidades indígenas e importantes para la conservación de sus medios de vida. Al
respecto, se hace una precisión frente al territorio en un sentido amplio, es decir que ya no se limita al
lugar de habitación de un grupo étnico para definir el área de impacto de un proyecto de infraestructura
sino que abarca la totalidad del entorno en el que la comunidad desarrolla sus prácticas vitales, toda vez
que reconoce el territorio para estas comunidades puede apartarse radicalmente de aquel concebido por la
cultura occidental (Consejo de Estado de Colombia, Sentencia 44001-23-33-000-2016-00079-01 de 2016,
2016, 42).

31
Atendiendo este nuevo criterio, no basta con que exista una certificación que indique el reconocimiento
de un pueblo indígena en un territorio determinado, es decir, que un asentamiento se encuentra
geográficamente localizado en un área determinada, es necesario además reconocer que la afectación al
territorio involucra las zonas en que dicha comunidad desarrolla sus prácticas vitales, como elemento de
sus conocimientos y tradiciones.

El segundo caso, se refiere al Auto del 20 de junio de 2017, a través del cual la Sala de Consulta y
Servicio Civil resuelve la consulta elevada por el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible
(Consejo de Estado, Auto 11001-03-06-000-2017-00057-00(2334) de 2017, 2017, 14), en el que se
aborda como tema principal la posibilidad de presentar al Congreso de Colombia un proyecto de Ley
aprobatorio para incorporar al bloque de constitucionalidad el Protocolo de Nagoya (Naciones Unidas,
Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica, 2011).

Al respecto, considerando que el Protocolo de Nagoya afecta directamente a las comunidades étnicas,
como quiera que reconoce que, las comunidades indígenas pueden tener el derecho de conceder el acceso
no sólo a los conocimientos tradicionales asociados a su cultura sino a los recursos genéticos; y que esta
prerrogativa se refiere a la explotación de recursos naturales en sus territorios, actividad regulada en el
artículo 15 del Convenio de 169 de la OIT y sobre la cual estas comunidades tienen el derecho
constitucional a ser consultadas, de acuerdo con lo dispuesto en el artículo 330 de la Constitución
Política, el Consejo de Estado concluyó que no es posible presentar directamente al Congreso de la
República el Proyecto de Ley aprobatorio del Protocolo de Nagoya, sin antes haber realizado la
celebración de la consulta previa con las comunidades étnicas.

Este pronunciamiento fija un nuevo límite para el Estado, al indicar que la facultad para aprobar e
incorporar tratados al bloque de constitucionalidad (Constitución Política de Colombia, artículo 93,
1991), no puede abstraerse del deber de realizar la consulta previa a las comunidades indígenas, si el texto
de dichos tratados incorpora elementos que pueden afectar los derechos de las mismas, por estar
asociados a su cultura y a los recursos genéticos, con lo cual la posición del Consejo de Estado continúa
con la línea jurisprudencial acogida en la Sentencia C-214 de 2017 proferida por la Corte Constitucional,
en la que se establecieron reglas jurisprudenciales sobre el ejercicio del derecho a la consulta previa frente
a tratados internacionales, precisando que las leyes aprobatorias de tratados deben ser objeto de consulta
previa cuando el texto afecte de forma directa a estas comunidades.

32
El tercer pronunciamiento, corresponde a la Sentencia a través de la cual, el Consejo de Estado resolvió
una Acción de Tutela presentada entre otros por el Consejo Comunitario de Afrodescendientes del Alto
Caribona, con ocasión del contrato de concesión minera JG4-16531 suscrito por la Agencia Nacional de
Minería (Consejo de Estado de Colombia, Sentencia 11001-03-15-000-2017-01785-01, 2018), reiterando
la línea jurisprudencial fijada por la Corte Constitucional en Sentencia SU-133 de 2017 en la que se
indicó que la adjudicación de este tipo de contratos tiene la virtualidad de afectar a los pueblos
étnicamente diferenciados (Corte Constitucional Colombia, Sentencia SU-133 de 2017).

En esta providencia se precisó además, que el derecho de prelación para el otorgamiento de concesión
sobre yacimientos y depósitos mineros ubicados en zona minera de una comunidad negra, no constituye
justificación para omitir la aplicación del derecho a la consulta previa; y que en caso que se decidan
adoptar medidas administrativas o legislativas que afecten directamente a los pueblos o comunidades
indígenas o afrodescendientes debe garantizarse el derecho a la consulta previa (Consejo de Estado de
Colombia, Sentencia 11001-03-15-000-2017-01785-01, 2018, 35).

El cuarto pronunciamiento se refiere a la Sentencia a través de la cual el Tribunal Administrativo de


Nariño resolvió la Acción de Tutela instaurada por el señor José Ilder Díaz Benavidez y otros, en la que
se aborda la Resolución 001 de 2020 emitida por el Ministerio del Interior, donde se señala que la
consulta previa no procede para la “modificación del programa de erradicación de cultivos ilícitos
mediante aspersión aérea” (Tribunal Administrativo de Nariño, Colombia, Sentencia 52-001-33-33-002-
2020- 00051-01(9224), 2020)

Al respecto, el Tribunal señala que la erradicación de cultivos ilícitos se encuentra destinada a 14


departamentos y 104 municipios, dentro de los cuales eventualmente podrían verse involucradas zonas en
las que existan comunidades indígenas o étnicas, que podrían verse afectadas en sus costumbres,
tradiciones y forma de vida, al negarse la posibilidad de ejercer el derecho a la consulta previa; por lo
tanto, siempre que se pretenda realizar actividades de aspersión con glifosato en territorios donde habitan
dichas comunidades, deberá garantizarse su derecho a participar en las decisiones administrativas o
legislativas que les afecten (Tribunal Administrativo de Nariño, Colombia, Sentencia 52-001-33-33-002-
2020- 00051-01(9224), 2020, 56).

De esta manera el Consejo de Estado, establece un nuevo criterio de protección del derecho a la consulta
previa, para grupos étnicos diferenciados, en el caso de medidas administrativas, es decir, aquellas
proferidas por el conjunto de entidades pertenecientes a la rama ejecutiva en ejercicio de su función

33
administrativa. De acuerdo con lo anterior, la consulta previa aplica cuando se ejecutan actos específicos
o individuales que puedan afectar o interesar a los pueblos indígenas (Rodríguez, 2014, 85),
pronunciamiento en el cual el Tribunal se refirió a la necesidad de garantizar el derecho a la participación
de los demás miembros de la comunidad a través de los mecanismos de participación y protección
diseñados para ello.

Al respecto, se observa que la Corte Constitucional en Sentencia T-236 de 2017, amparó los derechos de
de las comunidades indígenas y afrodescendientes asentadas en el municipio Nóvita, Chocó;
pronunciamiento que motivó la expedición de las Resoluciones 006 de 2015 del Consejo Nacional de
Estupefacientes y 1214 de 2015 de la Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), que
ordenaron la suspensión de la aspersión con glifosato; no obstante el pronunciamiento el Tribunal
Administrativo de Nariño, amplió el alcance de la citada sentencia al involucrar 14 departamentos y 104
municipios a nivel nacional, en los cuales podría haber asentamientos de comunidades indígenas o
étnicas, titulares del derecho a la consulta previa (Tribunal Administrativo de Nariño, Colombia,
Sentencia 52-001-33-33-002-2020- 00051-01(9224), 2020, 25). Con ello se reafirma que el Consejo de
Estado y el Tribunal Administrativo de Nariño acogieron la línea jurisprudencial fijada por la Corte
Constitucional, no obstante, ampliaron algunos criterios y la cobertura en el territorio nacional.

5. REFLEXIONES DE OTRAS CORTES SOBRE LA REGULACIÓN DE LA DEBIDA


DILIGENCIA EMPRESARIAL EN DERECHOS HUMANOS

5.1 Corte Suprema de Justicia

La consulta previa ha sido contemplada en Colombia como un derecho fundamental orientado a proteger
los derechos de los pueblos y las comunidades tribales para todas las actividades, proyectos, obras o
iniciativas desarrolladas en el territorio de las comunidades étnicas por ello abordaremos los siguientes
fallos identificados así:

En la Sentencia STC 9157 del 6 de junio de 2016 (Acción de tutela segunda instancia. MP. Ariel Salazar
Ramírez. consulta previa. Autoridades indígenas zenúes de la región del alto San Jorge, y otras adscritas a
ese resguardo, contra la Secretaría de Educación Departamental de Córdoba y la Dirección de Consulta
Previa del Ministerio del Interior), señala la Corte Suprema de Justicia que la prevalencia del respeto y
operancia por parte del Estado y sus entidades en la prestación del servicio integral de educación en

34
comunidades indígenas que se conoce como la etnoeducación al interior de los resguardos y territorios
indígenas aunado a la efectiva salvaguarda como parte de los derechos humanos en Colombia, se refleja
en este pronunciamiento judicial del máximo tribunal de cierre en lo civil.

Se establece la obligatoriedad de convocar a un proceso de concertación- consulta previa a los integrantes


del Resguardo Indígena accionante, donde se trate la temática expuesta en la precitada sentencia y se
adopten las medidas necesarias tendientes a garantizar el derecho a la etnoeducación de la comunidad.
Así mismo, esta providencia ordena a la Defensoría del Pueblo y al Ministerio de Educación Nacional
que, en el marco de sus competencias, asesoren y acompañen a la comunidad étnica e indígena Zenú del
Alto San Jorge en el proceso de concertación con la Secretaría de Educación Departamental de Córdoba
para la escogencia y contratación de etno-educadores y prestadores públicos o privados de este servicio de
educación en sus territorios. Lo anterior denota que empresas y particulares deben participar directa o
indirectamente en los procesos de garantizar la educación integral que comprende infraestructura,
escogencia de los educadores y todos los elementos que comprometan la cobertura y calidad de la
educación básica y secundaria al interior de las comunidades indígenas, observando siempre los procesos
de concertación y consulta previa con los voceros autorizados por dichas comunidades indígenas.

Por otro lado, la Sentencia STC 496-2017 del 25 de enero de 2017 (Acción de tutela. Derecho a la
consulta previa con ocasión de obras públicas. Organización Wiwa, Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona
contra Ministerios de Transporte y del Interior, Agencia Nacional de Infraestructura y el operador
concesionario). En esta sentencia la Corte Suprema de Justicia de Colombia aboca la resolución de los
problemas jurídicos materia de la controversia entre empresas particulares, el Estado y las comunidades
indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta. La Corte centra su atención en establecer si el proceso de
consulta previa respecto de la comunidad indígena de la Sierra Nevada de Santa Marta es exigible o no,
de manera anterior y previa a la construcción de las casetas de peaje de Salguero y Río Seco y si dichas
construcciones que efectúan empresas particulares contratadas por el Estado, afectan directamente la
movilización de la comunidad desde y hacia sus sitios sagrados afectando su economía, sus costumbres y
rituales ancestrales.

Así mismo, se abordan en el texto del fallo objeto de análisis, los pronunciamientos fundadores y
desarrolladores de la consulta previa, como derecho fundamental en atención de salvaguardar la
integridad étnica, social y cultural de los grupos étnicos y tribales que habitan, en especial la Sentencia de
Unificación de la Corte Constitucional SU-039 de 1997, en la cual se dispone que la consulta previa es
una prerrogativa esencial porque "concreta mandatos constitucionales, como el principio de participación

35
de grupos particularmente vulnerables, la diversidad cultural y los compromisos adquiridos por el Estado
en el marco del Derecho Internacional de los Derechos Humanos, frente a los pueblos étnica o
culturalmente diversos” (Corte Constitucional, Sentencia SU-039 de 1997).

También debe mencionarse la Sentencia del 14 junio de 2012, en el cual se establece que la finalidad de
la consulta previa es “analizar el impacto económico, ambiental, social y cultural que puede ocasionarse a
una comunidad indígena o afrodescendiente…" con ocasión de cualquier medida legislativa,
administrativa o, de hecho, que las afecte directamente, incluyendo, pero sin limitarse, la explotación de
recursos naturales en sus territorios. (Corte Suprema de Justicia, Sentencia del 14 junio de 2012, Rad.
60870).

En la parte resolutiva de esta sentencia se concede el amparo de los derechos a la autodeterminación,


subsistencia, diversidad étnica y consulta previa de las comunidades étnicas diferenciadas que habitan el
territorio sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta. De otro lado, en ella se suspenden los efectos de
los actos administrativos específicamente de las resoluciones 1919 de 2015, la 2036 de 2016 y todas
aquellas que las hayan modificado o adicionado, expedidas por el Ministerio de Transporte, en lo que
atañe a las estaciones de Río Seco y Salguero, hasta tanto se agote el trámite de consulta previa
destacando que, finalizado éste, dicha cartera ministerial deberá adoptar las decisiones que corresponda
acorde con el mismo, ya sea reanudando, modificando o restando los efectos de los aludidos actos
administrativos. Por último, ordena al Ministerio del Interior que, con la participación de los interesados
en la instalación de los peajes referidos a espacio, realice el proceso de consulta previa a las comunidades
que habitan el territorio sagrado de la Sierra Nevada de Santa Marta, en un término no superior a los tres
meses siguientes a la notificación de esta decisión. (Corte Suprema de Justicia de Colombia, Sentencia
STC496-2017).

La relevancia de esta sentencia denota que el Estado y las empresas particulares que ejecuten obras
públicas en territorios indígenas deben participar directamente en los procesos de concertación, discusión
y consensos que promueven la consulta previa como mecanismo de defensa de los derechos humanos al
interior de territorios indígenas. Estos procesos consultivos deben ser adelantados de manera previa a la
ejecución de los proyectos con los voceros autorizados por dichas comunidades indígenas y lograr
materializar la prevención de impactos por obras públicas de infraestructura sobre derechos humanos de
dichos grupos étnicos.

36
En igual sentido, la sentencia STC10244-2017 del 17 de julio de 2017, sobre la Acción de tutela
interpuesta por Enrique Epieyú en representación de la comunidad Jogiamana contra Ministerio del
interior - Dirección de Consulta Previa, Corpoguajira y un particular Valores y Contratos S. A. –
Valorcon. señala en los casos que el Estado y las empresas particulares ejecutan obras públicas en
territorios indígenas, debe garantizarse la participación de ellos en los procesos de concertación, discusión
y consensos que promueve la consulta previa como mecanismo de defensa de los derechos humanos al
interior de territorios indígenas, específicamente en este fallo, de la ejecución del contrato No 1391 de
2015 para el mejoramiento, gestión predial social y ambiental de la vía Mayapo - Manaure en el
departamento de la Guajira.

Así las cosas, la Corte Suprema señala que en este caso resultaba indispensable efectuar a las
comunidades indígenas, la consulta previa, pues el proyecto contenido en el contrato de obra No- 1391 de
2015 podría afectarlas eventualmente, debido a la modificación de su entorno. Este fallo señala que no se
inició por parte de Valorcon S.A. el proceso consultivo y se considera que la ejecución de las obras
pueden tener injerencia directa en el ecosistema del territorio o en los aledaños, donde se ubica la
comunidad Jogiamana, por ello, se imparten las órdenes pertinentes para garantizar el proceso consultivo
en orden a establecer el impacto del proyecto. on este fallo se modifica la sentencia de fecha, contenido y
procedencia puntualizados en la

Importante incluir, la sentencia STC 19033-2017 del 16 de noviembre de 2017, acción de tutela
interpuesta por Hazael Darío Bernal Polo en calidad de capitán del Cabildo Indígena Zenú “Neiva” contra
las Direcciones de Asuntos Indígenas, Rom y Minorías y de Consulta Previa, ambas del ministerio del
interior, la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA), la Corporación Autónoma Regional
de los Valles del Sinú y del San Jorge (cvs), Clean Energy Resources S.A. y otros). En esta sentencia la
C.S.J recopila valiosos pronunciamientos de la Corte Constitucional que aplican al caso sub examine y
que precisan conceptos determinantes en materia de delimitación de territorios, titularidad de derechos y
consulta previa en Colombia. Dentro de los principales argumentos que la Corte analizó en este
pronunciamiento se encuentra que para el caso de esta acción de tutela y ante el interrogante de si se
deben consultar únicamente a las comunidades que posean territorio titulado, se acude a la jurisprudencia
de la Corte Constitucional, específicamente a la sentencia T-197 de 2016, en la cual la Corte hizo las
siguientes apreciaciones: "En virtud de su naturaleza cultural, el territorio no se define exclusivamente en
términos geográficos. Si bien su demarcación juega un papel vital para su adecuada protección jurídica y
administrativa, no debe perderse de vista que este tiene un efecto expansivo, que comprende lugares de

37
significación religiosa o cultural, aunque estén por fuera de sus límites físicos. (Sentencias T-525 de
1998, T-698 de 2011, T-235 de 2011 y T-282 de 2012).

De otra parte, la Corte Suprema de Justicia en esta decisión reseña que no cabe desconocer la existencia
de comunidades étnicas en la zona de influencia de un proyecto, con el único argumento de que su
presencia no ha sido certificada por la entidad respectiva. En consecuencia, cuando se haya certificado la
no presencia de comunidades étnicas en la zona de influencia de un proyecto, pero otros mecanismos de
prueba permiten constatar su existencia, el responsable del proyecto deberá tenerlas en cuenta en los
respectivos estudios y dar aviso al Ministerio del Interior, para efectos de garantizar su derecho a la
consulta previa. (Sentencias T-693 de 2012, T-993 de 2012 y T-172 de 2013).

La C.S.J en este fallo también afirma que no puede negarse el derecho de una comunidad étnica a ser
consultada con el argumento de que la titulación de un resguardo o territorio colectivo, la constitución de
un Consejo Comunitario o el reconocimiento oficial de un Cabildo o Parcialidad Indígena tuvo lugar con
posterioridad a la expedición del certificado de presencia de comunidades por parte del Ministerio del
Interior o al otorgamiento de la licencia ambiental para el respectivo proyecto. (Sentencias T-693 de 2012
y T-993 de 2012).

Reseña el fallo analizado que tampoco cabe negar el derecho de un grupo étnico a ser consultado con el
argumento de que su territorio no se encuentra titulado como resguardo indígena o territorio colectivo o
no ha sido inscrita dentro del registro de comunidades indígenas y afro colombianas del Ministerio del
Interior. (Sentencias T-372 de 2012 y T-657 de 2013).

En otro de los apartes de este fallo La C.S.J. señala que cuando existan dudas sobre la presencia de grupos
étnicos en el área de influencia de un proyecto, o sobre el ámbito territorial que debe ser tenido en cuenta
para efectos de garantizar el derecho a la consulta previa, la entidad encargada de expedir la certificación
debe efectuar un reconocimiento en el terreno y dirimir la controversia a través de un mecanismo
intersubjetivo de diálogo en el que se garantice la participación efectiva de las comunidades cuyo
reconocimiento o afectación territorial es objeto de controversia (Sentencia T-294 de 2014).

Con relación al derecho a la protección de las áreas sagradas o de especial importancia ritual y cultural,
incluso si están ubicadas fuera de los resguardos, se observa que el Convenio 169 OIT acoge un concepto
amplio de territorio, al indicar que se consideran como tal, aquellas áreas de una comunidad que

38
comprenden, no sólo las tituladas o habitadas, sino también aquellas que constituyen el ámbito tradicional
de sus actividades sagradas o espirituales. (Sentencia T-693 de 2011).

Por último, en la sentencia STC 7931-2018, Acción de tutela-segunda instancia incoada por Samuel
Ipuana y Pedro Gustavo Ortiz contra el Ministerio de Educación Nacional y Administración Temporal de
la Educación del departamento de la Guajira, en la cual se analiza la omisión de convocar previamente a
las autoridades que conforman las comunidades Guaimarito y Guaimachito, registradas en las bases de
datos de la Dirección de Asuntos Indígenas, Rom y Minorías del Ministerio del Interior, al proceso de
concertación para la escogencia del operador para la prestación del Programa de Alimentación Escolar
(PAE). En el asunto sub examine, emerge claro que los gestores se duelen de que las autoridades
accionadas efectuaron un proceso de concertación para la escogencia del operador indígena para el
Programa de Alimentación Escolar PAE vigencia 2018, para la educación de los niños y niñas de las
comunidades indígenas «Guaimarito» y «Guamachito» en el Resguardo Indígena Lomamato,
departamento de La Guajira, en el que se escogió al “Operador Jucaproy”, pero que el procedimiento se
realizó en forma irregular porque no se convocó previamente a las autoridades tradicionales que
conforman tales comunidades y que están certificadas por la Dirección de Etnias del Ministerio del
Interior ROM y Minorías, y tres (3) de ellas que asistieron, “no fueron avaladas por falta de las
respectivas cédulas”, por lo que se desconoció el derecho a la realización de una consulta previa. (Corte
Suprema de Justicia de Colombia, sentencia STC7931-2018).

En este fallo se reseña que la Sala respectiva de la C.S.J al pronunciarse en un caso de similares aristas
en el que, incluso, ya se encontraba en ejecución la prestación del servicio del programa de alimentación
PAE, tuvo la oportunidad de señalar, que: con todo, se resalta que el inicio del programa de primera
infancia sin el agotamiento de la consulta previa no releva a las autoridades competentes de surtirla, pues,
de acuerdo con la jurisprudencia constitucional. “(…) el carácter eminentemente preventivo de la consulta
previa no significa que no se deba realizar la consulta una vez haya sido ejecutado el proyecto respectivo.
Por el contrario, en múltiples ocasiones la Corte ha ordenado realizar consultas con comunidades
indígenas y negras, a pesar de haberse ejecutado los proyectos respectivos. Sin embargo, dichas consultas
no pueden desnaturalizarse convirtiéndose únicamente en mecanismos de compensación e indemnización
de los daños causados a los miembros de la comunidad individualmente considerados. Esto debilitaría la
autoridad de las instituciones y las formas organizativas propias de dichas comunidades. las consultas en
tales casos deben ir encaminadas, principalmente, a corregir los impactos debidamente identificados, que
hayan sido causados a los derechos colectivos de la comunidad (STC 3409-2018, 12 marzo 2018 rad.
2017-00209-01).

39
Para concluir nuestro análisis, se ratifica con este fallo que los procesos consultivos con las comunidades
deben ser adelantados de manera anterior al inicio de la ejecución de los proyectos de desarrollo y la
prestación de los servicios y deben ser concertados con los voceros autorizados por dichas comunidades
indígenas para lograr materializar la prevención de impactos en los derechos humanos de dichos grupos
étnicos con ocasión de la escogencia del operador indígena para el programa de alimentación escolar
(PAE vigencia 2018), dentro de la prestación del servicio integral de educación de los niños y niñas de
las comunidades indígenas “Guaimarito” y «Guamachito» en el Resguardo Indígena Lomamato, en el
departamento de La Guajira.

5.2 Corte Interamericana de Derechos Humanos

En los últimos veinte años los Estados del continente y su principal organización regional, la
Organización de los Estados Americanos (OEA), han profundizado de manera progresiva y continuada en
la cuestión integral y compleja de los DDHH y la actividad empresarial en la región. La Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) como órgano de la OEA, ha emprendido esta tarea con la
finalidad de promover la defensa de los derechos humanos, por lo cual una de sus principales
preocupaciones se ha centrado en la ausencia de sanciones para las empresas en materia de violaciones de
DDHH y los vacíos normativos y regulatorios en la legislación regional de los países miembros para
poner límites efectivos que garanticen el cumplimiento del respeto y la no vulneración de ellos durante el
ejercicio de las actividades riesgosas y peligrosas desarrolladas por las empresas multinacionales en
varios sectores, tales como el minero-energético, el agroindustrial o el de construcción de proyectos de
infraestructura.

La jurisprudencia de la CIDH, se centra en actuaciones realizadas en el marco del ejercicio de sus


competencias contenciosas y cuya base principal son las excepciones preliminares, el fondo de asuntos
jurídicos y las reparaciones por transgresiones y violaciones al sistema jurídico regional e internacional.

En los últimos años y especialmente desde el 2016, la CIDH ha realizado múltiples audiencias temáticas
para conocer con mayor rigor y precisión la información sobre DDHH y empresas e identificar los retos
que se presentan sobre tales materias para el Sistema Interamericano de Derechos Humanos (SIDH), ello
ha planteado profundos cuestionamientos y la necesidad de implementar actuaciones efectivas en el
marco de sus decisiones, por ser un órgano de cierre aunado a que la mayoría de los asuntos versan sobre
hechos que comprometen la integridad física, moral y material de individuos y grupos, así como de los

40
defensores de la tierra y de otros DDHH al interior de los países miembros de la OEA. En esta materia la
CIDH se ha ocupado de variados asuntos, entre los que vale mencionar:

5.2.1 Hallazgos en materia de derechos humanos y consulta previa

En esta materia deben señalarse los casos: AWAS TINGNI VS NICARAGUA del año 2001, el fallo
SARAMAKA VS. SURINAM y el fallo de SARAYAKU VS. ECUADOR. Todos ellos comparten
hechos similares, con relación a la autorización que los Estados hacen a empresas extractivas, la mayoría
de ellas de naturaleza multinacional que ejercen actividades mineras o energéticas sin consultar a las
comunidades y habitantes, específicamente pueblos Indígenas, minorías étnicas o comunidades pobres y
desplazadas, en zonas donde estas comunidades son titulares del territorio afectado.

Ahora bien, a pesar de estar centrados en la responsabilidad del Estado, se observa como las licencias de
operación y explotación de recursos naturales son obtenidas de manera imperfecta e irregular, sin
contemplar requisitos jurídicos y económicos esenciales para su concesión u otorgamiento. En varios de
ellos se encuentran conductas ilícitas como: la presentación de documentación falsa e incompleta, el
soborno a funcionarios públicos o la errada o acomodada interpretación de normas ambiguas en favor de
las empresas y sus representantes, estas son las situaciones más usuales que transgreden el ordenamiento
jurídico interno y desde luego violan DDHH consagrados en normas de derecho internacional público
(Comisión Interamericana de Derechos Humanos. Pueblos indígenas, Comunidades Afrodescendientes y
Recursos Naturales: Protección de derechos humanos en el contexto de actividades de extracción,
explotación y desarrollo, 2015).

En estos pronunciamientos, la Corte Interamericana de Derechos Humanos reconoce que los Estados
tienen el deber de asegurar la efectividad de los derechos humanos protegidos por los instrumentos
interamericanos en las relaciones interindividuales y colectivas, así como de prevenir con la debida
diligencia las violaciones de tales derechos con la investigación, la imposición de sanciones y los
mandatos de reparación frente a cada responsable.

Vale resaltar que en el caso SARAMAKA VS. SURINAM, la CIDH estableció como obligación estatal la
realización de la consulta previa y la obtención de consentimiento informado, en aquellos casos en que
pretendan realizar proyectos de desarrollo e inversión que, de una u otra forma, puedan llegar a afectar a
las comunidades. (CIDH. Pueblo Saramaka vs. Surinam, 28 de noviembre de 2007).

41
5.2.2. Hallazgos en materia de debida diligencia empresarial

Frente al principio de debida diligencia empresarial, deben mencionarse varias decisiones, en primer
lugar, el caso KALINA Y LOKONO VS. SURINAM, en el cual la CIDH aplicó integralmente los
principios rectores de las Naciones Unidas sobre Empresas y Derechos Humanos. Entonces, en este la
Corte buscó delinear y reseñar los deberes de un Estado, en la garantía integral que las empresas privadas
de todos los sectores cumplan con el conjunto de los derechos humanos y normas ambientales aplicables
en los países de la región. Las posteriores decisiones de la CIDH continúan por esta línea jurisprudencial..

Los siguientes fallos a mencionar, datan del año 2021, en primer lugar, el caso MISKITOS VS.
HONDURAS y en segundo lugar, MARTINA VERA ROJAS VS. CHILE. Si bien en estos dos casos la
Corte IDH vuelve a aplicar en materia de empresas y Derechos Humanos (en adelante, EDH), tanto los
aspectos, consideraciones y decisiones de ambas providencias constituyen avances significativos para el
desarrollo del régimen de DDHH y actividad empresarial en el Sistema Interamericano, su contenido
sigue siendo muy genérico y abstracto. En estos casos, se dan pequeños pasos hacia la vinculación de los
principios rectores con la Convención Americana sobre Derechos Humanos (CADH) y, en menor medida,
con el Protocolo de San Salvador sobre Derechos Económicos, Sociales y Culturales. La Corte IDH
parece estar dispuesta a usar los principios en sus consideraciones y resolutorios, pero no utiliza este
marco normativo para ordenar medidas efectivas de reparación económica y moral concretas sobre el
deber del Estado de regular la conducta empresarial frente a los derechos humanos vulnerados en estos
dos casos. (Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea)

La decisión de BUZOS MISKITOS sobre derechos laborales y responsabilidad de las empresas, aborda
las condiciones laborales y de salud de los buzos Miskitos que trabajan para empresas de pesca de
langosta operando en territorio hondureño. Este caso en particular dio lugar a un acuerdo amistoso entre
el Estado y los peticionarios y que posteriormente fue revisado y avalado por la Corte IDH. El matiz
determinante de la decisión se centra en torno a los derechos a la salud, la seguridad y las condiciones de
trabajo de las víctimas, pero en su revisión del acuerdo, la Corte IDH utiliza los principios rectores para
establecer algunas obligaciones generales de los Estados en materia de EDH. En efecto y, en primer lugar,
el Tribunal reitera el deber del Estado de prevenir toda violación de los derechos humanos por parte de las
entidades privadas que operan bajo su territorio. La Corte refiere obligaciones del Estado y la empresa
basadas en el primer y el tercer pilar de los principios rectores de las Naciones Unidas, la Corte IDH
establece que dicho deber incluye la adopción de leyes y políticas específicas, incluida la diligencia
debida (pág. 49) y mecanismos de reparación (pág. 50). Si bien es importante la referencia a la inclusión

42
de deberes concretos, la Corte IDH no hace una aplicación especial a la situación concreta de los buzos
Miskitos. En segundo término, la Corte IDH utiliza el segundo pilar de los principios para afirmar que las
empresas son las primeras responsables de garantizar que sus actividades respeten los derechos humanos
(pág. 51). Esto incluye medidas como políticas internas que se evalúen constantemente, estrategias de
mitigación y mecanismos de rendición de cuentas, incluyendo a las cadenas de suministro empleadas
(pág. 52). La Corte IDH en este caso particular no tiene en cuenta otros instrumentos sobre EDH y
estándares laborales reconocidos internacionalmente. (Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea,
2021)

Por último, en este caso objeto de análisis sobre la denominada debida diligencia empresarial, la Corte
IDH no ordenó ninguna medida específica que obligará a Honduras a promulgar leyes o políticas
específicas aplicables a todas las empresas en torno a EDH. La única observación realizada en el fallo
versa sobre una reparación relativa a la adopción de planes de certificación para la pesca segura (pág.
162), donde la Corte establece que Honduras debe adoptar una nueva normativa de pesca que incluya
“políticas de derechos humanos, procesos de diligencia debida y procesos para remediar las violaciones
de derechos humanos” (pág. 138). (Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea, 2021).

La Corte especifica que las empresas deben hacerse cargo del costo financiero de la implementación de
nuevos mecanismos de seguridad y supervisión en este tipo de actividades. Se observa con este fallo que,
dado que la Corte no ordena adoptar una nueva normativa pesquera y tampoco forma parte de las órdenes
contenidas en la parte resolutiva de la sentencia, es improbable que el Estado Hondureño haga cumplir
este requisito a las empresas que desarrollan este tipo de actividades en ese país. Sin embargo, la Corte
IDH podría monitorear el cumplimiento de esta medida en las audiencias de supervisión de cumplimiento
de sentencia que se lleven sobre este caso con posterioridad a su proferimiento. (Herencia-Carrasco,
Salvador & Gillespie, Kelsea, 2021).

En el caso de la decisión de Martina Vera sobre la salud y el deber de los seguros médicos privados de
respetar los derechos humanos, se aborda la situación particular de la demandante, quien nació con una
rara y especial condición conocida como Síndrome de Leigh, que afecta crónicamente las capacidades
mentales y psicomotoras de las personas. Este caso se dio en la ciudad de Arica-Chile. El caso ocurrió en
el hospital público de la ciudad Yen, ese momento de tiempo el hospital referido, no contaba con los
medios científicos y tecnológicos necesarios para brindarle un adecuado y efectivo tratamiento a la
paciente. Esta realidad con llevó a que los padres de Martina contratarán un seguro privado de salud,
ISAPRE, en 2007. En 2010, la ISAPRE canceló unilateralmente la póliza de seguro por ende el contrato

43
argumentando que la condición de Martina era “progresiva e irrecuperable” (pág. 128). Dicha cancelación
del contrato de seguro, puso la vida de Martina en grave riesgo, dicha cancelación fue técnicamente legal
y se hizo de acuerdo con la normativa chilena de la época, como confirmó la Corte Suprema de Justicia
de Chile. (Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea, 2021).

Este caso es de vital importancia en el contexto de los derechos humanos y la empresa, pues desarrolla el
derecho a la salud de menores de ambos sexos con discapacidad y el papel del Estado respectivo en este
caso del chileno, para salvaguardar integralmente este derecho humano fundamental en su población, la
CIDH analiza frente al derecho a la salud, a la seguridad social si el Estado chileno cumplió
efectivamente con su deber de asegurar o propender para que las empresas privadas ofrezcan un servicio
de salud de calidad, oportunidad y eficiencia. De igual manera, centra su pronunciamiento en el principal
deber del Estado de proferir regulación y supervisión continua para que las empresas privadas que ofrecen
servicios públicos, como en este caso, no afecten e impacten los derechos a la vida y a la integridad
personal de los pacientes que reciben servicios de salud.

Se debe mencionar la inexistencia de órdenes de reparación moral y económica, lo cual llama la atención
pues la Corte no ordenó ninguna sanción u orden específica en relación con lo establecido en el EDH. A
pesar de que la Corte reconoció que la ISAPRE conocía la condición de Martina Vera y, aun así, procedió
a la cancelación de la póliza de seguro médico. (pág. 129). De otra parte, la Corte no ordenó al Estado de
Chile que revisara la actual regulación de las empresas privadas de salud, ni tampoco que se adoptarán
medidas de política para asegurar un rápido acceso a recursos legales efectivos por parte de los usuarios
de las ISAPRE. (Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea, Análisis del 2021).

6. CONCLUSIONES

● Es necesario el fortalecimiento de la regulación de la debida diligencia empresarial en derechos


humanos, considerando que las entidades gubernamentales en Colombia que tienen asignadas las
funciones de vigilancia y control aún no cuentan con las herramientas y los mecanismos
necesarios para prevenir, proteger e identificar casos de violaciones a los derechos humanos
ocasionadas por la actividad empresarial. Siendo aún más difícil determinar el nivel de afectación
en caso de posibles violaciones lo que imposibilita la creación de mecanismo de remediación y la
puesta en marcha de medidas de no repetición que generen impacto en los sujetos titulares de los
derechos conculcados.

44
● La Corte Constitucional ha sido el principal protagonista en la definición de una línea
jurisprudencial que reconoce el poder vinculante que tienen los principios rectores de la debida
diligencia tanto para los Estados en materia de respeto y protección de los derechos humanos
como para las empresas en materia de RSE vinculada con los derechos fundamentales. Esto
supone para el Estado colombiano la obligación perentoria de avanzar en la expedición de normas
de carácter vinculante que señalen el deber ser de las empresas en materia de respeto y protección
de derechos humanos, las conductas consideradas lesivas a la luz del concepto de afectación
directa y por supuesto, la creación de mecanismos de reparación integral y de medidas
preventivas para garantizar la no repetición. (agregada)

● Como resultado de los avances jurisprudenciales, las empresas deben incluir una política de
debida diligencia empresarial en derechos humanos incorporada dentro de la cultura
organizacional, los planes de riesgo y en especial, en los procesos y procedimientos al interior de
las empresas, de tal suerte que la debida diligencia se convierta en un práctica diaria y
permanente al interior de la empresa, que mitigue o incluso garantice la protección de los
derechos humanos. La gestión y los avances de estas políticas deben contar con seguimiento y
monitoreo permanente por parte del Estado a fin de cumplir con las obligaciones derivadas del
ordenamiento internacional y poder garantizar a largo plazo el desarrollo empresarial sin
sacrificar el interés general y la protección de los derechos humanos por la utilidad y el abuso de
poder ejercido por las empresas.
● Teniendo en cuenta, los puntos en conflicto que se han evidenciado en la materialización de los
Principios Rectores, así como en la posibilidad de hacer exigible la responsabilidad empresarial
frente a la garantía de los derechos individuales, colectivos y del ambiente, resulta evidente la
necesidad de contar con herramientas jurídicas que permitan establecer los deberes a cargo de las
partes intervinientes, la forma de hacerlos exigibles, las consecuencias frente al incumplimiento y
las posibles formas de reparación frente a los daños consumados, con ocasión de la actividad
empresarial.

● Pese a los avances en el marco normativo y jurisprudencial frente a la Consulta Previa, es


evidente que en muchos casos las empresas omiten cumplir con este deber y atentan contra el
principio de buena fe, desarrollando sus actividades sin contar con el consentimiento previo e
informado de las comunidades étnicas, y procediendo posteriormente a realizar actuaciones ante
la Administración Pública para dar visos de legitimidad a su gestión; no obstante, en muchos

45
casos no existe una reparación o compensación frente a los daños causados a dichas
comunidades.

● Resulta necesario fortalecer el seguimiento frente a las órdenes impartidas por los Tribunales de
Cierre, como quiera que son numerosos los casos en que estas comunidades vuelven a acudir a
los estrados judiciales con el anhelo de que sus derechos sean protegidos por haber sido
incumplidas las órdenes impartidas en dichas sentencias, evidenciando el incumplimiento
reiterado de los derechos conculcados.

● El Estado como garante, debe ser el primero en establecer protocolos de atención y criterios
frente a la inobservancia del marco regulatorio y de la línea jurisprudencial establecida por las
Altas Cortes y los Tribunales, a fin de que las acciones u omisiones que atenten o vulneren estos
derechos, sean objeto de vigilancia, control e incluso sanción.

● Si bien es claro que existe el deber para toda empresa de actuar diligentemente, los Estados
tampoco pueden excusarse en ello para no actuar, estos deben dar las normas y estándares de
cumplimiento, en especial, cuando se trata de empresas multinacionales que deben acatar las
normas internas y el ordenamiento internacional adoptado por ese Estado en el que operan y
hacer prevalecer el estándar existente de protección de derechos humanos.

● La institución que más esfuerzos ha hecho por darle cumplimiento a la SU-123 de 2018 y sus
sentencias confirmatorias ha sido la Defensoría del Pueblo. Esta entidad ha desarrollado doctrina
o magistratura defensorial, lo que les ha permitido señalar que “el respeto por los derechos
humanos no es una opción, sino una obligación constitucional.

46
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Asamblea General de la ONU. (2011). Declaración Universal de los Derechos Humanos. Principios
Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos. Nueva York y Ginebra.

A/75/212 Asamblea General Distr. general 21 de julio de 2020 Español Original: inglés Naciones Unidas
A/75/212 Asamblea General Distr. general 21 de julio de 2020 Español Original: inglés 20-09838X (S)
*2009838* Septuagésimo quinto período de sesiones Tema 72 b) del programa provisional* Promoción y
protección de los derechos humanos: cuestiones de derechos humanos, incluidos otros medios de mejorar
el goce efectivo de los derechos humanos y las libertades fundamentales La cuestión de los derechos
humanos y las empresas transnacionales y otras empresas

47
Correa Henao, Magdalena y Roa Roa, Jorge E. Derechos humanos, responsabilidad social empresarial y
principios Ruggie en la jurisprudencia constitucional colombiana. En J. E. Tole, Derechos humanos y la
actividad empresarial en Colombia: Implicaciones para el Estado. 2019.

COMISIÓN INTERAMERICANA DE DERECHOS HUMANOS. Informe Empresas y Derechos


Humanos: Estándares Interamericanos Relatoría Especial sobre Derechos Económicos Sociales Culturales
y Ambientales REDESCA Soledad García Muñoz Relatora Especial sobre Derechos Económicos,
Sociales, Culturales y Ambientales.

Consejo de Derechos Humanos. 41er período de sesiones 24 de junio a 12 de julio de 2019, Tema 3 de la
agenda Promoción y protección de todos los derechos humanos, civiles, políticos, económicos, sociales y
culturales, incluido el derecho al desarrollo Dimensiones de género de los Principios Rectores sobre las
Empresas y los Derechos Humanos Informe del Grupo de Trabajo sobre la cuestión de los derechos
humanos y las empresas transnacionales y otras empresas.

Corte Constitucional:
(1997) SU-039 de 1997
(1998) T-652 de 1998
(2002) C-891 de 2002
(2003) SU-383 de 2003
(2006) T-880 de 2006
(2008) C-030 de 2008
(2010) T-247 de 2010
(2010) C-608 de 2010
(2010) C-915 de 2010
(2011) T-129 de 2011
(2011) C-366 de 2011
(2012) C-715 de 2012
(2014) Auto 073 de 2014
(2014) T-294 de 2014
(2014) T-969 de 2014
(2015) C-150 de 2015
(2016) T-197 de 2016
(2016) C-389 de 2016

48
(2016) T-704 de 2016
(2016) T-732 de 2016
(2018) SU-095 de 2018
(2018) SU-123 de 2018
(2019) T-011 de 2019
(2019) T-281 de 2019
(2019) T-541 de 2019
(2021) T-369 de 2021

Consejo de Estado:
(1997) Sentencia 100-CE-SP-EXP1997-NS673 de 1997
(2010) Sentencia 52001-23-31-000-2010-00089-01 de 2010
(2014) Sentencia 25000-23-27-000-2001-90479-01 de 2014
(2015) Sentencia 11001-03-26-000-2010-00027-00 de 2015
(2016) Sentencia 44001-23-33-000-2016-00155-01 de 2016
(2016) Sentencia 44001-23-33-000-2016-00079-01 de 2016
(2017) Sentencia 05001-23-33-000-2015-02505-01 de 2019
(2017) Auto 11001-03-06-000-2017-00057-00(2334) de 2017
(2018) Sentencia 11001-03-15-000-2017-01785-01 de 2018
(2020) Sentencia 52-001-33-33-002-2020- 00051-01(9224) de 2020

Corte Suprema de Justicia


(2012) Sentencia del 14 junio de 2012, Rad. 60870
(2016) STC 9157 del 6 de junio de 2016
(2017) STC 496-2017 del 25 de enero de 2017
(2017) STC 10244-2017 del 17 de julio de 2017
(2017) STC 19033-2017 del 16 de noviembre de 2017
(2018) STC 7931-2018
(2018) STC 3409-2018

Corte Interamericana de Derechos Humanos


(2001) Caso de la Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni Vs. Nicaragua Sentencia de 31 de agosto de
2001

49
(2012) CASO PUEBLO INDÍGENA KICHWA DE SARAYAKU VS. ECUADOR SENTENCIA DE 27
DE JUNIO DE 2012
(2015) CASO PUEBLOS KALIÑA Y LOKONO VS. SURINAM SENTENCIA DE 25 DE
NOVIEMBRE DE 2015
(2021) CASO DE LOS BUZOS MISKITOS (LEMOTH MORRIS Y OTROS) VS. HONDURAS
SENTENCIA DE 31 DE AGOSTO DE 2021
(2021) CASO VERA ROJAS Y OTROS VS. CHILE SENTENCIA DE 1 DE OCTUBRE DE 2021

Doctrina defensorial en derechos humanos y empresas. ISBN 978-958-59805-3-2. Octubre, 2018. Bogotá
– Colombia.

Documento sectorial para la Debida Diligencia en Derechos Humanos en las pequeñas y medianas
empresas (Pymes). ISBN 978-958-52745-3-2. Agosto, 2020. Bogotá – Colombia.

Documento Sectorial de Minería para la Debida Diligencia en Derechos Humanos. Pequeña y Mediana
Minería. Defensoría del Pueblo. ISBN 978-958-52745-5-6. Agosto, 2020 Bogotá – Colombia.

Documento Sectorial Agroindustria para la Debida Diligencia en Derechos Humanos. ISBN 978-958-
52745-2-5. Agosto, 2020 Bogotá – Colombia.
EL MARCO RUGGIE: ¿UNA PROPUESTA ADECUADA PARA LAS OBLIGACIONES DE
DERECHOS HUMANOS DE LAS EMPRESAS? David Bilchitz. SUR, v. 7 , n. 12 , jun. 2010, páginas
209-241.

Herencia-Carrasco, Salvador & Gillespie, Kelsea. El régimen de empresas y derechos humanos en la


Corte Interamericana de Derechos Humanos: Análisis del 2021. Disponible en:
https://agendaestadodederecho.com/el-regimen-de-empresas-y-derechos-humanos-en-la-corte-
interamericana-de-derechos-humanos/

Identificación de situaciones de amenaza o vulneración de Derechos Humanos en escenarios de actividad


empresarial. ISBN 978-958-52745-0-1. Abril, 2020. Bogotá – Colombia.

Informe sobre Empresas y Derechos Humanos: Estándares Interamericanos. Aprobado por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos, el 1 de noviembre de 2019 / [Preparado por la Relatoría Especial
sobre Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales de la Comisión Interamericana de

50
Derechos Humanos]. p.; cm. (OAS. Documentos oficiales; OEA/Ser.L/V/II) ISBN 978-0-8270-6949-7 1.
Business and Human Rights. 2. Americas I. García Muñoz, Soledad. II. Title. III. Series. OEA/Ser.L/V/II
CIDH/REDESCA/INF.1/19.

Guía para la Debida Diligencia de Empresas y Derechos Humanos. Este documento hace parte del
proyecto Debida Diligencia y DDHH en el Marco de los Derechos de los Pueblos Indígenas y la Agenda
2030 – Herramientas y Modelos Innovadores, apoyado por la Agencia para la Cooperación Española en
Colombia. ©2019. Todos los derechos reservados. AECID y los socios de este proyecto permiten la libre
reproducción de extractos de esta publicación siempre y cuando se dé reconocimiento y se cite
apropiadamente. Se requiere autorización por parte de AECID y de los socios de este proyecto para la
reproducción y traducción de esta publicación.

La Comisión de Expertos en Aplicación de Convenios y Recomendaciones. La Comisión de Expertos en


Aplicación de Convenios y Recomendaciones. https://www.ilo.org/global/standards/applying-and-
promoting-international-labour-standards/committee-of-experts-on-the-application-of-conventions-and-
recommendations/lang--es/index.htm.

Organización de las Naciones Unidas. Derechos Humanos. (2012). La responsabilidad de las empresas de
respetar los derechos humanos. Guía para la interpretación. Nueva York y Ginebra. Recuperado de
http://www.ohchr.org/Documents/Publications/HR.PUB.12.2_sp.pd.

Plan Nacional de Acción sobre Derechos Humanos y Empresas “Colombia Avanza”. 2016-2018.

Plan Nacional de Acción de Empresas y Derechos Humanos 2020/2022 “Juntos lo Hacemos Posible
Resiliencia y Solidaridad.
https://derechoshumanos.gov.co/Observatorio/Publicaciones/Documents/2020/Plan-Nacional-de-Accion-
de-Empresa-y-Derechos-Humanos.pdf

Principios de Actuación en Derechos Humanos y Empresas: ISBN 978-958-59805-4-9. Octubre, 2018.


Bogotá – Colombia.

Principios Sustantivos y Operativos de la Debida Diligencia en Derechos Humanos. ISBN


9789585274518. Agosto, 2020. Bogotá – Colombia.

51
Rivera Cantú, H. F. (2013). Empresas y derechos humanos: ¿hacia una regulación jurídica efectiva, o el
mantenimiento del status quo? Anuario Mexicano de Derecho Internacional, XIII, 317.

Ruggie, John. (2011). Asamblea General de las Naciones Unidas. Informe del Representante Especial del
Secretario General para la cuestión de los derechos humanos y las empresas transnacionales y otras
empresas. Principios Rectores sobre las empresas y los derechos humanos: puesta en práctica del marco
de las Naciones Unidas para “proteger, respetar y remediar”. Recuperado de:
http://www.google.com.co/url?
sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&cad=rja&uact=8&ved=0ahU K Ew i s r _ 6 q i 7 va
AhWStVk K H U G FCmM Q FggmMAA & u r l=http%3A%2F%2Fwww2.ohchr.org%2FSPdocs
%2FBusiness%2FA-HRC-17-31_sp.doc&usg=AOvVaw3_8TqkzTPaS4jcuYynZNml

Tribunal Administrativo de Nariño


(2020) Sentencia 52-001-33-33-002-2020- 00051-01(9224) de 2020

52

También podría gustarte